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COMPETENCIAS

Leer y pintar
PRIMARIA
Desarrollo de la
competencia
Recursos para el profesorado

artística
Segundo ciclo

Santillana
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quién?
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Leer y pintar contiene diez cuentos seguidos dispuesta


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este material de varios modos diferentes: por su lado.

• Leer en voz alta el cuento a los alumnos


y, luego, fotocopiar las páginas que aparecen
a continuación para que, de forma individual,
los niños y niñas dibujen y escriban su propia
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recreación de la historia.
• Repartir a cada uno de los niños y niñas una
fotocopia del texto del cuento y de las páginas
que hay a continuación para que escriban un
resumen y completen los dibujos. 3. ¿Quién es quién
?

• Formar grupos de cuatro alumnos y distribuir


a cada grupo el cuento y las páginas de
actividad para que las realicen colectivamente.

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Índice
Cuento Página
1. Un sabio consejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
2. ¡Que viene el diluvio! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
3. ¿Quién es quién? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
4. Los guerreros del arco iris. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
5. Una aventura de Simbad el marino . . . . . . . . . . . . . . . . 32
6. La leyenda del Rey Arturo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
7. Historia de una canción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
8. El mago de Oz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
9. Una aventura en el fondo del mar. . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
10. Alicia en el País de las Maravillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72

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Un sabio consejo
Érase una vez un sastre que iba de viaje a la ciudad para
vender los trajes que había hecho durante todo el invierno.
En el camino, se encontró con un zapatero que también
viajaba a la ciudad para recoger unas pieles que tenía
encargadas y que le resultaban muy necesarias para realizar
su trabajo. Este zapatero era un buen profesional y le gustaba
utilizar las mejores pieles para confeccionar los zapatos que
le encargaba su amplia clientela.
Decidieron seguir juntos el viaje. Cuando no llevaban más
de una hora de camino, el sastre y el zapatero se encontraron
con un músico que tocaba la bandurria y que también viajaba
a la ciudad para establecerse allí. Este hombre no sabía hacer
otra cosa que interpretar música y llevaba mucho tiempo
buscando trabajo, pero como ni en su pueblo ni en
los alrededores no había orquesta, pensó que en la ciudad
encontraría trabajo más fácilmente.
Los tres hombres prosiguieron juntos el viaje hacia la ciudad.
De pronto, a un lado del camino, encontraron una moneda
y empezaron los tres a discutir qué comprarían con ella.
–Yo quiero algo dulce para comer –dijo primero el sastre.
–No –dijo el zapatero–. Yo quiero varias cosas dulces para
comer.
A su vez, el músico dijo:
–No. Yo quiero algo que me apague la sed.
Como los tres hombres eran muy cabezotas no había forma
de que se pusieran de acuerdo y por momentos se iban
acalorando más y más. Llegaron a tal punto, que
los gritos se oían ya hasta en la Conchinchina.
Un hombre sabio que pasaba por allí se detuvo al verles
discutir y les preguntó qué pasaba.

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Los tres hombres le explicaron el motivo por el que discutían


y le pidieron que arbitrara la situación.
–Elige cuál de nosotros debe satisfacer su deseo –le dijeron
los tres hombres casi a la vez.
–Haré algo mejor –respondió el sabio–, pues tengo una idea
que puede satisfacer los gustos de los tres a la vez.
Fue a una huerta que había cerca y con la moneda compró
un racimo de uvas, que repartió entre los tres hombres.
–¡Esto es algo dulce para comer! –dijo contento el sastre.
–¡Estas son varias cosas dulces para comer! –dijo el zapatero
con la boca llena.
–¡Y esto es algo con que apagar mi sed! –dijo el músico.
De esta manera, gracias al hombre sabio, el sastre, el zapatero
y el músico consiguieron ver cumplidos sus deseos y
contentos se despidieron del sabio, dándole las gracias.

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1.1.Un
Unsabio
sabioconsejo
consejo

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1. Un sabio consejo

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¡Que viene el diluvio!


