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Journal of Sports Science, 23(6):601-618, 2005 (Título originaL:Testing soccer players)

2005 Taylor & Francis Group Ltd

Evaluación de los Jugadores de Fútbol Traducción: Prof. Ricardo L. Scarfó


(PUEF-UNLP)
M Svensson y B Drust*
Research Institute for Sport and Exercise Sciences, Liverpool John Moores University, Liverpool, UK.
(Aceptado el 24 Julio de 2004)

Abstract: To cope with the physiological demands of soccer, players must be competent across several fitness components. The use of fitness tests in
the laboratory and field assist in examining soccer players' capabilities for performance both at the amateur and elite levels. Laboratory tests provide a
useful indication of players' general fitness. Accurate test results can be obtained with the use of a thorough methodology and reliable equipment.
Laboratory tests are used sparingly during the season because of the time-consuming nature of the tests. Instead, tests are generally carried out at the
start and end of the pre-season period to evaluate the effectiveness of specific training interventions. Field tests provide results that are specific to the
sport and are therefore more valid than laboratory tests. The reduced cost, use of minimal equipment and the ease with which tests can be conducted
make them more convenient for extensive use throughout the season. Although data from laboratory and field tests provide a good indication of
general and soccer-specific fitness, individual test results cannot be used to predict performance in match-play conclusively because of the complex
nature of performance in competition. Fitness tests in conjunction with physiological data should be used for monitoring changes in players' fitness
and for guiding their training prescription.

Introducción
El fútbol incluye períodos de ejercicio de alta intensidad entremezclados con períodos de ejercicio de baja
intensidad. Las demandas fisiológicas de fútbol exigen jugadores que sean competentes en varios aspectos
del fitness que incluye la potencia aeróbica y anaeróbica, la fuerza muscular, la flexibilidad y la agilidad
(Ekblom, 1986; Reilly & Doran, 2003; Reilly & Thomas, 1976). Estos componentes del fitness varían a
menudo con el jugador individual, el rol posicional en el equipo y el estilo del equipo de juego, (Bangsbo,
1994; Ekblom, 1986; Reilly, 2003). Es importante que el jugador y el técnico obtengan información objetiva
sobre los rendimientos físicos de los jugadores para clarificar los objetivos del entrenamiento, el plan y los
programas de entrenamiento a corto y largo plazo, proveen una retroalimentación objetiva y motiva al
jugador para entrenarse más duro (Bangsbo, 1994). Tal información puede obtenerse usando tests que
evalúen la capacidad del rendimiento físico. El objetivo de esta revisión es presentar un fundamento para
evaluar a los jugadores de fútbol. La revisión incluye una descripción y evaluación de varios tests de
laboratorio y de campo usados por los practicantes y científicos del deporte, con las pautas sobre cómo la
información saliente puede usarse para perfeccionar el rendimiento de los jugadores.
El propósito de la evaluación fisiológica
El rendimiento en muchos deportes es el resultado de una mezcla de varios factores, que incluyen la dotación
genética, el entrenamiento y el estado de salud del atleta individual (MacDougall & Wenger, 1991; Viru &
Viru, 2001). El científico del deporte puede, a través de la evaluación fisiológica de los participantes,
analizar estos factores y usar la información para proveer perfiles individuales de sus fuerzas y debilidades
respectivas. Estos datos pueden formar la base para el desarrollo de estrategias óptimas de entrenamiento.
Entonces, pueden usarse más tests para evaluar el impacto de estas intervenciones en el perfil del fitness
físico de los jugadores, evaluando la efectividad del programa por consiguiente.
Determinar las fuerzas y debilidades individuales
Si los individuos tienen debilidades en cualquier componente particular del fitness respecto a su deporte, se
pueden detectar durante la realización de tests físicos y como consecuencia pueden remediarse empleando
programas de entrenamiento apropiados. En el fútbol, regímenes de entrenamiento específicos en períodos
particulares (por ejemplo, la pretemporada), pueden diseñarse entonces para corregir las debilidades de cada
jugador individual. La prescripción del entrenamiento también debe ser en base a los requisitos específicos
de la posición de juego. Los programas de entrenamiento específico por posición resultan en mejoras en las
medidas más relevantes del fitness para cada posición de juego, asegurando por consiguiente que los
jugadores estén bien capaces para cumplir con sus responsabilidades tácticas durante el juego. Estas mejoras
no pueden, sin embargo, superar las deficiencias individuales en el potencial genético para las características
fisiológicas requeridas para la posición. Esto hace una consideración importante al rendimiento físico en la
selección del jugador de nivel de élite.
Estudio de la efectividad de un programa de entrenamiento
Se requieren datos objetivos a lo largo del tiempo sobre los cambios en el rendimiento para estudiar la
efectividad de un programa de entrenamiento y la prontitud del individuo para retornar al entrenamiento
normal y a la competencia después de la rehabilitación (Balsom, 1994). Los resultados de un test físico
proveen una valiosa realimentación al técnico tanto sobre la utilidad programa de intervención como en las
respuestas de cada atleta individual (MacDougall & Wenger, 1991). El técnico por lo tanto debe asegurar
que cualquier cambio en el rendimiento en un test físico siguiente a un entrenamiento es "real", es decir, un
reflejo de la capacidad física alterada en lugar del resultado de la variación entre o intra sujetos (Atkinson &
Nevill, 1998). También es importante que el rendimiento en el test imite el rendimiento físico en el evento
real (Hopkins, Hawley, & Burke, 1999). Estos temas se dirigen determinando la confiabilidad y la validez
del test involucrado (Boddington, Lambert, St Clair Gibson, & Noakes, 2001; Hopkins, 2000). La
confiabilidad de los procedimientos del test entonces puede determinarse por rendimientos repetidos
controlados que se analizan usando los métodos estadísticos cuidadosamente seleccionados. Los métodos
estadísticos deben proveer una cuantificación significante de error sistemático y aleatorio y deben relacionar
estos valores a los requisitos del test para un uso práctico eficaz (Atkinson & Nevill, 2001). Esto puede
involucrar al uso de varias estadísticas de confiabilidad (ver a Atkinson & Nevill, 1998). Los tests también
deben poder medir el aumento del porcentaje mínimo que se necesita para una mejora de rendimiento. Tales
diferencias pueden ser muy pequeñas para atletas de élite (coeficientes de variación tan bajos como 0.3 -
0.4%; Hopkins y col., 1999), haciendo necesario, por consiguiente, metodologías de tests que sean muy
sensibles al cambio.
La validez de un test ha sido normalmente determinada evaluando la relación que usa el análisis de la
correlación entre los rendimientos en el test y el rendimiento físico en el evento real. Si la correlación es alta,
la percepción usual es que el test es válido. Hopkins y col. (1999) ofrecieron una crítica útil de tales
procedimientos analíticos para la determinación de la validez de los tests. Tales críticas les exigen a los
practicantes que consideren el tema de la validez cuidadosamente en la planificación de cualquier programa
de evaluación (George, Batterham, & Sullivan, 2000) y como consecuencia, usar las técnicas analíticas
apropiadas para determinar la utilidad de los datos (ver a Hopkins y col., 1999).
La valoración post-programa debe ser específica a los objetivos de la intervención. Por ejemplo, si un
programa específico de entrenamiento del sprint se realiza, la valoración debe ser anaeróbica en su
naturaleza. La especificidad del test también debe incluir una valoración de los sistemas de energía
pertinentes, que predominan en el sostenimiento de la actividad específica. Esto puede ser difícil de
identificar cuando las contribuciones a la provisión de energía incluyen tanto rutas anaeróbicas (por ejemplo,
los fosfatos altos en energía y/o glucolítica) como las rutas aeróbicas como se observa en los patrones del
ejercicio intermitente. Esta tarea puede hacer necesario el uso de tests que intenten reproducir la intensidad y
el patrón de ejercicio de competencia del fútbol. Los programas de entrenamiento deben ser entre 8 y 12
semanas de duración para permitir que las adaptaciones fisiológicas estructurales y funcionales al estímulo
del entrenamiento ocurran (Das & Banerjee, 1992; Islegen & Akgun, 1988; Viru, 1995), como programas
más cortos (6 - 8 semanas) no siempre producen mejoras fisiológicas significativas (Maughan, Gleeson, &
Greenhaff, 1997). También se recomienda esperar hasta que la fatiga residual asociada con el programa de
entrenamiento haya menguado antes de las evaluaciones post-test. Verkhoshanski (1985) y Jeukendrup,
Hesselink, Snyder, Kuipers y Keizer (1992) claramente han demostrado mejor rendimiento después de
períodos de entrenamiento reducido en programas de entrenamiento sistemáticamente diseñados comparados
con programas que no facilitan la tan llamada regeneración. Estas supercompensaciones que acompañan la
recuperación de la adaptabilidad del cuerpo son cruciales para prevenir conclusiones erróneas con respecto a
la efectividad de la intervención a ser dirigida (Hoffman, 2002). Por lo tanto, es importante que el técnico
emplee las estrategias de puesta punto del entrenamiento antes de la evaluación (1 - 2 semanas) para
asegurarse que los atletas no estén en un estado de fatiga crónica al evaluarse (Viru & Viru, 2001). Tales
puestas a punto, deben ser estructuradas cuidadosamente para asegurarse que el estímulo del entrenamiento
sea suficiente para mantener el fitness permitiendo aún la recuperación requerida.
Tests fisiológicos para jugadores de fútbol
Se han diseñado varias pruebas ya sea para ser parte de una valoración fisiológica global o para medir
componentes específicos del fitness específico del fútbol. Las siguientes subdivisiones proporcionan
ejemplos de algunas de las pruebas comunes usadas en laboratorio y campo para evaluar diferentes
componentes del fitness de los jugadores de fútbol. Se describen la relevancia y la utilidad para el fútbol de
cada prueba y se subraya una evaluación breve de cada prueba también..
Tests de laboratorio
Test para la determinación de la potencia aeróbica máxima
La potencia aeróbica máxima (VO2máx) es la cantidad más alta de oxígeno que el cuerpo puede utilizar
durante el ejercicio exhaustivo mientras se respira aire al nivel del mar (Åstrand & Rodahl, 1986). El
consumo máximo de oxígeno es uno de los indicadores normalmente usados de la potencia y del
metabolismo aeróbico, como una indicación del límite funcional del sistema de transporte de oxígeno en los
individuos (Howley, Bassett, & Welch, 1995; Sutton, 1992). Durante competencia del fútbol, la mayoría de
la provisión de energía se deriva del sistema de energía aeróbica (Bangsbo, 1994). La determinación de la
potencia aeróbica máxima de un jugador de fútbol es, por lo tanto, importante, ya que el sistema de
transporte de oxígeno sustenta la capacidad para jugar durante 90min (Bangsbo, 1993a) y para recuperarse
entre los turnos cortos de ejercicio de alta intensidad (Balsom, Ekblom, & Sjödin, 1994a; Balsom, Gaitanos,
Ekblom, & Sjödin, 1994b; Tomlin & Wenger, 2001). Cuando la potencia aeróbica máxima se evalúa en
atletas, es importante que el test se parezca al patrón de actividad del deporte específico (Strømme, Ingjer, &
Meen, 1977). Por lo tanto, deben realizarse tests de VO2máx para jugadores de fútbol en una cinta ergométrica
como opuesto a un cicloergómetro para intensificar la especificidad de la musculatura activa a la usada en
los patrones de la actividad en el fútbol. Tales procedimientos asegurarán determinaciones válidas del VO2máx
(Hermansen & Saltin, 1969).
Los protocolos estandarizados de laboratorio para establecer el VO2máx incluyen modos de ejercicio
continuos y discontinuos, ambos se usan extensivamente en la valoración del VO2máx (Duncan, Howley, &
Johnson, 1997). El criterio primario para confirmar el alcance del VO2máx es el logro de un plateau en el VO2
(Shephard, 1984). En la ausencia de un plateau en el VO2, hay varios criterios secundarios para cuantificar
un esfuerzo máximo, incluyendo: una elevación en el coeficiente del intercambio respiratorio (RER) por
arriba de 1.15; una concentración de lactato sanguíneo por sobre 8 mmol · l-1, que reflejan el comienzo del
metabolismo anaeróbico; y la elevación de la frecuencia cardíaca a la máxima teórica predecida por la edad
(Åstrand & Rodahl, 1986). Howley y cols. (1995) promovieron dudas sobre el uso de todos estos criterios
para el logro del VO2máx durante los tests de ejercicio continuos en base al error de la medición para el VO2, el
logro de valores superiores para el VO2 después de que el criterio del plateau se haya reunido y la aplicación
de normas del plateau para todas las poblaciones. La evaluación de la frecuencia cardíaca para el máximo
predecido por la edad, también es un indicador pobre de cualquier esfuerzo máximo para establecer el
VO2máx. Como resultado de estas dificultades, debe darse una consideración cuidadosa a la terminología y a
las metodologías que determinan el VO2máx de un individuo. Estas consideraciones incluirían una sesión de
orientación para asegurarse resultados fiables, procedimientos de precalentamiento convenientes y
protocolos pertinentes (con los procedimientos de recolección de gas asociados), y criterio apropiado para la
verificación del logro del VO2máx (Howley y col., 1995).
La interpretación de los datos del VO2máx es en parte dependiente de los valores expresados. Tales temas
son importantes si las comparaciones serán hechas entre los individuos intra o dentro de los equipos. En
deportes donde la masa corporal no es soportada o mantenida sobre algo, el VO2máx es expresado en relación
al peso corporal de un individuo (Katch, 1972; Nevill y col., 2003). La correlación negativa entre el VO2máx y
la masa corporal afectará el resultado del test e inclinará los datos a favor de los individuos más livianos
(Sjödin & Svedenhag, 1992). La escala dimensional ha sido usada para evitar cualquier problema
comparando los datos (Åstrand & Rodahl, 1986; Nevill, Ramsbottom, & Williams, 1992). Durante la carrera,
cualquier comparación del VO2máx debe expresarse respecto a la masa magra corporal elevada a la potencia
de 0.67 (von Döbeln, 1956) o 0.75 (Bergh, Sjödin, Forsberg, & Svedenhag, 1991; Sjödin & Svedenhag,
1992). Así cuando la escala dimensional se use, podría parecer que el VO2máx puede compararse más con
precisión entre individuos que difieren en la masa corporal.
La Tabla 1 resume algunos de los datos reportados en la literatura para el VO2máx de jugadores de fútbol
de élite. Estos datos indican que el VO2máx puede ser útil en la diferenciación entre equipos exitosos y
defectuosos, como equipos que rinden bien en una liga específica o una superior, poseen un mayor VO2máx
(Apor, 1988; Wislöff, Helgerud, & Hoff, 1998). El consumo máximo de oxígeno también varía con la
posición de juego, la calidad de entrenamiento y el nivel de competición (Tumilty, 1993) y es sensible a los
programas de entrenamiento de la resistencia específica del fútbol (Helgerud, Engen, Wislöff, & Hoff,
2001). El consumo máximo de oxígeno también parece estar relacionado a la cantidad total de trabajo hecho
durante la competencia (Hoff, Wislöff, Engen, Kemi, & Helgerud, 2002), con mejoras en el VO2máx
correspondiente a aumentos en la distancia total abarcada durante un partido (Helgerud y col., 2001).
Tabla 1. Datos seleccionados sobre el consumo máximo de oxígeno de jugadores de fútbol.

