Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Shayla Black
Jenna Jacob
Isabella La Pearl
La Descarada
y el Dominante
(The Bold and the Dominant)
1
La Descarada y el Dominante
Staff
Traducción
Corrección
Diseño
2
La Descarada y el Dominante
Argumento
Portada original
3
La Descarada y el Dominante
Capítulo Uno
4
La Descarada y el Dominante
Además, Raine los necesitaba a ambos. Ella solo acababa de bajar esos
altos muros alrededor de su corazón en los últimos dos días, cuando
finalmente habían comenzado a trabajar juntos. Compartirla podría ser un
nuevo acuerdo, pero él y Liam ya habían recorrido ese camino juntos, aunque
no con ella… y sin éxito.
Aún así, Raine los hacía mejores hombres… y compañeros. Hammer sabía
que Liam había sentido la misma perfección cuando la abrazaron. ¿En serio
querría él arruinar esto?
Antes que Hammer pudiera decir algo, Liam tomó sus pantalones, se los
colocó y entró en el baño. Hammer besó la frente de Raine
—No dejaré que nada ni nadie se interponga entre nosotros, preciosa. Lo
prometo.
Sintiendo una punzada de dolor en la mandíbula donde Liam lo había
golpeado la noche anterior, Hammer se puso de pie y la movió de lado a lado.
Su pelea fue inevitable. Los celos y el resentimiento estaban acumulados por el
último mes, desde que Liam se había interesado en Raine. Ojala, la pelea haya
finalmente aclarado el ambiente entre los dos.
Suspirando, Hammer se colocó su pantalón y se reunió con Liam,
cerrando la puerta detrás de ellos. A la luz, Macen notó que la nariz de su
amigo estaba levemente hinchada, pero ninguno de los dos se veía peor.
—Te escucho. ¿Qué problema hay?
Liam suspiró.
—Gwyneth me acaba de llamar.
¿Qué quería la ex de Liam? La belleza británica lucía como el sueño
húmedo de cualquier hombre, pero bajo ese hermoso exterior, ella era la peor
pesadilla de alguien.
—¿Sigues en contacto con esa perra?
—Diablos, no. —Liam se echó hacia atrás—. Sabes que cambié mi número
luego del divorcio. Lo hice para que no pudiera llamarme.
—¿Entonces cómo te encontró?
—No tengo una maldita idea. —Pero no se veía emocionado.
—Así que… te llamó. ¿Por qué es eso un problema?
Liam vaciló.
—Está en Shadows.
—¿QUÉ?
Esa declaración eliminó cualquier vestigio de sueño. Se frotó el cabello
desordenado.
5
La Descarada y el Dominante
—Pensé que Gwyneth vivía en Londres. ¿Por qué arrastró su culo de zorra
al otro lado del charco para aparcarlo en mi club?
—Dice que necesita verme. —Rodó los ojos.
Si su ex esposa simplemente quería remover mierdas… o incluso pedir
más dinero… no hubiera volado ocho mil kilómetros para hacerlo. Un
presentimiento golpeó las entrañas de Hammer.
—¿Tienes alguna idea de la razón?
—Dice que es de vida o muerte. —Liam lo miró secamente—. Ella
realmente estaba llorando.
Si Gwyneth hablaba de su muerte, sería una enorme tragedia.
Hammer cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Y eso en qué es de tu incumbencia?
—No me explicó, solo dijo que necesitaba verme de inmediato.
En otras palabras, Gwyneth estaba armando más drama. Hammer resopló.
—En serio no estás pensando en verla.
—Preferiría no hacerlo, pero dudo que se vaya por sus propios medios, y
no puedo pensar que te guste que se quede en tu club.
—Ni durante cinco minutos. Llamaré a Pike y le diré que la saque.
Liam apretó los dientes.
—Bien por mí. Es la última persona que Raine necesita conocer.
—Absolutamente.
Gwyneth tenía una lengua afilada como un cuchillo. De ninguna manera
él permitiría que Gwyneth destrozara a Raine.
Hammer buscó en su bolsillo y sacó su móvil para llamar al monitor de
calabozo que había dejado a cargo. Él esperaba que esto arreglara su
problema, pero conocía a Gwyneth. No estaría ahí si ella no pretendiera
revolver el caldero de la mierda. Y nadie tenía una cuchara más grande.
Gwyneth lo despreciaba, así que si había venido a su club y estaba
dispuesta a lidiar con él con tal de ver a Liam, quería algo con mucha
desesperación.
—Si quiere dinero, tiene muchas agallas para venir a pedírtelo. Te engañó
y aún le diste una cantidad generosa. —Hammer miró su teléfono. Dieciséis
llamadas perdidas y tres mensajes de texto.
—Mierda.
Liam se inclinó para ver la pantalla.
—Maldito infierno. Aquí vamos.
6
La Descarada y el Dominante
7
La Descarada y el Dominante
Si este niño era de él, Hammer tenía razón, Gwyneth lo había jodido y
bien. Liam se frotó el rostro, sus pensamientos giraban.
¿Un bebé?
—La última vez que la vi fue en una gala de beneficencia una semana
después de que se finiquitara nuestro divorcio. Porque ayudé a un hospital
infantil local con una recaudación de fondos, recibí un premio de la
comunidad. Gwyneth entró y no pude irme. Así que me emborraché. Lo
siguiente que supe es que era de mañana. Estaba desnudo en su habitación de
hotel, y hablaba de cómo habíamos tenido la follada del siglo.
Hammer se estremeció.
—¿La tuvisteis?
—No. —Él hizo una pausa intentando mantenerse calmado y lógico—. Al
menos no lo creo.
—¿Tú no crees? O se la metiste o no.
—Estaba borracho, maldición. No lo recuerdo.
—¿Pero no lo sabes con seguridad? —Cuando él negó con la cabeza,
Hammer se vio como si quisiera golpear algo—. Joder. Joder. Joder. Joder.
8
La Descarada y el Dominante
9
La Descarada y el Dominante
10
La Descarada y el Dominante
Liam dio un pequeño suspiro de alivio al ver que Macen lo apoyaba otra
vez.
—Eso significa mucho para mí, pero no necesito que sostengas mi mano.
Gwyneth es mi ex esposa. Mi desastre. Lo voy a limpiar. No quiero que esto os
toque a ti o a Raine.
—Debe haber otra solución además de irte. Luego de abrirla física y
emocionalmente anoche, ella estará vulnerable durante días. A pesar de los
progresos que hicimos anoche, unas horas de dicha no son suficientes para
que ella cambie su modo de pensar. Ella se cerrará. Dios sabe lo difícil que será
abrirla de nuevo.
Maldito infierno, Hammer tenía razón.
Él se pellizcó el puente de la nariz para reprimir el dolor que se
desarrollaba detrás de sus ojos.
—Necesito averiguar si es mi hijo.
Macen frunció el ceño, con expresión implacable.
—Déjame ir al club. Lidiaré con Gwyneth y te tendré una respuesta.
—No creo que eso sea mejor. Si te vas ahora, ¿qué pensará Raine de eso?
Hammer hizo una pausa y maldijo.
—Que la conquista terminó y que seguí adelante para buscar a otra.
Maldita sea.
—Precisamente. Es por eso que quiero sentarme con ella y explicarle. Le
aseguraré que tengo toda la intención de volver esta noche.
—¿Explicarle qué? No tenemos ningún hecho comprobado además de que
tu ex esposa está en la ciudad, trajo un bebé y quiere verte.
Liam se pasó una mano por la dolorida frente.
—Tenemos que decirle algo a Raine. Será un problema ocultárselo. Luego
de dos días de reafirmarle la importancia de la honestidad y comunicación, le
prometimos lo mismo. Seguramente no has olvidado cómo nos agarró de las
pelotas porque no estábamos haciendo justamente eso.
—¿Cómo olvidarlo? —Él resopló—. No quiero ser deshonesto, pero es
nuestro deber como sus dominantes protegerla. La repentina aparición de
Gwyneth sacará las peores inseguridades de Raine.
—Tienes razón. Quiero darle más crédito y a nosotros también. Pero luego
de solo una noche juntos… la mayor parte teniendo sexo o durmiendo… no
hemos establecido una base solida de confianza.
—Exacto. Y seré honesto. Si Gwyneth se entera de Raine, me preocupa que
tu ex le haga algo malo. Sabemos que es capaz.
Lo fue una vez…
11
La Descarada y el Dominante
—Si Gwyneth volvió a destrozarme la vida, quisiera que hubiera sido hace
un mes. Diablos, incluso hace una semana. Para entonces, nuestra relación con
Raine sería más fuerte. Pero Gwyneth encendió la mecha de esta bomba.
—No me gusta.
—Estoy decidido a mantener a Raine a salvo, igual que tú, pero el suicidio
de Juliet te sacudió. Eso te hace algo sobreprotector a veces.
—No me psicoanalices —Macen farfulló—. Solías ser más fácil de llevar.
Cuando compartimos en el pasado, me dejaste tomar mis decisiones.
Por ocho años, Hammer había cargado solo el lastre de fallarle a Juliet.
Ahora que Liam conocía las circunstancias, se dio cuenta que él también le
había fallado a la mujer.
—Era poco más que un niño entonces, y te dejé decidir con Juliet porque
ella era tu esposa.
Y Liam no la amaba de la manera en que amaba a Raine.
—Pero su muerte me enseñó que si ambos estamos involucrados, ambos
debemos ser responsables.
Hammer asintió.
—Tienes razón. Y esa es la lección más difícil de aprender, joder.
Liam se puso de pie y extendió la mano.
—Lo sé. Casi perdí a mi mejor amigo por eso.
Hammer lo atrajo hacia sí para chocar los hombros y darle un abrazo
masculino.
—Como si pudieras deshacerte de mi tan fácilmente.
12
La Descarada y el Dominante
—Aún no han aprendido cómo trabajar con maquinaria tan compleja, ¿no?
Hammer miró agradecido la cafetería.
—Estamos algo preocupados en el momento, intentando arreglar un
desastre.
—¿En qué se metieron esta vez? —Beck preguntó.
—¿Raine hizo sus maletas y los dejó otra vez? —Seth los miró como si
fueran idiotas.
—No —Liam contestó—. Ella está arriba durmiendo. Mi ex esposa es el
problema.
—Noticia de última hora: ella siempre ha sido un problema.
Hammer concordó, y le contó a los hombres sobre la visita inesperada de
Gwyneth y el extra bollito de felicidad que trajo con ella.
—¡Santa mierda! ¿Es tuyo? ¿Tuviste sexo de ex con Gwyneth?
Seth parecía como si fuera a vomitar ante la idea.
—No lo sé. —Liam sonó tan miserable como se sentía.
—O tal vez te tiraste a tu ex porque tu mano tenía una cita con otra polla.
—Beck se rio.
Liam le mostró el dedo medio.
—¿Al menos está buena? —Beck elevó las cejas.
Hammer rodó los ojos.
—Oh, está, buena, sí. Un buen desastre de desecho tóxico.
—Me puedo tirar algo toxico. —Beck se encogió de hombros—. ¿Le gusta
el dolor?
Liam negó con la cabeza
—Es mucho mejor infringiéndolo que recibiéndolo.
Seth solo se rió.
—Siempre es una maldita novela con vosotros dos.
—Lárgate si no vas a ayudar —Hammer gruñó.
—¡Escuchad! Dejé mi vida en Nueva York y enfrenté la falla de San
Andreas para ayudar. —Seth se defendió con una mueca, y se giró
preocupado a Liam—. ¿Te acuerdas de algo?
—Sí. Despertar junto a Gwyneth horrorizado. Salté de la cama, fui al baño,
y me largué de allí.
—Mierda. —Seth parecía asombrado—. ¿Cuánto tiene el niño?
—Necesitamos averiguarlo.
Hammer hizo una mueca y sacó su móvil del bolsillo. Marcó el número de
Pike, y activó el altavoz.
—Fue algo más largo que ―ya te llamo‖. Solo digo. —Pike gruñó.
13
La Descarada y el Dominante
14
La Descarada y el Dominante
15
La Descarada y el Dominante
16
La Descarada y el Dominante
Liam palideció.
—¿Tanto tiempo?
—Los pacientes de trasplante son de alto mantenimiento.
—No podemos dejar a Gwyneth y ese bebé en mi club —Hammer
señaló—. Ella necesita encontrar un hotel. O mejor, volver a Londres.
El teléfono de Liam zumbó en su bolsillo. Miró la pantalla, maldijo, y lo
regresó a su lugar.
—Maldita sea, no deja de llamar. Y no quiero esto colgando sobre mi
cabeza durante días. Prefiero averiguar qué quiere y dejarlo atrás. —Liam se
puso de pie—. ¿Y si me voy con Beck y oigo de lo que ella se está quejando
tanto, y traigo el coche para la noche?
—Ya hablamos de eso —Hammer le recordó.
—No solo eso, le estarás dando a ella exactamente lo que quiere —Seth
señaló—. Tú. Solo. Separado de todos los que podrían apoyarte, especialmente
Hammer y Raine.
Liam hizo una pausa. No lo había visto así. Ya que Gwyneth estaba en
Shadows, ya ella sabía que estaba con Hammer, cuyo estilo de vida aborrecía.
Posiblemente, ella sospechaba que Liam estaba involucrado también en lo
pervertido. Pero también sabía que ellos habían compartido a Juliet y podría
asumir que los dos habían encontrado una sumisa para desempeñar de nuevo
el papel. Conociendo la naturaleza maliciosa de Gwyneth, si venia por él,
pretendería sembrar el caos… y lo extendería con placer hacia otros en su
vida. Ella comenzaría a dividir y conquistar.
Al diablo con ella. Cualquier daño que Gwyneth hubiera pensado en
provocar, solo serviría para reafirmar su compromiso con Hammer y Raine.
—Sobre mi cadáver —Hammer dijo inmediatamente—. Digo que todos
volvamos. Le diremos a Raine que Beck tiene una emergencia. No es mentira.
Liam negó con la cabeza.
—Tampoco es la verdad.
—Bueno, a menos que os quedéis aquí, necesitáis estar listos para
marcharos en treinta minutos. —Beck dijo—. Si venís, más vale que decidáis
qué decirle a Raine mientras hacéis las maletas.
—¿Puedo solo decir que vosotros dos me haceis alegrarme de mi aburrida
vida? —Seth picó.
—Jódete —Liam y Hammer contestaron al unísono.
Luego de que Liam llenara una taza de café, siguió a Hammer a la
segunda planta. La ansiedad aún lo apretaba. Tenían que tomar decisiones
rápido. ¿Qué le dirían a Raine de su repentina partida? ¿Cómo reaccionaría?
17
La Descarada y el Dominante
Las visiones de todas las maneras en que ella los tomó continuamente
anoche, deshaciéndose una y otra vez alrededor de ellos, le llenaron el cerebro.
¿Cuánto más pasaría antes de que se pudieran perder en ese nirvana otra vez?
Él esperaba que Gwyneth no intentara separarlos.
Las posibilidades de que eso ocurriera… Liam se estremeció. Nada
buenas.
Macen cerró el equipaje, y se sentó junto a él. Liam encendió la lámpara.
Raine reculó y frunció el ceño. Sus ojos se abrieron, grandes lagos de azul,
antes de volverlos a cerrar, y tomó el borde de la almohada y lo dobló contra
su rostro.
—Es muy temprano.
—Lo sé, amor. —Liam la arrulló.
Ella suspiró, y se dio vuelta, haciendo caer la almohada. Hacía un puchero
adorable mientras se retiraba el cabello oscuro de su rostro.
—¿Qué hora es? —Raine preguntó con voz ronca.
18
La Descarada y el Dominante
—Aún no amanece.
Hammer arrastró las mantas, exponiéndola al aire de la mañana. La piel se
le puso de gallina. Ninguno pudo resistir tocarla. Liam le acaricio la mejilla.
Hammer pasó una mano suave por su pantorrilla, con los dedos deslizándose
hasta la corva, antes de detenerse en sus pies.
A ella se le endurecieron los pezones. Su piel pálida se ruborizó. Liam
contuvo la necesidad de desnudarse y enterrarse en ella, para olvidar lo
demás. Él se contuvo, acunando en cambio su cabeza y pasando un pulgar
sobre la sien de ella.
—Es hora de despertar.
Ella se estiro, con la espalda arqueándose y empujando hacia arriba los
pezones a manera de invitación. Sus piernas se separaron levemente.
Junto a él, Hammer se tensó, su mirada se fijó en el paraíso desnudo y
resbaladizo que ambos querían de nuevo.
Ignorante, Raine gruñó y extendió la mano, dejando salir un suspiro feliz
mientras se derretía en el colchón.
Cuando abrió los ojos una vez más, el incentivo insinuante de su rostro
casi hizo que Liam decidiera que el plazo de Beck debería tener algo de
flexibilidad.
Incapaz de detenerse, Liam le acarició el hombro, se detuvo en un pecho, y
se extendió hacia su abdomen. Los dedos de Hammer llegaron a la parte de
arriba de su muslo. Ella tembló.
—¿No podemos quedarnos en la cama? —Susurró.
—No. —Liam deseó poder hacerlo mientras la tomaba de la cadera—. Pon
ese suculento trasero en movimiento.
Ella se apoyó en los codos para mirarlos. Su mirada aterrizó justo detrás
de Hammer, en la maleta ya hecha en la puerta del balcón. Ella miró la mesilla
de noche vacía. Su mohín se volvió un ceño fruncido, con la decepción y
confusión atravesando sus cejas.
—¿Nos vamos?
Hammer asintió brevemente.
—Desafortunadamente, tenemos que regresar al club.
Raine parpadeó.
—¿Ya? Pensé que nos íbamos a quedar unos días.
—Beck tiene una cirugía esta tarde —Liam explicó.
—Pues dale el coche y que vaya. Estoy segura que nosotros tres podemos
encontrar algo que hacer mientras no está. —Ella batió las pestañas.
19
La Descarada y el Dominante
20
La Descarada y el Dominante
Capítulo Dos
21
La Descarada y el Dominante
22
La Descarada y el Dominante
Ella cruzó los brazos sobre sus pechos libres sintiéndose de algún modo
desnuda, sentada entre ellos con tan poco puesto… y preguntándose si ellos
aún la deseaban… juntos… en su futuro.
—No creí. —Como si sintiera su ansiedad, Liam le tomó la mano, con
tranquilizante calidez.
—Además de cansada, ¿Cómo te sientes esta mañana? ¿Dolorida?
Raine estaba terriblemente consciente de cada dulce dolor de su cuerpo
bien usado, especialmente el delicioso ardor que prevalecía entre sus piernas.
Ella podía felizmente acostumbrarse a esa incomodidad. ¿La volvería a sentir?
O ¿solo era esto un confuso anhelo por la aparente devoción que le dieron
anoche?
—Un poco, pero bien —ella murmuró.
23
La Descarada y el Dominante
24
La Descarada y el Dominante
de estrellar sus labios sobre los de ella. Una ola de deseo tronó a través de ella,
crepitando dentro de ella mucho más cuando él paseó su lengua sobre el
borde de los labios femeninos, exigiendo entrar. Raine se abrió para él, y
Macen exploró su boca, hundiéndose para un beso completo y abrasador.
Pero, ¿qué pasaría si el afecto de Macen molestaba mucho más a Liam?
Con un suave gemido, Raine se alejó y parpadeó en dirección a Hammer,
buscando respuestas. Él pasó sus labios por el cuello de ella, por su
mandíbula, y llegó a su oído.
—Todo está bien, preciosa.
—Él está molesto —susurró sacudiendo la cabeza.
—Ninguno de nosotros pudo dormir mucho anoche. —Él murmuró en
tono bajo—. Un humor no tan bueno no significa que te estemos alejando.
Dale un poco de tiempo.
Lo que Hammer dijo tenía sentido. A veces sus estados de ánimo no eran
los mejores, y eso no era reflejo de sus sentimientos por Hammer o Liam. Él
era un hombre, así que no todos sus pensamientos eran para ella, los tres, o el
futuro. Diablos, él tal vez estaría gruñón por qué no había desayunado algo
caliente todavía. Aunque Liam parecía estar bien cuando la despertaron, ella
tenía que confiar que Hammer no mentiría, especialmente si Liam tuviera
dudas sobre ellos.
Por la siguiente hora y media, los kilómetros pasaron. Una vez Raine
terminó su té en el silencio cómodo, colocó su taza en el portavasos en la parte
de atrás de la consola, y reclinó su cabeza para intentar dar una cabezada
mientras el rodar del coche zumbaba sobre la carretera.
Para su frustración, no podía dormir. El silencio la irritaba. Ella no
esperaba que todos estuvieran animados antes de las siete de la mañana. Pero
esta mañana el silencio no era para nada similar a la conversación divertida y
libidinosa que habían sostenido cuando iban hacia la montaña. En cambio,
Seth tenía la cabeza echada para atrás como si estuviera lanzando Zetas. Beck
probablemente estaba pensando en el trabajo ya que lo llamaron para que
volviera. Hammer normalmente no tenía mucho que decir en la mañana. Todo
cierto… pero la ausencia total de sonido, junto con el comportamiento extraño
de Liam tenía sus preocupaciones en estado de efervescencia.
Esperando una distracción, ella se inclinó hacia adelante ladeando la
cabeza en dirección a Beck.
—Entonces, ¿qué clase de cirugía es tu emergencia?
—Un trasplante de corazón —Beck ofreció—. Mi paciente ha estado
esperando más de un año en la lista de donantes.
25
La Descarada y el Dominante
26
La Descarada y el Dominante
27
La Descarada y el Dominante
Hammer miró detrás de ella. Raine miró sobre su hombro para ver a Liam
salir del otro lado del vehículo, con el móvil presionado en su oído mientras
caminaba agitado.
Raine frunció el ceño.
—Solo intento ayudar. —Hammer le tomó el brazo de nuevo—. Te llevo al
baño.
¿Llevarla?
—Yo puedo encontrarlo sola. El lugar no es tan grande.
Hammer estrechó la mirada y la llevó hacia la tienda.
—Entonces lleva tu sexy trasero adentro y ocúpate de tus cosas.
Raine se giró para irse. Entendía totalmente la urgencia de la situación de
Beck. Pero ¿que Hammer mirara el furioso intercambio que sostenía Liam? Eso
la preocupaba como el infierno.
—¿A quién le habla Liam? —Ella preguntó.
Hammer sacó su billetera del bolsillo trasero de su pantalón.
—No sé. Cuando termines en el baño, cómpranos unas botellas de agua.
—Odio cuando haces eso.
—¿Hacer qué?
—Ignorar mis preguntas. Obviamente algo está molestando a Liam.
—Si hubiera algo que necesitaras saber, te lo diría.
—¿Lo harías? —aine se enojó—. No creo que me estés dando toda la
historia. ¿No fue solo… oh, anoche, que los dos me prometisteis honestidad y
comunicación?
—Aleja tus inseguridades, preciosa. —Él le colocó un billete de veinte
dólares en la mano—. Ve al baño. Trae el agua. Te veo en el coche. Todo está
bien.
Nada estaba bien. Algo tenía alterado a Liam, y Hammer no quería que
ella supiera. Le habían jurado que si todos comunicaban sus pensares y
sentires, los tres podrían tener un buen futuro. Lo que ellos querían decir era,
que si ella se abría y les entregaba hasta las entrañas, ellos lo agradecerían
pero no verían la necesidad de corresponderle.
El dolor la abrasó. Se suponía que ella era lo suficientemente importante
para que ellos compartieran lo que tenían en el corazón.
¿Por qué ella no era lo suficientemente importante para conocer la verdad?
Sin mediar palabra, ella corrió hacia la tienda. Al entrar, se detuvo detrás
de una pila de postales y miró por la ventana de cristal. Beck llenaba el tanque.
Seth se paró fuera del asiento del pasajero, estirando los brazos sobre su
cabeza mientras bostezaba. Y Liam… él aún tenía el teléfono presionado en el
28
La Descarada y el Dominante
29
La Descarada y el Dominante
30
La Descarada y el Dominante
—Casi no pude oírlo todo. Ella se puso a llorar otra vez. Se estaba
quejando de que nuestro matrimonio no significó nada y que no entendía
cómo pude involucrarme con alguien tan rápidamente, como si ella no hubiera
existido, y toda esa estupidez.
La llamada de Gwyneth claramente había agregado más peso a la
preocupación de su amigo, y eso enfurecía más a Macen. Él pasó las últimas
horas intentando indagar las diferentes razones para la repentina visita de
Gwyneth… además del bebé. No llegó a ningún escenario plausible, solo logró
darle dolor de cabeza.
—Terminasteis hace dos putos años —Hammer señaló.
—Tenemos que decirle a Raine lo que pasa —Liam insistió—. Ya sospecha
algo. Luego de quitarle el collar, pasamos por un camino muy difícil para
llegar a este punto. No quiero que ella dude de mi compromiso y se sienta
insegura otra vez. Pero mi cabeza no está ahí ahora, y no creo que podamos
mantener ocultos a Gwyneth y al bebé por mucho tiempo.
Hammer negó con la cabeza.
—Ya acordamos no contarle a Raine en el coche. O sin todos los hechos.
Hasta entonces, saca la cabeza del culo y comienza a darle tu atención.
—No es tan simple. Estoy de muy mal humor, Macen. No he dormido. Tal
vez decirle ahora no es lo mejor, pero seguro como el infierno que eso me
quitaría un peso de encima.
—No es justo con ella —Hammer discutió.
—¿Y si Gwyneth y su lengua viperina están esperando en Shadows para
confrontar a Raine? ¿Y si estamos llevando a nuestra chica hacia una puta
trampa? —Liam rugió—. Será demasiado tarde para confesarle algo a Raine
allá, y menos para protegerla.
—La protegeremos —Hammer insistió—. Pero nada ha cambiado. Si le
contamos, y resulta que el bebé no es tuyo, lo único que habremos logrado es
sacudirla para siempre. Sigamos así. Es nuestra mejor opción.
—Si Raine se entera que Gwyneth está en Shadows antes de que podamos
contarle, pagaremos por eso —Liam tronó.
—Pues evitaremos que eso ocu…
—Escuchad —Seth gritó, llamando la atención de Hammer.
Sobre el hombro de Liam, él vio a Raine salir de la tienda. Ella los había
visto peleando, sin duda. Su expresión tensa lo golpeó como un puño en las
entrañas.
—Raine viene —Hammer advirtió en un susurro bajo.
Liam se giró y se tensó, obviamente al ver su expresión nada feliz.
31
La Descarada y el Dominante
32
La Descarada y el Dominante
nuca y filtró sus dedos a través del cabello de Raine, presionando cada
centímetro de su duro cuerpo sobre el de ella.
En cualquier segundo, él esperó que Raine le mordiera el labio como una
gata salvaje. Maldita sea, él quería redireccionar su atención, pero besarla a
plena luz del día con un camionero sonando la bocina al pasar por su lado no
era su estilo, y Raine lo sabía. Incluso dentro del club, con los ojos de los
miembros constantemente mirando, él mantenía su vida privada separada de
todo. Pero en privado, jamás se contenía. Incluso si Raine creía que este
repentino ataque de afecto, ella estaría cuestionando a Liam otra vez antes de
llegar a la autopista.
Ella lo empujó suavemente y lo miró sospechosa.
—¿Por qué fue eso?
—No puedo dejar de pensar en lo de anoche —le contestó con voz ronca y
hambrienta.
—¿Y no podías esperar?
—He esperado por años. No esperaré más. —Abrió la puerta de atrás y le
señaló el asiento con la cabeza—. Entra.
Inclinándose mientras Raine se doblaba para subir a la silla, él miró a Liam
extender su mano para ayudarla. Antes de que él pudiera distraer a Raine de
nuevo, ella se concentró en Liam.
—¿Qué me ibas a decir? ¿De qué no quieres que me preocupe?
Ella tenía una rodilla apoyada en la acolchada silla, con el trasero
arqueado al aire. Hammer deslizó sus manos hacia arriba de sus muslos y las
acomodó sobre su trasero, apretando su piel suave y desnuda. Raine le palmeó
la mano.
—Detente. No voy a permitir que me tomes aquí en la estación de
gasolina.
—Lo haré si quiero. —Hammer le palmeó el trasero.
Con un pequeño grito, ella se arrastró más cerca de Liam y miró irritada
sobre su hombro. Macen se sentó junto a ella y cerró la puerta.
—Háblame, Liam. —Raine le acunó el rostro con una mano—. ¿Qué te
tiene alterado?
Hammer miró a su amigo con advertencia, y apretó la mandíbula.
—Nada de lo que necesites preocuparte.
Raine lo miró airada.
—Sigues contestando por él. ¿En qué andan?
—En casi un metro.
33
La Descarada y el Dominante
Liam hizo una mueca mientras Beck se reía fuertemente antes de que ella
se girara hacia Liam. Hammer hizo lo mismo. Y maldita sea, él conocía esa
mirada. Liam estaba librando una feroz batalla interna. Afortunadamente, el
móvil del hombre sonó otra vez, desviando su atención.
Apretando los dientes, Liam lo sacó de su bolsillo e ignoró la llamada.
Liam casi nunca le mostraba su ira a Raine. Un Dominante siempre debería
estar en control de sus emociones, pero ahora la furia emanaba de su amigo en
olas agitadas.
Luego de apagar el aparato por completo, Liam lo colocó de nuevo en el
bolsillo.
—¿Quién era? —Al ver que Liam no contestaba, Raine suplicó—.
Háblame.
—Solo cosas con las que debo lidiar más tarde. —Liam sonaba tenso.
—¿Qué clase de cosas? —Su voz temblaba.
Hammer oyó la preocupación en su voz.
Oh, diablos…
Liam hizo una pausa y miró a Raine con calidez y resignación.
—Amor…
Joder, su amigo iba a ceder.
—Él tiene unos problemas con su empresa, preciosa. —Hammer
interrumpió—. Eso es todo.
34
La Descarada y el Dominante
35
La Descarada y el Dominante
36
La Descarada y el Dominante
37
La Descarada y el Dominante
38
La Descarada y el Dominante
39
La Descarada y el Dominante
40
La Descarada y el Dominante
Capítulo Tres
41
La Descarada y el Dominante
42
La Descarada y el Dominante
Liam mantuvo la puerta abierta. Ella se acercó para tocarlo, mirándolo con
esperanza.
—¿También vienes a desayunar?
—Me encantaría, niña. Pero me temo que necesito ocuparme de unos
asuntos.
La decepción cayó pesada sobre sus hombros. La rabia que Hammer le
había atribuido a Gwyneth finalmente volvió a saltar a la vida.
—Arreglaré todo lo más rápido que pueda para poder pasar tiempo
contigo. —Liam sonrió como si su anterior ataque de celos jamás hubiera
ocurrido—. Te lo prometo.
—Espero que no tardes mucho. —Raine lo miró tan cruda y anhelante.
Dios, Hammer no quería nada más que arrastrarlos lejos, encontrar un
lugar donde pudieran bloquear al resto del mundo y solidificar su futuro.
Él sintió que todo se le iba entre los dedos.
—Yo también. Te amo, Raine. —Liam murmuró.
Hammer se les unió, retirándole a Raine un mechón de cabello de los
labios.
—Ambos te amamos, preciosa.
—Yo también los amo. —Ella sonrió trémulamente.
—Ve y arreglate —Hammer le ordenó. Raine miró sobre su hombro, casi
reticente a irse.
—La tenemos —Seth le aseguró antas de pasar por el lado de ellos, y la
puerta de madera se cerró detrás de él.
Tan pronto como desaparecieron adentro, Hammer se giró iracundo hacia
Liam.
—¿Qué diablos ocurrió en el coche?
Liam lanzó las manos al aire.
—Tengo mucho en la cabeza. Entonces le mentiste, lo cual no me alegra. Y
cuando empezaste a magrearla… perdí la calma.
¿Magrearla?
—En ese momento pensé que estaba salvando nuestros traseros.
—¿Casi follandola en el coche? —Liam dijo con desprecio—. Por favor…
era casi invisible para vosotros.
—¿Invisible? —Hammer quedó con la boca abierta—. Ambos te pedimos
que participaras. La misma Raine te lo pidió tres veces, y la rechazaste.
¿Querías que te rogara?
El rostro de Liam se cerró.
—Vosotros dos estabais bien solos.
43
La Descarada y el Dominante
44
La Descarada y el Dominante
45
La Descarada y el Dominante
46
La Descarada y el Dominante
Liam asintió.
—Sí. Gwyneth es mi ex esposa.
—Y la mentira de los problemas de trabajo es mía, así que debo
disculparme por eso.
Liam frunció el ceño.
—Cuando te lleves a Raine, hará más preguntas. Intenta ser honesto.
—Haré lo que pueda. —Pero Hammer no esperaba que fuera fácil—.
Antes de irnos, necesito ocuparme de Bill. Eso es algo que no podemos darnos
el lujo de postergar.
—Tienes razón. Mi primera prioridad necesita ser mantener a Gwyneth lo
suficientemente lejos de Raine para tomar una muestra de ese bebé y llevar la
muestra al hospital.
—Joder, sí. ¿Crees que ese bebé es tuyo? ¿En verdad?
Liam hizo una mueca.
