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INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO Y SUS EXCEPCIONES

(ARTÍCULO 23 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA)

Rama del Derecho: Derecho Constitucional. Descriptor: Derechos Fundamentales.

Palabras Claves: Inviolabilidad del Domicilio, Recinto Privado, Excepciones, Allanamiento,


Comisión de Delito, Impunidad del Delito, Daños Graves a la Persona o la Propiedad, Artículo 23
de la Constitución Política.

Fuentes de Información: Normativa, Doctrina y Jurisprudencia. Fecha: 12/12/2019.

Nombre del Investigador: Simons Salazar García.

Contenido

RESUMEN ................................................................................................................................................. 2

NORMATIVA ........................................................................................................................................... 2
Inviolabilidad del Domicilio y sus Excepciones .................................................................... 2

DOCTRINA ............................................................................................................................................... 2
Comentarios al Artículo 23 de la Constitución Política ...................................................... 2

JURISPRUDENCIA .................................................................................................................................. 5
1. Principio de Inviolabilidad del Domicilio ...................................................................... 5
2. Sobre el Artículo 23 de la Constitución Política, la Inviolabilidad del
Domicilio, los Delitos Relacionados con Drogas, la Orden de Allanamiento y el
Allanamiento Sin Orden ................................................................................................................ 9
3. Presencia del Juez en el Allanamiento por Disposición del Artículo 23 de la
Constitución Política .....................................................................................................................15
4. Fundamento del Artículo 23 de la Constitución Política.........................................16
5. Principio de Inviolabilidad del Domicilio y la Orden de Allanamiento .............19
6. Derecho a la Intimidad ........................................................................................................20

1
RESUMEN

El presente informe de investigación realiza una reseña sobre la Inviolabilidad


del Domicilio y sus Excepciones, considerando los supuestos normativos del artículo 23
de la Constitución Política y el criterio que sobre esta norma han elaborado la doctrina
y jurisprudencia nacionales.

NORMATIVA

Inviolabilidad del Domicilio y sus Excepciones


[Constitución Política]i

Artículo 23. El domicilio y todo otro recinto privado de los habitantes de la República
son inviolables. No obstante pueden ser allanados por orden escrita de juez
competente, o para impedir la comisión o impunidad de delitos, o evitar daños graves
a las personas o a la propiedad, con sujeción a lo que prescribe la ley.

DOCTRINA

Comentarios al Artículo 23 de la Constitución Política


[Chinchilla Sandí, C.]ii

[P. 57] Este artículo constitucional regula la protección directa e inmediata al domicilio
y recintos privados, contrario a la idea de recintos públicos, o de acceso público, donde
no se cuenta con dicha protección.

Por domicilio debemos entender “aquel lugar donde la persona desarrolla sus
actividades primarias en un sentido amplio; puede tratarse tanto de la vivienda
particular como de las oficinas donde se desempeña sus negocios o su trabajo, siempre
que se trate de un ámbito de desarrollo de su actividad personal.”1 En términos
generales, se debe de aplicar el criterio más amplio de protección; por ejemplo, según
BINDER, se encontraría protegido por esta norma el escritorio de un empleado,
aunque ese mueble esté ubicado en un lugar común compartido por muchos, como la
oficina de una empresa o de un banco, donde el ámbito de trabajo específico de ese
empleado es su escritorio y, por lo tanto, para revisar sus cajones también se

1
Vid.: BINDER: Introducción al Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, 1993, pág. 185.

2
necesitaría una orden de registro emitida formalmente por un juez, en iguales
términos, el registro interior de un automóvil requeriría de una orden de allanamiento
y registro.2.

La Sala Constitucional en su Voto No. 3299-97, se ha manifestado acerca del contenido


de este artículo, al decir: “De la interpretación del artículo 48 (sic. debería decir 45) y el
23 constitucionales, se extrae que en nuestro ordenamiento el derecho de exclusión
que ostentan el legítimo poseedor de un inmueble de propiedad privada, habida
cuenta que como parte del derecho a la propiedad consagrado en nuestra Constitución
Política, es perfectamente válido desde el punto de vista constitucional que quien
ejerza la titularidad, posesión o usufructo de un inmueble de propiedad privada pueda
determinar a quienes autoriza o no el acceso a dicho predio, razón por la cual el
numeral 23 de la Carta Magna determina que el domicilio y todo recinto privado de los
habitantes de la República son inviolables, con la única excepción de que pueden ser
allanados por orden escrita de un juez competente, o para impedir la comisión o
impunidad de delitos, o para evitar daños graves a las personas o a la propiedad, con
sujeción a lo que prescribe la ley. Situación diferente resulta cuando, a pesar de
tratarse de un inmueble de propiedad privada, el mismo es destinado en todo o en
parte por su legítimo poseedor para el uso del público, es decir, se ofrece dentro del
mismo uno o varios servicios o bien la realización de espectáculos públicos a cambio
de precio o incluso gratuitamente, lo que lo aparta del concepto de recinto privado
que contempla nuestra Constitución Política, limitándose con ello al poseedor legítimo
del inmueble la posibilidad de restringir el acceso del público a la parte destinada
precisamente con ese fin, puesto que si aquél está facultado en ciertos casos

[P. 58] para condicionar o restringir el ingreso de algunas personas, lo cierto es que
nunca será constitucionalmente válida la exclusión si con ello se infringe o amenaza los
derechos fundamentales de esas personas, sea causando discriminación, un trato
indigno o denigrante, o coartándole con ello alguna libertad pública reconocida
constitucionalmente o en convenios internacionales aprobados por nuestro país,
puesto que con ello se estaría ejerciendo abusivamente su derecho.”

En el caso del allanamiento, se trata de una orden emanada de una autoridad judicial
competente (juez penal), en la cual se debe de determinar en forma específica el lugar
donde se va a realizar y el tiempo, este último no requiere que sea totalmente
determinado, pero tampoco es posible que contenga una validez permanente, sino
que debe de estar circunscrita temporalmente. Además de esta delimitación espacial y
temporal, debe de ser una orden “circunstanciada”, en donde se contenga una
referencia expresa al proceso en el cual se ordena y debe de indicar, específicamente,
lo que se busca. Por ello, consideramos que no se puede tratar de un orden genérica

2
Vid.: BINDER: Introducción... , pág. 185-186.

3
que permite violentar el principio de inviolabilidad del domicilio, por el contrario, se
trata de una orden específica de búsqueda de determinados objetos, relacionados con
una determinada investigación, en un ámbito específico.3 Si una orden de allanamiento
no reúne estos requisitos generales, no es posible hablar de su validez y se obtiene
como producto un allanamiento ilegal, con la consiguiente sanción procesal de
determinarse como actividad procesal defectuosa y los elementos de prueba serán
tratados como prueba espuria.

En la regulación legal que realiza el CPP en cuanto al allanamiento, tenemos varias


situaciones que determinan las formalidades como se deben de realizar y los requisitos
que se exigen: a) allanamiento y registro de morada (art. 193 CPP); cuando el registro
deba efectuarse en un lugar habitado, en sus dependencias, casa de negocio u oficina,
el allanamiento y registro será realizado personalmente por el juez y deberá iniciarlo
entre las seis y las dieciocho horas, pero podrá procederse a cualquier hora cuando el
morador o su representante consienta o en los casos sumamente graves y urgentes,
siempre deberá de dejarse constancia de la situación de urgencia en la resolución que
acuerda el allanamiento; b) allanamiento de otros locales (art. 194 CPP); el
allanamiento de locales públicos, establecimientos de reunión o recreo mientras estén
abiertos al público y no estén destinados a habitación, será acordado por el juez, quien
podrá delegar la realización de la diligencia en funcionarios del Ministerio Público o de
la policía judicial, aquí no regirán las limitaciones horarias establecidas para el
allanamiento de morada, además, en estos casos, deberá de avisarse a las personas
encargadas de los locales, salvo que sea perjudicial para la investigación; c)
allanamiento sin orden (art. 197 CPP); podrá procederse al allanamiento sin previa
orden judicial cuando, por incendio, inundación u otra causa semejante, se encuentre
amenazada la vida de los habitantes o la propiedad, o se denuncia que personas
extrañas han sido vistas mientras se introducen en un local, con indicios manifiestos de
que pretenden cometer un delito, o se introduzca en un local algún imputado de delito
grave a quien se persiga para su aprehensión, o voces provenientes de un lugar
habitado, sus dependencias o casa de negocio, anuncien que allí se está cometiendo
un delito o pidan socorro.

[P. 59] Un aspecto que ha resultado algo polémico y controversial en nuestro medio,
ha sido la intervención que se realiza de un vehículo, sea en su parte exterior como en
su interior. Consideramos que, de acuerdo a los principios aludidos y nuestra
legislación, así como la jurisprudencia de la Sala Constitucional, cuando se trata del
registro de un automotor en sus partes exteriores, únicamente resulta necesario
contar con una orden de registro, conforme al art. 190 CPP. Por medio de esta orden
se faculta al juez, fiscal o la misma policía a registrar un vehículo, siempre que haya

3
Cfr.: BINDER: Introducción... , pág. 186.

4
motivos suficientes para presumir que una persona oculta en él objetos relacionados
con el delito, siendo aplicable, el procedimiento que se sigue en la requisa de personas
(art. 189 CPP). Por otra parte, cuando se trata del caso de la intervención de un
vehículo en su parte interior se requiere, necesariamente, una orden de allanamiento
y registro (art. 193 CPP), pues se considera que se trata de un recinto privado donde se
protege el ámbito de intimidad del sujeto. En este sentido, la Sala Constitucional en su
Voto No. 5946-964 señala lo siguiente: “En el presente caso fueron detenidos,
decomisados y registrados vehículos sin orden judicial como lo indican los mismos
recurridos, el art. 23 establece que el domicilio y ‘todo otro recinto privado’ de los
habitantes de la República son inviolables, no obstante pueden se allanados por orden
escrita del juez competente, o para impedir la comisión o impunidad de delitos, o
evitar daños graves a las personas o a la propiedad con sujeción a lo que prescribe la
ley. En el presente caso debe quedar claro que el interior de un vehículo automotor,
automóvil o ‘pick up’ es un recinto privado, y por lo tanto los miembros del
Departamento de Investigaciones Aduaneras de la Dirección General de Aduanas
necesitaban orden de allanamiento expedida por el Juez”. En forma más explicativa, la
Sala Constitucional en su Voto No. 1372-99 considera que, si lo que se revisa no es el
interior del vehículo sino sus partes exteriores, no se requiere una orden de
allanamiento como se ha dicho, sino que únicamente sería necesaria una orden de
registro conforme al art. 190 CPP.

