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Todos tenemos un ECRO. En una Escuela de Psicología Social, los alumnos trabajan sus
ECRO, que implica trabajar una teoría, una metodología, trabajar desde sus verticalidades
y en la horizontalidad del grupo, de manera tal de poder operar desde el campo de la
Psicología Social.
Pero entonces nos preguntamos, ¿qué es el ECRO? ECRO son las siglas de Esquema
Conceptual Referencial Operativo.
Un Esquema es un conjunto articulado de conocimientos, aprendizajes, un corpus teórico
sobre el que se va a apoyar nuevos conocimientos y aprendizajes. Incluye las
experiencias, conocimientos y afectos con los que el sujeto va a actuar en el mundo.
En las Escuelas de Psicología Social, este esquema se trabaja en el grupo, de forma tal de
poder sustentar a nivel grupal un esquema referencial y operativo, dónde nuestros
esquemas previos, aquellos que todos traemos, se constituyan en un común denominador.
Pero a Esquema le sumamos la palabra Conceptual y un esquema conceptual es un
sistema organizado de ideas, ideas en general. Es un conjunto organizado de conceptos
universales, que nos permiten y facilitan el acceso a una serie de objetos particulares en
nuestra vida cotidiana. Este esquema conceptual no es un sistema cerrado, es abierto, es
decir, podemos ir incorporando más información, modificar la existente, sintetizar cualita
y cuantitativamente nuevos conocimientos y conclusiones. Este ECRO nunca se
completa, siempre está en constante construcción.
El aspecto Referencial del ECRO, alude al campo concreto en el que vamos a trabajar.
Como alumnos, vamos a operar sobre la realidad, trabajarla. En este trabajo vamos a hacer
“referencia” por eso referencial, a los conocimientos relacionados con ese campo de
trabajo.
Es decir, que el ECRO, nos sirve como marco de referencia para que, de manera operativa
e instrumental podamos abordar los distintos ámbitos de incumbencia de la Psicología
Social: Ámbito Individual, Grupal, Institucional y Comunitario.
Y hablamos de Operativo y esta palabra refiere a que el ECRO nos permite trabajar. La
Operatividad para Pichón Rivière es un criterio y se asemeja a lo que en otros contextos
se conoce como criterio de verdad. Lo operativo tiene que ver con la posibilidad concreta
de modificar una situación, de forma creativa, atendiendo a condiciones de salud. Y la
salud para Pichón es adaptación activa a la realidad. Es decir, modificar operativamente,
creativamente, la realidad, para transformarla creativamente.
Surge la pregunta: ¿qué nos permite el ECRO?
En Psicología Social, la teoría se comprende como práctica sistematizada. Esto da cuenta
que, mediante un proceso de enseñanza – aprendizaje dialéctico, cada situación o proceso
de conocimiento “a posteriori” se convierte en el “a priori” de una nueva situación. La
dialéctica es un modelo basado en tres instancias: tesis, antítesis y síntesis. Esto permite
que tanto la teoría como la práctica se retroalimente en forma constante, más allá de
obstáculos y conflictos que siempre están presente en toda situación, sea de aprendizaje
estricto o no.
La Psicología Social estudia al hombre en situación. El ECRO incluye una metodología
dialéctica que permite un accionar transformante entre el mundo interno y el mundo
externo. Dado que el marco teórico siempre está abierto hay una permanente
confrontación entre la teoría y la práctica en un ida y vuelta, que hace que el sujeto se
enriquezca,
El ECRO es aprendible y transmisible, mediante el abordaje y la intervención psicosocial.
Surge de una práctica que luego se conceptualiza, dónde teoría y práctica no son opuestos
sino que se complementan. En la confrontación que se produce entre la teoría y la práctica,
se producen mecanismos de ratificación y rectificación, mediante el trabajar con otros y
el trabajar-se, mediante la puesta en marcha de una mirada crítica hacia el afuera pero
también una mirada autocrítica hacia el adentro. Esto le otorga a la teoría y la práctica
psicosocial un nivel de operatividad e instrumentalidad, que propicia su objetividad y
verificabilidad, mediante la construcción de hipótesis conceptuales, que luego pueden
verificarse en la realidad.
Un ECRO es un modelo conceptual basado en dos aspectos: un aspecto superestructural
y un aspecto infraestructural. Entendemos por aspecto superestructural, a aquellos
elementos conceptuales que conforman el esquema. Su aspecto infraestructural tiene que
ver en cambio, con aquellos elementos motivacionales y emocionales del sujeto. Es decir,
tiene que ver con su verticalidad, puesta en juego en la horizontalidad grupal.
A este Esquema Conceptual Referencial y Operativo lo conforman en Psicología Social,
una serie de teorías y marcos epistémicos. Pichón Rivière creía firmemente en lo
interdisciplinario, por tal motivo ha incorporado teorías como el Psicoanálisis,
especialmente Freud y Melanie Klein, teorías Sociológicas como las de George Mead y
Kurt Lewin, el materialismo dialéctico de Marx, el materialismo histórico, el Psicodrama
de Moreno, el existencialismo de Sartre, la epistemología de Gastón Bachelard, la
psicología de Bateson, autores como Lefebre, Fairbairn, el surrealismo, otros.
El ECRO, tiene una tarea que es prioritaria. En el trabajo grupal, se configura un ECRO
entre sus miembros y el equipo de coordinación, fundamentalmente a través de dos de sus
vectores más importantes que son la comunicación y el aprendizaje.
En el trabajo grupal, se establecen y transmiten distintas cuestiones entre sus miembros,
acuerdos, desacuerdos. Hay mensajes que se transmiten que deben ser entendidos pero.
