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OTOÑO-INVIERNO 2019/nº 14

Destacado:
* Siempre Cervantes,
remembranza de Fernando
Ortega Barriuso con
ilustraciones de Eloy Luna

* Carpeta artística de
StARTer, comentada por
Cesitale

Además:
* Artículos, relatos,
poemas...
Una sociedad donde los hombres no pueden decir lo que piensan no puede durar mucho.

(Winston Churchill)

Portada e ilustraciones interiores: Jesús San Eustaquio Aguarón

Página 2
Contraportada: Culdbura.

En las bibliotecas municipales y pública de Burgos hay a disposición del lector ejemplares impresos de esta revista.
No podemos sino expresar nuestra gratitud por ello.

Cul ura es un empeño de: Fernando Ortega, Fernando Arnaiz, José Mª Izarra, Alfonso Hernando, Jesús Borro, Luis
Carlos Blanco y Félix J. Alonso, entre otros.
©de los textos (faltas de ortografía incluidas), ilustraciones y fotos, los respectivos autores.
©del logo, grafismo y maquetación: el maquetista, JMI.
Contacto: culdbura@gmail.com
s m io su

mar

ma
Victoriano Crémer, a diez años de su muerte, Ignacio C. Soriano Jiménez ...............Pág. 5
rio su
Siempre Cervantes, Fernando Ortega Barriuso ............................................................9
La otredad de los inmigrantes, Fernando Pinto Cebrián...........................................15
Un brochazo sobre José Mújica, Alberto de Miguel Pliego ............................................23
135 años de Schola Cantorum y su entorno, Jesús Domingo .......................................25
Las mujeres en la industria, la literatura y el arte burgaleses, Mery Varona ...................29
El jardín europeo de Modúbar de la Emparedada, Alfonso Hernando.............................35
Planeta de turistas, Francisco Javier Pérez de Arévalo ................................................57
Abundio, José María Izarra .....................................................................................67
o su m
ari
Naipes, Montserrat Díaz Miguel ...............................................................................79
Carpeta artística de StARTer, Cesitale.......................................................................83

o sum

ar i
El Rey de la Luna, Lino Varela Cerviño .....................................................................97

o su m
El río de la vida, Ricardo Ruiz................................................................................101
2 sonetos, Enrique Angulo Moya............................................................................103
Dos poemas de Peter Moreno Doell........................................................................105
a r i

Margarito y Cía., Angélica Gago Benito ..................................................................107


ar i

Página 3
o su m
XX aniversario de Interludio ...............................................................................111
Aquellos días de luz especial, Carlos de la Sierra .....................................................115

Jesús San Eustaquio Aguarón


Alias “Salus”, julio 1941.

Autodidacta.

Técnica: dibujo a grafito. Su marca preferida es FaberCastell


2b. A veces, también ha utilizado el bolígrafo y los lápices de
colores.

Estilo: figurativo, abstracto, surrealista. Principalmente, figu-


rativo, en el que se traslucen paciencia, observación y pasión
por el detalle.

Temas: paisaje urbano y rural, retrato, costumbres, naturaleza... Asimismo, caprichos su-
rrealistas y abstracciones poéticas.

http://www.artelapiz.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1&Itemid=117
Página 4

Jesús San Eustaquio


Victoriano Crémer, a diez años de la
muerte en otras tierras de este burgalés

Hace unos años, ya que me encontraba viviendo en Burgos desde los inicios del siglo
presente, se me ocurrió elaborar un estudio sobre Victoriano Crémer Alonso (1907-2009),
que había llevado un periplo contrario al mío: desde la Ciudad del Cid, pasando por Bilbao,
había llegado a León, con apenas doce años, y se había establecido allí hasta su muerte. En
los años treinta, tiempo de República, dedicado al oficio de la tipografía, Victoriano había
colaborado asiduamente en la prensa anarquista, especialmente en Solidaridad Obrera de
La Coruña, además de en otros órganos sindicales libertarios de Asturias, Canarias o Cata-

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luña, y en el Boletín del Ateneo Obrero Leonés. Fueron más de cien colaboraciones en las
que despliega un vocabulario encendido y preciosista, y un compromiso por la libertad.

Hay quien me insinúa que erré el tiro, pues si me hubiera dedicado a glosar la vida de
personajes como Antonio José o Teresa León, seguramente hubiera tenido algún eco rese-
ñable en la vida cultural burgalesa, pero con la elección hecha, no ha pasado de ser una
anécdota bibliográfica en el día de su presentación en la Feria del Libro correspondiente. No
importa. De aquello salió el libro Victoriano Crémer Alonso, en el anarquismo y otros caminos
(2013), cuya información permanece y del que puede aprovecharse su contenido.

Hace unos meses, para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Crémer, la


amistad de Fernando Ortega Barriuso me hizo llegar un poema mecanografiado y firmado
de Victoriano, con la indicación de que pudiera hacerse a partir de ello un articulico para
Culdbura. El poeta se lo había enviado en su momento, pues Fernando amistaba con él y,
entre otros efectos, fue el impulsor de ese librito tan entrañable que es Cualquier tiempo
pasado…1, en el que Victoriano narra sus años augurales, los primeros diez, tiempo en el
que vive en Burgos, en una calle del barrio fúnebre de La Vega. En ese decenio le ocurre
todo: se encuentra con la libertad, el dolor, el amor, la desolación, la solidaridad, el laboreo,
la contradicción. Ahí se asienta su escritura posterior, nacida de la necesidad de expresar lo
que bulle en un superviviente.

El poema mencionado lo titula El oficio de los ojos y dice así:

Por vos seguí una ocasión


llena de vanos antojos.
El oficio de los ojos
ha tomado el corazón.
(Lope de Maldonado)

1
Burgos, Editorial Dossoles, 2003.
I

La iglesia es antigua,
tan vieja, ¡ay!, tan vieja
que se cae a pedazos,
santo a santo, piedra a piedra.

Por los destruidos muros,


por los capiteles
con figuras de diablesas
y de abades cornudos
penetran los pájaros negros
desgranando en el vuelo beatos graznidos.

Cuando al fin decido


seguir los pasos de la Amada,
perdida en sus laberintos,
suelta la campana
su lengua de bronce y tiempo,
y me postro ante tanta belleza.

Acabo el rezo,
sin mirarme ―¡ay, Amor!―

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se desvanece
y grito con voz ronca
para saberme vivo.

II

Detrás del oxidado mármol


y de la música del viento
queda el recuerdo.

Aplico
el alma a las raíces y escucho
la religión del hombre,
seguido de su sombra, no de su voz.
Se apagaron los ecos
de tanta andadura sin destino
y me resigno
a no ser ni palabra ni música.

Que así es el hombre perecedero


sobre el pasto celeste:
animal perdido
en la sombría arboleda
de la esperanza.

Escarbo con tristeza


en la ceniza última que me cubre
como un mar apagado.
Y me dejo morir.
Crémer es escritor autodidacta. La que nos ocupa puede ser una composición de su
etapa última, inédita2. La cita es de Gabriel López Maldonado, quintilla correspondiente a
Dexome el amor tirano (1586), a la que le faltaría el primer verso: “Puesto ya el pie en el
estribo”3. En el poema vemos cómo Crémer ha conseguido depurar el estilo respecto a la
expresión decorada y vehemente de sus inicios, aunque sin lograr deshacerse de esos rasgos
que denotan prisa de circunstancias al elaborar los textos (lo que le acompaña de por vida).

Comenzó de niño a vender una mano de periódicos en el Arco de Santa María, y, de


adolescente, dejó los estudios para trabajar de mancebo de botica en la farmacia leonesa
de Martín Escudero, con lo que inicia su extensa vida laboral, en la que ejercerá de negro
amanuense de epístolas y discursos hasta llegar a la imprenta. No asiste a escuelas de es-

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critura. Se forma en la lectura de los clásicos españoles ―según puede apreciarse en la cita
que encabeza el poema― y en el círculo de sus amistades juveniles. Su progresiva partici-
pación en la prensa, en especial la obrera, termina por perfilar su estilo y el concepto que
desarrolla de la actividad peñolera: literatura es, por igual, la que proporciona goces al es-
píritu y la que remueve la avilanted, la que contribuye a que el hombre se comprenda, la
que desvela la bondad del alma.

La guerra de 1936-1939 pasó sobre él, con dos detenciones y con un final algo dramá-
tico: tuvo que trabajar para los vencidos (como gerente en los talleres de Proa, órgano del
Movimiento, en el que también escribe bajo Asterisco y Vick). Aunque no recibió los para-
bienes del régimen: en 1942 fue inhabilitado por doce años y multado con ochocientas pe-
setas (de lo que se le absuelve un año después); se le negó, además, permiso para instalar
un quiosco. Ahí surge de nuevo el ave fénix Victoriano. El hombre que mira, cambia. Hay
que escribir.

Lo hace en la revista Espadaña en 1944, administrada desde su domicilio de Puerta-


moneda, junto al cura A. González de Lama (que lo apadrina) y al futuro comunista Eugenio
de Nora. En ese año, además, aparece su poemario Tacto sonoro, que lo sitúa en el huma-
nismo tremendista. Faceta que había aparecido en Victoriano unos años antes, de la que ya
entonces es consciente: «soy esencialmente dramatizador. La vida en su mayor parte no me
descubre más que el lado sombrío, los tintes oscuros, las notas hondas. La vida […] se com-
place en desgarrarse el disfraz de la bienandanza y mostrarme la llama de sus miserias. De
ahí mi sentido dramático. Sin ser misántropo, poseo el caudal de la tristeza y de la melan-
colía»4. Los asuntos que trata lo sitúan en la nómina de la poesía social española.

2
3 Al menos no figura en la antología Los signos de la sangre. Poesía 1944-2004 (Calambur, 2009).
Puede tomarse como texto infinito, reescrito por numerosos autores ─Cervantes o Juan de Almeida─,
sobre lo que Lope de Vega escribe: «La lengua hará el oficio de los ojos, pues los ojos hacen el oficio de
la lengua».
4
La apreciación aparece en el artículo «Catalejo político», escrito ante las elecciones de abril de 1931
en Solidaridad Obrera, núm. 11 (La Coruña, 21-II-1931), pág. 4.
En estos años de aflicción recuerda su amistad con el leonés más universal del siglo
XX, cimentada en los primeros años treinta, y logra zafarse de la censura al publicar en
1946, Fábula de B. D.5, cuyas iniciales esconden el nombre de Buenaventura Durruti, al que
(como burgalés) considera, más que un Quijote, un Cid «campeador de los sempiternos de-
rrotados».

Viene después una extensa trayectoria literaria y periodística, en la que logra popu-
laridad en León a través de emisiones radiofónicas, con programas como Cartas a la tía Fe-
derica, y colaboraciones periodísticas que no finalizan hasta la hora de su muerte centenaria,
pues, cuando esta sucede, Diario de León todavía tiene en cola un par de artículos esperando
para salir a la luz en la sección «Crémer contra Crémer». Había comenzado con teatro, Con
el diamante del alba (1928). Se le sumaron treinta y dos poemarios, tal Nuevos cantos de
vida y esperanza (1951 y 1952). Llegaron las novelas, así El libro de Caín (1958). No faltó
alguna guía turística de León y Burgos. Por encargo, biografías, Libro de Vela Zanetti (1974).
Más obras autobiográficas (tan constantes en él) como Ante el espejo (1978), La cueva del
Minotauro (1988), o El libro de San Marcos (1981).

Quiso terminar su vida en Burgos, a donde volvía con cierta regularidad, incluidas las
visitas a Milagros, a casa de su amigo Vela Zanetti. Hacia la Cabeza de Castilla intensificó
sus atenciones a final de siglo. Pero no fue posible cerrar el acróstico vital.

Burgos, otoño de 2019.

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Ignacio C. Soriano Jiménez

5
Lo hace en un folleto de Editorial Espadaña (León), y lo incorpora un año después al poemario Caminos
de mi sangre (Madrid, Adonais, 1947).
Siempre Cervantes

Desde culdbura pensamos que no es necesario conmemorar ninguna efemérides para


resaltar y traer a sus páginas el recuerdo y la obra de un escritor tan fundamental como Mi-
guel de Cervantes, que recordó a la ciudad de Burgos, y a su héroe principal, el Cid, en sus
textos. Si Lope de Vega escribió en 1613 La burgalesa de Lerma, el mencionado autor en
ese mismo año dio a luz su novela La ilustre fregona que comienza con “En Burgos, ciudad
ilustre y famosa…”

Página 9

Eloy Luna

Ya en la primera parte de su obra más importante, Don Quijote de la Mancha, amén de


otras referencias al Cid como modelo a imitar, en unos sonetos preliminares recrea un hipo-
tético diálogo entre Babieca y Rocinante, que reproducimos a continuación:
Página 10
Eloy Luna

«¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?»


«Porque nunca se come y se trabaja.»
«Pues, ¿qué es de la cebada y de la paja?»
«No me deja mi amo ni un bocado.»

«Anda, señor, que estáis muy mal criado,


pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.»
«Asno se es de la cuna o la mortaja.
¿Queréis verlo? Miradlo enamorado.»

«¿Es necedad amar?» «No es gran prudencia.»


«Metafísico estáis.» «Es que no como.»
«Quejaos del escudero.» «No es bastante.

¿Cómo me he de quejar, en mi dolencia,


si el amo o escudero o mayordomo
son tan rocines como Rocinante?»

Esos huesos de Babieca terminaron, teóricamente, enterrados en San Pedro de Car-


deña, donde en 1948 el duque de Alba, en una decisión un tanto surrealista, pagó la cons-
trucción de un monolito para señalar ese hipotético hecho.
Quizás la fama de Don Quijote de la Mancha provocó al catedrático y director del ins-
tituto López de Mendoza, José Martínez Rives -escritor, periodista, investigador-, escribir
una Tercera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. No solamente eso si no
que fundó varios periódicos: El Civilizador, El Caballero de la triste figura y Fígaro, en los
que en los dos últimos publicó por entregas las aventuras de don Quijote y su escudero San-
cho Panza.
Con el seudónimo de El Bachiller Avellanedo se publicaron cuatro ediciones en Burgos,
la última llegó hasta 1879. La Tercera parte, escrita con la retranca cervantina y el estilo de
Cervantes, comienza “En la Cueva de Atapuerca, cerca de Burgos, que es un lugar de Castilla
de cuyo nombre he querido acordarme” y les hace ir y venir por la meseta castellana, en-
frentándose con la civilización que desconocen, entre ellos el tren: “Mire señor Don Quijote,
que estos gigantes que nos hemos topado son de veras, y que de lumbre se alimentan, y
respiran agua hirviendo, y lumbre frezan, pues yo lo vi, y sudan humo, y del ruido de sus
pies innumerables no hay poder hablar, ni de la prisa que llevan en su recado”.

Página 11
Eloy Luna

José Martínez Rives hace viajar en el tiempo a Alonso Quijano y Sancho Panza y les
hace conocer, y dar respuesta, a todas las novedades e inventos de la época: el periódico,
el telégrafo, las primitivas fábricas…, siendo conscientes los protagonistas “Que esta tierra
que pisamos no es la misma que vimos y anduvimos en otro tiempo”.
Tendremos que llegar al siglo XX, cuando en 1903, surge la Sociedad Cervantes, so-
ciedad cultural que promovía la cultura por medio de charlas y actuaciones de teatro, y que
duró hasta 1911.
Importante fue la celebración, en 1905, del III centenario de la publicación del Quijote,
erigiéndose un busto del autor ―siguiendo el modelo de Rossend Nobas― en el paseo de la
Isla ―que persiste― sobre parte de las piedras del obelisco de la que había sido la plaza del
Mercado Mayor. Su inauguración supuso un acontecimiento en la ciudad, con discursos,
banda de música, autoridades y niños de las escuelas acompañándolos.
El escritor burgalés Óscar Esquivias, retoma ese busto en su obra La ciudad del Gran
Rey: “Allí vivían las estatuas de bronce de las sirenas y los tritones, que comían sopa de
pescado sin salir de su fuente. Al cercano busto de Cervantes había que darle las cucharadas
en su propio pedestal, pues al no disponer de brazos, tenía gran dificultad para comer. Es
cierto que podía valerse para ello de las guías de su bigote…”.
Diversos escritores locales se han acercado a Miguel de Cervantes y a su importante
obra, entre ellos ―para no ser exhaustivos― Martín D. Berrueta, que escribió en 1913 His-
torias de Don Quijote, con ilustraciones de Evaristo Barrio, editada “en la imprenta y librería
Hijos de Santiago Rodríguez” y años más tarde la escritora Mª Teresa León su obra Miguel
de Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar.

Página 12
Eloy Luna

Será en el IV Centenario de la publicación de la primera parte de Don Quijote, en 2005,


cuando la ciudad se volcó en homenajear a su autor, especialmente con las exposiciones
Don Quijote en la catedral, en la que se pudo disfrutar ―entre otras― de una selección de
los casi 400 Quijotes que posee la biblioteca del Cabildo, y El Quijote visto por los artistas
burgaleses, en la que se mostraba la obra en homenaje a Cervantes de Vela Zanetti, Juan
Vallejo, Pablo del Barco, Román García, Fortunato Julián y otros muchos artistas burgaleses.
En esa línea, el dibujante Eloy Luna, autor de las ilustraciones que acompañan al texto y co-
laborador habitual de culdbura, publicó un cómic, editado por la Biblioteca de Burgos, con
el título El viaje de don Quijote a Burgos.
Página 13
Eloy Luna

Miguel de Cervantes siempre presente en las obras literarias de los escritores locales,
en las importantes ediciones que se imprimieron en la ciudad y en las que se conservan
―de diversa procedencia, muchas de ellas históricas― en las bibliotecas burgalesas, en cua-
dros y obras de teatro. La Biblioteca Miguel de Cervantes ―buena amiga de culdbura― y
su Quijote metálico, recuerdan permanentemente ese espíritu y esa admiración por Miguel
de Cervantes y sus obras eternas.

Fernando Ortega Barriuso


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Jesús San Eustaquio


La otredad de los inmigrantes

Del concepto de ´otredad`

La respuesta actual a la pregunta ¿qué conocemos de África?, es fácil: en general sólo


estereotipos.

Un conocimiento creado a lo largo del tiempo a través de la lectura de narraciones de


base romántica y colonial, de textos históricos mediatizados y desde la información actual

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sesgada, vertida, y la no vertida, en muchos medios de comunicación social, con lo que ha
faltado y sigue faltando el estudio, aunque éste fuera básico, de la geografía y de la historia
de África en los colegios, en las universidades, en la sociedad en suma, y más, por cuanto,
en nuestro caso, durante mucho tiempo estuvimos unidos interesadamente a una parte de
dicho continente.

Los tópicos actuales, propios de turista o de aquellos que sólo alcanzan lo destacable
por oportunidad, han conformado la visión de una África continental; una visión única,
cuando existen muchas Áfricas, en un continente lleno de conflictos políticos y bélicos y con
problemas medioambientales, con sólo unos pocos estados estables; una visión que esta
fuera de la división simplista de África en africanos no negros y africanos negros, en la que
a los europeos, aunque se les tolere, se les rechaza en voz baja y en ocasiones no tanto,
acusándoles del “saqueo africano” (de ahí el lema que a veces se une a la violencia de “África
para los africanos”).

Tópicos que ayudan, por falta de entendimiento de la realidad pasada y de la actual,


al desconocimiento de África, un continente que es algo más, mucho más, que una imagen
fatalista, aquella expandida por Europa por visitantes y algunas Organizaciones No Guber-
namentales, compuesta de violencia, guerras, persecuciones políticas, torturas, violaciones,
niños esqueléticos, gente que muere de hambre, de malaria y de sida, de refugiados sin
agua y sin medicamentos… África es mucho más que eso a pesar de que persistan problemas
graves a resolver que no dejan de ser tratados.

Ryszars Kapuscinski (1932-2007), periodista, historiador, escritor, ensayista y poeta,


tras su andadura africana (periodo de las independencias), acuñó el termino ´otredad` con
el contenido de ´tener conocimiento del otro`.

En ese sentido el autor polaco, escapando del calificativo de ´escritor de viajes`, y,


por ende, de toda connotación romántica y folclórica, nos sirve, aún hoy, de ayuda para pen-
sar en África de otra manera, y no sólo.
Así, buscando la visión del “otro” africano, de aquel que no tenía la posibilidad de ex-
plicarse ante Europa, nos lo muestra recogiendo, a pesar de algunas exageraciones denun-
ciadas, su voz, su sentir, sus costumbres, sus tradiciones, en definitiva, todo aquello que le
lleva hasta el presente, expresando pues lo que de vital importancia permanece, lo que per-
siste por encima de lo noticiable que pronto desaparece.

En definitiva, nos dio a conocer lo que realmente es África y lo que son los africanos a
través de la integración inseparable de éstos con el entorno, el paisaje en el que viven. Com-
prensión de un mundo que esta muy fuera de aquel que en muchas ocasiones nosotros in-
ventamos para ellos.

Nos habla pues de su “otredad”, de la visión del otro, es decir, del conocimiento com-
pleto del otro, del desconocido, que ha de abarcar su cultura, sus tradiciones, sus costum-
bres, su quehacer político, su religión…; resumiendo, conocimiento del conjunto de los
espacios o ámbitos en los que aquel se mueve y vive.

Forma de pensar que se ha hecho extensible a cualquier otro continente o país con-
creto, de ahí el valor didáctico de su pensamiento.

De la ´otredad` de los inmigrantes

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Así pues, el concepto esencial de la ´otredad kapuscinskiana` no se queda ya sólo en
África, sino que, transnacionalizado, se aplica hoy día a muchos de los países con los que,
no sin tensiones, nos relacionamos.

Sobre todo, alcanza a aquellos, hombres, mujeres y niños, que forman parte de la cre-
ciente expansión migratoria actual empujada hacia nosotros por el hambre, las guerras, sis-
temas políticos deshumanizados, asesinatos en masa, problemas medioambientales…, en
los territorios que habitan.

Se aplica fundamentalmente a los “condenados de la Tierra”, como señala Frantz Fanon,


a los desheredados del planeta; situación de la que los países ´desarrollados`, con su vivir
en la abundancia y en la modernidad, son deudores.

Una ´otredad` que no ha ser unidireccional, como lamentablemente suele ocurrir, sino
que ha de ser correspondiente con el conocimiento que los otros, los inmigrantes en este
caso, deberían tener de la nuestra, del como somos y hacemos, fuera de los aspectos me-
ramente económicos y de seguridad, al objeto de evitar frustraciones por su parte a su lle-
gada y, por la nuestra, de actitudes deshumanizadas en su acogida.

La razón es obvia: el conocimiento de la ´otredad` de los inmigrantes, bien explicada


desde la sinceridad, desde la verdad, comprendiendo sus motivos para el abandono sus
casas, sus familias, de sus seres queridos…, nos ha de llevar indefectiblemente, a saber de
las virtudes y defectos mutuos, y de ahí a la tolerancia.

Tolerancia absolutamente necesaria para desarmar el odio y la violencia del racismo,


de la xenofobia y de la presente islamofobia, ideologías todas basadas en unos imaginarios
llenos de intolerancia.

Tolerancia y solidaridad social que no pertenece pues a ningún partido político, que no
es pues patrimonio ni de la derecha, ni de la izquierda (los más volcados en cuanto a de-
nuncias), ni de centro; tolerancia y solidaridad que debe de ser de todos sin excepción (los
inmigrantes no son ´cosas` para negociar, son seres humanos con problemas graves de su-
pervivencia); razón por la que tal problema lo ha de ser de todos y del Estado.

De los inmigrantes sin ´otredad`

Un inmigrante, ese ´otro`, con una ´otredad´ que, sin ser conocida del todo, se en-
frenta en ocasiones, en inferioridad de condiciones, a la nuestra intolerante, a veces apo-
yada, consciente por intereses espurios por unos gobiernos, partidos políticos, movimientos
sociales, …, que miran hacia otro lado en la idea de defender lo nuestro a toda costa (en
muchas ocasiones persiguiendo el voto político).

El temor al ´otro`, siempre larvado en todas las relaciones sociales, nos lleva, guián-
donos de excusas oportunistas, algunas verdaderas pero otras medias verdades o falsas al
completo, a una actitud defensiva de rechazo per se al inmigrante al que se considera ene-
migo acusándole de todo tipo de males como justificación a ese rechazo, a su abandono so-
cial, a su acoso con actitudes de odio a su persecución en su caso e incluso a la acción
violenta ocasional y/o planificada.

Una intolerancia que divide a la sociedad en tres grupos: uno totalmente intransigente
e insolidario que odia lo diferente porque molesta, otro que actúa solidariamente, a veces

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con problemas con las autoridades, y, entre los dos, el de los indiferentes, aquellos que
miran para otro lado, que no quieren saber nada mientras no les afecte, al considerar que
el problema no va con ellos, y que fluctúan hacia un lado u otro dependiendo de como apre-
cien en cada momento la situación; situación llevada de la mano generalmente por algunos
partidos y grupos políticos condicionados por sus propios intereses, junto a los medios de
comunicación social afines, con ideas en ocasiones encontradas.

