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Prejuicios e importancia de la filosofía

Abril G. García Alba


Filosofía UV

A lo largo del tiempo se han venido formulando estigmas sobre aquello a lo que se dedican
los filósofos y cuál es su campo laboral. Mucha gente cree que la filosofía no sirve para nada,
incluso que no hay campo laboral para el filósofo, y si lo hay, el salario sería lamentable,
pero el filósofo se dedica a algo más allá de lo que comúnmente se piensa, es decir, citando
a Russell: “el hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de
sus prejuicios, de las creencias habituales en su tiempo y en su país” (B. Russell, 1992). Con
este fragmento de uno de los representantes más destacados de la filosofía analítica, podemos
comprender como los prejuicios se apoderan de nuestro pensamiento, como una venda que
nos tapa los ojos, evitando el conocimiento y etiquetando al filósofo respecto de su actividad.
Ahora bien, el filósofo no se ocupa de lo que escucha, observa y cree, si no que brinda una
serie de cuestionamientos sobre esto que he mencionado; de allí que su móvil principal sea
habilitar una pregunta sobre el por qué de algo.
Como afirma Jaspers de acuerdo al asombro como origen del filosofar: “Pues la
admiración es lo que impulsa al individuo a filosofar, empezando por admirarse de lo que
les sorprendía y era extraño”, esto le pasa a todos los hombres pero puede que no todos
queramos saber más allá de lo que es, pues preferimos en algunas ocasiones quedarnos con
nuestro “pensamiento básico”. Se puede apreciar como las creencias se mantienen muy
apegadas al individuo, evitando y haciéndose difícil su cuestionamiento acerca de ellas, sin
embargo, la filosofía consiste en forzarnos a interrogar sobre diversas creencias, tales como:
la existencia, la muerte, el origen, entre otros. De ahí parte nuestro asombro, y conforme nos
admiramos deseamos obtener la sabiduría plena. Sin duda la filosofía es un medio para que
nosotros reflexionemos, analizando de manera coherente y racional cada detalle, de modo
que podamos encontrar una respuesta contundente a diversos cuestionamientos que nos
planteamos. En esto consiste su importancia, ya que la filosofía constituye las demás ciencias
de estudio considerándose como la madre de todas las ciencias, con esto se fue forjando una
cultura que nos ha ayudado a comprender el mundo que nos rodea.
Ahora bien, volviéndo a los prejuicios, tenemos algunos que son más habituales hacia
la filosofía, sobre todo en lo referente a la posición económica y laboral: “¿De qué se va a
vivir?”. Con esta pregunta se manifiesta cierta preocupación que se tiene al aspirar a una
determinada ocupación laboral, lo cual no resulta para el filósofo de gran importancia, ya que
para él, lo relevante no es la generación de la “riqueza”, sino más bien la articulación de
conceptos que le ayuden a la elaboración de un pensar y de un vivir más sabio. Además, todo
aquel conocimiento que adquiere lo puede transmitir a los demás, moldeando (poésis) su
manera de pensar y actuar. Por lo consiguiente, coincido con Bertrand Rusell de que los
hombres de todos los tiempos y todas las épocas requieren de un mínimo de barniz de
filosofía, y que esto nos ayude a quitarnos la venda de los ojos, es decir, las creencias y
prejuicios que no dan cuenta de una personalidad y una comunidad justa y veraz.
Por último, es claro que la posición del filósofo en la sociedad contribuye a la riqueza
de pensamiento, de lo intelectual y cultural, de tal suerte que su pensar y actuar en el mundo
es necesario para equilibrar las fuerzas materiales y económicas.

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