Siempre se producen los famosos ruidos en la comunicación o malentendidos.
En este proceso de comunicación de mensajes, códigos, decodificaciones,
transcripciones, retroalimentaciones, implica al mismo tiempo un proceso de aprendizaje
Cada miembro del grupo participa en la dinámica grupal desde su ECRO, pero el resto de
los miembros capta desde sus propios ECROs.
Es en el logro de la tarea, en el proceso que lleva adelante ese logro dónde se va a
establecer un ECRO Grupal, que será un modelo, una forma de resolver determinadas
cuestiones que obturan la tarea.
La horizontalidad grupal, es lo que constituye el común denominador de la situación del
grupo, lo compartido consciente o inconscientemente por todos sus miembros que incluye
al equipo de coordinación.
La verticalidad representa en la dinámica grupal, la historia personal, particular, que cada
miembro trae y pone en juego en la dinámica grupal, en su horizontalidad. Son sus
experiencias, circunstancias personales, emocionales, afectivas.
El equipo de coordinación y los miembros del grupo trabajarán la dinámica grupal allí,
dónde lo vertical y lo horizontal confluyen.
El sujeto debe trabajar su ECRO y trabajar su ECRO implica modificar conductas, formas
de actuar y comportarse, formas de pensar, de sentir y de actuar. Implica una autocrítica
y trabajo constante, nuevas miradas, nuevas formas de pensar, reflexionar, sentir y actuar.
Es producir un descentramiento desde su narcisismo a favor del trabajo del grupo,
comprender, empatizar con el otro, más allá de sus propias contradicciones, conflictos y
resistencias al cambio.
El ECRO grupal implica la necesidad de realizar una puesta en común, de generar un
espacio de debate y reflexión, de intercambio, propiciar un espacio de libertad, desde
dónde enfrentar críticamente la vida cotidiana, resolviendo los conflictos del día a día,
del hombre en situación. Un espacio que contribuya al logro de una tarea que implica
aprendizajes e implica un cambio no sólo cuantitativo sino fundamentalmente cualitativo.
La Teoría Sociocultural de Lev Vygotsky
¿En qué sentido y proporción puede influir la cultura y la sociedad en el desarrollo
cognoscitivo de los niños? ¿Existe algún tipo de relación entre el desarrollo cognitivo y
el complejo proceso colaborativo que llevan a cabo los adultos en la educación y el
aprendizaje (específico y general) que reciben los pequeños?
Del mismo modo, ¿cuáles son las principales implicaciones que tiene la Teoría
Sociocultural de Vygotsky para la educación y la evaluación cognitiva de los niños?
Pero Berne, a pesar de respetar sus orígenes como psicoanalista, no estaba de acuerdo con
ciertas ideas que este modelo promovía y, tras la publicación de distintos artículos y
libros, desarrolló su propio modelo de “psiquiatría social”. Sus obras fueron
auténticos best sellers, siempre escritas con un vocabulario sencillo permitiendo la
comprensión tanto de los profesionales como de los clientes. Para Berne, la comunicación
y el conocimiento son en gran medida la solución de los problemas emocionales, y centra
su planteamiento en la relaciones sociales, donde la transacción es la unidad básica.
El propio Eric Berne explica en su libro “Los juegos en que participamos” que: “La
unidad de relación social es la transacción. Si dos personas se encuentran la una a la
otra...tarde o temprano una de las dos hablará, dará alguna indicación o mostrará
agradecimiento por su presencia. Esto se conoce como estímulo de transacción. La otra
persona entonces dirá o hará algo que esté relacionado con el estímulo, y eso se llama
respuesta transaccional”.
El modelo de Eric Berne fue ganando popularidad, y éste decidió fundar la ITAA
(Asociación Internacional de Análisis Transaccional) con la misión de profundizar en
ciertos conceptos del análisis transaccional y aportar desarrollos diferentes dentro de la
teoría. Esta institución sigue vigente hoy en día para asegurar la calidad terapéutica y
formativa en los distintos centros que se practica el análisis transaccional.
Un enfoque integrativo
Padre: Se habla y piensa con los patrones aprendidos de una figura autoritaria en la niñez.
Es una copia de la infancia.
Adulto: Estado más racional y realista
Niño: Es el estado más impulsivo y espontáneo.
Legado
El análisis transaccional es una teoría popular, aunque su eficacia está cuestionada por la
falta de estudios científicos que demuestren su eficacia (en parte, esto se debe a que parte
del psicoanálisis y su epistemología). Hoy en día, todavía es posible formarse no solo en
terapia, sino que existen másters enfocados hacia otros campos de aplicación, por
ejemplo, en Coaching Transaccional para Organizaciones.
A continuación se exponen algunos de los son aspectos más importantes de esta teoría.
El análisis transaccional se centra en
Las relaciones, en todas sus formas: con uno mismo y con los demás.
La creencia de que el cambio profundo ocurre a través de la experiencia.
Es una teoría de la comunicación que analiza las distintas formas de interacción: entre
los individuos, parejas, familias, organizaciones, etc.
Permite analizar y entender creencias irracionales, conductas impulsivas, prejuicios,
ilusiones…
Es un método de terapia individual y grupal, e interviene sobre parámetros cognitivos,
afectivos, relacionales, psicológicos, de conducta y de personalidad.
El practicante es un participante activo en su trabajo puede ser un observador neutral,
y lo mismo ocurre con el cliente.