Estudio jugadores VO2máx (ml · kg−1 · min−1)

Apor (1988) Húngaros jóvenes elite (n = 13) 63.2 ± 8.1

Faina y col. (1988) Italianos amateur (n = 6) 64.1 ± 7.2

Green (1992) Australianos Liga Nacional (n = 10) 57.6 ± 3.5

Pu y col. (1993) Portugueses Primera División (n = 19) 59.6 ± 7.7

Raastad, Höstmark, & Strømme (1997) Noruegos Primera y Tercera División (n = 13) 62.8 ± 4.1

Wisl y col. (1998) Noruegos Primera División (n = 29) 63.7 ± 5.0

Azi y col. (2000) Equipo nacional de Singapur (n = 23) 58.2 ± 3.7

Al-Hazzaa y col. (2001) Equipo nacional Saudí (n = 23) 56.8 ± 4.8

Casajŭs (2001) Españoles de Primera División (n = 12) 66.4 ± 7.6

El análisis de esta información indicaría que el VO2máx es una herramienta útil en la valoración de
jugadores de fútbol. Sin embargo, el VO2máx no siempre parece ser una medida sensible del rendimiento en
los aspectos importantes de la competencia del fútbol (Bangsbo & Lindqvist, 1992) o en la detección de
desentrenamiento (Bangsbo & Mizuno, 1988). Esta deficiencia puede ser debida a las diferencias en los
patrones de la actividad y de la fisiología subyacente, asociados con la competencia del fútbol y la
incorporada en el test de un VO2máx. Las limitaciones al VO2máx han sido objeto de mucho debate, aunque la
evidencia disponible parece hacer pensar en una limitación predominantemente central (Hoppeler & Weibel,
2000; Sutton, 1992). El patrón del ejercicio intermitente, como el observado en una competencia de fútbol, a
menudo hace necesario un rendimiento a intensidades de ejercicio en mayor medida a los alcanzables
durante un test de VO2máx (Bangsbo, 1994). Como resultado, la energía debe derivarse al comienzo del
ejercicio desde los sustratos y de los aportes de oxígeno dentro de la musculatura activa (Bangsbo, Gibala,
Krustrup, González-Alonso, & Saltin, 2002; Edwards y col., 1973). Tal evidencia, indicaría que el potencial
oxidativo del músculo es importante para el rendimiento de intensos turnos de ejercicio intermitente. Las
adaptaciones periféricas, sin embargo, no parecen ser cruciales para el VO2máx, en tanto Henriksson y
Reitman (1977) demostraron valores similares de potencia aeróbica a pesar de las reducciones en la
succinato deshidrogenasa y en la citocromo oxidasa después de un período de desentrenamiento. Estos datos
indicarían que el VO2máx podría no ser un indicador bastante sensible de la capacidad para realizar el ejercicio
específico de fútbol, a pesar de las observaciones de una relación positiva con la norma de juego y la
distancia abarcada en un partido.
El consumo máximo de oxígeno parece diferenciar a los jugadores de distintas capacidades y posiciones
de juego y también descubrir las mejoras con el entrenamiento. Sin embargo, no se vio como el mejor
indicador de la capacidad para realizar el ejercicio intermitente específico de fútbol como el requerido en una
competencia. Por lo tanto, el VO2máx puede ser útil para describir a los jugadores respecto a poblaciones
diferentes y/o para evaluar los cambios en el fitness cuando se esperan que tales alteraciones sean grandes
(por ejemplo, en la pretemporada). El consumo máximo de oxígeno no es un indicador bastante sensible del
fitness para el uso regular dentro de la temporada competitiva cuando los cambios en el rendimiento serán
pequeños y pueden reflejar adaptaciones periféricas en lugar de adaptaciones centrales.
Test de Umbral de Lactato
El concepto de un "umbral de lactato" puede definirse como el VO2máx sobre el cual, el lactato sanguíneo
excede las concentraciones de reposo durante el ejercicio incremental (Wasserman, Whipp, Koyal, &
Beaver, 1973) y así marca la transición entre el ejercicio moderado y el pesado. La determinación del umbral
de lactato es importante, ya que este punto de la referencia indica el comienzo de la acumulación de lactato
en la sangre. Tal transición, puede marcar también el cambio entre el predominio del metabolismo aeróbico
y el metabolismo anaeróbico (Davis, 1985; Jones & Doust, 2001). El umbral de lactato y el punto de
referencia de 4mmol · l-1, también conocido como el comienzo de acumulación del lactato sanguíneo
(OBLA), es determinado a partir de las respuestas durante un test graduado en cinta ergométrica. El punto de
referencia OBLA de 4mmol · l-1 se introdujo como un medio más objetivo para analizar los datos del lactato
(Sjödin & Jacobs, 1981; Sjödin, Jacobs, & Svedenhag, 1982), ya que el punto de inflexión del umbral de
lactato requiere una interpretación subjetiva del umbral a menos que se usen fórmulas matemáticas
complejas (Beaver, Wasserman, & Whipp, 1985; Williams, 1990).
En los deportes de resistencia, el umbral de lactato es un indicador de rendimiento de resistencia aeróbico
más útil que el VO2máx (Allen, las Focas, Hurley, Ehsani, & Hagberg, 1985). El umbral de lactato parece ser
sensible a los cambios en el entrenamiento, con el umbral que ocurre a velocidades de la carrera altas durante
un test graduado de ejercicio después de una intervención del entrenamiento para tanto estudiantes
universitarios sanos (Yoshida, Takeucki, & Suda, 1983) y atletas de pista (Jones & Doust, 2001), así como
jugadores de fútbol (Edwards, Clark, & MacFayden, 2003a; Helgerud y col., 2001). El umbral de lactato
también puede usarse para dar información a los atletas sobre la intensidad del entrenamiento. Supervisando
las variables fisiológicas como la frecuencia cardíaca durante los tests graduados de ejercicio, pueden pre-
seleccionarse las intensidades de entrenamiento según los objetivos propuestos de las sesiones de
entrenamiento (Grant & McMillan, 2001). Tales procedimientos pueden ayudar a asegurar la efectividad del
estímulo aislado y cualquier intervención.
Varios problemas metodológicos pueden afectar la validez y la confiabilidad de la determinación del
umbral de lactato (Davis, 1985; Yeh, Gardner, Adams, Yanowitz, & Crapo, 1983). El estado nutricional y el
estado de entrenamiento/recuperación pueden afectar la cinética del lactato de un individuo y así la velocidad
de carrera en la que el umbral de lactato ocurre (Gollnick, Bayly, & Hodgson, 1988; Hughson & Green,
1982). Por lo tanto, es importante controlar las condiciones pre-test antes de cualquier valoración de
laboratorio. El protocolo del ejercicio también es crítico en la determinación del umbral de lactato. Si la
intensidad del ejercicio inicial es demasiada alta, el aumento inmediato en el lactato sanguíneo evitará el
establecimiento de una curva conveniente para identificar un punto de inflexión (Ferry, Duvallet, & Rieu,
1988). El punto de ruptura en la curva puede ser difícil, por lo tanto, si no imposible de establecer (Hagberg,
1984). Tales cuestiones metodológicas pueden exigirle a cada atleta que sea sometido a varios tests para
asegurarse una determinación exacta del umbral de lactato. Por consiguiente, la falta de consistencia al usar
un protocolo estándar de cinta ergométrica y las dificultades en la identificación de un método estandarizado
para la determinación del umbral a partir de la curva, puede limitar la comparación de datos de diferentes
laboratorios y entre los individuos.
Durante el ejercicio intermitente, la respuesta fisiológica es dependiente del tipo de actividad y/o el
protocolo de ejercicio que se realiza (Ballor & Volvosek, 1992; Bangsbo, 2000; Christensen, Hedman, &
Saltin, 1960; Drust, Reilly, & Cable, 2000; Saltin, Essèn, & Pedersen, 1976). La manipulación de estas
variables puede inducir un estrés más fisiológico que aquellos asociados con el ejercicio de estado estable,
ocurriendo a veces cuando las concentraciones del lactato sanguíneo están por encima del umbral de lactato.
Por ejemplo, una relación ejercicio-pausa 2:1 a una intensidad del 110% del VO2máx producirá mayores (10.7
mmol · l−1) concentraciones del lactato sanguíneo que una relación ejercicio-pausa 1:2 realizada a la misma
intensidad (2.7 mmol · l−1) en un cicloergómetro (Ballor & Volvosek, 1992). Al contrario, otros patrones de
ejercicio intermitente pueden producir un estrés fisiológico igual a o menor que el ejercicio de estado estable
(Åstrand, Christensen, & Hedman, 1960; Ballor, Becque, Marks, Nau, & Katch, 1989; Christensen y col.,
1960). La relación entre el umbral de lactato y otras variables fisiológicas (por ejemplo, la frecuencia
cardíaca) es, por lo tanto, alterada bajo tales condiciones comparadas con las asociadas con el ejercicio de
estado estable (Williams, 1990). Esta disociación entre los parámetros fisiológicos durante el ejercicio
intermitente cuando se comparan con el ejercicio de estado estable afectará la utilidad del umbral de lactato,
como también, para predecir y supervisar la intensidad óptima del entrenamiento cuando el patrón del
ejercicio es intermitente, como en el fútbol.
El umbral de lactato no parece estar relacionado fuertemente al rendimiento físico durante la competencia
