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LA PREDECIBILIDAD DE LAS DECISIONES JUDICIALES*

María Isabel Garrido Gómez

Doctora en Derecho. Profesora Titular de Filosofía del Derecho, Universidad de Alcalá (España).
Directora de la Cátedra de Democracia y Derechos Humanos de la citada Universidad y el
Defensor del Pueblo de España. Correo electrónico: misabel.garrido@uah.es

RESUMEN

El tema que estudio es la predecibilidad de las decisiones judiciales, ligada a los valores de la
libertad, la seguridad y la igualdad. El punto de partida es el de que el principio jurisdiccional
que guía la actividad de los jueces es ejercer la garantía de cierre del sistema mediante la
corrección de los márgenes de desviación e ilegitimidad jurídicas en las que se hubiera podido
incurrir. Desde esta perspectiva, me ocupo del marco en el que se ha de construir la teoría y la
práctica de la predecibilidad de tales decisiones dentro de un Estado de Derecho, y del juego
concatenado de los valores indicados. Para analizar el juego, me adentro en la cuestión de la
motivación de las sentencias, la discrecionalidad judicial, los elementos y significados de la
seguridad jurídica y los precedentes; profundizando en el tratamiento dado a la predecibilidad
del Derecho por el realismo jurídico norteamericano, especialmente por Frank y Llewellyn.

En general, se advierte que los cambios que sufre el modelo aplicativo del Derecho rompen
con la concepción del estricto formalismo, creándose espacios relacionados con fines y
estrategias no jurídicas. Por consiguiente, se comprende que tenía razón el realismo jurídico
norteamericano a la hora de conceptuar el Derecho como realidad que sufre un cambio
incesante, apoyado en la actividad judicial creativa. En este sentido, queda patente que no se
produce sólo por el legislador, sino que también toma parte el juez. Su creación se reenvía a
la interpretación de la norma aplicable y a que la norma particular en la que deriva la decisión
no es efecto de la lógica.

PALABRAS CLAVES

Predecibilidad, discrecionalidad judicial, seguridad jurídica

ABSTRACT

The issue addressed in this study is the predictability of judicial decisions, linked to the values
of liberty, the feeling of security it affords people, and equality. The jurisdictional principal
guiding judges is to exercise the guarantee of closure of the system by correcting the margins
of legal deviation and illegitimacy that might have occurred. From this perspective, I am
addressing the framework in which the theory and practice of the predictability of said
decisions within a democratic State must be built, and of the concatenate play of the values
outlined. In order to analyse the play, I examine the issue of the reasoning informing rulings,
legal discretionality, the meanings and elements of legal security and precedents. The
treatment given to the predictability of the Law by American Legal Realism, especially by Frank
and Llewellyn, is gone into in greater depth.

Lastly, I must point out that the changes undergone by the applicative Law model break with
the concept of strict formalism, and spaces related to non-legal purposes and strategies are
created. Consequently, it may be understood that American Legal Realism was right in
regarding the Law as a reality that undergoes unceasing changes, owing to creative legal
activity. In this regard, it is made clear that legislators and judges alike play a part in this
process. Its creation goes back to the interpretation of the regulation in force and to the fact
that the specific regulation on the basis of which the decision is made is not a consequence of
logic.

KEYWORDS

Predictability, judicial discretionality, legal security

1. INTRODUCCION

Dentro de los estudios actuales de Teoría del Derecho, se aprecia que la investigación de todo
lo que se refiere a las decisiones judiciales, ya sea en relación a su concepto, a su naturaleza, a
la forma de practicarse, etc., despierta un gran interés en los planos teórico y práctico. Por
tanto, abordaré una de estas vertientes, en concreto, el tema del que me ocuparé será el de la
predecibilidad de las decisiones de los jueces. Dicha predecibilidad plantea grandes problemas
e incógnitas que permanecen aún sin resolver y que tienen sus raíces en razones dispares,
tales como la diferencia entre los resultados a los que llegamos según partamos de una teoría
escéptica o no escéptica, la posición que se defienda en lo relativo al poder creador del
Derecho por parte del juez, cuáles son los límites de la discrecionalidad judicial, el tipo de juez
que resuelva un caso o, muy particularmente, la operatividad de los precedentes judiciales.

A lo largo de la investigación, surgen los siguientes interrogantes: ¿cómo controlar la


regularidad y la objetividad de las consideraciones realizadas?, y ¿cómo impedir que la libertad
estimativa no desemboque en arbitrariedad? En conexión con estos postulados, el valor que
posee la predecibilidad de las decisiones judiciales se liga a la seguridad que produce en sus
destinatarios, añadiéndose a los anteriores interrogantes los siguientes: ¿son predecibles tales
decisiones?, ¿de qué tipo de predecibilidad hablamos?, ¿es posible lograr que lo sean?, o ¿es
predicable la seguridad del Derecho judicial?

Como punto de arranque, se podría decir que el principio jurisdiccional que guía la actividad de
los órganos que estudiamos es el ejercer la garantía de cierre del sistema mediante la
corrección de los márgenes de desviación e ilegitimidad jurídicas en que otros poderes o los
otros individuos hubieran podido incurrir. En definitiva, las garantías jurisdiccionales se
desdoblan en dos dimensiones, en la medida en que suponen una corrección jurídica y aportan
una solución a los conflictos de derechos e intereses1, siendo el problema de fondo si los
jueces están legitimados para producir Derecho.

2. Las decisiones judiciales dentro de un Estado de Derecho

Las soluciones judiciales en el seno de un Estado de Derecho deben tener en cuenta los valores
e intereses en pugna, calificados por el legislador previamente con carácter general y
abstracto. Desde esta perspectiva, el Derecho positivo tiene que responder a una
sistemadcidad constructiva de un mecanismo de seguridad que remita a valores, como la
libertad, la seguridad y la igualdad2. En este sentido, por medio de la motivación de las
sentencias, se pretende que el juzgador manifieste las razones de su decisión apoyándose en
el derecho del justiciable y del interés legítimo de la comunidad en conocerlas; que se
compruebe que la decisión judicial que se adopta es consecuencia de una exegesis racional del
Ordenamiento; que las partes o la comunidad tengan la información necesaria para recurrir, si
procede, la decisión; y que los tribunales competentes posean la información que se precisa
para vigilar la correcta interpretación y aplicación del Derecho3.

Efectivamente, en los Estados de Derecho contemporáneos, la motivación de las sentencias es


una exigencia de los derechos fundamentales para que no se produzca la arbitrariedad
del Poder, para controlarlo y para garantizar jurídicamente los derechos y libertades de los
ciudadanos. La justificación judicial en el plano interno consiste en que la resolución del juez se
infiera de sus premisas conforme a las líneas de inferencia que han sido aceptadas, dándose un
razonamiento lógico que dirige la conclusión prevista en el fallo. Sin embargo, se requiere una
justificación externa cuando las premisas de hecho y normativas, o ambas de forma
simultánea, precisan de argumentaciones nuevas, siendo completa la motivación cuando
contiene los dos planos4. En esta línea, dice Gascón Abellán que "motivar exige aportar
razones lo bastante sólidas para descartar la arbitrariedad y, por consiguiente, también (o
sobre todo) las que no avalan la reconstrucción de los hechos que se justifican: la justificación
no será completa si no se justifica también por qué no se han atendido estas pruebas"5.

Pero, yendo más allá, las razones se deben a la necesidad de garantizar los derechos de quien
es parte en un proceso. Un primer grupo de razones se explica porque es una garantía del
justiciable mediante la cual, sin perjuicio de la libertad del juez en la interpretación de las
normas, se puede comprobar que la solución dada al caso es derivación de una exegesis
racional del Ordenamiento y no el fruto de la arbitrariedad. Con respecto a una segunda clase
de razones, tendríamos que suscribir que un Estado de Derecho implica que los poderes
públicos queden sometidos al Derecho y que los órganos jurisdiccionales ejerzan su control,
control que sólo se legitima en la aplicación del Derecho y de ahí la necesidad de que hayan de
motivar sus resoluciones. Desde la visión del Estado democrático, lo que se pretende es el
convencimiento de las partes y de la opinión pública, por lo que si el Poder judicial emana del
pueblo, entonces éste debe conocer la forma en la que se ejerce para controlar a sus titulares6.

Así, la racionalidad se pormenoriza en función de la consideración de las normas y de los


hechos. Los jueces deben razonar discurriendo razones comunicadas argumentativamente y el
respeto a la ley no garantiza la racionalidad decisional. La norma puede ser irracional en su
contenido, fuera de que en el proceso aplicativo influyan elementos externos, y de que, a
menudo, se funde en los criterios de oportunidad y de utilidad ante un conflicto de derechos
con la satisfacción del mayor número posible de personas7.

