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Los últimos treinta años del siglo xcx fueron relativamente pacíficos y estables
en Europa. Sin embargo, el comienzo del xx se caracterizó por un creciente d esa
sosiego social y un aumento de la tensión internacional, que.culminó en la catas-
trote de la Primera Guerra Mundial. Diversos experim entos radicales manifestaron
una inquietud y una tensión similares en el reino de la.música-, durante estos años
no sólo murió el periodo disico-rom úntico. sino tam bién los convencionalismos de
la tonalidad, tal como habían sido entendidos en los siglos xvtíi v x x
Post Romanticismo
Wagner eiercjó una enorm e fascinación sobre los músicos europeos durante el
último, cuarto de! siglo xcx. Todos los compositores cayeron bajo su hechizo, au n
que al mismo tiempo la mayor pane de ellos lucharon conscientemente por no imi
tarlo. Uno de los rasgos característicos de este periodo en Alemania fue la resurrec
ción de! interés en el Marcbenoper, la ópera sobre un cuento de hadas. La principal
obra de este tipo fue Harisel u n d Cretei (1893) de Engelbert Humperdinck
11854-1921), quien combinó, de una m anera m is bien incongruente, la polifonía o r
questal wagneriana y el empleo del leitmotiv con un material melódico sencillo y
encantador, semejante a la música folklórica.
H u g o W o lf
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Historia d t la música occidental. 2
Gustav Mabler
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construida más tarde), \ cinco ciclos de canciones para voces solistas con orques
ta. e l principal de los cu: les es Das Lied von der Erde (La canción de la tierra), com
puesto en 190S. Con excepción de las últimas tres sinfonías y de La canción de la
tierra, todas las sinfonías fueron objeto de frecuente revisión y es probable que tam
bién lo habrían sido aqi ellas sí Mahler hubiese vivido más tiemnn
'6 0 Historia l ; la música occidental. 2
| llls .sinfonías de Mahler son obras típicamente post romái,cicas: extensas, íormal-
inente com plejas, de..naturaleza programática v concebidas úarj en o rmes masas ele
¿ieaT uniesjAsí. la Segunda sinfonía, estrenada en 1895. requiere, ¡unto a una gran
sección de cuerdas. 4 flautas (2 se pueden sustituir por tlai tiñes), 4 oboes, 5 clari
netes. 3 fagots y 1 contrabajo, ó trompas y ó trompetas (ade más de otras 4 de cada
una de ellas, con percusión, en un grupo aparee), -i trombones. 1 tuba, ó timbales
v num erosos instrumentos de percusión. 3 campanas. 4 o más arpas y órgano, así
corno una soprano y una contralto solista y coro. La Octavr. compuesta en 1906-07
v popularm ente conocida como la Sinfonía de los mil, requiere una formación aún
mayor de instrumentistas y cantantes. Pero las dim ensiones'de la orquesta no lo son
todo. Mahler es uno de los compositores más atrevidos v meticulosos en su trata
miento de las combinaciones instrumentales, acaso sólo ccmoarable. en este aspec
to. con Berlioz. Su genio natura! para la orquestación se vio intensificado por su cons
tante actividad como director, lo cual le dio oportunidad nara perfeccionar los de
talles de la instrumentación a la luz de su experiencia práct ca. Ejemplos de sus acier
tos en materia de efectos orquestales, que v-jn desde lo., m is delicados hasta ios
m is avasalladoramente gigantescos, aparecen en abundancia en todas sus sinfonías
(com párase, por ejemplo, el final del tercer movimiento de la Primera sinfonía o el
comienzo del segundo movimiento de La canción de la tierra, con el tremendo
inicio de la Octava). La instrumentación de Mahler. asi como sus detalladísimas in
dicaciones de fraseo-tem po v dinámica y su ocasional empleo de instrumentos sin-
gulares (com o las mandolinas en la Séptima y Octava sinfonías y La canción de la
tierra) io son meros despliegues de ingenio, sino que ¿orman pane intrínseca de
las ideas musicales del compositor. Por ejemplo, el violín .olLsta en scordatura — con
todas sus cuerdas afinadas un tono entero más agudo de. lo normal— en el scherzo
de la Cuarta sinfonía esta destinado a sugerir el sonido del Fiedel (violín primitivo)
medieval en una representación musical de la Danza de la Muene, tema predilecto
de las pinturas alemanas antiguas. .
El contenido programático no siempre está expresa.'nente indicado en las sinfo
nías de Mahler. Para las cuatro primeras escribió programas más bien detallados, un
tanto a la manera d e Berlioz o de Liszt: pero más adela n e los suprimió. No existen
claves tan definidas para las sinfonías Quinta, Sexta o Séptima (compuestas entre
■ 1901 y 1905), pero cieñas citas o referencias a algunas de las canciones de Mahler,
la presencia de muchos detalles claramente descriptivi .s y el plan total de cada una
de estas obras sugieren, sin ningún género de dudas, que el com positor albergaba
en su mente ideas extramusicales de carácter general similares a las que ilustran la
Tercera y Quinta sinfonías de Beethoven. Así. la Quinta y la Séptima de Mahler se
desplazan ,constantem ente desde la melancolía fúnebre al triunfa y la alegría; la
Sexta, p o r el contrario, es su sinfonía «trágica» y culmina con un finale colosal en
el que la lucha heroica rodeada por la persistente tonalidad de La menor; parece
concluir con la derrota y la muene. En la Séptima los dos movimientos lentos
de la llamada «música nocturna» enmarcan un scht’.'zo que es el fantasma de un
vals. Las texturas polifónicas de la Octava son un ho menaje a Bach, a cuya música
Mahler se dedicó de lleno a partir de la década de 1890. Esta obra acaba con un
grandioso coral, el Clmnis nn^ticits. La Novena, últin ¡a sínfonía que completó Mah-
El fin de una e n
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ler (compuesta en 1909-10), fluye con una atmósfera de resignación mezclada con
una sátira amorosa, indescriptiblem ente extraño y triste adiós a la vida, simbolizado
por una referencia- deliberada a! tema del Lebe wob! (Adiós) del com ienzo de la So
nata Op. 81a de Beethoven. Este motivo, o las reminiscencias del mismo, recorren
el prim ero y el últim o movimientos (am bos en tem po lento) de la Novena sinfonía,
asi como esa otra obra de «adiós» de los últimos años de Mahler: La canción d e la
tierra (ejemplo 19-2d y e).
No es posible separar a! sinfonista Mahler del compositor de canciones Mahler.
Temas de sus tem pranos Heder einesfabrenden Gesellen (Canciones de ún cam inan
te: compuestas en 1883-84) aparecen en los movimientos inicial y final de su Pri
mera sinfonía: a la Segunda, Tercera y Cuarta se incorporan melodías del ciclo de
doce canciones sobre poemas populares de la antología de principios del siglo XK:
Des Knaben XVunderhom (El cuerno mágico del niño), ciclo que Mahler com puso
entre 1888 y I899.|siguiendo el ejem plo de Beethoven, Berlioz v Liszt. Mahler em
plea tanto voces com o instrumentos en cuatro de sus sinfoñíás^E] último movimien
to de la Cuarta cuenta con una soprano solista, mientras que una soprano y una con
tralto solistas se unen á los coros fem enino e infantil en el cuarto y quinto'm ovi
mientos de la Tercera. Sin embargo, donde con mayor amplitud emplea el canto es
en sus Segunda y Octava sinfonías.'
La Segunda, una de las obras de Mahler que se ejecuta con mayor frecuencia, se
conoce como la Sinfonía de la Resurrección. Como Beethoven, Mahler introduce
voces para la culminación final de la obra. Después de un extenso, agitado y desa
rrolladísimo primer movimiento, sigue un andante en el ritmo fácil, oscilante y se
mejante a una canción popular, de un Lándler austríaco o vals lento. El tercer mo-
■vimiento es una adaptación sinfónica de una de las canciones del W underbom y el
breve cuarto movimiento es una nueva versión, para contralto solista, de otro p o e
ma de esta antología. Este sirve como introducción al finale, el cual, tras una vivida
y dramática sección orquestal que describe el día de la Resurrección, da píe a una
composición monumental para solistas y coro, que se inicia con el texto de una oda
a la resurrección del poeta alemán dieciochesco Klopstock. La Octava Sinfonía cons
ta de-dos inmensos movimientos corales, con los textos del himno de canto llano
Veni Creaior Spiriius y de toda la escena final de la segunda pane de Fausto, de G oe
the. El segunda movimiento es, prácticamente, un oratorio profano completo en si
i.mismo. que se asemeja en muchos asp eao s a la sinfonía Fausto, de Liszt, y la le-
' venda de Sarita Isabel, del mismo autor, o a Parsifal, de Wagner. Con sus Kindeno-
t.enlieder de 1901-04, para voz solista y orquesta, sobre poesías de Friedrich Rüc-
ken, Mahler se ani cipa al cambio estilístico que resulta evidente en sus últimas dos
sinfonías y en La c inción de la tierra. Las texturas típicam ente plenas y multitudi
narias de sus obras anteriores se ven sustituidas por un lenguaje más austero (véase
I
NAWM 136, la prirr era canción de este ciclo de cinco piezas). /
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«La canción de la tierra»
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por Hans Bethge, b r;o el título de La fla u ta china. Los textos alternan entre un fre
nético asirse al efim :ro torbellino de la vida semejante a un sueño v una resignada
tristeza ante el ínmín :nte alejamiento de todas sus alegrías y bellezas. Asi com o Mah
ler.acudió a la voz humana en sus sinfonías para com pletar su pensam iento musical
con el lenguaje de his palabras, de igual modo acude aquí a la orquesta para sus
tentar y complementar al tenor y a la contralto solistas con todos sus recursos, tanto
en el acompañamíen.o como en los extensos interludios de'vinculación entre los
números. La atmósfer a exótica de las palabras se ve levem ente sugerida por detalles
de colorido instrumental y por el uso de la escala pentatónica. La canción de la tie
rra es, merecidamente, la obra más conocida de Mahler, la que com pendia todos
los rasgos de su genio. En ninguna otra pane Mahler definió y equilibró con tanta
perfección esa peculi; r dualidad de sentimientos, esa ambivalencia del placer exta-
siado con un entorno dé presagios letales, que parece caracterizar no sólo al mis-
mo compositor, sino asimismo a toda la atmósfera otoñal del Romanticismo tar
d ío . Acaso no haya o tio momento en la historia en q u e 'a 'la frase insistentem ente) j
recurrente «la vida es oscura, es muerte» (ejemplo 19.2) se le haya conferido una
expresión musical más conmovedora.
La clave m is genenil del estilo mahleriano es, precisam ente, este dualismo, que
se extiende a todos lo ; rasgos de su obra. En sus sinfonías intentó — no siempre
con éxito— unir el reiinamíento a la sencillez, yuxtaponer las concepciones y lu-
chas cósmicas más elev idas y de más amplio alcance, con el lirismo, ¡a canción fol
klórica austríaca, la descripción de la naturaleza, ios ritmos de danzas populares, los
temas de corales, las marchas, los elem entos de la parodia, lo fantasmagórico v lo
grotesco. Según su propia frase, cada sinfonía debía ser «un mundo». En su anhelo
fáustico por com prenderlo todo, Mahler estaba de acuerdo con el espíritu rom án
tico, el que encarnó con gran claridad en su Segunda sinfonía. La Tercera, por su
parte, adolece de una dcotom ía estilística demasiado clara. Un vasto prim er movi
miento plenamente sinfónico se ve seguido por otros cinco relativamente, breves,
■ de carácter diverso: un ninué con trío, un scbenzando que se basa en u n 3 de las
primeras canciones de Mahler y en el que interviene una com eta de postillón, un
solo de contralto sobre un texto de Zarathustra, de Nietzsche, un solo de soprano
con coro de niños y mujeres sobre una alegre canción en Des Krtaben W underbom
y, para terminar, un adatio orquestal ampliamente expresivo. De m odo similar, la
Cuarta sinfonía refleja un ¡«mundo» abigarrado, pero mejor unificado en cuanto a la
forma musical, más breve, más levemente orquestado y de mucho más fácil acceso;
esta sinfonía y la Segunda siempre han sido más populares que cualquiera de las
obras de Mahler, salvo La canción de la tierra.
C Fr> ~ . i
Historia de la mus ca occidental, 2
m iento a otro, aunque nunca hasta el punto de insinuar un esquema ciclico. Mahler
influencia de Bruckner su.s temas de -corales-, su predil .-cción por mo-
ti'vos basados en lo.s intervalos de cuana y quinta^sus introHuccíones (especialmen-
úTel com ienzo de la Segunda sinfonía) y los~movim¡entos adagio de las sinfonías
Tercera v Novena. Las tres sinfonías centrales'(Quinta, Sexta y Séfcim a) se acercan
inuchí-simo a las formas clásicas, pero a una escala colosal y con un apasionado idio
ma romántico, con destacados rasgos descriptivos y agudos contra: tes de atmósferas
v estilos. Incluso un recurso como el desplazamiento de la tríada mayor a la menor,
que Mahler acaso aprendiera de Schubert o Dvorak, lo utiliza con intención sim bó
lica para pintar el paso del optimismo a la desesperación (Sexta sinfonía). La Octava
sinfonía es la culm inación del segundo periodo de Mahler y la mayor cum bre en
su obra de la exageración post romántica en materia de dim ensiones del núcleo de
ejecutantes. ■ _ .
También es notable la práctica mahleriana —que proviene d e su sentido de la
significación sinfónica d e las diversas tonalidades— de concluí- una sinfonía en una
tonalidad diferente a la tonalidad inicial (IV, Sol mavor-iWí m a/or); V, Do sostenido
menor-fie mayor: Vil. Si menor-iV/i mavor-Do mayor; IX, Re m a/or-fie bemol mayor).
Al mismo tiem po, algunas d e las técnicas de Mahler contribuyeron al constante d e
bilitamiento de la organización tonal tradicional y aportaron(sugerencias del modo
de proceder que recogieron y desarrollaron los compositores posteriores. De esta
suene. Mahler fue un com positor de transición. En él recavt i la herencia de toda la
tradición rom ántica — Berlioz. Liszt, Wagner— .v, en partici lar, d e su rama vienesa
— Beethoven, Schubert, Brahms y sobre todo, Bruckner—■. !Experimentador infaciga-~ \
ble, de intereses om nívoros, expandió la sinfonía y la sinfonía-oratorio románticas |
hasta su punto d e disolución final; experimentando aún, se anticipó a una nueva era i
v se convinió en influencia primordial para.los compositores vieneses ulteriores: l
(^S chónberg, Berg v Webern. ... ,
/
Richard Strauss . ’
Schr langsom
En Till Eulenspiegel, la obra favorita del público entre sus poem as sinfónicos,
Strauss desarrolló un programa cómico con una música d e frescura inagotable y
atracción melódica. Los detalles realistas de la aventuras de Til! (especificados por
algunas notas marginales que el compositor añadió a la partitura im presa) están tan
intim am ente mezclados con el flujo musical, que esta obra podría oírse con facili
dad sencillamente com o el esbozo característico de un picaro particularm ente atrac
tivo o, de m odo aún más sencillo, como una pieza de h u m o r musical, q u e recuerda
a Havdn. Otra evocac ón de Havrin resine en la indicación de Strauss de que Till
está escrito «en form; rondó». No es un rondó en el sentido clásico del término, jj jji
p e ro sí lo es por las n imerosas recurrencias de los dos tem as de Till. oue aparecen
con una imerminahlp variedad de disfraces, animados p or sagaces toques de instru-
meip^ación. No hay otra obra en la que Strauss parezca tan natural y espontánea
m ente él mismo com e en este alegre cuento musical.
Si Till es un cuento infantil transformado por Strauss en epopeya refinada, aun
q u e sentimentalmente! burlesco-heroica, D on Quijote es, en grado m ucho mayor,
una comedia adulta, ciramntización de la nóvete de Cervantes. Asi com o el rondó
resultaba apropiado para Till, que sigue siendo el mismo bufón después de cada
travesura, de igual me-do el principio de 13 variación concuerda con las aventuras
de! caballero don Quij 3te y su escudero Sancho Panza, cuyas personalidades cobran
forma con sus frustrar'.es experiencias. Ya no estamos en un m undo d e alegres tra
vesuras, sino de personalidades escindidas y dobles significados; el hu m o r retorci
do y la astucia ya no r<:siden tamo en una descripción apropiada de los hechos rea
les. com o en el juego intelectual con las ideas musicales.
Salomé, de Strauss ,
Strauss escribió un:' ópera que no tuvo éxito. Guntram, en 1S93- En 1901. Feuers-
n o t (La necesidad de fi ego) tuvo una aceptación moderada, que no se prolongó mu
cho tiempo. Dio su pr; n e r salto hacia la fama como creador operístico en 1903 con
Salom é; a partir de es e momento utilizó casi con exclusividad en la ópera las fa
cultades de descripción y caracterización que anteriorm ente había volcado en sus
poem as sinfónicos..Con o Beethoven JSerlioz. Liszt. Wagn er v Mahler. Strauss llegó
a sentir la necesidad d£ usar textos para completar el lenguaje d e ja música. Al mis
m o tiempo, la necesidad de crear una contrapartida musical a temas, acciones v emo
ciones diferentes a tod 3 cuanto se había representado con anterioridad en la ópera,
ie estim uiaron a escrit ir lenguajes armónicamente complejos y disonantes que tu-
vieron considerable inñuencia sobre ei ulterior desarrollo del Expresionism o y la
disolución de la tonalidad en la música alemana de la prim era mitad del siglo xx.
Historia Je la música occidental. 2
(ivas, capta con a l fuerza expresiva el tono macabro y la atmósfera del drama, que
lo eleva hasta un plano en el que lo artístico prevalece sobre la perversión. Con Elek
tra (1909) dio comienzo la prolongada y fructiFera colaboración entre Strauss v el
dramaturgo vienes Hugo von Hofmannsthal (1874-1929). Para la versión un tanto u n i
lateral que da Hofmannsthal de la obra de Sófocles y que a lo largo de todo su ex
tenso y único acto se complace en las em ociones del odio enloquecido y de la ven
ganza, Strauss concibió una música que, en la aspereza de sus disonancias y en su
aparente anarquía armónica, superó a todo lo anteriorm ente conocido. Esta anar
quía es sólo aparente. A pesar de Tristón, los públicos de 1909 aún esperaban acor
des que sonasen como dominantes destinadas a resolver en la tónica, cosa q u e
Strauss raramente hizo. La armonía cromática post romántica predominante se ve
contrarrestada por algunos pasajes politonales disonantes, así como por otros de un
estilo puramente diatónico-tonal. Puede considerarse la sonoridad de la arm onía
como surgida de un único acorde germinal ("ejemplo 19.4a). De esta manera. Strauss
se anticipa a una técnica utilizada por algunos compositores posteriores del siglo xx.
Además.|la partitura se ve unificada por el empleo del leitmotiv v por las asociacio
nes de ciertas tonalidades con determ inados personajes o situaciones^/ bemol con
Agamenón. Mi bemol con Grisóterriis y un complejo Do-ÍWV con el triunfo de Electra.
Con frecuencia se explotan las relaciones entre acordes al intervalo de un trítono,
como en el motivo asociado con Electra (ejemplo 19.4b). Con gran frecuencia, las
disonancias brotan como resultado del movimiento cóntrapuntístico de las líneas,
aunque Strauss ocasionalmente las utiliza de forma deliberada para desconcertar.
© 1908 d e Adolf Fursmer. renovado en 1935. 1936. © asignado en 1934 a Boosev & Hawkes. Ltd.. para
codos ios países, excepto Alemania. Danzig, Italia. Portugal y la URSS. Reproducido con autorización
de Boosev & Hawkes. Inc .
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Decorado del acto III de Der Rosenknvalier. de Ridxtrd Strauss. En la pane inferior se lee lo
siguiente: -Habitación privada en una pequeña posadaD iseño de Al/red Roller para el es
treno en 1911. en Vieyta. (Por autorización de Boosey & Hawkes, Inc.)
Reger y Pfitzner
Bastará una breve m ¡nción de otros dos compositorés alemanes del período
post romántico. Max RegexXij?23J.9l6l descendiente espiritual de Brahms. p o seía
una prodigiosa técnica cóntrapuntísiica y una rica imaginación, así como una facili
dad q u e te n d ¡3 a hacerle cultivar, en sus composiciones m is ambiciosas, una exten
sión excesiva y una plenitud de textura inagotable. En su mayor parte, la arm onía
d e Reger tiene un complejo estilo post wagneriano de extremado cromatismo e in
fatigable modulación. Sus mejores y más características obras de gran aliento son
aquellas en las que el torrente de sonoridades post románticas se ve confinado d e n
tro de los límites de las firm as estrictas clásicas o barrocas, tales como la fuga, el
preludio coral o el tema .;on variaciones. Una obra típica suya son las Variaciones
y fuga sobre un terna de I. A Hiller, para orquesta (1907): otra similar son ¡as Va-
liaciones (1914) sobre ei tema del primer movimiento de la Sonata, para piano
K. 331, de Mozart. Son nc cables las obras organísticas de Reger, especialm ente sus
preludios corales y fantasía, que van desde las musicalizaciones m is sencillas hasta
ias más elaboradas de las melodías luteranas tradicionales. No escribió óperas ni,
prácticamente, música programática. Sus nnnv*--™-»* -— ~
Histor; í de la música occidental. 2
obras corales v d e cámara, aunque gozan de alta estima en Alemania, son casi total
m ente desconocidas para el público de otros países. A Han$ Pfitzner (1869-1949), el
principal com positor co n ser/ad o r alemán de ia generador post romántica, se le re
cuerda principalm ente por sus óperas, sobre todo por Palesfrnia (1917). si bien com
puso asim ism o canciones, música de cámara y un notable Concierto pura violín en
Si m enor (1925).
\ El Nacionalismo
Rusia
111 .ia el sii;lo xtx. la música anistica profana en Rusia e debió en gran medida
a la , manos <lc com positores llegados de Italia. Francia o Xlemania. El músico que
t'u e reconocido, canco por los europeos como por los rusos, como la voz nativa au
téntica v equiparable a su.-;'contemporáneos occidentales. Fue Mikhail Olinka
( Obt uvo la fama gracias a la ópera de carácter patriótico Una vida por el
zar, en 1836. Aunque Glinka tomó en préstamo elem entos de las óperas italianas y
francesas, tanto el recitativo como la escritura metódica tienen un sello personal y
ruso. La segunda ópera de Glinka. Russlán y l.udmila (, 1842), contiene muchos.usos
imaginativos de la escala de tonos enteros: el cromatismo, la disonancia v la técnica
de la variación aplicada a las canciones folklóricas. La ópera Ritssalka (1856), de Ale-
xander Dargomízhsky (IS13-69), fue una continuación de la búsqueda de una en
tonación característica del habla rusa, en parte, mediante la imitación Ue.las pautas
halladas en la música popular. Su ópera más lograda es una musicalizaciórude El
convidado de piedra, de Pushkin. realizada en 1872. cuya declamación melódica y
expresiva intluvó en Mussorgskv. .
Chaikovskv. conocido principalmente por sus sinfonías, compuso muchísimas
obras para el teatro, enere ellas, música incidental, para ballet y óperas. Eugenio One-
gin I L879) es notable por su profundización en las pasiones de sus personajes v por
la forma en que numerosos ...temas surgen de un motivo germinal anunciado por
vez primera en el preludio orquestal. En La dam a de espadas (1890).,Chaikovskv .
supo plasmar la atmósfera fantasmal del cuento de Pushkin y recrear el espíritu de
la Rusia dieciochesca de Catalina la Grande, mediante el uso en préstamo de ideas
musicales de este período. Los principales compositores rusos de finales de siglo
se unieron en un grupo conocido como m ogiichav kuchka o «el guñado podero
so» (Grupo cleloslflncoJi^U lv^aíaisirev (1837-1910). Alexander Sorodin (1833,-87),
César Cui ( 183>i91S)^.Modesto MusspxKikv (1839-81) v Nicolás Rirnsky-uorsakov
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El conocimiento musical que tenían estos hombres, con la excepción de Balaki-
rev, era anciconvencional. pero nos equivocaríamos-si los llamásemos aficionados.
Admiraban la música occidental, pero se sentían alejados, del conservatorio dé San
Petersburgo, fundado en 1862 por Antón Rubinstein (1829-94). quien era conocido
por su dogmatismo germánico. Se sentían desilusionados con el «establecimiento»
musical académico y casi no encontraban nada de valor en los ejercicios y premios
que éste fomentaba.jSu falta d e aprendizaje sistemático de la teoría musical tradi
cional los forzó a descubrir sus propias formas de hacer las cosas y en este proceso
acudieron a los materiales más cercanos a sus manos, es decir, las canciones fol-
klóricas^Su uso frecuente de material popular imitado o verdadero para los temas
generadores de una obra «tiene paralelismos literarios en los préstamos que toma
ron Pushkin y Gogol de cuentos folklóricos com o fundamentos de muchos de sus
relatos más característicos» '.
Balakirev, el más profesional del «puñado poderoso», supo emplear con eficacia
melodías de canciones folklóricas en su poem a sinfónico Rusia (1887) y en su fan
tasía para piano Islamey (1869). Borodin, quím ico de profesión, tras sentir un rem-
prano interés por Mendelssohn, se volvió, gracias a la fe de Balakirev en la música
rusa, un nacionalista ardiente. Sus obras principales son su Segunda sinfonía en
57 m enor (1876), el segundo Cuarteto para cuerda en Re mayor (1855), el bosquejo
sinfónico, En las estepas del Asia cencral (1880) y la ópera en cuatro actos Elprin■
Cfair Cui escribe sobre el *puñado poderoso» '{Grupo de los Cinco) ruso
I i\¡J. de Cui: lzbnmnve stat’i, becba por Richard Taruskin. en -Some Tlxiughts on tlye Hision■
<1 nd HLiionograpfa' oj Russúrn Music■, JM 3 (1984): 335.
El fin de un2 era
Escena del montaje origine l de Boris Godunov, de Miissorgski[. en San Petersburgo (Lenirigra-
do), en 1S74. En una pos( da junio a la frontera con Lituania, el embriagado Varlaam lee
la orden de detención de Cregori, elfalso Dimini (tercero por la derecha, disfrazado de cam
pesino), mientras el oficial c'i; la policía (a la izquierda de Varlaam), que no sabe leer, se com
porta de forma desconcertóme.
Modesto Mitssorgsky
.Mussorgsky. ei más grande de ios «C inco, se ganaba penosam ente ia vida como
funcionario público y recibió de Balakirev ¡a mayor pane de sus enseñanzas musi
cales. Sus obras principales fueron: una fantasía sinfónica, Una noche en el Monte
Pelado (18Ó7); la serie de piezas pianísticas Cuadros de u n a exposición (1874): los
ciclos de canciones Si?i sol (1874); Canciones y danzas de la m uerte (1S75) y £ /
cuarto de los niños (1872); las óperas Botis Godunov (estrenada en 1874) y Jován-
cbma. completada por Rir iskv-Korsakov y representada en privado en 18S6. aunque
no se estrenó públicamente hasta 1892.
La personalidad de Mu ¡sorgsky es evidente en cada aspecto de su música. Su tra
tamiento de los textos se pasaba en Jo s métodos de Dargom izhskv v tiende a ajus
tarse lo m is estrecharoem ; posible a los acentos del habla normal; de ahj_qu£L~en
su música vocal evite generalm eoteJasJiaeas melódicas v el fraseo simétrico. Sus
canciones se hallan entre las mejores del siglo xk. Aunque sólo ocasionalmente.
Mussorgsky cita melodías folklóricas auténticas (como en la escena de la corona
ción de Boris); es evidente que la canción popular rusa está enraizada en su natu
raleza musical con mayor profundidad aún que en la de Borodin.
Las melodías folklóricas rusas tienden a moverse dentro de un ámbito estrecho
776 Histo ia de la música occidental.
EJEMPLO 19.6
a) Canción folklórica de la colección 30 Cbants populaires russes, armonizada por Mily
Balakirev.
¡Oh. patito.' mi pradera, ob. patito, rni prculera, oh. pradera, oh, pradera!
b) Canción popular, teitrm.
/Vil * — i _
'■A » * - ■. s n - = ? - * --------T-----
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Na ico - go. da o . * sta - Ylia - esh’. ro - di - my i!
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¡A quién nos abandonas, padre nuestro! ¡A quién nos libras, tus queridos! Somos huérfanos,
te rogamos, te implorarnos con lágrimas, con ardientes lágrimas.
, Historia de la música occidental. 2
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/M or! No querrás la muerte de un pecador. ¡Perdona al alma de! culpable Zar Boris!
gesios (Boris, fina! del segundo aao ), de! sonido y la agitación del pueblo en las
multitudes (escenas corales en Boris y Jováncbina) y aun de pinturas (Cuadros de
una exposición). L3 com prensión psicológica demostrada a escala miniaturesca en
las canciones, se aplica con.igual maestría a la descripción del personaje del zar Bo-
<-'n ópera. Como otros compositores rusos. Mussorgskv construye sus efectos
mr di ame la repetición v acumulación de impresiones individuales v no por medio
ii<- 11 n_desarrQllfl_temálic.q_c¡ije_3cabe en un climax. Incluso Boris. una de las eran-
1 1,1 ■■óperas trágicas del siglo x k . no tiene una acción de desarrollo continuado, sino
.'l'iíl-ff* mis bien una serie de episodios soldados entre si, en parte por la índole
ípica de las escenas y la figura central de Boris, pero, principalmente, por la propia
energía dramática de la música de Mussorgskv'. Su arte poco o nada debe a Wagner;
Ei fin 'de una era
Rimsk)'-Korsakov í
■Mexajide?' Scriabin
bin com enzó escribiendo nocw rnos, preludios, estudios y mazurcas, a la manera d>
Chopin. Bajo la influencia del cromatismo de Liszt y Wagner y, hasta cieno pum .
también, d e los métodos del im presionismo, desarrolló Gradualmente el com plejo
vocabulario arm ónico q u e le serta peculiar; la evolución i ;e este lenguaje puede s<. r ,
guirse paso a paso en sus diez sonatas para piano, de 1: s cuales las últimas cinc
com puestas en 1912-13, prescinden de las arm aduras de c lave y alcanzan una v-.igui ^ '
dad arm ónica que a veces llega al atonalismo. Las estructuras tonales tradicionak
se ven reem plazadas p o r un sistema de acordes construidos sobre intervalos des:
sados (so b re todo cuartas, con alteraciones cromáticas; véase ejemplo 19.8); las a
ticulaciones formales tradicionales, disueltas en una corriente de sonidos extrañe
coloristas y, a veces, magníficos.
Las com posiciones más típicas de Scriabin son dos ebras orquestales, el Poem,
del éxtasis (1908) y Prometeo (1910); para la ejecución d : esta última, el compositi
deseaba q u e ia sala de concienos se viese inundada d> luces de colores mientr
sonase la música. Con el correr del tiempo, Scriabin de arrolló una teoría de la sí;
tesis última de todas las artes, con el fin de inducir estac os de inefable arrebato mi
tico. El estilo y los m étodos de Scriabin eran demasiado personales y sus objetiv.
estéticos estaban dem asiado ligados a las ideas post re mánticas como para conv^-
iirse en fundam ento de una escuela. Con excepción de unos pocos compositor,
rusos carentes de importancia, no .tuvo discípulos directos, aunque su lenguaje .
mónico. ejem plo radical de las tendencias antitonales de principios del siglo xx.
I fiuvó directam ente, sin duda alguna, sobre los compositores de ia época.
Compositores checos
' Bedrich Smetana ( 1824-84) y Antonin Dvorak fueron los dos principales compo
sitores del siglo xix. (Ya se ha mencionado a Dvorak en relación con la música sin
tónica y de cámara del periodo romántico.) Durante siglos. Bohemia fue territorio
de la corona austríaca y. por consiguiente, a diferencia de Rusia, siempre estuvo en
contacto con la corriente principal de la música europea; sus canciones populares
no difieren de las de las naciones occidentales tanió como las rusas. El Nacionalis-
mo de Smetana y Dvorak se manifiesta principalmente en la elección de temas na
cionales para su música programática y sus óperas v en la íusión de su lenguaje mu
sical básico (el de Smetana se derivaba de Liszt, mientras que el de Dvorak se ase
mejaba más al de Brahms) con una frescura y espontaneidad melódicas, úna indo
lencia armónica y formal,.asi como ocasionales huellas de melodías de tipo folkló
rico y ritmos de danza populares, como, por ejemplo, en ios movimientos basados
en la d um ka o el fu ria n t en las sinfonías y.música de cámara de Dvofák. Los rasgos
nacionales más prominentes de ambos compositores se hallan en algunas de sus ó p e
ras. sobre todo en La noria vendida (1366), de Smetana, aunque también en la pos
terior de éste, El beso (18713), y en algunas obras de pequeño formato como las
D anzas eslavas, de Dvofák.
frUn com positor checo de tendencias profundamente nacionales fue Leoslanácek
( 1854-l§2S),_qui.en,..después,de.l890_renunció..conscientemente a los estilos d e j a
Europa occid.eatal-A semejanza de Bartók. pero antes aún, fue diligente recolector
ciencifico_deJa.mus.ica .fp.iklorLca.y_su. propio estilo maduro^urgió_dgJ.QS_ncmos_e
inflexionas jleUgagu3ifi_y_.la cancióa_campesinos moravos.|El reconocimiento le lle
gó carde y sólo comenzó con la representación de su ópera Jenufa (1903) en Praga,
en 1916. La. fuerza creadora de Janáéek prosiguió sin mengua hasta el fin de su vida.
Sus óperas posteriores fueron Kátia Kabanová (1921), La zorrita astuta (1924), El
caso M akropulos (1925) y De la casa de los muertos (192S). janácek compuso mu
cha música coral, enere la que se destaca la iMisa Clagolitica, de 1926, sobre un tex
to en idioma eslavo andguo. Su música de cámara incluye dos cuartetos y una so
nata para violín; sus principales obras para orquesta son su rapsodia sinfónica Taras
Bulba (1918) y una Sinfonietta (1926).
Noruega
Finlandia
m ente com o nacional !S. Durante mucho tiempo su música fue popularisima en In
glaterra y los Estados Unidos, pero apenas conocida en la Europa occidental conti
nental. A diferencia di- Grieg y MacDowell, quienes fueron fundamentalmenre mi
niaturistas, el genio naural de Sibelius se revela mejor que en ningún otro tipo de
obras en sus sinfonías poemas sinfónicos y en su Concierto para violín USW )
Si bien Sibelius vjv ó hasta 1957, no publicó obras im portantes/después de 1925.
La prim era de sus siete sinfonías apareció en 1899 y la última en 1924. Tres poemas £
sinfónicos — En Saga, .SI cisne de Tuonela y la conocida Finlandia— son piezas de *■*'
la década de 1890 (todas ellas revisadas alrededor de 1900): los principales poemas
sinfónicos posteriores fueron La hija de Pohjola (1906) y Tapióla (1925). Los pro
gramas de estos poemas, salvo en el caso de La bija de Pohjola, son sum amente
vagos: las sinfonías no :ienen sugerencias programáticas claras.
Las huellas de Chail.ovsky en la Sonata para violín y de éste. Grieg y Borodin en
las dos primeras sínfor.ias desaparecieron a medida que Sibelius fue desarrollando
su estilo personal, en el que una emoción intensa se ve rígidamente controlada den
tro d e estructuras formales unificadas aunque anticonvencionales, de una textura or-
quesial sobria v limpiamente delineada. Su originalidad no tiene categoría sensacio
nal. Salvo en su Cuarta sinfonía, su concepción de la tonalidad y su vocabulario ar
m ónico se acercan a las prácticas comunes-, no emplea de m odo destacado el cro
matismo o las disonancias, aunque la modalidad es un factor fundam ental. Sibelius
se mantuvo alejado de I )s perturbadores movimientos experimentales de la música
europea durante el pririer cuarto de siglo y en sus obras tardías, en particular en
su Séptima sinfonía y e i Tapióla, logró la síntesis final de su estilo de serenidad
clásica. . .
