Vous êtes sur la page 1sur 12

NOCHE DE DIFUNTOS

Original del profesor Alfredo Mendoza Gutiérrez

UN ACTO para el teatro de la comunidad campesina

Personajes:

* Chema
* Don Aniceto
* Petronilo

El mobiliario dará la impresión de que la acción se desarrolla en un cuartucho ruinoso. Al fondo


el marco de una puerta. En cualquiera de las comunidades campesinas de américa latina.

Época: ACTUAL

¡ACCIÓN!

La figura del viejo don Aniceto se dibuja en el marco de la puerta. Viste de campesino. Terciada
en su espalda trae una manta de tejido burdo (guangoche) en la que se aprecian varios bultos.
Tras él, llega Chema, quien viste de igual manera y quien, a su vez, trae su “guangoche”
terciado a la espalda. Ambos se detienen en el centro de la escena y simulan ver los muros de
la habitación y el techo.

CHEMA:(Quien trae una vela encendida alumbra los rincones de la habitación) ¡Ay, abuelo! ¿Y
vamos a pasar la noche en este camposanto?

ANICETO:(Aprovechando la flama de la vela de Chema, enciende otra bujía) ¿No te gusta la


casa, hijo?

CHEMA: La casa si me gusta; es grande, tiene bonito jardín; muchas macetas con flores y
mucha luz en el primer patio; pero este cuartucho… está todo lleno de telarañas. (Finge ver algo
que vuela en derredor de la habitación) ¡Cuidado, abuelo! ¡Cuidado! (Finge perseguir la alimaña
para darle caza con el sombrero; por fin golpea al abuelo con el sombrero) ¡Cuidado abuelo!
(Continúa dando sombrerazos en la cabeza del viejo) ¡Cuidado! ¡Cuidado!

ANICETO: (Defendiéndose de los golpes) ¿Cuidado de qué? ¡Cuidado de que, Chema?

CHEMA: (Cesando de golpear al abuelo) pero… ¿No lo vio, usted, abuelo? Un murcielagote
se le paró en la nuca. Mire, así de grandote, el indino. (Señala con las manos) gracias a que
yo se lo espanté, si no, le chupaba toda la sangre… si es que le queda algo: porque mirándolo
así de cerca… ya es usted puro pergamino, abuelo.

ANICETO: (Respirando hondo ante el criterio de Chema) Bueno… siéntate y descarga. (A su


vez se sienta en una silla desvencijada junto a la mesa. Coloca los codos sobre la mesa y
medita)
1
CHEMA: (Se ha sentado en el piso y suspira) ¡Ay, qué tiempos aquellos! (Pausa) (Habla solo)
¡Es que teniendo tan bonitos cuartos en esta casa, nos haya mandado don Anselmo a esta
sepultura…! ¡Esto se llama ser ingrato! (Extrae de entre los pliegues de su faja, un pañuelo
anudado)

ANICETO: ¿Sabes una cosa, Chemita? Creo que en este cuarto no vamos a poder dormir.

CHEMA: (Sin mirar a don Aniceto) Vámonos a un hotel.

ANICETO: Si… en un hotel dormiríamos en cama blanda, limpia… y sin sobresaltos; pero
tenemos que esperar a que don Anselmo nos entregue el dinero del trigo.

CHEMA: (Quien desde que saco el pañuelo intenta deshacer el nudo y no puede, se encoge
de hombros como diciendo: “lo mismo me da”)

ANICETO: Tan luego nos den el dinero nos vamos. ¿Te parece bien?

CHEMA:(Distraído con el nudo del pañuelo, no contesta)

ANICETO: ¿Me oíste, Chema?

CHEMA: (Se encoge de hombros)

ANICETO: ¡Chema!

CHEMA: (Sin volver la cara) ¿Qué se le atora, abuelo?

ANICETO: Te preguntaba…

CHEMA: Yo le contestaba.

ANICETO: Ven acá.

CHEMA: Ahí voy. (Continúa su tarea: el nudo)

ANICETO: Ven acá, Chema.

CHEMA: (Sin volver la cara) ¡Oh, espérese tantito, abuelo! (aparte) ¡este nudo está bien
apretado!

ANICETO: Te habla tu abuelo.

CHEMA: Ahí voy.

ANICETO: (Se levanta y va a donde esta Chema. Le grita en la oreja) ¡¡Cheeemaaaaa!!

