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El documento analiza cómo los mitos históricos han dado forma a la identidad mexicana y han contribuido a una mentalidad pesimista. Se argumenta que aceptar la verdad sobre el pasado mestizo de México, en lugar de culpar a los conquistadores españoles, podría ayudar a superar traumas y avanzar. También explora cómo la violencia sin propósito y la necesidad de afirmación masculina reflejan las consecuencias de siglos de mitos no examinados.
El documento analiza cómo los mitos históricos han dado forma a la identidad mexicana y han contribuido a una mentalidad pesimista. Se argumenta que aceptar la verdad sobre el pasado mestizo de México, en lugar de culpar a los conquistadores españoles, podría ayudar a superar traumas y avanzar. También explora cómo la violencia sin propósito y la necesidad de afirmación masculina reflejan las consecuencias de siglos de mitos no examinados.
El documento analiza cómo los mitos históricos han dado forma a la identidad mexicana y han contribuido a una mentalidad pesimista. Se argumenta que aceptar la verdad sobre el pasado mestizo de México, en lugar de culpar a los conquistadores españoles, podría ayudar a superar traumas y avanzar. También explora cómo la violencia sin propósito y la necesidad de afirmación masculina reflejan las consecuencias de siglos de mitos no examinados.
Actualmente en México cargamos con un pesimismo ante nuestra situación y constantemente
justificamos nuestras tragedias o el porqué no progresamos. Siempre anhelando lo que otros países tienen y poniéndonos en desventaja. La mentalidad de la sociedad mexicana se ha visto escasamente transformada ya que con el pasado que mantenemos siempre en el presente no hemos avanzado como debería después de siglos y siglos de evolución y (como en otros países) para que esto pudiese ocurrir, como menciona el autor “Es vital hablar de los mitos de nuestro México, del lado oculto de nuestra historia. ¿Para qué?, para comprendernos mejor a nosotros y a nuestro país, para entender y analizar nuestros errores, para poder corregirlos, analizar nuestra forma de pensar, corregirla en lo que sea necesario y superar traumas y complejos.” (Zunzunegui, pág. 37) Es transformar nuestra forma de ver nuestra historia y recordar nuestro pasado, pero avanzar pensando en el y no estancarnos en el. México esta lleno de contradicciones, nos dejamos llevar a la voz del pueblo, la falta de información y el poco interés de la sociedad por entender un poco más el contexto de nuestro país llamado México porque “resulta que el hombre es quien, socialmente y con el paso del tiempo, crea el mito” (Zunzunegui, pág. 39) Esto nos ha llevado a aceptar las verdades transformadas que nuestros ancestros nos han hecho creer. Denominados mitos. “Si en vez de aceptar dogmas míticos volteásemos a ver a nuestro alrededor a ver nuestro México, y a nuestro interior, para vernos a nosotros mismos, tendríamos que aceptar que lo más caracteriza a México, como su idioma predominante, su religiosidad, su arte, podríamos aceptar lo que en realidad siempre aceptamos aunque sea medio forzados, que México es un país mestizo…” (Zunzunegui, pág. 33) fuimos un país conquistado, más no destruido, todas nuestras tradiciones emanan de una “salvación” de nuestras tierras y una evolución gracias a un país que fue España. Una lista larga de países conquistados como Brasil, Irlanda, Chile, China, Corea, Vietnam, han podido superar y transformarse como nación, todos tienen un pasado y han sabido aprovecharlo. “Todos esos países podrían ir por la historia lamentándose de ser pueblos y países conquistados y, desde luego, hacer que las culpas de todas sus miserias recaigan sobre ese hecho.” (Zunzunegui, pág. 31) En México la barrera que nos condena es el pasado insuperable de nuestra historia, adoptándolo como estilo de vida y justificándonos ante cualquier adversidad. México es un país contradictorio agradecemos y respetamos nuestras costumbres y tradiciones, pero simultáneamente las negamos porque adoptamos las tradiciones