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soledad.
AUTOR: ANTONIO HERNÁN RUBIO
03/11/2018
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Resumen
El presente trabajo repasa las dimensiones más cercanas a una
persona con cáncer, con excepción de los procesos médicos, que no
son objeto de este trabajo. Alimentación, experiencias personales y
psicoterapia, todas enfocadas a la ayuda en un proceso de curación
de un cáncer. La alimentación y las experiencias personales están
incluidas por ser algo a lo que el enfermo de cáncer recurrirá un gran
número de veces, y el terapeuta necesita conocer este aspecto de la
vida del paciente.
Experiencia propia
Son las 12:00 de la mañana, allá por un 24 de marzo, el año da igual.
El sol está en lo alto, sin nubes de por medio. Es como si todo se
hubiera inundado de luz, aire fresco, serenidad y calma. Todo fluye.
Había decidido el camino terapéutico que seguir en mi proceso de
curación del cáncer, ya determinado el nombre «proceso de
curación». Desde el día del diagnóstico en firme me había esforzado
para conseguir información, elegir el orden entre cirugía y
quimioterapia, dónde me trataría el cáncer (centro público o centro
privado) y, cómo no, leer todo lo que uno se pueda imaginar sobre
supuestos «grandes descubrimientos censurados por las
farmacéuticas». Ya estaba decidido: quimioterapia, radioterapia con
quimioterapia y, si quedaba algo, cirugía.
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Son las 12:30 de la mañana, decisiones tomadas… Me dispongo a
ordenar el lavavajillas. De súbito, al asalto, un miedo atroz se apodera
de mí; la respiración se queda en un ciclo interno, entra mucho aire,
sale poco, estoy hiperventilando. La presencia de algo terrible es
inevitable; en ese momento, eterna. Es miedo, sí. Ahora lo puedo
sentir, sin duda es miedo…
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Históricamente, el cáncer está acompañado de la alta probabilidad de
morir. De esta forma, la integridad de la persona se ve amenazada en
todo su ser: peligra la existencia, el trascender, ganar o perder. La
posibilidad de morir hace que uno sienta que puede perder todo lo que
tiene —no solo lo material— y todo lo que podría tener en el futuro. En
mi caso, el pasado se veía difuminado; te das cuenta del tiempo
perdido, de los errores y de los desperdicios de vida cometidos. El
futuro no llega hasta muy lejos, desaparecen las medidas naturales
del tiempo: años, décadas, veranos e inviernos se sustituyen por unos
nuevos; cuando cicatrice, cuando pase el efecto de la quimioterapia,
cuando deje la quimioterapia y pase a radioterapia, etc. Un caos
tremendo en lo que a percepción del tiempo se refiere; la vida está
ordenada bajo la disciplina de las citas médicas, las estancias en el
hospital de día, otras terapias (de las que hablaré) y, cómo no, de la
psicoterapia en curso.
La tríada que se debe tratar es: miedo, soledad y… falta una, tiempo.
Para escapar del miedo, el amor es casi la única solución; de la
soledad, el amor otra vez. ¿Y del tiempo? El tiempo no se puede
estirar o encoger; el tiempo es contundente, cruel, tranquilo unas
veces, alocado otras. Podemos sentir amor de otros y esto, sin duda,
nos aliviará, nos acompañará y podremos «pasar el rato». En el caso
de esta enfermedad, por silente que sea, es omnipresente. Esto
provoca que el enfermo sienta sed afectiva de forma constante, pues
el Miedo y la Soledad en ningún momento llegan a desaparecer (claro
está que cada persona es diferente y cómo viva y sienta las
emociones no se escapa a esta individualidad). ¿Cómo solucioné yo
estas necesidades? Ante la escasez de amor, opté por un amor que
siempre se puede sentir: el amor por uno mismo, el autocuidado.
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Sentirse a sí mismo frente al cáncer es tomar partido por uno mismo o,
lo que es igual, amarse. Además, no delegar la responsabilidad sobre
tu curación es, en sí, un gesto de amor sobre y hacia ti —ya ahondaré
más en esto como modelo terapéutico—.
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A continuación, expongo distintas formas de contribuir al proceso de
curación: desde la psicooncología hasta las lecturas de experiencias
vividas por enfermos de cáncer. He elegido títulos emblemáticos, pues
la literatura al respecto es muy amplia. El cáncer es un tema de gran
significado social, más aún ahora que están despuntando las
estadísticas sobre la prevalencia de esta enfermedad.