—Me da miedo saberlo.
También a Hammer.
—También necesitas sacar a Gwyneth de Shadows e instalarla… en algún
lugar. Un hotel, una intersección, el paso inferior de una autopista… no me
importa. Siempre y cuando no está bajo mi techo y cerca de Raine.
—Tampoco puedo dejarla tirada en cualquier lugar. El chico puede ser mi
hijo. —Liam suspiró.
—Lo sé.
—Estaremos en contacto por mensajes de texto. Cuando tengamos todo
controlado, le explicaremos todo este desastre a nuestra chica.
—Tal vez llevemos a Raine a una cena linda y romántica. Asegurarnos de
que sepa que es importante.
—Creo que le gustaría —Liam concordó—. Una vez volvamos, la
sentamos y le explicaremos y que haga sus preguntas.
—Luego le haremos saber que la amamos —Hammer votó.
Liam sonrió.
—Lo haremos.
Tenían un plan. Llegó la hora de ejecutar. Ahora Hammer solo esperaba
que todo estuviera en su sitio.
47
La Descarada y el Dominante
¿Por qué no podían ella, Liam y Hammer solo ser felices por cinco
malditos minutos?
Raine atravesó el pasillo dentro de Shadows y se dirigió a la habitación que
había estado compartiendo con Liam, deseando poder disfrutar un futuro
brillante con los hombres que ella amaba.
En cambio, algo había salido terriblemente mal.
Si Liam tenía problemas de trabajo, ¿por qué Hammer la había manoseado
en el coche, casi restregándosela a Liam en la cara? Si lo hizo para distraerla, el
plan le falló miserablemente.
Su hermoso irlandés casi nunca rechazaba la oportunidad de tocarla. Esta
mañana, él no parecía interesado en lo absoluto. ¿Era el hecho de que él y
Hammer la compartieron la noche anterior un problema para Liam ahora? ¿O
algo más lo tenía molesto? Ella odiaba no tener respuestas.
Dado que Liam y Hammer pasaron días con ella para abrirla para que se
comunicara, promover la confianza y concentrarse en la honestidad, ella
realmente esperaba que ellos no le mintieran. Pero sospechaba que lo hacían.
A su lado, Seth la sostenía de un codo para guiarla por el pasillo.
Ansiando estar sola, intentó zafarse de su agarre.
—Conozco el camino.
—Por favor, demuéstrame que aprendiste algo en la cabaña. —No era
exactamente una petición, como se evidenciaba en lo cortante de su voz.
Justo detrás de él, Back llevaba su maleta y soltaba una risa.
—Eso es lo que tiene la princesa. Su temperamento a veces anula su
sentido común.
Sobre su hombro, ella miró suciamente a Beck.
—¿Desde cuándo es un problema basarse en los hechos?
48
La Descarada y el Dominante
49
La Descarada y el Dominante
50
La Descarada y el Dominante
51
La Descarada y el Dominante
Capítulo Cuatro
52
La Descarada y el Dominante
—Sé que piensas que tienes poder sobre mí. No tienes nada, Bill. Vete a la
mierda.
—Si no pagas, le diré a la policía que secuestraste a mi hija menor de edad
y la violaste.
—Di lo que quieras. —Hammer fingió indiferencia—. No tienes pruebas, y
Raine insistirá que mientes.
Incluso si el hombre hiciera esas declaraciones tan ridículas y realmente
encontrara a alguien dispuesto a escuchar, Hammer se sentía seguro de que él
y Liam podrían mantener a Raine a salvo.
Además, él tenía su propia póliza de seguro.
—¿Honestamente crees que necesito pruebas? —Bill resopló—. Manejas
un antro de perdición. Para la comunidad eres el mismísimo Diablo. Atando
mujeres, golpeándolas, violándolas, y Dios sabe qué más. Harán fila para ver
cómo te fríes. Y yo solo me reiré.
Hammer apretó los dientes.
—Olvidas un hecho muy importante. Tengo un testigo que escuchó cómo
confesabas que intentaste violar a tu propia hija menor de edad.
Una ira asesina llenaba a Hammer cada vez que pensaba en Raine
luchando contra su repugnante padre.
—Liam estaría más que feliz de atestiguar bajo juramente exactamente lo
que dijiste —Hammer agregó.
Bill resopló.
—La palabra de otro conocido pervertido no significa nada.
—También tengo al doctor que la examinó la noche que la encontré
golpeada y amoratada para respaldarme.
—Le diré al juez y al jurado que a ambos les ofreciste a mi hija menor de
edad para convencerlos de decir todo eso.
Hammer apretó fuertemente el teléfono. Se aguantó las ganas de conducir
hasta la casa de Bill Kendall y golpearlo con una barra hasta que los sesos del
hombre untaran su asquerosa y maltrecha alfombra.
—Aún tengo las fotos que muestran todo lo que le hiciste, miserable
pedazo de mierda —Macen le recordó—. Métete conmigo, y todos tus vecinos
sabrán qué clase de monstruo fuiste con Raine cuando era niña. Verán cada
moretón y laceración que tu hija sufrió bajo las manos de su vecino pedófilo.
—Te demandaré por difamación, mojigato bastardo —Bill gritó—. Dame
mi dinero o lo lamentarás.
—No me amenaces, viejo. Vienes de nuevo a Shadows y te prometo que te
dejo una bala en la cabeza.
53
La Descarada y el Dominante
Con la furia zumbando en sus oídos, Hammer colgó y dejó salir un fuerte
suspiro, intentando no dejar que su temperamento se le saliera de las manos.
Una respiración no fue suficiente. Otra solo ayudó un poco. Necesitaba ir a ver
a Raine, pero no podía hacerlo hasta que contuviera su deseo de ir a matar a
su padre. Una mirada al rostro de Hammer y él sabía que ella vería la rabia…
y comenzaría a hacer más preguntas.
Golpeando su escritorio con un puño, Hammer maldijo bajo y largo, y
luego le envió a Liam un mensaje de texto contándole sobre Bill, quien
probablemente aún estaba ocupado con la víbora. No era que su amigo
necesitara una puta cosa más de la qué preocuparse.
Luego de enviar el mensaje, Hammer cerró los ojos y respiró
profundamente.
—¿Fue ese el padre de Raine? No sonó como si la charla hubiera estado
bien.
Hammer levantó la cabeza para ver a Seth, recostado en la puerta.
—Dios sabe que la única charla con Bill Kendal que saldrá bien es cuando
esté a tres metros bajo tierra. Quisiera haber grabado la conversación, maldita
sea. ¿Cómo está Raine?
—En la ducha. Está callada… por ahora. Sabes que eso está sujeto a
cambios una vez ella decida que está molesta por la manera en que los dos os
estáis portando.
Seth no había conocido a Raine mucho tiempo, pero se estaba poniendo
rápidamente al día.
Macen asintió.
—Espero que ella pueda dejar su dolor atrás pronto y se pueda ajustar.
—Sí. Se lo ha ganado. Los dos le prometisteis honestidad y comunicación
para que pudiera confiar en vosotros. Y ninguno está cumpliendo. Hablaré
con Liam sobre por qué ella está lamiendo sus heridas. Pero tú le estás
mintiendo peor que un vendedor de coches usados. ¿Ambos estáis intentando
ver lo rápido que podéis arruinar esto?
Seth no estaba tan desfasado.
—Gracias por tu opinión, Dr. Phil, pero Liam y yo ya hemos solucionado
esto. Tenemos un plan.
Seth rodó los ojos.
—Porque esos siempre les salen tan bien a vosotros dos.
Hammer lo miró con rabia.
—¿Viniste a algo? Si no es así, te agradecería que mantuvieras un ojo sobre
Raine. Ya estoy allá en un minuto.
54
La Descarada y el Dominante
55
La Descarada y el Dominante
56
La Descarada y el Dominante
Hammer sabía que él aún lidiaba con los estragos del suicidio de Juliet,
pero no tenía idea de que Liam aún estaba impactado por la traición de
Gwyneth. Ahora que lo sabía, tenía que ser inteligente acerca de los
detonantes de Liam.
—Gracias por apoyarlo. Me has dado mucha información que necesito.
Seth se encogió de hombros.
—Él y yo somos cercanos, pero vosotros dos teneis un vínculo que
va…más allá. No podía ayudarlo más. Pienso que tú sí. Sé que Raine puede…
si te las arreglas para que sigan todos juntos.
Hammer se sintió un poco atorado.
—Lo haré. Haré lo necesario.
Afuera en la brillante luz del sol, Macen se colocó sus gafas de sol
mientras ayudaba a Raine a subir en el asiento del pasajero de su Audi. Luego
de trotar alrededor del vehículo, se deslizó detrás del volante y salió del
estacionamiento. Miró en el espejo retrovisor, esperando poder ver a Liam
acompañando a la reina del hielo y al niño fuera del club. No tuvo suerte.
Hammer no respiraría en paz hasta que la ex de Liam estuviera fuera de su
club… y de sus vidas.
La idea de su amigo siendo padre de un bebé de esa perra enfermó a
Macen. Liam no carecía de la capacidad de amar a un niño o mantenerlo.
Diablos, él sería un padre modelo. La idea de que él tuviera que lidiar con su
ex esposa por los próximos dieciocho años devoraba a Hammer vivo. Si el
bebé resultaba ser de Liam, la presión de ello estaba destinada a caer sobre
Raine. Hammer solo podía preguntarse qué pasaría después.
57
La Descarada y el Dominante
Ya era bastante difícil unir dos vidas, más difícil unir tres. ¿Agregar a
Gwyneth a la mezcla? Una pesadilla. Él haría lo que fuera necesario para
ayudar a Liam y a Raine a manejar esto, pero, si él pasaba el resto de su vida
en la dicha que sintió anoche.
Raine encendió la radio y se mordió una uña mientras oía una triste
balada. Sí, ella sabía que algo iba mal. Lo tenía escrito en la cara.
—Sé que dijiste que Liam tenía problemas en el trabajo. Si esa es la causa,
¿por qué no lo intenta arreglar por teléfono mientras estamos en el coche? —
Ella preguntó—. Eso no es típico de él. Estoy preocupada.
A veces la chica era demasiado lista. Aunque él esperaba que ella hiciera
más preguntas, también prometió no mentirle.
—Liam está reunido con alguien ahora para tener detalles del problema.
Él debe tener más información luego de ello.
—Pero parecía molesto. ¿Alguien lo traicionó? ¿Le hizo daño?
Más de lo que te imaginas.
—Él sospecha que alguien intenta embaucarlo. Pero él es inteligente, así
que lo solucionará. Si nos necesita, nos avisará.
Raine asintió lentamente. Ella no se veía feliz, pero Macen esperaba que
ese fuera el final de su interrogatorio. Aunque él estaba más que
acostumbrado a protegerla de feas verdades, él y Liam tenían que ser sinceros.
Él estaba nervioso como el infierno por decírselo todo esta noche, pero se
negaba a perderla cuando unas palabras podrían mantenerla cerca. Hammer
intentó no pensar que esas mismas palabras podrían también ahuyentarla.
Tragando el gran nudo en su garganta, rezó porque antes de que el desayuno
terminara, Liam hubiera hecho que Gwyneth confesara la verdad y toda esta
tormenta de mierda hubiera cesado.
Se estacionaron en un restaurante local, y Hammer ayudó a Raine a salir
del coche. Una vez se sentaron en una cabina, él bebió su café y se fijó en la
adorable línea que apareció entre las cejas de Raine mientras bebía zumo y
miraba el menú.
—¿Qué suena bien para ti, preciosa?
—Todo luce sabroso —ella se encogió de hombros. Bajando el menú, lo
miró pensativa—. Pero hubiera sido mi placer cocinar para ti. ¿Por qué no me
lo permitiste? Liam también necesita comida.
La culpa le embadurnó las venas. Una confesión se posó en la punta de su
lengua, pero él y Liam habían acordado decirle juntos. Raine necesitaría
confirmaciones por parte de ambos.
Él tomó otro sorbo de café e intentó suavizar su expresión.
58
La Descarada y el Dominante
—Lo sé. Amo que quieras cocinar para ambos. Pero estás cansada.
—Estoy bien.
El camarero llegó con una libreta y lapiz antes de que él pudiera decir algo
más. Raine ordenó casi nada. Con el ceño fruncido, Hammer pidió su plato
favorito, junto con unas cuantas cosas más para compartir en caso que pudiera
convencer a Raine a comer más.
—La Navidad es en menos de tres semanas. —Él comenzó—. Estoy seguro
que querrás comenzar a decorar y planear el intercambio anual de regalos
para los miembros.
Ojala ese proyecto la tuviera pensando en otras cosas, al menos hasta esta
noche.
Raine frunció el ceño.
—¿Por cuánto tiempo has conocido a Liam?
No tuvo suerte. Él suspiró y se frotó la nuca.
—Casi una década. Él está bien. Todo va a estar bien.
—¿Alguna vez él se ha inclinado a jugar a ser un bebé?
Hammer estaba preparado para una pregunta acerca del humor de Liam,
sus problemas, su falta de honestidad, todo menos sus fetiches.
—¿Qué?
Ella se sonrojó. Aunque había crecido en un club BDSM, ella jamás había
participado hasta hace unas semanas. Ella entendía algunas cosas puramente
por observación.
—Tú sabes. Jugar al ―papá‖. Pañales, biberones, mecer al bebé, echarle
talcos. ¿A él le gusta esto?
Su pregunta dejaba claro que la idea no le gustaba para nada.
Hammer no pensó que tenía que mentir sobre ello… pero él tampoco sabía
que Liam hubiera sido un sádico por un tiempo.
—Él jamás ha expresado el más mínimo interés. ¿Por qué la pregunta?
Raine dejó salir un pequeño suspiro, pero esa línea de confusión aún
arrugaba su frente.
—Encontré esto después de bañarme.
Ella buscó en el bolsillo de su chaqueta y colocó algo en la mesa entre
ellos. Sonaba plástico cuando golpeó la superficie de madera falsa, pero nada
lo pudo sorprender más que ver el chupete entre ellos.
Al instante, supo que Gwyneth lo había dejado ahí para que Liam… o
Raine… lo encontrara.
Incluso antes de volver a Shadows, esa perra había plantado lo que
esperaba fueran semillas de destrucción. Él apretó los dientes y contuvo su ira.
59
La Descarada y el Dominante
60
La Descarada y el Dominante
61
La Descarada y el Dominante
62
La Descarada y el Dominante
Capítulo Cinco
63
La Descarada y el Dominante
64
La Descarada y el Dominante
Liam se giró para encontrar a Gwyneth de pie en la puerta del baño, con
una pequeña sonrisa cerniéndose sobre su rostro.
Su ex esposa se veía notoriamente diferente desde la última vez que la vio.
Su cabello rubio platinado y largo aún era brillante y liso, pero su rostro estaba
casi limpio. Ella tenía un suéter negro sin forma y un par de vaqueros
desteñidos, sin zapatos. Liam frunció el ceño. Él no pudo recordar a Gwyneth
viéndose tan casual. Diablos, él no recordaba que ella tan siquiera tuviera un
par de vaqueros cuando estuvieron casados. De hecho, sin Prada, Vuitton, y
un maquillaje listo para ser fotografiado, él casi no la reconoció. La fría y
elegante esposa que él recordaba había sido reemplazada por una madre
aparentemente normal, tal vez cansada, simplemente intentando sortear la
vida.
Él casi sintió lástima por ella…pero no mucho.
Antes de hoy, él la había visto exactamente una vez desde su divorcio.
Para él, ese había sido demasiado. En cuanto a él le concernía, él siguió
adelante y encontró el amor verdadero. Que Gwyneth estuviera aquí podría
joder eso.
Con una sonrisa tentativa, ella se acercó, mostrándole una mejilla para que
la besara.
Liam le entregó el bebé y se retiró.
—Gwyneth.
Ella tomó al niño, la acogida en su rostro falló.
—Es bueno verte. ¿Cierto, Kyle?
—¿Por qué estás aquí?
El niño abrió la boquita, y su rostro se retorció en desagrado. Sus
pulmones se expandieron, y un chillido agudo le rompió la garganta.
Haciendo una mueca, Gwyneth miró a Liam con dolor. El bebé chillón le
tomó su rubio cabello mientras ella ansiosamente le palmeaba la espalda.
—El viaje ha sido difícil para él. Está fuera de su horario de dormir.
Mientras tomaba un pañuelo de su bolsillo y limpiaba las mejillas y la
nariz del niño, Liam seguía revisando esa carita.
Una vez el chiquillo se calmó, él miró a su ex con curiosidad.
—¿De quién es ese niño?
Ella respiró profundamente, preparándose, antes de caminar hacia él.
—Por favor siéntate, Liam. Yo… nosotros… hemos atravesado una gran
distancia porque hay algo importante que debo decirte. Veo que es repentino,
pero espero que me escuches.
65
La Descarada y el Dominante
66
La Descarada y el Dominante
67
La Descarada y el Dominante
68
La Descarada y el Dominante
69
La Descarada y el Dominante
70
La Descarada y el Dominante
71
La Descarada y el Dominante
Antes que ella pudiera decir otra palabra, Liam se fue sin mirar atrás.
Mientras caminaba por el pasillo, tomó su teléfono, leyendo rápidamente los
mensajes que había enviado Hammer.
¿Un chupete?
Perra calculadora.
Le envió un mensaje a Hammer.
72
La Descarada y el Dominante
Capítulo Seis
73
La Descarada y el Dominante
74
La Descarada y el Dominante
75
La Descarada y el Dominante
76
La Descarada y el Dominante
77
La Descarada y el Dominante
78
La Descarada y el Dominante
79
La Descarada y el Dominante
80
La Descarada y el Dominante
Kyle. Es justo como su padre. Ya sabes cómo Liam necesita dormir. En otro
momento.
Ella se movió hacia adelante para señalarle la puerta. Hammer la encontró
a mitad de camino y le envolvió el brazo con sus dedos.
—Prefiero ahora.
La llevó hacia el pequeño baño y cerró la puerta detrás de él, apoyándose
contra la superficie de madera para mantenerla atrapada adentro.
—Aquí estará bien. Así no despertaremos al bebé.
Los ojos de Gwyneth se estrecharon de modo casi imperceptible.
—Kyle estará nervioso si se despierta solo en un lugar extraño.
—Entonces lo haremos rápido, cariño. —Hammer deslizó su mirada
apreciativa y lenta por su cuerpo antes de posarse sobre sus pechos—. Veo que
gastaste la pensión de Liam en una buena causa.
El aire entre ellos se revolvió levemente, y él sintió que el temperamento
de ella se elevaba. Él sonrió de nuevo.
—Sé que eso no es de lo que viniste a hablar.
Macen se lamió los labios y la miró mientras tomaba unos mechones de su
cabello rubio, frotándolos entre su pulgar y su índice. La acercó, y el calor
emanó del cuerpo femenino.
Por mucho que odiara a la puta, la seduciría de ser necesario.
Cuando miró a su pecho de nuevo, ella tenía los pezones erectos. Un rubor
rosado brotó de las mejillas de Gwyneth. Él vio un tic casi imperceptible en su
brazo, como si luchara con la urgencia de cubrirse.
Bingo.
—¿Qué quieres exactamente? —Ella intentó alejarse.
Hammer no se lo permitió.
—¿Recuerdas la noche que intentaste seducirme? —Murmuró mientras
seguía acariciando su cabello—. ¿Aún piensas en eso? Me preguntaba qué…
—No tengo idea de lo que hablas. Lamento si malinterpretaste mi intento
de hacer sentir al mejor amigo de mi marido en casa.
—Sabes, el año que fui a visitar la tumba de Juliet luego de que tú y Liam
se casaran. Seguramente no has olvidado esa noche.
Gwyneth se negaba a mirarlo a los ojos. El pulso en la base de su cuello
estaba acelerado. El rubor de sus mejillas se oscureció. Hammer soltó su
cabello y le rozó la mandíbula con los nudillos. Él disfrutó la oportunidad de
hacerla retorcerse.
Ella se alejó de su toque.
—Me temo que lo olvidé.
81
La Descarada y el Dominante
82
La Descarada y el Dominante
—No seas mala, Gwyneth, o tendré que ponerte sobre mis rodillas y
azotarte.
Las fosas de Gwyneth se abrieron, igual que sus ojos.
—Yo no juego cosas depravadas. ¿Viniste solo a insultarme? Si no tienes
nada más que decir, déjame salir de aquí.
Definitivamente él la tenía acorralada. Hora de terminar con esto.
—Sabes que no obedezco órdenes. Yo las doy.
Liberó su muñeca, y la fulminó con la mirada.
—¿Cuánto?
Ella entendió exactamente lo que quiso decir, y el pequeño aire triunfal
que él había visto antes volvió. Ella batió las pestañas.
—¿Cuánto, qué?
—Deja de hacerte la inocente. No eres buena en eso —le contestó—.
¿Cuánto dinero cuesta que te lleves al niño, te vayas del país y te largues de la
vida de Liam para siempre?
De algún modo, ella logró verse asombrada.
—¿Piensas que esto se trata de dinero?
—Apuesta tu trasero a que sí.
Gwyneth frunció el ceño.
—Me decepciona que pienses que estaría satisfecha con algo tan vulgar.
Solo quiero a Liam. Después de todo, Kyle necesita un padre.
—Entonces te sugiero que te acerques a quien te preñó y le hables. Porque
ese bebé no es más de Liam que mío.
Gwyneth negó con la cabeza.
—Kyle es de él. No espero que me creas, pero traje pruebas.
—Trajiste documentos de un doctor.
—El bebé es de Liam —ella reiteró entre los dientes apretados—. He
estado casta desde la noche que pasamos juntos luego de la gala de
beneficencia.
Hammer no pudo evitar echar la cabeza hacia atrás y reírse.
—Por favor. Te follarías la palanca de cambios de tu Ferrari si creyeras que
eso te excitaría.
Ella le lanzó una mirada gélida antes de levantar la barbilla indignada.
Entonces su máscara volvió a su lugar.
—He cambiado, Macen. No soy la mujer que fui.
Hammer pudo probarlo en segundos. Aunque el hecho de que la puta
pretenciosa le mintiera lo enojaba, no dejaría que su ira se llevara lo mejor de
él.
83
La Descarada y el Dominante
84
La Descarada y el Dominante
85
La Descarada y el Dominante
Hammer se tuvo que tragar las ganas de vomitar, pero pudo mantener su
expresión bondadosa.
—Tendrás que hacerlo sola. Jamás levantaré un dedo para ayudarte a
lastimarlo otra vez.
Ella se alejó como si él la hubiera abofeteado.
—Aún eres un egoísta amargado, que solo piensa en sí mismo más que en
Liam. Qué lástima.
—Y tú eres una arpía manipuladora, así que nos entendemos.
La resignación le cubrió el rostro a ella.
—Sabes… esta mañana, estaba caminando dormida por ahí. Sin querer me
tropecé con la habitación de Liam.
Tropezar, mi trasero.
—Al despertar, estaba tan emocionada de ver rastros de Liam. Y luego
descubrí que una mujer está quedándose con él. También siento su perfume
sobre ti. ¿Asumo que la están… compartiendo? —Lo miró con compasión—.
Macen, ¿qué harás cuando ella sea tu próxima Juliet?
Ante su golpe bajo, una ola violenta de furia se elevó por su cuerpo y lo
golpeó directo en la cabeza. Hammer se tensó, apretó los puños. Si no lo hacía,
podía apretarle el cuello a ella hasta que toda gota de vida dejara su cuerpo.
Él la miró, obligándose a mantenerse inexpresivo.
—Tienes buen olfato.
Gwyneth sonrió, recordándole a un puto político: solo imagen, cero
sustancia. Pura mierda.
—Bueno, estoy seguro que tu amorío pasará antes de que la pobre chica
haga algo trágico. Pero el corazón de Liam es demasiado grande para
conformarse con tus sobras solo para ayudarte a recuperarte de tu horrible
error.
Hammer contuvo un gruñido.
—Pensé que terminábamos nuestras hostilidades, Gwyneth. Insultarme y
a mi difunta esposa no es para nada amigable.
—Oh, Macen.
De algún modo, ella pudo verse indecisa mientras extendía la mano y lo
tomaba del brazo.
—Me malinterpretas otra vez. Claro que no es mi intención. Lo que quiero
decir es que mi corazón llenará a Liam en todos los aspectos. Y por su bien, me
preocupo por ti. Creo que es hora que encuentres a una mujer que te ame por
siempre. ¿O no has podido encontrar a una?
Hammer jamás había golpeado a una mujer en estado de ira.
86
La Descarada y el Dominante
87
La Descarada y el Dominante
Capítulo Siete
88
La Descarada y el Dominante
Mientras hablaba, el olor del whisky golpeó la nariz de ella. ¿Había estado
bebiendo? Ella se giró en sus brazos.
—¿Está todo bien?
Su expresión seria la tomó por sorpresa. Los ojos oscuros de él ardían.
—Necesito que me beses, Raine.
Ella le sostuvo la mirada, sin parpadear. Normalmente, él la abrazaba y la
besaba si la urgencia lo movía. Pero ahora, la gravedad de su voz decía que la
necesitaba… y él a menudo no lo admitía en voz alta. ¿Se sentía culpable por
su rechazo de esta mañana? Tal vez, pero esto parecía algo más, como si él
buscara su amor.
La mujer dentro de ella respondió. Tal vez ella aún debería estar furiosa o
herida, pero Liam había sido su roca, desde el primer día juntos. Sintió que
ahora él necesitaba que ella fuera suya. Ansiaba saber por qué, pero no era el
momento para interrogarlo.
Raine acunó el rostro de él.
—Siempre.
Ella colocó sus labios sobre los de él en una suave caricia, probando su
acogida y el hambre de Liam. Él se tensó cuando ella se inclinó, y respiró a
través del roce inicial de su boca. Él la tomó de la cadera, le devolvió el beso,
pero no se movió ni hizo un sonido a través de la presión dolorosamente
suave de sus labios. Sus dedos se apretaron sobre ella. Largo y lento, él inhaló
como si la estuviera absorbiendo. Raine se preguntó qué lo atormentaba. Ella
se retiró lo suficiente para ver su rostro.
—¿Liam?
—Mi dulce amor —él susurró contra sus labios, y la rodó hasta quedar de
espaldas y cubrió su cuerpo con el suyo.
Él sabía al whisky amargo que había consumido… y a desesperación.
Apretando la nuca de ella, la mantuvo quieta para su placer y hurgó en la boca
femenina como si pudieran fundirse en uno. No probó ni se disculpó con su
beso. Mientras chocaba su boca bajo la de él, la reclamaba, gritando mía sin
decir una sola palabra.
Raine se sobresaltó. Desde el momento en que Liam la había tomado en
sus brazos como una niña perdida ansiando sentirse como una mujer, él la
acunó en sus manos seguras, siempre estable y fuerte, a su lado, apoyándola,
ayudándola a crecer, y jamás pidió algo a cambio… hasta ahora.
Carnal y detallista, él devoró la boca de Raine. Ella sintió su temblor,
saboreó su anhelo. Él no estaba pidiéndole ayuda. Obviamente, él no tenía
intenciones de decirle lo que lo afectaba. Pero en ese momento, no importaba.
89
La Descarada y el Dominante
90
La Descarada y el Dominante
91
La Descarada y el Dominante
—No. Esta situación se resolverá sola, pero tendré que estar a mano para
conducirla en la dirección correcta. Créeme, no voy a dejarte. Jamás querré
hacerlo.
La sentida promesa la hizo suspirar antes de que él bebiera del sonido con
un beso ardiente. Él atrapó sus labios con los suyos como si nada en el mundo
importara más que hacerle el amor a su boca y guardar su corazón. Las
incertidumbres de ella comenzaron a derretirse.
Luego él la acostó boca arriba, cubriendo el cuerpo de ella con el suyo. Le
acaricio la cintura, moviéndose hacia la curva de su cadera con sus grandes
manos antes de subirlas otra vez para acariciar el peso relleno de sus pechos.
La respiración de ella se entrecortó. Su cuerpo se encendió de nuevo.
Él me ama. Ambos me aman. Todo va a estar bien.
Ella repitió en su cabeza esa letanía, deseando con desesperación que fuera
verdad. Raine tomó el rostro de él en sus manos, deteniendo su invasión
mientras ella lo miraba y se perdía en sus ojos oscuros y cautivadores.
La tensión apretó el rostro de Liam. Su expresión se tornó sombría.
—Nada me importa más que tú, Raine.
Ella intentó atesorar el momento, pero aún sentía esa inquietud agitando
el ambiente entre ellos. Dios, ¿por qué él seguía quitándole importancia a lo
que fuera que estaba ocurriendo cuando ella podía ver claramente cuánto eso
lo preocupaba? Pero preguntarle ahora no la llevaría a ningún lugar.
—¿Cuánto puedes quedarte? —Ella preguntó.
—Nunca es suficiente para saciarme de ti. Levanta las manos y agárrate al
cabecero.
Sí. Por favor…
Ella lo necesitaba (su tiempo, su afecto, su pasión) así que no vaciló.
Su respiración se detuvo cuando él se subió y se cernió sobre ella,
mirándola. Él inmovilizó las caderas de ella, la abrió con su enorme cuerpo, y
deslizó su erección dura y aterciopelada en su apertura, moviéndose hacia
adelante y atrás, empujando su ansioso clítoris. Raine intentó retorcerse bajo
él. Necesitando más contacto, más de él.
—Por favor, Liam. Por favor. Lléname. Te quiero dentro de mí.
—Aún no. Ten paciencia.
—Pero…
Su sexo se apretó fuerte mientras él aumentaba la fricción sobre ese nudo
de nervios, la mirada inquebrantable de él estaba sobre ella. Raine tembló.
Más que húmeda y lista, ella necesitaba sentirse cerca de él. Unirse a él por
completo.
92
La Descarada y el Dominante
—Dije que aún no. Aguanta, Raine. No te muevas y no te corras hasta que
te diga.
Él parecía todo lo dominante que era. Ella vio que él necesitaba más que
un dulce revolcón con ella. Él ansiaba tener el control de esta situación,
posiblemente porque no podía controlar lo que lo tenía mortificado. Y porque
necesitaba poseerla.
—Sí, Señor —ella dijo jadeante, dándole lo que él quería y entregándose
por completo.
Él inclinó la cabeza hacia los pechos femeninos, tomó un pezón entre sus
dientes, y mantuvo la dura punta entre sus dientes antes de chuparlo con su
cálida boca. El delicioso jalón a ella le llegó hasta el sexo, como un cordón
invisible. Liam la jaló de manera precisa y perfecta, en la misma manera que él
sabía que la haría derretirse de necesidad y querer rogarle por más placer.
Luego le dio al otro pezón el mismo tratamiento, sin detenerse hasta que
ella gimió por más. Dios, a ella le encantaba cuando él hacia eso. Raine se
aferró a él, hundiendo sus dedos desesperados en su cabello y rodando las
caderas en una silente súplica.
—Te dije que no te muevas. Aférrate al cabecero ahora.
Cuando ella obedeció, él movió un poco las caderas para abrir más sus
muslos. Entonces se sentó lo suficiente para abrir más las piernas femeninas,
exponiéndola por completo. Él miró la apertura resbaladiza, haciéndola
esperar por él, mientras frotaba el nudo de su clítoris.
Él la trabajó con paciencia, con su mano libre deslizándose por el cuerpo
de ella, jalándole de nuevo los pezones mientras rodeaba su necesitado botón
con los dedos hasta que la respiración de Raine se agitó, hasta que ella sintió
que un rubor la cubría por completo, hasta que el retumbe eléctrico de su
corazón rugía en sus oídos.
—Estás cerca. —Ni siquiera era una pregunta; él lo supo.
—Sí. —Ella se retorció debajo de él.
—Abre más las piernas. Pon los pies sobre el colchón.
Raine lo hizo con entusiasmo, lista para acogerlo en su interior. Hace
menos de ocho horas, él la había hecho gritar de placer. La manera en que ella
lo necesitaba ahora, se sentía como si lo hubiera esperado por una década. La
impaciencia de él por abrir el empaque del condón y deslizarlo sobre la cabeza
y hacia la suave y gruesa erección decía que él sentía lo mismo.
—Vamos a ponerte en control de natalidad mañana —él gruñó.
Ella amaba la idea de tener a Liam y Hammer espontáneamente, de
sentirlos piel con piel de manera íntima dentro de ella.
93
La Descarada y el Dominante
94
La Descarada y el Dominante
95
La Descarada y el Dominante
96
La Descarada y el Dominante
97
La Descarada y el Dominante
98
La Descarada y el Dominante
99
La Descarada y el Dominante
Macen había estado agitado, así que su altercado debió haber sido más
despiadado de lo que incluso él pudo mencionar. El suicidio de Juliet aún era
una herida abierta en la mente de Hammer. Él no se había liberado de la
culpa. Y maldita fuera Gwyneth por saber ese hecho y usarlo contra él. Por eso
era que Hammer se aferraba tanto a Raine, el por qué él la protegía
demasiado. Algún día, ellos tendrían que tratar con eso.
Ahora, suficiente era suficiente. Liam estaba listo para luchar con el
dragón.
Gwyneth parecía dispuesta a hacer o decir lo que fuera para recuperarlo.