Mario y Ester salieron de casa muy contentos porque ese día
llovía a cántaros y habían estrenado unos preciosos
impermeables, unos paraguas y unas botas de agua
que les había regalado su abuelo.
En el colegio, el profesor les contó una historia muy antigua
sobre un diluvio y un hombre que se llamaba Noé. Cuando
Noé se enteró de que iba a llegar el diluvio decidió construir
un barco enorme –el arca de Noé– para salvar a muchos
animales y personas de morir ahogados.
Por la tarde Mario y Ester salieron de clase; continuaba
lloviendo; había llovido todo el día sin parar. Estaba clarísimo:
iba a venir otro diluvio. Entonces, decidieron prepararse como
había hecho Noé. Planearon construir un arca enorme para
salvar a muchas personas y a muchos animales.
Los dos niños empezaron a pensar en todo lo que tendrían
que hacer para construir su arca.
–Hay que conseguir mucha madera –dijo Ester.
–Sí, y también necesitaremos muchos alimentos y ropas
de abrigo para cuando el diluvio sea tan fuerte que tengamos
que estar todo el día envueltos en mantas para no
congelarnos –afirmó Mario.
Continuaron haciendo planes y, a medida que hablaban, se
iban preocupando más y más, no dejaba de llover y, si seguía
así, no iban a tener tiempo de hacer todo el trabajo. ¿Cómo se
las habría apañado Noé para hacerlo todo sin ayuda de nadie?
Construir un arca era una cosa complicadísima.
Cuando cruzaron el parque que había cerca de su casa,
ya tenían hecha una lista de más de mil personas a las
que deberían llevar en el arca y un montonazo de animales.
¡Vaya lío! No podían entender cómo la meteoróloga que
contaba por la tele el tiempo que iba a hacer no había

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prevenido a todos de que el diluvio estaba próximo. Ahora,


ellos solos deberían hacer todo el trabajo, eso no era justo.
Cuando llegaron a casa estaban muy preocupados. Ellos solos
no iban a poder salvar a casi nadie, lo único que podían hacer
era preparar la colchoneta que llevaban a la playa, para no
ahogarse en el diluvio.
De pronto, Mario gritó:
–¡Mira qué «guay»! ¡Si es el arco iris! Está dejando de llover.
Ya no tendremos de qué preocuparnos.
Efectivamente, apenas llovía ya y, entre dos nubes, el arco iris
dejaba ver sus fantásticos colores. ¡Qué maravilla!
Después de un rato, ya no llovía nada. Mario y Ester se
alegraron bastante porque lo de construir el arca hubiera sido
un trabajo terrible.

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2. ¡Que viene el diluvio!

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2. ¡Que viene el diluvio!

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¿Quién es quién?
Hace mucho, mucho tiempo, un pequeño elefante paseaba
cerca de una aldea, cuando de repente oyó decir a alguien:
«Mira, allá va un ratón».
La persona que lo dijo estaba realmente viendo un ratón,
pero el elefantito pensó que se estaba refiriendo a él y se puso
a gritar por todas partes: «¡Soy un ratón! ¡Soy un ratón!».
Entonces, un ratoncito que estaba cerca, oyó gritar al elefante
y pensó: «Si el elefante es un ratón, ¿qué animal soy yo?».
En ese momento, estaba desfilando un circo y un niño
exclamó: «Mira, qué oso tan bonito».
De esta manera, el ratoncito creyó que era un oso y se puso
a cantar: «Soy un oso, soy un oso».
El oso, que estaba tomando el sol cerca de su osera, oyó al
ratoncito y se puso a dudar qué animal era él. Pero, en ese
momento, escuchó que alguien gritaba: «Mira qué mariposa
tan bonita». Con lo que el oso creyó que era una mariposa
y se quedó conforme, sin pensar en nada más.
La mariposa, que estaba muy sorprendida con lo que había
escuchado, oyó que alguien hablaba del majestuoso vuelo del
águila y, sin pensarlo dos veces, decidió que ella era un águila
y se puso a proclamarlo a los cuatro vientos.
Pero el águila pasó por allí en ese momento y, como no estaba
dispuesta a que nadie la confundiera con otro animal, le dijo
a la mariposa: «¿Qué locura es esta? ¿Desde cuándo crees
que eres un águila? ¡Tú eres una mariposa!».
El águila, que estaba realmente enojada con el lío que se
había organizado, reunió a todos los animales y les dijo:
–Habéis perdido todos el juicio. ¿Es que no sabéis quién sois
cada uno? Todos los animales tienen su propio papel
en la naturaleza. Es absurdo que ahora os dejéis engañar
de esta forma.