o el rendimiento durante un test intermitente de campo para fútbol (Bangsbo & Lindqvist, 1992). Sin
embargo, una relación positiva se ha observado entre la velocidad de carrera en el punto de referencia de 4
mmol · l-1, al usar un protocolo de multi-etapas en el campo, y la distancia abarcada durante dos partidos en
ocho árbitros de la Serie A Italiana (Castagna, Abt, & D'Ottavio, 2002). La tasa de trabajo asociada con la
competencia del fútbol y el referato son sutilmente diferentes (Krustrup & Bangsbo, 2001; Mohr, Krustrup,
& Bangsbo, 2003a). Esta diferencia puede explicar en parte los resultados contradictorios en la relación entre
el umbral de lactato y el rendimiento del partido. La evidencia para la utilidad del umbral de lactato como
indicador de rendimiento del ejercicio intermitente durante un partido no está, por lo tanto, clara. Es
probablemente aconsejable usar el umbral de lactato como indicador objetivo de la capacidad de resistencia
de un jugador después de intervenciones de entrenamiento (Grant & McMillan, 2001) en lugar de como
indicador de rendimiento físico durante un partido.
Consideraciones cautelosas de la metodología y el uso de valoraciones repetidas pueden ayudar en la
aplicación del umbral de lactato en la determinación del fitness. Sin embargo, su conveniencia para la
prescripción de la intensidad del entrenamiento no puede extenderse más allá del ejercicio de estado estable,
como un resultado de los cambios en la respuesta fisiológica al ejercicio cuando el patrón del ejercicio es
intermitente. Esto incluye situaciones donde la intensidad del ejercicio se encuentra tanto por encima como
por debajo del umbral de lactato. Su fallo para ser bastante sensible al relacionarse a las indicaciones
específicas del rendimiento del partido, indica que el umbral de lactato es un mejor descriptor general del
fitness en lugar de un indicador específico del potencial fisiológico para el rendimiento de un partido. Así, el
umbral de lactato puede limitarse a los períodos de valoración cuando se esperan cambios grandes en el
fitness aeróbico (por ejemplo, la pretemporada, después de períodos prolongados de lesión, etc.).
Test para la determinación de la fuerza muscular
La fuerza muscular es definida como la cantidad de fuerza o tensión que un músculo o grupo muscular ejerce
contra una resistencia a una velocidad específica durante una contracción voluntaria máxima (Bell &
Wenger, 1992). En el laboratorio, el aparato isocinético puede usarse en la valoración de la fuerza muscular
de individuos para la mayoría de los deportes. La dinamometría isocinética provee un ambiente controlado
en que el rendimiento neuromuscular del sistema articular puede enfatizarse (Baltzopoulos & Gleeson, 2001;
Sapega, Nicholas, Solokow, & Saraniti, 1982). La fuerza muscular contra el brazo de palanca motor, o el
torque, es medido con la velocidad angular controlada al realizar los movimientos en el plano vertical como
la flexión y extensión de rodillas (Gransberg & Knutsson, 1983; Sale, 1991). La producción de fuerza
durante las acciones excéntricas y concéntricas también puede evaluarse (Seger, Westing, Hansson,
Karlsson, & Ekblom, 1988).
Una de las ventajas principales de la dinamometría isocinética es la exactitud en la valoración provista
por la velocidad pre-seleccionada constante del movimiento (Iossifidou & Baltzopoulos, 1998). También, es
relativamente sensible en la detección de los cambios en la fuerza muscular durante un programa de
rehabilitación, lo que apoya el uso de la dinamometría isocinética en la valoración de la rehabilitación
(Baltzopoulos & Brodie, 1989; Kaufman, An, Litchy, Morrey, & Chao, 1991; Östenberg, Roos, Ekdahl, &
Roos, 1988). Los sistemas isocinéticos también permiten que los tests de la función muscular sean
completados por una variedad de velocidades angulares diferentes y ángulos de la articulación. Tales
procedimientos son flexibles como las herramientas de la valoración pero pueden hacer comparaciones
interindividuales difícil (Wislöff y col., 1998). Se necesitan filtros apropiados, sin embargo, para la
corrección por los efectos de la gravedad y de la inercia para eliminar los errores (Aagaard, Simonsen,
Trolle, Bangsbo, & Klausen, 1995; Drouin, Valovich-McLeod, Shultz, Gansneder, & Perrin, 2004; Sapega y
col., 1982), aunque tales protocolos estandarizados son ahora comunes en los sistemas informatizados como
los dispositivos BioDex y Lido (Baltzopoulos & Gleeson, 2001).
Hay algunas limitaciones metodológicas asociadas con la valoración isocinética. Durante la valoración, el
grupo muscular pertinente se aísla (por ejemplo, el cuádriceps), lo que restringe cualquier valoración a la
articulación específica examinada (Herzog, 1988). El aislamiento de los grupos musculares reducirá la
validez de las mediciones para el rendimiento funcional, ya que los movimientos multi-articulares
involucrados en la mayoría de los deportes no se recreará (Kannus, 1994). Como resultado, la dinamometría
isocinética no refleja el rendimiento totalmente en los patrones de movimientos específicos de los miembros
asociados con los deportes como el fútbol (Cometti, Maffiuletti, Pousson, Chatard, & Maffulli, 2001). La
valoración que involucra los pesos libres puede ser más exacta determinando la fuerza funcional en un
contexto del fútbol (Wislöff y col., 1998), ya que el individuo tiene una libertad mayor de movimiento,
aunque tales procedimientos no pueden ser fáciles de controlar. El uso de pesos libres puede ser menos
seguro que la valoración de la dinamometría isocinética, constituyendo por consiguiente un mayor riesgo de
lesión al individuo.
A pesar de la aplicación de protocolos estandarizados de la valoración, los datos de una prueba no pueden
ser representativos de la fuerza isocinética máxima de la pierna de un individuo, haciendo una consideración
importante a la validez de importantes variables al investigar el rendimiento del músculo. Si se usan datos de
una única prueba, pueden descubrirse cambios amplios en la función muscular en la población general pero
no pueden diferenciar entre atletas de élite para una intervención de entrenamiento. Pueden necesitarse varias
pruebas para familiarizar a los participantes y superar cualquier problema de confiabilidad durante la
medición isocinética (Gleeson & Mercer, 1992). Tanto factores internos (por ejemplo, posicionando del
participante, las fuerzas gravitatorias, la calibración de dinamómetro) y externos (por ejemplo, momento del
día, la dominación del miembro de participante, la motivación de participante), pueden afectar los resultados
del test, para lo cual, debe ponerse atención para crear las condiciones estandarizadas (Kannus, 1994).
El patrón de actividad durante un partido de fútbol incluye giros rápidos, aceleraciones, marcaje,
lateralizaciones y habilidades técnicas específicas del juego (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Reilly &
Thomas, 1976; Tumilty, 1993). Estas actividades ponen un gran estrés en los miembros inferiores y, de esta
forma, el desarrollo de la fuerza en los jugadores de fútbol es muy importante (Reilly & Doran, 2003). El
entrenamiento de la fuerza se ha reportado que mejora el rendimiento del remate como resultado de un
programa de entrenamiento con pesas (De Proft, Cabri, Dufour, & Clarys, 1988; Dutta & Subramanium,
2002), resaltando la importancia de la fuerza muscular para las acciones específicas del juego. La fuerza
muscular también puede diferenciar entre las categorías de edad, nivel de juego y posiciones de juego.
Öberg, Möller, Gillqvist y Ekstrand (1986) reportaron que jugadores del equipo nacional sueco y de la
Primera División Sueca tenían un valor de torque superior a velocidad lenta y rápida para los flexores y
extensores de las rodillas que jugadores de la Cuarta División de clubes. Resultados similares fueron
reportados por Togari, Ohashi y Ohgushi (1988) entre jugadores de élite japoneses (el equipo nacional y J-
liga) y jugadores universitarios. Gissis, Nikolaidis, Papadopoulos y Papanikolaou (2003) encontraron que la
fuerza máxima sobre la articulación de la rodilla era significativamente mayor para los jugadores jóvenes de
élite griegos que jugadores jóvenes aficionados griegos de una edad similar. Rochcongar, Morvan,
Dassonville y Belliot (1988) y Gür, Akova, Pündük y Kücükoglu (1999) han presentado diferencias en la
fuerza de los músculos cuádriceps e isquiotibiales en jugadores de fútbol jóvenes y adultos, con fuerza
muscular que aumenta con la edad. Se reportaron que los arqueros y los defensores tienen un torque de
extensión de rodillas superior que los mediocampistas y delanteros pero se atribuyeron que las diferencias
para la mayoría de los jugadores se debían al tamaño corporal (Öberg, Ekstrand, Möller, & Gillqvist, 1984).
Estos resultados indican que la alta fuerza muscular absoluta en los miembros inferiores es un componente
