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La educación superior es un derecho humano, el cual debe tender a la capacitación de las

personas para lograr una vida digna, mejorar el nivel de vida y hacer al individuo útil a la
sociedad; éste comprende la igualdad de oportunidades para todos, de acuerdo con la capacidad
de cada persona y sus méritos, con miras al aprovechamiento de los recursos de la comunidad y
el Estado que se destinen para este fin. En la educación superior, como derecho humano, hay
que prever las dimensiones en las que impacta en beneficio del ser humano, es decir, los niveles
de esta facultad que deben considerarse: el individual, ya que este derecho es el elemento de
desarrollo de la personalidad de los seres humanos; el nacional, en razón de que permite el
desarrollo social, cultural, ambiental y económico de un Estado o nación; y el nivel internacional,
en virtud de que contribuye a la amistad, la paz y la comprensión humana. En este contexto, se
debe señalar que existen instrumentos nacionales e internacionales que reconocen el derecho a
la educación superior como derecho humano, entre éstos últimos destaca la Convención
Americana sobre Derechos Humanos que lo establece en su capítulo III, artículo 26, y la
Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI; en los primeros se encuentra
nuestra Carta Magna que, en su artículo 3, fracción V, dispone que "el Estado promoverá y
atenderá todos los tipos y modalidades educativos –incluyendo la educación inicial y a la
educación superior– necesarios para el desarrollo de la nación, apoyará la investigación científica
y tecnológica, y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura"; como instrumento
local, la Constitución Política del Estado y Libre y Soberano de México estipula este derecho en
su artículo 5, párrafo 11 donde advierte que el Estado garantizará a todos los individuos el
acceso a la ciencia y la tecnología, que permitan elevar el nivel de vida de la población, combatir
la pobreza y proporcionar la igualdad de oportunidades, derecho que se garantiza con el acceso
a la educación superior.

La universidad es el medio de construcción ciudadana orientada hacia la toma de consciencia de


los principios de justicia social, respeto a los Derechos Humanos, desarrollo sostenible,
democracia y la paz. En su comunidad nos reflejamos todos los nacionales y connacionales sin
distinción de cultura, color, religión o ideología.

Nuestras universidades tradicionales y autónomas venezolanas, lideran ese sistema plural y libre
que responden a los diversos parámetros internacionales en la formación de ciudadanos que
participen activamente en la sociedad como elemento contemplado en la Declaración mundial
de la Educación Superior y otros instrumentos de gran trascendencia. La educación como
derecho humano del desarrollo permanente de la persona y las sociedades, comporta una serie
de demandas que deben ser ampliamente atendidas por el Estado. Ahora bien, situaciones
diversas en el país no permiten que los miembros de la comunidad universitaria logren alcanzar
tales demandas de manera efectiva. Particularmente, en el sector estudiantil son diversos los
derechos no garantizados, hace una semana tuvimos la oportunidad de escuchar testimonios de
jóvenes que han sufrido vulneración de sus derechos y libertades personales en el marco del I
Congreso Internacional sobre Universidad, Libertad Académica, Autonomía Universitaria y
Derechos Humanos en el ámbito Universitario.

Dicho evento fue organizado por Aula Abierta Venezuela junto a la División de Extensión de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de La Universidad del Zulia y su Comisión de Derechos
Humanos. Realizado en la Universidad Rafael Urdaneta (URU), en alianza con el Observatorio de
Derechos Humanos de la Universidad de los Andes y el Centro para la Paz, los Derechos
Humanos de la Universidad Central de Venezuela, el Centro de Derechos Humanos de la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica), la
Asociación Venezolana de Derecho Constitucional, la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado
Zulia y Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