Especificando más, estas ideas no se pueden hacer inteligibles de modo integral si no las
enmarcamos en el terreno de la discreción judicial, cuyo elemento principal es la elección
entre diversas posibilidades reales mutuamente excluyentes, de manera que, en un sentido
fuerte, tener discreción significaría que no hay una respuesta correcta. La vinculación recae en
la presencia o ausencia de ciertos hechos relacionados con los comportamientos lingüísticos
en una comunidad o los actos normativos de una autoridad8, y las decisiones judiciales
terminan con un fallo que debe justificarse en una norma general. La resolución no puede ser
arbitraria, se ha de deducir de las normas previas y de los hechos, aun cuando el juez cree
normas generales, decidiendo desde varias de ellas y construyendo un enunciado. Ahora bien,
la duda es si son parte del Ordenamiento jurídico. En este nivel de análisis, la respuesta hay
que vincularla, entre otros factores, con los distintos sentidos que tiene la actividad
interpretativa.
Al hilo de esta afirmación, la Jurisdicción representa una actividad racionalizadora dirigida a los
titulares del derecho a la jurisdicción, siendo de especial importancia a quién le corresponde
decir la última palabra en materia de Derecho, lo cual se conecta con la soberanía y el origen
del Ordenamiento9. Se debe tener en cuenta que, a la hora de abordar si las decisiones
judiciales son predecibles, la complejidad crece y se produce alguna confusión porque los
modelos de conexión son muy diversos, conllevando respuestas igualmente diferentes según
sea la relación entre los jueces y la esfera socio-política. Esa tipología se resume en: El
juez ejecutor, con "baja creatividad judicial y baja autonomía política", el cual aplica
simplemente la voluntad legislativa. Este tipo ha sido sustituido por el modelo "consensual",
que defiende la aplicación del Derecho conformada por el punto de vista de la sociedad. El
juez guardián, con "baja creatividad jurisprudencial y alta autonomía política", caso en el que
la aplicación judicial se apoya en los derechos de las partes. El juez delegado, con "alta
creatividad jurisprudencial y baja autonomía política", el cual procede cuando no existe una
respuesta clara de las normas jurídicas, sometido a límites mucho mayores y más rígidos que el
legislador. Y q\]uqz político, con "alta creatividad jurisprudencial y alta autonomía política",
característico del realismo jurídico norteamericano y del movimiento Critical Legal Studies10.

De ahí, se advierte que, en cada modelo, la discrecionalidad judicial actúa de forma más o
menos intensa. Todo esto plantea problemas en relación con la certeza jurídica y, de forma
más amplia, en relación con la seguridad. Realmente, la seguridad ha dejado de ser
contemplada, cada vez más, como un valor enemistado con la justicia para pasar a ser
observada como un conjunto de dimensiones éticas que vendrían a formar parte de la justicia
formal11. No hay duda, pues, de que las exigencias de la seguridad del Derecho constituyen un
medio idóneo para garantizar el respeto de algunos valores cuya realización se evalúa
imprescindible para el logro de un orden social justo. De esta forma, las exigencias de la
seguridad del Derecho permiten crear algunos de los presupuestos de la libertad. Un orden
jurídico estructurado con arreglo a esos requerimientos introduce en el ambiente de las
relaciones públicas y privadas unos parámetros ciertos, fijos y previsibles, que posibilitan un
ejercicio confiado de la iniciativa y libertad personales.

Dentro de este marco, Rawls12 ha declarado que un orden jurídico que cumpla del modo más
perfecto los preceptos del Rule of Law asegura una base más firme para la libertad. Cuanto
más públicas, claras, irretroactivas..., sean las leyes, más protegida estará la libertad de los
individuos. La razón de esa creencia es que las normas jurídicas constituyen pilares mediante
los que las personas confían unas en otras y ejercen sus derechos cuando sus expectativas no
se cumplen. Si los cimientos de estas expectativas son inseguros, también lo son los límites de
la libertad humana. Sus peligros son menores cuando la ley es administrada imparcial y
regularmente y se sabe qué cosas castiga y qué cosas entran o no dentro de su poder de
actuación, ya que los ciudadanos pueden entonces proyectar sus planes conjuntamente.

3. Elementos y significados de la seguridad jurídica que fundamentan la predecibilidad de las


decisiones judiciales

Los elementos centrales de la seguridad jurídica como valor fundante de la predecibilidad de


las decisiones judiciales son: la certeza jurídica, la eficacia jurídica y la ausencia de
arbitrariedad. Ellos representan los términos más simples del lenguaje de la seguridad, de
forma que todos los principios que suelen aparecer vinculados (publicidad, claridad,
irretroactividad, etc.) pueden contemplarse como instrumentos de certeza y/o eficacia, y/o
interdicción de la arbitrariedad.
Como desarrollo de los elementos precedentes, un primer conjunto de significados de la
seguridad del Derecho puede ser englobado bajo el término certeza jurídica. Aunque entre
ellos hay una gran proximidad y, fácticamente, se superponen de manera parcial, es
conveniente distinguir cuatro manifestaciones: la certeza de orientación, la certeza de
existencia, la predecibilidad jurídica y la firmeza del Derecho. En relación a la certeza de
orientación y a la certeza de existencia, la seguridad del Derecho es, en primer lugar, certeza o
certidumbre jurídica. Para Geiger13, sería la circunstancia de que se conozca lo que está en el
Ordenamiento, el saber acerca de las normas jurídicas o la cognoscibilidad de su contenido
libre de dudas, lo cual permite a los ciudadanos conocer lo que está prohibido, impuesto o
permitido, y poseer un conocimiento nítido de cuándo y cómo intervendrá el Estado en sus
vidas. Esta certeza representa una necesidad de todo individuo que se rige en sus actos de
conformidad con esas normas, una defensa frente a la arbitrariedad, un medio para evitar los
conflictos jurídicos, así como una exigencia intrínseca del funcionamiento correcto de todo
sistema. Sin embargo, no hay duda de que la certeza del Derecho ha sido y sigue siendo
valorada por la seguridad de orientación que dispensa a los sujetos de Derecho a la hora de
actuar, de proyectar y decidir poner en marcha un curso de acción14.

La anterior es una certeza que emana del conocimiento del contenido de las normas jurídicas
que podría llamarse certeza de orientación y que debe ser distinguida de la certeza de
existencia. Aspecto que depende de la conciencia de su existencia y vigencia, no de un acceso
a los contenidos de la regulación jurídica15. Son, por consiguiente, dos aspectos separables, si
bien la certeza de orientación no es posible sin una previa certeza de existencia de la norma,
no implicando la última, necesariamente, el conocimiento del contenido. Mientras que la
primera depende de las cualidades del lenguaje jurídico que hacen comprensible el significado
de la precisión, claridad, publicidad, etc.; la segunda demanda la concurrencia de todos los
indicios que permiten estimar que una norma posee existencia jurídica (publicación, ausencia
de antinomias, jerarquía de fuentes ...).

Por otro lado, en la certeza de contenido y de existencia descansa lo que clásicamente ha sido
y continúa siendo un concepto restringido de seguridad jurídica, propiamente el de la
predecibilidad del Derecho. La certeza de conocimiento permite a los ciudadanos conocer, con
claridad y de antemano, lo que está prohibido y permitido y, en función de ese conocimiento,
organizar su conducta presente y programar expectativas para su actuación jurídica futura bajo
pautas razonables de predecibilidad16. Al hacer esta aportación, el Derecho crea seguridad y
confianza en la vida de cualquier organización social.

Concluyentemente, la certeza jurídica incluiría la firmeza del Derecho vigente. Además del
contenido de las normas, integra la ausencia de dudas acerca de la plena vigencia de ciertas
decisiones, las cuales no pueden ser muchas veces sólo expresión de la razón, sino también
una decisión, en principio definitiva o con pretensión de serlo, de aspiraciones o conflictos.

Desde este punto de vista, Coing17 postula que la seguridad jurídica supone que los derechos,
las posiciones de poder y de posesión, una vez fundadas, tienen que subsistir sin que nadie las
discuta o perturbe, y que las decisiones jurídicas, una vez formuladas, deben ser mantenidas.
Ello posibilita que se pueda confiar en el Derecho como una magnitud fija, sustraída a toda
transformación caprichosa, en función de la que el hombre puede ordenar su vida y ponerla
bajo su protección.

Pero la seguridad jurídica no reclama solamente certeza de existencia y de cognoscibilidad,


sino que requiere que el Derecho tenga una eficacia regular. Aparte de hacer factible la certeza
de existencia, la eficacia es en sí una reivindicación de la seguridad jurídica que, de no ser
satisfecha, dejaría sin sentido a la certeza, lo cual resultaría poco satisfactorio e insuficiente si
lo que el Estado establece como Derecho soliera incumplirse18. De ahí que un Derecho
desobedecido no genere certidumbre de orden, ni suministre a los ciudadanos un dato desde
el que poder prever la conducta de los poderes normativos ni la de los demás individuos. Una
norma jurídica desatendida no crea en su ámbito de regulación seguridad del Derecho, sino del
no-Derecho19.

Si la certeza normativa hace posible la predecibilidad jurídica y la certeza de la acción, la


eficacia es necesaria para que haya confianza. Para Geiger20, la certeza del Ordenamiento se
refiere a qué es la norma; la confianza en el ordenamiento, en cambio, hace referencia a qué
fuerza tiene. La confianza de los ciudadanos en el Derecho compele a que su eficacia no quede
paralizada por hechos como la ignorantia iuris, la presencia de lagunas normativas o las dudas
sobre la constitucionalidad de algún precepto. O sea, la seguridad jurídica, como principio de
Derecho objetivo, impone a los operadores del sistema jurídico la máxima eficacia posible de
sus disposiciones21. En la medida en que las normas se convierten muchas veces en los
criterios de interacción y orientación seguidos por los ciudadanos, sólo podrán seguir
desempeñando dicha función social si gozan de la máxima fuerza práctica.

Por otro lado, la seguridad del Derecho exige que los poderes públicos realicen actos de
producción y aplicación de las normas de una manera no arbitraria. La seguridad jurídica -
asevera Henkel22 - se opone a la incertidumbre, al azar, a la arbitrariedad y al desamparo
frente a una situación de regulación. Diferentemente, donde reina la arbitrariedad, el poder
representa una fuente permanente de inseguridad, convirtiendo al ciudadano en «un subdito
incapaz de organizar su vida, pendiente siempre de escrutar el rostro de sus gobernantes para
averiguar sus buenos o malos humores y poder decidir en consecuencia"23.