CHEMA: (Gritando en la cara de don Aniceto) ¿Queeeeeeeeee?

ANICETO: ¡A mi usted no me grita, que soy su abuelo!

CHEMA: ¡Ni usted a mí tampoco, que soy su nieto!


2
ANICETO: Pero es que yo le he hablado infinidad de veces

CHEMA: Y yo le he contestado infinidad de veces que ahí voy.

ANICETO: (Tomando a Chema por una de sus orejas lo obliga a levantarse) Cuando su abuelo
le hable, obedézcalo inmediatamente.

CHEMA: (Llorando) ¡Ay… ay… ay…! ¡Pero es que yo tengo hambre y estaba sacando mi
dinero del paño!

ANICETO: Por ahí debió usted de haber principiado. “al que no habla, Dios no lo oye” (Saca de
su “guangoche” unos plátanos) Aquí hay plátanos.

CHEMA: (Mutación de tristeza a alegría) ¿Vamos a cenar?

ANICETO: Cenaremos; pero antes escribirá un recado para mi compadre Candelario

CHEMA: Y cuando termine… ¿Cenaremos plátanos?

ANICETO: Tú lo has dicho, cuando termines. (Aparte) Un plátano para él y el resto para mí.
(A Chema) ¿Tienes papel y lápiz?

CHEMA: Lápiz sí, pero papel… (Mirando al piso) ¡Ah! mire. Aquí hay papel. (Levantando un
papel del suelo, no muy limpio) No está muy limpio que digamos, pero para el santo que es…
¿Qué le digo a su compadre, abuelo?

ANICETO: (Dictando) Muy distinguido compadre…

CHEMA: (Escribiendo con un lápiz exageradamente grande) (Repite) compadre… muy


distinguido… (A don Aniceto) ¿Sabe una cosa, abuelo?

ANICETO: ¿Qué cosa?

CHEMA: Que yo tengo la costumbre de que cuando escribo, como plátanos.

ANICETO: Muy bonita costumbre; pero hoy te la aguantas hasta que termines.

CHEMA: ¿Puedo probar uno? A lo mejor están altos.

ANICETO: ¡Escribe! (Dictando) te aviso que don Anselmo… coma…

CHEMA: (Muy animado) ¿Qué cosa?

ANICETO: (Distraído) coma.

CHEMA: ¿Qué coma?

ANICETO:(Distraído) sí señor, coma, coma, coma

CHEMA: (Toma un plátano y le quita la corteza) (Goloso) ¡Pero no se disguste, abuelo! (Da un
gran mordisco al plátano) ¡No se disguste! (Con la boca llena) ¿Qué más le digo a su
3
compadrito?

ANICETO: (Dictando distraídamente) … tiene necesidad de más trigo, coma…

CHEMA: ¿Otra vez?

ANICETO: Sí, señor, coma.

CHEMA: Como. (Come) ¿Qué más?

ANICETO: … por lo que te aviso, coma…

CHEMA: (Quita la corteza del segundo plátano) espérese tantito, déjeme pelarlo. (Come)
¡Sígale!

ANICETO: …por si quieres venderle tú cosecha. Punto. Ya tu verás, coma…

CHEMA: (Satisfecho) se estaba tardando en decirme coma. (Come) ya está.

ANICETO: … si les quiere avisar a sus parientes: dos puntos, Juan, coma, Bulmaro, coma,
Bonifacio, coma, Atenógenes y Caritino. Punto.

CHEMA: (Quien tomó otro plátano, lo despachó y quitó la corteza al último) ¡Espérese tantito;
deme tiempo para tragar el bocado!

ANICETO: (Presintiendo) ¿Tragar el bocado? ¡Yo no he dicho nada de tragar! (Busca los
plátanos sobre la mesa) ¿Qué has hecho, José María?

CHEMA: (Terminando con el último plátano) ¡Usted sígale, que este jueguito yo no me lo sabía
y está muy bueno!

ANICETO: (Amenazante) ¡Pero te has comido todos los plátanos!

CHEMA: (Con la boca llena) todos no, nomás los que usted trajo.

ANICETO: ¿Y no sabías que eran para los dos?

CHEMA: También usted decía a cada rato: coma, coma y punto y coma, y no había más que
comer que plátanos, pues yo comía plátanos.