JURISPRUDENCIA

1. Principio de Inviolabilidad del Domicilio

[Tribunal de Casación Penal de San Ramón]iii


Voto de mayoría

II. El reclamo es procedente: El tema en discusión en este caso está íntimamente


vinculado con el derecho que toda persona tiene a que su domicilio sea respetado,
conforme lo dispone la normativa constitucional. Toda persona encuentra de esta
forma resguardo y protección para ostentar un espacio físico en el que puede llevar a
cabo su vida privada sin temor alguno de lo que otros o el propio Estado puedan
estimar, es decir, con absoluta exclusión de terceros ajenos a ellas. En este sentido, el
23 de la Constitucional Política claramente establece: “El domicilio y todo otro recinto
privado de los habitantes de la República son inviolables. No obstante pueden ser
allanados por orden escrita de juez competente, o para impedir la comisión o la
impunidad de delitos, o evitar daños graves a las personas o a la propiedad, con

4
En igual sentido, los Votos No. 3013-94 y 627-93.

5
sujeción a lo que prescribe la ley”. Desde la perspectiva constitucional el domicilio se
convierte así en “(...) aquel espacio físico cuyo uso y disfrute corresponde a la persona y
en el cual ésta desarrolla habitualmente su vida privada. De esa forma queda claro
que el domicilio, en la moderna concepción, es una garantía conectada con la
privacidad, en el sentido de que salvaguarda un ámbito de autonomía personal (...)”
(HERNÁNDEZ VALLE, Rubén, “El Derecho de la Constitución”, Volumen II, Editorial
Juricentro, San José, Costa Rica, 1994, pág. 380). Esta protección se otorga
independientemente de quién sea el titular o dueño registral del inmueble en el que la
persona mantiene su domicilio. En este sentido, el domicilio podría ostentarlo el titular
registral del inmueble, en quien estarían, además de la nuda propiedad, los derechos
de uso y disfrute del mismo. En tal caso, se diría que la persona mantiene el derecho
de propiedad en forma absoluta, conforme lo dispone el artículo 264 del Código Civil,
dado que en ella se reúnen los (i) derechos de posesión, (ii) usufructo, (iii)
transformación y enajenación, (iv) defensa y exclusión, y (v) restitución e
indemnización. Pero también algunos de esos derechos los podría ostentar y gozar una
persona diferente al titular registral de la propiedad (titular de la nuda propiedad),
como lo sería el usufructo (en torno a la regulación sobre el usufructo y sus
implicaciones legales, ver artículos 335 a 365 del Código Civil). Como lo ha dicho la Sala
Primera de la Corte, “(...) El Código Civil, en su artículo 264, inciso 2), confiere al titular
del derecho de propiedad, entre otros atributos, la facultad de usufructuar el bien,
consistente en hacer suyos los frutos que produce. El propietario puede, asimismo, al
tenor de lo dispuesto en los artículos 335 y 484 Ibídem, transmitir esa facultad,
utilizando, para tal efecto, los mismos medios con los que se transfiere la propiedad de
los bienes, con lo cual el usufructo se concibe y ejerce como un derecho autónomo,
separado del derecho de propiedad, rigiéndose, conforme lo dispone el artículo 289 del
[Código Civil], ‘por el título en que se haya constituido, y en falta o deficiencia del título,
por las reglas legales establecidas al efecto’. Se trata, entonces, de la transferencia del
derecho de goce, puesto que, en el ejercicio de su derecho de propiedad, su titular, al
conceder el usufructo, transfiere la facultad de aprovecharse de los frutos que la cosa
produce. Doctrinalmente, el derecho de usufructo, separado del derecho de propiedad,
es un derecho real que consiste en el uso y disfrute de un bien ajeno. Comprende la
facultad de utilizar la cosa, aprovechando los frutos que produzca (...)” (Sala Primera
de la Corte Suprema de Justicia, voto N° 18-93 de las 13:55 horas del 7 de abril de
1993; los paréntesis no son del original). Según se decía, bien podría ser que la
persona que ejerce u ostente el usufructo de un inmueble, mantenga a la vez su
domicilio en ese bien, con la respectiva exclusión de terceros y gozando de todas los
derechos y las garantías que el propio ordenamiento jurídico prevé como parte del
derecho de la inviolabilidad del domicilio. Bajo esta perspectiva, el usufructo es el
derecho que tiene el propietario para disponer de lo que le pertenece y se deriva de la
facultad de dividir la propiedad útil (usufructo), de la simple o nuda propiedad, de
modo que cada una corresponda a personas diferentes. De esa manera, el usufructo es

6
el derecho real de goce que se tiene en una cosa perteneciente a otra persona, al nudo
propietario (BRENES CÓRDOBA, Alberto. “Tratado de los Bienes”, Sexta Edición,
Editorial Juricentro, San José, Costa Rica, 1981, pp. 27 y siguientes). Dicho lo anterior,
luego de reproducir el archivo digital que contiene la sentencia oral emitida en este
caso, se aprecia sin mayor dificultad que la autoridad juzgadora inobservó lo dispuesto
en la normativa sustantiva (así análisis de fondo en archivo digital c0000110317210952
contenido en el DVD aportado, a partir de las 21:18:00 horas), pues a pesar de que
reconoce que el endilgado mantenía el usufructo de la vivienda en la que residía,
desconoció los derechos que esa situación conllevaba. Al respecto razonó la señora
jueza lo siguiente: “(...) Si bien el defensor de don M. nos indica que los oficiales de la
Fuerza Pública no tenían derecho de ingresar a la casa de don M., por cuanto consta en
autos, según la fotocopia de una constancia emitida por una notaria pública, que éste
tiene un derecho de usufructo en esta propiedad, es lo cierto que no es el usufructuario
el que tiene el derecho de disposición sobre el bien, sino el que tiene la nuda propiedad
y en este caso, aunque M. tiene un derecho de habitar la vivienda, quien es la real
propietaria de la propiedad es doña V., porque la propiedad le sigue perteneciendo a
ella. La nuda propiedad, que es el derecho de disposición del bien, lo tiene doña V.y por
esta razón la autorización que ella dio para que los oficiales de la Fuerza Pública
ingresaran a la casa de M. tiene pleno sustento en las normas legales y
constitucionales de nuestro país. Que era ella quien podía permitir a los oficiales de la
Fuerza Pública ingresar a la vivienda, máxime que no solo se trataba de una situación
de violencia doméstica contra doña X., que es hermana de doña V., sino de una posible
ilicitud en perjuicio de la propiedad privada de doña X. Es por ello que el Tribunal
considera que el ingreso que hicieron los oficiales de la Fuerza Pública a la casa de don
M. es totalmente legal y legítimo y no lo está protegiendo el hecho de estar en su casa
(sic), del que la autoridad pública ingresara si doña V. había consentido en ello y había
dado su autorización por escrito (...)” (en archivo digital c0000110317210952
contenido en el DVD aportado, específicamente de las 21:35:00 horas hasta las
21:37:00 horas del contador horario). Conforme lo anterior, no obstante reconocer
que el encartado M. mantenía el usufructo de la vivienda en la que residía y a la cual
ingresaron los oficiales de policía que se vieron supuestamente afectados en este caso,
la autoridad juzgadora desatiende las implicaciones y derechos que derivan del
usufructo como derecho real y asume, sin sustento legal alguno y sin fundamentar tal
apreciación, que la señora V., por ser la propietaria registral del inmueble (titular de la
nuda propiedad), podía autorizar el ingreso al mismo. Si bien el reservase la nuda
propiedad le permite a una persona disponer del bien, ello no significa que mantiene
todos los derechos reales que podrían corresponder a ese bien, como lo serían el uso y
disfrute, sea el usufructo. En este caso, resulta evidente que el justiciable M. tenía el
derecho de usar y disfrutar el inmueble, con exclusión de terceros, incluida la
propietaria registral, pues, según la “(...) definición clásica atribuida a PAULO señala
que «el usufructo es el derecho de usar y disfrutar de las cosas ajenas, salva sus

7
sustancia»” (“Diccionario Jurídico Espasa”, Editorial Espasa Calpe, Madrid-España,
1994, p. 991), El derecho de disposición que se reservó la señora V. le permitía
eventualmente vender el inmueble, pero el imputado gozaba del usufructo, con
exclusión absoluta incluso de doña V., quien renunció a esa posibilidad. La autoridad
juzgadora en este caso se limitó a decir -sin fundamentación alguna- que los oficiales
de la Fuerza Pública actuaron legítimamente al ingresar a la vivienda citada, toda vez
que la propietaria registral de la misma, la señora V., tía del encartado, les otorgó la
autorización para ello. Asimismo, señaló que si bien el imputado les indicó a los
citados oficiales que no podían entrar a la casa porque él tenía el derecho para estar
en ella por el resto de su vida, esa versión no tenía ningún asidero fáctico ni real, dado
que lo que trató de hacer fue justificar su actuación debido al estado etílico en el que
se encontraba, es decir, trató de justificar su ilícito actuar -dice la señora jueza- frente
a una autoridad pública sin ningún medio probatorio en el que se sustentara, a pesar
de que en ese mismo análisis la juzgadora hizo uso de la copia del documento en el
que se acreditaba que el imputado gozaba del usufructo del inmueble. Bajo esta
tesitura, la única persona facultada por el ordenamiento jurídico para autorizar el
ingreso al inmueble sin orden judicial, lo era el imputado M. En este punto, la Sala
Constitucional ha resuelto lo siguiente: “(...) Dicho lo anterior debe mencionarse que el
artículo 23 de la Constitución Política establece la inviolabilidad de los recintos privados
de los habitantes, salvo en los casos expresamente autorizados por ley (artículo 212 del
Código de Procedimientos Penales) y mediante una orden escrita, emanada de un juez
competente. La intromisión en un domicilio debe realizarse únicamente en casos
excepcionales y con la participación de la policía administrativa requerida por el juez y
la presencia de éste (...) Toda actuación realizada por una autoridad policial debe
realizarse según las disposiciones que establece el Código de Procedimientos Penales,
en el título III, capítulos II y III, que desarrollan lo correspondiente al allanamiento,
registro, y requisa y secuestro y en estrecha armonía con las normas constitucionales
que protegen la privacidad e intimidad de los ciudadanos (véase la sentencia n. 413-94
de las 9:03 horas del 20 de enero de 1995). No obstante cuando exista consentimiento
expreso por parte del propietario del domicilio o recinto privado puede prescindirse de
orden judicial para realizar la inspección o allanamiento. Se excluyen de esta
circunstancia los propietarios de inmuebles o de cualquier otro recinto privado que se
facilite para ser ocupado, quienes aunque sean los dueños de esos lugares, no podrán
dar el consentimiento mientras se encuentren habitados, y será el habitante el
legitimado para hacerlo (...)” (Sala Constitucional, voto No. 1996-002776 de las 11:06
horas del 7 de junio de 1996. Ver también de esta Sala los votos No. 1996-002929 de
las 11:15 horas del 14 de junio de 1996 y No. 2004-11322, de las 16:39 horas del 12 de
octubre de 2004). Unido a lo anterior, en la presente causa tampoco se estaba ante
ninguna de las hipótesis previstas por el artículo 197 del Código Procesal Penal, que
también autorizan de manera excepcional el ingreso al domicilio sin orden judicial, en
la medida en que (i) no se estaba ante un incendio, inundación o otra causa semejante,

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generadora de amenaza de la vida de los habitantes o de la misma propiedad; (ii) no
existía denuncia señalando que personas extrañas habían sido vistas introduciendo al
inmueble, con indicios manifiestos de que pretendían cometer delito; (iii) no se
perseguía al imputado para su aprehensión como consecuencia de la consumación de
algún delito grave; incluso el supuesto hecho delictivo por éste cometido, había
sucedido en horas de la tarde, sin que se hubieran aportado -al momento en el que se
hicieron presentes los oficiales de la policía- los indicios suficientes que sustentaran
esa supuesta comisión del delito; y (iv) tampoco prevenían del interior del inmueble
voces que anunciaran de que se estaba cometido un delito, o bien, que pedían
socorro. El ingreso a la vivienda del encartado para su detención lo fue únicamente en
razón de que, sin existir denuncia o gestión alguna ante el Juzgado de Violencia
Doméstica, la madre y la tía del imputado manifestaron que deseaban que lo
detuvieran debido a que querían interponer una denuncia ante el Juzgado de
Violencia Doméstica. De igual forma, se señaló que, si bien el ingreso se realizó a la
vivienda del justiciable, quien era la persona que residía en ella, es decir, ese era su
domicilio, la tía del imputado, como propietaria registral (titular de la nuda propiedad),
autorizó el ingreso, a pesar de que la misma no estaba facultada para hacerlo. Ahora
bien, dicho lo anterior, se procede a explicar el motivo por el que se estima que el
imputado M. no cometió delito alguno.