Según acabamos de ver, la certeza y la eficacia del Derecho se refieren a diferentes aspectos
de la estructura formal, la duración y la existencia empírica de las normas; no obstante, la
seguridad jurídica no descansa exclusivamente, ni siquiera ocasionalmente, en tales factores.
También lo hace, quizá progresivamente, en la forma de los actos por los cuales son creadas o
aplicadas esas normas. Podría admitirse que, mientras que la certeza y la eficacia son la
seguridad jurídica de la norma, la ausencia de arbitrariedad es la del acto (de producción,
interpretación o aplicación). La seguridad jurídica no se agota en la certeza y en la eficacia, sino
que, como recalcara el Tribunal Constitucional español desde sus primeras sentencias, «es una
suma de certeza y legalidad, jerarquía y publicidad normativa, irretroactividad de lo no
favorable, interdicción de la arbitrariedad, [...]»24. Más aún, para Gianformaggio y Habermas25,
la interdicción de la arbitrariedad no es sólo uno de los significados esenciales de la seguridad
jurídica, mostrándose como la única demanda capaz de dotarla de un contenido
razonablemente realizable en la actualidad.

4. La incidencia de los precedentes en la predecibilidad de las decisiones judiciales

La incidencia de los precedentes en la predecibilidad de las decisiones judiciales se debe ligar


principalmente al principio de igualdad, habiéndose de tener en cuenta que casos iguales
tengan un tratamiento similar. Su justificación por la vía de la igualdad incide en la racionalidad
de la argumentación, pero el principio no significa reiterar la jurisprudencia porque no
valoraríamos el contenido y seguir los precedentes no es sólo reiteración, sino apartamiento
motivado. La aclaración recae en que lo esencial es el seguimiento justificado, la jurisprudencia
se ha de valorar tanto para ser seguida como para separarse de ella cambiando el fundamento
de su relevancia, puesto que ha pasado de pensarse como atribución de valor relevante a
la obligación de motivar la decisión (motivar el seguimiento y, aún más, el cambio)26. De esta
manera, la explicación se desenvuelve en cuanto la actividad judicial es una actividad práctica
de argumentación racional, expresiva de un compromiso entre la predecibilidad de las
decisiones y la justicia vinculada a aspectos morales o práctico-generales27.

Jurídicamente, cabe asumir que un enunciado judicial general que sirve de justificación a una
decisión deberá utilizarse en todas las posteriores que consistan en casos idénticos. Además,
llegados a este punto, surge la duda de si podemos sostener que existan dos casos idénticos, y
si, en la hipótesis negativa, podríamos concluir que los fallos de esos dos supuestos han de ser
diferentes. Mas, bajo estas circunstancias, lo que se suele argüir es que, a pesar de que sólo
haya relación y no plena identidad porque haya cambiado la realidad, lo normal es que esas
modificaciones no se hagan relevantes a tales efectos28.

Así pues, la aplicación de los precedentes no significa seguir reglas previas. En el primer
supuesto, me refiero a la forma de apreciar razones para crear reglas, de lo que se infiere que
es exigible considerar una razón para otorgar una solución al caso que se presenta como
similar al anterior. De gran trascendencia es aquí la analogía para dar solución a supuestos no
valorados por el Ordenamiento jurídico, construyendo reglas, y para interpretar las reglas
legales vigentes. Simplificadamente, la analogía sirve a estos efectos porque se funda en el
desarrollo del principio cuyo contenido dicta la tesis aristotélica de que "lo igual debe ser
tratado igualmente y lo desigual debe considerarse desigualmente". Sin embargo, el
argumento analógico requiere de un proceso aplicativo de gran complejidad que hace que se
reputen como una inferencia, o como una heurística para encontrar nuevas premisas,
comprendiéndose desde la perspectiva de un procedimiento que reviste el intento de
conseguir "un equilibrio reflexivo entre la regla generalizada y los juicios particulares de la
analogía"29.

Sobre este aspecto, la solución radica en sustentar que el precedente materializa el principio
de igualdad porque hace necesario que se dé un tratamiento normativo igual a los supuestos
que reúnen condiciones fácticas semejantes30. La generalidad de las normas jurídicas y el
mandato de aplicación uniforme van dirigidos a la realización de la seguridad y certeza
jurídicas, más que a la realización del valor de la igualdad31. Para sustentar esta idea me apoyo
en el rechazo continuo al precedente como enunciado judicial general. En esta dirección, no se
pueden alterar sus criterios interpretativos, lo que conduciría a una petrificación de la
experiencia jurídica y a cerrar toda posible evolución en la interpretación del Ordenamiento32.
En resumen, nos hemos de preguntar si con el principio de igualdad en la aplicación de la ley
se introduce algo parecido al autoprecedente flexible33.

Otra cuestión que creo de utilidad es que el precedente puede tener una fuerza obligatoria
jurídica, con una sanción, si es que no se aplica, o de hecho, o sea, que, de no aplicarse, haya
un alto grado de posibilidades de que, recurrido el caso, el tribunal al que corresponda su
resolución dictamine una solución distinta34. A lo que hay que agregar que, cuando nos
hallemos ante dos casos idénticos, no surge ningún problema puesto que nace la cosa juzgada,
pero, si los supuestos son similares, se deben resolver de forma igual, limitándose la
comparación a las diferencias en la interpretación y aplicación de las normas sin que sea
extensible a la apreciación de los hechos35.

No obstante, salta la duda de qué labor desempeña la acción de los Tribunales


Constitucionales. Pues bien, aun estando dentro de sus competencias el fiscalizar las
resoluciones judiciales que presuntamente infringen los derechos fundamentales, percibimos
que, conforme al principio de igualdad, no es posible controlar los márgenes de
discrecionalidad que tienen los jueces al ejercer su función por no violar ningún derecho
fundamental. Lo expresado se debe a que la exclusividad de la jurisdicción supone tener que
respetar la creatividad de la igualdad en la aplicación de la ley. Limita su control en el
aseguramiento de las disposiciones constitucionales y deja que sea el poder judicial el que
efectúe una depuración de las opciones de creación. Por lo que, sabido que el criterio de
oportunidad es constitucional, los jueces y tribunales pueden seleccionar los criterios
admitidos constitucionalmente que, a su juicio, son más pertinentes y que actúan en el ámbito
de la creatividad de cada una de las sentencias que dictan36.

Desde esta perspectiva, la cuestión se centra en que, una vez que se ha determinado la
corrección constitucional del criterio seleccionado, todos los enjuiciamientos que intenten
delimitar un criterio deseable de entre los que son jurídicamente posibles y estén
potencialmente en la norma se han de comprender como una injerencia en el desarrollo de la
función jurisdiccional. Por otro lado, en virtud del principio de la independencia judicial, se
restringe el abanico de los criterios decisorios que eventualmente son vinculadores, cosa que
tiene su raíz en que el juez ha de entender que los criterios concretizantes seguidos por otros
órganos jurisdiccionales son directrices orientadoras a seguir, pero no vinculan. Por ende, la
respuesta se encontraría en que el único modo de reducir la variedad y complejidad de los
criterios decisorios es atribuir esa clase de valor a los criterios interpretativos de las normas
que se ha adoptado en cada supuesto por cada órgano jurisdiccional en particular y en cuanto
a las relaciones futuras que tiene, manteniéndose que el ejercicio del control ha de realizarse
por la jurisdicción ordinaria por medio de los recursos. Si bien, en lo que se refiere al ámbito
normativo que es de determinación jurisdiccional obligada, queda rechazado todo
enjuiciamiento portal jurisdicción, pues, en caso positivo, se produciría una violación del
principio de independencia judicial. De ahí que la competencia de los Tribunales
Constitucionales en la materia se explique porque se da al precedente un valor vinculador: es
un parámetro que trasluce el principio de igualdad en las resoluciones judiciales37.

Matizando más, se suele postular que la relevancia constitucional del precedente descansa en
ser un instrumento que sirve para apreciar la juridicidad de los pronunciamientos judiciales.
Sin embargo, se muestra que este factor instrumental corresponde a la motivación de las
sentencias, pues al traducirse el principio de igualdad en el requerimiento de justificar toda
diferencia de trato, la verificación de su observancia en las resoluciones jurisdiccionales sólo se
puede hacer si se examina esa motivación. Consecuentemente, lo elemental para corroborar
que ha habido una vulneración del principio de igualdad es que la fundamentación de la
sentencia sea defectuosa. Los precedentes aportan una mayor fuerza fundamentadora puesto
que conllevan unos criterios de interpretación que han de estimarse por el juzgador para
asegurar la reflexividad de sus nuevos criterios discrepantes. Con este enfoque, se observa
que, ya que siempre se precisa que haya una fundamentación adecuada, se permite, a veces,
la remisión a fundamentaciones anteriores, y que, cuando se produce un cambio de las
sentencias en relación con el precedente, la demanda se circunscribe a una motivación
suficientemente razonable38.