¿Por qué? A ella no le había importado una mierda cuando estaban casados. Y
él no creía que ella simplemente quería expiarse. Tal vez quisiera una familia
para Kyle, pero ¿por qué la urgencia? Gwyneth había sabido que estaba
embarazada hace más de un año. ¿Por qué decidir que ahora era el momento
de venir para ser una familia? ¿Por qué llegar en medio de la noche y exigir
comenzar su dicha domestica en ese momento?
En lo que a él respectaba, una vez que tuviera el ADN de este niño en el
hisopo, estaría contando cada minuto de las próximas veinticuatro horas.
De repente, Gwyneth giró la esquina al final del pasillo. Él maldijo por lo
bajo. Ella parecía asombrada de verlo, y fingió una expresión de lánguido
alivio.
Liam frunció el ceño.
¿Dónde diablos estaba el niño? ¿Lo había dejado solo en la habitación?
—Oh, gracias a Dios eres tú. —Ella puso una mano sobre su pecho,
mientras caminaba hacia él.
—¿Por qué andas merodeando por los pasillos? Te dije que te mantuvieras
quieta. —Liam redujo la distancia entre ellos. De ninguna manera la tendría
cerca de la oficina de Hammer… y de Raine.
—Tenía que encontrarte. —Gwyneth parecía al borde de las lágrimas—.
Hammer me abordó, y las cosas que me dijo… jamás me habían insultado ni
humillado así en toda mi vida.
—Sé todo lo de su desacuerdo. —Liam la tomó del codo y la jaló hacia la
habitación que ocupaba.
—Solo la versión de Hammer. Te ruego que me escuches. —Ella respiró
profundamente, preparándose claramente para soltar una diatriba. Entonces
todo su cuerpo se tensó—. Liam, yo… ¿Cómo pudiste hacerme esto? —Ella
jadeó y se cubrió la nariz ofendida—. Apestas a sexo.
100
La Descarada y el Dominante
101
La Descarada y el Dominante
102
La Descarada y el Dominante
sus cosas en una maleta de diseñador. Metió las cosas de Kyle en una
pañalera. Cuando alzó al bebé, él comenzó a patalear.
Gwyneth le dio a Liam una mirada gélida.
—Si te satisface, estoy lista.
Suprimiendo una sonrisa, él alzó el equipaje y el corral, y los guió por el
pasillo, hacia la puerta del frente. Mientras pasaban por el bar, Seth se giro,
quedando cara a cara con Gwyneth. Mientras continuaba su camino, él le
sonrió de manera cínica. Ella no se la devolvió.
—Debí saber que también estarías aquí. —Girándose hacia Liam, ella lo
miró con lástima—. Obviamente, has estado solo desde nuestra separación. No
me imagino otra razón por la que te rodearas con los amigos más depravados.
Mi pobre Liam…
Liam rodó los ojos. Seth solo se rio.
—Estoy bien. Gracias por preguntar, Gwyneth. Ojalá pudiera decir que me
alegra verte, pero me vendría bien pasar otros cien años sin ese privilegio. —Él
se giró hacia Liam—. ¿Finalmente la vas a sacar de aquí?
—Sí.
—Maldición. Haremos una fiesta. Por supuesto, luego del exorcismo.
Con una sonrisa, Seth pasó a Gwyneth y siguió por el pasillo, silbando
mientras se iban. Ella lo miró por un momento, y luego se giró de vuelta a
Liam y sacudió la cabeza con pesar.
—Oh, Liam. Jamás debí dejarte.
—Me alegra que lo hubieras hecho.
Él casi empujó a Gwyneth fuera de la puerta. Tenerla en un área común lo
preocupaba. Hammer debería tener a Raine ocupada ahora, lo cual lo
angustiaba por otras razones. Pero incluso si Macen no podía controlar a su
bestia, ella estaría más a salvo con él que con Gwyneth.
Una vez afuera, él levantó su llavero para quitar el seguro de su Escalade.
Luego de poner la maleta y el corral en el baúl, Liam cerró la puerta, y se giró
para encontrar a Gwyneth mirándolo con expresión dolida.
—Vaya, vaya. —Esa voz familiar lo dejó de piedra—. Es el escurridizo
irlandés que se folla a mi hija.
Liam se dio la vuelta para ver a Bill caminando hacia ellos a través del
estacionamiento.
—Sube al coche, Gwyneth —le exigió.
Su ex esposa se congeló y miró a Bill. ¿Por qué no se molestaba en
escuchar?
103
La Descarada y el Dominante
Liam no tuvo más tiempo de insistir otra vez antes que él se parara frente
a Gwyneth y a Kyle para mirar a Bill.
—¿Qué diablos haces aquí?
—Visitándolos a ti y al amo pervertido. —Bill se inclinó y posó su mirada
sobre Gwyneth, desvistiéndola con los ojos—. ¿Es esta otra puta pervertida
que atas y golpeas? Seguramente es linda.
Gwyneth abrió la boca indignada.
—¿Cómo se atreve…?
—Cállate —Liam la cortó, deseando sacarle los dientes a Bill para
hacérselos tragar luego.
Ninguna mujer debería haber soportado la naturaleza vil de Bill. Y su
instinto protector ahora se extendía a Kyle.
—Entra en el maldito coche.
—¿Preñaste a esta? —Bill guiñó un ojo—. Buen trabajo. Tal vez plantes
también una semilla en la panza de Raine pronto. Siempre he querido ser
abuelo. Pienso que sería uno muy bueno. ¿No te parece?
—¿Para que también puedas intentar violar a ese niño?
Bill desestimó el comentario.
—No me hagas ver como el villano. El amo pervertido le quitó la florecita
a Raine cuando era menor de edad.
Liam anduvo hacia adelante y se inclinó sobre el rostro de Bill.
—Hammer nunca tocó… ——no, él no le debía ninguna explicación al
padre de Raine.
Tampoco Bill creería la verdad. Con la sangre hirviendo, él movió un dedo
frente al rostro del anciano.
—Date la vuelta y vete mientras puedas, Kendall.
—¿Mi hija sabe que también te follas a esta rubia? Porque apuesto a que
Raine se enfadará si se entera que estás metiéndosela en el jugoso coño de esta
belleza. —Bill lo provocó con deleite, y luego se giró hacia Gwyneth—. Porque
es jugoso, ¿verdad, cariño?
Ella apretó a Kyle más fuerte contra su pecho y miró a Liam nerviosa.
—Metete en el maldito coche. —Liam gruñó—. ¡Ahora!
Finalmente, ella se escurrió en el asiento de atrás con el bebé y
rápidamente cerró con seguro la puerta.
Liam estrechó su mirada sobre Kendall. Por centésima vez, se preguntó
cómo ese lastimero pedazo de mierda había tenido alguna parte en la creación
de su hermosa Raine.
104
La Descarada y el Dominante
105
La Descarada y el Dominante
106
La Descarada y el Dominante
Él se tensó. Los celos rodaron por su vientre en una ola horripilante. Liam
sabía que tenía que controlar su urgencia irracional de conservar a Raine para
él solo o la perdería.
—Finalmente veo qué ocurre aquí. —Gwyneth parecía medir sus
palabras—. Estás buscando un consuelo o pertenencia en esta relación lasciva.
Pero no puedes posiblemente amar a una zorra que tú compartes con Hammer.
Afortunadamente, Kyle y yo estamos aquí para rescatarte. Te daremos la
verdadera felicidad que buscas.
Liam intentó fuertemente no dejar que su ira sobrepasara su sensatez. Pero
si ella llamaba a Raine zorra una vez más… solo unos cuantos kilómetros y se
desharía de ella.
—¿Me estás escuchando?
—Sí. —Liam la miró con rabia por el espejo retrovisor—. El problema es,
que tú no me estás escuchando a mí.
—Claro que te estoy escuchando. Pero confío en que harás la elección
correcta. —Ella le sonrió, con el rostro brillando con convicción—. Luego de
que hayas pasado tiempo con tu hijo, conmigo, y veas cómo he crecido como
esposa y madre, entenderás. Jamás renunciaré a ti, querido. Nunca.
107
La Descarada y el Dominante
Capítulo Ocho
108
La Descarada y el Dominante
109
La Descarada y el Dominante
110
La Descarada y el Dominante
—Lo sé. Le gustan las damas —se las arregló para no suspirar con
desánimo.
—Sí, pero lo sabías, así como sabías que si preguntabas qué los molestaba
y ellos no te contestaban enseguida, es porque deben estarte protegiendo de
algo.
—Pero no necesito protección. Soy adulta. Puedo manejarlo.
—Ellos podrían necesitar protegerte. ¿No has pensado en eso? ¿Puedes
permitírselos?
—Sí, pero…
—No. O confías en que ellos tienen las mejores intenciones contigo o no. Y
si no lo haces entonces, ¿por qué estás con ellos?
Ella le dio lógica a eso, sonaba tan obvio y directo.
—Sí. Los amo a los dos. —Ella se mordió el labio por un momento e
intentó articular sus pensamientos—. Me siento segura con ellos. Sin ellos no
puedo respirar.
La mirada de él se suavizó mientras se le acercaba, posando una mano
sobre su hombro y agachándose hasta que estuvieron frente a frente.
—Raine, ellos no te van a dar todo lo que quieras. Hay una razón para
todo lo que hacen, pero aceptar eso es parte de ser sumisa.
Ella suspiró, con la mirada fija en el suelo. Él tenía razón.
—Está bien, no siempre me comporto como la sumisa que debería, pero
ellos no me permiten tampoco cumplir mi papel: consolarlos y ayudarlos. Me
siento inútil.
—¿No puedes darles tu amor y apoyo a menos que conozcas la situación?
Piensa en eso.
Diablos, Seth tenía razón otra vez. Si en verdad se estaba entregando a
ellos, ella confiaría en que ellos le contarían todo cuando llegara el momento
adecuado. Les estaría dando su corazón y alma durante el proceso. Su
naturaleza independiente no se lo ponía fácil.
—Tienes razón. —Ella suspiró, sintiéndose entre perdida y estúpida.
—Sigue por donde ellos te lleven. Suelta tu control. Ellos no te dejarán
caer. Han trabajado demasiado fuerte para que progreses.
—¿Por qué es tan difícil hacerlo?
Él se rió.
—Si fuera fácil, la sumisión no sería un viaje. Aún estás aprendiendo. No
es fácil tampoco ser dominante. Tienes que dejarlos hacer lo que están hechos
para hacer toda su vida: protegerte, comunicarse cuando lo necesitas, honrarte
111
La Descarada y el Dominante
112
La Descarada y el Dominante
ella había abarcado este día más como una mujer perdida en sus propias
inseguridades que como una sumisa que quería entregarse a sus dos amorosos
dominantes.
—Eso debe tenerlo pensando qué lugar ocupa en tu corazón, Raine.
¿Alguna vez lo amarás tanto como amas a Hammer?
—¡Claro! Si él lo está pensando entonces… oh, la cagué.
—Lenguaje, pequeña —él la miró con advertencia.
—Lo sé pero es la verdad. Cada vez que pienso que he aprendido algo, me
doy la vuelta y lo arruino otra vez. —Ella se golpeó la frente con el talón de la
mano—. Hoy no he sido la sumisa que ellos necesitan.
Él se rió.
—El día aún no termina. Aún puedes serlo. Considera lo que te he dicho.
Sigue tu corazón. Sé abierta, amorosa y, esto será difícil para ti, paciente.
Raine quería estar molesta con Seth, pero él ya la conocía demasiado bien.
Ella lo atravesó con la mirada, pero una sonrisa se asomó debajo de todo.
—Ugh.
Él la ayudó a ponerse de pie y le dio un fraternal abrazo. Ella se lo
devolvió.
—Gracias, Seth. Sé que no tenías que hacer esto.
—Sí tenía. Me hubieras pateado las pelotas si me negaba a ayudarte.
Ella se rió y rodó los ojos.
—Soy aterradora.
—Digamos que no me atravesaría en tu camino, pequeña. Ahora vete.
Necesito hacer algunas llamadas. Y tú tienes unos dominantes que aguantar.
Raine le dio una suave sonrisa de agradecimiento.
—Sí, Señor.
113
La Descarada y el Dominante
114
La Descarada y el Dominante
115
La Descarada y el Dominante
116
La Descarada y el Dominante
117
La Descarada y el Dominante
estéis listos para contarme y confío que lo haréis cuando sea el momento, pero
es tan difícil para mí no andar por el camino de la inseguridad y el miedo.
Las lágrimas inundaron su mirada, y ella intentó calmarlas. Dios, ella se
había vuelto tan vulnerable y era tan jodidamente hermosa.
—Sshhh —Macen murmuró mientras la tomaba en sus brazos y la
ayudaba a sentarse en el elegante sofá de cuero.
Al sentarse, él la acomodó sobre su regazo y movió sus dedos a través del
cabello de ella.
—Has llegado tan lejos, preciosa. Estoy realmente orgulloso.
Ella lo miró con una sonrisa tímida, como si él fuera su mundo. El pecho
de él se rompió con el peso de la emoción.
—Sé que venir a mí hoy con tus sentimientos te tomó un valor inmenso,
pero lo estás haciendo bien —continuó—. Siempre recuerda, haremos todo en
nuestro poder para mantenerte a salvo, Raine. Eres lo más importante en todo
nuestro mundo. Te amo.
Hammer se detuvo y tragó fuertemente.
—Siempre te he amado.
—También te amo —ella murmuró suavemente, mirándolo, con sus
grandes ojos azules brillando con fe y lágrimas.
Cuando una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, Hammer se inclinó
para enjugarla con un beso.
Liam le había dicho hace unos días en la cabaña que los primeros días de
su relación con ella habían sido una batalla de voluntades. Él había necesitado
mucho esfuerzo para atravesar sus muros. Hammer no se sorprendió de que
Raine le hubiera confesado que ella no sabía cómo llorar o sangrar frente a
nadie.
Ahora lo sabes, y es una vista gloriosa.
Hammer le besó la coronilla.
Más lágrimas salieron de sus ojos mientras ella levantaba la cabeza para
mirarlo. Él no pudo aguantar secarlas y tomar sus labios con los suyos. La
necesidad primitiva dentro de él merodeaba sin descanso pero le dejó tener su
momento. Y mientras Hammer se alimentaba de las lágrimas de ella, él
lamentó todos los años que se negó a darle lo que ella necesitaba. Él agradecía
a Dios cada día que Liam y las circunstancias conspiraron para que ella se
quedara.
Rodeando el cuello de él con sus brazos, Raine se presionó contra su
pecho. Hammer inhalaba el olor de su champú de cítricos y se deleitó en el
silencio reverente que compartían. Mientras él paseaba sus dedos por la
118
La Descarada y el Dominante
119
La Descarada y el Dominante
120
La Descarada y el Dominante
Capítulo Nueve
121
La Descarada y el Dominante
122
La Descarada y el Dominante
123
La Descarada y el Dominante
124
La Descarada y el Dominante
125
La Descarada y el Dominante
Luego de eso, solo pudo imaginar las horribles fotos que podría encontrar
en la cámara de su teléfono. Él esperaba como el infierno que ella no hubiera
tomado fotos de ella masturbándose y las hubiera enviado al hombre.
La ducha se cerró, y él sabía que no tenía mucho tiempo. Pero no podía ser
delicado ahora si quería alguna pista sobre las intenciones de su ex esposa.
Liam rápidamente movió la pantalla hasta que encontró la galería de fotos
de su cámara. Las imágenes eran cronológicas, listadas por mes y año. Las más
recientes databan de hace días.
Él escogió la última foto, un par de zapatos Prada, y comenzó a mirar las
de antes. Comida, spas, amigas, bares, y hombres. Muchos y muchos bares.
Incluso más hombres. Selfies de ella de fiesta en varios clubes de Londres,
cada uno con diferentes bebidas y diferente compañía. La semana pasada, la
semana anterior, el mes anterior… él frunció el ceño. ¿Ella había estado
bebiendo tres días antes del nacimiento de Kyle? ¿Y en algún lugar llamado el
bar Paramount dos días antes de tener al niño, cuando se supone que estaba
muy embarazada?
Maldiciendo por lo bajo, Liam guardó el teléfono. Entonces Gwyneth no
había sido la flor casta que afirmaba ser desde que la vio por última vez en esa
maldita gala de beneficencia. Lo que no había visto fue una sola foto de Kyle,
ni durmiendo ni haciendo caritas bonitas. ¿Qué madre no tenía una foto de su
niño? Por supuesto, Gwyneth no parecía el súper modelo de maternidad.
Pero, el hecho de que no tenía tan siquiera una foto del niño que había llevado
en su vientre y dado a luz hizo que las sospechas de Liam giraran.
Ella lo siguió para presentarle a su supuesto hijo y le rogó para que se
volvieran una familia. En ausencia de algún otro motivo, Liam le había
creído… de algún modo. Él había estado perturbado de que ella pareciera
haber visto al niño como una molestia más que una bendición. Claro, ella una
vez había visto a su esposo bajo la misma luz. Pero él había sido persuadido
de creer que ella había cambiado un poco, tal vez cambiado sus prioridades
desde que se convirtió en madre… hasta ahora. Todo en su teléfono solo
reforzó que ella era la misma chica fiestera de la que se había divorciado.
Él no solo se preguntaba si Kyle era su hijo, ahora Liam se preguntaba si el
niño tan siquiera era de Gwyneth. Tenía sus dudas, lo cual era un alivio
jodidamente enorme. Pero si el niño no era de ella, ¿a quién pertenecía? ¿Y por
qué ella había hecho pasar al niño como de ellos?
Como lo veía Liam, Gwyneth parecía casi desesperada por tenerlo de
nuevo en su vida, tal vez inventando imprudentemente un hijo.
¿Detrás de qué diablos estaba?
126
La Descarada y el Dominante
127
La Descarada y el Dominante
—Eso mismo pienso yo. —De hecho, Liam estaba casi convencido.
—Eso es lo que tengo hasta ahora. Seguiré buscando y te haré saber si
encuentro algo más, pero no espero mucho hoy. El Reino Unido está ocho
horas adelantado, así que las oficinas del gobierno están cerradas por la noche.
—Agradezco lo que has encontrado. —Liam colgó y suspiró. Necesitaba
un plan para hacer a Gwyneth hablar… y rápido.
El sonido de la puerta del baño abriéndose y un suave sonido lo hicieron
girarse. Y mirar. Gwyneth estaba de pie frente a él con casi nada puesto. Los
pequeños trozos de tela que ella tenía eran de un rojo sirena. El sostén, si así
podía llamarse, colgaba de sus hombros con delicadas tiras. Los cuartos de
copa acunaban la parte inferior de sus pechos aumentados, exponiendo sus
pezones rosados y apretados. Debajo de la línea esbelta de su abdomen que no
tenía una sola marca de estrías, un pequeño retazo de malla transparente que
se aferraba a sus caderas… y exponía su monte depilado.
Si ese cuerpo alguna vez estuvo embarazado y dio a luz, entonces yo soy
el maldito Papa. Me has tomado el pelo demasiado, mujer.
Ella asumió lo que pensó que era una pose seductora, deslizando una
mano entre su cabello suelto, ahora extendido en grandes rizos alrededor de
sus hombros, batiendo sus pestañas postizas y haciendo un puchero con sus
labios rojos.
Liam sintió que se le revolvió el estomago.
Gwyneth le sonrió como invitándolo a tocarla, y se giró lentamente para
revelar su trasero meneándose, adornada con un moño rojo de seda justo
sobre las nalgas redondas, separadas por la tanga de encaje. El conjunto
parecía algo sacado de un catalogo de Frederick de Hollywood, pero Gwyneth
no podía tan siquiera lograr que a él se le levantara algo.
Meneándose, ella lo miró una vez más, curvando sus labios tímidamente.
—Liam…
Ella se acercó con sus tacones rojos, caminando en tacones de quince
centímetros asegurados en los tobillos con correas, unidos con un lazo de seda
como un corset. Todo en ella se veía exagerado y ridículo. Estaba intentando
desesperadamente seducirlo.
Cuando estaban juntos, ella a menudo intentaba controlarlo con sexo. Ella
no parecía terriblemente interesada en el sexo como tal. Liam no imaginó por
un segundo que él solo accionó el interruptor en ella de alguna manera sin la
que ella no pudiera vivir. ¿Entonces qué diablos quería esa mujer? Él, se
imaginaba. O más posiblemente, algo de él.
128
La Descarada y el Dominante
129
La Descarada y el Dominante
¿Debería hacer una escena con ella por el bien del bebé? Lógica retorcida.
Liam sacudió la cabeza. Él no podía verse demasiado entusiasta, pero
pretendía divertirse con esto.
—Supongo.
—Maravilloso. —Ella se acunó los pechos con las manos para él y gimió—.
Te satisfaré tan completamente que no necesitarás a nadie más.
Liam intentó no hablar con desprecio.
—Necesitarás una palabra de seguridad, Gwyneth.
—Sé lo que es eso. —Ella asintió, como si se emocionara con su propia
habilidad de leer un sitio web—. Es una palabra que digo si las cosas se ponen
demasiado intensas. Luego paramos y hablamos.
—Normalmente es así, pero no es mi caso. Si dices tu palabra de
seguridad, sabré que mis necesidades son demasiado para ti y nos iría mejor
por separado. Si la dices, todo se acaba… para siempre.
—No la necesitaré. He esperado esto desde que te vi otra vez.
—Tu palabra de seguridad es… —infidelidad—. Abstinencia.
—¿Por qué esa? —Ella contestó.
—Porque jamás la dirías mientras tienes sexo, ¿cierto?
—NO. —Dijo casi sin voz—. No lo haría. Eres listo, Liam. Este es un juego
emocionante.
—Juego, sí.
Apenas pudo no rodar los ojos mientras le señalaba el otro lado de la sala.
—Ven a la sala.
Ella se movió a través de la cocina, moviendo las caderas con un meneo
exagerado, haciendo que el acolchado moño en la parte baja de su espalda
rebotara. Con una sonrisa gatuna, ella lo miró con descaro sobre su hombro.
Cuando ella llegó al sofá, se giró y se recostó. Desabrochando su casi
inexistente sostén. Sus pechos no se movieron mientras ella dejaba a un lado la
prenda.
Pellizcándose sus pezones, ella lo miró provocativamente.
—¿Te gusta lo que ves?
—Estoy a cargo, niña. No hables a menos que te dé permiso. No te dije que
te desnudaras.
—¿Pero no me quieres desnuda?
Se quitó la tanga, y los deslizó sobre su sexo con un gruñido. Liam intentó
no torcerse de dolor.
—Detente. No se te permite tocarte sin mi permiso.
—No lo hago, al menos no con mis manos. Tú puedes hacerlo por mí.
130
La Descarada y el Dominante
Ni en un millón de años.
—Suelta la tanga. Pon tus manos detrás de tu cabeza, niña. —Él retorció su
rostro con la expresión dominante más seria y esperó hasta que ella
obedeció—. Bien. Ahora quédate ahí. Necesito unos juguetes especiales para
nuestro… juego.
—¿Juguetes? —Ella sonaba tan emocionada como un niño en navidad.
—Te dije que no hablaras. ¿No estás preparada para lidiar conmigo?
¿Necesitamos detenernos aquí y ahora?
Ella negó frenéticamente con la cabeza y apretó los labios.
Afortunadamente, ella no dijo otra palabra. Girando sobre sus talones, Liam
giró a través del apartamento y volvió a la habitación. Seguro, en el fondo del
armario, encontró una mochila grande y oscura. Él se la colgó del hombro.
Era jodidamente más pesada. Liam sonrió por primera vez desde que
llegó aquí. Ahora podía divertirse un poco. Apostaba a que el buen doctor
tenía un arsenal de mierda muy interesante.
Cerrando la puerta de la habitación detrás de sí, volvió a la pequeña sala.
Gwyneth se había extendido en el respaldo del sofá, con sus largas piernas
totalmente abiertas.
—Sé que no debo hablar, pero quería mostrarte que me depilé solo para ti.
Él no pudo mirar.
—¡Silencio! Te dije que no hablaras. Vamos a comenzar con placer, pero
ahora… —él sacudió la cabeza con fingido pesar—. Bueno, para ti, hay castigo.
Ella jadeó.
—¿Dolerá?
—Lo hará ahora.
Liam casi agradeció los meses que había pasado como sádico después de
su divorcio. En esa época, él había pensado que infringir dolor en las sumisas
que lo ansiaban liberaría el resentimiento que sentía hacia Gwyneth por su
traición. Pero no fue así, y se dio cuenta que él no era la clase de hombre que
simplemente disfrutaba repartiendo torturas.
Por su ex esposa, haría una excepción. No fuera que la lastimaría
físicamente a largo plazo. Pero, ¿joder con su mente? No podía esperar.
—Date vuelta. Dóblate sobre el sofá. —Cuando ella dudó, él la miró con
advertencia—. Estás probando mi paciencia.
Finalmente, ella se dio vuelta, aún mirándolo sobre su hombro, como si no
confiara en su humor… o en él.
—Cabeza abajo. —Una vez ella obedeció, él se acercó y gruñó en su oído—
. Manos en la parte baja de tu espalda.
131
La Descarada y el Dominante
132
La Descarada y el Dominante
Liam hizo una mueca. Luego fue a buscar algo en la bolsa de juguetes de
Beck y escarbó en ella. Sin sorprenderse, él encontró exactamente lo que
necesitaba.
—Sí. Soy el Amo. Tú eres la puta. ¿Ves? —Él sacudió la paleta grabada de
cuero frente al rostro de Gwyneth—. ¿Qué dirá tu piel cuando te golpee el
trasero con esto?
Ella miró al implemento de cuero, y parpadeó, viéndose horrorizada.
—P-puta.
—¿No es eso perfecto? —Él siseó en su oído—. Mientras te castigo, te
marco. Todo el que vea este culo los próximos días sabrá quién y qué eres.
Tomando la parte baja de su espalda, él levantó el brazo y esperó. El
cuerpo de ella se tensó. Ella apretó las nalgas. Gwyneth no era una sumisa.
Seguramente, ella diría su palabra de seguridad para poderse alejar de sus
insinuaciones ―Románticas‖.
En veinticuatro horas, cuando el hisopo en su bolsillo diera prueba de que
Kyle no era su hijo, él jamás tendría que volverla a ver.
Pasaron casi diez segundos. Ella no dijo nada. Él miró su espalda mientras
ella contenía el aliento. ¿Ella no pretendía rendirse?
Que así sea…
Él sacudió su brazo hacia abajo, cortando con su muñeca. La paleta
encontró la piel con un resonante chasquido. Gwyneth gritó y enterró el rostro
en el cojín del sofá, ahogando el horrible sonido. La palabra puta floreció en
una marca roja a través de la piel blanca. Liam sonrió con satisfacción.
—¿Quieres más?
—¡No!
—Entonces ponte de pie.
Ella se puso de pie con incomodidad. Ella se giró hacia él con una mirada
acusatoria, con la humedad inundándole los ojos. Liam se preguntó si esas
eran las primeras lágrimas de verdad que ella lloró por él.
—Lo hiciste bien —él elogio con suavidad—. Tu culo será una adorable
marca roja por días.
Él se movió alrededor del sofá y se sentó, colocando la paleta en su mano
derecha y señaló el espacio a su izquierda.
—Siéntate aquí.
Gwyneth frunció el ceño y lo siguió con pasos suaves. Aparentemente, ella
ya se habría dado cuenta que sentarse sobre el cuero seria amargamente frio y
dolería mucho más.
133
La Descarada y el Dominante
Ahora junto a él, ella se hundió con cuidado en el sofá. Apenas su culo
hizo contacto, ella se puso de pie otra vez.
—No creo que pueda.
—Respira entre el dolor. Es mucho más fácil que el parto, y sobreviviste a
ello tan bien.
Ella lo miró otra vez con ira.
—¿O necesitas tu palabra de seguridad? Como dije, sé que lo que ahora
quiero puede ser demasiado para ti.
El rostro de ella se apretó con determinación, y se sentó sobre el sofá con
un siseo. Se removió, buscando una posición cómoda, apoyándose en la nalga
que no fue golpeada.
Él le rodeó los hombros con un brazo para acomodarla otra vez y colocó
sus labios contra su oído.
—Lucha por mí. Me gusta ver cómo aguantas.
Finalmente, ella se quedó quieta, con el cuerpo entero tenso, los ojos
cerrados, los hombros casi llegándole al cuello.
—¿Te gusta?
Cuando ella chilló la pregunta, Liam mordió el interior de su mejilla.
—Hmmm. Me gustaría ver un poco más.
Él buscó en su lado y arrastró la mochila a sus pies. Luego de una
búsqueda rápida, encontró algo más que ella seguramente odiaría. Él
desenvolvió los pequeños implementos de metal de su empaque de plástico y
se los entregó a ella.
—Póntelos, puta.
Ella se tensó y estrechó la mirada. Sin duda, odiaba esa palabra.
Finalmente, ella miró el objeto en su mano.
—¿Qué son?
—Pensé que habías investigado. —Él la miró con expresión
desaprobadora.
—Yo… lo hice. Solo… —ella negó con la cabeza—. No recuerdo. El Jet lag
me afectó un poco.
—Son pinzas de trébol japonesas. —La miró con una ceja elevada—. Para
tus pezones.
El shock atravesó el rostro de Gwyneth mientras miraba el metal
moldeado. Ella estudió el brillante par de pinzas, y luego las giró sobre su
mano con el ceño fruncido. Él las tomó y apretó los lados.
—Las abres así. Pon tu pezón entre estos bordes de goma, y los sueltas. Te
picarán un poquito.
134
La Descarada y el Dominante
135
La Descarada y el Dominante
Con una mueca, ella hizo lo que pudo para levantarse del sofá de cuero.
Pero su dolorido trasero se pegó a la superficie. Ella gimió cuando se liberó y
rodeó el brazo del sofá.
—Detente —él le ordenó—. Me entendiste mal.
Ella lo miró a manera de pregunta.
—Voy hacia la cocina, como me lo pediste.
Él negó con la cabeza.
—Sobre tus manos y rodillas.
Gwyneth palideció.
—O sea… ¿Que me arrastre?
—Precisamente, puta. Y menea tu culo para mí como lo hiciste cuando
tenías puesto tu moño.
Sus ojos casi se le salen. Ella lo miró con la boca abierta.
—¿Eso te excita?
—Siempre y cuando seas la que se arrastra hacia mí.
Ella meditó por un momento largo las palabras de él, intentando
claramente si él las decía de verdad.
—Te he dado una orden —le dijo—. Conoces tus opciones. No me tengas
esperando o tomaré la paleta y me veré obligado a golpearte la otra nalga.
De inmediato, ella se colocó a cuatro patas. Su cabeza cayó. Sus hombros
se hundieron. Él así la tenía justo donde quería.
Ella se estremeció y siseó con cada movimiento sobre el suelo de madera.
Parecía tomarle una eternidad, pero finalmente llegó a los pies de él.
—Ahora sígueme a la cocina. Tengo un regalo para ti.
Gwyneth no parecía creerle. Liam ignoró su mirada escéptica y la llevó
hacia el tazón, tomándola por la nuca como si fuera su cogote. Ella miró el
tazón desconcertada.
—Bebe. —Le ordenó—. Muéstrame la dulce perrita que eres. Lame tu
agua, y luego dame un ladrido feliz.
—¿Un ladrido? ¿Cómo un perro? —Ella se puso de pie—. ¿Estás loco?
¡Esto es ridículo!
Él la miró con los ojos estrechos, con el pecho inflado y los puños en las
caderas.
—Esa no es tu palabra de seguridad.
—No puedo… no soy un perro. —Ella se estremeció—. Es demasiado
vulgar.
—¿No te gusta jugar a ser mascota? —Él frunció el ceño con fingida
decepción—. Supongo que es importante que yo conozca tus límites ahora.
136
La Descarada y el Dominante
Reconozco que ha sido un día duro para ti. Pero espero que estés en mejor
disposición mañana.
Ella le dio una sonrisa forzada que le dijo a él que el infierno primero se
congelaría, pero no dijo una palabra.
—¿Por qué no intentamos algo de placer por ahora? —Él sugirió—. No te
lo has ganado precisamente, pero veo algo de esfuerzo y lo voy a premiar.
Ella le sonrió aliviada.
—Sí, por favor. Kyle está en la habitación, así que supongo que no
podemos ir ahí, pero tenemos el sofá o la mesa o…
—Muéstrame lo preparada que estás primero.
Él tomó una silla. Para su deleite, la silla estaba hecha de madera fuerte y
sólida… no era acolchada.
Gwyneth miró la silla con fastidio.
—¿Puedo tener una toalla o una almohada?
Él negó con la cabeza de modo adusto.
—Si te sientas, podría haber un orgasmo en tu futuro.
Ante eso, ella se despabiló y se sentó lentamente. De inmediato, ella
lamentó su decisión y se encogió. Liam apretó los labios para evitar reírse.
—Espera aquí.
Él volvió a la bolsa de trucos y se tomó su tiempo buscando entre todos los
artilugios. No estaba exactamente seguro de qué estaba buscando pero
entonces… sí. Encontró los juguetes perfectos.
