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Editor
Universidad Nacional de Educación
Enrique Guzmán y Valle
Vicerretorado de Investigación

© Tips de Investigación
Edición especial Nº 2
Noviembre - 2011

Responsable de la Edición:
Vicerrector de Investigación
Dr. José E. Campos Dávila
Asistente Académico
Mg. Roberto Marroquín Peña

Diseño y diagramación
Luis Elguera Villamil
Ingrid Flores Avalos

500 ejemplares

Impreso en los talleres gráficos de la Editorial Universitaria de la Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle.
Av. Enrique Guzmán y Valle s/n La Cantuta - Chosica
Teléf.: 313-3700, Anexo: 223 - 224
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

PRINCIPALES PENSADORES DE LA
EDUCACIÓN PERUANA

MANUEL VICENTE VILLARÁN GODOY

Nació en Lima el 18 de
octubre de 1873. Sus padres
fueron el Dr. Luis Felipe
Villarán, quien fuera rector
de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, y doña
Rosalía Godoy. En 1890 ingre-
só a la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos para
estudiar en las facultades de
Jurisprudencia y de Ciencias
Políticas y Administrativas.
En la Facultad de Jurispru-
dencia, se graduó de bachiller
y de doctor en jurisprudencia Manuel Villarán Godoy
y se recibió como abogado.
En 1908 se graduó de bachiller y de doctor en Ciencias Políticas y
Administrativas con las tesis El factor económico en la educación
y la educación nacional y la influencia extranjera, respectivamente.
En 1900, Villarán pronuncia el discurso académico de apertura
del año universitario titulado Las profesiones liberales en el Perú.

Villarán se incorpora a la docencia universitaria en la Facultad


de Derecho haciéndose cargo de las cátedras de Derecho Natural,
Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional; ocupa diversos
cargos en la administración universitaria, llegando a ser decano

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

de la Facultad de Jurisprudencia y rector de la Universidad Nacional


Mayor de San Marcos (1922-1924).

En 1901, fue delegado de la Universidad ante el Consejo Superior


de Instrucción Pública. Fue ministro de Justicia, Culto e Instrucción
Pública durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía, cargo al que
renunció por motivos políticos. Presidió las comisiones de Reforma de la
Educación de 1910, 1918 y de la Reforma Universitaria de 1930 encargada
de preparar un Proyecto de Estatuto de la Universidad de San Marcos.

Fue miembro de la Comisión encargada de redactar el Proyecto


de Ley de Accidentes de Trabajo. En 1909 integró la Junta Directiva del
Partido Civil. Fue senador por el departamento de Junín. Desterrado
(1925-1927), se mantuvo alejado de la actividad pública y social. En 1931,
presidió la comisión encargada de preparar el Proyecto de Constitución
del Estado e integró las comisiones que reformaron los códigos Civil, de
Procedimientos Civiles y de Comercio. Fue candidato a la Presidencia
de la República en 1936 y embajador del Perú ante la Santa Sede en La
coronación del Papa Pío XII. Fue miembro de la Sociedad de Beneficen-
cia de Lima desde 1907, Fiscal Suplente de Lima, Decano del Colegio
de Abogados de 1914 a 1915 e inició la publicación de la Revista del
Foro en 1914. En 1936, el Papa Pío XII le otorgó la Condecoración de la
Orden de San Gregorio. En 1942 es condecorado con la Orden del Sol.
En 1951, recibe la Medalla al Mérito por Servicios Distinguidos «Palmas
Magisteriales» y en 1953 se le rinde un homenaje nacional al cumplir 80
años de edad. Manuel Vicente Villarán fallece en Lima el 21 de febrero
de 1958 a los 85 años de edad.

Sus principales publicaciones son: Lecciones de Derecho Natural, Las


profesiones liberales en el Perú, La misión de la universidad latinoamericana,
Programa de filosofía del Derecho, Apuntes de Derecho Constitucional, Las
constituciones de 1860 y 1920, El gobierno de Alemania, Programa detallado
de Derecho Constitucional, Estudios sobre educación nacional, El momento
actual de la Universidad de San Marcos, El gobierno de los Estados Unidos,
Cuestiones generales sobre el Estado y el gobierno, El arbitraje de Washington

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

en la cuestión peruano— chilena, La Universidad de San Marcos de Lima:


los orígenes, 1548—1577, Vida y pensamiento de Luis Felipe Villarán,
Apuntes sobre la realidad social de los indígenas del Perú ante las Leyes
de Indias.

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO

Manuel Vicente Villarán parte de la idea de considerar el de-


sarrollo económico del país, como una condición para el desarrollo
educativo, siendo el crecimiento industrial el factor más necesario
para la mayor cultura. Sostiene que, «antes de llenar de escuelas
el país, es necesario cruzarlo de ferrocarriles, caminos y telégrafo;
proveerlos de canales de riego, puertos y obras sanitarias; porque
sin estas cosas y sin la vitalidad creciente que ellas produzcan, todo
cuanto adelantemos en pura instrucción sólo servirá, quizás para
hacernos sentir, más agudamente que hasta hoy, la impotencia
y la humillación que acompañan a los pueblos perpetuamente
miserables».

Representa Villarán, en el proceso de la instrucción pública,


según Mariátegui, el pensamiento demo-burgués, condena la educa-
ción tradicional, dogmática en donde la enseñanza estaba orientada
a imitar métodos y planes extranjeros, sobre todo en las lenguas
clásicas. Así, en 1900, en su discurso, «Las profesionales liberales en
el Perú», hace un análisis de la educación peruana y de la realidad
del país y con ello de la psicología del hombre peruano. Pensaba
que el Perú por su trayectoria económica-social debería ser tierra de
labradores, colonos, mineros, comerciantes y hombres de trabajo;
pero por la fatalidad de la historia y la voluntad de los hombres ha
resultado convirtiéndose en el país donde predominan los intelectua-
les, literatos, poetas, burócratas, en el que faltan hombres dedicados
a la industria con fuerza y espíritu de lucha para obrar en cualquier
campo y contribuir al engrandecimiento y progreso del país.

Propugna una reforma en contra del idealismo de la época


y frente a la educación limitada a las clases altas propuesta por

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Deustua; propone una educación para la clase alta acompañada


de un esfuerzo a favor de la clase media y de las clases populares.
En este sentido Villarán defiende con mucho calor las virtudes del
indio peruano, aboga y defiende una educación popular, y lo hace
en la tesis titulada El factor económico en la educación nacional
(1908). Donde refuerza sus ideas en el sentido que la formación
de élites representa en el país el ahondamiento del abismo que
separa una clase de otra, produciendo el abuso, la explotación del
de arriba hacia el de abajo. Veía como el indio era utilizado por ser
analfabeto y explotado por los caciques; ello le hizo pensar en que
la educación para las mayorías lograría alcanzar el progreso social.

En esta perspectiva y embuido de las ideas positivistas de la


época, creía que era urgente rehacer el sistema de nuestra educa-
ción, en forma tal que produzca pocos «diplomados y literatos y
en cambio eduque hombres útiles, creadores de riqueza» (Mariá-
tegui). Por lo que plantea que el esfuerzo educativo debería estar
encaminado no sólo a la educación superior sino en primaria y
secundaria, siguiendo el modelo de los Estados Unidos, en el cual
al industrialismo «denigrado» le siguió un estupendo florecimien-
to de las ciencias y las artes. El Perú debe así corregir los rumbos
de la educación nacional, fomentando una educación práctica e
industrial a sus hombres.

