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Conforme a la revisión e indagación de la doctrina referente a la contrato de

compraventa podemos definir dicho contrato como aquel en el cual una persona
llamada vendedor transfiere a otra, llamada comprador, la propiedad de una cosa
mediante un precio convenido o en otras palabras, es un contrato consensual a
través del cual un sujeto denominado vendedor le transfiere a otro la propiedad de
una cosa a cambio de una contraprestación dineraria que se llama precio.

Debemos mencionar que existen algunas características que identifican a


este tipo de contrato, entre las cuales se encuentran: bilateralidad, ya que el
vendedor y el comprador asumen obligaciones reciprocas, onerosidad, y la
consensualidad ya que este se perfecciona con el solo consentimiento de las
partes, lo cual no excluye que la Ley, en ciertos casos requiera el cumplimiento de
determinadas formalidades para darle al contrato oponibilidad frente a terceros.
Asimismo, puede ser este de ejecución instantánea o de tracto sucesivo y es
traslativa de la propiedad u otro derecho vendido, con la advertencia de que si
versa sobre la propiedad u otro derecho real produce efectos reales (Gelman,
1980).

Con relación al objeto de la compraventa hay que decir que, en principio, se


aplica el Derecho Común, según el cual el objeto debe ser posible, lícito y
determinado o determinable. Con respecto a la posibilidad debemos observar que,
si en el momento de la venta la cosa vendida ha perecido en su totalidad, la venta
es inexistente. Si solo ha perecido parte de la cosa, el comprador puede elegir
entre desistir del contrato o pedir la parte existente, determinándose su precio por
expertos. La venta de cosas futuras es válida, salvo en los casos previstos en los
artículos 1156 y 1484 del Código Civil donde la prohibición no nace de la
imposibilidad, sino de la ilicitud del objeto. Respecto a la licitud del objeto diremos
que, en principio, es lícita la venta de toda clase de bienes y derechos, muebles o
inmuebles, corporales o incorporales, singulares o universales pero por excepción
no pueden venderse lo bienes no susceptibles de tráfico, como los bienes
dominiales de uso público, los bienes de trafico prohibido, por ejemplo, los
derechos sobre una sucesión no abierto; ni los bienes de trafico prohibido, como
las armas de guerra. Y en materia de determinación o determinabilidad del objeto
rige el Derecho Común. (Código Civil venezolano, 1982).

En referencia al precio, como se dijo en la definición de este contrato, el pagar el


precio en la venta debe tener por objeto el pago de una suma de dinero, porque de
otro modo el contrato sería una permuta, no una venta. En efecto, si damos una
cosa en pago de otra, sería imposible saber cuál es la cosa vendida, quién en es
el comprador, quién es el vendedor, cosas que deben distinguirse si queremos
evitar la confusión.
El precio debe ser serio porque si es simulado, si se le hubiese mencionado con
ánimo de no cobrarle, el contrato sería no una venta sino una donación y debía
regirse por las disposiciones legales relativas a esta. El precio debe ser cierto, no
habría pues, venta si una de las partes quedase dueño de determinar libremente
lo que debe pagar o recibir. Esto es lo que ha querido probar la ley al decir que el
precio debe ser determinado y especificado por las partes: la determinación del
precio debe ser obra de ambos contratantes y no de uno solo.

Respecto de las obligaciones de las partes, tenemos, por un lado, que las
obligaciones del vendedor consisten en la tradición de la cosa la cual se verifica
poniendo la cosa vendida en posesión del vendedor. En el caso de los bienes
inmuebles el cumplimiento de la obligación de hacer tradición de los inmuebles no
basta con el otorgamiento del instrumento de propiedad, conforme a otras normas
del Código, el vendedor está obligado a mucho más para dejar cumplida su
obligación de hacer tradición, por ejemplo a entregar llaves y títulos anteriores, a
retirar el mobiliario, a desalojar inquilinos, etc.

Sobre los bienes muebles, la tradición estos se hace por la entrega real de
ellos, por la entrega de las llaves de los edificios que lo contienen o por el solo
consentimiento de las partes si la entrega real no puede efectuarse en el momento
de la venta o si el comprador los tenía ya en su poder por cualquier otro título.

Respecto al saneamiento podemos decir que este comprende de dos


obligaciones: garantizar la posesión pacifica, saneamiento en caso de evicción y
garantizar la posesión útil, saneamiento o garantía por defectos o vicios ocultos. El
saneamiento en caso de evicción es la obligación del vendedor de asegurar al
comprador la posesión pacifica de la propiedad o derecho vendido, en tanto que el
saneamiento por vicios ocultos es la obligación de asegurar la posesión útil de la
cosa, o sea, de garantizar al comprador una posesión que le permita utilizar la
cosa en la forma que podía esperar legítimamente.

Por último, en cuanto a las obligaciones del comprador podemos mencionar las
siguientes: la obligación de recibir la entrega la cual está fundada en la obligación
que tiene el vendedor de hacer la tradición. La obligación de pagar gastos, ya que
en principio corresponde al comprador pagar los gastos de escritura y demás
accesorios de la venta, así como gastos relativos al transporte: por ejemplo: los
honorarios profesionales causados por la redacción del contrato. Y no menos
importante la obligación de pagar el precio la cual es la obligación fundamental del
comprador. El precio debe pagarse en el día y lugar determinado en el contrato si
estos no se han establecido, este debe hacerse en el momento y lugar en que
debe hacerse la tradición (Gelman, 1980).

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