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El

derecho y la salud mental | Seminario



• La dicotomía medicina/derecho no puede leerse en términos
absolutistas: Juan Luis González Alcántara
• No atender la enfermedad mental es muy costoso para la sociedad: María
Elena Medina-Mora
• El derecho aún refleja las discapacidades psicosociales de una forma
binaria: José Ramón Cossío
• Necesitamos transitar a nuevos modelos de impartición de justicia en los
que se busque la inclusión y el respeto a los derechos humanos de las
personas con discapacidad: Mariana Mureddu Gilabert
• Los estados de interdicción no significan un menoscabo a la dignidad de
la persona ni a la integridad de la familia: Lorena Von Aguilar
• Tenemos un sistema de justicia que está completamente en deuda con las
personas que tienen alguna discapacidad mental: Arturo Luis Cossío
Zazueta
• El problema de la discapacidad psicosocial son todas las barreras que les
estamos poniendo a las personas que padecen un trastorno mental para
que no puedan desarrollarse como el resto de personas: J. Nicolás Iván
Martínez López
• El consentimiento informado es la piedra angular en la relación médico
paciente: Zoraida García Castillo
• Las directrices anticipadas son una de las conquistas por parte de las
personas con condiciones mentales, en el ejercicio de su derecho de
autodeterminación en aquello que tiene que ver en su salud de manera
prevista: Liliana Mondragón Barrios


Este jueves 7 de febrero El Colegio Nacional (Colnal) albergó el seminario El derecho y
la salud mental, coordinado por la colegiada María Elena Medina-Mora. A diez años de
la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, esta actividad
reunió a diversos especialistas del ámbito jurídico y de la salud para abordar los retos
aún pendientes en cuanto a los derechos humanos y la inclusión de las personas con
discapacidad psicosocial.

Juan Luis González Alcántara, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN), señaló en su discurso de presentación que la firma de la Convención en México
marcó y definió un derrotero paradigmático de los derechos de las personas con
discapacidad, aunque reconoció que aún queda una largo trayecto por recorrer.

Alcántara advirtió que “la dicotomía medicina/derecho no puede leerse en términos
absolutistas” y defendió “la imperiosa necesidad de que el derecho y la medicina se
unan y logren la sensibilidad necesaria para que desde la perspectiva del juzgador y
en los hospitales se respeten todos los derechos consagrados en la Convención.”

La primera conferencia de la mañana, Retos para la salud mental y el derecho, estuvo a
cargo de la colegiada María Elena Medina-Mora y de la magistrada Mariana Mureddu
Gilabert, del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

En cuanto a la protección de las personas con discapacidad mental, Medina-Mora
señaló que los principales problemas en la actualidad son el abandono de estas
personas en instituciones, la brecha de tratamiento, ya que más del 80% de
discapacitados no tienen acceso a cuidados y medicación, y la brecha de traslación de
resultados de investigación a la práctica clínica. Además, la integrante del Colnal
señaló que México “tiene uno de los índices más altos de inequidad y estigma en
cuanto a los trastornos mentales, por encima de países como Colombia o Estados
Unidos”. Medina-Mora abogó por una armonización entre el modelo social y el modelo
médico para suprimir las barreras sociales y ambientales a las que se enfrentan las
personas con discapacidad, y concluyó enfatizando que “no atender la enfermedad
mental es muy costoso para la sociedad”, ya que la OCD ha estimado que el 4% del PIB
se pierde cuando no se atiende a las personas que en algún momento de su vida sufren
de un trastorno mental.

Por su parte, Mariana Mureddu Gilabert se centró en los retos de los derechos de las
personas con discapacidad mental desde una perspectiva jurídica, indicando que
hasta la fecha “no se ha logrado que la legislación mexicana se adecue al modelo social
consagrado en la Convención”. La magistrada expuso que es indispensable revisar
nuestra legislación para comprobar si ha evolucionado en la materia al grado de
tomar en cuenta los avances en el tema de la salud mental, tanto respecto a la
prevención, la detección y tratamiento, como en el desarrollo de la protección de los
derechos humanos de los grupos vulnerables. Mureddu finalizó remarcando que
“nuestra legislación penal vincula a la discapacidad psicosocial con la peligrosidad o
con las necesidades proteccionistas que siguen marginando y perpetuando la
discriminación, por ello necesitamos transitar a nuevos modelos de impartición de
justicia en los que se busque la inclusión y el respeto a los derechos humanos de las
personas con discapacidad”.

La segunda conferencia del seminario, dedicada a la Interdicción, fue impartida por la
jurista Lorena Von Aguilar, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y por el
colegiado José Ramón Cossío.


Von Aguilar abordó los procesos de interdicción desde una perspectiva estrictamente
jurídica, especificando que son una restricción de la capacidad jurídica de ejercicio
“que no significa un menoscabo a la dignidad de la persona ni a la integridad de la
familia”, y señaló que los incapaces pueden ejercitar sus derechos o contraer
obligaciones por medio de sus representantes legales, tutor y curador. La jurista
también definió que la tutela es un cargo que la ley impone a las personas
jurídicamente capaces para la protección y defensa de los menores de edad o
incapacitados, y los tutores están legitimados para realizar actos que implican el
ejercicio de un derecho o facultad, cuya titularidad corresponde al representado.