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Entonces, el águila, señalando al elefante, le dijo:


–Tú eres un elefante, un animal grandioso e inteligente.
¿Qué otra cosa mejor puedes ser?
Y el águila continuó:
–Tú, pequeño ratón, tienes una asombrosa capacidad para
burlar a tus enemigos y todos saben lo listo que eres. El oso es
un bello animal admirado por su fuerza y por su inteligencia.
Y qué diremos de la mariposa, que es uno de los animales
más fascinantes de la naturaleza por su hermosura y por la
ligereza de su vuelo. Todos, como veis, tenéis grandes virtudes
de las cuales os podéis sentir orgullosos. Las criaturas
inteligentes son capaces de valorarse a sí mismas y a las
demás. Haced vosotros lo mismo.
En ese momento, se oyó un murmullo de aprobación. El águila
tenía razón, cada uno estaba realmente contento de ser como
era y, muy satisfechos, los animales se marcharon cada uno
por su lado.

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3. ¿Quién es quién?

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3. ¿Quién es quién?

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3. ¿Quién es quién?

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Los guerreros del arco iris


Cuenta una antigua leyenda de América, que el arco iris es
un enorme puente que permite a los guerreros enviados por
los dioses bajar a la Tierra para ayudar a los pueblos que
creen en ellos.
Un día, la joven india Theoluactí salió de su aldea en busca
de los guerreros del arco iris para pedirles ayuda. Su pueblo
estaba sufriendo una terrible situación: los campos no daban
cosechas y el pueblo se moría de hambre.
Theoluactí caminó hasta llegar al extremo del maravilloso
arco y allí encontró al guardián de los dioses. El guardián tenía
orden de no dar ninguna información y solo dijo a la joven
que caminara hacia la puesta de sol, donde encontraría
a los guerreros; ellos le dirían lo que debía hacer.
Después de mucho caminar, Theoluactí encontró a los
guerreros descansando; con mucho respeto, se acercó a ellos
y les pidió permiso para hablar. Cuando terminó, el guerrero
más anciano le dijo:
–Eres una muchacha muy valiente y generosa, pocas personas
se atreverían a recorrer un camino tan largo para ayudar a los
demás. Sin embargo, nosotros no podemos ayudarte si antes
no superas tres pruebas: la primera consiste en ir a ver al sol
para que te regale uno de sus rayos; en la segunda, has
de visitar al agua y pedirle mil gotas de lluvia; y por último,
debes pedirle a la luna que te regale su imagen reflejada
en un lago. Cuando hayas conseguido todo ello vuelve
a vernos. Solo entonces podremos ayudarte.
Theoluactí se quedó muy preocupada porque le parecían
cosas muy difíciles de conseguir, pero no se atrevió a replicar
al anciano guerrero y emprendió el camino.
Cuando llegó delante del sol sintió un calorcito muy agradable
y se dio cuenta de que ese día el sol estaba de muy buen
humor. Theoluactí le hizo saber cuál era el motivo de su

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presencia allí. Al sol le hizo gracia el desparpajo de la niña


y le entregó uno de sus rayos.
No tuvo tanta suerte con el agua, que ese día estaba un poco
revuelta y le empezó a poner pegas, pero cuando Theoluactí
le contó los problemas de su pueblo, el agua se compadeció
de ella y le entregó las mil gotas de lluvia.
Con la luna todo fue de maravilla, era muy generosa
y enseguida le entregó su mejor imagen reflejada en un lago.
Theoluactí, muy contenta con sus regalos, volvió con los
guerreros del arco iris. El más anciano cogió de manos de
Theoluactí los tres valiosos tesoros –el rayo de sol, las mil
gotas de lluvia y la imagen de la luna reflejada en un lago–
y las lanzó contra el horizonte. En ese momento, el cielo se
empezó a llenar de nubarrones e inmediatamente comenzó
a llover y siguió lloviendo, mojando los campos que
comenzaron a producir buenas cosechas.
De esta manera, consiguió Theoluactí que su pueblo dejara
de pasar hambre.

