Vous êtes sur la page 1sur 8

Comentarios sobre ¿Quien le teme a la teoría?

Por José Anazagasty

¿Quién le teme a la teoría? es un texto acerca de teorías literarias, es decir, de la

diversas explicaciones plausibles acerca de cmo y por qué acontece la literatura. Pero es

también acerca de los temores, sospechas y recelos que muchas veces incitan esas teorías.

El temor, según la Real Academia Española, es una “pasión del ánimo,” una que nos

provoca huir o rehusar aquello que consideramos dañino, arriesgado o peligroso. El temor

es también presunción de sospecha. Es además recelo a un daño futuro. Y la teoría,

afirman Rolón y Llenín, es una de esas muchas cosas de las que muchos huyen, rehúsan,

declinan o repudian. Es una de esas cosas de la que se sospecha y de las que se considera

una amenaza. Y es precisamente la aprensión y el miedo a la teoría literaria el punto de

partida de las autoras en su libro ¿Quién le teme a la teoría?

Son muchos los que le temen a la teoría literaria, incluyendo a muchísimos

estudiantes y también a muchos educadores. Las razones para temerle son muchas y

algunas de ellas, nos recuerda Rolón, en su introducción son justificadas. Otras no lo son.

Ella menciona algunas de estas razones. Primero, hay quienes le temen a la teoría literaria

porque la consideran una materia difícil, sólo accesible e inteligible para los especialistas en

literatura. Otros le temen porque, y en las palabras de Rolón, “agrieta la ascendente moda

de lo fácil.” Por ejemplo, es común que los estudiantes se quejen de la complejidad de los

cursos de teoría, de que requieran tanta lectura y horas de estudio, y de requieran, para

colmo, estudiar los escritos de todo un cúmulo de viejos muertos. Algunos de ellos

también protestan y le temen al lenguaje hermético de los teóricos. Otros rehúsan la teoría
porque simplemente la desconocen. Otros, guiados por esa poderosa “pasión de ánimo” en

contra de cualquier causa revolucionaria o huyen de la teoría o la descartan como una

práctica meramente ideológica. Finalmente, plantea Rolón, otros le temen porque

simplemente no tienen acceso a la colección de textos de teoría literaria, disponible para

unos pocos.

Para mí, los planteamientos de Rolón sobre los miedos que incita la teoría literaria

es reminiscente del sociólogo especialista en teoría social Charles Lemert (1999), quien en

su libro Social Theory: The Multicultural and Classic Readings discute los miedos que

incita la teoría social, aunque este también discute sus usos y placeres. A Lemert le

preocupaba especialmente el temor a la teoría social de aquellos que la consideran una

materia difícil y hermética, comprensible solo para los peritos en teoría. Sin embargo,

Lemert plantea, contra la idea de que la teoría social es algo que solo hacen los

profesionales, que esta es más bien una herramienta básica de supervivencia que todos

pueden usar. Para él, el que existan teóricos profesionales, muchos de ellos académicos, no

significa que una persona sin esos credenciales no pueda producir explicaciones plausibles

acerca de cómo y por qué ocurren eventos, fenómenos y procesos sociales. Al contrario,

algunas personas, aun si tener conocimiento sociológico, producen teorías plausibles acerca

de su realidad social. Pero Lemert va más allá de desmitificar la teoría social. Para él, no

solo cualquiera puede concebir teorías sociales, sino que todos lo hemos hecho antes y lo

seguiremos haciendo, pues la teoría social es una práctica mundana que nos ayuda a

sobrevivir. La teoría social es entonces para Lemert el logro normal de seres sociales

vislumbrando lo que otros seres hacen entre sí y con ellos, pensando, explicando y dándole

sentido a su vida social. Vislumbrar la literatura, la que de hecho posee numerosas y


profundas cualidades sociales, es parte de esa experiencia, de esos logros normales y

habituales de los humanos.

Consideren, por ejemplo, el intercambio virtual sobre la literatura en Yahoo!

Respuestas de Argentina

(http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20060711095322AAds2ev).

Allí josé26santos preguntó sobre la utilidad de la literatura y escribió:

Aun hoy persiste la polémica sobre qué utilidad tiene la literatura, incluso hay quienes
van más allá y sostienen que no debemos buscarle utilidad, y que además no tiene
porque servir para algo. En fin...

Por mi parte creo que la literatura sirve para muchas cosas, entre ellas, ayudarnos a
entender el mundo en el que vivimos, conocer otros pensamientos y caracteres y
estimular nuestra reflexión.

Carolina le respondió:

La literatura en un principio surgió para fijar, conservar la tradición oral: la


literatura occidental nace con La Ilíada y la Odisea de Homero. Era tal la
importancia cultural de dichos relatos que se decide plasmarlos en letra, es decir,
escribirlos para que se conservara esa tradición oral. Y se empieza a escribir sobre
otros temas: filosofía, matemáticas, poesía lírica, dramática, etc. En un sentido
primigéneo la palabra "literatura" significa "todo lo que está escrito" sin importar el
tema que puede ser cualquiera: derecho, filosofía, pedagogía, arquitectura,
matemáticas, poesía, etc., etc.