ANICETO: (Buscando con que golpear a Chema) ¡Esto merece que te de una soberana paliza
por desconsiderado! ¡Tragón! (golpes fuertes a la puerta)

CHEMA: Ya déjese de payasadas. ¿No oye que don Anselmo está llamando?

ANICETO: ¿Llamando? ¿Dónde?

CHEMA: En la puesta. ¿Dónde había de ser?

ANICETO: De seguro trae el dinero.

4
CHEMA: ¡Ábrale pronto! (Llamando fuertemente a la puerta por segunda vez)

ANICETO: Ya van. (Va al fondo y simula abrir una puerta) Pase don Anselmito.

PETRONILO: Mi nombre es Petronilo.

ANICETO: ¿Y a ti que se te ofrece?

PETRONILO: Les traigo el dinero del trigo. (Entrega un fajo de billetes) ¿Quiere contar?

ANICETO: Ya lo creo que quiero contar. (Cuenta) Faltan doscientos pesos.

PETRONILO: Mañana, tan luego abran el banco se le completa.

ANICETO: Está bien. Chema, tendremos que pasar aquí la noche.

PETRONLO: Una mala noche, por cierto

ANICETO: (Mientras Chema le quita el dinero de las manos y se acomoda en la silla para
contarlo) ¿Qué estás diciendo, muchacho?

PETRONILO: No están para saberlo, pero… las criadas han dado en… inventar cosas.

ANICETO: (Mientras Chema continúa distraído contando billetes) ¿Inventas cosas?

PETRONILO: Se quejan…

ANICETO: Les dolerá algo…

PETRONILO: Se quejan de que al pasar por este cuarto ven espantos.

ANICETO: ¿Aquí?

PETRONLO: Aquí. ¿Se acuerda de don Anastasio?

ANICETO: Como no, el suegro de don Anselmo.

PETRONILO: Pues… aquí lo velaron.

ANICETO: ¿Aquí?

PETRONILO: Allí merito donde está Chema sentado.

CHEMA: (Pega un salto de miedo al tiempo que grita. Traga un buche de saliva y se aproxima
a don Aniceto, temeroso)

ANICETO: (A Petronilo) ¿y tú crees en semejante embuste?

PETRONILO: Yo no, pero las criadas aseguran que ven al suegro del patrón, siempre que
pasan por este cuarto. Perdonen que los haya in- quietado. Buenas noches (Se va)

ANICETO: ¿Has oído, Chema?


5
CHEMA: (Afirma) Sería mejor que durmiéramos en el hotel.

ANICETO: Sí, pero… el dinero no está completo y es mejor esperar aquí.

CHEMA: Podernos irnos y regresar mañana temprano.

ANICETO: Don Anselmo es muy ladino y puede jugarnos una mala pasada. Mejor nos
esperamos que, al fin y al cabo, tú no le tienes miedo a los difuntos. ¿Verdad?

CHEMA: ¿A los difuntos? (traga un buche de saliva) Yo no… ¿Y usted?

ANICETO: Los difuntos no vuelven, Chema; se convierten en polvo… en tierra… ¡Eso es lo


que son y lo que somos!

CHEMA: ¡Mejor no le busque tres pies al gato, abuelo! (Pausa en que se queda escuchando)
¿Oyó?

ANICETO: (Escucha en silencio) No. ¿Qué cosa?

CHEMA: Nada

ANICETO: Es mejor que nos dispongamos a dormir. Tenemos solo una mesa ¿Quieres que
me quede yo en ella y tú en el suelo? O… tú en el suelo y yo en la mesa.

CHEMA: ¿Cómo dijo, abuelo?

ANICETO: Que escojas; o yo me quedo en la mesa y tú en el suelo, o tú en el suelo y yo en


la mesa.

CHEMA: (Alcanza a comprender a medias y se rasca la cabeza) ¿Cómo dice, abuelo? (Se
escuchan fuertes golpes en la puerta)

ANICETO: Están llamando en la puerta. Anda y pregunta que se les ofrece.

CHEMA: (Repitiendo)… o el en la mesa y yo en el suelo… (Gritando) ¿Quién es?

VOZ DE PETRONILO: (hueca, profunda) ¡ N a d i e !

CHEMA: No es nadie, abuelo. (Repitiendo)… o yo en el suelo y él en la mesa… (Vuelven a


escucharse fuertes golpes en la puerta)

ANICETO: Están llamando otra vez. Pregunta que se ofrece.