Deduciblemente, se ha de producir una fundamentación razonable y suficiente del cambio de


interpretación de las normas, siendo la pregunta que procede ¿respecto de qué se ha de
requerir la razonabilidad de los órganos judiciales?, y la respuesta es que la medida de su
afirmación o negación descansa en qué se ha de hacer respecto de la norma aplicable al caso39.
5. Especial consideración del tratamiento histórico de la predecibilidad de las decisiones
judiciales en el seno del realismo jurídico norteamericano

Una vez expuestos los elementos y significados de la seguridad jurídica, creo necesario
profundizar en el tratamiento histórico de la predecibilidad de las decisiones judiciales dado
por el realismo jurídico norteamericano. Así pues, son reseñables las tesis, calificables de
escépticas, que esgrimió Frank al propugnar que el cometido del jurista es prever el
comportamiento de los jueces. Mas a Frank no le preocupaba la predicción de la
interpretación de las normas, debido a que las mayores dificultades predictivas no provienen
de su oscuridad, sino que provienen de la incertidumbre ante los hechos. Si los tribunales
superiores se ocupan de la interpretación del Derecho, son los de primera instancia e
instrucción los que fijan los hechos. Aquéllos deciden cuestiones de Derecho, éstos resuelven
las cuestiones fácticas, y en esa determinación es donde se acrecientan las dificultades de
predecir el comportamiento de los jueces. El litigio se decide en la fijación de los hechos, y es
aquí, y no tanto o no tan sólo, en su predicción, donde la certeza y la predecibilidad es más
difícil.

Todo lo que el juez o el jurado -reiteraba Frank40 - puede hacer es formarse una creencia sobre
esos hechos. Esa creencia se forma después de escuchar la declaración de los testigos que han
observado (o pretenden haber observado) esos acontecimientos. Los hechos, a los fines de la
sentencia, no son obligatoriamente los reales, son la creencia que se forman los jueces al
respecto. La verdad procesal frente a la verdad material. Y no hay seguridad alguna de que esa
creencia del juez o del jurado se corresponda con la verdad de los hechos tal y como se
produjeron en la realidad, puesto que el testimonio puede ser falible (los testigos no los
percibieron bien, no los recuerdan con precisión, tienen dificultades para comunicarlos al
tribunal o simplemente mienten) y los jueces pueden equivocarlo en la apreciación.

Por eso, Frank41 saca las siguientes deducciones del análisis de los pleitos resueltos en primera
instancia: que los testigos no reaccionan uniformemente ante los acontecimientos pasados
sobre los que atestiguan; que, en la mayoría de esos juicios, los testigos dan verbalmente al
tribunal versiones contradictorias sobre los acontecimientos; que, a los propósitos de la
sentencia, lo que llamamos hechos de un caso derivan, a lo sumo, de la creencia del juez de
primera instancia o del jurado respecto de la confianza que deben merecer algunos de esos
testigos y no los otros; que hay pocas uniformidades en la formación de esas creencias de
jueces ojurados y ninguna regla que sirva de ayuda; que esas creencias determinan la suerte
de la mayoría de los litigantes porque, en los pocos supuestos que son apelados, los tribunales
superiores aceptan usualmente las de los de primera instancia. Para que las cosas sean todavía
más complicadas, esas creencias suelen ser aparentes y no siempre reales. Por añadidura, las
creencias, reales o aparentes, usualmente no suelen informarse; si ocurre así y la sentencia es
apelada, habitualmente el tribunal superior supondrá de forma ficticia que el inferior tuvo una
creencia, fundada en la selección de una parte del testimonio oral contradictorio que justifica
su sentencia. Si se juntan todos estos resultados, se puede -en opinión de Frank- llegar a
concluir que quienes hablan de predecir las sentencias futuras han exagerado grandemente la
posibilidad de la certidumbre judicial.

En suma, la mayoría de las sentencias futuras son no pronosticables; y la impredecibilidad de la


mayoría de las decisiones antes del litigio resulta de la imposibilidad de conocer por anticipado
la fijación de hechos por el tribunal de primera instancia y de la incertidumbre normativa, es
decir, de la vaguedad de algunos precedentes o de dudas acerca de qué precedentes aplicarán
los tribunales42.
Sin embargo, también dentro del realismo jurídico norteamericano, LLewellyn cree que la
predecibilidad de las decisiones judiciales es función de la regularidad del comportamiento
judicial, identificándose catorce factores que la promueven, a saber43: unos funcionarios
condicionados por el Derecho; una doctrina legal; unas técnicas doctrinales conocidas;
responsabilidad del personal judicial en la (realización) de la justicia; la tradición de una
respuesta única para cada caso; opiniones escritas del tribunal que informan y aconsejan a los
ciudadanos; a frozen record from below; asuntos limitados; procedimientos judiciales
contradictorios; la práctica de decisiones colegiadas; la seguridad de la independencia judicial
promovida por el ejercicio de funciones vitalicias; y a Know Bench, el estilo jurídico de la época
y la conciencia del rol judicial.

De todos estos factores, los más importantes cara a la posibilidad de predicción de


las decisiones judiciales son el rol y el estilo judicial. Por lo que respecta al rol judicial44, el
término que se emplea como adecuado es la imparcialidad, un término que describe una
condición: no inclinarse hacia una de las partes, carecer de interés personal en el resultado.
Mas cuando se emplea esta palabra la referencia es algo más, se quiere decir, como adición a
lo anterior, recto. O sea, una actitud positiva y activa, el juez tiene que hacer todo lo que esté
en su mano para ver el asunto con imparcialidad y con la vista puesta en las partes litigantes y
en todos nosotros. Con ello se hace referencia a otra actitud, a ser abierto, a estar dispuesto a
oír, a ser informado, a ser persuadido, a responder con buenas razones. El rol judicial es tan
relevante porque es el mayor frente al uso de la libertad judicial. El elemento humano no
queda eliminado, enmarcándose dentro de aquél, de lo que se espera que habrá un juez que
cumpla con su papel.

El otro factor capital que permite o promueve la regularidad de las decisiones judiciales y, con
ella, la posibilidad de predecirlas es el estilo judicial, la clase de razonamiento que se impone
en cada época. No se trata, por tanto, del estilo literario, en este supuesto la referencia recae
en los métodos que siguen los jueces para tomar decisiones. Dos son los posibles estilos,
el formal y el gran estilo. El formal se apoya más en las normas legales que en una percepción
de las demandas de la política pública («la política es para los Parlamentos; lo nuestro son las
normas»). Es el que demanda una ideología ortodoxa de la que desaparece todo, salvo las
normas que se aplican deductivamente al caso, mecánicamente. Por el contrario, el gran
estilo deriva de la apelación del juez a la razón45.

El gran estilo minimiza la incertidumbre y reduce todo tipo de conflictos entre las demandas
de la justicia y los mandatos de las autoridades. Se parte del precedente (o normas), pero el
precedente no se aplica mecánicamente, se le confronta con tres variantes de razones antes
de ser aceptado y aplicado: la reputación del juez que elaboró la opinión; el principio en el
sentido característico del gran estilo, es decir, no sólo como principio de ordenación o de
sistematización, sino como principio que da sentido; y la política, referida al examen de las
consecuencias de la regla. Se trata de una «constante búsqueda de la mejor regla aplicable,
que guíe el futuro, regla que tiene que construirse sobre lo mejor que nos ofrece el pasado. La
búsqueda consiste en un constante re-examen y reconstrucción de una herencia que puede
generar no sólo solidez, sino remedio para el presente y para el día de mañana». Los jueces
que adoptan el gran estilo muestran lo que Llewellyn denomina «sentido de la situación».
Examinan cada caso no como individual, sino como un caso que puede suponer dotarnos de
una regla como referencia en el futuro.

6. Algunas conclusiones
Después de lo visto, es claro que los parámetros que dirigen la predecibilidad del Derecho son
sumamente variables y se condicionan por la amplitud que se dé a la discreción judicial. Esa
discreción es posible unirla a ciertas cualidades personales de los jueces cuando desempeñan
su función, al ser la aplicación del Derecho una actividad que requiere las cualidades de la
sensatez y la prudencia. Otra designación es la que da cuenta de las situaciones a las que el
Derecho no otorga una solución clara, precisándose un conocimiento del lenguaje normativo
para llegar a identificar la respuesta jurídica correcta.

También se entiende por discreción judicial el margen de libertad que posee el órgano de
adjudicación en la determinación de los hechos. Esta noción se une a los problemas de
naturaleza epistémica porque hay una falta de información para determinar la versión que
más se acerca a la realidad. Además, hablamos de discreción judicial como definitividad
cuando nos referimos al carácter de algunas decisiones judiciales, caso de las que no están
sometidas a revisión y hacen referencia a atribuciones de competencias relativas a la instancia
a la que corresponde declarar en último grado, la cual es concretada por el Derecho.
Finalmente, existe una discreción fuerte, según la terminología de Dworkin, que remite a la
elección entre variados cursos de acción que tienen igual nivel de validez y admisibilidad, y que
debe distinguirse de la que es extensible a los ámbitos en los que la autoridad competente
deja explícitamente la determinación del resultado de su decisión al arbitrio de los jueces46.

Asimismo se concluye que la problemática abordada en la presente investigación reside, en


gran parte, en la interpretación como una de las principales actividades que tiene que practicar
el juez. Estrictamente, supone atribuir un significado a una formulación normativa que ofrece
dudas; y, ampliamente, se llama interpretación a cualquier operación por la que se atribuye
significado a una formulación normativa con independencia de que existan o no dudas47. Como
esgrime Guastini48 y según se desprende de este trabajo, quien adopta una concepción
restrictiva tiende a ocultar el componente volitivo de la actividad interpretativa, partiendo de
la premisa de que los términos tienen normalmente una significación clara que debe
descubrirse y reconocerse. Por el contrario, quien adopta una concepción amplia, parte de que
el significado de las palabras viene atribuido por quienes ordinariamente usan tales
expresiones. Su significación es mudable y toda decisión interpretativa tiene algo de
discrecional.