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4. Los guerreros del arco iris

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4. Los guerreros del arco iris

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4. Los guerreros del arco iris

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Una aventura de Simbad


el marino
Simbad viajaba en un barco a Bagdad con la intención
de vender sus mercancías en esta ciudad. Igual que él, la
mayoría de los que viajaban en el barco eran comerciantes.
De repente, descubrieron una isla que parecía un jardín
y decidieron darse un descanso y bajar a tierra firme.
Echaron el ancla y unos cuantos pasajeros desembarcaron
para lavarse, pasear y hacer un buen fuego en el que asar
la comida. Simbad fue uno de los pasajeros que bajaron
y pensó que resultaría interesante dar una vuelta de
reconocimiento por la isla.
Estaban todos descansando, cuando el capitán empezó
a gritar pidiéndoles que subieran al barco rápidamente,
puesto que la isla era en realidad una ballena que estaba
dormida.
Muchos pasajeros lograron alcanzar el barco, pero a Simbad
no le dio tiempo y se hundió en el mar con la ballena.
Afortunadamente, Simbad encontró un barril flotando
a la deriva, se metió en él y así logró sobrevivir.
Flotando sin rumbo, llegó a una hermosa isla con muchos
árboles, llena de flores y de frutas.
Paseó por la isla dándose cuenta de que él era el único
humano que allí se encontraba.
De pronto, vio una enorme cúpula blanca donde no había
puertas ni ventanas y que parecía un enorme palacio
encantado. Se acercó cuidadosamente y, para su sorpresa,
descubrió que era un huevo enorme. Vio cómo se acercaba
un gran pájaro que tapaba con su cuerpo el sol. Se escondió
y recordó lo que le habían contado del Pájaro Roc: un
gigantesco animal que alimentaba a sus crías con elefantes.

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Simbad se escondió y esperó a que se durmiera el enorme


pájaro, entonces, se quitó el turbante y ató un extremo
a una pata del Pájaro Roc y el otro extremo a su cintura
y esperó sin pegar ojo en toda la noche a que el animal
se despertara.
Por la mañana, cuando el ave emprendió el vuelo, se llevó
a Simbad con él.
De esta manera, consiguió llegar a un lugar próximo
a una ciudad. Al aterrizar el ave, Simbad se desató y huyó.
(Adaptación de Las mil y una noches)

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5. Una aventura de Simbad el marino

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5. Una aventura de Simbad el marino

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La leyenda del Rey Arturo


Soy maese Rolando, el juglar; recorro los pueblos divirtiendo
a todos con mis canciones, mis relatos y mis juegos. Hoy les
contaré una fantástica historia que me sucedió hace años,
cuando me encontraba en Inglaterra. Cada noche me alojaba
en una posada y, a cambio de cama y comida, ofrecía mi
música y mis relatos a los presentes. Una vez, un ventero
me dijo:
–Conozco una historia que te interesará.
–Por supuesto que sí, amigo. Será un placer escucharte
–respondí muy cortés.
Y el ventero empezó a hablar:
–Tiempo atrás, en un lugar cercano a este, apareció Excalibur,
una espada clavada en una piedra. Nadie sabe cómo llegó allí,
pero todos creemos que fue cosa de brujería. En la hoja
de la espada hay una inscripción que dice: «Aquel que
extraiga la espada de la piedra será el legítimo rey
de Inglaterra». Muchos caballeros han intentando sin éxito
sacar la espada. Esta misma semana se va a celebrar un
torneo en el lugar donde se encuentra Excalibur –me explicó.
En ese momento, decidí acudir al torneo.
Cuando llegué, ya estaba todo dispuesto para la celebración.
Me encontraba yo curioseando por la zona, cuando se me
acercó un extraño anciano.
–¿Te interesa la historia de la espada clavada en la piedra?
–me preguntó.
–¿Cómo lo sabes? –le respondí sorprendido.
–Yo sé más cosas de las que imaginas –susurró con aire
misterioso–. Permanece atento porque serás el cronista
de los acontecimientos que van a tener lugar hoy.
Y diciendo esto, me indicó que lo siguiera.
Después de caminar un rato, llegamos donde estaba
la piedra con la espada; la maleza crecía a su alrededor hasta