Tomando los implementos que necesitaba, Liam volvió a la cocina,
colocando uno a su lado en el mostrador de la cocina.
Esto tiene que acabarla…
—Abre las piernas y enreda los pies en cada una de las patas de la silla —
le dijo mientras se acercaba más—. Bien amplias. Justo así.
Ella lo hizo tan rápido, como si no pudiera esperar a mostrarle lo que tenía
entre las piernas. De hecho, parecía orgullosa de sí misma.
Sí, naciste con una vagina. Felicidades… ahora veras que esta no siempre
te da lo que quieres.
Liam se arrodilló a los pies de ella, colocándose con cuidado afuera de sus
muslos abiertos, luego esposó una pierna a la pata de la silla, uniéndolas y
asegurando el velcro.
Agachándose al otro lado del cuerpo femenino, él repitió el proceso.
Con ella atada a la silla, se puso de pie y tomó el otro elemento,
desenvolviéndolo con una sonrisa. Luego se giró hacia ella, con la mano
extendida.
137
La Descarada y el Dominante
138
La Descarada y el Dominante
139
La Descarada y el Dominante
140
La Descarada y el Dominante
141
La Descarada y el Dominante
142
La Descarada y el Dominante
143
La Descarada y el Dominante
144
La Descarada y el Dominante
145
La Descarada y el Dominante
—En serio, Raine. ¿Qué pensaste que iba a ocurrir? Eres linda, y estoy
segura que tienes una gran personalidad, pero Liam necesita más de lo que
puedas darle. ¿Imaginaste que te elegiría sobre mí, especialmente cuando eso
significaba tomar las sobras de Hammer?
—Él me ama. —Ella intentó convencerse tanto como a Gwyneth.
La lástima se tornó más honda.
—¿Te lo dijo? Oh, pobrecita. Él tiene una lengua demoníaca. Claro que te
diría lo que querrías oír para meterte en su cama, pero ahora él y yo nos
reconciliamos y…
—Tú lo engañaste. —Raine frunció el ceño.
El hombre amable pero firme que le había contado sobre la dolorosa
disolución de su matrimonio no podía ser esta barracuda desoladora que
Gwyneth describió.
—Para llamar su atención. —Ella desestimó la preocupación de Raine—.
Pensé que él tenía un juguete al lado y… bueno, el malentendido ya está
resuelto. Y felizmente, por cierto.
El dolor agudo laceró a Raine. Ella dio otro paso atrás. Esto no podía estar
pasando. No podía. Liam jamás había parecido un mentiroso, un infiel o
engañoso.
Pero, ¿cómo más podía ella interpretar la vestimenta de Gwyneth, todos
los implementos de dolor, el impacto que ella vio… y por supuesto, el bebé?
—Pobrecita. Estás aplastada. —Gwyneth se las arregló para parecer
contrita—. En tu lugar, yo estaría totalmente humillada. No estoy segura de
hablarle de nuevo al bastardo. Liam es un hombre con gustos oscuros. Él
disfruta la cacería, el juego. Me temo que no has aguantado mucho. De mujer a
mujer, déjame darte un consejo: deshazte de él ahora mismo, y jamás tendrá el
poder de volverte a lastimar. Me aseguraré de que no te moleste más.
Gwyneth le dio a Raine lo que se supone que sería una sonrisa amable.
Pero parecía más un tiburón mostrando los dientes. O tal vez ella se sentía así
porque esta mujer hermosa la pisoteó de todas las maneras posibles. Raine
sabía que ella jamás recuperaría a Liam.
¿Ella realmente quería ser su follada de compasión o su proyecto de todos
modos?
La traición la cubrió con su helado manto. Raine no quiso creerle a
Gwyneth, pero con tantas pruebas, ¿cómo pensar lo contrario?
Un sollozo salió de las profundidades de su pecho. Todo su cuerpo se
sacudió. Su rostro se derrumbó. De ningún modo ella dejaría que esta perra la
viera llorar.
146
La Descarada y el Dominante
Raine se dio vuelta y corrió del apartamiento y del edificio, con las
lágrimas nublándole la visión mientras subía a su coche.
Su antiguo yo hubiera huido lejos y rápido para jamás mirar atrás. Ella no
estaba segura qué haría esta Raine mientras conducía lejos.
147
La Descarada y el Dominante
Capítulo Diez
148
La Descarada y el Dominante
Liam se rió.
—Casi hice que la perra ladrara.
Hammer parpadeó, y dejó salir una fuerte carcajada.
—Tengo que oír esto.
Siguiendo a Liam hasta el baño, Macen se apoyó en el borde del
mostrador, mirando por la ventana si Raine llegaba mientras su amigo se
duchaba y describía la ―sumisión‖ de Gwyneth.
Hammer hizo a Liam retroceder varias veces para que repitiera la
humillación que había desatado sobre la puta pretenciosa, riéndose hasta que
le dolió el estomago.
Liam salió y tomó una toalla mientras Hammer sacudía la cabeza.
—Hubiera pagado, y bastante bien, por haber podido verlo. ¿De
casualidad no lo grabaste con tu teléfono?
—Maldita sea, debí hacerlo, ¿verdad? —Liam se rió.
—Diablos, sí. Se hubiera vuelto viral en cuestión de segundos. —Hammer
resopló—. Así que ya dejaste la muestra de Kyle y la tuya. Ahora toca esperar.
—Tom, el del laboratorio, estaba esperándome y prometió apresurarse con
los resultados tanto como pudiera —Liam explicó—. Gracias a Dios por los
contactos de Beck. podría tener los resultados a primera hora mañana.
—Excelente. Pero luego de la mierda que encontraste en el teléfono de
Gwyneth, ¿crees que aún hay posibilidad de que el bebé sea tuyo?
—No puedo decirlo con seguridad hasta que tengamos los resultados,
pero tengo serias dudas de que él tan siquiera sea hijo de ella.
—Incluso luego de tal humillación por la que la hiciste pasar, aún no te
dijo qué putas trama, ¿no?
—Nop. —Liam negó con la cabeza—. Gwyneth dejó de hablar, así que me
fui.
—Bueno, ojalá para esta hora mañana, lo único que nos preocupe, sea
sacarla del apartamento de Beck.
—Tengo cuerda. —Liam sonrió—. Cuando sepamos que el bebé no es mío,
le agradeceré a Beck por el uso de su apartamento y su bolsa de juguetes, y
luego ataré a Gwyneth y la llevaré directo al aeropuerto. Ahí sí podremos
continuar con nuestra vida… con Raine.
—Hablando de…
—¿Cuándo dijo que volvería? —Liam miró a Hammer preocupado.
—No dijo con exactitud. —Ya pasaban de las cinco, y ella sabía que ellos
habían planeado irse a cenar a las cinco y media. Hammer frunció el ceño—.
Déjame ver dónde está. Tal vez ella se retrasó por la hora punta.
149
La Descarada y el Dominante
Con las cejas arrugadas, él sacó el teléfono y abrió una aplicación. Liam se
detuvo junto a Macen, mirando a la pantalla. Vieron un punto verde
parpadeando por un mapa de calles, viniendo de una parte bastante conocida
de la ciudad. Al unísono, ambos hombres levantaron la cabeza, compartiendo
una mirada de horror abyecto antes de que Macen tragara fuertemente.
—Maldito infierno —Liam gruñó—. ¿Por qué Raine está cerca del
apartamento de Beck? Ninguna de sus tiendas favoritas están en la zona.
Hammer sintió que la sangre se le helaba. No había una razón lógica para
que Raine estuviera en ese barrio, a menos que…
—Hijo de puta. Me pregunto si pasó por el apartamento.
—Espero que no. Luego de cómo dejé a Gwyneth, se comería viva a Raine.
Liam se frotó el cabello húmedo nerviosamente. Hammer intentó conectar
los hechos, temiendo las implicaciones.
—No tiene sentido. Ella sabía que Beck estaba en cirugía. A menos que ella
hubiera decidido preguntarle por qué nos fuimos de la cabaña tan
repentinamente.
—¿Crees que ella en verdad fue para confirmar nuestra historia?
—No lo pondría de ese modo. Mierda. Espera un segundo.
Hammer presionó otro botón en su teléfono. Una línea verde serpenteó
mostrando la ruta que Raine había tomado desde que se fue del club. Ella pasó
por el apartamento, bien. Hammer cerró los ojos. Sus entrañas se volvieron
líquido.
—Oh, joder, no. —Liam gimió.
—Más vale que nos preparemos.
—Para el huracán Raine —Liam contestó antes de apretar los labios en una
línea fina—. Esto va a ponerse feo.
—Feo es apenas la mitad —Hammer concordó—. Parece que entramos en
estado DEFCON uno, hermano.
150
La Descarada y el Dominante
151
La Descarada y el Dominante
152
La Descarada y el Dominante
153
La Descarada y el Dominante
154
La Descarada y el Dominante
inmenso. Así que si no estabas jugando con ella, ¿qué hacías? ¿Recreando tus
buenos tiempos y recordándole lo que ella se había estado perdiendo?
Liam no desfalleció.
—No. Si dejas de torcer la maldita historia, te lo explicaré.
—¿Explicar qué? Ella me dijo que vosotros dos habéis solucionado su
―falta de juicio‖ que terminó con vuestro matrimonio. Vaya. Así que supongo
que marcarla fue mejor que una terapia de parejas, y ahora todo fue
perdonado. ¿Cuánto iba a pasar para que me dejaras para unirte a ella y
formar una familia? —Raine lo retó, como si esperara a que el otro zapato
cayera.
Por supuesto ella se enfocó en la peor de las posibilidades. En su caso, le
ocurría cada maldita vez.
—Oh, esa puta calculadora. —Hammer farfulló.
Exactamente. Gwyneth había engañado perfectamente a Raine. Como una
figura de domino, cada ficha cayó tras la otra en una inevitable reacción en
cadena. Pero Liam le había dado los medios a su ex esposa. Sus maniobras,
aunque bien intencionadas, se le habían revertido.
—¿Por qué pensarías que ella te dijo algo cercano a la verdad? ,Liam
preguntó.
—Porque ya sé que vosotros dos me mentisteis.
155
La Descarada y el Dominante
156
La Descarada y el Dominante
Liam explicó todo desde esa maldita gala de beneficencia. Raine lo tomó
con calma, solo sacudiendo la cabeza. Claramente ella pensó que había sido un
idiota.
Toma un turno y haz fila…
Explicar los eventos de hoy, comenzando con la llamada de Gwyneth a las
cuatro de la mañana, probó ser mucho más complicado.
—No quería dejar la cabaña —él le juró—. Jamás me hubiera ido solo por
causa de Gwyneth. No me importa ella una mierda. Pero tenía la
responsabilidad de averiguar si Kyle era mío.
—¿Pero no crees que sea tuyo? —Raine preguntó.
—Estoy casi noventa y nueve por ciento seguro, pero tendré la prueba
mañana.
—¿Cómo? —Lo cortó con una mirada escéptica—. Espero que sea algo
más que ESP o solo decidiendo que tu ex esposa es una tonta.
Eso llevó a la explicación más difícil… él tomando el ADN de Kyle,
jodiendo con la cabeza de Gwyneth, y dejándola en el apartamento gritando y
atada a la silla de la cocina de Beck.
Ella rodó los ojos.
—Por favor… verla en esa lencería seductora no era nada difícil. Ningún
hombre vivo heterosexual podría rechazarla. Aún puedo oírte respirar. Sé que
eres heterosexual así que…
—Yo la rechacé —Hammer interrumpió—. Más de una vez. La rechacé
hace cuatro años, y lo hice otra vez esta mañana.
Los ojos de Raine se agrandaron.
—¿Se te insinuó?
—Más o menos. La detuve.
—Yo también —Liam agregó—. Ella me tomó por sorpresa cuando salió
del baño en esa ropa. Ciertamente yo no le pedí que se la pusiera.
—Pero oye, ya que ella llevaba hilo dental y tú solo resultaste teniendo
total acceso a los juguetes de Beck, ¿por qué no revivir las mejores partes de tu
matrimonio?
Liam ahogó una risa. Aún molesta, su chica descarada tenía un ingenio
rápido.
—No. Gwyneth y yo jamás nos involucramos en nada remotamente
cercano a un juego de BDSM cuando estuvimos casados. Hoy fue la primera
vez. Y lo que viste: los juguetes, las esposas, y la marca en su trasero… no fue
para ningún placer sexual o porque quería su sumisión.
157
La Descarada y el Dominante
—Él tenía que joderle la cabeza para obtener algunas respuestas porque te
las debemos, preciosa. —Hammer insistió.
—Exacto. Usé su desesperación y mi dominación para manipularla. Le
debía una humillación, y créeme cuando te digo que no lo disfruté.
—Ella parecía bastante satisfecha cuando la vi. —Raine luchó contra su
agarre de nuevo—. Déjenme ir.
Él y Hammer la sostuvieron firmemente, sabiendo que no podían darle
ningún respiro ahora.
—No. —Macen le apretó las muñecas más fuerte.
Liam le retiró el cabello del rostro.
—Nunca.
—En serio, Liam… —Raine apretó los dientes—. No te creo por un minuto
que hubieras dejado a un lado tu parte dominante cuando te casaste con ella.
Eso no es para nada parte de tu carácter.
Pero así había sido.
—Luego del suicidio de Juliet, hice lo que pude para negarme al estilo de
vida que la hizo querer terminar con todo. Enterré mis necesidades y juré que
haría lo correcto. Sabía que abstenerme no traería a Juliet de regreso, pero me
sentía obligado a hacer algo de penitencia. No fue sino hasta después de mi
divorcio que hice un examen de conciencia y me di cuenta que no podía negar
mi naturaleza por siempre. Necesito ser quien soy.
—Entonces viniste aquí —Raine afirmó planamente.
—Eventualmente, sí. Entonces te conocí, amor. Pero eso fue por lo que
Gwyneth y yo teníamos solo sexo vainilla. No creía que debía tener una vida
de dominante con mi esposa.
Raine no dijo nada por un momento largo, pero sus labios comenzaron a
temblar.
—¿Pero la dominación está bien para tu puta? Entiendo. —Ella luchó por
liberarse otra vez—. Conozco mi lugar. Pueden dejarme ir ahora.
Liam casi lo hizo. Maldita sea. No importa lo que él dijera, ella solo oía lo
peor. Él entendía que ella estuviera herida y molesta… pero lo hacía sentir
como si ella jamás creyera en su amor.
—¿Cuándo te he tratado como una puta, Raine?
Liam quiso decir más pero no estaba seguro de poderla convencer. Él miró
a Hammer pidiéndole ayuda en silencio.
—Jamás —el hombre gruñó—. Y ella lo sabe. Ella está pensando con sus
emociones, no con lógica. —Macen se giró hacia ella—. Escúchalo. Sabes
malditamente bien con quién está el corazón de Liam. El mío también. Ambos
158
La Descarada y el Dominante
159
La Descarada y el Dominante
160
La Descarada y el Dominante
161
La Descarada y el Dominante
162
La Descarada y el Dominante
163
La Descarada y el Dominante
Raine se confundió más con cada paso que daban por la entrada de
ladrillo, hacia la puerta principal. ¿La habían alquilado por la noche, ya que la
cabaña estaba tan lejos? Cuando los tres llegaron al portal, Liam buscó en su
bolsillo.
—Extiende la mano, amor.
Con el ceño fruncido, lo hizo. Él colocó una cajita de terciopelo azul en su
mano, colocando su mano sobre la parte de arriba y envolviéndolos en la
mano de ella.
—Raine, a pesar de lo que piensas, tú significas todo para Hammer y para
mí. No planeamos quedarnos contigo por un día o un mes o incluso un año.
Estamos comprometidos para quedarnos a tu lado, en las buenas y las malas,
día y noche, compartiendo nuestras vidas contigo. Te amamos, ahora y
siempre.
Mientras sus palabras la derretían, Raine miró a sus manos unidas, y miró
el rostro solemne de Liam.
—No entiendo.
Hammer tenía una expresión similar, acunando su mano con la de él
desde abajo para tenerla completamente rodeada.
—Liam es mucho mejor que yo con las palabras, pero todo lo que él dijo es
verdad. Abre la caja, preciosa.
¿Por qué traerla a la puerta de un extraño para darle un regalo? Su
corazón comenzó a acelerares. Una peligrosa fantasía le cruzó la mente… pero
no. Ellos no podían darle un regalo así.
—¿Qué es este lugar?
—Sigue —Hammer susurró mientras ambos hombres alejaban sus manos.
Con cuidado, Raine tomó los lados de la caja y jaló con cuidado. Se abrió
sin un sonido. Adentro había una llave.
Raine dejó de respirar mientras miraba primero a Liam, luego a Hammer.
Más de esa esperanza insidiosa la llenó. Ella parpadeó para no llorar.
—T-tú… —ella negó con la cabeza. No era posible—. No puede ser.
Liam le acaricio la mejilla con un dedo y asintió.
—Jamás podía encontrar el momento correcto para darte esto, pero ahora
entiendo por qué. Esto es para los tres. Pon la llave en la cerradura, amor, y
abre la puerta de nuestro nuevo hogar.
El corazón de ella se saltó un latido, y el zumbido en sus oídos parecía un
enjambre de abejas apoderándose de su cabeza.
—¿Es en serio? Esto es… es…
164
La Descarada y el Dominante
Raine no pudo terminar la frase a través del asalto del llanto. Ella se cubrió
la boca con las manos para contener un sollozo.
—Sí —Liam confirmó suavemente—. Sé cuánto has querido un hogar que
fuera tuyo, algo que nadie te pueda quitar. Así que la compré para ti. Sin
importar lo que pase entre nosotros, esta es tu casa. Siempre tendrás estas
cuatro paredes y un fuerte techo para refugiarte, Raine.
—Yo… no puedo aceptarlo. Es demasiado. Es…
—Demasiado tarde —Liam la cortó—. Ya está hecho. Las escrituras están a
nombre tuyo.
Sus palabras la dejaron en shock otra vez. Ella intentó comprender, pero
su cabeza daba vueltas. El tiempo pareció quedar atrapado en un pozo de miel
lento y espeso. Nada tenía sentido excepto la llave en su mano y las palabras
de Liam haciendo eco en su cerebro.
Suya. La casa era suya. Y Liam había hecho esto por ella.
—Oh, Dios mío. —Los sollozos sacudieron su cuerpo.
¿Había alguien hecho algo así de maravilloso por ella? ¿Por qué lo haría?
De repente, Hammer la abrazó desde atrás, envolviendo sus brazos en su
cintura y sosteniéndola cerca de su pecho. Su aliento cálido le rozó el oído
mientras Liam estaba congelado, estudiando atentamente su expresión.
—¿Estás feliz? —Macen preguntó.
Ella asintió.
—Estoy sin palabras. Es… asombroso.
Liam pareció aliviado. ¿En verdad había imaginado que ella no se
emocionaría?
—No la has visto por dentro —él le recordó.
—No importa. —Ella negó con la cabeza—. Lo que haya adentro es la cosa
más bella en el mundo para mí. ¿Por qué harías algo así?
Raine no estaba bajo ninguna ilusión. Esto no era una cabaña de una sola
habitación hecha de madera. Él le había comprado un palacio. Debió haber
costado muchísimo.
—Porque quería dártelo todo. —Liam murmuró—. Especialmente la
seguridad que debiste tener desde niña.
Él la estaba destruyendo una palabra a la vez de la mejor manera posible.
¿Había ella realmente estado preguntándose hace minutos si ellos podían
amarla?
—Siempre quise también dártelo, preciosa. —La voz de Macen se rompió,
llena de emoción—. Es por eso que te acogí… y por qué no pude dejarte ir.
165
La Descarada y el Dominante
Debí haberte comprado hace años un lugar así pero no podía soportar la idea
de no tenerte cerca a mí cada día. Temía perderte.
Un grito lleno de una confusa mezcla de shock, pesar, arrepentimiento y
deleite salió de la garganta de ella. Raine se lanzó a los brazos de Liam,
llevando a Hammer con ella. Desde detrás de Raine, él la abrazó fuertemente.
Las lágrimas le bañaron el rostro mientras temblaba, con la realidad
finalmente grabándose en su mente.
—¿En verdad me compraste una casa?
—Sí.
Liam se alejó y le tomó el rostro, mirándola a los ojos con una fiereza que
ella jamás había visto.
—¿Cuándo?
Él vaciló.
—Antes de Acción de Gracias.
La culpa la cubrió. Él no se la había dado porque ella huyó, fue desafiante,
difícil, y problemática.
—Veo el autoeproche en tu rostro. No lo hagas. —Liam insistió—. Ha
funcionado para bien. Aquí viviremos todos juntos.
Las lágrimas fluyeron otra vez.
—Eso sería un sueño hecho realidad.
—Para mí también. —Hammer se inclinó para besar su mejilla.
—Entiéndenos, Raine. —Liam continuó—. No eres un capricho. No eres
un juego o una conquista para ninguno de los dos. Eres el centro de nuestra
vida.
Antes de que ella pudiera decir algo más, Liam reclamó sus labios en un
beso tierno y primitivo a la vez, lleno de un amor dolorosamente puro. Ella
envolvió su cuello con una mano y se abrió a él por completo. Él sintió tan
sólido presionándose contra el pecho de ella. Raine no imaginó amar más a
este hombre.
Cuando él se separó de ella, la pasión y el fuego aún brillaban en sus ojos.
—Para siempre, amor. No lo cuestiones nunca más.
¿Cómo podría?
—Gracias, Liam —ella susurró, con la voz temblorosa mientras más
lágrimas corrían por su rostro—. No solo por un regalo que es más que
asombroso. Gracias por entenderme a mí y lo que necesito.
—¿Lista para mirar adentro? —Liam sonrió.
—Sí. —Una sonrisa le brilló en el rostro—. Más que lista.
166
La Descarada y el Dominante
—Una cosa más… —Hammer giró a Raine para mirarla—. Los antiguos
dueños vivieron aquí por más de treinta años. Puede que no esté decorada a tu
gusto. Pero tú puedes hacer lo que quieras con ella. Está vacía, así que sé que
necesitamos comprar muebles, pero si quieres redecorar la cocina o los baños
o lo que sea… hazlo. Ese es mi regalo para ti, preciosa.
Su corazón se abrió por segunda vez esta noche.
—Macen, no tienes que hacer eso. Estoy segura que es hermosa como es.
No necesito…
—Permíteme. Liam nos ha dado una asombrosa casa en la cual vivir.
Déjame hacer el interior tan hermoso como tú.
Eso puede que sea una de las cosas más lindas que él jamás le había dicho.
Ella comenzó a llorar otra vez y presionó sus labios sobre los de él en un beso
reverente antes de que se le empapara el rostro otra vez.
—Estoy abrumada. Ambos sois los hombres más maravillosos que me han
pasado en la vida. Los amo.
—Y nosotros a ti —Macen murmuró—. Ahora abre la puerta.
167
La Descarada y el Dominante
Capítulo Once
Los dedos de ella temblaban cuando intentó alinear la llave con el cerrojo.
Luego del tercer intento, finalmente pudo y giró la manija. La impaciente
parte de ella quería abrir de golpe la puerta y correr a través de la casa. Otra
parte quería saborear cada momento de este sueño asombroso.
Raine dio a la puerta un pequeño empujón, y se abrió, revelando un
prometedor centímetro a la vez.
—Sé que no estamos casados, pero…
Liam la tomó en sus brazos, y la cargó a través del umbral. Ella se rió
mientras él la colocaba de nuevo en el suelo. Hammer entró y buscó con la
mano el interruptor de la luz junto a la puerta, inundando el extenso recibidor
de luz. Raine solo podía pensar en una palabra para describir el lugar.
Wow.
Los pisos de madera brillaban en un pálido cerezo y se extendía por el
largo corredor y hasta la gran escalera hacia el segundo piso. Un candelabro
de cristal colgaba sobre su cabeza, minimalista y elegante… perfecto para el
espacio.
Una apertura a su derecha reveló una sala de estar con paredes pintadas
en un tranquilo y pálido tono salvia y repisas incorporadas para libros de un
adorable gris paloma alrededor de la blanca chimenea de mármol. Liam
encendió las luces de la sala, y ella vio una brillante repisa de chimenea con
columnas intrincadas y moldes, haciéndola exclamar Ooh, y aah. En una pared
adyacente estaba el soporte de un gigantesco televisor plano. Raine pudo
imaginar sofás cómodos aquí, leyendo junto al fuego, acurrucada con Liam
haciendo un crucigrama dominical o viendo el futbol americano con Hammer.
168
La Descarada y el Dominante
169
La Descarada y el Dominante
decía que aquella no era su casa. Su shock le decía que no tocara o rompiera
algo que pertenecía a alguien más. Con cuidado, ella empujó la puerta.
Hammer le tomó el brazo.
—Prepárate.
Un pequeño gong de advertencia resonó a través de ella. Ella pudo
fácilmente ajustar sus expectativas dado que la casa ya había sobrepasado
todo lo que ella alguna vez imaginó.
Ella le sonrió, y luego a Liam.
—Lo que haya detrás de esta puerta será grandioso. Puedo hacer que
cualquier cosa funcione.
Asintiendo, Hammer tomó la curva de su cintura antes de que su palma se
deslizara hacia su trasero.
—Buena chica. Sigue.
Con el estomago apretado, Raine empujó a la puerta de vaivén. Cuando se
abrió, Liam encendió la luz. Ella entró en ese espacio, viendo una alacena
enorme inmediatamente a su izquierda. Luego el portal se abrió más, y vio la
cocina.
Se le cayó la mandíbula. No pudo hablar.
Pisos brillantes de mármol, gabinetes en nogal en tonos medios, cada
electrodoméstico conocido por el hombre.
Ella caminó alrededor de la estancia, mirando el refrigerador Sub-Zero
empotrado detrás de paneles falsos para encajar con el resto de la sala, la
convección y los hornos convencionales, la estufa a gas de seis hornillas…
Asombroso.
Este era el paraíso de todo cocinero, completado con dos lavaplatos, uno
en la enorme isla que tenía tres butacas en cuero negro. Un refrigerador de
vinos, un depósito para copas, y una adorable puerta que daba al patio. Esta
cocina seguía prometiendo.
—¿Hay algo que quieras cambiar?
No era muy adepta a los mostradores de granito negro, mayormente
porque ella sospechaba que serían difíciles de limpiar. Pero pasar tiempo aquí
sería una delicia.
—No.
Hammer la miró y se inclinó hasta que quedaron cara a cara.
—Olvidas lo bien que puedo leerte. Intentémoslo otra vez. ¿Hay algo que
quieras cambiar?
Raine no quiso parecer desagradecida, pero Hammer fue insistente.
—Los mostradores.
170
La Descarada y el Dominante
171
La Descarada y el Dominante
—Hmmm. Veo más que una superficie sobre la que puedo doblarte y
llenarte con mi polla.
Raine jadeó. Su cabeza rodó hacia el hombro de Hammer. Liam se movió y
trazó besos por su cuello. El viento apenas le acariciaba el pezón antes de que
él lo tomara con su boca. Cuando ella jadeó, Hammer levantó su falda, metió
los dedos bajo el material de sus pantis y comenzó a frotar su clítoris.
—Dios, eso es tan jodidamente sexy —Hammer gruñó mientras veía cómo
Liam chupaba el pezón de ella—. Estás tan húmeda.
El cuerpo de Raine se sintió abierto a ellos. E placer que jamás cesaban de
otorgarle hizo que su cabeza diera vueltas, y su cuerpo ansiara… su alma
rogaba por más.
—Abre las piernas. —Macen empujó los muslos femeninos con sus
dedos—. Y no más pantis.
—Este sostén me estorba —Liam gruñó—. Maldita sea, puedo olerla.
Ellos la estaban enloqueciendo, empapando su cuerpo con éxtasis,
inundando sus venas con un deseo intoxicante. Ella se removió contra los
dedos de Hammer para tener más fricción.
—¿Por qué no nos ayudamos mutuamente? —Hammer sugirio.
Liam no lo dudó.
—Hecho.
Antes de que Raine pudiera preguntarles qué significaba eso, Hammer
desabrochó el sostén de ella en la espalda y lo retiró de sus pechos, dejándolos
caer, mientras que Liam buscó bajo su falda y le bajó los pantis hasta los
tobillos.
—Sal —Hammer le ordenó.
Raine obedeció automáticamente. ¿Pretendían follarla justo aquí? ¿Ahora?
—Camiseta afuera —Liam insistió.
Ella lo tomó como un sí.
Tragando fuerte y con el corazón acelerado, ella siguió órdenes,
liberándose de su camisa. En el minuto que la prenda salió por su cabeza,
Liam tomó el sostén y lo lanzó al patio, junto con la blusa y los pantis. Dando
un paso atrás, Liam miró cómo Hammer la masturbaba bajo su corta falda
mientras la luz de la luna brillaba sobre sus pechos desnudos.
—Tan jodidamente adorable. Creo que será una imagen más linda sin la
falda, hombre.
Con un gruñido, Hammer zafó el botón en la parte baja de la espalda de
ella e intentó bajar el cierre. No fue fácil hacerlo con una mano y gruñó con
frustración.
172
La Descarada y el Dominante
173
La Descarada y el Dominante
Ellos no pudieron subir más rápido por las escaleras. Arriba, ella tuvo la
sensación de una planta elegante, hermosas incrustaciones, tres puertas
abiertas que daban a lo que estaba segura que eran habitaciones perfectamente
maravillosas, un enorme baño y un paso más hacia la habitación más grande.
La principal.
Al girar la esquina, Liam encendió algunas luces, las cuales brillaban sobre
el molde de corona que daba un ambiente suave a la habitación enorme. El
tamaño la asombró casi tanto como la acolchada cama en el medio, completa
con prístinas sábanas blancas. Una enorme mesa de noche estaba cerca en el
casi vacío cuarto.
Liam la acercó al colchón.
—Súbete a la cama, amor.
—Y abre las piernas —Hammer agregó.
Raine no se atrevió a desobedecer… y no quiso. Pero cuando se movió
hacia la cama, ella tenía tantas preguntas como para callarlas.
—¿Cuándo…?
—¿Preparé la habitación? Hace semanas, no mucho después de comprarla.
—Él se encogió de hombros—. Planeaba traerte aquí tan pronto como fuera el
momento adecuado y pasar la noche disfrutándote de todas las maneras
posibles. Pero creo que esto será mucho mejor.
Con una pequeña sonrisa, él abrió el primer cajón y buscó dentro de él.
—Toma. —Le lanzó un condón a Hammer.
Macen lo tomó con una mano, y le sonrió a ella de modo feroz.
—Estás perdiendo tiempo, niña.
Liam tomó otro condón y un tubo de lubricante del cajón y los colocó en la
brillante superficie.
—Un poco más rápido, si eres tan amable.
No era exactamente una petición. Su estomago se llenó de nudos de la
emoción.
Raine se subió a la cama, con las frías sábanas en su espalda.
Apoyada sobre los hombros, ella separó los muslos lo suficiente para
provocarlos y vio cómo llegaban a ella al tiempo.
Sí. Dios, sí.
Esto fue lo que necesitaba… las dos mitades de su corazón trabajando
juntos para completarla. Y ellos necesitaban que ella se abriera a ellos. Luego
de tener tantos eventos fuera de su control hoy, ellos querían ejercer su poder.
Ellos lo pedirían.
174
La Descarada y el Dominante
Los hombres intercambiaron una mirada que ella no pudo descifrar, pero
Raine no tuvo dudas de que ambos planeaban algo que eventualmente le
traerían placer. No podía esperar.
Al borde de la cama, Liam chasqueó la lengua y sacudió la cabeza.
—Eso no bastará.
—Para nada —Hammer concordó mientras le tomaba un muslo.
A la derecha, Liam hizo lo mismo. Luego, juntos, la abrieron ampliamente,
exponiendo su sexo a sus hambrientas miradas. Sus sonrisas salvajes la hacían
sonrojar.
—Ámenme —ella susurró.
Liam le acarició la cadera.
—Eso hacemos.
—Pero te lo diremos de nuevo si necesitas oírlo.
Hammer le levantó la pierna. La gravedad le dobló la rodilla, y él volvió a
bajar la pierna, plantando el pie en el colchón, y miró su coño.
—Lindo.
—Me gusta.
Liam colocó el otro pie femenino sobre la acolchada superficie, abriéndola
más de algún modo.
—Me están malentendiendo a propósito. Digo, que me hagan el amor —
Raine rogó—. Tómenme. Anoche sentí como si les perteneciera.
Antes de la cirugía de emergencia de Beck, la intrusión de Gwyneth, y el
susto secreto del bebé.
—Quiero eso otra vez.
—Tú no nos das órdenes ni ultimátum.
La sonrisa de Hammer desapareció, reemplazada por una pasión
imponente mordazmente cerca a donde ella necesitaba ser tocada. Un
estremecimiento se deslizó por su espalda.
—Ahora, es a nuestro modo.
—Lo es. —La voz de Liam sonó ronca—. Te ahogarás en el placer que te
demos. A cambio, nos darás cada uno de tus gritos, gemidos y lloriqueos.
Escucharemos exactamente lo que nuestro modo de hacerte el amor te
produzca, Raine. ¿Entendiste?
