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LA HUELLA ECOLÓGICA DE LA CONSTRUCCIÓN: I. Conceptos y


procedimientos

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Silvia Diana Matteucci


National Scientific and Technical Research Council
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Huella Ecológica 1 Matteucci, 2003

LA HUELLA ECOLÓGICA DE LA CONSTRUCCIÓN:


I. Conceptos y procedimientos
Silvia D. Matteucci
Investigadora de CONICET-GEPAMA, FADU, UBA

Introducción
La expansión económica acelerada durante las últimas décadas ha ido
acompañada de un incremento también acelerado del consumo de recursos per
cápita, más marcado en los países industrializados. Si bien el nivel material de
vida ha incrementado, esto ha sido a costa de la degradación del patrimonio
natural como bosques y otros ecosistemas, suelos, agua, aire y la biodiversidad
de nuestro planeta. Los bienes naturales brindan servicios ecológicos importantes
para la superviviencia y el bienestar biológico, espiritual y material de la
humanidad. La humanidad todavía no se ha independizado de la naturaleza, y no
parece que lo hará a mediano plazo. La naturaleza produce un flujo estable de
requerimientos básicos para la vida. Requerimos energía para calefacción y
movilidad, madera para la vivienda y productos de papel, cultivos, ganado y agua
limpia para alimentación. Ninguno de estos bienes pueden suplirse artificialmente.
Mediante la fotosíntesis las plantas convierten la luz solar, el dióxido de carbono,
los nutrientes del suelo y el agua en energía química y toda la trama trófica que
soporta la vida animal, incluyendo la humana, depende de esta energía química
contenida en las plantas. Los sistemas naturales absorben los desechos que
producimos, y proveen otros servicios como regulación climática y protección de
los rayos ultravioletas. Los paisajes naturales deben ser vistos no sólo como sitios
agradables para visitar, o instalar nuestra vivienda, sino como el sistema de
soporte de la vida sobre la tierra.
Hasta el presente, muchos de los servicios no son reemplazables por la
tecnología y el costo ecológico de aquellos que pueden suplirse artificialmente es
muy alto, ya que requieren muchos insumos y energía cuya obtención atenta, en
mediano y largo plazo, contra los bienes ecológicos y los servicios que brindan.
Parte de la energía que consume la tecnología moderna proviene en última
instancia del combustible fósil, que es el producto de la acumulación de biomasa
vegetal y animal originada por la fotosíntesis en un remoto pasado geológico. Al
quemarse, el combustible fósil emite el dióxido de carbono (CO2) acumulado
durante mucho tiempo en el pasado geológico, y este CO2, que cada vez es
consumido por la fotosíntesis contemporánea a una tasa menor a causa de la
reducción espacial y del deterioro de los ecosistemas naturales, se acumula en la
atmósfera contribuyendo al calentamiento global.
El proceso de autodestrucción ha sido observado, estudiado e informado por
los ecólogos desde la década de 1960. Sin embargo, es sólo recientemente que
los profesionales y el público en general, comienzan a percibirlo. Aún más
recientemente, las empresas industriales comienzan a darse cuenta de que sus
intereses económicos peligran en un medio ambiente deteriorado y se interesan
por la protección de los bienes y servicios de los sistemas ecológicos (Matteucci,
2001).
El análisis de la huella ecológica es una herramienta que permite evaluar el
impacto de las actividades económicas sobre los sistemas naturales y expresar los
resultados de una manera tan gráfica y asequible a la comprensión que puede ser
asimilado por la población, desde los niños en escuela primaria hasta los
Huella Ecológica 2 Matteucci, 2003