y costumbres de un pueblo malo, las queremos, pero no, porque no aceptamos la realidad del mestizaje “El mexicano popular, el cotidiano, el que no se dedica a la historia y solo aprendió los mitos y los traumas, tiene esa tendencia inconsciente a sentirse más indio que español.” (Zunzunegui, pág. 85) es el resentimiento que hemos adquirido de la “educación” de la clase de historia, lo que nos obligan a creer y jamás investigamos. Este resentimiento ha generado que ante todo siempre pongamos en desventaja a México y el día en que comprendamos que no nos conquistaron que nacimos de una conquista a un pueblo y que somos una mezcla de nuestros “conquistadores” comprenderemos que nunca estuvimos en desventaja como siempre lo traemos al presente. “No fuimos conquistados, nacimos de la conquista, de unos sobre otros, pero ninguno de los dos, no somos el conquistador ni el conquistado, somos sus hijos.” (Zunzunegui, pág. 89) En realidad, esto se ha vuelto una costumbre, justificarnos, negarnos ante la verdad, y que lo mejor ha sido es adoptar en la que estamos en desventaja, en la que no progresamos porque no pudimos, no podemos ni podremos. Siempre habrá alguien más que nos arrebate el triunfo de las batallas. Crecimos sin la esperanza de ganar siempre de la mano con el consuelo y la mediocridad. “México es ante todo una experiencia psicológica: reniega de su conquista, pero fundamenta en ella su identidad, ya que es su pretexto universal para todas sus derrotas.” (Zunzunegui, pág. 80 ) Siempre hemos estados esperanzados a que alguien más haga algo que hacer algo por nosotros mismos, porque así estamos acostumbrados. Crecimos con la mentalidad del mexicano, con el empoderamiento sobre la historia inexistente o contada a conveniencia de quien en su momento fuese conveniente. La escasa identidad de México como un país transformado nos ha llevado a adoptar la típica y muy presente actitud del macho mexicano, porque solo así se hace respetar y llamar macho “el pobre macho mexicano tiene una virilidad muy frágil, por eso avienta tiros, escupe lejos, bravuconea, habla fuerte, mienta madres, y para que viva México tiene que mandar a todos a la chingada” (Zunzunegui, pág. 117) porque si no, no está haciéndole justicia a su nación. México no solo carece de información, aceptación y transformación, si no que, gracias a las guerras continúas creamos un carácter de mexicano violento, sin tener un proyecto en mente y sin desarrollar un plan solo pelear porque existe un enemigo. “El carácter del mexicano: violencia sin proyecto en lugar de acuerdos para obtener algo.” (Zunzunegui, pág. 128) Antes de leer el libro, considero a mi persona inculta de la historia de México, los hechos son hechos y la historia que nos han contado son opiniones que a lo largo del tiempo se han ido modificando. Es una cadenita de pensamientos sobre la conquista de los malvados españoles, nos han hecho creer que la historia de México pudo haber sido diferente de no ser por ellos, pero poniendo los hechos sobre la mesa, de no haber sido así, ¿qué sería de la antigua Tenochtitlán? Realmente pudiésemos contar con todas nuestras costumbres y tradiciones que a fin de cuenta nos identifican como mexicanos. Leyendo el libro fui comprendiendo y aceptando todas esas actitudes de gente “humilde” que muchos tenemos y nos han forjado en nuestra familia, así como la veneración a la virgen de Guadalupe, es algo con lo que crecimos, pues la humildad y la sencillez nos rescatan de la situación en la que vivamos y que como mencioné arriba se relaciona en como nos justifica de la mediocridad “los mitos no buscan la verdad, buscan explicaciones, y en el caso del mexicano, consuelo.” (Zunzunegui, pág.108 ) Este conjunto de actitudes y pensamientos son difíciles de arrancar porque hemos crecido así, resulta ser más fácil justificarse que enfrentar una verdad, es por eso por lo que tiene sentido el origen de todos nuestros traumas y actitudes que “identifican” a un mexicano.
Bibliografía: Zunzunegui, J. (2014). Los mitos que nos dieron traumas. México, D.F.: Debolsillo.