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taparla. Cuando quise comentar al anciano mi extrañeza


por aquel abandono, él había desaparecido.
Regresé al torneo preguntándome quién sería aquel
sorprendente personaje. Me fijé entonces en un chico que
corría de un lado a otro; tenía un porte distinguido a pesar
de sus pobres ropas. Me acerqué a él y le pregunté:
–Jovencito, ¿cómo te llamas?
–Arturo, señor, y soy escudero.
–¿Y por qué estás tan agitado? –indagué.
–Yo debía traer lo necesario para el torneo y ahora mi señor
no tiene espada. Seguro que me castigará.
De repente, oímos una voz:
–Aquí cerca hay una espada que podrás utilizar.
Era otra vez el extraño anciano. Arturo, que parecía conocerlo,
dijo:
–¡Oh, Merlín! Ayúdame, por favor.
¡Era el gran mago Merlín! Yo estaba impresionado: había oído
contar muchas historias sobre él y pensaba que no existía
realmente, que era una leyenda.
Nos dirigimos hacia donde estaba Excalibur y, al llegar, Merlín
dijo:
–Esta es la espada, joven Arturo. Sácala.
En ese momento, el muchacho empuñó la espada y sin
ningún esfuerzo la extrajo de la roca en la que había estado
tantos años.
Tal y como había vaticinado la profecía, el joven Arturo fue
proclamado rey de Inglaterra, entre grandes festejos que
duraron varias semanas; las guerras por la corona se
acabaron y el país comenzó con su nuevo rey una época
de esplendor.
Con esto, damas y caballeros, termino mi historia. Así sucedió,
yo fui testigo de aquellos prodigiosos hechos.

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6. La leyenda del Rey Arturo

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6. La leyenda del Rey Arturo

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Historia de una canción


Hace muchos, muchos años, vivía en una lejana ciudad
de Oriente un músico llamado Al-Schaní. Había compuesto
muchas canciones famosas, pero tuvo mala suerte y se vio
arruinado. Entonces decidió marchar a Bagdad –donde
se encontraba la corte del sultán– para probar fortuna.
En el viaje, encontró a una mujer joven que caminaba delante
de él y que iba cantando una hermosísima canción; cuando
acabó su interpretación, Al-Schaní, emocionado, se dirigió
a ella y le dijo:
–Me ha impresionado la bella canción que has entonado.
¿Podrías repetirla para que yo la aprenda?
–Tendrás que darme un dirham si quieres escucharla
–respondió ella.
El músico sacó una moneda y se la entregó. La canción
y la hermosa voz de la mujer impresionaron tanto a Al-Schaní
que no fue capaz de aprenderla tampoco en esta ocasión;
entonces, le pidió de nuevo que repitiera la canción y ella
le contestó bastante molesta:
–Dame otro dirham, que es poco comparado con lo que
puedes ganar si la cantas delante de personajes influyentes.
Entonces, acuérdate de mí.
Él sacó la última moneda que le quedaba y se la entregó
prometiéndole que no se olvidaría de ella.
Esta vez el músico sí consiguió aprender la canción
y se despidió de la joven para continuar su viaje.
Cuando el hombre llegó a Bagdad, era media tarde. Sin saber
adónde dirigirse, entró en una mezquita y empezó a decir
sus oraciones. Al terminar, vio a un anciano caballero que
le hacía señas para que se acercara.
–¿De dónde vienes? –preguntó el anciano.

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–Vengo de muy lejos, soy músico y quiero probar fortuna