profesionales. Quizá es por esto que el concepto ha captado la atención de mucha


gente, a pesar de las críticas a los procedimientos de cálculo. Cuando el análisis
se aplica a estrategias de consumo alternativas, permite comparar la
sustentabilidad de los diversos patrones de consumo; por lo tanto, es un
indicador de la sustentabilidad de un determinado patrón de consumo.
La escala de análisis de la huella ecológica es variable. Puede calcularse para
una país, una región, una ciudad, una persona, y también para una actividad
particular. Muchas veces no puede calcularse porque se desconocen las
estadísticas básicas. Por ejemplo: ¿cuánta energía consumo el partido de Zárate?
¿cuánta leche consume el municipio de San Isidro? En general, es muy difícil
obtener información de este tipo referida a niveles administrativos inferiores a los
de nación y prácticamente imposible a niveles inferiores a la provincia. El intento
de cálculo es importante porque pone al descubierto los vacíos de información.
El presente documento, el primero de una serie, surge de una inquietud del
Arquitecto Mederico J. Faivre por evaluar el impacto sobre los sistemas ecológicos
de diversas estrategias de construcción. En esta actividad hay grandes
posibilidades de mejorar las relaciones sociedad-naturaleza, dada la variedad de
tipos de materiales y de alternativas tecnológicas tanto del proceso de
construcción como de producción de los insumos. Dado que el análisis de la huella
ecológica permite evaluar el impacto del ciclo de vida de los materiales, creemos
que es una herramienta adecuada para elegir la alternativa menos costosa desde
el punto de vista ecológico. Aquí presento los conceptos básicos, los
procedimientos de análisis y las limitaciones principales.
El concepto de huella ecológica
La idea de Huella Ecológica fue introducida por Rees, quien desde la década
de 1980 se preocupa por el desarrollo sustentable, alarmado por el rumbo de la
economía basado en dos criterios equivocados: 1) que los factores de producción
son sustituibles al infinito; 2) que el uso más intenso de un recurso garantiza un
incremento de la producción (Rees, 1996). Esto supone un mundo que tiene una
capacidad de carga infinita, lo cual contraviene las leyes ecológicas y
termodinámicas. Rees reconoce que, a pesar del gran desarrollo tecnológico que
ha alcanzado la humanidad, aún dependemos de los bienes y servicios provistos
por los ecosistemas naturales. Por esto es importante computar el capital natural
y las consecuencias de las actividades humanas sobre su deterioro. Introdujo el
concepto de huella ecológica como una herramienta de análisis para evaluar el
capital natural, los flujos físicos y la superficie de ecosistemas requeridos para
sustentar la economía.
Capital natural es el conjunto de reservas naturales que garantiza un flujo de
bienes y servicios hacia el futuro. Puede tratarse de un ecosistema que brinda
bienes y cuya integridad funcional garantiza la provisión de los mismos a largo
plazo, como por ejemplo, la recolección de plantas medicinales de las tierras
áridas del NO de Córdoba, o la pesca en las aguas continentales, o la madera de
ley de los bosques misioneros, por mencionar algunos ejemplos. El capital natural
también provee servicios tales como asimilación de desechos, control de la
erosión y de las inundaciones, filtro de agentes contaminantes, regulación de la
cantidad y calidad de las aguas de los acuíferos, etc. El capital natural comienza a
degradarse por acción directa sobre los ecosistemas o sus recursos (destrucción
del hábitat o recolección excesiva de recursos) o por efecto indirecto a
consecuencia de acciones humanas a distancia. Cuando la tasa de explotación o
Huella Ecológica 3 Matteucci, 2003