Es curioso que tal división, aún estando ahí, parece que aparentemente se diluye ante
la difusión de una situación crítica de algún grupo de inmigrantes; división que vuelve a apa-
recer en cuanto la explotación de la noticia desaparece.

Una intolerancia, justificada por algunos con la necesidad de ´defender lo nuestro` (y


de no compartirlo), de poner delante a nuestros necesitados antes que, a los inmigrantes,
necesidad que se exagera y se publicita con el rechazo a su existencia, tanto durante su
viaje como después del mismo y, asimismo, a su integración.

Intolerancia que se manifiesta en unas leyes de inmigración insolidarias, en la exter-


nalización pagada del problema, en el reforzamiento e incluso el cierre de las fronteras, etc.

Es en suma la manifestación de aquella ´hipocresía colectiva` de la que nos habla el


sociólogo Stephan Lessenich.

Rechazo que se exacerba en el caso de que los inmigrantes son musulmanes alcan-
zando tanto a los nacionales como a los integrados ya desde años atrás relacionándoles con
el yihadismo radical, fanático y violento, justificando nuestras respuestas y actitudes también
radicales, fanáticas y violentas contra ellos.

Musulmanes de los que en España tenemos una visión de su ´otredad` un tanto este-
reotipada dado que partimos de una ´morofobia` supremacista preexistente; una ´morofo-
bia` no reconocida cuando se nos pregunta individualmente pero que, cuando nos esconde-
mos en la masa social, suele aparecer súbitamente más de lo que pensamos.

Una ´otredad`, en este caso, que no queremos conocer y muchos menos compren-
der; una ´otredad` que les negamos, que no queremos que tengan, que no queremos que
exista en la idea de que pertenecen a una cultura equivocada incapaz de integrarse en la
nuestra.

Y para ello. los más empeñados, populistas racistas, xenófobos, islamófobos …, apun-
tan ideas, como las que siguen a continuación, tratando de borrar y sustituir su ´otredad`,
la real, por otra, falseada llena de temor y de odio.

Así afirman, sin aportar pruebas contundentes (si propagandísticas), que los refugia-
dos e inmigrantes vienen a robarnos; a quitarnos puestos de trabajo; que se aprovechan
de la legislación vigente, del todo permisiva, dándoles subvenciones y otros privilegios en
detrimento de los nacionales (base de la crítica a la gestión gubernamental); que muchos
de ellos son ladrones, traficantes, violadores o terroristas, apoyándose, en este último
caso, en la posible infiltración de miembros del Estado Islámico entre los refugiados y en
su presencia entre los sospechosos de algunos de los atentados realizados; así se llega a
hablar de las migraciones como el ´caballo de Troya` empleado por los yihadistas cara a
su infiltración en Occidente, por lo que se pide una mayor presión policial contra ellos.

Además apuntan que su religión nos es extraña; que nos odian y nos matan; que

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tratan de imponernos sus costumbres, y que no se integran en la sociedad europea, vi-
viendo en guetos por su contraste cultural. A todo lo cual habría que sumar la total into-
lerancia hacia nuestra cultura en sus países de origen.

Apreciaciones que constituyen en su conjunto una auténtica ´bomba social`.

Del acercamiento de ´otredades` como solución

¿Entonces, qué hacer para que las ´otredades` de los inmigrantes y las de los que
los reciben se comprendan y se toleren?

Será necesario, amén de adquirir dosis elevadas de comprensión, de empatía, de per-


dida del miedo al diferente, tomar medidas para eliminar, desde la verdad, todas las ideas
y actitudes anti solidarias, facilitando los caminos para una integración correcta en la so-
ciedad que les recibe sin limitar su yo, es decir la ´otredad` con la que llega, una ´otre-
dad` a la que se ha de sumar, en base a la integración social aludida, los elementos de su
nueva vida.

En su caso deben conocer el mundo que ahora les rodea, asumir su realidad; un
mundo en el que han de aprender a vivir respetándolo para convertirse, sujetos a sus
leyes, en ciudadanos, sin que haya diferencias en cuanto a origen, raza y religión.

Y por parte de los que les reciben, amén de conocer a los futuros miembros de su so-
ciedad, ayudar a su integración con su tolerancia, mientras que su gobierno, fuera del color
político que sea, traté de resolver todos los problemas que surjan, amén de propiciar la
toma de las medidas adecuadas para atender a aquellos que la inmigración plantea en su
conjunto.
Aspectos que necesitan de pronta solución para evitar que la xenofobia nos envenene
produciendo cara al futuro problemas aún mayores, dado que las previsiones no son nada
halagüeñas en atención a que:

• Las migraciones, como forma contemporánea de ´invasión`, seguirán aumen-


tando (refugiados, en concreto mientras los conflictos armados continúen, e inmi-
grantes de todo tipo: económicos y medioambientales …); migraciones que
posiblemente se han de encuadrar en un nuevo y largo proceso de urbanización del
planeta.

• La violencia islamofóbica continuará creciendo ante la presión migratoria en au-


mento y el terrorismo yihadista que se considera irá también en aumento (aunque se
acabe físicamente con el EI sus ideas fundamento perduran).

• Acentuación de la división político-social en cada país y entre los países de la


UE al agudizarse el problema con la aparición en el juego político de partidos de ex-
trema derecha que exacerban en la sociedad los miedos a la emigración, el asilo y el
terrorismo. División que, destruyendo la solidaridad entre los pueblos, está minando
los principios y el proyecto común de los europeos.

• Perfeccionamiento de la ´Europa fortaleza` con un mayor control de las fronte-


ras de la UE, y la acentuación la externalización (manifestada con el establecimiento
de campos de refugiados, centros de asilo y de expulsión de migrantes en países fron-

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terizos con la UE).

• Posible ´legislación de la insolidaridad` (ajuste de la legislación sobre refugiados


e inmigrantes a los intereses europeos).

• Posible radicalización de algunos refugiados, asentados o no, ante la irresolución


de sus problemas.

Bajo estas consideraciones, nada positivas, son muchos los analistas que alzan su voz,
en algunos casos sin escuchar a los refugiados por lo que sus trabajos quedan un tanto in-
completos, para aportar soluciones (fuera de la consideración genérica de alcanzar la paz
en las guerras de las que huyen los refugiados, el freno a las causas políticas, económicas
y/o medioambientales de las inmigraciones y a la islamofobia creciente), tales como:

• Coadyuvar a poner fin a las causas que provocan las migraciones masivas: por
conflictos armados y violencia política de cualquier tipo, así como por cuestiones eco-
nómicas o medioambientales.

• Decir a la sociedad europea la verdad sobre el complejo problema que suponen


las migraciones (que no van a parar ya que “los extranjeros vienen y vendrán”) para
que tomen cuenta de la necesidad de abordar su gestión con leyes de acogida más
flexibles.

• En la base de que Europa debería tener presente que “los países europeos no
tienen futuro sin una creciente inmigración de países pobres o emergentes dado el
creciente envejecimiento de sus poblaciones”, plantear una política de acogida común,
detallada, práctica y solidaria (urgente en algunos casos que no divida a Europa.
• Cumplimiento estricto de las leyes y normativas en marcha, algunas no aplica-
das por falta de voluntad política, relativas a las migraciones y contra la islamofobia
poniendo freno a la actitud insolidaria de algunos países de la UE obligándoles de al-
guna forma a cumplir lo legislado.

• Crear, en el nivel político, vías legales e instituciones adecuadas a la resolución


del problema de los refugiados e inmigrantes (acogida e integración en los ámbitos
laboral, social y personal); instituciones que agilicen los trámites legales para su aco-
gida y posterior integración

• Atender a la solidaridad espontánea de la sociedad (en la que se está implicando


también la Iglesia parroquial) estudiando sus planteamientos cara a su viabilidad, así
como proporcionar apoyos a las ONG, s implicadas.

• Humanización de los campamentos y centros de acogida ayudando a los países,


fronterizos o no, que los establezcan.

• Tratar con urgencia (sumándose los Estados a las iniciativas privadas) el pro-
blema de los niños, niñas y adolescentes de ambos sexos refugiados e inmigrantes
llegados sin familiares adultos, evitando su caída en manos de mafias y traficantes
de seres humanos.

• Dar voz a los colectivos de los migrantes recién llegados y a los ya asentados,

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en cualquier foro, cara a la resolución del problema (en especial a los musulmanes);
necesario para evitar el miedo a los migrantes.

• Combatir la islamofobia, el racismo y la xenofobia en la base, junto a un cum-


plimiento estricto de todo a lo legislado en su contra, así como actuar desde los m.c.s.
eludiendo los estereotipos y prejuicios contra el Islam, desarrollando al tiempo una
pedagogía para los adultos y una educación de tolerancia impartida desde las escue-
las.

• Controlar. respecto a derechos humanos, a los países intervinientes en la exter-


nalización y aquellos ´seguros` que les reciben gracias a aportaciones económicas
de la UE, denunciándoles ante la comunidad internacional caso de comisión de ilega-
lidades.

• Control de las rutas seguidas para, por razones de humanidad y seguridad, pres-
tarles el apoyo necesario.

• Combate firme y continuado a las mafias y traficantes de personas que soslayan


constantemente a las operaciones europeas en su contra.

Fernando Pinto Cebrián


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Jesús San Eustaquio


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Jesús San Eustaquio
Un brochazo sobre José Mújica

(Primavera 2019)

Esta es la única época del año en que el granero de España tiene color verde Irlanda,
un color que dan ganas de morderlo, de comérselo, así como está, antes de que el trigo
amarillee y de que las manos que saben lo transformen en pan. Desde la ventana veo los
primeros tractores, surgidos, extramuros de las urbanizaciones, con el ritmo y el balanceo

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sobre la tierra de aquellos elefantes de la India que cargaban troncos entre los colmillos y
la trompa. En alguna conversación de los que montan estas máquinas he oído hablar de los
trabajos de mayo: sulfatar la tierra, removerla, quitar las piedras que luego se amontonan
en pirámides desmañadas junto a los caminos…

Si miro hacia abajo, a los patios de la urbanización, el panorama es de merendero,


aburrido: suelo de baldosa, piedrecitas decorativas muy ordenadas, tiestos podados y una
mesa techada por una estructura igual a una caja de cartón. Para mí, pff, ya digo, patios
aburridos.

Menos uno. El que tiene buena parte de su superficie ocupada por un huerto. Lo trabaja
un vecino de más de setenta años. Desde febrero lleva haciendo labores esporádicas, pero
ahora se dedica a él a diario. Me fijo siempre que puedo, a veces, tanto tiempo como para
ocultarme detrás de las cortinas y que el vecino no repare en una presencia inmóvil en la
ventana de enfrente. Sí, soy un mirón de los trabajos de la tierra. Porque me relaja, porque
siento lo más parecido que conozco a esa quietud de la mente de la que hablan los orientales,
al ver cómo hace los agujeros con la azada, su manera de apelmazar la tierra después de
vaciar en ellos las macetas con hortalizas, y cómo se mezclan las tierras de macetas y
huerto…

Fue en uno de estos espiamientos que pensé: “Si estuviese en Uruguay, este vecino
de aquí abajo podría ser el ex presidente de la República”.

Y la bicicleta apoyada contra la pared, su Peugeot de tubos azules y manillar rojo, la


que se compró a los 13 años, y que hoy aún sigue reparando, poniendo a punto en su taller
uno de los amigos junto a los que pedaleaba entonces.

José Mujica de chico y delgadito, a lomos de una bici, desde el barrio de Montevideo
donde morían los solares y nacían las chacras, con destino a la llanura. “Hablo de lo que es
igual y un poco distinto”, diría Borges; los pastos de allá y los campos de acá. Las tierras
que atesoraban el recuerdo de los gauchos, los cowboys de poncho y lengua española… cru-
zarlas sobre dos ruedas seguro que fue buena escuela para cultivar adentro la libertad más
elemental. Y para mirar lejos. Punto de partida de su pensamiento, tan apasionado por “la
aventura del hombre arriba de la tierra”.

En los ojos de José Mujica se aprende a mirar los sembrados, el huerto, al viejo vecino,
y todo el valor callado que guardan.

Alberto de Miguel Pliego

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Jesús San Eustaquio


135 años de la SCHOLA CANTORUM
y su entorno

“tierra sagrada donde yo nací…”


“cantemos a Burgos…”

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En los desvencijados muros del Palacio de Castilfalé, y en la calle Fernán González de
Burgos, nació la Schola Cantorum con el nombre de Orfeón del Círculo de Obreros, en los
primeros meses de 1884. Su fundador fue don Teodoro Lluch Ezpeleta, canónigo de la cate-
dral. Previamente, y unos meses antes, se había fundado el Círculo Católico de Obreros,
donde se impartían diversas disciplinas culturales, entre ellas solfeo y coro.

Uno de sus componentes fundadores fue don Rafael Calleja, quien con quince años re-
alizaba cualificadas composiciones musicales que auguraban un futuro prometedor.

Con la Schola u Orfeón del Círculo, se fundaba la primera coral burgalesa de tipo civil,
formada por niños y obreros, que cantaban polifonía religiosa y popular; antes, en los años
sesenta del siglo XIX, la Diputación Provincial había pedido información a los coros catalanes
Euterpe y Clavé, con la finalidad de formar un orfeón o coral dependiente de la Diputación.

En 1899 la Coral del Círculo, y tras el retiro por enfermedad de su fundador, es dirigida
por Federico Olmeda, “maestro de capilla”, compositor y estudioso recopilador de folclore
burgalés. En 1901 forma una banda musical y cambia el nombre del coro por el de Orfeón
de Santa Cecilia del Círculo de Obreros.

En 1902, el Círculo Católico y la Schola u Orfeón Santa Cecilia estrenan sede en la calle
Concepción, en el barrio de San Cosme y San Damián.

Quinientos años antes, la catedral de Burgos tenía un grupo de cantores que acompa-
ñaban los actos religiosos, dirigidos por “maestros de capilla”, que dejaron centenares de
obras corales e instrumentales en los archivos de la Seo.

En 1893 nacía el Orfeón Burgalés, con el apoyo de Ayuntamiento de la ciudad, que


como consecuencia de las crisis sociales y económicas del estado y por tanto del municipio
burgalés, desapareció en 1905 durante veinticuatro años. Su director don Joaquim Artola,
pide su incorporación al Orfeón del Círculo de Obreros, sustituyendo a don Federico Olmeda.
Años de penuria coral, donde tan solo la Schola Cantorum y efímeros grupos mantenían ac-
tuaciones vocales.

En aquella época, la Schola, y tras contar con la colaboración del Padre Lardizabal,
toma la batuta don José María Beobide, impulsor de la escuela de música, donde acudía en
1913 Antonio José en busca de música. Su padre obrero de confitería, era socio del Círculo
Católico. Pronto Antonio José destacará como tiple en el coro del Círculo y bajo la eminente
enseñanza musical del maestro Beobide recibirá clases de solfeo, órgano, piano y armonía,
siendo que con catorce años compuso allí, su “Ave María”.

En 1932, se incorpora como director don Luis Belzunegui Arruti, quien definitivamente
establece como nombre definitivo del Orfeón del Círculo, el de Schola Cantorum de Santa
Cecilia, del Círculo Católico de Obreros. Se funda una orquesta, una rondalla y hasta un
grupo de “auroros”, dependientes de la coral.

Directores como el P. Arbeo S.J., Francisco Martínez, Fernando González, Pedro Luis
Domingo, Salvador Vega, Miguel Castañeda, Carmelo Vega y Javier Cuevas entre otros, con-
tribuyeron en el mantenimiento de la institución coral, así como su escuela de música y co-
laboraron en el desarrollo del archivo musical, que cuenta en la actualidad con más de cuatro
mil obras.

También recordaremos a importantes músicos como Javier Zárate y Carlos Martínez,


los cuales fueron subdirectores, así como varios alumnos de esta coral, han dirigido o dirigen

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diversas corales burgalesas; y por supuesto al eminente compositor Alejandro Yagüe Llo-
rente, “socio de Honor de la Schola Cantorum”, quien visitaba con asiduidad nuestro salón
de ensayos y estudiaba el archivo tanto documental como musical.

En la actualidad, y desde hace veinte años, la Schola Cantorum está dirigida por María
José B. Morquecho, quien ha potenciado la enseñanza musical y ha logrado reunir un grupo
de coralistas estable y comprometido, en una atmosfera humanista, empática y creativa.

“La voz no basta para ser cantante, se precisa que el sujeto sea inteligente, estudioso,
disciplinado, observador, que esté dotado de una voluntad firme y que su fe en el arte coral
sea inquebrantable”. (Gabriel Fauré).

Jesús Domingo

https://www.youtube.com/watch?v=N_LM7ObiEqE

https://www.youtube.com/watch?v=7myMWCJULx0

https://www.youtube.com/watch?v=EZgrnA7ix9A
Jesús San Eustaquio

Jesús San Eustaquio

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Jesús San Eustaquio


Las mujeres en la industria,
la literatura y el arte burgaleses

Si se pregunta a personas ilustradas por personajes distinguidos de la vida burgalesa


fácilmente nombrarán media docena de próceres, empezando por Rodrigo Díaz de Vivar, los
jueces Laín Calvo y Diego Porcelos, el almirante Bonifaz, el cardenal López de Mendoza, el
obispo Mauricio, y, si nos podemos modernos, el pintor Marceliano Santamaría o, según y
cómo, el músico Antonio José. Como si nos halláramos ante una especie que se reproduce
por esporas pocos o nadie mencionará a alguna mujer que, sobre haber vivido en la ciudad
y traído hijos al mundo, fuera capaz de llevar a cabo otros hechos dignos de mención.

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Situémonos en la frontera de los siglos XV al XVI, el momento de mayor esplendor de
la ciudad y miremos en derredor. En el trasaltar de la catedral se está construyendo una ca-
pilla para servir de panteón de la familia que financia las obras: los Condestables de Castilla.
El condestable, Pedro Fernández de Velasco, está ausente, dedicado a lo suyo, que es gue-
rrear en nombre de los reyes ―antes Enrique IV, ahora Isabel y Fernando de Trastámara―.
Es su mujer, Mencía de Mendoza y Figueroa, condesa de Haro, hija de los marqueses de
Santillana, quien se encarga de gestionar el cuantioso patrimonio familiar y dirigir las obras
que darán lustre a sus apellidos y a la propia ciudad. Ella es quien está detrás de dos de las
joyas que, con toda razón, enorgullecen a la ciudad: la capilla de la catedral y la Casa del
Cordón.

La capilla está adosada a la girola de la catedral. Mencía negocia con el cabildo cate-
dralicio las condiciones de su construcción, que se prolongará entre los años 1482 y 1496.
“Nos, el Condestable de Castilla, don Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, y yo,
la Condesa doña Mençía de Mendoça, su mujer, mandamos facer e edificar, e edificamos,
una capilla en la iglesia de Burgos ”, reza el acta fundacional.

El condestable ni siquiera llegó a ver terminadas las obras pues falleció en 1492. Mencía
de Mendoza tiene que litigar con su hijo para garantizar los recursos que permitan llevar a
cabo el proyecto cuando el heredero acusa a su madre de que sus mecenazgos ponen en
riesgo la fortuna familiar.

Efectivamente, en la capilla no se escatimaron gastos. Se contrataron a las primeras


figuras artísticas del momento. Allí trabajaron los Siloé padre e hijo, Felipe de Vigarny, autor
de las esculturas de los condestables con la colaboración de Juan de Lugano, escultor del
corpiño de la condesa y de los grutescos de la armadura del condestable. “Aquí yace la
mujer y señora doña Mencía de Mendoza, condesa de Haro, mujer del condestable don
Pedro Fernández de Velasco, hija de don Íñigo López de Mendoza y de doña Catalina de
F igueroa, marqueses de Santillana. Murió de setenta y nueve años, año de mil y qui-
nientos”, puede leerse al pie de la escultura de doña Mencía.

El conjunto es absolutamente deslumbrante. Sus tres retablos son dignos de cualquier


catedral. El central, dedicado a la Purificación de la Virgen, es obra de Diego de Siloé y Felipe
Vigarny. De los mismos autores es el de San Pedro, situado a la izquierda, cuyas figuras son
todas santos varones. El de la derecha, dedicado a Santa Ana, es obra de Gil y Diego de
Siloé y puede considerarse el testamento espiritual de Mencía de Mendoza. Todas sus imá-
genes son santas y todas portan un libro, no se sabe bien si obedeciendo a un programa
iconográfico determinado o a una reivindicación de la condesa, mujer culta como era y per-
teneciente a una familia de literatos y bibliófilos.

La rejería que separa la capilla de la girola es obra de Cristóbal de Andino, el más


famoso arquitecto, escultor y orfebre de su tiempo. La sobreabundancia de escudos de la
Mendoza, mayor que el de los Velasco, expresa claramente que en aquella obra quien llevó
la voz cantante fue Mencía.

Antes de buscar descanso para la muerte, entre los años 1476 y 1482 la condesa de
Haro había buscado acomodo en vida levantando la Casa del Cordón, el palacio de los
Condestables, que sería palacio real en Burgos para los Reyes Católicos y los primeros
Habsburgo. De estilo gótico tardío, fue construido por los Colonia padre e hijo, Juan y Simón.
Posteriormente se construirán las dobles galerías del patio. En este palacio, cuyas paredes
se cubrían con una valiosa colección de tapices flamencos, se celebraría en 1497 el

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matrimonio del príncipe Juan con Margarita de Austria, en el que Mencía fue madrina. Allí
recibieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón de vuelta de su segundo viaje. En él moría
Felipe el Hermoso el 25 de septiembre de 1506 y a resguardo de sus muros se firmaría la
incorporación de Navarra a la corona de Castilla en 1515.

El palacio toma el nombre del cordón que orla su puerta principal, testimonio de la
devoción de la condesa a San Francisco de Asís y a la orden franciscana, que demostrará
igualmente en la construcción del santuario de San Pedro Regalado en La Aguilera. A
despecho del desprendimiento franciscano que pregona su nombre, el palacio es actualmente
sede de una entidad bancaria.

Por si fuera poco, la misma condesa de Haro encargó construir una casa de recreo a
las afueras de Burgos, conocida como Casa de la Vega. De manera que no resulta exagerado
que pudiera recibir a su marido con la frase que se le atribuye: Ya tienes palacio en que
morar, quinta en que holgar y capilla en que orar y te enterrar”.

Mencía fue mujer “de muy pequeño cuerpo, mas muy hermoso de rostro, (…)
tenía muy buena tez de rostro (…) buena boca, aunque el labio de abajo había caído
un poco (…) la nariz aguileña y los ojos grandes, negros y buenos. (…) Fue muy
honesta y muy bien hablada, y muy graciosa y muy buena autoridad (…) apasionada
de sus opiniones (…) de buen corazón”, según descripción de su nieto. Murió en 1500.

La memoria es frágil, más aún cuando atañe a las mujeres, y pocos recuerdan ya que
aquel fue un tiempo en que el poder de Burgos estuvo en manos de dos mujeres, ambas de
la familia Mendoza. En el ámbito civil, Mencía de Mendoza, y en el religioso, Leonor de
Mendoza, hermanastra de Mencía, abadesa de las Huelgas.

Si nos referimos al terreno literario es obligado recordar a Teresa de Cartagena.


Escritora, humanista, pertenece al grupo de las Puellae doctae, Las niñas sabias, reunidas
en la corte de Isabel la Católica. Mujeres inteligentes, cultas, brillantes, que contribuyeron
a difundir las lenguas clásicas y a extender la educación femenina. Grupo que incluye a
Beatriz Galindo, apodada la Latina por sus saberes; a Lucía Medrano, Juana Contreras,
mujeres que destacaron por sus “industrias, estudios y trabajos”, en número superior a
cuarenta, según contó alguien tan poco inclinado a feminismos como Menéndez Pelayo.

Teresa de Cartagena es un caso ejemplar de espíritu de superación. Era tan


extraordinaria y brillante que los hombres no creían que pudiera ser mujer. Nacida en una
influyente familia judía conversa radicada en Burgos: los Santa María de Cartagena, era
nieta de Rabí Salomó Leví, bautizado como Pablo de Santa María, que llegó a ser obispo de
Burgos, sobrina del también obispo, Alonso de Cartagena, hija de Pedro de Cartagena.

Lo natural en una joven culta de aquel siglo era concertar matrimonio o acogerse a
sagrado. Teresa optó por lo segundo y hacia 1440 Teresa ingresó en el convento franciscano
de Santa Clara en Burgos. En 1449 la joven se encuentra en el monasterio cisterciense de
las Huelgas, probablemente porque la orden franciscana rechazaba a los conversos. En este
monasterio se le declaró una sordera total, que le produjo grandes dolores y le llevó a escribir
La arboleda de los enfermos. A pesar de declarar “la bajeza y grosería de mi ingenio
mujeril”, los sabios de la época determinaron que estaban ante una obra mística de tal
calidad literaria y elevación que no podía haber sido escrita por una mujer, forzosamente
debía tratarse de un plagio o haber sido escrita por un hombre, oculto en un seudónimo
femenino.