Las autoridades y ponentes universitarias coincidieron en que el déficit presupuestario, los


problemas de infraestructura, inseguridad y otros minan la posibilidad de funcionamiento
optimo de la universidad venezolana. Nuestro aporte se centró en testimoniar la falsa inclusión
de la educación intercultural como política educativa universitaria, el Estado sigue en mora con
los pueblos indígenas. Aplaudimos este tipo de eventos en estos tiempos tan difíciles como los
que vivimos en Venezuela, el cual nos convoca a sembrar esperanza para superar la crisis social y
política.Desde el punto de vista del análisis de los derechos humanos la educación se vincula con
la propia condición humana de vivir en sociedad, y con la búsqueda del desarrollo de un
progreso que permita la mejora de la calidad de vida individual y colectiva. Desde el punto de
vista del estudio de diferentes tratados internacionales en materia de derechos humanos, la
educación se ubica en un lugar central como promotora de la cultura humana y facilitadora de
las herramientas para la conformación de una sociedad más justa e igualitaria.

La educacaion superior de calidad como derecho humano

Es por ello que la ampliación y promoción de la educación se ha visto respaldada en variados


pactos, declaraciones, instrumentos y documentos internacionales, en el campo de los derechos
humanos, siendo que sus aportes son claves para la vida de las personas. En este sentido, la
Declaración de Principios sobre la Tolerancia (1995) define a la educación, como “el medio más
eficaz de prevenir la intolerancia. La primera etapa de la educación para la tolerancia consiste en
enseñar a las personas los derechos y libertades que comparten, para que puedan ser
respetados y en fomentar además la voluntad de proteger los de los demás”.

La educación permite a todas las personas la posibilidad de adquisición de los valores de los
derechos humanos, y el respeto por la dignidad, por la tolerancia y por la solidaridad. En tanto
los sistemas educativos deben ser precursores del repensar y valorar los avances que se
alcancen, con la intención de perfeccionar y universalizar sus aportes. La Recomendación relativa
a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior (1997), plantea entre los objetivos
y políticas de la educación, que: “10. En todas las fases de la planificación nacional en general y
de la planificación de la enseñanza superior en particular, los Estados Miembros deberían
adoptar todas las medidas necesarias para garantizar que:

a) La enseñanza superior se oriente hacia el desarrollo del individuo y el progreso de la sociedad.

b) La enseñanza superior contribuya al logro de los objetivos de la educación permanente y al


desarrollo de otras formas y grados de la educación”.
Porque la educación en tanto derecho humano, por tanto universal, es uno de los medios
fundamentales para construir una comunidad basada en el conocimiento, el diálogo constructivo
y el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas de una comunidad.

Desde el punto de vista del análisis de los derechos humanos la educación se vincula con la
propia condición humana de vivir en sociedad, y con la búsqueda del desarrollo de un progreso
que permita la mejora de la calidad de vida individual y colectiva.

Desde el punto de vista del estudio de diferentes tratados internacionales en materia de


derechos humanos, la educación se ubica en un lugar central como promotora de la cultura
humana y facilitadora de las herramientas para la conformación de una sociedad más justa e
igualitaria.

Es por ello que la ampliación y promoción de la educación se ha visto respaldada en variados


pactos, declaraciones, instrumentos y documentos internacionales, en el campo de los derechos
humanos, siendo que sus aportes son claves para la vida de las personas. En este sentido, la
Declaración de Principios sobre la Tolerancia (1995) define a la educación, como “el medio más
eficaz de prevenir la intolerancia. La primera etapa de la educación para la tolerancia consiste en
enseñar a las personas los derechos y libertades que comparten, para que puedan ser
respetados y en fomentar además la voluntad de proteger los de los demás”.

La educación permite a todas las personas la posibilidad de adquisición de los valores de los
derechos humanos, y el respeto por la dignidad, por la tolerancia y por la solidaridad. En tanto
los sistemas educativos deben ser precursores del repensar y valorar los avances que se
alcancen, con la intención de perfeccionar y universalizar sus aportes.