2. Sobre el Artículo 23 de la Constitución Política, la Inviolabilidad del


Domicilio, los Delitos Relacionados con Drogas, la Orden de Allanamiento
y el Allanamiento Sin Orden

[Tribunal de Apelación de Sentencia Penal II Circuito Judicial de San José]iv


Voto de mayoría:

II. ÚNICO MOTIVO: Errónea interpretación del artículo 194 del Código Procesal Penal
por interpretación extensiva en detrimento de potestades del Ministerio Público y la
policía judicial y consecuente aplicación errónea de los artículos 175 y 366 del Código
Procesal Penal. Refiere que el Tribunal en la sentencia impugnada acogió la actividad
procesal defectuosa planteada por la defensa y absolvió a los encartados por los
hechos que se le venían atribuyendo. Explica que esta resolución la toma el Tribunal
interpretando erróneamente que para ingresar al parqueo público Lara Dos ubicado en
Guadalupe y efectuar la detención de los encartados, que minutos antes habían
negociado con un agente encubierto la venta de 20 kilos de cocaína, además de revisar
el vehículo en que se almacenaba la droga resulta aplicable el artículo 194 del Código
Procesal Penal. Menciona que el Tribunal se desgasta sobre una serie de conceptos
relativos a parqueos y estacionamientos, públicos y privados, indicando que parqueo
público es todo lugar destinado a la guarda de vehículos de cualquier conductor,
concepto que no hace mayor aporte a la resolución. El Tribunal refiere en su
resolución que los parqueos públicos son espacios privados destinados al giro

9
comercial tendiente al cuido de vehículos que están interesados en encontrar un
espacio para que cuiden de su vehículo, sin embargo no se refiere el a-quo sobre si en
ese tipo de espacios se debe dar la protección del derecho a la intimidad. Se menciona
también el artículo 2 de la ley de estacionamientos y la responsabilidad de los
propietarios de estos lugares para con los conductores y los daños que puedan sufrir
sus automotores. Considera que el Tribunal no es amplio en el análisis de si el sitio de
interés es un local público en los términos que indica el artículo 194 del Código
Procesal Pena y que se requiere o no la orden de juez para el ingreso a ese tipo de
recintos. Además, no se duda según la impugnante que el parqueo Lara Dos, es un
espacio privado que brinda un servicio de interés público comercial, está claro cuál es
criterio jurisprudencia sobre la revisión de vehículos y la posibilidad que se le da en la
ley a la policía, fiscal y juez. Pero no se entiende de ese criterio la necesidad de orden
de allanamiento para ingresar a dichos recintos por pare de la policía o fiscal que es el
caso de interesa en este sumario. Resalta que no se comparte la interpretación
extensiva que se hace de las normas procesal según el artículo 2 del Código Procesal
Penal, ya que esa interpretación afecta las posibilidades de investigación y de acción
del Ministerio Público. Indica que se hace necesario revisar la interpretación del voto
5415-01 en relación con el registro de vehículos ya que este voto si bien le reconoce el
carácter de recinto a los vehículos aclara que no se puede equiparar con el domicilio.
Analiza el recurrente que la ley 7717 en sus artículos 11 y 16 regula la imposibilidad de
negar el acceso a autoridades sin justificación. Menciona que la referida normativa
regula la prestación de un servicio público y no la exclusión de personas para proteger
un derecho a la intimidad, debiendo interpretarse también en consonancia con el
artículo 2 del reglamento de dicha ley. Argumenta que el artículo 194 del Código
Procesal Penal regula el derecho a la intimidad pero de locales cerrados y de acceso
restringido, no de lugares abiertos que están destinados a un servicio de interés
público y no el de limitar la acción de las autoridades como es el caso de la detención
de personas y revisión de un vehículo. Sin duda el tema de interés es delimitar si en el
caso de parqueos públicos se puede aplicar el artículo 194 o el 197 del Código Procesal
Penal y la necesidad del juez de garantías. Solicita que se debe desentrañar
teleológicamente tanto los artículos 23 de la Constitución Política y los artículos 194
del Código Procesal Penal en relación con los parqueos públicos. Solicita se declare con
lugar el recurso y se anule la sentencia impugnada para que se realice el juicio de
reenvío correspondiente. (Ver recurso de folios 5 a 11 del legajo de impugnación). El
reclamo no es atendible. Una vez que esta Cámara ha revisado la sentencia
cuestionada integralmente conforme lo dispone el artículo 459 del Código Procesal
Penal se llega a la conclusión de la improcedencia del recurso planteado por las
consideraciones que se detallan de seguido. Si bien es cierto en la presente causa se
investiga un delito de almacenamiento de droga para el tráfico desplegado en las
instalaciones del Parqueo Lara Dos ubicado en las cercanías de la Iglesia Católica de
Guadalupe, Goicoechea, no se debe perder la perspectiva de que toda investigación se

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debe realizar dentro de un marco de respecto al Debido Proceso y los Derechos
Fundamentales de las personas relacionadas con la causa, es claro que la referida
acción tiende a afectar el bien jurídico “Salud pública”, dejando notar su gravedad por
la afectación colectiva que ello representa. Ahora bien, el Tribunal de Juicio del
Segundo Circuito Judicial en su sentencia número 5112-2014 de las ocho horas del
veintisiete de noviembre de dos mil catorce, a manera de síntesis, dispuso la
absolutoria de los encartados. Explicando de manera amplia los fundamentos de su
decisión, por estimar que el sitio en el que se desarrolla el operativo policial y todas
sus diligencias, es un sitio privado en el que se requiere la resolución judicial para
autorizar el ingreso y las actuaciones necesarias, además determina la ilegitimad de la
prueba obtenida en el sitio, por la necesidad de la intervención jurisdiccional. Sin duda
la necesidad o no de la orden de Juez depende de la naturaleza del inmueble en el que
se lleva a cabo la dinámica policial, el parqueo público es un inmueble privado, por lo
que goza de la protección constitucional establecida por el artículo 45 de la Carta
Magna en el que se indica: “ARTÍCULO 45.—La propiedad es inviolable; a nadie puede
privarse de la suya si no es por interés público legalmente comprobado, previa
indemnización conforme a la ley. En caso de guerra o conmoción interior, no es
indispensable que la indemnización sea previa. Sin embargo, el pago correspondiente
se hará a más tardar dos años después de concluido el estado de emergencia. Por
motivos de necesidad pública podrá la Asamblea Legislativa, mediante el voto de los
dos tercios de la totalidad de sus miembros, imponer a la propiedad limitaciones de
interés social.” Esa inviolabilidad de la propiedad privada como postulado principal la
obtiene el parque público Lara Dos, porque no es un sitio de acceso irrestricto, como si
lo es un parque, una calle, una playa, la protección de una propiedad privada solo
puede ser superada por la orden del Juez competente indicada por el numeral 23
constitucional que refiere: “ARTÍCULO 23.—El domicilio y todo otro recinto privado de
los habitantes de la República son inviolables. No obstante pueden ser allanados por
orden escrita de juez competente, o para impedir la comisión o impunidad de delitos, o
evitar daños graves a las personas o a la propiedad, con sujeción a lo que prescribe la
ley.”. La forma adecuada de realizar una actuación en la que se comprometa el
derecho a la intimidad del domicilio se regula en el artículo 193 de la normativa
procesal Penal, en la que se indica: “ARTÍCULO 193.- Allanamiento y registro de
morada. Cuando el registro deba efectuarse en un lugar habitado, en sus
dependencias, casa de negocio u oficina, el allanamiento y registro será realizado
personalmente por el juez y deberá iniciarlo entre las seis y las dieciocho horas. Podrá
procederse a cualquier hora cuando el morador o su representante consienta o en los
casos sumamente graves y urgentes. Deberá dejarse constancia de la situación de
urgencia en la resolución que acuerda el allanamiento.” Se estima de aplicación esta
norma por ser el parque en que se realiza la diligencia policial una casa de negocio. Es
notorio por la forma en que se realiza esa actividad en Costa Rica, que el servicio de
parqueo público se lleva a cabo con la finalidad de obtener un lucro a partir del dinero

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que paga el propietario del vehículo al administrador del parqueo público por el
espacio ocupado y de acuerdo con el tiempo que se utilice dicho espacio. En estas
mismas condiciones lo explica Llobet Rodríguez cuando menciona: “Casa de negocio es
el lugar en que se realiza una actividad lucrativa o de interés (Cf. Real Academia
Española . Diccionario..., T. ll, p. 1573). Desde esta perspectiva no se restringe a la
actividad lucrativa. Al respecto indica Juan Marcos Rivero que casa de negocio
significa: "(...) el lugar en que se realiza una determinada actividad, de la índole que
sea, sin importar si tiene o no carácter lucrativo (Vg. actividades religiosas,
comerciales, científicas, etc.)". (Llobet/Rivero. Comentarios..., p. 374). Llobet. Javier.
Proceso Penal Comentado. San José. Editorial Jurídica Continental 2012.p.349” No
comparte esta Cámara la propuesta planteada por la recurrente en el sentido de que
se aplique al presente caso las condiciones previstas en el artículo 194 procesal en el
que se indica: “ARTÍCULO 194.- Allanamiento de otros locales. El allanamiento de
locales públicos, establecimientos de reunión o recreo mientras estén abiertos al
público y no estén destinados a habitación, será acordado por el juez, quien podrá
delegar la realización de la diligencia en funcionarios del Ministerio Público o de la
policía judicial. No regirán las limitaciones horarias establecidas en el artículo
anterior.” En estos casos, deberá avisarse a las personas encargadas de los locales,
salvo que sea perjudicial para la investigación.”. Si bien esta norma permite diligencias
de allanamiento en lugares públicos sin la orden judicial, lo interpretación de dicha
norma ha explicado que ese tipo de lugares públicos se refiere a locales del Estado y
sus instituciones, así Llobet indica: "El concepto de local público hace referencia a
locales estatales, comprendiendo dentro de éstos los de las Instituciones Autónomas y
las de las Municipalidades. El concepto de lugar público que da Ossorio es mucho más
amplio, ya que de acuerdo con él es: "El delibre acceso o uso para todos, Se diferencia
entre lugares públicos exteriores, como calles y caminos y lugares y lugares públicos
interiores, como los establecimientos públicos, salas de espectáculos, cafés, bares,
entre otros" (Ossorio. Diccionario..., p.588). A pesar de ello, de acuerdo con nuestro
criterio, el concepto de locales públicos es más restringido que el que da Ossorio, ya
que luego se hace mención a los establecimientos de reunión y de recreo,
diferenciándose de los locales públicos. (ibíd. pág. 350) Es importante explicar que no
se puede equiparar el concepto de parque público a los de lugares de recreo o
reunión, ya que estos sitios, los parqueos públicos, no tienen esa finalidad, sino la
custodia de los vehículos dejados en el sitio por los propietarios, tal y como lo refiere la
ley respectiva (7717), en casos excepcionales en Costa Rica se han realizado
actividades en parqueos como conciertos o manifestaciones de personas, incluso
competencias deportivas, pero en el caso bajo examen, no se estaba realizando ningún
tipo de actividad excepcional, sino la finalidad principal del parqueo público, el cuidado
de vehíc7los, por lo que no se puede aplicar ningún supuesto de artículo 194. Por otra
parte se ha examinado la posibilidad de que la actuación policial se pudiera llevar a
cabo sin orden de Juez, tal y como se propone en el artículo 197 del Código Procesal