La educación, según Villarán, debería ser «democrática, sim-


ple, científica, común y profesional tendiente a despertar energías,
físicas y mentales, estimular el trabajo y formar hombres». Aspectos
que tienen relevancia en estos años, que busca en la práctica hacer
de la educación una agencia de capacitación de la mano de obra
masiva, indispensable para la industrialización del país.

Pero esta reforma educativa que planteó Villarán sólo quedó


en una crítica y en una proclama que se frustró, como señala Ma-
riátegui, porque entonces el embrionario desarrollo capitalista en el
Perú no tenía aún la fuerza suficiente para desplazar una economía
eminentemente agrícola y todas sus consecuencias.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

LECTURA

LA EDUCACIÓN NACIONAL Y LA INFLUENCIA EXTRANJERA

Tesis para optar el doctorado en Ciencias Políticas

Manuel Vicente Villarán

Más que una realidad tangible, la instrucción popular fue


durante mucho tiempo, entre nosotros, una simple aspiración que,
por virtud de suscitar generales simpatías, sirvió algunas veces de
plataforma a los políticos y otras veces de inspiración a trabajos
literarios u oratorios, sin grandes consecuencias. Pero, mediante
la adopción de medidas que representan el comienzo de una labor
firme y continua, el tópico de la educación pública ha cobrado, en
los últimos tiempos, el interesante relieve de un problema práctico.
Las principales de esas medidas han consistido, como se sabe, en
unificar y centralizar la dirección de la enseñanza oficial, reunir e
incrementar los medios pecuniarios, multiplicar considerablemente
el número de escuela, iniciar la edificación escolar y modernizar
el plan de la educación primaria.

Sin embargo, la satisfacción que producen tan acertadas y tras-


cendentales reformas, no debe hacernos olvidar que nos hallamos
todavía en el período de las iniciaciones, que la casa está, apenas,
a medio edificar; y que, por lo mismo, es aún tiempo de estudiar
su estilo, decidir sus dimensiones y seleccionar sus materiales. Por
eso, nos ha parecido oportuno insistir sobre las exigencias, apenas
esbozadas, de la política educativa nacional complementando
algunas ideas que, hace poco, expusimos sobre este mismo tema.

La fe en las virtualidades de la educación, profesada por


algunos con apasionado sectarismo, les ha hecho desconocer que
no interesa educar en cualquier forma y a todo trance, sino del
modo que exigen nuestras necesidades actuales y nuestro medio.
Nunca se repetirá bastante, ya que muchos bien intencionados lo

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

olvidan en la práctica, que los problemas de educación deben de-


cidirse con criterio local y nacional, partiendo de la noción exacta
de lo que somos y valemos, noción formada fríamente, sin ánimo
dispuesto a empequeñecernos, pero también huyendo del beato
optimismo de ilusos.

Dentro de estos propósitos, deseamos apuntar, desde luego,


la índole y tendencias más propicias de nuestra educación para
que pueda responderá sus especiales fines de interés nacional e
indicaremos, en seguida, uno de los caminos por donde, a nuestro
juicio, será posible, tal vez, acercarse a la solución ambicionada,
abordando, con este motivo, el problema del profesorado, o sea
la más vital de las cuestiones prácticas tocantes al mejoramiento
de la instrucción pública.

Para tratar metódicamente los dos temas propuestos, se hace


preciso investigar primero los grandes defectos del carácter nacio-
nal que es menester corregir, y considerar, luego, las condiciones
materiales del país en relación con sus más premiosas necesidades
educativas.

Lejos de todo afán de crítica, hay que convenir, ante todo,


en que la pereza, la inercia, físicas y mentales, son el débil del
hispano-americano y, por ende, el defecto que nuestra educación
ha de proponerse combatir en primer término. Pensaba Unanue
que era posible compensar con influencias morales esta desgraciada
propensión; pero no dejaba de acentuarla firmemente, creyendo
descubrir su causa en el calor y la humedad de estos países. Acaso
factores sociales y económicos contribuyan a esta tendencia en no
menor grado que el clima. No era natural esperar que los conquis-
tadores españoles, hombres aventureros y pródigos, que nunca
conocieron los goces de la vida laboriosa y metódica, tuvieran
descendientes en quienes brillara el amor al trabajo. Ni era difícil
la propagación del ocio en tierras dominadas por aquellos arrogan-
tes castellanos que miraban todo trabajo como oficio impropio de
gente bien nacida, y que, al venir a América, nunca admitieron el

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

deber de trabajar. Mas no interesa analizar, ahora, los antecedentes


de un hecho por desgracia innegable y notorio, que se ofrece a la
experiencia cotidiana bajo infinitas formas, en la intolerable pereza
de los jornaleros y domésticos, la escasez e intermitencia de la mano
de obra, la morosidad de los artesanos, la incuria de los empleados,
el ocio de los estudiantes, la lentitud de las oficinas, la inclinación
a los trámites, la eternidad de los aplazamientos, la anemia de la
vida en sociedad, la tediosa inactividad de las mujeres, la apatía,
el amodorramiento, el abandono con que se desenvuelve el trato
humano entre nosotros, así en la sociedad y en el hogar como en
la administración y en los negocios.

Junto a la pereza hay que poner, y como uno de sus efectos,


la carencia de voluntad. Carlos Octavio Bunge ha expresado el
pensamiento de todos al decir que el carácter de los sudamericanos
es no tener carácter. Y, sin embargo, nuestros remotos antepasados
ibéricos lo tuvieron. Ninguna nota fue más conspicua en ellos que
el temple acerado del alma, la magnitud de su terquedad y de su
audacia. Pero el ocio secular pudo más que este nervio del carácter
hispano, lo ablandó, lo debilitó, como se debilitan los músculos
por la continua falta de ejercicio.

Y conviene notar, en fin, que la inteligencia sudamericana, con


ser tan sutil y brillante, no ha desenvuelto, por culpa de esa misma
tradicional inercia, sus disposiciones más necesarias, como son el
juicio, la reflexión, el criterio propio y recto, por lo mismo que estas
capacidades se forman con el hábito de la atención concentrada, de
la observación y del cálculo, que son manifestaciones de un espíritu
alerta y activo. La solidez del pensamiento y el descubrimiento
de las verdades que piden reflexión, me parecen sobresalir en los
europeos, decía Unanue: “a los que nacen en este nuevo mundo ha
tocado el privilegio de ejercer con superioridad la imaginación”. En
la época colonial, por conveniencia política, y en la independiente
por ignorancia y rutina pedagógica, el sistema de educación, ha
contribuido por su lado a cultivar la memoria a expensas del cri-

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

terio, el hueco raciocinio verbal con mengua de la comparación


ejercitada sobre cosas reales, el arte de expresar lúcidamente las
ideas antes que la capacidad para adquirirlas. No es extraño, con
tales precedentes, que se haya propagado en estos países, una
acentuada manía verbalista que hace del tema más pedestre o del
más grave, asunto propicio para la incontinencia retórica. El vulgo
ha dado un conocido nombre familiar a las desapacibles y vacías
sonoridades de esta garrulería insustancial en la que, por desgra-
cia, somos los sudamericanos, si no los inventores, los maestros.