— Conclusiones
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Si bien el texto no defrauda, en mi opinión, comete el error de
confundir «ayuda psicológica» con «conocimiento psicológico»
(psicooncológico). Es decir, se trata de un texto académico cuyo
objetivo es la ayuda al profesional, no al enfermo, pues aporta
información sobre el mundo del cáncer y la psicología oncológica y se
reduce a la mera exposición de conocimientos e investigaciones
recientes.
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«Los resultados muestran que el 51,8 % de los pacientes oncológicos que
reciben quimioterapia además están siendo medicados por problemas
psicológicos. De ellos el 90,5 % reciben tratamiento asociado con los
trastornos de ansiedad; el 59,6 % asociado al trastorno de depresión mayor y
el 8,2 % a trastornos psicóticos»
(De la
Serna, 2017).
Algo más de la mitad de los enfermos de cáncer están siendo tratados
por problemas psicológicos, posiblemente asociados al cáncer.
Ansiedad y depresión son los principales. El Dr. De la Serna propone
una intervención psicoterapéutica enfocada a mejorar las condiciones
emocionales y la adherencia a los tratamientos. Algunas terapias son
tremendamente duras; adherirse a algo que parece matarte —más
aún que el cáncer— es complicado, va contra natura. Es como
pretender adherirse a un veneno mortal, esa es la sensación. En su
libro, el doctor propone varios tipos de psicoterapia, entre ellos: terapia
narrativa con mindfulness, terapia familiar, terapia CALM (Managing
Cancer and Living Meaningfuly) y terapia de la dignidad. Las dos
primeras, encaminadas a personas en estados no terminales; las
segundas, a enfermos en estado terminal. Ninguna de ellas toma
como principal argumento la consecución de un estado
psicoemocional propicio para hacer frente al cáncer. Lo que pretenden
es hacerlo más llevadero, estar mejor, paliar los trastornos
psicológicos, dejando al azar los posibles beneficios para la curación.
A modo de resumen, el doctor en psicología resume los resultados de
las investigaciones en la siguiente frase:
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en la curación si, además, se realizan otras intervenciones médicas.
De este modo, la psicoterapia se plantea como herramienta para
mejorar la calidad de vida del paciente y que la mayoría de los
pacientes reconozca como satisfactoria.
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De ahí que considere importante que el psicoterapeuta conozca algo
al respecto, al menos, para comprender lo que el paciente puede estar
demandando. No entraré a reproducir lo que unos u otros autores
recomiendan sobre productos, nutrientes, formas de cocinar, etc. Sí
diré lo que he visto común en todos ellos:
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coadyuvantes pueden ser utilizados para los objetivos de la
psicooncología (reiki, acupuntura, meditación, masaje, visualización
creativa…), pues muchos de ellos, si no todos, tienen una importante
componente psicológica.
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que dos de las seis quejas son declaradamente objetivos de la
psicoterapia, siendo la fatiga y el dolor susceptibles de ser mediadas a
través de la psicología. Sí, parece que todo apunta a que la
psicoterapia es el tercer eje que estábamos buscando.
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Seguro que le podemos poner unos cuantos «peros», aunque ese no
es el objetivo. Lo que extraigo de este fragmento es que el cáncer
puede ser incluso una oportunidad para observar los daños en la
infancia temprana del enfermo. De ahí la tremenda importancia de
que, en caso de existir psicoterapia, esta sea extremadamente
respetuosa, pues la herida puede estar abierta (quizá lo estará, pues
padecer cáncer es, sin duda, muy intenso).
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conceptos que a él le sirvieron para superar diez años de tratamientos
y de idas y venidas al hospital. Desde los 14 hasta los 24 años, su
vida fue un continuo vivir en la enfermedad, el legado a la
incineradora; una pierna, un pulmón y un pedazo de hígado.
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poco a poco…». Como vemos, están muy relacionados con los
mandatos e impulsos:
«No hay claves para vencer al cáncer, no hay una estrategia secreta. Tan
solo debes escuchar tu fuerza, crear tu lucha y dejarte guiar»
(Espinosa, 2010).
Albert nos relata 23 descubrimientos que hizo durante sus diez años
de enfermedad; algunos podrían parecer absurdos, otros no tanto. No
me entretendré en citarlos, pero recomiendo su lectura, sobre todo si
eres enfermo de cáncer, ya que te pueden ayudar. Sí considero
necesario, al menos, citar el centro y título de su libro, los Amarillos,
que define así:
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ayudará a adaptar conceptos y meditaciones que podrás leer entre
líneas. Sería bueno que un psicoterapeuta se convirtiera en un
Amarillo para su paciente.