en esta ciudad.
El caballero le explicó que era familiar del sultán, a quien
le gustaba mucho la música, y que él podría presentarlo
en la corte.
Salieron los dos de la mezquita y se dirigieron a casa
del anciano donde dieron abundantemente de comer
al músico y le regalaron hermosas ropas. Al anochecer, el
caballero y el músico salieron de la casa para dirigirse
al palacio del sultán.
Entraron en un gran salón donde había otros músicos
y el anciano hizo señas a Al–Schaní para que esperara.
Al rato, salió un criado de detrás de un tapiz e indicó a uno
de los músicos que comenzara su interpretación. Cuando
el músico se puso a cantar, Al-Schaní reconoció la canción,
de la que él mismo era el autor; no le gustó cómo
la interpretaba y se lo hizo saber:
–Esa canción que has cantado está incompleta, le falta
la primera parte.
–¿Y quién eres tú para corregirme de esa manera? –preguntó
el otro bastante enojado.
–Soy el autor –dijo Al-Schaní muy orgulloso.
Se armó un tremendo revuelo y todos pidieron al famoso
compositor que cantara él mismo la canción. Al-Schaní así
lo hizo y cantó también la melodía que le había enseñado
la joven en el camino. El sultán, el visir y todos los ministros
salieron de la estancia que se encontraba detrás del tapiz
para conocer al músico personalmente y le preguntaron
cuándo había compuesto esa última canción. Al-Schaní
explicó que la canción no era suya y contó la historia
de la joven; el sultán, muy agradecido por la honradez
del músico, mandó a buscar a la mujer para que fuera cantora
en su corte.
(Adaptación de Las mil y una noches)

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7. Historia de una canción

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7. Historia de una canción

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7. Historia de una canción

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El mago de Oz
Dorotea vivía en una granja con sus tíos y con su perrito Toto.
Un día, Dorotea subió a jugar al desván y se quedó dormida.
De pronto, se desató una tormenta que se llevó la casa volando.
Al despertar, Dorotea se encontró en un extraño lugar donde unos
hombrecillos bailaban alegremente a su alrededor. Uno de los
hombrecillos le dijo:
–¡Enhorabuena! Has aplastado con tu casa a la malvada Bruja
del Este. Como premio, te regalaremos unos zapatitos de plata.
Dorotea se quedó triste porque no le gustaba aplastar a la gente,
pero estaba encantada con sus preciosos zapatos. Dorotea
preguntó al hombrecillo cómo volver a su casa y él le contestó
que solo el mago de Oz podía ayudarla.
–Ve a la Ciudad Esmeralda y habla con él.
En el camino, Dorotea encontró a un espantapájaros que lloraba
subido en un palo. Le explicó que estaba allí desde hacía muchísimo
tiempo y que se quería bajar. Dorotea lo ayudó y los dos continuaron
juntos; Espantapájaros quería pedir un cerebro al mago para ser
inteligente.
Al poco rato, encontraron a un extraño hombre de hojalata
que pedía socorro.
–¿Qué te pasa? –preguntó Dorotea.
–¡Ay! Estoy oxidado, no puedo moverme.
Dorotea vio una lata de aceite y lo engrasó. Él, muy contento,
decidió acompañarles para pedir al mago un corazón que le
permitiera amar.
Continuaron andando y, al cabo de un tiempo, Toto se puso a
ladrar. De pronto, se encontraron a un león y todos se asustaron,
pero, al fijarse en él, vieron que temblaba como una hoja. Dorotea
mandó callar a Toto.
–¿Qué te sucede, amigo? –preguntó la niña.
–No me hagas daño –dijo León muy asustado.
–No te vamos a hacer nada, no temas.

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León explicó que era un cobarde; al saber que iban a visitar


al mago de Oz, decidió ir con ellos y pedirles que lo transformara
en un valiente animal.
Cuando por fin llegaron a la Ciudad Esmeralda, se quedaron
sorprendidos: todo era verde, las personas y sus trajes; los edificios
y el cielo… Se dirigieron al palacio del mago de Oz y entraron
al salón del trono uno por uno.
Dorotea vio al mago con forma de cabeza gigantesca sin cuerpo, ni
brazos ni piernas. La niña le pidió volver a su casa y el mago le dijo
que antes debía matar a la malvada Bruja del Oeste. Ella salió
del salón, muy triste porque no le parecía bien matar a nadie.
A Espantapájaros, el mago se le apareció como una dama vestida
de verde y también le pidió que matara a la bruja. Y León vio
una bola de fuego que le dio la misma orden.
Los cuatro amigos salieron en busca de la bruja preocupados
porque no sabían cómo destruirla. Al entrar al castillo de la
malvada, unos monos alados les hicieron prisioneros y llevaron
a Dorotea ante la bruja. Cuando la mujer vio los zapatos de plata,
hizo un hechizo y le quitó uno de ellos. Dorotea se enfadó tanto
que cogió un cubo de agua y lo lanzó sobre la bruja. Entonces ella
empezó a derretirse y quedó destruida. Después, la niña liberó
a sus amigos y todos partieron hacia la Ciudad Esmeralda.
Ya en el palacio supieron que el mago de Oz era, en realidad, un
anciano bajito y arrugado que conocía algunos trucos de magia.
Los cuatro amigos quedaron entonces apenados ya que no podría
ayudarles. Pero él les dijo:
–Tú, Espantapájaros, en este viaje has aprendido muchas cosas:
eso es tener cerebro. Y tú, Hombre de Hojalata, has mostrado tu
gran corazón ayudando a tus amigos. León, debes saber que todos
los seres tienen miedo cuando se enfrentan al peligro; los valientes
son los que vencen el temor, tú eres valiente. Dorotea, volverás
a tu casa, deseas hacerlo y lo conseguirás.
Los cuatro amigos se abrazaron muy tristes y permanecieron así
largo rato…
De repente, Dorotea escuchó un estruendo que la despertó: estaba
en el desván de su casa y los truenos y los relámpagos anunciaban
una terrible tormenta.