Intelectualismo imaginativo, debilidad de la reflexión y del


carácter, tendencia enfermiza al verbalismo, he allí, en suma, la
fórmula en que se condensan los defectos de nuestra psicología.
Causa determinante e inmediata de este proceso degenerativo es la
pereza, aquella pereza, tradicional, histórica, convertida en rasgo
nacional, erigida en principio y sistema. La educación podría, con
el tiempo, contribuir a vencerla, si rompiendo con la vulgaridad y
la rutina, se desenvolviese bajo los caracteres necesarios que más
adelante insinuaremos.

Antes de hacerlo, conviene considerar el elemento físico de


la nacionalidad, puesto que, hasta ahora, sólo se ha estudiado
el elemento humano. Nuestra geografía presenta fragmentos de
tierras fácilmente cultivables, donde se disfruta uno de los climas
más apacibles y benignos del mundo. Allí está reunida, en mo-
desto número, gozando plácidamente del “áurea mediocritas”, la
población blanca y mestiza. Si tan raras facilidades para la vida
se extendiesen a grandes extensiones territoriales, tiempo a que
existiría en esta parte del continente una poderosa nacionalidad,
aunque no fuese sino por virtud del aumento vegetativo de una
numerosa población, acrecida, como en la Argentina, y el Brasil,
por el valioso aporte de grandes corrientes inmigratorias. Desgra-
ciadamente, en el Perú dominan los contrastes. Esos fecundos y
deleitosos valles son pequeños oasis distanciados por interminables
pampas criazas, empinadas cordilleras, ríos torrentosos y selvas

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

inaccesibles. Verdad que los desiertos puede convertirse, alguna


vez, en feraces campiñas, las cordilleras contienen inagotables
riquezas minerales, las selvas sólo esperan gentes atrevidas que
vayan a coger sus tesoros; pero la magnitud de tantos prodigios
sólo se equipara a las dificultades para alcanzarlos; a multitud y
variedad de los recursos naturales no tienen parangón sino con la
inmensidad de los capitales, sacrificios y energías que demanda
su aprovechamiento. Así, pues, la naturaleza se nos ha mostrado,
a la vez, prodiga y avara, generosa y mezquina y, lo que es peor,
sus odiosas contradicciones han agigantado doblemente nuestra
tarea, pues favoreciendo con bendiciones paradisíacas algunas
reducidas regiones, contribuyen al enervamiento de las energías
y al apocamiento de las ambiciones de sus habitantes y dificulta la
formación de aquellos hombres enérgicos y decididos, ejemplares
selectos para quienes parece reservar las riquezas que guarda celo-
samente en otras regiones más vastas, más ricas; pero más rebeldes.

Ahora bien, no es posible asegurar que el porvenir no depare,


en estas tristes condiciones, un victorioso desenlace; porque, a las
serias dificultades que se ofrecen para el avance de los cultivos y
aprovechamiento de nuevas secciones territoriales, hay que agre-
gar la insuficiencia adaptación de la raza para la fuerte actividad
económica que esa obra demanda. ¿Podemos estar seguros que
el estímulo de las necesidades crecientes y de una concurrencia
cada vez más intensa bastará para sacudir el ocio y la apatía?
¿No se detendrá la dominación de nuestro esquivo territorio, por
invencible ineptitud económica de poblaciones ignorantes y des-
habituadas a tamañas empresas? Sin pecar de timidez cabe abrigar
la duda de que resultemos inferiores a la magna labor que nos
aguarda, duda más justificada si se tiene presente que, por ahora,
no se vislumbran muchas esperanzas de que inmigre al país, en
número apreciable, gente llamada a estimularnos con su ejemplo
laborioso y a levantar nuestras desfallecidas energías. Y dentro de
la emergencia insinuada, si la pereza, la falta de carácter, la escasa
iniciativa, la prodigalidad, la ignorancia industrial, no se corrigie-

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

sen prontamente, estaríamos expuestos a sufrir un fatal retroceso


o una estagnación tan vergonzante como peligrosa.

Por cualquier camino llegamos, pues, señores, al mismo re-


sultado. La raza, la tradición, el clima, el territorio, todo nos indica
que necesitamos formar hombres prácticos y sensatos, antes que
teóricos é imaginativos; llenos de inventiva más que de erudición,
vigorosos de cuerpo, fuertes de voluntad, ajenos a todo diletan-
tismo afeminado, provistos de potencias y virtudes activas, no de
refinamientos morales y estéticos.

Todo advierte que la fórmula que se impone a los educadores


nacionales es huir, como de una plaga detestable, de la necia ins-
trucción erudita, verbalista, literaria y libresca y sustituirla con una
educación sobria y sana, basada en la idea de combatir el ocio y el
apocamiento del carácter; que haga, si se quiere, hombres rudos,
pero eficaces; sencillos y sin devastar, pero útiles a sí mismos y a
su patria.
En toda escuela peruana, primaria o secundaria, debiera dedicarse la
mitad del tiempo a estudiar, la otra mitad a trabajar y a endurecer el
cuerpo. Los mayores predisponentes al ocio son la salud incompleta,
las piernas débiles y los malos nervios. Para combatir el pecado de la
pereza vale más una hora de «foot-ball», que un mes de catecismos
y morales exhortaciones. Imitemos a los ingleses que ponen como
base educativa la formación del carácter por la influencia del campo
de sport.
Por otra parte, en toda escuela y en todo colegio el niño, grande o
pequeño, debe trabajar. La escuela urbana ha de tener algo de un
taller; la rural, de una pequeña granja; porque siendo nuestro mayor
mal el ocio, parte esencial de la educación viene a ser el trabajo, y
consistiendo la primera de las necesidades nacionales en el desarro-
llo económico, es urgente despertar o avivar, desde la infancia, las
vocaciones industriales y dignificar y prestigiar las ocupaciones
productivas.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

Si enseñar a trabajar es estimular el amor al trabajo en quienes


ya lo ejercitan y despertarlo en quienes aún no lo han practicado; si
saber hacer una cosa predispone a ejecutarla y si los conocimientos
adquiridos empujan a la acción, nuestro plan general de educación
debe tender a enseñar a todo el mundo un oficio, un arte, alguno
de los modos de ganar la vida.

Cuando el Estado ofrece la instrucción común y no la profe-


sional, parece suponer que cada individuo, por su cuenta y por
propio interés, hallará manera de aprender un oficio, pero esta
presunción no se realiza en suficiente número de casos, sobre
todo en sociedades incultas y de poco espíritu en las que la auto-
educación es muy difícil. Por eso, el Estado necesita ofrecer a todos
las dos educaciones. Así no quedarán sin aprovecharse las fuerzas
de aquellos que no ejercen profesión alguna o que la ejercen a duras
penas y de modo empírico y rudimentario por no haber encontrado
ocasión o facilidades para aprenderla de otro modo.

La educación nacional debe ser democrática. Ni ha de concre-


tarse en un grupo de privilegiados, so pretexto de formar la clase
directora; ni ha de consagrarse sólo a las capas sociales inferiores,
perdiendo de vista a las elevadas. Ante la exigüidad de nuestra
población, conviene suplir el número con la intensa energía de
cada unidad, de suerte que la educación universal, equitativamente
repartida, conduzca al rendimiento máximo de labor económica,
política y social de la diminuta nacionalidad.

Para que sea democrática, la educación necesita ser electiva,


múltiple, diversificada. La verdadera igualdad de los derechos edu-
cativos no ha de consistir en proporcionar a todos la misma especie
de instrucción, sino en dar facilidades para obtener educaciones
de distintas especies, calidades y grados, según las posibilidades
personales. Como hay escuelas de abogados y médicos, de inge-
nieros y militares, ha de haberlas de comerciantes y mineros, de
agricultores y mecánicos. Sólo enseñando todo, puede el Estado

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

democrático enseñar a todos para que dentro de la multiplicidad


de materias y la diversidad de escuelas, se ejercite ampliamente la
adaptación electiva de los ciudadanos, conforme a sus vocaciones
y recursos.

