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DIPLOMADO DE MEDICINA HOLÍSTICA

PROBLEMA N° 1, Caso de la Vida Real

El Inspector Luis, miembro del cuerpo de investigaciones policíacas, va caminando


hasta la salida de su departamento, mientras se despide de su equipo de trabajo;
preguntando a su vez: ¿cómo van las autopsias?

Es domingo por la tarde… y como de costumbre, va a visitar a su amigo de toda la


vida, el Padre Daniel (párroco de la iglesia), y conversan sobre la biblia, el mundo, la
familia y cosas de amigos, mientras comparten una merienda de pan y café.

Al rato se despiden, el Inspector Luis se dirige a su delegación, mientras que el


Padre Daniel comienza a prepararse como de costumbre, para las confesiones vespertinas
dominicales.

Mientras eso pasa, escucha un último anuncio radial, a lo lejos “han encontrado
tumbas profanadas en el cementerio de la ciudad” “los animales de la calle y del
zoológico tienen un comportamiento muy inusual, extraño”. El Padre Daniel mientras se
dirige al confesionario y con un gesto de extrañeza e inconformismo, mirando al altar dice:
¡Ay Dios! ¡Protégenos de todo mal! Mientras se persigna, la iglesia estaba prácticamente
sola, vacía y el tiempo pesado, nublado cayendo una fuerte, pesada y horrible lluvia con
rayos, truenos y centella, la luz eléctrica va y viene y el Padre Daniel se ayuda en sus pasos
con la luz de una vela, llega y abre el confesionario, se sienta y empieza a escuchar la voz
de una mujer anciana, con voz quejumbrosa, lastimosa, suave y burlona, empieza la
confesión.

Al llegar la mañana, como a las 7:00 am de la mañana, se escucha un grito! La


señora de servicio, encuentra al Padre Daniel sentado, como dormido, muerto, en el
confesionario. Se corre la voz por todas partes, pues los parroquianos comentan “Es
normal que falleciera, total ya era un anciano” pero muy humanitario, era un santo, en
eso llegan los detectives y la medicatura forense.

En el momento que levantan el cadáver y hacen las primeras investigaciones de


rigor, se demostró, que el Padre Daniel no había muerto de vejez ni de forma súbita, sino
porque toda su sangre estaba completamente coagulada y se encontró, además una
pequeña incisión en la vena yugular, por donde seguramente le inyectaron alguna
sustancia que aún se desconoce y jamás se ha visto, además no tenia uñas, sus tendones
desgarrados y sus órganos, casi que calcinados, también se encontró abundante azufre.

El laboratorio de medicatura forense dijo que esa droga suministrada (nuca antes
vista), genera una parálisis general, total, inmediata, manteniendo la sensibilidad y la
sensación como en un estado normal, hasta se puede sentir una simple picada de
zancudo. ¡Esto significa que mientras le estaban haciendo todo esto, el Padre Daniel no
podía moverse, ni gritar, siempre estuvo consciente y vio todo! Y lo peor del caso sin
poder pedir ayuda. Pero eso no es lo peor; antes que la droga le coagule toda la sangre
entre 8 y 12 horas de lenta agonía le hace respirar menos, generándole también una lenta
asfixia hasta lograr también y a su vez una parálisis pulmonar muy lenta, mientras se
acelera el sistema nervioso autónomo liberando los esfínteres en su totalidad, orinándose
y excretándose solo, hasta fallecer.

El Inspector Luis, su más íntimo amigo, se apersonó en el lugar, conmoviéndose


profundamente por lo ocurrido y sin saber qué hacer y por dónde empezar. De momento
suena el teléfono y avisan que hay otro sacerdote cerca de allí, muerto y quizás asesinado
en las mismas circunstancias, el capellán del hospital. Hechas las averiguaciones del caso,
se calcula que fue a la misma hora en que murió el Padre Daniel.

Lógicamente acordonan el hospital y la iglesia para proseguir con las


investigaciones; nadie debe salir ni entrar al hospital sin ser investigado: “Debemos hallar
al culpable de estos crímenes abominables”, exclama el Inspector Luis con lágrimas en sus
ojos.