En respuesta a tanto erudito Teresa escribió Admiración de las Obras de Dios, donde

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defiende la capacidad de las mujeres para escribir igual que cualquier hombre, alegando que
si Dios inculcó en ellos la facultad de escribir igual pudo hacerlo en ellas y si las mujeres no
habían escrito hasta entonces no significa que no fueran capaces de hacerlo, de lo que ella
misma podía servir de ejemplo. La obra es, por añadidura, una sucesión de ejemplos de
mujeres fuertes, extraídas de la Biblia la mayoría, que habían destacado tanto como los
hombres, razón por la que se considera el primer alegato escrito en España por una mujer
en defensa de los derechos de las mujeres. La escritora devolvía la pelota a los críticos
acusándolos de poner en cuestión la autoridad divina.

Echemos una ojeada a la industria. El Burgos del siglo XVI es un emporio donde se
dan cita los comerciantes del mundo conocido, se levantan grandes edificios blasonados,
proliferan imprentas donde se publican primeras ediciones. De la imprenta de Fadrique Biel
de Basilea, situada en unas casas propiedad del Cabildo catedralicio, con vistas a la plaza de
Santa María, sale en 1499 la primera edición de La Celestina de Fernando de Rojas.

Isabel de Basilea, hija de Fadrique, nace al año siguiente. Será hija, esposa y madre
de impresores e impresora ella misma. Casó con Alonso de Melgar, oficial del taller de su
padre, así que la pareja continuó el negocio a la muerte de Fadrigue, ocurrida en 1517. El
matrimonio tuvo dos hijos: Tomás y Fernando.

En 1525 muere el marido. Al año siguiente sale de la imprenta la obra Las leyes y
premáticas reales hechas por su magestad en las Cortes de Toledo, donde se especifica que
ha sido realizada por la “honesta viuda de Alfonso de Melgar”.

Isabel vuelve a casarse enseguida, ahora con Juan de la Junta, impresor asimismo y
miembro de una famosa familia de impresores originarios de Florencia y radicados en
Burgos: los Giunti. Como es frecuente entre miembros de los gremios y entre burgueses
ricos será un matrimonio de conveniencia en el que ambas partes salen beneficiados. En
este caso, ella conserva su imprenta y él amplía la suya. De esta unión nacerán otros dos
hijos: Lucrecia y Felipe. La dote que Isabel aporta al matrimonio se eleva a 560.000
maravedíes, de los que 520.000 corresponden a los bienes heredados de maestre Fadrique
“en dineros, oro y platas e preseas, e ajuar de casa, libros y empresa, e aparejos e
artificiosde la presa, entre otras cosas”.

En 1526 Juan figura ya como director de la imprenta pero Isabel lleva la gestión del
negocio, mientras el marido atiende su propia imprenta en Salamanca, y sigue realizando
algunas tareas de la impresión. Tenemos certeza de que ella es quien fabrica el barniz para
la elaboración de la tinta porque esta actividad ocasiona molestias en el vecindario, que
denuncian a la impresora. Simón Borgoñón se queja de que la mujer de Junta “para hazer
tinta para impremir haze barniz arrimado a sus paredes el qual tiene mucho fuego
y por ello es peligroso demás del hedor que es contagioso para la vecindad por qual
otros lo hazen fuera del término (…) y la susodicha aunque ha sido requerida y ha
quedado de lo hazer no lo quiere cumplir...”. Un segundo pleito aclara que la mujer de
Junta es “impresora de libros porque su marido hace muchos años que no está en
esta ciudad, e para hazer tinta...”

Cuando en 1557 Isabel enviuda de nuevo se reservará en el reparto de la herencia los


aparejos de impresión, las matrices, moldes, entalladuras y figuras, con el compromiso de
prestarlos a sus hijos, previo pago del alquiler estipulado. No parece que reivindique tanto
el valor material de lo heredado como su derecho al patrimonio familiar que considera su
legítimo derecho.

Isabel tiene cerca de sesenta años, puede considerarse una anciana, pero aún tiene

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arrestos para recomponer el negocio. Ella y su hija Lucrecia se ponen al frente de la
imprenta de Salamanca, que figura ya como de Herederos de Juan de Junta, hasta
que Lucrecia se casa con otro impresor, Matías Gast, y se establecen como imprenta
independiente.

La impresora Isabel de Fadrique muere en 1562 dejando a su hijo Felipe la


imprenta de Burgos, fundada por su abuelo Fadrique.

Es dudoso que las personas ilustradas recuerden a estas mujeres que


destacaron en el mecenazgo, la literatura y la empresa pero no estaría de más que
el Ayuntamiento de Burgos las recordara al menos en el callejero de la ciudad.

Mery Varona
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Jesús San Eustaquio


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Jesús San Eustaquio


El JARDÍN EUROPEO
de Modúbar de la Emparedada

Hace ya de esto bastante tiempo. Un día, por casualidad, encontré en una carretera
local un letrero que decía: Jardín Europeo… Aquello era suficiente, me puse a curiosear.

Simplemente eso. El jardín yacía


en mitad de ningún sitio y estaba en un
estado de abandono completo. El
nombre pretencioso y un pequeño lago

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artificial eran sus únicos adornos. Sin
embargo, cuánta belleza había en su
abandono. El cartel de la entrada indica
2005, pero parece como si los siglos se
hubieran reunido para arrumbarlo con
inhóspita celeridad. Ruina era, por muy
nueva que fuera, ruina con más dere-
cho a ese nombre que muchas ciuda-
des antiguas.

La soledad reinaba entre sus caminos, apenas a unos metros de un conjunto de vi-
viendas, de urbanizaciones con sus casas adosadas, y solo un poco más apartado del barrio
de Cojóbar. Soledad deli-
cada y firme.

Aquí y allá aparecían


carteles, algunos, ilegibles,
otros todavía guardaban
todas sus palabras. Pues
palabras son y poesías. Al-
guien tuvo la idea de ama-
sar naturaleza y palabras.
No puede haber mezcla más
oportuna, pues el poeta
sabe que tampoco hay mu-
chos lugares de donde pue-
den brotar sus versos, y uno
de ellos, el más antiguo, es
la naturaleza: la tierra, el
paisaje, y, en este jardín, su
protagonista: el árbol. No se puede sino reconocer el tino de los que hicieron la selección de
los poemas que aquí y allá van hablando del alma del paisaje, encarnado en este o aquel
árbol, que siempre dicen lo mismo. Aunque cada poeta lo explique de forma diferente.

Algunos poemas son muy conocidos, otros no tanto. El primero con el que nos topamos
es de Antonio Machado (1875-1939). Su protagonista: las encinas. El poema, como otros,
aparece de forma parcial. Una de las estrofas que se recogen dice:

¿Qué tienes tú, negra encina


campesina,
con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?

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N.B: Al final se dan todos los textos literarios que aparecen en el Jardín.

Desde el principio comprendemos que mu-


chos de los poemas tienen como argumento un
árbol, y el diseñador colocó siempre uno o más
ejemplares de su especie para arroparlo. Un bo-
nito esfuerzo pedagógico que el tiempo en algunos
casos ha borrado sin ningún miramiento. Cada
cartel con su poema está colocado sobre una roca
esculpida para que muestre los versos cómoda-
mente. Piedra, árbol y palabra juntos.

Los versos de Machado dicen cómo era


aquella España rural, parecida a las encinas sin
color ni verdor. Con todo, no puede quejarse, su
poema está rodeado de encinas. Claro que segu-
ramente por aquí siempre las hubo. Otros poemas
quedan solitarios sin el acompañamiento y el
apoyo del árbol que les sirvió de argumento.
Aun así, los poemas han sido afortunados, pues todos, mejor o peor, sobreviven; en
cambio, los cuadros explicativos que orgullosos relataban los edificantes propósitos de sus
artífices son casi siempre ilegibles. Quemados por el sol, arrasados por el viento, ocultos
tras grafitis que, como las malas hierbas, llegan a todos los lugares y todo lo invaden. Sus
yertas explicaciones son ciencia y nos hablan de ecosistemas, de la red de jardines… y de
las especies que con voluntad férrea se introdujeron en el efímero jardín que recorremos.

Algunas sobreviven entre el mar de encinas, robles y quejigos. Dos sequoias así lo in-
dican. Árboles inmensos venidos de otro continente que en este jardín han quedado con di-
mensiones más bien modestas. También sobreviven algunos árboles frutales. Su fruto, que
persiste pese al abandono, yace estéril por el suelo. Siempre fueron alimento, luego preten-
dieron convertirlos en ornamento, y ahora se resisten a ser ruina.

Al fin llegamos al pequeño lago artificial, unos patos viven cómodamente en él. Se diría
que son lo que queda de la Europa ajardinada que quiso llegar a estos apartados serrijones.

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Muchas de las fichas botánicas que lucieron modernos diseños son ahora ruina ilegible
y descolorida. Sin embargo, bastantes ár-
boles perviven junto a los borrados nom-
bres que cuentan sus peripecias.

El sauce al que se alude en esta


ficha sobrevive en condiciones aceptables,
aunque el cartel está como se ve en la fo-
tografía. Del serbal de cazadores y del
saúco no queda ni rastro, solo restos de
sus carteles. Hay otros tan destruidos
que es imposible adivinar a qué planta
correspondían.

La toma de aguas de la población


llena de espontánea floración de grafitis
corona el jardín. Después de todo, aunque
lo demás se arruine, agua siempre hará
falta.
Nos vamos convenciendo del esfuerzo que tuvo que suponer el acondicionamiento del
jardín. Grandes rocas sin duda fabricadas a partir de elementos naturales (incluyendo dife-
rentes texturas y formas) y adecuadamente tratadas para servir de perenne atril a las poe-

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sías.

Tres olivos, algo así como la contrapartida andaluza de la castellana encina, se encuen-
tran en otra parte del jardín, acogiendo en su centro el famoso poema de Miguel Hernández
(1910-1942) Andaluces de Jaén.

Andando un poco encontramos dos poemas bastante maltratados por la intemperie,


uno de Calderón (1600-1681) y otro de Quevedo (1580-1645). Sin duda, buenos poemas,
pero los árboles de los que nos hablan resultan un tanto extraños a nuestros oídos. Todavía
no habían llegado las tormentas románticas del siglo XIX que cambiaron el paisaje para
siempre.
Ahora nos topamos con una inscripción, solo a medias legibles, cuarteada por todos
lados. Es una poesía en portugués, seguramente recordando que el proyecto europeo incluía
a nuestros vecinos. El poema de Ruy Belo (1933-1978) suma al valor simbólico del árbol el
del pájaro que lo habita: los pájaros comienzan donde los árboles acaban. Versos hermosos,
profundos y sugerentes. Ruy Belo, poco conocido en España, se refugia en un pequeño pue-
blo de la vieja Castilla mientras su poema se deshace poco a poco.

Todavía en peores condiciones está otro poema de


un escritor menor: Luis Fernández Ardavín (1892-1962),
más conocido por sus obras de teatro y sus libretos de
zarzuelas, escribió un poema titulado El llanto de los pi-
nares del que se han extraído, y cambiado el orden, seis
versos hoy casi ilegibles (solo se salva el nombre del
autor) :

¡Viejos pinos olorosos


que lloráis en la colina
derramando lagrimones de resina!
¡Viejos pinos generosos,
viejos pinos centenarios,

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venerables como monjes solitarios!

Lo cierto es que el poema original, que suena a nuestros oídos anticuado y no dema-
siado atractivo, se transfigura y recobra en este breve extracto su fuerza literaria y su evo-
cación de tiempos pasados.
Este poema ha perdido la verticalidad que tuvieron y tienen los demás, y yace hori-
zontal en el suelo, como para asegurar que es doblemente ruinoso.

Vagabundeando por los alrededores nos salen dos poemas de Machado al encuentro:
el célebre A un olmo seco y el también muy conocido Por tierras de España. Entre medias
descubrimos una prosa poética de Cernuda (1902-1963) que habla del amor a los árboles…
El paisaje se va metiendo dentro de nosotros.

En un rincón se encuentra una breve, brevísima poesía de Jorge Guillén (1893-1984),


quizá el poeta español que más ahonda en el paisaje:

LAS HOJAS DE UN TILO

Una dorada luz (-es por la tarde,


ya es setiembre bajo un sol de Otoño-)

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fuego sobre el envés de algunas hojas,
más sosegadas que las amarillas,
dispuestas a morir en su hermosura.

Casi sin querer recordamos otro breve poema de Guillén:

Tiempo en profundidad: está en jardines.


Mira cómo se posa. Ya se ahonda.
Ya es tuyo su interior. ¡Qué transparencia
De muchas tardes, ya para siempre juntas!
Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes.

El desvencijado jardín que nos acoge es también sin duda tiempo en profundidad. El
prodigioso verso final nos lo explica todo. No nos podemos extrañar de que Lorca (1898-
1936) lo cite en su Poeta en Nueva York y elabore una paráfrasis sobre él con el telón de
fondo de la ruidosa gran ciudad, tan diferente del mundo ahondado en el que nos sitúa Jorge
Guillén.
Estamos ya tan unidos al fallido jardín y a su historia que, cuando nos encontramos el
famoso poema de Gerardo Diego (1896-1987) sobre el Ciprés de Silos, nos saca de nosotros
y nos lleva en su verticalidad al océano de lo inmenso.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño


que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,


flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

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Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,


ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos

El famoso soneto escoltado por tres cipreses

Tomamos un descanso para vagar un poco al tun tun. Pinsapos y abedules resisten
tenaces, algunos sauces todavía conservan incluso el
cartel. Algunos otros, el carpe y algunos olmos, son
ya un puro esqueleto.

Sobre este bonito panel, borrado e ilegible, se en-


cuentra esta declaración con evidente ansia de eterni-
dad. Hasta ahora lo va consiguiendo.

Aunque también es verdad que eso mismo pen-


saba el que diseñó el panel con todos sus dibujos y ex-
plicaciones.
A la izquierda el panel con tejadillo que
anunciaba, en los buenos tiempos, que
estábamos llegando al recién inaugu-
rado Jardín Europeo de Modúbar.

Y así estaba el uno de


septiembre de 2019, des-
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pués de que un fuerte
vendaval diera con él en
el suelo. Poco después,
algún operario, piadoso,
lo retiró conveniente-
mente.
La pieza de cerámica que también nos advertía de que estábamos llegando al jardín
ha sido más afortunada.

ágina 43

Las sequoias se preguntan qué hacen en un pueblo de Castilla rodeadas de versos y


de patos.
Otro poema de Gerardo Diego nos sale al paso. Es un homenaje a Vicente Aleixandre.
Los elementos de la última estrofa, hojas y pisadas, se mueven en un ambiente complejo y
lleno de misterio (remarcado por la falta de signos de puntuación):

Por las noches


sombra de luna muerta da el nogal
y van suicidándose una a una
sus hojas quejumbrosas
y pies desconocidos invisibles
las huellan las quebrantan las sepultan
librándolas así
del torbellino eólico
que azota a lo mortal abandonado
sobre la haz funesta de la tierra
impenetrable
Pero ¿quién pasa quién posa?
¿De quién los pies piadosos redentores?

Página 44
Nuestro paseo está llegando a su parte final. Descubrimos un poema de Juan R. Jimé-
nez (1881-1958). Espléndido. El almendro inmenso del que habla ha desaparecido por com-
pleto. Una y otra vez vemos cómo apenas unos años bastan para desbaratar los propósitos
de los humanos. El poema, solo, inmensamente solo habla de estrellas y de raíces; justa-
mente es el árbol, el elemento vertical del paisaje, el que anda entre el cielo y el suelo. Y
por fin funde ambos en el alma del poeta.

Inmenso almendro en flor,


blanca la copa en el silencio pleno de la luna
el tronco negro en la quietud total de la sombra:
cómo, subiendo por la roca agria a ti,
no parece que hundes tu troncón
en las entrañas de mi carne,
que estrellas con mi alma todo el cielo!
García Lorca tiene su poema colocado en un lugar preferente entre el camino y el
lago. Pero, como era de esperar, siempre hay algún gamberrete zangolotino que viene a
estropear el mejor de los propósitos. Aunque apenas puede leerse, eso tiene fácil arreglo:

¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?
Vuestras músicas vienen del alma
[de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?

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Como en el poema de Juan Ramón Ji-
ménez, encontramos los tres mismos ele-
mentos: la verticalidad, el cielo y las raíces.
No puede ser casual.

Los árboles saben cómo estar en el


mundo, nosotros no. También lo sabe la
piedra y el monte, hasta el arroyo en su
movimiento conoce su inevitable alejarse.
Nosotros los humanos no lo entendemos.
Los animales también comprenden mejor la
vida, saben su inmensidad, su inmediatez;
así que no hacen jardines que acabarán
siendo ruinas. El animal ―vida que no pre-
gunta― no se enreda en laberintos, jardi-
nes o poesías. Como para confirmarlo,
vemos a lo lejos un corzo que se pasea por
el desierto jardín sin hacer caso de nues-
tros discursos y prédicas.

Solo nos queda una última interven-


ción, la firma Unamuno (1864-1936):

Hubo árboles antes que hubiera li-


bros, y acaso cuando acaben los libros con-
tinúen los árboles. Y tal vez llegue la
humanidad a un grado de cultura tal que
no necesite ya de libros, pero siempre ne-
cesitará de árboles, y entonces abonará los
árboles con libros.
No podía sospechar Unamuno de qué modo la llegada de internet iba a precipitar los
cambios que él seguramente imaginaba en un futuro más remoto.

Página 46
Nos vamos retirando. Antes leemos las dos últimas palabras de nuestro paseo. No son
de poeta, o quizá sí lo son, y reclaman algo sencillo, pero hondo. Quién sabe qué historia se
esconde tras ellas. NUESTRO SITIO

Nuestro sitio, siempre lo andamos buscando y seguramente no lo encontremos nunca.


Nuestro sitio. Las poesías ya casi olvidadas todavía nos acompañan un trecho hasta irse di-
solviendo en el oscuro ser de los árboles. Nos alejamos del jardín como quien se aleja de
esos lugares en los que nunca habíamos reparado hasta que un día nos alcanza su ruina y
corremos en vano a recuperarlos. Una nostalgia ínfima y antigua nos acompaña.

Miramos hacia atrás para decir adiós al cartel que hablaba, cuando era solo proyecto, del
abandonado jardín. Al fondo otro cartel anuncia otro reclamo turístico de la localidad: La Vía
Verde.
Textos recogidos en el JE
de Modúbar de la Emparedada

Calderón de la Barca

Página 47
La vida del árbol

En la más oculta sierra,


En el más ameno prado,
Nace el tronco, alimentado
De la humedad de la tierra;
Del mismo humor que en sí encierra,
Desnudas ramas arroja.
Y sin costarle congoja
Se halla a su tiempo feliz
Sustentado en la raíz
Y revestido en la hoja.

Francisco de Quevedo

Los versos reproducidos son una de las cinco estrofas escritas con motivo de la muerte
de Luis Carrillo, más en concreto, la segunda. Cada una de las estrofas es una silva (com-
binación de versos de siete y once sílabas). Al final ponemos entre paréntesis los dos versos
finales en otra versión de esta poesía que sustituyen a los que se reproducen en el jardín.
En un hermoso prado
Verde laurel reinaba presumido
De pájaros poblado
Que, cantando, robaban el sentido
Al Argos del cuidado.
De verse con su adorno tan galana
La Tierra estaba ufana,
Y en aura blanda le adulaba el viento,
Cuando una nube fría
Hurtó en breve momento
A mis ojos el día;
Y arrojando del seno un duro rayo,
Tocó la Planta bella
Y juntamente derribó con ella
Toda la gala, primavera y Mayo.

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Cayó abrasada encima de una roca
Y en mucha llama fue ceniza poca.
(Quedó el suelo de verde honor robado,
Y vio en cenizas su soberbia el prado.)

Ruy Belo

El poema que se reproduce en el jardín está en el libro Homem de Palabra(s) (1969),


y tiene el título (que no se indica en el jardín): Algumas proposições com pássaros e árvores
que o poeta remata com uma referência ao coração.

Os pássaros nascem na ponta das árvores


As árvores que eu vejo em vez de fruto dão pássaros
Os pássaros são o fruto mais vivo das árvores
Os pássaros começam onde as árvores acabam
Os pássaros fazem cantar as árvores
Ao chegar aos pássaros as árvores engrossam movimentam-se
deixam o reino vegetal para passar a pertencer ao reino animal
Como pássaros poisam as folhas na terra
quando o outono desce veladamente sobre os campos
Gostaria de dizer que os pássaros emanam das árvores
mas deixo essa forma de dizer ao romancista
é complicada e não se dá bem na poesia
não foi ainda isolada da filosofia
Eu amo as árvores principalmente as que dão pássaros
Eu passo e muda-se-me o coração
Página 49
Antonio Machado

Los tres poemas están tomados de su libro Campos de Castilla.

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo


y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será , cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

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Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Por las Tierras de España

(Solo reproducimos los versos que aparecen en el jardín que son los primeros del
poema)

El hombre de estos campos que incendia los pinares


y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Las Encinas

(Solo reproducimos las estrofas que apa-


recen en el jardín)

¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas
humildad y fortaleza!
Mientras que llenándoos va
el hacha de calvijares,
¿nadie cantaros sabrá,
encinares?
¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,

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con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
En tu copa ancha y redonda
nada brilla,
ni tu verdioscura fronda
ni tu flor verdiamarilla.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero,
nada fiero
que aderece tu talante.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.

Luis Cernuda

El amor (incluido en su libro Ocnos)

Estaban al borde del ribazo. Eran tres chopos jóvenes, el tronco fino, de un gris claro,
erguido sobre el fondo pálido del cielo, y sus hojas blancas y verdes revolando en las ramas
delgadas. El aire y la luz del paisaje realzaban aún más con su serena belleza la de aquellos
tres árboles.
Yo iba con frecuencia a verlos. Me sentaba frente a ellos, cara al sol de mediodía, y
mientras los contemplaba, poco a poco sentía cómo iba invadiéndome una especie de bea-
titud. Todo en derredor de ellos quedaba teñido, como si aquel paisaje fuera un pensa-
miento, de una tranquila hermosura clásica: la colina donde se erguían, la llanura que desde
allí se divisaba, la hierba, el aire, la luz.
Algún reloj, en la ciudad cercana, daba una hora. Todo era tan bello, en aquel silencio
y soledad, que se me saltaban las lágrimas de admiración y de ternura. Mi efusión, concre-
tándose en torno a la clara silueta de los tres chopos, me llevaba hacia ellos. Y como nadie
aparecía por el campo, me acercaba confiado a su tronco y los abrazaba, para estrechar
contra mi pecho un poco de su fresca y verde juventud.

Miguel Hernández

Andaluces de Jaén

(Tiene bastantes diferencias con el poema original y se acerca bastante, aunque tam-
poco es igual, a la letra de la famosa canción que hizo Paco Ibáñez sobre esta obra.)

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,

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quién levantó los olivos?
Andaluces de Jaén
Andaluces de Jaén
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Andaluces de Jaén.
(se repiten los seis primeros versos,
menos los dos centrales que quedan:
decidme en alma, ¿de quién,
de quién son esos olivos?)
Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos.
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Andaluces de Jaén,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
Andaluces de Jaén.
Andaluces de Jaén.
Habitantes del lago artificial de Modúbar en su salsa y tan felices. No parece que les
hagan mucha falta los versos de los humanos.

Gerardo Diego

Homenaje a Vicente Aleixandre

La sombra del nogal es peligrosa


Tupido en el octubre como bóveda

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como cúpula inmóvil
nos cobija e invita
a su caricia fresca
y van cayendo frutos uno a uno
torturados cerebros nueces nueces
Por las noches
sombra de luna muerta de el nogal
y van suicidándose una a una
sus hojas quejumbrosas
y pies desconocidos invisibles
las huellan las quebrantan las sepultan
librándolas así
del torbellino eólico
que azota a lo mortal abandonado
sobre la haz funesta de la tierra
impenetrable
Pero ¿quién pasa quién posa?
¿De quién los pies piadosos redentores?

Sobre la génesis del jardín

En abril de 2.002 nace la Asociación de Jardines Europeos formada por un grupo de


vecinos de Modúbar de la Emparedada y Cojóbar. Participan también con proyectos comple-
mentarios dos municipios portugueses (Vila Nova de Paiva y Vila Soeiro) y otro francés (La
Chaise- Dieu). Este programa es apoyado por el Ayuntamiento de la localidad, Diputación
de Burgos, Junta de Castilla y León, Cajas de Ahorro, Renfe, etc. A finales de 2002 es apro-
bado por la Unión Europea. Nace la Red de Jardines del Sudoeste de Europa.

En los primeros meses del año 2.004 comienzan los trabajos de acondicionamiento de
los terrenos situados en Cojóbar. Todo parecía ir bien, entonces.

