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ANTECEDENTES

El Perú tiene uno de los más altos índices de emprendedurismo, reflejo de la disposición de
los peruanos para luchar y salir adelante, pero la carga que representan los tributos,
sobrecostos laborales y regulaciones excesivas ahogan las iniciativas, llevando a miles a la
informalidad. (CORREO, 2014)

Según el reporte del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del 2012, el 87%
de las unidades productivas son informales, 6.9 millones de un total de 7.9 millones de
unidades productivas. Además, de una Población Económicamente Activa Ocupada -PEAO-
(15.5 millones de personas), el 74.3% (11.5 millones) son informales, sin ningún derecho
laboral. (CORREO, 2014)

A inicios de 2019, la triste realidad es que 7 de cada 10 empleos son informales en el Perú
y la calidad del ínfimo empleo formal es francamente discutible, debido a un ingreso
mediocre que no permite crecer y ser competitivo para ofrecer una relación beneficiosa de
largo plazo entre las empresas y sus colaboradores. (Schwarz, 2019)

La informalidad laboral en el mercado peruano seguirá existiendo, en tanto no se inicie una


urgente reforma laboral que nos pueda dar productividad y competitividad. Los esfuerzos
del Estado por hacer cambios no han dado resultados y se requiere activar nuevas políticas
públicas y un práctico acuerdo nacional para hacer la diferencia. (Schwarz, 2019)

El problema del empleo en el Perú está estrechamente ligado a la pérdida de productividad


en un contexto donde la relación laboral no puede verse afectada por contextos de
distorsión como los actualmente vigentes: sobrerregulación, exceso de modalidades de
contratación e inflexibilidad para romper los vínculos laborales en casos donde la
incompetencia prima en medio de un proteccionismo mal entendido. No se trata de
recortar derechos laborales, al contrario, se trata de fortalecerlos y garantizarlos en un
marco de alta competitividad para los colaboradores, capital humano valioso para las
organizaciones. (Schwarz, 2019)
A esto se suma el análisis global de la infraestructura actual del mercado laboral peruano,
aún no consolidada, pues tiene extremos: sectores altamente productivos como la minería,
el petróleo y la pesca, que generan poco empleo, por ser altamente intensivos en capital y
no en mano de obra; y en contraste sectores de actual baja productividad relativa como la
agricultura, los servicios y el comercio, que son relativamente poco intensivos en capital,
pero altamente intensivos en mano de obra, generando la mayor parte del empleo ofertado
en el mercado peruano. (Schwarz, 2019)

De igual forma existen inequidades en cuanto a la formación y las competencias de la actual


PEA, cuya formación y nivel de conocimientos y habilidades no son necesariamente lo que
el mercado requiere y demanda, existiendo una seria brecha en la oferta de formación
técnica especializada para cubrir las necesidades del mercado, al extremo que, en el caso
minero, casi 40% de la mano de obra técnica calificada es extranjera, porque estas
especialidades no están disponibles en la cantidad apropiada en el mercado local. En
consecuencia, se requiere una urgente transformación de las políticas públicas laborales
para dotar de capacidades a la PEA y compensar en algo las inequidades estructurales, en
medio de una serie de cambios que requieren ser iniciados para generar competitividad
laboral. (CORREO, 2014)

En el Perú tenemos que adoptar medidas concretas para lograr que el empleo formal con
acceso a derechos, planes de crecimiento y remuneraciones crecientes, sea notoriamente
más atractivo que el actual empleo informal y el subempleo, que surgen como consecuencia
del actual sistema. Esto requiere promover la creación de empleo formal con sensatos
incentivos tributarios temporales, hasta alcanzar metas razonables de formalidad en el
empleo, la posibilidad real de deducir integralmente el costo laboral, la posibilidad de
eliminar las restricciones a la desvinculación laboral y a la irracional reposición judicial de
trabajadores improductivos. Así como la unificación de las modalidades de contratación
bajo contratos laborales seguros, que respeten los derechos de los colaboradores y
permitan a las empresas cesar la relación laboral cuando no se cumplan los estándares
mínimos de productividad aceptable para ser competitivos. (CORREO, 2014)
En suma, no se trata de perseguir, imponer y regular al asfixiado empresario para lograr
formalidad en el empleo, se trata más bien de promover un nuevo sistema laboral capaz de
hacer atractivo el empleo formal que en términos prácticos este basado en compartir
beneficios del incremento de la productividad que pueda lograrse en una colaboración
entre la empresa y el trabajador con importantes beneficios para ambos. Esto constituye
un reto que debemos asumir con responsabilidad de cara a transformar el futuro en
beneficio de nuestra creciente fuerza laboral empezando la urgente reforma laboral que el
Perú requiere. (Schwarz, 2019)