destrucción supera a la tasa de reposición o de auto-restauración, el capital


natural se pierde, muchas veces de manera irreversible. La huella ecológica es un
indicador del nivel de sustentabilidad del conjunto de actividades económicas de
una ciudad, de un país, de una región o de una actividad económica particular.
También es un indicador del nivel de consumo de un individuo o de un hogar.
Básicamente el análisis de la huella ecológica consiste en evaluar el espacio
requerido para la producción, mantenimiento y desecho (ciclo de vida) de cada
uno de los bienes empleados por una población o una actividad económica dada.
El cálculo incluye no sólo la superficie directamente usada, sino también los
recursos y energía inherentes. La energía y recursos inherentes se refieren a las
cantidades totales de energía y materiales que se usan durante el ciclo de vida
para su fabricación, transporte, mantenimiento y descarte. Se llama intensidad
energética a la energía inherente por unidad de producto o servicio. Además de
conocer la cantidad consumida del bien, y su energía y recursos inherentes, se
requiere saber el rendimiento del ecosistema en el que se produce el bien o
servicio, para poder convertir el peso o volumen en superficie dividiendo la
cantidad de producto por cantidad producida por unidad de superficie (por ej.: kg
de papas / (kg de papas/ha) = hectáreas requeridas para producir un kg de
papas).
La expresión de la huella ecológica en unidades de superficie reconoce que
cada porción de tierra que se resta a los ecosistemas naturales influye sobre
algún servicio en una magnitud proporcional a la productividad del ecosistema en
relación al servicio y a la superficie convertida. Esto es, si se elimina una hectárea
de un bosque que funciona como captador del CO2, se incrementa
proporcionalmente la acumulación de CO2 en la atmósfera. Si el ecosistema
funciona como acumulador de agua que luego pasa a la napa, se pierde agua del
sistema en cantidad proporcional a la capacidad de captación y al área afectada.
Una metáfora sencilla para entender el concepto de huella ecológica consiste
en imaginar la ciudad en la que vivimos cubierta por una campana de cristal que
permita el flujo de aire, luz y calor pero no el pasaje de objetos (Wackernagel y
Rees, 1996). La pregunta que debemos hacernos es ¿cuánto tiempo podremos
sobrevivir en estas condiciones? No mucho, sólo hasta que se consuman todos los
alimentos y fuentes de energía almacenados dentro de la ciudad o hasta que la
acumulación de los desechos producidos por las actividades citadinas lo permitan.
Esta metáfora nos muestra que la ciudad puede sobrevivir y mantener un nivel
medianamente saludable sólo si puede incorporar bienes y servicios (alimentos,
indumentaria, etc.; agua y energía) que provienen del exterior y enviar al exterior
los desechos producidos, ya que es muy pobre en capital natural y debe buscarlo
fuera de sus límites.
Se denomina huella ecológica de la ciudad a la superficie terrestre requerida
para suplir todas las necesidades de los habitantes de la ciudad, y el
funcionamiento del sistema urbano. Esto incluye bienes y servicios, tales como
alimentos; habitación; indumentaria; medicamentos; energía para todo el
equipamiento domiciliario, industrial, sanitario; provisión de agua; recolección y
disposición de residuos; transporte; comunicaciones; recreación; educación;
actividades de administración o gestión. Esta definición es válida para toda escala
de análisis de la huella ecológica: región, país, individuo, hogar, ciclo de vida de
un bien, actividad económica.
La huella ecológica no es un espacio continuo ya que los insumos pueden
Huella Ecológica 4 Matteucci, 2003