Alfonso Hernando

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Jesús San Eustaquio


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Jesús San Eustaquio


Planeta de turistas
(Conversaciones sobre un futuro distópico
desde un presente tópico... o no)

Estaba yo pensando cómo poder contri- márgenes—. Ahora mismo estoy pensando
buir al número 14 de Culdbura cuando, súbi- en explicarles a las religiosas, la relación
tamente, fui consciente de que el personaje existente entre la desaparición del arte figu-
principal de mis novelas incoloras1, se encon- rativo y la extensión del ateísmo (y agnosti-
traba a punto de irse al Museo de Arte Con- cismo) en la civilización occidental, la misma
temporáneo, para enseñar y explicar su relación por la que el dodecafonismo susti-
contenido a un grupo de monjitas Merceda- tuyó al mundo tonal en la música. Es decir la

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rias de la Caridad, algo que discurría en pleno figura y la tonalidad como reflejos de Dios en
capítulo 16 de la última entrega novelesca, el arte…
aún en ciernes, titulada provisionalmente Un
esquimal en Cabrera. —Ya, pero es que necesito hablar con-
tigo un rato —tuve que cortarle, antes de que
—Oye, perdona —le interrumpí a mi se excediera en su discurso estético-filosó-
personaje, mientras preparaba con su habi- fico.
tual dedicación unas notas para la inmediata
visita guiada al museo—, ¿podrías tomarte —Pues elige otro momento —me con-
un café conmigo, si no es mucha molestia, testó de forma algo grosera, mientras conti-
antes de que lleguen la monjas esas a las nuaba escribiendo ristras de palabras
que tienes que llevar al Museo de Arte Con- ininteligibles a lo largo de los extremos del
temporáneo? folleto.

—Pues ya podrás perdonar, pero es que En ese momento decidí tomarme una
voy fatal de tiempo —me contestó el detec- venganza personal de manera que, tracé un
tive RamonA2, mientras cogía un folleto in- nuevo plan literario para que cuando mi per-
formativo del museo y anotaba cosas en sus sonaje llegara al Museo de Arte Contempo-
ráneo, se topase con una exposición
itinerante sobre el erotismo y la pornografía
1 Decidí calificar así a mis novelas cuando, después
de meses intentando encontrar un color que las en el arte actual, algo que le pondría en un
representara, sólo conseguí un fuerte dolor de serio aprieto a la hora de explicarles todas
cabeza. No es novela negra, no es novela rosa, no aquellas imágenes obscenas a las uniforma-
es novela blanca ni amarilla, ni verde...¡pues
incolora, coño! das y pacatas monjas. En cualquier caso,
2 Lo anormal de este nombre, para un personaje también me vi en la obligación de retrasar en
masculino, radica en la torpeza de los serigrafistas
encargados de hacerle las tarjetas de visita y la la novela la llegada de las mercedarias de la
página web, ya que al enviarse entre ellos la caridad, para darle a mi personaje más
información vía mensajes telefónicos, la original tiempo y poder charlar con él acerca de un
versión “Ramón y Asociados. Investigación privada”,
acabó convirtiéndose en “RamonA, investigadora interesante libro sobre el que lleva hablando
privada. Ver, Acciones y digresiones de un budista desde el primer capítulo de este nuevo relato
torpe, Edit. Hades, Castellón 2017.
de ficción al que llevo entregado desde hace suyo bautizado con Terry, es decir, un caraji-
meses. llo de coñac, lo cual parece habitual en sus
jornadas laborales matutinas, ya que no pasa
—Es que tiene que ser ahora. Así que un capítulo del libro en el que no esté disfru-
postergaré la llegada de tus monjas. No te tando de su carajillo de coñac Terry u Os-
preocupes por eso, ya sabes que puedo ha- borne, que eso le da igual.
cerlo —le dije para que se tranquilizara y me
acompañara a tomar ese café. —Bueno, y dime, ¿qué significa lo de un
planeta de turistas? —le pregunté ya con
Así pues, nos dirigimos al bar más cer- cierta impaciencia, no fuera que la cosa se
cano a la caseta de información turística, alargase y acabara por enviar a la redacción
donde el detective RamonA trabaja3 cuando de Culdbura un interminable y soporífero ar-
no está callejeando con algún grupo de via- tículo, relato, opúsculo, o lo que quiera que
jeros, y comencé a sondearle acerca del con- fuese.
tenido del mencionado libro del que, por otro
lado, no para de decir bondades a lo largo de En ese momento se presentó el cama-
mi novela. rero con la comanda y se dispuso a servirla en
nuestra mesa, instante en el que dio un tras-
—Oye, me llama mucho la atención el piés y a punto estuvo de verterle encima a mi
título de ese libro que estás ahora leyendo, compañero, y querido amigo, su preciado ca-
algo así como “un mundo de turistas” —le co- rajillo algo que, afortunadamente, no ocurrió.
menté, haciéndome el despistado, ya que al
ser yo el padre creativo de mi contertulio, y —Hombre, es que es un poco largo de

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escritor del relato donde él es el protago- explicar —me contestó, mientras le pegaba el
nista, sabía muy bien cuál era ese título y de primer sorbo a su pócima sagrada—. Pues re-
qué trataba. Sin embargo, estaba también sulta que nuestra civilización occidental co-
convencido de que al conversar con él, fuera menzó a obsesionarse por el sexo…
de los diálogos propios de la novela, acabaría
por contarme cosas que allí no aparecen. —¿Cómo que comenzó?, será que co-
menzará, ¿no es una obra futurista? —le
—No, no, “Planeta de turistas” —me apuntillé, porque ya estaba desorientado y no
respondió algo ofendido, por tergiversar el habíamos ni empezado con la historia.
epígrafe de su apreciada lectura.
—Bueno, es que la novela se desarrolla
—¿Y quién es el autor? —continué inte- en el imaginario año de 2984, haciendo un
rrogándole. claro guiño a la obra de Orwell, claro está. Por
eso, todo lo que te cuento con anterioridad a
—Pues el interesantísimo escritor Franz esa fecha, que es el presente de la novela, te
Xaver Pirismann —me contestó con un des- lo relataré como si hubiera sucedido en el pa-
lumbrante brillo en sus ojos operados de ca- sado, aunque se trate de nuestro futuro a
taratas4. medio o largo plazo.

En esto que llegó el camarero y nos pe- —Vale, vale —le contesté, ya más cen-
dimos sendos cafés, el mío con leche y el trado en el meollo del relato, y apurando len-
tamente mi café con leche, por cierto, con
3 Tengo que especificar que el detective RamonA se
muy poco café y mucha leche, algo que de-
gana la vida como guía turístico para una empresa testo profundamente.
subcontratada por el Ayuntamiento y sólo realiza
labores de investigación privada fuera de su horario —Pues como te iba contando, la socie-
laboral.
4 Afortunadamente mi querido personaje no se ha
dad occidental se fue obsesionando por el
dado cuenta, todavía, que si se traduce el nombre sexo, de tal manera que luego los historiado-
ese, el resultado es Francisco Javier Hombrepérez, res terminarían por denominar a ese periodo
es decir, yo. Es lo que tiene el arte onanista: yo me como el de la “Sociedad Genitalizada”.
lo guiso, yo me lo como.
Para no extenderme en exceso resu- piedad de una Hembra Reina, como así pa-
miré que mi personaje, y contertulio, em- saron a denominarse.
pezó a describir con profusión de detalles
aquel curioso periodo de nuestra futura his- Total, que en siglo y medio de Sociedad
toria. Y me contó que la obsesión erótica se Genitalizada la cosa acabó fatal, terminando
acabó convirtiendo en pura fijación por en una especie de guerra de todos contra
cualquier cosa relacionada con nuestros todos, algo que los futuros sociólogos califi-
aparatos genitales. Eso dio paso a que las carían como “La Panguerra de entresiglos”,
personas comenzaran a someterse a todo refiriéndose a los siglos XXIV y XXV. Pero
tipo de intervenciones quirúrgicas para continuemos con la conversación entre mi
poder ostentar órganos reproductores que amigo y yo.
llamaran la atención a toda costa, bien
fuera por su tamaño, sus formas, sus colo- —¿Y duró mucho tiempo esa tal Pan-
res o incluso por sus olores. En algunos guerra? —le pregunté todo intrigado al de-
casos, el tamaño hipertrofiado de sus tective RamonA.
penes, o de sus glándulas mamarias, hacía
imposible la locomoción bípeda de sus pro- —Pufff…pues algo más de una centuria.
pietarios, dedicándose únicamente a tener Hasta que se procedió a dar un golpe de Es-
relaciones sexuales las 24 horas del día sin tado a nivel global. Algunos sospechan que,
moverse de sus respectivas camas, sofás o ese nuevo orden mundial, podría haber sido
suelos. La comunidad científica llegó incluso provocado por seres extraterrestres.
a elaborar una serie de medicamentos con
los que poder potenciar, no sólo la predis- —¿Y es aquí cuando el mundo se trans-

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posición sexual, que ya era perpetua, sino forma en un planeta de turistas? —inquirí,
la intensidad orgásmica de cada individuo, mientras me forzaba en dar otro sorbo de
lo cual hizo que los ciudadanos de aquel pe- aquel asqueroso brebaje con aspecto de café
riodo vivieran en un puro griterío, ya que con leche.
todo el mundo se dedicaba a experimentar
de forma continuada los nuevos medica- —No, no, nada de eso —respondió mi
mentos potenciadores del orgasmo, de amigo algo nervioso—. En este momento, es
entre los cuales el que tuvo más éxito fue decir, a mediados del siglo XXV, lo que se
la “erotonina”, un neurotransmisor sintético hace es proceder a instaurar un Gobierno
que volvía locos a sus consumidores. Planetario que dirija todo el orbe e instaure
la paz social a nivel mundial.
A esas alturas (estoy hablando del año
2.250 aproximadamente) el desarrollo de la —¿Y lo consiguen? —le interrumpí, ya
inteligencia artificial sería ya tan grande que la curiosidad me reconcomía por dentro.
(siempre según el libro de Pirismann), que
el mercado laboral humano quedaría extin- —Si —me dijo a secas, mientras se me
guido casi por completo, por lo que la ocio- quedaba mirando de una manera algo inquie-
sidad será el estado habitual y continuo de tante.
todos los habitantes del planeta (habitantes
humanos, claro está). Y aquí vino lo malo, —¿Y cómo lo consiguieron? —tuve que
porque esa sociedad ociosa y genitalizada, insistir, ya que él no salía de su estado de
se vio envuelta de manera progresiva en aparente catatonia.
tremendas trifulcas. Todo el mundo quería
ser el macho o la hembra alfa. Todo quisqui —Esterilizando a todo los individuos hu-
quería beneficiarse al primero que se cru- manos del planeta Tierra y a los de las colo-
zara en su camino, pero la permisividad ini- nias establecidas en la Luna y en Marte.
cial dio paso a la lucha más encarnizada por
la posesión de harenes, bien fueran grupos —¿¡Esterilizando a la gente!? —ex-
de ninfómanas retenidas por un macho do- clamé, reconozco que escandalizado, por
minante, o manadas de sementales en pro- imaginarme esa terrible posibilidad.
—Bueno, no sólo eso. Esterilizando y santo claro está, dijo que la tristeza era una
engordando al personal. forma de pereza y lo dejó todo en siete, pero
yo prefiero ocho porque uno puede ser pere-
—¿Cebándoles como a cerdos de zoso y ser el hombre más risueño del mundo.
granja? —seguía yo con mi acalorado interro-
gatorio. Una vez aclarado eso de los pecados
capitales, le dije que yo, como autor de la no-
—Claro —me respondió con cara de vela en la que él era protagonista, había ya
avutarda—, porque la mejor manera de aca- dispuesto que las monjitas llegaran en el mo-
bar con todo aquel exacerbado culto al mento oportuno y no antes, de manera que
cuerpo al que se había entregado la socie- no tendrían que esperarle en la calle bajo ni
dad, no sólo en cuanto a la cirugía genital medio minuto. Eso parece que le tranquilizó
sino, también, por lo que respecta a la mus- algo, ya que volvió a incorporarse a la mesa
culación desproporcionada que traía de ca- de manera que su lenguaje no verbal daba a
beza al conjunto de la población de aquel entender que quería retomar la conversa-
momento, era la de abotargar todos aquellos ción.
cuerpos esculturales (y superdotados en lo
referente a sus atributos genéricos) para de- —Dime, entonces cómo se llegó a crear
jarlos en una uniformidad mórbida que ale- eso del planeta de turistas —tuve que acu-
jara todo lo que hasta entonces había ciarle para que no se fuera de nuevo por los
representado el modelo erótico cultural. cerros de Úbeda.

En ese instante, mi curioso personaje —Bueno, pues resulta que después de

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novelesco se terminó el carajillo de Terry y dictar el Gobierno Planetario una orden por
retiró su silla como para darme a entender la que se procedía a la esterilización y en-
que aquella conversación estaba ya finali- gorde de toda la población humana, aquello
zada, y que tenía intención de largarse para comenzó a convertirse en un puro llanto. Se
cumplir con sus obligaciones laborales como pasó del griterío coital, al perpetuo lamento
guía turístico. en el que permanecía el conjunto de la me-
lancólica población. Tanto fue el abatimiento
—¿No pretenderás marcharte ahora?, general, que aumentó de forma exponencial
pero si todavía no hemos llegado al momento el número de suicidios.
en el que ser forma el planeta de turistas —
le recriminé, para que se volviera a sentar —Pero si los individuos estaban esteri-
como Dios manda y retomara el relato de ese lizados y todo el mundo comenzaba a suici-
mundo distópico a novecientos sesenta y darse, entonces se mermaría la población de
cinco años de distancia temporal de nuestro forma alarmante —le comenté tan emocio-
presente. nado, que yo también hablaba en pasado,
como si RamonA y yo estuviéramos conver-
—Es que me preocupa que las merce- sando con posterioridad a la fecha en la que
darias de la caridad estén ya en la caseta de se desarrolla el libro de Pirismann, es decir,
información turística esperando mi llegada, y el 2984.
ya sabes que considero la impuntualidad
como el noveno pecado capital de la huma- —Es que no te he dicho que en ese siglo
nidad. los avances en ingeniería genética eran tales,
que la esperanza de vida había aumentado
—Querrás decir el octavo —le contesté hasta los 150 años de edad y la gente que
para corregir su aparente ofuscación numé- quería tener descendencia (siempre por en-
rica. cargo administrativo) tenía que apuntarse a
una larguísima lista de espera, para lo cual el
—¡No, hombre!, es que san Juan Ca- requisito indispensable que se exigía era el
siano había añadido la tristeza a los otro siete de tener cumplidos los ochenta años.
solo que, luego, Greorio Magno, también
El caso es que mi personaje no paraba mas de comportamiento y nuevas leyes para
de hablarme de extraños acontecimientos so- cumplir. Para muestra un botón:
ciales, pero allí no aparecía nunca el planeta
de turistas. 1.-El Gobierno Planetario pasará a de-
nominarse Gobierno Eudaimónico5 de la Tie-
—Vale, pero ¿cuándo demonios se con- rra y Planetas Adyacentes.
vierte todo esto en el maldito planeta de tu-
ristas? —le tuve que preguntar en un tono 2.-Todo individuo humano deberá, como
algo nervioso, ya que todo aquello me pare- mínimo, presentar una masa corporal con un
cía un galimatías poco apto para el número tipo de obesidad del grado I. Se gratificará
14 de Culdbura, ni tampoco para el 15. económicamente con pluses de sobrepeso ..
mensuales a todos aquellos que superen la
—¡Hombre!, es que se necesita primero obesidad mórbida (grado III).
ofrecer una exposición y un desarrollo, para
luego terminar con las conclusiones. De lo 3.-Cada individuo, desde el momento
contrario nada se entendería. de ser extraído de la probeta placentaria, se
compromete a ser feliz durante el resto de su
—Pues venga que tengo prisa —le apre- existencia planetaria o extraplanetaria.
mié.
4.-A partir de los 4 años de existencia,
—Pero si soy yo el que tengo una cita 1º año extraplacentario6, todo ejemplar de
con la mercedarias de la caridad, no tú. Homo sapiens deberá pasar a formar parte
del conjunto de la Sociedad Viajera.

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—Sí, pero tu cita la puedo postergar yo
a placer, mientras que en mis asuntos tú no 5.-Sólo se podrá permanecer en el do-
puedes inmiscuirte. micilio gubernamental asignado, por un pe-
riodo continuo no superior a los siete días. Si
—Eso de que no puedo inmiscuirme en se supera este plazo sin realizar viaje alguno,
tus asuntos habría que verlo —me contestó se aplicarán penas de turismo forzoso en los
airado y con cierta cara de almendra amarga. destinos de castigo asignados por el Go-
bierno Eudaimónico.
—Bueno no estamos aquí para discutir,
que eso ya lo hacemos cuando me pongo al —¿Y qué destinos eran esos? —tuve
ordenador para darle al argumento nove- que interrumpirle a mi amigo, justo en el mo-
lesco. mento en que no paraba de enumerarme una
ley tras otra.
Llegados a este punto, por fin, comenzó
a proporcionarme una serie de explicaciones —Pues había dos lugares de castigo por
de lo que ocurrió con posterioridad a que se excelencia, que eran Marte y Pompeya —me
dictara la Ley General de Esterilización y En- contestó RamonA, mientras miraba nervioso
gorde de la Población Humana Planetaria y el reloj de su teléfono móvil.
Extraplanetaria.

Resulta que como el estado depresivo


de los individuos aumentaba según iban pa-
5 Recordemos que la eudaimonía representaba para
sando las décadas, se produjo dentro del Go- los filósofos griegos el estado de felicidad y
bierno Planetario una especie de revuelta, bienestar. Por eso cuando una corriente filosófica
con asalto incluido a las instituciones. A lo buscaba como finalidad la felicidad del individuo, se
tonto ya nos hemos puesto en el año 2550, la clasificaba como filosofía eudaimónica.
6 Recordemos que los cuatro primeros años, los
lustro arriba lustro abajo. De este nuevo bebés los pasaban dentro de una probeta
golpe de timón dado por las renovadas auto- placentaria, que en realidad no era otra cosa que una
ridades que regían (regirán) el mundo, según piscina cubierta con un montón de fetos e infantes
me contaba RamonA, surgieron nuevas nor- dentro, con sus respectivos cordones umbilicales
conectados a la Cibermadre.
—¡¡¿Pompeya?!! —le pregunté todo ex- de ser entregado a la persona, o personas,
trañado—. Marte lo puedo entender, pero que habían hecho el encargo del “Proyecto de
¿Pompeya? Humano Beato8”. De los dispositivos que les
implantaban, dos eran los principales:
—Es que el Vesubio había vuelto a ex-
plotar en dos ocasiones, una a finales del -Una APO o “Almohadilla Polivalente
siglo XXI y otra en el siglo XXIII, sepultando Obligatoria”.
con sus cenizas los cuerpos de miles y miles
de turistas que deambulaban por la zona. Por -Un DCR o “Dispositivo Corrector de la
lo que la cantidad de nuevos moldes a relle- Realidad”.
nar para incorporar al “Museo Volcánico de la
Humanidad” era ingente, y fue necesario re- Las almohadillas, tal y como su nombre
currir a los turistas forzosos para ir incorpo- indica, y tal y como las describe Pirismann en
rando más y más moldes de los fenecidos su libro, tienen una apariencia igual a las que
durante las erupciones vesubianas. Aunque, ahora usamos para proteger nuestras cervi-
a diferencia de los del siglo I, los nuevos mol- cales en los largos viajes. Sin embargo, en
des solían tener generalmente sólo dos tipos realidad, eran unos computadores cuánticos
de posturas, los correspondientes a la erup- de muy poco peso, con los que el Gobierno
ción del siglo XXI, haciéndose auto-fotos con Eudaimónico obtenía todo tipo de datos re-
su teléfono móvil, y los correspondientes a la ferentes a la vida cotidiana del ciudadano tu-
del siglo XXIII copulando, aunque aquí sí que rista, como por ejemplo lugares a los que
se encontraban ligeras variantes en cuanto al viajaba, número de fotos por día9, gramos de
tipo de postura adoptada para la coyunda. engorde o de adelgazamiento cada 24 horas,

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etc.
—¿Pero cómo detectaban si una per-
sona había permanecido en su domicilio más Por otro lado, también se le debía apli-
de siete días seguidos? —le interrogué nue- car al neonato de cuatro años el preceptivo
vamente, ya que todo aquello se me esca- Corrector de la Realidad, o DCR, que consis-
paba de las manos a la hora de poder tía en una especie de enormes gafas de es-
razonarlo y asimilarlo con meridiana claridad. quiar que iban conectadas a la almohadilla
—Bueno, es que cada individuo humano, polivalente mediante un cable del color que
nada más salir de la probeta placentaria (tie- a uno le gustase. Con este dispositivo, el Go-
nes que pensar que la reproducción sexual bierno Eudaimónico corregía automática-
ya no existía)7 es numerado y puesto a dis- mente posibles imágenes distorsionadoras
posición del Ministerio de Turismo Planetario, del feliz y cándido entorno en el que debía de-
donde inmediatamente le implantan unos ad- sarrollarse la vida de todo ciudadano viajero.
minículos con los que poder viajar con sus Por ejemplo, si en tu camino apareciese algo
adoptadores (o padres adoptivos), lo que desagradable como un animal muerto, inme-
ocurría, como ya he dicho, cuando el bebé diatamente el DCR lo corregirá y lo convertirá
probeta alcanzaba la edad de cuatro años.
8 Hay que especificar que el término beato lo
Mi querido detective, o paradetective utilizaban en su acepción de “feliz” y no de
(como a él le gusta autodenominarse), co- “santurrón” o persona beatificada por el Papa,
menzó a explayarse con la descripción de personaje este que, por supuesto, no existirá en el
esos aparatos con los que se completaba al siglo XXX.
9 Los ciudadanos viajeros están obligados a
ser humano que salía de las probetas y antes realizar un mínimo de 1500 fotografías por día. En
caso de incumplimiento se aplicarán las sanciones
7 De hecho, en el libro de Pirismann se cuenta que oportunas. Si son pocas fotos las que faltan para el
los nacimientos deben ser encargados oficialmente cupo, casi seguro que deberán pasar una semana de
al Departamento de Eugenesia Planificada. Los turismo forzoso en el desierto del Gobi. Pero si no
neonatos no son esterilizados hasta después de ser llegan a 1000 las imágenes tomadas, el ciudadano
púberes y después de haberles extraído durante un se verá sometido a trabajos sociales como cuidador
par de años, una cantidad de semen u ovarios de equipajes en las estaciones lanzaderas de
considerables, los cuales pasarán a formar parte del turistas. (Ya no habrá aviones sino lanzaderas de
Banco Mundial de Gametos Humanos. 500 pasajeros como mínimo)
en un simple obstáculo virtual, como una pie- rada la obligación de viajar constantemente10
dra o una bonita escultura, de la que te pro- para paliar la depresión y mitigar el ansia sui-
pondrá desviarte para no tropezar con ella. Y cida de la población, las mascotas se convir-
si, por lo que fuera, al lado tuyo se encontrara tieron en un problema, ya que trasladarse
algún ciudadano viajero llorando (algo total- con ellas era difícil y contratar a alguien para
mente prohibido, por otro lado) el DCR trans- que las cuidara, más complicado todavía, así
formará en tu cerebro esos llantos en que muchos comenzaron a abandonarlas con
carcajadas. lo que poco a poco se volvieron salvajes, de
manera que gatos, perros, periquitos y todo
Una cosa habitual, sin embargo, es que tipo de animal doméstico regresó a su estado
las maletas inteligentes con las que la gente natural.
viajaba, se liasen a porrazos entre ellas. Esto
no era corregido por los DCR, ya que los due- —¿Y las vacas, cerdos y demás anima-
ños de dichos equipajes estaban obligados a les destinados a la alimentación? —insistí en
poner orden y evitar que la pelea se compli- el tema.
cara más de la cuenta y terminase todo el in-
terior de las valijas desparramado por el suelo. —Ja, ja, ja —se rio mi personaje—,
nada de nada. La alimentación, hacía varios
Con todo esto que aquí resumo, sobre lo siglos que ya era completamente artificial.
que mi personaje estaba contándome, me Carne, verduras, hortalizas, todo, absoluta-
asaltaron muchas preguntas, pero dejé las mente todo producto alimenticio, salía de los
cuestiones referentes a la tecnología del pró- laboratorios especializados en forma de pas-
ximo milenio para otro momento y me decanté tillas, grageas, jarabes y cosas por el estilo.