—Sí… —sus palabras y comportamientos la estaban aclarando—. Sí,
Señores.
La esquina de uno de los labios de Hammer se torció en una sonrisa.
—No te has comportado de modo muy sumiso desde que volviste
atacando a Shadows, llena de acusaciones. Eso cambia ahora.
175
La Descarada y el Dominante
Ahora mismo.
Raine lo escuchó fuerte y claro.
—Sí, Señor.
—Mejor. —Él le rozó la desnuda piel de su sexo con sus nudillos
Ella levantó sus caderas hacia él, temblando mientras recordaba la manera
en que la habían rasurado ayer.
Otra vez hoy en la ducha, Hammer se había dado a la tarea con un orgullo
de propiedad que probablemente debió haber disparado cada botón feminista
dentro de ella. En cambio, la excitó. Raine gimió. Él le dio una risa demoniaca
y alejó su mano. Ella se mordió la lengua.
Ni exigir ni quejarse la llevaría a ningún lado. Por mucho que lo odiara, él
la obligaría a ser paciente y esperar.
La idea apenas había acabado de pasar por su mente cuando sintió a Liam
deslizar sus hombros entre sus muslos y abrirse paso hacia su necesitado sexo.
Ella se tensó, contuvo la respiración… y se abrió mucho más para él.
—Esa es mi chica… —Liam susurró contra su húmeda carne.
Su primera perezosa pasada de lengua a través de sus empapados
pliegues la hicieron gruñir y buscarlo a ciegas. Ella no pudo reprimir la
urgencia de empujar su clítoris contra la lengua de Liam para alimentar el
dolor imposible mientras se removía contra su boca. Hammer tenía otros
planes.
Él rodeo la cama y le tomó las muñecas en una de sus grandes manos,
fijándolas contra el colchón mientras se paró detrás de ella. Él se inclinó y
capturó los labios de ella con los suyos mientras su mano libre envolvía un
pecho sensible.
Ella estaba ardiendo, cada terminación nerviosa estaba encendida y
gritaba con dicha agonizante. Otro gemido salió de sus labios, solo para ser
tragado por los labios de Hammer mientras Liam seguía atormentando su
sexo.
Liam agregó unos dedos, uno a la vez, hundiéndose entre los pliegues
hinchados mientras chupaba y provocaba su fruncido clítoris con su lengua
implacable.
Como si estuviera dispuesto a agregar algo al sufrimiento de Raine,
Hammer separó su boca de la de ella para morderle los duros pezones,
siguiendo tras un mordisco, un fuerte chupón. Ahora en llamas, Raine arqueó
la espalda y gimió para ellos, una súplica incoherente.
—Así es. Eso es lo que queremos escuchar —Hammer murmuró, con la
boca presionada contra sus pechos.
176
La Descarada y el Dominante
177
La Descarada y el Dominante
178
La Descarada y el Dominante
179
La Descarada y el Dominante
180
La Descarada y el Dominante
181
La Descarada y el Dominante
Ella abrió los ojos y miró los moldes en forma de corona. Realmente eran
lindos y… ¿Por qué Hammer se estaba quitando el cinturón? Apenas se lo
preguntó cuando el aliento cálido de Liam se movió sobre su dolorido coño.
Entonces eso dejó de importarle.
—Estamos orgullosos de ti, amor.
Liam le sonrió con satisfacción, y bajó sus labios hacia el clítoris otra vez y
chupó con suavidad. Raine se derritió contra su boca.
Al fin…
¿Les había dicho lo que querían oír? Parecía que sí, y le agradeció a sus
estrellas de la fortuna que ellos quisieran sacarla de su miseria.
Ella se estiró, deleitándose en el aumento de su dicha otra vez, necesitando
y retorciéndose e intentando respirar.
Cuando agarró el cabello de Liam, Hammer le tomó las manos y las puso
sobre su cabeza otra vez. Ella abrió los ojos mientras movió el cuello para
verlo atarle las muñecas con el cinturón como si la estuviera esposando.
—Si necesitas cuerda, amigo, está en la mesa de noche —Liam murmuró
contra los pliegues suplicantes.
—Bien, hombre. —Luego Hammer la inmovilizó con una orden—. No te
muevas.
Raine sostuvo el aliento, sin tan siquiera atreverse a sacudir la cabeza. Oh,
ella amaba ser atada y ellos lo sabían. Ese persistente dolor detrás de su clítoris
aumentó otra vez, y ella lo miró suplicante, incluso cuando Liam abrió la boca
contra ella y la devoró con hambre voraz una vez más.
Macen volvió momentos después con una larga soga de seda blanca. Él la
ató al final de su cinturón y luego aseguró la soga en el cabezal de la cama y
dio un paso atrás para admirar su trabajo con una sonrisa satisfecha.
Como si ella no estuviera con una total angustia sensual, Hammer se
acomodó en la cama junto a ella y le rozó el cabello con los dedos. Ella levantó
la cabeza, pidiendo un beso en silencio.
Él miró lentamente su rostro y negó con la cabeza.
—¿Qué más te hizo pensar que no eras tan atractiva como Marlie o
Gwyneth?
—Macen… —ella gimió.
Deja de hablar. Deja que me corra.
Ante su gemido, Liam soltó el clítoris y la miró con advertencia.
—Contéstale.
Ella les dio un largo y sufrido suspiro. No iban a ceder hasta que hablara.
182
La Descarada y el Dominante
183
La Descarada y el Dominante
184
La Descarada y el Dominante
185
La Descarada y el Dominante
186
La Descarada y el Dominante
187
La Descarada y el Dominante
188
La Descarada y el Dominante
ella. No era la belleza de esta casa lo que la hacía un hogar porque su hogar
siempre estaría entre sus brazos.
—Creo que te estás poniendo al día —Hammer bromeó.
—Sí, sí. —Ella hizo un puchero juguetón.
—Estamos orgullosos de ti, amor. Mantén la fe en nosotros. No te
defraudaremos. —Liam la besó con tal suavidad que ella casi se derritió.
Hammer se puso de pie y extendió su mano.
—Creo que es hora de bautizar esta casa como se debe. ¿Qué dices?
—Estoy de acuerdo.
Liam también se puso de pie, y le extendió la mano. Ella las tomó.
—Me encantaría. Pero hay un problema.
189
La Descarada y el Dominante
Capítulo Doce
190
La Descarada y el Dominante
191
La Descarada y el Dominante
mientras aplicaba lubricante sobre su orgulloso eje con largos toques. Ella
tembló con anticipación.
—Dóblate sobre la cama —Hammer exigió—. Deja que Liam te prepara
para que pueda llenar ese dulce culo tuyo.
Raine no vaciló. Se dobló, con las piernas ligeramente separadas, y
descansó la cabeza sobre el colchón. Ella no tuvo que esperar mucho antes de
sentirlo, olerlo, justo detrás de ella. Su cuerpo se tensó y sintió necesidad.
—Liam…
En respuesta, él palmeó la parte baja de su espalda, y rozó la longitud de
su espalda con un dedo, esa caricia de terciopelo se acercaba a su roseta. Ella
se arqueó con el movimiento, y luego se quedó quieta.
Dios, ella estaba más que ansiosa por sentirlo tomándola de la manera más
dominante posible. Ella ansiaba su posesión, esa tierna manera que él de algún
modo tenía para usarla por completo.
Él posó sus dedos lubricados por su tejido apretado, bordeándole,
incitándolo a abrirse. Raine echó la cabeza hacia atrás, aferrándose a la sabana
mientras los dedos masculinos probaban insistentes, urgiéndola en silencio a
ceder a él. A someterse.
Raine gruñó con una exhalación temblorosa. Cerrando los ojos, ella se
concentró en relajar cada musculo de su cuerpo. Comenzó con la arruga de su
frente, y luego se movió por los hombros, la espalda… poco a poco hasta que
soltó y se arqueó mucho más, ofreciéndose.
Liam le tomó las caderas.
—Tan hermosa. Amo tenerte abierta para mí.
Hammer se inclinó y retiró su cabello hacia detrás de su oreja.
—Puedo ver cómo intentas complacernos. Es asombroso…
Sus caricias y elogios casi la hicieron ronronear desde la base de su
garganta mientras ella giraba la cabeza y podía atrapar el pulgar de Liam con
los dientes y chuparlo con su boca. Hammer gruñó.
—Esa lengua…
Ella rodeó su dedo con la punta y le dio una mirada de invitación, hasta
que Liam metió otro dedo y la hizo jadear.
—Por favor, date prisa. —Ella meneó su trasero contra él.
—Zorra codiciosa —Liam la amonestó.
Hammer se inclinó de nuevo y la miró con el fuego ardiendo en sus ojos.
—Así es. Déjalo preparar tus paredes de terciopelo para que pueda
deslizarse dentro de ti hasta la empuñadura.
192
La Descarada y el Dominante
193
La Descarada y el Dominante
194
La Descarada y el Dominante
195
La Descarada y el Dominante
196
La Descarada y el Dominante
Tómala. Ahora.
—Maldita sea, Macen —Liam maldijo impacientemente.
Macen apretó su puño. De ninguna manera esperaría ahora. Él necesitaba
terminar esto, aniquilar las defensas de ella, recordarle a quién pertenecía.
Polla en mano, Macen la empaló en una embestida larga. Ella quedó
aplastada entre ellos, fija, inmóvil, indefensa. Joder, y a él le encantaba.
—Ayuda. —Las lágrimas inundaron los ojos de ella—. Estoy ardiendo. El
ardor es… demasiado.
—Exactamente así es como te deseamos.
Hammer se retiró y volvió a hundirse, haciéndola empujar hacia arriba y
debajo de la polla de Liam.
—Ardiendo y elevada para nosotros.
—Lo estoy —ella jadeó—. Oh, Dios, lo estoy.
Con un gruñido, Hammer desató lo último de su control, hundiéndose en
ella en un ritmo ardiente. Sus pieles chocaban. El sudor salió de sus sienes,
entre sus hombros, todo su cuerpo se movió con necesidad. Raine cerró los
ojos con un grito animal, moviéndose entre ellos. La longitud de Liam rozaba
la de Hammer a través de la delgada barrera de su piel mientras se movían.
Hammer la tomó de las caderas, rugiendo se puso de rodillas y comenzó a
empujar más profundamente. Un grito bajo y gutural salió del pecho de ella, y
él se deleitó con el sonido.
Ahora.
Hammer se negó a la exigencia de su bestia interna.
Al meterse más rápido y más fuerte en el cuerpo de Raine, ella gritaba
mientras movía la cabeza de lado a lado. Hammer se cernió sobre ella,
colocando sus palmas sobre el colchón. Con cada empujón dentro de ella, sus
pechos rebotaban en su rostro. Él los mordió y los chupó.
Debajo de ellos, Liam movía a Raine arriba y debajo de su polla, con la
frente cada vez más arrugada. Los ojos de Raine estaban cerrados, pero su
boca totalmente abierta en un grito silente. Empujando dentro de ella, Macen
intentó meterse más hondo con su último empuje, más profundo que nunca,
plantarse dentro de ella para siempre.
Poseer.
Reclamar.
—¿A quién perteneces? —Hammer dijo entre dientes mientras la follaba
de nuevo.
—A ti, y a Liam, Señor —jadeó Raine moviendo sus caderas contra las de
los dos hombres.
197
La Descarada y el Dominante
—Sí.
Sus dedos apretaron su agarre sobre los muslos femeninos, y Macen supo
que dejaría moretones en su blanca piel. Le encantó la idea. Su siguiente
embestida se sintió imposiblemente más profunda.
—Monta a tus Amos. Siente nuestro poder y fuerza elevándose dentro de
ti.
—Lo siento. ¡Lo siento todo!
Hammer le volvió a morder los pechos. Los gritos de ella llenaron el aire.
Él rugió con satisfacción.
—Macen —le cortó Liam.
Hammer parpadeó y encontró a su amigo mirándolo con furia. Su mirada
se estrechó. Más valía que Liam no quisiera matar su momento.
—Un poco más suave, viejo —Liam insistió—. Asegurémonos de que
nuestra chica sepa que la amamos.
Mirando sobre la piel suave y retorcida de Raine mientras Liam se mecía
dentro de ella, Macen vio las marcas rojas de sus dientes plasmadas en ella. Él
vio mucho más de cerca el arco del monte de ella y dentro de su muslo. El
dominante dentro de él se llenó de orgullo, pero el hombre se encogió de
dolor. Joder, iban a bautizar su casa, cimentar su vínculo, no la iban a usar al
máximo. La tierna Raine era nueva en eso de compartir. Y como nueva sumisa,
ella no estaba preparada para ser nada cercano a una esclava a la cual podía
marcar a voluntad.
Jamás podría serlo.
Hammer apretó la cadena alrededor del cuello de su bestia interna y la
jaló fuertemente. Él se retiró, dejando solo la cresta palpitando dentro de ella
mientras intentaba recuperar el aliento, ralentizando sus pensamientos.
¿Qué tenía Raine que lo enviaba al borde de la locura? Él había marcado a
Juliet antes, varias veces, pero no de modo compulsivo. No con la intensidad
que Raine conjuraba dentro de él. ¿Qué diablos significaba eso?
—¡No! —Raine luchó por gritar—. No te atrevas a parar. Necesito más.
Los necesito a ambos ahora.
Macen quería darle a Raine lo que suplicaba, sintió la necesidad
respirándole en la nuca. Pero él también le había pedido a Liam que lo
mantuviera a raya y no lo dejara romperla.
El sudor bajó por su pecho a chorros. Él se metió en ella suavemente,
indeciso, jadeante. Él miró a Liam de manera interrogante.
—Está bien, hermano —Liam lo tranquilizó con un asentimiento de
cabeza—. Dejemos a nuestra chica volar. ¿Qué dices?
198
La Descarada y el Dominante
—¡Sí! —Raine se liberó del agarre de Liam y presionó sus manos sobre sus
pechos—. Los necesito a ambos. Me muero sin vosotros…
Liam le pellizcó los pezones. El suave gemido gatuno de Raine trajo a
Hammer de regreso al presente. Sí. Ellos necesitaban liberarla, y luego seguirla
hacia el éxtasis.
Concentrado en el placer de Raine, Hammer se meció dentro de ella,
encontrando un ritmo estable que alternó con el de Liam. Cuando él deslizó el
pulgar sobre su clítoris una vez más, Raine suspiró con felicidad. Con cada
caricia, él aumentó el ritmo. Los sonidos de sus pieles chochando
acompañados de los gruñidos de Liam y los gemidos de Raine hicieron eco en
la habitación. El olor almizclado a sexo los rodeaba.
Mientras ella apretaba y soltaba su polla hasta llegar al clímax, la espalda
le hormigueó. Él echó la cabeza hacia atrás, con la mandíbula apretada y rugió
ante el ardiente éxtasis que quemaba todo su torrente sanguíneo. Él puede que
no la estuviera marcando en ese momento, pero la cabeza se le llenó del
recuerdo de esas marcas que dejó ahora y la primera vez que la tomó. Nada
mejor que saber que Raine parecía como si le perteneciera… incluso la idea
diezmaba su autocontrol.
—Da la orden, hombre. —Hammer retumbó—. Estoy en el borde.
—Yo también —Liam le aseguró, con la voz baja y rota, mientras apretaba
los pechos de Raine y los empujaba—. Oh, amor… te sientes tan perfecta. No
quiero que esto termine. Pero nos has llevado al límite. ¿Estás lista?
Raine le enterró las uñas a Liam en los brazos.
—Más que lista.
—¿Lo deseas? —Hammer sabía que sí, pero ansiaba oírlo de nuevo.
—¡Sí! —Ella graznó.
Macen apretó los dientes y mantuvo a raya su necesidad de correrse un
momento más.
—Dinos cuánto.
Ella abrió los ojos. Sus lagunas de azul estaban oscuras. Su expresión lo
atravesó con un fuego que le llegó a las bolas.
—Joder, lo necesito. Déjame correrme para vosotros. Dios, déjenme…
—Hazlo. —Liam ladró—. Córrete. Queremos sentirte. Tengo que tenerlo.
Tan pronto como Raine llegó al clímax, ella lo arrastró al clímax con ella.
Más que ansioso por sentir la dolorosa y exquisita muerte de su ardiente
demanda, él aulló mientras se metía en ella de nuevo.
—¡Ahora! —Hammer le ordenó.
199
La Descarada y el Dominante
200
La Descarada y el Dominante
201
La Descarada y el Dominante
Liam presionó el teléfono contra su oído y cerró los ojos, frotándoselos con
el pulgar y el índice. Cada vez que el maldito teléfono sonaba, algo jodido
estaba por pasar.
—¿Qué ocurre? Pensé que estabas en cirugía.
—Yo también. El hospital en Cleveland le quitó el soporte vital al donante,
pero aparentemente el paciente está aún vivo. Están anticipando unas ocho
horas más. Parece que la cirugía podría no ocurrir sino hasta mañana. Así que
volví a mi apartamento.
Eso agitó a Liam.
—Mi ex esposa está allí.
—Exacto. Estaba concentrado en dormir unas horas decentes, y me olvidé
de ello. —Beck vaciló—. Qué diabólica, palo en el culo…
—Lo sé. —Liam suspiró—. Ni Seth ni Hammer la soportan. Raine tuvo la
mala fortuna de encontrársela hoy. No salió bien. Hemos estado… hablando
del asunto desde ahí.
Beck se rió.
—Apuesto que con los pantalones puestos.
De hecho, Liam no tenía nada puesto ahora, pero no lo admitió.
—Ya tomé la muestra de ADN al bebé. Dudo que sea mío, pero cuando
pruebe eso mañana, sacaré a mi ex esposa de tu apartamento y la pondré en
un avión de regreso a Londres. Sé que es un inconveniente, pero con gusto te
consigo un hotel esta noche.
202
La Descarada y el Dominante
203
La Descarada y el Dominante
Ella abrió la boca, pero la cerró. Él pensó que seguramente ella se cerraría
y lo obligaría a sacarle a rastras una respuesta, pero ella lo sorprendió.
—Kyle es un bebé. Seas el padre o no, necesita alguien que cuide de él.
—No voy porque quiera —Liam le juró.
—Lo sé —ella asintió solemnemente, y él le creyó.
Él la besó suavemente en los labios.
—No sé cuánto voy a demorar. La sala de emergencias jamás es rápida.
Hammer rodeó los hombros de Raine con un brazo.
—Yo la cuidaré. No te preocupes.
Eso lo tranquilizó… en su mayoría. Él se preocupó que Raine cayera en
otro agujero negro mental. Afortunadamente, ella no estaría sola, pero
entonces también se preocupó por las tendencias de Hammer.
—Haré lo que pueda por volver antes.
—Pero… —ella se mordió el labio—. No has ni dormido ni comido lo
suficiente. Me preocupas.
El corazón de Liam se suavizó ante sus palabras. La sumisión de Raine se
mostraba tan bien aquí. Ella quería cuidar a aquellos a quienes amaba:
alimentarlos, nutrirlos y asegurar su bienestar. Ella sería algún día una madre
asombrosa, y no pudo evitar compararla con Gwyneth. Él había estado
rezando que Kyle no fuera su hijo en parte porque él no tenía que compartir la
crianza con su ex esposa. Pero al ver el suave interés de Raine mientras
estaban en la casa que pronto compartirían, él esperaba algún día que él y
Hammer pudieran llenar su vientre y estas habitaciones de niños.
Se preguntó cómo se sentiría Macen acerca de ello luego de perder a Juliet
durante su embarazo…
—Ellos tienen una cafetería, amor. —Cuando ella intentó objetar, Liam
posó un dedo sobre sus labios.
—Estoy seguro que no tienen tu sazón, pero estaré bien por una noche.
Puedo dormitar en una silla si es necesario. No te preocupes por mí. Solo sigue
trabajando en las cosas que discutimos aquí. ¿Harás eso por mi?
Ella asintió lentamente.
—O podría ir contigo, ayudarte…
—No —él y Hammer contestaron al unísono.
Raine se detuvo, sintiéndose un poco herida. Liam le tomó las manos.
—No hay nada que puedas hacer allá sino preocuparte, y prefiero hacer
eso por todos nosotros.
204
La Descarada y el Dominante
205
La Descarada y el Dominante
206
La Descarada y el Dominante
207
La Descarada y el Dominante
—Te compró una casa para que los tres viviéramos ahí. ¿Qué parte de eso
dice que él te va a dejar? Tenemos que trabajar en tu confianza…
—No es eso lo que quiero decir. —Ella resoplo, y atravesó otra vez la
cocina—. Creo que él quiere estar conmigo, con nosotros. Es ella en quien no
confío.
A Hammer la mirada se le iluminó con entendimiento.
—No deberías. Pero Gwyneth no puede hacerle nada a Liam. Él está en un
sitio público y es más grande que ella. Ellos tienen seguridad en el hospital.
Estará bien.
—Se me hace difícil creer que ella de algún modo conseguiría un bebé que
se parece bastante a Liam y con la edad correcta, volar medio mundo para
revivir lo que fuera que ella pensó que tenían, solo para rendirse apenas él le
diga que no.
—Entiendes que él la humilló completamente, ¿verdad? Dudo que ella
siga persiguiéndolo luego de lo que pasó esta tarde.
—No creo que ella simplemente se sacuda y vaya a casa. Ella busca algo.
Hammer suspiró.
—Bueno, no es dinero. Le ofrecí un montón para que se fuera. Se negó.
Raine negó con la cabeza.
—Tampoco creo que se trate de dinero. Si Gwyneth jamás amó a Liam en
primer lugar, ¿por qué tomarse tantas molestias para atraparlo en una
relación? ¿Qué trama? ¿Vengarse? —Ella caminó otra vez—. No me gusta
nada de esto. Me da un mal presentimiento.
—Raine… —Él la tomó de los hombros e intentó acariciar sus brazos
suavemente.
Ella se negó a que él la calmara y se alejó.
—Es todo en lo que puedo pensar. Estoy preocupada. Si ella es la mitad de
horrible que tú dices, entonces tiene un as bajo la manga. Solo lo sé.
Antes de perder más el tiempo intentando calmarla cambiando de tema,
Raine cruzó hacia la alacena y tomó los ingredientes para comenzar a hacer la
corteza del pastel. Ella sospechaba que iba a ser una noche larga.
Hammer la tomó del brazo, ejerciendo suficiente presión para hacerla
detenerse. Ella lo miró sobre el hombro.
—No lo hagas. —Ella le contestó.
—Deja la harina. Ahora.
Ese tono bajo e imperativo le apretó el vientre. Él le había dado una orden
definitiva. Raine realmente quiso discutir que necesitaba la distracción que le
daba hornear, pero esa voz no se lo permitió.
208
La Descarada y el Dominante
Con un suspiro, ella dejó la harina en su puesto y se giró para mirarlo con
la cabeza agachada.
—Sí, Señor.
Él le levantó la barbilla con un dedo.
—Déjame quitarte tus preocupaciones. Ven conmigo.
209
La Descarada y el Dominante
Capítulo Trece
210
La Descarada y el Dominante
211
La Descarada y el Dominante
212
La Descarada y el Dominante
—Desde que entendí qué era este lugar y por qué estaba tan atraída hacia
ti. Probablemente dos semanas luego de que me encontraras en el callejón.
Ella ocupó las fantasías de Hammer incluso antes de esos días. Una vez los
moretones y cortadas del abuso de su padre sanaron y Raine había dejado de
mirar a Macen como si fuera otro monstruo con la arrogante intención de
lastimarla, él comenzó a soñar con la hermosa chica que se le entregaba a él.
Algo más de dos mil trescientos días extraños, y el mismo número de
noches largas y vacías, él ardió por traerla a su calabozo y hacer su
reclamación.
—No fuiste la única —él confesó y luego frunció el ceño—. Pero desear a
una chica que no había llegado a la mayoría de edad me hizo sentir como un
puto enfermo.
Sus deseos solo habían aumentado mientras veía a la chica terminar de
convertirse en mujer. Por años, cada día había sido un ejercicio de control y
creatividad, conjurando nuevas maneras de negarse el placer de Raine.
—Eso no te hacía un pedófilo, Macen. Yo tenía diecisiete, no cinco años —
ella le recordó puntalmente—. Sabes que aún te ansío.
—Espero que siempre lo hagas, preciosa. Mis sentimientos jamás van a
cambiar.
—Entonces, por favor, ayúdame.
Levantando esos grandes ojos azules llenos de confianza hacia él, ella
curvó los dedos alrededor de la solapa de Hammer.
—Mi cabeza está girando con tantos ―Y si”. ¿Y si te fallo porque no puedo
apagar mi cerebro?
—Deja que yo me preocupe de ello.
El peso de él llevándola al sub espacio por primera vez movió
profundamente a Hammer. De ninguna manera la iba cagar.
—Te deseo, pero has hecho escenas con tantas sumisas durante estos años,
la mayoría de ellas más experimentadas. No sé qué esperar exactamente —ella
susurró.
Consciente de que todas las miradas estaban sobre él, Hammer la acercó
entre sus brazos y la besó en la frente, anhelando sacar el caos y la aprensión
de su mente y reemplazarlos con confianza y amor.
—El único modo en que me fallarás es no intentándolo. —Hammer le
aseguró—. ¿Confías en mí con tu cuerpo? ¿Me confías tu seguridad?
—Por completo.
Su respuesta lo llenó de orgullo masculino.
—Entonces deja que te guié. No te voy a fallar.
213
La Descarada y el Dominante
214
La Descarada y el Dominante
215
La Descarada y el Dominante
—Súbete en la banca.
Ella primero levantó la mirada, reflejando la fe y confianza total que le
tenía. Cuando ella extendió la mano, Macen la ayudó a arrodillarse sobre el
cuero, moviéndose cerca detrás de ella mientras se doblaba y colocaba su
cuerpo sobre la superficie acolchada. Él pasó sus dedos por la línea de la
espalda de ella en un leve toque. A ella se le puso la piel de gallina. Al girarse
para mirarlo, ella se concentró en su rostro mientras él trazaba patrones al azar
sobre su piel, luego suspiró suavemente y cerró los ojos.
—Eres como terciopelo —él murmuró, sintiendo que la tensión de ella
comenzaba a disminuir bajo sus dedos—. Suave. Sedosa. Cálida. ¿Estás lista
para tomar mi placer y mi dolor?
—Sí, Señor.
La respuesta de Raine fue tan suave que Hammer casi no la escuchó. Pero
notó la ansiedad en su tono.
Un pequeño corrientazo de tensión hizo que la piel de ella temblara
mientras esperaba. Hammer la estudió, considerando a la chica con el ceño
fruncido. Ella había salido tan valientemente por la puerta. Él se negó a dejarla
preocuparse o encogerse de miedo y se aferró a su poder.
Moviendo su mano en el aire, Macen la dejó bajar de golpe y aterrizó en
una fuerte palmada a través del trasero de ella.
Su palma se encendió mientras un pequeño grito salió de la garganta de
ella. Su polla, estrangulada en los confines de su pantalón, palpitó mientras él
se deleitaba con los gritos femeninos.
—No te oigo —Hammer ladró.
La cabeza de Raine se levantó. Ella tomó aire temblorosamente.
—Sí, Señor.
Pasando una mano sobre la marca floreciendo en un rojo furioso, Hammer
se inclinó para susurrarle al oído.
—Deja que mi fuego te llegue hasta los huesos. —Le ordenó—. Toma mi
dolor. Deja que te cubra y te lleve lejos.
Moviéndose para poder ver el rostro de Raine, Macen siguió acariciando
la parte dolorida mientras ella bajaba la cabeza una vez más y trabajaba por
normalizar su respiración. Pendiente de todos sus detalles, él notó que la
pequeña línea entre las cejas de ella que había visto a la hora del desayuno se
había tornado más fina y más profunda.
—Lo intento, señor.
—Vas bien, preciosa. No podría estar más orgulloso de ti.
216
La Descarada y el Dominante
217
La Descarada y el Dominante
218
La Descarada y el Dominante
219
La Descarada y el Dominante
—Sí… —Raine luchó contra sus ataduras y se empujó contra los hábiles
dedos de él.
—Lo haré a su tiempo. Nos perteneces a Liam y a mí, ahora y siempre.
Poseemos cada centímetro de ti y eso incluye tus gritos de éxtasis. Nadie los
oirá excepto nosotros.
La proclamación de Hammer generó una ráfaga de susurros sonoros que
fluyó por todo el calabozo.
Él los ignoró y dirigió toda su atención y energía al meneo rítmico de las
esbeltas caderas de Raine. Él se deleitó en guiar su placer.
Mientras Macen metía dos dedos dentro de su hinchado núcleo, ella dio
un grito agudo que le agarró la polla y palpitó en su cerebro. El resto del
mundo se disolvió.
—Así es, Raine. Entrégame tu control. No te pertenece.
Con cada momento que pasaba, los pliegues rosados de ella brillaban más.
Su aroma flotaba. El picante olor de su sexo casi hizo gruñir a Hammer. Él
retiró sus dedos de las paredes apretadas de la mujer, y se puso sobre una
rodilla detrás de ella. Inclinándose, pasó la lengua sobre sus brillantes
pliegues, golpeando el clítoris con la punta. Su sabor intoxicante explotó en
sus papilas.
Raine maulló largo y fuerte. Su nudo de nervios se endureció debajo de los
labios de él. Cristo, él quiso quedarse ahí por horas y lamerla mientras los
gritos de ella resonaran en su cerebro. Pero su escena no se trataba de lo que él
quería, sino de lo que ella necesitaba.
Luego de una deliciosamente larga lamida más, él la saboreó, luego
lentamente se puso de pie, suavizando su palma a través de su trasero en una
larga caricia. Raine le dio un gruñido suplicante. La profundidad de la
frustración de ella, se quedó grabada a fuego en su cerebro.
—Sí, preciosa. Eso es exactamente lo que deseo… a ti sufriendo bajo mi
mano —Macen la elogió—. Porque eres mía para que te provoque, te torture y
te disfrute.
Ante esas palabras, la columna de Raine se hundió. Ella levantó la firme
curva de su trasero en el aire, lista para las sensaciones que él tuviera
preparadas para ella, y se derritió en el marco cubierto de cuero.
Tan jodidamente perfecta…
Hammer levantó el flagelador y tomó firmemente el mango, sintiendo los
bíceps abultarse del peso de las generosas hebras. Moviendo su mano a un
lado, él aterrizó las gruesas bandas sobre el trasero de marfil de Raine con un
pesado golpe seco.
220
La Descarada y el Dominante
Raine soltó un aah, e hizo una mueca de dolor. Marcando cada detalle de
su respuesta en su cerebro, Hammer bajó el cuero otra vez mientras
memorizaba cada flexión de sus muslos, cada jadeo, cada tensión de su
trasero. Ella se puso rosada. Su respiración se aceleró. Macen sonrió. A ella no
le gustaba el dolor del todo, pero cuando él miró su rostro, el suave
fruncimiento de su frente le dijo que a ella le encantaba como una mierda este
pequeño picor.
Batiendo la muñeca más a menudo, forzando el cuero a aterrizar con dolor
extra, él vio cómo Raine procesaba todas las sensaciones agregadas con un
fruncimiento ocasional. Pero no pasó mucho antes de que ella luchara contra
sus esposas, arqueando más alto el trasero en una silente petición de más.
Hammer oyó una risa baja, bastante familiar, y miró a su izquierda para
ver que Seth había parado también su escena, y ahora miraba con interés. Él le
dio a Macen un asentimiento, y retomó su estudio del rostro de Raine una vez
más. El sosiego entre chasquidos claramente la frustraba mientras gritaba y
jalaba de las esposas que le apresaban las muñecas.
—Pide lo que quieres. —Hammer le ordenó.
A Raine le temblaron los brazos y las piernas. Mientras él miraba entre los
muslos de ella, notó lo resbaloso que ahora ella tenía el sexo entero. Ella estaba
hinchada de necesidad, que iba de rosado a rojo suave frunciendo el sexo
buscando atención.
A Macen se le hizo agua la boca.
—Sí, Señor —ella maulló—. Por favor. Más.
Agachándose detrás de ella, Hammer se inclinó y captó un poco más de su
sabor ácido y fuerte. Luego aplanó la lengua y la pasó sobre sus pliegues
exuberantes y hasta la parte baja de su espalda.
Raine chilló y se retorció, jadeó. Él la mantuvo en su lugar con una gran
palma extendida a través de la parte superior de su trasero para aquietar el
meneo de sus caderas.
Él rodeó la banca de azotes y se dobló hasta que quedaron cara a cara.
—¿Más qué?
—Todo.
—Eso puedo hacerlo, dulce sumisa —Hammer le aseguró antes de tomarla
del cabello y tomar sus labios en otro beso salvaje.
Él bebió cada gota de su rendición, dejándolo llenar todos los lugares
vacíos dentro de él que jamás había permitido que otra sumisa tocara.
Alejándose, él le liberó el cabello y se puso de pie. Ella ahora se relajó
sobre la banca. Su pecho se expandió, y una potente subida de poder ardió a
221
La Descarada y el Dominante
través de él. Joder, él quería su látigo… su juguete usual. Sabía que podía
besarla tan dulcemente con él y hacerla volar. Pero ella le pidió que no lo
usara, y él no traicionaría su confianza.
