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San Vicente de Paúl y la organización de las caridades

Cuando se habla de la caridad en Vicente de Paúl, es menester no separarla de la realidad social de la pobreza y
de los pobres, de Dios y de Cristo. Para él, caridad, Dios, Jesucristo, pobres y pobreza son cinco realidades que
se entremezclan y se clarifican desde el interior.
La pobreza fue para San Vicente, hasta 1617, el resultado de no saber defenderse en la vida, esto es, atribuible a
razones personales. A partir de esta fecha, especialmente desde 1635, la pobreza pasa a ser para él una realidad
social, causada por las crisis agrícolas, el aumento enorme de las cargas fiscales, la política de guerra adoptada
por el Estado, las rebeliones populares, la repartición injusta de la tierra, la subida constante de los arrendamientos
de la misma, los salarios de miseria percibidos por los obreros de la ciudad y los aún más paupérrimos pagados a
los jornaleros del campo, es decir, atribuible a la política de un Gobierno instalado en la guerra y en el despilfarro
y a las operaciones financieras de la parte más rica y más fraudulenta de la sociedad.
El resultado del análisis de esta misma experiencia señala, igualmente, algo muy claro: Los pobres pasaron para
él de ser unas miserias ambulantes, que no le merecían ninguna atención, a imágenes al natural de Cristo.
Imágenes que fueron despiadadamente oprimidas por la política económica y social del Estado, tenazmente
explotadas por la voracidad financiera de los burgueses y necesariamente mantenidas en la miseria por el «dulce
encanto» de la necesidad de lo superfluo de los grandes y poderosos de la sociedad.
a) Caridad, pobreza, pobres
Vicente de Paúl jamás separa la caridad de la realidad social de la pobreza y de los pobres. De ahí que al hablar
de la caridad vicentina señale lo siguiente:
En primer lugar, para comprenderla en su dimensión social, se requiere tener una información lo más exacta
posible de la pobreza. Vicente de Paúl fue, sin ningún género de duda, el hombre mejor informado en su época
de la miseria que invadía a la mayoría de sus contemporáneos. Por eso pudo constatar: «El pobre pueblo muere
de hambre y se condena».
En segundo lugar, para profundizar en ella, es imprescindible, después de haber realizado el análisis riguroso de
la pobreza y de los pobres, adquirir una conciencia social. En Vicente de Paúl esta conciencia se agudizó de tal
manera, que le llevó a hacer suya la situación de miseria injustamente impuesta a los pobres e injustamente sufrida
por ellos. Por eso pudo declarar: «Los pobres que no saben a dónde ir ni qué hacer, que sufren y que se multiplican
todos los días, constituyen mi peso y mi dolor».
En tercer lugar, para hacerla eficaz en todos los frentes donde aparece la miseria, es preciso conocer las causas
inmediatas que desencadenan la situación de injusticia que padecen los pobres: «¡Guerra por todas partes, miseria
por todas partes!», comenta Vicente de Paúl en la repetición de oración del 24 de junio de 1655, cuando la política
belicista y partidista desencadena una miseria atroz en el pueblo.
Finalmente, para socializarla, es indispensable proponer a los poderes políticos, económicos y sociales, hasta
urgírselo, que utilicen esos poderes para proteger a los grupos más débiles de la sociedad y ayudar a salir de la
miseria a los que nada o casi nada tienen.
Difícilmente se cobrará y se hará cobrar esta conciencia a los poderes políticos y a las fuerzas sociales, si no se
está convencido, como lo estuvo Vicente de Paúl, de que «somos gerentes y no propietarios de los bienes». El
propietario es Dios. Y, por añadidura, ese mismo Dios nos manda que los hagamos fructificar en beneficio de los
pobres.
b) Relectura de la caridad vicentina desde la pobreza y los pobres de hoy
La «relectura» de la caridad en Vicente de Paúl nos indica, en primer lugar, que, para comprender su sentido y
objeto, es condición absolutamente necesaria el conocimiento de la realidad, es decir, el VER de las situaciones
históricas. En efecto, al hombre caritativo le interesa analizar y conocer la realidad desde la perspectiva de los
mecanismos de justicia e injusticia que operan en ellos. No es un conocimiento puramente descriptivo, sino
dirigido por la «finalidad» de conocer cómo operan en los mecanismos y decisiones adoptados los valores que
afectan a la justicia o injusticia social. Más aún, será necesario conocer el ámbito de acción discrecional que en
los mismos existe, a fin de poder incorporar la racionalidad ética y la exigencia moral.
