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Paola Hernández

C.I.27.342.857
9 de diciembre de 2019
Práctica 4. Crónica
Travesía hacia el origen
Respuesta espiritual a un problema del cuerpo

Juan, el hombre que ahora yace en el suelo entre las velas y figuras resplandecientes, ha llegado al
final de su camino; buscando encontrar la causa de sus dolencias ha decidido dejar en manos de
algún espiritista su cuerpo y alma.

Dicen que en Sorte ocurren cosas muy extrañas, que para llegar a esa imponente montaña debes
tomar un largo y difícil sendero de preparación. En esta montaña mítica puedes ver cómo la gente
actúa más allá de la consciencia, dejan entrar en su cuerpo el espíritu de un espíritu guerrero,
caminan sobre las brasas ardiendo, se recuestan en un cúmulos de vidrios, se hieren con cuchillos
y otros enseres, sin embargo todos los que pasan por ahí salen ilesos de tales actos.

Hace más de un año, cuando Juan se sentía afligido por “la mala suerte” le perseguía a diario y
cargando con el peso de una enfermedad que cada día lo debilitaba más, acudió a la casa de un
amigo que había pasado su vida recorriendo y conociendo las distintas religiones existentes, sabía
que él lo podría ayudar en la búsqueda de su camino espiritual, pero también sabía que todo
cuanto le esperaba tras esa visita cambiaría su vida para siempre. Como fruto de una clarividencia
su amigo le abrió la puerta justo antes de que Juan llamara al timbre y aunque él no había
anunciado su visita el amigo le dijo que le estaba esperando, había tenido una visión, sabía que
algo afligía a Juan y estaba más allá de lo que la ciencia humana pudiera entender, era necesario
una mediación espiritual, la recomendación inmediata fue muy clara: Juan debía ir a la montaña
de Sorte para poder leer entre ese ambiente tan cargado de energía espiritual cuál era el origen
del alma, a sus dolencias del cuerpo.

Fue así como Juan inició un camino lleno de pruebas que afirmaban cada vez más su fe en María
Lionza, el negro Felipe y el indio Guaicaipuro, Las Tres Potencias por las cuales obtendría
respuestas de sus lamentos diarios. La última prueba que debía pasar sería subir a la montaña de
Sorte el 12 de Octubre para pasar por las brasas en una especie de trance y finalmente acceder al
velatorio en el cual un espiritista guía se dispondría a leer su alma para descubrir sus aflicciones,
pues llegar al origen era la finalidad de esa travesía para poder erradicar para siempre de su vida
tanto dolor e iniciar dentro de esta nueva creencia una vida en la que fuera consciente de que el
sufrimiento humano no puede ser erradicado pero sí puedes aprender cómo vivir con él y no dejar
que te arrolle la aflicción cotidiana.

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