Las investigaciones de ambos asesinatos concluyen en una mujer pacientes del


hospital contiguo a la iglesia, anciana, casi ni puede caminar, decrépita, senil, con
alzhéimer, autista, inofensiva, catatónica, pero hallan que es la asesina en ambos
crímenes.

En eso, el Inspector Luis inquieto y preocupado, se sienta a leer y a interrogar a la


asesina, pues ambos crímenes fueron cometidos por la misma persona, las huellas
dactilares encontradas correspondían a la paciente del ala de psiquiatría, recluida hacía
más de 15 años en el hospital, una anciana de 99 años de edad, quien no caminaba y no
había salido aparentemente del hospital.

Todos boquiabiertos sin saber qué hacer y transcurrido un par de días, avisaron
que la anciana había fallecido repentinamente, dejando a los policías aun mas
desconcertados. No quedó otra sino que cerrar el caso.

Entre lágrimas y depresiones pasó un largo mes, y antes de salir de la inspectoría,


un viernes tarde por la noche, suena el teléfono e informaron que otro sacerdote había
sido encontrado muerto en las mismas circunstancias que los dos anteriores, pero en la
parroquia continua. El caso fue reabierto de nuevo y asignaron esta vez al Inspector
Pedro, por ser de otra jurisdicción. Pero por tratarse del mismo modus operandi de los
otros dos casos anteriores, el Inspector Pedro se reúne con el Inspector Luis a discernir y
conversar sobre la igualdad de los casos y descubrieron también que la asesina, de este
nuevo caso era la anciana de 99 años ya muerta e incinerada. Pero esta vez se descubrió
algo nuevo, la anciana asesina, era mocha de ambas manos hacía más de 20 años y usaba
prótesis, y estuvo así muchos años, internada en el hospital.

Los inspectores no saben qué hacer, la policía no sabe cómo actuar. Y de repente a
las 3:30 de la madrugada, repica el teléfono nuevamente para informar que hay que
evacuar el edificio porque hay un feroz incendio y salen todos, habiendo pérdidas
materiales y humanas, perdiéndose todo lo investigado y por investigar.

Las semanas pasan y pasan, la sede de la policía fue improvisada en un local


cercano al edificios, y esa noche ambos inspectores telefónicamente son informando, que
se han encontrado dos cadáveres, pertenecientes a dos novicias, asesinadas de la misma
forma que los anteriores, esta vez las huellas dactilares coincidían con otro paciente,
anciano pero muy anciano, enfermo mental, recluido en el hospital también. Todos se
sorprendieron de nuevo y comienzan a interrogar a todo el personal. Pero, solo escuchan
las mismas respuestas, que escuchan voces de noche, que de pronto no hay agua en los
grifos, que las luces se apagan y se prenden, que la comida se pudre, que los pacientes se
vuelven muy intranquilos sobre todo por las noches y que ya nadie quiere estar ahí.

Al mismo tiempo los Inspectores Luis y Pedro son llamados e informados que el
hospital está infectado con una especie de energía radiactiva, de origen desconocido y
que el edificio fue construido sobre abundantes ríos subterráneos, una falla geológica y
una mina abandonada al parecer de oro, hace siglos, debido a las muchas muertes
ocurridas allí.

Asimismo y al mismo tiempo reciben otra llamada informándoles que tres


religiosas habían sido encontradas muertas de la misma forma que los anteriores, que
habían utilizado el mismo modus operandi. Y cuando se terminan las investigaciones se
descubre que las huellas dactilares encontradas en la escena del crimen, era de los
Inspectores Luis y Pedro, complicándose aun más el caso. De inmediato son arrestados y
encerrados en un calabozo mientras se siguen realizando las investigaciones pertinentes.

En vista de que la opinión pública y la iglesia asediaban, presionaban y exigían una


solución clara y sensata al caso, el gobernador del estado asignó al propio Jefe General de
la Policía Estatal el Comisario Manuel. Quien de inmediato fue avisado telefónicamente,
que hallaron otro cadáver asesinado de la misma forma que las victimas anteriores, pero
esta vez, fue la hermana mayor y jefa del convento contiguo al hospital Sor Inés.