Fundada por Eric Berne a finales de 1950, la terapia de TA está basada en la teoría de que
cada persona tiene tres estados del yo: padres, adultos e infantiles. Estos se utilizan
junto con otras claves y conceptos de Análisis Transaccional, con ayuda de herramientas
y modelos para analizar cómo las personas se comunican e identificar lo que necesitan
para que la interacción ofrezca un mejor resultado.
El Análisis Transaccional es una terapia de habla y las sesiones están diseñadas para
explorar la personalidad de un individuo y cómo éste ha sido moldeado por la
experiencia, en especial los derivados de la infancia. Esto se logra a través de preguntas
hábiles y la utilización de diversos modelos, técnicas y herramientas. Las sesiones pueden
ser llevadas a cabo en la forma de uno-a-uno el asesoramiento, o con familias, parejas o
grupos.
Estados del ego: Los Estados del ego se refieren a las tres partes principales de la
personalidad de un individuo, y cada uno de ellos reflejan todo un sistema de
pensamiento, sentimiento y comportamiento. Estos determinan cómo los individuos se
expresan, interactúan entre sí y forman relaciones.
Estos son:
Transacciones: Cuando las personas se comunican, sus estados del ego interactúan para
crear “transacciones”. Si los estados del ego interactúan y se mezcla de una manera
saludable, las transacciones tienden a ser más saludables, pero a veces estados del ego
pueden contaminar el uno al otro para crear una visión distorsionada del mundo. La
comprensión de estas transacciones es clave para la resolución de conflictos.
El modelo que Eric Berne elaboro a partir de las observaciones clínicas, en especial de en
los grupos de terapia, para comprender la estructura y la dinámica de la personalidad es
el modelo de los estados del yo.
Berne observó que los diferentes estados del yo en que nos encontramos
las personas pueden clasificarse en tres grandes grupos que tienen algo en
común y que los distingue entre sí.
Los tres grupos de estados del yo los denominó Padre Adulto y Niño (cuando se refieren
a estados del yo, Padre, Adulto y Niño se escriben con mayúsculas) y se les representa
mediante un diagrama como el de la Figura Nº 1.
Con el modelo de los estados del yo podemos hacer varios tipos de análisis de la
personalidad.
EL NIÑO
Todos hemos sido niños y en la actualidad algunas veces sentimos, pensamos, hablamos
o actuamos como cuando éramos niños, tanto a solas como en nuestras relaciones con los
otros.
Berne definió el estado del yo Niño como "una serie de sentimientos, actitudes y pautas
de conducta que son reliquias de la propia infancia del individuo". (Berne, 1961,1976).
Cuando utilizamos todos estos recursos para hacer frente a las situaciones, decimos que
utilizamos nuestro Niño. Podríamos decir que cada uno llevamos dentro un niño o una
niña. El niño o la niña que fuimos. Berne decía que "el Niño es un estado del yo que es
una reliquia arcaica de un periodo temprano significativo de la vida. El Niño adaptado
está influido por los parámetros parentales. El Niño expresivo es más autónomo." (Berne,
1973, 1974)
Todos los niños son diferentes, el Niño de cada uno es diferente. Este Estado del Yo Niño
es diferente en cada época de uno mismo y, si es un estado del yo fijado, también puede
tener pautas comunes durante mucho tiempo o incluso toda la vida.
La manifestación del Niño en una situación dada puede tener resultados o consecuencias
saludables y efectivas o no, según los casos. El desarrollo positivo de nuestro Niño es una
gran fuente de energía psíquica. Nuestro Niño está en nosotros, no para hacerlo callar
siempre y para reprenderlo , sino PARA CUIDARLO.
Es mejor aceptarlo y ver la forma de cuidarlo bien para que crezca, que tratarlo con dureza
y con desconsideración creyendo que así desaparecerá.
Solo disfrutamos de la vida si nuestro Niño está implicado y disfruta, y solo disfruta si
está bien atendido.
Los indicadores del predominio del estado del yo Niño son los gestos más que las
palabras: movilidad de los ojos, agitación de las manos y de los pies, posturas, modulación
de la voz, utilización de expresiones metafóricas, sensaciones fisiológicas,...
Aunque la expresión del estado del yo Niño es característico de cada persona, algunos
indicadores conductuales que suelen observarse cunado el se hace cargo el estado del yo
Niño son:
Expresiones: ¡Yupi!, ¡Que guay!, ¡Fantástico!, La he fastidiado..., No se qué más decir,
Esto funciona..., ¿Vale...?, ¡Jo!, Que rollo...
Gestos: Bufar, hacer la burla, gesticular, retorcerse las manos, rascarse, mover la punta
del pie, retorcerse un cabello, repiquetear en la mesa, manosear un lápiz, dibujar durante
una reunión, bailar,...
Sensaciones: Nerviosismo, bienestar, picor, palpitación del corazón, lágrimas, risas, rubor
o palidez repentina, temblor,...
Actitudes corporales: Las piernas recogidas bajo la silla, los pies en la mesa, desaliñado,
desplomado, hombros contraídos, sacar el pecho, agitado, contraído, caluroso, gracioso,
simpático, deprimido,...
Miradas: Moviendo los ojos a derecha o a izquierda, los ojos bajados, suplicantes,
sonrientes, cómplices,...
EL PADRE
Todos hemos tenido padres o hemos sido criados por personas que hicieron para nosotros
de padres y que han tenido para nosotros, en la infancia, adolescencia y algunas veces
más tarde, una gran influencia. En la actualidad, algunas veces nos percibimos a nosotros
mismos pensando, sintiendo, hablando o comportándonos como alguna de esas figuras
parentales cuando estamos solos, pero sobre todo en nuestras relaciones con algunas otras
personas.
