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PAPERS+Uno (Español)

Freud a-la-Lacan

Comité de Acción de la Escuela Una


2018-2020
Lucíola Macêdo (EBP)
Valeria Sommer-Dupont (ECF)
Laura Canedo (ELP)
Manuel Zlotnik (EOL)
María Cristina Aguirre (NLS)
Paola Bolgiani (SLP)
Coordinadora: Clara María Holguín (NEL)

Equipo de Traducciones
Coordinadora: Valeria Sommer-Dupont
Responsable Traducción: Silvana Belmudes
Responsable Revisión: Melina Cothros

Edición y diseño
Secretaría: Eugenia Serrano / Colaboradores:
Daniela Teggi y M. Eugenia Cora
SUMARIO

EDITORIAL, Clara María HOLGUÍN 03

1- Philippe DE GEORGES – ECF - Ojos bien cerrados 06

2- Mauricio TARRAB – EOL - Sin ningún desdén por el sueño... 11

3- Marcus André VIEIRA – EBP - ¿Durar? 16

4- Rosa Elena MANZETTI – SLP - Un sueño que hace excepción... 23

5- Antoni VICENS – ELP - Goces blanqueados... 28

6- Ronald PORTILLO – NEL - Un bello sueño:"Non Vixit" 33

7- Bernard SEYNHAEVE – NLS - La inyección hecha a Irma... 38

Alejandro REINOSO (A.E.) Un despertar poético a la risa 45

Marcelo MAROTTA (A.M.E.) Una interpretación en dos movimientos 47

2
Editorial
Clara María HOLGUÍN

El Paper+Uno ofrece una doble lectura. De una parte, ubica a Freud


en el lugar de más-uno, de otra, da lugar a la política de lo Unario
que da nombre a la Escuela Una. Seremos testigos de la lectura
renovada y “heterodoxa” de algunos sueños de la obra de Freud,
como soñador y como practicante. La serie de los sueños expuestos
pone de manifiesto lo nuevo “despertándonos del sueño dogmático
que tiende a adormecernos”1 para hacer aparecer lo contingente y “la
madera de nuestros sueños”.

La re-lectura del deseo de Freud, destaca su coraje, y revela que,


más allá del deseo del dormir, el sueño puede mostrar la “antecámara
de lo real”. El sueño aparece como paradigma de la construcción del
Psicoanálisis, en un recorrido, que, sin ser lineal, permite avanzar
entre un instante de ver, donde el duelo por el padre muerto, hace
cerrar los ojos a Freud, hasta un más allá, donde los abre para
encontrarse con lo indecible, traspasando “la línea roja”.

Philippe De Georges, abre la serie. La sutil interpretación del sueño


Ojos bien cerrados da cuenta de la posición ética de Freud, que,
cerrando los ojos frente a las faltas de su padre, corta el goce
mortífero y da lugar al Otro de la ley. Sin embargo, no es suficiente
con abstenerse de mirar, la voz aparece en la otra pendiente como
raíz del superyó.

Prosigue en la serie, el grupo de sueños del Freud-practicante.


Mauricio Tarrab, dando una vuelta más al sueño de la Bella
Carnicera, despliega la agudeza de Freud para hacer aparecer en lo
insatisfecho del deseo, que mantiene a la bella enredada en sus
identificaciones, el triunfo del deseo del dormir. A pesar de no poder
ir más allá, el trozo de salmón anuncia lo no reconocido del sexo y de

1 Laurent, É., “Política de lo Unario”, Freudiana No 80, ELP, Barcelona, 2017 y p., 58.
PAPERS+Uno / Editorial

lo femenino. Marcus André Vieira en los sueños El Padre muerto y


el ¿Padre, no ves que me abraso?, nos muestra que lo que insiste en
el sueño, más que la verdad previa y/o despertar, es la certeza del
“duro deseo de durar”, como enseña Joyce -Finnigans Wake. Por su
parte, Rosa Elena Manzetti, introduce el sueño-traumático para
mostrar que la protección del Otro respecto a lo real, es relativa y
causa el despertar. Si el padre falta al llamado, el sueño-traumático
hace existir el “significante viviente”. Manzetti, propone, de manera
novedosa, elevar el sueño-traumático a la dimensión de acto analítico
que busca despertar a lo real.

