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Corrientes pragmáticas.

¿Qué es la pragmática y cuál es su objeto de estudio?

La pragmática es un subcampo de la lingüística que estudia el modo en el


que el contexto influye en la interpretación del significado. Como contexto, se
entiende cualquier aspecto extralingüístico, que puede contener situaciones,
conocimiento entre los hablantes, relaciones entre sí, etc., lo que condiciona el uso
del lenguaje, que no hacen referencia a un estudio puramente formal.

Las oraciones en sí mismas tienen un contenido semántico, sin embargo,


sus interpretaciones plenamente adecuadas no dependen únicamente de ese
contenido, sino que requieren de un contexto lingüístico delimitado para ser
interpretadas, ya que una misma oración puede tener intenciones o
interpretaciones diferentes en diversos contextos. Por ello, la pragmática distingue
entre el enunciado, o acto locutivo, y la oración, o forma gramatical que toma dicho
acto locutivo, que parte de deducciones e inferencias sobre la intencionalidad de
las frases, sumado al contenido semántico literal, que da como resultado la
interpretación adecuada de los resultados.

De acuerdo con este enfoque, en cualquier acto comunicativo debe haber


un emisor, un mensaje y un receptor, los cuales se interrelacionan entre sí en pro
de la intención que conlleve. Asimismo, es importante recalcar que la
comunicación humana parte de una base inferencial, ya que la informaciónque se
transmite se hace por implicaturas, que se conocen como ciertas presunciones
contextuales vinculadas con la cooperación de los participantes en una
conversación (Portolés / Grice).

Por ende, la pragmática se basa sobre el “querer decir” de la comunicación


lingüística, vinculada al uso social del lenguaje, desde una perspectiva interactiva
y comunicativa, que trae como consecuencia que el lenguaje se vea desde el
plano discursivo, pretendiendo establecer una mutimodalidad del lenguaje en uso
como función principal para entender los mecanismos de comunicación social.
Por su parte, la referencia es un acto realizado por un comunicante que
envía un mensaje para identificar algo. Para ello, utiliza determinadas expresiones.
Esto permite afirmar que para cada palabra existe un “rango de referencia”, ya que
una misma palabra puede referirse a numerosas entidades, que inclusive pueden
ser inventadas. Ahora bien, la inferencia, es un acto realizado por el receptor del
mensaje, para interpretar correctamente la referencia. Es necesario tomar en
cuenta que las palabras por sí solas no refieren, sino que dependen de quien las
emplee. En consecuencia, el acto de comunicación depende en gran medida de la
habilidad que tenga el oyente de inferir lo que el hablante quiere decir.

La pragmática ofrece las herramientas teóricas y metodológicas necesarias


para poder avanzar en la descripción de las reglas y principios que entran en
juego cuando nos comunicamos, y que permiten lograr una mayor comprensión
bajo los mecanismos que existen en el modo en el que los hablantes usamos la
lengua. Debido a esto, la pragmática busca establecer con precisión los factores
que determinan sistemáticamente el modo en que funcionan nuestros
intercambios comunicativos, ya que en ellos intervienen distintos factores
externos a los que gobierna el código de la lengua. Tales factores, en conjunto con
el comportamiento comunicativo que conllevan, no surgen de manera aleatoria o
arbitraria, sino que responden a patrones sistemáticos. En consecuencia,
establecer regularidades y generalizaciones el objetivo central de la teoría,
tomando como objeto de estudio al total de enunciados de una lengua para
caracterizar la influencia de los elementos extralingüísticos a la comunicación,
entendiendo enunciado como "oración en contexto", lo que delimita una variedad
de propiedades que están más allá de las propiedades gramaticales de la oración.

Texto y discurso.

Según Van Dijk, el texto es un conjunto de elementos lingüísticos


organizados a partir de unas reglas y el discurso es la emisión concreta de un
texto, por un enunciador y un contexto determinado. El discurso es entendido por
Corredor y Nieto (2007) como un conjunto de procesos necesarios en la
producción de sentido de un acto de comunicación con una totalidad significante.
Por lo tanto, partiendo de la base de que el lenguaje es un mecanismo de
interacción social capaz de hacer acciones concretas, la pragmática amerita
comprender una serie de elementos que se encuentran relacionados entre sí al
momento de emitir un enunciado en cierto contexto.