importante del fitness para el éxito del juego del fútbol y la fuerza muscular aumenta con las normas
progresivas del juego.
La dinamometría isocinética puede usarse para evaluar el equilibrio de la fuerza entre los grupos
musculares isquiotibiales (HS) y cuádriceps (Q) sobre la articulación de la rodilla, calculado como la
proporción de H/Q convencional o funcional (Aagaard y cols., 1995; Aagaard, Simonsen, Magnusson,
Larsson, & Dyhre-Poulsen, 1998). La proporción de H/Q convencional es calculada dividiendo la fuerza de
la flexión máxima de rodillas por la fuerza máxima de la extensión de rodillas. Sin embargo, esta proporción
está calculada en la misma velocidad angular y modo de la contracción (excéntrica, concéntrica o
isométrica), lo que no provee información adecuada sobre la contracción muscular agonista-antagonista. Por
lo tanto, la proporción de H/Q funcional o la proporción del control dinámico (DCR) se introdujo como un
descriptor del equilibrio agonista-antagonista de la fuerza durante la flexión o extensión de rodillas (Aagaard
y cols., 1995). Es más, la proporción funcional de H/Q puede proveer una valoración del riesgo de lesión
potencial. Es calculado como la fuerza máxima excéntrica de los isquiotibiales dividida por la fuerza
concéntrica máxima del cuádriceps durante la extensión, o viceversa, durante la flexión (Aagaard y col.,
1998). La proporción funcional de H/Q ideal debe ser 1.0, lo que indica que los isquiotibiales pueden resistir
tanta fuerza como el cuádriceps puede producir (Graham-Smith & Lees, 2002). La proporción puede variar
con el ángulo articular y, es más, el valor 1.0 puede derivarse de los picos en los diferentes ángulos para
acciones concéntricas y excéntricas. La proporción puede, sin embargo, limitarse a la aplicación práctica en
ambientes de rehabilitación, ya que las proporciones de H/Q pueden ser idénticas para tanto individuos sanos
como lesionados (Kannus, 1994). Esto puede hacerlo difícil para determinar proporciones de H/Q óptimas
que pueden usarse con individuos lesionados que son sometidos a los programas de la rehabilitación.
No obstante, ambas proporciones de H/Q, convencionales y funcionales, pero en particular la última,
pueden ser útiles para identificar el equilibrio del músculo funcional y la estabilidad de la articulación de la
rodilla en jugadores de fútbol (Reilly, 1994; Zakas, Mandroukas, Vamvakoudis, Christoulas, &
Aggelopoulou, 1995). Una mayor fuerza muscular respecto a la proporción de H/Q funcional para estabilizar
la articulación de la rodilla es importante en la prevención de lesiones (Orchard, Marsden, Lord, & Garlick,
1997), con una proporción de H/Q que va entre el 41 y el 81% en jugadores de fútbol, que dependen de la
velocidad angular del movimiento (Rahnama, Reilly, Lees, & Graham-Smith, 2003b). Una proporción de
H/Q ideal del 60% ha sido sugerida (Ekstrand & Gillqvist, 1982). También, parecería ser que déficits en la
proporción H/Q pueden determinarse más con precisión a bajas velocidades que a rápidas (Orchard y col.,
1997).
Hay evidencia para indicar que los jugadores tienen una proporción de H/Q inferior hacia el final de los
partidos como resultado de la fatiga asociada con el ejercicio prolongado: Rahnama, Reilly y Lees (2003a)
reportaron una proporción de H/Q reducida en jugadores de fútbol aficionados al final de un partido
simulado comparado con valores pre-partido que pueden indicar que la proporción de H/Q es sensible a la
fatiga. La proporción de H/Q también es sensible para detectar los cambios en la fuerza muscular después del
período de pretemporada (Kayatekin, 1995). Aparentemente, la proporción de H/Q también puede
diferenciar entre los diferentes niveles de juego, como Cometti y cols. (2001) reportaron que jugadores
franceses de élite tenían una proporción de H/Q superior que jugadores de sub-élite a varias velocidades
angulares entre - 2.09 y 5.23 rad · seg-1, excepto a 5.23 rad · seg-1. También se han publicado resultados
similares para jugadores ingleses (Rahnama y col., 2003b). Una explicación probable para las proporciones
de H/Q superiores en jugadores de élite comparados con jugadores aficionados es una mayor carga de
entrenamiento y especialización del entrenamiento de la fuerza que resulta en mejores equilibrios de la
fuerza.
Está claro que pueden emplearse los datos de la valoración de la fuerza muscular en los jugadores del
fútbol usando los dinamómetros isocinéticos para evaluar la fuerza muscular general, pueden compararse las
diferencias posicionales en la fuerza y puede evaluarse el efecto del entrenamiento con pesas. Se recomienda
que se combinen los datos tanto para las proporciones de H/Q convencionales como funcionales para
proveer una evaluación completa de la estabilidad articular de la rodilla y el riesgo subsecuente de lesión en
los individuos. El criterio del test puede mejorarse teniendo en cuenta el ángulo de incidencia del torque
pico. Debido a la naturaleza costosa y que consume tiempo al acomodar un equipo entero para la valoración
isocinética, deben realizarse tests a los intervalos estratégicos pre-, intra - y fuera de temporada, sobre todo al
supervisar la rehabilitación de la fuerza muscular en jugadores lesionados. Deben evaluarse a los individuos
a través de múltiples pruebas para que una verdadera indicación de la capacidad de rendimiento del jugador
individual pueda establecerse.
Evaluación de tests de laboratorio
Los tests de laboratorio se realizan en un ambiente controlado para reducir el impacto de variables extrañas
(MacDougall & Wenger, 1991). En general, los datos de un test de laboratorio proveen información exacta
que es muy detallada, aunque debe tenerse cuidado con respecto a la confiabilidad del equipo. Se recomienda
que se realicen varias pruebas del mismo test para aumentar la confiabilidad de los datos. Los entrenadores
físicos y científicos del deporte, por lo tanto, pueden obtener un perfil físico general exacto del jugador de
fútbol individual si se conduce una evaluación extensa. La información exacta sobre la potencia aeróbica,
umbral de lactato y fuerza muscular en los miembros inferiores de un jugador, puede ayudar en el área de la
programación del entrenamiento individual o formar parte de una estrategia de selección del jugador. El
acceso a dispositivos de laboratorio puede ser difícil para algunos clubes de fútbol y que los tests también
sean caros de administrar. La evaluación también pueden consumir tiempo, como también numerosas visitas
al laboratorio pueden requerirse para obtener resultados fiables. Tales tests también son bastantes sensibles
para permitir la detección de cambios significativos en el fitness de los jugadores. Como resultado, tales
procedimientos del test pueden ser muy eficaces durante los períodos específicos de la temporada. La
pretemporada puede ser el momento cuando la administración de los tests de laboratorio son muy
importantes, en tanto el fitness de los jugadores necesita ser establecido durante este período después del
desacondicionamiento del receso. En la temporada competitiva, la administración de tales tests puede ser
muy difícil debido a su naturaleza que consume tiempo y las limitaciones asociadas con los datos provistos.
Por lo tanto, deben usarse los tests de laboratorio en la valoración del fitness general en lugar del fitness
específico del fútbol. Se describen ejemplos de tests especializados diseñados para el fútbol en la próxima
subsección.
Tests de campo
Los tests de fitness que se realizan en el campo intensifican la especificidad de la evaluación. Esta
especificidad mayor aumenta la validez de estos tests (Balsom, 1994; MacDougall & Wenger, 1991). Esta
subsección provee algunos ejemplos de tests de campo que evalúan el fitness aeróbico y anaeróbico de
jugadores de fútbol. La valoración de la fuerza muscular en el campo es difícil como resultado de los
problemas en la obtención de datos objetivos. Un poco de información útil puede, sin embargo, ser
recolectada usando un equipo de resistencia (tanto pesos libres como máquinas) si los métodos se controlan
cuidadosamente. A pesar de la alta "validez ecológica", es importante recordar que ningún test de campo
determinará el rendimiento durante la competencia del fútbol, ya que es difícil de aislar la importancia de los
parámetros físicos individuales cuando las demandas globales del deporte son tan complejas. Se muestran en
detalle en la Tabla II ejemplos de la gama amplia de tests de campo específicos de fútbol. Muchos de estos
tests, sin embargo, no se han usado ampliamente en la literatura y no se han evaluado comprensivamente en
términos de su confiabilidad y validez. Como resultado, ellos no son discutidos en detalle más abajo. Los
tests incluidos representan esos tests que son los normalmente representados en la literatura básica.

