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Cada pareja que decide contraer nupcias está en la facultad de establecer el régimen
matrimonial que regulará la situación jurídica de sus bienes durante el matrimonio. El
Código Civil enumera y regula los regímenes matrimoniales. La elección del régimen
matrimonial presenta dos caracteres esenciales: es libre y es definitivo. De ahí las dos
reglas fundamentales de la libertad de las convenciones matrimoniales y de su
inmutabilidad.
La ley no impone a los esposos un régimen matrimonial prefabricado. Con redactar unas
capitulaciones matrimoniales, los futuros esposos pueden fijar el estatuto de sus bienes,
en principio, a su apreciación; sin embargo, para facilitar ese objetivo, el legislador
reglamenta cierto número de regímenes tipos, entre los que los futuros esposos pueden
ejercer cómodamente su opción. El régimen matrimonial es entonces un régimen
convencional; se halla trazado en las capitulaciones matrimoniales que se refieren
generalmente a tal o cual régimen previsto por los artículos del Código Civil, aunque
dispuestos a cambiarlos en ciertos puntos.
Conjuntamente con los regímenes convencionales existe un régimen llamado legal, que
es aquel que se aplica cuando los futuros esposos no han otorgado capitulaciones
matrimoniales. El artículo 1400 del Código Civil establece como régimen legal el de la
comunidad de bienes.
La existencia de tres grupos de bienes: los bienes comunes, los bienes propios de
la mujer y los bienes propios del marido.
Los bienes comunes están compuestos por dos tipos de bienes: los ordinarios o aquellos
que normalmente ingresan a la comunidad de acuerdo con las reglas del Código Civil; y,
los bienes reservados, es decir aquellos bienes producto del trabajo personal de la mujer.
Los bienes reservados, aún siendo adquiridos con el producto del trabajo personal de la
mujer y de las economías que de éste provengan, no son bienes propios de la mujer: son
bienes comunes que en razón de su origen son administrados por la mujer. Es
importante notar que los bienes reservados no sólo existen en el régimen de comunidad
legal, sino que también forman parte de todos los demás regímenes matrimoniales.
Los regímenes de comunidad se subdividen a su vez en régimen de comunidad de
muebles y gananciales, régimen de la comunidad reducida a los gananciales y régimen
de la comunidad universal.
Los redactores del Código Civil eligieron al régimen de la comunidad de bienes muebles
y gananciales, llamado también de “comunidad legal”, para regir a todos los
matrimonios que no hayan convenido previamente contrato de matrimonio. Dentro de
este régimen son comunes, los muebles presentes, los gananciales mobiliarios y los
bienes inmuebles adquiridos durante el matrimonio.
Fuera del régimen de la comunidad legal, el más común de todos los regímenes
establecidos por el Código Civil es el de la comunidad reducida a los gananciales o
comunidad de gananciales en el cual se modifica la composición de los bienes comunes.
Bajo este régimen se excluyen de la comunidad, las deudas respectivas de los cónyuges,
actuales y futuras y su mobiliario respectivo, presente y futuro.
En república dominicana está regulado a partir del Art. 1387 hasta el art, 1581 del
Código Civil.
Al momento del matrimonio, los futuros esposos pueden determinar el conjunto de
normas jurídicas que regirán sus bienes, pudiendo tomar cláusulas de uno y otro u otros
regímenes para formar el que más les acomode a sus intereses. (Rowland Cruz, James
A. Los Regímenes Matrimoniales. Pág. 4.)
Cuando los futuros esposos no se acogen a ningún régimen matrimonial, sino que
simplemente contraen matrimonio, la ley les atribuye un régimen matrimonial
determinado, que es el que se conoce como régimen de la comunidad de bienes muebles
y gananciales. (Rowland Cruz, James A. Los Regímenes Matrimoniales. Págs. 5 y 6.)
Regímenes Matrimoniales
Régimen legal;
Regímenes convencionales.
El Art. 1387 del CC: “La ley no regula la sociedad conyugal, en cuanto a los bienes, sino a falta
de convenciones especiales, que pueden hacer los esposos como juzguen convenientes, siempre que
no sean contrarias a las buenas costumbres; y además bajo las modificaciones siguientes.”
La mujer debe contribuir con una proporción de sus rentas o ganancias para que el
esposo pueda sufragar los gastos o cargas económicas de la casa o de la familia.
“Tanto el marido como la mujer son administradores del patrimonio común, y para
venderlo, enajenarlo o hipotecarlo se necesita el consentimiento de ambos.” (Rowland
Cruz, James A. Los Regímenes Matrimoniales. Pág. 51.) Ver Art. 1421 de la ley 189-01.