Texto. Discurso.
El texto es una configuración lingüística,
compuesta por una serie de elementos que Es la emisión concreta de un texto en un
se organizan según determinadas reglas, contexto determinado y por un enunciador
es decir, la estructura formal y gramatical establecido.
de un discurso.
El texto funciona como discurso en una No puede haber un texto sin discurso.
situación determinada.
Concepto abstracto que se realiza en Texto que ha adoptado una modalidad en
discursos concretos. una situación comunicativa en particular.

La pragmagramática.

La pragmática toma como objeto de estudio al total de enunciados de una


lengua, así como gramática. Esta coincidencia de objeto no debe ocultar la
diferencia que existe entre ambas, ya que la gramática debe atender solo a los
aspectos internos que afectan las relaciones formales entre elementos lingüísticos,
por su parte, la pragmática toma un enfoque más amplio, que se desvía a las
consideraciones entre los usuarios y su entorno.

La pragmagramática cubre los efectos estructurales de la explotación


pragmática de la gramática. Entre esos efectos se encuentran determinadas
categorías de naturaleza conceptual-procedimental, de contenido interpersonal,
incursas en un proceso de cambio. Estas categorías son los marcadores
discursivos, las perífrasis verbales, las construcciones idiomáticas y demás
combinaciones (básicamente) estables cuando funcionan como la forma marcada
de una oposición.
Estas categorías constituyen el núcleo de la pragmagramática. Sin
embargo, como efectos (e instrumentos) igualmente de esa explotación, se
localizan también en el dominio pragmagramatical las operaciones responsables
del ajuste contextual de las oraciones (como el orden de palabras y operaciones
asociadas) ligadas a las actividades discursivas de la estructuración y la
argumentación. Igualmente, son pragmagramaticales las posiciones estructurales
que ocupan dichas categorías en los enunciados.

La pragmagramática define una perspectiva de estudio de la gramática que,


coincidiendo con numerosas corrientes, fija su mirada en el uso que hacen
normalmente de la gramática hablantes y oyentes, como factor explicativo de esta
y de su esencial inestabilidad.

Así como en la gramática el criterio básico es la gramaticalidad, en


pragmática es la adecuación, que surge de los principios sistemáticos que regulan
la comunicación, entendiendo entonces que sólo los enunciados que se ajusten a
estos serán adecuados, lo que es una propiedad relativa que tiene que tomar en
consideración el contexto de emisión.

La pragmática, entonces, busca identificar aquellos factores que son


ajenos al código lingüístico y que intervienen decisivamente en el uso que
hacemos de la lengua. Se pueden mencionar cuatro elementos claves: emisor,
destinatario, situación y enunciado, que se interrelacionan por la intención y la
distancia social que exista entre ellos. Estos elementos y relaciones son
constituyentes básicos de cualquier acto comunicativo.

Lo dicho vs lo comunicado.

Grice demostró que la comunicación no se limita solo a descodificar


mensajes, sino que parte de un proceso de inferencias, para las que son
necesarias la existencia de implicaturas y un contexto determinado.

Se entiende por implicatura una información que el emisor de un mensaje


trata de hacer manifiesta a su interlocutor sin expresarla explícitamente. El
término fue acuñado por H. P. Grice, filósofo americano que elaboró un modelo
pragmático de la comunicación. En su teoría, se establece una distinción entre lo
que se dice y lo que se comunica. Lo que se dice es el contenido literal expresado
en el enunciado. Lo que se comunica es toda la información que se transmite con
el enunciado más allá de su contenido proposicional. Se trata por tanto de un
contenido implícito y recibe el nombre de implicatura.

En su planteamiento, distingue entre dos clases de implicaturas:

 Implicaturas convencionales. Son aquellas que derivan directamente de los


significados de las palabras, y no de factores contextuales o situacionales.

 Implicaturas no convencionales. Son aquellas que se generan por la


intervención de principios conversacionales; de ahí que sean denominadas
también implicaturas conversacionales. En este sentido, la noción de
implicatura permite dar cuenta, como ya se ha indicado, de un tipo de
significado del que la semántica no puede dar cuenta. A H. P. Grice le
interesan especialmente un tipo de situaciones en las que se viola o
transgrede una máxima del principio de cooperación, pero no por ello se
deja de cooperar. Quien transgrede la máxima lo hace con el ánimo de que
quien lo escucha lo descubra e inicie un proceso inferencial que le lleve a
desvelar la información implícita.