Tabla II. Ejemplos de algunos tests de campo específicos de fútbol


Duración del Componente
Autor Nombre del test Descripción
test predominante
Cuatro vueltas de un campo de fútbol realizando
carrera hacia adelante, hacia atrás, hacia los costados
Ekblom (1989) Interval field test 16.5 min Aeróbico
y en slalom, incluyendo movimientos de giros y de
saltos.

20 sprints repetidos de 10 × 10 × 10 m con 42" de


Balsom (1990) Repeated sprint test Sprints al propio ritmo Anaeróbico
recuperación activa

sprints de 15 × 30 m con 5" de recuperación realizados


Malomski (1993) Two-step interval test Sprints al propio ritmo Anaeróbico
en dos bloques separados por 30 min

Rico-Sanz, Aeróbico
Zehnder, Buchli,
JRS fatigue test Carrera "shuttle" repetida a tres velocidades diferentes Hasta la fatiga volitiva
Dambach, y
Boutellier (1999)

Nicholas, Nuttall, Loughborough Intermittent Carrera entre dos líneas de 20 m separadas a varias Aeróbico
90 min
y Williams (2000) Shuttle Test (LIST) velocidades

Kemi, Hoff, Field test (específicamente para


Vueltas a un recorrido que incluye dribbling, carrera
Engen, Helgerud, establecer el Consumo Máximo Hasta la fatiga volitiva Aeróbico
hacia atrás, giros, saltos.
y Wislöff (2003) de Oxígeno)

Ohasi, Miyagi, Series de ejercicio de 1 ó 5 min estando de pié,


Yasumatsu, y Field test caminando, trotando o corriendo a toda velocidad en 90 min Aeróbico
Ishizaki (2003) cuadrados (30 × 20 m)

Psotta y Bunc
Repeated sprint test Sprints de 10 × 20 m con 20” de recuperación Sprints al propio ritmo Anaeróbico
(2003)

The multi-stage fitness test (Test de fitness de Multi-etapas)