provenir de tierras distantes, de otros países y otros continentes. Si en una


ciudad se consumen bienes producidos en otra zona del país o del exterior, debe
computarse dentro de la huella de la ciudad la superficie terrestre de dicha región
requerida para la producción del bien.
El caso de las ciudades es el más crítico porque siendo los ámbitos donde se
concentra actualmente la población y el poder económico y político, constituyen
los mayores nodos de consumo de recursos naturales y de producción de
desechos. Por ello, dependen de cada vez más grandes extensiones de territorio
para asegurarse sus necesidades (Folke et al., 1997).
El análisis de la huella ecológica no pregunta qué cantidad de población
puede ser sustentada por un área dada dentro de un territorio particular, sino
cuánta superficie se requiere para mantener a una población determinada
independientemente de dónde se localiza esa superficie de tierra. De este modo,
se contrapone al enfoque de la economía tradicional, al reconocer que ni la
importación de bienes ni el avance tecnológico solucionan el problema, sino que lo
trasladan a los territorios en que dichos bienes y tecnologías son producidos.
También reconoce que no existe al presente tecnología sin algún tipo y grado de
consecuencia negativa sobre el capital natural.
El dato de la huella ecológica es muy útil para mejorar los hábitos de
consumo, y para desprenderse de prejuicios con respecto a los costos ecológicos
de diversas modalidades de producción o de algunas tecnologías. En este sentido,
resulta una herramienta útil para la planificación.
Aplicabilidad y limitaciones del análisis de la huella ecológica
1) El cálculo a la huella al nivel de naciones está sistematizado. En el caso de
Argentina (y de otros países no-industrializados) se ponen claramente en
evidencia los vacíos de información confiable. Esto es un avance importante que
quizá ayude a mejorar la captura de información de primera mano, el registro de
datos y el manejo de los sistemas de información.
2) Una vez conocida la lista de insumos y servicios el cálculo es
relativamente simple. Muchos de los pasos están estandarizados.
3) El concepto y sus resultados tienen gran impacto en la conciencia de la
mayoría de las personas porque es fácil de comprender y de visualizar. La
mayoría de los individuos no perciben el problema ambiental de pérdida de capital
natural cuando este se expresa en unidades monetarias o en unidades
energéticas, pero lo visualizan muy bien cuando se expresa en términos de
espacio disponible para cada uno.
4) La conciencia acerca de la huella ecológica despierta interés en
estrategias alternativas para las diversas actividades productivas, e incluso para
el consumo individual.
5) El análisis de la huella ecológica de una actividad económica particular
con diversas opciones en la estrategia de producción permite seleccionar aquella
de menor impacto sobre el capital natural. Esto es, resulta una herramienta de
planificación.
6) La crítica más grave al método es que se hacen algunas generalizaciones
y aproximaciones subjetivas. Todos los modelos adolecen de esta limitación. Los
autores han adoptado previsiones para que el dato obtenido se desvíe hacia el
Huella Ecológica 5 Matteucci, 2003

lado optimista; esto es, la huella ecológica calculada es con toda probabilidad
subestimada.
7) Los cálculos se basan sobre el supuesto de que las prácticas agrícolas y
forestales y otras cosechas industriales son sustentables, lo cual no es cierto en
muchos casos.
8) El cálculo incluye sólo los servicios básicos de la naturaleza: cosecha de
recursos renovables, extracción de recursos no renovables, absorción de desechos
y pavimentación. Existen otros servicios que son afectados directa o
indirectamente por las actividades humanas y que hasta el presente no se
computan: extracción de agua fresca, contaminación del suelo, y otros tipos de
contaminación, incluyendo el agotamiento de la capa de ozono. Éstas podrán ser
incluidas en el futuro a medida que se avance en las investigaciones.
9) Es fácil cometer el error duplicación cuando un territorio esta provee dos
o más servicios simultáneamente. Un ecosistema puede ser proveedor de bienes
y al mismo tiempo colector de agua que luego es usada para riego. En estos
casos se computa sólo la actividad que consume la mayor extensión.
10) El cálculo de la huella ecológica de una población determinada es una
generalización y no detecta la variación del valor de la huella ecológica entre los
individuos que conforman la población. Se obtiene un valor global que enmascara
las inequidades internas. Es lo mismo que ocurre con el PBI.
11) Para la conversión de cantidad de producto consumido se utilizan
promedios mundiales de rendimiento. El rendimiento es muy variable
espacialmente, en particular entre países desarrollados y subdesarrollados. En
estudios detallados conviene usar valores locales para obtener un resultado más
ajustado a la realidad.
12) El valor calculado es estático, provee una foto instantánea; sin embargo,
es posible reconstruir tendencias mediante cálculos con estadísticas de diversos
momentos históricos.
Procedimientos de cálculo
Si bien el concepto de huella ecológica parece sencillo, el cálculo no lo es
tanto. Éste consiste en un balance cuyo resultado se resume en un número que
representa el espacio bioproductivo ocupado por una actividad humana
(Wackernagel, 2001). Se basa en dos hechos simples: 1) que es posible computar
la mayor parte de los recursos que se consumen y los desechos que se producen
en toda actividad; 2) es posible convertir los flujos de recursos y desechos en
superficie de tierra productiva requerida para producir los bienes y servicios
consumidos en dicha actividad. Entonces, la huella ecológica mide la cantidad de
espacio natural consumido por la actividad en cuestión.
Para poder convertir la cantidad de cada insumo a unidades de superficie es
necesario conocer la procedencia del mismo y la eficiencia de producción o
rendimiento; esto es, la cantidad de producto en peso o volumen por unidad de
superficie en la zona (país, región, localidad) en que se produce.
En primer lugar se requiere una narrativa del sistema productivo o la
actividad cuya huella se quiere estudiar. Este paso es importante porque la
descripción paso a paso del proceso ayuda a no dejar en el tintero productos y
servicios indispensables para el funcionamiento del sistema.
Huella Ecológica 6 Matteucci, 2003