A su vez, dentro de las implicaturas conversacionales, distingue


entre generalizadas y particularizadas.

 Implicaturas generalizadas: no dependen de un contexto específico de


emisión. Este tipo de implicaturas surge de una asociación frecuente entre
una expresión y los contextos posibles de su aparición.
 Implicaturas particularizadas: dependen de un contexto específico de
emisión.

Teoría de los actos del habla.


Se basa en la idea de que el lenguaje no solo sirve para describir el mundo,
sino que permite realizar acciones más allá del hecho de decir algo. Por ende, la
unidad básica de la comunicación son los actos del habla. Cada vez que
empleamos el lenguaje, podemos transmitir una información, pedir algo,
aconsejar, demandar información, etc., pero siempre hacemos cosas con
palabras. Decir algo es hacer algo.

Las emisiones lingüísticas producen acciones en el mundo y existen


algunas emisiones que no describen la realidad, y por lo tanto no pueden
caracterizarse como verdaderas o falsas. Emitir una expresión es también realizar
una acción diferente de expresarla, o sea, al emitir nuestros enunciados
realizativos estamos sin duda, y en un sentido correcto, “realizando acciones”. Una
emisión constatativa, por el contrario, es cuando emitimos una oración en la que
afirmamos (o negamos) algo sobre el mundo o sobre nosotros mismos,
describimos o constatamos algo.En esta línea de razonamiento, Austin (amante de
los neologismos) llama constatativos a esos enunciados descriptivos o
declarativos. El nombre constatativo significa "que se puede constatar", es decir,
que tiene valor de verdad. En síntesis, Austin ataca la creencia de que sólo los
enunciados descriptivos presentan interés teórico. Esta creencia es lo que él llama
"falacia descriptiva".

Estos enunciados en los que el hablante realiza una acción que trasciende
el mero acto de pronunciar son llamados enunciados realizativos, ya que los
hablantes expresan verbalmente lo que están haciendo, los mismos no tienen
valor de verdad, pero se encuentran sujetos a ciertas condiciones de empleo para
ser utilizados satisfactoriamente. Efectivamente, los enunciados realizativos no
son verdaderos o falsos, pero pueden salir mal si no se cumplen ciertos requisitos
contextuales. Así surge la "doctrina de los infortunios", que especifica las
condiciones de fortuna para que un enunciado realizativo sea feliz, tomando en
cuenta que debe existir un procedimiento convencional aceptado, que debe
hacerse frente a las personas y en la circunstancia apropiada, de manera correcta,
en todos sus pasos, partiendo de la base de que quienes estén involucrados en el
acto comunicativo deben conocer los hechos, pensamientos o sentimientos
implicados, así como conducirse de una manera adecuada y mantener un
comportamiento efectivo, desde la sinceridad.

Tomando en cuenta las condiciones expuestas, se puede decir que cuando


los hablantes no tienen éxito en sus actos comunicativos es porque falla alguna de
las condiciones. Sin embargo, las violaciones a la regla última se consideran
abusos, porque se comente un engaño, de manera premeditada y oculta.

Una diferencia principal entre las emisiones realizativas y las constatativas


es, como acabamos de ver, que las constatativas pueden caracterizarse como
verdaderas o falsas, pero las realizativas no. Sin embargo, las emisiones
realizativas deben satisfacer ciertas condiciones; si no satisfacen alguna de ellas,
son defectuosas. En definitiva, los enunciados constatativos (descriptivos) deben
evaluarse en términos de verdad/falsedad y los enunciados realizativos deben
evaluarse en términos de felicidad/infelicidad.

Austin propuso dividir las emisiones realizativas en dos tipos: las emisiones
realizativasprimarias y las emisiones realizativasexplícitas. Las realizativas
explícitas son aquellas que contienen un verbo realizativo explícito, y adoptan
formas estándar, como te ordeno cerrar la puerta, o este perro es peligroso; por el
contrario, las demás, como por ejemplo el imperativo Cierra la puerta, son
emisiones realizativas primarias.

Sin embargo, es válido decir que todo enunciado supone una acción verbal
(afirmar, preguntar, ordenar, suplicar, declarar, etc.). Por lo tanto, la oposición
realizativo/constatativo es inútil. También es desechada la oposición tajante entre
el valor de verdad y las condiciones de felicidad, por ende, en definitiva, todo
enunciado es un acto de habla.