El "Multi-stage Fitness Test" (20-m de carrera "shuttle") fue diseñado originalmente por Leger y Lambert
(1982) y modificado por Leger, Mercier, Gadoury y Lambert (1988) para estimar el VO2máx, y fue validado
después por Ramsbottom, Brewer y Williams (1988). El test se basa en la realización de carreras shuttles
repetidas entre dos líneas separadas de 20 m. La velocidad de carrera es incremental y dictada por las señales
de audio de un reproductor. El objetivo del test es completar la mayor cantidad de shuttles posibles. La
carrera shuttle de 20-m tiene la ventaja de evaluar a más de un individuo al mismo tiempo, y puede realizarse
con un equipamiento relativamente mínimo y fácil de usar. El rendimiento en el test sólo provee una
estimación de VO2máx, contrario a los tests de laboratorio en los cuales una medición precisa del consumo de
oxígeno se registra, ya que el aire expirado normalmente no se recoge en el campo.
El VO2máx de un individuo se basa en el nivel y en el shuttle alcanzado por el sujeto durante el test y
predecido a partir de la ecuación de regresión VO2máx = (5.857 × velocidad de la última fase) - 19.458 (Leger
& Lambert, 1982). Esta ecuación se basa en la relación entre el VO2máx y la velocidad máxima lograda
durante la última fase. Las correlaciones significativas entre VO2máx establecidas por las mediciones directas
en la cinta ergométrica y el rendimiento en el test de shuttle de 20-m fueron reportadas por Ramsbottom y
col. (1988) (r = 0.92) y Paliczka, Nichols y Boreham (1987) (r = 0.93). La desviación estándar de la línea de
regresión era de 3.5 ml · kg-1 · min-1, lo que indica que o pueden sobrestimarse predicciones del O2max o
pueden infravalorarse por encima de 3.5 ml · kg-1 · min-1.
La inspección inicial de tal evidencia parecería indicar una fuerte relación entre un VO2máx directo y uno
predecido usando el test de shuttle de 20-m. Tales métodos para evaluar la validez de los tests, sin embargo,
han sido criticados desde una perspectiva metodológica (ver Hopkins y col., 1999, para una discusión
completa). Tales preocupaciones metodológicas también se apoyan por la evidencia que indica una falta de
consistencia en las correlaciones del rendimiento del test con el VO2máx. Sproule, Kunalan, McNeil y Wright
(1993) observaron que el VO2máx predecido a partir del rendimiento en el test de shuttle de 20-m era inferior
al obtenido en evaluaciones directas realizadas en cinta ergométrica en el 75% de los participantes.
Resultados similares fueron reportados por St Clair-Gibson, Broomhead, Lambert y Hawley (1998): el
VO2máx se sub-predecido en jugadores de squash y en corredores con los valores promedio de 61 ml · kg-1 ·
min-1 en el test de shuttle de 20-m y de 66.5 ml · kg-1 · min-1 en cinta ergométrica. Las subestimaciones
pueden ser mayores para los individuos con un VO2máx más alto y pueden ser en parte dependientes del
deporte específico en el que participan.
A pesar de los problemas asociados con la predección del VO2máx, la carrera shuttle de 20-m se ha usado
para probar a jugadores de clubes de fútbol ingleses en forma extensiva (Davis, Brewer, & Atkin, 1992;
Strudwick, Reilly, & Doran, 2002) y el equipo de los Juegos Olímpicos australiano (Tumilty, 2000). La
carrera shuttle de 20-m no parece ser sensible a las intervenciones del entrenamiento o para diferenciar entre
las normas del juego en el fútbol. Odetoyinbo y Ramsbottom (1997) encontraron que no había mejora
significativa en el rendimiento de la carrera de shuttle de 20-m después de 8 semanas de entrenamiento de
alta intensidad en jugadores de fútbol. Ninguna diferencia significativa en el rendimiento de la carrera de
shuttle de 20-m se encontró entre estudiantes académicos ingleses y jugadores de fútbol recreativos
(Edwards, MacFayden, & Clark, 2003b). Esta información indica que la carrera shuttle de 20-m no puede ser
conveniente para la estimación de cambios en el O2max en jugadores de fútbol o evaluar los efectos de una
intervención del entrenamiento, sobre todo para jugadores de alto nivel. Esto puede ser el resultado del
patrón de actividad continuo de la carrera shuttle de 20-m que no representa el perfil de actividad
intermitente del fútbol o la resistencia específica del fútbol per se, como se discutió previamente. Se han
resaltado las dificultades en la aplicación del VO2máx en el fútbol en las subdivisiones previas. La aplicación
regular del test de shuttle de 20-m para la predicción del VO2máx en la valoración de jugadores no puede
garantizarse, por lo tanto, independientemente de las limitaciones metodológicas discutidas anteriormente.
Los Yo-Yo tests
El concepto de carrera shuttle fue usado por Bangsbo (1993b) para inventar una valoración más específica
del fútbol. Los Yo-Yo tests fueron diseñados para medir la capacidad para realizar turnos de intenso ejercicio
intermitente repetido (Yo-Yo intermittent endurance test) y la capacidad para recuperarse del ejercicio
intenso (Yo-Yo intermittent recovery test) (Bangsbo, 1993b). La diferencia entre el test de fitness de muchas
etapas y el Yo-Yo test es el patrón del ejercicio intermitente usado en el Yo-Yo test. En los dos Yo-Yo tests,
un período de recuperación está incorporado después de cada par de carreras shuttle de 20-m. Este perfil de
actividad claramente provee un patrón de ejercicio intermitente definido. El rendimiento en los Yo-Yo tests
es similar al del test de fitness en muchas fases con el nivel y el número de shuttles completados que son
registrados. El Yo-Yo test también puede realizarse con un equipo limitado y puede dirigirse en la mayoría
de los ambientes aplicados, aunque las condiciones estandarizadas del test (incluso la superficie) son
importantes para la confiabilidad.
La validez y la confiabilidad del Yo-Yo test de recuperación intermitente fueron establecidas por
Krustrup y col. (2003) en un estudio de jugadores de fútbol dinamarqueses de élite. Ellos no reportaron
ninguna diferencia en el rendimiento (1867 ± 72 vs 1880 ± 89 m) entre un primero y segundo Yo-Yo test
dirigido dentro de una semana a otra. Los autores encontraron correlaciones significativas entre el
rendimiento en el Yo-Yo test de recuperación intermitente y la cantidad de ejercicio de alta intensidad
realizado durante la competencia de fútbol. Hubo también una mejora significativa (25%) en el rendimiento
del test sólo antes del inicio de la temporada comparado con el antes de la fase de pretemporada. Parecería
que el test simula tanto la glucólisis aeróbica como anaeróbica, ya que las frecuencias cardíacas de los
jugadores y las concentraciones de lactato sanguíneo eran elevadas al final del test. Hubo una alta
degradación de la fosfocreatina al final del test (51% más bajo comparado con la pausa), lo que indica que el
sistema de energía de los fosfágenos también contribuyó durante el test. Estas liberaciones de energía son
similares a las que se sostienen en la competencia del fútbol. Tomados juntos, estos resultados indican que el
Yo-Yo test de recuperación intermitente otorga una indicación más válida del fitness aeróbico específico del
fútbol y patrones de actividad durante un partido, que la valoración directa o las predicciones de campo del
VO2máx.
El Yo-Yo test se ha usado extensivamente en la valoración de la capacidad de la resistencia específica del
fútbol de jugadores y árbitros (Krustrup & Bangsbo, 2001; Krustrup y col., 2003; Mohr y col., 2003a). El test
de resistencia intermitente y el test de recuperación intermitente también se han usado para diferenciar las
posiciones de juego (Bangsbo & Michalsik, 2002) y para diferenciar entre jugadores de fútbol de distinto
nivel (Mohr y col., 2003a). Los zagueros y mediocampistas rindieron significativamente mejor que los
defensores y los delanteros, con jugadores de alto nivel que rinden significativamente mejor (2.26 ± 0.08
km) que jugadores de nivel moderado (2.04 ± 0.06 km). Krustrup y Bangsbo (2001) también reportaron ese
rendimiento en el test de recuperación intermitente mejorado por un 31% en el árbitros de fútbol de élite
después de un programa de entrenamiento intermitente de 12 semanas. Estos resultados indican que el Yo-
Yo test es sensible a las intervenciones del entrenamiento y puede diferenciar entre los diferentes patrones
del juego y entre las posiciones de juego.
Debido a la naturaleza específica de fútbol y a la administración fácil del Yo-Yo test, sería una forma útil
de evaluación a lo largo de la temporada para supervisar los cambios en el fitness específico del fútbol. La
mayor desventaja del test es que los jugadores tienen que frecuentemente girar a 180°, lo que puede estar
exigiendo a la musculatura articular. Una versión submáxima alternativa del Yo-Yo test de resistencia
intermitente se ha descrito recientemente por Mohr, Krustrup y Bangsbo (2003b), que usa las mediciones de
frecuencia cardíaca para predecir el rendimiento máximo en un test de unos 6 minutos. Los procedimientos
de tal test pueden intensificar la efectividad del Yo-Yo test dentro de la temporada competitiva, ya que
esfuerzos máximos que demandan energía no se requieren.
Tests de sprints únicos
La velocidad es un componente muy importante en el fútbol, como la capacidad para acelerar puede decidir
resultados importantes del juego. Los jugadores tienen que poseer la capacidad para acelerar para
encontrarse con las demandas físicas, tácticas y técnicas del juego. Durante un partido, los jugadores corren a
toda velocidad por encima de distancias de 10 - 30 m durante un promedio de menos de 6" (Reilly &
Thomas, 1976). La energía requerida para una única carrera corta de duración breve (<10") se deriva por vía
anaeróbica por medio de la degradación de la fosfocreatina intramuscular y de la glucogenólisis con el
lactato como producto final (Gaitanos, Williams, Boobis, & Brooks, 1993). También debe notarse que la
glucólisis anaeróbica es activada antes de que se depleten las reservas de la fosfocreatina (Serresse, Lortie,
Bouchard, & Boulay, 1988). La provisión de energía durante una única carrera corta es, por lo tanto,
diferente a la de las carreras cortas repetidas realizadas en un patrón de ejercicio intermitente. Esto hace
necesario tanto valoraciones de carreras cortas (sprints) repetidos como sprints únicos para jugadores.
Típicamente, se usan carreras de 10, 20 ó 30 m en la valoración de la capacidad de un jugador para correr a
toda velocidad (Kollath & Quade, 1993; Strudwick y col., 2002). Las metodologías del test incorporan tanto
salidas de parado como salidas "al vuelo" (Dawson, 2003). Representaciones más realistas del rendimiento
del sprint se obtendrían si los jugadores realizan una carrera corta desde una salida al vuelo (caminata, trote o
un paso largo), en tanto la validez "ecológica" se intensificará, puesto que muy pocos sprints se comienzan
desde una salida estacionaria durante un partido.
Los tests de único sprint pueden diferenciar entre los diferentes patrones del juego y entre los roles
posicionales diferentes dentro del equipo (Kollath & Quade, 1993). Tales tests también pueden permitirle al
entrenador físico hacer programas individuales para los jugadores para mejorar su capacidad de acelerar y/o
aumentar su velocidad máxima durante las carreras cortas. Tales programas pueden requerir la dirección con
respecto a la técnica de carrera además del desarrollo de los sistemas de energía pertinentes. Estas
observaciones hacen que dichos tests sean un importante elemento en la evaluación de los jugadores de
fútbol.
Tests para la determinación de la agilidad
La agilidad es la capacidad para cambiar la dirección del cuerpo rápidamente y es un resultado de una
combinación de fuerza, velocidad, equilibrio y coordinación (Draper & Lancaster, 1985). El ritmo rápido del
fútbol competitivo de élite les exige a los jugadores que posean una agilidad mejor. El test de agilidad
incorpora cambios rápidos y frecuentes en la dirección. Puesto que la agilidad es un resultado de varios
factores neurofisiológicos, es difícil de determinar qué factores exactamente contribuyen a un resultado
cambiado o modificado en un test (Buttifant, Graham, & la Cruz, 2002). Algunos tests de agilidad
correlacionan fuertemente con la velocidad (la carrera de agilidad de Illinois), mientras que otros
correlacionan bien con la aceleración (505 test) (Draper & Lancaster, 1985). Estas diferentes relaciones
pueden afectar el tipo de test de agilidad seleccionado. El entrenador físico o el científico del deporte deben
seleccionar, por lo tanto, un test que se centralice en los componentes físicos de la agilidad, que ellos
consideren muy importantes para el rendimiento de fútbol del individuo a ser evaluado. El técnico o el
entrenador también deben usar los tests de agilidad junto con tests de carrera corta única para obtener una
indicación completa de la capacidad de velocidad de los jugadores (Little & Williams, 2003). La
contribución de las influencias medioambientales extrínsecas para evaluar el rendimiento también debe ser
considerada. Un buen ejemplo de un test de agilidad fue descripto por Balsom (1994) y se ilustra en el Figura
1. El test le exige a un jugador que realice dos giros y varios cambios de dirección. El rendimiento en el test
es determinado por el tiempo empleado para completar el curso del test, con tiempos más rápidos que
significan rendimientos mejores.