De este modo, apreciamos que la justificación que deben realizar los jueces reside en que la
estructura de lo jurídico se presenta como lógicamente analizable. En apoyo a la tesis de
Bobbio49, uno de los motivos que insistentemente ha aproximado la lógica y el Derecho ha sido
la convicción de que el Ordenamiento jurídico nutre, con preferencia, de juicios analíticos a
juicios de hecho y de valor. Aquí no hay que olvidar que, a la par que la lógica clásica se
estatuye en Ciencia de las leyes del pensamiento y en estudio de naturaleza filosófica,
encaminado a mostrar las condiciones de validez de la actividad racional y de los productos
objetivados de la misma, del conocimiento científico-filosófico y de su verdad ontológica; se
abre camino el apego por las leyes y condiciones que garantizan el enlace sistemático de sus
resultados. En ese escenario hay que insistir en que la lógica sirve para indicar el conjunto de
las reglas del pensamiento y de su forma de actuar50. Consiguientemente, la pregunta previa
para analizar la predecibilidad de las decisiones judiciales es qué función desempeñan los
jueces en la sociedad y si hay algo en común entre los sistemas jurídicos que corresponden a
formaciones histórico-sociales distintas. Para contestar, es necesario reflexionar sobre si la
inteligibilidad de un sistema se une al descubrimiento de su racionalidad y sobre si las razones
jurídicas de las que se asiste son capaces de coexistir, confluyendo ambas contestaciones en la
dinámica de la producción normativa.

Ahora bien, se evidencia que la ausencia de delimitación completa de la extensión de un


concepto y la indeterminación semántica parecen irreductibles, vislumbrándose que la claridad
u oscuridad de un texto es relativa a su contexto de enunciación y al contexto de aplicación.
Materialmente, nos movemos en el debate entre las tesis imperativistas, que contemplan al
Derecho desde el ángulo del poder, y las anti-imperativistas, que lo contemplan desde la
libertad51.

Con estas coordenadas, en los Estados de Derecho la legislación es la instancia jurídica que se
encarga de introducir cambios, reflejando o guiando el cambio social; mientras que, en el
campo judicial, la interpretación permite un margen para introducir ciertos cambios, dentro de
lo que permita el sistema52. Los cambios que sufre el modelo aplicativo del Derecho rompen
con la concepción del estricto formalismo, creándose espacios de no-Derecho relacionados
con fines y estrategias de naturaleza ajena a la jurídica, tales como sociales, económicas,
políticas, etc., que, a su vez, tienen un gran peso en la realización de los principios que regulan
el nuevo Derecho53.

Con respecto al sustrato sociológico de un sistema jurídico, hay que tener en cuenta que se
abordan las fuerzas reales y los factores infra y supraestructurales del nacimiento,
conservación, transformación, destrucción y aniquilación del Derecho, apareciendo los
problemas de su génesis sociológica y de las corrientes determinantes, al igual que ocurre con
las relaciones que están presentes en los cambios sociales y jurídicos. Desde esta comprensión,
las preguntas que surgen al término de nuestro estudio son: ¿qué clase y grado de
sincronización hay?, ¿cuándo va el Derecho por detrás o por delante de los intereses, valores o
aspiraciones de una sociedad?, o ¿cuáles son los factores reales del retraso del Derecho en
ciertas circunstancias? En consecuencia, la influencia sobre la realidad social arranca de que
desde la legalidad es posible producir e impedir, o por lo menos frenar, alteraciones, al hilo de
lo que se desprende la relevancia del control ejercido por las normas positivas y la función de
los jueces54.

Mas estaba en lo cierto el realismo jurídico norteamericano al conceptuar el Derecho como