Su originalidad consiste, en pane, en el libre em pleo que hace de acordes co
nocidos, en pane en su orquestación (en la que subraya los registros graves y los
tim bres sin mezcla), peí o sobre todo en la naturaleza de sus tem as, su técnica del
desarrollo temático v su tratamiento de ia forma. En lugar de melodías periódicas
completas, un tema puede verse construido por motivos breves que. tras sonar se
paradam ente, gradualmente se funden en una entidad completa (com o ocurre en
el tercer movimiento de la Cuana sinfonía). Pueden transferirse los.motivos de un
tema a otro, o bien los t -mas pueden disolverse y recom binarse sus motivos de tal
su ene que el tema original se transforma gradualmente por sustitución de sus uni
dades motívicas, una tras1 otra, hasta dar pie a una estructura nueva (prim er movi
miento de la Tercera sinlonia). Uno o dos motivos básicos pueden reaparecer a lo
largo de todo un movimiento o, incluso, de una sinfonía entera (Sexta sinfonía).
Aunque habitualnieni'; pueden analizarse los movimientos en relación a esque
mas formales clásicos, est i ciase de esquemas —y ello panicularm ente tal com o evo
lucionó el estilo de Sibelius en sus obras posteriores— se siente com o totalmente
subordinada, incidental e i cuanto al desarrollo orgánico de las ideas musicales. El
pináculo de la unidad fornal es la Séptima sinfonía, escrita en un solo movimiento.
Largos pasajes en ostinatc. a veces bajo la forma de un apagado susurro agitado de
las cuerdas por debajo dé fragmentos de una melodía en la madera solista, consti
tuyen un recurso común de vinculación; pausas, breves frases de exclamación, sú
bitos contrastes timbricos, son rasgos incidentales. La Segunda y Quinta sinfonías
son las más frecuentemente ejecutadas,*aunque la Cuarta es la quintaesencia de Si
belius: m odelo de concisión, intensidad y unidad temática, en el que se explota en
Historia de ¡a música occidental
/ ,nulos Unidos
t )l MIM.O 19.9 Cuarta sinfonía: dirersas transformaciones ten áticas, de Jan Sibeliics.
I Molco m odcraio __
' ) i'
III. ^Largo
IV A l l e g r o
© 1912 B reitkopf oí: Hartel: renovado en 19^0 p o r Breitkopf & Hartel; usado p o r autorización d e Associui*
Muáic P u b lb h ers. Inc.. d e Nueva York.
£! fin de una era
mienio y duplicación; son ésins sus obras más características. La mayor pane de las
mismas fueron editadas formando colecciones — WoodlandSketches, Sea Pieces, Neu'
England Ich'ls— y las piezas individuales llevan títulos o poemas que sugieren at
mósferas y cuadros musicales del tipo común en Grieg, con cuyo estilo general Mac-
Dowell guarda cierta semejanza. . . . . .
r El prim er compositor im portante claramente norteam ericano fue Charles ¡ves
|_ ( ] j 74-1954), discípulo de su padre v de Horatio Parker. Aunque contaba con un
buen bagaje de conocimientos musicales antes de entrar en Yale e incluso en la épo
ca que pasó en esta universidad, donde trabajó como organista de la Centre Church,
en New Haven, sus metas estéticas no eran las adecuadas para pasar a formar pane
del «establecimiento» musical; por ello se dedicó a trabajar en la compañía de se
guros de su padre. El reconocimiento público de sus logros sólo llegó en la década
de 19 3 0 , muchos años después de que, aislado y sin copiar a nadie, hubiera creado
obras que se anticiparon en algunos de los desarfollos más radicales de la música
del siglo xx (la disonancia, la politonalidad, la polirritmia y la forma experimental.).
Sus composiciones, escritas en su mayoría entre 1890 y 1922, incluyen unas 200 can
ciones, cinco sonatas para violín y otras obras para orquesta. En sus obras coexisten
elementos convencionales v anticonvencionales, o se mezclan — según la frase de
John Kirkpairick— «con la fe de un trascendentalistn en la unidad más allá de toda
diversidad»: fragmentos de canciones folklóricas, melodías de danza o himnos evan
gelistas emergen de un flujo sonoro complejo, rapsódico. ordenado de manera sin-
gular.'Los numerosos movimientos basados en melodías de himnos muestran cieno
párale!ismó'con el empleo de los corales luteranos p o r p an e de los compositores
alemanes." * ’ . . . . ■ - .
' Los procedimientos técnicos de Jves, que éste hubiese desdeñado calificar de sis
tema, le fueron dictados por un idealismo sin com prom isos en la persecución de
sus objetivos anísticos, unido a una imaginación musical extraordinaria y a un m or
daz sentido del humor. Su obra ha tenido incalculable importancia para las gene
raciones jóvenes de músicos norteamericanos.
Ivés compuso esta canción para barítono o coro masculino hacia la época
en que los Estados Unidos declaró la guerra a Alemania en abril de 1917; su
texto lo escribió John McCraw, inspector médico que trabajaba para la Mutual
Insurance Companv de Canadá. Citas de Taps, Rei’eille, Columbia tbe Gem o f
tbe Ocean, Toe Battle Cry o f Freedom, La Marsellesa y América despiertan
imágenes ‘de patriotismo, de heroísmo, de la vida militar y del ondear de las
banderas. Mientras el acompañamiento proclama estas canciones evocadas (con
sus armonías avinagradas), las voces de los m uenos hablan desde sus tumbas
en Flandes con una sencilla melodía diatónica.
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Historia de la música occidental.
M uevas c o r r ie n te s e n Francia
La tradición cosmopolita
Franck creó principalm enté según las formas insta m enajes tradicionales (sin-
fonía, poem a sinfónico, sonata, variaciones, música de cámara) y las del oratorio; en
su estilo se conservaron las maneras ortodoxas fundamentales de conformar y de
.'.arrollar los tem as y su textura, fue esencialmente honófona. aunque enriquecida
hasta cieno punco por rasgos contrapuncísticos. Subyacente a coda su obra hubo un
cálido idealismo religioso y la fe en la seria misión social del anisca. En su música
son evidences cierta lógica anci-románcica en la elaboración de las ideas v una mar
cada evicación de los extremos expresivos románticos, asi como suaves innovacio
nes cromácicas en la armonía y una aplicación siscemática del principio cíclico.
El principal discípulo de Franck. Vincenc d'Indv (1851-1931) siguió fielmente los
ideales y mécodos de su maescro. Las principales composiciones de d'Indv son su
Primera sinfonía, «sobre una canción moncañesa francesa» (1886). su Segunda sin
fonía, en Si bemol (1903), las variaciones sinfónicas Isccir {1S96), el poema sinfónico
Día estival en la m ontaña (1905). la Sonaca para violín (1904) y la ópera Fervaal
(1897). La Primera sintonía es excepcional para ser obra francesa, ya.que .en ella se
utiliza una canción folklórica como cenia principal: canco en ¿sea como en la Segun
da sinfonía se muescra en sumo grado el proceso de cransformación cíclica de cemas
que d’Indv aprendió con Franck. Las variaciones casi programáticas ístar son nota
bles por su inversión del plan habitual: la serie se inicia con la variación más com
pleja v avanza hacia la sencilla exposición del tema ai final, Istar y la Primera sinfo
nía son las composiciones más espontáneas y atractivas de d'Indv. a veces éste es
proclive a sobrecargar las-melodías con la elaboración contrapuncíscica y esca cen-
dencia, así como un incesante empleo de la técnica cíclica, subraya indebidamente
la'estructura intelectual de su música. La fascinación que ejerció Wagner sobre mu
chos de los mejores intelectos de Francia durante el último cuano del siglo xix re
sulta evidente en Fervaal, canco en el poema (escrico por el propio d'Indv) como,
en grado más limitado, en la música. Sin embargo, muchas de sus páginas y en es--
pecial la herm osa escena coral con la que termina, y a la cual el autor ha incorpo
rado la melodía del himno de canto llano Pange lingita, son cescimonio de la fuerza
poética y de la profunda fe religiosa de! composicor. . .
La tra d ic ió n fr a n c e s a '
Gabriel Fauré
NAWM 757. La bonne chanson. Opus 61: núm ero 6,- Avant que tu ne
ten ailles. de Gabriel Fauré
Las frases fragmentarias de la melodía, una para cada verso, se niegan a com
prometer su pertenencia a cualquier escala mayor o m enor. La tonalidad equí-
$
JULL______
i — ---------------f r j .— i r
-
ron. Sin em bargo, en su madurez, a partir de 1S85 aproxi nadamente. estas forman
pequeñas com enzaron a colmarse de un lenguaje que era nuevo. Apañe de una ca
pacidad en constante evolución para crear una melodía vjva y plástica, hubo inno
vaciones armónicas. Avanc que tu ne t'en dilles (antes de <ue te marches), del cicle
Ixi b o n n e cbanson (NAWM 157), ilustra algunas de sus c traccerísticas melódicas <j
arm ónicas peculiares.
A m enudo se ha calificado de "helénica- a la música de Fauré, en reconocimien
to de sus cualidades de claridad, equilibrio y serenidad. (as que recuerdan el espi
ritu de! antiguo arte griego. Estas cualidades resultan evidentes no sólo en sus obra
más intimas, sino asimismo en Pénélope (en la cual, por s tpuesco. son especialmen
te apropiadas) y en el Requiem. Después de 1910. el esi lo de Fauré se tornó aúi
más concentrado, sus texturas más austeras (L'horizon cm nérique, la Décima bar
carola) y sus líneas más concrapuntisticas (Segundo quín eto. Decim otercer'noctur-
no).
Fau ré m erece que se le recuerde por algo más que la. belleza de su música; su o-
establecer un ejem plo de integridad personal y artística ¡1 atenerse a la tradición. I.
lógica, la m oderación y a la poesía de la forma musical pura en una era en la c u l i ,
por lo general, no se apreciaban estos ideales. Es posibl r que su lenguaje arm onio
haya brindado algunas sugerencias a Debussy, aunque ;n general su estilo de nu
lodía lírica, en desarrollo continuo y líneas d e textura clara, es la antítesis del im
presionism o. Sin em bargo, su influencia sobre su discípulo directo, Ravel. y, a tr.
ves de la célebre maestra Nad'ta Boulanger (18S7-19~9) sobre incontables compo.-
tores posteriores, es uno de los factores im portantes en la historia de la música di
presente siglo. .
i
Clciude Debussy
lino de los com positores franceses más ilustres y t.na de las influencias más p<
derosas en el curso d e la música del siglo xx fue la de Claude-Achille Debus.
(1862-1918). Uno d e los aspectos de su estilo •—un a.pecto que a veces se ha ex
gerado en demasía— se resume en el térm ino Impre-ionismo. Esta palabra se ap
eó p o r vez prim era a.una escuela de pintura francesa que floreció a partir de ití¡S-
aproxim adam ente y hasta fines del siglo; su principa' representante es Claude M<
net (1840-1926), En relación con la música, el Im presionism o es un enfoque de j&
com posición destinado a crear atmósferas e im presiones sensoriales mediante a;-
p o n ía s v timbres. Por consiguiente, eS una especie de música programática. Difier
, de la mayor parte d e la música programática p o r el hecho de que, en prim er lugu
7 no trata d e expresar emociones profundas ni de con.ar una historia, sino de evoc.
un clima, un sentim iento fugaz, una atmósfera, con a\ uda de títulos sugerentes y o c
sionales rem iniscencias de sonidos naturales, ritmo; de danza, trozos de melodía
cosas similares. En segundo término, el impresioni: mo se funda en la alusión y
sobreentendido y, en cien o sentido, es la antítesis de las expresiones profundas, \
gorosas y rectilíneas d e los románticos.
Los N o c tu rn a se vieron precedidos por la obra orquestal más celebrada de D>
bussy, el Prélude a l'ciprés-midi d 'u n fa u n e (1894). basado en un poem a de Malla
mé. Siguieron luego los bosquejos sinfónicos La Mer (1905). La orquestación de D
El fin de una era
•93
bussv se ajusta admirablemente a sus ideas musicales. Exige una gran orquesta pero
el músico rara vez la utiliza para obtener una fuerte sonoridad. Las cuerdas a me-
nudo están divididas y asordinadas; las arpas añaden un toque distintivo-, entre los
instrumentos de viento, la flauta (sobre todo en el registro graveI el oboe y el cor-
no inglés intervienen en solos; trompas y trompetas, asimismo con sordina a menú-
do, se oyen en breves frases en pianissimo; otra fuente de colorido son los inscru-
mentos de percusión de variados tipos: timbales, tambores, bombo, platillos gran-
des y pequeños, tam-tams, celesta, glockenspiel. xilófono. Su técnica orquestal que
da bien ejemplificada en ¡os ¡Voctumes: en e¡ segundo (Fétes), la claridad del con
junto completo; en el primero (Nuages) y en el tercero (Sirenas), la magia de una
instrumentación rica y atemperada, complementada en Sirénes por un coro sin tex
to de voces femeninas. Con esta música parece alzarse ante nosotros un mundo en
cantado, discante, arcaico, brumoso en su lontananza o resplandeciente con los inex
plicables colores de uñ ensueño.
Es fácil hallar ejemplos de estos recursos en la música pianística de Debussy, la
cual —¡unto con la de ftavel— constituye el añadido mas importante efectuado a la
literatura de este instrumento a comienzos del siglo xx. La estructura de los acor
d e la m enudo.resulta velada por la abundancia de figuraciones y por la mezcla de
sonidos en el empleo del pedal de sordina. Una mera enumeración de recursos téc
nicos no puede sugerir los fulgurantes juegos de colores, los arrebatadores efectos
pianísticos, ¡a sutil fantasía poética que revelan estas piezas. Las principales obras pia
nísticas impresionistas de Debussy aparecen en colecciones publicadas entre 1903
y 1913: Estampes, dos libros de Images y dos libros de Préludes.'
Como ya hemos indicado, el Impresionismo es sólo un aspecto-del estilo de De-
bussv; en muchas de sus composiciones hay pocas o ninguna huella del mismo; fx>r
ejemplo (entre su música para piano), en la temprana Suite Sergarnasque (1893),
en la suite Pour le piano (1901) y en el delicioso Children's C om er { 1908), obra en
la que, a mitad del Golüwog's Cake Walk. se introduce una c¡ta sactrica de Tristón,
de Wagner, y que en Dr. Cradus a d Pam¿tssum se burla de Czerny. En e¡ Cúarteco
para cuerdas (1893) se funden los rasgos armónicos y címbricos d e Debussy. con las
torerías olasicas y el tratamiento cíclico de los temas. Lejos del, impresionismo se ha
llan sus obras tardías, en especial el ballec feioT [1912). los Epigraphes antiques
(1914) para piano a cuacro manos, los Etudes para piano (1915, dos libros), la suice
En blanc et noir, para dos pianos (1915) y las Sonates p our diuers instruments (vio-
loncello y piano; fiauca, viola y arpa; piano y violín), de 1915-17.
»Pelléas et Mélisande»
1904), sobre poemas d e Paul Verlaine, las Cbansons de Bilitis (1897), de Pierre-
Louvs, v Trvis balUuies (1910), de! poeta de! siglo xv Franqois Vülon, la temprana
cantata La demoiselle élue (1888, sobre una traducción parcial al francés de la
B le s s e d Damozel, de Rossetti) y música incidental (1911), coral y orquestal para el .
misterio Le martyre de Sainl-Sébastien, de Gabriele d'Annunzio.
Diversas influencias tem pranas contribuyeron a la formación del estilo de De-
bussv. Entre los antecedentes inmediatos se incluyen a César Franck, Saint-Saéns v
al ingenioso y original Emmanuel Chabrier (1841-94); pero es probable que los pin
tores v poetas contem poráneos ocupasen — cuando m enos en la misma proporción
que estos músicos—- tam bién los pensamientos de Debussy. Su admiración por'X'ag-
ner se vio acompañada p or una reacción contra la grandilocuente retórica de este
último y sus tentativas d e exponer la filosofía en la música (ejemplo de la aborre
cida profondeur alem ana). La música rusa, en especial la de Boris y las canciones
de Mussorgsky, revelaron a Debussy posibilidades de orientaciones nuevas: ya he
mos mencionado J^unfluencia_deGrieg-, después de 1900 se destaca asimismo la de
R3 vel, especialmente en su música para piano. El color local español, inspirado en
pane por España, de Chabrier,-y por Habanera, de Ravel, es evidente tr i Soirée
.daña Oretiade (núm. 2 de Estampes) y en el movimiento Iberia de las Iniagenes or
questales (1912).
Precedentes de algunos de los rasgos técnicos de! estilo impresionista existían
en las obras de Chopin (final del Nocturno en Re bemo! mayor) y de Liszt (Lasfuen
tes de la villa d'Esie, de la tercera serie de Années de Pélerinage, y algunas de sus
últimas obras para piano). De la tradición francesa, Debussv heredó su Fina sensi
bilidad, su gusto aristocrático v su concepción antirromántica de la función de la mú-
sica; además, en sus últimas obras regresó con renovada convicción a la herencia
de Couperin y Rameau. . ..
" Los cambios introducidos por Debussv, sobre, todo en el sistema armónico; le
convinieron en una de las .grandes fuerzas generadoras de ia historia de ia música.
Nombrar a los com positores que. en un momento u otro, cayeron bajo su influen
cia, sería mencionar a casi codos los músicos importantes de comienzos y mediados
del siglo xx. Una lista semejante, además de Ravel, Messiaen y todos los restantes
de nacionalidad francesa, incluiría a Scríabin, Reger, Strauss, Falla, Puccini, janácek,
Stravinskv, Bartók, Berg, Webern, Hindemith y Orff, así como a otros en cuya mú
sica los métodos del Im presionism o fueron relativamente más destacados o dura
deros, cales como _e! norteam ericano de origen alsaciano Charles Manin Loeffer
(18Ó1-1935), el suizo-noneam ericano Ernest Bloch (1880-1959). el noneamericano
Charles Griffes (1884-1920), el polaco Karol Szvmanowski (1882-1937), el inglés Ar-
más desnudas (véasí ejemplo 19.12). _A] igual que en Mussorgsky, existe la im
presión de movimie no, pero no de dirección armónica, lo cual consútuve una-
analogía perfecta de las nubes que se mueven lentamente. Sobre este fondo,
una melodía fragme uaria del corno inglés, que traza un tríto n o 'y suaves lla
madas de trompa ei el mismo intervalo, atraviesa la brum a con sus acentos.
Para anicular los segm entos dispares de esta pieza, Debussy utiliza en dos oca
siones acordes paralelos descendentes, sobre todo acordes de novena conse
cutivos (compás 61) (véase ejemplo 19.12). Es evidente que, com o en los casos
de Mussorgskv v Faur; , no se utilizan los acordes para configurar una frase mc-
diante la tensión y el alivio; en lugar, d e ello, se concibe a cada acorde como
una unidad sonora dt ntro de una frase cuya estructura se ve determ inada mis
por la forma melódica o el valor tím brico que por el movimiento de la arm o
nía. Semejante procedim iento no niega la tonalidad, que Debussv a veces sos
tiene, com o en esta pieza, mediante pedales-nota o frecuentes retornos a los
acordes prim arios de la tonalidad.
EiEMPLO 19-12 Progres ones de acordes en Nuages de Claude Debuss)', y en Los días
de fiesta han acabado, di Modesto Mussorgskv:
i
D ebussv
_A¿ L, „__ :— -— \— .— I______ .________ ¡_i-------- - '
T T
* ° -S
d ebussv
A ,-----1----- T---- T--------------------
1
nokl üax (1833*1935). el italiano Ottorino Respighi (Í897 1936) y el alemán Frunz
Schreker (1878-1934).
inicio de Prélude á laprés-midi d'un faune, de Debussy, con la dedicatoria suya a Gaby Dti-
poní, fem ada en 1899. Esta es una •partitura abreviada• con iidicaciomes de la instrumen
tación pensada. La indicación del tempo es Assez lene, mientra que en la edición bastida cu
la partitura orquestal de Debussy, de 1908-13. se lee Trés moc iré. (Colección de Roben Le/>
man.)
El fin d e una era
E rik S a tie O w s,
Los títulos de sus dos prim eras composiciones para piano, así como el de la ú
tima — M enuet aritique (1895). Pavone p o u r une infante défunte (Pavana para una
infanta difunta. 1899) y Le Tom beau de Couperin (1917)— nos dan un indicio e^
m odo-en q u e su obra difirió de las de Debussy. Aunque Ravel adoptó algo e ^ a
técnica impresionista, ésta jamás prevaleció sobre su afinidad fiindamental_cgn_os_
contom os melódicos claros, los ritmos nítidos v las estructuras firmes, del C as.cis_
■mo. Además, sus arm onías, aunque complejas v refinadas, son funcionales-
orientación clásica de Ravel se manifiesta desde luego: más claramente ,
obras como su Sonatine para piano (1905) y su música de cámara, que inc us e u
cuarteto (1903), un trío con Piano (19 14), una sonata para violín y violoncel o (. - - \
' y otra para violín y piano (1927). Sus obras pianísticas más m a r c a d a m e n t e >mp« S r/j?
sionistas son Jeu x d'ea u ( 1901), las cinco piezas intituladas Miroirs. (1905) > 'i
denominadas Gaspard d e la n u it (.1908). También son i m p r e s i o n i s t a s , hasta £
punto, la suite orquestal Rapsodie espagnote (1907) y el ballet Dapbnv> e ,
(1909-11). " W *WM W
?9H Historia de la música occidental, 2
Teló)i Diniado por Pablo Picasso para et montaje de Diaghiln’, para los Ballets ntsses. de Pa-
rade. de Satie (libreto de Jean Cocteau, coreografía de Leonid Massine), en París, eii J.91 R u
la partitura sé incluyen ruidos mecánicos corno los pmducidos por máquinas de escribir y
simias. 1 '
De igual modo que Debussv. Ravel fue un brillante colorista y realizó versiones
orquestales de varias de sus piezas para piano. También supo absorber ideas de to
das panes, adaptándolas a su propio uso con gran seguridad, tanto com o la que re
veló al adaptar el Impresionismo. Utilizó ritmos del vals vienes en su «poema co
reográfico» La Valse (1920), elem entos d e jazz en s» Concierto p a ra la m ano i~-
quietada (1930) para piano y cantos españoles en la Rapsodia, la ópera cómica L'Heu-
re espagnole (1910) y el excitante Bolero (1928), que se convirtió en el equivalente
musical de un best-seller. Una de sus obras mis encantadoras es Ma mere /'ore (Mi
■madre la oca), serie de cinco pequeños dúos pianísticos escritos en 190S, música
infantil comparable a las canciones £ / cuarto de los niños, de Mussorgsky, y a Tbe
O.nldren's Córner, de Debussy. Igualmente perceptiva y cargada de com prensión,
aunque escrita con un objeto y técnica diferentes, es su «fantasía lírica* L’enfant et
les sortiléges (El niño y los sortilegios, 1925).
Entre las canciones de Ravel hay m uchas versiones de melodías populares tle di
versos países; sus melodías originales de importancia son las cinco caracterizacio
nes humorísticas y realistas de la vida animal Histoires ruuurelles (1906), las Cban-
sotis madécasses (Canciones de Madagascar, 1926), para voz, flauta, violoncello y pia-
no, y tres poemas de Mallarmé escritos para voz, piano, cuarteto d e cuerdas, dos
flautas y dos clarinetes (1913), que le fueron sugeridos a Ravel p o r Pierrot Lunaire,
de Schónberg. . . . .
El fin de una era 799 C*
La ó p e ra italiana
Uno_deJ o s «ismos» n usicales m enores de las postrimerias del siglo xix fue el
¡’ereaacLde la ópera italiana. Literalmente, esta palabra significa «verdaderismo»; a
yeces se la traduce com o -realismo» o "naturalism o». Su prim er signo de identidad
e.s la elección de un libreto que presenta gente cotidiana en situaciones familiares
. Que actúan con v¡olencia_'br'iO el.iiTiPulso de emociones elementales. Su segundo
signo es un estilo musical adecuado a semejante libreto. La ópera verista es la abue-
S¡X) Histoua de la música occidental, 2
Cartel teatral (1899) de Adolfo Hobenstein, para Tosca, de G'acomo Fuccini. estrenada en
Roma e n .1900. Aparece ilustrada la escena cargada de dramatismo, al final del acto 11. en
la que,- tras matar al jefe de policía Scarpia, Tosca coloca vi tas encendidas junco a la ca
beza del muerto y un crucifijo en su pecho. (¡Mitán, Museo ceci'rale Alta Scala.)
la inocente del melodrama televisivo y cinematográfico Fue tan típica del período
post rom ántico com o la disonancia, el gigantismo y los (estantes recursos musicales
que se em pleaban para excitar las sensibilidades estrag das. Las óperas veristas por
excelencia son Cavaltena n tscjcaga (Caballerosidad rús .ica, 1890) e / PagUacd (Los
payasos, 1392), de Pieuo Mascagni (136^-1945) v Rugeiero Leoncavallol 185S: 1919),
respectivam ente. El verismo duró poco, aunque tuvo al;'.unos paralelismos o rep er
cusiones en Francia v Alemania y sus creaciones aún U rm an parte del repertorio
mundial.
E! fin d e una era
SOI
;Se dice que Giacomo Puccini (1858-1924) participó en este movimiento con una
obra com o Tosca (1900) o U tabarro (1918); sin embargo, la mavor pane de sus
creaciones operísticas no son de u n fácil clasificación. Puccini, al igual que Masse
net, fue un ecléctico inteligente que refleja sucesivamente el gusto del post roman
ticismo por el sentimiento (M anon Lescaut, 1893). el realismo (La bohéme, 1S96) y
el exotism o (M adama Butterfly, 1904; Turándote 1926), con una música de intensi
dad lírica — a la que incorporó discretamente toques modernos de armonía— de
sarrollada con un sentido asom broso para.crear efectos teatrales.
Bibliografía
Para ediciones musicales de los compositores estudiados en-este capitulo, véase bajo el nom
bre de los mismos. i . . - . • • •
Post Romanticismo
. 'i \s
Se pueden hallar estudios generales sobre los compositores de este capítulo en Tbe Neta CrQ-
ve Tum o f tbe Century Masters (Janáéek, Mahler. Sibelius), debidos a J. Tyrell et al. (Nueva
York: Norton, 19S5); véanse también los capítulos XV1-XVIII.
Mahler •
Donald Mitchell: Gustav Mahler: Toe Early Years (Londres: Rockliff. 1958), revisado por P. Banks
y D. Matthews (Berkeley: University of California Press, 1980), e ídem: Gustav Mahler: Tbe
Wunderbom Years (Boulder, Col.: Wescview Press, 1976), son estudios muy buenos; Henry-
Louis de La Grange: Mahler, vol. 1 (Nueva York: Doubledav, 1973); Kurt Blaukopf: Mahler:
A Documentary Study (Nueva York: Oxford University Press, 1976); Deryck Cooke: Gustav
Mahler: An introduction to His Music (Londres: Faber and Faber. 1980). Hay opiniones in
teresantes sobre la vida de Mahler en Alma Mahler Wertél: Mahler: Memories and Letters,
3.a edición revisada por D. Mitchell y K. Martner, trad. de B. Creighton (Seattle University
" of Washington Press, 1975); Natalie Bauer-Lechner: Recolleaions o f Gustav Mahler, edición
bajo el cuidado de P. Franklin, trad. de D. Newlin (Cambridge University Press, 1980); Nor
man Lebrecht: Mahler Remernbered (Nueva York: Norton, 1988). La Internationale Gustav
Mahler Gesellschaft prepara una edición de las obras de Mahler (Viena, 1960-).
Reger
Las obras de Max Reger se han publicado en la edición completa debida al Max Reger Institute
(Wiesbaden: Breitkopf & Hartel, 1954-70). Catálogo temático confeccionado por F. Stein:
Tbetnastisciies Verzeichnis der im Druck erschienenen Werke ion Max Reger (Leipzig: Breit
kopf & Hartel, 1953). Bibliografía publicada por el Mxx Reger institute (Bonn: Ferd. Dümm-
ler Verlag. 1983). Véase también Mitchell: «Max Reger-, Tbe Music Reriew 12 (1951), 279-88.
802 Historia de la música occidental, 2
Strauss
Norman Del Mar. Ridxird Strauss: A Crilical Commenlary on His Life and Work, 3 vols. (Fi-
. ladelíia: Chihon Books, 1969-73: reimpreso con correcciones, 1978), es el estudio gene
ral de mayor calidad; Ernst K«T¡r>e: Richard Strauss, Toe Man and His Work, trad. de J.
Coombs (Londres: Collett's, 196-4); W. Mann.- Richard Strauss: A Crilical Study of His Operas
(Londres; Cassell, 1964): T. Armstrong: Srrauss's Tone Poems (Londres: Oxford University
Press, 1931); A. JefTerson: V x Lieder o f Ridxird Strauss (Nueva York: Praeger, 1972): R.
Strauss: Recollections and Refleaions. edición bajo el cuidado de Schuh (Londres: Boo-
sey & Hawkes, 1953). Canciones completas, 4 vols. edición preparada por F. Trenner (Fürst-
ner: Boosey & Hawles, 1964-65); catálogo temático debido a E. H. Mueller von Asow (Vie-
na: Doblinger, 1955-66).
Wolf
Frank W'alker: Hugo Wolf a Biograpby, 2° edición (Londres: Dcnt, 1968); Eric Sams: TheSongs
of Hugo Wof, 2." edición (Londres: Methuen. 19S1). Peters ha publicado las canciones de
Wolf en 23 volúmenes. Se prepara una nueva edición critica de las obras completas, en
cargados de la misma H. Jancik et al. (Viena. 1960-1).
Nacionalismo: Rusia
Sobre la música rusa en general, véanse Gerald Abraham: Studies in Russian Music (Londres:
WilMam Reeves, 1935: revisión. 1969): ídem.: Sloianic and Romantic Music (Nuera York:
Si. Manin's Press, 1968); Gerald R. Seaman: Hisioiy of Russian Music. vol. 1 (Nueva York:
Praeger, 1967); R. Ridenour: Nalionalism. Modemism and Personal Rivahy in lS)tb-Cen-
tury Russian Music (Ann Arbor: UM1 Research Press, 19S1); Tbe New Grave Russian Mas
ters, 2 vols. (Nueva York: Norton, 1986): Richard Taruskin: Opera and Drama in Russia as
Preacked and Practiced in tbe ISóOs (Ann Arbor: UMI Research Press, 1981).
Hay ediciones completas de las obras de Glinka (Moscú, 1955-57), Borodin (Moscú. 1938),
Mussorgsky (Moscú y Viena, 1928-34;,reimpresión. Nuéfá York, 1969: Edición del Estado
ruso, 1939). Rimskv-Korsakov (Moscú, 1948) y Scriabin (1950). " ‘ "
Balakirer'
Edward Garden: Balakiret’: A CriticaI Study o f Hú Life and Music (Londres: Faber and Faber.
1967). .
Glinka
Memoirs, trad. de R. B. Mudge (Norman: üniversity of Oklanom3 Press. 1963): David Brown:
Miklxiil Glinka: A Biograpbical and Crilical Study (Londres: Oxford University Press, 1974):
R. Taruskin: -Glinka's Ambiguous Legacv and the Birth Pangs of Russian Opera», l$)tb-Cen-
tuiy Music 1 (1977): 142-62". ■
I-'.l lin (Je una era
803 %
Mussorgsky c
Jay Levda y S. Benensson, encargados de la edición: Tbe Musorgsk}’ Reader: A Life o f M. P. Mu- c
sorgsky in Leners and Docurnertts (Nueva York: Nonon, 1947; reimpresión, 1970): M. D.
Calvocoressi: Musson sk)', revisado por Gerald Abraham (Londres: Dent, 1974); D. Llovd- <c
Jones: Boris Godunor: Critica! Comrnentary (Londres: Oxford University Press, 1975); A.
Orolova: Musorgsky's Oays and Works: A Biograpby in Documerits, trad. y encargado de la c
edición. R.J. Guenthcr (Ann Arbor: UM1 Research Press, 1983).
í
Rimsk}'-KorsaJzot■ c
My Musical Ufe, trad. de . Joffe (Nueva York: Knopf, 1923: reimpresión, 1974); 5115. Principies i
of Orcbestration contienen ejemplos musicales tomados de sus propias obras (Nueva York:
Dover. 1964):. Abraha n: Rimsfy-Korsakof: A Stx>n Biograph)' (Londres: Duckwonh, 1945).
c
i
Scriabin
(
Hugh Macdonald: Skryabin (Londres: Oxford University Press, 1978); Faubian Bowers: Skrya-
bin: A Biograpby o f tlx■Russian Composer, 2 vols. (Tokio y Palo Alto: Kcxhnsha Internatio
nal, 1969.1; ídem: Tbe t'ew Skryabin: Enigma and Ansuxrs (Nueva York: Si. Manin's Press.
1973): Boris de Schloe: er: Skryabin: Anist and Mysxic, trad. de N. Slonimskv (Berkeley: Uni-
versity of California Press, .1982), relato debido a un aiWg^-pariemefjsmés'M. 3aV;er!7Se
Music 'of Aloxtmder So iabin (New lia ven: Yale” University Press, 1986). .
Janácek ,
J. Vogel: Leos Janácek: His lije and Works, edición revisada por K_ lanovickv (Nueva Y'ork: Nor
ton, 1981); M. Ewans:./ inácek's Tragic Operas (Londres: Faber and Faber, 1977). Supra-
phon ha editado sus otras completas (Bárenreiter. 1979).
Grieg
Nielsen
Lüing Music y My Cbildlxiod. ambas en Londres, 1963: Roben Simpson: Cari tfielsen, Sjmplx)-
nist (Londres: Dent, 1974); Cervenary Evays, edición a cargo dej. Baizer (Londres.- D. Dob-
son, 1966). • • i
Sibelius
.sica (Je Sibelius. véanse G. Abraham. encargado de la edición: The Music o f Sibelius (Nue.u
York: Norton. 1957): James Burnett: Tbe Music ofJean Siielins (Ruthertord. N. J.: Fairleigh
Dickinson Press, 19S3. Véase también Jean Sibelius: An International Bibiiograp/n on ihe
Occasion o f tbe Center.ial Celebraiions. 1965 (Detroit Inormation Service).
A. Hodgson: Scandinanan Music. h'inland and Sweden (Ruti.erford, N. J.: Fairleigh Dickinson
Press: Londres: Associated Universitv Press. 1984).
Estados Unidos
Entre los estudios generales de la música de este país se in< luyen Gilbert Chase: American'*
Music. 2.J edición ( Nueva York: McGraw-Hill, 1966): H. '¡c ilev Hitchcock: Music in (be t'ni-
red States: A Historical Introcliiction (Englewood Clitís. .Y J.: Premice-Hall. 197-tV. Charles
Hamm: Music in the ¡Vete World (Nueva York: Norton, ll 83); Eileen Southern: The Music
o f Black Antericans: A History, 2." edición (Nueva York: Norton, 1983): ídem: Readin.p in
Black American Music. 2." edición (Nueva York: Norton. 1983); Roben Stevenson: Protes-
tant Cburch Music (Nueva York: Norton, 196(5): B. Nettl: .• n Introduction :o Folít Music in
United States (Detroit; Wavne State Universicy Press. 1960: revisión. 1976). Otros libros: The
Mete Grove Dictionary o f American Music, edición a careo de H. Wilev Hitchcock y S. Sa-
die (Nueva York: Grove’s Dictionaries of Music. 1986); 1homas Marrocco y Harold Glea-
son. encargadas de la edición: Music in America Ají A/ubolog)'... ¡620-IS65 (Nueva York:
Norton. 1964); William Billings: Tbe Continental Harmoi y, edición preparada por H. Na-
than (Cambridge: Belknap Press of Harvard Universitv Pr.\ss. 1961): G. Chase: Tbe Am.eri-
can Composer Speaks.- A Historical Anthology. ¡770-1965 IBaton Rouge-, Louisiana Univer-
sity Press. 1966): Lawrence Gilnvan: F.dward MacDowell. A Stttdy (Nueva York: Da Capo
Press. 1969).