El análisis evangélico de la realidad no ignora que la pobreza y las «estructuras de pecado», generadoras de
injusticia, tienen su raíz en la cultura dominante, el orden económico, social y político, la libertad del hombre y
el pecado. Este análisis, que respeta la autonomía de las ciencias económicas y sociales, busca, más allá de un
mero análisis científico, discernir los signos de la caridad que harían presente el Reino de Dios en la sociedad.
La misma «relectura» nos descubre, en segundo lugar, no sólo que el mundo de los empobrecidos y marginados
forman parte de la sociedad en general, sino también que deben ayudarnos a introducirnos en ella por su línea
fronteriza o marginal. Esta percepción de la sociedad y la introducción en ella, desde sus márgenes, son
sumamente clarificadoras para comprender el sentido vicentino de la caridad, ya que nos, hacen cobrar conciencia
de que los pobres son el subproducto de la sociedad de la que formamos parte.
Finalmente, la «relectura» de la caridad en Vicente de Paúl nos manifiesta algo muy claro: No se puede
comprender la caridad social ni ejercerla en todas sus dimensiones si, al mismo tiempo, no se hace una lectura de
las causas sociales y políticas que producen la pobreza y los pobres.
La pobreza del mundo de hoy, además de nutrirse de decisiones concretas en las que la intervención de los
hombres desde el poder económico, social y político resulta decisiva, es fundamentalmente estructural, motivada
por un reparto inadecuado de la riqueza y por la desigualdad de oportunidades. Es un asunto de justicia e injusticia
y los pobres son personas que están sufriendo una gran injusticia. Necesitamos todos ser muy conscientes de ello.
Lo nuevo, lo determinante hoy, es que la pobreza y la marginación han llegado a ser para muchos una «lacra
social», éticamente inaceptable y políticamente inadmisible. De ser, como en tiempo de Vicente de Paúl, un
fenómeno «natural» sin remedio y sin solución, la pobreza y la marginación se convierten automáticamente en
mala conciencia que reclama encontrar respuestas solidarias y colectivas en el ámbito local, regional, nacional e
internacional. Pobreza y marginación expresan con autonomía incomparable la irracionalidad de, un sistema
pretendidamente social y de bienestar. También con las nuevas formas de pobreza ocurre como con la pobreza
del siglo XVII: que se despliegan en un conjunto complejo de fenómenos que dan como resultado una efectiva
exclusión social.
Nuestra insistencia en estos datos quiere testimoniar una vez más que la pobreza es una situación estructural, es
decir, que hay que hacer una lectura socio-política de la pobreza. Nuestra sociedad, como toda sociedad, es una
máquina de fabricar pobres. La nuestra produce los suyos, los llamados «nuevos pobres». Mucha gente no acaba
de enterarse.
Atribuir la pobreza a razones personales de quien la padece: desinterés, incultura, enfermedad, conlleva ejercer
la caridad en unas «relaciones cortas», de persona a persona, y, en consecuencia, a reducirla a su dimensión
asistencial. Atribuir la pobreza a causas sociales, implica, por el contrario, ejercer la caridad en unas «relaciones
largas» y, en consecuencia, abrirla a su dimensión social y política. Así, pues, no se puede comprender la caridad,
vicentinamente entendida, ni ejercerla en todas sus dimensiones si, al mismo tiempo, no se hace una lectura socio-
política de la pobreza.
