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Es el pan nuestro de cada día, desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos estamos improvisando. Cuando saludamos a alguien, cuando
pedimos algo o cuando damos una opinión no decimos el mensaje de
memoria ni lo leemos, solo lo dejamos aflorar libremente, estamos
improvisando.
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Requisitos para una buena improvisación
A. Recomendaciones esenciales
b) No salirse del tema. Ciertos oradores gustan decir lo que les pasa
por la cabeza y se salen del tema que están exponiendo, para luego
escucharles decir: “¿de qué estábamos hablando?”, “¿dónde nos
habíamos quedado?”, etcétera.
Jean Guitton nos ha dejado una regla de oro para evitar salirse del tema:
“Digo lo que voy a decir, lo digo, y digo que lo he dicho”, es decir: la
introducción, cuerpo y conclusión del discurso. El título del tema
debe reflejarse en todo el desarrollo de la exposición, en caso contrario,
nos hemos equivocado al elegir el título.
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Este mecanismo ofrece total seguridad cuando ha sido pulido, de modo
que hablar en público puede convertirse en una diversión que te dará
gratas satisfacciones.
¿Cómo lo vas a hacer? Con práctica, por mucho que leas no vas a llegar
y comerte el mundo de la oratoria, en la oratoria, más que nada, o
practicas o no vas a hacer absolutamente nada y lo ideal es que en base
a la experiencia perfiles tu propia técnica de oratoria y la vayas
mejorando.
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