«Los amarillos son reflejos de uno, en ellos están parte de nuestras carencias
y el conocerlos hace que demos un salto cualitativo en nuestra vida».
De esta forma, Albert está indicando que los Amarillos pueden ser, a
través del vínculo, personas que nutran nuestras carencias
(reparentamiento).
«Ver despertar a alguien es media vida amarilla. No tiene por qué ser en la
misma cama, puede ser en dos camas, pero es importante conseguir ese
clima, donde cada amarillo duerma y cada amarillo despierte siete u ocho
horas después».
Albert hace mucho hincapié en el dormir junto a alguien para mejorar
las cualidades de la hermandad de los Amarillos. Dormir junto a
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alguien puede ser algo grabado en nuestro ADN, pues en el paso de
la noche es cuando los grupos primitivos se cierran en sí mismos, es
donde la seguridad que ofrece el grupo se hace tangible (vínculo
terapéutico).
«No es posible que alguien sea amarillo tuyo y tú no signifiques nada para la
otra persona; la relación es biyectiva».
Sin duda, la referencia a la PHI es innegable. Es bueno que el
psicoterapeuta también aprenda del paciente, valorando así la
relación.
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vida. La Dra. Fernández hace un repaso concienzudo sobre la
alimentación para prevenir el cáncer y para ayudar a sanar, al igual
que el Dr. Servan-Schreiber al hablar largo y tendido sobre la
importancia del sentimiento de impotencia, desesperación y estrés
como agentes que dificultan el proceso de curación, personalidades
propensas a contraer la enfermedad y actitudes provida durante el
proceso de sanación. De lo personal, el ingeniero Albert Espinosa nos
ofrece una curiosa, inteligente y original propuesta para afrontar el
cáncer: sus 23 consejos y la búsqueda de los Amarillos.
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existencial es distinto a estos, es algo que ya emergerá en forma de
necesidad. Necesidad de alimento, de cuidado, de auxilio, de ser
admitido, pues fue su primera forma de manifestación allá en el
comienzo de la vida. Posiblemente de aquí surja la necesidad de
saciar cualesquiera, o todas, las necesidades arcaicas insatisfechas
legítimas (NAIL), recurriendo a las herramientas (ahora inconscientes)
que en su día diseñó y eligió el paciente para procurar satisfacerlas
(fundadoras del guion de vida).
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mejorar las condiciones psicoemocionales para que estas coadyuven
a la curación del cáncer, objetivo principal y casi único en el momento
presente del enfermo. No es tiempo de resolver problemas arcaicos,
mandatos o impulsos, ni el guion de vida. Es momento de aprovechar
aquello de lo que dispone el paciente para, desde ahí, construir un
frente de ataque a la enfermedad.
Contener al enfermo
Es muy distinto si el enfermo de cáncer es diagnosticado mientras
está inmerso en un proceso de psicoterapia o acude a psicoterapia
buscando ayuda por la enfermedad. En el primer caso, obtendremos
una ventaja: conocemos su Yo existencial previo a la enfermedad y
posiblemente ya exista vínculo terapéutico. Si no se conoce al
paciente más que a raíz de la enfermedad, pues llega a nosotros por
el tema específico del cáncer, recomiendo no detenerse mucho tiempo
en conocer el «antes» del paciente (lo iremos descubriendo), pues el
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estado en el que se encuentra es apremiante, al menos así lo sentirá
el paciente. Es de vital importancia generar un vínculo terapéutico lo
más rápidamente posible, el psicoterapeuta puede recurrir a su
historia personal o a la de algún allegado (de elección por el
terapeuta). La prisa de un enfermo de cáncer me la ilustró con mucha
certeza una médico, a quien acudí en busca de «otras» ayudas. Él
mismo había superado un cáncer y me dijo: «Sentí como si mi reloj de
vida fuese a toda pastilla, mientras que el reloj de los demás fuese a
un ritmo injustamente lento». ¡No hay tiempo que perder!