El género de educación que nos conviene, debe ser científica


y no literario. La ciencia combate la propensión al memorismo,
enseña el método, calma la imaginación, modera la banalidad,
refrena el verbalismo. “La instrucción literaria es excelente, dice
Lanson, para hacer, en medio de una multitud de fracasados y
pedantes, unos cuantos individuos superiores que deslumbren al
mundo con su fantasía original y egoísta”.

Por fin, nuestra educación primaria y media debe ser simple


y corta, caracterizada por la sobriedad de su programa y lo sus-
tancioso de sus disciplinas. Es de urgencia que, en vez de enseñar
mal muchas cosas superfluas, se enseñen bien y pronto las cosas
necesarias. Precisa acabar con el enciclopedismo barato, seudolibe-
ral y seudodesinteresado que fomentó generaciones de bachilleres
ignorantes, ridículamente presuntuosos y exaltadamente locuaces.
Una reciente reforma que quiso reaccionar contra esa malsana
tendencia, adoptó el plan americano de la instrucción secundaria
de cuatro años; pero se operó la imitación sin criterio científico y,
lejos de una buena copia, tuvimos una caricatura. Amalgamado el
sencillo modelo democrático de la «high school» con el hinchado
y aristocrático del liceo francés, vinimos a parar en un producto
híbrido y contradictorio. A un programa tan simple y balanceado
que sólo aspira a desenvolver las materias de la instrucción prima-
ria, ciencias matemáticas y naturales, historia, geografía y lenguas,
nos pareció inofensivo agregar filosofía y algo de teología y de
derecho, o sea materias de orden más elevado, que corresponde
a otros propósitos, otros maestros y otros alumnos. Enseñar estas
cosas a muchachos de quince años, de diversos niveles sociales
y capacidades y dentro del reducido tiempo asignado a la ins-
trucción media, constituye una verdadera novedad pedagógica

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

diametralmente opuesta, en objeto y espíritu, al plan americano


que nos propusimos imitar y que hemos ornamentado con aquellos
suntuosos pero perjudiciales adimentos.

Estos son, en suscinto bosquejo, los moldes de nuestra educa-


ción. Ha de ser democrática, simple, científica, común y profesio-
nal, tendente a despertar energías físicas y mentales, estimular el
trabajo y formar hombres. Tal es el ideal. Veamos por qué medio
cabría realizarlo.

***

Cuando se desciende a las soluciones concretas, el tópico de la


educación se subdivide y toma múltiples aspectos. Como dijimos
al principio, ninguno excede en importancia a la cuestión del pro-
fesorado, por lo mismo que la educación nacional depende, en su
totalidad, de los hombres encargados de proporcionarla. Después
de haber apuntado la índole del sistema educativo que conviene al
país, debemos, pues ocuparnos del personal destinado a darle vida.

Es forzoso comenzar, desde luego, por el aspecto menos grato


de la cuestión, declarando que salvadas excepciones legítimas, la
enseñanza nacional primaria y media se encuentra en manos de
personas profanas en el arte de educar, afectadas de una imperi-
cia profesional tan invencible como disculpable. Y no se anotan
ciertamente estas deficiencias para levantar acusaciones contra los
individuos, desde que la culpa, si la hubiese, tocaría al país, por
tratarse de males que son exponentes de antiguas y profundas cau-
sas colectivas. Pero aunque el desinterés y la capacidad de algunos
encubra, a veces, el bajo nivel medio de la vida escolar, conviene
reconocer, cuando la necesidad obliga a declararlo, que, en verdad,
el país carece de maestros; que desea y necesita extender la edu-
cación, pero no tiene quién la proporcione, y que los pretendidos
institutores, en vez de dirigir con acierto la vida mental y moral de
la juventud, por lo general deforman y deterioran el intelecto, la
conciencia, el corazón, la voluntad y el cuerpo de los educandos,

15
TIPS DE INVESTIGACIÓN

extendiendo sus estragos no sólo a los hijos de humildes hogares


sino a los mejores vástagos de las principales familias.

¿Sería juicioso esperar que el organismo educativo nacional,


constituido por tales elementos, se transforme y engrandezca por
reacción propia y espontánea? Los motivos más serios inducen a
dudarlo e inclinan, asimismo, a pensar en la necesidad de atribuir
influencia preponderante, aunque provisoria, a pedagogos extran-
jeros bien seleccionados. Las resistencias que despierta esta idea a
su simple enunciado; no deben impedir proclamarla y defenderla,
pues, poniendo de lado la vanidad patriótica y los suspicaces in-
tereses privados, es fácil alcanzar, distintamente, que la base de
la política práctica llamada a reformar la instrucción pública, está
constituida por la importación, en vasta escala, de educadores
profesionales extranjeros. Por un lado se percibe que los elemen-
tos tradicionales defectuosos no pueden regenerarse a sí mismos
y por otro que no hay nada ofensivo, inusitado ni extraordinario
en que para tomar el primer impulso y romper con un pasado de
atraso y rutina, apelemos, desde luego, a la superior capacidad,
a la más antigua experiencia, a los factores mejor preparados de
otros pueblos.

Pero apresurémonos a prevenir algunas objeciones contra la


idea de la influencia extranjera, señalándola con tonos definidos y
expresándola en formas concretas. Recordemos, al efecto, que dos
son las soluciones generales para el problema del profesorado: la
de formar profesores nacionales, y la de importar maestros extran-
jeros. La primera admite, por su parte, tres procedimientos, a saber:
hacer en el país maestros nacionales, bajo la dirección de profesores
peruanos; formar maestros nacionales, también en el país, pero bajo
la dirección de expertos extranjeros; y enviar jóvenes peruanos al
extranjero a prepararse en la carrera del profesorado. Varios de
estos sistemas pueden tener cabida al mismo tiempo, según las
circunstancias. Así, desde luego, el cuerpo de maestros primarios
de ambos sexos, no puede dejar de constituirse, principalmente,

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

con gente del país, porque no cabe importar los centenares y aún
millares de preceptores que requiere el servicio escolar de toda la
República. Reconocer la dominante actuación de fuerzas nacionales
en el primer grado de la instrucción pública no es, sin embargo,
desestimar la necesidad en ese mismo grado, de la influencia
extranjera. Lejos de eso, pensamos que debía extenderse, en los
posible, señalándoles tres funciones trascendentales y difíciles,
que demandan la acción de profesionales muy experimentados: 1°,
entregar a pedagogos extranjeros de la mejor clase, la formación
del preceptorado nacional, confiándoles las escuelas normales:
2°, atribuirles, como inspectores y superintendentes, la vigilancia
y organización de las escuelas, que sirvan como modelos vivos y
centros de difusión de los métodos modernos.