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Penal, que indica: “ARTÍCULO 197.- Allanamiento sin orden. Podrá procederse al
allanamiento sin previa orden judicial cuando: a) Por incendio, inundación u otra causa
semejante, se encuentre amenazada la vida de los habitantes o la propiedad. b) Se
denuncia que personas extrañas han sido vistas mientras se introducen en un local, con
indicios manifiestos de que pretenden cometer un delito. c) Se introduzca en un local
algún imputado de delito grave a quien se persiga para su aprehensión. d) Voces
provenientes de un lugar habitado, sus dependencias o casa de negocio, anuncien que
allí se está cometiendo un delito o pidan socorro.”. Examinados cada uno de estos
supuestos, considera esta Cámara de Apelación de sentencia, que no son de aplicación
en el caso que nos interesa a este recurso. La propuesta más cercana es la incluida en
el inciso b, sin embargo, se refiere a la denuncia de in ingreso fortuito, lo cual en el
presente caso no existe por cuanto los sospechosos estaban dentro del parqueo
público, sobre la interpretación de este inciso Javier Llobet ha dicho: "Por ejemplo si se
hubiese introducido personas a una casa de habitación con la intención de realizar una
sustracción de objetos. No puede aceptarse lo indicado por José Daniel Hidalgo con
respecto a la posesión de droga para el tráfico. Señala éste: "En materia de drogas, por
tratarse de un delito de peligro y estar en juego la seguridad y la salud pública,
comprobado el hecho, se legitima el ingreso. Es un dato de experiencia que los órganos
policiales solicitan el allanamiento en este tipo de casos. Sin embargo, debe pensarse
seriamente si en materia de drogas, comprobado probatoriamente el delito, nos
colocamos ante los extremos del artículo 23 Constitucional y, por ende, se legitima el
ingreso sin orden de Juez, de Procedimiento Preparatorio"(Hidalgo, Introducción... p.
425). Esta posición es peligrosa, puesto que puede dar lugar a una serie de abuso y a
dejar con ello sin efecto la inviolabilidad del domicilio garantizado
constitucionalmente. Es claro que tal supuesto no está autorizado por ninguno de los
incisos del artículo en comentario, bastando la lectura de los mismos para comprobar
dicha afirmación. Por otro lado, no debe dejarse de considerar que el mismo art.23 de
la Constitución es concordante en sus supuestos con los previstos en el artículo en
comentario. Lo que se prevé es una autorización de allanamiento sin orden judicial
cuando realmente existe un estado de necesidad, que hace que no pueda esperarse la
orden judicial. Sobre ello véase: Tribunal de Casación Penal de San Ramón, Sección ll,
voto 2010-397"(Ibíd. pág. 353)”. Si bien es cierto en caso de interés, es un caso de
narcotráfico, en el que se afecta la Salud Pública, no es un supuesto que el legislador
haya previsto como de tal gravedad para incluirlo dentro de los supuestos de estado
de necesidad, que permite prescindir de la orden judicial. Ante tal situación el
propietario del inmueble cuenta con la posibilidad de exclusión derivada de la
propiedad privada y que solo se puede violentar en los términos que indica el numeral
23 constitucional, reseñado supra. En este mismo sentido la Sala Constitucional se ha
pronunciado antes en el voto 3299-97 cuando se indicó: “De la interpretación del
artículo 48 y el 23 constitucionales, se extrae en nuestro ordenamiento el derecho de
exclusión que ostentan el legítimo poseedor de un inmueble de propiedad privada,

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habida cuenta que como parte del derecho a la propiedad consagrado en nuestra
Constitución Política, es perfectamente válido -desde el punto de vista constitucional-
que quien ejerza la titularidad, posesión o usufructo de un inmueble de propiedad
privada pueda determinar a quienes autoriza o no el acceso a dicho predio, razón por
la cual el numeral 23 de la Carta Magna determina que el domicilio y todo otro recinto
privado de los habitantes de la República son inviolables, con la única excepción de
que pueden ser allanados por orden escrita de juez competente, o para impedir la
comisión o impunidad de delitos, o para evitar daños graves a las personas o a la
propiedad, con sujeción a lo que prescribe la ley. Situación diferente se presenta
cuando, a pesar de tratarse de un inmueble de propiedad privada, el mismo es
destinado -en todo o en parte- por su legítimo poseedor para el uso del público, es
decir, se ofrece dentro del mismo uno o varios servicios o bien la realización de
espectáculos públicos a cambio de un precio o incluso gratuitamente, lo que lo aparta
del concepto de recinto privado que contempla nuestra Constitución Política,
limitándose con ello al poseedor legítimo del inmueble la posibilidad de restringir el
acceso del público a la parte destinada precisamente para ese fin, puesto que si aquél
está facultado en ciertos casos para condicionar o restringir el ingreso de algunas
personas, lo cierto es que nunca será constitucionalmente válida la exclusión si con
ello se infringe o amenaza los derechos fundamentales de esas personas, sea causando
discriminación, un trato indigno o denigrante, o coartándole con ello alguna libertad
pública reconocida constitucionalmente o en convenios internacionales aprobados por
nuestro país, puesto que con ello estaría ejerciendo abusivamente su derecho.”
Tomando como parámetro este criterio del Tribunal Constitucional el derecho de
exclusión del propietario permanece protegido por el artículo 23 constitucional,
únicamente cede por la orden de juez, al igual que por el ejercicio de otro ciudadano
de un derecho fundamental como en el expuesto en el caso citado supra, que no es
aplicable a una actuación policial. No comparte esta Cámara el criterio de la recurrente
en el sentido de que la ley de estacionamientos públicos (ley 7717), obliga a los
propietarios de estos establecimientos de parqueo el ingreso de la autoridad, ya que
esta obligación es para otros fines, en este sentido, la norma está prevista para que los
oficiales de Tránsito puedan atender cualquier colisión que se pretende en el sitio, no
está previsto este ingreso para otro tipo de actuaciones policiales como las que
interesan en la presente causa. Este mismo argumento es útil para retomar otro
aspectos referido en el recurso y es la interpretación de las normas, en lo que respecta
a la actuación desplegada tanto por la Fiscalía como por la Policía Judicial, al respecto
no se puede pasar por alto que esas actuaciones deben ser practicadas en un absoluto
respecto al Debido Proceso, dentro de lo que la misma ley procesal y otras conexas le
permiten, aplicando siempre el principio de legalidad que indica: “ARTÍCULO 1.-
Principio de legalidad. Nadie podrá ser condenado a una pena ni sometido a una
medida de seguridad, sino en virtud de un proceso tramitado con arreglo a este Código
y con observancia estricta de las garantías, las facultades y los derechos previstos para

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las personas. La inobservancia de una regla de garantía establecida en favor del
imputado no podrá hacerse valer en su perjuicio.” De acuerdo con las consideraciones
que hasta el momento esta Cámara ha expuesto, la actuación efectuada por los
oficiales de la Policía Judicial, bajo la dirección funcional de la Fiscalía contra el Crimen
organizado, no está autorizada en la forma en que se procedió, sin orden judicial, por
la magnitud de los derechos protegidos de las personas afectadas. La interpretación de
las normas que ha planteado la recurrente, artículo 23 de la Constitución Política, 194
del Código Procesal Penal, artículos 2 y 11 de la ley 7717, debe ser restrictiva, tal y
como lo establece el artículo 2 del Código Procesal Penal, que refiere: “ARTÍCULO 2.-
Regla de interpretación. Deberán interpretarse restrictivamente las disposiciones
legales que coarten la libertad personal o limiten el ejercicio de un poder o derecho
conferido a los sujetos del proceso. En esta materia, se prohíben la interpretación
extensiva y la analogía mientras no favorezcan la libertad del imputado ni el ejercicio
de una facultad conferida a quienes intervienen en el procedimiento.”. Lo más
importante es tener claro que lo afectado por los funcionarios policiales al hacer su
ingreso en el parqueo público, es afectar derechos fundamentales de personas que
están dentro de un inmueble privado, siendo las obligación de interpretar estas
restricciones de la forma más restrictiva a dichos derechos, no de manera amplia
como lo pretende el Ministerio Público. Esta Cámara no pretende ir en contra de las
regulaciones legales en cuanto a cómo se regulan los estacionamientos públicos y su
funcionamiento, no cuestionar la línea jurisprudencia que en cuanto al registro de
vehículos se ha venido manteniendo, tanto por la Sala Constitucional y la Sala de
Casación de la Corte Suprema de Justicia y de otros pronunciamientos de Tribunales de
Apelación, sino destacar que lo ilegítimo de la actuación desplegada en el operativo
policial que lleva a la aprehensión y secuestro de las evidencias que determina por el
Tribunal de Juicio como prueba espuria, se origina en el ingreso sin orden judicial a un
inmueble privado, por ello la interpretación realizado por el a-quo, es ajustada a
derecho y al mérito de los autos. Por mayoría se declara sin lugar el recurso de
apelación planteado por el Ministerio Público, la Jueza Montero Mena salva el voto y
declara con lugar el recurso.

3. Presencia del Juez en el Allanamiento por Disposición del Artículo 23 de


la Constitución Política

[Sala Constitucional]v
Voto de mayoría

III. Tampoco se estima como lesionado el principio de defensa con la celebración de un


allanamiento pedido por la Fiscalía, en la morada del encartado, sin la presencia de un
abogado defensor, pues a esa altura de la investigación aún no se encontraba
nombrado en razón de que no se le habían imputado cargos al ahora justiciable y el

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artículo 193 del Código Procesal Penal la garantía que dispone para la protección que
exige el artículo 23 de la Constitución Política es la presencia del juez, lo que ocurrió en
el caso. Si bien es cierto en ese acto puede recabarse prueba que pueda perjudicar a la
persona sometida a juicio, pero también lo es que la presencia de un abogado
defensor, con la consiguiente advertencia de que el acto va a realizar, puede influir
negativamente en los resultados de la diligencia, que para el caso, como ya se dijo,
debe ser realizada con la presencia y actuación directa del juez penal; lo mismo ocurre,
por ejemplo en otros actos procesales como la intervención telefónica, dada la
garantía del numeral 24 constitucional, no intervención que autoriza el artículo 13 del
Código Procesal Penal, cuando pueda perjudicar el curso normal de los
procedimientos.