realidad que sufre un cambio incesante, apoyada en la actividad judicial creativa. Que se
orienta a cumplir fines sociales, no mezclando temporalmente el ser con el deber ser, y
conviniendo la separación de las reglas atinentes a la conducta {rules for doing) o
preceptos {precepts), de las reglas de procedimiento {rules of doing) o práctica
judicial {practices). Así, las formulaciones prescriptivas no serían el factor determinante de las
decisiones de los tribunales, habiéndose de superar la convicción de que merece la pena
agrupar casos y situaciones legales en categorías fijas practicadas en el pasado.
Semejantemente, hay que subrayar que toda la evaluación de una parte o sector del Derecho
se debe hacer en función de sus efectos55 56. Interesa el funcionamiento real de los tribunales,
los aspectos que inciden en sus decisiones y el peso que tienen los factores extrajurídicos. En
este orden de ideas, las normas son un factor relevante, pero, desde luego, no el exclusivo ni
tampoco el decisivo, dado que el Derecho goza de un alto grado de incertidumbre en virtud de
la ambigüedad normativa, de la dificultad verificadora de los hechos alegados en el proceso y
de que, casi siempre, se pueden aplicar distintas regulaciones sin que el Derecho diga cuál ha
de ser la elegida57
LA LOGICA FORMAL y LOS J URISTAS Manu el Ma1l501l T.* La lógica forma l trata, como dij era
Lulio, del "modo de hablar verdad ero"; 1 "separa lo verdadero de lo falso", según expresara
Isidoro de SE). vill a 2. Ell a estu dia - como recordar a Ru sscll los difer entes tipos d e
deducción, siendo "fundamento de todo raciocini o", como reconoció Cicerón 4 . Como adv
ierte Alfar abi, la lógica ( formal ) "es neccsari n par a todo aq uel qu e no qui era limitarse a
meras opiniones en la formación de sus jui cios y creencias" 5. "La 'inferencia' lógica - dirá
Hartmann- cntra bajo sus múltiples form as mu y ese ncialme nte en el ord en del conocimien
to" 6. En Kit ab [ast al-maqal ya Averroes precisó, , según seña la Resch er, que la lógic a se
requier e "no sólo par a la filosofí a, sino tambi én par a las matemáticas y la medi cin a, y au n
par a la jurispruden cia y la misma teología" ' . Numerosos juristas han a prec iado la
importancia de la lógi ca. Así, mientras Duguit y Pu fend orf 1) se refier en a su uso por la
ciencia jurídi ca, H éb raud alude a su empl eo en la activida d judicial atribuy éndo le la fun
ción de un 'elemento esenc ial' 10. A juicio de Man s, la 'g ra n lección de la lógica' "es vá lida
para tod as las múltiples y va riadas manifest aciones de la ac tivida d d e los jurist as" 11 .
Kaufmann tiene razón, sin duda, al asevera r que la investiga ción jurídi ca "jamás es un mero
silogismo lógico" 12. Según afirma ra Jellinek, "con pura lógi ca no es posible fijar el contenido
de las proposiciones jurídi cas" 1:1. Pero, como pl anteamos lat am ente en otro lu gar 11 , la
ciencia del derecho - que ti en e - ca rácter 'siste má tico-construc tivo' y 'exposi tivod
emostrati vo', como anota Bascu ñán 15 _ no es posible sin la lógica. Jasinowskí aci erta, pu es,
al declarar : "El punto de mayor importan cia en la filosofía de la cienc ia jurídi ca na s par ece
se r el carácte r deductivo dei D erecho y d e la Jurispruden cia , junto con el problema de la
posibilidad de un a axiomát ica jurídica" 16. La vincu lac ión del queh acer de los jur istas con la
lógica es men cionada también por Quintilían o, quien expresa : "toda cuestión de der ech o
¿no se funda en la propied ad de las pal abras, o en la competencia de la justici a, o en la
conjetura de la voluntad? Parte de lo cual tien e r elaci ón con la lógica y parte con la filosofí a
mo ra l" 17. Como bi en dice Hcm ández • Miembro de la Asociación Internacional de Filosofía
del Derecho y Filosofía Social, de la Socied ad Chilena de Lógica, Metodología y Filosofía de las
Cien cias, y de la Asociación de Lógica Simbólica. 19i8] ~IAl'\SOX: LOGICA FOR:>IAL 203 Gil, la
argumentació n jurídica "no es de suyo extralógica"; "no pu ed e contraponerse lo purament e
jurídico a lo purament e lógico" 18 , El jurista, en verda d - como señala Kalin owski- "razona
deducti vamente así como resp ira" 19, La lógica jurídica, anota Díaz, "va imponi éndose
progresivament e en el ámbito de los estudios científicos y filosóficos sobre el derecho " 20 ,
"La enseñanza del Derecho - manifiesta Carrió n-> ya na pu ed e olvida r esta moderna
disciplina de la lógica jurídica. Es necesario desterrar par a siempre aq uellas vetustas
exposiciones qu e tod avía se enc uentran en los man ua les de Introducción al Der echo o de
Fil osofía del Der echo. La tar ea requiere un gran esfue rzo y permanente contacto con los nu
evos trabajos sobre la mat eri a" 2 1. La bibliografía de Pu y t!~ es un índice de que tambi én se
ha desp ertado el int er és por cultivar esta disciplin a en Lat inoarn órica y en Espa ña. Para
Carc ía San Migu el, la lógica jurídica sería "el resultad o de aplicar la lógica general a las mod
alidades particul ar es que reviste e l ra zon amiento de los juristas" 2;1 , Bielsa, a su vez, habla
de "lógica aplica da a la ciencia, qu e en nu estro caso es la ciencia jurídica" ~4 y Du cci alude a
"una lógica de las normas, o d e ónti ca, a la que pert enece la lógica del Derecho" :!5 , En rigor,
proced e distin guir entre una 'lógica de los juristas', con prin cipios siempre verda deros, y un
a 'lógica del derecho' integra da por leyes siempre cum plidas, de índol e norma tiva. Ambas
aplican criterios de la lógica general; pero también cabe formular en ellas aplicaciones de
principios espe ciales, propi os de un a lógica de lo obligatorio, lo perm itido y lo prohibido
('deóntica', en sentido estricto ), o de un a lógica 'normativa' ( compuesta por normas,
directivas o impera tivos). . Leibniz es - como lo reconocen Guzmán Brito y S ánch ez-M azas->
"el primer teórico del siste mnrnatem ático aplica do al derecho" :!6; en su obra se da "el
primer intento serio de aplicac ión del cálculo a los probl emas jurídicos y morales (o, en
general, de ánd cosí"?' , El formuló, por ejemplo, los pri ncipios 'Nada imposibl e es debido' y
'Todo lo necesari o es lícito' 2. Por otra part e, analiza ndo las 'modalidades jurídicas', escribió:
"Así como se relacionan entre sí lo necesario , lo qu e posiblem ent e no es, o posible y lo
imposible, así, se conec tan lo debido, lo no-debido, lo lícit o y lo ilícito" 29. Kant también pr
esent a como 'catego rías de modalidad ' a los conc eptos de lo lícito y lo iÍícito, del deb er y lo
contrario al deb er ;lO. Pero , antes de él y de Leibniz, Pufendorf concibe igu alm ent e como
contrarias a las ca tegorías de lo obliga torio y lo prohibido. Se refiere, asimismo, a las acciones
"que no han sido ordenada s ni pro hibi das por la ley", llamán do las 'ind iferentes' :11 - de
nominación empleada despu és, en aná logo sentido, por Sp ínoza :12 y \Vollaston :\:1. A su
vez, Burid ún relaciona el uso de 'obligar', 'debe r' y 'prome ter', con el empleo ele 'creer',
'conocer', 'comprende r' 204 REVI STA O Il LE :-;A DE DER EOIO [Vol. 5 )' otros términos mod
ales, y conside ra la cu est ión de si se infieren 'Un caba llo es debido por mí' y 'Algo es debido
por mí' de 'Debo un caba llo' y 'Debo algo', resp ecti vamente :11. Aristóteles, por su part e,
también trat a como modal al con cepto d e deber :l.,. La lógica d e ónti ca es, pu es, moda l.
Sin duda, 'obligatorio' no es propiam en te una const ante lógica , a dif er encia del conc ep to
mod al aléti co 'necesario' - incluido por Ped ro Hisp an o entre los 'sincat egorem áticos' ~.
Tampoco lo es, ciertamente, un a expresi ón como 'cree', utilizada en la lógica de los
enunciados de cree ncia - la qu e es, como indica Rescher, parte de un a 'teoría de la
modalidad ' ::'. Pero, tanto para los términos deónt icos como par a los doxást icos, hay
criterios qu e d et erminan su uso con las constant es lógicas, origina ndo n uevas formas
deductivas. Se justific a, por esto, habl ar de lógicas 'especiales'. No ocurr e lo mismo con otras
expresione s. Según Chorroar in, "tantos son Jos modos cuantos los adverbios que pu ed en
unirse a l pr edi cado" ::". Mas ya Ju an de Santo To más negó que 'Pedro corre velozme nte ' tu
viera, con resp ecto a 'Pe dro corre', "reglas de op osición o de equipolencia dif er ent es" :W. .
Según Kclsen - con qu ien concue rdan Ga rzó n Vald és JO y Sali nas Qu iroga 41 , entre otros -
habría un "dualismo del 'se r' y el 'de ber ser' ''. En su opinión, "del hecho de qu e algo sea no
se sigue qu e algo deb a se r" j2; un deber sólo podría ser dedu cido "de un deb er y no de un
dato del ser" ¡;¡ . Sin embargo, de un 'dato del ser', como el q ue .1 uan pas ea, se sigue
lógicamente un 'dato del deber ser', v. gr.: Es obliga torio qu e Ju an pague o Juan pasea. El
preced ente enunci ado es un a aplicación del principio general 'Si p, entonces q o p', propio de
una 'ló gica del ser' o, mejor dicho, asert órica. El planteami ent o de Kelsen - cuya teorí a no
es, por cierto, "una lógica del derecho aplica ble en el conocimiento de tod o der echo pa rt icul
ar ", como cree Dujovn e 4 1_ es tribu tario ele un a concepción supe rada, que reducía la
lógica a la silog ística . "Los expositores de la lógica trad icional qu e pretend ían qu e las reglas
de inferencia inmedi at a y las de los silogismos categórico o hipotéti co, pro veían un ca non
exhaustivo de razon amiento forma l -comenta Strawson - estaban curiosamente ciegos ai
respecto " :". Tal es expositores -contra los cuales rea ccionaría Boole, insistiendo en qu e "no
es verda d que tod a deducción sea reductible a las formas particulares del silogismo y la
conversión" 16 _ no fu eron medi evales, sino 'modern os'. Estos co nfundiero n igua lmente la
lógica con la psicología - según se apreci a en Piquer!" o en Mora olvidando que las verda des
de aq ue lla son necesari as, como lo rec uerda n los neo escol ásticos Frick!" y Mercier ,)tI .
Tambi én descuidaron completa mente los estudios de lógica mod al, llegando Heid a decir:
"dejaré esta doctri na en paz y me pr eocupa r é de no pe rt urb ar sus ceniz as" .-01. Co mo
adviert e Lukaxicwicz. "la lógica de los estoicos, los inven tores dc la antigu a forma del c álcul o
1978] :\ [ A1\SO :'\ : LOGl e A Fon~ IA :205 proposiciona l, fue mu cho má s importante 'lil e tod
os los silogismos de Aristóteles" 52. De acuerdo con la doctri na silog:stica, si ' en el consecue
nte ( conc:1 usión ) de un silog ismo figura un t érm ino del 'deb er ser', este ha de apa recer
asimismo en el antecedent e, en una de sus sentencias componen tes ( premisas) . El derech o
es normati vo, como lo indican Amos 5::, Ca rvallo 51, C rop - pa li ;.5, Hamilton 5 11 , Latorre 5
" Pedrals ;,", Sq uella 5i1. Ilod rigu ez-Arías 11 0 y Vinog rado ff 61, entre otros. Las leyes - dirá
Hobhes- son, pura cada sú b d ito, "aq uellas reglas qu e el Estad o le ha ord enado de palabra
(J por escrito, o con otros signos suficien tes de la voluntad" (;2. 1Ieineccio. por su parte,
expresará; "la voluntad del ser sup erior, qu e ordena o proh í. be ciertas acciones, vali éndose
de premios y castigos. se llama 1q¡ . . . y a la reunión de éstas se llam a código o derech o" 11:
:. Por esto, Su árez - para q uien también "la ley pr oced e esencialme nte de un supe rior con
respecto a un inf erior "- pr ecisa qu e la 'na tura leza racional' sólo sería 'ley' en un sen tido