Y en la escena del crimen se encontraron unas huellas dactilares que coincidían con
los Inspectores Luis y Pedro. Esto era realmente imposible, ya que para ese momento
ambos se encontraban prisioneros y el cuarto donde fue encontrada la hermana, estaba
cerrado herméticamente de adentro hacia afuera. Obviamente, ellos no fueron los
asesinos, pero ¿cómo fueron a parar allí sus huellas dactilares, si estaban en prisión?
¡Imposible!

Todo se complicaba cada día más. Pocos días después, vuelve a sonar el teléfono.
El cadáver de otro sacerdote fue encontrado en las mismas circunstancias, pero esta vez,
las huellas encontradas en la escena del crimen fueron las del propio Jefe General de la
Policía Estatal el Comisario Manuel. ¡Ya era obvio! ¡Alguien estaba jugando una mala
pasada, poderes ocultos, quizás! ¡Una mano peluda! Alguien manejaba todo esto, y la
manera en que lo hizo escapa de nuestra comprensión, no se sabe qué hacer.

Las personas en la ciudad se encontraban tristes, cabizbajas, apesadumbradas y


desanimadas, porque los investigadores no habían podido hallar a este terrible asesino en
serie y no habían encontrado la solución a estos casos.

En su casa ya y junto a la biblioteca, recostado en su silla, el Jefe General de la


Policía Estatal el Comisario Manuel es vencido por el cansancio y un libro - heredado de
su abuelo (quien fue aficionado a las artes oscuras) cae en sus piernas. En ese momento
se despierta bruscamente y busca el mapa antiguo de la ciudad, corre y llamar a sus
asistentes mandando a liberar a los Inspectores Luis y Pedro para que se unieran a la
investigación.

Juntos como equipo y siguiendo las instrucciones del libro y el mapa, hallaron un
viejo lugar, un depósito abandonado, era la entrada a un sótano con muchas y largas
galerías. Procedieron a allanar el lugar encontrando que alguien vivía allí, escondiéndose
al escuchar que llegábamos, escapó por uno de esos túneles.
Se encontró en el sitio, una silla, una mesa, un mapa antiguo de la ciudad, una
plomada, un lápiz, hojas blancas, una caja de zapatos que contenía dos latas vacías de
maní enlazadas con un alambre de cobre, tres perillas de reloj y un cuaderno de
matemáticas con miles de códigos numéricos.

Los detectives se preguntaban: ¿qué tiene que ver todo esto con los asesinatos de
los religiosos? Mientras la policía seguía haciendo las inspecciones de rigor, en penosas y
extrañas circunstancias, encontraron en un baño cercano, el cadáver del Jefe General de
la Policía Estatal el Comisario Manuel muerto en las mismas circunstancias que las
víctimas anteriores. Llevándose una valiosa información acerca de lo que había
descubierto, a la tumba.

Los Inspectores Luis y Pedro prácticamente empiezan de nuevo a replantearse el


caso, pero el Inspector Luis había descubierto una pista, escrita en la pared contigua al
cadáver del Comisario Manuel, (110010). Mientras esto sucede, se escucha a lo lejos una
radio encendida, declarando la victoria del nuevo presidente de la nación. De pronto el
Inspector Luis, con la experiencia acumulada y la nueva pista descubierta exclama: “Ya sé
cómo se cometieron estos asesinatos y por qué” comentó, “¡Pero jamás lo atraparemos!
¡Pues habrá que resucitar a los difuntos! Es cuestión de magia todo esto”. El espacio
tiempo se volverá a abrir más o menos dentro de un año y debemos ser puntuales.

Preguntas:

1) ¿Qué descubrió el inspector Luis?


2) ¿Cómo lo descubrió?
3) ¿Cómo lo hizo el asesino?
4) ¿Por qué razón y para qué?

Si el asesino estaba catatónico y muerto hace ya siglos.

Notas: los nombres, los escenarios y los tiempos fueron cambiados, el caso no es de
ciencia ficción ni de cine ni televisión. Le insto a resolverlo pero recuerde, tenga la mente
abierta, léalo con detenimiento la respuesta puede ser cualquiera.

Dr Camilo Rios O.M.D.

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