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por interrogarle sobre el mundo emocional del Y por supuesto, toda la comida estaba pen-
futuro, ya que en una sociedad de esteriliza- sada y diseñada para el cebado humano.
dos, posiblemente el amor fuera muy diferente
al que existe entre nosotros hoy día. De esa manera, tan apasionadamente
reseñada por mi amigo, me enteré de cómo
—Oye —le interrumpí—, y dime, ¿cómo volvieron a existir toros salvajes, de cómo los
son las relaciones sentimentales en ese 2984? cerdos se hibridaron con los jabalíes y de
cómo las ovejas y las cabras recuperaron su
—Pues al no haber prácticamente dimor- silvestre naturaleza pre-neolítica. Pero siem-
fismo entre los humanos, porque con lo de la pre en pequeños reductos, ya que los 20.000
esterilización y la obesidad los órganos geni- millones de seres humanos que habitarán el
tales se irán atrofiando y los cuerpos unifor- planeta en el siglo XXX, habrán esquilmado
mando, las personas comenzarán a desarrollar la naturaleza de tal manera, que los ecosis-
sentimientos profundos alternativos hacia temas vírgenes serán meros parques temá-
seres con inteligencia artificial, como robots o ticos diseñados para turistas, por supuesto.
lavadoras, aunque serán las maletas las que
pasarán a ocupar el principal motivo de deseo Toda aquella distopía, aunque salida de
emocional para los Homo sapiens de finales un libro de ficción, me estaba poniendo mal
del milenio, debido a la gran cantidad de horas cuerpo y decidí que ya era hora de mandarle
que tendrán que pasar juntos. a mi querido protagonista con el grupo de
monjitas mercedarias de la caridad, para que
—¿Y las mascotas? Perros, gatos y todo les hiciera la visita guiada por el Museo de
eso —le dije para averiguar qué fue, o será, Arte Contemporáneo de la ciudad.
del mundo animal más cercano a nosotros.
10 Esta prescripción viajera del futuro siglo XXX, se
—¡Qué mascotas ni qué nada, si todas implantó (o implantará) gracias a que unos famosos
historiadores habían aconsejado hacerlo, puesto
desaparecieron! —me contestó, como si que, según ellos, en el siglo XXI la gente viajaba
fuera lo más normal del mundo y yo el más compulsivamente y parece ser, según la
anormal por no saberlo—. Una vez instau- documentación histórica conservada, que eran
bastante felices puesto que el índice de suicidios no
alcanzaba cotas excesivamente altas.
Sin embargo… piritismo a las tres de la madrugada. A lo
mejor esos ruidos extraños que escucha no
—Rrriiiiiingggg, rrriiiiiingggg —comenzó a son voces del más allá, sino más bien el re-
sonar el teléfono móvil del paradetective11 Ra- sultado de apareamientos nocturnos —conti-
monA. nuó el paradetective RamonA, adoptando ya
su cara favorita de sapo, especial para casos
—¿Sí? —contestó él escuetamente, como de clientes inoportunos como era el caso.
buen detective que se precie.
—Bueno, pues aunque tengan ochenta
—No, no soy la detective Ramona, sino el años puede que disfruten de una sexualidad
detective RamonA —oí que le espetaba a quien longeva e insaciable. Ha habido casos espec-
fuese que estuviera al otro lado del aparato. taculares en la historia de la humanidad.
Mire, ahora no puedo atenderle porque tengo
La otra persona debía de estar consultán- un compromiso importantísimo al que aten-
dole algo, porque mi amigo escuchaba con der en las próximas horas. Vuelva usted a lla-
cierta circunspección. marme de aquí a dos meses si continúa
escuchando esas extrañas sonoridades a tan
—Bueno, lo de mi nombre profesional es intempestivas horas nocturnas.
una larga historia. ¿En qué puedo ayudarle? —
dijo cortante y con cierta cara de avispa resig- Y RamonA cortó la comunicación, no sin
nada. echarme en cara que, por mi culpa, tuviera
que estar dando siempre explicaciones a sus
Durante los siguientes cinco minutos ob- clientes acerca de por qué el detective Ra-

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servé cómo a mi personaje se le iba transfor- monA es un hombre y no una mujer.
mando el semblante, de forma que la cara de
avispa resignada mudó en otra de lombriz sor- —Ya te lo he dicho mil veces…salió así
prendida, para terminar mostrando unas inti- cuando lo estaba escribiendo y me pareció
midantes facciones de mono aullador. buena idea —le dije, mientras nos colocába-
mos nuestros respectivos abrigos.
—Mire, yo no puedo perder el tiempo in-
tentando averiguar qué es lo que hacen sus ve- —Pues sería buena idea para ti, pero a
cinos a las tres de la madrugada —le dijo al mí me la liaste parda. Sólo espero que ahora
interlocutor telefónico con cierto tono autorita- en la visita al Museo de Arte Contemporáneo
rio, bastante impropio de mi amigo, a la par no me tengas preparada ninguna sorpresita
que personaje querido del alma. de las tuyas.

Yo ya empecé a poner en marcha el ritual Le contesté que estuviera tranquilo y,


propio de toda despedida posterior a un en- por supuesto, no le dije nada acerca de la ex-
cuentro cafetero. Es decir, le hice señas al ca- posición itinerante que se iba a encontrar
marero para que me trajera la cuenta y sobre la sexualidad y pornografía en el arte
comencé a rebuscar en mis bolsillos el billete contemporáneo.
adecuado para pagar la consumición de
ambos. —Por cierto… ¿cómo acaba el libro este
del que hemos hablado? —le pregunté para
—Y yo qué quiere que le haga, si sus no tener así que leerlo yo.
vecinos se dedican a realizar sesiones de es-
—Todavía no lo he terminado, pero el
11 A mi personaje le gusta autodenominarse protagonista se introduce en una secta de
paradetective o parainvestigador, debido a las neocristianos denominada Cristianismo Re-
inusitadas técnicas de investigación propias de su
trabajo, tales como las cartas del Tarot, péndulos,
belado (con b y no con v). Se trata de un
bolas de cristal y, sobre todo, la capacidad de utilizar grupo de gente que se está rebelando contra
su cerebro en modo intuitivo-deductivo. (Ver El la obligación de ser felices. Dicen que Jesu-
truculento misterio de la isla Dragonera, Circulo cristo vino al mundo para sufrir y que ellos
Rojo, 2018).
quieren también padecer penas y dolencias muriéndonos con sólo ochenta años, su-
para poder realizarse como seres humanos. friendo enfermedades continuamente y en-
De hecho, muchos se auto-crucifican con el vejeciendo hasta que el cuerpo no aguante
fin de experimentar el suplicio del Señor. Y el ni un paso más. Para los de ese futuro, qui-
Gobierno Eudaimónico se vuelve loco para zás hasta les parezcamos bestias salvajes
descrucificarlos. Por supuesto que a todo al por aparearnos como los animales y por co-
que pillan crucificándose lo envía a hacer tu- mernos a otros seres vivos como simples de-
rismo forzoso a Marte o a Pompeya. predadores salidos del bosque. En realidad
sólo con las guerras, las hambrunas, las ca-
Así terminó nuestro encuentro y así lo tástrofes naturales y todas esas barbarida-
cuento yo para el número 14 de Culdbura, des, el presente se hace distópico para una
esperando pueda interesar a alguien este po- población. Pero pasadas las atrocidades, la
sible mundo distópico que nos espera. Aun- gente retoma su creencia en estar viviendo
que mi amigo, antes de irse, dijo algo que en el mejor de los mundos posibles, con sus
me hizo pensar. bondades y maldades, pero viviendo en un
lugar posible donde querer tener descenden-
—Pues vaya mundo distópico que nos cia, sin ser conscientes que desde otros mun-
plantea el tal Pirismann —le comenté a mi dos, desde otros tiempos, si te observaran (o
paradetective favorito justo antes de salir por si te observan) les producirías lástima por ver
la puerta del bar. cómo llevas tu triste existencia en un lugar
imposible para ellos, es decir, antiutópico,
—Las distopías son relativas y en reali- distópico, cacotópico, o como quieras lla-

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dad siempre vivimos dentro de una —me res- marlo.
pondió de forma sorprendente para mí—. De
hecho, lo que para nosotros ahora parece un —Bueno, estamos en contacto —me
mundo tópico (que no utópico), es decir, con dijo mi personaje, dejándome con un palmo
sus cosas buenas y malas pero con la convic- de narices y dirigiéndose al encuentro con las
ción de que hemos mejorado en el desarrollo monjas mercedarias de la caridad para mos-
de nuestra sociedad, en realidad, para un trarles el Museo de Arte Contemporáneo y la
personaje sacado de la edad media (es decir, exposición itinerante que, finalmente, titularé
no hace tanto tiempo), nuestra vida actual “Sexualidad y erotismo en el arte de los si-
sería una auténtica mierda y toda una disto- glos XX y XXI”.
pía (o cacotopía como les gusta decir a
otros). Horas trabajando sentados delante de
una mesa mirando una caja con imágenes, Fco. Javier Pérez de Arévalo
una vida sin recompensa ni castigo después
de la muerte, una vida sin un Dios que te
proteja, una sociedad sin guerreros y sin
honor que defender, una igualdad entre hom-
bres y mujeres que, incluso para ellas (para
las mujeres medievales), parecería del todo
aberrante. Muchos más años de vida, sí, pero
sin vivirlos guerreando, cultivando con tus
manos, rezando a un Dios misericordioso con
los suyos y opresor con los herejes. ¿Qué
sentido tendría nuestra vida para aquella
gente? Y no digamos si les dieras a probar
una comida envasada de nuestro tiempo…la
escupirían y te la tirarían a la cara. Para ellos
nuestra vida no sería más que un montón de
años tirados a la basura. Pero para los huma-
nos que existan dentro de un milenio, tam-
bién seremos una panda de seres distópicos,
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Jesús San Eustaquio


Abundio

Abundio no se sentía a gusto en este tenido en cuenta a la hora de repartir pre-


planeta. Bien es verdad que las circunstan- mios ni prebendas. Y me alegro, ¡coño!, de
cias no lo habían acompañado, no precisa- que haya sido así, porque tampoco he tenido
mente, o no tanto, porque hubiera nacido en que pagar peaje alguno a cambio.
el seno de una familia humilde (lo cual, hay
que reconocerlo, no constituye una circuns- ―¿Y ese carácter tan suyo al que hace
tancia excesivamente favorable), sino porque referencia le vino con los genes o ha sido una

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lo alumbraron prematuramente, sietemesino consecuencia lógica de que a usted nadie le
para más señas, y creció poco y de mala ma- haya mirado con buenos ojos?
nera. Ni las sopas de ajo ni el dedal de quina
santa Catalina con que se había desayunado ―Habrá habido de todo ―respondió
diariamente hasta bien entrada la pubertad Abundio, que, se revolvió de inmediato―.
habían conseguido que se desarrollara por Pero, oiga, ¿usted quién es? ¿Con quién
encima de los 162 centímetros de estatura y tengo la desgracia de estar hablando?
los 40 kilos de peso. Tampoco que presentara
una figura apolínea ni un rostro angelical. ―¡Hombreee… desgracia! ―se dolió su
Todo lo contrario, tiraba a cheposo y en su interlocutor.
cara, desde muy jovencito, se había empe-
zado a insinuar ese visaje tan característico ―Me curo en salud. Las veces que en
de las personas alcohólicas. situaciones parecidas he dicho suerte, me he
arrepentido al poco tiempo. ―Carraspeó―.
―Pero yo nunca he reivindicado que se Pero a lo que iba… ¿Quién es usted? ¿Cómo
me discriminara positivamente, y eso que se ha atrevido a abordarme, con la mala
llevo toda mi vida padeciendo rechazo por mí pinta que tengo?
físico, sobre todo por parte de las mujeres;
últimamente, menos, porque ya no me mo- ―Espero que no se ofenda, pero exac-
lesto en intentar siquiera entablar algún tipo tamente esas mismas preguntas se las po-
de relación con ellas. Caso perdido. ―Hizo dría hacer yo a usted.
una pausa―. Bueno, no solo por mi físico; o,
mejor dicho, además de por mi físico, que ―¡Tócate los huevos, anda! ―exclamó
este siempre influye, he sido segregado por Abundio, poniendo los ojos como platos―.
mi forma de ser, un tanto mía. No me gustan Pero ¿yo lo he abordado a usted? ―preguntó
los actos institucionales, los espectáculos de retóricamente, escenificando el comienzo de
ningún tipo (salvo los deportivos y los toros), una falsa carcajada.
las reuniones sociales, las comilonas de tra-
bajo, las discotecas… así que, oiga, en cierta En puridad, ninguno de los dos había
forma me lo he buscado yo, nunca se me ha abordado al otro. Caminaban en sentido con-
trario siguiendo una misma línea recta, em- burdo trato de favor, no hace falta que diga
bebidos en sus respectivos pensamientos y, que tengo en mente el caso de las féminas,
cuando apenas los separaba un par de me- dispensado, fundamentalmente, por parte
tros, intentaron evitarse haciendo un regate, del poder político, el cual, cuando así obra,
con tan mala pata que al elegir uno la dere- estaría prevaricando, por mucho que se
cha y otro la izquierda y viceversa en dos o apoye en leyes patentadas dolosamente
tres ocasiones, a la sazón terminaron poco como constitucionales por él mismo. No se
menos que abrazándose para que no choca- puede premiar a nadie por ser mujer en de-
ran sus cabezas. trimento de otra persona con los mismos mé-
ritos que no lo es. El cara o cruz de una
―Se podría decir que hemos tenido una moneda al aire sería muchísimo más justo.
colisión por alcance; mejor dicho, que hemos No se puede imponer la paridad en ninguna
evitado una colisión por alcance ―intentó institución, y menos en un consejo de admi-
aclarar el otro―. No obstante, no voy a dis- nistración de una empresa privada, para que
cutir más sobre el asunto. Los hechos son los las mujeres ocupen tantas plazas como los
hechos. hombres en los casos en que estos superen
a aquellas, máxime si no se contempla tal
―O sea, que, según usted, ha sido la imposición para cuando los números canten
casualidad la que ha propiciado que usted me a la inversa. ―Tosió sin ganas, quijí, quijí―.
esté tirando de la lengua. ¡Vamos, hombre! De una vez por todas, nadie debe estar por
encima de nadie por razón de sexo, raza,
―Que no, que yo no tengo interés al- ideología, religión, etc., etc. Las injusticias,
guno en saber nada de usted. Ha sido usted todas, tienen que ser reparadas; pero el de-

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el que, después del mutuo atropello, ha em- sagravio nunca debe llevarse a cabo me-
pezado a contarme su vida sin que yo le pre- diante el otorgamiento de ventajas y
guntara nada. Luego, ya sí, en primer lugar, prebendas porque se estaría incurriendo en
por mera cortesía, pero también porque, sor- otra injusticia.
prendentemente, lo que me ha contado de su
vida se parecía mucho a lo que yo podría ha- Solo le faltó decir “he dicho”. El inme-
berle contado de la mía, he formulado algu- diato silencio fue aprovechado por Abundio
nas preguntas… para meter baza.

―Si tanto se parece su vida a la mía, ―En realidad, lo que se pretende no es


¿por qué no, a partir de este momento, co- igualar a la mujer con el hombre, sino que
mienza a contarme la suya desde donde lo aquella aventaje a este a toda costa. Para
he dejado yo, a ver si continúa el parecido? conseguir la igualdad no se debería recurrir
al ventajismo por parte de las mujeres que
―No tengo ningún problema. Lo había promueven tal derecho, integradas en el mo-
dejado usted, para que vea que tengo buena vimiento feminista, y, desde luego, tampoco
memoria, en que, a pesar de sus taras, al paternalismo por el Gobierno de turno y la
jamás se le había ocurrido reivindicar, en ve- Administración en general.
lada referencia a lo que viene muñendo el
movimiento feminista desde hace ya un ―¡Ojo! ―le quitó la palabra su interlo-
tiempo, que lo discriminaran positivamente cutor―. De todos modos, esa pretendida
en relación con quienes no las tenían que su- igualdad, téngase en cuenta el detalle, no se
frir. Le voy a decir más, y a partir de este mo- reivindica para todas las mujeres; qué va;
mento ya estoy hablando por mí mismo, solo para la flor y nata de su conjunto: aque-
usted nunca hubiese permitido que se ejer- llas a las que les pueda ser aplicable la dis-
ciera tal discriminación sobre su persona. ― criminación positiva en su competencia con
Meneó la cabeza, negando―. Estoy en contra sujetos masculinos en caso de méritos igua-
de toda discriminación y, mucho más, si lo les en la carrera administrativa, y aquellas
que se pretende enmascarar con tal sustan- otras que por su preparación y posición social
tivo acompañado del adjetivo “positiva” es un puedan situarse a la par en relación con los
hombres con idénticas características en el ―Como no tienen ninguna gracia ―hil-
consejo de administración de una empresa. vanó el Abundio primigenio― los comporta-
mientos sociales hoy en día, a los
―¿Qué sentido tiene entonces hablar mayoritarios me refiero, más seguidistas que
de un derecho universal para hombres y nunca… ―Hizo un inciso―. Es lógico, el
mujeres, cuando, realmente, solo favorece mundo se ha convertido en una aldea global
a los menos, a los que ya gozan de una como consecuencia de la inmediata difusión
mejor situación dentro de la pirámide so- de la información por todos los rincones del
cial? planeta; información, no obstante, en abso-
luto objetiva, sino tamizada por el filtro de lo
―Así engañan a las masas, reivindi- políticamente correcto a fin de enmascarar la
cando derechos que únicamente son para la realidad y hacer esclavo al pensamiento in-
boca de las elites. Sigue sin hacerse miel, dividual, que se manifiesta en muy raras oca-
por muy mezclada y adulterada que ahora siones por el temor nada infundado a un
la vendan, para la boca del asno. castigo cierto.

Abundio sonrió. ―De ahí viene ―le tomó el relevo el


otro Abundio, que parecía más alto y fuerte;
―Por cierto ―se arrancó a continua- quizá fuera mejor decir menos rechoncho y
ción―, ¿cómo se llama usted? escuálido― que hoy todo dios sea feminista,
animalista, ecologista… y que, cada vez más
―Abundio ―dijo el interpelado. gente esté haciendo una profesión del acti-
vismo en favor de esas grandes causas; una

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―¡Cómo que Abundio! ―alzó los bra- profesión remunerada, todo sea dicho, a
zos el que se creía genuino, frunciendo el cargo de las subvenciones otorgadas por los
entrecejo―. ¡¿Me está usted tomando el Estados y los organismos internacionales
pelo?! ―profirió, airado. contra los cuales, muchas veces, esos acti-
vistas ejercen sus protestas. Paradójico, ¿no
―¿Por qué lo dice? ―se sorprendió su le parece?
homónimo.
―A algunos, para nuestra desgracia,
―¡Cómo por qué…! Porque Abundio todo nos resulta paradójico ―convino el pre-
soy yo. guntado―. Y, a mí por lo menos, además de
paradójico, me ha resultado desternillante
Se tiraron tres cuartos de hora diri- hasta hace poco, en que ha empezado a
miendo quién era Abundio de los dos, hasta darme asco… y miedo, por qué no recono-
que, echándose simultáneamente la mano cerlo. No sé a usted…
a la cartera, se mostraron mutuamente el
correspondiente DNI. Abundio. Abundio. Se ―Ídem de ídem.
acabó la discusión. Acto seguido, aunque
sin renegar del nombre dichoso, ambos se ―Asco hasta la náusea, por ejemplo,
pusieron de acuerdo en que tal nombre cuando todos los ismos agrupados en el pro-
había sido la causa de que se mofaran de gresismo e impulsados por el feminismo se
ellos cada vez que se tenían que identificar han empeñado en cambiar el lenguaje para
o que los identificaban, puesto que la ma- visibilizar a las mujeres y a las hembras de
yoría de la gente lo asociaba, contraria- los animales, a las que se hace desaparecer
mente a su etimología, con la estupidez por imposición del hombre. Se diría que las
propia del protagonista del chiste que había mujeres no han contribuido a la formación
vendido el coche para comprar gasolina. Los del lenguaje, que han permanecido mudas,
dos esbozaron, al punto y a la par, una tal vez fuera más acertado decir con un can-
mueca que recordaba difícilmente una son- dado en la lengua, hasta que el movimiento
risa, y, a la par, se reprocharon que la cosa feminista ha venido a sacarlas del brete y en-
no tenía ninguna gracia. señarlas a hablar. Y así, se ha empeñado en
que el lenguaje, tanto el oral como el es- ―Debo reconocérselo, pero es que es
crito, tiene que ser inclusivo y no sexista un asunto muy lioso. Acabarán volviéndonos
siempre, nombrando a ambos géneros, locos y, si no, al tiempo. La transformación
sobre todo a la hora de hacer el plural, hom- que pretenden del lenguaje, que, por desgra-
bres y mujeres, cocodrilos y cocodrilas, al- cia, dado el percal, conseguirán se institucio-
bérchigos y manzanas, y en el colmo de la nalice más pronto que tarde, parece
magnanimidad, en atención a las personas conllevar esa intención. Estoy seguro de que
que no se sienten hombres ni mujeres, neu- surtiría el mismo efecto que si se practicara
tro, con la utilización de la “e” en lugar de una lobotomía al conjunto de la población.
las vocales “a” y “o”, indicadoras de los gé-
neros femenino y masculino respectiva- ―¿Y lo lograrán antes de que la socie-
mente, fórmula que también, sugieren, dad se descomponga? Mire usted que ya ha
podría servir para significar un plural univer- empezado a desarreglarse, y eso suele en-
sal. trañar una aceleración progresiva. Muy pocas
veces, mano dura civil mediante, se consigue
―¡De vergüenza! ―juzgó el escu- detener la descomposición a tiempo, y solo
chante, tomando la palabra―. Dicen las manu militari, puede obtenerse un mayor nú-
malas lenguas que, actualmente, el femi- mero de éxitos, nunca en todos los casos.
nismo está empeñado en hallarle una solu-
ción al vocablo “mierda”, tan difícil de ―Desde luego, el día que logren co-
desafectar del género que, según su dicta- rromper absolutamente el lenguaje habrá ya
men, no le corresponde. poco que hacer. Dese usted cuenta de que,
actualmente, los carnívoros, vamos a etique-

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―En fin… ―suspiró el par. tarnos con el nombre con que la progresía
vegana gusta de motejarnos… Aquí estaría-
―Respecto de lo que decía usted antes mos incluidos todos los que el progresismo
―lo atajó enseguida su gemelo― de que el en general llama machistas, conservadores,
progresismo aúna todos los ismos de carác- retrógrados, fachas… Y habría ya poco que
ter social que implican a su entender evolu- hacer porque los carnívoros, todavía mayori-
ción sobre lo establecido… he de reconocer tarios a estas fechas, creo yo, consentimos,
que no puedo estar más de acuerdo. De con total naturalidad, la existencia de cual-
hecho, el progresista lo es porque es femi- quier tipo de facción progre, dejando hacer y
nista, animalista, ecologista, etc., etc. al actuar, mientras que, por el contrario, la ac-
mismo tiempo. Que, luego, a la hora de lle- titud de los progresistas es cada vez más be-
var a cabo los actos de propaganda y distin- ligerante hacia nosotros, por mucho que
tas formas de acción directa, cada alardeen, cómo no, de pacifistas; esto es,
movimiento o grupo esté especializado en contrarios a toda violencia; o sea, que no se
una de esas doctrinas, no quiere decir que permiten otras armas, de boquilla al menos,
no estén dispuestos a movilizarse en favor para alcanzar sus propósitos que la desobe-
de todas las demás. Bueno, miento; por diencia civil y la resistencia pasiva. ―Onoma-
ejemplo, no todes les animalistes son vega- topeyó un conato de carcajada, ja-ja―.
nes, aunque todes les veganes sean anima- Porque no tengo yo muy claro que lo de las
listes. O sea, la regla general de que todos activistas de Femen, cuando irrumpen con
son de todo no se cumple cuando dentro de las tetas al aire en los actos que intentan re-
una categoría principal se dan varias subca- ventar, se trate precisamente de semejante
tegorías. Así, continuando con el ejemplo resistencia. ―Carraspeó y se llevó la mano a
anterior, dentro de les animalistes, están les la garganta, masajeándose las cuerdas voca-
vegetarianes y les veganes. Vegetarianes y les con los dedos durante unos instantes―.
veganes son animalistes, pero les vegetaria- Lo que me extraña ―prosiguió con su parla-
nes no son veganes. mento― es que tales acciones no hayan pro-
vocado todavía entre nosotros, la carcundia,
―Sé lo que quiere usted decir, aunque al menos que yo sepa, el surgimiento de un
lo he visto un poco liado en su explicación. grupo Mascul cuyos activistas se dediquen a
boicotear los actos del movimiento feminista, un jefe con querencia hacia el pescado; se
irrumpiendo, manguera en mano, en los lu- diría que no conocen la enfermedad en car-
gares donde se celebran. nes propias ni la incertidumbre de una espera
que no se sabe si tendrá final… Es como si
―Decían en mi pueblo que un tonto tales contrariedades, por desgracia, tan co-
hace a ciento si le dan lugar y tiempo. A una munes, hubieran desaparecido por arte de
actividad, se responde desde el bando con- birlibirloque del diario acontecer de las per-
trario con otra, a poder ser, más estúpida. sonas. ¡Nada por aquí, nada por allá… et
Sinceramente, creo que la simpleza se está voilà!
propagando hoy en día según la progresión
geométrica sugerida por el refrán de marras. Cogiéndose el mentón con la mano,
No sé, pero dudo mucho que todavía queden cesó en su verborrea, entrecerró los ojos,
individuos en su sano juicio. Desde luego, si causando la impresión de que se estuviera
quedara alguno, yo nunca estaría entre ellos. aguantando un retortijón de tripas.
Si bien, tengo que acotar, hay grados, y,
opino no he alcanzado el superlativo. Una ―¡Abundio! ―lo reclamó su tocayo.
gran parte de la población, en cambio, sí lo
ha hecho, a juzgar por su forma de actuar. ―¿Qué Abundio, yo?
Es lo que denota que aparente no tener más
preocupaciones que las que le quedan lejos, ―¿Hay otro acaso?
muy lejos; no quiere ni oír hablar de los pro-
blemas domésticos y cotidianos, ni siquiera ―Sí, tú.
de los que afectan directamente a su per-