4. Fundamento del Artículo 23 de la Constitución Política

[Tribunal de Casación Penal de San José]vi


Voto de mayoría

(…) En lo que a la primera cuestión se refiere, el artículo 23 de la Constitución Política


establece que “El domicilio y todo otro recinto privado de los habitantes de la
República son inviolables. No obstante pueden ser allanados por orden escrita de juez
competente, o para impedir la comisión o impunidad de delitos , o evitar daños graves
a las personas o a la propiedad, con sujeción a lo que prescribe la ley”. Por su parte, el
artículo 197 del Código Procesal Penal regula y contempla los supuestos en los que
podría efectuarse un allanamiento sin orden, a saber: “Podrá procederse al
allanamiento sin previa orden judicial, cuando: … c) Se introduzca en un local algún
imputado de delito grave a quien se persiga para su aprehensión …”. De la relación de
estas dos normas se puede colegir que nuestro ordenamiento jurídico tutela la
intimidad del domicilio y de los recintos privados, pues dentro de un sistema
democrático ésta constituye un bien jurídico esencial y prioritario para las personas,
por lo que debe quedar al resguardo de cualquier intromisión estatal abusiva o
injustificada. De ahí es que se limiten constitucionalmente los supuestos en los que las
autoridades públicas podrían afectar ese ámbito de privacidad, pues ello se autoriza de
forma excepcional sólo cuando existan circunstancias especiales que, conforme a los
principios de proporcionalidad y necesidad, la justifiquen, de tal modo que en estos
casos, por regla general y con las particularidades que se recogen en el voto de la Sala
Constitucional Nº 2773-97, de las 15:27 horas del 20 de mayo de 1997, deberá
contarse con orden escrita (y previa) de juez competente, y de manera excepcional
podría omitirse dicha autorización jurisdiccional cuando tal medida sea necesaria para
impedir la comisión o impunidad de delitos, o para evitar daños graves a las personas o
a la propiedad, lo que nos permite inferir que se trata de casos de extrema urgencia en
los que ni siquiera habría tiempo de contar con esa orden escrita. Nótese además que,

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para estos últimos casos, el texto constitucional remite a lo que “prescribe la ley”, de
donde debemos hacer relación a lo que dispone el ya citado artículo 197 inciso 3º del
Código Procesal Penal, en el sentido de que ello será posible cuando se trate de la
persecución de un imputado de delito grave. Si aplicamos estos principios al caso que
nos ocupa, fácilmente llegamos a la conclusión de que la acción de los dos oficiales del
OIJ que fue obstaculizada por la conducta del imputado, no podría calificarse -según
erróneamente lo estimó el juez de mérito- como un acto legítimo, pues no se dan los
presupuestos dentro de los cuales se hubiera justificado un allanamiento sin orden.
Véase que los dos oficiales ni siquiera tenían claro si el acusado había cometido un
delito de portación ilegal de arma permitida (que en cualquier caso tampoco hubiera
sido “grave”), pues simplemente, como ellos mismos lo indicaron en juicio, pretendían
investigar y corroborar si el mismo poseía el permiso correspondiente. Lo anterior nos
permite colegir, entonces, que la acción policial que se pretendía ejecutar (ingreso sin
orden a la propiedad privada del acusado con el fin de “investigar”) resultaba
totalmente ilegal y, por ello, es claro que el imputado podía ejercer una legítima
defensa para repeler dicha intromisión. Si éste, para hacerlo, empuñó un arma de
corto calibre con la cual encañonó a los dos policiales, a quienes les hizo ver sus
intenciones de no dejarlos ingresar a menos que contaran con la orden escrita de un
juez, no aprecia este tribunal que se excediera en el ejercicio de su derecho de
defensa, por lo cual su conducta (que en realidad no conllevaba el propósito de
agredir) se encontraba amparada por el ordenamiento jurídico. En relación a este
tema, la jurisprudencia de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia ha indicado:
“… siendo un requisito del tipo penal, la legitimidad de la actuación del funcionario
público debe acreditarse, no darse por supuesta, pues priva aquí la presunción de
inocencia del acusado …”, voto Nº 463-F-94, de las 8:40 horas del 11 de noviembre de
1994. En lo que a la contravención por negativa a identificarse se refiere, deben
hacerse algunas precisiones. Según lo argumenta la defensora recurrente, ya la
jurisprudencia de la Sala Constitucional señaló que “… el artículo 392 inciso 6º del
Código Penal no es inconstitucional; pero sí resulta contrario a lo dispuesto en el
artículo 36 de la Constitución Política si se aplica en relación con el encartado que
válidamente puede negarse a identificarse, en razón de que este acto está
directamente relacionado con el tema probandi del caso”, voto Nº 3406-93, del 16 de
julio de 1993. Si estudiamos con cuidado el caso que nos ocupa a la luz de los
principios que se recogen en fallo que se invoca, fácilmente comprobaremos que este
último (al menos en los términos que propone la recurrente) no resultaría aplicable. En
efecto, en el pronunciamiento invocado se indica lo siguiente: “… Resulta indudable
que el derecho de abstención que se garantiza en el artículo 36 de la Constitución
Política, como bien lo apunta la Procuraduría General de la República en su
contestación, puede hacerse valer en todo caso en que una declaración pueda conllevar
reconocimiento de hechos que constituvos (sic) de delito, le son atribuidos al declarante
o a sus parientes cercanos. En el caso en examen se debe analizar si la obligación de

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identificarse se encuentra o no cubierta por el citado derecho de abstención, pues dicha
obligación puede no estar relacionada con la acción atribuida. Desde luego que en
aquéllos casos en que la identidad está directamente relacionada con la prueba
referida al hecho, por ejemplo, cuando la ofendida por un delito de violación al
denunciarlo asegura que conoce desde hace varios años al agresor y que éste es
"Fulano de tal", el declararse "Fulano de tal", puede conllevar la misma trascendencia
que una declaración en contra, y por ello esos casos deben quedar cubiertos por la
garantía constitucional. Pero la cuestión se formula en relación los casos en que la
obligación de identificarse no está directamente relacionada con la prueba sobre el
hecho y sólo resulta necesaria para individualizar al procesado … en los casos en que la
identidad no esté directamente relacionada con la investigación de un hecho delictivo,
ya sea ante la policía o los órganos judiciales, el derecho de abstención establecido en
el artículo 36 de la Constitución Política no exime a los habitantes de la República del
deber de identificarse, cuando las autoridades públicas, en el ejercicio legal de sus
cargos, así lo soliciten. Desde luego que esa obligación no faculta a las autoridades
para que en forma indiscriminada y sin justificación razonable soliciten la identidad de
las personas y menos aún las detengan por su negativa a identificarse, caso en que
frecuentemente incurren las autoridades de policía al solicitar a los transeúntes los
documentos de indentificación (sic), sin motivo razonable alguno, pues no se tiene
indicio suficiente para atribuirle la comisión de un hecho constitutivo de delito ...”. Si
en la especie dejáramos de lado el motivo y el objetivo por los cuales los dos oficiales
de OIJ requirieron la identificación (querían identificar a quien los “amenazaba” para
formular en su contra, y por esa conducta, una denuncia ante los Tribunales), es
necesario concluir que el imputado no estaba obligado a cumplir con ello, pues en los
términos de la jurisprudencia constitucional no existía una justificación razonable de
las autoridades para hacer tal solicitud o requerimiento. Nótese al respecto que no
sólo no tenían claro si el encartado había incurrido en el delito de portación ilegal de
arma permitida, lo que se comprueba al constatar que ni siquiera fue acusado por esa
delincuencia, sino que su interés al exigir la identificación era individualizar a quien
(desde su punto de vista) los “amenazaba”, siendo que -según se explicó- la reacción
defensiva de Luis Alberto Ruiz ni siquiera podría calificarse como delito. Debido a ello,
y en vista de la coherencia del ordenamiento jurídico, no podría entenderse que los
oficiales estaban legitimados a solicitar la identificación de una persona que no
cometió delito alguno. Lo anterior implica que si la policía hubiese tenido una razón de
peso para hacer dicha solicitud, obviamente el aquí encartado hubiera estado en la
obligación de cumplir con ello, y su negativa sí configuraría la contravención de
comentario. En este sentido debe hacerse hincapié en que, conforme a la
jurisprudencia constitucional invocada, si esa identificación no le suma ningún cargo a
la imputación sino que sólo lleva como propósito el poder individualizar a una persona,
no surgiría el derecho de abstención a favor de quien deba suministrarla. Si analizamos
la resolución de la Sala Cuarta en lo que a este punto concreto se refiere, se hace

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manifiesto que, según lo refirieron en juicio los oficiales Chaves y Sibaja, ellos
comentaron lo sucedido en la Delegación del OIJ de Cañas donde laboran, siendo que
sus compañeros les ayudaron a identificar “… al sujeto que los había amenazado con
su arma … dado que ni siquiera el encartado quiso indicarles a los agentes cuál era su
nombre y número de cédula correcto …” (cfr. folio 131, línea 28 en adelante), de donde
se colige que el aporte de esos datos de identificación no le hubiera agregado ningún
elemento incriminante a la acusación. Por todo lo dicho, corresponde acoger el
reproche de la defensa pública para casar la sentencia y juzgar el caso de conformidad
con la ley sustantiva, absolviendo de toda pena y responsabilidad al imputado por el
delito de Resistencia Agravada y por la contravención de negativa a identificarse que
se le atribuye. Son las costas procesales a cargo del Estado. Por innecesario, se omite
pronunciamiento en cuanto al motivo por vicios in procedendo.

5. Principio de Inviolabilidad del Domicilio y la Orden de Allanamiento

[Tribunal Contencioso Administrativo Sección IV]vii


Voto de mayoría

V. DE LA INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO Y LA ORDEN DE ALLANAMIENTO: Señala el


artículo 23 constitucional: “El domicilio y todo otro recinto privado de los habitantes de
la república son inviolables. No obstante pueden ser allanados por orden escrita de juez
competente, o para impedir la comisión o impunidad de delitos, o evitar daños graves a
las personas o a la propiedad, con sujeción a lo que prescribe la ley.” La intimidad y el
derecho a la vida privada constituyen el fundamento constitucional de la protección
del domicilio. Ha de tenerse muy en cuenta que la intimidad considerada como uno de
los bienes inmersos dentro de los derechos de la personalidad, es decir, como uno de
los derechos supremos de la persona que le garantizan el goce de uno de sus bienes
personales. Se ha dicho que: “El domicilio se entiende como la residencia y
permanencia en un lugar, donde gozamos de toda libertad para desenvolvernos, es el
espacio físico donde el sujeto desarrolla su personalidad dentro de una esfera de
autonomía, en la cual las personas ajenas no pueden irrumpir si no es con su
consentimiento, tiene un derecho de exclusión con el fin de resguardar su
privacidad.” (11921-2008 de las quince horas doce minutos del 30 de julio de 2008,
Sala Constitucional). No obstante, del artículo 23 constitucional citado, se desprende
que dichos recintos sí pueden ser allanados bajo tres supuestos, ya sea: 1) por orden
escrita de juez competente, 2) para impedir la comisión o impunidad de
delitos, 3) evitar daños graves a las personas o a la propiedad y con sujeción a lo que
prescribe la ley. La posibilidad de violar o irrumpir en el domicilio de las personas, por
parte de la policía, se justifica, como ya señaló la Sala Constitucional, en el voto 2942-
92, en que “...ningún derecho individual ni ninguna libertad son tan ilimitados que no
esté n restringidos por la necesidad de proceder a la defensa de los intereses

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individuales opuestos, o con mayor motivo de la colectividad. De ahí que se haya
previsto la posibilidad de entrar en el domicilio ajeno contra la voluntad, aún expresa,
de su dueño, sin que ello signifique atentar contra esa inviolabilidad... De la norma
constitucional citada, se desprende entonces lo señalado anteriormente, sea, que en el
tanto la orden de allanamiento sea dictada correctamente por juez competente para
ello, no se estaría incurriendo en violación de un recinto privado, pues como bien lo
señaló el voto citado: ...Las violaciones a la Constitución no se miden en el tanto
perjudique o beneficie al ciudadano, sino en el tanto y cuanto se haga lo que la
Constitución no quiere que se haga.” Ahora bien, a efectos de resolver este asunto,
conviene destacar lo regulado específicamente en el ordinal 193 del Código Procesal
Penal, que establece el denominado allanamiento de morada, que ocurre cuando el
registro debe efectuarse en un lugar habitado, en sus dependencias, casa de negocio u
oficina. En tal caso, el allanamiento debe ser realizado personalmente por el juez y
deberá iniciarlo entre las 6:00 y las 18:00 horas, a no ser que el morador o su
representante consienta o que se esté ante una situación sumamente grave y urgente,
en cuyo caso el allanamiento se puede ejecutar a cualquier hora.