El cálculo de la huella ecológica de una población dada involucra varias


etapas:
1) Para cada insumo se estima el consumo anual per cápita dividiendo el
consumo anual (en unidades de peso o volumen, según el tipo de insumo) del
conjunto de la población (hogar, ciudad, departamento, región, país, continente,
etc.) por la cantidad de individuos en la población (cantidad/cápita). El consumo
anual, que proviene de estadísticas globales, se calcula como la cantidad
producida más la cantidad importada menos la cantidad exportada.
2) Para cada insumo se calcula la superficie terrestre por cápita, dividiendo
el consumo promedio anual (cantidad/cápita) por el rendimiento promedio anual
(cantidad/ha). Algunos productos, como la indumentaria o los muebles, incluyen
en su ciclo de vida varios insumos y en este caso conviene desglosarlos.
3) Se calcula la huella ecológica/cápita sumando las huellas de cada insumo.
4) Se calcula la huella de la población multiplicando la huella/cápita por la
cantidad de individuos en la población.
El consumo se clasifica con el objetivo de facilitar y sistematizar la búsqueda
de información. Las Categorías de Consumo propuestas por los autores
(Wackernagel y Rees, 1996) son cinco, las que pueden desglosarse en
subcategorías:
1) Alimentación
2) Vivienda
3) Transporte
4) artículo de consumo
5) servicios
También con el objetivo de sistematizar los datos de rendimiento se ha
clasificado la cobertura de la tierra en ocho categorías. Cada una de ellas provee
una variedad de bienes y servicios para el soporte de las actividades humanas:
provisión de energía comercial; espacio para las ciudades; absorción de desechos;
preservación de la biodiversidad. Las Categorías de Cobertura de la Tierra
son:
1) tierra energética (expropiada por el uso de combustible fósil)
2) tierra consumida (irreversiblemente construida o degradada), no puede ni
podrá brindar servicios ni bienes ecológicos
3) jardines (reversiblemente construida), pueden funcionar como sumideros
de CO2 y brindar algunos bienes ecológicos limitados
4) tierras cultivadas: brindan bienes, que son materia prima para
alimentación e industria, y otros servicios como sumidero de CO2
5) pastizales: brindan alimentación para ganado que luego es usado
6) bosques manejados: dan materia prima como madera y flora y fauna útil
para la sociedad y los mismos servicios ecológicos que los bosques vírgenes
7) bosques vírgenes: constituyen el sumidero de CO2 emitido por el consumo
de combustibles fósiles; atemperan el clima; brindan hábitat a fauna y flora que
son (o podrían ser) recursos para los humanos; protegen cuencas; protegen la
Huella Ecológica 7 Matteucci, 2003

