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Octubre 2019
Relación escuela-trabajo: de 1916/1976
Durante el periodo que abarca desde 1916 a 1970 la relación entre educación y trabajo fue
alcanzada por distintas reformas que tuvieron diferentes alcances.
En los años peronistas desde 1943, el trabajo y la educación tienen otra mirada, principalmente
en el incremento en la matrícula escolar a todos los sectores sociales y materiales educativos;
el estado incluyo varias modalidades de ecuación para todos ya que mediante estas lecciones
se tenía que homogenizar a la población educando a las masas, la escuela debía vitalizarse
mediante la participación de la vida social y el trabajo; La buena relación entre el peronismo y
la iglesia terminó durante el segundo mandato de Perón, ya que si bien la ley 12.978 permitía la
educación religiosa, la iglesia solo contaba con dos horas por día para dicha materia y los
docentes que impartían las clases eran elegidos por el estado, este enfrentamiento tuvo su
punto álgido en 1954 cuando se suprimió la Dirección General de Enseñanza Religiosa y
sumado a esto, en 1955 la sanción de la Ley de Supresión de la Enseñanza Religiosa
agregado a la Ley de Separación Estado-Iglesia.
Después del golpe de estado de 1955, la educación se mantuvo tensa en torno a los pilares
“laica o libre”, los más interesados en volver a formar parte del quehacer educativo fue el poder
eclesiástico, que a través del título de universidades libres encerraban su adoctrinamiento
católico. Luego, en 1958 ya en ejercicio de sus funciones como presidente, Frondizi armó un
Ministerio de Educación de lineamientos católicos. Este mismo fue quien autorizó a las
universidades privadas a expedir títulos habilitantes a través de la ley 14.557. Este periodo
tiene una fuerte inestabilidad económica y social que se reflejan en la educación que está
atravesada por los avances tecnológicos y la necesidad de recursos humanos para su
implementación, por lo tanto la educación se convirtió en el terreno de experimentación y
ensayo y de cruces y debates entre tendencias pedagógicas
A partir del Manifiesto Liminar de los reformistas (1918): Rol de los jóvenes estudiantes
“Nuestro régimen universitario es anacrónico. Esta fundando sobre una especie del derecho
divino: el derecho divino del profesorado universitario. La confederación universitaria de
Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama
un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el
derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes.
La juventud afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un
régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. La
juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento
propio de los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de
soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede
desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa” (Manifiesto de los
estudiantes universitarios cordobeses por la reforma universitaria; 1918).
- El fragmento hace hincapié en que los estudiantes luchaban por tener una universidad
basada en la democracia y en la ciencia. Por lo tanto, uno de los objetivos que tenían los
miembros de la Confederación Universitaria de Córdoba era acabar con la idea de que la
educación debía ser religiosa y que ellos tenían el derecho a elegir quien los representará.
El gobierno de Juan Domingo Perón llega en 1945 dándole el fin a la Década Infame. En los
años de régimen peronista se construyó una participación masiva de los trabajadores dentro y
fuera del sistema político.
Si bien el estado incluyó y amplió modalidades educativas, las acciones estatales en esta
materia formaron parte de una maniobra político-cultural que dejaría en un futuro marcas
profundas en la sociedad. Perón iba a asumir la voluntad sarmientina de educar a las masas a
través de una versión populista del enfoque liberal dejando manifiesto el carácter hondamente
político de la educación.
Durante el peronismo se produjo un quiebre respecto a las formas de persuadir a las masas,
sobretodo con los sujetos provenientes de sectores populares. La intención de Perón fue clara,
las masas debían ser homogeneizadas, ordenadas e incorporadas. Debían unificarse, para eso
y con el uso del lenguaje político y la pedagogía logró un modo de nombrar que produjeron
efectos poderosos en la población. Entre otros términos dirigidos a grupos trabajadores y a los
de ciertos sectores sociales, ahora los habitantes en general, eran llamados “pueblo”.
El discurso peronista tenía como impronta la idea de que el todo excede a la suma de las
partes. Para mantener esto, debía cumplir y responder a las demandas modernas regulando
las acciones sociales y políticas para lo que era vital una preparación moral que orientara la
vida política. La Pedagogía sirvió como herramienta para complementar ese discurso, que para
ese entonces, cuestionaba los principios de la pedagogía normalizadora. En ese contexto es
que se desplazaron enfoques científicos dando lugar a concepciones filosóficas sobre
educación, el niño, la escuela, la organización, la disciplina, etc.
En el contexto de la educación escolar, el material con el que los docentes debían dar sus
clases es por algunos considerado como crudo y de evidente adoctrinamiento político con
contenidos claramente partidarios desde la alfabetización de los niños con los libros de lectura
en los que se elogiaban a las figuras de Perón y Evita hasta la formación superior,
idealizándolos. Entre 1950 y 1955 las políticas de adoctrinamiento vieron la luz, tras la muerte
de Eva en 1952, con la Razón de mi Vida como texto obligatorio en todos los niveles del
sistema. Las rutinas y rituales no quedaron libres, en cada acto y discurso era deber elogiar a
Perón, Evita y su trabajo además de cantar la marcha peronista.
En cuanto a relaciones con las instituciones, el Estado no supo mantener una buena relación
con los docentes en el marco de una tendencia reglamentarista que involucró el Estatuto del
Docente Argentino a partir del que el grupo tomó una posición defensiva. En esta área también
toma lugar la politización de los contenidos curriculares, controlados por el Estado, que sometía
a docentes a presiones y obligaciones tales como la afiliación al partido Peronista. Esta relación
contrasta con la que consiguió con la Iglesia Católica, con la que se adhirieron para vetar el
voto a partidos que no sostuvieran la relación estrecha a la que el peronismo y la Iglesia habían
llegado y con la que consiguieron derogar la Ley 1420 en pos de la obligatoriedad de la
enseñanza religiosa, en 1947, a pesar de tener sectores partidarios internos y la Unión
Democrática en desacuerdo. Esta relación tuvo su fin con una posición del estado que no
coincidiría con los privilegios que la Iglesia pretendía sumado con el ideal de los docentes de
defender la escuela laica y que terminó con un golpe de estado denominado Revolución
Libertadora en 1955.
El Plan Quinquenal, en 1947, trajo con un desafío político, una reforma escolar que
revalorizaba la educación práctica y la capacitación para el trabajo considerada como cultura
con propuestas que dependían de los géneros. Daría sentido espiritual a la educación,
alcanzaría un objetivo humanista y el niño tenía un lugar privilegiado en la enseñanza.