6. Derecho a la Intimidad

[Sala Tercera]viii
Voto de mayoría

III. Se declara con lugar el único motivo admitido de la impugnación incoada por el
Ministerio Público. De previo a resolver el recurso interpuesto por la licenciada Ileana
Mora Muñoz, en su condición de Fiscal del Órgano acusador, resulta conveniente
exponer algunas consideraciones relevantes para la correcta solución del caso. A)
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES QUE RESGUARDAN EL DERECHO A LA
INTIMIDAD: En el plano internacional contamos con variados tratados e instrumentos
que tutelan el Derecho a la intimidad, entre ellos el artículo 12 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el cual apunta en su literalidad: “Nadie será objeto
de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.”. En igual sentido
otros cuerpos normativos lo han incorporado en los siguientes numerales: 9 de la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, que señala: “Derecho a la
inviolabilidad del domicilio. Toda persona tiene el derecho a la inviolabilidad de su
domicilio.”. Mientras que el numeral 17 del Pacto Internacional de derechos Civiles y
Políticos (aprobado por Ley N° 4229 del 11 de diciembre de 1966), refiere
textualmente: “1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra
y reputación. 2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas

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injerencias o esos ataques.”. Por último, también se tiene en la comunidad
internacional lo que promulga el ordinal 11 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (aprobada por Ley N° 4534 del 23 de febrero de 1970), en el que
descansa el siguiente contenido: “Protección de la Honra y de la Dignidad. 1. Toda
persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad. 2.
Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la
de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su
honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o esos ataques.”. B) NORMATIVA NACIONAL ACERCA DEL DERECHO A LA
INTIMIDAD: No cabe duda que uno de los bienes jurídicos más importantes dentro del
ordenamiento jurídico costarricense, lo constituye la privacidad y dentro de éste, el
resguardo y protección del domicilio. Nuestra Carta Magna reconoce una esfera de
intimidad de las personas que sólo puede ser afectada de manera excepcional, según
los supuestos que establezca la ley, cuando exista una afectación a los Derechos de
terceros o al orden público. Lo anterior, de acuerdo al principio de proporcionalidad, el
cual implica examinar la necesidad, idoneidad y proporción, en sentido estricto,
cuando sea necesario infringir el Derecho a la intimidad de las y los ciudadanos. En ese
sentido, es un fuero de protección sobre la vida privada que tiene la ciudadanía que se
ve reflejada en la inviolabilidad del domicilio, documentos privados y comunicaciones.
Concretamente, la inviolabilidad del domicilio se tutela en el artículo 23 de la
Constitución Política, el cual señala a la letra: “El domicilio y todo otro recinto privado
de los habitantes de la República son inviolables. No obstante pueden ser allanados
por orden escrita de juez competente, o para impedir la comisión o impunidad de
delitos, o evitar daños graves a las personas o a la propiedad, con sujeción a lo que
prescribe la ley.”. Aunado a ello, el numeral 24 del mismo cuerpo constitucional,
consagra el Derecho a la intimidad de la siguiente manera: “Se garantiza el derecho a
la intimidad, a la libertad y al secreto de las comunicaciones…”. Finalmente, ambos
preceptos constitucionales se deben concordar con el ordinal 45 de la Carta Magna, el
cual apunta en lo de importancia: “La propiedad es inviolable; a nadie puede privarse
de la suya si no es por interés público legalmente comprobado, previa indemnización
conforme a la ley…”. Todo lo anterior nos lleva a concluir que todo domicilio o recinto
privado de las y los habitantes de la República, son inviolables. Sin embargo, resulta
oportuno hacer la aclaración que el “recinto privado” al que se hace alusión en la
norma constitucional supra indicada, no comprende los locales comerciales, en razón
de que si bien son propiedad privada de los comerciantes, también están abiertos al
público, aún y cuando presenten algún tipo de restricción para su ingreso, según el
horario de atención que tengan establecido o conforme a las directrices impuestas por
el propietario. En ese mismo espíritu, nuestro máximo Tribunal Constitucional se ha
referido –recientemente- en cuanto al Derecho de interés que priva –únicamente- en
los domicilios o recintos que resguarden privacidad, de la siguiente manera: “…Se trata
de un fuero de protección a la vida privada de los ciudadanos. La intimidad está

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formada por aquellos fenómenos, comportamientos, datos y situaciones de una
persona que normalmente están sustraídos al conocimiento de terceros y cuyo
conocimiento por éstos puede turbarla moralmente por afectar su pudor y su recato, a
menos que esa misma persona asienta a ese conocimiento. De esta manera los
derechos constitucionales de inviolabilidad del domicilio, de los documentos privados y
de las comunicaciones, existen para proteger dicha intimidad, que es un derecho
esencial de todo individuo…” (Voto N° 10046, de las 14:30 horas, del 31 de julio y
8232-12, de las 14:30 horas, del 20 de junio, ambos del 2012). Incluso, nuestro
ordenamiento jurídico, en acato del mandato constitucional e internacional, prevee
tipos penales que materializan y protegen el derecho fundamental a la intimidad que
tiene la casa de habitación, como por ejemplo el allanamiento ilegal, previsto y
sancionado en el artículo 205 del Código Penal, que dice en su literalidad: “Se
impondrá prisión de seis meses a tres años e inhabilitación para el ejercicio de cargos y
oficios públicos, de uno a cuatro años al agente de la autoridad o al funcionario público
que allanare un domicilio sin las formalidades prescritas por la ley o fuera de los casos
que ella determine.”. En doctrina se ha dicho respecto al derecho a la intimidad:
“…comprende un conjunto de actos, situaciones o circunstancias que por su carácter
personalísimo no se encuentran, por regla general o de ordinario, expuestos a la
curiosidad y a la divulgación. Protege tanto a la persona individualmente considerada
como el desarrollo de su vida de relación en un entorno familiar, y protege la libertad
del individuo para conducirse en determinados espacios y tiempos, libre de
perturbaciones ocasionadas por terceros, así como la facultad de defenderse de la
divulgación de hechos privados…” (FLEMING, ABEL y LÓPEZ VINÑALS, PABLO, Garantías
del imputado. Edirotal Rubinzal –Culzoni. Argentina, pp. 193). C) EN CUANTO AL
ALLANAMIENTO: Luego de repasar la normativa nacional e internacional que
resguarda el Derecho a la intimidad del ciudadano, conviene referirnos al
allanamiento. Su finalidad recae en la obtención de elementos probatorios que
acrediten en un determinado lugar, la existencia de rastros de una ilicitud que ha
ocurrido, o bien, en donde se oculten los responsables del hecho criminal.
Precisamente, en cuanto a la legalidad de la prueba y del respeto a las formalidades
propias de este tipo de diligencia, ha sido reiteradamente señalada como parte del
debido proceso (entre otras, en las resoluciones Nº 001739 de las 11:45 horas, del 1 de
julio de 1992; Nº 008405 de las 15:15 horas, del 3 de noviembre de 1999 y Nº 008889
de las 14:58 horas, del 11 de octubre de 2000; precedentes de la Sala Constitucional de
la Corte Suprema de Justicia). El allanamiento se encuentra regulado en la legislación
nacional, concretamente, en las normas del 193 al 197 del Código Procesal Penal (C. P.
P.) y por ser un acto procesal judicial puede afectar el derecho a la intimidad de las
personas. En ese caso, al tratarse de una medida que afecte un Derecho fundamental,
debe ser ordenada por un juez competente (dependiendo del territorio y de las
circunstancias que la motiven), quien está obligado a valorar la solicitud planteada por
el Ministerio Público, así como a determinar si concurren elementos de juicio

22
suficientes que justifiquen la lesión al Derecho involucrado. En ese tanto, la decisión
que autorice o deniegue dicha petición, deberá estar debidamente fundamentada,
exponiéndose claramente los motivos por los que se arribó a esa determinación. Al
respecto, esta Sala de Casación ha considerado que: “...El juez es el garante de que tal
intervención se dé en supuestos calificados y que realmente justifiquen la diligencia y
es el sujeto legitimado desde la propia Constitución para ordenar y practicar el acto
(...) la participación del juez en la diligencia tiene desde la propia Constitución, según
se vio, sus propios requisitos: debe haber orden previa escrita; ésta, como corolario de
un acto de poder emanado de un funcionario público, debe estar debidamente
motivada y sustentarse en la existencia de indicios fundados de estar en presencia de
un delito, o frente a la posible lesión a los derechos o a la propiedad de terceras
personas, según se establece de la relación de los artículos 23, 9 y 28 párrafo segundo,
todos de la Constitución Política. A ellos deben sumársele los requisitos especiales que
desarrolla la ley procesal y que, sin duda alguna, pretenden reforzar las garantías ya
dadas constitucionalmente, a saber: cómo debe ser esa orden y qué debe contener,
quién puede gestionar tal diligencia si se está en la fase de investigación, dentro de
qué horario puede realizar el allanamiento, la identificación de los sujetos que
actuarán en la diligencia y, en especial la participación ineludible del juzgador cuando
el allanamiento es de un domicilio, recinto privado o habitación ‑artículos 193, 194,
195 y 196, todos del Código Procesal Penal...”. (Resolución número 000468 de las
09:20 horas, del 23 de abril de 1999). D) LOS DIFERENTES TIPOS DE ALLANAMIENTO:
Según nuestra normativa procesal penal, se distinguen diversos tipos de allanamiento.
Por un lado, se encuentran los que requieren una orden emitida por un Órgano
Jurisdiccional que lo autorice y en otro orden, están los que no necesitan permiso de
un juzgador y por último, los que son consentidos por parte del propietario del recinto.
1) Allanamiento sin orden del Juez: Este tipo de acto procesal ha sido exceptuado por
el legislador, de la respectiva autorización del juez y se encuentra establecido en el
ordinal 197 de la ley penal adjetiva, el cual manifiesta que: “Podrá procederse al
allanamiento sin previa orden judicial cuando: a) Por incendio, inundación u otra causa
semejante, se encuentre amenazada la vida de los habitantes o la propiedad. b) Se
denuncia que personas extrañas han sido vistas mientras se introducen en un local,
con indicios manifiestos de que pretenden cometer un delito. c) Se introduzca en un
local algún imputado de delito grave a quien se persiga para su aprehensión.”. 2)
Allanamiento consentido: es aquel que se ejecuta con el consentimiento del morador o
de un representante. En ese sentido, no hay necesidad de coacción por parte del
Estado debido a que prevalece la autorización del particular. Está contenido en la
norma 193 ibídem. 3) El allanamiento que requiere orden jurisdiccional: Según este
tipo de diligencia se requiere una resolución judicial en el que se fundamenten las
razones que justifican ejecutarlo, basado en un análisis de proporcionalidad y
razonabilidad por parte del operador jurídico, luego de analizada la solicitud que
gestiona el ente acusador. Este auto en el que se ordene el allanamiento debe