Entre despertar para seguir durmiendo y despertar a lo real,


encontramos el quinto (V) en la serie. La cifra romana se hace letra
para acoger los Goces blanqueados que se describen en el sueño del
Hombre de los lobos trabajado por Antoni Vicens. De manera
poética, haciendo resonar la lengua, produce un ordenamiento
singular de las piezas dispersas del sueño. El número cinco, como los
lobos dibujados, permiten al “cosedor” redoblar la V que da una
identidad (Wolfsmann), único modo de actualizar la muerte del
cuerpo, en un sinthome.

Cerramos la serie, con dos sueños, en el que Freud soñador es


nuevamente protagonista. En el primero, Ronald Portillo,
ejemplifica a partir del lapsus acaecido en el sueño Non Vixit, la
perspectiva de la letra como litoral, la huella de la mirada que elimina
y abre la puerta de la muerte. El segundo y último en la serie, la
Inyección de Irma, es, como muestra Bernard Seynhaeve, un
sueño de pase, en el que Freud abre los ojos incluso durmiendo. Al
contrario del sueño-traumático, Freud no despierta; traspasa los
intentos de reconstruirse un yo, atravesando el horror para inscribir la
cifra 3, una letra sin sentido, último bastión antes de lo real, donde
no hay garantía del Otro.

A modo de broche. Retomando el modelo freudiano y al contrario


del discurso del amo de la época, interrogamos la experiencia
singular y la práctica actual del uso del sueño. El recorte del
testimonio de Alejandro Reinoso, nos transmite vívidamente “Un

4
PAPERS+Uno / Editorial

despertar poético a la risa”, haciéndonos saborear en el witz il riso


alla cantonese (risa-a-la-Lacan), el sueño como Une-bévue. ¡Efecto
sobre el cuerpo de una interpretación que arranca una sonrisa!
Finalmente, Marcelo Marotta, inicia una nueva serie, en la que los
practicantes, uno por uno, demostrarán cómo la práctica lacaniana no
prescinde ni de las sorpresas ni del uso del sueño; muy al contrario,
se evidencia en las distintas maneras de leer lo que trae el
analizante, que el matiz de lectura es acorde al momento de la
experiencia. En dos movimientos, título de su texto, se describe el
modo delirante de inventar el inconsciente transferencial, y el re-
corte que introduce la satisfacción implícita en el sueño en una cura
que dura.

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Ojos bien cerrados
Philippe DE GEORGES - ECF

Los ojos bien cerrados de los que trata este sueño de Freud tienen
menos que ver con el objeto mirada y con la pulsión escópica que con
el eje percepción-existencia-juicio. Una pancarta lacónica dice: “se
ruega cerrar los ojos”. Lo que la mirada podría ver solicitaría el juicio
moral del soñante, y esto es lo que se trata de neutralizar.

Contexto

Estamos en el umbral del siglo XX, en ese momento histórico en el


que Freud inventa el Edipo. Es el giro decisivo donde se juega el paso
entre un proyecto de psicología científica y neuronal a las condiciones
del nacimiento del psicoanálisis. Jacques-Alain Miller nos sensibiliza al
hecho de que es el drama personal de Freud y su encuentro con el
mensaje perturbador de sus sueños los operadores de esta mutación.
El archivo que nos documenta es su correspondencia con Fliess, la
que él creyó poder llamar su auto-análisis.