c) Amor afectivo y efectivo
La alternativa de vida evangélica, que Vicente de Paúl expresa con la fórmula rica y densa de «estado de caridad»,
impide separar el «amor afectivo» del «amor efectivo». Ambos son necesarios. Sin embargo, es preciso señalar,
vicentinamente hablando, que el «amor afectivo» es culpable si no pasa a ser «efectivo». Así de claro se lo dice
el fundador a las hermanas: «El amor afectivo es la ternura en el amor. Tenéis que amar a nuestro Señor con
ternura y con afecto (…). Un corazón que ama a nuestro Señor no puede sufrir su ausencia y tiene que unirse con
él por ese amor afectivo, que produce a su vez el amor efectivo. Porque no basta con el primero, hermanas; hay
que tener los dos. Hay que pasar del amor afectivo al amor efectivo, que consiste en el ejercicio de obras de
caridad, en el servicio a los pobres emprendido con alegría, entusiasmo, constancia y amor. Estas dos clases de
amor son como la vida de una Hermana de la caridad». Y las cosas son así en la experiencia de fe de Vicente de
Paúl, porque Jesucristo es un «espíritu de caridad perfecta» en relación a Dios y a los hombres, principalmente a
los pobres.
d) Organización y socialización de la caridad
No se puede estar con los pobres, si al mismo tiempo no se lucha contra su pobreza y la causa profunda que la
genera: la desigualdad injusta. Esta perogrullada ha sido y sigue siendo olvidada con demasiada frecuencia por
los creyentes. Semejante olvido equivale para Vicente de Paúl a dejar de ser cristiano: «Ver a alguien que sufre y
no participar con él en su miseria es ser cristiano en pintura, no tener humanidad, ser peor que las bestias».
En consecuencia, para hacer que la caridad sea eficaz en la lucha contra la pobreza, tendremos que utilizar todas
sus mediaciones y no sólo una o algunas de ellas. Así lo entendió Vicente de Paúl. Por eso, después de haber
constatado: «he aquí una gran caridad, pero está mal organizada», empezó a poner en marcha, el año 1617, un
sistema de acción caritativo-social que todavía hoy a muchos les parece revolucionario.
Para hacer operativo este sistema, Vicente de Paúl afronta las exigencias del compromiso social en cuanto tarea
permanente en la construcción del reino de Dios. Al mismo tiempo realiza un denodado esfuerzo por remediar
las necesidades de los pobres y por actuar contra las causas que producen la pobreza. Su sentido agudo de las
realidades económicas, de los intermediarios, de la coordinación, unido a su capacidad de organización minuciosa
de personas y de dones, le permiten rodearse de magníficos colaboradores. Colaboradores que sirven a la voz, a
la acción, de este genio organizador lúcido e inventivo de la caridad. En definitiva, lo que Vicente de Paúl intenta
con su sistema de acción socio-caritativa, es organizar y socializar la caridad, es decir, concienciar a la sociedad
entera para que se organice en favor de los pobres y se movilice para liberarles de su pobreza.
Enumeramos las dimensiones de la caridad que se encuentran en el sistema de acción social organizado por
Vicente de Paúl:
1.° En absoluto prescinde de la acción asistencia. Es el nivel elemental ante la urgencia de la enfermedad, el
abandono pertinaz, la guerra. Una acción que nunca desaparecerá de su vida, de su enseñanza ni tampoco de las
instituciones que funda. La acción asistencial equivale para Vicente de Paúl a hacer justicia a quienes no se la
hacen los hombres. Si desde la justicia de los hombres la acción caritativo-asistencial es un acto voluntario, desde
la justicia de Dios se torna obligatorio.
2.° No se detiene en este primer nivel. Como una evolución natural e inevitable lo completa con el segundo
nivel: la acción promocional. Con ello intenta proporcionar los medios para que el pobre, personal y
colectivamente, sea agente de su propio desarrollo humano. Y ello porque sabe que la pobreza generalizada tiene
causas sociales. Esta organización promocional de la caridad se hace en él ingeniosamente inventiva. Esta acción
promocional actúa sobre las causas de la pobreza generalizada de diferentes sectores de la sociedad: campesinos,
niños abandonados, huérfanos, refugiados… Y se prolonga hasta que éstos sean capaces de poder salir por sí
mismos de su situación.