Para la instrucción secundaria debe prevalecer un concepto


diferente. Este concepto se inspira en que el número de profeso-
res secundarios es relativamente reducido, ofreciendo los lugares
de residencia y los salarios, por lo menos en algunas ciudades,
atractivos modestos pero suficientes para traer a pedagogos ex-
tranjeros de mérito a venir a establecerse en el país. Por otra parte,
la preparación científica y práctica de un profesor secundario es
obra superior a nuestras fuerzas, porque presupone la posesión
antelada de muy buenos colegios y de instrucción universitaria
muy amplia y desenvuelta, elementos ambos de que carecemos en
la actualidad, pues nuestros colegios son institutos embrionarios
y nuestra universidad cumple una misión modesta cuyos alcances
no pueden violentarse, por lo mismo que la instrucción superior no
antecede sino corona el crecimiento intelectual y educativo de las
naciones. De lo expuesto, se infiere que los profesores de colegio
deben, por ahora, importarse, en la medida de nuestros medios,
aprovechando, por supuesto, a los buenos profesores nacionales
cuya cifra es de esperarse que irá aumentando paulatinamente.

Por lo que hace al sistema de enviar jóvenes para educarse


como profesores en países extranjeros, son conocidos el dispendio

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

que ocasionan si se emplea en vasta escala y lo limitado de su esfera


de acción si se aplica en cortas proporciones.

Nada sería más halagador que formar con nuestro propio y


exclusivo esfuerzo una abundante cosecha de excelentes maestros.
Pero consideradas atentamente las dificultades se descubre la
necesidad de pedir colaboración extraña que encauce y complete
nuestras débiles fuerzas. Una sola razón bastaría para comprender-
lo: no es el maestro un artefacto que se fabrica, sino un producto
vivo que se reproduce. Por consiguiente, si no existen buenos pro-
fesores no podemos pensar en formar otros profesores. ¿Por virtud
de qué transformación adquirirá pericia para educar maestros el
mismo personal que se juzga mal preparado para la educación
de los discípulos? Es tenido por axioma que el antiguo alumno,
convertido en maestro, enseña como a él le enseñaron, practica
los buenos o los malos métodos bajo los cuales fue educado y que
imprimieron en su espíritu, en la edad de las huellas profundas y
de las imitaciones inconscientes, hábitos y prejuicios imborrables,
que recubren, sin lograr alterarlos, las más flamantes teorías peda-
gógicas ignoradas en la última hora. Por eso, la empresa de hacer
profesores nacionales sin reformar antes, con auxilio extranjero,
las escuelas y los colegios, conspira a invertir las leyes naturales.
Los buenos profesores son el último y sazonado fruto de un or-
ganismo educacional en pleno desarrollo, comparable a un gran
árbol antiguo y corpulento que alimentan potentes raíces. Y es un
sueño que la planta raquítica de nuestras instituciones educativas
llegue a rendir, a viva fuerza, frutos que no corresponden ni a su
edad ni a su volumen.

Por otra parte, la completa formación de un maestro com-


prende además de los estudios y profesionales, la experiencia, la
larga experiencia de una consagración asidua y absorbente, la fe,
la devoción, el entusiasmo de una vocación inquebrantable que
orienta el rumbo de toda una vida. ¿Quiénes son, entre nosotros, los
hombres que querían encasillarse para siempre en la opaca función

18
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

del magisterio? Es tan corta la cifra de nuestra población que la


división del trabajo social apenas se realiza y que todo hombre de
mediana capacidad tiene fácil ascenso a situaciones halagadoras y
expectables. El profesorado en sus escalas superiores no se opone
a esas expectativas. Al contrario, tomado como labor provisional
o accesoria, da prestigio y exige corto tiempo. Bajo esa forma lo
ejercen o lo han ejercido, en algún período de su vida, casi todos los
hombres más capaces del país, pero muy pocos habrían consentido
en adoptarlo como ocupación principal o carrera exclusiva, renun-
ciando a lisonjeras ambiciones que las oportunidades estimulan.
Y se equivocan mucho los que piensan que cabe corregir este mal
con dinero, elevando los salarios de los profesores, y obligándolos
a dedicarse únicamente a la enseñanza. Tal vez por este medio se
causaría privada del valioso aunque avaro concurso de hombres
distinguidos, y a trueque de poseer prematuramente un cuerpo
de profesores nacionales de carrera, sólo contraría con la estéril
asiduidad de fracasados o mediocres.

Traed, en cambio, maestros extranjeros, hombres procedentes


de países de inmensa población y avanzada división del trabajo,
individuos que se orientaron, desde jóvenes, definitivamente hacia
la ocupación de educadores, y conseguiréis que, sin esfuerzo, por
una remuneración adecuada, sean sólo maestros y hallen en su
modesta obra, voluntariamente aceptada, el colmo de sus aspi-
raciones, sin que les perturbe el incentivo de posiciones públicas
que su nacionalidad les impide ambicionar.

Contra la introducción de profesores extranjeros se ha formu-


lado una objeción que conviene mencionar por más que se derive
de simples alarmas desprovistas de base, de temores patrióticos
respetables por cierto, pero vanos. Calificando de exóticos los ele-
mentos importados, hay la preocupación de que ellos no logren
penetrar nuestra naturaleza y, lejos de eso, menosprecien o de-
formen sus cualidades originales. Se teme las consecuencias de la
diferencia demasiado marcada de carácter y espíritu que pudiera

19
TIPS DE INVESTIGACIÓN

producirse entre el país y sus educadores y se llega a sostener que


sólo el maestro nacional o el que se identifique con la nación, es
capaz de desenvolver las aptitudes de la raza y destruir sus vicios
o deformidades.

Por motivos que expondremos someramente, pensamos que


son infundadas estas zozobras. Maestros inteligentes penetran
en corto tiempo las aspiraciones, las necesidades, la tarea entre
nosotros, por cuanto nuestra naturaleza no parece tener grandes
oscuridades ni sendas complicaciones. Además, el extranjero
traería el aporte de la imparcialidad de criterio que a nosotros nos
falta y la aguda división de lo nuevo de que carecen nuestros ojos
habituados á la propia imagen.

A despecho de vicios y pobrezas, que ya enunciamos franca-


mente, ofrece el carácter peruano buenos y hermosos rasgos de
simpático relieve. Así el romántico idealismo, alarde caballeresco
y firme valor de la estirpe castellana, unidos al hondo sentimien-
to, voluntad tenaz y suave benevolencia del aborigen coloran el
genio nacional con gratos tonos y felices contrastes, propicios para
despertar la amistad y confianza de nuestros huéspedes y alejar
intransigencias o menosprecios.

Esas buenas cualidades innatas de la raza, por cuya persis-


tencia se teme, solo como atávicas, indestructibles: la escuela, al
menos, no puede destruirlas. Poderes misteriosos de la historia
y leyes desconocidas de la herencia dieron a las razas incaica y
española, razas antiguas y formadas, una mentalidad propia y
tenaz de caracteres hondamente grabados, para destruir la cual
serían débiles y superficiales las sugestiones escolares de maestros
peruanos o extranjeros, latinos, germanos o sajones.

Y, después de todo, ¿es acaso, peligroso siempre aceptar por


maestros a hombres que se diferencian de nosotros por su edu-
cación, carácter y costumbres? Pensamos que, al contrario, esa
discrepancia por notable que se suponga, puede ser en determi-

20
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

nados casos, provechosa, puede constituir el necesario germen de


deseadas reacciones, si quizá esas costumbres aportan saludable
mejora o correctivo a las que practicamos, si nos faltan, si esa edu-
cación se animó de un espíritu que quizá o completa paridad de
los elementos en contacto la intensidad de la influencia recíproca
entre ellos, ni la repercusión feliz o adversa de tales influencias. Si
así fuese, el mejor maestro sería el que no se diferenciase en nada
del discípulo. Pero si es estéril y nocivo juntar valores refractarios,
en cambio no hay cosa humana en que no sea menester utilizar
disparidades, aprovechar el contraste de fuerzas divergentes que se
multiplican, de excesos y defectos que se corrigen mutuamente, de
caracteres complementarios que se adaptan, de colores contrarios
que se armonizan o identifican al aproximarse.