CHEMA: (Va a la puerta) (Grita) ¿Qué se ofrece? (Se asoma hacia fuera de la habitación) (Grita
asustado) ¡Ohhh! ¡Don Anás…! (Corre y se sienta en las piernas de don Aniceto) ¡Don Anás…
abuelo… Don Anás…!

ANICETO: ¿Don Anás?

CHEMA: (Sin poder hablar por el susto) ¡Don Anastas! ¡Don Anastas!

6
ANICETO: ¿Don Anastas?

CHEMA: ¡Don Anastasio! ¡He visto a don Anastasio!

ANICETO: ¿Lo conociste?

CHEMA: ¡No; pero se le parece mucho!

ANICETO: (Se pone de pie y tira a Chema en el suelo) Estas nervioso por la plática de
Petronilo. Ves aparecidos en todas partes.

CHEMA: ¿Y los golpes? ¿Los golpes en la puerta?

ANICETO: (Reflexiona) la puerta estaba abierta y con el aire golpeaban las mamparas.

CHEMA: ¿Las mamam… mamparas? ¿Y porque no cerró con aldaba?

ANICETO: (Temblando de pies a cabeza) ¡Ay Chemita…ahora que me acuerdo… la puerta


quedo cerrada con aldabas… (Golpes) … anda por favor y pregunta qué se les ofrece!

CHEMA: (Hace impulsos por caminar, pero se encuentra anquilosado) No puedo moverme.
Tengo las piernas agarrotadas. Vaya usted.

ANICETO: (Temblando exageradamente) A mí las piernas se me hacen como gelatina ¡mira!

CHEMA: Parece que tienen prisa.

ANICETO: ¡Has un esfuerzo, Chemita y te regalo cinco pesos!

CHEMA: Por cinco pesos voy hasta el panteón y le estiro las piernas a don Anastasio.
Présteme la pistola…

ANICETO: (Saca una pistola de entre los pliegues de la faja) Toma, hijito; pero no dispares
sino en caso de necesidad extrema.

CHEMA: (Toma la pistola por el cañón y apunta con la culata) no tenga cuidado, abuelo.
(Tembloroso por el miedo y pidiéndoles permiso a las piernas para caminar, se dirige al fondo.
Lejos de la puerta aun, grita) Ya estamos dormidos (Pausa) ¿Verdad que no es nadie?

VOZ DE PETRONILO: (Hueca y gangosa) ¡No!

CHEMA: (Triunfante regresa a donde su abuelo) ¿Ya lo ve? Nadie. ¡Bueno de miedoso! ¿No
dice que tierra somos y que puro polvo…? ¡Puro miedo!

ANICETO: ¡Tienes razón, hijito! Sin embargo… debemos proteger nuestro dinero.

CHEMA: Lo protegeremos.

ANICETO: ¿tú y yo? No. Necesitamos que alguno de los mozos de la casa nos haga
compañía. Debo salir.

7
CHEMA: Yo le acompaño.

ANICETO: Tú te quedas a cuidar el dinero.

CHEMA: Nos vamos los tres.

ANICETO: ¿Cuáles tres?

CHEMA: Usted, yo y el dinero.

ANICETO: No, señor. El dinero tiene que estar en un lugar seguro.

CHEMA: Pero…

ANICETO: Nada de peros. De aquí no te muevas hasta que yo regrese.

CHEMA: ¿Yo solito?

ANICETO: Solito, no. Con el dinero. (Sale)

CHEMA: (Refunfuñando) Si… con el dinero… ¡Está bien que yo cuide el dinero! Pero… ¿Quién
me va a cuidar a mí?

PETRONILO: (Quien alcanzó a escuchar la última parte de las palabras de Chema. Disfrazado
de fantasma con una sábana y una máscara) Yo… Chemita, yo te voy a cuidar.

CHEMA: (Recogiendo el dinero del piso; pero sin volver la cara a Petronilo) siendo así…

PETRONILO: (Con su voz de fantasma) ¿Tú crees en aparecidos?

CHEMA: (Distraído) yo no, pero el abuelo es muy miedoso y hace que a uno se le ponga la
carne de gallina. (Al público, después de reflexionar un poco) bueno pero… ¿con quién estoy
hablando yo? (vuelve la cara hacia Petronilo, espantado cae de rodillas) ¡Ay, santitos inocentes!
¡Váyase, señor! ¡Yo no lo llame!