3.° La realización de su plan social incluye un tercer nivel: la denuncia profética de las injusticias. Comprende
que el cristiano, urgido por el amor de Cristo y de sus hermanos, no sólo debe ser justo. Debe además
comprometerse en favor de la justicia, como exigencia de la caridad.
Cualquiera que se acerque sin prejuicios a la vida de Vicente de Paúl encontrará palabras, actitudes y opciones
por las que intenta impedir a la sociedad continuar siendo una máquina de fabricación de pobres. Por eso se
complace en presentar como modelo, «a las que vengan después», a Sor Juana Dalmagne, quien, «al saber que
algunas personas ricas se habían eximido de los impuestos, para sobrecargar a los pobres, les dijo libremente que
era contra la justicia y que Dios les juzgaría por esos abusos».
4.° En su sistema de acción social se encuentra un cuarto aspecto: atacar lo que hoy llamamos «causas
estructurales de la pobreza» o «raíces de la injusticia estructural». Su postura en este campo es compartir la
historia de los pobres y, desde ellos, se propone firmemente cambiar la realidad social. Se esfuerza para que la
caridad entre dentro de la historia de su tiempo y ofrezca la claridad que conlleva la dimensión social y política
de su experiencia de fe.
Se trata de una justicia arraigada en la caridad, que constituye su suprema motivación. Una justicia que,
consiguientemente, es parte integrante de la caridad. Por otra parte, la caridad es capaz de hacer descubrir sin
cesar nuevas exigencias de la justicia, la cual no es, por lo tanto, algo fijo e inmutable. Finalmente, la caridad (a
la que nunca está permitido dañar, ni siquiera por reivindicar la justicia) desborda siempre a la justicia misma.
5.° Hay otro aspecto en el sistema vicentino de acción social, no suficientemente resaltado: clarificar, convertir
las conciencias de los poderes políticos, sociales y económicos. La prueba la tenemos en la abundante
correspondencia y en las múltiples relaciones que Vicente de Paúl mantiene con muchos de ellos.
Este quinto aspecto o nivel de la lucha contra la pobreza tiene dos características: la capacidad crítica para
descubrir y hacer descubrir las injusticias, explotaciones y marginaciones, y la capacidad de concienciar y
de animar a personas, grupos e instituciones sociales, económicas y políticas para que hagan lo posible para
favorecer a los pobres.
Es necesario generar en el conjunto de la sociedad una cultura de la solidaridad que persiga la superación de las
desigualdades sociales irritantes y cuyo objetivo prioritario sea la inserción de los colectivos más desfavorecidos.
La política social debe centrarse en una respuesta adecuada de los gobiernos a las situaciones de necesidad de los
ciudadanos, no convertirse en un parcheo producido por el sistema para seguir subsistiendo, e incluso en un medio
de la administración para controlar a la sociedad.
6.° En el vasto plan de acción social, organizado y realizado por Vicente de Paúl, se encuentra, finalmente, un
sexto aspecto: la coordinación de la caridad.
Si hay algún criterio para suprimir la pobreza, es el amor solidario a los pobres vivido en la verdadera fraternidad.
Este es el Cristo que presenta a sus interlocutores. De ahí su persuasión y su eficacia. La continuación del «amor
compasivo» del Hijo de Dios da sentido y unidad a la fraternidad. Una fraternidad que crea una conciencia común
de solidaridad para responder a las necesidades de los pobres.
La llamada de Vicente de Paúl a vivir la caridad desde las exigencias cristianas de fraternidad contiene una fuerza
«revolucionaria» en la acción social que él organiza y coordina. Con esta llamada a la fraternidad, a la
coordinación, pretende que todos los grupos cristianos vivan su fe en la caridad, creadora de justicia. En el
pensamiento y en la vida de Vicente de Paúl no existe ningún otro motivo de justicia que no sea el amor de
fraternidad del hombre por el hombre, que ciertamente se fundamenta, en último término, en el amor a Dios.
Todo este plan organizado de la caridad vicentina en la lucha contra la pobreza es la expresión de la dimensión
social y política de la fe de Vicente de Paúl.

BIBLIOGRAFÍA:
- http://vincentians.com/es/caridad-en-san-vicente-de-paul/

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