Apretando la mandíbula, él caminó de nuevo a la parte de atrás de la
banca. El olor de su almizcle femenino llenó sus sentidos y se fijó en su lengua
como una droga. Con amor, él rozó los dedos sobre la marca de su palma. La
marca aún era visible pero se fundía hermosamente con la cálida y enrojecida
piel de su trasero.
Dominación. Control. Paz.
Retirando de nuevo el flagelador, Hammer aterrizó las pesadas hebras
sobre su pálida piel en un ritmo estable y palpitante otra vez. Y otra vez. Y
otra vez. El tiempo perdió todo significado, medido solo por cada golpe
deliberado y el sutil movimiento de su cuerpo.
Los suaves gemidos de ella, hicieron eco alrededor de él, fusionándose en
su cerebro, y pulsó a través de su cuerpo. Cada segundo se agudizaba con
claridad cristalina, magnificando la creciente energía dentro de él. Nada más
importaba.
Nadie más existió. El tiempo se detuvo por este único momento.
—Dime dónde estás. —Hammer dijo, con la voz ronca y fuerte.
—En las nubes —Raine suspiró, con el tono cubierto con serenidad.
—Ve más allá, preciosa. Navega más allá de las estrellas —Hammer le
exigió suavemente—. Te traeré de vuelta cuando sea el momento.
A medida que seguía golpeando su trasero con las anchas hebras, él buscó
algún signo de angustia y no encontró ninguno. El trasero de ella estaba
bastante rojo. Ni sus manos ni pies se veían morados. Todo bien.
Los gemidos de ensueño de ella se amplificaron en sus sentidos. Hammer
revisaba la escena: lo que había hecho, cómo ella respondía mentalmente,
emocionalmente, físicamente. Aunque él aún estaba concentrado en ella con
una aguda consciencia, Raine ya no reaccionaba al golpe del flagelador en su
piel.
Jamás la había llevado al sub espacio, y el poder que ella voluntariamente
cedió encendió cada célula en el cuerpo de Hammer. Él se aferró a la
invaluable confianza que tenía en las manos y luchó con la urgencia de salir de
su propia cabeza para ir al domespacio. Una vez que él aprendiera de la
sumisa en ella lo suficientemente bien, luego de conocer cada reacción… Sí,
entonces él también se iría a su propio delicioso lugar y consumiría por
completo su poder mientras la enviaba a navegar más allá de las estrellas.
Ese día vendría. Pronto.
222
La Descarada y el Dominante
—¿Aún estás conmigo, preciosa? —Él murmuró, viendo los ojos de ella
abrirse suavemente.
—Sí —ella dijo casi sin voz.
—Esa es mi hermosa chica —él la elogió.
Colocando el flagelador sobre la piel ya ferozmente roja, él pudo sentirla
deslizarse lejos casi de manera tan intangible como si ella lentamente soltara
su mano.
—Ella se fue —Seth finalmente murmuró suavemente.
—Excelente —Hammer sonrió pero no se detuvo.
Fascinado por la rendición de su piel bajo las hebras y el profundo rojo de
su trasero, él sintió un peso levantarse de sus hombros. Él le había dado lo que
necesitaba, había creado un lugar tranquilo dentro de su mente donde ella
pudiera escapar del caos.
Manteniéndola suspendida en esa euforia pacifica durante el tiempo que
se atrevió, Macen finalmente soltó el flagelador. Mirando su enrojecida piel, él
se fijó en la crema resbaladiza que le cubría el coño. Raine invocó cada célula
primitiva en el cuerpo de él. Ella se había rendido en mente, cuerpo y alma…
y eso aún no fue suficiente. Él necesitaba más.
Poseer.
Tomar.
Reclamar.
Al inclinarse, él besó la piel caliente del trasero de ella, y sintió el palpitar
de éste bajo sus labios. La necesidad de sentir su suave sexo rodeando su polla
lo hizo apretar los dientes. No aquí. Ahora no. él disfrutaría el filo de la
necesidad un poco más. Cuando ella estuviera lista… oh, él se atiborraría de
ella.
Atormentándose un poco más, él le liberó los tobillos, y lamió las marcas
rojas de su piel. Él saboreó su calor, lo mordió con suavidad, antes de retirar a
regañadientes los labios de su piel ardiente.
Hammer se puso de pie y se movió al frente de la banca y rápidamente le
liberó las muñecas. Todavía Raine no se movía, ni se quejaba, incluso cuando
él le acarició la mejilla y el cabello con los dedos.
Plácida y libre, ella flotaba en el refugio seguro del subespacio, algún
lugar lejos de todos, especialmente de Gwyneth y los problemas que la perra
había causado.
El orgullo rodó sobre Hammer como una marea que lentamente se
elevaba. Él la había llevado allí, disolvió sus preocupaciones, sus miedos y le
dio el dulce regalo de la paz.
223
La Descarada y el Dominante
224
La Descarada y el Dominante
225
La Descarada y el Dominante
226
La Descarada y el Dominante
227
La Descarada y el Dominante
228
La Descarada y el Dominante
Liam aún no pudo definir dónde encajaba él dentro de este escenario, pero
una pregunta lo golpeó en la cara.
—¿Qué sabes tú de dirigir una compañía, especialmente de ese tamaño?
—Nada. —Ella se mordió el labio e hizo una pausa, como si se acabara de
dar cuenta de ese practicismo—. Pero ya tenía visto un inversionista. Kitty
tontamente piensa que ella debería dirigirla sola. Si ella va a ser tan ridícula,
entonces no merece nada.
Liam se mantuvo en el borde de la silla.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo?
—Bueno, papi pensó que tú me tenías con mano firme y estaba más que
un poco molesto por nuestro divorcio. Para heredar la compañía, tengo que
probar que soy responsable y menos impulsiva.
Ella dejó caer su voz, burlándose del anciano.
—Porque aparentemente zumbar unos votos a un idiota insípido y tener
un niño hace a Kitty confiable. En fin, mi padre dijo que él me dejaría el
control del negocio a mí si me volvía a casar contigo. Además del sexo, no
tenía idea de cómo iba a convencerte de recibirme de vuelta.
Esa era la lógica de Gwyneth. Nada de lo que ella hiciera lo sorprendería
más, pero esto lo asombró más.
—¿Entonces decidiste secuestrar a tu propio sobrino y usarlo para
obligarme?
—En realidad esto comenzó cuando acepté hacerle un favor a mi hermana.
Habíamos planeado un último viaje a Nueva York por mi padre. Él disfruta
tanto la ciudad. Pero en el último momento, sus doctores dijeron que él no
estaba lo suficientemente bien para viajar. Yo convencí a Kitty y a George que
siguiéramos con el viaje. Cuando llegamos, Kitty pasó los primeros dos días
llorando. Ella ha tenido una cosa post parto. —Gwyneth ondeó la mano en un
gesto desdeñoso—. En fin, George decidió que un crucero romántico la iba a
animar. Él me pidió que cuidara a Kyle.
Liam frunció el ceño. Había creído que su crítica hacia George había sido
más bien cruel… hasta ahora. ¿Qué clase de imbécil dejaría a su hijo con
Gwyneth?
—¿Y? ¿Tú pensaste, solo en caso de que seducirme no funcionara, que
mientras ellos estaban de vacaciones, utilizarías a su propio hijo para intentar
joderlos por un billón de libras?
—En serio, Liam… eso es injusto.
Él gruñó una maldición.
—Suena bastante preciso para mí.
229
La Descarada y el Dominante
—Ser responsable de Kyle cada día y cada noche ha sido tan difícil. ¿Sabes
lo imposible que es dormir con un bebé? Y ahora que él está tan terriblemente
enfermo… —ella comenzó a sollozar de nuevo—. Oh, es horrible. No puedo
recordar la última ducha que tuve en paz. Mis nervios están destrozados. No
sé por qué alguien querría reproducirse. —Ella tembló.
Liam había estado más feliz de que jamás hubiera embarazado a Gwyneth.
—¿Qué debo hacer? Él está seriamente enfermo. ¿Y si pasa lo peor? —Ella
sollozó.
—Tendrás que vivir con las consecuencias de tus actos. —Algo con lo que
ella no tenía experiencia—. ¿Por qué me estás confesando todo esto ahora?
—He estado muy preocupada hasta perder la cabeza. No puedo lidiar con
el estrés. Tú normalmente puedes arreglar cualquier situación, así que
esperaba que si te contaba todo, me ayudarías. No sé a dónde más ir… —ella
se deshizo en llanto una vez más.
Liam sacudió la cabeza.
—Los doctores le darán a Kyle toda la ayuda necesaria. Pero no te puedo
ayudar. No puedo creer lo que has hecho.
—Comenzó de modo inocente —ella protestó—. Una vez Kitty y George
se fueron, me encontré en Nueva York. Solo quería verte de nuevo. Intenté en
tu apartamento. Cuando no te encontré allí, me rebajé a visitar ese terrible club
al que pertenece Seth. Por supuesto, tampoco estabas allí.
—¿Y alguien allá te dijo dónde encontrarme? —Valiente confidencialidad
del club. Alguna cabeza tendría que rodar por eso.
—No fue su culpa. Cuando aparecí con Kyle en ese… lugar, todos
asumieron que Kyle era tuyo.
Ella hizo una mueca de dolor, mirándolo con ojos verdes, rogando su
perdón.
—Solo no aclaré la suposición. Luego todo se volvió una bola de nieve, y
me encontré teniendo que dar explicaciones mucho más grandes…
—Mentiras —él corrigió.
Ella arrugó la frente.
—Afirmaciones… no totalmente veraces, lo admito.
—Invenciones jodidas hechas para perturbar mi vida.
Ella suspiró.
—No te hagas el mártir…
Él la miró furiosamente, no confiando en sus propias palabras… o en no
estrangularla.
—¿Algo más, Gwyneth?
230
La Descarada y el Dominante
—Eso es todo.
Ella se secó con toques las lágrimas que humedecían sus mejillas.
—¿No puedes ver cómo sufro? Ayúdame.
Gwyneth jamás había sido buena en concentrarse en alguien más que ella
misma.
—¿Y qué de tu hermana? ¿Kitty tan siquiera sabe que su hijo está
enfermo?
Ella se puso de pie y comenzó a pasearse, retorciéndose de nuevo las
manos.
—Llamé a Kitty antes de que llegaras. Su barco llega a Galveston en la
mañana. Ya tienen un vuelo de las afueras de Houston que aterriza en LAX
después del medio día. Gracias a Dios. Estoy tan cansada de mantener esta
farsa. Y tú te has vuelto tan malhumorado.
Liam se sintió ridículamente aliviado ante esa afirmación. Pero una cosa
aún lo molestaba.
—¿Por qué simplemente no me pediste ayuda? Eso es lo que alguien
normal hubiera hecho.
Ella lo miró con la boca abierta.
—Estabas tan enfadado por mi pequeña aventura con el entrenador. Él era
lindo y no significaba nada para mí. Pero por alguna razón, tú perdiste el
juicio. ¿Por qué iba yo a creer que tú me ayudarías, especialmente cuando
necesitaba que te casaras otra vez conmigo?
Al menos Gwyneth había averiguado que él no quería nada más que ver
con ella. Ya que ella normalmente no podía soportar que un hombre no
estuviera enamorado de ella, eso era un progreso para su ex esposa.
—Jamás lo sabremos, ¿verdad?
231
La Descarada y el Dominante
Capítulo Catorce
232
La Descarada y el Dominante
233
La Descarada y el Dominante
animal primitivo una y otra vez… ella pasó la mayor parte de su tiempo
últimamente en la habitación de Liam. En la cama de Liam. En los brazos de
Liam.
Ahora todo había cambiado.
Hammer la ayudó a beber del refresco. El picor del frío y la efervescencia
le golpearon la lengua y le hicieron cosquillear la nariz. La cafeína la despertó
en segundos. ¿O era solo su cerebro funcionando otra vez? Ella miró la lata.
Seth la había traído, no Liam, quien no había estado para la escena porque
estaba en el hospital con Gwyneth y el bebé enfermo. Así que Hammer tuvo
que hacer lo que pudo para desconectarle la cabeza y quitarle las
preocupaciones.
—¿Te ha llamado? —Raine soltó.
El pesar le apretó a él el rostro.
—No. Pero Liam está bien. Él va a volver. No te preocupes.
Ella realmente quiso creerle. Su relación no valdría nada si ella no tenía fe.
Hammer jamás había sido partidario de endulzar las palabras o evitar golpes.
Si pensaba que Liam podría ser engatusado, él no diría lo contrario. Y su
hermoso irlandés jamás les hubiera comprado una casa en la cual construir su
futuro si planeara irse.
—Sé que tienes razón. Solo que no me gusta —ella murmuró.
—Liam estará conmovido por tu preocupación, pero no le gustaría que te
preocuparas.
Raine sopesó sus palabras.
—Eso también lo sé.
Hammer le retiró el cabello de una mejilla.
—¿Cómo te sientes?
—Relajada. Bien.
En el cielo.
Él la tomó de la nuca, y sus labios subieron por su cuello.
—¿No estás muy dolorida?
Experimentalmente, ella se estiró y removió. El calor le azotó el trasero, la
parte superior de los muslos y la parte baja de la espalda. Pero un cómodo
calor se extendió por todo su cuerpo. Ella se acurrucó en la cama un poco más,
apenas resistiendo la urgencia de volver a cerrar los ojos y encontrar esa
seductora paz.
—Sensible. Pero está… —suspiró, y le dio a Hammer una pequeña
sonrisa—. Bien.
234
La Descarada y el Dominante
Una sonrisa perversa curvó los labios masculinos antes de bajar las cobijas,
desnudándola hasta la cintura. Él le acunó un pecho y se lanzó hacia su pezón,
dándole un chupón profundo y fuerte. Un inesperado corrientazo silbó a
través del cuerpo de ella, se disparó por sus venas y le golpeó el clítoris. Sus
ojos se abrieron por completo. Ella tomó un aliento. El tacto de Hammer
siempre se sentía locamente bien, pero Raine jamás había experimentado esta
hipersensibilidad. Hace diez segundos, ella no había pensado en sexo para
nada. ¿Ahora?
Cuando él alejó sus labios, ella se arqueó y envolvió el cuello masculino
con sus brazos con un gruñido implorante.
—Macen…
—¿Qué tal ahora? —La provocó, pellizcándole el pezón y llenándola con
otro estallido de sensaciones—. Puedo hacerte sentir mucho más que solo
bien, preciosa.
—Por favor…
La súplica susurrada de Raine fue directo a la polla de él.
Oh, diablos…
Hammer no esperaba darle nada excepto los cuidados posteriores, pero en
el instante en que ella se derritió en él y él saboreó su piel, él se fijó en solo una
cosa… una única cosa. De hecho, él lo haría mucho más que bueno. La follaría
hasta que ella se aferrara a su espalda, gritara hasta tener la garganta en carne
viva, y cayera sobre el colchón exhausta.
Él echó las mantas a un lado y se abrió el cierre del pantalón, bajándolo en
un susurro.
—¿Disfrutas la subida de las endorfinas?
235
La Descarada y el Dominante
Ella parpadeó con los ojos abiertos de par en par, lamiéndose los labios
mientras lo veía desvestirse.
—¿Es eso lo que siento?
Tan jodidamente inocente en cierto modo, y él no debería disfrutar
corromperla tanto.
—Apuesta a que sí. Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para
asegurarme que no te bajen pronto.
Hammer se rodó en la cama lo suficiente para dejar su pantalón en el
suelo. La vista de Raine en su cama, sobre sus sábanas, llevando las marcas de
sus dientes sobre sus pechos, su muslo, su sexo… que lo jodan si eso no lo
hacía perder la cabeza. Él ansiaba marcar su linda piel un poco más.
—¿Es esto lo que quieres, sí o no? —Él preguntó.
Cada célula de su cuerpo quería fundirse en ella, dejar claro sin términos
medios que él la poseía. Ella parpadeó en su dirección, con ojos azules fijos,
pezones rojos duros, y respiración entrecortada.
—Sabes qué te estoy preguntando, Raine. ¿Cuánto te pregunto? ¿Sí o no?
—Él enunció cada palabra con claridad.
Porque él no sabía cuánto iba a aguantar. Si ella estaba demasiado
cansada, dolorida o asustada, él tendría que tocarse y esperar como el infierno
que eso lo saciara lo suficiente para dejarla en paz. Pero de ninguna manera
desencadenaría este lado de él sin su consentimiento.
En algún lugar de su cabeza, la razón le gritó. Esta no era una idea
fabulosa. Liam no estaba aquí para atajarlo si se salía de control, y le juró
mantenerse bajo control. Hammer maldijo, frotándose el cabello con una
mano.
Él era fuerte, maldita sea. En control. No necesitaba una puta niñera. Raine
era preciosa para él y jamás la dañaría. Disfrutaría un poco, y luego se alejaría.
Sin daño, no hay culpa. No habría problema, ¿verdad? Raine se mordió el
labio, mirándolo con timidez, casi de la manera en que lo había hecho antes de
que alguna vez la tocara… tal como lo había hecho cuando ella albergaba esa
locura de adoración al héroe que lo había llevado al borde de la locura porque
no podría saciar su deseo por ella.
Seguro como la mierda que él hacia algo al respecto.
—¿Raine? Contéstame.
Una sonrisa tímida le iluminó el rostro mientras ella levantó sus manos de
la cama. Ellas se movieron a su alrededor, frotando un lado de su cabello,
extendiendo la masa oscura de rizos sobre la almohada blanca de Hammer,
antes de que ella pusiera las palmas sobre las crestas de sus pechos.
236
La Descarada y el Dominante
237
La Descarada y el Dominante
238
La Descarada y el Dominante
color carmesí. Ella lloriqueó, gimió. Los sonidos solo alimentaron la hirviente
demanda de Hammer.
Él se movió hacia abajo, buscando piel suave que necesitara su posesión.
Sus clavículas. Dulces. Delicadas. Suyas…
Mientras él mordía el delgado hueso, los gritos de Raine hicieron eco en
las paredes, reverberando en sus oídos. El vago sabor a metal se escabulló por
la lengua de Hammer. Él se retiró, estudiando su trabajo. Un par de gotas de
carmesí adornaban la nívea piel.
La respiración de ella se aceleró. Sus pezones se endurecieron más. Ella lo
miraba como si él fuera un jodido dios que le daría el mundo entero.
Oh, sí. Joder, sí.
Ella miraría esa herida durante días y la recordaría. Él también.
—Dime lo que deseas, Raine —Hammer le exigió antes de chupar la
pequeña punción.
—A ti, Macen. Todo de ti. —Raine gruñó mientras se retorcía, rodando las
caderas debajo de él, provocándolo—. Fóllame. Duro. Por favor.
Moviéndose sobre sus rodillas, él colocó su polla contra su rosado coño,
apoyando la cresta contra los húmedos pliegues. Y esperó. Ella se revolvió,
pero él la detuvo con un implacable agarre sobre sus muslos. Él miró la
apertura de ella palpitar alrededor de él como si intentara tragarlo y hundirlo
en sus profundidades.
Hammer sonrió mientras se metió en ella con un solo empujón
inmisericorde.
Raine jadeó y gruñó.
—Más fuerte, Macen. Más hondo… ¡Sí!
Mientras él empujaba de nuevo en su interior, Raine se mordió el labio.
Cristo, ella era asombrosa, su puto sueño hecho realidad.
La primera vez que él la había devastado parecía ahora una memoria
lejana. Claro, la cantidad de alcohol que había consumido esa vez había
adormecido la mayor parte del resplandor que lo asombraba ahora.
Justo como lo hizo en el calabozo, Hammer se concentró en cada
movimiento del cuerpo de Raine: la arruga de su ceja, los jadeos que
expandían sus pulmones y le elevaba los pechos hacia el firmamento antes de
sacudirse y rebotar mientras él se hundía en su cuerpo pequeño y suave.
La sangre en su clavícula salió a la superficie de nuevo. Mientras él se
deslizaba una vez más sobre ella, Hammer colocó los brazos debajo de ella y
enganchó las manos sobre los hombros de ella. Él bombeó su coño y se fijó en
239
La Descarada y el Dominante
240
La Descarada y el Dominante
Acariciando su cálido trasero con las manos, él aterrizó una palmada feroz
a través del trasero de ella y vio la piel rosada arder en rojo de inmediato.
Raine aulló. Sus gritos hurgaron en el alma de Hammer, vertiendo vida entre
las grietas dormidas e insensibles dentro de él.
Aún insatisfecho, Hammer se inclinó para lamer la marca. Mientras su
lengua le rozaba la piel, Raine se retorció y gimió, elevándose con el ardor que
él le había infringido.
Apretándole las caderas y deteniendo su meneo, él se dobló y hundió los
dientes en la acalorada piel de su trasero. Y de nuevo él sintió su compartida
perfección descendiendo en sus profundidades.
Hammer le palmeó los muslos.
—Abre. Grande. Tómame, Raine. Toma todo de mi.
Ella se abrió de inmediato mientras Hammer hundía los dedos
implacablemente en sus lados.
Él se hundió en su coño y empujó las acaloradas y enrojecidas nalgas
contra él por un largo momento. Ella le apretó la polla con ansiosa suavidad y
un grito sensual. Los ojos de él rodaron hasta la parte de atrás de su cabeza.
El cielo, puro e intoxicante.
—Baja la cabeza, mi dulce sumisa —Hammer le ordenó, con el tono
inflexible—. Mantén ese hermoso trasero bien alto al aire.
Mientras Raine obedecía, el pecho de Hammer se expandió. Él deslizó sus
manos hacia arriba de la espalda femenina y dobló los dedos alrededor de los
hombros, hundiéndolos en el hueco de las clavículas. El pulso de Raine
palpitaba bajo sus dedos.
Todo de esa sirena había acosado sus fantasías por lo que pareció una
eternidad. Y ahora, él supo exactamente por qué.
Ella fue hecha para tomarlo. Él se convenció la primera vez que la folló
que ella no podía con él. Ahora… Joder, Raine era todo lo que él alguna vez
buscó.
Con la cabeza abajo, ella presionó su mejilla contra el colchón. Todo su
cabello de ébano se extendió en sedosas madejas sobre sus sábanas. La larga
línea de su esbelta columna cubierta de piel suave y pálida se llevó lo último
de su control.
—Grita para mí, preciosa. Lléname de tu sumisión. De tu amor.
Mientras Hammer se hundía dentro de ella como poseso, él le mordió la
espalda, le chupó la piel. Los gritos de éxtasis de Raine hacían eco en su
cabeza, urgiéndolo a ser más rápido, más duro, ir más alto.
241
La Descarada y el Dominante
242
La Descarada y el Dominante
243
La Descarada y el Dominante
244
La Descarada y el Dominante
sus venas. El olor espeso a cuerpo caliente y excitación sexual se filtró por sus
sentidos, tan intoxicante, que casi podía saborearlo.
Seth estaba curvado sobre uno de los enormes sillones, dándole cuidados
a una linda sumisa pelirroja a quien tenía arropada con una cobija y acunada
en sus brazos. En el segundo en que lo vio, él besó la frente de la chica y la
envió a su lugar.
Mientras Liam cruzaba el sitio, él oyó alguna murmuración alrededor del
cuarto cavernoso. Solo unas palabras se filtraron. Los miembros hablaban
emocionados sobre lo intenso de la escena de antes. Pero mientras él pasaba,
esas conversaciones se detuvieron abruptamente. Algunos dominantes
simplemente lo miraron.
Jesús, ¿ya se habían enterado de Gwyneth y su “hijo”?
Cuando Liam llegó a Seth, asintió hacia su amigo de Nueva York.
—Veo que te estás adaptando bien a Los Ángeles.
—No voy a mentirte. Las chicas son lindas, y el clima está malditamente
bien.
Liam medio esperaba que Seth lo molestara otra vez sobre su vida con
pinta de novela entretenida, pero el hombre no lo hizo.
—Me alegra. ¿Has visto a Raine y Hammer?
Seth se detuvo, y todos los instintos de Liam se dispararon.
—Hicieron una escena en el calabozo hace poco.
Los dos solos. Liam oyó el mensaje implícito de Seth. Algo entre ansiedad
y molestia se aferró a él. Pero Hammer también era el dominante de Raine. A
veces él necesitaría o desearía estar con ella. Al menos eso es lo que su lado
razonable le dijo. El otro lado ardía con un golpe cegador de celos.
—¿Y? —Él se las arregló para preguntar.
Otra pausa, esta vez, más larga.
—Fue… intenso.
A Liam no le gustó mucho como sonaba eso.
—¿Qué quieres decir?
—Raine voló duro y rápido. Creo que ella estaba necesitándolo.
Luego del día que tuvo Raine, seguramente sí. Las evasiones y las
mentiras, su ex esposa y el bebé, su discusión… todo eso combinado tuvo que
haberla desestabilizado. Ella hubiera querido que alguien se llevara todo eso,
aunque sea temporalmente, y centrarla.
Pero maldita sea, su día había sido malditamente peor. Cada maldito
evento lo había tomado por sorpresa. Se las arregló para prepararse para un
choque de trenes tras otro, ninguno era producto suyo. ¿Raine o Hammer
245
La Descarada y el Dominante
246
La Descarada y el Dominante
Nick el barman, se puso de pie ante él con una puta sonrisa alegre que
Liam no pudo igualar.
—Sí, eso mismo.
—Yo tomaré agua —Seth agregó.
En el minuto en que Nick puso el vaso frente a él, Liam lo levantó. Y sus
manos temblaron mientras se bebía el líquido. El ardor se abrió paso en su
garganta y no hizo nada para derretir el hielo que le congelaba el pecho.
—¿Otro? —El barman le preguntó.
—No.
El licor solo lo cansaría más, y él aún tenía que encontrar a Hammer y a
Raine, explicar su noche en el hospital con Gwyneth. Pero tenía que dejar de
lado su ira irracional primero, recordar que Raine no era solamente suya.
—Te perdiste a Raine y Hammer hace un rato en el escenario central —
Nick dijo—. Hicieron una escena bastante larga. Una de las conexiones más
asombrosas entre un dominante y una sumisa que jamás he visto.
Una ola de rabia saltó en Liam donde estaba mientras intentaba procesar
las palabras de Nick. Liam se aguantó las ganas de golpearle sus australianos
dientes de niño bonito y hacérselos tragar. En cambio, golpeó la barra.
—He cambiado de parecer. Otro.
—Seguro. —El barman le sirvió otra vez y frunció el ceño—. Oye, ¿estás
bien?
Él ignoró a Nick y bebió su trago para luego dar la vuelta.
—¿Viste a Hammer tomar a Raine en medio del calabozo antes?
Él oyó a un dominante preguntarle a otro.
—No, pero lo oí apenas entré. —El otro contestó—. Joder, ya era hora, si
me lo preguntas. Han estado calientes el uno por el otro durante años.
—Sí, y se notó. Esa escena era un acto de dominación pura. Ella se sometió
él así no mas. —El extraño chasqueó los dedos—. Como si ella hubiera estado
enamorada de él por años.
Qué novedad.
Liam se dijo a sí mismo.
—Hammer declaró que él y Liam la poseían —el primer dominante dijo—.
Pero, ¿quién sabe?
En serio. ¿Quién?
Liam estrelló su vaso vacío sobre la barra con la frente arrugada. Uno de
los dominantes miró y lo notó. Luego codeó a su amigo. Ambos hombres se
mezclaron entre la gente con rapidez. Con el corazón bombeándole en la
cabeza, Liam no podía respirar. Sus celos volvieron en forma de palas para
247
La Descarada y el Dominante
enterrarlo justo donde estaba, de algún modo lo asombraron… aunque tal vez
no debería estarlo.
—No saques conclusiones —Seth le advirtió—. Esos dos están hablando
con el culo.
—En realidad, creo que tienen razón, Seth. Ahora si no te molesta, lárgate.
—
Liam se alejó del bar y dejó el calabozo. Era hora de encontrarlos y
confrontar lo que fuera que estuviera ocurriendo.
248
La Descarada y el Dominante
Capítulo Quince
249
La Descarada y el Dominante
250
La Descarada y el Dominante
No me parece, maldición.
En cambio, Liam miró a Raine, completamente cubierta de las marcas de
posesión de Hammer, irritándose con las marcas de las esposas en las
muñecas y tobillos de Raine. Ella parecía como si una bestia la hubiera
atacado.
Liam negó con la cabeza. Todas esas marcas, y ninguna era suya. Justo
como si ella jamás lo fuera…
Esa realidad lo golpeó en pleno rostro con la fuerza de un camión.
Él salió de la habitación, atravesó la oficina de Hammer y salió al corredor
de afuera. Liam cerró la puerta de un golpe y se apoyó en la pared, luchando
contra las ganas de estrellar su puño a través del muro.
Hammer no había estado satisfecho con solo reclamar a Raine frente a
todos cuando Liam no había estado presente para mostrarle también a ella, o
cualquier otro, su dominación. Claro que no. El imbécil la había arrastrado a
su habitación y la folló como un animal, marcándola salvajemente por todos
lados.
La puerta junto a él se abrió y Hammer sacó la cabeza.
—¿Qué haces ahí afuera? Ven donde podamos tener privacidad.
—Me cansé de oírte, podrido bastardo —Liam lo maldijo—. ¿Cómo
pudiste?
—Cálmate. —Hammer lo urgió—. Vamos a hablarlo.
—Ahórratelo. Ya sé de tu reclamación pública a Raine. Todo el maldito
calabozo no habla más sino de lo increíble que fue. No podías esperar a que yo
me fuera, ¿Cierto?
Hammer resopló.
—¿Qué? Comencé la escena en el calabozo porque ella lo necesitaba.
—¿Lo necesitaba? ¡Ja! Más bien, tú lo necesitabas. Te conozco, Macen. No
pudiste esperar a desatar a tu bestia interna sobre ella.
Él le dio un puño a la pared con un crujido satisfactorio. La agonía explotó
en sus nudillos… y no le importó.
—Me parece que no terminaste, amigo. Dejaste varias partes sin marcar.
¿Te las dejo?
Un tic en la mandíbula de Hammer era el único indicio que tenía Liam de
que él sentía algo.
—Oh, maldita sea. Tuviste tu oportunidad de marcarla esta mañana pero
tú…
—No la ataqué como un puto animal.
—¿Qué pasa?
251
La Descarada y el Dominante
252
La Descarada y el Dominante
253
La Descarada y el Dominante
254
La Descarada y el Dominante
Liam no contestó. Tal vez ella se sentiría mejor diciendo lo que necesitaba
decir. O tal vez ella finalmente se daría cuenta que él tenía razón. Prefería
arrancarse los ojos a oír esto, pero se encogió de hombros.
—Estaba enferma de preocupación por ti con Gwyneth. No sabía qué
podía hacer para lastimarte más, pero estoy segura que ella podía pensar en
algo. No podía estar contigo y no podía hacer nada por ti. Así que me sentí
indefensa. Así que comencé a hornear y… Hammer me encontró. Él se dio
cuenta que estaba trabajando de más. Él me ayudó a salir de mi cabeza y…
—¿Qué horneaste? —Liam no estaba seguro de por qué preguntó.
—Galletas de dulce. Y pastelitos.
—¿De cuáles?
Ella vaciló.
—Especia de manzana.
El favorito de Hammer. Por supuesto. Eso lo enojó más.
—¿Alguna vez preguntaste lo que me gusta? No. Hojaldres, Raine. No es
que importe ya.
—Siempre comías lo que hiciera y yo pensé… —ella cerró la boca y respiró
profundamente—. Tienes razón. Jamás pregunté. Lo siento, Liam. Te haré
hojaldres.
—No te molestes.
¿Por qué se molestaría?
Ella odiaba sentirse así de vulnerable. Y furiosa. Cristo, él la cortaba por
actuar conforme a sus sentimientos. Liam cerró la boca. Mejor parar ahora.
—No es molestia. Horneo los favoritos de Hammer porque quiero
complacerlo. Con gusto haría lo mismo por ti porque te amo.
Ahora ella sentía lástima por él. Se puso de pie.
—No importa. Solo vete. Necesito una ducha y…
—Algo de comer, alguien que te cuide. —Ella se levantó junto a él y lo
abrazó—. Es por eso que estoy aquí. Te daré lo que necesitas.
Liam no pudo ignorar la persuasión en su voz.
Él se soltó y se frotó el rostro.
—Hammer es a quien quieres. Mírate, Raine. Cristo, estás en maldito celo
por él. ¿Tan siquiera te importa lo que él te hace?
—Estoy bien —Ella le aseguró—. Él no me…
—Casi me acusas de tratarte antes como una puta. Hammer es el que te
trata así. Apenas hay una parte de tu cuerpo que él no ha marcado. Ahora me
dirás que te gustó.
—Me gustó.
255
La Descarada y el Dominante
Esas dos palabras explotaron como una bomba dentro de él. Ella amaba a
Hammer tanto que ella llevaría con gusto los símbolos de su toque. Liam negó
con la cabeza. Él había tratado a Raine con tanta suavidad, como una puta
princesa, y se había contenido por tanto tiempo porque ella parecía delicada.