Ices
Essavs Before a Sonata and Otber Writings, edición a cargo de H. Boacwright (Nueva York: Nor
ton, 1961); Memos, edición a cargo de J. Kirkpatrick (Nueva York: Nonon, 1971). Una bio
grafía muy rica en opiniones y percepciones es la de Frank R. Rossiter: Oxiries Ices and
Hts America (Nueva York: Liveright. 1975). Sobre la música de Ivés, véanse H. y S. Cowell:
Charles Ifes and Hts Music (Nueva York: Oxford Universicy Press. 1955: reimpresión, 1974);
• H. W. Hitchcock: Ices (Londres. Nueva York: Oxford Universicy Press, 1977). estudio de su
música. Los numerosos manuscritos y esbozos de Ivés d:positados en la Yale Universicy
I.ibrary fueron catalogados por J. Kirkpatrick (New Haven:ale Universicy Press, 1973). Véan
se también Vivían Perlis: Charles Ices Remembered: An Or, l History (New Haven: Yale Uni
versicy Press, 1974); An ices Celebration: Papers and Pam Is o f tbe Charles Ices Centennial
Festical Conference, edición a cargo de H. W. Hitchcock V. Perlis (Urbana: Universicy of
Illinois, 1977); J. P. Burkholder: Charles lees: The Ideas bel md tbe Music (New Haven: Yale
Universicy Press, 1985).
f
í
Inglaterra y España
Sohre el Nacionalismo musical inglés a principios del siglo x :. véase el capitulo 13 de History
o f Music in England, de Ernesc Walker, 3 ” edición revis ida por J. A Westrupo (Oxford:
Clarendon Press, 1952) y The ¡Vew Groce Twentietb-Centur • Englisb Masters. de D. McVeagh
et ál. (Nueva York: Norton. 1986).
El fin de una era 805
Elgar
Percv Young, encargado de la edición: Letters o f Elgar and Othvr Writings (Londres: GeotTrev
Bles. 1956). Sobre la vida y obras de F.lgar, véanse Diana McVeagh: Edivard Elgar.- His Ufe
and Music (Londres: Denc. 1955V. Michael Kennedy: Portrait o f Elgar, 2." edición revisada
( Londres: Oxford Universicy Press. 1982); Jerrold N. Moore: F.dward Elgar: .ACreative l.ife
(Londres: Oxford Universicy Press. 1984). Edición compleca de sus obras cuidada por J. M.
Moore (Sevenoaks, Keni: Novello. 1981).
Falla
Jaime Pahissu: Manuel de Falla: His Life and Works, trad. de J. Wagscaff (Londres: Museum
Press. 1954); G. Chase y A. Budwig; Manuel de Falla: A Gibliograpljy and Research Cuide
(Nueva York: Gurland Publishing. 1985).
De carácter general
Martin Cooper: Fretich Music from tbe Death o f Berlioz lo the Death o f Fauré (Londres: Ox
ford Universicy Press. 1951); Rollo Mvers: Modem Frene!) Musicfrom Fauré to 5ot<fer(Nue-
va York: Praeger Publishers, 1971); Roger Shactuck: The Banquee Years: The Arts in France.
ISS5-1918 (Londres. 1959; revisión. 1968); Paul Collaer: .AHistoiy of Modem Music, erad,
de S. Abeles (Cleveland: World Publishing, 1961). capítulos 4 a 7; Tbe New Grove Twen-
tieth-Centiuy Frene!} Masters, de J. Nectoux et al. (Mueva York: Norton. 1986).
Debussy
Los ensayos de Debussy se publicaron en París en 1923 con el título Monsieur Croché, an-
tidilettarue; en traducción inglesa: Debussy on Music. edición cuidada por F. lesure y R. L
Smich (Nueva York: Knopf, 1977). Hay trad. casc.: El señor Corchea y o m s escritos, Madrid.
Alianza Editorial. 1987. La meior biografía es la de E. Lockpeiser: Debussy: His Life and
Mind (Londres: Cassell, 1965-66). Véanse también León Vallas: Claude Debussy: His Ufe
and Works, trad. de M. y G. O’Brian (Londres: Oxford University Press. 1935); Archur
B. Wenk: Claude Debussy and Tiventienth-Centiiry Music (Boston: Twayner, 1983); Claude
Abravanel: Claude Debussy: A Bibliograpby (Decroit Studies in Music Bibllography, 1974);
William Austin, encargado de la edición: Prelude to *The ¡'■ftemoon on a Faun-, Norton
Cricical Score (Nueva York: Norcon, 1970).
Fauré
Norman Suckllng: Fauré (Londres, 1946); Roben Orledge: Gabriel Fauré (Londres: Eulenberg,
1979).
D'lndy
Raí •c/
Norman Demuilv. Rai'el (Londres: Deni. 3947; A. Orenstein: Rai'el. Man andMusician (Nueva
York: Columbia Universiry Press. 1975); Rollo Myers: Raí 'el: His Life and Works (Londres.
1960; reimpresión, 1973); Kogcr Nichols: Rai'el Remernbered (Nueva York: Norton, 198S).
Libros sobre los demás compositores franceses: Rollo Mvers: Eminanuel Q:abrier and His Cir-
de (Londres: Deni. 1979): Laurence Davies: César Franck and His Circle (Londres: Barrie
& Jenkins. 1970;-. Basil Deane: AUxrj Roussel (landres-. Barrie & Rockliff, 1961): Pierre-Da-
niel Templier: Erik Saiie (Nueva York: Da Capo Press, 1980).
Sobre Puccini. véanse Mosco Carner: Puccini: A Critical Biograpljy . 2.° edición (Londres: Duck-
worih. 1974): Howard Greenfield: P uccini (Nueva York: Putnam. 19S0), que comprende
una extensa bibliografía: VFíUiam Ashbrook: Tiye Operas o f P uccini (Nueva York: Oxford Uni-
versiiy Press. 1968). con notas de carácter programático sobre todas las óperas y ejemplos
musicales. Sobre el Verismo, véase Cari Dahlhaus: Realism inU ineteenth-C eruury Music.
trad. d<r M. Whiaall (Cambridge: Cambridge Universiry Press. 19S5).
VICENTE GESUALDO
La Música
en la Argentina
EDITORIAL STELLA
VIAMONTE 1984 - 1056 BUENOS AIRES • ARGENTINA
RICORDI
60 ^ : FLORIDA 677-BsJki.
3 2 2 -4 4 0 6
VICENTE GESUALDO
frente a su s respectivos cuarteles para ha lismo que por la mañana, y p asad a,
cerlos honores correspondientes, susofen- ^reta, al baile.
diendo todo trabajo durante veinticuatro i una de las cuadras que se consyúían.
horasV mandando poner en libertad/a los para'■el 3o de Caballería se improyísó un
presos que no estuviesen sujetos a proceso. salón.V cuando la banda del 2“ rompió el
Al d ía\iguiente, cuando salió aí sol los fuego c$n una cueca, estaban/presentes
cuerpos e ra b a n , como se había/rdenado, todas la stíe la guarnición.
en líneas dabatalla, saludando^ astro que En aquellas épocas, las aíujeres de la
simboliza nuestra gloriosa independencia tropa eran consideradas como fuerza elec
Si alguien de'afuera nos hubiese visto for tiva de los cuerpos; se l¿s daba raciona
mados, se habría preguntado'qué hordas de miento y, en carnbio, s e /e s imponían tam
forajidos éramos. No había dos soldados bién obligaciones; lavaoan la ropa de los
vestidos de iguaJ m anera/Este llevaba de enfermos, y cuando La división tenía que
chiripá la manta; iquél carecía de chaqueti marchar de un punuá a otro, arreaban las
lla; unos calzabaA botas viejas y torcidas, caballadas. Había aigü-cas m ujeres—como
otros estaban en alpargatas; los de este la del sargento Gallo— que rivalizaban con
grupo tenían envueltos los pies con peda los milicos más «(estros eh el arte de aman
zos de cuero de carnero; aquellos otros- sar un potro y a e bolear un. avestruz. Eran
descalzos. toda la alegría del campamento y el señuelo
que conterya en gran parte lasdeserciones.
Lo único uniforme yMimpio eran los caba Sin esas nlujeres, la existencia ntibiera sido
llos y las armas./Sin embargo, cuando se imposible. Acaso las pobres impedían el
tocó el himno na/íonal, cuando el jefe dio un desba/ície de los cuerpos. \
grito vivando a/la patria, aquellos pobres Pasada la gran fiesta nacional, la vida del
milicos respondieron coa todo el entusias catnpamento volvió a reanudarse, dura y
mo de sus corazones y acaso creyeron que monótona como hasta entonces.” •
no habían hacho aún bastante para mere
cer la gratitud de la nacióni
Después/de la parada, sa tocó "carnea Los m ú s ic o s d e la
da"; y por primera vez, después de un año, g e n e ra c ió n d el 8 0
se mataron reses vacunas, en excelente
estado d a gordura. Hubo además una dis La obra de los compositores argentinos
tribución p e caña a la tropa, col} acompaña nacidos entre 1860 y 1890, aproximada-
miento de azúcar y café. y mente, presenta caracteres bastante homo
iPor la noche gran baile! géneos, que encuentran su fundamento
' Pero/antes, durante el día fenían que, básico en la estética del nacionalismo mu
verifica/se diversos números de Vin variadí sical. Estos compositores, a quienes agru
simo p/ogram a \ pamos como “generación del 30”, represen
, El más importante de todos lo constituía tan a su ép o ca Este período de nuestra
un- palo jabonado, alto de cuatro'* o cinco música ai cual algunos críticos denominan
metrcs,en cuya puntacolgaba nada menos como el “de los primeros profesionales”,
q u e d n vale de cincuenta pesos. Todo el define con claridad la naturaleza de dichos
munqo.intentó apoderarse de la codiciada creadores. La “tendencia nacional", ya insi
prenda;, y.después de tres largas horas de nuada por los músicos del período anterior,
chacota y de broma-consiguió arrebatarla que participaron en los Conciertos Nacio
un músico del 2? de Infantería.. nales de los años 1874-1882, encuentra
Después del palo jabonado, la atracción así fieles continuadores que acentúan una
del/día fueron, las carreras, en las cuales línea creativa
” mᣠde un milico logró'quedarse sin sueldo I Nunca se escribieron tantas óperas eri el
para cuando volviese el comisario. país como en lo^nLños de auge de los
A la puesta del sol, vuelta a formar lo compositores de esta generación, que se
Ü 'K K e rV iC i XI
LA MUSICA EN LA ARGENTINA
_______________________________________ 183
Pablo M. BerutL
VICENTE GESUALDC
184
al del Jardín
18 de diciembre de 1894 su ópera Elaine
¡tableció una
en la Iglesia fue representada en el Metropolitan Opera
House, de Nueva York, cantada por el famo
e la calle Co-
¡ón y fue el so tenor Jean de Reszke y la gran soprano
australiana Nellie Melba.62
o rio de Bue-
'.ional de Mú- Justino Clérice alcanzó gran fama en
io en la calle París, entre los años 1882 y 1908, en que
n plantel de falleció. Alumno del com positor negro Ze-
Bernasconi. nón Rolón, quien había sido discípulo de
étera. Allí se Mabellini en Florencia, se estableció en
'ofesores de París en 1882 y prosiguió sus estudios con
;l másimpor- Leo Delibés y Emilio Pessard. En 1887
93, en que estrenó la ópera cómica Le m eunier d’A lca
lá, que permaneció cien días en cartel, y a
onservatorio
as reconoce partir de entonces y hasta 1906 estrenó
jndadorque más de 20 óperas y ballets de gran éxito,
32 Gutiérrez entre ellas: Figarelie (1889), Le 2me. Hus-
sards (1894), Phrynette (1895), Pavie (1897),
m dos libros.
Vercingetorix( 1900), L a p e tite Venus (1900),
za Nacional.
Au tem ps ja d is (1905), Féte a Rome (1906).
Clérice supo asimilar las cualidades, el esti
lo, el donaire y la elegancia de sus maestros
sus óperas franceses y se entregó de lleno a la compo
•rk________ sición de óperas cómicas, ballets y operetas
que le dieron gran nombradía en el París
estacan en finisecular. En 1889 fue miembro del jurado
andes com- en el gran concurso de la Exposición Uni Alberto Williams. Dibujo de 1889.
1859-1931) versal de París y en 1890 ingresó a la
. Bemberg rancho abandonado (1890); Poco después,
Academia de Francia. Sus obras, de refina 'publicó una colección de cincuenta piezas,
milia porte- da gracia y elegancia, de genuinos linea-
y de Luisa titulada ¡A ires de la Pampa, en que transcri
mentos parisienses, fueron estrenadas en bió aires nacionales pampeanos. De l 907 a
net, Bizet y los teatros Bouffes Parisiennes, de la Gaité,
j la mayor 1937 escribió siete Sinfonías, en las que
la Opera Comique y en los principales tea hay un marcado estilo europeo, influencias
es viajes a tros de Lisboa, Bruselas y Montecarlo.
obras, los de sus maestros franceses. Williams fue el
>el estreno Importante figura de este grupo fue Al fundador del andamiaje musical en nuestro
esta de 50 berto W illia m s ^ 862-1952); durante años la país, su actividad en el campo de la promo
Camps, en figura patriarcal de la música argentina. ción musical fue múltiple e intensa. Realizó
definitiva- Williams se erige como la figura señera en el una vasta labor en la¿organización de con
en la Sala terreno de la música para piano, particular ciertos, de la enseñanza, de las publicacio
ilos, coro y mente porque con ella inicia el nacionalis nes, de la formación de intérpretes/Fundó y
on Masse- mo musical en el país. Era nieto de Amancio dirigió los conciertos del Ateneo (1892), los
logiaron la Alcorta, uno de los precursores y conoció a de la Biblioteca Nacional (1902 a 1905), los
gentino. A Juan Pedro Esnaola en la Escuela de Músi del Conservatorio Williams y los Populares.
ra Cómica ca de la Provincia (1875). Viajó a Europa con Sobre la base del Conservatorio de Buenos
en 1892 una beca, en 1882, y en París fue alumno de Aires, que había fundado Juan Gutiérrez,
arden, de Mathías, Durand, Godard y del famoso Cé estableció el Conservatorio Williams, que
e. A esta sar Franck. En/18 8 9 'regresó a Buenos A ires d irig ió desde >1333_hasta 1941J
aw, quien y realizó un viaje por la provincia para cono Un pianista y com positor de delicado y
na Melba, cer la música y las danzas de la gente del exquisito talento fue Ju liá n A guirr& O 868-
mberg. El campo.jDe este viaje nació la primera de sus 1924), el continuador inmediato del nacio
obras inspiradas en el folklore nacional, El nalismo musical iniciado por Williams. Fue
VICENTE GESUALDO
186
Director de orquesta de fama internacio academia de West Point fue amigo del hijo
nal y fecundo com positor fu e lJié cto r Pani- del presidente, R obertTodd Lincoln. En la
zza {1875-1967), nacido en Buenos Aires, Guerra Civil de aquel país participó en gran
hijo de un gran violoncelista italiano, Juan des batallas, entre ellas, Chattanooga
Gracioso Panizza. En 1887 viajó a Italia y en (1863), Olustee (1864), Richmond (1865),
Milán fue alumno de Ferroni y de Galli; a su donde alcanzó la faja de teniente coronel
regreso a Buenos Aires, en 1892, estrenó su sobre el campo de batalla. Formó los prime
suite sinfónica ÍBodas Campestres.) En 1895 ros regimientos de negros en el país del
regresó a Milán y completó sus estudios. En norte, como dice Sarmiento en su Vida de
1898 inició su carrera de director de or Lincoln (1868). Cerca de Richmond leyó un
questa como sustituto del maestro Masche- libro de Poe, que luego tradujo al español.
roni, en el Teatro Constanzi, de Roma. A Después de la guerra pasó a México, donde
partir de entonces, fue director en los prin luchó con las fuerzas de Juárez contra los
cipales teatros del mundo. Temperamento franceses de Maximiliano. Allí alcanzó el
ágil, gran estudioso y dotado de una extra grado de general. En una ocasión tuvo un
ordinaria facilidad interpretativa, es el autor “ duelo a la texana” , a pocos pasos y con dos
de las óperas II fidanzato del mare (1897), revólveres en las manos, quedando herido >
M edioevo Latino (1901), Aurora (1908), cu su oponente muerto. En 1874 conoció al
ya Oración a la bandera es obligatoria en las cubano José Martí y en 1877 fue su testigo
escuelas, y Bizancio (1939). de casamiento en Nueva York. A su regreso
C onstantino Gaito (1876-1945), nacido a Buenos Aires, fue promovido a general, y
en Buenos Aires, con estudios en Nápolesy en julio de 1880 se casó con Ana Burmeis-
en Milán, donde conoció a Verdi, quien lo ter, hija del sabio alemán director del Museo
estimuló en sus estudios (1893). Compuso de Historia Natural. Padrino de la boda fue
varias óperas de estilo italiano y abordó la
temática americanista en las óperas Ollan-
tay (1926), Lázaro (1929) y La sangre de las
guitarras (1932).
a obra Chile y de la actriz Dominguita Montes de do co m p o sito r com patriota Hilario M oreno (Ra
Oca (1820-1870). Su abuela materna fue la menti), autor de una serie de och o b o stonadas, la
famosa actriz Antonina Montes de Oca m á s brillante q u e so b re e s te ritmo s e haya escri
(1778-1834), quien actuó en la Ranchería y to. La casa Ricordi, de Milán, acaba de adquirirla
¡ernard propiedad de e s to s valses po r el térm ino de d iez
en el Coliseo de Buenos Aires. Su padre fue
con el años."
secretario de Rivadavia y como unitario tuvo
diarios que exiliarse en Chile y Perú hasta 1860,
e 1888 año en que la familia regresó a Buenos
ito del Aires. Por ello Hilarión nació en Santiago de
(1861- Chile, en 1853. Asistió a la Escuela Catedral Un m úsico argentino en la
y de la al Norte, donde su padre era director, de corte del zar (1805)
3 discí- signado por Sarmiento y después cursó la
i París, Escuela Naval en el país y en España, D iplom ático y co m p osito r fue Eduar
bro de donde prestó servicios a bordo de la fragata do García M ansilla (1866-1930), naci
\ns de “ Asturias” . En 1897 la revista Buenos Aires do en la legación argentina en Wash
la 113 habla “ del teniente de navio Hilarión More ington. Su padre, M anuel Rafael Gar
tantas no, que tanta popularidad ha dado al seu cía, era em bajador a rg entino en los
íión en dónimo Ramenti, con sus valses Boston, Estados Unidos y en Europa, y su
Hugo, que el editor Ricordi ha editado...” “ Ramen madre, Eduarda M ansilla de García,
a, y allí ti” era el anagrama de la palabra“ mentira” y poetisa y com positora, era hija de
Melba, con ella firmó Moreno sus valses Boston, de Agustina Rosas y del general Lucio V.
en Ve- gran delicadeza melódica y refinada ele Mansilla, el héroe de Obligado. Su tío
Este gancia, obras que recorrieron los salones m aterno fue Lucio Mansilla, el a uto r de
ie que de todo el mundo desde la década de 1880- Una excursión a los indios ranqueles.
-lindou 90 hasta principios del siglo actual. Además Fue alum no de M assenet en París
de estos valses, Seville, Darkness, Pierrette, (1889) y de Rim sky Korsakov en San
ópera Le Matin, Moreno compuso la opereta Su- Petersburgo. A p rin cip io s de siglo fue
í'ork el lam ita y la zarzuela El Príncipe Luz-bel nom brado encargado de negocios de
on los (1894). Los valses Boston llevaban ese la A rgentina en Rusia. El zar N icolás II
san de nombre por ser parecidos a ese tipo de vals lo d istin gu ió personalm ente, pues el
e Ber- lento y melódico de moda en los Estados argentino era un hom bre m uy ocurren
sstaba Unidos en esos años. te y el soberano se divertía con sus
haber- Moreno fue embajador en Uruguay, Bra salidas. El zar se detenía en las reunio
quien sil, México, el Vaticano, España, Estados nes de palacio a ch arlar con él, cele
I, pero Unidos, Polonia y Lisboa, donde lo sorpren brando con carcajadas sus ocurreg-
:ne, de dió la muerte en 1931. Integrado a la vida cias. A rtista de vasta cultura y fina
>prano social de los grandes centros del mundo, sensibilidad, en 1905 dedicó a l zar una
rse lo era generoso, pulcro, gran cultor de la amis ópera, titulada Iván, escrita sobre una
tad y en su aspecto exterior un verdadero leyenda rusa, letra y m úsica propias,
“ gentleman” . , que fue representada con suceso en el
En la revista Buenos Aires, del 22 d e n o viem teatro del Palacio Im perial del Hermi-
bre de 1896, le e m o s e s ta s lin ea s acerca del vals tage ese mism o año, en el Teatro Co
196) “B o sto n ”: “El boston, ca d en cioso, lento, suave, lón el 20 de ju lio de 1915 y en el Teatro
co n versa d o r y h a sta a m o ro so vals, tuvo en n u e s Constanzi, de Roma, el 13 de a b ril de
idos y tra capital, c u a n d o su aparición, m uy franca 1916. Al estreno de Iván en la corte
? Hila- acogida. Strauss, W aldteufel y Metra habían e s rusa asistieron el zar, la em peratriz
crito las m e jo re s p iezas, p ero faltaba el vals p o c o Alejandra, la zarina m adre y gran nú
lomá-
agitado, de c o m p á s largo y cóm odo, el vals d e las mero de príncipes y nobles cortesa
^alses confidencias. En sum a, faltaba el vals discreto,
^es de nos.
suelto, sin vértigos, y fue el boston, creación de
1804- los norteam ericanos, el q u e vino a realizar el
rta en ideal buscado, para felicidad de n u estro inspira
190 VICENTE GESUALDO
La danza de salón de Buenos Aires 1 860, dice: “ El Club del Progreso que algu
en la segunda m itad del siglo XIX nos creían iba a exhalar su último suspiro,
como otras de su género que desgraciada
mente no han podido resistir a la veleidad
A partir de 1 852 los saraos realizados en de nuestras cosas, dará un baile mañana.
los salones porteños tradicionales, en so ¿Quién no asistió a los lujosísim os bailes
ciedades y clubes adquieren extraordinario que daba esa asociación en estos últimos
brillo. Se cultivan los valses, polkas y mazur- años?”
kas y las cuadrillas y lanceros, danzas de Thomas WoojJbine Hinchliff, viajero in
conjunto. glés que visitó Buenos Aires en 1 861, nos
El Club del Progreso de Buenos Aires fue dejó este relato de su visita al Club del
el más importante y distinguido de los clu Progreso:
bes porteños de la segunda mitad del siglo “Yo estuve en el baile dado en el Club del
pasado, en cuyos bailes pudieron estudiar Progreso en sus propios y hermosos salones. El
se por etapas más de cincuenta años de la gobernador, general Mitre, se hallaba presente
vida social de Buenos Aires. Fundado el 25 con su esposa y era el blanco de todas las mi
de mayo de 1 852, “con el objeto de reunir radas. Es un hombre alto y hermoso, de aspec
to verdaderamente elegante. Los salones esta
los caballeros más respetables, nacionales
ban hermosamente decorados y adornados con
y extranjeros, para mantener y estrechar las flores; la orquesta, perfecta y numerosa, y todo
relaciones personales” , como reza el di hermosamente presentado. Las mujeres son
ploma otorgado a los socios fundadores. justam ente celebradas por su belleza y elegan
Como símbolo del progreso que animaba a cia, y los salones del Club lucían tanto con su
sus integrantes, el escudo social ostentaba presencia que un ingles no podía dejar de imagi
un globo aerostático sobre un vapor de nar el efecto que hubiera producido aquella
ruedas, máximas conquistas mecánicas de esplendorosa juventud en los majestuosos salo
la época. La primera casa que ocupó el club nes de Pall Malí (calle de Londres donde estaban
estaba en la calle Perú N° 1 35; en 1856 se entonces los clubs de mayor distinción). El pa
searse, sin embargo, en los salones parece más
trasladó al gran edificio de la calle Perú
preferible que bailara la manera encantadora de
esquina Victoria, local que ocupó hasta Europa, y aunque el salón de baile se encontraba
1 900. Este edificio fue demolido en 1 982. casi lleno, no era raroencontrarsolam ente dos o
Allí estaba, con su estrecha escalera que tres parejas bailando mientras la orquesta ejecu
vio subir y descender a los leones y las be taba con toda fuerza un vals muy popular. Había.
llezas de varias generaciones. El clásico con todo, cierto aire de solemnidad en el ambien
salón de los retratos, largo y angosto, so te del Club del Progreso, que no era el propio de
bre la calle Victoria, en el primer piso, la agradable vivacidad de las porteñas cuando
donde las grandes figuras de la política están en el ambiente de sus casas y en las
y las finanzas de ese tiempo pasaban inter tertulias domésticas”
minables veladas jugando al ajedrez o ha En “ El Nacional” , del 28 de enero de
blando de política y negocios. El comedor 1 862, leemos: “ A a las doce y media de la
de los am bigús de antaño, deslumbrante y noche se inició el baile en el Club del
rumoroso; el gran salón de baile en el tercer Progreso. Una linda y armoniosa orquesta
piso, adornado de grandes espejos, colga tocó el wals, la polca seductora y la embria
duras y ricos tapices... Era el tiempo dicho gadora mazurka” . En esos años era director
so de las mazurcas y los lanceros cuando de orquesta en los bailes realizados en el
vivían sus idilios las abuelas... A fines de club el músico argentino Pedro Albornoz,
1 859 la situación política por que atravesa autor de los famosos Lanceros del Club del
ba el país creó situaciones de apremio para Progreso.
muchas instituciones; la Sociedad Filarmó La cuadrilla fue una de las danzas más
nica concluyó sus actividades ese año y el ¡ difundidas en el salón rioplatense de la
Club del Progreso pasó por una situación : segunda mitad del siglo XIX. Heredera de >a
similar. “ El Nacional” del 15 de febrero de ^contradanza, derivó su nombre de “escua
LA M USICA EN LA ARG ENTINA
.19 T
dra” o “ cuadrada” , por la distribución en lección de com posiciones para piano, im
cuadrado de los bailarines, quienes bailan presa en París, incluye unascuadrillas(Pan-
en grupo de cuatro, formando dos parejas talón , L’Eté, Poule, Trenis y Final). En 1 853,
de frente. La cuadrilla francesa constaba de Prosper Fleuriet compone una cuadrilla mi
seis figuras: “ Le Pantalón” , L’ Eté” , “ La Pou- litar con el título La batalla de M onte Case
le” ,“ La Trénis” ,“ La Pastourelle” y “ Le Final” . ros. El 22 de mayo de 1857, Luis Preti,
Su partitura musical se dividía en seis par director de orquesta del teatro Colón, es
tes de 32 compases cada una. Las cuadri trena en esa sala su cuadrilla titulada La
llas se bailaban generalm ente entre cuatro lo cu ra d e 1857, dedicada a la artista Matilde
parejas, pero este número podía ser mayor, Duelos.
J las que se colocaban formando cuadro y en ■ ^ L o s lanceros, derivados de la cuadrilla,
llegan a Buenos Aires a mediados de 1857.
\ vis a vis. Al comenzar la danza se saludaban
ceremoniosamente durante los ocho com “ El Nacional” del 25 de julio de ese año
pases de introducción. Iniciaban la primera dice: “ Los lanceros. - Contradanza inglesa.
figura de “ las tijeras”, en que las damas Este lindísimo baile de Sociedad, recién
pasaban intercaladas por el centro y los importado de Europa, y cuya primera edi
caballeros por fuera, dando media vuelta y ción se ha agotado en estos días, se halla en
tomados de la mano formaban, a continua venta, con la esplicación de las figuras y
ción la“ cadena de damas” y las caprichosas modo de bailarlo, en el almacén de música
figuras del baile. La cuadrilla aparece en de Cornú, calle Santa Rosa num. 65.”
Buenos Aires en 1825, según afirma el En los bailes de máscaras realizados en
viajero J.A. B. Beaumont en su libro Travels in el Carnaval de 1880, en los teatros Colón,
Buenos Ayres and adjacent provinces: “ La Opera y Politeama Argentino, las danzas se
cuadrilla se ha introducido últimamente y ejecutaban en el orden siguiente: 1) Polka,
todavía no es común en Buenos Aires” 2) Habanera. 3) Cuadrilla (a la francesa). 4)
(Beaumont escribía esto en 1826). Este Wals. 5) Mazurka. 6) Schottisch, y7) Cuadri
baile mantuvo su popularidad hasta fines lla (a la francesa). En la revista semanal
del siglo. Juan Bautista Alberdi, en su traba “ Buenos Aires” del 20 de febrero de 1898,
jo C ondiciones de una tertulia de baile, se publicó una nota titulada Los bailes de
publicado en “ El Iniciador” de Montevideo salón, en la cual leemos: “ Los bailes moder
del 1° de setiembre de 1838, se refiere a la nos que se practican en los salones porte
popularidad de esta danza en los salones ños son el vals, el «pas de quatre», la polka
rioplatenses: “ Ahora viene la cuadrilla. Los militar, la cuadrilla americana, el cotillón y el
elegantes deben correr y arrebatarse las «pas de patineurs».”
cabeceras: es un deber de modestia y de
obsecuencia. Se debe bailar la cuadrilla,
con los ojos en los pies, a ver qué tal se Los Conciertos Nacionales
portan, porque el baile, es asunto todo de de 1874-82
pies, y nada de la cabeza, de la boca, de los
ojos...” Juan Pedro Esnaola compuso en
1842 una Q uadrilla para Piano Forte, dedi Los C onciertos N acionales de 1874-82.
cada a Manuelita Rosas en el día de su En los años 1874-82 se llevan a cabo en
cumpleaños, que constaba de las siguien Buenos Aires una serie de Conciertos Na
tes partes: Pantalón, L’Eté, La Poule, Pas cionales organizados para dar a conocer la
tourelle y Final. Santiago Calzadilla publicó obra de músicos argentinos. Estos concier
en 1892 un álbum de piezas de Esnaola que tos ocupan un lugardestacado en la historia
contiene otra cuadrilla del mismo composi del arte musical en la Argentina; en ellos se
tor, escrita en 1845 (Pantalón, L’Eté, Poule, dieron a conocer jóvenes valores de nues
Trenis y Final). Antonio Sáenz en su Guir tra música que superaron el ámbito provin
nalda Musical, publicada en 1838, incluye ciano de su labor e ingresaron al panorama
unas cuadrillas. Amancio Alcorta en su Co nacional. En sus'obras se advierte el nací-
VICENTE GESUALDO
192
Guaraníes y jesuitas
De la Tierra sin Mal al Paraíso
Ilustraciones:
OSCAR ROJAS
SUDAMERICANA
J O ▼ E N
E N S A Y O
Dirección Editorial
Canela
(Gigliola Zecchin de Duhalde)
Impreso en la Argentina.
Q ueda hecho el depósito
que previene la ley 11.723.
© 1995, Editorial Sudam ericana S.A.
Humberto 1 531, Buenos Aires.
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■» 15
Del Ecuador al trópico de Capricornio, bosque tórrido, m e
seta selvática del Mato Grosso: días sofocantes y noches géli
das... hacia el sur, hacia el norte, hacia el este, se desparrama
ban los grupos humanos. Avanzaban con lentitud a pesar del
entusiasmo. A veces no tenían para comer más que el corazón
tierno de las palmeras o algunas raíces. Entonces se detenían
un tiempo, hacían sus rozas quemando selva de monte, planta
ban su maíz y esperaban que creciera. Debían estar alertas ante
un posible ataque de pueblos enemigos enfrentando estoi
camente el hambre y el cansancio. Exaltados por la promesa
de llegar, bailaban y cantaban durante días y noches enteras al
ritmo de maracas y tacuaras adornadas con plumas de papaga
yo, picos de tucán y semillas multicolores, en un frenesí que
hacía olvidar la comida y el descanso hasta caer agotados. Esos
bailes servirían de purificación para llegar más livianos a la Yuy
mará h e ’y, la Tierra sin Mal, donde habitaban los hombres-
dioses que los precedieron. Expresaban en ellos sus deseos de
liberación, sus ansias de llegar al lugar donde serían felices
para siempre.
Cuando encontraban un obstáculo al parecer insuperable
torcían el rumbo. Quedaron atónitos al ver por primera vez
frente a ellos la franja de blanca arena y el inmenso mar, azul,
profundo y brillante... eso significaba que el karaí, profeta y
guía, había fracasado y debía morir, o que la Tierra sin Mal
estaba al otro lado ofreciendo sus regalos a los intrépidos que
lo cruzaran. La existencia de la Yvy m ará h e ’y, sin embargo,
jamás era objetada. La fe en el lugar de las delicias y la inmor
talidad siguió siempre incólume: si no estaba en esa dirección
había que tomar otra... Así fueron poblando a través de siglos
toda el área amazónica: hacia el norte, el sur y el sureste del
Gran Río. Eran los tupí-guaraníes, los descendientes de aque
llos míticos hermanos Tupí y Guaraní que, según la leyenda,
habían llegado a la selva desde una tierra misteriosa situada al
otro lado del mar. Enemistados entre ellos por culpa de sus
mujeres, se separaron conservando idioma y costumbres. Tupí,
el mayor, quedó en la extensa región que va del Mato Grosso
hasta el litoral atlántico cultivando la mandioca, en tanto
Guaraní, cruzando el Paranapanema, proseguía hacia el sur y
hacia el oeste, donde haría florecer las espigas del maíz.
16
Su hábitat fue la selva, nunca se alejaron demasiado de
ella. La selva húmeda y crepitante de sonidos y olores. De
intensos verdes conservados por la presencia constante del
agua. Presencia vivificadora en los sembrados y en los ríos
repletos de peces pero mortífera en los pantanos pestilentes
que alimentan insectos y alimañas. Agua pura al caer en gotas
de lluvia y podrida en los charcos que nunca llegan a secarse
por la ausencia del sol. Enrejados de lianas entre lapachos
lloridos, olorosos cedros, peterebí de preciosas maderas,
urunday y quebrachos duros com o la piedra, donde canta el
urutaú, se lamenta el chogüí, grita el guacamayo multicolor y
chilla el mono colorado, pero a la vez acecha la muerte en
imprevistos colmillos venenosos, entre garras afiladas o descol
gándose repentinamente en forma de sucurí, inmensa boa
constrictor. Suelo siempre húmedo, hojas y restos vegetales en
descom posición que disimulan la presencia de víboras mortífe
ras: la potente yarará, la coral, la cascabel... Rincones som
bríos, alegrados por orquídeas amarillas, rosas y blancas. De
vez en cuando un rumor hace temblar la tierra anunciando la
llegada de una inmensa piara de pecaríes que arrasa todo a su
paso. O aparece una migración de hormigas, oscura mancha
ondulante de más de cien metros de largo, o un nudo de
víboras de coral retorciéndose en caótica maraña... Y amena
zante, omnipresente aun sin nombrarlo, la figura del yaguareté,
oí felino americano engendrador de mitos y leyendas.
Los numerosísimos descendientes de Tupí y Guaraní pe
netraron selvas y bosques dispersándose en cantidad de linajes
o parcialidades amigas o enemigas. Todos hablaban una len
gua madre, habitaban aldeas semiestables, cultivaban la tierra
y conservaban el recuerdo de su común origen y el anhelo de
llegar algún día a la Tierra sin Mal.
17
con el hombre occidental. Esta vez el encuentro tendrá caracte
rísticas muy especiales: a fines del siglo XVI llegan a las selvas
los cultos e idealistas hijos de Ignacio de Loyola, dispuestos a
seguir el mandato evangélico “Id y bautizad a todas las nacio
n es”, hasta sus últimas consecuencias, es decir hasta el marti
rio si fuera preciso. Eran representantes de una Orden nueva,
aún pletórica del entusiasmo que habían grabado en ella su
fundador y sus primeros seguidores. Tenían presente la
carismática figura del navarro Francisco Javier, que acababa de
morir en las costas del Japón. Venían de todos los rincones de
Europa, reconocían la importancia del estudio y representaban
una faceta del espíritu “moderno”: apertura hacia los otros,
tolerancia, ansias de saber y conocer. Su empresa no era algo
improvisado: venían munidos de dos armas indispensables
para su combate espiritual: el conocimiento del idioma de
aquellos que iban a encontrar y la disponibilidad y entrega a
Dios, a sus superiores, y a los hombres que pretendían ganar
para su causa. Como los tupí-guaraníes, también los jesuítas
vivían en constante peregrinaje hacia un Paraíso y, com o ellos,
toda su vida estaba orientada hacia el Más Allá.