PETRONILO: (Sin moverse) Tú no crees en aparecidos, Chema.

CHEMA: (Tartamudeando) A… antes… no… pe… pe… pero ahora… pepe.

PETRONILO: En mi vida mi nombre era Anastasio, no pepe.

CHEMA: Didi… digo… que que… que antes no… pero… pero… aho- ra… ya… ya… creo.
¡Váyase por fafa… favor… señor… did… difunto!

PETRONILO: Debo cincuenta misas. Dame ese dinero y quedaremos en paz los dos.

CHEMA: (Haciendo un esfuerzo se levanta y corre en derredor de la mesa) ¡El… el dinero…


no es mío!

PETRONILO: (Siguiendo a Chema) ¡Detente!

8
CHEMA: (Se defiende corriendo en torno de la mesa) ¡Alcánceme si puede!

PETRONILO: (Continua el juego) ¡Te ordeno que te detengas!

CHEMA: ¡Espéreme sentado! (Sale por el fondo)

PETRONILO: (Furioso se deja caer en la silla próxima a la mesa) ¡Ya llegarán esos centavos
a mis manos! (Coloca los codos sobre la mesa y descansa la barbilla en las manos) (Llega
Aniceto)

ANICETO: (Distraído) estamos de malas, Chemita. Todos los criados de la casa ya están
dormidos. (Coloca una mano sobre el hombro de Petronilo) Tendremos que pasar la noche
en vela para proteger nuestro dinero. A ver qué te parece… (Fija la vista en el rostro de
Petronilo quien también mira a la cara de Aniceto) ¡Ayyyyy! (Se desmaya Aniceto)

PETRONILO: ¡Lástima que no sea este quien tiene el dinero! (Incorpora a Aniceto hasta
dejarlo sentado y recargado en una silla. Se quita el manto y cubre al viejo con él. Sale por el
fondo) (Regresa Chema después de una pausa)

CHEMA: (Con una tranca en las manos. Descubre a Aniceto y lo con- funde con el fantasma)
¡Así lo quería yo agarrar! (A señas pide a los espectadores que guarden silencio. Se aproxima
al abuelo caminando en puntas de pie. Mide la distancia y descarga un golpe en la cabeza de
Aniceto) ¡Ya estas, pastel!

ANICETO: (Rueda al piso descubriéndose la cara) ¡Ay, se acabó el mundo!

CHEMA: ¡Ah, chispas! ¡Si es el abuelo, y ya le rompí el chayote! (La cabeza) (Se arrodilla
junto a don Aniceto y le da masaje) ¡Abuelo!

¡Abuelito de mi vida y de mi corazón! ¡Despiértese! ¡Despiértese que nos van a robar los
centavos! (Desesperado) ¡Ay, abuelito! ¿Qué voy a hacer si regresa don Anastasio? (Regresa
Petronilo disfrazado de fantasma)

PETRONILO: Entrégame el dinero.

CHEMA: (Pega un salto al tiempo que grita) ¡Ay! ¡Abuelito! ¿No se lo dije? ¡Ya está aquí de
nuevo! ¡Ni que le hubiera pegado tan fuerte!

PETRONILO: (Autoritario) ¡Entrégame el dinero si no quieres que siga penando mi alma!

CHEMA: (Haciendo pucheros) ¡Pídaselo a mi abuelo! ¡Abuelito! ¡Abuelito, despiértese!

PETRONILO: Si no me obedeces… (Desenfunda una daga) morirás.

CHEMA: ¡Ay, mamacita! ¿Por qué me sucederán a mí estas cosas?

PETRONILO: (Avanzando lentamente hacia Chema) ¿Verdad que me vas a entregar esos
centavitos… Chemita?

CHEMA: (Mueve la cabeza en sentido negativo)


9
PETRONILO: (Da otro paso hacia Chema) ¿Verdad que estas bromeando?

CHEMA: (Mueve la cabeza en sentido negativo)

PETRONILO: Yo sé que tú eres un muchacho muy bueno.

CHEMA: (Mueve la cabeza en sentido negativo)

ANICETO: (Volviendo en sí se lleva las manos a la cabeza) ¡Ay! Parece que me caí de la mesa.
Dame la mano, hijito.