Esto da pie a afirmar que todo enunciado es realizativo. Los llamados


constatativos no serían otra cosa que un tipo particular de realizativo, como las
advertencias, las preguntas o las declaraciones formales. Una vez que Austin
hubo demostrado que todos los enunciados ejecutan acciones (hacen cosas con
palabras) pasa a desarrollar la teoría de los actos de habla propiamente dicha.

Austin propone que todo enunciado (cualquiera de los ejemplos vistos o


cualquiera que se nos ocurra) es la combinación de tres fuerzas simultáneas.
Como decir es hacer, todo enunciado consiste en la realización de tres actos:

1) Acto locucionario: emisión concreta de un enunciado, dentro de un


sentido y con una referencia.
2) Acto ilocucionario: se basa en la acción verbal que se ejecuta al decir
algo, es la base de la teoría austiniana y se expresa mediante los
realizativos explícitos: afirmar, prometer, preguntar, aconsejar, etc.
3) Acto prelocucionario: efecto ocasionado en el receptor, se une con el
acto ilocucionario, pero no es una consecuencia de este, pues busca
convencer, hacer creer, asustar, alegrar, calmar, etc.

Por su parte, Searle complementa la teoría, agregando que “hablar un


lenguaje es realizar actos de acuerdo con reglas”. Dichos actos definen una
conducta que consiste en un intercambio de emisiones cargadas de intenciones
por parte de los hablantes. Por ende, parte de un tema ya planteado por Austin,
como lo es que el hablante tenga una intención, para determinar que, para que la
comunicación sea exitosa, el oyente debe comprender la intención del hablante.
Searle trata de explicar cuáles son las condiciones en las que un acto de habla
resulta feliz o exitoso, así, determinar cómo es posible no sólo que los enunciados
resulten felices sino también cómo es que resulta posible "hablar un lenguaje". En
resumen, Searle trata de encontrar las reglas que gobiernan el habla humana.

En este contexto argumentativo, Searle plantea la oposición entre reglas


regulativas y reglas constitutivas. Las primeras simplemente regulan u organizan
conductas preexistentes; las segundas tienen un valor crucial en la teoría de
Searle. A diferencia de las regulativas y como su nombre lo indica, las reglas
constitutivas constituyen una conducta: la hacen posible.
Searle supone que la estructura semántica de una lengua es la
actualización, según convenciones, de una serie de reglas constitutivas
subyacentes. Por consecuencia, en la lengua "deben existir elementos
convencionales" cuya utilización permite la realización de actos de habla como
asegurar, prometer, preguntar u ordenar. Entonces, para que cada acto ilocutorio
se cumpla es imprescindible que se den ciertas condiciones. Algunas son
comunes, tales como el conocimiento de la lengua, pero otras, que se refieren a la
producción y a la comprensión de los actos ilocucionarios, dependen de cuatro
reglas básicas: las reglas de contenido proposicional (determinan lo que la
proposición predica), las reglas preparatorias (especifican los supuestos que
deben darse para la realización feliz del acto de habla), la regla de sinceridad
(determina lo que el hablante cree al realizar el acto) y la regla esencial (indica que
el enunciado vale como un acto de habla en el contexto donde se realiza). Estas
cuatro reglas, entonces, son un conjunto de principios racionales que constituyen y
hacen posible esa conducta esencialmente humana que es hablar un lenguaje.

Además, propone la distinción entre cinco clases de actos de habla:


asertivos, directivos, comisivos, expresivos y declarativos; afirmar es asertivo;
prometer comisivo, bautizar declarativo y dar las gracias expresivo, mientras que
pedir, preguntar y aconsejar integran el vasto conjunto de los directivos. Las reglas
constitutivas dan cuenta de por qué hablar es un tipo particular de conducta
gobernado por reglas y, a su vez, son el punto de partida para definir las clases de
actos de habla. Pero el método de clasificación de actos de habla requiere otros
parámetros adicionales que, según Searle, especifican con la mayor precisión
posible las condiciones de felicidad de los actos ilocucionarios. Precisamente,
aquel criterio de la dirección de ajuste descansa sobre la relación entre las
palabras emitidas y el mundo al que las palabras refieren. En algunos casos, la
emisión de palabras sirve para describir un estado de cosas y, en otros, sirve para
crear uno.