18
t a n . Quisiera destacar también la importancia de los trabajos
otnohistóricos de autores de la talla de León Cadogan y su
discípulo, el jesuíta Bartomeu Meliá, para lograr un acerca
miento a la cosmovisión de los guaraníes del siglo XVI a través
de sus estudios y recopilaciones de tradiciones orales de los
actuales guaraníes, cuya existencia muchos ignoran.
Cada vez más limitados en su espacio selvático arrasado
por el hombre blanco, las parcialidades tupí-guaraníes disemi
nadas en territorio paraguayo, argentino y brasilero siguen aún
cumpliendo sus ritos y comunicándose con el Más Allá a través
<!e sus cantos y bailes. Lo curioso, lo increíble, es que algunos
de ellos que estaban a punto de reducirse en vísperas de la
expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, aún conservan la
memoria de aquellos hombres vestidos de negro, venidos de
tierras lejanas, que tantas maravillas les prometían y que un día
los tuvieron que abandonar...
19
Para una mayor comprensión de la cambiante y rica histo
ria de las misiones jesuíticas entre los guaraníes, podríamos
fijar cuatro etapas:
1) El mundo tupí-guaraní y el mundo europeo a fines del
siglo XVI. El encuentro.
2) 1609-1637. Los “tiempos heroicos" a través de las cartas
anuas.
3) 1628-1641. Florecimiento y ruina del Guayrá, el Tape y
los itatines. Los bandeirantes. Batalla de Mbororé.
4) 1641-1750. Consolidación y crecimiento demográfico.
Progreso cultural y económico.
Primera parte
E l m u n d o tu p í- g u a r a n í
y e l m u n d o e u r o p e o a fin e s
d e l s ig lo X V I. E l e n c u e n tr o
El hábitat
25
Amazonas hasta la isla de Santa Catalina. Allí comenzaba el
predominio de los guaraníes. Sus aldeas se distribuían cerca
nas a los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay hasta las islas del
delta del Río de la Plata. En lo que sería Asunción vivían los
Carios, más al norte los llamados Itatines y atravesando las
selvas ch aq u eñ as hasta los contrafuertes andinos, los
chiriguanos, terror de sus vecinos más evolucionados del Alto
Perú. Paraná arriba se llegaba a las Tierras de Guayrá y
Tayaoba, y desde el río Uruguay hacia el Atlántico estaba la
llamada región del Tape.
Los españoles llamarían “provincias” a estas regiones ha
bitadas por distintas parcialidades.
26
i £ £
2 , PC *-í
S: i (t vn
fH U
estaba formada por varias de esas m alocas situadas frente a un
espacio central cuadrangular, a modo de plaza, protegida por
una o más empalizadas. Schmidl, el famoso lansquenete' fla
m enco de la expedición de Pedro de Mendoza, ha dejado des
cripciones detalladas de ellas:
“Los carios habían rodeado su aldea con tres palizadas de
postes que parecían muros. Eran gruesos com o un hombre y
sobresalían de la tierra com o tres bazas, y tenían enterrado un
largo igual a la altura de un hombre. También habían cavado
unos fosos, y en el fondo de éstos, clavadas en la tierra, estacas
pequeñas, puntiagudas com o agujas, cinco o seis en cada foso
(...) y estos fosos estaban cubiertos y disimulados con paja,
ramitas y hierbas, para que no se viera que allí estaban.”
Tales edificaciones defensivas muestran el carácter beli
coso de los tupí-guaraníes. Un grupo de estos tekoa constituía
una tribu o parcialidad autónoma que disponía sus propias
áreas para el cultivo, la caza y la pesca. En ocasión de guerra,
varias parcialidades podían reunirse en una guara o provincia,
bajo el mando de un gran jefe, el mburuuichá-guazú.
La autoridad del jefe se basaba en un sistema de reciproci
dad: el cacique repartía las tierras y las mujeres obtenidas en
las guerras, los “vasallos” le retribuían con cosechas y mujeres.
También entregaban mujeres a jefes de otras tribus com o pren
da de paz, para fortalecer alianzas o para halagar a los huéspe
des extranjeros acogidos con hospitalidad. La poligamia era
una de las instituciones político-sociales más importantes pues
de ella dependía, además de los pactos y alianzas, la fuerza
económ ica que representaba la gran familia polígama. El cargo
de jefe político era hereditario, pero para ser aceptado com o tal
se debía, ante todo, ser un buen guerrero, poseer elocuencia y
ser generoso en el reparto de alimentos y mujeres. Dirigía las
empresas comunitarias com o mantener la paz del grupo o
desbrozar los terrenos que luego serían repartidos entre las
familias nucleares. Una especie de consejo de ancianos se
reunía regularmente para discutir problemas com unes al tekoa.
' Soldado de la infantería alem ana que peleó durante la dom inación de la
casa de Austria.
28
Sin un poder central que los uniera, ni más vínculos que
los necesarios para convivir en una paz precaria con sus sem e
jantes, los grupos familiares o tribales se instalaban por unos
cinco o seis años en el lugar elegido. Antes que nada había que
hacer las rozas, es decir, talar y quemar el terreno destinado a
sembrar el maíz y las legumbres, base de su alimentación junto
con la caza y la pesca. La técnica del rozado implicaba varias
etapas: cortar la maleza, quemar troncos y ramas, sembrar,
escardar y cosechar; tareas que requieren el trabajo en com u
nidad. Existía una incipiente división del trabajo por sexos: las
tareas preliminares estaban a cargo del hombre; la siembra, el
cuidado de las chacras y la cosecha correspondían a la mujer.
Una vez elegido el terreno todos los hombres de la aldea eran
convocados con el sonido del turu, especie de trompeta de j
tacuara. Juntos cortaban la maleza, derribaban los árboles, los
dejaban secar, les prendían fuego y esparcían las cenizas que
servirían com o fertilizante. La siembra se iniciaba con cerem o
nias rituales, cantos y danzas al ritmo de las maracas. En algu
nas parcialidades, danzantes con máscaras de madera que
representaban a los antepasados muertos bailaban para asegu
rar la fertilidad de los campos y una buena cosecha. Recién
entonces, con una estaca de madera dura o de piedra, las
mujeres abrían hoyos y trazaban los surcos donde poner las
semillas en el caso del maíz, y las ramas cuando se trataba de
la mandioca.
Como en casi toda América, la base de alimentación era el
maíz —avatí— en todas sus formas: hervido, asado, tostado, en
harina, com o bebida fermentada, etc. La carnosa raíz de la
mandioca, cocida o asada, rebanada o secada al sol, era tam
bién parte de la dieta guaraní. Distinguían dos clases: la común
y la llamada “brava”, que era venenosa y requería un complica
do procedimiento para ser comestible. Asaban y ahumaban la
carne y el pescado para poder conservarlos, condimentándolos
con pimentón silvestre, azafrán del país y la poca sal que po
dían extraer de algunas salinas naturales o de las cenizas de
una planta. Cultivaban también el camote (batata), el frijol
(poroto), el maní, la calabaza, la banana y la papaya. Los niños
preferían la m iel silvestre y las larvas de m ariposas o
coleópteros. También eran muy solicitadas por ellos las tortas
de maní —m anduvi— y harina de maíz con miel. Cuando llega
ba el momento de alguna celebración (casamiento, iniciación
adolescente), las jóvenes fabricaban el k a ’u ’y, o chicha, masti
cando trozos de mandioca o maíz, previamente pisado en el
mortero y hervido en grandes ollas, que iban escupiendo en
una canoa de cedro. Después de tres días, una vez fermentado
y filtrado, estaba listo para los festejos. Pero el gran descubri
miento de los tupí-guaraníes ha sido el de la yerba mate. Desde
tiempos inmemoriales tostaban ligeramente las milagrosas ho
jas del k a ’a y las masticaban durante sus andanzas y correrías
para tener más vigor. También las maceraban en agua fría
dentro de una pequeña calabaza para absorberla con una pe
queña tacuara. Era el tereré, antecesor directo del mate criollo.
Hasta bien entrado el período hispánico la yerba mate no se
obtuvo más que en forma silvestre y en su hábitat de origen: al
nordeste del Paraguay Oriental hasta las zonas vecinas del
Mato Grosso, al norte del río Apa y al este del Paraná. La
recolección se hacía de febrero a mayo, cuando las hojas esta
ban bien verdes y los frutos casi maduros. Las ramas cortadas
se tostaban ligeramente sobre el fuego y luego se molían en un
mortero.
Las aldeas o pueblos se ubicaban cerca de ríos, grandes o
pequeños. El agua era la vía más empleada en las grandes
expediciones de guerra o de caza. Eran muy buenos remeros
en sus canoas, piraguas o jangadas de variadas formas y tama
ños. Las hacían de árboles fuertes: cedro, timbó, ubirapitá,
jekitiva, humarú, y otros propios de la región. En los ríos más
caudalosos las jangadas o balsas podían tener mástil, velas,
bancos y hasta una casa con techo para resguardarse en los
largos viajes. Pescaban con anzuelos de madera y también
usaban trampas en las represas.
Además de ocuparse de la siembra y la cosecha, y de la
crianza y cuidado de sus hijos, las mujeres ayudaban en la
construcción de las casas y mantenían luego la limpieza ba
rriendo con escobas de palma la tierra apisonada, cuidaban el
fuego familiar y se encargaban de preparar los alimentos y de
que no faltara el agua. Fabricaban cestos de juncos, moldeaban
30
\ ■(>< un las vasijas de barro, hilaban el algodón con el que
|i |i.m las hamacas, fajas, vinchas, redes y los famosos tipoy,
■•ipocie de túnica sin mangas que usaban algunas parcialida-
<I• ■. Tejían en un telar de dos palos verticales y otros dos
Imii/.ontales y devanaban el algodón con un huso de madera.
I i . lelas así obtenidas eran teñidas con colorantes extraídos de
I>lanlas y raíces. También tenían a su cargo el cuidado de las
nves de corral.
I.a alfarería era funcional: vasos para bebidas, ollas, pla-
i< vasijas de diferentes tamaños para transporte y depósito de
a «na y tinajas ceremoniales dedicadas a usos funerarios o a
almacenar chicha. La cestería era de variada forma y hechura.
I lal >ía cestos de fino trazado para llevar los niños a la espalda,
Ciandes cestos para guardar el maíz y otros productos,
tubulares para el pescado, etc. También fabricaban abanicos
Itara atizar el fuego, redes para pescar y hamacas. Todavía en el
i«lo XVIII Félix de Azara, observando las armas de un grupo de
guaraníes no reducidos, admira: “Unos cestos perfectamente
tejidos en que m eten la fruta o lo que encuentran, y los llevan
uspendidos de una cuerda que ciñe la frente.” Eran éstas unas
bandas llamadas apisamá, que apoyadas en la frente bajaban
Iiasla la espalda y servían para el transporte de niños, vasijas de
a^¡ua, leña y otros objetos. Usadas por distintas tribus america
nas, todavía es posible verlas en algunas zonas de México y
<¡natemala.
Los hombres tenían mayor movilidad pues su principal
ocupación era hacer la guerra o cazar con trampas, arcos y
Hechas los abundantes venados, osos hormigueros y tapires.
( uando se cazaba uno de éstos era día de fiesta en la aldea.
Toda la comunidad participaba del festín empezando por los
niños entre quienes se distribuían las tripas hervidas del animal.
Mientras comían guardaban un extraño silencio.
Nadie estaba ocioso en una aldea guaraní. En los m om en
tos de d e sc a n so los hom bres no rehuían las labores
artesanales: trenzado de cestos de paja, fabricación o repara
ción de las armas tradicionales: arcos, flechas, mazas de ma
dera dura o piedra, jabalinas, etc. Reunidos a la sombra de los
árboles bajo el sol de la siesta o alrededor del fuego en las
31
noches estrelladas, los más elocuentes contarían las historias,
mitos y leyendas que han llegado hasta nosotros. Los niños
tenían sus canciones y trataban de imitar las tareas de los
« Y
32
lii n¡ilian perfectamente entre ellas según sus usos: antisépticos,
■l<-| mirativos, astringentes, etcétera.
En las zonas m enos calurosas o montañosas com o el Tape
(margen oriental del río Uruguay), o en la m eseta del Mato
Ci <>sso, se usaba el varijú, ponchito tejido de algodón adornado
1 1 im listas de colores. Las chiriguanas usaban el tipoy, especie
ilr< amiseta sin mangas, larga hasta las rodillas, y la tribu de los
< liiripá dio su nombre a la prenda de uso común entre los
..nichos, consistente en un paño rectangular de algodón o cue
to que pasa por entre las piernas y se anuda en la cintura,
l Is.iban mantas tejidas con hilos de karaguatá o de otras fibras,
decoradas con dibujos geométricos, para echarse o cubrirse
con ellas al dormir. Mojadas y arrolladas sobre el cuerpo ser
vían para preservarse de las espinas o de las flechas enemigas.
I.. i mejor cama era una hamaca suspendida de dos postes.
( liando hacía frío o estaban enfermos ponían bajo ella unas
brasas encendidas.
Hacia los doce años los varones, y las jovencitas después \
i-
de la primera menstruación, se integraban a la comunidad
tribal. Pero antes debían pasar por los_ritos.de iniciación: grupal
en el caso de los muchachos y particular en el de las mujeres.
Con ligeras diferencias entre las tribus, la iniciación para los V
varones consistía en la perforación del labio inferior con un
punzón de madera o asta de venado, para colocar el tem betá,
Irocito de piedra, madera, metal o hueso que demostraba su
o
entrada en la adolescencia y su pertenencia a la tribu, siendo el -
distintivo de su identidad. Para que no sintieran dolor se los
embriagaba antes con k a ’u ’y. Al cicatrizar la herida eran lleva v>
dos al patio grande donde se celebraba la ceremonia final con
cantos, danzas y rezos.
Tan importante o más que la imposición del tembetá era >,
la enseñanza de los cantos y danzas rituales que traía apareja
do el derecho de usar los maraka, símbolo de la virilidad. En
muchas tribus existía entre los hombres la costumbre de rapar
se el cráneo, a modo de tonsura eclesiástica, dejando una
porción circular de pelo alrededor de la cabeza.
El rito de las niñas era individual porque correspondía a la
primera menstruación, pero la ceremonia final era pública
puesto que su rol de “procreadora” interesaba a toda la com u
nidad. La niña era recluida por unos días en un intento de
apartarla de todos los peligros que la acechaban en ese difícil
m omento de su vida. En algunas tribus no se la dejaba tocar el
suelo mientras durara el período y debía permanecer en una
hamaca. Estos días de reclusión servían para enseñar a la jo-
vencita lo que serían sus obligaciones y las fórmulas rituales u
oraciones que requería cada tarea. Al terminar el período de
encierro la lavaban con una cocción de cedro y la engalanaban
ciñéndole los brazos y la cintura con hilos de algodón que
llevaría hasta el casamiento. Estas costumbres variaban según
las tribus. El rito terminaba con fiesta comunitaria, música,
danza y bebida.
Si hem os de juzgar por los cronistas, desde la conocida
frase de Schmidl en el siglo XVI hasta las afirmaciones de
Alcide D’Orbigny y Humboldt en el XVIII, los guaraníes tenían
una agradable apariencia:
“Estas mujeres son muy lindas y grandes amantes y afec
tuosas y muy ardientes de cuerpo, según mi parecer”, dice
Schmidl. “Una raza diferente de todos los dem ás indios
—asegura D’Orbigny— tanto por su inteligencia com o por su
robustez, estatura y proporcionadas formas”, y Humboldt aña
de: “En ninguna parte he visto indios con tal regularidad de
facciones. Sus ojos denuncian inteligencia y la costumbre de
reflexionar. De graves maneras y facciones nobles, se dan aire
de importancia y con su compostura y aire desdeñoso manifies
tan su superioridad”. (Esto último parece más propio de algún
karaí o pagé importante que del guaraní común.)
, ■*.Se casaban recién salidos de la adolescencia y, en gene
ral, no estaban bien vistas las relaciones prematrimoniales aun
que entre los m byá convivían los novios en casa de los padres
del varón antes del casamiento. También era costumbre en
varias parcialidades que durante el año que debía durar el
noviazgo el muchacho sirviera a su futuro suegro en la caza y la
pesca o cortando leña. Para poder pedir a una joven en matri
monio era necesario usar el tem betá y demostrar destreza en el
uso de las armas. La joven tenía libertad para elegir a su com
pañero. La ceremonia del casamiento era sencilla: la novia,
34
.idornada con una diadema y llevando en la mano la takuara
lilual, insignia de la femineidad, y el novio también adornado y
llevando su maraka, parados sobre una red nueva, recibían el
/,•ii'u ’y de manos de un anciano. Luego, toda la comunidad
leslejaba y se bebía el consabido k a ’u ’y mezclado con miel
ilvestre. Una carta de los jesuítas de 1632-34, cuenta otro rito
matrimonial entre los guaraníes del Itatín:
“Los que han de contraer matrimonio van muy de mañana
.1 casa del hechicero principal y éste deslíe en agua en un
35
' " También el “canto” propio de cada guaraní le sería revela
do en un sueño, esperado a veces durante toda la vida pues la
cantidad y calidad de sus cantos era la medida para juzgar a un
hombre. “Todo guaraní es en potencia un chamán, un profeta y
un poeta", afirma Meliá.
Dentro de este contexto místico-religioso es que debem os
ver el rito de la couvade, practicado por casi todas las culturas
amerindias, según el cual el futuro padre, al igual que su mujer,
debe abstenerse de todo trabajo pesado, practicar ayunos y
otros ritos, desde unos días antes y después del parto. Más allá
de la interpretación tradicional de ahuyentar a los espíritus
malos, esta costumbre tiene un profundo significado: facilitar a
los padres el encuentro con ese nuevo ser que vendrá al mundo
concentrando en su llegada todo su pensamiento, sin distraerse
en prácticas cotidianas.
El parto era natural y simple. Como vivían en malocas, o
casa común, donde era imposible el aislamiento, se elegía un
lugar solitario en el monte junto a un arroyo y la parturienta se
ubicaba sobre una estera, o simplemente sobre unas hojas
grandes, atendida por una mujer de mayor experiencia. Esta
cortaba el cordón umbilical con dos piedras o un cuchillo de
caña, cubriendo los cortes con ceniza y unas gotas de aceite de
kupay. Luego de bañarse la madre y ei recién nacido en una
cocción de hojas de cedro, el niño era entregado al padre quien
lo envolvía en una tela de algodón y lo depositaba en una
hamaca nueva. Algunas parcialidades lo pintaban de rojo y
negro.
El resguardo o couvade duraba unos ocho días, hasta que
se cicatrizara el ombligo, y a su término toda la aldea festejaba
el nacimiento y se recurría al pajé, o chamán, para que diera al
niño el nombre que le correspondía, por inspiración de “los que
están arriba de nosotros”, com o llamaban a sus dioses. Los
niños mamaban hasta el año y medio y eran tratados con
m ucho cariño.
En general, los matrimonios eran monógamos. (La poliga
mia era privilegio de jefes y chamanes. No sólo daba prestigio
social sino que aseguraba una mayor cantidad de tierras en el
reparto efectuado al llegar a un nuevo sitio y de manos para
36
Ii.(lujarlas. Sin embargo, hombre y mujer podían separarse o
n Iii i<liarse mutuamente. “Para ninguno es afrentoso repudiar a
'.ir. mujeres o ser repudiado por éstas.” Anota el padre del
Ice lio en el siglo XVII en su Historia de la provincia del Para
guay. I.o que estaba mal visto era el adulterio femenino, y aun
••n la actualidad existe la creencia de que el alimento preferido
|ioi los jaguares son los hijos de solteras y adúlteras, lo que
implica cierto límite a la tolerancia com o observa Cadogan.
Algunos resabios matrilineales quedaban en esta sociedad
inli. il y patriarcal, com o la importancia del tío materno en el
. i ildado y educación de sus sobrinos.
1.11 cuanto a los ritos funerarios, estaban ligados a la creen-
■la cu la otra vida que se iniciaría en la Tierra sin Mal, a la que
.leimos privilegiados podían llegar sin morir. Múltiples hallaz-
)!• i-, arqueológicos han comprobado la costumbre de enterrar a
lo*, muertos en grandes ollas de barro colocando dentro el
i ucipo bien ligado y envuelto con cuerdas de algodón.3 Una
■n ía del padre Roque González, escrita en 1614, atestigua este
lili i entre los paranaes:
“Un cacique de noventa años había sido sacado ya por los
Miyos fuera del pueblo estando él moribundo para que allí
a 11 ie i a le sepultasen a su manera antigua en un gran cántaro de
l>iiriia o mala que les corrió. Los varones cubren el rostro con
la-, manos mostrando tristeza y, llorando juntamente con pala-
loa'. bajas van aplaudiendo las endechas que las mujeres 11o-
i.u ido dicen; y mientras más principal es la persona, mayor es
H llanto y los alaridos que parece por toda la vecindad que
il^iin ser muy querido de aquella casa ha muerto. Enjúganse
i r. lágrimas, cesan los gritos y entonces dan la bienvenida; y es
desdichado el que así no es recibido.”
39
Mentalidad, lenguaje y religión
40
"I>(* la sabiduría contenida en su ser de cielo,
'■ii virtud de su saber que se abre en flor,
lil/o nuestro Padre que se abriese la palabra fundamental
Vi |iio se hiciese como él,
i livinamente cosa de cielo...
41
no es más que una imagen suya. (...) En cuanto aparecieron los
campos, la primera en entonar en ellos su canto, la primera en
celebrar su aparición, fue la perdiz colorada. La perdiz colorada
que por primera vez entonó sus cantos en las praderas está
ahora en las afueras del paraíso de nuestro Padre: la que existe
en la morada terrenal no es más que su imagen. (...)”
Lo original de la religión tupí-guaraní es identificar el con
cepto alm a con el concepto palabrg y todo lo que esto implica
en cuanto a la valoración del lenguaje com o m edio de comuni
cación con lo sobrenatural y con el propio perfeccionamiento.
El vocablo ñ e ’e'designa al mismo tiempo la voz, la palabra y el
alma, es decir, lo que en el hombre es divino e imperecedero.
La muerte es la pérdida de la palabra, y las “bellas palabras”
—ñ e ’e pora— son el equivalente de la sabiduría y la santidad.
Es por eso que Ñamandú el Primero crea a sus tres hijos Karaí,
Jakaira y Tupa y a sus mujeres: “...les imparte conciencia divina
(...) para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futu
ros numerosos hijos. (...) Por haber ellos asimilado la sabiduría
42
ilivm.i <lo su propio Primer Padre; después de haber asimilado
. I lenguaje humano; después de haberse inspirado en el amor
,il prójimo (...) a ellos también llamamos excelsos verdaderos
i mcIios de las palabras-almas, excelsas verdaderas madres de
lio. palabras-alma.”
( nando está por llegar al mundo un nuevo ser, estos dio-
•.(■•• son los encargados de transmitir al chamán, ante quien
.K i kle la madre, el nombre que le es debido. Así lo explican los
iilt»'. antiguos: “Cuando a nosotros criaturas nos envían: ‘Bien,
Ii.r. a la tierra’, dicen los situados encima de nosotros.”
Y así aconsejan al niño los dioses: “Bien, irás tú, hijito de
Nainandú. Considera con fortaleza la morada terrenal, y aun
que todas las cosas, en su gran diversidad, horrorosas se
Irguieren, tú debes afrontarlas con valor. (...) Acuérdate de mí
< 1 1 tu corazón. Así, yo haré que circule mi palabra, por haberte
acordado de mí.”
Según Bartomeu Meliá, la doctrina de la concepción del
•.er humano difiere entre los grupos guaraníes, que reconocen
43
dos, tres y hasta más almas: “Lo importante, sin embargo, de
toda esa psicología teológica, está en la convicción de que el
alma no se da enteramente hecha, sino que se hace con la vida
del hombre y el modo de hacerse es su decirse; la historia del
alma guaraní es la historia de su palabra, la serie de palabras
que forman el himno de su vida.” El vocablo tekoa significa
“modo de vida” o cosmovisión guaraní. El objetivo de vida del
ava, del hombre guaraní, es lograr el teko m ará h e ’y, es decir la
vida sin tacha que sólo podrá llegar a su culminación en la
Tierra sin Mal. La danza y el canto rituales son las formas más
importantes para lograr la purificación necesaria que precisa la
vida sin tacha.
En su sistema de valores, la relación con los “otros” es
abierta y acogedora en tanto no se los perciba com o una am e
naza hacia sus formas de vida. Los extraños pueden llegar a
convertirse en tovayá, algo semejante a pariente: “No te burles
de tus semejantes, míralos con sencillez, recíbelos con hospita
lidad...” dice un himno de los m byá recogido por tradición oral.
En general, la mitología tupí-guaraní no difiere mucho de
la de los pueblos amazónicos: el culto al jaguar y el mito de los
gem elos —el sol com o héroe cultural, inventor del fuego y de
44
film ilo iif, v la luna, su hermana menor, especie de demonio
Inii l' H |><>r ejemplo, son relatos muy arcaicos y están presen
il i-ii' i i todas las mitologías americanas. Ruizde Montoyaes
i Ir los primeros en mencionar el mito del jaguar y los
........ «Mi l a conquista espiritual, escrita en 1636:
I<-m.iii por muy cierta doctrina que en el cielo hay un
Iliin 11 ii iy grande el cual, en ciertos momentos de enojo, se
.i la luna y el sol, que son los que llamamos eclipses. Y
i e s t o sucedía, mostraban sentimiento y admiración.”
i ttio rasgo de la mitología guaraní, presente en casi todas
I i . lulas y culturas de América, lo constituyen ciertas caracte-
ihiii i mimistas en los llamados “dueños” del mundo animal
\ vi i|i tal, así com o la vigencia constante de la naturaleza en los
Mitin» y «'i' la vida.
45
creación: antes de haber concebido siquiera la morada terrenal
ni el firmamento, el colibrí era quien alimentaba a Ñamandú, el
dios creador en la mitología mbyá-, entre los Pai-Taviterá el
Abuelo Grande Primigenio, creador de todas las cosas, se ama
mantaba con las flores del jasuká. La leyenda de la Creación y
Juicio Final de los Apapokuva trae también infinitos ejemplos
de la identificación de dioses con animales y de la participación
del mundo animal y vegetal en los tiempos míticos, de la cual
son resabios las narraciones, fábulas y cuentos que los tienen
por protagonistas. A veces son una presencia amenazante: los
murciélagos, reyes de las tinieblas, y el tigre azul están en
constante acecho sobre el mundo creado por Nuestro Padre
Grande, mientras Tupá, al moverse por el cielo, truena y relam
paguea. Añá cumple un papel semejante al del demonio, y una
multitud de seres sobrenaturales pululan por la selva, com o el
kurupí, que protege a los animales, castigando al cazador que
mata sólo por deporte y al que corta un árbol sin necesidad. “Si
la enumeración de tantos ‘dioses’ y espíritus y figuras sobrena
turales puede dar la impresión de un mundo religioso confuso y
46
desordenado —dice Bartomeu Meliá—, la observación de la
práctica religiosa guaraní muestra lo contrario La expe
riencia religiosa guaraní está constituida por las formas de la
relación con lo divino, por las formas del canto y de la danza,
por las formas de la palabra profética, más que por el contenido
de sus creencias.”
47
acceder a las distintas categorías de chamanes. Todos eran
“rezadores” y “cantores” con un menor o mayor grado de elo
cuencia y profetismo. Según Cadogan, los actuales guaraníes
que aspiran a encontrar la “buena ciencia”, convirtiéndose en
payé o karaí, entonan a diario plegarias a los dioses para obte
ner la grandeza de corazón que les permitirá conocer los m iste
rios. Después de un tiempo —tal vez años— de hacerlo, pueden
caer en un estado de trance durante el cual el Creador les
transmitirá un canto nuevo y podrán iniciarse en la práctica de
la medicina mística. Así lo expresan los mbyá: “A los buenos, a
tus hijos, tú les darás palabras enteramente verdaderas; darás
palabras enteramente verdaderas a tus hijos de corazón grande
para que hablen en medio de todo lo que se levanta sobre la
tierra. (...)”
Los karaí, u hombres-dioses, tenían el prestigio de los
héroes culturales que les habían enseñado a cazar y cultivar y
se creía que, com o ellos, podían llegar a la Tierra sin Mal sin
Actitud de un karaí
•••••• Existe un interesante testimonio del siglo XVI, citado por el
padre Y. d ’Evreux, donde uno de estos poderosos chamanes
le explica, como a un igual, la razón de su comportamiento
reservado y la fuente de su poder: “Hace muchas lunas que
tengo el deseo de venir a verte, y a los otros pais. Pero tú
sabes, tú que le hablas a Dios, que nosotros conversamos
con los Espíritus y que no es bueno ni oportuno ser ligeros y
fáciles y emocionarse y correr al recibir las primeras noticias,
porque siempre somos observados por nuestros semejantes,
que ordenan sus vidas de acuerdo con lo que hacemos
nosotros. El poder que hemos obtenido sobre nuestra gente
se mantiene gracias a la gravedad que les mostramos en
nuestros gestos y palabras. Los volubles y los que al primer
ruido aprestan sus canoas, se empluman y acuden
rápidamente a ver qué ocurrió de nuevo, son poco
•••••• estimados y no llegan a ser grandes principales."
48
Ii.isar por la muerte, esperanza de todo tupí-guaraní. Los de
mayor jerarquía eran reconocibles por su austeridad de vida
(ayunos, períodos de reclusión en soledad, abstinencia de cier
tas comidas, etc.) y por su elocuencia demostrada en largos
discursos dichos al amanecer.
Estos discursos ejercían sobre la gente una fascinación
irresistible, sobre todo cuando llevados por la inspiración canta
ban al son de maracas y tacuaras. Su son acompasado y pode-
roso ayudaba a la exaltación mística expresada a través del
canto y de la danza. La maraca, instrumento propio del hombre
<|ue solía heredarse de padres a hijos, consiste en una calabaza
hueca con un mango y semillas o piedritas adentro; el takua, o
bastón de ritmo, es una caña tacuara con la que las mujeres
golpean acompasadamente la tierra durante la danza de los
hombres. Nimuendajú, el alemán-tupí-guaraní, testigo de esas
danzas a principios de este siglo, confiesa la impresión
o l (recogedora que le causó el sonido de las maracas en el
silencio de la selva:
“Yo considero la maraca com o sím bolo de la raza
guaraní... Tan pronto la maraca suena, seria y solemne, parece
invitar a presentarse ante la divinidad; luego suena fuerte y
49
salvaje, arrastrando a los danzantes hacia el éxtasis; más tarde,
otra vez suave y temblorosa, com o si llorara en ella el viejo
anhelo de esta cansada raza por ‘nuestra madre’ y por el reposo
de la ‘tierra sin mal’.”
(No es de extrañar que estas danzas que entrañaban el
núcleo y la esencia del entusiasmo místico-religioso se convir
tieran durante el período hispánico en el símbolo por anto
nomasia de la resistencia al régimen colonial.)
Entre los privilegios de jos karcú_estaba el de poder reco
rrer territorios enemigos, pues ellos estaban por encim a de las
hostilidades entre tribus. En sus desplazamientos no iban solos
sino acompañados por gente de la aldea que los despedía,
adornados con tocados de plumas de papagayo. También las
maracas se adornaban profusamente con plumas. A su vez, un
grupo de habitantes de la aldea o pueblo que iba a ser visitado
se dirigía al encuentro de los recién llegados bailando, cantan
do y preparando las sendas por donde iba a pasar. Cuando se
anunciaba en el pueblo la llegada de un gran karaí o cacique-
profeta, todos se preparaban para recibirlo. Entre los diversos
preparativos, la principal preocupación era edificarle una casa
separada. Ya entrado el siglo XVI, muchos de estos karaí llega
ron a tener poder político, es decir de jefes o caciques, com o
les llamaban los españoles, aunque algunas de sus atribuciones
eran incompatibles. En efecto: un jefe político —mburuvichá—
no podía tener el privilegio del libre tránsito a través de territo
rios enemigos; la jefatura era hereditaria, no así el oficio de
chamán o profeta, que era un don carismático y, por sobre
todo, el jefe, cacique o mburuvichá debía residir en el pueblo
que gobernaba, lo cual hacía imposible la misión itinerante del
chamán. El mburuvichá se caracterizaba por su valentía en la
guerra y su liderazgo era estrictamente militar. Sin embargo, a
la llegada de los europeos se comienza a registrar la aparición
de grandes jefes carismáticos y hasta algunos intentos de con
federación de parcialidades bajo un mismo jefe. Como sucedía
entre los calchaquíes, el llamado a la confederación se hacía
mandando a las distintas tribus una flecha emplumada que
representaba “su habla”. También era costumbre regalar armas
a los jefes antes de entrar en la batalla. Cuando Alvar Núñez
50
ii i iiii. i partida de guaraníes para com batir a los
un i ,' uni< sus tradicionales enem igos, “Los indios principales
lint, mu ,i decir al Gobernador que era su costumbre hacer
••senté al capitán cuando hicieran una guerra... todos
Ih i mIiii i|>.iles, uno a uno, le dieron una flecha y un arco pinta-
iln muy tfalán, y tras de ellos, todos los indios, cada uno trajo
Mi-rlia pintada y emplumada con plumas de papagayo, y
i klm lemn haciendo los presentes hasta que fue de noche.”
I Msiian también chamanes del mal a los que estrictamen
te .pondería el nombre de “hechiceros”, impropiamente
u*iulo en tiempos hispánicos para designar a todos en conjun-
ln I i . 1 1 1 los llamados “dueños del veneno” o “los que hacen
ihilM|os perjudiciales”, que conocían oraciones para hacer el
I v utilizaban elem entos propios de la magia negra. Hay
ti■*.|liiionios históricos de su presencia en varios pasajes de las
■mías do los jesuítas y en un juicio que se sigue a varios de ellos
■ii la misión de Loreto, después de la expulsión de los jesuítas,
...... veremos más adelante.
Antropofagia ritual
51
libertad en comidas y mujeres que escoge a su gusto; ya gordo
lo matan con mucha solemnidad, y tocando todos a este cuer
po muerto con la mano, o dándole algún golpe con un palo, se
pone cada cual su nombre. Por la comarca reparten pedazos
de este cuerpo, del cual cocido en mucha agua, hacen unas
gachas, de las que, tomando un bocado, toma cada cual su
nombre. Las mujeres dan a sus hijos de teta un poquito de esta
mazamorra y con eso les ponen el nombre. Es fiesta muy céle
bre para ellos, que hacen con muchas cerem onias.”
Más terrible es el relato de una experiencia que le tocó
vivir en las tierras de Tayaoba, en el Guayrá, cuando en una
accidentada incursión evangélica sus amigos indígenas en
cuentran “unas grandes ollas de carne cocida con maíz, de que
m e trajeron un plato, rogándome que lo com iese”. En eso esta
ba cuando, ante su horror, sacan de la olla “la cabeza, pies y
manos cocidas de aquel niño”, su monaguillo, a quien habían
tomado prisionero el día anterior, y habían matado “con la
solemnidad acostumbrada”.
52
( >lro viajero, el francés Jean de Léry, describe minucio-
el rito: el prisionero caído en combate era atado de la
• iiilura con la m usaraña y paseado triunfalmente por la aldea
11-1 *l.i llegar al lugar del sacrificio. Allí era inmovilizado mientras
i m i i d íaba las palabras de su sacrificador que aparecía adorna
do v .mnado con una gran takapé (maza de piedra o madera
■lina) De improviso, un certero golpe en la cabeza lo ejecuta-
i i l Inn mujer lloraba un momento junto al cadáver que luego
• i. i (l<•scuartizado y cada pieza lavada y preparada con esmero
pin las mujeres mayores del grupo que las colocaban en el
i a d o r . Las visceras se cocinaban aparte y la cabeza, luego de
■i descarnada, se ponía en una estaca frente a la empalizada
• i i i < rodeaba la tava, com o puede verse en los grabados de
M a d e n . Toda la aldea participaba en la fiesta posterior al ban-
•Hicio donde se danzaba y bebía abundante k a ’u ’y.