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sona; no reconocen más preocupaciones que ―¡Ahí va! Es verdad… Pero yo no me
las universales, como el cambio climático o voy a llamar a mí mismo, así que…
la extensión efectiva de los derechos huma-
nos a los animales irracionales y a las muje- ―Bueno. En ese caso, ¿qué?
res… ¡Dios mío! ―exclamó, golpeándose la
frente con la mano abierta, como si se hu- ―Que estoy asqueado. La gente, ahora,
biera olvidado de algo o acabara de darse es más falsa que nunca; quizá tenga más
cuenta de alguna cosa de suma importan- miedo que nunca. Perora de una manera y se
cia―, lo que resulta chocante es que, puesto calla de otra. Eso, los que acarrean un cierto
que reclaman el copo de los derechos huma- bagaje de experiencia y conocimiento; los
nos para los animales, no exijan, paralela- que no, por lo general jóvenes universitarios,
mente, que se reconozca a estos los hablan por hablar, repitiendo consignas que
derechos civiles y políticos. Puestos a ser les han sido transmitidas de viva voz en las
ecuánimes… A ver, ¿por qué no va a poder aulas y, desde cualquier PC, portátil o celular,
ser diputado a Cortes un animal, un perro, vía telemática, y que ellos defienden como si
un gato, una gallina, verbigracia? A propó- se tratasen de verdades absolutas, no permi-
sito, no creo que haya nadie que se atreva a tiendo que nadie las ponga en duda. Los
discutir que un perro ladrador no tendría abuelos, los padres, los hermanos mayores,
competencia desde la tribuna de oradores del la gente con sentido común… a callar.
arco parlamentario.
―Es curioso. No renunciando ellos a
―Derechos humanos, civiles y políti- nada, pretenden que los demás hagamos re-
cos… hasta para las pulgas, que también son nuncia de todo. Les gusta viajar por tierra,
animales. Todo bien pomposo. ¡Viva la gran- mar y aire, rara vez a pie, ni por asomo na-
dilocuencia! Se diría que ninguno de estos dando y mucho menos planeando a cuerpo
sujetos zoófilos, ¡ole la filantropía!, tiene un gentil. En invierno, no hacen ascos a la cale-
hijo tonto o delincuente, un cuñado psicó- facción; ni en el estío, al aire acondicionado.
pata, una hermana alcohólica, un padre con A la vez que se declaran “vegegas”, justifican
Alzhéimer, una madre imposibilitada que no su afición a la comida rápida y ultraproce-
controla los esfínteres, una querida soplona, sada, nada ecológica, por falta de tiempo y
de huerto propio; y a beber en grupo de una ―¡Joder, Abundio! No es por nada, pero
misma botella, por camaradería y espíritu hay momentos en que tengo la impresión de
economizador. Lo cual no es óbice para que, que me estuviera leyendo la mente ―lo inte-
tras de sí, dejan toneladas de basura que tie- rrumpió su interlocutor―. Al hilo de lo que
nen que recoger los servicios municipales de acaba de referir, la explicación de que en las
limpieza. Además, no tienen ningún empacho generaciones más jóvenes hayan cundido
en llenar de chafarrinones los bajos de los edi- todas las alertas probablemente radique en
ficios, y la fachada toda si se tercia, los puen- que, pretendiendo vivir a costa de la herencia
tes, túneles y otras obras de ingeniería, los recibida tan bien como ahora mismo, no vean
transportes públicos, las lunas de los escapa- claro que vayan a poder heredar porque,
rates, los edificios artísticos, los monumen- antes, se vaya todo a la mierda. Ha cundido
tos… en aras de favorecer una cultura popular en ellas el miedo del avaro, más imaginario
y callejera. Cierto es que algunos grafitis son que real. Son egoístas, tremendamente
auténticas obras de arte, pero son, con infinita egoístas.
diferencia, los menos. En su lucha por mejorar
el mundo, no es raro verlos enganchados a ―Me lo acaba de quitar de la boca ―
algún dispositivo electrónico para jugar a todo dijo. Y, sin solución de continuidad―: Res-
tipo de videojuegos, o bien para enviarse pecto de lo que ha manifestado hace escasa-
mensajes intrascendentes. Y cuando se ponen mente un minuto… Me sucede lo mismo que
estupendos, en aras de aliviar las emisiones a usted: hay momentos… bueno; momentos,
de gases de efecto invernadero, se montan no; en todo momento, tengo la impresión de
en bicicletas, patinetes y otros artilugios eléc- que está usted leyéndome la mente.
tricos… como si las baterías, una vez acabada

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su vida útil, no constituyeran uno de los resi- La conversación viró de pronto y de
duos más contaminantes… Se montan en nuevo hacia el hastío existencial por parte de
esos aparatos eléctricos, decía, cada vez uno de los Abundios. Estaba asqueado. De
menos en bicicletas normales, para despla- todo; en especial, de la gente. Tanto de los
zarse dentro de los núcleos urbanos, a veces voceros que anunciaban catástrofes de todo
por los pocos carriles habilitados a tal efecto; tipo, punteando arbitrios seguramente inanes
pero, en la mayoría de las ocasiones, por las y dictando la conducta del conjunto de la so-
aceras y otros espacios peatonales, con el ciedad para mantenerla sojuzgada, como de
consiguiente peligro para los viandantes. Ya la buena gente, por crédula y servil. Nada
son varios los accidentes contabilizados, al- nuevo bajo el sol. Milenarismo. Esa creencia
gunos con resultado de muerte… En defini- que auguraba la llegada del fin del mundo en
tiva, que contribuyen como los que más a la el año 1000 de la era cristiana y que, desde
contaminación de la atmósfera y a la degra- entonces, había venido aireándose cada
dación de continentes y océanos, pero, eso sí, cierto tiempo, con la introducción de varian-
escenifican toda clase de protestas contra los tes interesadas en su formulación. Su versión
Gobiernos, los organismos internacionales, original, no obstante, aseguraba que la se-
las multinacionales, por no actuar de manera gunda venida de Jesucristo iba a instaurar un
sostenible y conservacionista. Y Gobiernos, reino de bienestar material y espiritual en la
instituciones y empresas hacen falso propó- Tierra para los justos durante un milenio, al
sito de la enmienda para, dándoles coba, po- final del cual los buenos recibirían el premio
nerlos de su parte. Pero ¿están ellos del cielo, y los condenados, el castigo del in-
dispuestos a abandonar a su forma de vida fierno. A este respecto, salió a relucir Fer-
por la salvación de planeta? ¿O es que lo que nando Arrabal, milenarista de corazón y
pretenden es que sean los demás los que vocación, que, al parecer, había afirmado en
abominen de un estilo de vida que difiere su día, iluminado por una copa de Chinchón
poco o nada del de ellos? No son conscientes de no menos de medio litro, que el tiempo
de que los demás somos todos menos el su- del Apocalipsis estaba próximo para alegría
jeto creído de que alberga tal idea en exclu- de los pobres del mundo y de “la minoría si-
siva, cuando, en realidad, es una idea que lenciosa”, que era “católica, fea y sentimen-
anida en todo individuo. tal”, también constituida por pobres. Frente
a esta concepción del milenarismo, se si- ―La reducción de la superficie helada
tuaba la de un sector de la ciencia, engro- de los polos con el consiguiente aumento del
sada por gentes biempensantes, que veían nivel del mar y el desplazamiento de las
en esas profecías del Apocalipsis una opor- zonas costeras tierra adentro, incremento de
tunidad para corregir los errores que, su- la frecuencia de fenómenos meteorológicos
puestamente, iban a llevar a la humanidad extremos, alteración de los flujos de circula-
a su extinción. Por último, estaba el milena- ción de las corrientes marinas…
rismo de quienes, no creyendo en él en ab-
soluto, lo utilizaban para amedrentar a la ―Ya. ¿Y eso no se habría producido de
gente y doblegar su voluntad, con el callado no darse la circunstancia del aumento de la
propósito de obtener rendimiento político y concentración de gases de efecto inverna-
económico; ese milenarismo vocero y mani- dero? ¿No eran estos gases, junto con los en-
pulador que a Abundio, a los dos Abundios tonces CFC famosos que hacían disminuir la
en realidad, le causaba asco. capa de ozono, los que en los años setenta y
ochenta, de acuerdo con las apreciaciones de
―Ningún ejemplo mejor de ese mile- los mismos ecologistas que hoy en día, y, si
narismo que los actos de lucha y propa- no de los mismos, de sus parientes, también
ganda contra el cambio climático apoyados por la “comunidad científica”, esta-
protagonizados por los activistas de la cosa ban haciendo que disminuyera la tempera-
y, en general, por los sectores más concien- tura media de la atmósfera, vaticinándose
ciados de la sociedad, como se denominan una inminente edad del hielo para los albores
ellos mismos ―dijo, en tono de apostilla, el del año 2000? ¿Cómo lo explicaban enton-
discursante. ces? Por el “efecto sombrilla” de los gases de

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que se trata, que atemperaban los rayos so-
―Lucha sin derramamiento de sangre, lares que incidían sobre la atmósfera, cau-
y concienciados en el sentido de intoxicados, sando, lógicamente, su paulatino
no de convencidos ―matizó el otro. enfriamiento.

―Bien traído ―reconoció el que ahora ―¿Y qué pasa, que el “efecto sombrilla”
llevaba la el peso de la conversación, para ha desaparecido por arte de magia, o qué?
retomar seguidamente el argumento princi-
pal―. Cambio climático causado por el de- ―¡Ah! Pregúnteselo al colectivo ecolo-
senfreno productivo y consumista del gista y a la “comunidad científica”.
hombre, al decir de los ecologistas, sustan-
ciado en el calentamiento de la atmósfera ―No, que ya sé la respuesta.
como consecuencia de una excesiva acumu-
lación de gases de efecto invernadero. ―Ah, ¿sí? ¿Cuál?

―¿Y en cuánto se cifra ese calenta- ―“¡Negacionista!” ―me escupirían. En


miento? la misma tesitura musical que en otra época
los agentes de la Inquisición exclamaban
―Aquí es donde empiezan las discre- “¡Anatema!” o “¡Sea anatema!”.
pancias. Hay fuentes que dicen que, desde
el comienzo de la era industrial, la tempera- ―¡Cómo que negacionista! En absoluto.
tura ha aumentado 0´6 grados de media, El clima cambia. Ningún día es igual a otro.
registrándose un aumento mayor en los Tampoco en lo que al clima se refiere. ¿Que
polos y en el arco mediterráneo. Las hay, sin hasta ahora se habían podido establecer ci-
embargo, que afirman que el aumento clos climáticos de duración variable…? Re-
medio ha sido de un grado; otras, de uno y cuérdense los ciclos bíblicos de los siete
medio; y las más alarmistas hablan hasta de años: siete de vacas gordas seguidos de
dos. otros tantos de vacas flacas; los ciclos sola-
res que tienen lugar aproximadamente cada
―¿Con qué consecuencias? once años, un ciclo de subida de la actividad
solar al que sucede otro de bajada; ciclos cli- ―Sin duda, Descartes, que propugnaba
máticos de 1500 años, según la teoría de Ge- la duda como método de conocimiento, está
rard C. Bond; los ciclos glaciares del superado para ellos.
Cuaternario y periodos anteriores, separados
entre sí por otros interglaciares caracteriza- ―Con todo, de que son sabios ningún
dos por el deshielo… ¿Que, en estos últimos tonto duda.
150 años, la acción del hombre ha roto los ci-
clos climáticos, al provocar un aumento pau- ―Eso es verdad ―asintió el que parecía
latino de la temperatura, especialmente más discreto de los dos―. A todo esto ―trató
acentuado a partir de la segunda mitad del de tocarle el brazo izquierdo―, le estoy mi-
siglo XX y sin visos de que esa tendencia rando fijamente y, ¿sabe lo que le digo…?
pueda quebrarse para dar comienzo a un ciclo
contrario, de acuerdo con la tesis de los que ―¿Qué? ―saltó el otro como un re-
sostienen que se ha producido un cambio cli- sorte, un tanto molesto.
mático? Habrá que entender que se han roto
los ciclos de siete y once años; no se puede ―No sé si serán cosas mías, pero creo
decir que se hayan roto los de 1500 ni los de que nos parecemos muchísimo… si no somos
duración superior, como los glaciares e inter- exactos.
glaciares. ¿Acaso 150 años son suficientes
para afirmar que el ciclo de aumento de las ―Como dos gotas de agua, ¡no te jode!
temperaturas no va a tener fin hasta que el
hombre adopte un modelo de crecimiento ―Míreme con atención y luego me dice.
sostenible alejado del capitalismo y unos há-

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bitos de conducta que nada tengan que ver ―¡Déjese de bobadas! ¿Acaso pretende
con el consumismo actual? ―Se aclaró la gar- distraerme de lo que estaba diciendo?
ganta―. Ya sabes, todo es del color del cris-
tal… ―¿Yo? ¡Dios me libre! Simplemente, he
hecho un comentario. Fuera de contexto…,
―¿Y qué quieres decir con eso, Cam- puede ser, pero sin intenciones aviesas. Ade-
poamor? más, todo lo que tenga que ver con la “co-
munidad científica” me interesa mucho, por
―¿Que qué quiero decir, dice? ¿Y toda- más que yo nunca haya pasado de las cuatro
vía me lo pregunta? El clima es usted. Y lo reglas de la aritmética; de hacer puntería con
soy yo. Forma parte de nuestra ideología, in- piedras contra las bombillas del alumbrado
dependientemente de que lo definan una público, en física; y, en química, de teñir de
serie de datos objetivos. amarillo el agua del fondo de la taza del
váter.
―En esos datos se basan precisamente
los que hablan de que es necesario frenar el ―¿Sí? ―Entusiasmado―. Pues, si le pa-
cambio climático. rece, voy a formular algunas objeciones a las
amenazas de los “señores del cambio climá-
―Datos que no les niega nadie. Los “ne- tico”. ―Se rascó la cabeza. Solía hacerlo cada
gacionistas” también admiten que la tierra se vez que tenía que realizar un esfuerzo para
ha calentado en los últimos 150 años. Nadie encontrar las palabras con que expresarse―
puede negar esa evidencia. Sin embargo, . Respecto a la afirmación de que el polo
aducen que se trata de un periodo demasiado norte se está derritiendo y de que acabará
corto como para considerar irrefutables las missing, no cabe negar que, en los meses de
conclusiones a las que ha llegado la progresía verano, junio, julio y agosto, la temperatura
ecuménica, con Al-Gore a la cabeza, en con- media ronda los 0º, si bien han llegado a al-
nivencia con la “comunidad científica”. canzarse máximas de 7, 2º. En el supuesto
de que las cosas fueran a peor… ―S inte-
―¡Vaya unos científicos que ni siquiera rrumpió aquí para hacer la siguiente digre-
dudan de sí mismos! sión―: Hay que tener muy presente que el
polo norte, al contrario que el polo sur, no ―¡Y dale con que no le dejo hablar!
tiene sustrato terrestre, esto es, todo él está ¡Hable usted, coño!
formado por hielo y nieve. ―Retomó la diser-
tación―: En el supuesto de que el polo norte ―No se me ponga así, que era una
se deshelara por completo, el nivel del mar broma.
no subiría tanto como echan los agoreros,
salvo que el principio de Arquímedes, rebau- ―Una broma, una broma… ―masculló
tizado últimamente como efecto “gin-tonic”, en tono descendente el comunicador. Silencio
estuviera errado. Y no, según los amantes de eterno durante una fracción de segundo. Y, de
tal mixtura, el nivel del líquido se mantiene pronto, la voz erguida, vuelta a la refutación
una vez que los cubitos se han derretido. ― de la teoría del cambio climático― : Tampoco
Sonrió, je-je― Subiría el nivel del mar, pero es fácil de tragar que el CO2, uno de los prin-
sólo en función del deshielo de la parte no su- cipales gases de efecto invernadero, presente
mergida de hielo y nieve. En todo caso, bas- distinto comportamiento en la estratosfera,
tante menos que lo que se ha pronosticado donde, al parecer, su alta concentración im-
con la intención de crear alarma social. pide en gran medida la penetración de las ra-
diaciones solares hacia el suelo, que en la
―Lo auténticamente grave, según de- troposfera, donde su acumulación cada vez
duzco ―intervino el interlocutor, interesadí- mayor no obstaculiza que los rayos solares
simo―, sería que se deshelara la Antártida. lleguen plenos de fuerza al suelo terrestre
pero sí que impide que los rayos reflejados en
―Y Groenlandia. En efecto ―se apre- el suelo se abran paso hacia las capas supe-

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suró a contestar el que llevaba la voz can- riores de la atmósfera… ¿Cómo se concilian
tante―, La Antártida es un continente y comportamientos tan dispares?
Groenlandia una isla. No habría efecto “gin-
tonic” posible. Pero, de momento, aunque los ―Eso. ¿Cómo se concilian comporta-
“señores del cambio climático” hablan de que mientos tan dispares de un mismo gas a la
también se está reduciendo la masa de hielo ida y a la vuelta?
y nieve del polo sur y de Groenlandia, la re-
alidad es que la temperatura más elevada ―Oiga, a mí no me haga eco.
que se ha dado en verano en aquel es de -
12,3º, muy lejos del punto de deshielo, y no ―Si no ha sido eco, sino que en la úl-
digamos ya del de ebullición, al que, dado el tima frase he abierto la boca con un poco de
calor que ponen los climatólogos agoreros en retardo. Su voz y la mía han sido una sola du-
sus palabras, se diría vamos llegar pasado rante toda la explicación. Ya se lo he comen-
mañana como muy tarde. Y por lo que res- tado antes, tengo la impresión de que
pecta a la isla, si bien se ha verificado una estuviera leyéndome el pensamiento, de que
disminución de hasta 60 centímetros en la me estuviera quitando la palabra de la boca.
capa de hielo y nieve de las zonas periféricas
en los últimos años, el incremento en las más ―¿No será usted un poco maricón, ver-
interiores ha ofrecido esos mismos guaris- dad?
mos. ―Tragó saliva―. El clima es muy suyo,
y me da que no anda atendiendo a las razo- ―¿Tiene usted algo en contra de los
nes de nadie. maricones tal vez?

Hizo un mutis que tenía toda la pinta de ―De los maricones solo, no; de todo
ser enfático. dios. Ya le he dicho antes que este mundo me
daba asco.
―De haberme dejado hablar ―se preci-
pitó el circunstante―, conste que yo hubiera ―Y a mí.
empleado punto por punto idénticos argu-
mentos y, si me apura, exactamente las mis- ―¡Deje de jugar a ser yo mismo, hom-
mas palabras. bre; que ya me está cansando!
―¡Hala, siga usted con su discurso! Le dece a un plan maligno, sino que es la con-
recuerdo que acababa de hacerse una pre- secuencia de que se haya hecho posible que
gunta acerca del comportamiento dispar del miles de millones de personas tengan acceso
CO2, y es de suponer que de los demás a la electricidad y puedan salir de la po-
gases de efecto invernadero, dejando entrar breza”. ―Cerró la libreta y se quitó los an-
los rayos solares pero impidiendo que salgan. teojos―. ¿Qué le parece?

―Exactamente. No sé si ya he dicho El interpelado se encogió de hombros e


que en las décadas de los setenta y ochenta hizo con la mano el gesto de tener la boca
del pasado siglo, “otra comunidad científica” cerrada con una cremallera. No debió de pa-
predijo una nueva glaciación en la Tierra, recerle mal al que había lanzado al aire una
como consecuencia de atribuir a la acumula- interrogación a la que no cabía otra res-
ción cada vez mayor de gases de efecto in- puesta que la del asenso, por lo que, dando
vernadero en la atmósfera la el efecto de no por buena la actitud de su único oyente, dio
dejar pasar la radiación solar o de dejarla comienzo a un nuevo parlamento:
pasar de manera muy debilitada. ―Hizo una
pausa hueca―. ¿En qué quedamos? ―Ya les ha dicho bastante el danés a
esos exaltados: se deja de producir electrici-
―Eso. ¿En qué quedamos? dad, se deja de fabricar productos en serie,
se deja de practicar la agricultura y la gana-
―Mucho me está usted tocando los co- dería intensivas; nos ponemos estupendos y
jones. No sabe uno cómo vamos a acabar dejamos de utilizar el petróleo, el carbón y
usted y yo. otras fuentes de energía fósil para mover tur-

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binas, motores, etc.; cerramos todas las cen-
―¡Huy, perdone! Siga, siga usted. trales nucleares, por el carácter nocivo de la
radiactividad o por no se sabe qué, que no
El requerido resopló un par de veces, porque contaminen el aire; dejamos de pro-
seguramente para aliviar la presión torácica ducir acero, vidrio, plásticos, productos quí-
que le había provocado su solevantamiento. micos…; es decir, cambiamos el modelo de
Después tomó de nuevo la palabra: una economía capitalista tradicional por el de
una economía sostenible y renovable, y
―Y aunque las tesis del cambio climá- asunto arreglado. ¡Ja! A día de hoy no es
tico fueran acertadas, que podrían serlo o no, dable ese cambio, so pena de condenar a
habría que tener prudencia suma a la hora de miles de millones de personas, como dice
tomar medidas drásticas como las que pro- Lomborg, a la miseria, a la enfermedad, a la
pone la “inteligencia” ecologista. ―Se echó condición propia de los desheredados de la
mano al bolsillo derecho de atrás del panta- fortuna en épocas anteriores a la Revolución
lón y sacó una libretita de espiral de alambre, Industrial, cuando no directamente a su ex-
que, después de ponerse los lentes que lle- tinción. ¿Ha pensado en esto la progresía,
vaba enfundados en el bolso de la camisa, ecologistas, animalistas, veganos…? ¿Les pa-
abrió y hojeó hasta dar con lo que buscaba. rece bien pagar tan alto precio a cambio de
Sin solución de continuidad, enfatizó―: Bjorn salvar al planeta azul de la catástrofe a la que
Lomborg, ecologista danés, con dos dedos de se refieren lo ha abocado el hombre? ¿Se in-
frente a diferencia de la mayor parte de sus cluyen a sí mismos entre las víctimas que
correligionarios, defensor de las tesis del causarían los remedios arbitrados o se creen
cambio climático antrópico, dice ―y empezó que esos remedios no comportan ningún tipo
a leer― que “no tiene sentido pretender que de sacrificio…? ¿Esperan acaso que la amplia-
las emisiones de CO2 hayan desaparecido ción de la superficie cultivada compense la
dentro de una década” ―levantó la vista de menor productividad de la agricultura y la
la libreta―, ya que la producción de anhí- ganadería extensivas? ¿No se han dado
drido carbónico y de otros gases de efecto in- cuenta de que para ampliar la superficie cul-
vernadero ―tornó a fijar los ojos en el papel, tivable hay que roturar el bosque supérstite
empezando a leer nuevamente― “no obe- y que eso equivale a que el CO2 que la masa
forestal talada ya no puede absorber sea CO2 ―Me está usted poniendo nervioso.
que va a ir a parar a la atmósfera, con lo que
se estaría favoreciendo, precisamente, el ―Ah, ¿sí? Entonces igual que usted a
cambio climático que se desea evitar? Igual mí―respondió con tonillo el recriminado.
que con la utilización de biocombustibles, los
cuales generan más dióxido de carbono que ―¿Se está usted burlando de mí?
los combustibles fósiles y el diésel. ―Garga-
jeó una flema―. ¡Qué manía con querer sal- ―¿Se está burlando usted de mí acaso?
var el planeta! De buenas a primera, ¡hala!,
se sustituyen todas las fuentes de energía ―Oiga, ¿por qué no deja de repetir todo
sucias por otras perfectamente limpias… ¿No lo que yo digo?
se coscan, o se hacen los tontos, es posible
que muchos de ellos no precisen ensayar en ―Oiga, ¿por qué…?
demasía para lograr una interpretación ex-
celsa, de que para fabricar el acero de los ae- No permitió que el otro acabara la
rogeneradores y de las placas solares se frase. Descargó el puño con todas sus fuer-
necesitan ingentes cantidades de carbón? zas contra el rostro de su cuate, o de su eco,
¿No se trataba de desterrar el carbón por ser ya no sabía, oyéndose un ¡crash! estremece-
uno de los combustibles fósiles más contami- dor y, seguidamente, ruido de cristales rotos.
nantes? ¿Nos creemos a estos impostores,
embaucadores, meapilas…? Que quieren sal- ―Mejor solo que mal acompañado ―se
var el mundo para legárselo inmarcesible a dijo en voz alta Abundio, la diestra ensan-
las generaciones futuras… ¿Y a mí qué me grentada cobijada como un animalillo herido

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importa que el mundo se vaya a tomar por el en la concavidad de la otra mano. ―Buscó
culo? A ellos tampoco, pero hay que entender con la mirada, girando sobre sí mismo para
que viven de predicar la bondad de la especie abarcar un horizonte de 360º―. Pues sí que
y la eternidad de la materia… lo he mandado lejos ―empezó a murmurar―.
Ha desaparecido como por arte de birlibirlo-
―¿No se estarán reservando la gloria que. ―Observándose el puño―: ¡Ni el de Ma-
de haber sido los promotores de una salva- zinger Z! ―Extrajo del bolso interior de la
ción que tal vez no sea necesaria? ―lo atajó chaqueta la petaca, ribeteándose de sangre
el sometido, rebelándose, aunque se apre- la solapa izquierda, y después de apurar el
suró a pedir disculpas por su irrupción y a dar trago, se roció con las zurrapas los nudillos
seguidamente un motivo que justificara el lacerados, conteniendo un alarido de dolor―.
impulso irrefrenable al que acababa de ¡Qué asco de gente! ¡Qué asco de mundo! ¡El
ceder―: Es que, a veces, cuando habla mejor día ―tocándose primero la cabeza y
usted, me parece que me estoy escuchando señalándose luego los pies― estos 162 cm de
a mí mismo. estatura y 40 kilos de peso, fina estampa, se
quitan de la circulación para siempre!
Inopinadamente, el sochantre, que
aprovechó la nueva interrupción para echar
un trago de la petaquita que sacó de un bol- José María Izarra
sillo interior de su americana, no se mostró
irascible.