PETRONILO: (Quien está más cerca de don Aniceto le tiende la diestra)

ANICETO:(Se incorpora) Gracias, hijito. (Sonríe a Petronilo bobamente, imaginando que es su


nieto) ¡Ayyy! ¡El difunto! (Cae desmayado)

CHEMA: (Aprovechándose del estupor de Petronilo lo sorprende) ¡Cuidado, señor difunto!


¡Otro fantasma!

PETRONILO: ¿Difunto? (Vuelve la cara hacia atrás)

CHEMA: (Asesta un garrotazo en la cabeza de Petronilo) (Al público) ¡A ver si no me volví a


equivocar! (Va a donde su abuelo) ¡Abuelo, ya levántese usted! ¡Ya se acabaron los difuntos!

ANICETO:(Volviendo a la razón) ¿Qué dices, hijito?

CHEMA: Que ya se acabaron los difuntos.

ANICETO: (Se lleva el índice a los labios en demanda de silencio) ¡Shhh! ¡Cállate, Chemita,
no hables tan alto de los difuntos, que son cosa muy delicada!

CHEMA: ¡Pero si ya terminé con ellos! ¡Eran cincuenta, pero de uno por uno, como si fueran
gallinitas, les fui retorciendo el pescuezo!

ANICETO: (Levantándose) ¡Calla, Chema! ¡Cállate!

CHEMA: ¿Pero por qué? ¡Mire! (Muestra a Petronilo en el suelo)

ANICETO: ¡Mi abuela!

CHEMA: No, el difunto.

ANICETO: Vámonos ahora mismo. Esta no debe ser casa buena.

CHEMA: (Mirando a Petronilo) ¡Ay, abuelo, no sé porque se me figura que ese bulto, no es
ningún difunto!

ANICETO: ¡Calla, no blasfemes!

CHEMA: Para mí que no es difunto.

10
ANICETO: ¡Que te calles, te digo!

CHEMA: Me callo… pero no es difunto.

ANICETO: ¡Vámonos!

CHEMA: Mejor le quitamos el manto.

ANICETO: ¿Y si se levanta?

CHEMA: (Muestra la tranca) Aquí tengo la medicina.

ANICETO: ¿Te arriesgarías?

CHEMA: Si usted me ayuda.

ANICETO: ¡No dirás que tuve miedo! Vamos.

(Cautelosamente se aproximan a Petronilo)

ANICETO: (Cuando ya están a punto de quitarle el mando) ¡Cuidado!

CHEMA: (Retirándose rápidamente de Petronilo) ¿Qué trae abuelo? No espante. Tan


grandote y tan miedoso. ¡Camínele!

(Repiten el juego)

ANICETO: (Mirándolos guaraches de Petronilo) ¡Esos guaraches yo los he visto en alguna


parte!

CHEMA: Mire, trae mascara.

ANICETO: Cierto. Este fulano no es difunto. ¿Qué planes traería?

CHEMA: Pues robarnos el dinero. Diz’que para pagar cincuenta misas.

ANICETO: ¿No te lo dije? De quien teníamos que cuidarnos era de los ladrones y no de los
difuntos. ¡A la máscara!

(Tratan de quitarle la máscara a Petronilo, pero en esos momentos se mueve y queda con la
cara hacia arriba. Aniceto y Chema tratan de correr, pero con la prisa el viejo queda
atravesado sobre el cuerpo de Petronilo, gritando y arrastrándose, pero sin avanzar debido al
grande miedo que lo embarga)

CHEMA: (Se regresa y auxilia al abuelo) ¿Qué paso, abuelo?

ANICETO: ¡Que bruto! Por poco me desmayo del susto. ¿Viste cómo se volteó?

CHEMA: Eso no ha de valerle ¡A la máscara! (Obliga a que el abuelo camine por delante)

ANICETO: ¡No empujes, Chema!


11
(Cómicamente gracias a la exageración del miedo, logran quitar la máscara a Petronilo)

CHEMA: ¡Pero si es Petronilo!

ANICETO: ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! ¡Los difuntos, difuntos están! Tierra son, polvo y nada
más.

CHEMA: Usted lo ha dicho, abuelo; los difuntos no vuelven y es de los vivos de los que
debemos cuidarnos. (Al público) ¡Ya lo saben!: a los difuntos, no les hagan caso, pero de
los vivos… ¡Líbranos, señor!

ANICETO: Y colorín colorado…

CHEMA: La noche de difuntos aquí ha terminado.

OBSCURO

12

Vous aimerez peut-être aussi