La Recomendación relativa a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior (1997),


plantea entre los objetivos y políticas de la educación, que: “10. En todas las fases de la
planificación nacional en general y de la planificación de la enseñanza superior en particular, los
Estados Miembros deberían adoptar todas las medidas necesarias para garantizar que:

a) La enseñanza superior se oriente hacia el desarrollo del individuo y el progreso de la


sociedad.
b) La enseñanza superior contribuya al logro de los objetivos de la educación permanente y al
desarrollo de otras formas y grados de la educación”.

Porque la educación en tanto derecho humano, por tanto universal, es uno de los medios
fundamentales para construir una comunidad basada en el conocimiento, el diálogo constructivo
y el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas de una comunidad.

Desde el punto de vista del análisis de los derechos humanos la educación se vincula con la
propia condición humana de vivir en sociedad, y con la búsqueda del desarrollo de un progreso
que permita la mejora de la calidad de vida individual y colectiva.

Desde el punto de vista del estudio de diferentes tratados internacionales en materia de


derechos humanos, la educación se ubica en un lugar central como promotora de la cultura
humana y facilitadora de las herramientas para la conformación de una sociedad más justa e
igualitaria.

Es por ello que la ampliación y promoción de la educación se ha visto respaldada en variados


pactos, declaraciones, instrumentos y documentos internacionales, en el campo de los derechos
humanos, siendo que sus aportes son claves para la vida de las personas. En este sentido, la
Declaración de Principios sobre la Tolerancia (1995) define a la educación, como “el medio más
eficaz de prevenir la intolerancia. La primera etapa de la educación para la tolerancia consiste en
enseñar a las personas los derechos y libertades que comparten, para que puedan ser
respetados y en fomentar además la voluntad de proteger los de los demás”.

La educación permite a todas las personas la posibilidad de adquisición de los valores de los
derechos humanos, y el respeto por la dignidad, por la tolerancia y por la solidaridad. En tanto
los sistemas educativos deben ser precursores del repensar y valorar los avances que se
alcancen, con la intención de perfeccionar y universalizar sus aportes.

La Recomendación relativa a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior (1997),


plantea entre los objetivos y políticas de la educación, que: “10. En todas las fases de la
planificación nacional en general y de la planificación de la enseñanza superior en particular, los
Estados Miembros deberían adoptar todas las medidas necesarias para garantizar que:
a) La enseñanza superior se oriente hacia el desarrollo del individuo y el progreso de la
sociedad.

b) La enseñanza superior contribuya al logro de los objetivos de la educación permanente y al


desarrollo de otras formas y grados de la educación”.

Porque la educación en tanto derecho humano, por tanto universal, es uno de los medios
fundamentales para construir una comunidad basada en el conocimiento, el diálogo constructivo
y el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas de una comunidad.

El rol de la universidad en los derechos humanos

°El contexto social político para la educación superior se anticipa positivo, y por lo tanto
favorable para el desarrollo de una cultura y educación en derechos humanos. Si entendemos
que una universidad es por antonomasia el centro natural del libre desarrollo del pensamiento y
de ideas al más alto nivel académico, podemos concluir que las unidades académicas que de ella
emanen deben potenciar y perfilar al resto de la sociedad ese rol. Aceptando como una base
esencial del quehacer de la Universidad la revalorización y potenciamiento del concepto de
ciudadanía como un eje de desarrollo básico de un sistema democrático, esta institución debe
ser un eje natural de articulación del conocimiento y profundización de las materias relacionadas
con los derechos humanos y el derecho humanitario y su natural relación con las libertades
ciudadanas y la profundización de la democracia

°Las universidades nacionales tienen todavía que desempeñar una noble tarea en la formación
de profesionales ciudadanos, es decir de personas que reciban una formación basada en los
derechos humanos. Esta necesidad se origina no solo por el enorme desarrollo de esta rama del
derecho y del conocimiento en general sino por que nuestro país ha sufrido en carne propia las
consecuencias de una falta de nivel cultural en esta materia. Seguramente, que los caminos ya
recorridos por la academia universal son los de desarrollar programas de investigación y estudio
vinculado a un método de trabajo académico que permite desarrollar los principios de la paz y
los derechos humanos en la formación universitaria.