1) Asertivos: buscan comprometer al hablante con la verdad de lo que es


expresado por la proposición. "Las palabras al mundo".
2) Directivo: se descompone en varias subclases que comparten la
dirección de ajuste: "el mundo a las palabras". Su fuerza ilocucionaria
consiste en hacer que el oyente lleve a cabo la acción especificada o
sugerida por el contenido proposicional. Por esta razón son actos
centrados en el oyente. Suele distinguirse entre los directivos
impositivos (aquéllos que imponen una conducta al oyente y benefician
primariamente al hablante, como las órdenes), y los no-impositivos
(aquéllos que no imponen una conducta y benefician primariamente al
oyente, como los consejos).
3) Comisivos: su fuerza ilocucionaria no es hacer que el oyente haga algo
sino comprometer al hablante mismo a realizar el acto expresado por la
proposición. La dirección de ajuste es también "el mundo a las las
palabras".
4) Expresivos: indican un estado psicológico del hablante ocasionado por
el estado de cosas expresado por la proposición. Ejemplos típicos son
agradecer, felicitar y pedir disculpas.
5) Declaraciones: son actos de habla ceremoniales realizados en los
contextos de ciertas instituciones.

OJO: Un acto de habla indirecto (ahi) es el uso de una forma con una fuerza
ilocucionaria distinta de la función paradigmáticamente asociada a esa forma. Son
ejemplos de ahi las preguntas que valen como pedidos o afirmaciones, y la
afirmación que vale como pedido.

Teoría del principio de cooperación.

Grice parte de un "principio cooperativo" (PC) que permite entender que la


conversación es un intercambio fluido en el que cada participante contribuye con
sus enunciados, porque el lenguaje no puede aislarse de su imperfecto uso
cotididiano. El concepto de implicatura conversacional es pragmático por
excelencia porque, como ningún otro, pone en foco la relación y la diferencia entre
lo que los hablantes dicen y lo que lo que los hablantes quieren decir. En este
sentido, Grice se preocupa por explicar ese hiato que existe entre la
representación semántica de las oraciones y el significado en uso que se expresa
por medio de la emisión de las oraciones.

OJO: Las implicaturas se componen de ostensiones (ejemplos del entorno /


definición) e inferencias. Por ello, las conversaciones son esfuerzos cooperativos
de forma característica, porque cada participante sabe que hay un propósito en
común. En consecuencia, debe hacerse una contribución a la conversación según
el lugar donde se lleve a cabo, su propósito y la dirección del intercambio.

Grice sostiene que, durante una conversación, las intervenciones llevadas a


cabo por los participantes están previsiblemente relacionadas. Obedecen pues a
un interés mutuo, a una orientación común. Lo cual significa que las
intervenciones de los participantes siguen un esfuerzo cooperativo común. Esta
"orientación común" puede ser o no explícita: existe desde el momento en que se
da un intercambio de habla. Como se trata de un rasgo esencial de las
conversaciones, funciona como un principio presumiblemente general o universal.
Así surge el principio cooperativo (PC), según el cual se espera que todos los
participantes sostengan el intercambio conversacional.

Grice reconoce cuatro clases de máximas: de cantidad, de calidad, de


modo y de relación. Recordemos que cumplir con estas máximas significa respetar
el PC y, por ello, mantener una conversación, ya que las mismas las regulan y
permiten el buen entendimiento.

1) Las máximas de cantidad determinan que un hablante debe dar la cantidad


de información que se le pide. Evidentemente, si el hablante de más o
menos información de la que se le pide, no está siendo cooperativo. Debe
tener la información requerida, ni más ni menos,
2) La máxima de calidad equivale a la regla de sinceridad de Searle.
Especifica que todo lo que un hablante diga debería ser verdadero. No
debe dar información falsa o no probable. Si el hablante incumple esto, no
es cooperativo porque está mientiendo/engañando.
3) La máxima de relevancia establece que las contribuciones del hablante
deben ser pertinentes en el marco contextual, tienen que estar de acuerdo
con lo que se está diciendo. Se espera que los hablantes cooperen
manteniendo el tema de la conversación. En los intercambios de habla
cotidianos reconocemos la relevancia: cuando una persona dice algo
irrelevante (impertinente, que no tiene que ver con lo que se está hablando)
es muy esperable que otro se lo haga notar.
4) La máxima de modo establece que el hablante tiene que ser claro. Esto
parece bastante sencillo: si no es lo suficientemente claro, entonces no se
le va a entender y así se romperá el PC. La información debe presentarse
de manera clara y ordenada. No es lo que dices, sino cómo lo dices (no
ambigüedad, no divagar, ser breve).

