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Conforme el hombre ha estado en un constante y dinámico proceso de “civilización” que

no es otra cosa más que ajustar su entorno a sus necesidades o a veces simples
caprichos, la calidad de vida de las diferentes comunidades ha mejorado, pero el
sacrificado ha sido el medio ambiente, su entorno natural y como consecuencia las demás
especies vivas con quienes compartimos este maravilloso hogar que llamamos planeta
tierra. Inicialmente el hombre se valió del material más abundante que era la piedra, de
ahí que las primeras herramientas fuesen de ese material y una era entera se denominó
la edad de piedra, luego aprendió a dominar el fuego y con ello un mejor procesamiento
de los metales, edades siguientes de bronce y de hierro; luego aprendió de procesos
químicos y estuvo vigente la era del acero el cual impulsó el desarrollo de obras civiles
aún vigentes el día de hoy como los grandes rascacielos y puentes emblemáticos; para
finalmente establecer una edad que ha estado permanente y no pierde vigencia y es la
edad de los metales y piedras preciosas (plata, oro, esmeraldas y diamantes).
Lo malo no es realmente el aprovechamiento de nuestros recursos naturales para el
mejoramiento de nuestra calidad de vida, obviamente agradezco mucho los materiales
aislantes de ruido y temperatura que se usan hoy día para la construcción de nuestras
casas y las carreteras que nos permiten conocer y visitar en mucho menos tiempo y con
mayor comodidad lugares distantes o imposibles en otras condiciones como los caminos
de herradura o empedrados; aquí lo preocupante es la inconciencia de quienes explotan
el medio ambiente, pues su mentalidad avara no les permite encontrarle sentido a la frase
que muchos hemos leído y que pocos nos hemos detenido a analizar “El día que se gaste
la última gota de agua, el hombre entenderá que el dinero no se puede comer” y es que
generar una minería sostenible es un proyecto bastante complejo como lo cita Ignacio
Gómez quien ha producido investigación en temas de minería en América Latina,
principalmente relacionados con los impactos sociales y ambientales de la minería a gran
escala en Colombia.
Hacer dinero no es tampoco una cuestión malvada, lo reprochable está en no cuidar la
fuente de donde lo estás obteniendo, si una empresa maderera tala 1 árbol debería
sembrar por lo menos otros 10 y respetar los tiempos que se toma la naturaleza en llevar
esos árboles a la edad de corte; las empresas pesqueras no deberían pescar más de lo
que pueden procesar para vender y deberían devolver al agua los peces hembras en
desove y las crías que no representan un espécimen productivo y empresas como la del
petróleo deberían comprender que ya obtuvieron bastante dinero con los combustibles
fósiles y sus derivados y deberían reinvertir parte de ese dinero en el desarrollo de nuevas
tecnologías y fuentes de energía que les permita seguir lucrándose y dominando el
mercado en lugar de desarrollar nuevas técnicas como el fracking para terminar de
fracturar las placas que componen nuestro suelo y contaminar los pocos litros que nos
quedan de agua dulce potencialmente consumible, todo por sacar los últimos barriles de
petróleo que le quedan en las venas a nuestra agonizante tierra.
Pero así como Colombia es un país rico en diversidad de fauna, flora, comida, cultura y
dialectos; triste y vergonzosamente también es un país muy diverso en otros aspectos y
la explotación minera no es la excepción, pues además del impacto netamente ambiental
que por sí solo es bastante trascendente, pues también aparecen otras consecuencias
menos impactantes para la naturaleza, pero muy dañinas para nuestra sociedad. Voy a
mencionar las 3 más significativas: la primera es el conflicto armado que se genera
alrededor de la minería ilegal, esta subsidia la subversión y el paramilitarismo y genera
desplazamiento forzado, despojo de tierras y muchas muertes. La segunda consecuencia
es la corrupción, pues el más reciente caso de Odebretch no es el único, solo es el más
sonado y así como se comprobó la compra de muchos políticos y funcionarios públicos
por el contrato para las vías 4G de nuestro país, también se han sobornado corporaciones
autónomas de todas las regiones para explotación de canteras, ríos y el último descaro
que gracias a Dios se logró detener al menos provisionalmente fue una solicitud de
licencia para exploración sísmica en el páramo de Santurbán que es una de nuestras
fábricas de agua más importantes, en este aspecto a la corrupción se le suma la
debilidad, desconocimiento y desorden administrativo del estado como lo refiere
Guillermo Rudas “El desorden administrativo y la falta de control es sin duda un estímulo
a la minería ilegal. En la Fiscalía se creará una unidad especial para los delitos mineros,
y para ello actualmente se desarrolla una capacitación a jueces y fiscales porque muchos
no conocen cuáles son y dificultan el control de la minería ilegal. De otra parte el
presidente Juan Manuel Santos firmó la reglamentación de la Ley 1233 de 2010, que
extrema los controles y amplía las sanciones para las personas que sean encontradas
trabajando la minería de manera ilegal. En general lo que se requiere es ordenamiento
territorial y control”.
Finalmente y no menos vergonzoso es el tercer aspecto y es la indiferencia y la falta de
solidaridad de nosotros como especie superior para la preservación del planeta,
tristemente en los colegios ya no se realizan proyectos de arborización, ya no se limpias
nuestros océanos y nuestros ríos, no se recicla y no se separan las basuras, porque todo
queremos hacerlo para lucrarnos, no hemos logrado comprender que algunas cosas son
tan valiosas que no tienen precio y por eso el dinero no las puede comprar.

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