Berne definió el estado del yo Padre como "una serie de sentimientos, actitudes y pautas
de conducta que se asemejan a los de una figura parental ". (Berne, 1964,1987)
El estado del yo Padre es, en nuestra vivencia interna, nuestro banco de datos
interiorizado, nuestra certeza sobre lo que se debe hacer en la vida.
- da órdenes,
Ejemplos: “El que manda, manda; aunque mande mal”, “Si no sabes hacer las cosas bien,
no las hagas”, “Hazlo así”, “Eso no se hace”, “Siempre...”, “Jamás...”, “Lo que hace falta
es...”, “Por que lo digo yo, y punto”, “Esto es ridículo”, “¡Tonto!”, “¡Inmaduro!”,
“¡Infantil!”, “No haces nunca nada bien”, etc.
Gestos: Apuntar con el índice, sacudir la cabeza de un lado para otro, aprobar con la
cabeza, hacer un guiño, estrechar a alguien en los brazos, dar una palmada en la espalda...
Actitudes corporales: Manos sobre las caderas, mirar de arriba a bajo, cruzar los brazos
sobre el pecho, meter la barbilla entre la mano, extender los brazos...
Expresiones faciales: Fruncir las cejas, expresión de simpatía o de altivez, apretar los
labios, elevar las cejas, elevar los brazos al cielo...
Las miradas: Son intensas, amenazan o envuelven o apoyan o culpabilizan o miran desde
arriba...
EL ADULTO
Berne definió el estado del yo Adulto como "caracterizado por una serie autónoma de
sentimientos, actitudes y pautas de conducta adaptadas a la realidad actual". (Berne, 1961,
1976).
Es el estado del yo desde el que somos más capaces de "fotografiar" u objetivar la realidad
de las cosas, de las personas y de los acontecimientos: los hechos, las cifras, los datos
objetivos. Somos más capaces de escuchar, de auto-escucharnos y de interrogarnos e
interrogar.
Cuando estamos en el estado del yo Adulto tenemos más habilidades para recoger todas
las informaciones necesarias para tomar una decisión, sin ideas preconcebidas ni
ilusorias. También tenemos más capacidad de estrategia y de negociación para actuar con
competencia y eficacia.
En el tratamiento de la información, desde el estado del yo Adulto, funcionamos como
un sistema lógico y racional, como un ordenador inteligente: Procesamos la información
que recogemos del exterior, por medio de los sentidos corporales, y del interior, es decir
del cuerpo y de los otros estados del yo. Recogida la información la clasificamos,
analizamos, organizamos, sacamos deducciones lógicas, evaluamos las opciones,
estimamos las probabilidades de éxito de cada una de ellas, tomamos decisiones
razonables y convenientes en la situación presente, ponemos en práctica las decisiones,
las revisamos y las ajustamos si es preciso.
El estado del yo Adulto se experimenta como la voz de la razón aquí y ahora. Desde el
estado del yo Adulto cuidamos de nosotros y de los otros con objetividad y de manera
actualizada teniendo en cuenta las circunstancias de la situación, las necesidades y
sentires propios y ajenos y la ética propia.
Las manifestaciones del estado del yo Adulto no son tan previsibles como las de los
estados del yo Niño y Padre, dado que es un estado adaptado oportunamente a la situación
presente aquí y ahora, siempre cambiante. No obsatante los comportamientoa bajo el
control del Adulto tienen la cualidad de ser más autónomos y menos automáticos que los
de la persona en el estado Padre o Niño.
Algunos indicadores de conducta frecuentes cuando una persona está en el estado del yo
Adulto son: la serenidad dentro de la emoción, la escucha atenta, el uso de preguntas que
buscan información, una mirada directa, etc.
Cuando estamos en el Adulto usamos palabras y frases que expresan hechos, datos
internos y externos, con preguntas y respuestas con intención directa y clara, con
valoraciones objetivas basadas en datos; con acciones efectivas y pertinentes para
resolver los problemas usando los datos y recursos de la situación; con expresión de
sentires auténticos relacionados con los estímulos y relaciones de la situación presente.
Podemos usar palabras y frases como: “¿Preparado?... ¡Ahora!”, “Hay demasiadas cosas
para trabajar con comodidad”, “¿Dónde pongo esto?”, “Aquí”, “¿Quién, qué, dónde,
cuándo, cómo, por qué, para qué?”, “¿Has tomado una decisión?”, “¿Qué esperas de mi?”,
“¿Cuáles son los medios de que dispones?”, “No estoy de acuerdo”, “Esta es solo mi
opinión”, “Estas son las ventajas y los inconvenientes”, "Me siento triste (contento,
enfadado, asustado,…) cuando dices (haces) eso"...
Actitudes corporales: Relajado pero atento, cabeza derecha, mirada discreta, voz calmada,
las piernas puestas en el suelo, los brazos abiertos,...
En este análisis estructural de segundo orden el Padre y el Niño han sido divididos en
partes más pequeñas.
El Niño en el Niño (N1). Podría llamarse también nuestro Niño Somático.
Representa las necesidades, los deseos, los impulsos y los sentimientos
que derivan de nuestro cuerpo y sus reacciones al entorno. Está presente
a lo largo de toda la vida y es nuestra principal fuente de motivación para
el comportamiento. Cambia conforme cambia nuestro cuerpo con la edad
y nuestras condiciones físicas. Contiene también registros de nuestras
vivencias pasadas en esta área. A estos registros a veces se les llama
grabaciones pues nuestro cerebro almacena estas vivencias, con las
emociones asociadas, en unidades que pueden volverse a reproducir en
cualquier momento.