Sus sentimientos eran mucho más frágiles. Él había tenido miedo de
lastimarla.
Qué idiota fui.
—No te voy a mentir. —Ella bajó la barbilla y lo dijo con voz tan suave
que él casi no la oía—. Lo necesitaba.
De Hammer. No de él.
—Y lo conseguiste.
—Necesitaba lo que él me dio, Liam. Y él necesitaba dármelo. —Ella
levantó la cabeza para mirarlo—. Lo tomaré del modo que él quiera, suave,
dulce, fuerte, apasionado, rudo, sucio, porque él me toca el alma.
—Bueno, entonces deberías irte. —Él le señaló la puerta—. Hammer es
más que capaz de satisfacer cada antojo y deseo tuyo.
—Tú haces lo mismo por mí. Estaría orgullosa de llevar también tus
marcas, Liam.
Él no pudo soportar sus palabras apaciguadas mientras la miraba con
tristeza.
—Ya te he dado todo mi corazón, Raine. Obviamente no es suficiente.
—¿No es suficiente? —Ella le preguntó incrédula y al borde de las
lágrimas—. Liam, lo eres todo para mí. Te amo con cada latido de mi corazón.
Te necesito más que mi próximo aliento.
El impacto de cada palabra reverberó como un estallido a través de él.
Dios él también la necesitaba.
—Y sabes lo difícil que es para mí decirlo —ella sollozó.
Liam lo sabía. Él contuvo sus propias lágrimas.
Incluso cuando se sentía abandonado y traicionado, él temió romperle el
corazón. Él la amaba más de lo que amó a Gwyneth o a alguien más. Raine
podría ser la sumisa en su relación, pero tenía tanto poder. Ella podría
aniquilarlo.
En cambio, ella le sonrió temblorosamente.
—Amo a Hammer. Lo admito. Pero también te amo, Liam… tanto como a
él.
Él quiso creerle y no sabía si podría. Y estaba demasiado jodidamente
alterado para manejarlo ahora.
—No se siente así, Raine.
256
La Descarada y el Dominante
257
La Descarada y el Dominante
258
La Descarada y el Dominante
259
La Descarada y el Dominante
260
La Descarada y el Dominante
261
La Descarada y el Dominante
Sin decir una palabra, ella abrió el grifo una vez más y llenó la taza de
agua. Liam la miró mientras ella se levantaba y le protegía los ojos con una
mano, le inclinaba la cabeza y le mojaba el cabello con agua tibia. Él gruñó
ante ese pedacito de cielo.
Raine le enjabonó el cabello, masajeándole el cuero cabelludo,
deteniéndose en sus sienes, zafando los nudos en la base de su cuello. Todo lo
que ella hacía lo calmaba y lo revigorizaba al mismo tiempo. Él se había
sentido barrido al llegar al Shadows, pero entre más lo tocaba ella, menos
interesado estaba en dormir.
Luego de largos minutos de su lujoso cuidado, ella enjuagó la espuma de
su cabello, y dejó el vaso y el plato vacíos sobre el mostrador. Ella se puso de
puntillas, buscando una toalla fresca en el armario sobre el inodoro. Él sonrió.
Una cosita tan pequeña, y tan dispuesta a complacerlo.
Cuando Raine volvió a él, ella sostuvo la toalla abierta, invitándolo a
entrar en ella.
—Si estás listo…
Más que listo.
Liam se puso de pie, moviendo el agua en la bañera con un poderoso
sonido. Él salió hacia sus brazos abiertos, con cada parte de él suavizándose
con el toque de ella, menos una. Ella le secó con toquecitos el agua de los
hombros, el pecho y la espalda antes de agacharse para que ella pudiera retirar
el exceso de agua de su cabello. Haciendo círculos alrededor de él, le secó la
espalda, las nalgas, las piernas, incluso dándole toques a sus pies antes de
arrastrarse a su parte delantera y arrastrar la toalla por su abdomen, por sus
pantorrillas y muslos, rodeando su impaciente polla.
En el momento en que ella pasó la toalla por su rabioso eje, él gimió. Jesús,
la mujer le activaba cada uno de sus botones. Él quería la oportunidad de
activar los de ella.
Raine colocó la toalla a un lado, luego se dirigió otra vez al gabinete. Su
pequeña bata susurraba en la parte de atrás de sus muslos, apenas cubriendo
su exuberante trasero.
—¿Loción de almendras o madreselva? —Ella preguntó sobre su hombro.
—A la mierda la loción, niña. Te quiero en mi cama.
Ella se sonrojó en un tono rosado.
—Como me quieras tener.
Liam la tomó de la mano. Él no pudo sacarla más rápido del baño. Incluso
eso parecía demasiado lento, así que él se giró y la levantó contra su pecho,
fundiendo sus labios.
262
La Descarada y el Dominante
263
La Descarada y el Dominante
Capítulo Dieciséis
264
La Descarada y el Dominante
265
La Descarada y el Dominante
266
La Descarada y el Dominante
267
La Descarada y el Dominante
—Con gusto.
Raine se la retiró de los hombros con una caricia lenta, y la lanzó al suelo.
Liam gruñó. Hammer hizo lo mismo. Entonces Liam sintió el sonido de un
cierre y vio a Hammer liberando su propia polla para acariciar su longitud.
Luego Raine liberó un muslo de su cuerpo, sentándose a horcajadas sobre él, y
se inclinó hasta que la punta de su polla le rozaba la hendidura. Él se detuvo a
pensar. Dios, él daría lo que fuera por tomarla piel con piel.
Pero ella se inclinó hacia adelante, agarrando sus hombros, doblándose
hasta que sus pechos generosos se mecieran sobre su cara. La boca de Liam se
hizo agua. Él amaba sus pezones de modo feroz, grandes y duros y dulces. Él
capturó uno en sus labios, y le dio un poderoso chupón. Raine jadeó y echó la
cabeza hacia atrás. Liam vio cómo aumentaba la excitación de ella,
transfigurado. Sus labios y mejillas se tornaron rosados. Ella se suavizó en
todos los lados. Él no pudo esperar para estar dentro de ella.
Pero la mordida delatora de Hammer lo provocó, un faro rojo a pocos
centímetros de su boca. Él se encontró mordiendo la piel justo al lado de la
marca.
—Sí —ella jadeó—. Sí. Por favor déjame sentir tus dientes, señor.
Todo dentro de él se sacudió por plantar su marca sobre ella. Él la tomó de
los brazos mientras su boca se cernía sobre la prístina parte que él quería
proclamar como suya, el territorio que él quería mirar mañana y saber con
orgullo que ella llevaba una parte de él.
—¿No te duele, amor? No quiero lastimarte.
—Me lastimarás más si no lo haces. Por favor…
Joder, ¿cómo decirle que no? ¿Y por qué molestarse?
Liam hundió los dientes en la firme carne del pecho femenino, justo al
lado de la marca de Hammer. Él chupó fuerte, mordió profundo… y sintió la
necesidad apretarlo en las bolas sin piedad. Raine gimió y le hundió las uñas
en el cuero cabelludo. Todo su pecho se movió mientras respiraba con él, sus
dientes aún hundidos en su piel.
Joder. Él no quería soltarla, pero se retiró para asegurarse de que no la
estuviera lastimando. El éxtasis en el rostro de ella hizo desaparecer todo su
control.
Raine quería sus marcas, no solo las de Hammer. Liam no pudo esperar
para darle más.
—Muévete hacia adelante y acércate más —le exigió.
Ella lo hizo sin vacilar. Liam le tomó las caderas y mordió la parte inferior
de sus pechos, le mordió las costillas, arrastró la lengua por su vientre.
268
La Descarada y el Dominante
269
La Descarada y el Dominante
270
La Descarada y el Dominante
—Oh, no dejes que te prive de la mejor puta sensación de la vida —la voz
de Macen se había convertido en un gruñido ronco.
Sin duda, él también estaba cerca. Eso fue todo lo que Liam necesitó.
—Dame tu cuerpo y tu amor —él le exigió a Raine—. Móntame fuerte.
Ella gimió en respuesta, y hundió sus caderas y lo metió más profundo,
tomándolo desde la empuñadura hasta la cabeza y de nuevo con cada meneo
de sus caderas. Liam apretó la mandíbula y buscó dentro de sí algo de control.
Tras una media docena de embestidas, el sexo de ella casi lo estrangulaba.
Ella hundió las uñas en sus hombros.
—¿Señor, puedo correrme?
—No —él gruñó—. Espérame, amor. Vamos a sentir esto juntos.
Su grito de ansiedad le llenó los oídos. La respiración ronca de Hammer le
siguió. Liam escuchó su propio gruñido bajo. Él deslizó el pulgar sobre el
clítoris de Raine. Duro, preparado, listo. Maldita sea, él quería que esto durara,
pero cada roce de sus paredes sobre su eje desnudo lo llevaban
peligrosamente más cerca al borde.
Desde abajo, intentó embestirla mientras empujaba las caderas de ella
hacia abajo contra él. En la base de su cabeza, Liam se dio cuenta que él la
estaba follando sin delicadeza. Ella estaría más que magullada para mañana.
Él vería esas decoloraciones, recordatorio de este intoxicante placer, que le
cambiaría la vida y…
Lo que lo había enfurecido hace una hora ahora despertaba su deseo como
si alguien hubiera encendido la mecha a la bomba dentro de él.
Liam volteó a Raine para dejarla boca arriba y se metió de nuevo en ella
con una embestida implacable. Ella lo miró como si estuviera perdida y solo él
pudiera salvarla. El orgasmo estaba a segundos de distancia. Él sintió un
cosquilleo en su espalda, sus bolas apretarse, su respiración cambiar y el dolor
agudizarse.
—Última oportunidad —él se las arregló para decir—. Me puedo salir.
Raine negó con la cabeza.
—Porque te amo.
Esas palabras apagaron el interruptor del autocontrol de Liam.
—¡Córrete! —Gritó, metiéndose furiosamente en ella, entrando y saliendo
de su cuerpo a un ritmo vertiginoso.
Casi de inmediato, Raine se apretó y gimió, con todo el cuerpo tenso para
chuparlo más.
—Joder… —Hammer gruñó bajo y ronco.
271
La Descarada y el Dominante
272
La Descarada y el Dominante
pasada. Ahora que la verdad está afuera, ella devolverá a Kyle a su hermana,
volverá a Londres y… no espero saber de ella jamás.
Aunque Raine no podía estar más feliz de que Gwyneth hubiera
confesado, una cosa la preocupaba
—¿Y qué la hizo decidir contar la verdad?
Liam se detuvo. El agotamiento le tenía los ojos pesados y le tenía la boca
firme.
—Ella estaba bastante agitada por la enfermedad de Kyle que no podía
molestarse en mantener la farsa por más tiempo. —Él se inclinó y la besó
brevemente—. No te ves convencida, mi niña sospechosa.
Raine no quería parecer sospechosa, pero algo sonaba mal.
—¿Entonces ella solo iba a rendirse? Secuestró a un bebé, falsificó
documentos, vino con una mentira enorme, y…
Ella sacudió con la cabeza.
—No la veo rindiéndose. Es una gran fortuna.
—Bueno, los resultados de ADN llegan en unas horas, de todos modos, y
todo terminaría. Ella lo sabía.
Cierto, Raine solo había visto una vez a Gwyneth, pero eso no sonaba tan
Gwyneth. Hammer le palmeó el abdomen con el ceño fruncido.
—Entiendo lo que dices, pero ¿qué más podría hacerle a Liam?
—No lo sé, pero algunas personas harían mucha más mierda por mucho
menos dinero.
—Cierto —Hammer concordó—. Pero en este caso, pienso que Gwyneth
está acabada. Ella no tiene más movidas.
Tal vez no muy obvias, no. Pero todo el plan de la mujer había sido
bastante inesperado y desequilibrado. Raine no se sorprendería si la ex de
Liam tuviera un as bajo la manga. Y otra vez, la niñez con Bill Kendall la había
vuelto cautelosa por naturaleza.
—No creo que pueda seguir despierto más, amor.
Liam se acostó y cerró los ojos.
Gran parte de este día había sido realmente horrible para él. Como, el peor
día. Ella entendió por qué él llegó al final de su energía y la agotó.
Ella se inclinó y lo besó en los labios.
—Te amo. No puedo esperar a vivir juntos en nuestra nueva casa. Gracias.
—Te amo… —él murmuró.
Al siguiente aliento, él comenzó a roncar.
Ella sonrió con cariño, y se giró para mirar a Hammer.
—Está aniquilado.
273
La Descarada y el Dominante
274
La Descarada y el Dominante
275
La Descarada y el Dominante
Capítulo Diecisiete
276
La Descarada y el Dominante
alterada? No podía imaginar qué. Hace unas horas ella cubrió a Liam de amor
y exorcizó el demonio de los celos dentro de él. Raine debería estarse
deleitando en su logro, no enterrando sus penas en masa.
Ahora las cosas iban bien entre los tres. Al menos eso creía Hammer.
Sí, y tú pensaste que Juliet estaba en la misma página que vosotros
durante años. Aprendiste a las malas jamás suponer nada.
Si algo estaba preocupando a Raine, Macen juró presionarla hasta que
llegara al fondo de su angustia y arreglarlo. Al cruzar la puerta, encontró la
cocina vacía, excepto los mostradores llenos de boles, tazas medidoras, y
varios ingredientes para hornear, todo rodeando el computador de ella.
Hammer deslizó un dedo por la almohadilla táctil hasta que la pantalla se
iluminó. ¿Una receta para hojaldres de dátil? Él se meció el cabello. ¿Alguna
vez ella había hecho algo con dátiles? No que él recordara, y especialmente no
a estas horas de mierda de la madrugada. Revisando los ingredientes sobre el
mostrador, él frunció el ceño. Parecía como si todo estuviera listo, esperando
por el mágico horneado de Raine… pero ella simplemente se fue.
Hammer sintió el vello de su nuca ponerse de punta. Seguramente ella no
habría huido otra vez. ¿Verdad? Con una sensación de angustia en la boca del
estomago, Hammer se giró y corrió por el pasillo. Al entrar en la habitación de
Raine, él encendió la luz y abrió la puerta del armario. Su ropa estaba colgada
en orden, tal como la había dejado. Él supo que ella no había sacado ninguna
de las cosas que tenía en el armario de Liam; la hubiera escuchado. Una ola de
bendito alivio lo atravesó.
Pero al apagar la luz, él no pudo sacudirse la intranquilidad que emanaba
de sus huesos.
—Maldita sea, ¿Dónde estás, Raine? —Él susurró.
Su cabeza seguía sujeta al estado de la cocina. Ella jamás la dejaba
desordenada ni sucia, mucho menos abandonaba una receta así. Él volvió al
desorden, y comparó la receta con los elementos del mostrador.
—Ella no tenía dátiles.
Él frunció el ceño y salió hacia la puerta de atrás, con las llaves tintineando
en el bolsillo con cada paso que daba. Si Raine hubiera ido a la tienda en la
maldita oscuridad sin decirle a él o a Liam… Hammer sacudió la cabeza. Él le
pondría el culo más rojo de lo que ya estaba.
Al abrir la pesada puerta de metal, él salió al frío aire de la noche. El coche
de Raine estaba bajo un faro. Pero la puerta del conductor estaba abierta. Su
bolso tirado en el suelo golpeó a Hammer con un helado miedo.
277
La Descarada y el Dominante
278
La Descarada y el Dominante
279
La Descarada y el Dominante
280
La Descarada y el Dominante
281
La Descarada y el Dominante
282
La Descarada y el Dominante
No. Joder, no vayas por ahí. Ya le fallaste a una mujer que amaste y la
enterraste. No lo lograrías otra vez si Bill va demasiado lejos y pierdes
también a Raine.
Rozando el máximo nivel permitido de velocidad, Hammer maldijo. Él no
podía sacarse de la cabeza la imagen del cuerpo flácido de Raine contra Bill o
la expresión demencialmente triunfal del bastardo mientras la alzaba en sus
brazos y se iba. El lamentable estado de magullamiento en que encontró a
Raine en el callejón hace años también acosaba a Hammer. Las imágenes se
mezclaban, destellando dentro de su cabeza en un ciclo sin fin.
La culpa lo golpeó. ¿Por qué le había cortado el pago a Bill? Hammer no
necesitaba el puto dinero. Él había heredado un fideicomiso que no podía
gastar ni en tres vidas. En comparación, la suma irrisoria que le daba a Bill
eran centavos. Pero su paz mental no habría tenido precio. Ahora, Hammer
con gusto daría cada centavo por tener de nuevo esa paz mental. Pero la
confesión de Bill la semana pasada de que de hecho sí intentó violar a Raine
cuando era una adolescente lo había enviado a la parte más profunda. Si
Hammer no hubiera dejado de pagar para mantener a ese animal a raya, ella
estaría a salvo, segura y horneando felizmente en Shadows.
Él apretó más fuerte el volante.
—Jamás debí perder la calma y dejar de pagarle. Es mi culpa.
283
La Descarada y el Dominante
—Cuando volví del hospital y perdí los malditos papeles, acusé a Raine de
amarte más de lo que me ama a mí —Liam confesó, golpeando la puerta del
coche con su puño.
¿Y no querría ahora no haberlo dicho? ¿Que no hubiera dejado que el
agotamiento y la frustración se apoderaran de su lengua? Él debió apenas
haberle preguntado a Raine sobre sus sentimientos. Si algo innombrable le
pasara a ella porque él exigió que le demostrara su amor con todo desde sexo
hasta hojaldres, él jamás se perdonaría.
La mandíbula de Hammer se abrió.
—¿Esa era la razón de tus celos?
—Te ha amado por años, Macen. —Liam se trago su pesar—. No pensé
que ella podría… —él negó con la cabeza—. Entonces me demostró lo
equivocado que estaba.
Beck se inclinó y metió la cabeza entre las sillas.
—Raine te ama tanto como ama a Hammer. Ella no hubiera estado tan
dividida este tiempo si no lo hiciera.
—Eso lo sé ahora, y deseo no haber dudado nunca de ella. Ella me mostró
todo en su corazón. —Liam colgó la cabeza, y se giró hacia Hammer—. Tú
también la viste hacerlo.
—Sí lo vi, pero ¿tú le crees? ¿No tienes dudas? —Macen contraatacó.
—Ninguna —Liam contestó—. Me convencí que la media docena de años
que ella pasó contigo significaban más que las cinco semanas que hemos
estado juntos. Me temía que siempre sería el segundo. Estaba equivocado.
—No es la cantidad; es la calidad. —Hammer apretó el timón más fuerte—
. Además, yo no le dije cómo me sentía hasta que tú forzaste el asunto… lo
cual tenías razón en hacer. Le has dado tantas cosas que yo no. Aún le das
cosas que yo no puedo. Lo ves, ¿verdad?
Él asintió miserablemente.
—Quisiera que me hubieras golpeado antes y me hubieras dicho que
estaba fuera de línea, hombre.
—Nada de lo que dijera te hubiera convencido. Raine tenía que abrirte los
ojos. —Hammer le dio a Liam un fraternal apretón en el hombro.
—Ella también hizo un trabajo fan– putamente– tástico.
—Ella está completa solo cuando está con los dos. —Beck intervino—. Ella
jamás amaría a uno más que al otro. En la cabaña, les dijo que los tendría a
ambos o a ninguno porque prefería tener una vida vacía que medio llena.
284
La Descarada y el Dominante
285
La Descarada y el Dominante
ardiente lo llenó. El peso del terror lo pasmó. Liam no quería solo matar al
progenitor de Raine; él quería hacer que el bastardo sufriera
interminablemente.
—A la mierda los semáforos, Hammer. Ve más rápido. —Liam gruñó.
—No puedo arriesgarme a que me detengan por exceso de velocidad
cuando estamos tan malditamente cerca.
Liam lo sabía, pero la lógica era fastidiosa.
—No entiendo por qué tuvo que usar el puto paralizador con ella. Ella es
una chica tan pequeña.
—Bill sabía que Raine no iría por su propia voluntad. Ella peleó con él una
vez y ganó. La cicatriz que le hizo es un recordatorio diario. —Hammer
maldijo—. No puedo dejar de pensar en la manera en que cayó como una
piedra en brazos del hijo de perra.
Mientras giraban la esquina en la esquina de Kendall, Liam intentó
controlarse porque el pánico no le haría a ella ningún bien.
Beck les entregó a ambos hombres un par de guantes de látex, y se puso
los suyos. Hammer condujo lentamente lejos de la casa, mientras Liam giraba
el cuello. Él no vio ninguna luz encendida, ni adentro ni afuera.
Estacionándose en el andén cerca de la mitad de la cuadra, Hammer apagó
el motor. Luego de colocarse sus guantes, los tres salieron del vehículo,
cerrando cuidadosamente las puertas con nada más que un sonido breve. Al
caminar por el andén, un perro ladró desde algún lugar detrás de ellos. Otro
perro ladró, pero ningún animal estaba lo suficientemente cerca para atraer
atención indeseada.
Hammer se dirigió a la entrada, sacando su arma cuando entro en la
sombra entre la casa de Bill y la del vecino. Liam y Beck lo siguieron, ambos
deteniéndose para mirar a través de las ventanas sucias. Liam no pudo ver
nada excepto oscuridad. Ningún sonido venia desde adentro. El lugar se
sentía como muerto. Un estremecimiento helado se deslizó por su espalda.
Tomando una linterna de su bolsillo, Liam se abrió camino hacia el garaje.
Brillando la pequeña luz a través de una de las sombrías ventanas frente a la
puerta, él no vio ninguna señal de Raine. Incluso el camión de Bill no estaba.
—¿Algo? —Hammer susurró.
—No —Liam contestó con el mismo tono furtivo.
Callado como un gato, Beck se escurrió hacia la puerta de atrás. Tomando
el pomo con mano firme, la giró lentamente. Dándole un silbido bajo para
llamar la atención de Hammer, Beck sonrió triunfante y abrió la puerta.
No tenía seguro. Esto fue un regalo… o iban directo hacia una trampa.
286
La Descarada y el Dominante
Hammer entró primero con prisa, con la pistola en la mano. Liam lo siguió
de cerca mientras Beck cerraba con cuidado la puerta para después seguirlos.
El hedor de basura podrida, ginebra amarga y colillas de cigarrillos golpeó
los sentidos de Liam como el gancho derecho de un boxeador.
—Jesús —Beck farfulló por lo bajo, y presionó una mano sobre su nariz.
Liam quería vomitar pero se obligó a respirar por la boca. Ocultando el
rayo de la linterna, Macen levantó la mano y los tres hombres se congelaron
como estatuas, luchando por escuchar el sonido más leve.
Silencio.
Mientras Hammer se movió a través de la habitación otra vez, se veía
furioso y frustrado.
—A la mierda. No le temo a ese chupapollas. —Macen encendió la luz de
la cocina—. Kendall, malnacido cobarde, ¡sal y dame la cara!
Cucarachas corrían en todas las direcciones. Pilas de comida enmohecida
yacían pegadas a platos diferentes que ensuciaban los mostradores. Liam se
quedó mirando las rayas negras de suciedad en el suelo de linóleo amarillento
mientras sus ojos se ajustaban a la tenue luz.
Beck maldijo otra vez. La repugnancia se veía plasmada en su rostro.
—¡Raine! —Liam gritó, e inclinó la cabeza para escuchar atentamente.
Hammer y Beck se detuvieron también. No hubo respuesta.
—Vamos, miserable pedazo de mierda —Hammer provocó—. ¿Quieres
dinero? Lo tengo aquí.
El silencio los envolvió una vez más.
—Danos a Raine, y vivirás el resto de tus días con estilo —Liam ofreció—.
Los cinco segundos que te quedan —él murmuró, con la voz baja y mortal.
—¡Raine! —Hammer gritó otra vez—. Haz ruido por nosotros. Patea, grita.
Haz algo.
Ni un crujido sonó en esa casa miserable. El silencio opresivo los envolvió.
La expresión de Hammer parecía desolada. Beck abrió un cajón cerca al
lavaplatos y sacó dos cuchillos largos y le dio uno a Liam.
—Revisemos el resto de la casa para estar seguros.
—Si encuentras primero a Bill, córtale las bolas y méteselas en la garganta
por mí, por favor. —Liam dijo con desprecio.
—Y lo liquido con un giro en la cabeza… eventualmente.
La voz helada de Hammer no dejó duda de que pretendía hacer sufrir al
cretino.
Liam no pudo estar más de acuerdo con ese plan.
287
La Descarada y el Dominante
288
La Descarada y el Dominante
289
La Descarada y el Dominante
290
La Descarada y el Dominante
Capítulo Dieciocho
291
La Descarada y el Dominante
292
La Descarada y el Dominante
293
La Descarada y el Dominante
294
La Descarada y el Dominante
295
La Descarada y el Dominante
296
La Descarada y el Dominante
—Mi padre murió justo luego del mediodía en Londres. Recibí la llamada
poco después de dejar el hospital esta mañana.
—Lamento tu pérdida —Liam contestó sin una gota de emoción.
—Gracias, pero esa no es la razón por la cual vine a ti. Cometí un error.
Liam suspiró sonoramente, y la perforó con una mirada rabiosa.
—Has cometido muchos.
Hammer casi la agarró para sacarle las palabras a la fuerza.
—¿Qué tiene eso que ver con Raine?
—Bill Kendall la tiene. — Ella soltó.
Tan pronto como las palabras de Gwyneth se registraron en su cerebro,
Hammer supo que la perra estaba involucrada. El hielo congelándole las venas
desde que descubrió que Raine no estaba ahora ardía como lava.
Él se retiró de la puerta y se acercó hacia Gwyneth, pero Liam ya la tenía
pegada contra la pared. Su rostro ardía de ira, pero sus ojos parecían
totalmente árticos.
—¿Cómo lo sabes? ¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Raine?
Hammer se acercó más, con la mirada más dura.
—Más te vale que comiences a hablar. ¿Sabes dónde la tiene Bill?
Gwyneth dio un pequeño grito de miedo.
—No planeé que las cosas salieran de esta manera. Tienes que creerme.
Liam desestimó sus súplicas.
—¿Dónde está?
—Luego de que me humillaras, estaba tan indignada de que me pudieras
tratar tan cruelmente. Era tu esposa. —Ella tragó—. Así que busqué al hombre
y le ofrecí dinero.
—¿Querías a Raine muerta porque herí tus sentimientos?
Liam se vio sorprendido, como si él jamás hubiera odiado a nadie más en
su vida.
Hammer apoyó la emoción.
—¡Dinos dónde encontrarla!
Ella miró a Liam con la boca abierta.
—¿Muerta? Solo le pedí que la mantuviera lejos de ti por unos días hasta
que hubiéramos volado a Las Vegas y nos hubiéramos casado. Pero ahora que
mi padre está muerto, no tiene sentido. —Ella se retorció las manos—. No
pensé que el propio padre de Raine realmente la lastimaría.
—Me escuchaste insultando al hombre en el estacionamiento porque la
golpeó cuando era una niña e intentó violarla —le espetó Liam con una furia
297
La Descarada y el Dominante
incrédula—. ¿Creíste que él solo quería jugar cartas con ella? ¿Llevarla al puto
cine?
—Estaba enojada. Fui impulsiva. Lo siento. —Ella gritó—. He pasado toda
la mañana llamando a Bill, intentando detenerlo. Dejé mensajes diciéndole que
cancelara todo el plan.
—¡Puta estúpida! Un mensaje no va a detener al malnacido —tronó
Hammer mientras luchaba con la urgencia de poner sus manos alrededor del
cuello de Gwyneth.
—Bueno, lo llamé hace más de una hora e intenté convencerlo de liberar a
Raine. Él estaba arrastrando las palabras. Casi no pude entenderle.
—Porque es un violento borracho —Hammer dijo furioso—. ¿Entendiste
algo de lo que dijo?
El remordimiento apretó los rasgos de Gwyneth.
—Vine a ti porque no sabía qué más hacer. Ya le pagué a Kendal cincuenta
mil dólares. Él amenazó con lastimarme si no le pagaba los otros cincuenta
mil, que no obtendría hasta que volviéramos de Las Vegas.
—Raine hubiera estado muerta incluso antes de dejar Los Ángeles —Liam
siseó—. Hay una buena posibilidad de que ya él la haya matado.
—Le ofrecí el doble por dejarla ir. —Ella gritó—. Pero dijo que ya que la
tenía, él planeaba darse un festín. —Gwyneth lo miró con ojos suplicantes—.
Intenté llamarte hace un rato para contártelo, Liam. No contestaste. Dejé un
mensaje y vine corriendo aquí… jamás quise hacerle daño.
Hammer rugió, e hizo un hoyo con su puño en la pared. Fragmentos de
polvo y yeso cayeron sobre el suelo mientras enredaba su puño en el cabello
de Gwyneth, apretando hasta que ella gritó.
—Dinos dónde está Raine. Ahora.
Ante su tono letal, más lágrimas cayeron de los ojos de Gwyneth.
—Creo que en una bodega cerca al aeropuerto. Él y yo nos encontramos
ayer en la mañana allí. —Ella temblaba de miedo—. Lo siento, Liam. Yo…
—Cállate —le ordenó, con tono frío—. ¿La dirección?
—La escribí en un pedazo de papel. Está en mi bolso en el bar.
Hammer la soltó, y sacó su móvil. Le envió un mensaje de texto a Beck,
ordenándole a él y a Seth que estuvieran listos para salir.
—La quiero ahora. —Liam la tomó del brazo y la sacó de la oficina—. Y si
Bill ha lastimado un cabello de la cabeza de Raine, el puto universo no será lo
suficientemente grande para que te escondas de mi.
Gwyneth sollozó a cada paso. Hammer no sentía una gota de compasión
por ella, solo una ira ardiente.
298
La Descarada y el Dominante
299
La Descarada y el Dominante
300
La Descarada y el Dominante
—Despierta, puta.
La voz penetró la niebla de Raine, pero no podía ubicarla. Un dolor agudo
en sus costillas la sacó de las capas de inconsciencia. Jadeando para absorber la
agonía, intentó rodarse para proteger su lado. En cambio, Raine se encontró
fija e incapaz de moverse.
El agotamiento pesó en cada uno de sus músculos. Ella gruñó y se forzó a
abrir los ojos. Un techo de metal corrugado se cernía sobre ella, oscuro y
oxidado. La luz tenue que se filtraba a través de las vigas transversales, era un
rayo débil que caía sobre las paredes amarillas. Ella se estremeció.
¿Dónde estaba? ¿Por qué hacía frío? ¿Por qué no se podía mover?
—Ya era hora que despertaras —arrastró una voz que Raine esperaba no
volver oír de nuevo. Ella se las arregló para girar la cabeza y encontró a Bill de
pie sobre ella, con una botella de ginebra. Él levantó su pie amenazantemente
como si anticipara la oportunidad de patearle las costillas con su bota de
nuevo.
Cuando Raine vio su rostro, se le congeló la sangre. Ella luchó por
sentarse, levantarse, cualquier cosa para huir de él. Su padre tomó un trago de
su botella.
—No vas a ningún lado. Te tengo abierta y lista. Incluso te até
apropiadamente, así como el amo pervertido. He esperado un largo tiempo
para esto.
Mirando su propio cuerpo, Raine observó su ropa sucia, el catre
enmarcado en metal sobre el cual yacía a unos centímetros del suelo y la
gruesa y rasposa soga con la que le ató las muñecas y tobillos en las esquinas.
A su alrededor, una bodega vacía parecía desnuda y sin vida. Más allá de
sus pies, ella pudo ver el camión rojo de Bill. Más allá del vehículo, ella vio dos
301
La Descarada y el Dominante
302
La Descarada y el Dominante
303
La Descarada y el Dominante
Él se rió.
—Cuando me enteré que él tenía a mi niña, te seguí para saber qué te
estaba haciendo él. Te oí en una cena unas semanas luego de que fuiste a vivir
con él. Cuando no estabas mirando, él te miró como si quisiera arrancarte la
ropa y follarte. ¿Para ese entonces le estabas ya dando tu coño?
—No.
—No me mientas, niña. Él te quitó esa florecita, lo sé. Por eso es que te
llama ―preciosa‖. ¿El irlandés también te tiene un nombre cariñoso? Debería
llamarte puta por dárselo a ambos. ¿Cuál de ellos te dio todas esas mordidas
en el cuello?
—Cuando era niña Hammer jamás me puso una mano encima.
A diferencia de ti. Él jamás violaría a nadie, mucho menos a una niña
menor de edad.
Su padre rugió, y regresó a la mesa.
—Lo siguiente que me dirás es que es un puto santo. Niña, él es solo un
hombre con una polla que quiere meterla en algún lado. Tus huecos no son tan
especiales. Los de ninguna puta lo son. —Él resopló—. Los de tu hermana
ciertamente no lo eran.
—¿Tú… violaste a Rowan? —Ella se ahogó.
—Oh, yo no la violé; la desfloré. Me aseguré que su cumpleaños número
trece fuera inolvidable.
Raine se mordió el labio para contener su helado terror. Él estaba más que
divertido. Ella agradeció que otro avión despegara, dándole unos segundos
para organizar sus ideas. Pero nada le vino a la cabeza excepto que ella
debería estar cerca del LAX. A ella le encantaría estar en uno de esos aviones…
hacia cualquier lado. No, donde ella realmente quería estar era de regreso a
Shadows, acurrucada entre Liam y Hammer, a salvo en brazos de ellos.