También el lansquenete Schmidl describe el rito detallan
d o el Iratamiento dado a la cabeza del enemigo: “Cuando ha
53
terminado la batalla y hay entonces tiempo, de día o de noche,
toma el indio la cabeza y la desuella, cortando en derredor de
la frente y de las orejas; desprende la piel con pelo y todo y la
reseca cuidadosamente. Cuando está reseca, la coloca en la
puerta de su casa com o recuerdo.”
La opinión más autorizada es la del holandés Hans Staden,
prisionero de los tupíes a mediados del siglo XVI. A él debem os
los más escalofriantes relatos sobre la antropofagia ritual entre
los tupíes de la costa brasileña.
En una tesis actual sobre la resistencia de los guaraníes a
la conquista española, Florencia Roulet explica el sentido social
de esos ritos antropofágicos entre los tupí-guaraníes:
“La antropofagia ritual fundaba y consolidaba una serie de
relaciones que mantenían la cohesión interna del grupo, a la
vez que reproducían la dinámica de conflicto con los extraños,
siempre potenciales enemigos. (...) La norma que regía las
‘relaciones externas’ era la hostilidad y el conflicto. La ejecu
ción de un prisionero era considerada una venganza por la
54
Iiimi tir «Ir algún antepasado en manos de los parientes del
id y, a su vez, la muerte ritual a que se lo condenaba
••mi un nuevo ciclo de represalias para restablecer el
■'iMilil.no que se había roto, ya que normalmente debía ser
>iMümiI.i más adelante por el grupo de parentesco del prisione-
in letificado. (...) De este modo, la guerra representaba la
iiioiInlldad por excelencia de contacto con los extraños, así
l.i vía más importante de acceso a posiciones de prestigio
• ii el interior de cada tekoa...”
r i a # "< í í d «9 '<i a 'i... ('t ® p® i ® i (í "vd "<í ®i Yd ■<« í(# C(áf (K# f'(u -'(ií (((& fW$0 (fa (&» (fo
l tri1
La danza de k» Guaraníes:
3. LAS DANZAS IM ITATIVAS EN LOS PUEBLOS PRIMITI-1
En el iibro "E l m aravilloso m un do de la D anza" de A rn o ld L.
VOS Y EN LA CULTURA GUARANI.
Kaskell se señala que "la form a de bailar de la gente y sus razones
para ello nos dicen m ucho sobre su manera de v iv ir y pensar." Las
L b imitación en la danza; palabras del autor nos conducen a -varias reflexiones, por un lado
E rnesto Grosse en su obra "L o s comienzos del a rte " afirm a
k V, t v K> las referidas-a todo grupo hum ano cuando consigna que el térm ino
que la danza es un arte plástico animado, señalando que entre las
‘ D anza" y "D a n za r" p ro v ie n e de la antigua expresión alemana
trib u s p rim itiva s la danza tu vo una im portancia de carácter social
11 • Q iiJ h£i& c-f^ "D a n só n ", que significa "e stira rse ", y to d o baile está com puesto
siendo la expresión más Inmediata y poderosa del se n tim ie n to es
de estiramientos y relajaciones, por e llo el baile es un m edio para
V,n tj rO
té tico . La característica fundam ental de la danza consiste en el or
expresar las propias emociones a través de una sucesión de m o vi
den rítm ic o de los movim ientos, por ello se puede a firm a r que
m ientos disciplinados por el ritm o . Tam bién podemos pensar que
>V« J*vv\S»rO<^C “ no hay danza sin ritm o ." Una primera clasificación de las danzas la danza humana es tan antigua com o el p rim er hom bre que expre
prim itivas pueden agruparse en los siguientes tip o s : a) D A N Z A S saba sus sentimientos de alegría o de m iedo p o r m edio de su cuer
IM IT A T IV A S ; b) D A N Z A S M IM IC A S ; y c) D A N Z A S G IM N A S T I po, con pasos, saltos o gestos rítm ica m e n te * repetidos. De esta ma
CAS. Las dos primeras consisten en una serie de im itaciones r í tm i nera el hombre Tupí-G uaraní creaba acciones determ inantes de su
cas de actitudes referidas a animales, en prim er té rm in o , y de acti danza ritu a l que Incluía en cada a co n te cim ie n to de su vida: por
tudes de los hombres en segundo lugar. Por lo c o n tra rio en las un nacim iento, en el crecim iento de un hom bre joven,en una boda,
danzas aimnásticas no se im ita a ningún m odelo natural. Cabe se para curar a un enfermo, para enterrar a un m u e rto , para la buena
ñalar que esta tip ifica ció n de danzas existen a un m ism o tiem po cacería, para la guerra; etc..Nacen así rituales con bailes para todos
en la m a yo ría de los grupos p rim itivo s/, es decir, que ta naturaleza los acontecimientos en la vida de la com un idad.L os más im p o rta n
de las mismas se entrecruzan empleando códigos gestuales im ita ti tes acontecimientos de la trib u son acompañados de una explica
vos y gimnásticos al mismo tiem po. ción narrada o cantada por parte del "A v a Payé"{Cham an), el
En la cuItura Guaraní, que lógicamente no es una excepción a "A ra n d ú " del grupo cuyo canto y palabras se desgranan en ora
esta clasificación encontramos estas características en el desarrollo ciones que se transform an en mensajes sagrados y los integrantes
coreogiáfico de sus danzas originales predom inando las danzas im i del pueblo inician el ritua l bailando. Son bailes mágicos de im ita
tativas o m ím icas de animales en las que las aves oeopan el primer ción, sugiriendo a través de pantom im as las acciones deseadas, lo
lugar. Este hecho posee varias explicaciones. Debemos considerar que los espíritus deben tra n s m itir para ayudar a los bailarines a
dentro del encuadre religioso y'de la m ito lo g ía propia de cada ani consumar sus ideales. Por lo general se im ita una acción o un he
mal elegido. Como ya expresamos, el ritm o es la cualidad escencial cho acontecido en las tradiciones religiosas que tienen un significa
del baile y con esto el aborigen expresa sus sentim ientos c o d ific a do sim bólico. Generálmente se fo rm a n círcu lo s a lre dedo i de algo o
dos en un ordenam iento rítm ic o de m ovim ientos que satisface el de alguien que se cree posee un poder especial de tip o mágico-sa
sentido de identidad trib a l y el de la id e n tific a c ió n con ideales u grado. El baile es tan absorbente que los bailarines no sienten fa ti
' objetivos de carácter existencial. A l mismo tie m p o se realiza una ga ni do lo r y a medida que giran los Intérpretes creen haberse con
co n ju nció n con la naturaleza toda. Esta naturaleza selvática des vertido en espíritus volátiles, etéreos, que pueden alcanzar a volar
borda los lim ite s de su imaginación, en cuyo seno las aves son un hacia el espacio. El círculo form a d o por los danzantes origina la
poco las dueñas del espacio que transitan y viven en libertad. En creencia que el poder sagrado emana del o b je to o persona que se
segundo térm ino, las danzas mímicas proporcionan la satisfacción halla en el centro del mismo y que regresa o tra vez en form a in fi
i del in s tin to placentero de im itación ludiera, p ro p io de to d o ser nita hacia ellos. Este poder se d is trib u ye entre los participantes y
humano. Grosse consigna: "E l in s tin to de im ita c ió n es, en verdad, origina un permanente entusiasmo que crece con el pasar de las
una cualidad humana,pero su fuerza varía según la e volución c u ltu horas.
ral del hom bre que proporciona a ésta un sentido y un sim bolis Los bailes de im itación de las aves por parte de los Guaraníes
mo pa rticu la r por medio del cual atrapa el espi’ritu del ave elegida tienen un papel vital en la vida del cazador que ofrece el ritu a l de
y se siente en parte ide n tificad o con é l." la danza para propiciar la buena caza o establecer una buena rela
Si a estos conceptos unimos las referencias sagradas que el ción con esos pa'jaros mensajeros celestiales a los que reconoce co
hom bre Guaraní tienen en cuenta m ientras danza, observaremos I mo "proplciadores de buenas n o tic ia s ". En m uchos casos los b a i l a
que celebra un ritual religioso solemne. Estamos en presencia de rines se disfrazan o u tilizan elementos que c o n f i g u r a n una i m i t a
una a c titu d ceremonial que propicia el encuentro con los más p u ción de las aves, im itando sus m ovim ientos, sus costum bres, con t-l
ros sentim ientos, propios de sus creencias sagradas.
¡i
.•<,xx x r c c r r r..r r r c r <• <• ,»
objeto de identificarse con ellos o para lograr ser escuchados oes-
cuchar sus mensajes. Estas viejas danzas Im itativas poseen, en to
dos los casos, un sentido m ágico-religioso y superviven en las tradi
ciones orales que se expresan en las narraciones m íticas que se
traducen en gestos y m ovim ientos m im éticos y en algunas costum
bres nativas qua son asumidas por los asistentes al ritu a l. Pasado el
tie m p o muchos de estas .danzas son el ú n ic o m edio para conocer
un acontecim iento o una'creencia sagrada y rem em orarla. Debe
mos señalar que todas las danzas de origen G u a ra n íte n ía un carác
ter p ro p ic ia to rio que reform ulaban una estrategia para alcanzar el
éxtasis necesario y p o sib ilita r el ascenso e sp iritu a l hacia la ‘‘Tierra
sin m al” .
Antecedente* miméticoJ:
En el lib ro " E l Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxta
sis” su autor Mircea Elíade hace referencia a la significación que
poseen las virtudes que debe p o rta r un “ C ham án” (Brujo-sacerdo-
te-tabio de la trib u ), que entre los T u p í-G u a ra n í recibe el nombre
de ' ‘Avá Payé” (H om bre sabio-sacerdote-guía esp iritu a l). Señala es
te autor en fo rm a exhaustiva las diferentes costumbres que asu
men estos chamanes, según las creencias y los pueblos, y se detiene
particularm ente en el hecho de aquellos que tienen relación con
aves a las que denomina ,;M itos o rn ito ló g ic o s ” . Hemos extractado
las ideas principales de cuatro fragm entos que se refieren a ; 1) El
lenguaje; 2) El sim bolism o; 3) Los R itos y 4) El V uelo Mágico. Es
tas referencias e x p lic ita n antiguas costum bres Guaraníes que invo
lucran la im ita c ió n de pájaros, el sentido y el valor sim bólico que
poseen y los gestos o m ovim ientos rituales necesarios para lograr el
estado de gracia* t> 'éxtasis para actuar com o un auté n tico ‘ ‘Avá Pa- i
yé ” .
1) E L LE N G U A JE ; •„
"A p re n d e r el lenguaje de los animales, y en prim er lugar el de
las aves, equivale, en cualquier parte del m undo, a conocer los se
cretos de la naturaleza y , por ta n to , a poder pro fe tiza r. Estos ani
males pueden reyelar los secretos del porvenir, porque son conside
rados como los receptáculos de las almas de los muertos o las epi
fanías de los dioses. A prender su lenguaje, im ita r su voz, equivale a
¡ poder com unicarse con el má a|lá y ro n los C ielos." .„"C jn v e rtirs e
uno mismo en ave, o ir acompañado por un ave, indica la capaci
dad de em prender, viviendo todavía, el viaje e x tá tic o al Cielo y al
má* a llá ." ¡ .
ífi
2) S IM B O L IS M O O R N IT O L O G IC O :
"...e l ind u m e n to cham ánico tiende a procurar al chamán un
nuevo cuerpo, mágico, en fo rm a de animal. Los 3 principales tipos
son: el ave, el ciervo y el oso, pero especialmente el ave.
El Indum ento O R N IT O M O R F O : en todos lados se encuen
tran plumas de ave en la descripción de los hábitos chamánicos... la
estructura de los Indum entos trata de im ita r, lo más fielmente po
sible, la form a de un ave.
...E l hábito... puede incluso ser considerado com o una perfec
ta O R N IT O F A N IA ./ ... Entre los chamanes... se’ encuentra la fo r
ma más amplia y complicada de indum ento o rn ito m o rfo : su hábi
to muestra todo un esqueleto de ave-de h ie rro ./... Incluso en don
de el hábito no presenta una estructura o rn ito m o rfa visible, el
adorno de la cabeza es de plumas e im ita a un ave... El chamán...
lleva "a la s" en los hombros y se siente transform ado en ave al po
nerse su vestido: le otorga un aspecto o rn ito m o ifo , el hábito del
ave es indispensable para el vuelo hacia el o tro m undo.
Por la misma razón, en las leyendas, una m ujer chamana vuela
por los aires tan p ron to como consigue la pluma mágica. A.
O hlm arks cree que esta convicción es de origen á rtico y que debe
relacionarse directam ente con las creencias en los “ espíritus auxi
liares", que ayudan al chamán a realizar su viaje aéreo. Pero, como
ya hemos visto y volveremos a ver más tarde, se encuentra el mis
m o tim b o lism o póreo en }odo el mundo, relacionado precisamente
con los chamanes, los hechiceros y los seres m íticos que éstos, a
veces, personifican.”
3) RITOS DE ASCENCIO N
"... el sim bolism o o rnito ló g ico del indum ento chamánico y
los innumerables ejemplos de vuelo mágico entre los chamanes si
berianos. Se hallan ideas similares en la India antigua: "E l sacrifica-
dor, convertido en ave, sube al m undo celeste", afirm a la Pañca-
vimca Bráhmana. V , 3 , 5... La tradición del vuelo mágico está
siempre relacionada en la India antigua y medieval, con santos,
Yogis y magos.
" L a ascensión y el vuelo mágico ocupan un lugar de primer
orden en las creencias populares y las técnicas místicas de la India.
En efecto, elevarse por el aire, volar com o un pájaro, etc. son algu
nos de los poderes mágicos que el budismo y el hinduism o confie
ren a los arhats, a los reyes y los magos voladores./ Los textos bú
dicos se refieren a 4 clases de poderes mágicos de traslación, el
prim ero de los cuales es ¿I volar como el ave.
gar al C ie lo ...
E l s im b o lis m o del v u e lo y la m it o lo g ía del a lm a -a v e , c o m o la
Id e n tif ic a ció n del m u e r t o c o n u n pá ja ro , eran y a c o n o c id a s en las
religiones del c e rc a n o o r ie n te a r c a ic o . El s im b o lis m o y las m i t o l o
gías del vuelo m á g ic o p e r te n e c e n a la Id e o lo g ía de la magia u n iv e r
sal y desem peña un papel e sencia l en m u c h o s c o n ju n t o s m ág ic o s -
religiosos.
de la región Guaraní, obedece a una herencia arcaica que proviene llones hemos encontrado las recopilaciones de estudiosos de nues-
de la mismas raíces de la cultura Guaraní. Es im p o rta n te recalcar! ira música fo lk ló ric a com o es el caso de R IC AR D O SUAREZ
el hecho de que las danzas más antiguas de C orrientes tengan de-' quien hallara en viajes al In te rio r de nuestr provincia versiones del
nominaciones de algunos pájaros que tienen que ver. coincidente- "M A IN U M B I" y de la“ G O L O N D R IA N A ’,' danzas cuyas coreogra-
menle, con las'creencias religiosas del hom bre G uaraní. El ejem plo fías y partituras fueron pautadas por el citado músico correntino y
más evidente es el del "M A IN U M B I'’ (Picaflor) que ya hemos cita- publicadas muchos años después por su hija Ofelia Suarez en revis-
do eii c ip ítu lo s anteriores. j t a s de divulgación fo lkló rica s.
Posteriorm ente hallamos en nuestros estudios otras danzasj ■ Én el ca p ítu lo descriptivo de cada una de estas danzas trans-
qua reflejan el proceso de fo lk lo riz a c ió n que sufren sucesivamente! crlbimos referencias de las mismas, f i
las coreografías provenientes del "vie jo m u n d o " y que progresiva-; ¡ X . 1; '¡ / i
mente se incorporan a la cultura G uaraní gracias a la obra de lai Lm danza* mímicas entre lo* primeros cristianos:
evangelizaron en estas tierras. En el pun to re fe rid o a las creencias Los primeros cristianos menospreciaban los ritos griegos y
T up í-G u a ra n í sobre las aves ya hemos particularizado este hecho. ifomanos. Pero la Iglesia Cristiano adaptó los bailes paganos a su
Cabe agregar la alternativa coreográfica que involucra la im ita ció n propio c u lto adecuándolos a ciertos rituales. Ya que no podía de
en ritm os y m ovim ientos que se evidencian en algunas danzas estu sarraigar las antiguas costumbres, Inteligentemente hizo uso de
diadas: "E l Pavo", "E l Ipecú", "L a G o lo n d rin a ", etc. entre otras ellas. Un ejem plo es el siguiente: “ Cuando m oría un hombre los
cosas, que obedecen a un rasgo com ún que las caracteriza: la m í- griegos bailaban en corros para marcar sin peligro su paso a través
mica propia del ave que el bailarín o los bailarines asumen en la del infierno hasta los campos de los bienaventurados. " Los piim e-
danza. Consideramos que muchas de las figuras de estas coreogra-j ^os cristianos to m a ro n esta idea interpretando un "baile de fune-
fías se han perdido en el o lvido por el fenóm eno lógico del paso¡ ra|" para celebrar el nacim iento a la vida eterna de un hombre
del tiem po y del sincretismo o a las omisiones que sufren todas! rnuerto. Creían que el d ifu n to se uniría a m u ltitu d de ángeles,
las danzas del m undo. Este hecho que ha sido estudiado por em i-1 quienes con m ovim ientos circulares glorificaban a Dios, el Creador,
nentes investigadores nos otorgan la seguridad que con el correr! De esta manera los bailes en las Iglesias empezaron a im itar los ani
de varios siglos nuestras modalidades coreográficas han sufrido ||os de los ángeles. Fue Clemente de A lejandría, guía de la Iglesia
una transform ación posible que conduce a suponer que muchas Católica quien aprobó este tip o de danzas en los templos. " E n
danzas im itativas hayan ido perdiendo esta rigurosa serie de gestos tonces bailarás en corro con los ángeles en derredor a El, quien no
rítm ico s, que al ser recopiladas se han sintetizado en pocos giros y tiene ni p rin c ip io ni f in . "
pasos que muchas veces están alejadas to ta lm e n te de sus formas Los bailes sagrados tam bién celebraban los aniversarios de la
originales. Es el mismo pueblo que las creó quién se necarga de muerte de los m ártires o de los santos. De esta manera los creyen
transform arlas, de conservarlas y, en otros casos, de deformarlas, te s daban c u lto y al mismo tie m p o pedían ayuda para alejar la en-
con el im perio del uso y abuso, por las ¡nter-influencias de otras | ferm edad.y el dem onio. Tales rijo s se representaban ¿ ,us al-
modalidades rítm icas, o por el hecho sim ple de su decandencia que ’i tares, o a un costado del mism o, con la participación de uno o va-
conduce lógicamente al o lv id o . A s í se han perdido en el cam ino í ríos bailarines; podían ser desde simples pasos ceremoniales, o sal-
del tiem po muchas expresiones coreográficas que alcanzaron en | tos de alegría, un co rro majestuoso o vivaz, o una procesión de
su m om ento una determinada pop u la rid a d y que por la im posición ; muchos integrantes acompañando con canto coral e instrum ental.
de otra danza más atrayente o más fá cil se superpone a ésta o sim Las procesiones fueron en su m om ento el sitio y la o portunidad
plem ente la reemplaza ocasionando un progresivo desplazam iento ; precisa para desarrollar esta m anifestación coreográfica que unida
en el gusto popular. Entre 1700 a 1900 podemos observar este fe a coros y orquestas Instrumentales, proporcionaban el marco ade
nóm eno en varias danzas populares que en el á m b ito rural han pa cuado para el desenvolvim iento del ritu a l religioso. Las tradiciones
sado de ser aceptadas unánim em ente y, luego de un lapso por im hispanas especialmente han brindado muchos elementos para ex
perio de otra "m o d a " bailable son reemplazadas con la misma ve presar este sentir sacramental que heredamos desde la época de la
locidad con que un día, no tan lejano, se im pusieran. Este es un evangelización. Las danzas y coros, acompañaban diversas m anifes
m isterio que se entronca en el denom inado “ gusto p o p u la r", que taciones litúrgicas, especialmente en ceremonias como misas, pro
obedece a reglas incontrolables y ha otorgado a través de diversos cesiones de Santos Patronos, entierros y otras circunstancias en
procesos la depuración, tra n sfo rm a ció n o recreación de modismos las que se ponía de m anifiesto el culto oiientado a gloiif¡car a
coreográficos que han pervivido, en aaucho.s casos, gracias a la bue Dios.
na voluntad de memoriosos bailarines de esas épocas. En otras oca- A pesar de la posterior p rohibició n de la Iglesia Católica, años
Km u q u e A n t o m o P iñ ey r o
l ' l C h a m a m é :
\
1Música tradicional
de Corrientes
,
(dénesis desarrollo y evolución)
TELECOM
A R G E N T I N A
1
IA M U S I C A T R A D I C I O N A L D E
I A P R O V IN C IA D E C O R R IE N T E S
9
¿ identifica con tres ritm os básicos: El CHAMAME, el
R A S G U ID O D O B L E y el V A L S E A D O . E s ta s
expiémonos musicales propias han llegado a perm anecer en el
l lompo y lian asumido un área de dispersión que cubre una am plia
loción de nuestro país.
I I rh am ain é es una m odalidad del folklore m usical de
( oí i tm tcs que como ta l ha evidenciado una vitalidad que crece
p ii ol iioinpo y en la distancia. Su difusión nacional así lo
confirma, pues siendo de neto origen correntino, esta expresión
iiiiin ira 1 lia trascendido como danza más allá de sus fronteras
tu igmales. Sus diversos exponentes que como intérpretes pasean
ol c unto, la música y el baile son los testigos de esta creciente
popularidad. Pero es una obligación rendir un homenaje a los
"Plom-ros" del Chamamé, aquellos músicos intuitivos, de zonas
rum ies, que con esfuerzo, amor y auténtico arte han sido los
" ('m u lores" de un sinfín de melodías inolvidables. Ellos bebieron
on Iii w Cuentes de un quehacer m usical que fue herencia otorgada
0 por osa verdadera simbiosis de dos culturas: G uaraní - H ispana.
Investigar estos orígenes nos llevaría muchas páginas que se
luí lian on diversas fuentes que indican cómo germ inaron estas
explosiones musicales de tanto arraigo en el ser del correntino.
Y liis fuentes aborígenes, la influencia inapreciable y sostenida
do los padres jesuítas y la vertiente hispana, han generado una
( nilón tan rica en m atices y tan expresiva en su noble y auténtica
creatividad. Fueron en las "M isiones Jesuíticas G uaraníes"
donde la música alcanzó un esplendor m agnífico y desde uno de
a sus pueblos: Yapeyú, en nuestra provincia, se gestó uno de los
movimientos más im portantes del panoram a cultural de la época
c|uo abarca una extensa zona de cobertura, como centro de
23
El C-hamamé: Música tradicional de Corrientes
fo rm a c ió n de m ú sic o s, de té c n ic o s en c o n s tru c c ió n de
instrum entos musicales, de grupos corales y de danzas con un
repertorio que no ofrecía diferencias con las mejores escuelas de
m úsica de la Europa de ese tiem po. Desde allí, desde ese
verdadero epicentro del arte m usical, C orrientes ya emerge
como generadora de una corriente cultural y civilizadora que no
tiene parangón en Sudamérica por su originalidad. Desde Yapeyú
m aduran los frutos de la expresión m usical del auténtico dueño de
estas tierras, el aborigen guaraní, que luego del proceso de
m estizaje, aparece con una fuerza expresiva m usical que
determ inará que luego de años con la guitarra española, el violín
y el acordeón "de dos hileras" se produzca el fenómeno de
generar ritmos tan identificatorios que promueven un estilo y una
m odalidad coreográfica inédita. Lógicam ente el proceso de
folclorización se cumple con el tiempo y a 400 años de la
fundación de la ciudad de Corrientes, podemos afirm ar que su
música es el resultado del amor, de la fusión de dos razas que,
am algam adas en el tiempo, contarán la historia del hombre y su
paisaje. El Chamamé está en nuestro origen y es nuestra identidad,
nace de las entrañas mismas del nuevo hombre americano. Por
eso se nutre en las raíces auténticas de la Argentinidad.
24
2
T E O R IA S S O B R E E L O R IG E N Y
E V O L U C IO N D E L C H A M A M E
LAS TEORIAS
28
3
E L " F O L K L O R E M U S IC A L D E L A
P R O V IN C IA D E C O R R IE N T E S "
33
4
L A M U S IC A E N LA S
R E D U C C IO N E S JE S U IT IC A S
y otros menores:
5 - San Alonso
6.- Estancias de Loreto.
7- Estancias del Iverá.
8- E stancias del Itatí.
M USICOS INDIOS
LA GLORIA DE YAPEYU
' (1700 - 1787)
REFLEXION
48
Enrique Antonio Piñeyro
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66
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E L " B A R R O C O H IS P A N O - G U A R A N I”
Y E L C H A M A M E
\ BARROCO
H ISPA N O -
M ODALIDAD
CHAMAME: GUARANI
/
GUAFRO
p r e fir ió b e b e r d e d is ti n ta s fu e n t e s d e in s p ir a c ió n
in te r p r e tá n d o la s a su m a n e ra y a ju s tá n d o la s a s u s
p r o p ó s ito s ”.
Consideramos que estas últim as referencias de Vasconcellos
pueden ser adecuadas a la interpretación que queremos determ inar
para la "m usicalidad y vita lid a d que p osee la m úsica fo lk ló ric a
de C orrientes".
Por su parte Josefina Plá señala: "El título Barroco H ispano
- G uaraní' no abarca exclusivam ente el arte asentado en los
pueblos de la fu n d a ció n jesu ítica ; ella debe extenderse a la
® totalidad de un arte que tuvo como elem ento básico, objetivo
y razón última, una masa indígena identificada en el idioma,
u n ific a d a p o r el id e a l r e lig io s o b a jo el sig n o de un
pensam iento totalizador. Un arte que en ese ideal religioso,
cernido p o r la sen sib ilid a d autóctona, encontró las razones
más profundas de su acento peculiar".
Con estos elem entos conceptuales, a los que adherim os
b á sic a m e n te , estam o s en co n d icio n es de a firm a r que la
"M odalidad B arroco H ispano - G u a ra n í" origina en esta
región una estructura musical, que al beber de diversas fuentes,
prom ueve un estilo diferente que se adapta y fúncionaliza de
acuerdo con las necesidades expresivas propias: Para el canto y
p ara la danza. Dos elementos insustituibles en la rica y densa
m usicalidad del hombre correntino.
B arroco (español), Barocco (italiano), Baroque (francés),
Barock (alemán), según el Diccionario Oxford de la M úsica es:
"la m úsica de la época de Bach, y en ocasiones a la del
p e río d o a n te rio r (desde M o n teverd i) y tam bién a la d el
p e r ío d o in m e d ia ta m e n te p o s te r io r a B a c h " . En el
"D iccionario de la M ú sica " de Eric Blom se consigna: "Período
m usical que predom ina en el siglo X V II y se extiende hasta
m ediados d e l X V III. Bach y H a en d el so n su s m ás a lto s
■«§ r e p r e s e n ta n te s " .
W aldem ar Axel Roldán señala: "Se conoce con el nom bre de
B arroco m usical el m ovim iento surgido a p a rtir d el siglo
X V II. Se ca ra cte riza p o r la a p a rició n de un estilo m uy
71
El Chamamé: Música tradicional de Corrientes
i
diferente al de los sig lo s precedentes. M usicalm ente p o d ría
definirse como el p erío d o de la m elodía acom pañada y el
bajo continuo. Pero im plica, además, la adopción de fo rm a s
m usicales distintivas, ciertos giros m elódicos y un tratam iento
vocal e instrum ental de netas p a rticu la rid a d es". Se expresa
que en este período aparecen figuras como Juan Sebastián Bach
y Georg Friedrich Haendel, como prototipos de creadores de esta
escuela musical.
En cuanto a la m úsica instrum ental del B arroco se m anifiesta
fundamentalmente a través de las escuelas de órgano, clave y
violín. Estos tres instrum entos son los que predominan en Yapeyú, .
epicentro musical de los Padres Jesuítas y de las Misiones
G uaraníticas, zona enclavada en nuestra provincia. Se originan
de esta manera, junto con la guitarra, el empleo de un sonido
característico que será promovido a través del tiem po originando
una coloratura propia en el fraseo m usical y en ensamble de los
instrum entos.
Jorge D 'U rbano en su obra "El B arroco" consigna: "...
puede decirse que el mismo se extiende entre los años 1550
y 1730". Más adelante agrega: "Fue durante el Barroco que
la m úsica dedicada a los instrum entos cobró relieve. H asta
e n to n c e s se h a b ía n e x p r e s a d o en e l r e c a to d e l
acom pañam iento o en la tím ida particip a ció n de las danzas.
La m úsica vocal acaparó el campo musical, desde la E dad
M edia hasta el R enacim iento. P ero el B arroco a len tó a l *
instrum ento y alcanzó a colocarle en el p rim er lugar de los
intereses de los com positores. E l órgano, independizándose
d e l m ero a co m p a ñ a m ien to litú r g ic o , a su m irá un p a p e l
p rotagónico cuando su s p o d ero sa s voces sean m anejadas
p o r Frescobaldi, M erulo, D om énico Zípoli, Couperín, entre
otros". Zípoli, sacerdote jesu íta cuya m úsica se ejecutaba en los
pueblos guaraníes, es autor de una obra fundamental p ara el
desarrollo de la escuela de órgano: "Sonata de tablatura pa ra
órgano y cém balo". I
Julián Gerónimo Zini, N erea A vellanal de Ambrogio y Julio
Cáceres en su libro "Camino a l C ham am é" señalan con acierto:
72
Enrique Antonio Piñeyro
73
i
8
U N P O C O D E H IS T O R IA : L A
P R O V IN C IA D E C O R R IE N T E S
Y S U M Ú S IC A
76
Enrique Antonio Piñeyro
'
l(l)MINUE 1650
17) CHACONA 1700
IX) PASACALLE 1700
19) LA ESPAÑOLETA 1700
20) LA CONTRADANZA 1700/1750
21) LA CUADRILLA 1750/1780
22) ROMANZAS, ROMANCE, TRISTES 1700/1750
23) ALABANZAS 1700/1750
24) EL MOTETE 1700/1750
25) TARRAGO 1800
26) RASTRO 1800
27) JACARA 1800
28) FANDANGO 1800
29) FANDANGUILLO 1800
30) REDOWA 1850/1870
31) GALOP (GALOPA) 1840/1870
32) LANCEROS 1800/1850
33) POLCA (EUROPEA) 1840/1850
34) VALS 1800/1840
35) MAZURKA 1840/1850
36) SCHOTTIS 1850
37) HABANERA 1850
Estas tres vías señalan los diversos caminos que siguen las
danzas que com o se evidencia en el p u n to c) p rovienen
directam ente de las cortes europeas o centros m usicales del
Viejo M undo a C orrientes, m ás precisam ente al pueblo de
YAPEYU epicentro de la cultura m usical de las M isiones.
Las largas historias de concentración poblacional, tan to en el
antiguo sistem a de In tendencias, luego del V irrey n ato , y
finalm ente el proceso de organización nacional, condujo a nuestra
provincia a un sinnúmero de variables que han perm itido una gran
difusión de danzas, canciones y modalidades m usicales que
prom ovieron la expansión de una cantidad de coreografías que
lógicamente en el proceso de folclorización se transform aron y
d ieron n acim ie n to a m o d alid ad es p ro p ia s , a fu sio n e s e
integraciones sucesivas que conforman etapas que desarrollaron
y requieren un estudio pormenorizado. En nuestro libro "Aves en
la m úsica fo lk ló ric a gu a ra n í" y en "El R asguido D oble" (ver
B ibliografía) referim os las investigaciones realizadas sobre^
antiguas danzas populares en Corrientes que a continuación
consignamos en el siguiente esquema.
78
9
D O S V E R T IE N T E S M U S IC A L E S
'■ r 'T squem áticam ente señalamos las dos vertientes que
m originan la m úsica folklórica de C orrientes. Las
J L * J referencias etnom usicológicas no form an tem a p ara
este ensayo pero no podem os dejar de m encionar al viajero
francés Jean de Lery quien en 1557 escribe acerca de los
guaraníes: "Esas cerem onias duraron cerca de dos horas, y
durante ese tiempo tos 500 ó 600 salvajes no cesaron de
danzar y cantar de un modo tan arm onioso que nadie diría
que no conocían música. Si, como dije, al com ienzo de esta
algazara me asusté, y a ahora me m antenía absorto oyendo
los acordes de esa inm ensa multitud, y sobre todo la cadencia
y el estribillo repetido de cada copla: 'He, ayré, heyrariré,
heyrá, heyrá, u é h ...\ Y todavía hoy cuando recuerdo esa
e s c e n a s ie n to p a lp i ta r e l c o ra zó n y me p a r e c e e s ta r
o y é n d o la ...".
Los españoles traen a América una tradición m usical que
venía de los cantares de gesta, de los juglares y de las danzas
populares y cortesanas. Además las influencias eclesiásticas se
impregnan poderosamente en las tribus aborígenes, que de acuerdo
con von Den Steinen "... daba la im presión de ser una sociedad
co ra l".
El sacerdote Fem ando Cardim, de la Compañía de Jesús
(1540-1625) escribe lo siguiente: "... bailan cantando juntam ente
porque no hacen una cosa sin la otra, y tienen ta l com pás y
orden que a veces 100 hom bres, bailando y cantando en
carrera, alineados unos tras otros, acaban todos ju n tam ente
en un p a so como si estuvieran en un lugar. Son muy estim ados
entre e llo s los cantores, tanto hom bres cu a n to m ujeres,
guardan entre sí diferencias de voces en su consonancia y de
" o r d in a r io la s m u je r e s lle v a n lo s tr ip le s , c o n tr a lto s y
te n o r e s ...".
79
El Chamamé: Música tradicional de Corrientes
al "C A N T O - D A N Z A G U A R A N I" y al R IT M O
AFROAM ERICANO -(GUAFRO)-.
- Encontramos una MUSICA EUROPEA que incluye CANTO
GREG ORIA N O - EL FLAM ENCO y EL CANTO Y LAS
DANZAS CORTESANAS -(GREFLA)-.
- Ambos, integrados, constituyen el "BARROCO HISPANO
- GUARANI" m usical que dará origen a dos VERTIENTES:
* Vertiente I:
C a n c io n e s C o rre n tin a s . R e c ib e n d if e r e n te s
denominaciones conforme con el sentido que en cada
caso desarrollan: "Pregones", "Aires C orrentinos",
"Aires de la Tierra", "C om puesto C orrentino",
"C oplas de D esp ed id a ", "El C o n cierto ", "Las
S e r e n a ta s " , "E l P u r a jh e y C o r r e n tin o ”, "La
Canción C orrentina", "La Tonada C orrentina",
entre otras modalidades.
* Vertiente II:
D anzas Correntinas. Aquí encontramos las antiguas
danzas correntinas, producto de la sim biosis cultural
y m usical de dos mundos que al integrarse darán
o rig e n a la s m o d a lid a d e s c o r e o g r á f ic a s que
consignamos en una nómina que, incom pletas por
cierto, reúne a las diversas modalidades que a través
del tiempo se bailaron popularm ente en Corrientes,
producto de un largo proceso de folclorización. Su
análisis y estudio lo efectuamos en nuestro libro
"Aves en la m ú sica fo lk ló r ic a g u a r a n í" (v er
Bibliografía), y en otra obra titu lad a "M anual de
danzas y bailes tradicionales de la p ro vin cia de
C orrientes", que tam bién nos pertenece.