Este reloj se irá enlenteciendo a medida que el paciente se vaya
adaptando a su nueva situación, aunque nunca dejará de ser el tema
principal de su existencia. Para ello, es importante: a) aprender sobre
el tipo de cáncer ante el que estamos, sus dimensiones y, muy
importante, estar al corriente del tratamiento médico: pruebas, fechas,
resultados, estado de salud física; b) conocer los efectos secundarios
de la medicación y el tratamiento, pues suele ser normal que se
incluyan efectos secundarios de corte psicológico o que afecten a la
estabilidad emocional: quimioterapia que provoca distimia, radioterapia
que enlentece el pensamiento, disfunciones sexuales, alexitimia,
ansiedad, etc. En definitiva, para generar un vínculo eficiente con el
paciente considero importante conocer el tipo de cáncer y el
tratamiento, estando a la vez pendiente del proceso.
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que deje de ser un sujeto pasivo, pasando a ser un sujeto activo y, por
tanto, a ocuparse de sí mismo a través de rutinas, alimentación,
psicoterapia participativa (como es la PHI y la terapia de grupo con
otros enfermos de cáncer). Sin embargo, no estaría recomendado el
psicoanálisis por su falta de interacción y por su lentitud.
— Vinculación psicoterapéutica.
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algo por y para sí (sin olvidar la importancia de actuar contra los
agentes estresadores). De mi experiencia como enfermo de cáncer,
extraigo una anécdota. Decidí vivir. Sí, en un determinado momento
decidí que iba a vivir. Visitaba a unos familiares y, en un momento
dado, una persona dijo:
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inicio pueden ser silentes), hace que el paciente conecte con el miedo
más profundo, el que en psicología humanista integrativa conocemos
como «miedo existencial». Es el miedo que hace que al nacer, y poco
después, nos adaptemos prácticamente «a lo que sea» con tal de
sobrevivir a la falta de recursos, pues sin ayuda externa moriríamos.
Este miedo en su día nos sirvió para sobrevivir; ahora podremos
utilizarlo para el mismo fin y posiblemente a través de la misma
adaptación: en efecto, nuestros mandatos e impulsos, evitando
promover otros distintos, pues en estado de lucha por el trauma las
capacidades de cambio son reducidas. Tan solo se darán aquellos
cambios temporales en forma de contraguion, no siendo verdaderos
cambios.
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y el objetivo. Insisto, es momento de explotar recursos, no de realizar
o promover cambios.
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«elasticidad», que es la capacidad de recuperar el estado original
previo al trauma o al cambio de rumbo. Promover la capacidad de
recuperación es de vital importancia, y hacerlo desde la honestidad
también. No servirán las iniciativas que llamen a la fuerza, sí las
iniciativas que recuerden hacia dónde nos dirigimos y, sobre todo,
para qué nos dirigimos (dar un sentido a la vida). Para facilitar esta
capacidad nos será muy útil el establecimiento de metas parciales,
recordar el sentido de la existencia, visualizaciones creativas. En
definitiva, técnicas y herramientas que den sentido y ofrezcan un
futuro visible (y posible) al paciente.
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situación especialmente complicada. Este recurso no solo pretende
superar momentos de crisis, sino promover también un aprendizaje.
(Técnica dirigida al estado del Niño Adaptado Sumiso).
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Soledad
Quiero poner en antecedentes. La Soledad a la que pretendo tratar no
es una soledad objetiva, material o instrumental, es la Soledad
percibida por el paciente y, por tanto, indiscutible. Esto es importante,
pues los ánimos, las objetivaciones o los clichés no solo no ayudan,
sino que aumentan la presencia de esta. La soledad que siente un
enfermo de cáncer es profunda, no conocida antes (salvo casos
excepcionales), adimensional diría yo, inexplicable. La soledad que se
percibe viene del propio miedo existencial, un miedo en el que no hay
«compañero de fatigas», pues la existencia que está en juego es la de
uno mismo.
Dentro del entorno del paciente habrá personas que huyan ante el
dolor, algunas negarán el proceso, otras entrarán y saldrán de la
vivencia. En cualquier caso, el cáncer está con el paciente todos los
segundos, todos los minutos y todas las horas de todos los días,
semanas y meses. Imposible acompañarlo. De este modo, la soledad
percibida por el paciente será de máximo respeto, pues es su estado.
Luchar para mitigar esa fuente de dolor será una batalla perdida desde
el principio. Entonces, ¿qué hacer con esa Soledad?
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solucionará el sentimiento de soledad para después comprobar que no
es así, defraudará al paciente, pudiendo, como he dicho, incurrir en
desesperanza o «indefensión aprendida».
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y su personalidad emocional (PE), que se da en muchos casos.