―¡Anda! Pues a mí, por esto último que


ha dicho, me ha parecido que estuviera ha-
blando por mí.

―¿Y quiere saber más? ―le propuso sin


darle tregua el que tantas veces se había rei-
vindicado como su sosias, desinhibido, lo cual
no debió de sentarle nada bien.
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Jesús San Eustaquio


Naipes

Todo se puede resolver en un juego de cartas. Cada acto de la vida tiene su correlación:
triunfos, derrotas, estrategia, argucias, trampas, perder, ganar… Lo aprendí de pequeña.
Apenas había empezado a andar cuando entraba gateando debajo de la mesa en la que es-
taban sentadas en corro las mujeres jugando a la brisca. Un bosque de piernas, carne tras-
lúcida y blanda, se ofrecía a mi exploración. Observaba todo: los zapatos, las ligas, los bordes
de las faldas gruesas, los muslos separados que me permitían ver las bragas blancas de
felpa, ofrecidas displicentemente, merced a la costumbre y la comodidad.

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Salí de debajo de la mesa y me senté en un sofá de madera con el colchón de lana.
Junto a mí se sentaban otras niñas, que soportaban en sus tiernas manos las cartas que las
correspondían. Quedábamos los domingos, en tardes aburridas, en un pueblo sin mayor
oferta, para jugar a las cartas, como hacían las mujeres adultas. Jugábamos al julepe. Ha-
bíamos aprendido la simbología y las reglas, y estábamos practicando. Si me esfuerzo un
poco puedo recordar cada partida, cada jugada o lance… Las reuniones servían para sentir-
nos parte de un grupo, pandilla, sociedad. ¡Pobre la niña que no tuviera grupo para jugar
los domingos¡ ¡no jugaría jamás a las cartas, ni a ninguna otra cosa en su vida! Jugábamos
dinero, moneditas, céntimos, al igual que hacían nuestras madres… De esta forma se iba
formando nuestra personalidad. Un esfuerzo más de la memoria y puedo precisar el carácter
de aquéllas amiguitas: sus miedos, envidias, manías, generosidades; decir que las conozco
como nadie, mejor que nadie, aunque a estas alturas de la vida haya poco más que estos
recuerdos entre nosotras.

Los hombres acostumbraban a jugar en el bar al mus. Yo había aprendido las reglas
del mus mirando por encima de la cabeza de los hombres. Así empecé a asociar los reyes
con los treses (en mi pueblo se jugaba de esta forma), los doses con los ases, parejas, me-
dias y duples, a contar de 10 en 10 las figuras y a ansiar tener 31. Cuando fueron a ense-
ñarme formalmente la reglas del mus me di cuenta de que ya las sabía.

He jugado a las cartas incontables veces en los años de mi vida, en familia, con amigos,
en partidas memorables… Sé que soy tímida y reservada, pero que si debo apostarlo todo
cuando lo considero justo no me arredro, lo hago con convencimiento, asumiendo el riesgo
y la posible pérdida. Podría apostar la vida de igual forma.

En fin, reconozco que ahora me interesa más la filosofía del juego que su práctica, lo
que le rodea, como aquellas gruesas piernas blancas que veía en mi primera infancia. Ahora,
cuando voy de visita al pueblo, me gusta sentarme junto a esas mujeres (son otras, son las
mismas, son las pocas que quedan, en un pueblo que parece no renovarse), que en corro
juegan a la brisca, en un grupo de diez. Una brisca de diez con una sola baraja puede parecer
extraña. Me doy cuenta de que a ellas las encanta el juego rápido y trepidante, sin opciones
a grandes estrategias, pero con una suerte de ciencia que no está al alcance de todo el
mundo. Allí están las líderes de los dos equipos, las que organizan el juego, y las comparsas,
más relajadas. Todas se mantienen alerta, discuten, hacen bromas, olvidan sus penas, o las
cuentan, se enemistan o amigan, analizan la vida del pueblo y sus habitantes…

Siento que alguien invisible pasa mientras ellas juegan, tamborilea en los cristales, sa-
luda sin que se den cuenta y recoge un recuerdo para la eternidad. Tanto en las tardes más
frías del invierno como en las deliciosas del mes de junio, con los vencejos atravesando el
cielo azul, así jueguen en su centro particular o hayan formado su corro en la calle. Todo se
convierte en una fotografía: en el exterior se ve un hombre que se aleja solitario por la ca-
rretera, con un mono azul, y aire meditabundo; otros hombres están sentados en un banco
y mantienen una conversación que se sabe intrascendente; el cielo es azul claro; y en el
centro de la escena las mujeres, que lo observan, lo comprenden todo, y a la vez se afanan
en sí mismas… No sé qué me obliga a mirar a mi alrededor, quizás ese misterio que ocurre
pero no sé ver con claridad, eso que intuyo es… no sé, que hay alguien que nos mira…

Montse Díaz Miguel

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Jesús San Eustaquio


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Jesús San Eustaquio


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Jesús San Eustaquio


StARTer
PROYECTOS CULTURALES

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Por Cesitale
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StARTer, artivismo en el espacio público

El trabajo en el muro tiene algo de anárquico y de superación, de unión entre la pintura


y la propia arquitectura, entre el soporte y el contexto que lo envuelve, entre el artista y la
colectividad.

Pintar sobre el muro conecta al artista con el lugar, así se inicia la aventura de enfren-
tarse a un soporte vivo como es el espacio público, donde la soledad del estudio da paso al
bullicio y al transitar de miradas. Despertar cada una de ellas es el reto del colectivo StARTer
Proyectos Culturales, formado por Estela Rojo y Jesús Fernández Mateos, ambos ligados a
las prácticas artísticas desde hace mas de dos décadas.

Dos perfiles profesionales que decidieron compartir sus inquietudes, interesados en


generar iniciativas culturales en las calles. Conscientes ambos del poder transformador del
trabajo artístico en nuestra propia percepción de los lugares cotidianos mediante un gesto
tan sencillo y revelador como es el caminar, iniciaron su andadura en el 2016.

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Intervención llevada a cabo para el proyecto HUELLAS junto a Colegio Campolara y Aspanias

Pero La labor de StARTer va más allá de los muros: combina la gestión cultural con el
comisariado, la ejecución de talleres y la propia intervención artística, tratando de que cada
propuesta adquiera una personalidad propia, que a su vez muestre los pilares de su pro-
yecto; entre ellos, la reivindicación del indispensable papel de la mujer en nuestra sociedad
como transmisora de conocimiento, reflejado en la participación equitativa tanto de artistas
hombres como mujeres en sus iniciativas y especialmente en las temáticas abordadas en
sus muros.

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Muro realizado en Arnedo (La Rioja) en homenaje a la labor invisibilizada llevada
a cabo por las mujeres en el sector del calzado

Mural en Burgos realizado en colaboración con el certamen de coreografia Bur-


gos Nueva York sobre la danza. Artista: Dan Ferrer
Su objetivo es claro: mostrar el arte urbano como una herramienta transversal de co-
hesión social, como agente dinamizador y transformador del espacio no sólo urbano sino
también rural.

Y es de ese interés de donde surgió la oportunidad de desarrollar en la localidad de


Belorado el inicio de Wall-king una apuesta por el muralismo con intervenciones que más
allá del decorativismo buscan generar experiencias significativas en la comunidad.

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Detalle de la Intervención de la Plaza San Nicolás en Belorado

Durante el proceso de investigación de los bordados. Belorado


Un proyecto cocinado a fuego lento con la intención de no resultar invasivo ni ajeno,
alejado de lo que sería un Festival, donde a veces parece importar más la cantidad que el
contexto. Un proyecto en que cada artista ha elegido con minuciosidad el lugar de su actua-
ción, para convertirlos en detonantes de nuestro mirar.

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Detalle de la Casa de las Asociaciones en Belorado. Artistas: Alegría del Prado

Tres fases de intervenciones y once fachadas intervenidas dan como resultado una in-
vitación a pasear por Belorado, a despertar la mirada y deambular por sus rincones en busca
de los muros que hablan de su Historia y de la Historia de muchos otros, que, aunque apa-
rentemente lejanas, se tejen con hilos que hablan de tiempo, de viajes y paisajes, de expe-
riencias compartidas e incluso de los objetos que portamos y que de alguna manera caminan
con nosotros.
Paredes que relatan la vida de exploradores, Hipólito Ruiz López, y exploradoras, Maria
Sibylla Merian, cuya pasión por el mundo nos abrió la puerta a nuevos descubrimientos, re-
latando cómo las miradas inquietas son capaces de apreciar el interés y trascendencia de
aquello que, por minúsculo, para otros no mereció ni un instante. Nos conectan con nuestro
futuro y con nuestro pasado, con la Sabiduría de aquellos que terminan su viaje y con la
inocencia de aquellos que aún tienen todo por descubrir.

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Mural de la artista Lula Goce para #wallkingbelorado

Dignifican labores que van desapareciendo, que siempre han estado, aunque a veces
permanecen ocultas o invisibles, destinadas a desaparecer pero sin las cuales el camino sería
mucho más difícil.

Fachada y detalles de la casa Blasonada de los Salas perteneciente a va-


rias generaciones de zapateros en Belorado Artista:Regue
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A nuestro encuentro saldrá aquello que parece solo guardarse en el hogar, entre olores
cotidianos de pucheros y manos femeninas. Las tradiciones que se niegan a saberse pronto
olvidadas nos retarán a jugar, a compartir la calle como antaño, llena de alboroto y carca-
jadas.

Vista de la Plaza de San Nicolás con las intervenciones de NeSpoon y Regue


Allí las mujeres libres de miedos ocupan la calle y comparten tardes mientras las velan
valerosas guerreras que observan atentas esperando su turno, para mostrarle al mundo
que ellas también son fuertes y estrategas pero también nobles y generosas.

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Detalle de la Intervención mural en la Plaza de San Nicolás, Dama de Arintero. Artista: Regue
Aquí el tiempo se detiene y ya no hay más edad que las ganas de hacer sonar la madera
al chocar y de compartir puntos bajo la mirada atenta de San Nicolás, que desde lo alto ob-
serva inmóvil generaciones de mujeres compartir tardes de bolos y barajas.

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Las fachadas de Belorado ya no son sólo de allí, laten con el ritmo de otros lugares de
aquellos que los pasean, viajeros del Camino y de aquellos que las dieron color. Artistas de
Polonia, NeSpoon; Mexico, Alegria del Prado; Galicia, Lula Goce; León, Regue y el propio
Burgos, con Patricia Diez-Labin, invitados por StARTer, han plasmado en sus calles, sus re-
latos construidos pensando en la complicidad del viandante, en el lugar que los albergaría y
en la diversidad de sus gentes
Pero #Wallking no detiene sus pasos; es más, emprende un vuelo y nos lleva a Burgos
ciudad, donde reponemos nuestro caminar en la calle Hospital de los Ciegos, en la que no
habrá más ciego que el que no quiera ver. Allí nos espera Carmen, paciente y enorme, car-
gada entre sus ropajes de viajes y vivencias para curar todas nuestras miradas.

CESITALE

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Muro parte del proyecto @wallking en colaboración con el @tribufestival, obra de Telmo Miel
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Para conocer más sobre el StARter:

Instagram @starterproyectos

https://www.facebook.com/StARTerproyectos/

https://www.lonelyplanet.com/articles/spanish-street-art-lacework

http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/provincia/belorado-inicia-museo-aire-libre-
wall-king_158235.html

Https://culturainquieta.com/es/arte/street-art/item/15886-el-arte-urbanorevive-un-
pueblo-de-burgos-con-murales-que-celebran-la-tradicion-local.html

https://campeonisimas.es/reportajes/bolo-beliforano-deporte-mujeres/

https://digitaldeleon.com/provincia-leon/montana-deleon/2019/09/04/homenaje-a-la-
heroina-leonesa-la-dama-de-arintero/

http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/cultura/baile-sube-paredes_175962.html

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https://www.larioja.com/comarcas/arnedo/mural-zapateras-20190416004245-
ntvo.html
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El Rey de la Luna

No hace mucho gané un concurso en la radio. El premio consistía en un viaje a la Luna


en un sofá volador. Como me podía llevar a quien me diese la gana (vivo o muerto), me llevé
a todos mis seres queridos incluidos mis abuelos ya fallecidos y a Camilo Sesto a quien me
une una peculiar historia que no explicaré ahora por que no viene a cuento.

A mi la Luna me pareció un poco sosa. No hay bares ni cines ni bibliotecas. Bueno, que
no hay casi nada. Lo mejor de la Luna es que desde allí ves la Tierra, que al principio parece

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un poco plana, pero que cuando ya la miras con más detenimiento, te das cuenta de que si,
que es verdad que es redonda. Bueno, esto y la gravedad cero claro, que es muy divertida.
Es como estar en un parque de atracciones, pero todo el tiempo. Aunque hay que tener cui-
dado. Mi abuelo pegó un salto muy grande y tuvieron que subir los soldados de la Luna a
rescatarle.

En la Luna habitan soldados y un Rey. El Rey de la Luna, claro. Los soldados se aburren
como ostras, porque no hay nada que hacer ni nadie que les amenace. Dice uno que una vez
vinieron los americanos, pero que se fueron echando virutas. Que decían que no había McDo-
nald’s ni nada y que la comida era pésima.

El Rey de la Luna es un tipo serio como casi todos los reyes. Va siempre con los pies en
la tierra (bueno, en la luna en este caso) porque eso allí es signo de elegancia y distinción.

El Rey y los soldados estaban permanentemente aburridos hasta que este programa de
radio empezó a ofrecer como premio los sofás voladores. Desde entonces hay muy buen am-
biente en la Luna. Te puedes encontrar a un montón de gente, muchos de ellos famosos y
conocidos. El día que estuve yo, andaban por ahí George Clooney, Mahatma Gandhi, Ryan
Gosling, Marilyn Monroe, Messi, Stanley Kubrick, Santa Teresa de Jesús, los Pink Floyd, Julio
Verne e Iñaqui Gabilondo, entre muchos otros.

A lo lejos también pude ver a Georges Méliès. Me contaron que llegó aquí en una toma
fallida de “Viaje a la luna” y que luego ya no pudo regresar. Son cosas que tiene el cine,
pensé. Pobre Méliès, que vida más desgraciada…

Una cosa que me llamó mucho la atención, es que en la Luna a todas las horas en punto
suenan las campanas. Y los soldados miran a la Tierra gritando “¡Tierra a la vista!”. Yo creo
que los de la Tierra les caemos bien, aunque escuché quejarse al Rey, de que lo nuestro es
un sistema muy centralista y que desde la Tierra sólo nos acordamos de la Luna cuando hay
eclipses o para ir de vacaciones cuando nos casamos.
En la Luna no entienden el fútbol. Me di cuenta cuando unos soldados le preguntaron
a Messi a que se dedicaba en la Tierra. Los soldados tras escucharle se empezaron a reír
en sonoras carcajadas. “¿En serio? ¿No estás bromeando? ¿Que te pagan por dar patadas
a un balón?” Messi bajó un poco avergonzado la cabeza. “Pero, entonces por qué no com-
pran un balón para cada uno de los jugadores, así no tendrían que pelearse” “¿Acaso son
ustedes pobres?”, preguntó otro.

El momento más emotivo de la noche fue cuando Camilo Sesto se puso a cantar “Vivir
así es morir de amor”. Primero a capela pero al poco muy bien acompañado. Primero salió
Ara Malikian con su melodioso violín y poco después Iñaqui Gabilondo y Xabier Arzalluz to-
cando la txalaparta. Completó el acompañamiento María Jesús (y su acordeón, claro). Pero
la apoteosis vino cuando salieron a cantar con él, Cecilia y Nino Bravo. Fue tan emocionante
este momento, que hasta al mismísimo Rey de la Luna se le escaparon un par de lagrimillas.
Aunque a gusto de mis abuelos que son gallegos, hubiesen venido bien unas gaitas para
completar la actuación.

Luego nos llevaron a la cara oculta y nos invitaron a cenar. Una cena estupenda, todo
muy bueno. Eso sí, comida vegana. En
la Luna no conciben matar animales y
comérselos. Después de la cena mi
abuelo Manuel preparó una queimada,
que le encantó al Rey. Y también a los
soldados, que se pusieron un poco piri-

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pis.

Llegó el momento de volver a la


tierra. Nos montamos todos en el sofá
volador. Todos, menos Camilo Sesto. No
hubo forma de encontrarle. Me da que
con el éxito que tuvo con su interpreta-
ción decidió quedarse allí y comenzar de
nuevo su carrera musical.

A la vuelta nos cruzamos con va-


rios sofás-patera. En uno de ellos iban
Bill Gates, Donald Trump, Amancio Or-
tega y un par de jeques árabes que no
supe como se llamaban porque a mi
todos los jeques me parecen iguales. Creo que escapaban de la Tierra rumbo a la Luna bus-
cando un mundo mejor. A mi la verdad, me dieron un poco de pena. Mira que si cuando lle-
gan les meten en un centro de internamiento… O lo que es peor, les devuelven a la Tierra
por no tener papeles…

Este viaje a la Luna me ha gustado un montón. Y todo por escuchar la radio y parti-
cipar en el concurso. Desde aquí animo a todo el mundo que escuche la radio. Y también
que participen en los concursos, nunca se sabe cuando te pueden dar un premio, no pierdes
nada.

Lo he pasado muy bien, pero ya empezaba a echar un poco de menos a la Tierra.


Cuando veo reportajes sobre otros planetas me doy cuenta de la suerte que he tenido al
nacer en la Tierra. Ves por ejemplo a Marte, que si muy chulo y muy rojo, pero ni una playa,
un bosque ni una praderita para darte un paseo y coger setas. Yo creo que cada vez me
tira más la Tierra.
Pues estaba yo plácidamente dormido, cuando noté que alguien me daba golpecitos
en el hombro. Abrí los ojos. Era Antonio Resines.

“Despierta Lino. Todo ha sido un sueño…”

Yo le miré muy malhumorado y le dije: “Antonio, estás horrible con esa calva. Deberías
irte a Turquía a hacerte un tratamiento.”

Resines se pasó la mano por la cabeza y con cara de preocupación salió de la habita-
ción.

Yo creo que a Resines no le queda mal la calva. Pero se lo dije para fastidiarle. Quién
se cree que es él para despertarme…

“Un sueño, un sueño, un sueño…” Puñetera envidia que tiene la gente de que tú hayas
estado en la Luna y ellos no.

Lino Varela Cerviño

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Jesús San Eustaquio


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El río de la vida

El río arrastra la memoria del tiempo

igual que los hombres arrastran su pasado

y dibujan el mapa de su destino.

Los niños huyeron de mis manos

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y a mis ojos llegaron ancianos

cuyo futuro no estaba en ninguna parte.

Sé que todo acaba porque todo comienza.

Sé que nada fue verdad ni nada fue mentira.

El río se ahoga en el mar.

El fuego abrasa la tierra prometida.

He amado todo lo que debía amar.

Así fue el discurrir de mi vida.

Ricardo Ruiz
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2 sonetos

Lo fatal (Homenaje a Rubén Darío)

Feliz el árbol ya que apenas siente,


y más feliz aún la piedra dura,
pues el dolor agudo el rostro muda,

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y causa pesar la vida consciente.

Nada sabemos, sin rumbo aparente


vamos, tememos nuestra bien segura
muerte, el futuro ignoto nos tortura,
el placer que se quiebra de repente.

La carne tienta con dulces racimos,


la tumba espera con fúnebres ramos, El infinito (Homenaje a Giacomo Leopardi
por la vida y por sus sombras sufrimos.

Nunca hemos sabido adónde vamos, Siempre querido me fue este collado,
no hemos sabido de dónde venimos, desde el que atisbo el plácido paisaje,
ni lo que somos por más que pensamos. matizado por un suave celaje,
que macera mi corazón cansado.

En sus silencios me siento enervado,


hundido en la quietud de sus parajes,
que me transmiten secretos mensajes,
en cuyas músicas quedo varado.

En los recuerdos pienso y en la muerte,


en el tiempo con el ánimo contrito,
en el presente sujeto a la suerte.

Todo se desvanece como un grito,


y aunque ante este vacío me hago el fuerte,
me anego en su océano infinito.

Enrique Angulo Moya


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Jesús San Eustaquio


Dos poemas de Peter Moreno Doell

Murió en 1973, a los 24 años. Fue un referente de la cultura burgalesa en los años fi-
nales de la década de los sesenta y en los primeros setenta. Publicó en Espiral y otras re-
vistas burgalesas.

Juegos de amor y noches

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(entre otras muchas cosas)

Quizá sea tarde


ya que la noche es una
y las aves negras son sangre.
Quizás sea tarde
ya que la tierra se abre
y el aire comienza a brillar.
Quizá sea tarde
para buscar hombres bajo las piedras,
para buscar almas bajo las losas,
para encontrar hojas en la yedra
y para hallar el amor y muchas otras cosas.

En mi habitación

La mesa,
y en su centro
una botella;
la cama,
y sobre ella
toda la oscuridad
y la rasgada proyección
de mi vida,
y la etimología
de mi confusión.

PMD
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Margarito y Cía.

Angélica Gago Benito


Directora/Actriz
Margarito y Cía.

info@margaritoycia.com
www.margaritoycia.com

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.

¡Mamá, quiero ser artista!


En casa, desde bien pequeña, me decían que era una teatrera y un poco peliculera. Me
encantaba hacer de personajes, disfrazarme, cantar, bailar; me metía en la habitación de
mi abuela y allí daba rienda suelta a mi imaginación.
Mi primera intervención teatral fue en el colegio. Me fabriqué una ballena
gigante (para mí en esa época, claro) con la regla de madera de coser de mi
madre para representar el pasaje de Jonás y la Ballena (colegio de monjas, ¡qué
le vamos hacer!).
En el instituto empecé a hacer teatro, ¡qué buenos recuerdos!,
y eso que la mayoría de las veces me tocaba hacer los papeles
de chico.
En la Universidad es donde se definió verdaderamente mi
vocación. No se entendía muy bien en aquella época que quisieras
hacer Arte Dramático: “eso no da de comer”, y terminé estudiando la
Licenciatura de Historia, pero no me desvinculé del teatro. Pasé las
pruebas y estuve dos años formándome en el Aula Estable de
Teatro de la Universidad de Valladolid. Aunque fueron los últimos
años de un Aula con una trayectoria de más de treinta,
fueron años inolvidables con el maravilloso Ricardo Vicente,
que nos enseñó a amar el teatro y cualquier expresión artística.
Con el fin del Aula, me embarqué en el Grupo de Teatro
bilingüe del Departamento de Filología Francesa… Mucho francés, mucha locura y mucho
teatro y mucha actriz… Una faceta de mi vida artística con la que, pasados los años, me he
relacionada menos, porque la inquietud, las ganas de probar, de conocer hicieron que mi
camino pusiera rumbo al Arte de Contar Historias y al Clown (para mí, Payasa). Gracias a
ello, se definió Margarito, mi nombre artístico, que bien merecería otro artículo.
Las “historias” han sido y son mi columna vertebral, mi sustento, mi quebradero de
cabeza y mi pasión a pesar de que, en muchos casos, se consideren un arte menor…
Señores y señoras, todo el mundo puede contar, así lo pienso, pero no todo el mundo sabe
hacerlo y es muy común que la gente se ponga a contar sin el respeto que hay que tener
a la tradición de trasmitir oralmente una historia, un cuento, una aventura… ¡Una profesión
muy antigua! en la que por cierto, no hay personaje, se cuenta desde el yo de cada uno
(sirva como pequeño toque de
atención para esos duendes,
hadas y demás personajes
fantásticos que te encuentras en
bibliotecas, teatros, calles y
lugares varios contando una
historia desde el disfraz
correspondiente).