DIÁLOGOS INTERNOS
A la hora de enfrentar una determinada situación, los estímulos de la misma llegan a los
tres estados del yo. Padre, Adulto y Niño se activan, se estimulan frente a la situación;
son los recursos internos de que dispone la persona para responder o reaccionar y darle
salida a la situación.
El Padre Interno (Influyente) se experimenta frente a la situación como una voz dentro de
la cabeza que nos dice:
El Padre hace, lo que podríamos llamar, comentarios editoriales internos sobre todo lo
que la persona comprende, hace, piensa, siente en cada situación.
También puede manifestarse interiormente de otra manera: Puede ser cariñoso, benévolo,
nutritivo , como un verdadero padre. Entonces puede experimentarse como una voz o
actitud interna que nos dice cosas como:
— “Eres fenomenal”.
EL PODER EJECUTIVO
Uno de los resultados de la estimulación de los tres estados del yo, ante cualquier
situación, y de ese diálogo interno es que, en cada ocasión, uno de los tres estados del yo
va llevar el control del comportamiento de la persona. Él es el que tiene el control
ejecutivo de la personalidad en ese momento.
Los otros estados del yo pueden estar conformes o no con la forma en que el ejecutivo
está llevando la situación. Si no lo están, con posterioridad, habrá algún tipo de secuela
emocional como culpa, vergüenza, resentimiento, apatía, etc.
EL ADULTO INTEGRADO
Este uso de los tres estados del yo de manera flexible, armónica, adecuadamente adaptada
a las situaciones de la vida, con el poder ejecutivo en el Adulto es una forma óptima de
funcionar que a veces se denomina el Adulto Integrado.
Una persona cuando funciona como Adulto Integrado, se comporta de manera que tiene
en cuenta y cuida adecuadamente sus necesidades y deseos, sus emociones, sentimientos
e ilusiones. Tiene en cuenta de manera realista los datos y circunstancias de las
situaciones, los efectos y consecuencias de sus decisiones, de sus actos y el impacto que
tendrán estos en su entorno y las personas de él. Se dirige a alcanzar sus propios objetivos
y tiene en cuenta sus propios criterios, valores y su ética y respeta los de los demás.
Una de las principales funciones del estado del yo Padre Influyente o Interno es el cuidado
automático de uno mismo. Cada persona puede preguntarse:
La calidad del Padre Interno de una persona guarda relación con cómo fue tratado por sus
padres y otras personas importantes para él/la cuando era niño/a ( con su Parentamiento).
Si ambos se dedicaron a criticarla más que a ayudarla; entonces su Padre Interno es más
probable que se dedique preferentemente a señalar defectos y errores que a darle ánimo
y apoyo ante las situaciones de la vida. Si a sus padres no les gustaba darle muestras de
afecto; probablemente su Padre Interno no tratará a su Niño Interno con cariño. Si ambos
padres o alguna otra persona influyente no tenían hacia ella una actitud coherente respecto
de algún tema de la vida, probablemente sus criterios en relación con ese tema sean
incoherentes.
En cualquiera de estos casos puede que la persona tenga dificultades para orientar su vida
con su Adulto y para poder divertirse con su Niño sin crear problemas para ella o para los
demás hasta que decida revisar sus grabaciones interiorizadas y las decisiones con ellas
relacionadas.
CONTAMINACIÓN Y EXCLUSIÓN. PATOLOGÍA ESTRUCTURAL
El Adulto también puede estar contaminado por el Niño. Por ejemplo si tengo la creencia
ilusoria de que la gente está en contra mía cuando en realidad no lo está, puede ser que el
Niño asustado interno esté contaminando mi pensamiento de Adulto.
Otro problema interno común es la exclusión. Ocurre cuando nos permitimos que uno de
los estados del yo actúe o se exprese de forma rígida demasiado tiempo. Entonces estamos
actuando “constantemente como Padre” o “constantemente como Adulto” o
“constantemente como Niño” a costa de no actuar como un ser humano pleno.
Todo esto puede cambiarse, dentro de ciertos límites, con más o menos trabajo
dependiendo de la flexibilidad y de las circunstancias del medio físico y social en el que
cada persona vive.
El cambio puede ser espontáneo o programado; puede realizarlo uno por sí mismo o con
ayuda; puede recibirse ayuda de las personas allegadas y amigos, de lecturas o de
profesionales.
En todo caso si algo no funciona como deseamos, si hay algún problema personal,
emocional o de relación, conviene hacer algo al respecto.
Tanto la terapia como el crecimiento personal debe ser conducido por un profesional
debidamente preparado para hacerlo.
ANÁLISIS FUNCIONAL
La función de los padres con los niños, y en general de las figuras parentales, es cuidar,
orientar y encauzar a las personas a su cargo para desenvolverse en este mundo en cada
situación. Las maneras de comportarse como Padre en relación con el entorno y con uno
mismo se pueden agrupar en dos modos conductuales típicos:
Uno es funcionar como Padre Controlador con conductas explícitas implícitas con la
intención de controlar, encauzar y ordenar. Es una función estructurante a partir de una
posición de respeto y protección, en sus aspectos más saludables.
A este modo conductual se denomina conducta de Padre Crítico positivo (PC+) o
Protector.
El otro modo es funcionar como Padre Nutritivo con conductas como amar, ayudar,
apoyar y alentar. Es una función nutritiva desde una posición de respeto, aceptación y
acogida , en sus aspectos más saludables.