Concluimos, pues, que no es un mal, ni una amenaza para la


nacionalidad la actuación de extranjeros en la enseñanza pública.
Todas las diferencias de carácter que pudieran existir entre ellos
y sus discípulos, serán relativamente débiles para impedir que se
vinculen a éstos con aquellos lazos de unidad moral que generala
escuela; y a la sombra de esa comunicación espiritual, el pedagogo
extranjero, tanto o más que el nuestro, se ha de dar cuenta exacta
de las cualidades nacionales para desenvolverlas y de los defectos
para combatirlos.

****

Sólo una advertencia provechosa surge de la objeción que he-


mos considerado. Nos referimos a la gran atención que demandaría
la procedencia de los maestros. Su nacionalidad es punto primor-
dial, por ser exponente del sistema de educación que conocen y
practican y del molde en que se halla vaciado su carácter, revelan-
do, por lo tanto, la naturaleza y calidad del concurso que aportan
como hombres y como maestros. Determinar el país cuya influencia
pedagógica nos conviene atraer preferentemente, viene a ser, por
tal motivo, problema de la más alta valía y trascendencia, debien-

21
TIPS DE INVESTIGACIÓN

do advertirse que aunque sólo fuese para prevenir rozamientos y


consultar la armonía y unidad de la acción, todos los profesores
importados deberían escogerse de una misma nacionalidad.

Presentado en su fórmula más simple, el punto se reduce a


decidir cuál de las influencias educativas, la francesa, la alemana
o la norteamericana, es más eficaz y adaptable a nuestro país. Sin
esfuerzo percíbanse las interesantes perspectivas de esta cuestión
a la que, sin embargo y a pesar nuestro, no podemos ya dedicar
sino muy corto espacio. Pero no dejaremos de abordarla expresan-
do sinceramente una opinión que tenemos por la más aceptable,
aunque no sea la más general.

Es forzoso, desde luego, descartar de la elección a Francia. Con


toda su admirable intelectualidad, ese país no ha conseguido aún
modernizar, democratizar y unificar suficientemente su sistema y
sus métodos de educación. Los escritores franceses de más nota son
los primeros en reconocerlo. En los tres grados de la instrucción
correspondientes a la infancia, la adolescencia y la juventud, dice
Taine, la preparación teórica y escolar en los bancos por medio de
libros, se prolonga y recarga, en vista del examen, del grado, del
diploma y del título, en vista de esto únicamente y por los peo-
res medios, o sea, por la aplicación de un régimen antinatural y
antisocial, por el retardo excesivo del aprendizaje práctico, por el
internado, por el adiestramiento artificial y el aprovisionamiento
mecánico por el surménage sin tener en cuenta el tiempo que
vendrá, la edad adulta y los oficios viriles que el hombre hecho
debe ejercer, en plena abstracción del mundo real en que inmedia-
tamente va a penetrar el joven educando, de la sociedad ambiente
a la cual es preciso adaptarlo, del conflicto humano, en el que, para
defenderse y mantenerse en pie, es preciso estar, de antemano,
equipado, armado, ejercitado, endurecido. Este equipamiento
indispensable, esta adquisición más importante que cualquiera
otra, esta solidez del buen sentido, de la voluntad y de los nervios,
no son procurados por nuestras escuelas, que lejos de calificar al

22
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

alumno, lo descalifican para su condición próxima y definitiva. Tal


es el sombrío cuadro de la educación francesa pintado por Hipólito
Taine. Este cuadro no ha variado mucho. La instrucción continúa
más o menos claustral, aristocrática, verbalista, imperfectamente
científica. “Sufrimos, dice actualmente Lanson, una enseñanza
aristocrática impuesta a un país democrático”. “Tenemos, agrega,
una enseñanza que, mal o bien, prepara para las profesiones libe-
rales; no tenemos una que forme la inteligencia para la actividad
agrícola, comercial, industrial”. “La enseñanza llamada moderna
es un duplicado de la clásica con sus vicios y su vieja rutina”. “Su-
frimos exceso de teoría, necesitamos una enseñanza práctica. Se
educa a los espíritus en la adoración de la fantasía brillante, de la
virtuosidad oratoria y, más o menos se les entrega a las impulsiones
y convulsiones de la imaginación y del sentimiento”.

¿Sería éste un modelo para nosotros? ¿La extensión del régi-


men francés no agravaría los defectos del nuestro, sobre todo cuan-
do estos mismos defectos cabe atribuirlos, en una pequeña parte,
al control indisputado que Francia ha venido ejerciendo sobre la
intelectualidad de Sud América? Apartada Francia, la elección tiene
que recaer o en Alemania o en Estados Unidos, que representan
los dos tipos, más desenvueltos de la educación moderna.

La intelectualidad alemana gana hoy en Sud América el terreno


que pierde la francesa, siendo tan sensible el avance de la primera
que, al decir del profesor Rowe, “los ideales alemanes, la cultura
alemana y el punto de vista alemán dominan el sistema educa-
tivo de las más importantes naciones sudamericanas”. Piensa el
distinguido catedrático de la universidad de Pensilvania que tan
importante resultado débase, únicamente, a los esfuerzos concer-
tados del gobierno y del pueblo alemán, deseosos de fortalecer
sus posiciones en esta región del globo, para lo cual se apresuran
a enviar sus maestros y maestras a reorganizar las escuelas sud-
americanas y ponen sus mejores fuerzas intelectuales al servicio
de nuestras repúblicas. Este éxito de Alemania es en concepto del

23
TIPS DE INVESTIGACIÓN

señor Rowe una lección que el gobierno americano debiera apro-


vechar. La desconfianza que hacia los Estados Unidos abrigaban
los latinoamericanos, se ha disipado casi del todo. En cambio,
se ha formado un sentimiento de admiración por el maravilloso
progreso de ese país, su energía e iniciativa, y un sincero deseo
de beneficiarse con su ejemplo. Este nuevo espíritu encuentra su
expresión más marcada en la casi universal demanda de maestros
y métodos educativos americanos. En los pocos casos en que estos
métodos se han introducido, sus resultados han sido excelentes.
Recibí la más notable confirmación de este hecho, viajando por las
provincias septentrionales de la República Argentina. El presidente
Sarmiento, que fue gran amigo de Horace Mann, contrató en 1869,
los servicios de cinco o seis maestros americanos, confiándoles la
organización de una escuela normal en la ciudad de Paraná. Los
fundadores de esta escuela normal han muerto o están jubilados,
pero durante las últimas cuatro décadas, la institución que esta-
blecieron ha ejercido una profunda influencia sobre los métodos
educacionales en toda la república.

Esta escuela ha contribuido, más que cualquier otro factor, a


desenvolver el respeto por los métodos americanos y a fortalecer
el deseo de aprovechar la experiencia de Norte América. Hay un
verdadero sentimiento de gratitud nacional por estos profesores,
cuya obra de iniciación sirvió para colocar el sistema educativo
argentino en un alto nivel de eficacia. Cuando se ve a un puñado
de maestros alcanzar tales resultados se comienza a apreciar los
trascendentales alcances que tendría un concertado y bien dirigido
esfuerzo para extender ese servicio educativo y establecer nuevos
y más fuerte vínculos intelectuales.