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8. El mago de Oz

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8. El mago de Oz

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Una aventura
en el fondo del mar
Durante el año 1866 tuvo lugar un suceso muy extraño: varios
navíos habían encontrado en el mar un ser brillante mucho
mayor y más rápido que una ballena; nadie había conseguido
eliminarlo, por lo que este monstruo estaba sembrando
el terror en los mares.
Se decidió entonces enviar una expedición formada por
especialistas de diferentes países para dar caza al extraño
monstruo. El sabio francés Pierre Aronnax, su criado Consejo
y el valiente arponero canadiense Ned Land se unieron a la
expedición que partiría a bordo de la fragata Abraham Lincoln.
Después de varios meses de navegación, divisaron al supuesto
monstruo, que no era otra cosa que un submarino: el Nautilus.
Tras una larga persecución, consiguieron acercarse a él
y Ned Land arrojó su arpón para destruirlo. En ese momento
se produjo un violento choque entre el submarino y la fragata,
y Pierre Aronnax, Consejo y Ned Land cayeron al mar.
Después de varias horas a la deriva, llegaron a una extraña
isla, que resultó ser el submarino.
Durante diez meses, los tres expedicionarios fueron
huéspedes y a la vez prisioneros del capitán Nemo, un extraño
personaje, gran conocedor de la ciencia, muy humanitario,
pero que guardaba sin embargo un fuerte sentimiento
de rencor hacia el mundo exterior, provocado por una gran
desgracia familiar. Fue este sentimiento el que lo había
llevado a alejarse de la superficie y vivir en el Nautilus sin
ningún contacto con la civilización.
Aronnax, Consejo y Land vivieron a bordo del Nautilus
y conocieron la vida en el fondo del mar, descubrieron
la existencia de seres increíbles y corrieron innumerables
aventuras: visitaron bosques submarinos, descubrieron

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antiguos navíos hundidos, fueron al Polo Sur, encontraron


la Atlántida –el continente desaparecido–, lucharon contra
pulpos gigantes y, sobre todo, descubrieron una forma de vivir
diferente.
En el transcurso de un encuentro bélico entre el Nautilus
y un acorazado, Aronnax, Consejo y Land consiguieron por fin
huir en medio de un gran remolino que amenazaba con
destruir el Nautilus. Los tres prisioneros escaparon
en un bote y milagrosamente pudieron regresar
a la civilización.
(Adaptación de la obra Veinte mil leguas
de viaje submarino, de Julio Verne)

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9. Una aventura en el fondo del mar

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9. Una aventura en el fondo del mar

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9. Una aventura en el fondo del mar