El impulso vital con el que nace un niño le impulsa a de manera natural a vivir, expresarse,
explorar, aprender, crecer y desarrollarse como persona. Para ello necesita el
complemento de la función de un padre o de una persona parental que le acoja, acepte,
respete, oriente y encauce para desarrollarse y ser él o ella misma.
También puede hacerse de una manera impulsiva, egoísta y grosera de un modo que
ignora a los otros o la realidad objetiva.
Este modo conductual se denomina conducta de Niño Natural negativo (NN-) o
Inmaduro.
El otro es funcionar como Niño Adaptado con conductas que tienden a adaptarse a las
normas y expectativas procedentes de los otros, del Padre interno o del Padre social
externo.
De nuevo esto puede hacerse de forma apropiada para conseguir satisfacer las necesidades
los deseos o las metas propias con respeto tanto a uno mismo como a los otros y teniendo
en cuenta la situación real objetiva.
También puede hacerse de una manera inefectiva para satisfacer las necesidades, los
deseos, los impulsos y las metas propias dentro del respeto a si mismo, a los otros.
Este modo conductual se denomina conducta del Niño Adaptado negativo (NA-).
Hay tres modos de adaptarse de modo negativo. Una es una forma sobreadaptada,
irrespetuosa con uno mismo dando preferencia a las supuestas necesidades y expectativas
de los otros, a sus ordenes o a las normas establecidas aunque esto no resuelva el problema
de satisfacer las necesidades propias. Es la conducta de Niño Adaptado Sumiso negativo
(NAS-). Otra es una forma irrespetuosa de responder o reaccionar a las expectativas y/o
a las ordenes los otros o a las normas sociales sin tener en cuenta la conveniencia de
adaptarse para la satisfacción de las necesidades, sentimientos, deseos o aspiraciones de
ambos. Es la conducta de Niño Adaptado Rebelde negativo (NAR-). Otra forma de
adaptarse (Oller, 2001) es ignorando a los otros y sus expectativas u otros aspectos
relevantes de la situación real para la satisfacción de las necesidades los deseos, los
impulsos o las metas propias y/o de los otros. Es la conducta de Niño Adaptado Aislado
negativo (NAAis-).
Estas son alguna de las conductas típicas como Adulto: pedir información, hacer
preguntas con auténtico deseo de saber y de aprender; informar tanto sobre
acontecimientos externos como sobre los sentires o las opiniones propias; aprender y
comprender en todos los aspectos; estimar probabilidades de éxito de las distintas
opciones; verificar hipótesis; tomar decisiones reflexionadas; resolver problemas, realizar
tareas; negociar con otros etc..
Psicoterapia Existencial para Irvin Yalom
A sus 84 años, el psiquiatra y psicoterapeuta Irvin Yalom (1931) acumula más de una
decena de ensayos y novelas. Sin duda, su libro Psicoterapia Existencial (Herder 2011),
publicado en 1980, es uno de los principales referentes teóricos sobre dicha perspectiva
psicoterapéutica. Yalom (cercano del psicólogo existencialista Rollo May (1909-1994))
plantea en este libro las bases de un trabajo psicoterapéutico de corte existencial-dinámico
(¡sí, Yalom tiene influencias psicoanalíticas en su quehacer!) que pone su atención en las
“preocupaciones esenciales” (fundamentales, diría Heidegger) del paciente.
A continuación resumo algunos de los puntos que, a mi parecer, son los más relevantes
de la introducción del libro mencionado. Queda de ustedes la revisión de las restantes
seiscientas páginas de este valioso referente.
La ansiedad existencial
Por ejemplo, el hecho de que cada uno de nosotros y cada uno de nuestros seres queridos
tienen que morir en algún momento desconocido, puede ser una fuente de profunda
ansiedad, y esto nos puede tentar a hacer caso omiso de la realidad y la necesidad de la
muerte en la existencia humana. Mediante la reducción de la conciencia de la muerte, sin
embargo, podemos dejar de tomar decisiones que realmente puede proteger o incluso
enriquecer nuestras vidas. En el otro extremo del espectro, las personas que están
demasiado preocupadas por el hecho de que la muerte es inevitable, pueden desembocar
en un estado de neurosis o psicosis.
La gente que acude a este tipo de terapia están dispuestos a explorar las razones de sus
conflictos intrapsíquicos y las decisiones que llevaron a sus circunstancias actuales. Hay
muchos de comportamiento y problemas de salud mental que pueden ser tratados con
éxito con este enfoque terapéutico, incluyendo la depresión, la ansiedad,
la dependencia de sustancias, y el estrés postraumático.
Hay una teoría distintiva, los estados existenciales están libres de tensiones
internas y se cubre todos los supuestos básicos de la Psicología Existencial.
No hay ninguna diferencia entre la Psicología Existencial y la filosofía
existencial.
la Psicología Existencial toma un enfoque anti-religiosa o anti-espiritual, por
ejemplo, negando la existencia de Dios.
Las teorías existenciales y humanistas son la misma cosa.
la Psicoterapia Existencial consiste en tomar un punto de vista negativo,
oscuro, o pesimista de la vida.
El enfoque es fundamentalmente intelectual.
Sólo es beneficioso para las personas de alto intelecto, que no están
experimentando condiciones crónicas de salud mental o de comportamiento.
Un completo y serio resumen sobre la gran obra El arte de amar de Erich Fromm.
En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de
presentar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo
en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus
semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de
aislamiento y separatividad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se
convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.
El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando
falta tal preocupación activa, no hay amor. La esencia del amor es “trabajar” por algo y
“hacer crecer” El amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja,
y se trabaja por lo que se ama.