Figura 1. Recorrido del Test


de agilidad. Los jugadores
comienzan en A, corren a toda
velocidad a los conos B, gira en
B, vuelve a tarvés de A, y luego a
través de C y gira en D, luego a
través de C y B para finalizar.
Reproducido de Balsom (1994)
con el permiso de publicadores
de Blackwell.

A pesar de la dificultad en determinar la contribución relativa de un número de factores fisiológicos para


evaluar el rendimiento, el resultado de un test de agilidad puede diferenciar bien a jugadores de fútbol de
élite de la población general que cualquier otro test de campo para la fuerza, potencia o flexibilidad (Raven,
Gettman, Pollock, 1976; Reilly, Williams, Nevill, & Franks, 2000). Estos resultados indican que los tests de
agilidad pueden ser el mejor indicador de rendimiento para el fútbol y pueden proveer la diferenciación más
clara entre no jugadores, jugadores de élite y jugadores recreativos. Puesto que no hay un único test de
agilidad como "regla de oro", para el uso en la valoración de jugadores de fútbol, es difícil comparar los
resultados entre los tests, ya que los distintos tests pueden examinar factores diferentes asociados con la
agilidad. Si un componente como la aceleración se aísla, varios tests de agilidad diferentes pueden necesitar
ser incluidos si una evaluación comprehensiva de la agilidad de un individuo se requiere.
El rendimiento de agilidad es un componente importante de la valoración fisiológica en el fútbol. Los
resultados de tales evaluaciones deben usarse junto con los datos de los sprints únicos para obtener una
información global de la capacidad de un jugador para correr a toda velocidad y cambiar de dirección
rápidamente. La valoración de la agilidad es fácil de administrar y podría realizarse junto con los tests de
sprints a lo largo de la temporada después de períodos de entrenamiento específico de sprint. Sin embargo,
puede ser difícil de relacionar los resultados de un único test de agilidad al rendimiento físico durante un
partido, puesto que la agilidad es un resultado de varios factores neurofisiológicos. Esto puede hacer
necesario una cuidadosa consideración de los procedimientos apropiados para la evaluación a fin de
mantener los datos para el componente relevante.
Tests de múltiples sprints
Durante un partido de fútbol, los jugadores deben poder recuperarse rápidamente entre los sprints, ya que el
patrón de ejercicio en un partido involucra carreras cortas múltiples (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Reilly
& Thomas, 1976; Tumilty, 1993). Por ejemplo, el no poder recuperarse después de una carrera corta al
atacar, pueden llevar a un retraso en reasumir una posición defensiva táctica, dejando al equipo
defensivamente vulnerable por consiguiente (Bangsbo, 2003). Hay una demanda fisiológica mayor durante
las carreras cortas múltiples como opuesto a las carreras cortas únicas, ya que el pH muscular, la
fosfocreatina y, como consecuencia, el trifosfato de adenosina (ATP) debe ser resintetizado entre las carreras
cortas (Balsom, Seger, Sjödin, & Ekblom, 1992b). En el comienzo del ejercicio, la glucólisis anaeróbica es
activada y probablemente permanezca activa en los períodos de recuperación, contribuyendo así a la
resíntesis de ATP (Balsom, Seger, Sjödin, & Ekblom, 1992a). Si las concentraciones de la fosfocreatina son
reducidas después de una carrera corta, esta reducción llevará a la resíntesis inadecuada de ATP y el
rendimiento en los turnos de ejercicio subsecuentes se empeorará (Cheetham, Boobis, Brooks, & Williams,
1986). El sistema de energía aeróbica también juega un rol muy importante en los períodos de recuperación
entre las carreras cortas (Dawson, Fitzsimmons, & Ward, 1993), ya que la glucólisis aeróbica se usa
predominantemente para resintetizar los depósitos de fosfocreatina y remover el lactato sanguíneo dentro del
músculo (Balsom y col., 1994a,b) durante la recuperación de turnos repetidos de ejercicio intermitente de
alta intensidad..
En base a estos principios, se han desarrollado varios tests de múltiples-sprints (Aziz, Chia, & Teh, 2000;
Boddington y col., 2001; Fitzsimmons, Dawson, Ward, & Wilkinson, 1993; Mujika, Padilla, Ibañez,
Izquierdo, & Gorostiaga, 2000). Uno de los tests más comunes de rendimiento de sprint repetido fue
diseñado por Bangsbo (1994) para evaluar la resistencia de la carrera corta de jugadores y la capacidad para
recuperarse entre las carreras cortas. La confiabilidad del test fue establecida por Wragg, Maxwell y Doust
(2000). Siete jugadores varones de fútbol realizaron el test de múltiples sprints a lo largo de seis pruebas con
un coeficiente de variación de 1.82% entre las mismas. Diferencias significativas ocurrieron entre las
pruebas 1 y 2, indicando la presencia de un efecto por el aprendizaje. Esto resaltaría la necesidad de varias
sesiones de familiarización antes de la valoración para asegurarse resultados exactos. El test consiste en 7
sprints × 35 m separados por 25 segundos de recuperación. Los resultados del test incluyen el mejor tiempo
del sprint, tiempo promedio del sprint y un índice de fatiga. El mejor tiempo del sprint se define como el más
rápido de las siete carreras cortas y el tiempo promedio de los sprints es el tiempo promedio tomado para
completar las siete carreras cortas. Ambos índices deben ser bajos: el último expresa la capacidad del
jugador para realizar varias carreras cortas, y el primero la capacidad para realizar acciones "explosivas"
dentro de un tiempo corto durante la competencia. El índice de fatiga es calculado substrayendo el tiempo
más rápido de las primeras dos carreras cortas del tiempo más lento por las últimas dos carreras cortas. Un
índice de fatiga alto indica que el jugador muestra una inconsistencia en el rendimiento de la carrera corta y
que tiene una capacidad pobre para recuperarse entre dichas carreras. Un índice de fatiga alto puede ser
debido a la incapacidad para reponer los depósitos de la fosfocreatina y remover el lactato sanguíneo entre
las carreras cortas (Tomlin & Wenger, 2001). Un índice de fatiga bajo es, por lo tanto, ventajoso ya que
indica la capacidad para recuperarse rápidamente entre los turnos de ejercicio de alta intensidad..
La evidencia de que el test de múltiples-sprints estimula los caminos anaeróbicos se proveyó por Bangsbo
(1994). Las concentraciones del lactato sanguíneo de 9-14 mmol · l-1 fueron reportadas inmediatamente
después de la séptima carrera corta en jugadores de élite dinamarqueses, resaltando el rol de la
glucogenólisis para la resíntesis de ATP. Parecería que el test de múltiples sprints es suficientemente sensible
para diferenciar entre los patrones diferentes de jugadores, y se usa como un indicador de cambios en el
rendimiento físico durante la competencia en el fútbol. Reilly y col. (2000) reportaron que el rendimiento en
el test de múltiples sprints era significativamente mejor para jugadores de fútbol de élite que jugadores
jóvenes de fútbol de sub-élite, con los jugadores de élite registrando velocidades promedio inferiores e
índices de fatiga más altos que los jugadores de sub-élite. Resultados similares fueron observados por
Sampaio y Macas (2003) en jugadores de élite y jugadores aficionados portugueses. Rebelo, Krustrup,
Soares y Bangsbo (1998) también observaron que el rendimiento en el test de múltiples sprints en jugadores
jóvenes portugueses era significativamente mejor en la primera que en la segunda mitad de un partido
amistoso. Si el test de múltiples sprints puede diferenciar distintos niveles de jugadores y puede descubrir los
cambios en el rendimiento físico durante la competencia, el test tiene el potencial para la inclusión en las
valoraciones específicas del fútbol.
Un gran desventaja de los tests de múltiples sprints es que los individuos pueden desarrollar estrategias
del "ritmo" a lo largo del test, y por lo tanto, no ejercen el esfuerzo máximo en las carreras cortas. Como
resultado, los datos obtenidos del test no pueden reflejar la verdadera capacidad de velocidad-resistencia de
un jugador. No obstante, la valoración de la capacidad de sprints repetidos debe ser una prioridad para los
técnicos, ya que el test puede distinguir entre los niveles de juego y puede ser sensible a los cambios en el
rendimiento físico durante un partido. Por lo tanto, el test puede dar información importante al técnico en
términos de una selección del jugador a lo largo de la temporada.
Protocolo del Sprint Intermitente de Alta Intensidad
Como se ha discutido en otra parte de esta revisión, la capacidad para recuperarse y producir el ejercicio de
alta intensidad durante un período prolongado de tiempo es importante para el rendimiento físico exitoso en
un partido de fútbol (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Fitzsimmons y col., 1993). El diseño de protocolos
apropiados de valoración para examinar esta capacidad en jugadores debe ser, por lo tanto, una prioridad
para los técnicos y científicos del deporte. Recientemente, la investigación ha realizado un protocolo que
examina la capacidad para recuperarse y reproducir turnos de ejercicio de alta intensidad (M. Svensson y
col., datos inéditos). Se piensa que el protocolo de sprint intermitente de alta intensidad puede usarse por los
entrenadores físicos y científicos del deporte en la valoración de la capacidad de la carrera corta repetida.
Este test se distingue del test de múltiples sprints (Bangsbo, 1994) y de otros tests de carrera corta repetida
(Fitzsimmons y cols., 1993; Mujika y col., 2000) en que el tiempo para cada carrera corta se controla, la
distancia de cada sprint es variada y la duración total del test es más larga.. Estas alteraciones en el protocolo
son importantes, ya que la distancia de la carrera corta (Balsom y col., 1992a) y la extensión del período de
recuperación entre las carreras cortas (Balsom y col., 1992b) son factores importantes que determinan las
respuestas fisiológicas al ejercicio intermitente. Balsom y col. (1992a,b) observaron las concentraciones de
lactato más altas cuando la distancia del sprtint largo se combinó con el tiempo de recuperación más corta.
Los protocolos consistieron en 40 sprints × 15 m, 20 × 30 m ó 15 × 40 m con una pausa de 30 segundos de
recuperación entre los sprints (Balsom y col., 1992a), ó 15 × 40 m con un período de 3", 60" ó 120" de
recuperación (Balsom y col., 1992b). El consumo de oxígeno también fue elevado cuando se compararon
períodos de recuperación de 30" con períodos de recuperación de 60" y 20" en un protocolo de 15 × 40 m.
Tanto las distancias del sprint como los períodos de recuperación son muy inconstantes en la competencia
del fútbol. Las alteraciones en las respuestas fisiológicas a los cambios en estos parámetros pueden exigir el
desarrollo de tests específicos que alternen la longitud de carreras cortas y los períodos de recuperación.
Tales tests pueden dar una "validez ecológica" más alta y de ahí obtener una mejor información de la
capacidad para realizar esfuerzos repetidos de alta intensidad que tests que usan fijas y períodos de
recuperación idénticos.
La investigación sobre el protocolo de sprint intermitente de alta intensidad se ha enfocado en las
respuestas fisiológicas y metabólicas al realizar sprints cortos (2 × 13 m) y largos (30 m) con períodos de
recuperación diferentes. Las distancias más cortas para los sprints (ver Figura 2) fueron escogidas porque los
participantes eran jugadores aficionados. Las distancias más largas pueden ser más apropiadas para
jugadores de élite más experimentados. Una serie del ejercicio consistió en cuatro sprints cortos y cuatro
sprints largos. La velocidad de carrera se dictó vía una serie de señales de audio pre-grabadas en un
reproductor con un jugador exigido para mantener el paso de los sonidos. Entre las series del ejercicio, un
período de 90 segundos de pausa fue incluido. Durante este tiempo, una muestra de sangre se tomó para la
evaluación de la concentración del lactato sanguíneo. El rendimiento en el protocolo mostrado en la Tabla
III, son indicados por la distancia total abarcada en todas las carreras cortas completadas. El alto lactato
sanguíneo promedio para los tres tests (15.0 ± 3.9, 14.9 ± 3.3 y 15.9 ± 3.7 mmol · l-1, respectivamente)
correspondió bien con las concentraciones del lactato sanguíneo reportadas durante las carreras cortas
intermitentes repetidas, como se describió antes (Balsom y col., 1992a,b). Esto indica que el sistema de
energía anaeróbico fue muy requerido durante el test. Las respuestas de la frecuencia cardíaca durante los
tests en la Tabla III, también demostraron altos niveles de estrés en el sistema de energía aeróbica (179 ± 10
latidos · min-1 ó 93 ± 4% de la frecuencia cardíaca máxima, 181 ± 10 latidos · min-1 ó 94 ± 3% de la
frecuencia cardíaca máxima, y 180 ± 11 latidos · min-1 ó 94 ± 4% de la frecuencia cardíaca máxima,
respectivamente).