No sé en qué momento de la historia a la literatura se concibe como ahora:


cuentitos, poesías cursis, novelas rosas y "obras de arte de la máxima literatura"
como Shakespeare o Cervantes y cosas así, que creo que a ese tipo de literatura te
refieres.

Y la utilidad de la literatura: uff, qué te puedo decir. Leer libros de verdad te abre
nuevos horizontes, te cultiva, te pone a pensar, hace que imagines cosas
inimaginables y todo eso es un excelente ejercicio mental. ¿Sabías que al mirar la
televisión usas menos neuronas que cuando estás durmiendo?
(http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20060711095322AAds2ev).
Noten ustedes que al vislumbrar la utilidad de la literatura Carolina terminó por ofrecer una

explicación de qué es la literatura. Y, a su manera, no sólo reconoce las cualidades sociales

de la literatura, sino también sus cualidades históricas. Para ella la literatura es una

categoría social e histórica, contingente. Para Carolina la literatura no siempre fue lo que es

hoy, un hecho planteado por Raymond Williams, entre otros expertos. Carolina no es

Raymond Williams, pero pudo producir una teoría de la literatura, rudimentaria quizás,

pero plausible.

La teoría literaria es también un logro habitual de los seres humanos vislumbrando,

en este caso, la literatura, como un modo de producción artístico ligado a leer y escribir y

que se manifiesta en textos diversos. Puede ayudarnos a mejorar ese logro normal que es

explicar la sociedad. De hecho, Lemert cita de la novela The Chaneysville Incident de

David Bradley para confirmar su visión de la teoría social como un logro normal. Para

Bradley:

The key to the understanding of any society lies in the observation and analysis of
the insignificant and the mundane. For one of the primary functions of societal
institutions is to conceal the basic nature of the society, so that individuals that make
up the power structure can pursue the business of consolidating and increasing their
power untroubled by the minor carpings of a dissatisfied peasantry. Societal
institutions act as fig leaves for each other’s nakedness . . . And so, when seeking to
understand the culture or the history of a people, do not look at the precepts of the
religion, the form of government, the curricula of the schools, or the operations of
businesses; flush the jhons. (En Lemert 1999:2)
Para Lemert la teoría social no es sólo acerca de lo mundano y de lo profano, sino también

acerca de lo oculto, es acerca de aquellos aspectos escondidos de nuestra cotidianidad, de

nuestra vida ordinaria. La teoría social tiene el potencial de develar lo oculto, lo que

provoca como plantea Rolón temor entre aquellos que ostentan el poder y atisban el

potencial revolucionario, o al menos crítico, de algunas teorías. Muchos aspectos de la vida


social son ocultados, encubiertos o disimulados por las instituciones sociales, que

inherentemente conservadoras, reproducen el status quo, incluyendo por supuesto

injusticias y desigualdades sociales. Otras veces los oprimidos mismos los ocultan porque

les lastima y duele lo que les habían ocultado. Finalmente, y además de lo difícil que es

muchas veces enfrentar la realidad, las personas necesitan tiempo y recursos para entender

y, eventualmente, expresar adecuadamente su realidad, su revelación de lo oculto.

El punto de Lemert y de Bradley, es que nuestra supervivencia y quehacer dependen

en gran medida de nuestra habilidad de decir algo coherente acerca de la sociedad, y de

nuestra experiencia con y en ella, de explicar cómo y por qué ocurren las cosas de la vida.

Aunque los teóricos y expertos en la materia pueden hacer un mejor trabajo, dada su

experiencia, entrenamiento y manejo de destrezas, todos hacemos teoría. Por eso Lemert

insiste en que cualquiera puede hacer teoría y nos invita inclusive a hacer más teoría, pues

nos ayudaría a vivir mejor, con más poder y con más placer. Una manera de hacer más

teoría, de aprender a decir más cosas coherentes sobre la sociedad, es prestarle atención a lo

que teóricos profesionales han dicho a lo largo de nuestra historia, no porque sepan más,

sino porque tienen más práctica. Y si nos interesa hacer más teoría literaria, tener algo

coherente que decir acerca de la misma y con ello vivir mejor, con más poder y con mucho

más placer, entonces debemos prestarle más atención a lo que los expertos en teoría

literaria han dicho. ¿Quién le teme a la teoría?, puesto que reúne en un mismo texto lo que

muchos de esos expertos han dicho, es un buen lugar para comenzar. De hecho, y como

plantea la propia Rolón:

Cualquier persona puede bregar con este Manual, pero el mismo fue pensado para
quien desea iniciarse en la teoría no importa la edad o el nivel de estudios que tenga.
Puede ser una herramienta para el aprendizaje autodidacta. Sin embargo, fue
concebido como libro de texto para clases de español y literatura de escuela superior
y primeros años universitarios. En cualquier caso, este Manual es una invitación a
estudiar y a usar los poderes que confiere el análisis teórico dentro y fuera de los
textos (7).
Y como plantea Llenín, coautora del libro, la invitación es hecha desde una

intersección, ese singular punto de encuentro entre las autoras y la educación popular,

crítica o liberacionista, mientras escribían ¿Quién le teme a la teoría? El texto, en palabras

de Llenín, fue “forjado en gran medida por un método de experiencias autodidactas que

persigue, a su vez, impulsar en comunidades puertorriqueñas, entre otras, la práctica del

aprendizaje propio y colectivo sin recurrir, necesariamente, a la mediación de institución

alguna” (19). Esta es una importante contribución de ¿Quién le teme a la teoría?,

particularmente porque reafirma el rol esencial de la teoría en el proyecto pedagógico

popular, sobretodo si la concebimos desde la perspectiva de Paulo Freire.

La teoría era central para el proyecto pedagógico de Freire, de su pedagogía de la

esperanza, por dos razones. Primero, para él la educación es reproducida en la praxis. Y la

educación, como cualquier otra actividad humana no enajenada, envuelve acción y

reflexión, práctica y teoría. Para Freire una buena educación es praxis, un modo de

producción, la transformación del mundo. Para entenderlo tenemos que desechar ese viejo

vicio de pensar la teoría y la práctica como una dualidad, como una oposición binaria. Lo

que Freire llama praxis tampoco es la suma de dos elementos autónomos, la reflexión más

la acción. Tampoco sugiere una secuencia de eventos, la reflexión seguida de la práctica.

En el modelo dialéctico de Freire la teoría y la práctica, la reflexión y la acción, ocurren

simultáneamente. Su posición es marxista-leninista, y hasta con algunos toques maoístas y

cheístas. Para él, sin una teoría revolucionaria no puede ocurrir un movimiento

revolucionario. Y una teoría desligada de la acción del movimiento no es para nada


revolucionaria. Es triste escuchar a aquellos académicos que desligados de los

movimientos sociales, alardean de revolucionarios cuando sólo reflexionan. Eso no es

praxis. Pero es igualmente triste escuchar de aquellos que sólo actúan mientras descartan la

teoría, la reflexión, hablar y pensar demasiado. Eso tampoco es praxis. Fue el propio Freire

quien dijo que la reflexión crítica es también una acción, cognitiva de hecho. Así, enseñar

literatura, como una praxis dirigida a la concientización, requiere entonces integrar la teoría

literaria al proceso de enseñanza y aprendizaje. Y el texto de Rolón y Llenín es útil en ese

sentido.

La segunda razón por la que la teoría es esencial para el proyecto pedagógico de

Freire es que el mismo envuelve precisamente la producción de una teoría, una que llamó

una teoría de acción cultural, una basada en la promoción del diálogo, y en la oposición

activa contra la teoría de la acción cultural anti-dialógica. ¿Quién le teme a la teoría? está

orientado precisamente a promover el diálogo sobre la literatura y, con ello a la acción

cultural, sobre todo a la acción cultural entre los puertorriqueños. En ese sentido, y puesto

que no hay praxis sin la unificación de la teoría y la práctica, sin la reflexión y la acción,

¿Quién le teme a la teoría?, utilizado como un texto en el salón de clase o como

herramienta autodidáctica, podría contribuir al desarrollo de esa teoría de acción cultural

dialógica.

Forjado desde la pedagogía popular para impulsar entre los puertorriqueños la

práctica del aprendizaje propio y colectivo de la teoría literaria sin que este sea

necesariamente mediado por las instituciones sociales ¿Quién le teme a la teoría? es

entonces una invitación a prestarle más atención a lo que los expertos en teoría literaria han

dicho para que de esta manera vislumbremos mejor la literatura y con ella nuestra vida
social. Como decía el intelectual ruso P. N. Medvedev la cualidad social de la literatura es

simplemente indiscutible. Se trata de un fenómeno social no sólo porque refracta la vida

social, sino porque también participa de ella, y participa de ella como un fenómeno

relativamente autónomo y con cualidades distintivas. Como seres sociales de cuya

cotidianidad la literatura es parte no podemos sino vislumbrarla y tratar de explicarla, hacer

teoría literaria. Hagámoslo pues cimentados en lo que los algunos intelectuales ya han

teorizado sobre la literatura y hagámoslo con valentía, sin miedos a la teoría literaria.

¿Quién le tema a la teoría? Es un buen punto de partida.

* Comentarios del autor durante la presentación del libro en el Recinto Universitario de Mayagüez el 4 de
noviembre de 2010.

Vous aimerez peut-être aussi