La clase más fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraternal.
Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con
respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover su vida. Si he desarrollado la
capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se realiza
la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, de reparación
humana. El amor fraternal se basa en la experiencia de que todos somos uno. Las
diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables en comparación con
la identidad de la esencia humana común a todos los hombres. Para experimentar dicha
identidad es necesario penetrar desde la periferia hacia el núcleo. Si percibo en otra
persona nada más que lo superficial, percibo principalmente las diferencias, lo que nos
separa. Si penetro hasta el núcleo, percibo nuestra identidad, el hecho de nuestra
humanidad. Una mujer sólo puede ser una madre verdaderamente amante si puede amar;
amar a su esposo, a otros niños, a los extraños, a todos los seres humanos. La mujer que
no es capaz de amar en ese sentido, puede ser una madre afectuosa mientras su hijo es
pequeño, pero no será una madre amante, y la prueba de ello es la voluntad de aceptar la
separación –y aún después de la separación seguir amando-.
El amor erótico es el anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona. Por
su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizá, la forma de amor
más engañosa que existe. En primer lugar, se lo confunde fácilmente con la experiencia
explosiva de “enamorarse”, el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese
momento entre dos desconocidos. Pero, como señalamos antes, tal experiencia de
repentina intimidad es, por su misma naturaleza, de corta duración. Cuando el
desconocido se ha convertido en una persona íntimamente conocida, ya no hay más
barreras que superar, ningún súbito acercamiento que lograr. Se llega a conocer a la
persona “amada” tan bien como a uno mismo. O quizá, sería mejor decir tan poco. Si la
experiencia de la otra persona fuera más profunda, si se pudiera experimentar la infinitud
de su personalidad, nunca nos resultaría tan familiar y el milagro de salvar las barreras
podría renovarse a diario. El resultado es que se trata de encontrar amor en la relación con
otra persona, con un nuevo desconocido. Este se transforma nuevamente en una persona
“íntima”, la experiencia de enamorarse vuelve a ser estimulante e intensa, para tornarse
otra vez menos y menos intensa, y concluye en el deseo de una nueva conquista, un nuevo
amor, siempre con la ilusión de que el nuevo amor será distinto de los anteriores. El deseo
sexual puede ser estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o de
ser conquistado, por la vanidad, por el deseo de herir y aún de destruir, tanto como por el
amor. Parecería que cualquier emoción intensa, el amor entre otras, puede estimular y
fundirse con el deseo sexual. Como la mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea
del amor, con facilidad incurre en el error de creer que se ama cuando se desea
físicamente. El amor puede inspirar el deseo de la unión sexual; en tal caso, la relación
física hallase libre de avidez, del deseo de conquistar o ser conquistado, pero está fundido
con la ternura. Si el deseo de unión física no está estimulado por el amor, si el amor
erótico no es a la vez amor fraterno, jamás conduce a la unión salvo en un sentido
orgiástico y transitorio. La atracción sexual crea, por un momento, la ilusión de la unión,
pero, sin amor, tal “unión” deja a los desconocidos tan separados como antes. El amor
erótico es exclusivo, pero ama en la otra persona a toda la humanidad, a todo lo que vive.
Es exclusivo sólo en el sentido de que puedo fundirme plena e intensamente con una sola
persona. El amor erótico excluye el amor por los demás sólo en el sentido de la fusión
erótica, de un compromiso total en todos los aspectos de la vida, pero no en el sentido de
un amor fraterno profundo. El amor erótico, si es amor, tiene una premisa. Amar desde la
esencia del ser y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser. Amar a alguien no es
meramente un sentimiento poderoso, es una decisión, es un juicio, es una promesa-. Si el
amor no fuera más que un sentimiento, no existirían bases para la promesa de amarse
eternamente. Un sentimiento comienza y puede desaparecer. ¿Cómo puedo yo juzgar que
durará eternamente, si mi acto no implica juicio y decisión?
En su búsqueda de la unidad más allá de la multiplicidad, los pensadores brahmánicos
llegaron a la conclusión de que el par de opuestos que se percibe no refleja la naturaleza
de las cosas, sino de la mente percipiente. El pensamiento percipiente debe trascenderse
a sí mismo para alcanzar la verdadera realidad. La oposición es una categoría de la mente
humana, no un elemento de la realidad. En el Rig-Veda, el principio se expresa en la
siguiente forma: “Yo soy los dos, la fuerza vital y el material vital, los dos a la vez”. Los
maestros de la lógica paradójica afirman que el hombre puede percibir la realidad sólo en
contradicciones y que su pensamiento es incapaz de captar la realidad-unidad esencial, lo
Uno mismo. Ello trajo como consecuencia que no aspira como finalidad última a
descubrir la respuesta en el pensamiento. Este sólo nos dice que no puede darnos la última
respuesta. El mundo del pensamiento permanece envuelto en la paradoja. La única forma
como puede captarse el mundo en su esencia reside, no en el pensamiento, sino en el acto,
en la experiencia de unidad.
Aportes Finales
2. La definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente
que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias.
3. Los hijos también sirven finalidades proyectivas cuando surge el problema de disolver
un matrimonio desgraciado. El argumento común de los padres en tal situación es que no
pueden separarse para no privar a los hijos de las ventajas de un hogar unido. Cualquier
estudio detallado demostraría, empero, que la atmósfera de tensión e infelicidad dentro
de la “familia unida” es más nociva para los niños que una ruptura franca, que les enseña,
por lo menos, que el hombre es capaz de poner fin a una situación intolerable por medio
de una decisión valiente.