10
E S Q U E M A IN T E G R A D O R N — 2
i*
V ertien te I V ertien te II
- Pregones - El Pavo
- Aires Correntinos - El Mainumbí (El Picaflor)
- Aires de la Tierra -La Golondrina
*•
- Compuesto Correntino - El Chopí (El Tordo)
- Coplas de Despedida - La Palomita
- El Concierto - El Cardenal Amarillo
- Las Serenatas - El Canario Caú
- El Purajhey Correntino - El Madariaga
- Cartas - Gato Perdiz
- Ausencias - Gato Triunfo Correntino
- Tonada Correntina -E l Tigrero
- Canción Correntina - El Correntino o Gato
- Charanda Correntino (sigue)
-etcétera
83
El Chamamé: Música tradicional de Corrientes
\
- Gato Polqueado o Chamameceado
- El Sobrepaso - El Rasguido Doble
- El Pericón Correntino
- El Valseado Correntino
- La Charanda
- Danza El Milagro
- Danza del Rosario
- Minué Montonero Correntino
- Caabí Peguá o Ranchera Correntina
- Chamarrita Correntina
- Chotis Largado o Correntino
-Toro Candil
-E l Tatú ^
- El Cururú Guaicurú
- La Vizcacha Yeroquí
-El Chamamé
- El Candombe Correntino
- Mamá Cumandá y Taitá Mandió
- Yaguá Ñetuó
- Tupasí La Mercé ara
- Danza del Yaguareté Avá
- Velorio del Angelito
- Guaimí Pysapé (Uña de Vieja)
- Bandera Yeré
- etcétera
84
11
E L "C O M P U E S T O C O R R E N T IN O "
87
1
L A P A L A B R A ’’ C H A M A M E " Y
SU S D IV E R S A S IN T E R P R E T A C IO N E S
on el p r o p ó s ito de d e s e n tr a ñ a r la a u té n tic a
C in te r p r e ta c ió n y s ig n ific a d o de la p a la b r a
"CHAMAME" hemos consultado numerosos autores
que a continuación citamos:
c h a p a lea n su in o c en cia o in c o n sc ie n c ia en lo s
espejos del charco que dejara la lluvia.
"R ica rd o S u á re z: D e s a p a re c id o b u c e a d o r de
nuestras tradiciones, lo asim ila a l térm ino "Che -
m em é" (Siempre yo).
"S a n tia g o M. T a lia : C ham am é es a p ó co p e a l
suprim irse la letra "e"d e la vo z "che", yuxtaposición
luego con "ámame" y después de p erd er su acento
esdrújulo, se fo rm ó la p a la b ra chamamé.
"Carlos G ualberto M eza: Ya se conocía... con el
n om bre de "P o lq u ita co rren tin a ". A n te s de ese
nombre, de P olquita correntina, estaba la "Ramada".
"Una Ram adita", decían antes... "Ña m bopú una
Ram adita". Chamamé puede ser apócope de "A mi
amada", en guaraní "C he-am am é” o "Che-amapé".
"Isidro M ario Flores - en su "D iccionario de la
Lengua G uaraní" dice: "Chamamé: Nom bre de un
p u e b lo fo r m a d o p o r u n a de la s tr ib u s que
erróneam ente se les dice 'C harrúa'".
12) D IC C IO N A R IO E N C IC L O P E D IC O
HISPANOAM ERICANO, página 1.649, Tomo VI, año
1912. "Chamamé: Geog.. A rroyo en el departam ento
de M inas, R epública del Uruguay, corre de este a
oeste, y con el M illán afluye en el "grande Arroyo
Campá", que separa los departam entos de M inas y
F lo r id a " .
13) D ICCIO N A RIO DE A RG EN TIN ISM O S -de
ayer y de hoy- de Diego Abad de Santillana, Editorial
TEA, Buenos Aires, 1976, página 129. "Chamamé: m.
Voz guaraní. Quiere decir lo que se hace de cualquier
manera, sin p la n ni método. Es el nombre de un
baile típico de C orrientes y el norte de Entre Ríos.
Según A yala Gauna, es una ligera variación de la
p o lk a ".
14) SIM POSIO DEL PR IM ER FESTIVAL DE LA
M USICA LITO R A LEÑ A - P o sad as, Provincia de
Enrique Antonio Piñeyro
"Che am oá memé":
C he: Yo
Amoá: H ago sombra
m
Memé: Sin cesar, continuamente
97
2
O R IG E N D E L C H A M A M E S EG U N
O L G A F E R N A N D E Z L A T O U R
D E B O T A S
(3) Carlos Vega, "El origen de las danzas folklóricas", Tercera Edición,
1965, p. 81 y sigs..
100
Enrique Antonio Piñeyro
102
3
E T IM O L O G IA D E L A
P A LA B R A "C H A M A M E "
Además hemos tom ado otras fuentes como son las propias
palabras del pueblo, es decir, el "lenguaje p o p u la r" aún vigente
105
El Chamamé: Música tradicional de Corrientes i
que inequívocam ente utiliza estos térm inos en el empleo vulgar
de uso común y diario. Es en este ám bito donde encontramos la
esencia de nuestros hallazgos que traduce de una manera indudable
los testim onios auténticos del "habla", de su real significado y de
su vulgarización, mal interpretada a veces como "vulgarism os",
que son negados p o r una m inoría "cu ltu ro sa " y que tergiversa el
verdadero sentido de las palabras del pueblo.
Realizando una prolija investigación en docum entación de los
ítems señalados en a), b) y c), hemos encontrado las siguientes
denom inaciones que tratam os de ordenar incluyendo las fuentes
y los ejemplos que nos han permitido este análisis com parativo. (
1 ) 1820-30. "AIRES CORRENTINOS". Alcides D 'O rbigny.
Nombre con que este autor cita estas "raras melodías" que
escucha en el interior de la provincia de C orrientes en sus viajes
por Itatí (localidad del departam ento homónimo) y Caá Catí
(departam ento de General Paz).
2) 1850. "AIRES DE LA TIERRA". Herm anos Robertson.
Otros viajeros y cronistas que, como el anterior, anotan en su
libro esta denominación p ara referirse a la m úsica autóctona
escuchada en Corrientes y p ara diferenciarla de otras melodías
de origen europeo. <
3) 1870. "TRISTE DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES".
Francisco A. H argreaves. Com positor que se inspira en antiguas
m elodías, o "Tristes correntinos", p ara crear esta obra m usical,
cuya p artitu ra poseemos en nuestro archivo.
4) 1800 aproxim adam ente. "COM PUESTO". *
5) 1800 aproxim adam ente. "COM PUESTO GUARANI".
6 ) 1800 aproxim adam ente. "COM PUESTO CORRENTINO".
"ENRAMADA" o "RAMADA".
8 ) 1860-90 a p ro x im ad am en te. "R A M A D A G U IP E " o
"RAMADA VI" o "RAMADA GUÍ".
En el lenguaje popular del ámbito rural de Corrientes hemos
h allad o estas denom inaciones que h acen re feren c ia a la
"enram ada ", patio cubierto con un techo protector generalmente
confeccionado con ram as (para protección del sol veraniego)
donde se instalaban los bailarines p ara danzar el Chamamé
antiguo.
El pueblo conocía las antiguas melodías correntinas con estas
denominaciones p ara identificar al Chamamé, mencionando más
el lugar o enram ada debajo del cual los asistentes a la fiesta
hogareña ejecutaban la danza.
9) 1 9 2 3 /6 . "C A N C IO N T IP IC A C O R R E N T IN A ” .
Denominación con que se edita la prim era versión cantada de
"EL CARAU" grabada entre 1923-1926 aproxim adam ente, por el
dúo RUIZ - ACUÑA (René Ruíz y Alberto H ilarión Acuña) en
el sello "DISCO NACIONAL ODEON", num erado 10.339, Lado
"A", acom pañados por las guitarras "Gómez - D aviz". En el
reverso o Lado "B" cantan "SERRANA DAM E TU AMOR", una
tonada de Alfredo Gobbi.
10) 1930. "CANCION GUARANI".
La denom inación "C anción G u a ra n í", que se em plea
indistintam ente p ara el Chamamé y p ara las antiguas melodías
paraguayas grabadas en la década del '30, no identifica a la
m úsica folklórica correntina hasta la aparición de su versión
"Canción C o rren tin a " y "Canción T ípica C o rren tin a " ya
consignada en el ítem anterior. Como "C anción G u a ra n í"
hallam os el tema de Odín Fleitas y Elíseo C orrales "EL TAM BOR
GUARANI" editado en la década del '40; otros ejemplos son
"DEL CARM EN" de M anuel Gómez, y "CANCION DEL ALMA"
de D orita N orby y Diosnel M artínez, entre otros.
11) 1929-30. "TONADA CORRENTINA". El dúo "MAGALDI
- N O D A " (A g u s tín M a g a ld i y P e d ro N o d a ) g ra b a n
consecutivam ente "LA CORRENTINA" en 1929, "EL TIPOY"
en 1931, "CHE CUÑATAI" en 1933 y "LAMENTO GUARANI"
fil Chamamé: Música tradicional de Corrientes
In tro d u c c ió n
Aspectos generales
807
Historia de h música occidental, 2
poránea a un mnvor núm ero de personas: algunos de estos esfuerzos fueron la Ge-
braucbsimisik (música de uso cotidiano para ser utilizada por grupos escolares u
otros aficionados) en Alemania y otros p rovéaos similares en otras panes, la música
-proletaria» en Rusia y la música de fondo cinematográfica, escrita p or com posito
res de primera calidad en todos los países. Sin embargo, a panir de 1950, la brecha
entre la música vieja y la nueva se amplió. La nueva música de las décadas de 1950
a 1960 era más radicalm ente nueva que la de la década de 1920.
Algunos factores sociales y tecnológicos han desem peñado un im portante papel
en la cultura musical del siglo xx. La radio, la televisión y la constante mejora de la
fidelidad de las grabaciones han sido responsables de un aumento sin paralelos en
las dimensiones de los públicos de muchos tipos de música. Estos inventos han p ro
ducido una amplia difusión del rep en o rio conocido de obras desde Vivaldi hasta
Prokofiev, así como de otra música «seria» procedente del pasado más rem oto has
ta el día de,la fecha. También han fomentado el crecimiento de una inmensa can
tidad de música «popular», palabra que utilizamos para abarcar el blues, el jazz, el
rock y sus versiones comercializadas, así como la llamada música folk y country, di
versas mezclas de lenguajes románticos edulcorados, híbridos de toda laya, anun
cios comerciales cantados, el incesante flujo tibio de la música ambiental y así su
cesivamente. Desde luego que esta clase de música popular no es un fenóm eno mo
derno: la música de este tipo siem pre ha florecido junto a la artística, de la que trata
este libro y ha afectado a esta última de diversas maneras. Las novedades', tanto en
el campo popular com o en el serio, proliferan con rapidez, mientras surgen, diver
gen y se marchitan con rapidez facciones entre compositores y oyentes.
Cuanto más cerca estem os.de ios hechos, tanto más difícil nos resultará ver en
ellos esquema histórico consecuente alguno. Las clasificaciones que hemos de
adoptar para considerar la música del siglo actual son, necesariamente, elásticas e
inciertas: seria posible aplicar otros esquemas. Los historiadores del futuro, con una
perspectiva más amplia de este período, indudablem ente hallarán m anera más d e
finitiva para organizar su historia.
Las orientaciones o tendencias principales que pueden rastrearse en la música
de la primera mitad del siglo xx son cuatro: en prim er lugar, el continuo creci
miento de los estilos musicales: en segundo lugar, el surgimiento d e diversos m o
vimientos, entre ellos el Neoclasicismo, que intentaba incorporar los nuevos des
cubrimientos efectuados durante la prim era parte de la centuria a estilos musicales
que tenían una relación más o menos manifiesta con principios, formas y técnicas
del pasado (.sobre todo, en algunos casos, con el pasado anterior al siglo xdc): en
tercer lugar, la transformación del lenguaje post romántico alemán en los estilos do-
áccqfónicos o de los doce sonidos de Schónberg, Berg y Webern: en cuano lugar,
un regreso, debido en parte como reacción a esta última tendencia cerebral y ex
cesivamente sistemática, a idiomas más sencillos, eclécticos y más del gusto del
público, que bien pudieran ser neorrom ánticos o simplificados. C ieno núm ero de
compositores utilizaron estas pautas, panicipando hasta cieno punto en' una o más
de ellas: los más notables fueron Messiaen y Stravinskv.
Las orientaciones o tendencias mencionadas no son «escuelas»; salvo en el caso
del grupo reunido en torno de Schónberg, ninguno de estos movimientos recono
ció una única autoridad principal, todos ellos se imbricaron en el tiempo; cada uno
com prendió prácticas muy diversas y más de uno de ellos a menudo apareció pías-
%
€
El si.ulo XX
€
809
€
Cronología C
i €
1900 Noctumes, de Debussv; la interpreta 1920 Calle Mayor, de Sinclair Lewis
ción de los sueños,, de Sigmund Freud (1885-1951)
(1856-1939)
€
1922 Tierra y e rm a , de T. S. Eliot
1903 Primer vuelo de un avión que tiene (1888-1965) €
éxito, realizado por i ds hermanos Wilbur 1924 Rapsodia en blue, ae George Gersn-
(1867-1912) y OrvilU Wright (1871-1948) win €
1904 Madama Burtetfl •, de Púccini 1925 'Xiozzeck. de Alban Berg €
1905 Salomé, de Strau; s 1927 Fundación en Basilea de la Sociedad
1907 Poema de1áxtasisf de Scriabin Musicológica internacional; vuelo en so €
190S Primer cuarteto p: ra cuerdas, de Béla litario sobre el Atlántico de Charles Lind-
bergh
€
Bartók •
1911 La canción de la tierra, de Gustav 1928 Siníonia. Opus 21. de Antón Vfebern C
Mahler 1929 Crisis de la bolsa de Nueva York; de
presión económica mundial
* *
1912 Pierrot lutiaire, de Arnold Schonber?
!
1913 En busca del tiempo perdido, de 1933 Matias elpintor, de H¡ndemith:Frañk-' '1 €
Marcel Próüst (í 871-1 >22>, La consagra fin D. Roosevek (1882-1945), presidente
de los Estados Unidos; Adolfo Hitler i
ción de ¡a primanera,.de Stravinskv
(1889-1945). canciller de Alemania
1915 Sonata Concord, d? Charles Ivés
1916 Teoría general de 1: relatividad, de Al-
1934 Fundación de la Sociedad Musicoló
gica de América, en Nueva York
*1 c
£
ben Einstein (1S79-19:5) 1937 Quinta sinfonía de Shost3kovich:
1918 Sinfonía clásica, de Sergei Prokofiev Cuemica, de Pablo Picasso (18S1-1973) i
1 £
mado en un mismo com'positor, o incluso en una única com posición; además, a m e i
nudo se mezclaban con ellos, de una manera u oirá, huellas de! Romanticismo, el
í
Exotismo, el ¡mpresioni: mo y otras influencias.
í
Estilos musicales emp; rentados £
con lenguajes folklóric os
(
Consecuentemente con la diversidad del escenario musical durante la primera
mitad del siglo xx, siguieron subrayándose las diferencias nacionales; ciertamente, i <
en un comienzo, las comunicaciones más veloces sólo acentuaron los contrastes en
tre las culturas. Las actividades musicales nacionalistas del siglo xx difirieron en al
gunos aspeaos de las del xix. Se emprendió el estudio del material folklórico a una
escala mucho más amplia que anteriormente y con un método científico riguroso.
La música folklórica se re ogía no mediante el torpe proceso de tratar de transcri
birla en la notación conve icional, sino con la exaaitud posibilitada por el empleo
del fonógrafo y de los magnetofones, las muestras recogidas se analizaban con o b
jetividad, mediante técnicas desarrolladas en la nueva disciplina de la etnomusico-
logia, para así descubrir e. carácter real de la música popular, en lugar de ignorar
10 Historia de la música occidental.
B éla B a rtó k
para orquesta) y, a menudo, una o más de las lineas entretejidas se ven enriqueci
das por voces que se mueven paralelam ente a ellas en torrentes de acordes.
La armonía de Bartók
aparece manejada con tanta libertad que únicamente nos justificaremos si decimos que’están
-sobre- —y no -en-— tal o cual tonalidad. Así, el Primer y Segundo cuanetos están sobre La,
el Tercero sobre Do sostenido, el Cuarto sobre Do, el Quinto sobre Si bemol y el Sexto sobre
f!c. Por esto se entiende que estas notas fundamentales sirven como pumos de orientación:
qué la música está organizada en torno a las mismas en forma modal o cromática y fluctúa
libremente con la utilización de las dichas notas como puntos de partida y de reposo, llevando
a cabo modulaciones desde ellas y de retorno a ellas".
1 Halsey Stevcns. Tbe Lije andMusic of Béla Bartók (Nueva York: O xford Universirv Press. 1953), p. 1~>.
d u d o por autorización de los editores. O xford Universiry Press.
€
iriTuiiiin
El siglo xx
EJEMPLO 20.1 EJemp/c s de acordes con segundas y tone clu.sier.s-, de Béla Banók.
piiz.
C P f .
movimiento está en Do. con un subcentro triiónicp similar so b re Fa sosteni'doV'ér- ' ' ' ' ' ’'' "
adagio es indeterm inado’y rluaúa en 12 región Do-J-'a sostenido (las dos tonalidades
equidistantes a am bos lacios de la tonalidad principal d e la obra). En algunos de los
temas principales y en todas las cadencias finales se expresa claram ente esta ..reía- ,
ción de trítono (ejem plo 20.2) que es común en Banók, Schónberg y muchos otros
compositores de! siglo x c •.
Las sonoridades bril¡3 nes e imaginativas son ampliamente evidentes en todas las
partituras de Banók: ejerr píos de ello son la colorista orquestación de El m andarín
maravilloso, la Suite de de •tvzas y el C ondeno para orquesta. El estilo pianístico per-
cusivo se ve transfigurado y hecho etéreo en la Música para cuerdas, percusión )•
celesta y el virtuosismo er el tratamiento de la percusión resulta especialmente no
table en la Sonata para eos pianos y percusión. Los cuanetos están pictóricos de
sonoridades impresionan! :s, en algunas de las cuales desem peñan un importante
papel los recursos de las c íerdas múltiples, los glissandos. los diversos tipos de piz
zicato y col legno.
El ámbito del estilo bartokiano está compendiado no sólo en el M ibvkostnos,
sino asimismo —y aún con mayor profundidad— en los cuanetos, que constituyen
la más im ponante aportación dé grandes dimensiones al rep en o rio de este medio
desde Beethoven. El hilo conductor que nos llega a través de toda la obra de Banók
es la variedad y la habilidad con que integró la esencia de la música folklórica a las
formas supremas de la mú .ica anistica occidental. Banók no fue primordialm énie
un innovador: antes bien, a semejanza de Handel, supo reunir las logros del pasado
y del presente en una sinte is elocuente. ' .
K o dály y O rff i
poco rail.
bajo: La m ayor £
Cadencia
Copyright 1937. d e Universal Edición*. Ltd.. Londres. R eproducido p o r autorización de European American
Music Distribución* Corp. Uifico agente en U.S-A. d e Universal Edicions. Ltd.. Londres.
EIEMPLO 20.3 Relaciones entre los estilos folklóricos y artísticos en Música para cuerdas,
percusión y celesta, de Béia Bartók.
P a r la n d o J' = a . ISO
.íli ,— i -
Sío me m ía - du
r.d|)vnv;lu IW " d e I inversa! Kditu»u>. lid. Umdi'e>. Reproducido |*»r uiuon/yciun de Imiioj*. ut
American Music Distributor* Corp. Unico ai*ente en U.SA de Universal Edilioiw. Ird.. I¿mdre>
Historia de b música occidental. 2
Prokofiev
Prokofiev: cana a Tiklxm Krennikov. secretario del Sindicato de compositores, J943. trad. de
William A Austin: Mu: ic in che 20th Cemury (Nueva York Norton, 1966), pp. 459-60.
Unidos, con sus giras de pianista y los diversos encargos que le hicieron com o com
positor. enire los que So halla la ópera escrita para Chicago El a m o r de las tres n a
ranjas (1921) y ballets ¡:3ra Diaghilev en París. A pesar de la accesibilidad de su mú
sica, se tomó muy a pecho la acusación dé formalismo que le dirigieron a él. a Shos-
takovich y a otros músicos los críticos y dirigentes de! partido en la Unión Soviética
y, según sus palabras, st esforzó por que su lenguaje fuera claro y atractivo (véase
recuadro).
Las sinfonías núm ero Cinco (1944) y Siete (1951-52). de Prokofiev. son testigos
del éxito que obtuvo en su búsqueda de una melodía clara, ya que ambas son triun
fos del lirismo, en las q je se evita lo empalagoso y lo facilón. Aunque a Prokofiev
le gustaba crear excitac.ón mediante la repetición reforzada por los recursos o r
questales. la riqueza de ¡deas nuevas, constantes, subordinadas, enfrentadas a sus te
mas principales, invita a que el oyente lo escuche una y otra vez para saborear los
detalles creados de m arera exquisita. La claridad y el refinam iento estructurales
siempre formaron pane de su estilo, a pesar de haber admitido que se vio conta
giado por el formalismo en sus años pasados en occidente.
Entre las d em is obrús de Prokofiev hay piezas para música de cámara, sonatas
y otras creaciones para p ano. óperas, ballets, concienos y sirfonias; de ellas destaca
el Segundo concieno para violín (1935).
Shostakovid:
m o tiv o d e una espera anhelante y recibida con esta m sma ansia (La Cuarta, de
1935-36, no se escuchó hasta 1961); sin embargo, la Quinta (1937) y la Décima (1953)
han o b tenido un lugar destacado en el repertorio. Shostúkovich fue educado y d e
sarrolló toda su carrera dentro del sistema soviético, bajo el cual recibió un trato
generoso, aunque no fue inmune a la critica oficial. Su ópera Ladv Macbech de
Misensk, que obtuvo cierto éxito en Leningrado (1934), Nueva York. Cleveland. Lon
dres. Praga, Zurich y en otras panes, fue retirada del can :l tras ser condenada por
Proveía en 1936. El com positor más adelante la revisó y ; dio el nom bre de Kaie-
riña Izmailoi-ci. Shostakovich. en su música, supo asimilar a herencia nacional f prin
cipalm ente mediante la intercesión de la música de Cha -covsky) a la tradición eu
ropea principal, con marcadas influencias de Mahier y Hi idemith.
Ln Q uinta sinfonía, debido a su aspecto optimista, fácil comunicatividad y estre-
picoso fmale, se tom ó com o una concesión al «realismo socialista- exigido por el
partido comunista; sin em bargo, bajo cualquier criterio, es una obra maestra de com
posición sinfónica, relacionada con la arquitectura tradicional del género y dotada
de un impulso y una grandeza raramente logradas en este siglo. Se inicia con ma
jestuosidad con un canon de dos compases en las cuerdas sobre un tema con ritmo
de obertura francés; sin embargo, los saltos atrevidos y el cromatismo la alejan de
la atmósfera cortesana (véase ejemplo 20.4). Más adelante, mientras continúa el rit
mo con puntillo en las cuerdas más bajas, una melodía creciente, no muy diferente
de las de Prokofiev, ocupa el primer plano de los violines. El segundo tema está
relacionado sutilm ente con el inicio mediante la expansión de ambos intervalos, asi
como de sus duraciones. También hay un tema de cierre formal, el qüe.xuando el
piano toma un fragmento del mismo —este instrumento no se escucha hasta este
momento— , indica el com ienzo de.la .sección de desarrollo clásica. En ella se in
cluye un episodio con ritm o de marcha, detalle éste muy característico de Shosta
kovich. Los demás movimientos son un.scherzo (no indicado com o tal), un largo
para orquesta reducida y un allegro non troppo, en donde se emplea la gran o r
questa.
La Séptima sinfonía (Leningrado) (1941), trata programáticamente de la heroica
defensa de esta ciudad contra los ejércitos de Hicler y sus movimientos tenían, en
un principio, los nom bres de «Guerra», «Evocación», «Espacio nativo- y «Victoria».
El compositor firmó musicalmente el tercer movimiento de l:^ Décima sinfonía con
un tema derivado, según la pauta alemana, de su nom bre D-E -C-B (es decir, D-Es-
C-H, o D-S-C-H) (Re-Mi1,-Do-Si), reducción de Dimicri Shostakovich. Usó este tema
de etiqueta también en sus Cuartetos quinto y octavo, asi como en los concienos
para violín y v-ioloncello. Los méritos de la Décima sinfonía fueron objeto de un d e
bate público en el Sindicato de compositores durante tres días; unos afirmaban que
no era «realista», dem asiado pesimista y que no_ representaba en absoluto la vida
soviética; ocros elogiaron su afirmación de la libertad, creativa.
El principal com positor inglés de la primera mitad del siglo xx fue Ralph„Vau-
ghan Williams, cuyas creaciones abarcan nueve sinfonías y otras obras orquestales,
canciones, óperas y muchísimas piezas corales. En medio de toda su variedad de
formas y dim ensiones, la música de Vaughan Williams se vio constantemente moti
vada por fuences tanto nacionales como cosmopolitas; la canción folklórica, la him-
nodia y la literatura inglesas, por un lado, y la tradición europea de Bach y Handel,
de Debussv y Ravel, p o r el otro.
Entre 1904 y 1906, Vaughan Williams tuvo a su cargo la edición musical del nue
vo Himnario Inglés-, con respecto a esta experiencia, escribió mucho después en su
Musical Autobiography (Autobiografía Mjsical): «Dos años de estrecha vinculación
con algunas de las m ejores melodías del mundo (así como con algunas de las peo
res) fue una educación musical mejor que cualquier cancidad de. sonatas y fugas.-.
Modestamente, om itió añadir que él mismo compuso una media docena de melo
días nuevas, una de las cuales es la conocida Sirte nom ine para el himno For All thv
g20 ' Historia de la música occidental. 2
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b) S in jo n ia Pastora!, 4.° movim ien to
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Sairus (Para iodos los santos) (ejemplo 20.5a). Entre 1909 y 1953 dirigió a cantantes
e instrumentistas aficionados locales, para los que escribió buen núm ero de obras
corales, entre ellas el Benedicite (1930). Ejemplos similares de música para uso de
aficionados son su H ousehold Music (Música doméstica, 1941), para cuarteto de cuer
das o -casi cualquier combinación de instrumentos», un C onceno Grosso para triple
orquesta de cuerdas (1950), cuya tercera sección puede constar de «aquellos ins-
El sij>Io xx 821
trumentisins que prefit ran utilizar únicamenie cuerdas al aire» v muchas musicali-
zaciones corales de caí ciones folklóricas, entre ellas el ciclo Folk-Songs o f tbe Four
Seasons (Canciones po miares de las cuatro estaciones), escritas para' un festival co
ral en 1950. /
La Primera sinfonía; la Sea S)vip/x>ny (Sinfonía del Mar, 1910), de Vaughan Wi
lliams, para orquesta y voces sobre textos de Walt Whitman, tiene m enor im portan
cia que otra obra temprana, la Fantasía sobre u n tema de Tbomas Tallis (1909),
para doble orquesta de cuerdas y cuaneto de estos instrumentos, en la cual se oven
las sonoridades antifon: les y 1a rica textura de ascéticas triadas en movimiento pa
ralelo dentro de un ma¡ co modal que caracterizó, asimismo, a muchas de sus com
posiciones ulteriores.
La London Sympbot v (Sinfonía Londres, 1914; revisada en 1920), encantadora'
evocación de los sonido; y la atmósfera de la ciudad, posee los cuatro movimientos
-normales — el tercero se denomina Scherzo (N octum e)— y se extingue al final en
un epílogo sobre el tema de la introducción, lento, al prim er movimiento.
En la Pastoral Syinphonv (Sinfonía Pastora!, 1922), un mellsma sin palabras, en
ritmo libre y sin barras de compás, para soprano solista, se oye aj com ienzo v (en
forma abreviada) al final del último movimiento (ejemplo 20.5b): ejemplifica el tipo
de melodía de escalas incompletas que a m enudo aparece en la música de Vaughan.
Williams. Igualmente característica, y. denipo-íolklórico ¿s la melodía cíe trompeta
en el trío del tercer movimiento (ejemplo 20.5c). En esta sinfonía se emplea con
especial eficacia la textui a de corriente de acordes (ejemplo 20.5d).
La Cuarta.sinfonía er Fa menor (1934) y las dos que la siguen, en Re mayor
(1943) y en M i m enor ( l í 47) se han tomado por reflejos de la preocupación de Vau
ghan Williams por los acontecimientos mundiales, aunque el propio com positor no
ha dado garantía acerca de una posible interpretación programática. Por otra pane,
cada movimiento de la Sinfonía Antartica tiene una breve cita que sugiere una re
ferencia subyacente: esta .sinfonía es un tributo al heroísmo del capitán Scott v sus
hombres y, por extensión, al de todos los hombres en su lucha contra las avasalla
doras fuerzas de la naturaleza.
El principal contem poráneo inglés de Vaughan Williams, así como íntimo amigo
suyo, fue Gusiav Holst (1874-1934 ). cuya música estaba bajo la influencia no sólo
de la canción folklórica inglesa, sino asimismo de! misticismo hindú. Este último se
manifiesta en la elección de sus.textos (Himnos corales del Rig-Veda, 1912). en oca-
sionalespasajes de una arm onía peculiarmente estática (H im no de Jesús, para doble
coro y orquesta, 1917) y en detalles de armonía y colorido exóticas, com o en el úl
timo movimiento (N eptuno) de la suite orquestal Los Planetas (1916), la obra m is
conocida de Holst. Com pane con Vaughan Williams el hábito de una expresión m u
sical práctica y directa y d< una fina sensibilidad imaginativa para plasmar texxos. Su
versión de la Oda a la Mu m e (1909), de Walt Whitman, es un ejemplo descollante,
como lo es, asimismo, a m ;nor escala, su Endedxi p ara dos imeranos (1914) — otro
poema de Whitman— p a n voces masculinas, metales y tambores.
Otro com positor tnglé: de nuestra época es sir Willíam Walton (1902-P.J), cuya
Historia de la música occidental, 2
.VAWM 162. Acto III: To hell wích all your mercy, de Peter Grimes,
Optes 3 3 , de Benjam ín Britten
l-stados Unidos
líl nacionalismo sólo ha desem peñado un papel secunc ario en la escena musicai
d r los Estados Unidos de tMorteamérica en el siglo xx El com positor que confiaba
rn colm ar la brecha entre la música popular y el públicc d e la sala de concíenos
rn la década de 1920 fue George Gershtyin (1898-1937). cuya Rhapsody m BUie
(1924) fue una tentativa de combinar los lenguajes del jaz:: y del romanticismo lisz-
tiano. Una expresión más espontánea de sus dotes naturales se manifestó en sus co
medias musicales (O / Tbee / Sirtg; De ti canto, 1931) y t n especial en su -ópera
folklórica» P orgy'and Bess (1935).
Mirón Copland
hallamos en la obra de .■Varón Copland (nacido en 1900). Copland fue el prim ero
de muchos compositores norteamericanos de su generación que estudiaron en Pa
rís con Nadia Boulanger. Los acentos del jazz y la disonancia se destacan en algunas
de sus primeras obras, como en la Música para el teatro (1925) y el Concierto para
piano (1927). Siguieron a éstas cierto núm ero de composiciones de un estilo mas
reservado y armónicamente complejo, representado por las Variaciones para piano,
de 1930. Al sentir la necesidad de apelar a un público más vasco, Copland se enca
minó hacia la sencillez, las armonías diatónicas y el empleo de materiales de la can
ción folklórica: tonadas populares mexicanas en la brillante suite orquestal El Salón
México (1936), canciones de vaqueros en los ballets Billy the Kid (1938) y Rodeo
(1942). La ópera escolar The Second Hurricane (El segundo huracán. 193~) y par
tituras para cieno número de filmes (.entre ellas Our Toum. 1940) son ejemplos de
una música específicamente destinada «al uso» en este periodo. La cumbre de esta
tendencia es Primavera en los Apalaches (1944), escrita primeramente como ballet
para una orquesta de crece instrumentos, pero más conocida en su arreglo como
suite para orquesta sinfónica.
EJEMPLO 20.6 Formas ele acordes de Primavera en los Apalaches, de Aaron Copland.>
jQ jiff 3 n 3 . !(
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• -♦ -I A.
Historia de b música occ>den¡al.-2
82«
Una síntesis nuera a gran escala apareció con su Tercera sinfonía (1946), que
no tiene ningún significado programático manifiesto, aunque algunas de sus m elo
días evocan canciones populares. Un lenguaje camerístico m is finamente elabora
do. una evolución ulterior a partir del estilo de las Variaciones para piano, son los
que encontramos en la Sonata para piano (1941). En las canciones sobre Doce p o e
mas de Ernilv Dickinson (1950) y más marcadamente en el Cuarteto con piano
(1950), la Fantasía para piano (1957) y la obra orquestal inscape (1967), Copland
adopta algunos rasgos de la técnica dodecafónica. A pesar de las diversas influencias
que se reflejan en el ám bito de estilos de sus obras, Copland conserva una identi
dad artística inconfundible. En su música se mantiene el sentido de la tonalidad, aun
que no siempre por medios tradicionales: sus ritmos son vivos y flexibles v es dado
a obtener sonoridades nuevas a partir de acordes sencillos, mediante el tim bre ins
trumental y el espaciamiento. Sus obras y sus consejos han ejercido influencia sobre
muchos compositores norteam ericanos más jóvenes.
Un nacionalista más consciente fue Roy Harris (1S98-1979), cuya música más lo
grada (por ejemplo, su Tercera sinfonía, 1939) sugiere en parte la áspera sencillez
de Walt Wnitmán; algunas de sus obras com prenden temas folklóricos reales como,
por ejemplo, su Folk Song Sym pbony (Sinfonía sobre a n d o n e s folklóricas, 1941),
con coro: De una manera similar se incorporan acentos norteamericanos específi
cos (blues) a lá Sinjonia, Afroam ericana (1931), de William Grant Stül (1895-197S).
Florence' Price (18SS-1953) adaptó la danza folklórica, antes de la guerra, llamada
juba, así cómo elem entos melódicos y armónicos —en particular la escala pentató-
nica’de muchos spirituals— , reflejando su herencia musical negra a varias de sus
grandes obras, éntre las que destacan el Concieno para piano en un movimiento
(1934) v ía Primera sinfonía (1931). Un episodio neofH'imitivo en la música nortea
mericana lo representa Virgil Thomson (nacido en 1896) con su ópera Four Saines
iti Tbree Acts (Cuatro santos en tres actos, 1934), con un libreto de G enrude Stein
y con muchas de sus obras sinfónicas corales.
No es fácil aislar o definir el elem ento genuinam ente nacional en la música nor
teamericana. mezclado com o está con rasgos estilísticos cosmopolitas que com pane
con la música europea d e la época. Desde luego que un signo exterior claro es la
elección de lemas norteamericanos para óperas, cantatas o poemas sinfónicos como,
por ejemplo, en algunas de las com posiciones de William Schuman (nacido en 1910);
sin embargo, en gran parte de la música misma el nacionalismo es un ingrediente
más sutil: acaso pueda detectarse en un cieno carácter franco y optimista, o en una sen
sibilidad por un timbre y una melodía fluida e irreprimible, como en la Serenata
para orquesta (1954) y en üm brian Scene (escena de la Umbría, 1964), de Ulvsses
Kav (nacido en 1917). Algunos eminentes compositores norteam ericanos escribie
ron habitualmente en un lenguaje que no puede ser calificado de nacional en nin
guno de los sentidos de la palabra. Hov.-ard Hanson (nacido en 1896) fue un neo-
rromántico confeso cuyo estilo se hallaba bajo la influencia de Sibelius; la música
de cámara y las sinfonías de NX'alter Pistón (1894-1976) están escritas en un lenguaje
neoclásico robusto y refinado.