El año pasado, Carmen Pagés - Sierra, economista del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), afirmaba que la poca flexibilidad laboral era el principal factor de la informalidad
imperante en el empleo. El problema claramente radica en los sobrecostos laborales, los
cuales han demostrado ser los más altos dentro de América Latina. Los costos salariales no
laborales —que se traducen en las dos gratificaciones anuales, el mes de vacaciones, el
seguro de salud y la CTS— representan un 60% del salario bruto. Todo esto se convierte en
problemas para el empleador —quien se ve obligado a hacer despidos en épocas de
recesión— y desincentiva la contratación de trabajadores en periodos de bonanza
económica. (Montonero, 2017)

El presidente Pedro Pablo Kuczynski, antes de dimitir a su cargo, decidió elevar el sueldo
mínimo de S/ 850 a S/ 930 para los trabajadores peruanos. (Humano, 2016)

Por tal motivo, cabe recordar cómo ha evolucionado el sueldo mínimo en los últimos 18
años.

 10 de marzo del 2000: A través del Decreto de Urgencia Nº 012-2000 y a un mes de


las elecciones, el ex presidente Alberto Fujimori aumentó el sueldo mínimo a los
trabajadores del sector privado. La RMV, que no subía desde 1997,
pasó de S/345 a S/410 mensuales.

 15 de setiembre del 2003: Tres años más tarde, por Decreto de Urgencia Nº 22-
2003, el expresidente Alejandro Toledo elevó la RMV a S/460, un aumento de S/50.
Este incremento representó más del 12%. No obstante, según el INEI, la
remuneración real (el poder adquisitivo) no se vio modificada.

 1 de enero del 2006: En 2006, el sueldo mínimo ascendió a S/500. El Decreto


Supremo Nº 016-2005-TR señalaba que el Ministerio de Trabajo y Promoción del
Empleo, mediante Resolución Ministerial, dictaría las normas que sean necesarias
para la aplicación de la misma.

 01 de octubre del 2007: Al siguiente año, se dicta el D.S Nº 022-2007-TR, donde se


especifica que, a octubre del 2007, el salario se incrementaría en 30 soles, a S/530, y
recién en enero del 2008 alcanzaría la suma de S/550.

 01 de diciembre del 2010: Después de tres años, la Remuneración


Mínima Vital alcanzó la suma de S/580. Ese año, el Consejo de Ministros tomó la
decisión de dividir en dos partes el incremento de la RMV, a través del el D.S Nº 011-
2010-TR.

 01 de febrero del 2011: Tal como ordenaba el D.S. N°011-2010-TR, un año después
se aplicó la segunda parte del incremento. Desde febrero del 2011, el sueldo
mínimo llegó a S/600 solo para los trabajadores sujetos al régimen laboral de la
actividad privada.

 15 de agosto del 2011: Un domingo, el Gobierno oficializó el incremento de


la RMV en S/75, aumento que se concretó en octubre de ese año, de modo que
el sueldo mínimo cerró en S/675.

 01 de junio del 2012: Finalmente, a inicios del gobierno del presidente Ollanta
Humala, se dictaminó que la RMV sería de S/.750, mediante el D.S. Nº007-2012-TR.
El incremento del sueldo mínimo desde el 2006 hasta el año pasado ha sido de 80%.

 30 de marzo del 2016: En una actividad, en la región andina de Puno, el mandatario


anunció el incremento del sueldo mínimo a S/850 a partir del 1 de mayo. “Hoy día,
después de casi cuatro años y medio estamos invirtiendo S/100 más”, dijo Humala.
 21 de marzo del 2018: Antes de dimitir a su cargo, el presidente Pedro Pablo
Kuckzynski, firmó un decreto supremo que autoriza el alza del salario mínimo de S/
80 soles, llegando a los S/ 930.

Todo esto ha generado, no solo un incremento en el sueldo como se ve, sino en las
gratificaciones, ya que como sabemos, las gratificaciones, el pago por escolaridad, las CTS y
otros, se basan en el sueldo mínimo, siendo que al ser la base de la “pirámide” a diferencia
de otros países, se ha podido ver que el Perú es un país que brinda más gratificaciones, ya
que en otros países solo dan una, por motivo de festividades navideñas. (Humano, 2016)

Es por esto que se ve el problema de la informalidad, porque las pequeñas empresas tienen
el temor de tener que pagar tanto a un trabajador, aunque eso en teoría, y eso viene a ser
perjudicial para las empresas emergentes.

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