4. Otro error muy frecuente: la ilusión de que el amor significa necesariamente ausencia
de conflicto. Así como la gente cree que el dolor y la tristeza deben evitarse en todas las
circunstancias, supone también que el amor significa la ausencia de todo conflicto. Los
conflictos reales entre dos personas, los que no sirven para ocultar o proyectar, sino que
se experimentan en un nivel profundo de la realidad interior a la que pertenecen, no son
destructivos. Contribuyen a aclarar, producen una catarsis de la que ambas personas
emergen con más conocimiento y mayor fuerza.
5. El amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de
sus existencias, por lo tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma desde el
centro de su existencia. Sólo en esa “experiencia central” está la realidad humana, sólo
allí hay vida, sólo allí está la base del amor. Experimentado en esa forma, el amor es un
desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que
haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho
fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que
son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de si mismos. Sólo hay una
prueba de la presencia del amor: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de
cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los que se reconoce el amor.
6. Tener “fe” en otra persona significa estar seguro de la confianza e inmutabilidad de sus
actitudes fundamentales, de la esencia de su personalidad, de su amor. Al menos que
tengamos fe en la persistencia de nuestro yo, nuestro sentimiento de identidad se verá
amenazado y nos haremos dependientes de otra gente, cuya aprobación se convierte
entonces en la base de nuestro sentimiento de identidad.
Si pensamos un poco más en esa definición, y sobre todo en esa actitud, enseguida
descubriremos que consiste en afirmar al otro en cuanto otro. Esto también puede ser
llamado amor: «amar es querer un bien para otro». El amor como benevolencia consiste,
pues, en afirmar al otro, en querer más otro, es decir, querer que haya más otro, que el
otro crezca, se desarrolle, y se haga «más grande». Esta forma de amor no refiere al ser
amado a las propias necesidades o deseos, sino que lo afirma en sí mismo, en su alteridad.
Por eso es el modo de amar más perfecto, porque es desinteresado, busca que haya más
otro. También podemos llamarlo amor-dádiva, porque es el amor no egoísta, el que ante
todo afirma al ser amado y le da lo que necesita para crecer. Por eso, amar es afirmar al
otro.
Sin embargo, también existe la inclinación a la propia plenitud, un querer ser más uno
mismo. Esto es una forma de amor que podemos llamar amor-necesidad, porque nos
inclina a nuestra propia perfección y desarrollo, nos hace tender a nuestro fin, nos inclina
a crecer, a ser más. Por eso podemos llamarlo también amor de deseo. Esta forma de amor
es el primer uso de la voluntad, que hemos llamado simplemente deseo o apetito racional.
Según él, amar es crecer. En cuanto la voluntad asume las tendencias sensibles, en
especial el deseo, éstas pueden llamarse también amor, en el sentido de amor-necesidad
o amor natural: «se llama amor al principio del movimiento que tiende al fin amado»,
como dijimos al clasificar los sentimientos y pasiones.
Hay que decir, sin embargo, que llamar amor al deseo de la propia plenitud, a la
inclinación a ser feliz, a la tendencia sensible y a la racional, puede hacerse siempre y
cuando este deseo no se separe del amor de benevolencia, que es la forma genuina y
propia de amar de los seres humanos. La razón es la siguiente: el puro deseo supedita lo
deseado a uno mismo, es amarse a uno mismo, porque entonces se busca la propia
plenitud, y la consiguiente satisfacción, y, por así decir, se alimenta uno con los bienes
que desea y llega a poseer. Pero a las personas no se las puede amar simplemente
deseándolas, porque entonces las utilizaríamos para nuestra propia satisfacción. A las
personas hay que amarlas de otra manera: con amor de amistad o benevolencia.
Así pues, el amor se divide de un primer modo, que es considerando su forma, uso o
manera, que es, como se acaba de ver, doble: el amor-necesidad y el amor dádiva. En las
acciones nacidas de la voluntad amorosa, que se explicarán después, sucede algo
realmente singular: El quinto uso de la voluntad (el amor dádiva) refuerza y transforma
los cuatro restantes, empezando por el amor necesidad o deseo. Hay, pues, una
correspondencia del amor de benevolencia con el amor-necesidad y los restantes usos de
la voluntad, de la cual resulta que éstos se potencian al unirse con aquél. Antes de exponer
esas acciones, y para terminar la exposición general acerca del amor, son necesarias tres
precisiones:
1) Todos los actos de la vida humana, de un modo o de otro, tienen que ver con el amor,
ya sea porque lo afirman o lo niegan. El amor es el uso más humano y más profundo de
la voluntad. Amar es un acto de la persona y por eso ante todo se dirige a las demás
personas. Sin ejercer estos actos, y sin sentirlos dentro, o reflexionar sobre ellos, la vida
humana no merece la pena ser vivida.
La idea más habitual acerca del placer lo restringe más bien a la fruición sensible y
«egoísta» propia de los placeres-necesidad (dejarse caer en el sillón al llegar a casa), pero
tiende a dejar en la penumbra la satisfacción, más profunda, de los placeres de apreciación
(encontramos un regalo en nuestra habitación). Los placeres gustan al hombre, de tal
modo que los busca siempre que puede. Está expuesto por ello al peligro de buscarlos por
capricho, y no por necesidad, haciendo de ellos un fin, incurriendo entonces en el exceso
(beber más de la cuenta si estamos sedientos). Enseñar a alcanzar el punto medio de
equilibrio entre el exceso y el defecto de los placeres corresponde a la educación moral,
que produce la armonía del alma.