Trabajaremos desde las técnicas de la Gestalt en lo referente al
«darse cuenta», llevando al terreno de la consciencia la soledad
percibida y cómo esta es sentida, normalizando la percepción y
transmitiendo que es imposible que el paciente se sienta acompañado
durante todo el tiempo, pues él está en un lugar donde no puede
haber más personas, principalmente por miedo o falta de empatía;
además, pretenderlo sería injusto para los demás. Percibir con
normalidad a los grupos, viviendo el presente del grupo sin modificar
su mecánica, promoviendo la experiencia de vida, permite poner el
foco en otros temas sociales en los que el cáncer no aparece: un
evento deportivo, un curso, una cena familiar, unas cañas con los
amigos… Tomamos estos actos como verdaderos oasis en medio de
la travesía que puede representar el proceso de curación de un
cáncer. Los grupos pueden ser ayudas que recuerden al paciente que
hay algo más aparte del cáncer, que la vida sigue y él continúa con la
vida.
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entenderse que van dirigidas desde el Padre del terapeuta hacia el
Niño del paciente, pudiéndose producir que el paciente, desde su Niño
Adaptado Sumiso, obedezca al Padre del terapeuta, entrando así en
un bucle sin fin de soledad, tristeza, terapia, mandato, soledad. El
camino que pretendemos obtener es aquel en el que, desde el Adulto
del paciente, se dé permiso al Niño del mismo, habitando sin juicio y
por decisión propia el Yo.
Socialmente, la palabra «soledad» está adscrita a algo malo: «las
persona solas necesitan ayuda», «estoy solo y triste», «ese es un tipo
solitario, raro…». Propongo algunas herramientas encaminadas a
promover la homeostasis del paciente, la autorregulación de la
soledad, de su refocalización positiva:
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el apasionante camino del cambio. Una aventura que todo el mundo
debería probar.
Conclusiones
Tener cáncer afecta a todo el sistema de la persona; cuerpo y mente
se ven afectados de manera significativa; miedo existencial y soledad
son dos agentes psicológicos de gran impacto. El tratamiento médico,
al menos en España, carece de ayuda psicológica profesional (son
buenos los cuidados de enfermeros y médicos, pero no suficientes).
Muchos son los aspectos que coadyuvan al proceso de curación:
alimentación, tratamientos energéticos, medicina tradicional china,
naturopatía, complementos alimenticios y, como objetivo de este
trabajo, la psicoterapia.
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dimensiones del cáncer de esta persona. Estar atento al mundo
médico del paciente: citas, hospitales, médicos, terapias, procesos,
fechas, resultados, etc., todo ello promueve el vínculo y la percepción
del paciente de que hay alguien, además de él, atento a lo que
sucede. Puede que familiares o amigos también estén pendientes,
pero no hay nada como que «papá y mamá» estén atentos, y esto, a
través del vínculo, es la situación psicológica en la que puede
encontrarse el terapeuta. El terapeuta es el único que está atento a
todas las dimensiones del paciente; es decir, el terapeuta se hace
experto en el paciente, de aquí esta nueva herramienta que he
denominado: «El psicoterapeuta se hace experto en el paciente».
Mi proceso de cáncer ha tenido singulares coincidencias;
sincrodestinos que diría Deepak Chopra; karma, los hinduistas. Este
trabajo ha tenido el suyo, ayer mismo terminé de redactarlo, ayer
mismo encontré esta cita:
Agradecimientos
Sería imposible enumerar a todos las personas del mundo médico que
me ayudaron en la curación del cáncer: quizá aquel chico de
mantenimiento que, estando yo hospitalizado, solucionó el ruido del
aire acondicionado; Joseba, mi oncólogo, que pasó de un 80-20 a un
50-50 tras una ardua negociación entre ambos; las técnicos de la
máquina de radioterapia, que me abrigaban la tripa por el frío de la
sala; Escarlata y Amaya, mis radiooncólogas, que me sonreían y
escuchaban; Macarena, mi psicoterapeuta que tan flexible fue
conmigo, adaptándose al proceso. Mis compañeros de máster:
Antonio, Emilio, Clara, Isabel, Andrea, Marina, Xiomara, Manuel, Ana
María, Yolanda, María A., Marian, Mariola, Marta, María M., Cloti,
Lara, Beatriz, Susana, Carolina, Salli y María José.
Gracias.
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Bibliografía
— Dimaggio, G., Carcione, A., Semerari, A., Marraffa, M., Falcone, M.,
Nicoló, G., Pontalti, I. y Procacci, M. (2001). Modelos de
mantenimiento de los trastornos de personalidad. Revista de
psicoterapia, vol. XII (45) 5-20.
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