Tabla III. La distancia recorrida, lactato sanguíneo y frecuencia cardíaca en el test de sprint intermitente.

Test 1 Test 2 Test 3


Distancia recorrida (m) 1111 ± 426* 1596 ± 674 1860 ± 677
Lactato sanguíneo (mmol · l−1) 15.0 ± 3.9 14.9 ± 3.3 15.9 ± 3.7
−1
Frecuencia Cardíaca (latidos · min ) 179 ± 10 181 ± 10 180 ± 11
* Diferencia significativa entre el test 1 y 3 (P < 0.05).

Figura 2. La Ilustración del desarrollo del test para el protocolo de carrera corta de alta intensidad (recorrido de élite).
(A1 - A2 (giro) - A1, pausa corta, B1 - B2, pausa larga, A3 - A2 (giro) - A3, pausa corta, B2 - B1, pausa larga).

Los resultados iniciales del protocolo de carrera corta intermitente de alta intensidad indican que el test
produce respuestas fisiológicas que están asociadas con el ejercicio de alta intensidad. La consistencia de los
datos fisiológicos a lo largo de las tres pruebas indica que el protocolo de carrera corta intermitente de alta
intensidad puede usarse para observar grandes cambios en el fitness a través del tiempo. El protocolo debe,
sin embargo, ser validado en términos de ejercicio de alta intensidad realizado durante la competencia de
fútbol y otras formas relacionadas de determinación.
Los tests de protocolos de sprints intermitentes de alta intensidad pueden demostrar lo útil que son en la
determinación de la capacidad de realizar y recuperarse del ejercicio de alta intensidad en jugadores de
fútbol. Los resultados de las respuestas de la frecuencia cardíaca y de las mediciones del lactato sanguíneo en
los estudios "piloto" han indicado que el test produce respuestas fisiológicas asociadas con el ejercicio
intermitente de alta intensidad. Así, parecería que as glucólisis anaeróbicas y aeróbicas son muy exigidas
durante el test. La investigación futura debe acercarse a los jugadores de fútbol profesionales para establecer
si las mismas respuestas fisiológicas se producen como en los estudios pilotos descritos.
Evaluación de los tests de campo
Los tests de fitness realizados en el campo pueden proveer mediciones menos exactas que los tests de
laboratorio pero ellos tienen una especificidad mayor (Balsom, 1994; MacDougall & Wenger, 1991). Por lo
tanto, los científicos del deporte pueden usar tests de campo para evaluar aspectos específicos del
rendimiento del fútbol, que pueden proveer una mejor información de la capacidad para rendir en un partido
de fútbol que las evaluaciones basadas en el laboratorio. Los tests que se han descrito, sin embargo,
requieren de un equipo mínimo y puede llevarse a cabo en cualquier parte. Se recomienda que la evaluación
deba realizarse en condiciones estandarizadas para asegurar la reproductibilidad de los datos. Estas
consideraciones incluirán la estandarización de la superficie y donde las posibles condiciones
medioambientales sean similares (por ejemplo, velocidad del viento o temperatura). Durante los tests que
involucran el registro del tiempo para completar una distancia fija, puede haber cuestiones específicas que se
relacionan al equipamiento (Balsom, 1994). Por ejemplo, si se usan cronómetros en los tiempos de carrera
corta (sprints), puede haber un elemento de error humano que puede afectar la exactitud de los datos. Tales
problemas pueden ser evitados por el uso de varillas electrónicas cronométricas. La dificultad con los tests
de rendimiento es que no hay ningún problema asociado con éstos cuando los jugadores están rindiendo a
sus niveles. Cuando los jugadores empiezan a rendir menos, uno necesita una interpretación fisiológica, pero
los tests de rendimiento no producen datos fisiológicos. La valoración del rendimiento con tests de campo
puede ser muy eficaz cuando los tests se llevan a cabo a intervalos regulares a lo largo de la temporada para
supervisar los cambios en el rendimiento específico del fútbol.
Resumen
Las demandas fisiológicas y la naturaleza dinámica de fútbol les exigen a jugadores que estén aptos en varios
componentes del fitness. Los tests de laboratorio ofrecen medios a los técnicos y a los científicos deportivos
para establecer el fitness general de los jugadores, ya que los tests no son específicos al fútbol. A través del
uso de equipos especializados en el laboratorio, pueden obtenerse resultados de test exactos en los
componentes aislados del fitness Pueden interpretarse los mecanismos fisiológicos asociados con
entrenamiento a partir de las mejoras de los tests de laboratorio. Se recomienda, por lo tanto, que se evalúen
jugadores en el laboratorio, por ejemplo, para determinar el fitness general o evaluar períodos fijos de
entrenamiento. Durante la temporada, hay probablemente menos oportunidades de realizar los tests de
laboratorio que consumen tiempo. Los resultados de los tests de campo proveen una información sobre
cambios específicos del rendimiento relacionados al deporte y son menos consumidores de tiempo. Los tests
de campo son, por lo tanto, más válidos que los tests de laboratorio, ya que ellos están diseñados
específicamente para el fútbol. El uso de tests de campo restringe la interpretación de los mecanismos
fisiológicos asociados, puesto que datos fisiológicos muy limitados pueden ser medidos en el campo. Los
tests de campo requieren un equipo básico, pueden realizarse con suma facilidad y pueden ser relativamente
rentables. Por lo tanto, tales tests deben ser conducidos más extensivamente a lo largo de la temporada, ya
que la evaluación puede llevarse a cabo en el campo de entrenamiento. Es importante considerar que aunque
los datos de laboratorio y los tests de campo son útiles ofreciendo información sobre el perfil físico general
de los jugadores y del fitness específico del fútbol, nunca pueden usarse estos resultados del test para
predecir el rendimiento global durante la competencia debido a la naturaleza compleja de las demandas del
juego.
*B Drust está en el Research Institute for Sport and Exercise Sciences, Liverpool John Moores University, The Henry Cotton Campus, 15 – 21
Webster Street, Liverpool L3 2CT, UK. Email: b.drust@livjm.ac.uk.

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Traducción: Prof. Ricardo L. Scarfó (PUEF-UNLP, La Plata, Argentina)

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