cantidad y calidad de agua en los acuíferos; absorben productos que


contaminarían agua y aire; brindan recreación y bienestar espiritual, satisfacen
necesidades religiosas en algunas culturas, etc.
8) tierras no productivas (desiertos, campos de hielo).
Cada uno de los servicios de cada categoría se convierte a equivalentes
espaciales para el análisis de la huella ecológica de una manera particular. Es
posible agregar otras categorías no contempladas en esta clasificación. Por
ejemplo, en algunas regiones los humedales son ecosistemas muy importantes (y
muy poco respetados) para la regulación de los regímenes hídricos y para la
reproducción de fauna acuática de interés comercial. Por otro lado, en la
Argentina no hay muchos bosques (en algunas zonas no hay bosques) que
puedan funcionar como captadores de CO2; habría que calcular el área requerida
para la captación de este gas por otros tipos de ecosistemas nativos, o programar
la instalación de bosques para este propósito.
La huella ecológica de la construcción edilicia
El cálculo de la huella ecológica de la construcción permitiría comparar el
costo ecológico de las diversas estrategias de la actividad, desde el paisaje
elegido para la instalación de la vivienda o el barrio, la selección de los
materiales, la selección de la procedencia de los mismos, el diseño interior y
exterior, hasta los tipos de sistemas de mantenimiento y servicios. También
podría servir para comparar costos ecológicos del consumo de materiales de
características diferentes que cumplen igual función dentro de la construcción. Es
decir, dentro de esta actividad hay seguramente mucho margen para mejorar el
costo ecológico del ciclo de vida de la vivienda o el barrio.
La construcción consume tierra directamente: la parcela o parcelas en las
cuales se instala. Dependiendo del tipo de cobertura de la tierra de este espacio
que será ocupado, variará la huella ecológica. Si para la construcción se
desmonta un bosque que funciona como captador de CO2 (tierra energética) la
huella es mayor que si se ubica en tierras agrícolas y mucho mayor que si se
instala en una zona urbana, donde la tierra ya ha perdido su capacidad de
productividad ecológica.
El análisis de la huella ecológica requiere la preparación de una matriz de
consumo, en la cual las filas son los diversos insumos requeridos para la
construcción y el mantenimiento de los servicios en la vivienda. Para cada uno de
los insumos se requieren datos de la cantidad empleada y de la energía y
recursos inherentes. Las columnas de la matriz corresponden a producción,
importación y exportación, a partir de los cuales se calcula el consumo corregido
por el comercio. Para determinar los recursos y energía inherentes es necesario
conocer el ciclo de vida del insumo, incluyendo su sitio de origen. La narrativa
(relato paso por paso de toda la actividad) es de gran ayuda para evitar las
omisiones u olvidos de bienes y servicio. A partir de esta narrativa se puede ir
construyendo la matriz.
El cálculo de la superficie expropiada por cada insumo se calcula como se
indicó más arriba, y estos datos se pasan a la matriz insumo(filas) / cobertura de
la tierra (columnas). De este modo, cada celda registran la superficie de cada tipo
de cobertura expropiada por cada insumo. La suma de los valores de cada fila
indica la huella ecológica total de cada insumo. La suma de cada columna indica
la carga sobre cada tipo de cobertura. Y la suma total es la huella ecológica total
Huella Ecológica 8 Matteucci, 2003

de la actividad económica.
Estimo que facilitaría el análisis, y la toma de decisión posterior, dividir el
sistema en dos partes: construcción y habitación. En la primera se considerarían
los bienes y servicios requeridos para la construcción y en la segunda, los
vinculados al mantenimiento o habitación. Ambos serán luego considerados en
conjunto porque las decisiones acerca de los servicios de funcionamiento de
menor costo ecológico serán aplicadas a la construcción.
En los puntos siguientes se describen con más detalle aquellos pasos que
resultan esenciales para el análisis de la huella ecológica de la construcción. Estos
son, el cálculo de la superficie de tierra energética y la contabilidad de la tierra
construida. El cálculo de la tierra energética es muy importante porque en esta
actividad, como en toda actividad económica de carácter ingenieril, es mucha la
energía que se consume en todas las etapas de construcción y de mantenimiento
de servicios.
Cálculo de la superficie de tierra energética
Tierra energética se refiere a la función de sumidero de CO2 de los sistemas
naturales; esto es, a la superficie requerida para captar el CO2 liberado por
consumo de combustible fósil (carbón, petróleo y gas natural) para lograr la
estabilidad atmosférica; esto es, para evitar el calentamiento global. También
puede definirse como la superficie requerida para producir un combustible
biológico (por ej. etanol) a partir de un cultivo, y así reemplazar al combustible
fósil.
La mayor parte de la energía de la cual depende la vida humana proviene
del sol, que evía a la superficie terrestre 175.000 teravatios (energía requerida
para elevar 100 metros un peso de mil millones de toneladas por segundo). La
energía comercial que fluye en la economía humana es de 10 teravatios. Para
producir esta energía a partir de la fotosíntesis contemporánea se requeriría un
territorio enorme, ya que menos de un 0,1% de los 175.000 teravatios son
convertidos por fotosíntesis, sólo una fracción de la materia orgánica producida es
cosechada y sólo una fracción de la cosecha se puede convertir en combustible
útil.
Existen tres métodos para convertir el consumo de energía fósil en superficie
de tierra, que difieren en la filosofía subyacente:
a) sobre la base de la fotosíntesis contemporánea
b) sobre la base del potencial de captación del CO2 emitido al quemar
combustible fósil
c) sobre la base de la tasa de restauración del capital natural a la tasa de
consumo del combustible fósil.
En el primer caso (a) la premisa es que una economía sustentable requiere
una provisión sustentable de energía y para ello debe independizarse del capital
fósil que es no sustentable y, según las predicciones más optimistas, en 50 años
dejará de estar disponible al menos al costo actual. La ventaja de esta estrategia
es que evita el incremento de la proporción de CO2 en la atmósfera, al no haber
combustión del combustible fósil.
Supongamos que se elige al etanol como sustitutivo del petróleo. La
superficie requerida para la producción de etanol comprende aquella ocupada por
Huella Ecológica 9 Matteucci, 2003