El Clown, mi otra activad


(para mí, la más difícil), la eterna,
la infinita búsqueda de la Payasa
que tengo dentro, esa mezcla de
personaje y personalidad interior,
profunda, humana, inocente,
sorpresiva, que me hace

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deambular por la alegría y la
tristeza, que me hacer trabajar
desde el humor, divertirme,
probar, lanzarme al vacío,
derrapar, me da placer y me
enseña a vivir cada día y a ser un
poco mejor… sin olvidar lo difícil
que es ser artista.

En esta profesión también se


necesita una gran dosis de
realidad, por eso lo de contaros la
parte de atrás, lo que no se ve de
un día normal…

El despertador suena a las 8


de la mañana, ni muy tarde, ni
muy pronto, ¡buena hora! Y empieza la vorágine del día de una artista… un día sin bolo,
sin actuación y antes de ir a ensayar, claro.

La gente solo suele ver la parte bonita, que trabajas en lo que te gusta, te subes a un
escenario y la gente ve tu trabajo, que viajas mucho, que conoces gente, lugares… y la
verdad es que no puedo decir que no, pero, como todos los trabajos, también tiene
inconvenientes…

Ya desayunada, una se sienta en su mesa de trabajo y empieza con una de las partes
de este trabajo que se desvincula por completo de lo artístico y te mete de lleno en la pura
y dura parte comercial: “La Oficina”. Esto son muchas, muchas, muchas horas de mandar
correos, buscar convocatorias, teléfono, hablar con personas que programan, que llevan la
vida cultural de las ciudades grandes, pequeñas, medianas, pueblos, que muchas veces no
están (algunos/as podríamos decir que nunca), que casi nunca te devuelven la llamada
(algunos/as sí, todo hay que decirlo), que no responden a los emails (de hecho, ni ponen la
opción automática que te da cualquier servidor de email de “correo recibido”, con la que
quedarían muy bien y nosotros nos daríamos, o por lo menos yo, con un canto en los dientes).

Para mí esto es lo más difícil, lo menos agradecido. Soy artista y lo de vender un producto
es difícil, muy difícil. Po eso, las horas y horas que hay que pasar sentada en una silla y delante
del ordenador es mayor en muchas ocasiones que las horas de ensayo y de actuaciones. Esto
es lo que no se suele ver. A mí me cuesta mogollón, y se te cae el alma a los pies cuando un
programador te cuestiona el caché de tu espectáculo y tienes que empezar a desglosarle punto
por punto el gasto que supone hacer una actuación… impuestos, seguridad social, seguros,
horas de ensayo, horas de oficina… Eso que hacemos cada día durante horas, y que no
cobramos en nómina como el resto de los mortales, lo metemos en nuestro caché. Cuando te
encuentras con alguien que se supone que gestiona la cultura de este país y que no entiende
que se haga así, intentando desligar el espectáculo de su preparación para escatimar unas
monedas, te dan ganas de dejarlo todo.

Pero dejemos la oficina a un lado… Hablemos del momento creativo. Un artista está
creando constantemente (eso pienso yo, o me pasa a mí): todo lo que ve, todo lo que le rodea
puede despertarle una idea… de cambio, de transformación, de aprendizaje. Las cosas te dicen
algo, cobran vida en tus manos, en tu cabeza.

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Para mí, estar en periodo de Creación es la parte más maravillosa de este trabajo. Son
meses, días, horas en la que todo tu universo gira en torno al espectáculo que estás creando,
a la idea que quieres transmitir, al mensaje que quieres que llegue, que es el que te revuelve
por dentro, a las técnicas que vas a utilizar; son muchas las variables que te rondan la cabeza
constantemente: la música que vas a poner, los juegos con los objetos, el vestuario, la
escenografía, la puesta en escena, el lenguaje (gestual, verbal, gráfico), los toques
humorísticos, los revulsivos para hacer salir de la zona de confort en busca de nuevos
lugares… Son meses de pensar, de hacer pruebas hasta que todo va encontrando su forma y
se va asentando… La energía que requiere todo este proceso es difícil de explicar. Cuando
terminas el proceso de creación… pares el espectáculo que has estado gestando durante meses
y la emoción es máxima.

Y aquí es donde viene la última parte, la maravillosa droga que es subirse o plantarse en
un escenario y transitar: La Escena.

La sabia y querida amiga Virginia Imaz decía en una de sus clases que la gente que está
en el camino de buscar su Payaso o Payasa no es gente normal, algo en lo que estoy de
acuerdo, “es gente que tiene un gran ego que necesita alimentar”. Lo conseguimos cuando
estamos en escena y sentimos el inmenso placer de ser mirados, de ser el centro de atención
del pequeño universo formado conjuntamente con los espectadores.

Es difícil es de explicar la energía, la adrenalina, la emoción y sensación que te inunda


el alma, el corazón, la cabeza, todo, cuando estás en escena… y sentir cómo el público recibe
esa emoción y te devuelve algo que hace que tú entres en un estado de éxtasis porque hay
algo que se intercambia, y eso, eso tan difícil de poner en palabras es lo que hace que sea tan
maravilloso este trabajo, con sus altos y bajos como todo en esta vida.

Es esta una profesión en la que hay que dar el cien por cien de ti mismo, que es
extenuante en ciertos momentos, pero con la que, a pesar de todos los pesares, soy
inmensamente feliz.
Para saber más: www.margaritoycia.com

Historia dulce.

Aquella mañana todo el pueblo apareció cubierto de una fina capa blanca.
Hacía frío y la gente creía que era una tímida entrada del invierno. Lo curioso es
que esa capa cubría también el interior de las casas, los muebles, los cacharros de
la cocina; incluso, tímidamente, a las personas. ¿Qué podía ser?, se preguntaba la
gente.

Era una fina capa de azúcar que lo había cubierto todo, pero solo se dieron
cuenta de lo que era aquellas personas que al despertarse se dieron un beso.

Angélica Gago Benito

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XX aniversario de Interludio

En Interludio estamos de celebración: ¡20 años cantando! Veinte años que han estado
llenos de actividad y, tal vez por esto, se han pasado en un abrir y cerrar de ojos.

Hemos preparado un abundante repertorio, en el que hemos dado prioridad a compo-


sitores contemporáneos y también a compositores burgaleses, y desarrollado proyectos que
hemos dado a conocer dentro y fuera de España: Colonia, Praga, Málaga, Badajoz, Alicante,
Madrid, Valladolid, Palencia, Logroño, Santander, León y un largo etc. Y, sobre todo, en nues-

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tra ciudad y provincia.

Varios cursos de formación con destacados músicos, compositores y directores de coro


como Javier Busto, Julio Domínguez, Basilio Astúlez, Vytautas Miskinis… nos han hecho me-
jorar con sus consejos, con sus correcciones y sus enseñanzas.

Nuestra participación en concursos y certámenes corales nos ha permitido cosechar


algunos premios que nos llenan de orgullo. En primer lugar en nuestra propia ciudad, en el
certamen coral Antonio José, en el que hemos participado en dos ocasiones, siendo galar-
donados con un primer y un segundo premio respectivamente. Pero también en Zumárraga,
Rojales, Griñón, S. Vicente de la Barquera y Villanueva de la Serena hemos recogido algunos
premios más.

Hemos grabado dos discos. Uno, con motivo de nuestro X aniversario, recogía las obras
de nuestro repertorio que más nos gustaban y otro, los ocho cuadernos que nuestro querido
y admirado Alejandro Yagüe tituló Spanish Folk Songs. En ellos Yagüe mezcló y armonizó
canciones de ronda, de boda, de aguinaldos, de cuna, de siega… recogidas en el cancionero
de Olmeda y con su gran maestría como compositor elaboró un trabajo de enorme calidad
y belleza. La relación con Alejandro Yagüe ha sido fundamental en la trayectoria de nuestro
coro. Nos apoyó, nos aconsejó, nos visitaba en algún ensayo, nos acompañaba en algunas
celebraciones. Nuestro concierto del XX aniversario, en San Gil, lo dedicamos íntegramente
a sus Spanish Folk Songs y a recordar a este Maestro (con mayúsculas) imprescindible en
la música contemporánea.

Y en todos estos años hemos dado más de un centenar de conciertos que hemos pre-
parado con entusiasmo y dedicación, ya fueran en una catedral o en una pequeña ermita,
en un gran auditorio o un salón de actos de un pueblecito, siempre hemos buscado dar lo
mejor de nosotros mismos, nuestro mejor sonido, nuestra mejor interpretación y siempre
disfrutando de lo que hacemos.
Toda esta actividad (viajes, conciertos, cursos de formación, concursos, grabaciones)
se sustenta sobre muchas, muchísimas horas de ensayo.

Y no es difícil explicar el porqué de esta dedicación. Son muchos los estudios que han
destacado los beneficios del canto coral. Es algo que saben bien esos esforzados profesores
y directores de coros infantiles que van sembrando semillas de amor a la música: sociali-
zación, aprender a escuchar, aprender música, ser partícipes de un trabajo en equipo en el
que se pueden preparar obras de estructuras complejas y de gran belleza, relajar la mente
al concentrarse en una melodía, en un ritmo o un acorde, olvidando en esos momentos otras
preocupaciones. Se dice que, mientras cantan, los cantores de un coro sincronizan la fre-
cuencia del latido de sus corazones. Y no es algo poético, sino algo físico y con una explica-
ción científica que tiene que ver con la sincronización de las respiraciones y otros factores.
El valor terapéutico del canto ha sido destacado por muchos autores.

La voz es el “instrumento” que nos da la naturaleza. Y es el más complejo, capaz de


unir palabras y melodías. A los seres humanos nos gusta cantar en grupo. Las voces, que
son individuales, cada una con su peculiar timbre o color, con su potencia y su expresividad
y que pueden estar influenciadas por los estados de ánimo de los cantores, se esfuerzan en
coordinarse y formar un sonido común. Y esta interpretación coordinada sería imposible sin
la figura del director. Es el primero que escucha al coro. El que pone su trabajo y su sensi-
bilidad musical al servicio del grupo, de forma desinteresada, como es caso de los tres di-
rectores (Fidel González, Beatriz Valbuena y Javier Grande) que ha tenido Interludio en estos

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veinte años. Su sensibilidad musical fluye a través de sus manos y su voz. Y los cantores
miramos y seguimos esas manos que dibujan en el aire ritmos, pausas, entradas, matices
dinámicos y de carácter, tempo… y escuchamos también su voz: una voz que enseña con
ejemplos, que anima, que corrige, que perdona.

En esta sociedad que tiene tendencia a hacernos espectadores y convertir a la música


en un producto de consumo más, es importante que haya grupos de personas que quieran
tener un papel más activo y que, contra viento y marea, se esfuercen en mantener viva
esta expresión cultural con tanta historia y tanto valor artístico y presentarla al público en
directo. Afortunadamente nuestra provincia cuenta con un buen nivel en la música coral.
Junto a otros coros hemos realizado interesantes proyectos y nos hemos apoyado. Estamos
muy agradecidos por ello.

Nuestro agradecimiento también a todos los que han cantado en el coro en algún mo-
mento porque han contribuido a formar su personalidad, y a las personas e instituciones
que cuentan con nosotros y al público que viene a escucharnos porque dan valor a nuestro
esfuerzo, y a nuestras familias porque apoyan y soportan nuestra dedicación a la música.

Y nos queda la esperanza de que la música coral tenga en las programaciones cultura-
les, ya sean locales, regionales o nacionales, públicas o privadas, la presencia y el apoyo
que se merece.

Interludio

https://www.youtube.com/watch?v=KLKeJVQKaAg

https://www.youtube.com/watch?v=OEKnND5dCs4

https://www.youtube.com/watch?v=N__m5sp7PfM
Jesús San Eustaquio

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Jesús San Eustaquio
Aquellos días de luz especial

En ocasiones, los páramos infértiles se iluminan con las flores más hermosas.
Cuando esto sucede así, todos los colores de tierra, de barro, de ceniza, de ocre y de
arena; todos los espacios baldíos y olvidados, todos los lugares mortecinos y apagados,
todo el entorno natural renace en una sinfonía de color, de sonido, de vitalidad, de ener-
gía liberada, de fuerza desenfrenada, en un efecto semejante a los gritos redimidos, a
las ganas de saltar, de reír, de vivir. Sí, de vivir. Florece la vida, el talento, la creación, la

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libertad.

Esta ciudad que habitamos, este territorio que nos acoge y congrega, tal vez de-
masiadas veces poblado de miserias, manipulaciones y mentiras también conoció un
tiempo de manumisión escrita, unos pocos meses en los que un puñado de mujeres y
hombres sembraron y recogieron las semillas culturales de una libertad inusitada en pa-
rajes tan áridos, ásperos y ariscos. Eran aquellos días de luz especial.

El Dorado de Castilla se engendró en la necesidad y el deseo, se fertilizó en la rabia


y el orgullo y se alimentó del generoso caudal de ciencia, cultura y arte que atesoraban
sus creadores. Todo esto sucedió durante 87 semanas entre el 5 de noviembre de 1994
y el 2 de agosto de 1996, y su cuna y residencia encontraba acogida los sábados en las
páginas de Diario 16 de Burgos.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo arraigó aquella pléyade de semillas de variedades
tan distintas, ni cómo, en menos semanas de lo que florece una cosecha salvaje emergió
aquel granero de sabiduría. En los silos de las letras impresas de aquellas páginas se al-
macenaba simiente de múltiples colaboradores; en su diversidad podía visitarse la ciudad
y la provincia, sus parajes y monumentos, sus paisanos y su paisanaje; podía, igual-
mente, hallarse grandes y pequeñas joyas literarias, musicales, cinematográficas, patri-
moniales, gastronómicas, vinícolas, agrarias, ecológicas, históricas o futuristas. La
variedad de los temas tratados era tan abundante como lo fuera la capacidad narrativa
de las mujeres y hombres que conformaban el equipo de colaboradores.

Fiel a mi costumbre, nacida entonces, creo que debo ilustrar este texto con algún
pasaje musical, al efecto de aportar nueva luz y felicidad a la creación literaria. Y elijo el
clásico de Pink Floyd “Confortably numb” perteneciente a “The Dark Side of the Moon”.
Creo que es un acierto, primero porque me acompañaba fielmente en muchas noches de
insomnio y trabajo, pero también porque en esa cara oculta de la luna reside la metáfora
perfecta que ilustra los tiempos narrados. De la oscuridad de una cara conservadora,
perversa y dominante de la sociedad burgalesa oficial y oficialista, de las cavernas más
profundas, carcas y tenebrosas de la Prensa del momento, solamente se desprendía gases
envenenados, materias muertas y magma volcánico destructivo.

Recuperar el aire limpio de la ciudad, respirar la luz de los amaneceres de junio, hundir
la mano en las aguas del río Arlanzón, viajar por páramos y mesetas, por vegas y valles,
por pueblos de abobe y olvido, por piedras talladas vestidas de musgo fresco, ahora refugio
de lechuzas y plataformas de cigüeñas, permitió que los ciudadanos despertaran sus con-
ciencias dormidas, que recuperaran su razón de habitantes civiles, y que, ya civiles, desta-
caran su civilidad emergente frente a la aborregada masa de clericales al uso.

Desde luego, pocas veces se ha titulado mejor un espacio dedicado a la cultura: El Do-
rado de Castilla. Su resplandor perdura.

DURANTE TANTOS AÑOS…

El pasado 20 de septiembre se cumplían 30 años del nacimiento de Diario 16 de Burgos.


Una fecha mágica, cargada de emociones y de sueños perdurables, plena de satisfacciones
y de encuentros, de recuerdos y de lágrimas. Todavía pudimos abrazarnos unas cincuenta

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personas, algunas no pudieron asistir, otras se acercaron solamente a saludar y otras, des-
graciadamente, nunca más podrán acariciarnos con sus miradas, sus palabras y sus talentos.

Era un día caliente y gris, ventoso y en ocasiones caía una leve cortina de agua. Se es-
taba bien paseando bajo la lluvia, tal vez porque en ese estado de melancolía ambiental los
encuentros resultaban más deleitables, las conversaciones más serenas y los abrazos más
sinceros.

Durante tantos años habíamos estado separados y para todos era como la cita concer-
tada el día anterior. Vistos en su globalidad seguramente pareceríamos seres de un guiñol
en movimiento, de ademanes felices y de gestos suaves y cariñosos. Y los hilos invisibles
que nos sujetaban no estaban manejados por manos enguantadas, sino que era la pureza
misma nacida del alma de la amistad la energía que determinaba todos nuestros actos.

Y era todo como en el principio de este texto, como en el origen de todo. La mañana
nublada pintada de nubes de panza gris y blanca se iluminaba con las flores más hermosas.

Burgos, 20 de octubre de 2019

Carlos de la Sierra

Inconvenientes para la mudanza1


Cuando me quise mudar al chalet, mientras adecentaba la casa vieja para venderla,
aparecieron infinidad de cachivaches inútiles dispersos por el desván y el trastero, artilugios
inverosímiles escondidos en los rincones más insospechados y en el interior de las arcas,
trajes en desuso, planchas, cedazos, husos, ruecas, albardas…, cubiertos por una costra de
1
Publicado en los primeros Alfoz (30 de septiembre de 1989)
orín y polvo que impedía su identificación en muchos casos, y en todos, encontrarles una
finalidad acorde con el mobiliario moderno y el nuevo estilo de vida que seguiría a la mu-
danza.

Sin embargo, me apenaba desprenderme de ellos. Por un lado, siempre he encon-


trado en la ineficacia la dignidad de los hombres y de los objetos; y por otro, los veía tan
indefensos que tirarlos sin más ni más me creaba los mismos problemas de conciencia que
pegar a un tonto, engañar a un niño, ultrajar a un ausente, o a la memoria de un muerto,
así que, mientras ideaba algún destino digno para ellos, los reuní en el viejo baúl del pa-
sillo, herencia de la familia.

Una tarde lluviosa, en que los albañiles que construyen mi chalet se vieron forzados
a dejar antes el tajo, se me ocurrió publicar un anuncio. En secreto acariciaba la posibilidad
de que alguien encontrara algo de interés entre aquella cacharrería desvencijada y mu-
grienta que había acumulado con los años.

El texto exacto del anuncio decía:

Cambiaría viejo armatroste a rebosar de antiguallas por cualquier herramienta ade-


cuada para los tiempos que corren.

El primer interesado fue un viajero carroñero, de esos que vienen siguiendo el rastro

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a las gangas. Después de husmear en las entrañas del baúl y sacarle las tripas a cada ar-
tefacto concluyó que por hacerme un favor se lo llevaría todo a precio de chatarra.

No me avergüenzo al confesar que, durante la minuciosa inspección del impostor co-


dicié los confusos beneficios que me reportaría en el futuro el ordenador personal que le
pediría a cambio; pero ante su oferta insolente no supe refrenar mis impulsos, le di las
gracias con cajas destempladas y le mostré la puerta de la calle a empujones, con maneras
totalmente indecorosas. Estuve, según creo, en mi puesto: por poco valor que tengan los
restos de mi pasado, cuando menos se merecen un respeto, por favor, oiga.

Entretanto avanzaba la obra, y el seguimiento constante del menor detalle en la edi-


ficación de mi casa definitiva requería toda mi atención y todo mi tiempo.

Quizás este primer traspiés fomentó el olvido en que mantuve durante semanas al
anuncio, al baúl y su contenido, y al hecho evidente de que la venta de la casa vieja era
un paso previo e inexcusable si quería hacer frente a los primeros pagos del chalet.

Es cierto que llegaron algunos compradores posibles preguntando por mí, atraídos
por el reclamo del anuncio y por habladurías sin fundamento que versaban sobre no sé
qué tipo de tesoros que escondía el baúl; pero a todos despaché con urgencia, apremiado
ante la proximidad del invierno y el serio retraso que sufría la obra, paralizada a causa de
las últimas lluvias.

El comediante se acercó a pie de obra en los últimos días de noviembre, cuando yo


estaba extasiado constatando los visos de realidad que cobraba mi sueño de toda la vida
a la luz de aquel dorado crepúsculo. Me maravillaba del parecido preciso de la fachada
principal y el jardín con los planos, cuando me dijo muy cerca que venía por lo del anun-
cio.

Le recibí afable, dispuesto a regalarle todo, incluso el baúl, a poco interés que mos-
trara, al mínimo regateo.
Desde un principio el buen hombre se ofreció a cambiarme el contenido del baúl por
metro y medio de libros forrados en piel que deslumbrarían a las visitas con su rica apariencia
y me permitirían codearme de igual a igual con la flor y nata de mis convecinos. Un somero
vistazo a los lomos bastó para que cerrásemos el trato, y comenzamos a trasladar los trastos
del baúl a las banastas de fruta donde él transportaba los pertrechos de su arte.

Apenas retiró un quinqué ahumado, asomaron las primeras tablas carcomidas del
fondo, y el hombre se interesó amablemente por el destino que pensaba dar al viejo baúl.

―Se lo regalo ―le dije. Y me miró desde abajo para enseñarme la dentadura indulgente
que aflora siempre que nos damos de bruces con un ingenuo.

Se incorporó conciliador, dispuesto a una explicación. Y mientras se sacudía el polvo


del traje me preguntó que a él le vendría de perlas un cajón de dimensiones tan colosales,
donde podría guardar el atrezzo que daría vida a multitud de personajes, pero dejó bien
sentado que no podía aceptarlo porque al trasladarlo causaríamos daños irreparables al pro-
pio mueble y a la vivienda en su conjunto. Y era verdad.

El baúl es con creces más grande que cualquier ventana y cualquier puerta, de modo
que para su transporte sólo queda el recurso del desmantelamiento, y esta solución, en el
estado lamentable que presenta la madera, resultaría irreversible.

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―Si en algo lo aprecia ―me dijo el hombre cargado de razón y buena voluntad―, mejor
será no moverlo de aquí.

Y le revelé agradecido mis planes, mis imprevistos temores. Le informé de la inminente


inauguración del chalet y de la necesidad acuciante de vender cuanto antes la vieja vivienda.

―Ahora ―le confesé―, todos los posibles compradores de la casa tropezarán contra
este armatoste antes de rebajar la oferta y tendré que quedarme con ella o malvenderla.
Derrocharé adjetivos y saliva en ponderar sus aplicaciones, haciéndoles ver el valor de las
esquinas labradas y del latón repujado y roñoso; pero de nada me servirá, porque se cebarán
en él, y todos serán defectos y trastornos, contundentes disculpas para robarme en el pre-
cio.

Y allí mismo, en mi casa y en presencia de un extraño, maldije al antepasado remoto


que dilapidó habilidades y ratos preciosos en construirlo, sin tomar medidas a las conse-
cuencias, a esta estúpida forma en que me complica la vida.

-Siendo así, desguácelo de cuatro hachazos y encienda una hoguera en él ―me acon-
sejó el comediante al despedirse, dejándome el escaso consuelo de metro y medio de libros
costosos que nunca leeré.

Desde ese día hasta hoy mi vida se ha estancado en una obsesión: deshacerme del
baúl y de la casa donde han transcurrido mis años.

Me paso las noches cavilando, a la espera de una idea brillante que desembreñe mi
ánimo. Con pasiva curiosidad rondo a media mañana por las inmediaciones del chalet, como
los jubilados que fisgan las obras ajenas. Dudo constantemente en mis gustos, a cada opi-
nión que me pide el maestro albañil, y acabo por dejar en sus manos la totalidad de los de-
talles menudo
A veces decido seguir el consejo del comediante, saltar por encima de generaciones
enteras a las que sobrevivió el baúl antiquísimo como si de una manía o de una enfermedad
hereditaria se tratara, y lo descarto al instante, abrumado por la responsabilidad histórica
que representa.

Realmente no sé qué hacer. Soy consciente de que se agotan los plazos de mis deudas
contraídas, de que día a día se esfuman los sueños que abrigué para mi futuro en el chalet
de que sólo una casualidad podrá sacarme de este absurdo callejón sin salida en que me
hallo… No sé… Quizá si tendiera una nueva trampa a la fortuna publicando un anuncio de-
sesperado alguien podría venir y librarme. El texto deberá ser breve, preciso, esclarecedor;
un anuncio como este:

URGE vender casa con viejo baúl dentro. Facilidades.

Jerónimo Rodríguez

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Jesús San Eustaquio

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