—No tenía…
… no tenía idea.
Pero tal vez la tenía. A veces, tarde en la noche, ella oía gruñidos y el
golpeteo del cabecero de la cama de Rowan contra la pared. Ella había
supuesto que su hermana mayor había entrado algún novio a escondidas. En
retrospectiva, ella se dio cuenta que Bill había sido demasiado atento para
permitirlo.
Su madre los había abandonado dos años atrás de que Bill hubiera
comenzado a abusar de Rowan. Su hermana no tuvo cómo protegerse o
detener a su padre. Su hermano, River, aunque era el mayor, rara vez estaba
en casa.
304
La Descarada y el Dominante
305
La Descarada y el Dominante
306
La Descarada y el Dominante
Capítulo Diecinueve
307
La Descarada y el Dominante
308
La Descarada y el Dominante
que si ella no hacía algo rápido, pronto se iría de este mundo. Él la mataría, y
le encantaría hacerlo.
Mentalmente, comenzó a revisar todas las opciones. Bill no quería dinero;
él la quería a ella.
Él no podía esperar a castigarla por ser mujer y no desearlo. Por dejarlo.
Por en últimas odiarlo, tal como mamá y Rowan. O él la violaba varias veces,
luego la cortaría o perdería la cabeza y lo haría en grande una vez antes de
cortarle la garganta. Raine juró que ninguna posibilidad se llevaría a cabo…
no sin dar la pelea. Si ella quería vivir, debía tomar el control.
Ella tembló. Solo tenía una cosa a su favor: Bill estaba más que un poco
ebrio. Él casi no podía permanecer de pie, y seguía bebiendo de la botella. Por
otro lado, él estaba jodidamente loco. De algún modo, ella tenía que averiguar
qué quería oír su desquiciada mente y obligarse a decirla.
Luego haría lo necesario.
Ella no pudo pensar en los detalles ahora o perdería el valor.
—Ahora, es hora de mostrarle a tu papi el buen polvo que eres.
Él blandió el cuchillo otra vez y le cortó las mangas, recordándole con
cada pasada de la cuchilla quién tenía el poder. Luego jaló las prendas de su
torso y se retiró a mirarla. Una media sonrisa llena de lujuria le torció el rostro.
—Bueno, mira esas mordidas y moretones. Hmmm… —Bill se ajustó la
polla en sus jeans—. Veo que esos chicos tuyos te han entrenado para que te
guste rudo. Bien. Puedo darme gusto. Pero esta vez tendrás un hombre de
verdad.
Raine sintió la bilis elevarse en su garganta. Aplacando la subida, intentó
no encogerse mientras Bill se inclinaba y trazaba un grueso dedo sobre las
marcas que surcaban sus pechos. El hedor de ginebra le robó el aliento.
—Dale un beso a papi, nena —él murmuró mientras chocaba a la fuerza
sus labios contra los de ella.
Ella apretó fuertemente los labios, obligándose a no vomitar, pero Bill le
apretó la mandíbula hasta que ella abrió. Su aliento fétido le llenó la boca
mientras su lengua se hundía en ella como una anguila resbalosa. Ella gimió
con desagrado e intentó voltear la cabeza.
Él se retiró, intentando concentrar su mirada nublada sobre ella.
—Vamos a quitarte esos pantalones para que le puedas mostrar a papi lo
que se ha estado perdiendo todos estos años.
Otro avión voló sobre la bodega mientras metía el cuchillo bajo la cintura
del pantalón de Raine. Ella gruñó de terror. Todo su cuerpo se volvió de
piedra.
309
La Descarada y el Dominante
310
La Descarada y el Dominante
311
La Descarada y el Dominante
312
La Descarada y el Dominante
313
La Descarada y el Dominante
cuando tropezó con el pesado fondo de la hoja. Finalmente, ella pudo tomar el
suave mango.
Usando lo último de su fuerza, enterró la punta de la hoja en el costado.
La punta afilada se deslizó sobre el hueso, así que ella siguió buscando. Los
bordes aserrados encontraron la carne entre sus costillas. Ella hundió
fuertemente el cuchillo.
La sangre caliente explotó sobre ella y cayó a borbotones sobre su brazo. El
mango de repente se sintió húmedo y difícil de agarrar.
De inmediato, Bill la soltó con un rugido agudo. Raine respiró hondo,
jadeando por aire, agradecida de poder respirar de nuevo. Su visión se
agudizó. Una nueva ola de adrenalina se disparó a través de su sangre
mientras Bill se alejaba de su codo, mirando el cuchillo saliendo de su costado
con ojos bien abiertos.
—¡Perra! —Arremetió contra ella de nuevo.
Raine sacó el cuchillo, y lo apuñaló en el pecho mientras él intentaba
alcanzarle de nuevo la garganta.
Ella encontró el hueso del esternón, y retorció la hoja hasta que los bordes
aserrados cortaran a través de la carne de él como mantequilla, deteniéndose
en la empuñadura. Sobre su grito de agonía, ella se movió hacia abajo.
Más sangre. Su grito se volvió un gorgoteo. Bill intentó levantarse pero
solo pudo rodar a medias sobre el suelo junto al catre, directamente a la
izquierda de Raine. Él la miró, con los ojos abiertos del shock mientras
intentaba respirar pero solo podía escupir. La sangre saltaba hacia todos los
lados.
Él extendió la mano y enredó su puño en el cabello de ella en un agarre
sorprendentemente fuerte. Él jaló fuerte, arrastrando el rostro de ella hacia el
suyo. Raine gritó e intentó alejarse. Bill se estaba debilitando, pero el agarre
mortal que tenía sobre ella se sentía absoluto.
Con un sollozo, ella hizo lo que pudo para moverse hacia él, rodando a
medias sobre su lado. Aún apretando la cuchilla, Raine lo apuñaló de nuevo,
esta vez en el corazón.
Ella lo vio moverse, vio su expresión desvanecerse, pero sus terribles ojos
azules seguían mirándola, así que Raine no se detuvo. Lo apuñaló una y otra
vez mientras gritos hacían eco en sus oídos. Finalmente, se dio cuenta que Bill
había muerto… y que los gritos de terror eran de ella.
314
La Descarada y el Dominante
315
La Descarada y el Dominante
—O‘Neill —contestó.
—Hola. Te habla Tom del laboratorio Accudata en el hospital. El doctor
Beckman dijo que necesitabas los resultados de la prueba de paternidad
rápido. Solo llamaba para avisarte que… no eres el padre. Realicé la prueba
dos veces. No están emparentados en lo absoluto.
Esa información hubiera sido bastante bienvenida hace veinticuatro horas.
Ahora, apenas lo alegraba.
—Gracias, Tom.
—Te debo una —Beck gritó desde el asiento de atrás.
Sin paciencia para nada que no fuera rescatar a Raine, Liam terminó la
llamada.
—¿T-Te dieron los resultados del ADN de Kyle en menos de veinticuatro
horas?
Gwyneth sonaba en shock. Claramente, ella había pensado que tendría
más tiempo. Él la miró con cinismo por el espejo retrovisor.
—No soy tan crédulo como lo fui una vez. Y luego de todo lo que has
hecho, jamás te creería una palabra más.
Beck tomó a Gwyneth por la nuca mientras se inclinaba cerca de ella para
susurrarle al oído.
—Sabes, rubia, soy un sádico. Y por ti, me olvidaría de mi juramento
hipocrático.
Ante su amenaza falsamente educada, ella gimió con miedo e intentó
zafarse. Pero Beck sabía cómo inmovilizar a una mujer, y ella no podía
eludirse de su agarre.
—¿Sabes cuántos receptores de dolor hay en el cuerpo humano? —Él
preguntó.
Los ojos de ella se abrieron de par en par. Su boca se cayó de un jadeo.
Liam vio a Beck joderle la cabeza y una perversa satisfacción lo llenó.
—Yo sí —el doctor continuó—. De hecho, he hecho mi misión personal
estudiar cuánto puedo balancear a la perfección a alguien justo en el borde,
manteniendo las sensaciones tan intensas que nada más se registre. Puedo
brindar agonía total.
Gwyneth comenzó a luchar de nuevo.
—Liam, quítame este lunático de encima.
Cuando él no respondió a su demanda, ella continuó en un tono de
pánico.
—Seguramente no puedes hacerme responsable de lo que el padre de
Raine le haga. Jamás se la entregué al maniático.
316
La Descarada y el Dominante
317
La Descarada y el Dominante
—No sabes cómo hacer que alguien te importe una mierda. No eres ni
siquiera lo suficientemente buena para que Raine se limpie los pies sobre ti. —
Liam arrastró una respiración—. He terminado contigo.
Gwyneth pareció marchitarse. Siguieron el camino por unos minutos
tensos y ásperos en total silencio, tan solo roto por la voz robótica del GPS.
Mientras Liam giraba en la carretera imperial, una fila de edificios
industriales y bodegas aparecieron a su derecha.
—Allí. ¡Allí! —Gwyneth gritó—. Al frente. El edificio de puertas negras.
Creo que ese es.
—Más te vale que así sea. —Liam oyó la amenaza en su propia voz.
Los ojos de Gwyneth se abrieron de horror cuando sus miradas se
conectaron en el espejo retrovisor. Ella finalmente se veía como si entendiera
la gran mierda en la que se había metido.
—Desacelera un poco, Liam. —Hammer le interrumpió—. Está muy solo
aquí. Si Bill oye un coche acercándose, puede asustarse. Ese avión que despega
puede pasar y darnos algo de margen para movernos.
Liam se giró a un lado de la calle, y se estacionó en el andén, estudiando la
bodega preguntándose. No había ventanas. Liam confiaba que Bill no los
estaría mirando. Unas puertas dobles corredizas pintadas de un negro viejo se
estiraban en gran parte del frente del edificio, lo suficientemente altas para
que cuando abrieran, un camión pudiera entrar al lugar. Se veía más viejo que
la mayoría de los edificios a su alrededor, sin un muelle apropiado. Penachos
de grama crecían a través de las ranuras del asfalto.
El abandono colgaba en el aire. Parecía como si hubiera sido abandonado
hace mucho tiempo… pero las apariencias engañan.
—Beck, cuando paremos en el edificio, mantén a mi ex esposa en el coche
contigo, por favor. Si necesitas inmovilizarla o herirla, hazlo. —Ante la sonrisa
perversa del hombre, Liam agregó—. Volveremos.
—Con gusto. —Beck dijo con desdén—. La rubia y yo tenemos mucho de
qué hablar. ¿Verdad?
Ella parpadeó en su dirección.
—¿Qué? No. No puedes dejarme con él.
Liam la ignoró mientras el avión volaba justo sobre ellos. Él aceleró el
coche, y se detuvo junto a la bodega, dándole un vistazo más cercano a la
entrada.
Con la urgencia bombeando a través de él, estacionó el coche en el lote
amplio y vacío y apagó el motor.
318
La Descarada y el Dominante
319
La Descarada y el Dominante
Capítulo Veinte
Raine estaba desnuda y sentada sobre el suelo. En una mano, ella apretaba
el cuchillo goteando sangre. Con la otra se cubría las rodillas y se mecía,
mirando a Bill junto a ella, quieto y rodeado de un charco de sus propios
fluidos.
Su ojo derecho hinchado y la herida sangrante en su labio inferior les dijo
que Bill la había golpeado. Mientras se aferraba a la cuchilla aserrada, un
carmesí le cubría los dedos, el rostro, y el cuerpo. Liam sintió que su corazón
se apretaba. Su pobre y pequeña chica había luchado contra su demonio otra
vez, y eso tuvo efecto sobre ella.
Pero gracias a Dios estaba viva.
Hammer se acercó a Bill, apuntándole con el arma. Inclinándose
lentamente, él presionó dos dedos contra la carótida.
—Está muerto.
A Liam se le soltó el cuerpo de alivio. Gracias a las putas estrellas que Bill
Kendall jamás podría volver a herir a su chica. Ella había peleado y ganado…
por última vez.
—Raine —Liam susurró, temeroso de acercarse a ella demasiado
repentinamente y arriesgarse a asustarla más.
Ella no respondió, simplemente miró fijamente al cuerpo cerca del catre
con marco de metal. Bill la había atado a él, a juzgar por la soga que colgaba
todavía de las esquinas.
Hammer colocó su arma en la funda. Antes de que Liam pudiera llamarlo,
Macen corrió hacia Raine, arrodillándose junto a ella. Él intentó llegar a ella,
pero se detuvo, apretando sus dedos en un puño como si temiera hacer saltar
a la aterrada chica.
320
La Descarada y el Dominante
321
La Descarada y el Dominante
322
La Descarada y el Dominante
En vez de contestar, ella tembló e intentó mirar alrededor de él. Sus labios
estaban azules, casi del mismo color de sus ojos atormentados.
Liam se movió para bloquear a Bill de su campo de visión otra vez. Él oyó
el sonido de las puertas de la bodega abrirse, pasos corriendo hacia ellos. Sin
mirar atrás, él levantó una mano para evitar que se acercaran y concentrarse
en Raine. Ya que hablarle suave no estaba funcionando, él necesitaba intentar
algo más.
—Sumisa, suelta el cuchillo —Liam le exigió, esperando que su voz
familiar de dominante pudiera llegar a ella.
Al principio, ella no respondió, excepto parpadear. Ella no había hecho eso
ni siquiera desde que él la encontró hecha un ovillo y gritando. Liam contó el
leve cambio como un triunfo.
—No me obligues a darte pepinillos —le advirtió con solemnidad, y dejó
luego caer su voz a un tono suave—. Prefiero amarte. Suelta el cuchillo, y te
haré sentir a salvo otra vez.
Una arruga se armó en las esquinas de la boca de ella antes de disolverse
en un sollozo silente. Ella respiró profundo, parpadeó de nuevo, y finalmente
lo miró. Lentamente ella soltó su agarre sobre el cuchillo y este se deslizó de
sus dedos para caer ruidosamente sobre el concreto.
El alivio se apoderó de él en una ola alucinante mientras se ponía de pie,
evitando el charco de sangre.
—Buena chica. Un amor tan maravilloso y dulce. Levántate y ven ahora a
mí. Tienes frío. Déjame calentarte.
Liam miró su rostro. El estupor se levantó lentamente, como una neblina
disipándose. Raine se concentró en él, con el rostro derrumbándosele al
reconocerlo. El horror de su expresión casi lo puso de rodillas.
Ella no se movió.
—Liam…
—Yo te voy a ayudar, amor.
Le extendió una mano, rezando porque ella la tomara y le permitiera
abrazarla. Cada momento que ella seguía alejada de él era como otra eternidad
de muerte.
—Ven aquí.
—E-Él me lastimó.
Esas pequeñas palabras rompieron todo dentro de él mientras llegaba a
ella.
—Lo sé. Lo lamento tanto. Aquí estamos, y nada más te va a pasar. Toma
mi mano.
323
La Descarada y el Dominante
Mientras ella intentaba levantarse con sus inestables piernas, ella flaqueó.
Cuando ella pudo caerse, Liam la atrapó, envolviéndola en su chaqueta, y la
levantó en sus brazos, lejos de los restos de Bill Kendall.
Hammer y Beck llegaron corriendo, encontrándolo a mitad de camino.
—¡Dámela!
Hammer abrió los brazos y la tomó de los de Liam mientras Beck la
revisaba someramente en busca de heridas abiertas, huesos rotos y trauma
craneal.
—Está magullada y obviamente en shock —murmuró Beck de manera
monótona y suave, claramente intentando no alterar a Raine—. ¿Estas
mordidas?
—Nuestras —Hammer admitió.
Beck solo asintió.
—No veo heridas nuevas, pero no sabremos qué ha pasado hasta que
lleguemos a Urgencias.
Ahora sollozando, ella apretó a Hammer, quien cayó de rodillas con ella y
la apretó más fuerte en su abrazo, presionando su frente contra la de ella y
respirando agitadamente.
—Eso es, preciosa. —Hammer susurró—. Estás de regreso con nosotros
ahora. Todo va a estar bien. Te amamos, Raine.
Liam se arrodilló junto a ellos y envolvió su mano con la de él. Él pudo
sentir que la presa dentro de él se rompía mientras el miedo y la ira que tenía
contenida finalmente escapaba. Él presionó un puño untado de sangre contra
su pecho, intentando contener sus lágrimas. Ahora eran inútiles. Su chica
necesitaba ayuda.
Beck se arrodilló junto a Hammer, con la expresión compasiva pero
insistente.
—¿Raine? ¿Estás conmigo?
Ella asintió antes que otro sollozo la atravesara.
—Bien. Escúchame, princesa. Esto es importante. Vital.
Beck le revisó las pupilas de nuevo, y luego le acunó el rostro para que lo
mirara.
—La policía viene. Van a hacerte muchas preguntas. Igual los doctores. No
importa qué pase, debes decirles que cada marca en tu cuerpo te la hizo tu
padre. ¿Me entiendes?
—Pero Hammer y Liam me las…
—Lo sé. Pero si le dices eso a la policía, podrían arrestarlos. Y entonces no
podrán ayudarte. O consolarte. Tienes que hacerlo. ¿Está bien?
324
La Descarada y el Dominante
325
La Descarada y el Dominante
Cristo, parecía una eternidad desde que ella lo había rodeado con su
cuerpo cálido. El shock se extendió en el rostro de Beck, arqueando una ceja
agudamente.
En la distancia, el sonido de las sirenas se acercaba. Un movimiento cerca
a la puerta atrapó la atención de Liam.
Gwyneth.
Ella miró a Raine temblando en los brazos de Hammer. De algún modo, su
ex se las arregló para parecer completamente en shock de que Raine en serio
no hubiera sido lastimada más.
La ira rugió dentro de Liam. Batallando con su ira, él soltó suavemente la
mano de Raine y se colocó de pie lentamente.
Una vez fuera de la vista de Raine, él corrió directamente hacia Gwyneth.
Cuando ella lo vio corriendo en su dirección, ella se alejó, definitivamente
decidiendo si sería buena idea huir.
Con un grito, ella huyó. Liam la persiguió. Ella no se alejó mucho. Los
vehículos de emergencia llegaron en masa al estacionamiento. Una patrulla se
detuvo abruptamente frente a ella.
Elevando las manos al aire, ella asombró a los oficiales, incluso al Sargento
Gorman, con su súplica.
—¡Arréstenme, por favor!
326
La Descarada y el Dominante
Parecía una eternidad. ¿Cuánto más pasaría hasta que tuvieran alguna
puta información sobre la condición de Raine? ¿Hasta que averiguaran cómo
diablos había sobrevivido? ¿Cuánto más pasaría antes que él y Liam pudieran
verla, tocarla, asegurarse que ella iba a estar bien? Diablos, ya habían
acompañado a su abogado hasta donde Raine y la vería antes que él. Que
injusticia tan estúpida.
La imagen de ella apretando el cuchillo ensangrentado, meciéndose en
estado de shock, se había grabado en su cerebro. Jamás desaparecería. Él jamás
olvidaría. Y jamás dejaría de revivir este terrible día. ¿También perseguiría a
Raine toda su vida?
Joder, él casi la perdió. Cerró los ojos para dormir, y cuando despertó, ella
no estaba. Casi se la quitan; puf, en un suspiro, un instante; para siempre.
Macen aumentó su ritmo mientras se paseaba a través de la sala una vez
más, como si pudiera escapar de esa realidad. Él vio a Liam sentado al borde
de una silla, mirando fijamente a la pared entre en shock y demasiado furioso
para hablar. Él no había dicho casi nada desde que la ambulancia se llevó a
Raine. Dean Gorman había puesto a los detectives a tomar su declaración, y
Liam había dado respuestas apropiadas, si no es que cortas a sus preguntas.
¿Desde ahí? Nada.
En una esquina de la sala vacía, una televisión pequeña lo irritó con la risa
de un talk show regular. Una noticia de última hora interrumpió, y una
reportera alegre apareció para decir que Raine Kendall, una trabajadora sexual
en un club de BDSM local, había sido secuestrada en un estacionamiento por
su alejado padre. Ella había sido encontrada viva y la estaban tratando en un
hospital local. Se desconocía su condición. También mostraron la foto de Raine
en la pantalla.
La cabeza de Liam se levantó. Hammer dejó salir una muy fea maldición.
El presentador cortó la escena a un reportero que estaba justo afuera de la
sala de emergencia, parado frente a la cámara, vomitando los detalles
esbozados del sufrimiento de Raine.
—Voy a matarlos a todos.
Hammer caminó hacia la puerta, listo para meterle el micrófono del joven
por el culo y asegurarse de que le llegara al director del canal.
Liam saltó de su silla y tomó el brazo de Macen.
—Y yo quisiera ayudarte. Pero no podemos ir ahora allá afuera. Tenemos
que esperar noticias sobre Raine. ¿Qué tal nos necesite? Además, tu abogado
está con ella para que sus derechos sean protegidos cuando la policía la
interrogue. No puedes hacerte arrestar ahora.
327
La Descarada y el Dominante
Hammer aún luchaba por respirar sin pensar en asesinar a alguien, pero la
lógica de Liam finalmente permeó en él.
—Ella no es una puta trabajadora sexual.
—Lo sé. —Liam le jaló el brazo y lo acomodó en una silla—. Pero tienes
que calmarte. Lo importante aquí es que está viva y…
—Sí pero, ¿qué más putas sabemos?
Hizo nota mental de llamar al canal de televisión y taladrarlos tan pronto
como viera a Raine y se asegurase por sí mismo de que ella estaba bien.
Liam suspiró cansado.
—Muy poco, te lo garantizo. Pero ya que estaba aquí anoche con Kyle y la
cara de coño, puedo decirte que nada pasa rápido aquí. Beck está allá con
nuestra chica, haciendo lo posible y cuidándola. Cuando haya noticias, sabes
que nos las dirá.
Vagamente, Hammer se dio cuenta de que, en algún lugar en la niebla de
toda esa mierda que habían soportado, Liam había aprendido a confiar en
Beck. Ellos no habían sido exactamente los mejores amigos desde que se
conocieron hace más de un mes, pero Liam finalmente decidió no odiar más al
tipo. Una victoria pequeña pero bienvenida.
Ahora, Hammer arrojaría todo solo por ver a Raine. Se puso de pie otra
vez, a punto de salirse de su propia piel.
—No soporto esto.
—¿Tú crees que yo sí? —Liam preguntó—. Estoy tan preocupado como tú,
Macen. Pero tu pasear de un lado a otro, abriéndole un camino a la alfimbra,
no hará que nada ocurra más rápido.
Dios, él necesitaba la voz de la razón de Liam… pero a veces la odiaba. Al
menos él tenía a su mejor amigo a su lado. Eso evitaba que rompiera el lugar.
Ahora si él solo pudiera atravesar el televisor y matar al reportero…
—Me siento como una mierda —él admitió.
—Te ves como una mierda —Liam le contestó con una pequeña sonrisa—.
Pero no creo que me veo mejor.
Con la ropa de ayer puesta y cubierto de sangre, no. Hammer se miró a sí
mismo, y luego a Liam.
—No mucho.
Su amigo se hundió en la silla junto a él.
—Apenas puedo respirar, viejo. Mientras ella estuvo desaparecida, seguía
preguntándome cómo iba a sobrevivir sin ella.
Liam se miró las manos, encogiéndose ante los restos de sangre en sus
cutículas, bajo sus uñas, a pesar de las veinte veces que se lavó las manos.
328
La Descarada y el Dominante
329
La Descarada y el Dominante
—Yo tampoco.
—Imaginé que querrían ropa limpia. —Seth les entregó la bolsa que traía
en la mano—. Hay una muda para cada uno.
Macen miró adentro, emocionado de encontrar un cambio completo de
ropa, incluso zapatos.
—Gracias, hombre. Esto me hará sentir mucho mejor.
Liam asintió.
—Te agradezco por no tener que ver a Raine aún cubierto de sangre.
Gracias, Seth.
Verlo así la alteraría, sin duda. Hammer hizo una mueca.
—Eso pensé.
Seth les sonrió débilmente mientras su teléfono sonaba. Él lo sacó de su
bolsillo y miró la pantalla.
—Vivian acaba de escribir. Habló por teléfono con Gwyneth hace unos
minutos. Kitty y su esposo están subiendo a un avión hacia Los Ángeles en
este momento. Estarán recogiendo a Kyle tan pronto como lleguen a la ciudad.
Naturalmente, están frenéticos. Y en shock.
Más efectos del tifón Gwyneth. Hammer no podía alegrarse más de que
esa arpía psicópata estuviera por siempre fuera de sus vidas.
—Al menos el niño volverá pronto con sus padres —Liam murmuró.
Seth guardó su teléfono.
—Y hasta entonces, Vivian está feliz.
Dean se aclaró la garganta.
—Espero que tengáis una explicación malditamente buena por la cual
llegasteis a la bodega antes que la policía.
—Te diré lo que le dije al otro detective: habla con mi abogado.
Gorman suspiró, dándose cuenta que había dado con un muro de
ladrillos.
—Bien. Entonces necesito prepararte para algunas otras cosas antes de que
te llamen para ver a Raine.
Un pensamiento terrible se le ocurrió a Hammer.
—¿El fiscal la quiere acusar por el asesinato de Bill? Ella actuó en pura
defensa propia. Cualquier puto idiota…
—¿Puede verlo? Sí —lo cortó Dean, con la voz suave y baja, y Hammer vio
que él había estado gritando.
—Lo siento.
Gorman solo sacudió la cabeza.
330
La Descarada y el Dominante
331
La Descarada y el Dominante
332
La Descarada y el Dominante
333
La Descarada y el Dominante
sus platos sobre sus regazos, comieron algo, y esperaron por noticias sobre
Raine.
Para entonces, Seth estaba hablando con varios miembros del club que
habían pasado por allí, informándoles sobre lo poco que sabían de la
condición de Raine. Hammer estaba agradecido por el interés de ellos. Él se
limpió la boca con una servilleta, terminó lo último de su café y saludó a los
miembros, agradeciéndoles. Liam se le unió.
En la esquina vieron a un joven detrás de una revista con hombros
amplios, manos grandes y ojos penetrantes. Él no parecía familiar, pero en lo
concerniente a Hammer, la sala de emergencia no estaba atareada con otros
casos en el momento.
Él frunció el ceño. Si el imbécil era un periodista buscando una primicia…
Otro dominante se le acercó antes de que pudiera terminar ese
pensamiento y abordar al extraño. Hammer y Liam hablaron a ese y otros
miembros del club, arreglándoselas para pasar los siguientes veinte minutos
en mediana agonía.
La espera aún lo irritaba, pero estar rodeado de amigos preocupados
definitivamente era un bálsamo. Raine estaría conmovida por el número de
personas que habían venido a mostrarle su apoyo.
Finalmente la puerta del fondo de la sala de emergencia se abrió, y Beck
caminó hacia ellos. Hammer y Liam cortaron sus conversaciones y se
apresuraron hacia él.
—¿Qué puedes decirnos? —Liam insistió, como si no pudiera decirlo más
rápido.
—¿Algo? —Hammer agregó.
—Cálmense. Está agitada. Llorando. Asustada, pero en su mayoría, bien.
La limpiamos, le cosimos el labio, y revisamos el resto de los traumas.
—¿Qué significa eso? —Hammer ladró.
Beck levantó una mano.
—Kendall le dio un puñetazo en el ojo. Pudimos reducir la hinchazón. La
cuenca del ojo no está rota, afortunadamente. Pero está amoratada. Habrá más
contusiones alrededor del cuello donde él intentó estrangularla.
La sangre de Hammer se congeló. Un frío se posó en sus huesos mientras
enterraba el rostro en sus manos. ¿Por qué putas no pudo protegerla? Sí, él
sabía que la noticia era en parte buena. Él podía estar en la sala de emergencia
otra vez oyendo el discurso de cómo intentaron pero no había nada que los
doctores pudieran hacer para salvarla… se negó a caer en ese agujero negro
mental ahora.
334
La Descarada y el Dominante
335
La Descarada y el Dominante
336
La Descarada y el Dominante
337
La Descarada y el Dominante
Ella no protestó ni discutió que podía hacerlo sola. Simplemente dejó que
Liam la consintiera, sin hacer preguntas, porque ambos lo necesitaban.
Hammer le sonrió con aprobación.
—¿Cómo te sientes, amor? ¿Hay algo que podamos conseguirte? —Liam
preguntó en esa voz tan tierna que siempre hacía que Raine resplandeciera.
—Estoy bien.
Ella puso cara de valiente, pero Hammer vio a través de ella.
—Dime la verdad —él presionó.
Raine enlazó sus dedos con los de él.
—Verdad. Honestidad. Comunicación. —Ella soltó una exhalación—. Me
duele todo. Pero el dolor me dice que estoy viva. Y estoy tan agradecida de
estar fuera de ese horrible lugar y lejos de ese monstruo para siempre.
Hammer apretó los dientes mientras tomaba aire.
—Nosotros también.
—Dios, sí. —Liam lo secundó—. ¿Quieres hablarnos de eso, amor? ¿O es
muy pronto?
—Te ayudaremos a atravesar esto sin importar nada —Hammer le
aseguró—. Apóyate en nosotros. Te juro por Dios que no te vamos a
decepcionar de nuevo.
—Ninguno de los dos lo hizo. Me fui corriendo del club en vez de
despertaros. No pensé que algo tan horrible me… —la barbilla de Raine
tembló.
—Shh.
Hammer se inclinó y con cuidado la besó en los labios, cuidando de no
lastimar sus puntos.
—Está bien. Dinos cómo ayudarte.
Raine parpadeó como si no estuviera segura de qué necesitaba, y luego
tragó.
—No sé dónde comenzar. Cada minuto parecía más y más aterrador.
Tenía tanto miedo. —Su voz se quebró pero siguió—. É-él me dijo que había
estado violando a mi hermana durante años, y ella lo dejó hacerlo para
protegerme.
Hammer agradeció en silencio a la mujer por su trágico sacrificio. Pero no
podía decir que estuviera del todo sorprendido por el sufrimiento de la
hermana de Raine a manos de su padre.
—Oh, amor —Liam gimió—. Debió ser horrible.
—Luego, en vez de llevarla al aeropuerto para que fuera a la universidad,
él l-la mató. Él solo tomó un cuchillo y… —Raine sollozó con un grito
338
La Descarada y el Dominante
339
La Descarada y el Dominante
340
La Descarada y el Dominante
—Hola.
Beck y Seth se acercaron, mirando cada movimiento de la mujer mientras
ella colocaba el vaso de plástico en la bandeja cerca de la cama de Raine, y se
apresuró hacia la puerta con una sonrisa nerviosa hacia ellos dos.
Beck la detuvo con una mano sobre su hombro, y Hammer no pensó que
alguna vez había visto al doctor tocar a una sumisa con tanta ternura.
—Gracias por tu ayuda.
—Con gusto. Me gusta ayudar a otros.
Sin duda la chica inocente no tenía idea de cómo sus palabras encendían
las entrañas dominantes de Beck. En cambio, ella salió de la habitación.
Cuando Beck se dio cuenta que Seth miraba el meneo de sus caderas mientras
ella se alejaba, él gruñó con advertencia.
—¿Qué? —Seth preguntó, arqueando una ceja.
Hammer sonrió mientras el inicio de un plan se gestaba en su cabeza. Él y
Liam habían soportado mucha mierda arrojada por estos dos. Finalmente, la
oportunidad de una revancha parecía prometedora.
—¿Tu también? —Raine miró sospechosamente a Seth.
—No hice nada —él insistió con aire demasiado inocente.
—Asegúrate de mantenerlo así. —Beck sonaba más que molesto.
Seth rodó los ojos, y se acercó a la cama junto a Liam y le acaricio el
cabello oscuro a Raine.
—¿Estás bien, pequeña?
—Sí. —Ella hizo lo que pudo por sonreírle—. Gracias.
Antes de poder decir más, el doctor de urgencias entró en la habitación,
mirando molesto a tanta gente adentro.
Beck le señaló la puerta a Seth.
—Démosles algo de privacidad, Capitán América. —Miró a Raine—.
Volvemos dentro de poco.
—Gracias, chicos. Por todo.
Luego de que se fueran, el doctor se presentó a Liam y Hammer, y luego
volvió toda su atención a Raine.
—Vamos a tenerte esta noche aquí para poderte observar y darte algunos
antibióticos intravenosos para las mordidas, solo por precaución. No creo que
necesites quedarte más de eso.
Raine suspiró.
—¿No puedo solo irme a casa?
—Si él te dice que te quedes, te quedas —Hammer le ordenó.
341
La Descarada y el Dominante
342
La Descarada y el Dominante
que vayas en una semana o dos con tu ginecólogo para que te revise más a
fondo.
—¿Por qué? —Liam preguntó alarmado y vio que Hammer también lo
estaba.
¿Después de todo ese puto de Bill la había violado?
El doctor ignoró a Liam y ladeó la cabeza hacia Raine.
—¿No lo sabías? Estás embarazada.
FIN
343
La Descarada y el Dominante
344