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Alicia en el País
de las Maravillas
Alicia tenía diez años. Era una pequeña, sensible, imaginativa,
curiosa e inteligente; por ello, en más de una ocasión,
se ganaba alguna regañina, ya que su familia consideraba
que era un poco irresponsable para su edad. La niña
inventaba historias extraordinarias a todas horas. ¡Tenía
una gran imaginación!
Una tarde de verano, Alicia y su hermana mayor salieron
al campo; hacía calor y cantaban las cigarras. Ambas se
sentaron a descansar a la sombra de un árbol y la hermana
de Alicia comenzó a leer en voz alta un libro de poesía.
A la niña aquel libro le parecía aburridísimo y comenzó
a imaginar aventuras mirando las flores de mil colores
y las abejas que volaban suavemente a su alrededor.
De pronto, sucedió algo asombroso: un hermoso conejo blanco
que llevaba un gran reloj pasó como una flecha por delante de
la niña. El animal iba repitiendo en voz alta: «Llego tarde, llego
tarde…». Alicia, sorprendida, salió corriendo detrás del conejo
y lo siguió hasta el interior de un árbol hueco por donde
cayó y cayó casi hasta el centro del mundo. La niña corrió
para intentar alcanzar al veloz conejo que caminaba con
increíble velocidad por el laberinto de galerías que se
encontraban bajo el árbol.
De pronto, la niña llegó a una puerta diminuta, era tan
pequeña que por ella no podía pasar ni uno de sus pies.
Se sentó muy triste y, de repente, descubrió una galleta
de sabroso aspecto; sobre la galleta se podía leer: «Cómeme
para encoger». Alicia pensó: «Justo lo que yo necesito para
poder continuar mi viaje a través de esa puerta tan
chiquitita». Dio un diminuto mordisco a la galleta y… empezó
a hacerse pequeñita, pequeñita; se hizo tan minúscula que
pudo pasar por la puerta sin esfuerzo. La puerta daba paso
a un largo corredor, al final del cual, había luces y se oían

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voces. Alicia caminó despacio por el pasillo y llegó a un


fantástico lugar donde estaban el conejo blanco y otros muchos
personajes tomando el té con pastas. El conejo, sorprendido,
preguntó a la niña de dónde venía y ella le contestó que lo
había seguido desde el exterior para preguntarle por qué tenía
tanta prisa. Al conejo le pareció una niña muy descarada por
hacer esa pregunta. De pronto, el conejo volvió a mirar su reloj
y dio un respingo. «Llego tarde, llego tarde, si hago esperar
a la reina, se enfadará», exclamó, mientras se levantaba
de un salto y comenzaba de nuevo su carrera.
Persiguiendo al conejo, Alicia corrió increíbles aventuras
en el País de las Maravillas. Allí vivían muchos extraños
personajes: el Gato de Cheshire, que hablaba sin parar y con
el que no se podía mantener una conversación porque estaba
un poco loco; la Reina de la Baraja, a la que solo le interesaba
hacer rodar cabezas; el Conejo Blanco, que iba con prisa a todas
partes… Todos ellos eran muy raros y hacían que Alicia se
sintiera el único personaje normal dentro de aquel barullo.
La niña no podía entender nada de lo que sucedía en aquel loco
país y, cuando estaba a punto de echarse a llorar porque, al fin
y al cabo, era solo una niña pequeña que estaba asustada,
se despertó.
Lo que había sucedido en realidad, era que la pequeña
se había quedado dormida sobre la hierba y su fantástica
aventura en el País de las Maravillas había sido solo un sueño.

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10. Alicia en el País de las Maravillas

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El libro Leer y pintar, para segundo ciclo de Educación Primaria, es una obra colectiva,
diseñada y creada en el departamento de Ediciones Educativas de Santillana Educación, S. L.,
dirigido por ENRIQUE JUAN REDAL.

En su realización ha participado el siguiente equipo:

Textos:
Rita Sánchez y Lola Núñez
Dibujos:
Eduardo Fuentes
Edición:
Rita Sánchez

Dirección de arte: José Crespo


Proyecto gráfico: Carrió-Sánchez-Lacasta
Jefa de proyecto: Rosa Marín
Coordinación de ilustración: Carlos Aguilera
Desarrollo gráfico: Rosa Barriga, Raúl de Andrés, José Luis García y Javier Tejeda

Dirección técnica: Ángel García Encinar


Coordinación técnica: Ángeles Bárzano
Composición y montaje: Juana Berrio y Marisa Valbuena.
Corrección: Pilar Pérez y Gerardo Z. García

Dirección del proyecto:


LOLA NÚÑEZ MADRID

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PRINTED IN SPAIN
Impreso en España por

ISBN: 978-84-294-4400-1
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Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de repro-


ducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin
contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La in-
fracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra
la propiedad intelectual (artículos 270 y siguientes del Código Penal).

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