La música de Roger Sessions (nacido en 1896) es más intensa, disonante y cro
mática, -abierta a influenzas de su maestro Ernest Bloch y, en m enoi/grado, de Ar-
nold Schonberg; pero, n o obstante, vigorosamente personal (Tercera sinfonía. 1957;
la ópera M onlezuina, 1S'62; la cantata Wben Lilacs Last in tbe Dooryard Bloom'd
¡Cuando las lilas a la put na de! patio por última vez florecieron], 1970).
Un estilo igualmente personal, con notables innovaciones en el tratamiento del
ritmo y la forma, resulta evidente en las composiciones de Ellion Canerfnacido en
1908). A partir d e su Sorr.ia para violoncello (1948), Cárter experim entó con lo que
llamaba m odulación rnét.ica, en la que se efectúa una transición de un tem po y un
metro a otros m ediante v,na etapa intermedia que compane asp eao s de la organi
zación rítmica previa y de la subsiguiente, reminiscente de los cambios proporcio
nales de la música del sit-Jo xvi. También desarrolló una técnica de enunciado de
varios temas simultáneos, cada uno marcadamente individualizado, en especial en
su organización rítmica, e i pane inspirado en los coliages de Ivés formados por ci
tas de himnos conocidos y de piezas de música popular. El prim er cuaneto para cuer
das (1950-51) es ejem plar :n este aspecto, así como p or verse unificado por un gru
po de cuatro notas (y sus (transposiciones): Mi-Fa-Soi$ -la jj, enunciado al comien
zo. Esta combinación recibe el nombre de tetracordio de todos los intervalos, ya
que gracias a la perm utación se pueden obtener todos los intervalos a partir de la
misma. El ConcifcriÓ’ aoblt; para piano y clavicémbalo (1961) es una, de las obras
más accesibles de este compositor marcadamente intelectual..
Los principales representantes del Nacionalismo en la música latinoamericana
fueron Héctor Villalobos (18S7-1959), de Brasil, Silvestre Revueltas (1898-1940) y
Carlos Chávez (1899-197S). de México. Las obras más conocidas d e Villalobos son -
una serie de composicione.; para diversas combinaciones vocales e instrumentales,
bajo la designación general de dxtros, en la que se usan ritmos y sonoridades bra
sileñas. Chávez se destaca e. pecialmente por su Sinfonía india (1936) y su Concier
to para piano (1940). Entre 'os compositores latinoamericanos de fecha m is recien
te tiene importancia el argei tino Alberto Ginastera (nacido en 1916), cuya ópera Bo-
marxo causó poderosa imp esión con ocasión de su estreno en 1967.
I lo n e v c e r
C c o n o lo g ía
1939 Segunda G uerra Mundial (hasta 1945) 1967 Serpean Pspper's Lonely Hearts Club
1944 Primavera en los Apalaches, de Co Band. de L>s Beatles
pland 1969 Primer 1 am bre en la luna; festival de
1945 Peter Grimes, de Benjamín Britten rock de Wt odstock
1949 M uerte de u n viajante, de Arthur Mi- 1970 Ancient Voices o f Giilclren, de Geor-
11er ( 1916-?) ge Crumb; The G reening o f America, de
Charles Reich (1928)
1951 M usical Chansons. de John Cage;
.\m a)il y tos visitantes nocturnos, ópera 1973 Fin de la participación de Estados Uni
para televisión de Gian Cario Menotti dos en la g uerra del Víetnam
<19110 1974 Renuncia de! presidente Nixon
1955 Le m a n e a n sarts maitre, de Boulez 1976 Einstein on the Beach, de Philip Glass
1956 Gesartg der Jünglinde, de Karlheinz- 1978 El para. ío perdido, de Penderecki
Stockhausen
1979 Estreno de la ó p era de Berg, Lulú,
1957 West Side Story, de Leonard Bern- completa
stein
1980 Publicación del N ew Grove Dictio-
1959 Seven Studies on Themes o f Paul Klee, nary, edición bajo el cuidado de Stanley
de G ünther Schuller Sadie |
19Ó1 Availahle Forms /, d e Eade Brown 1981 Con Hanpy Voices, d e David Del Tre-
1962 Concilio Vaticano II dici, se in: uguran el Louise M. Davies
■Symphony Hall, en San Francisco
1963 .Asesinato de! p residentej. F. Kennedy.
El siglo xx 827
Darius Milhaud
Darius Milhaud (1894-1974) nació en Aix-en-Provence. Escribió un gracioso mo
num ento conmemorativo de su región natal en laíui're Prouencaie (1937), para or
questa, en la que incorpora melodías del compositor de comienzos del siglo xviii,
André Campra. Milhaud produjo una cantidad inmensa de música. Componía con
una facilidad rara en el siglo xx. Sus obras comprenden piezas para piano, música
de cámara (se destacan especialmente sus dieciocho cuartetos para cuerdas), suites,
sonatas, sinfonías, música cinematográfica, ballets, canciones, cancatas y óperas. Hay
un contraste entre la frivolidad, la burla y la sátira dé los ballets Le boeiif sur le toit
(El buey sobre el cejado, 1919) o Le Train Blezi (El tren azul, 1924) y la seriedad
cósmica de la ópera-oracorio Christopbe Colomb (1928; cexto de Paul Claudel), o la
devoción religiosa de la música para el Senncio sacro judío (1947). Milhaud fue un
arrisca de temperamento clásico, nada dado a teorías o sistemas, pero infinitamente
recepcivo de muchos tipos de escímulos que supo convenir esponcáneamence en ex
presión musical: melodías y riemos folklóricos brasileños, por ejemplo, en las dan
zas orquescales (más carde arregladas para piano) Saudades do Brasil (Nostalgias
del Brasil, 1920-21); saxofones, síncopas del ragtime y la tercera del blues en el.ba-
llec La Creátion du m onde (La creación dei mundo, 1924). La música de Milhaud
es esencialmente lírica en su inspiración, con una mezcla de ingenio e ingenuidad;
de forma clara y.lógica está dirigida al oyente como exposición objetiva, no como.
. confesión personal. " ■..,
Un recurso técnico que aparece recurrentem ente en Milhaud, así como en mu
chos ocros compositores contem poráneos suyos (por ejemplo, el holandés Willem
Pijper, 1894-1927), es la politonalidad — música escrita en dos o más tonalidades a
la vez— , como se com prueba en el ejemplo 20.7a. en donde dos líneas de melodía
y dos planos de armonía, cada una en una tonalidad distintiva y diferente, se escu
char de manera simulcánea.
Para ilustrar este aspecto del escílo de Milhaud tomemos dos pasajes (ejemplo
20.1b) del movimiento lento del Decimosegundo cuaneto (1945). Los motivos ini
ciales del movimiento en los que se explota la sonoridad de segundas y terceras con
tra un.pedal de dominante en La mayor, forman el tema de la coda: dos compases
policonales (La-Sol-Re-Mi bem ol) seguidos por un pasaje diatónico en La, con la cuar
ta lidia aumentada y una cadencia final con el choque momentáneo de las terceras
m enor y mayor.
El ámbito estilístico de Milhaud queda desvelado en sus óperas. Además de ,1a
828 — ■ Historia de la música occidental. 2
^ — "i t - + —
^ „ c 3 JP"! n J T i J ~ 34ü
L--á--h-------- -5--------
T
b) Cuarteto para cuerdas núm ero 12, segundo movimiento.
7e)tia:
Violín 1, Viola (asordínádos).
— .71
Cello (asordinado).
Coda
Edmons Salaben, editores y propietarios de! Sau/lades üo Brasil, © 1922. renovado en 19*>ü p o r Editions
Max Eschig. Utilizados por autorización de Associated Music Publishers, Inc.
El siglo xx 829
música para las traducciones, de Claudel de tres obras de Esquilo (compuestas entre
1913 y 1924), las misn as incluyen Les inaUjeurs d'Orpbée (las desdichas de Orfeo,
1924), L e p a u ir e matei-pt (El pobre marinero, 1926), sobre un libreto de Jean Coc-
teau; tres operas, minutas, cada una de las cuales dura aproximadam ente diez minu
tos, sobre parodias de-m itos clásicos (1927); las form alm ente más convencionales
M aximitien (1930), M&dée (1933) y Bolívar (1943) y la ópera bíblica David, encar
gada para celebrar el t¡ ¡milenario de Jerusalén com o capital del reino de David v
estrenada en versión d>- concieno en Jerusalén en 1954. Todas las óperas de Mil
haud están organizadas en diferentes complejos de escenas con arias y coros v las
voces cantantes constituyen el centro del interés antes que la orquesta.
Francis Poulenc
En su mayor pane, las composiciones de Francis Poulenc (1890-1963) tienen for
mas pequeñas. Este au to ' combinaba la gracia y el ingenio de las chansons popula
res parisinas con un don para el remedo satírico y un insinuante lenguaje armónico
(buen ejem plo de lo d¡:ho en su ópera cómica Les tnainelles de Tiresias (Los
pechos de Tiresias, 1940,. Sus obras no fueron, en modo alguno, todas frívolas. Su
Concerí dxim pétre (Conc leno campestre o pastoral) para clave o piano y pequeña
orquesta..e&,neoclásico e i el espíritu d e' RariiSfirV D om enico Scarlatti; entre sus
com posiciones figuran una misa en So! para coro a cappella (1937), varios motetes
y otras obras corales. Su ópera seria en tres actos Dialogues des Cannólites (Diá
logos de carmelitas, 1956.. es la eficacísima musicalización de un libreto desusada
mente excelente de Geor.’es Bernanos.;
Paul Hindemith
Paul Hindemith (1895- 963) se destaca no sólo como compositor, sino asimis
mo como teórico y maestro. En su libro Tbe Craft o f Musical Composition2 (Ane de la
composición musical) presenta tanto un sistema general com o un método de aná
lisis. Su labor com o m aestra — en la Escuela de Música de Berlín (1927-37). la uni
versidad de Yale (1940-53) y la universidad de Zurich a partir de 1935—- influyó a
toda una generación de músicos y compositores.
Hindemith pensaba que era. antes que nada, un músico práctico. Experimenta
do ejecutante solista. orquestal y camerístico de violín y viola, aprendió a tocar asi
mismo m uchos otros instru Tientos. Más joven que Schónberg. Banók y Stravinsky,
no atravesó ninguna etapa te mprana romántica o impresionista de importancia, sino
que se sum ergió de inmediato, con sus primeras composiciones editadas, dentro
del confuso y desconcenan e mundo de la música nueva en la Alemania de la
década de 1920. Resulta nou ble que, a la luz de las cambiadas concepciones de la
tonalidad, unos veinticinco at os más tarde el compositor revisase sus tres obras gran
des principales de este período. Eran éstas un ciclo de canciones para voz de so
prano y piano sobre poesía* de R. M. Rilke, Das M arim lebeii (La vida de María,
: H indem ith: Uriteru.<eisur\g iii Toisarz. 2 vols. 1937. 1939. trad. de A nhur M endel: Tbe Craft of Musical
Composition (Nueva York: Associated Music Publishers, 1942: edición revisada. 1945). 3-** vo!. 19?Ü. edición
:» cargo de Andrés Briner. P. Daniel N eier y AJfred Rubeii (Mainz: Srhor»
Hi-sto 1a de la música occidental, 2
/■"/ Concierto de los ángeles, procedente del a lta r de Isertbeim pintura realizada por Martinas
Gritneu'ctld. Esta obra inspiró el prim er m o lim ien to de la sir jb n ia Machis der Maler. de Hin-
ihmtth, y el Sechstes B ild (NAWM I 6 l ) de la ópera basada en hechos de la ríela del pintor,
íColmar, Mtisée d'U nlerlinden.)
1923), la ópera expresionista trágica Cardillac (1926) ; la ópera cómica Nenes vom
Tcti¡e (Novedades del día, 1929). Entre las obras hinde.nithianas de este período se
encuentran, asimismo, cuatro cuanetos para cuerdas y gran cantidad de otras piezas
camerísticas.
En la década de 1930 se manifestaron un contrap jnto lineal menos disonante,
una organización tonal más sistemática y una nueva inmole de calidez casi romántica
(com párense los ejem plos 20.8a y b). Las composiciones de esta década abarcan la
ópera Mathis der Maler (Matías el pintor, 1934-, estre.iada en Zurich. 1938); la sin
fonía que también lleva este mismo nom bre, probablemente la más conocida de to-
i
Ei siglo xx
Cuarteto número 4, copyright 1924. de B. Schou's Sóhne, Mainz. Copyright renovado Moihis der Moler,
copNTiqht 1937. de B. S chons Sóhne. Mainz. Copyright renovado. Ambos utilizados p o r autorización
d e E uropean A m erican Music D isuibutors Corp., únicos agentes para U .S a de B. S chons Sóhne. Mainz.
das las obras de Hindemith, compuesta mientras escribía el libreto de la ópera. Tam
bién pertenecen a esta época las tres sonatas para piano (1936); una sonata para pia
no a cuatro manos 0938); !os ballets Nobilissiim Visione (1938), sobre la figura de
san Francisco de Asís; Los cuatro temperamentos (1940) y la Sinfonía en M i (1940).
El libreto de Mathis der Maier, del propio Hindemith, se basa en ia vida de Mat-
thias G rünewald, pintor del famoso altar de Isenheim (esta obra pictórica se halla
en 1a .actualidad en el Musée d'Unterlinden, Colmar, Alsacia). Compuesta en Alema
nia en la década de 1930, cuando Hindemith se hallaba sometido a los ataques del
gobierno nazi, esta ópera es una exposición filosófica sobre el pape! del artista en
tiempos de tensión. En el libreto, Matías abandona su taller y se une a los hombres
del campo en su lucha contra los nobles en la Guerra de los Campesinos de 1523-
' Gran p an e de la música de Hundemith fue escrita'íon fines didácticos. El título
Klairiermiisik: Übung in drei Stücken (Música para piano: tres piezas practicas. 1925)
recuerda' al de !a Clauier Übung, de Bach. Análogo a El claise bie?i temperado es el
Liidus Tonalis (luego de tonalidades, 1942), de Hindemith, obra pianística subtitu
lada -Estudios de contrapunto, organización tonal y ejecución pianística», que cons
ta de doce fugas (en cada una de las tonalidades) con interludios de modulación,
un preludio CDo-Fa sostenido) y un postludio (Fa sostenido-Do).
Las com posiciones posteriores a 1940 incluyen los Cuartetos quinto y sexto (1943,
1945), !as Metamorfosis sinfónicas sobre temas de Weber (1943), un -requiem » so
bre textos de Whitman (Wben Lilaos Last in the Dooryard Bloom 'd) y otras obras co
rales; la nueva versión de Das Marienleben (194S) y la ópera Die H arm onie der
Welt (La arm onía del Mundo). Hindemith comenzó a escribir esta ópera en la dé
cada de 1930, pero la dejó a un lado a! llegar a los Estados Unidos, porque no pa
recía haber oportunidades para representar una obra semejante en dicha época. En
1952 confeccionó una sinfonía orquestal en tres movimientos a partir de fragmen
tos de la música y luego prosiguió trabajando en la ópera, que se representó final-
siglo XX 833
mente en Munich en ¡957. ¡Entre las últimas obras de Hindemith hay un Octeto para
clarinete, fagot, trompa, violin, dos violas, violoncello y contrabajo; varios madriga
les excelentes; una ópera <¡n pretensiones en un acto T)x Long Q nisnnas Dinrter
(la larga cena de Navidad, t asada en un texto de Thornton W ilder, 1961) y una Misa
para coro a cappella, que -e estrenó en la Piaristenkirche de Viena en noviem bre
de 1963.
Las obras de Hindemith son tan versátiles y casi tan num erosas como las de Mil
haud. Hindemith fue un representante de mediados del siglo » ; de la línea cosm o
polita germana representada p o r Schumann, Brahms y Reger; otras influencias que
se sumaron a sus creaciones proceden de Debussy, así como de Bach, Handel, Schütz
y los compositores alemanes de lieder del siglo xvi.
Historia de la música occidental, 2
Messiaen
Stravinsky
• Llegamos ahora a un com positor que, en el transcurso de una larga carrera, par
ticipó en algunas de las orientaciones más significativas de la música en la primera
mitad del siglo xx: Igor Stravinsky. En realidad, fue él mismo el que le cito ímpetu
a algunas de las orientaciones y su influencia sobre tres generaciones de composi
tores ha sido enorm e. Nacido en Rusia en 18S2, llegó a París en 1911, vivió eri Suiza
después de 1914, nuevamente en París después de 1920, en California a partir de
1940 y en Nueva York desde 1969 hasta su muerte, acaecida en 1971. De las prime
ras composiciones de Stravinsky, las principales fueron tres ballets encargados por
Sergei Diaghilev (1872-1929), fundador y director del Ballet Ruso, el cual, durante
veinte años después de su prim era temporada de 1909 en París, fue una institución
europea que atrajo los servicios de los principales artistas de la época. Para Diaghi-
fev y París. Stravinsky escribió Bí Pájaro de Fuego (1910), Petrusbka (1911) y Le Sa
cre d u printemps '(La consagración de la primavera), subtitulada Cuadros dé la
Rusia pagana (1913). ’
Primeras obras
5 Estos m edios aparecen descritos detalladam ente en Messiaen: Toe Tedmiqiie of M y Musical
(París. 1944), erad. de John Satterfteld (París: le d u c . 1956).
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~ Historia de la música occidental, 2
19 13 -19 2 3 . /
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S.V W . e m S T E R
El neoclasicismo de Stravinsky
admite su derrota en una breve aria estrófica: «Me quemo», en ia que la or
questa al completo asum e el ritmo de puntillos, tem bloroso, antes usado con
Tom. Tras este mom ento, Rakewell canta apoyado en un bajo de bordón, de
forma demente, una cantinela triádica y sencilla, mientras esparce yerba sobre
su cabeza y piensa que se corona con rosas.
EIEMPl.O 20.9 Acto ///, escena 2, dúo-, My hean is wild wiih fear (Enloquecido tengo el
corazón de miedo), de The Rake’s Progress. de l.uor Stravinsky.
¡i Rakewell
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Ei siglo xx
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Las obréis tardías de Struuimky 1
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Una versión de la misa (1948) para un coro mixto con dobles quintetos de ma
deras y metales posee un austero estilo «neogóüco- que sitúa a esta obra com o tran i
sición entre la Sinfonía de los Salmos y el Canticum sacrw n para tenor v barítono
solista, coro y orquesta, com puesto «en hom enaje a san Marcos» y estrenado en la
i
basílica de este nom bre jen Venecia, en 1956. En panes del C a n iia im sacrum y de i
otras composiciones de .a década de 1950 (entre ellas el Septeto, 1953; la canción
ln memoriam Dylan Tlxjmas. 1954: ei ballet Agón, 1954-57; y Tljrerii, 1958, para vo i
ces y orquesta, con texto;- de bis Lamentaciones de Jeremías), Stravinsky adoptó, de
(
manera muy gradual y juiciosa, pero sum am ente eficaz y para sus propios fines, las
técnicas de la escueta de Schónberg y Webern, técnicas éstas que siguió explorando c
aún más en M ovements ('. 959) v en las Variaciones para orquesta (1964),.
c
(
El estilo de Stravinsky
<
Un breve resum en no puede hacerle justicia al estilo de Stravinsky d ebido a toda
su diversidad, así como a : u unidad. En estas páginas sólo podernos llamar la aten *
ción acerca de algunos ras ;os característicos, subrayandepfyue los ritmos arm nniá» ’* • t
timbres y tocios los demás detalles de Stravinsky son inseparables cíeFcuerpo vivo
de su música; el estudiante debe oír y estudiar estos rasgos en su contexto, dentro í-t
de las propias obras y al h; cerlo aguzar4.su percepción de estos detalles.
jRjtmo: Uno de los paso.; im ponantes del siglo actual fue la liberación del ritm o <
de la «tiranía de la barra dt^compás». es decir, de ia regularidad_¿e_gmpos_cons= i
untes ele dosTxTfés’uñidades de acentos fu en eT v jfeblle.sT~én~íos que Ins fuertes
coinciden normalmente. ixui-f~amhi£¡slcia-ai;monía. Stravinsky a m enudo se opone a i
la barra de "compás al introducir un esquema rítmico irregular después de haber
{
instaurado otro regular y ve1ver a éste último de tamo en tanto (ejem plo 21.10a, de
t
Sacre; el movimiento íntegr > se halla en.NAWM 147). El ritmo regular p uede man c
tenerse en una parte contra in esquema irregular en conflicto con él en otra (ejem \
plo 20.10b): o bien pueden :ombinarse dos ritmos diferentes .( ejem plo 20.10c). Un ♦
motivo rítmico pueo e’Hespl.izarse de un Jugar a otro dentro del compás (ejemplo %
20.10d). Al comienzo del últ mo movimiento de Saa-e el ritmo parece muy irregu <
lar, aunque suena ordenado: en efecto, se halla organizado de una m anera bastante •
<
simétrica en torno al motivo que aparece ocho veces (ejemplo 20.10f) en casi todas
las composiciones del período neoclásico de Stravinsky. Resulta especialm ente fas (
cinante la manera en que hace más densas las armonías y luego abre, disloca y re
calca los ritmos, en una prolongada pulsación de tensión y distensión antes de una <
cadencia imporcame: véanse os finales de! Octeto, del tercero y cuarto movimien <
tos de la Sinfonía en Do y de' Sancius de la Misa.
Otro detalle del ritmo de Stravinsky es su em pleo de ios silencios: a veces me I
ramente son una detención entre acordes; otras, una respiración sobre el tiempo
fuene antes de iniciarse una fi ase y, otras más, una pausa retórica que acumula ten <
sión en el avance hacia un clínax, como, por ejempio, en ei segundo movimiento
y en el interludio entre e! segundo v tercer movimientos de la Sinfonía en tres Mo
limientos.
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842 Historia de la música occidental. 2
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- Historio de la música occidental. 2
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Sinfonía de üi< Sílinios. © 1931 Russischer Musikverbt*: renovado en 19SS. © y renovación :in¡j*ivkLí en
I9h“ a Híxim.'v¿v llavvkes. Inc. Versión revisada © 1 9 ^ 8 Booseyifc H aw kex Inc.. rei*n~.kU> en IV S.
Reproducido p o r autorización.
4 Alien Foric: Tbe Harmonic Orgcmizatiort of •Tbe Rite of Spring» (New Haven: Yale Universitv
l'r« h», 19/B). pp. 35 y 132 y ss.
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El siglo xx 845
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Sitiftjnúi en tres munmiejuas, copyright 19-*<»..Schon & G>.. Lid.. Londres. Copyright renovado. usado por
autorización d e F.uropean American Music D istributora Corp. Unico agente para U.SA d e Schott & Co..
Londres.
' Véase e! análisis en Picier van ■¡en Toorn: Tbe Music cf Igor Stravinsky (New Haven: Vale Univtrisin
Press. 1983). pp. 31 y ss.
Histeria de la música occidental, 2
La labor del creador es exam inar detenidamente los elementos que recibe (cle
la imaginación), ya q u e la actividad h u m a n a debe imp )nerse limites a si misma.
Mientras m ás se controle, limite y elabore el arte, más til. re será.
Por lo que a m i respecta, experimento u n a especie dí terror citando, en el m o
m ento de ponerm e a trabajar y bailarm e ante la in fm id td de posibilidades que se
irte presentan, tengo la sensación de que todo m e está permitido...
¿Tendré, entonces, que poderm e en este abismo de t bertaíl? ;A c¡ué debo aga
rrarme para escapar del vértigo cjue se posesiona de m i ante la virtualidad de esta
infinitud...? Totalmente convencido de que las combinaciones c¡ue tienen a su dispo
sición los doce sonidos de cada octava y de que todas las lariedades de ritmo posibles
me prometen rU¡uezas c¡ue toda la actividad del geriio hum ano jam ás agotará.
Lo que m e salva de la angustia a la que m e arroja esta libertad sin restricciones
es el hecho de que siempre sé dedicarme de inmediato a lis cosas concretas que, en
estos casos, se m e plantean. Ho tengo empleo p ara u n a lib'enad teórica. Quiero algo
que sea fin ito , definitivo, u n a materia que se preste a . ni elaboración siempre y
cuando esté en proporción a mis posibilidades. Además, ••sta materia se me presen
ta con sus limitaciones. Por consiguiente, yo tengo que i nponerle las mías...
Asi, m i libertad consiste en saber moverme de u n lado a otro dentro del estre
cho m arco que yo m ism o m e be asignado para cada una de mis empresas.
Llegaré incluso m ás lejos: m i libertad será mucho m ás grande y significativa
cuanto m ás limite y o m i propio campo de acción y clic, nto más rodeado me vea
de obstáculos. Todo aquello, que reduce los límites, n cluce también la fuerza.
Mientras m ás restricciones uno se imponga, más libre s(' verá de las cadenas que
sujetan el espíritu.
StraiAnsky: Poecics o f Music (Cambridge, Mass.: H arvard Universi.y Press, 1947), pp. 63-65. Ci
tado p o r perm iso d el editor, Harvard University Press.
El pasaje diatónico en La mayor (con un Fa natural crot rático) del ejemplo 20.12a
contrasta con la textura más lineal del ejemplo 20.12b (t ótese el motivo señalado
entre corchetes). Este pasaje está en Re y es predom inantemente modal (dórico).
Es una frase instrum ental que retrasa sin ningún cambio en dos ocasiones, como
ritornello; al final (ejem plo 20.12c) Stravinsky toma Si sos enido =Do natural como
nota-eje para una modulación de regreso desde la dominante La y luego recapitula
en forma condensada las armonías del ritornello y añade in eco cadencial, utilizan
do solam ente conos modales y dejando la séptima del modo (Do natural) con su
quinta (Sol) sin resolver en el acorde final. •
Orquestación: Una elevada proporción de las obras de Stravinskv está escrita
para agolpam ientos instrumentales desusados. Es éste otio aspecto en el que cada
nueva composición constituye una ley en sí misma: el colorido particular es parte
El Siglo XX 847
El movimiento que más llamó la atención durante la' oriméra mitad del siglo XX
a causa de su naturaleza radical, surgió d e la música del post Romanticismo en Ale
mania. La primera obra importante de Arnold Schónberg (1874-1951), su sexteto
para cuerdas Verklárte Nacht (Noche transfigurada, 1899), está escrita en un lengua
je cromático que se deriva claramente del de Tristón, mientras qué el poema sin
tónico Pelleas u n d Melisande (1903) tiene reminiscencias de Strauss. Con su mo
numental cantata sinfónica Gurre-Lieder (Canciones de Gurre), para cinco solistas,
narrador, cuatro coros y gran orquesta (1901, orquestación concluida en 1911),
Schónberg superó incluso a Mahler y Strauss en materia de dimensiones y comple
jidad de la partitura y a Wagner en cuanto a violencia expresiva romántica..
Una orientación nueva se manifiesta en las obras del segundo periodo de ScKón-
berg, el cual com prende los dos prim eros cuartetos en (Re m enor y Fa sostenido
menor, 1905 y 1908), la primera Kammersymphonie (Sinfonía de cámara, 1906) para
quince instrumentos, las Cinco piezas p a ra orquesta Op. 19 (1909), dos series de
piezas pianísticas breves (Op. 11, 1908, y Op. 19, 1911), un ciclo de canciones con
acompañamiento de piano. Das Bucb d er hángenden Cárten (El libro de los jardi
nes colgantes,-1908), un monodrama para solista y orquesta. Erwartung (La espera.
1909) y una pantomima dramática, Die glückiiche Harid (La mano feliz, 1911-13).
En estas obras, Schónberg se apara del gigantismo post romántico para utilizar pe
queñas combinaciones instrumentales o, cuando emplea la gran orquesta, darle tra-
Historia de la música occidental, 2
cimiento solístico a los instrum entos o una rauda alternancia de timbres (com o en
las Cinco piezas para orquesta y Erwartung), antes que bloques sonoros masivos.
L)c forma concurrente hav una creciente complejidad rítmica y contrapum ísti-
c.i v iinn fragmentación cada vez mavor de la linea melódica, así como una mavor
am££QlDCÍQD: por ejemplo en el Primer cuaneto, escrito en un solo m ovim ien
to de forma cíclica, se desarrollan todos sus temas a partir de variaciones y com bi
naciones de algunos motivos germ inales y casi nunca se utiliza, ni siquiera en las
voces secundarias, material alguno que no se derive de los mismos motivos. Tam-
i blén reviste significación histórica el hecho de que entre 1905 v 1912 Schónberg
pasó de cultivar un estilo crom ático alrededor de una base tonal a alpo otie ro m ú n -
mente se denomina atonalidad.
Atonalidad
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Histona de la música occidental, 2
traducido más tarde ai alemán. Está escrito para voz fem enina y conjunto de cámara
de cinco ejecutantes y ocho'instrum entos: flauta (íntercai ibiable por flautín), clari
nete (clarinete bajo), violín ( viola), vióloncello y piano. En el ciclo, el poeta se ima
gina a si mism o ser Pjerroc y, símbolo del rayo lunar, intenta expresar todo lo que
lleva d en tro d e la misma m anera que un rayo d e luz lunar asum e muchas formas y
colores en u n cristal. Sin embargo, en lugar de las aventuras cómicas de Pierrot, ima
gina una fantasía horripilante. "■ ' /'
Expresionismo
to, escenografía e iluminación (en las óperas), así como música— para comunicat
el particular complejo de pensamientos y emociones que. S c h ó n b e r g 1deseaba ex
presan En esta etapa de su evolución, el compositor d e p e n d í a ' sobre todo del texto
para establecer la unidad en sus obras extensas; las tempranas piezas pianísticas ato-
nales del Op. 19 son tan breves —modelos de un estilo conciso, epigramático-
. que con ello se. evitan las dificultades -de unidad formal inherentes a las composi
ciones instrumentales extensas.
Historia de la música occidental, 2
.f
-•
Hacia 1923, después de seis año? én cuvo transcurso no'publlcó ninguna mu-
.sica. Schónberg formuló un «método de com poner con do ce sonidos sólo relacio
nadas entre si». Los.puntos esenciales de la teoría de esta técnica de los d o c e so n i-,
dos (docecafónica) pueden resumirse de la manera siguiente. La ha.se d e toda com
posición es una serie o fila oue consta de los doce sonidos de la oCTava. fli.spnesios
en cualquier orden, según lo'decida el com positor. Los sonidos de ia serie se'u ti-
li/jn de manera sucesiva (como un3 melodía) o .simultánea (rom o armnnia o ron-
trnpunto), en cualquier octava v con cualquier ritmo oue se desee..La-serie también
puede utilizarse en sus formas invertida, retrógrada o retrógrada invertida v en trans
posiciones de cualquiera de las cuatro formas. El com positor agota las notas'de 1a
serie antes de proceder a usar de nuevo la serie en cualquiera de sus formas . -
Las primeras obras en las que Schónberg utilizó deliberadam ente süries de so-
NAWM 148 Teme-, mtiación VI, de'lea Variaciones para orquesta, .Opta
•31, de Amold Schónberg ,
i ■ 1
Las Variaciones'para Orquesta, Op. 31. compuestas en tre 1926 y 192S, ge
neralm ente reconocidas como una de las mejores obras de Schónberg. es un
buen ejem plo de la mezcla de procedim ientos tradicionales con la técnica do-
decafónica. Tras una introducción, en la que la serie se halla rodeada por un
velo de m isterio y una atmósfera de expectativa, se presenta un tema de vein
ticuatro compases. Cuatro formas de la serie de doce notas (ejem plo 20.14) de-
EIEMPLO 20.3.4 Vari iciones para orquesta. Opus 3;formas de la serie de doce tona s.
primera mitad deI lerta, de Aniold Scbdnberf;.
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© 1929 U niversal Edición, enovado en 195t> por Genruck* Xlwxiberj:.
354 Historia de la música occidental, 2
term inan las sucesiones de notas del tema melódico en el violoncello, m ien
tras q u e las mismas cuatro formas en orden inverso proporcionan el acompa
ñam iento arm ónico a e s a melodía. El tema se halla caram ente expuesto en
motivos en los q u e se utilizan grupos de eres a seis not is de la serie, a las que
se les confieren diferentes formas rítmicas, de suerte cu e cuando se oyen sus
ritmos con diferentes notas en el transcurso del tema, ello contribuye a la co
hesión m elódica general. En el ejemplo 20.14 se muest ra la primera mitad del
tema, con núm eros que indican ei orden de alturas enjlas cuatro formas de la
serie q u e se m uestran más abajo- en los prim eros tres modvos se emplea la se
rie en su estado original (P-O, forma principal [Pj en la altura original, re p re
sentada p o r O. es decir, cero semitonos de transposición); la armonía de cada
uno. d e los. motivos está extraída de los mismos núm eros de la serie, pero en
■ la inversión (l) está transportada en forma ascendente,una sexta mayor hacia
ei noveno sem itono (1-9). Puesto que el prim er grupo !de motivos tenía 5, 4 y
3 notas, respectivamente, el segundo grupo tiene ía ir versión 3, 4 y 5 notas.
Ahora se extrae la melodía del retrógrado (R) de la inversión al noveno semi-
i cono (,Ri-9), que anteriorm ente había proporcionado el acompañamiento.
■En la prim era variación, el tema se halla aún en las /o ces inferiores, mien-
. tras q u e en los demás instrumentos se desarrollan sus notivos, asi como otros
nuevos, d e m anera antifonal. Por su parte, la segunda variación es contrapun-
tística y camerística; un violín solista y el o boe entonan^un canon sobre la for
ma invertida del temá. que aún.resulta reconocible á c^usa del modo rítmico
interválico de ios motivos. El carácter rítmico del tema se debilita en las cinco
variaciones subsiguientes, mientras se confiere realce a luevos motivos extraí
dos d e las formas-de la serie. Cuando los motivos del t> ma se ven absorbidos
por el anonim ato rítmico d e la serie, el resultado de elli >se asemeja a una pas-
sacaglia. La sexta variación (NAWM 148b) muestra hasta qué punto se ha trans
formado el tema, que ahora sé halla en. el violoncello (aunque aún conserva lo.s
agolpam ientos de notas), subordinado a otras circunstancias. Una de estas ideas
nuevas es el motivo que se oye por vez prim era en la f auta. el corno inglés y
el fagot; cuenta con dos d e los intervalos más destacados del tema — eí sem i
tono y el trítono— y se la ove reiteradamente en la textura, tanto en su forma .
/' directa com o en la invertida. Asi, a pesar d e la nueva técnica' dodecafónica y
/ de la organización: altam ente racional; del r.ámbito so ro ro de las alturas, el
( Op. 31 d e Schónberg no se aparta radicalmente de los orocedimientos sintác-
\ ticos y d e unificación de los procedimientos tradicionales de la variación, tales
com o se los halla en los períodos barroco, clásico y romántico. • I
nidos fueron sus Cinco piezas para piano Op: 23 (1923), d^ las cuales, em pero, sólo
la última posee una serie completa de.doce sonidos-Esta técnica la perfeccionó d u
rante los años siguientes en la'Serenata, Op.. 24: Suite p ara’piano, O p.' 25; Q uinteto
para vientos, O p 26, las Variaciones para orquesta (1928). Lo utilizó asimismo en la
mayor p a n e de las obras que escribió después de llegar x los Estados Unidos en
1933, so b re codo en su Concieno para violín (1936) y en e? Cuanó cuaneto (1937).
