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La anatomía del yoga

Por Pascual Torres

En primer lugar, nos va a permitir crear el mapa de los lugares del cuerpo por donde
vamos transitando en nuestro particular viaje de exploración a través de las asanas, la
meditación, la respiración.
Ese mapa anatómico nos muestra que el sistema óseo humano lo conforman unos 206
huesos conectados entre sí por cartílagos, tendones, ligamentos y músculos. Es el
encargado de impulsarnos mecánicamente, contando obviamente con la asistencia de los
sistemas muscular, articular y nervioso. Dado que la anatomía humana es tan extensa,
vamos a centrarnos en aquellos aspectos que parecen más relevantes para la práctica del yoga,
con el riesgo que dicha reducción supone.

Cuerpo adentro: anatomía del yoga


En el esqueleto axial, una estructura que permite que el eje del cuerpo esté alineado, se encuentran
la columna vertebral, la caja torácica y el cráneo, que ofrecen soporte, estabilidad y protección a los
órganos internos. La columna o espina dorsal se compone de 7 vértebras cervicales, 12 torácicas, 5
lumbares, 5 vértebras fusionadas en el sacro y 4 del coxis.
Dentro del esqueleto apendicular conviene destacar la pelvis, formada igualmente por 3 huesos
fusionados. Su importancia es vital, ya que da soporte mecánico a los órganos del abdomen, siendo
la base de la alineación postural. Algo de vital importancia dentro de la práctica del yoga.
En el sistema óseo, las articulaciones o uniones de varias piezas óseas dotan de movimiento al
esqueleto y son de gran importancia en relación al yoga. Cada articulación tiene un determinado
grado de congruencia, que viene dado por la facilidad del encaje entre sus superficies. A mayor
congruencia más estable será la articulación. El encargado de posibilitar el deslizamiento de las
superficies articulares es el cartílago, capaz de absorber una buena parte de la presión que se genera
en ella. Cuando el cartílago se desgasta puede dar lugar a una patología del hueso conocida como
artrosis, que provoca dolor y rigidez.
En el cuerpo tenemos unos 650 músculos. Cuando un músculo produce una determinada acción se
dice que es agonista, y cuando otro genera la acción contraria, antagonista. A aquellos que realizan
o cooperan para que se dé el mismo tipo de movimiento se les llama sinergistas. En cualquier caso,
todos ellos están cubiertos por unas capas de tejido conectivo denominadas fascias que se dedican a
trasladar los diversos movimientos.

Imagen extraída del libro Anatomía del Yoga de Leslie Kaminoff y Amy Matthews–

Posturas y contraposturas
Algo que no conviene pasar por alto durante una sesión de yoga es la ejecución de la contrapostura
una vez que se ha realizado una postura. En muchos casos esta elección viene dada por las
siguientes acciones musculares:
– Contracción concéntrica: los extremos del músculo se acercan, por tanto, el músculo se acorta, el
tendón se mantiene.
– Contracción excéntrica: distanciamiento de sus extremos a la vez que se hace una fuerza contraria
que se opone a dicha acción. El músculo se acorta, el tendón se alarga.
– Contracción isométrica: no existe desplazamiento de los segmentos articulares. Hay una fuerza
aplicada, pero la longitud del músculo no varía.
– Estiramiento balístico: esta forma de estiramiento utiliza acciones tipo salto para estirar los grupos
musculares elegidos. Un ejemplo sería el saludo al sol.
– Estiramiento pasivo: implica la utilización del peso corporal, la gravedad y los grupos musculares
sinérgicos/agonistas para crear un estiramiento. Al mantener estos estiramientos pasivos durante
más tiempo se alarga la envoltura fascial del músculo.
– Estiramiento de facilitación neuromuscular propioceptiva, consistente en una breve contracción
antes del estiramiento. Esta acción estimula una señal nerviosa hacia el músculo para que se relaje.

La anatomía y la esencia del Hatha Yoga


Es importante relacionar todos estos conceptos mencionados con la misma esencia del Hatha Yoga:
Sol y Luna, tonificación/relajación, Yang/Yin expresado en términos energéticos.
Además de producir el movimiento, los músculos tienen otras muchas funciones:
– Estabilizan las articulaciones y, por ende, la postura del cuerpo.
– Realizan la conversión de la energía química en mecánica (en donde habría que incluir al prana o
proceso respiratorio).
– Se encargan de darnos la información sobre el espacio que ocupamos por medio de unos sensores
específicos denominados propioceptivos.
– Nos entregan una valiosa información del estado fisiológico del organismo.
– Su movilidad incrementa la circulación de la sangre y el drenaje linfático.

¿Qué beneficios tiene conocer la anatomía de tu cuerpo para la práctica de


yoga?
En conclusión, es evidente que el estudio anatómico nos aporta muchas ventajas. Te menciono
algunas de las más importantes:
– Poder observar mejor nuestras posibilidades y limitaciones en la ejecución de las asanas.
– Esto cobra mayor importancia si se tiene en cuenta su utilidad a la hora de evitar lesiones y
optimizar los resultados.
– Nos ayuda, al mismo tiempo, a clasificar adecuadamente las diferentes posturas.
Pero, ten esto muy en cuenta: conviene no perder de vista otras cuestiones más allá del enfoque
anatómico. Por ejemplo, ¿cómo te sientes al hacer yoga? La experiencia interna se refleja también
en tu cuerpo. Una actitud diferente crea un dibujo muscular diferente. Nuestro organismo es un
sistema cambiante y el yoga nos invita “permanentemente” a tomar conciencia de ello.

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