Durante el verano de 1896 Freud atraviesa un momento crítico. Está


“verdaderamente extenuado”, atrapado entre su deseo de ver a Fliess
y de intercambiar con él, y el deber de ocuparse de ese padre
moribundo (“si el estado del viejo deja de constituir un impedimento”,
dice).

En esta correspondencia proclama el carácter excepcional del anciano


y admira el modo en el que se aferra a la vida, pero dice al mismo
tiempo todo lo malo que piensa de aquel que califica aún de
perverso: en efecto, lo acusa de haber tenido conductas dañinas
hacia uno de sus hermanos.
PAPERS+Uno / Ojos bien cerrados

Así lo expresa en la carta del 8 de febrero de 1897:


“Desafortunadamente, mi proprio padre fue uno de esos perversos
(padre que sedujo sexualmente a un niño) y fue responsable de la
histeria de mi hermano y de algunas de mis hermanas más
pequeñas”.

El viejo y el corte

El 26 de octubre de 1896, escribe: «Ayer sepultamos al viejo».1 La


vida de este último se había terminado hace tiempo, dice. Sin
embargo, Freud está afectado y se encuentra “verdaderamente sin
raíces”. En un segundo momento, en su segundo prefacio a la
Traumdeutung, volverá sobre esta prueba personal: este libro
“advertí que era parte de mi autoanálisis, que era mi reacción frente
a la muerte de mi padre, vale decir, frente al acontecimiento más
significativo y la pérdida más terrible en la vida de un hombre.” 2 La
interpretación de los sueños dataría entonces de este duelo esperado.

La frase de Freud hace de la pérdida del padre un evento simbólico


mayor “en la vida de un hombre”, más que el nacimiento, el destete,
o las etapas que en la vida del niño son separaciones de este tipo,
reinterpretadas luego bajo el signo del complejo de castración.
Destaca aquí el privilegio que no cesó de dar desde ese momento a la
función paterna. Es decir que el padre es el agente de una función
separadora con respecto al origen. Las biografías de Freud muestran
más bien que esta función se encontró encarnada para él por su
hermano Philipp, quien en sus sueños como en los días de la infancia
es el primer tercero entre él y su madre, así como entre él y su
famosa nodriza, quien lo despierta precozmente a la sexualidad.3

1Freud, S., Cartas a Wilhelm Fliess (1887-1904), Amorrortu, Buenos Aires, 1986, carta del 15 de julio
del 1896 p. 206.
2Freud, S., La interpretación de los sueños, "Prólogo a la segunda edición", Obras completas, volumen
4, Amorrortu, Buenos Aires, 1976, p. 20.
3Freud, S., "Carta 71", Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Obras completas, volumen 1,
Amorrortu, Buenos Aires, 1982, p. 306.

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PAPERS+Uno / Ojos bien cerrados

Es entonces que Freud nos comparte un sueño, contemporáneo a la


muerte de su padre: ve en él, dice, una inscripción solemne –
comparable con un epitafio – que enuncia una especie de regla: “Se
ruega cerrar los ojos”. ¿Es la noche de la muerte de su padre, o la
que sigue al entierro? Las dos versiones de ese sueño, en la “Carta
50”4 a Wilhelm Fliess y en la Traumdeutung, divergen sobre ese
momento, lo que influye sensiblemente sobre la interpretación que se
debe hacer.

¿Qué es cerrar los ojos? Cerrar los del muerto es el deber que
tenemos hacia él para liberarlo de la vida y deshacer sus últimas
amarras. Pero, de forma menos literal, cerrar los ojos es reprimir: la
inscripción solemne aparece entonces como la orden de dejar de
mirar las faltas: ni las de su padre (contra el cual en ese entonces
abundaban las quejas), ni las del hijo. Porque esta muerte es la
ocasión para que emerjan conflictos con sus parientes, con respecto a
la ceremonia, la elección de obsequios privados y discretos que Freud
impone a los demás, su retraso a la ceremonia y, sobre todo: ¡su
deseo de muerte! La falta se ubica de los dos lados: Freud nunca
olvidó que Edipo sufrió de la intención mortífera de sus padres y de
los crímenes de Layo.

