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INTRODUCCIÓN AL DERECHO

CONTROL DOS

María Victoria Sáez Monsalve


Por muchos años se creyó que Chile era el oasis de Latinoamérica porque esta fue la imagen
que se proyectó al extranjero, una imagen donde el hijo pródigo del neoliberalismo acogía
inmigrantes en busca de nuevas oportunidades, una imagen donde las instituciones y el
gobierno chileno eran los ejemplos más confiables acerca de cómo debía funcionar un país,
al menos en Latinoamérica donde las crisis económicas y políticas abundan.

Sin embargo, Chile se ha visto envuelto en diversas crisis sociales tras el regreso a la
democracia, siendo el punto de quiebre el pasado 19 de octubre, donde el pueblo finalmente
se alzó contra el gobierno del actual presidente del país; Sebastián Piñera y esto trajo consigo
una serie de interrogantes que nos compete a todos y a cada uno de nosotros, ¿esto es
realmente una democracia? ¿es Chile realmente consciente de lo que una democracia
implica? ¿cómo empleamos la palabra “derecho” en la contingencia nacional? ¿Por qué
elegimos y acatamos una norma?

El sistema de organización base que posee Chile y muchos estados es el derecho, de carácter
preferentemente normativo ligado con la vida de cada cual y con la posibilidad de llegar a
ciertos fines colectivos que a todos nos parece como un ideal, paz, seguridad jurídica y
justicia. El derecho es también un fenómeno cultural, sin embargo, con el sistema de
democracia que poseemos, que es aquella forma de gobierno que todos anhelamos, aquella
que nos hace partícipe de la toma de decisiones fundamentales, aunque no es perfecto sino
que es la mejor de las opciones vigentes, y que si bien permite que las personas puedan
participar ya sea directa o indirectamente en la adopción de las decisiones sociales
fundamentales, sobre el marco jurídico que es el derecho, sólo permite cambios graduales,
dependiendo estos mismos cambios a su vez de la voluntad de los gobernantes y sus
propósitos; por ende no da lo mismo quién gobierne, dado que según sea su bloque ideológico
es cómo su agenda se ajusta a las problemáticas sociales, muchas veces sin atacar a el
verdadero problema de fondo.

El actual presidente de la república Sebastián Piñera, cumple el séptimo período presidencial


desde el retorno a la democracia, un nuevo período político que ha ido arrastrando diversas
problemáticas sociales con el pasar del tiempo. Manteniendo a su vez la ilusión de una
completa e íntegra estabilidad a nivel país, siendo un exponente latinoamericano. Esta
imagen de estabilidad se ha visto opacada en ocasiones por movimientos sociales, los cuales
nacieron como canalizadores del descontento social, uno de los movimientos más
memorables de los últimos años, por ejemplo: “la revolución pingüina”, un movimiento que
surgió a raíz de la precariedad del sistema educacional chileno. Pero el fuerte movimiento
social que se ha alzado desde el pasado 19 de octubre de 2019, no tiene precedentes desde el
retorno a la democracia. Un movimiento arraigado al descontento e insatisfacción
generalizada en el pueblo de Chile, propiciada por años y años de abusos e injusticias por
parte del Estado pasando por distintos gobiernos de turno.

El actual gobierno de Sebastián piñera particularmente atendiendo a este movimiento en


forma deleznable, a través de la represión al pueblo y dando soluciones irrisorias que no
generan ningún tipo de cambio real ni hacen caso a las demandas de la población. Lo que el
gobierno ha hecho en vez de atender realmente a la problemática social, ha sido quitarle el
Estado de derecho al pueblo de chile, con fuerzas militares y policiales aplicando la fuerza
de manera desmedida sobre la población omitiendo cualquier tipo de reglamento, con
numerosos casos documentados de violación de los derechos humanos y también de
terrorismo de Estado, dando discursos sobre el supuesto “repudio” a estos actos, pero sin
efectos reales en las calles. A estas alturas provocando la duda de si es esto realmente una
democracia.

En esta misma arista, el derecho posee una herramienta esencial para asegurarse de cometer
todos sus objetivos, la fuerza. Es la misma sociedad quien cede el control del monopolio de
la fuerza a una entidad, en este caso al Estado, y esto es regulado por el derecho con el fin de
establecer la paz, o sea eliminar otra fuerza que no sea la propia, sino sería “autotutela”.
Fuerza que, en este Estado está centrado en las instituciones de fuerzas armadas y presupone
estar en servicio de la persona reconociendo el enorme papel que ha desempeñado la
violencia como fuerza principal para controlar asuntos humanos. El problema va ligado a
quién ejerce esta fuerza, ya que nos regimos por la democracia, y este al ser el garante de la
estabilidad del orden social y un pilar fundamental del estado de derecho debiera velar por
nuestra seguridad e integridad, sin embargo, en la práctica su uso ha sido malversado por
parte de un gobierno indolente preocupado de aplacar la lucha de un pueblo furioso, sediento
de equidad y justicia. Entonces, ¿cómo se explican tantas muertes a manos de la milicia?
¿cómo se explica la violación a los derechos humanos? Dicha fuerza que certificaría la paz
no se aplica en Chile, puesto que es utilizado para fines particulares de los gobernantes,
oprimiendo, matando, torturando y aterrorizando, sin cumplir su rol para con la sociedad
atendiendo únicamente a demandas guiadas por una ideología política que no está al servicio
de la paz, sino que se ocupa de mantenernos a raya sin molestar a la élite política con sus
privilegios, ya que a ellos no les afecta si suben el sueldo mínimo o no, incluso tomándose el
atrevimiento de llamarnos “flojos” o acomodados tan sólo por buscar dignidad, dignidad que
nuestra propia Constitución nos asegura mediante las garantías constitucionales. La fuerza
no solo se detenta contra el pueblo sino en el mismo organismo de fuerza, pero ¿existe un
mecanismo para rechazar o limitar la fuerza? En el reciente caso del joven chileno se ve un
claro desacato a su organismo en base a esto mismo, el uso de la fuerza que a su criterio era
un abuso y opresión contar su propio pueblo, no siento ético para él.