Las ideas del profesor Rowe son, como se sabe, las de mu-
chos hombres dirigentes de su país y es de desearse que lo sean
igualmente, de muchos del nuestro. Prescindiendo de las venta-
jas políticas y económicas que se derivarían, indiscutiblemente,
del acercamiento, el Perú se halla en oportunas y muy propicias

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

condiciones para recibir y aprovechar la cultura del gran país del


norte, cuyo concurso intelectual, en la forma que dejamos expuesta,
sería un precioso reactivo para infundir un soplo de progreso en
nuestra rutinaria y viciosa educación, mediante un grupo homo-
géneo de buenos maestros primarios y secundarios, de profesores
normalistas, de inspectores de escuelas, todos los que formarían
una pequeña colonia educadora.

Así como Inglaterra fue la maestra de la organización política,


Norte América ofrece el modelo de la organización educativa para
los pueblos libres. Su sistema constituye un tipo humano universal,
acaso el único aparente para las sociedades democráticas. A este
modelo debemos volver la vista, como nación republicana, no a
las formas tradicionales europeas más o menos contaminadas
aún de tradiciones aristocráticas, monárquicas y clericales. El fin
de la organización americana no es instruir ni elevará una clase
sino cultivas las facultades de la nación entera, pero este principio
de educación universal, aunque nominalmente propagado por
todo el mundo, sólo en los Estados Unidos es una base antigua
y tradicional del gobierno, pudiendo afirmarse que en ninguna
parte se practica ese principio con más sinceridad, más lógica,
más inquebrantable firmeza. De allí los conocidos caracteres de
su educación. Moral y cívica, porque trata de formar hombres
honestos y buenos ciudadanos: sencilla y útil, como conviene á la
mayoría de los hombres; realista y práctica, porque quiere habilitar
al ciudadano para la vida y el trabajo.

Atiende, como la educación inglesa, a la cultura del cuerpo


y el carácter y da, como la alemana, equilibrio valor a la ciencia.
Es más honda que la educación británica, no lo es tanto como la
germánica y no peca de enciclopédica como la francesa. Profesa
el apotegma de que la educación profesional ha de reposar sobre
buenas bases de educación común, pero juzga, con los resultados
de la experiencia, que los estudios industriales tienen, a su vez,
un alto valor educativo prescindiendo de su utilidad pecuniaria.

25
TIPS DE INVESTIGACIÓN

«Hay tanta cultura, dice el profesor Bailey de la universidad de


Cornell, en estudiar las raíces de la betarraga como en el estudio
de las raíces griegas». Su tendencia es convertir un buen bagaje de
conocimientos prácticos industriales en parte obligatoria de la ins-
trucción común, amalgamando el estudio con el trabajo, la industria
con la ciencia y las letras, dentro del marco nuevo y más amplio
de las escuelas públicas Abundan en Norte América importantes
centros de cultura clásica y científica para los que desean cultivar
las bellas letras o profundizar las ciencias abstractas; el desarrollo
de los planteles de alta instrucción media y de instrucción uni-
versitaria, es prodigioso; pero “en lo que respecta al muchacho
corriente que tiene que abrirse un camino en el mundo, su tiempo
se dedica, casi por entero, a los conocimientos prácticos que han
de serle de mayor utilidad en el curso de la vida”.

Propósito esencial del sistema americano es educar al hombre.


Al través del Kindergarten, de la escuela primaria, la secundaria
y la universidad, los esfuerzos intensos y persistentes del maestro
se dirigen a desarrollar plenamente las facultades del cuerpo y
del espíritu. Los frutos de esta afanosa labor son visibles. He aquí
como los describe la comisión Mosely enviado desde Inglaterra
para estudiar la educación americana. “Cuando se ve de cerca a
los americanos, percíbase que, a despecho de su aparente super-
ficialidad, sus escuelas producen jóvenes más sobrios en la vida
privada, más laboriosos y emprendedores, que los de las escuelas
inglesas y alemanas, jóvenes con más ambición, responsabilidad
y capacidad de desarrollo, igualmente valerosos en la acción, con
un alto sentido de integridad industrial, con más placer durante
el esfuerzo y más resignación, más alegría durante la adversidad”.

Es desconocida en la escuela americana la rígida disciplina o


cuasi severidad militar de la escuela alemana. Así, mientras a los
escolares alemanes se les adiestra en la obediencia como que van a
ser súbditos de un príncipe, a los niños americanos se les prepara
para el gobierno de sí mismos como que van a ser ciudadanos de

26
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

una democracia. Y si nuestro porvenir, como país democrático,


demanda la formación de hábitos de orden dentro del ejercicio de
la libertad, la liberal organización escolar de la república del norte
es preferible a la reglamentaria y coercitiva del imperio alemán; sin
contar con que, atendiendo la índole suave y manejable de nuestro
carácter, la tuerza y el autoritarismo serían odiosos e inútiles en
nuestros métodos escolares.

Pero una sombra de escepticismo aún no desvanecida por


entero, opaca, a los ojos de muchos, la civilización americana en
todo lo que a la vida intelectual y moral se refiere.

Y por eso cualquiera tentativa para introducir maestros ame-


ricanos en nuestros establecimientos escolares o hallaría, proba-
blemente fácil camino sino se desvaneciera el concepto erróneo de
que los rasgos más salientes del espíritu americano son el egoísmo
la indisciplina, el desentreno en la lucha, la falta de ideales. Escri-
tores tan justamente apreciados como Francisco García Calderón,
propagan la tesis de que la sangre ibérica y la sangre sajona se
repelen, y que el alma americana, imbuida de una doctrina de
libertad agresivas de lucha darwiniana, de egoísmo perturbador
nos traería un germen de disolución y desorden. Sin negar a los
americanos fuertes cualidades de raza, sobre todo en el orden de
la voluntad, de la práctica y de la acción, que pueden servir de
tipo de imitación a repúblicas dadas al intelectualismo y a la cul-
tura literaria, y llegando a declarar que ese pueblo por excepción
singular “reúne facultades de pensamiento y dotes de acción que
se hallan sólo parcialmente en otras razas”; cree, sin embargo, que
Norte América es “el país del individualismo sin freno, donde cada
uno vive y obra para sí, socialmente, políticamente sobre todo
económicamente”; donde “se ignora la solidaridad”; prevalece
“la moralidad comercial” y “el culto del oro”; donde “el individuo
obra sin ley o fuera de ella”; al menos “le deja al poder público
el último puesto”; país, en fin, donde reina un “ideal demasiado
material”, un “ideal de fuerza”.

27
TIPS DE INVESTIGACIÓN

Estas graves afirmaciones harían desconfiar de la personal


impresión e imponen el deber de verificarlas o contradecirlas, acu-
diendo a fuentes de universal autoridad, v.gr., a dos libros célebres
en que eminentes escritores Alexis de Tocqueville y James Bryce;
francés el primero, inglés el segundo, vaciaron, con intervalo de
medio siglo, sus sagaces observaciones sobre la nación americana.
Pues bien, ambos publicistas con raro acuerdo, declaran que pode-
rosas corrientes de vida ética circulan por ese vigoroso organismo
produciendo a pesar de la agitación y aparente violencia del trato
humano, reservas incalculables de unidad, cohesión social, patrio-
tismo solidaridad humana, religiosidad y cultura.