Por su parte, el integrante del Colnal José Ramón Cossío, presentó dos casos que
ejemplificaron la tensión entre los modelos de reclusión y de incorporación, así como
entre los modelos de substitución y asistencia. El colegiado reconoció que “el derecho
aún refleja las discapacidades psicosociales de una forma binaria: la persona está bien
o está mal, pero en el medio hay una situación muy borrosa en la que no sabemos qué
condición tienen las personas para el propio orden jurídico”. El colegiado incidió en la
necesidad de seguir recabando conocimientos y experiencias para “llevar todo esto a
una legislación que nos ayude a construir mejores condiciones de vida para los
habitantes del país”.

Después de un breve receso tuvo lugar la ponencia sobre Inimputabilidad, a cargo del
jurista Arturo Luis Cossío Zazueta, de la Facultad de Derecho de la UNAM, y de J.
Nicolás Iván Martínez López, psiquiatra forense del Instituto Nacional de Psiquiatría
Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM).

Cossío Zazueta comenzó explicando que una persona inimputable no puede cometer
un delito, tan solo una infracción, puesto que según la Ley Penal mexicana la
inimputabilidad se define como el trastorno mental transitorio o permanente que
impiden comprender la ilicitud o conducirse de acuerdo con esta comprensión.

El jurista profirió que el principal reto que enfrenta el tema de la inimputabilidad es
cómo realizar los ajustes razonables que observa la Convención en los procedimientos
penales, para permitir que las personas discapacitadas enfrenten los procesos con la
asistencia necesaria sin que se le excluya y se decida sobre ellos, viéndolos como
sujetos de derecho y no como objetos de protección. “Tenemos un sistema de justicia
que está completamente en deuda con las personas que tienen alguna discapacidad
mental”, lamentó el jurista.

En su intervención, Martínez López abordó el tema de la inimputabilidad desde el
punto de vista de la salud mental forense, y remarcó que el problema de la
discapacidad psicosocial “son todas las barreras que les estamos poniendo a las
personas que padecen un trastorno mental para que no puedan desarrollarse como el

resto de personas”. El especialista denunció que en México no existen instituciones
sólidas de salud mental forense o psiquiátricos penitenciarios, por lo tanto las
personas con discapacidad psicosocial que están sin declarar inimputables o están en
proceso de ser declaradas, están en los reclusorios sin tratamiento y en condiciones
muy desfavorables. Martínez López finalizó señalando que “no estamos en un derecho
penal de autor, sino de acto: los delitos en presunción de un inimputable deben
estudiarse a profundidad y con el principio de inocencia”.

La última conferencia del seminario giró en torno al tema del consentimiento y las
directrices anticipadas, y contó con las intervenciones de las investigadoras Zoraida
García Castillo, de la Facultad de Medicina de la UNAM, y Liliana Mondragón Barrios,
del INPRFM.

García Castillo precisó que el consentimiento informado es un proceso de
comunicación complejo, dinámico y permanente entre el médico y el paciente dirigido
a la toma de decisiones, y supone “la piedra angular en la relación médico paciente”.
Los principios éticos del consentimiento informado son la autonomía, la libertad, la
dignidad, el derecho al acceso a la información y la justicia. En cuanto a su marco
jurídico, en México está regulado por la Ley General de Salud, y contamos con un
Código de Bioética para el personal de salud que contempla este derecho.

El tema de las directrices anticipadas en psiquiatría (DAP) fue planteado por
Mondragón Barrios, quien detalló que las voluntades anticipadas son el antecedente
de las DAP y suponen “una de las conquistas por parte de las personas con
condiciones mentales, en el ejercicio de su derecho de autodeterminación en aquello
que tiene que ver en su salud de manera prevista”. Las DAP constituyen un proceso
mediante el cual las personas con condición mental predeterminan los aspectos de su
cuidado posterior; se aplica cuando éstas pudiesen carecer de la capacidad para que
se conozcan y respeten sus deseos sobre su tratamiento. Según defendió la
investigadora, “si una persona tuvo capacidad para prever y expresar su voluntad
libremente y lo hizo con anterioridad, esta voluntad deberá tenerse en cuenta y ser
respetada”.

El seminario concluyó con una mesa redonda en la que intervinieron María Luisa
Rascón Gasca, investigadora del INPRFM, Cecilia Guillén del Colectivo En primera
persona, y Gabriela Cámara Cáceres, de la Asociación Voz Pro Salud Mental, quienes
ofrecieron una visión del tema desde la perspectiva profesional, familiar y del
activismo. Las ponentes reivindicaron la necesidad de la participación de los
discapacitados en la confección de sus derechos y coincidieron en su condena al
estigma de discriminación que aún sufren las personas con trastornos mentales.




Puede consultar la actividad completa en el canal de YouTube de El Colegio
Nacional: https://www.youtube.com/watch?v=jcD7mtPyqKw

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