23
contener lo que dispone el artículo 195 del mismo cuerpo normativo. Ahora, de
acuerdo con la presencia o no del Juez, existen dos subtipos de allanamientos: i)
Allanamiento ejecutado con la presencia del juzgador: En esta diligencia resulta
indispensable que sea practicada por la persona juzgadora, por cuanto se allana la
morada o habitación, así como sus dependencias y casas de negocios. Está
contemplado en el numeral 193 del Código de rito, el cual señala: “Cuando el registro
deba efectuarse en un lugar habitado, en sus dependencias, casa de negocio u oficina,
el allanamiento y registro será realizado personalmente por el juez y deberá iniciarlo
entre las seis y las dieciocho horas. Podrá procederse a cualquier hora cuando el
morador o su representante consienta o en los casos sumamente graves y urgentes.
Deberá dejarse constancia de la situación de urgencia en la resolución que acuerda el
allanamiento.”. ii) Allanamiento delegado por el Juez: Por otra parte, en algunos
supuestos también resulta indispensable la orden judicial, sin embargo no es necesario
que el juzgador se encuentre presente en dicha diligencia. En este caso, la autoridad
Jurisdiccional podrá delegar su realización, ya sea en la Fiscalía o en la Policía Judicial,
en los lugares de acceso público que se encuentran previstos en el ordinal 194 del C. P.
P., el cual predica que: “El allanamiento de locales públicos, establecimientos de
reunión o recreo mientras estén abiertos al público y no estén destinados a habitación,
será acordado por el juez, quien podrá delegar la realización de la diligencia en
funcionarios del Ministerio Público o de la policía judicial. No regirán las limitaciones
horarias establecidas en el artículo anterior. En estos casos, deberá avisarse a las
personas encargadas de los locales, salvo que sea perjudicial para la investigación.”. En
esta norma, los “locales públicos” corresponden a recintos cerrados de esparcimiento,
así como los locales comerciales comunes que estén destinados a actividades
económicas y las oficinas administrativas de las diversas entidades públicas,
autónomas o de Municipalidades, incluso privadas. Lo anterior, en el entendido de que
estas dependencias no deben ser utilizadas como casa de habitación, por cuanto de ser
así se deben respetar todas las formalidades de un allanamiento que deba ser
realizado por un Juez de garantías, caso contrario, no sólo dicha actuación sería
improcedente, sino también toda la prueba obtenida estaría viciada por lo que no se
podría usar dentro del proceso penal. No obstante, bajo estos supuestos se puede dar
una variante y se trata del caso en que estos recintos se encuentren abiertos al
público. Si nos encontramos ante esta circunstancia resulta obvia la posibilidad de que
la policía judicial y administrativa pueda allanar el local sin necesidad de requerir orden
jurisdiccional ni mucho menos la presencia del Juzgador de garantías, bajo la dirección
funcional del Ministerio Público. Nótese lo que ha dicho nuestro máximo Órgano
Constitucional, con respecto al ingreso de locales comerciales de acceso público: “…Si
bien la Constitución Política en su artículo 23 da protección especial al domicilio y a
todo otro recinto privado, precisamente al constituirse en un derecho individual,
estableciendo incluso las circunstancias excepcionales que eliminan dicha protección,
también es cierto que en el presente caso no nos encontramos ante una violación de

24
esa norma. En este sentido, véase que el tratamiento referido en la normativa
constitucional está orientado a evitar que el ámbito de intimidad de una persona se
vea afectado, sin embargo este ámbito nunca fue lesionado precisamente al suscitarse
la detención y el decomiso en flagrancia, dentro de un lugar destinado al acceso,
recreo y disfrute del público en general. El ámbito de privacidad desaparece cuando al
mismo tienen acceso terceros de manera indiscriminada, tal y como sucede con la
"Soda La Carreta"…” (Resolución número 188-98, de las 08:45 horas, del 27 de febrero
de 1998). En ese mismo sentido, falló el Tribunal Supremo de España, Sala Segunda, al
señalar en el caso del registro de un baño de un bar, que: “…La existencia en un
establecimiento público de un aseo reservado para el titular o sus empleados,
integrado en el local, no equivale a un ámbito de privacidad donde se desarrolla la vida
de la persona, sino simplemente un lugar adecuado para determinar necesidades, de
forma que no es susceptible de alcanzar la protección que dispensa al domicilio la
norma constitucional…”. Bajo ambas tesituras, se establece la imposibilidad de
vulnerar derecho a la intimidad alguna, en locales comerciales. Ello es así porque este
derecho supone la existencia de un ámbito inmune a intromisiones externas, sean
públicas o privadas, en ese sentido, en un local público, precisamente por ser de
acceso público, surge la imposibilidad de prohibir las interferencias a sus dependencias
y a la preservación de ámbito de intimidad que no existe. E) EN EL CASO EN
PARTICULAR: Para proceder a analizar los aspectos cuestionados, debe partirse de los
hechos que fueron acusados por el Ministerio Público, los cuales constan: “… 1) Para
diciembre del 2013, los encartados Stams Quintero Quintero, Fabio León Lara Bedoya,
Jim Deiler González Martínez y Roberto Duarte Sandoval, integraron un grupo criminal
que con ánimo de tráfico poseyó y almacenó veintiún mil ciento cuarenta y cinco
gramos de clorhidrato de cocaína, que estaban distribuidos en veinte paquetes de un
peso cercano a un kilo cada uno. 2) Para realizar las labores de almacenamiento y
comercialización de los veinte paquetes con cocaína que conjuntamente poseían los
acusados Quintero, Lara, González y Duarte, utilizaron los siguientes bienes: el
vehículo marca Toyota, estilo Hilux DX, modelo 1993, color blanco, placa de circulación
CL 246722, inscrito a nombre de Gerardo Barquero Granados, en cuyo interior
ocultaron los veinte paquetes con cocaína descrita. Un inmueble ubicado en San José,
Goicoechea, de la Iglesia Católica cien metros norte, doscientos metros oeste,
instalaciones del Parqueo Lara número dos, finca 1-136611000, inscrito a nombre de
Amado Francisco Roldán Poblador, que correspondía a un parqueo de automóviles,
administrado y arrendado por Fabio León Lara Bedoya y que fue facilitado por él para
efectos de almacenar la cocaína que poseía el grupo criminal que integraba. 3) En
condición de miembros del asocio delictivo indicado, con el ánimo de comercializar la
droga descrita, los imputados Quintero, Lara, González y Duarte, en diciembre del
2013, realizaron las siguientes acciones. El 3 de diciembre, González Martínez tuvo
contacto telefónico con un colaborador policial y les ofreció en venta ciento ochenta
kilos de clorhidrato de cocaína al precio de ocho mil trescientos dólares cada uno; el 5

25
de diciembre, González Martínez telefónicamente, acordó reunirse con el colaborador
policial en el restaurante de Burger King, ubicado a un costado de la fuente de la
Hispanidad, en San Pedro de Montes de Oca, lo que efectivamente aconteció cuando
ese mismo día, cerca de las quince horas, González y el colaborador policial se
reunieron en el restaurante indicado para finiquitar detalles de la negociación, sitio
donde González señaló requerir autorización de terceras personas para perfeccionar la
venta de la droga que ya el grupo poseía y ofrecía en venta. Además, González y el
colaborador acordaron mantener encuentro el 6 de diciembre en el mismo restaurante
para definir y concretar la venta de la droga que almacenaban Quintero, Lara, González
y Duarte. El 6 de diciembre, cerca de las 7 horas, el colaborador policial y dos oficiales
encubiertos se presentaron al restaurante de comidas rápidas citado, en donde por
instrucciones de González se trasladaron en un automotor, hacia el frente del templo
católico de Guadalupe de Goicoechea, donde los esperaba el último sujeto, quien
cerca de las 08:15 abordó el automóvil y pidió al colaborador y a los encubiertos que
se desplazaran al Parqueo Lara, situado en la dirección señalada, donde los esperaban
los otros tres imputados para realizar la negociación de la cocaína que el grupo ya
poseía y almacenaba. En el parqueo indicado, los imputados Quintero, Lara, González y
Duarte, en presencia de los oficiales encubiertos definieron con el colaborador,
aspectos relacionados con el precio y cantidad de droga que disponían para la venta.
Además, entre los cuatro imputados señalaron que en el parqueo mantenían veinte
paquetes con cocaína para entregarlos de inmediato. En razón de lo anterior, el
acusado Quintero, en acuerdo y bajo presencia de Lara, González y Duarte, se dirigió al
automotor CL 246722, que se encontraba estacionado dentro del parqueo, sacó de su
interior un kilo de cocaína y lo entregó al colaborador para su revisión. Además, señaló
que entre los cuatro acusados disponían en el sitio de veinte kilos de cocaína para su
venta inmediata. Verificada la existencia de la droga, los oficiales encubiertos y el
colaborador se retiraron del parqueo. 4) Luego del último contacto, el mismo 6 de
diciembre, aproximadamente a las 12 horas, oficiales de policía ingresaron al Parqueo
Lara Dos, sitio donde, a lo interno del inmueble detuvieron a Quintero Quintero, Lara
Bedoya, Duarte Sandoval, siendo que producto del registro del sitio se localizó e
incautó dentro del vehículo placas CL 246722, veinte paquetes de clorhidrato de
cocaína que, en conjunto pesaban veinte y un mil ciento cuarenta y cinco gramos y que
entre los cuatro acusados almacenaban con fines de venta. Adicionalmente, se realizó
la requisa de los involucrados, acción que produjo el siguiente resultado: a Stams
Quintero Quintero, se le incautaron setecientos ochenta dólares estadounidenses; a
Fabio León Lara Bedoya se le confiscaron ciento dos mil cien colones y un dólar
americano; a Roberto Duarte Sandoval se le secuestró un arma tipo revólver, marca
Smith & Huezo, calibre 0.357, Magnum, modelo 19-3, serie AK38036, que portaba sin
contar con la autorización o permiso legal exigido; el acusado González Martínez fue
detenido en las instalaciones del restaurante Burger King, ubicado en San Pedro, frente
a la fuente de la Hispanidad, sin que se le decomisaran objetos de importancia. 5) La

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totalidad de clorhidrato de cocaína que de común acuerdo almacenaron y
transportaron Stams Quintero Quintero, Fabio León Lara Bedoya, Jim Deiler González
Martínez y Roberto Duarte Sandoval, tenía como destino ser comercializada.
Asimismo, la totalidad del dinero que poseyeron los encartados era producto o era
utilizado para fines vinculados con el narcotráfico…” (lo subrayado se impone) (ver
archivo audiovisual c0002141020141840.vgz, secuencia de las 14:20:29 a las 14:26:24
horas, del 20 de octubre de 2014, dentro del segmento de las 14:18:40 a las 14:59:59
horas). Cuadro fáctico que no fue acreditado por el aquo debido a que éste declaró
con lugar la actividad procesal defectuosa que interpuesta por el defensor público del
encartado González Martínez, licenciado Greivin Piedra Figueroa, quien alegó que el
allanamiento realizado en autos resultó ilegal. Consecuentemente, la prueba
recolectada fue espuria, por lo que el Tribunal de Juicio decidió absolver a los
encartados Fabio León Lara Bedoya, Stams Quintero Quintero, Roberto Duarte
Sandoval y Jim Deiler González Martínez, del delito de almacenamiento de drogas para
el tráfico, en perjuicio de la salud pública; en aplicación del principio indubio pro reo ,
así como a Roberto Duarte Sandoval, de la ilicitud de tenencia y portación ilegal de
arma permitida, en daño de la seguridad pública. En esa oportunidad, los Juzgadores
de primera instancia argumentaron su decisión de la siguiente manera: “…el fiscal
decide y así lo declaró en el juicio, autorizar a la policía para que ingrese o estuvo de
acuerdo en que la policía ingresara en ese lugar. Estima el Tribunal que esa decisión
fue un yerro por parte de la actuación del fiscal. Un yerro porque no había una
urgencia ni una necesidad de ingresar de esa manera a ese local comercial. La droga
estaba ahí, estaba dentro de ese vehículo, el Pick up blanco, no se estaba moviendo,
ahí estaba. Tuvo el tiempo suficiente para poder trasladarse del centro de Guadalupe a
esos Tribunales a solicitar al Juez que estuviera disponible (…) Esa actuación
inevitablemente, pues, conllevó una violación al artículo 23 de la Constitución Política,
en cuanto se trataba de un recinto privado, ahí, en ese lugar, por sus dimensiones, por
sus características físicas, por su infraestructura, no le queda duda al Tribunal que es
un local comercial y pues, por ser un local comercial que se dedica a una actividad y
que tenga incluso un administrador que está pendiente de lo que sucede en ese local,
pues, indudablemente es un recinto privado. Un recinto privado que se dedica a una
actividad comercial pública. El haber actuado de esa manera conlleva a declarar
ineficaz de todo lo que ahí se actuó, de todo lo que ahí se decomisó, y por tanto pues,
el Tribunal no puede arribar a un grado de certeza en cuanto a que, efectivamente, los
aquí acusados estuvieron negociando droga o estuvieron almacenando para traficarla.
Definitivamente, pues, existió un yerro de la actuación policial y de la Fiscalía en ese
momento. Un yerro que el Tribunal no puede avalar por ninguna circunstancia, de
ninguna manera, al estimar que todo eso se debe declarar ineficaz, lo que queda son
indicios…” (ver archivo audiovisual c0002141020141840.vgz, secuencia de las 10:31:53
a las 10:34:56 horas del 27 de noviembre de 2014, dentro del segmento de las
10:13:35 a las 10:39:51 horas). Posteriormente, inconforme con lo resuelto, el