el cultivo del cual se obtendrá la biomasa vegetal para la producción de etanol y


la requerida para la reponer energía consumida en dicha producción. El valor más
optimista rendimiento es de 80 Gj/ha/año (Gj=gigajoules = mil millones de
joules; 1000 Gj/segundo=1 teravatio) de tierra ecológicamente productiva. Si se
elige el metanol, otro candidato a combustible alternativo, rendimiento más
optimista es de 150 Gj/ha/año. La destilación de 1 Kg de madera produce 10,5 a
13,5 megajoules de metanol. Uno de los bosques más productivos del mundo es
el de Nueva Zelandia, con 12 t/ha/año de madera y produciría 120 a 150
Gj/ha/año en metanol. Los bosques menos productivos producirían 17 a 30
Gj/ha/año.
El segundo método de cálculo (b) enfoca hacia un objetivo diferente: evitar
el cambio climático. Para ello, no debe incrementar la concentración de CO2 en la
atmósfera por lo cual la misma cantidad que es producida debe ser consumida.
Esto implica el manejo de los residuos de la combustión (CO2), como se hace con
los demás residuos orgánicos; es decir, se manejan para lograr su reciclado.
Los ecosistemas boscosos y las turberas son los más fuertes captadores de
CO2. La tasa promedio de consumo de CO2 para el bosque joven promedio es de
1,8 toneladas de carbono/ha/año. Esto es, una hectárea de bosque promedio
secuestra anualmente el CO2 emitido por 100 Gj de combustible fósil. Por cada Gj
de combustible fósil consumido deben preservarse 100 m2 de bosque promedio.
Este valor será superior si estamos en una región donde los bosques captan CO2 a
tasas inferiores a 1,8 ton/ha/año (por ej., bosques en tierras frías o semiáridas) y
disminuye en presencia de bosques de gran actividad fotosintética (por ej.,
bosques densos tropicales).
El tercer método (c) enfatiza el hecho de que una sociedad cuya economía
depende del agotamiento del patrimonio natural no es sustentable y por lo tanto,
toda sociedad que usa recursos no renovables debería invertir parte de sus
ingresos públicos en la acumulación de una cantidad equivalente de capital
fabricado o recursos renovables; esto es, debe reponerse lo que se consume. Una
hectárea de bosque promedio podría acumular 80 Gj por año de energía
disponible en biomasa en los troncos en pie. Esto es, para reponer el capital
natural deben producirse en biomasa energética 80 Gj/ha/año. Una vez agotado
el combustible fósil, este método converge con el a).
Los autores del método de análisis de la huellas ecológica de los países
utilizan el valor de 1 hectárea por 100 Gj/año para la razón tierra/energía en los
cálculos de la huella ecológica de los países (Wackernagel y Rees, 1996).
En cuanto a otras fuentes de energía, hay que considerar su ciclo de vida.
Por ejemplo, si se emplea energía eléctrica y ésta proviene de un generador que
funciona a base de combustible fósil con una eficiencia de 30%, la huella
ecológica por unidad de energía final consumida es 3 veces superior a si se
emplea directamente el combustible fósil.
En el caso de la energía hidroeléctrica, el área requerida para su generación
es igual a la superficie total ocupada por la infraestructura (espejo de agua más
los corredores de alta tensión) por su producción anual. Las estimaciones
muestran que la relación de 1 hectárea por cada 1000 Gj es un promedio válido.
La tierras con represas, espejos de agua y líneas de alta tensión entran en la
categoría de “ambiente construido”.
Huella Ecológica 10 Matteucci, 2003