metafóri co, al no dar propiament e órde nes fH. El derecho se mu estra - observa er el como
"un sistema de declarac iones de coluntad !J de poder, las cuales. en último té rmino, no tien -
den a expone r verda des y ha cer valer juicios doctrinales, sino a org anizar de un cierto mod o
la rea lidad del mundo social" (¡;'. "La lev - escribe Aristóte les- pr escribe incluso a cada uno el
portarse como hombre valiente y fue rte; manda, por ejemplo, no abandona r el puesto q ue
uno tenga en el combate, manda no huir ni aba ndonar las armas; prescribe qu e uno se
comporte como un hombre sobrio; manda, por ejemplo, q ue no se come ta ad ulterio , q ue
no se ultraj e a nad ie; pr escribe q ue uno se comporte como un hombre sociable: manda, por
ejemplo. no golpear a nadie, na maldecir a nadi e" 611. La norm a jurídi ca prescrib e, ma nda.
Villey sostiene, sin embargo, que la concepci ón del derecho como regla de cond uc ta constit
uiría un 'dogma', "una doctrina insta lada conforta blemen te en la forta leza uni versitari a",
Para ~l mient ras los actos se regu - lan, "el derecho se dice". No obstante, reconoce qu e en
Homa. por ejemplo, "el edicto del pretor y Frecu ent em ent e la ley pública se form ulan
mediante impera tivos". En verda d, Villev reserva el nombre 'derecho' para referirse a las
consecue ncias jurídi cas. Adem ás, centra su atención en la ac tividad cog nosci tiva despl
egada por jueces y juristas. En este sentido, ma nifi esta: "El gran mérito de los romanos es . ..
ha ber separado . disting uido, la función propi a del juez y los jurista s. Su discurso tiende a
indica r lo que es de cada cual - indicativo- , mient ras el gobiern o de los ac tos - prescriptivo-
incumbe a otros" 6" El 'gobiern o de los act os es obra del derecho . Como expresa Delos, "el
derech o positivo es una regla de la culo social" 11 ' . :\.1 res pecto, Le Fu r escribe: "la fun ción
del Estado - conte mplado como la form a más elevarla de la organización humana, bajo los
nombres d iversos de ciudad en la 206 HEVISTA CH ILENA DE DEHEClIO [Vol. 5 antigüeda d, ba
roní a o señorío baj o el feudalismo, cantón, región o Estado en las diversas fed eracion es,
domin io o gran Estado un itario en la época modern a- consiste en promulgar o en decidir el
derecho.. . El Estado - es decir particul arment e los gobe rn antes, legislad ores, administra
dores y jueces- tiene evidentemente un fin cua ndo decid e sob re el derecho ; lo pr omul ga, lo
da, pero sin -duda no arbitra ria me nte , sino en vista de obten er un resultad o det erminad o.
Así, el der echo , como la moral y la políti ca . . . da reglas ... esto se expresa cuando se dice q
ue el derecho ha bla en imperativo" (m. Por cie rto, como anota Cardies, "es artificial
pretender reducir el derecho a un conjunto de norm as" 70 . Un orden jurí dico también es int
egrado por sentencias declarativas, corno las formulad as por un juez al consta tar una'
situación de hecho o de derech o. Del Vecchio incurre, por consiguiente, en exagera ción al
aseverar: "El modo indicativo no existe en el Derecho; cuando es usad o en los códigos, tiene
realm ente 1In significado imperativo" 7 1. No toda sente ncia es enuncia tiva. Ya Aristóteles
afirmó: "mientras qu e tod a sente ncia o juici o tiene significado, aunque na coma un inst ru
mento de la naturaleza, sino, como hemos observado, por con vención , no todas pued en
llamarse proposicion es. Llam am os solamente pr oposiciones a las que tienen en sí verdad o
falsedad. Una súplica es, por ejemplo, un a sentencia o expresión, pero no tiene ni verdad ni
falsed ad" 72. Fray Buenaventura de San Agustín 73, Facciolat o 7 1 y Willinm of Sherwood 7" ,
conco rdando con Aristóteles, dividirán también a las ora ciones en enunciativas y no-en un
ciativas, e incl uirán entre estas últimas a las imp erativas. Los mandat os, como señala Millas,
"no impli can la afirmaci ón o la negación de relacion es lógicas o fácti cas" 7t1. Conviene ten
er pr esent e, asimismo, qu e un a palabra pued e desempeñar ofic ios diversos, seg ún los
contextos. Así, 'de cre to' tiene, al ser escr ita en un reglamento, despu és de los conside
randos e inm ediatamente ant es de la parte dispositi va, un sentido distinto d el qu e posee en
la /expresi ón 'si yo decreto'. Empleando la terminología de Austin 77 , cabe decir que en el
primer caso ocurre como 'e jecutiva' o 'perforrn ativa', sin significa - ción cognoscitiva. Como
han observado Grzeg orczyk 78 y Kalinowski /9, las autoridades jurídicas utilizan a menudo un
lengu aje performativo. Aguinsky de lribarn e tiene, pu es, razón al expresa r: "las norm as
jurídicas no sa n enunciaciones, puesto q ue no afirman ni niegan, sin o q ue pr eceptúan ,
regul an o disponen cómo deb e ser la conducta hum an a" so. "La fun ción significativa de una
norma - manifiesta Smith 8 1_ 110 es enunciar, 11 0 es predicar, sino prescribir un det erminad
o comportamiento h uman o". Contrari ament e a 10 que piensa Bobbio S2, el significado
normat ivo de 'debe' difiere del enunciativo ( de óntico, en sentido estricto ). Así, en la
expresión 'deberá hacer constar la cantida d en qu e el gravamen exced a 1978] :-IAXSO:\' :
LOGICA FOR.\IAL 207 al provecho', empleada por el artículo 1364 del Código Civil chileno, 'de -
berá' tiene únicam ent e IIn sig n ífic ádo directivo , distinto del cognitivo de un 'debe' sinónimo
con la frase declarativa 'está obliga do'. Hay, sin emba rgo, un a lógica de los imperativos, dir
ectivas y normas. Esta es, como anota Har e, propia de un a 'autoridad consisten te', así como
la lógica ase rtórita "ata ñe a lo susceptible de ser enunciado por quien form ule juicios
consistentes" S;\. La del derecho es una aplicación de esta lógica normativa. Si un a ley pr
escribe qu e todos paguen cierto tributo, de ella se infi ere - utilizando un sistema de lógica
normativa- el precepto qu e ord ena a determina do contribuyente pagar dicho tributo. Los crit
erios aplicables al cuantifica dor 'todos' en el lengu aje enunciativo son, pu es, pertinentes en
el norma tivo. Si así no fuese, la autoridad podría emplear 'todos' y 'algunos no' indistinta o
simultá ne a me nte, sin desmedro de la int eligibilidad o de la aplicabilida d de sus mandatos.
La autoridad, interesada en qu e sus dispo siciones sean comprendidas y cumplidas, evita
incurrir en contra dicción y procu ra formularl as sin detrimento de los cánones lógicos. De
acuerdo con ellos realiza inferencias normativas - q ue algunos, como Keene 84 y Moritz 8r.,
creye ran imposibles. Sin la lógica, "e l der echo pierde, por así decir, toda consistencia objetiva
y desaparece", como ad virtiera Pesca tare HU. "E n el caso en qu e el veredicto afirma la
culpabilidad - escribió Brunschvicg->, los magistrado s de la Cámara del Crimen int ervienen
para vinc ula r la ley general y el caso particul ar : su sentencia es la conclusión viva de un silog
ismo en acci ón" 87. Stuart Mili, a su vez, había di cho : "En todos los dominios de la activida d
práctica hay casos en qu e los individuos están obli gados a conformar su conducta a una regla
pr eeestablecida ... El primer caso es, por ejemplo, aquel en qu e se encuen tra un juez bajo la
autoridad de un Códi go escri to determinado. El juez no está llamado a decidir cuál se ría el
partido más prudente . . . , en el caso par - ticular de qu e se trata, sino solamente a establecer
cuál es el artículo de la ley baj o el cual cae . . . El método debe ser aquí entera y
exclusivamente un método de deducción" SR. Por cierto , como indi ca Wr óblew skí, la
justificación lógica de una decisión judicial "acredita su racionalidad", Un a decisión es racional
si es "inferida de SIlS pr emisas de acuerdo con las regIas de inferencia ace pta das" 89 . Para
desarrollar un a lógica normativa es menester -como obse rvara Bar-HilleI 9n - regul ari zar los
mandatos , eliminando rasgos perturbadores del lengu aje ordinario. La gramática caste llana,
por ejemplo, no permite conectar mediante 'si-entonces' dos ora cion es en el modo imp
erativo, Según ella, 'Si ven, entonces canta' no está bi en form ad a. Acepta, en cam bio, a 'Ven
y canta', de la cual se inferiría la pnimera expresión aplicando un principio de la lógica genera l.
En un a gra má tica lógica cabe emplea r 20S IlE\'ISTA CII ILEX A DE n EII ECllO [Vol. 5 I lIl ope
rado r normat ivo, v. gr. 'D', para formar normas uute ponieudolo a sentencias declarati vas,
como ocurr e en IIn c álculo pr esent ad o en un estu - dio anterior lI l . El uso de 'D' es, sin
duda, similar al de los oper ad ores 'ol zllgat ori o' y 'neces ario'. Según Kalinowsk¡ qui en es se
sirven de ellos, para construir sentenci as d e ónticas o modales a l éticas de dicto, "pasan por
alto ('1 hecho de qu e la pr oposición ( en el sentido gra ma tica l del t órrr-i no) que sigue a 'es
necesario qu e', p. ej., o a 'es obligatorio qu e' es un a subo rdinada en subj untivo, mientras qu
e las variables del cá lculo proposicional que sir. ven de fundamento tanto a la lógica de ónui
ca como a la lógica modal representa n propo siciones indep endient es simples, como 'yo bu
sco una casa' " ll'2. Esta crí tica se basa en la gra mática ordina ria. La fran cesa, por ejemp lo,
requiere que el verbo de la oración subordina da se exprese en el mod o subjuntivo cuando la
principal emplea 'permitir', 'p roh ibi r', 'obligar', o 'anhelar'; en cambio, autoriza el modo indi
cativo en subordi nadas de oraciones con el verbo 'espe rar'. El subjun tivo corresponde ría a
verbos qu e "de notan una incertidumbre m ás o menos acentuada" 0:1. Pero es obvio qu e
este matiz puede incluirse en la formula ción del opera dor. Así, cabría decir 'Es obligatorio qu
e sea el caso que Juan canta', en lugar de 'Es obliga torio qu e Juan cante'. Kajinowski - quien
sustenta la tesis 'las normas son verdadera s o falo sas', recono ciendo qu e su posición es
minoritar ia !l l _ plantea que "los tres constituyentes universales de todas las normas son: el
sujeto de la acción, la acción y la relación normativa qu e los li ~l !l5 Según él, los verbos
'deber', 'pe rmitir' y 'prohibir' se usan conjuga dos como pr edi cados relacionales diádicos,
cuyos argumentos son suj etos de acción y ac cion es, respectiv ament e lIU. Este 'enfoq ue es
limitativo. Supon gamos que una norma vigent e ordena qu e Pedro o Ju an se comporte n de
cierta manera, estableciend o así un deber en forma alt ernativa. Co n la notación de
Kalinowski no sería posibl e 'describirla ', medi ante un juicio deóntico. También es pr eciso,
por otra parte, conside rar la conveniencia de un a det erminad a ba se axiomática. nc po por
ejemplo, a 'Si (si P entonces Dq ) )' Op, entonces Dq' entre les axioma s de un sistema de lógica
normativa? Según este esq uema, de la norma qu e or den a un a con - ducta baj o condición y
de aquella qu e pr escribe ejecutar esta última se inf eriría la norma qu e manda incondicion
alm ent e tal conduct a. De óntica rn ente correspondería decir, en consecue ncia : una conduc
ta es obligatoria y es obligatoria bajo una condición obligatoria. La fórmul a quizás aparezca
como ' intuitivame nte ' aceptable. Pero normalmente no la incluiremos entre los axiomas, al
advertir qu e de ella se infiere 'Si Op y no-p, entonc es Oc{ .De acue rdo con esta, bastaría con
que la autoridad de jase forma lmente consta ncia del inc umplimiento de un a norma vigent e
para qu e también resultase vigent e otra con un conte nido cual q uiera.
SILOGISMO JURIDICO