27
Ministerio Público formuló recurso de apelación. No obstante, el Tribunal de alzada,
mediante voto de mayoría confirmó el fallo impugnado, señalando en lo de interés:
“…La forma adecuada de realizar una actuación en la que se comprometa el derecho a
la intimidad del domicilio se regula en el artículo 193 de la normativa procesal Penal,
en la que se indica: (…) Se estima de aplicación esta norma por ser el parque (sic) en
que se realiza la diligencia policial una casa de negocio. Es notorio por la forma en que
se realiza esa actividad en Costa Rica, que el servicio de parqueo público se lleva a
cabo con la finalidad de obtener un lucro a partir del dinero que paga el propietario del
vehículo al administrador del parqueo público por el espacio ocupado y de acuerdo
con el tiempo que se utilice dicho espacio…” (cfr. folio 31). Más adelante, refirieron:
“…Lo más importante es tener claro que lo afectado por los funcionarios, policiales al
hacer su ingreso en el parqueo público, es afectar derechos fundamentales de
personas que están dentro de un inmueble privado, siendo las obligación de
interpretar estas restricciones de la forma más restrictiva a dichos derechos, no de
manera amplia como lo pretende el Ministerio Público. Esta Cámara no pretende ir en
contra de las regulaciones legales en cuanto a cómo se regulan los estacionamientos
públicos y su funcionamiento, no cuestionar la línea jurisprudencia que en cuanto al
registro de vehículos se ha venido manteniendo, tanto por la Sala Constitucional y la
Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia y de otros pronunciamientos de
Tribunales de Apelación, sino destacar que lo ilegítimo de la actuación desplegada en
el operativo policial que lleva a la aprehensión y secuestro de las evidencias que
determina por el Tribunal de Juicio como prueba espuria, se origina en el ingreso sin
orden judicial a un inmueble privado, por ello la interpretación realizado por el a-quo,
es ajustada a derecho y al mérito de los autos. Por mayoría se declara sin lugar el
recurso de apelación planteado por el Ministerio Público, la Jueza Montero Mena salva
el voto y declara con lugar el recurso…” (cfr. folio 33 vto.). Finalmente, en desacuerdo
con tales argumentos, la licenciada Ileana Mora Muñoz, representante del ente
acusador, plantea recurso de casación, siendo admitido por esta Sala mediante
resolución N° 2015-001113, el segundo reproche en el que se arguye errónea
aplicación del artículo 193 del Código Procesal Penal. Ahora bien, tal y como se
desprende del reciente historial procesal, resulta evidente los errores de
interpretación en los que han incurrido ambos Tribunales. Por un lado, el Órgano
Jurisdiccional de primera instancia considera que los parqueos públicos constituyen
locales comerciales, equiparándose entonces como “recintos privados” de los que
hace referencia nuestra Constitución. Por otra parte, los Jueces –por mayoría-
integrantes del Tribunal de alzada, estimaron que estos espacios cerrados en donde se
custodian vehículos, equivalen más bien a las “casas de negocios”, en las cuales la
intimidad del ciudadano está protegida por el numeral 193 de la ley penal adjetiva. Sin
embargo, como se expuso con anterioridad, los parqueos públicos no encuadran
dentro de la categoría de domicilio o recinto privado ni mucho menos como casa de
negocios, por lo que no les cobija la garantía reforzada de la orden judicial para

28
legitimar el ingreso policial. Para una mayor claridad, conviene recodar que al pasar de
un sistema inquisitivo a uno de corte acusatorio, se trasladó la investigación que antes
le correspondía al Juez de instrucción al Fiscal, a quien le concedieron potestades
autónomas para la producción de prueba, siempre que las mismas se hicieran
conforme a la normativa vigente y con respeto del debido proceso. Asimismo, las
atribuciones que le otorga la ley a la policía judicial están delimitadas para los casos en
que medie la necesidad de protección a un derecho fundamental, como sería la
intimidad de las personas, en cuyo caso, se deberá contar con la intervención del
órgano jurisdiccional en los casos debidamente establecidos. En ese entendido, la
intervención de la autoridad jurisdiccional quedó reservada para aquellos casos en los
cuales se limita o afecta un derecho fundamental, exclusivamente al domicilio, sus
dependencias, recintos privados, oficinas y casa de negocios. En la causa que nos
ocupa, el ingreso de los agentes policiales al Parqueo público denominado Lara Dos,
permitió efectivamente el hallazgo de la evidencia decomisada pero nunca existió
ningún compromiso a la intimidad de los personeros que laboran ahí, en el tanto, este
tipo de local no es una casa de negocios ni mucho menos una vivienda. Sobre el
particular, es conveniente reiterar que la normativa procesal penal, cuando regula lo
relativo al allanamiento y registro de morada -ordinal 193-, se refiere precisamente, al
registro de un lugar habitado, sus dependencias o casa de negocio u oficina. El
elemento diferenciador entre éstos últimos y los locales comerciales, entre ellos los
parqueos públicos, radica en que a los recintos protegidos constitucionalmente se les
resguarda la intimidad, mientras que a los recintos comerciales no, precisamente por
la accesibilidad que tiene el público. En el caso del domicilio se muestra una división
entre el mundo externo y el ámbito de lo personal, particular y privado, cuyo espacio
se encuentra reservado para el desarrollo de la vida íntima que requiere cierta
permanencia o habitualidad. Recientemente, ésta Cámara apuntó con respecto a las
infraestructuras que son cerradas o semicerradas, lo siguiente: “…la protección al
″domicilio″ tipificada en el artículo 204 del Código Penal, cubre aquellas estructuras
que puedan guardar intimidad, lo que significará que deban ser cerradas o al menos
semicerradas (de lo contrario no podría hablarse de un “recinto”), de manera que no
estén expuestas a la percepción de personas extrañas a las mismas, en cuyo caso ya no
habría intimidad alguna…” (Resolución Nº 000545, de las 10:29 horas, del 20 de mayo
de 2011). Con respecto a los negocios o establecimientos de servicios comerciales, si
bien es cierto son de índole privada y de infraestructura cerrada, también es verdad
que se encuentran abiertos al público de acuerdo a un horario preestablecido, para la
venta de productos o prestación de servicios, inclusive, algunos de ellos permanecen
abiertos las veinticuatro horas. Es por todo lo expuesto que el ingreso de la policía a los
locales comerciales, verbigracia los Parqueos públicos destinados al cuido de vehículos,
está permitido sin orden del Juez y sin su presencia, por cuanto no se comprometen
derechos fundamentales. Asimismo, debe quedar claro que la autoridad natural para la
práctica del allanamiento en este tipo de recintos es aquella encargada de la

29
investigación. Es por ello, que esta Sala concluye que en el caso bajo examen, los
agentes del Organismo de Investigación Policial podían ingresar al inmueble –tal y
como lo hicieron y lo podría hacer cualquier otro particular dentro del horario de
atención al público preestablecido–, sin requerir de una orden emanada de un Juez
que delegara en ellos o en el representante del Ministerio Público la realización de
dicho acto. Así las cosas, se declara con lugar el segundo motivo del recurso de
casación incoado por la licenciada Ileana Mora Muñoz, en representación del
Ministerio Público. En consecuencia, se anulan las sentencias N° 511-2014, dictada a
las 08:00 horas, del 27 de noviembre del 2014 y la N° 2015-0477, de las 19:30 horas,
del 25 de marzo de 2015, emitidas por el Tribunal Penal de Juicio y el Tribunal de
Apelación de Sentencia Penal, ambos del Segundo Circuito Judicial de San José,
respectivamente. Asimismo, se anula el juicio que les precedió, así como la
declaratoria de ineficacia del allanamiento citado y de la prueba que de este acto
derivó, que también fueron decretadas por el aquo. Se ordena el reenvío de la
presente causa a la oficina de origen, para que, con nueva integración del Tribunal
Penal de Juicio, deberá emitir una nueva sustanciación conforme a derecho.

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de utilizar el material indicado.

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i
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE. Constitución Política de la República de Costa Rica
del siete de noviembre de 1949. Vigente desde: 08/11/1949. Versión de la Norma 21 de 21 del
16/07/2019. Publicada en: Colección de Leyes y Decretos: Año: 1949, Semestre 2, Tomo 2,
Página: 724.

ii
CHINCHILLA SANDÍ, Carlos. (2001). Constitución Política Comentada de Costa Rica. Editorial
McGraw-Hill Interamericana Editores S.A. Ciudad de México, Estados Unidos Mexicanos. Pp.
57-59.

iii
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DEL TERCER CIRCUITO JUDICIAL DE ALAJUELA SECCIÓN
SEGUNDA SAN RAMÓN. Sentencia 196 de las diez horas del veinticinco de mayo de dos mil
once. Expediente: 11-000045-1107-PE.

iv
TRIBUNAL DE APELACIÓN DE SENTENCIA PENAL SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ.
Sentencia 477 de las diecinueve horas treinta minutos, del veinticinco de marzo de dos mil
quince. Expediente: 13-000479-1219-PE.

v
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 2114 de las catorce
horas cuarenta y seis minutos del trece de febrero del dos mil ocho. Expediente: 08-002719-
0007-CO.
vi
TRIBUNAL DE CASACION PENAL Segundo Circuito Judicial de San José. Sentencia 917 de las
diez horas con veinte minutos del catorce de noviembre del año dos mil dos. Expediente: 01-
000268-0073-PE.

vii
TRIBUNAL CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO Y CIVIL DE HACIENDA SECCIÓN CUARTA
SEGUNDO CIRCUITO JUDICIAL DE SAN JOSÉ. Sentencia 69 de las ocho horas del dieciocho de
agosto de dos mil catorce. Expediente: 12-000830-1027-CA.

viii
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 740 de las diez horas y dos
minutos del veinte de julio del dos mil dieciséis. Expediente: 13-000479-1219-PE.

31

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