-En estilo andguo (y tonal]>* escribió una Suite para orquesta de cuerdas (1934). En
la Oda d e N apoleón y en el Concieno para piano (ambas cíe 1942) se acercó a una
~'r,*-■*
El siglo xx
«Moisésy A arón- -
En 1931-32 Schónberg com puso los primeros dos anos de una ópera en tres
cuyo libreto había escrito él mismo, intitulada Moisés y Aarón. Jamás completó la
música y la partitura es com o un magnífico esbozo. Sobre el fondo del .Vitiguo
Testamento, Schónberg presenta el trágico conflicto entre Moisés, como mediador
de la palabra de Dios, y Aaróñ, com o intérprete de Moisés ante el pueblo: conflicto,
ya que Moisés es incapaz de com unicar él mismo su visión, mientras que Aarón,
que sí es capaz de hacerlo, no puede comprenderla correctamente; trágico, porque
la grieta de la separación es intrínseca y- no puede verse superada mediante la bue
na voluntad, ya que está enraizada en la naturaleza del filósofo-místico, por una par
te, y de! estadista-educador, p o r la otra. (Aarón dice a Moisés [acto I1I¡ escena l|: «Yo
iba a hablar en imágenes, tú en conceptos; yo al corazón, tú a la mente.») Con in
tención simbólica, Moisés habla (Sprechstim m e),.pero no canta: el Verbo no se en
carna en la música, salvo en un único' momento (acto I, escena 2), cuando' Moisés
adviene a Aarón: «Purifica cu pensam iento: libéralo de cosas terrenales, dedícalo a
la Verdad» La solem ne alteración del texto alemán recuerda'a Wagnér (véase ejem
plo 20.15)y durante todo el tiem po Schónberg emplea sonidos de .vocales y con
sonantes de una manera vinculacia simbólicamente con la música y las ¡deas dramá
ticas. • /’ ,f ' V '
Moisés y A arón es tanto oratorio com o ópera. Los coros del pueblo de Israel de
sem peñan una pane muy im portante en la acción; un grupo de seis voces solistas
(situado en la orquesta, no en el escenario) representa la vqz.. de pías; también,
como el propio’Moisés, en Sprechscimmé con acompañamiento" orquestal. Induda
blem ente la p an e más pintoresca d e ¡a.partitura es el complejo de solos, coros y
danzas en la gran escena de la adoración del Becerro de oro (acto II), en laq u e el
ritmo, el colorido instrumental y lós contrastes súbitos se combinan en'ün espectá
culo de suntuosidad oriéncai y gran efecto dramático. Toda la. ópera se basa en una
única serie de sonidos, .una de cuyas formas se. halla representada en el ejemplo
20.15. En Moisés y Aarón, una p rofunda concepción filosófica encarnada en una for
ma dramática apropiada se vincula a la penetrante fuerza expresiva de la música y
a una impresionante unidad estructural para convenir a ésta en la obra maestra de
su autor y otorgarle, ¡unto a W ozzeck, de Berg, un lugar entre las grandes óperas
de su tiempo. > :
Alban Berg
Partitura autógrafa de los compases iniciales de Moisés y Aarón, dff Sdx>nber}’.- H z - quiere,
decir maderas: -BU/metales: -Str>, cuerdas-, -Schlg-, percusión. (Los Angeles, Archivas del Ar-
nold Schónberg ¡nstüute.J •
i
Wozzeck es un descollante ejemplo de ópera expresionista, así com o un impre
sionante docum ento his .órico. El libreto, confeccionado p o r Berg a partir de frag «
mentos de un drama de Georg Büchnér (1813-37), presenta al soldado Wozzeck
como símbolo de -w ír arm e Leut» («Nosotros, las pobres.gentes»), desventurada •
victima de su medio amt >¡ente, despreciado, traicionado en el am or e impulsado fi %
nalmente al asesinato y al suicidio. La música es continua a través de cada uno de
los tres actos y sus escenas cambiantes (cinco p o r a a o ) se ven enlazadas mediante m
interludios orquestales, com o en Pelíéás, de Debussy. La música de Berg se ve uni
ficada en pane por el em pleo de algunos leitmotivs, aunque predom ina más la or
ganización según formas cerradas adaptadas de las de la música clásica (suite, rap
sodia, canción, marcha, p. issacaglia, rondó/sinfonía, invenciones) y otros medios su
tiles. Así, el tercer a a o contiene cinco de las llamadas invenciones: sobre un tema
(seis variaciones y fuga), .obre una nota (Si), so b ré un ritmó, sobre un acorde .y so
bre una duración (la corchea) - - v U .;? ,- ; '* .y- •*
Lulú. es una ópera más abstracta y compleja,' igualmente expresionista, aunque
tiene un simbolismo mavor q u e Wozzeck; su música está organizada d e una.manera
más estricta en cuanto a sus líneas dodecafónicas; no obstante, no carece de algunas-
implicaciones tonales. La Suite lírica y el Concieno para violín, al igual que las dos
óperas, son típicas de la tí ndencia constante de Berg a mostrar.la vinculación entre
el estilo nuevo y el del pa;ado. Tanto la Suite com o el Concieno están escritos par
cialmente según el m étodo dodfyafónim ; en ambos sij despliegan el genio inventi
vo de Berg y su fácil dom inio de la técnica contrapuntística. La serie básica del Con
cieno está pensada de tal ;u en e que las combinaciones tonales se tornan práctica
mente inevitables (ejem pló 20.16); en el finale, también la serie, tonal da pie para
presentar la melodía de un coral que Bach había armonizado sobre las palabras del
himno Basta y a (Cantata núm. 60), —alusión a la m uene de Manon Gropius. a ojva
memoria está dedicado este .concieno. • *•' • .. ;•;>
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10 1!
Historia d e la música occidental. 2.
La música de esta escena, !a invención sobre un rit no, es una polka im pe
tuosa. En la escena anterior, Wozzeck ha asesinado a su amante Marie, madre
de su hijo, ya que ella lo engañaba con un compañero d e armas. En este mo
mento, Wozzeck se halla sentado en'uná taberna cant: ndo y bebiendo. Invita
a bailar a Margrec, la cantinera; después de danzar, ella se sienta sobre sus ro
dillas y canta una canción, en medio de la cual advierte sangre en la mano del
hom bre. Wozzeck com ienza a agitarse y a obsesionars'.* con la sangre. La mú
sica de esta escena está construida como un motete iscrrttm ico medieval. Una
serie de ocho duraciones interrumpidas en el medio p<j>r un silencio se reitera
continuamente, a veces en disminución, otras en aumentación. Impregna toda
la textura, incluso las voces. En el momento e n 'q u e .Vargret descubre la san
gre, el coro se une a la pareja en un canon sobre el ricino, q u e prosigue luego
en los instrumentos. La obsesión de Wozzeck por su calp a alcanza una inten
sidad insoportable. ■ -i
En las partes vocales, Berg alterna de modo flexible: la voz hablada común
y el Sprechgesang con el canto convencional. Los num erosos pasajes de realis
mo estilizado (.coro de ronquidos, gorgoteo del agua, una orquesta de taberna
con un piano desafinado que caricaturiza un motivo de vals de Roserikavalier,
de Strauss)'se emplean hábilmente con fines expresionistas: La acción inflexi
ble. irónica, simbólica, la riqueza de la.inventiva musical, la orquestación, p e r
m anentem ente variada, ingeniosa v apropiada, la claridad y concentración de
las formas, la índole descriptiva y la fuerza dramática de la música se acumulan
I para producir ún efecto de. inolvidable poder emotivo.:
EJEMPLO 20.17 Primer m ovim iento de la Sinfonía Opus 21, de AJiton Webern:
Historia de la música occidental. 2
mada por chispas y destellos sonoros que se mezclan en un equilibrio ¡imbrico úni
co (véase ejemplo 20.17). Un buen ejem plo de esta clase de orquestación/aplicada
a un tipo de música m i; conocido.’ es el arreglo hecho p or W ebern del ricercare de
la Ofrenda Musical, de Bach. Los efectos especiales — pizzicato, armónicos, trémo
lo, sordina y otros símil tres— son com unes a toda la música de Webern. Su sensi
bilidad para el color y a claridad a m enudo lo impulsa a escoger combinaciones
desusadas, como ocurre en el cuaneto Op. 22 para violín, clarinete, saxofón, tenor
y piano, o en las Tres canciones Op. .1& para soprano, clarinete en M i bemol y gui-
tarra. '. ~ ’
Resulta lógico que, fn un estilo de tal concentración, las com posiciones hayan
de ser breves. No todas So son tanto com o las Seis bagatelas para cuaneto de cuer-
La Sinfonía Op. 21 está escrita para nueve instrum entos solistas. Consta de
dos movimientos: el prim ero está en forma sonata y el seg u n d o es un tema con
siete variaciones. Podremos hacernos una cierta idea del em pjeo de la técnica.;;-:
serial por pane de W tb erii'á p artir dél ejemplo 20.17, com ienzo del prim er
movimiento. Lo que podría denom inarse la forma «original» de la serie de no
tas está designada por os números 1, 2, etc. (nótese que la segunda mitad-de -
la serie es la forma retrógrada de la prim era mitad y que, por-consiguiente: lá '
forma retrógrada de la ;erie íntegra es un duplicado de su forma original); los
núm eros 1', 2', etc. designan úna inversión (o inversión retrógrada) de la fo r--
ma original, que se inicia a una tercera mayor más abajo; 1", 2", etc., designan
una inversión (o inversión retrógrada) que se inicia a la altura original. Con el
Do sostenido del comp:ts 4 se'da comienzo a una exposición de la forma ori
ginal de la serie (o de íu forma retrógrada) transponada a una tercera mayor
ascendente. Cabe notar asimismo en este ejemplo la textura característicamen
te sobria y abierta, los numerosos silencios en todas las p an es: así,-cada nota-
' individual tiene imponaheia y el conjunto se conviene en una sucesión de di
minutos puntos o mano'itos de sonidos. .... ; :
Lo que se escucha e.‘ urt mosaico bastante estático de colores instrumenta
les. Sin embargo, un e su d io profundo revela muchas estrategias de construc
ción. Por ejemplo, en el inicio.'las dos trompas están en canon.con movimien
to contrario: luego, las mismas voces canónicas las continúan el clarinete y el
clarinete bajo. Mientras tanto, el arpa Inicia otro canon con movim iento con
trario, en el que se emplean las' mismas secuencias interválicas (sin tener en
cuenta el registro de oct iva), al igual que lo que sucede en el p rim er canon,
pero con una nueva pautí de duraciones y silencios. El análisis com pleto mos
trará que la pieza tiene i na organización muy exacta y que secciones enteras
son imágenes reflejadas ile otras secciones. Además, se p u ed e dem ostrar que
esta pieza está formada pe r una exposición, un desarrollo y una recapitulación b.
4 Véase el análisis en Wiltiam vr. Austin: Music in ¡be 200) Cemury (N ueva York: N onon. 1966). I
pp. 357-65, en d o n d e se incluye io< o e! m ovim iento en partitura abreviada.
862 Hlstori.i de la música occidental. 2
da, Op. 9, o las Cinco piezas para orquesta, O p. 10 (ambas de 1913), cuya duración,
m edia por movimiento es d e alrededor de treinta y seis y cuarenta y nueve segun
dos, respectivamente ( la núm. 5 del Op. 10 dura solamente diecinueve segundos);
pero aun obras «más am plias-, como la Sinfonía (1928) y el C uaneto para cuerda
(1938), sólo toman un tiem po de ejecución d e ocho o nue\e minutos, hasta tal pun
co se halla concentrado su lenguaje. Esta concentración, así como lo desacostumbra
do del idioma, exigen del. oyente un grado de atención d;susado. Con respecto a
la disonancia (cuyo efecto se halla mitigado, en gran paYte, por u n hábil empleo de
tos tim bres contrastantes) y a la complejidad armónica en c sneral. la música de We
bern es d e audición m ucho más fácil que la d e Schónbei g, Berg o muchos otros
com positores del siglo, xx. . -
En su evolución, W ebern, al igual que Schónberg, atravesó p o r las etapas del
crom atismo post rom ántico, la atonalidad libre v la organización m ediante series de
nota^-.'esta última se inició.con las tres canciones del Op. 17 (1924). Con pocas ex
cepciones, sus obras están escritas en estilo d e cámararse ¡dividen en proporciones
aproxim adam ente iguales, en composiciones instrumentales y vocales. Sus principa
les piezas instrumentales son la Sinfonía O p. 21, el Cuarteo para cuerda Op. 28, el
C oncieno para nueve instrumentos Op.: 24,(1934) y las Variaciones para piano
Op. 27 (1936). Para voces Webern escribíó_numerosas ser es de canciones para so
listas —algunas con piano, otras con'diferentes,conjuntos pequeños— , así como al
gunas piezas corales, en especial Das Augenlicbt (La luz de los ojos, 1935) y dos can
tatas (1939.-1943) para solistas, coro v orquesta. Estas cantatas,, así com o las Varia
ciones para orquesta Op. 30 (1940), están compuestas en ijn estilo un tanto más re
lajado y expresivo que las obras anteriores d e Webern- en jellas aplicó la técnica se-
rial, aunque incluyó las';texturas homófona y contrapuntíst'ca..
La producción de W ebern fue pequeña: sus obras completas (salvo su temprana
música, recientem ente descubierta) se han grabado en .o cio discos. d e larga dura
ción. Aunque sus logros apenas obtuvieron éxito alguno'er. vida, el reconocimiento
de su obra creció constantem ente durante los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial y su música fue el origen de im portantes, desarrollos nuevos en Italia,
Alemania, Francia y Estados Unidos.
D esp u és d e W e b e rn '
La prim era mitad del siglo'xx fue testigo" de la:quiebra progresiva del sistema
musical q u e había predom inado durante fosados siglos precedentes, aproximada
mente desde Bach'hasta Richard Strauss. Schónbetg, al principio de manera intuiti
va y luego metódica con sus series de doce notas, introdujo una concepción nueva
de la estructura musical y con su «em ancipación de la dis jnancia» abolió sencilla
mente, de hecho! la distinción tradicional e n tre consonancia v 5Iso~nancia. A su vez,
Stravinsky participó en todos los movimientos de la époctj y llegó e n la década de
1950 a cultivar su propia versión de la dodecafonía.-Hacia ;.950, m uchos otros com
positores ya habían aceptado en principio'el sistema de tos doce sonidos, modifi
cándolo en sus detalles y adaptándolo a los propios fines. £.¡n em bargo, fue Webern
quien, más que nadie; se anticipó y estim uló un movimier to q u e llegó-a verse vin
culado con un grupo de compositores jóvenes que se c e n ró en to rno a los «cursos
El siglo xx 865
lina de las razones de sem ejante impresión era la de que la música basada en
mus principios era típicamente aiemáiica: es decir, que no-tenía temas en-el sen
do clásico de entes melódico-rítmíco-armónicos fácilmente perceptibles con exten-
i mes, derivaciones y desarrollos reconocibles de los mismos. En forma concomí-
nir con ello se hallaba la ausencia típica de un pulso rítmico distinto y — cosa más
ii|X)iunte aún— la ausencia de todo sentido de progresión, de movimiento hacia
mías de culminación definidos y previsibles hacia el fina! de la obra,'tales com o
» fji.icteristicos de la sinfonía, po r ejemplo, desde los tiempos de Haydn y duran-
linio el siglo xk. En su lugar, todo cuanto se percibía eran «acontecimientos» mu-
jlrs sucesivos, irrepeudos e impredecibles. Esta clase de hechos ¡jodían asum ir
lu m ia de minúsculos «puntos» de so n id o — timbre, melodía,’ritmo— que se en-
irjrn, .se disuelven uno dentro de .otro, de una manera aparentemente fortuita,
i supuesto que, en'él caso'de una obra bien construida, la tonalidad de los acon-
liincmos habría de fornjar un esquema lógico, pero ésie podía ser can complejo
r sólo seria perceptible tras mucho estudio y audiciones repetidas.
I r. i igidcces del serialismo total pronto se relajaron. El estilo puntíllista se fun-
i mi l.i plasmación musical.lógica de un texto en una de las piezas de vanguardia
•. (limosas. Le m arteausatis m aÍtre(E\ martillo sin dueño, 1954. revisada en 1957),
Houlez, musicalizáción de un ciclo de poesías surrealistas de René Char, entre-
,ml.ula con «comentarios» instrumentales, en nueve movimientos breves. El con-
u (cuya agrupación difiere con cada movimiento) com prende flauta contralto,
nim ba, vibrifono, guitarra, viola y diversos instrumentos de percusión ligeros.
■conjumo produce un translúcido tejido sonoro. todo él situado en los registros
lio v agudo, con efectos que a m enudo recuerdan la música de Bali. La linea v o -,
Ir l.i contralto, que tiene amplios intervalos melódicos, glissandos y un em pleo
ilmi.il d r la Spredistimm é, con frecuencia es la voz inferior de la textura y está
loo iila de una manera casi sistemática con determinados instrumentos de! con-;
y; \,-
, : i v .‘5ií\
bir\ >iun to s _
Pabellón Philips d e ¡a Feria', m u n d ia l dé Bruselas, 195S- Edgar Várese colaboró con el arqui
tecto Le Cnmusier p a ra Henar este edificio con el sonido de Hoéme élecironique, compuesto
en los laboratorios Philips, m Eindlxit'en. (Por cortesía del M useum o f M odern Art, de Nuei>a
York.) •••.; . ..
cálm em e notable la trem enda expansión del grupo de la percusión (que a menudo
incluye instrumentos tomados de las músicas asiática y africana o sugeridos por
ellas) y la acrecentada importancia de los sonidos percusivos en conjuntos de toda
índole. ; '■
La obra de Edgar Vartse (1883-1965) fue decisiva para el reconocimiento de la
importancia del tim bre er. la nueva música. Para Várese, los sonidos en cuanto tales
eran los componentes esu uciurales esenciales dé la música, más fundamentales que
la melodía, la arm onía o é ritmo. En su ¡onisation (1933), escrita para una inmensa
batería de instrum entos d i percusión (que incluye piano y campanas), además de
cadenas, yunques y sirena ;. Várese creó .una forma que podría calificarse como de
finida por bloques y masas contrastantes de sonidos. En algunas de sus últimas obras
(Déserts, 1954; Poéme élecroniaue, 1958) utilizó los recursos sonoros nuevos dis
ponibles poco después de mediada la centuria.
866 Historia de la música occidental, 2
Con posterioridad a 1950 no hubo desarrollo que a rájese mayor atención pú
blica o que tuviese un mayor pocencial de nuevos cambics estructurales trascenden
tes y de otra índole en el mundo de la música que el em pleo d e los sonidos elec
trónicam ente producidos o manipulados. Este proceso se inició con la musique con
créte de comienzos de la década de'1950: la materia prim a constaba de notas mu
sicales o de otros sonidos naturales que, después de ser, transform ados de diversas
maneras p or medios electrónicos, se reunían en una cinta magnetofónica para su
reproducción. El paso siguiente consistió en sustituir los; sonidos de origen natural
por otros generados electrónicamente en ún estudio. En' una de las primeras com
posiciones electrónicas más conocidas, Cesang der Jüngiinge (Canto de los adoles
centes. 1 9 5 6 ) de Stockhausen, así com o en muchas d : las obras posteriores de
este autor p ira este medio, se em plearon sonidos procedentes d e ambas fuentes.
Las consecuencias de este nueyo descubrimiento fuer )n inmensas; sin embargo,
en ningún Sitio se las ha explotado, de manera completa. En prim er lugar, liberaba
al com positor de úna dependencia con respecto di intéiprece, perm itiéndole ejer
cer un control total v_sin intermediarios sobre el sonido le sus composiciones (sal
vo en 'el caso de la ¡ncertidumbre inevitable relativa a la: condiciones acúscícas del
lugar donde habría de oírse la música). Gran pane de la ,núsica n u era ya exigía mi
nuciosos matices de altura, intensidad y timbre que sólo podían anotarse de manera
relativa en la partitura, así com o.íom plejos de ritmos «irracionales» que difícilmen
te llevaban a la práctica los ejecutantes; además, como era necesaria lu exactitud ab
soluta de la ejecución,'las exigencias practicas de un p e ro n a l especialm ente cuali
ficado y ú n prolongado tiempo de ensayos conscicuían c bstáculos adicionales. Sin
embargo, en el escudio eleccrónico todo detalle podía calc liarse y grabarse con exac
titud. Además, ahora sé podía disponer.de todo un ám b iu d e sonidos posibles, en
tre ellos muchísimos que era im posible producir por n edios naturales». Podían
obtenerse diferentes" efeao s acústicos situando.los altavoces en diversas'posiciones
con relación al público.' Los compositores d e; Europa; Nc rteamérica y Japón explo
taron industriosamente;.todas estas ventajas. .Nuevas posibilidades (v problem as) se
revelaron con el em pleó de registros en cinta magnetofónica com binados 'con eje
cutantes «in vivo». JJn ,ingenioso .ejemplo/de.-esta suercé 'dé co m b inació n fu e Pbi-
lomet (1964), d e Mtlcon Babbitt, para soprano solista y cinta magnetofónica, donde
incorpora una grabación alterada de la v o z,así como ionidos electrónicos, a la
ejecución. ¿ ' ' •• '
• . . V-5 ' v - r : - ■ : . • y . ; ,
Desarrollos técnicos recientes \ -s--r>j
...y. i'
En un principio, la música electróncia se produjo rm diante la combinación, la
modificación/y el control, según diversas .'maneras, de lajseñal d e salida de oscila
dores, sonidos que luego se grababan en cinta. El com positor tenía que montar las
cintas y mezclar sus señales d e salida, a veces también con sonidos grabados de ob
jetos físicos en movimienco o de músicos, recitadores, cantantes, etc; Los sintetiza-
!________________■ - ,s . r i. . ■’ , • ■j
Referencia a Daniel III: 12 y al inserto* apócrifo posterior al versículo 23.
El siglo xx 867
dores facilitaron muchísimo esta labor. Los compositores podían convocar los soni
dos a p arar de un teclado musical y mediante interruptores, controlar los arm óni
cos, la forma de las ondas sonoras, la resonancia, la localización de las fuentes de
sonido, etc. La música electrónica se puso por fin en manos de los compositores
fuera de los grandes estudios electrónicos. Las computadoras hicieron que este pro
ceso incluso fuera más eficiente, ya q u e gracias a ellas el compositor podía definir
y controlar todos los parámetros de la altura del sonido, ei timbre, la dinámica y el
ritmo y las características codificadas digitalmente, traducirlas directamente a já mú
sica m ediante un incerface (.literalmente superficie de contacto). El compositor po
día hacer funcionar la computadora bien mediante un teclado musical .6 gracias a
un teclado normal parecido al de una máquina de escribir.
Los experim entos con intérpretes «in vivo.» que improvisan, en oposición a una
música sintetizada o creada por una com putadora, se han extendido por todo el mun
do. Hay equipos y programas de software (soporte blando), que incluso permiten
que la com putadora responda a una música tocada en un sintetizador o en un ins
trum ento, de acuerdo a determ inadas fórmulas — que rigen la relación entre los
dos— creadas por el compositor. Este puede generar polifonía imitativa,' polifonía
no imitativa, música con uno o más ostinatos melódicos o ntm icos.heterofonía y
otras diversas texturas, en un teclado de sintetizador en «tiempo re a lc es decir, que
en realidad se tocan y escuchan, en vez de tener que prepararlas laboriosamente
p o r anticipado y luego grabarlas en cinta. .. . ■
dos con lo.s instrum er tos que se usan a diario en los conciertos, es, Black Angels m
(Angeles negros), de Crumb 0970; NAWM 154). / V
Tanto en la música elearónica como en la música en vivo, muchos cornposito- ^
res trabajaron con la id'ea de dispensar las diferentes fuentes sonoras y de ese modo
incorporar el espacio, por así decirlo, como una dimensión adicional a la música. %■
Por supuesto que esto po era un descubrimiento enteram ente nuevo. La entonación A
antifonal del canto llano, los con spezzati de los venecianos del sigloxvi, el Ré-
quiem de Berlioz, son ejemplos de esta misma fascinación p o r las relaciones espa- ^
ciales, lo m ism o que h Fantasía sobre u n tenia de Thomas Tallis (19Ó9) de Vau
ghan Williams, y la M iíica pa ra cuerdas, percusión y celesta (1936), de Banók. Sin i
embargo, en la segunca mitad del siglo, los. compositores -comenzaron', a .usar., d ' C
espacio con m is cálculo e inventiva que antes. As!, podían situarse .dos o más
grupos de instrumento;; en diferentes lugares del escenario-,' los altavoces o ejecu-
tantes, colocarse a los hd o s o en el fondo de la sala, por encim a o por debajo de
la altura del público, o 'ncluso en medio de éste. El Poéme élearonique, de Várese,
estrenado en la Exposición de Bruselas de 1958, era proyectado po r 425 altavoces £
distribuidos p o r todo el espacio interior del pabellón de Le Corbusier, mientras
luces coloreadas e imá¡ enes proyectadas móviles acompañaban la música. Gracias
a medios com o éste, ls dirección del espacio se convirtió en un factor potencial t *
para definir la forma d<_ una obra. - . ' - '. .'
El continuum de alturas. ¿
Desde fines del sigk xvu, toda la música occidental ha utilizado una serie de £
doce sem itonos equidistm ies que dividían sistemáticamente el ám bito'de una octa
va. Las propuestas efectuadas en diversos m om entos acerca d e la inclusión de ma- (
vor núm ero d e sonidos dentro de. la octava no dieron ningún resultado práctico. *
Sin embargo, en la actuajidad, la misma concepción de alturas -e intervalos diferen
tes (incluso la propia oefava) se ve complementada por ia concepción de la akura ^
com o contin uum , ámbito sonoro ininterrumpido que va desde las frecuencias au
dibles más bajas hasta la* más altas, sin que se distingan dentro de él sonidos indi- (
viduales de altura fija. De;sde luego, en-la práctica, siempre se han utilizado algunos
sonidos de altura variable, como por ejemplo los glissandos en el canto y en los
instrum entos de cuerda; ¿simismo, sonidos fuera de los doce sem itonos de la escala í{
temperada, com o son las minúsculas correcciones efectuadas p or ¡os instrumentis
tas de cuerda o los cuan os de tono especificados (u otros microtonos), como los <
que señala Berg en su Concierto de cárnara (1925)- Una afinación variable no es- j
pecificada caracteriza la S.Drechstimme de Schónberg y Berg. Las sirenas en lonisa-
tion, de Várese, y otros se nidos electrónicos similares en sus obras posteriores, los (
glissandos de las Ondas tVartenot en Turangalíla, de Messiaen, los frecuentes efec
tos de glissando en instru Tientos tradicionales.en'la música d e Penderecki y otros,
son llamativos ejemplos d d uso del continuum de alturas. Con esto se relaciona el (
uso de sonidos no musicales complejos o sin altura fija, cualquiera que sea su ori
gen, como elem entos de te composición. (
(
Histc 'ia de la música occidental. 2
Indetenn inación
cada uno de ¡os cuales aparece especificado con mayor o menor exactitud por el
compositor, aunque éste deje indeterminado, en forma parcial o total, el orden en
que han de presentarse, lo que constituye lo que a veces se denom iña/orm a abier
ta. En esta clase de obras, el ejecutante (solista, integrante de un grupo, o direc
tor) puede determinar el orden de los acontecimientos sencillamente por propia
elección, o bien cienos procedimientos pueden guiarlo a elegir ún orden en apa
riencia arbitrario o casual. O también puede verse guiado, tanto dentro de un mis
mo acontecimiento como en la elección del orden de los mismos, por sus reaccio
nes frente a lo que hacen otros integrantes del grupo (o hasta del público)! En' re
sumen.' las posibilidades de la indeterminación — los modos'posibles de ejercer una
acción entre la libertad y la autoridad, en cuyos ámbitos puede «controlarse» la «ca
sualidad»— son ilimitadas.
El compositor que más consecuentemente ha trabajado en este dominio es Scock-
hausen. La referencia a dos de sus composiciones podrá ayudar a clarificar algunos
de sus procedimientos. La partitura' de Klaviertück (Pieza'para piano) X ! (1956),
consta de nueve breves segmentos de notación desplegados en una amplia ^hoja
(aproximadamente de 92 por^52 centímetros)-, estos segmentos pueden agruparse de
diversas maneras, según la vista del ejecutante acierte a posarse en uno u otro; se
imparten cieñas directivas acerca de la m anera'de vincular los segmentos que se
ejecutan; no es necesario tocarlos todos y cualquiera puede repetirse. Cuando en el
curso de su ejecución el pianista descubre que ha repetido dos veces un segmento,
la obra concluye. ; ‘ '
La disposición que impera en el Opus 1970, dé Stockhausén,’ es urí íanto más
complicada. La ejecución de esta pieza está a cargo de cuatro instrumentistas (pia
no, viola eléctrica, electronium'y tarri-tam) y cuatro altavoces..' .- i';*1
senté con .la del pasado. 13 música de «citas» también se halla ejemplificada en las
obras de George Rochberg (nacido en 1918) y Lukas Foss (1922), en Norteamérica,
y de Peter Maxwell-Davis (nacido en 1934), en Inglaterra, así como en las de Hans
W erner Henze (1926), en Alemania.10. . .
C Un subproducto de la indeterm inación es la variedad de nuevos tipos de nota
ción. L as «partituras» abarcan todo el ámbito que va desde fragmentos de pentagra
m a s .convencionales, pasando por sugerencias puram ente gráficas de curvas meló-
, dicasi gama dinámica, ritmos y otras cosas por el estilo, hasta instrucciones aún más
impresionistas e insuficientes. Como es natural, una d e las consecuencias principa
les, de la indeterminación es la que-no habrá dos ejecuciones de la.«misma»;pieza
que sean idénticas. La diferencia, pequeña o grande, entre una v otra ejecución, no
será meramente cuestión de interpretación, sino que tendrá carácter esencial en lo
tocante al contenido musical y al o rd en de presentación. (Las grabaciones de esta
clase de obras sólo pueden serlo de una ejecución en particular.) Asi, el significado
de «una composición» se torna bastante diferente al significado tradicional. En efec
to, una/composición no existe en cuanto tal, sino únicam ente como ejecución, o
com o la totalidad inconcebible de ejecuciones posibles. La indeterminación puede
, aplicarse también al acto de la composición, lo mismo que al de la ejecución; este
es el caso en que algunas.o todas las alturas, duraciones, intensidades, timbres, etc.,
de la partitura escrita, se han decidido; en virtud del azar; tirando dados, lanzando
monedas al aire.1empleando tablas d e números variados y otros medios similares.
-Y. por último, la indeterminación en la composición puede combinarse con la in
determinación en la ejecución: C uando'la indeterminación es prácticamente total
p o r ambas panes, el resultado ya no es, evidentemente, una obra de arte en el sen
tido normal de la palabra, es decir, algo Ixcbo. ' . •*
La indeterminación, las técnicas del azar de toda índole, tendieron.a cen trarla
atención en ideas radicalmente nuevas acerca de la naturaleza v los fines de la mú
sica, tdeas.éstas que llegaron a-ocupar un primer plano especialm ente en la Non.ea:
mérica de alrededor de m ediados.de siglo! Como ya hem os señalado. 1a música del
, serialismo total y de sus retoños y más 3úñ la"música de la indeterminación, se-oye
como una sucesión de acontecimientos musicales discontinuos, ninguno de los cua-:
Ies se deriva, en apariencia, de ¡os que lo preceden, ni plantea, en apariencia, sitüa-
..ción alguna a p artird e la cual el oyente pueda anticipar (para no hablar de prede-:
• cir) lo que ha de seguir. Sin embargo, a través de tod o esto, el compositor mantie
ne cierto grado de contro l/aü n q ú e sea el m is tenue; tanto él com o el ejecutante
- hacen uso de opciones y el resultado consiguiente es .una forma musical, aunque'
(con la indeterminación) esta forma pueda ser diferente cada vez.que se escúcha la
Minimalismo
su versión publicada (1979), para cuatro violinistas o para un solo con tres pistas
grabadas y sincrónicas. |
Philip Glass (1937-), quien ya había publicado veinte obras cuando term inó sus |
estudios en la Universidad de Chicago, la JuiUiard School, y con Nadia Boulanger se
apartó de todos ellos tras trabajar con Ravi Shankar en París. Incluso en fechas an- -£
teríores reaccionó de manera negativa a la música contemporánea que escuchó en f
la capital francesa, en la serie Domaine Musical, de Pierre Boulez. A partir de me
diados d e la década de los 60. la música de Glass se vio profundamente influida por
la organización rítmica de la música india; en ella se realizan la melodiosidad, la |
consonancia, así como las progresiones arm ónicas y la fuerte ampliációri comunes
a la música rock. Su ópera Einstein o n tbe Beacb (Einstein en la playa), en un a a o |
que dura cuatro horas y media, escrita en colaboración con Roben V/ilson (quien |
se ocupó del librero y de la puesta en escena), fue estrenada en el Metropolitan Ope- |
ra House, de Nueva York, en 1976. A ésta siguieron otras, dos óperas: Satyagraba |
(1979), sobre la lucha antiviolenta de Ghandi, encargada por la Opera Real de los
Países Bajos, y Akhnaten, sobre un faraón egipcio que sufrió martirio por su mono- \
teísmo. Por otra parte, GlaSs ha compuesto principalmente para sú propia agrupa- |
ción. Einstein no es una obra narrativa y no cuenta con otro texto cantado que no ¡
sea el d e sílabas solfeadas. Su orquesta está formada p or instrumentos de teclado
eléctrico, maderas y un violinista solista. Glass ha conquistado el apoyo dé u n gran
público heterogéneo, en el que hay asistentes a conciertos, visitantes de galerías de |
arte, d onde a veces se toca su música, entusiastas del. rock y gente que compra discos.
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Conclusión %
Sí recordam os las cuatro características básicas de la música occidental que co
menzaron a tomar forma en el siglo xi (véase capitulo III, pp. 107-140, tomo L); vere
mos q ue algunos desarrollos producidos en el xx han alterado a tres de estas evolu
ciones hasta dejarlos casi irreconocibles. La composición, en el sentido de la existen
cia de una obta musical al margen de cualquier ejecución en particular, ha dejado su
lugar, en algunos sectores, a una improvisación controlada (que constituía la prácti- |
ca en la Antigüedad y ¿n la tem prana Edad Mfedia). En cuanto a la notación, podemos M
decir q u e en muchos casos la partitura ya no es una serie definitiva de instrucciones;
el ejecutante, en lugar d e ser sólo un m ediador entre el compositor y el público, se
ha convertido él mismo, en gran medida, en com positor (una vez.más, cómo en la.
Edad Media). Los principios de orden han cambiado, de una manera discutible, pero
el cambio es mayor que cualquiera que se haya producido durante los últimos ocho
siglos; además, si pensamos en la indeterm inación total, veremos que los principios
de orden han cesado de existir. De modo deliberado sólo subsiste la polifonía. En
vista de todo ello, no parece exagerado decir que el siglo xx ha sido testigo de una
revolución musical en el pleno sentido del térm ino. .
Sin em bargo, se trata de una revolución que ha afectado a poca gente. Esto no
quiere decir que estos, pocos carezcan de importancia. Ni siquiera el público total
.de toda la- música «seria» (es decir, música artística de cierta complejidad, que re
quiere algo de esfuerzo para su com prensión) jamás ha sido, en ninguna época, más
que una minúscula fracción de la población. En la aaualidad, este público aún es
Historia de la m úsica occidental, 2
a) C. 1. V
t i ,i¡ rr n v c v n yn V
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I>) En el c. 7, dos pentagramas superiores.
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c ), En el c. 18.' tres pentagramas superiores. j.. , s ,
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O . CopyriRht 1979 Universal Edilion (Londres), UdL, Londres. Todos los derechos reserv ad o s Utili- '
(J.to |>or autorización d e Europesn Music D istributora Corporarion, único agente o ara U.S V d e
Unlvervil Edlüon, Londres.
El siglo xx 877
al unísono con la primera pista, luego acelera la velocidad hasta que se halle
a una corchea por delante de la pista 1, cuando el tem po se detiene durante
varias repeticiones, tras las cuales el proceso de aceleración y sincronización al
ternadas con la cinta, continúa. En la pieza también se emplean aumentos y dis
minuciones del volumen, tanto del intérprete «in vivo*, com o de las pistas
individuales de la cinta.
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Knopf, 19S3- Estudio de 11 música estadounidense desde Krenek. Babbici, Cárter y Cage hac
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" D istorsión (no-electrónica. de! sugestivo titulo d e un sabio ensayo: -W ho O r e s ¡f You Listen?., de
Miiion B abbia. en High Fútelin' 8'2 (F ebrero de 1?58), reim preso en Eílíott S ch w m z y Barney Chüds: Con-
:emporary Com posen on Conten Dorar,' Music ÍNueva York: Holt. Rhinehan £c ^insir™ i o a t i — ^‘1 r“