Por otra parte, existe la posición de algunas personas abogando siempre por movilización y
actuar en paz sin importar el qué, toda persona civilizada puede acordar en que la violencia
es deplorable, y que corresponde a un rezago de nuestro instinto primitivo. Pero esta es la
única vía por la que la población se ha hecho notar de verdad y ha comenzado a ser una real
preocupación de la clase política. Entonces se presenta la siguiente pregunta: ¿qué tanta
tolerancia debe poseer una sociedad si existen fines que el derecho debería garantizar y éstos
no se encuentran? podemos definir tolerancia, entre muchas cosas, como la disponibilidad
de comparación, debería también considerarse otras perspectivas, otras formas de
organizarnos y ejercer esta democracia, como dice Popper, la democracia es un sistema para
sustituir gobernantes ineptos sin derramar sangre. Por otro lado, Squella nos dice que la
democracia exige tolerar incluso al intolerante, al menos en el plano de las ideas y de la
difusión de estas. Bajo este contexto, se puede afirmar que vivimos bajo un gobierno
intolerante ante nuestras demandas sociales, ya que nunca se abrieron instancias de
conversación donde estas pudiesen ser escuchadas y valoradas por los mandatarios e incluso
luego del estallido social continuaron sin ser acogidas, se hizo oídos sordos a lo que realmente
el país necesitaba y se declaró estado de excepción constitucional, donde se vivieron extensas
jornadas de exacerbada violencia.
Por años se luchó por retomar una democracia que nos había sido arrebatada como si nunca
nos hubiese pertenecido, pero ¿realmente la recuperamos en algún momento? Cómo se logra
un nuevo pacto social después de tal vulneración, tras años de opresión, torturas y
violaciones, cómo se puede volver a confiar en un modelo que trajo dolor al país. La respuesta
está clara, no hemos recuperado aquello que tanto costó obtener y estamos lejos de hacerlo
sin una nueva Constitución, una más democrática y con la participación de todo el pueblo en
la toma de decisiones. Así es como se debería hacer y de este modo retomar el camino de la
democracia, devolviéndole el poder al pueblo, al que nunca se le debió diezmar de esta forma.
Porque la soberanía recae en la nación y la nación somos todos.

El pueblo chileno ha entendido ya que la justicia debe ser el pilar de la sociedad, como se
plasma a través del bien común, y el derecho es la herramienta esencial que posee el ser
humano para crear instituciones y normas para que se acaten y pueda formarse nuestro ideal
como país. claramente nuestro estado de derecho ha quedado vulnerado al no tener la
legitimidad que debería tener, ya que la confianza en nuestro sistema de derecho es lo que lo
mantiene vigente, la democracia aplicada en Chile ya no es suficiente, es imperfecta y no
representativa de forma realista, solo cuidando el interés de pequeños sectores influyentes,
por ende justicia y derecho van de la mano en un ideal de democracia, ya que lo formamos
todos.

La legitimidad es tan importante que incluso hizo que se pusiera en jaque todo un sistema,
empoderamiento que ha servido para ponerse a analizar toda la normativa, nuestras
instituciones y el mal uso que se le hace a este derecho, ¿Cómo es que la gente más adinerada
tiene mayor salud, educación y en realidad todas las aristas de la vida cotidiana? No es que
tengan otro contexto del derecho, todos tenemos las misma garantías y nos regimos bajo las
mismas leyes, solo que a un porcentaje de la población se le aplica a su debida conveniencia,
desvirtuando todo el sistema y llevando a serias injusticias. El derecho es la base y la clave
de todo el potencial cambio que se quiere ejercer.

En definitiva, la teoría del derecho está formada por una conceptualización compleja y
armónica que arma un ideal de sociedad tras la utilización del derecho, sin embargo, aplicado
a la realidad social se ve degenerada y desvirtuada por intereses propios de una comunidad
individualista amparado por un sistema neoliberal que busca provecho propio y no el bien
común que plasma nuestra constitución como gran marco teórico del derecho.

Elegir a nuestros gobernantes informados es esencial para que esta democracia sea un método
eficaz, necesita esto de una efectiva legitimidad de manera de garantizar el acatamiento del
ordenamiento jurídico y darle validez a este sistema, que es lo único que nos mantiene
viviendo en sociedad con la mayor de las garantías y derechos fundamentales.

Esto, solo podrá seguir si va cambiando, ya que la sociedad cambia como también nuestros
dirigentes y por ende nuestros legisladores, el derecho no es estático, está en servicio de la
persona y somos todos nosotros los encargados de hacer valer todos los beneficios de
mantenernos unidos como comunidad, así, tolerar pero también mantener un espíritu crítico
y saber que tenemos que avanzar como sociedad.

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