Las cuatro máximas respaldan el principio cooperativo y hacen posible la


comunicación humana. Para ello los hablantes se expresan por medio de
contribuciones sinceras, pertinentes y claras, aportando la cantidad de información
necesaria.

Para entender lo que es una implicatura conversacional, resulta necesario


definir la palabra ostensión (Grice 1967: 520). Una persona lleva a cabo un acto
de ostensión cuando hace ese acto de forma abierta y manifiesta, con la intención
de que las otras personas se den cuenta de que llevó a cabo ese acto de manera
voluntaria. Hay cuatro posibles violaciones a las reglas:

1) Violación encubierta: No se da una información explícita, puede ser


equívoca o mentira, o puede no serlo. Si el hablante no tiene la intención de que
su oyente no lo entienda, se produce un equívoco.

2) Supresión abierta: El hablante puede decir que no quiere operar de la


manera en la que la máxima lo indica. El hablante puede dejar en suspenso el PC.
Puede hacer manifiesto que no desea comunicarse.

3) Conflicto: Si el hablante no sabe lo que se le pregunta, no puede inventarlo.


Por ejemplo, se da un caso en el que no se puede cumplir la máxima de cantidad
sin violar la de calidad. Es decir, si el hablante no sabe lo que el oyente le
pregunta no puede inventarlo porque si no violaría la máxima de calidad, que
exige que no diga algo cuya verdad o falsedad desconoce.

4) Violación abierta: El hablante "puede pasar olímpicamente por alto una


máxima; es decir, dejar manifiestamente de cumplirla" (Grice 1967: 520).
Precisamente, la violación ostensible de una máxima conversacional produce una
implicatura conversacional.

Una inferencia consiste en un razonamiento efectuado por el oyente a partir del


acto de ostensión del hablante. Adviértase entonces que del concepto de
inferencia se concluye que la comunicación se da si y sólo si el oyente reconoce la
intención del hablante. La conversación es una tarea conjunta que se sostiene en
los actos ostensibles del hablante y en el reconocimiento de los actos ostensibles
por parte del oyente. En síntesis, una implicatura conversacional es una inferencia
pragmática, que efectúa el oyente, a partir de la violación ostensible de una
máxima conversacional, que efectúa el hablante.

El funcionamiento adecuado de una implicatura, naturalmente, no siempre


puede garantizarse. La información es como el dinero, dice Grice, "quien la
entrega por lo general no sabe qué va a hacer con ella quien la reciba". Dichas
implicaturas, poseen las siguientes propiedades:

1) Cancelabilidad: El efecto de una implicatura se anula su efecto si se aporta


la información implicada. Esto es lo que ocurre, en parte, cuando se
explicita qué quiere decir el hablante.
2) No separabilidad: Las implicaturas son no separables del significado de la
proposición mediante la cual se explota una máxima. Este punto es crucial
para entender la relación entre semántica y pragmática o, si se prefiere, la
relación entre decir y querer decir. Requieren, junto con la información
contextual, un conocimiento de lo que se dijo. Dicho toscamente, no puedo
querer decir cualquier cosa diciendo cualquier cosa. Esto significa que las
implicaturas conversacionales permanecen ligadas al contenido semántico
de lo que se dice.
3) No convencionalidad: Una implicatura conversacional presupone una
relación con el contenido proposicional del enunciado que la produce, pero,
al mismo tiempo, no se corresponde con el significado convencional de las
expresiones. Además de estar sujeta a una serie de factores contextuales,
una implicatura conversacional se relaciona con el contenido de la
proposición sin expresar convencionalmente el significado de la
proposición.
4) No dudabilidad lógica:
5) Indeterminación:

La intención es fundamental para comprender lo que el hablante quiere decir,


siempre decimos algo para conseguir algo. La cooperación implica compresión y
respeto según los parámetros. Las máximas permiten consolidar objetivos, regular
la comunicación y lograr un buen entendimiento, que va ligado al capital
lingüístico, que se une a la preparación que el hablante y el oyente posean para
comprenderse el uno al otro.

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