Art. 1526 CC: “Los esposos pueden establecer en su contrato de matrimonio, una comunidad
universal de bienes, lo mismo muebles que inmuebles, o solamente de sus bienes presentes, o
solamente de sus bienes futuros.”
La masa patrimonial común se forma por los bienes que se derivan del trabajo de los
consortes así como de los beneficios que reciban de los haberes propios de cada uno, así
como de los frutos, rentas, intereses o réditos adquiridos en el transcurso de la duración
del matrimonio.
Se excluyen los bienes inmuebles que tengan los esposos antes de llegar al matrimonio.
Entra a la masa indivisa los muebles y todas las ganancias que lleguen a obtenerse a
título oneroso durante la duración del matrimonio. La disolución del matrimonio
conlleva la partición del patrimonio común, sin importar la naturaleza de los bienes
adquiridos.
Los bienes comunes: Son los que componen el activo de la comunidad formada
entre los esposos. Estos bienes están, en principio, bajo la administración de ambos
esposos (ley 180-01), y son divisibles al disolverse el matrimonio.
Los bienes propios del marido: Son los bienes que constituyen el patrimonio
personal del marido, y que bajo el régimen de la comunidad legal o convencional no
forman parte de la masa común.
Los bienes propios de la mujer: Son los bienes que constituyen el patrimonio
personal de la mujer, y que bajo el régimen de la comunidad legal o convencional no
forman parte de la masa común.
Activo del patrimonio común: Art. 1401 al 1408 del CC: Todo el mobiliario que
correspondía a los esposos al momento de contraer matrimonio, todos los frutos, rentas, intereses
y atrasos de que cualquier naturaleza, que estén vencidos o que hayan sido percibidos durante la
vigencia del matrimonio, y que provengan de los bienes que les pertenecían a los consortes desde
la celebración del matrimonio o de aquellos haberes que puedan obtenerse a cualquier título en el
lapso de duración del enlace conyugal. También los inmuebles adquiridos a título oneroso en el
tiempo que dure el matrimonio.
El pasivo del patrimonio común. Art. 1409 al 1420 del CC: Entran a la masa indivisa
todas las deudas mobiliarias contraídas por ambas partes contratantes hasta el día de la
celebración del casamiento.
Los esposos siguen obrando como propietarios de los inmuebles que les
correspondían al momento de contraer matrimonio.
Art. 221 del Código Civil. “Bajo todos los regímenes y so pena de nulidad de cualquier cláusula
contraria contenida en el contrato de matrimonio, la mujer casada tiene sobre los productos de su
trabajo personal y las economías que de éste provengan, plenos derechos de administración y de
disposición. Ella puede hacer uso de éstos para adquirir inmuebles o valores mobiliarios, y puede
enajenar los bienes así adquiridos, así como tomar a préstamo sobre los mismos, e hipotecarlos.”
Art. 224, párrafo: “Si existe comunidad o sociedad de gananciales, los bienes reservados entrarán
en la partición del fondo común.”
La figura de los bienes reservados de la mujer casada ha ido perdiendo fuerza luego de
la modificación que sufrió el Código Civil con la ley 189-01 que dispuso que ambos
esposos son administradores de la comunidad.
Art. 1399 CC “La comunidad, sea legal o convencional, empieza desde el día en que el
matrimonio se ha contraído ante el oficial del estado civil: no puede estipularse que comience en
otra época.”
· Ley 390 del 14 de diciembre de 1940 que otorga a la mujer plena capacidad de los
derechos civiles;
· Fijación de la residencia conyugal debe ser de mutuo acuerdo entre los esposos;
Tipos de regímenes:
Según su fuente:
De acuerdo al ordenamiento jurídico que se trate, pueden haber tres tipos de regímenes
matrimoniales: régimen legal, convencional o judicial.
El régimen matrimonial legal es el establecido por el legislador en la ley y que se suele
aplicar de forma supletoria, es decir, cuando las partes no han convenido adoptar otro
distinto.
El régimen judicial es el establecido por una sentencia del tribunal (por ejemplo,
cuando se solicite la disolución de la sociedad conyugal).
Según su sistemas:
Existen diversas obras jurídicas que, a nivel mundial, analizan el régimen económico
matrimonial de los distintos Estados del mundo.
La más reciente, y actualizada a 2018, es la obra "Los Regímenes económico
matrimoniales del mundo", obra jurídica de la Diplomático española Alexia Oliva
Izquierdo y de los Registradores españoles Antonio Manuel Oliva Rodríguez y Antonio
Manuel Oliva Izquierdo, que examina de forma detallada los regímenes económicos
matrimoniales de los 194 Estados del mundo reconocidos de un modo generalizado por
la Comunidad Internacional.
LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
Existen diversos motivos por los que se puede elegir uno u otro régimen económico
matrimonial. Entre otros, se pueden citar:
CONVENCIONES MATRIMONIALES:
Antes del matrimonio, los futuros esposos pueden hacer convenciones sobre los bienes
que cada uno lleva al matrimonio, las deudas, donaciones que se hagan entre ellos y
elegir el régimen patrimonial del matrimonio. A falta de convenio, se aplica el régimen
que distingue entre bienes propios y gananciales. (Arts. 446 al 450).
UNIONES CONVIVENCIALES:
Reconoce los derechos de las parejas que comparten un proyecto de vida en común sin
contraer matrimonio. Acepta los pactos de convivencia y protege especialmente la
vivienda familiar. Está prevista una compensación económica en caso de que al cesar la
convivencia se provoque un desequilibrio económico manifiesto.(Arts. 509 al 528).
MATRIMONIO:
Permite que puedan casarse personas del mismo sexo y equipara los derechos y
obligaciones de los cónyuges. Incorpora la posibilidad de optar entre el régimen de
comunidad de ganancias y el de separación de bienes (Arts. 401 al 445).
DIVORCIO:
Puede ser pedido por cualquiera de los cónyuges o por ambos, en cualquier momento y
no es necesario invocar una causa. Se protege al cónyuge que sufre un desequilibrio por
el divorcio al reconocerle el derecho a una compensación económica. (Arts. 436 al 445).
LEGISLACIÓN PUERTORRIQUEÑA
El Divorcio o la separación judicial por mutuo consentimiento, está regulado en nuestro
ordenamiento jurídico, para modificar el estado civil de las personas, dicha regulación se
encuentra tutelada en el Capítulo VII y VIII del Código de Familia y el Artículo 839 del
Código Procesal Civil. Los cónyuges en virtud de la autonomía de la voluntad, pueden
establecer acuerdos sobre determinados asuntos siempre y cuando tengan el respaldo
legal y se exterioricen siguiendo las formalidades que establece la Ley o sea mediante
escritura pública.
Las causas para decretar el divorcio se encuentran tuteladas en el artículo 48 del Código
de Familia y debemos tomar en cuenta que al realizar el divorcio este puede extinguir
obligaciones y crear nuevas, esto por supuesto dentro de los límites de la legalidad.
Si conocidos los hechos que dan paso al divorcio, se da vida marital o reconciliación
entre los cónyuges, este no procede (art 52 CF), contrario a esto, pedido el divorcio el
Juez podrá ordenar la salida de uno de los cónyuges del domicilio (art 53 CF)
De igual manera esta podrá solicitarse por mutuo consentimiento tal y como lo expresa
el artículo 60 del Código de Familia, siempre y cuando se cumpla con los requisitos
establecidos y el Tribunal considere que no hay puntos omisos u obscuros en los puntos
señalados.
Los efectos de la separación judicial son los mismos que el divorcio con la diferencia que
aquella no disuelve el vinculo y continua el deber de fidelidad y mutuo auxilio (art 62
CF). La reconciliación de los cónyuges suspende el juicio si no ha concluido y se debe
hacer de conocimiento del Juez por ambos, en cuanto a bienes se mantendrá lo que
disponga la resolución si la hubiere (art 63 CF).
Son el contrato otorgado por los cónyuges, antes o después del matrimonio, con el fin de
fijar el régimen económico matrimonial a que deben sujetarse los bienes del mismo, o de
adoptar cualquiera otra disposición por razón del matrimonio.
Las capitulaciones siempre deben ser y estar documentadas en una escritura pública,
por lo que hay que otorgarlas ante Notario (sin este requisito son nulas). Normalmente
sólo es necesaria la asistencia de los cónyuges o futuros cónyuges, salvo:
Que alguno de ellos o los dos sea menor que pueda casarse (emancipado o menor
con dispensa de edad), en cuyo caso se requiere el consentimiento de sus padres o tutor,
salvo que se trate de pactar en las capitulaciones el régimen de separación de bienes.
Que alguno de ellos o los dos sea incapacitado (por sentencia judicial), en cuyo
caso deberán asistir al acto sus padres, tutores o curador.
Si las capitulaciones se han otorgado antes de celebrarse el matrimonio pierden su
validez si éste no llega a celebrarse en el plazo de un año o si se declara nulo, se disuelve
o incluso si se produce la separación de los cónyuges.
Como las capitulaciones matrimoniales no sólo tienen efectos entre los cónyuges, sino
que pueden afectar a terceros en lo que el régimen económico matrimonial se refiere
(quién dispone de los bienes, de qué deudas responden esos bienes…), se establece un
requisito de publicidad: la inscripción en el Registro Civil.
Artículos 1217 a 1322 del Código Civil de la Nación Argentina (vigente hasta
31 de diciembre de 2015).
Artículos 463 a 504 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
(Argentina) (vigente desde 1 de enero de 2016).