Este sirve para que se logre coherencia entre lo que se le llama el aspecto formal y la norma,
es también el saber adecuar determinados hechos a una descripción abstracta la cual se
encuentra implícita en la norma. Por lo consiguiente, este silogismo será de ayuda para que
una argumentación sea solida y el abogado que se vaya a desenvolver con este armamento,
pueda hacerlo de la mejor manera posible, sin se que se olvide que lo que se examina desde su
posición, es la corrección de la conclusión a partir de la estructura lógica de sus premisas de
base.

¿Cómo esta compuesto?

El silogismo esta compuesto por dos premisas y una conclusión que se deriva de estas dos
primeras. Las conclusión solo será valida si las dos premisas que la preceden también lo son,
desde el punto de vista formal, No importa aquí la corrección o verdad material de las
premisas, sino simplemente que la conclusión se derive de ellas. Las premisas de la inferencia
del silogismo jurídico requieren, una vez determinadas, la verificación de su estructura lógica.
Así, surge la necesidad de analizar si la estructura de la premisa mayor de carácter normativo
se ajusta a la forma supuesto-consecuencia; y si de otro lado la premisa menor corresponde
efectivamente a un caso especial del supuesto de hecho general contenido en la premisa
mayor, en la norma vigente

Después de haber realizado dicho procedimiento y para ambos casos las respuestas
sean afirmativas, se podrá llegar a la conclusión de que esta será lógicamente válida.

Ejemplos de silogismo jurídico:

PREMISA MAYOR

En el matrimonio católico, solo podrá darse una demanda para divorcio, de parte de la persona
que no haya dado motivos para que este se acabe.

PREMISA MENOR

Juan diego y margarita están casados por la iglesia católica hace ya mas de 18 años, margarita
por medio de un abogado solicita ante el juez el divorcio, pues vio a su esposo con con lucia su
hermana teniendo sexo.

CONCLUSION

El Juez con base en las pruebas aportadas por el apoderado Judicial de margarita dicta
sentencia de fondo en la que decreta el divorcio de Juan y Carolina.

¿cuales son las ventajas del silogismo juridico?


Nos sirve para interpretar la norma.

Nos sirve para poder realizar un esquema formal y lógico sobre los acontecimientos sucedidos.

Nos permite realizar un esquema lógico y formal, sobre unos acontecimientos

¿Cuáles son las desventajas del Silogismo Jurídico?

El silogismo solo es una condición necesaria y si, la lógica debe ser respetada, pero su
satisfacción no es condición suficiente para que el razonamiento sea jurídicamente correcto.

No reconoce la equivocación, solo muestra que la concñusion solo será valida si se deriva de
sus premisas.

Con todo esto podemos llegar a la conclusión de que este tipo de argumento lógico y formal
nos ayuda a entender el limite y los valores del razonamiento lógico en el ámbito jurídico-.

SILOGISMO 2

Concepto

El

silogismo

es el esquema formal del razonamiento deductivo.

Aristóteles lo define como el “argumento en el cual, establecidas ciertas proposiciones, se


sigue una proposición distinta, que es su necesaria conclusión”.

Las proposiciones establecidas son las premisas de las que se parte. Éstas son: una

premisa mayor

y una

premisa menor

de las que, se sigue una proposición distinta que se obtiene y que denominamos

conclusión

.
4

El silogismo jurídico, formulado por un órgano jurisdiccional, es aquel de carácter hipotético,


en el que su

premisa mayor

está constituida por una norma general, abstracta, impersonal y obligatoria, que se selecciona
de las fuentes formales del derecho, correspondientes a un determinado sistema; su

premisa menor

, está constituida por un hecho jurídico determinado, que por haber sido previamente
comprobado y calificado por el juzgador, tiene también carácter normativo; y su

conclusión

, por una proposición que tiene el carácter de juicio normativo individualizado.

Para elaborar correctamente el silogismo, es necesario razonar conforme alos cánones de la


lógica.

Las premisas y la conclusión son los juicios queconstituyen el

antecedente

y el

consiguiente

del razonamiento; Mans Puigarnaulos define como

elementos próximos del silogismo

Por su parte, los

elementosremotos del silogismo

son los tres conceptos o términos que se combinan en estos juicios y que se denominan

Término medio

= M,

Término menor

= S (sujeto en laconclusión), y

Término mayor

= P (predicado en la conclusión).
8

La fórmula más común del silogismo jurídico en

DARII

es la siguiente:

MP(Premisa mayor) :SM (Premisa menor)

SP(Conclusión)

En donde:

M= Término medioP = Término mayorS= Término menor

La premisa mayor del silogismo jurídico

La premisa mayor del silogismo jurídico no se forma exclusivamente con el texto de una
norma, sino que existen otros supuestos que la conforman. En este apartado, se explicarán
aquellos supuestos que pueden darse para la formación de dicha premisa mayor del silogismo:

a) Por el texto de la norma jurídica

. Supuesto en el que la norma es clara y, por lo mismo, no existe necesidad ni de aclarar su


sentido ni de completarlo con otro precepto.

b) Por la interpretación de la norma jurídica

. Supuesto en que la premisa mayor se forma con el juicio normativo que es el resultado del
trabajo de interpretación realizado por el juzgador.

c) Por dos preceptos legales

. Supuesto en que el juzgador fusiona en una sola proposición dos o más normas jurídicas.

d) Por una norma consuetudinaria

. Supuesto en que, por disposición de la Ley, la costumbre puede ser fuente del Derecho y la
misma se encuentra debidamente probada. En este caso la norma consuetudinaria, integraría
la premisa mayor del silogismo.

e) Por una norma jurisprudencial

. Supuesto en el que existe criterio jurisprudencial del Poder Judicial de la Federación, sobre el
tema a estudio

SILOGISMO:
Silogismo jurídico

El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como
premisas y otra como conclusión, siendo la última una inferencia necesariamente deductiva de
las otras dos. Silogismo jurídico, es lograr una relación coherente entre el aspecto formal y la
norma; es decir adecuar unos hechos a la descripción abstracta que hay en la norma por lo
tanto este tipo de razonamiento servirá efectivamente para garantizar la solidez en la
argumentación que el abogado o cualquier operador del derecho presente para sustentar su
posición, sin perder de vista que lo que se evalúa es la corrección de la conclusión a partir de la
estructura lógica de sus premisas de base. Los tipos de Silogismo son Aristotélico (Aristóteles) y
Silogismo Concretivo (Miró Quesada).

El Silogismo se compone de dos premisas y una conclusión derivada de aquéllas. Se dice que la
conclusión es válida si las premisas lo son, pero desde un punto de vista formal. No importa
aquí la corrección o verdad material de las premisas, sino simplemente que la conclusión se
derive de ellas. Las premisas de la inferencia del silogismo jurídico requieren, una vez
determinadas, la verificación de su estructura lógica. Así, surge la necesidad de analizar si la
estructura de la premisa mayor de carácter normativo se ajusta a la forma supuesto-
consecuencia; y si de otro lado la premisa menor corresponde efectivamente a un caso
especial del supuesto de hecho general contenido en la premisa mayor, en la norma vigente.

Realizada dicha constatación y si encontramos para ambos casos respuestas afirmativas,


llegaremos a una conclusión que será lógicamente válida, es decir que responderá
positivamente a un análisis de coherencia lógica al ser consecuencia de la subsunción de
ambas premisas. Sirve de apoyo a la interpretación y aplicación de hechos a la norma. Nos
permite realizar un esquema lógico y formal, sobre unos acontecimientos y su resultado.

Aunque la lógica debe ser respetada, su satisfacción no es condición suficiente para que el
razonamiento sea jurídicamente correcto, sino que sólo es una condición necesaria. No admite
equivocación, simplemente postula que una conclusión es válida si se deriva de las premisas de
base. Podemos concluir, que este tipo de interpretación lógica y formal nos da la clave para
entender el valor y al mismo tiempo los límites del razonamiento lógico en el campo jurídico.

EJEMPLOS DE SILOGISMO JURÍDICO:

Ejemplo 1:

PREMISA MAYOR: El divorcio en el matrimonio católico solo podrá ser demandado por el
cónyuge que no haya dado lugar a los hechos que lo motivan.PREMISA MENOR: Juan y carolina
se encuentran casados hace cuatro años por la iglesia católica, Juan solicita por intermedio de
apoderado judicial ante un Juez de la Republica el divorcio por la supuesta infidelidad de
Carolina, causal que es comprobada por la parte demandante.
CONCLUSION: El Juez con base en las pruebas aportadas por el apoderado Judicial de Juan
dicta sentencia de fondo en la que decreta el divorcio de Juan y Carolina.

Ejemplo 2:

PREMISA MAYOR: Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con
otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser de una o de muchas personas.

PREMISA MENOR: Ricardo y Luis constituyen un contrato en el cual Ricardo se compromete


con Luis a entrégale un bien inmueble en la ciudad de Cartago, a su vez Luis se compromete
con Ricardo a pagarle una determinada suma de dinero por dicho bien. Ricardo demanda ante
un Juez de la Republica la resolución de dicho contrato y la correspondiente indemnización por
los daños causados por Luís a causa de su incumplimiento.

CONCLUSION: El Juez con base en las pruebas aportadas por Ricardo, decreta la resolución del
contrato y condena a Luís a pagar los daños y perjuicios causados al demandante.

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