“Los americanos, dice Tocqueville, han combatido con la liber-


tad el individualismo que la igualdad producía y lo han vencido.
Debo decir que he visto con frecuencia a los americanos hacer
grandes y, verdaderos sacrificios por la cosa pública y he notado
cien veces que llegado el caso, no dejaban casi nunca de prestarse tal
auxilio a otros”. “Un americano se ocupa de sus intereses privados
como si estuviese solo en el mundo y, un momento después, se
entrega a los asuntos públicos como si hubiese olvidado aquellos”.
“Sucede frecuentemente en las naciones más cultas del globo que
un hombre desgraciado se encuentra tan aislado en medio de la
multitud como el salvaje en medio de la selva; esto no se ve casi
nunca en Norte América”. “Cuando un americano reclama el con-
curso de sus semejantes es muy raro que se lo rehúsen”.

“Los americanos se muestran vivamente accesibles a la pie-


dad. No hay país donde la justicia criminal se administre con más
benignidad que en los Estados Unidos”.

“Norte América es el país del mundo donde existen más


asociaciones. Los americanos de todas las edades, de todas las
condiciones, de todos los espíritus, se asocian incesantemente. No
sólo tienen asociaciones comerciales e industriales en que todos
participan, sino de otras mil especies: religiosas, morales, graves

28
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

y fútiles, de gran generalidad o de fines muy particulares, ya de


grandiosas, ya de ínfimas proporciones”.

A su vez, Bryce describe a los americanos como un pueblo


unido y atribuye a esta causa la gran fuerza el inmenso vigor que
la República despliega en momentos de peligro. “...Las filas se
estrechan en el acto, y con aquel sorprendente poder organizador
que les distingue marchan concentrados al común objeto; dejan
de lado las ordinarias restricciones constitucionales y hacen tales
sacrificios que traen a la memoria la devoción de los romanos en
los primeros tiempos de la República”. “Es desconocida la lucha
entre clases privilegiadas y no privilegiadas y aún aquella perpetua
contienda entre ricos y pobres, que es la más vieja enfermedad de
los estados civilizados. En vez de sospechas, recelos y arrogancias
que envenenan las relaciones entre las distintas clases, reinan los
buenos sentimientos y la benevolencia”.

“La democracia no ha enseñado solamente a los americanos


cómo deben usar de la libertad sin excesos, y cómo deben conser-
varla; les ha enseñado, además, la fraternidad. Hay en Estados
Unidos un sentimiento de bondad, un sentimiento de humano
compañerismo, una convicción del deber de auxiliarse unos a otros,
mucho más acentuados que en cualquier país del viejo mundo y,
seguramente, más fuerte que en las altas y medias clases de Ingla-
terra, Francia y Alemania”. Citando ejemplos demostrativos del
acentuado espíritu de la legalidad del pueblo americano, piensa
Bryce que una de sus cualidades distintivas es la disposición a
obedecer las leyes, originada por el concepto que profesa el pueblo
de que la ley es obra suya.

Ya Tocqueville anunciaba que con la acumulación de la rique-


za, había de desenvolverse el amor a las actividades y los placeres
de la inteligencia. Esa predicción se ha cumplido. Después de
analizar con relación a los diversos conocimientos, la importancia
de la labor científica de Norte América y de manifestar que esa

29
TIPS DE INVESTIGACIÓN

labor es, en su mayor parte, del tipo alemán, sólida, esmerada,


exacta, se expresa Bryce en estos términos: “Nada sorprende más
al extranjero que visita las universidades americanas, que el ardor
con que las nuevas generaciones se aplican al estudio, aún a ramos
de estudio que nunca ganarán el aplauso de la multitud. Hay más
celo y devoción en estos hombres, más frescura de pensamiento,
más amor a la ciencia, más decisión, más renunciamiento a expec-
tativas de la fama y la riqueza con tal de aportar algo al caudal
de los conocimientos humanos, que los que se observan hoy en
Oxford y Cambridge o en las universidades escocesas. Acuden a
la memoria los escolares del Renacimiento lanzándose al estudio
de las humanidades, o las universidades alemanas después de la
guerra de emancipación. Y bajo las impresiones que se adquieren
en el trato de esos hombres, uno tiene que convenir, con los ame-
ricanos, que a una nación tan pródiga en ardorosas energías le
está reservada una fecunda carrera en las ciencias y las letras, no
menos que en lo que forma la prosperidad material”.

***

Quedan, pues, desenvueltas dos ideas que pudieron a primera


vista, aparecer como opuestas, a saber: la necesidad de transformar
los inadaptados moldes de la educación nacional refiriéndolos a
las necesidades propias y actuales del país, y la conveniencia de
utilizar, en esa obra, la acción de profesionales extranjeros, sobre
todo, norteamericanos. Nos hemos esforzado por estudiar el fun-
damento de ambas tesis y por establecer que la antinomia entre
ellas es sólo aparente. En todo caso, si las separase un verdadero
antagonismo, los que así lo suponen están obligados a convenir
en que la duda no podrá resolverse sino experimentando, y que
el ensayo es, cuando menos, digno sino experimentado, digno de
intentarse. No admiten ya los grandes problemas de la educación
nacional nuevas e indefinidas postergaciones. La vida, el progreso
universal nos apremia, y sin afiliarse al número de los educadores
fanáticos que ponen en escuelas y libros todas sus esperanzas de

30
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

engrandecimiento, se comprende que una educación sanamente


orientada y científicamente dirigida acelerará nuestra marcha,
desenvolviendo nuestra deficiente mentalidad, corrigiendo vicios
originados en la defectuosa educación anterior y estimulando salu-
dables aptitudes y vocaciones. Nuestras incipientes instituciones no
lograrán desenvolver el arte sutil y complicado de educar; y como
no hemos de renunciar a sus beneficios, tócanos requerir el auxilio
de hombres mejor preparados que, en condiciones propicias, hicie-
ron de ese arte la labor de su vida, penetrándolo profundamente,
practicándolo y viéndolo practicar en las más felices circunstancias.

Esta existencia agitada y convulsiva que devoró por tanto


tiempo nuestras mejores energías, así como la abrumadora insig-
nificancia de nuestra población determina, por desgracia, sensible
carencia de hombres y de luces, de experiencia y conocimientos
prácticos sobre muchas funciones de la vida social. Todos los
servicios públicos se resienten de tan explicable deficiencia. Por
eso, la cooperación extranjera, que ha empezado a ensayarse con
plausibles resultados, debe ser extendida, trayendo expertos
profesionales en todos los ramos, importando especialistas y
educadores que nos exoneren de los tropiezos, las vacilaciones, los
penoso experimentos propios de nuestra incompleta capacidad;
que vengan a auxiliarnos, no ciertamente a gobernarnos, y que nos
ayuden a dar un buen impulso a nuestros incipientes adelantos,
so pena de que hayamos de detenernos, fatigados en un ascenso
desesperante por su lentitud.

M. V. VILLARÁN

Lima, setiembre de 1908

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• VELIT, Carlos. Reflexiones educativas. Impresiones Vicky.
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• VILLARAN, Manuel Vicente. «La educación nacional y la
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• WEINBERG, Gregorio. Modelos Educativos en la historia de
América Latina. A-Z Editores. Buenos Aires, 1995 297 pp.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Tips de Investigación, se terminó de


imprimir en la Editorial Universitaria
de la UNE, siendo su Director el Lic.
Rafael Quintana Espinoza.
Ciudad Universitaria, octubre de 2011
Av. Enrique Guzmán y Valle s/n
Teléfono 313-3700, anexo 223 - 224
La Cantuta - Chosica
Lima - Perú

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