°Se trata de instalar un modelo de educación para la paz en la universidad a través de la


formación de profesionales de distintas disciplinas, de manera de lograr un modelo universitario
nuevo o diferente, en el cual los derechos humanos y las propuestas de paz sean centrales. Es
necesario, al igual que otras disciplinas, crear en las universidades un espacio cuyo objetivo sea
instalar progresivamente en los curriculum o programas de las diferentes carreras de la
universidad la educación para la paz, mediante objetivos pedagógicos o contenidos transversales
fundados en los derechos humanos desarrollados en una metodología pedagógica denominada
"aprender practicando", que debiera ser aplicada por la universidad en sus diferentes carreras.
Esta metodología se compone de una serie de actividades docentes que incorpora a los
estudiantes en actividades que combinan la clase teórica con la práctica. De esta manera, se
trata de lograr que los estudiantes aprendan su disciplina a través de casos concretos y
aproximaciones teóricas cuyo eje sean los derechos humanos.

°Las universidades chilenas, tributarias de una tradición de libertad de cátedra desconocida en


otras partes, y que no fuera respetada durante el régimen militar, están en condiciones de
realizar actividades dirigidas a impartir docencia e investigación inspirados en el humanismo, y
particularmente en los derechos humanos, lo cual es posible realizar en trabajos conjuntos con
varias universidades del continente, particularmente del Área Andina y de la zona del Río de la
Plata, zona esta última donde ya existe una Red universitaria de derechos humanos.

°Toda universidad nacional puede crear cátedras de derechos humanos y derecho humanitario
con el objetivo de contar con un ente especializado en la materia que permita profundizar la
educación, la investigación y la extensión en derechos humanos. Sin perjuicio de las iniciativas
propias de cada universidad, es posible que estas puedan asociarse con organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos cuyos objetivos son la defensa, promoción, capacitación
y enseñanza de los derechos humanos, las que, desde sus inicios, ha impulsado la inserción de
los derechos humanos en la cultura nacional y en especial en el ámbito académico. Las ONGs
mantienen además departamentos jurídicos para atender casos sociales y judiciales relacionados
con derechos humanos o que afectan a personas que no tienen recursos ni posibilidad de
defensa legal. Esa es una experiencia que puede ser rescatada desde la academia.

°Para establecer un nuevo paradigma en Chile, en el ámbito universitario un camino parece ser
volcar sus esfuerzos y experiencias en la instalación de la educación para la paz y los derechos
humanos en el espacio académico como objetivo transversal. Para ese efecto es posible
promover el establecimiento progresivo de un método de enseñanza universitaria fundado en
tales propósitos, a través de técnicas pedagógicas que combinen la clase teórica con la práctica
en las diversas carreras que imparten cada universidad. Al mismo tiempo, del mismo modo
como se hace en otras disciplinas, la universidad puede organizar actividades de reflexión y
extensión al alcance de todos.

°Desde ese punto de vista, la universidad chilena podría realizar un esfuerzo para sensibilizar a la
mayor cantidad de personas respecto de esta tarea, posicionando los derechos humanos en la
universidad, despertando el interés por una mayor colaboración activa de todos para contribuir a
que la sociedad y el Estado adopten actitudes, mecanismos y normas para promover los
derechos humanos, incluidos los intereses difusos y prevenir su violación. En el plano de la
educación, el país no ha podido implementar los objetivos transversales de derechos humanos
definidos en la ley de enseñanza, en tanto en el ámbito universitario no existe aún un desarrollo
profundizado de estos derechos como tampoco de esfuerzos por una educación para la paz.

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