Contabilidad de la tierra construida


Los espacios que contienen infraestructura edilicia, que están pavimentados
o muy degradados han sido consumidos ya que han perdido irreversiblemente la
capacidad ecológica de producción. Esta pérdida debe ser repuesta mediante el
mejoramiento de la productividad biológica de otras áreas. Por lo tanto, el cálculo
de la huella ecológica de la construcción incluye un débito extra por el material,
energía y tiempo que deben aplicarse a la recuperación (o reemplazo) de la
productividad perdida.
La categoría vivienda incluye no sólo la superficie ocupada por la vivienda,
sino también la proporción de infraestructura urbana compartida, la superficie
requerida para la producción de la madera de construcción, la tierra energética
usada para la fabricación de ladrillos, y la tierra energética expropiada para la
calefacción del espacio, la superficie expropiada para la fabricación de otros
materiales empleados en la construcción.
Síntesis final
El análisis de la huella ecológica de la construcción, o de algunas alternativas
técnicas, el una actividad multidisciplinaria; con la participación de al menos dos
disciplinas: arquitectura y ecología.
Queda en manos de los arquitectos la descripción del sistema “construcción
edilicia”. Se requiere la lista de los insumos empleados, la cantidad de cada uno,
el ciclo de vida de los insumos más importante, la cantidad de mano de obra y las
categorías de mano de obra (un obrero requiere más calorías que un oficinista),
las cantidades transportadas y los medios de transporte, la cantidad de energía y
tipo de energía empleada en las diversas etapas.
Una narrativa de los procesos ayuda a construir el modelo de sistema.
Queda en manos de los ecólogos, determinar la cantidad y calidad de los
ecosistemas expropiados para las diversas etapas e insumos. La cantidad se
refiere a la superficie consumida y calidad al rendimiento y biodiversidad de los
ecosistemas involucrados.
El análisis de la Huella Ecológica es una herramienta de planificación; puede
contribuir a elegir las opciones ecológicamente menos costosas (más
sustentables), en todas las actividades económicas. También puede ayudar a
tomar conciencia del significado de la sustentabilidad y su relación con la
eficiencia tecnológica. A modo de advertencia cabe señalar que el incremento de
la eficiencia de la tecnología lleva a una situación más sustentable si y sólo si este
incremento no se traduce en un incremento proporcional del consumo. Entre los
ejemplos presentados por Wackernagel y Rees (1996), el del trabajador que
decide trasladarse en bicicleta en lugar de hacerlo en omnibus es muy claro. Con
este camio de sistema de transporte se ahorran 15 mil BTU por dólar pero si este
ahorro es trasladado a un insumo que tiene una intensidad energética superior a
15 mil BTU/dólar, no habrá disminución de la huella ecológica y hasta podría
haber un incremento. Por ello, en la planificación, es importante emplear un
enfoque sistémico que contemple también los flujos hacia y desde el entorno del
sistema.
Huella Ecológica 11 Matteucci, 2003

Bibliografía citada
Folke, C.; A. Jansson; J Larsson y R. Costanza. 1997. Ecosystem
appropiation by cities. Ambio, volume 26, Nº3
Matteucci, S.D. 2001. La percepción del entorno. Encrucijadas, Año 1, Nº 10,
Páginas 42-49.
Rees, W.E. 1996. Revisiting carrying capacity: area-based indicators of
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