Del odio y del amor del padre

La represión de Freud está al comienzo del paso decisivo que hace en


ese entonces: deja de creer en su Neurótica, es decir en la
responsabilidad “real” del padre en la neurosis histérica, tal como lo
escribe en su carta del 21 de setiembre de 1897,5 un año después de
la muerte de su padre. Si el padre sigue siendo, según lo que él llama
“su deseo”, el “causante de la neurosis”, 6 ya no lo es por su crimen:

4Freud, S., "Carta 50", Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Obras completas, volumen 1,
Amorrortu, Buenos Aires, 1982, p. 273.
5Freud, S., "Carta 69", Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Obras completas, volumen 1,
Amorrortu, Buenos Aires, 1982, p. 301.
6Freud, S., "Carta 64", Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Obras completas, volumen 1,
Amorrortu, Buenos Aires, 1982, p. 295.

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PAPERS+Uno / Ojos bien cerrados

lo es a través del fantasma. Freud cierra los ojos a las faltas del
padre. No denuncia más su goce malo. Todo sucede como si esta
revuelta del pasado no fuera más que un fantasma para él. Una vez
superado ese límite fatídico, Freud erige un monumento al padre,
como los hijos de la Horda idealizan el Urvater y lo deifican. Tótem y
tabú, de modo acertado, vendrá completar el Edipo y recordar lo que
es el goce del padre primitivo. El padre sobre el cual cae el velo del
pudor y de la decencia no es más Noé, ebrio ante la mirada de sus
hijos. Es el padre edípico que merece ternura y respeto. Es aquel a
quien el crédito que se le otorga y el amor que se le tiene son
garantes del reino de la ley.

La invención del complejo de Edipo, que sigue ese giro, da forma


épica a la función de triangulación atribuida al padre pacificador: hace
corte con el goce primordial mortífero, en provecho del campo del
Otro de la palabra y de la Ley. El deseo normalizado viene a
inscribirse allí donde el origen prohibido está barrado.

Freud participa por un lado de la leyenda dorada del padre, de ese


prejuicio favorable, aunque pudo en otras ocasiones denunciar el
furor de los padres, todavía aferrados, como él dice, a las exigencias
exorbitantes de la Patria Potestas.7

Raíz(es) del superyó

Es como instancia de juicio que la mirada que se nos ruega cerrar es


convocada por Freud: se trata de la raíz del superyó. Cerrar los ojos
es abstenerse de juzgar. La instancia que mira y juzga se ubica allí,
en su inhibición. Con los ojos vendados, la Justicia es más igualitaria
en su tarea. Pero la mirada no alcanza: la voz es el otro aspecto del
superyó. Aquel que trona y dice, que inter-dice y prohíbe, al punto
que Lacan hace de la voz en tanto que objeto un nombre del superyó
y lo revierte.

7Freud, S., La interpretación de los sueños, "Los padres suelen aferrarse espasmódicamente a lo que en
nuestra sociedad queda de la ya anticuada potestas patris familias", Obras completas, Volumen 4,
Amorrortu, Buenos Aires, 1976, p. 266.

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PAPERS+Uno / Ojos bien cerrados

Mirada y voz son los objetos de la presencia del Otro. Cuando no nos
persiguen, son lo que nos mece, y la fuente que nos sacia. Son
también lo que nos falta. El salmo dice “me saciaré en tu rostro” 8. Y
el poeta responde; “oigo vibrar tu voz en todos los ruidos del
mundo". 9

Traducción: Silvana Belmudes

Revisión: Melina Cothros

Révisión final: María Cristina Giraldo

8 Biblia de Jerusalén, «Salmo 17», versículo 15, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975, p. 725.
9 Éluard, P., Capitale de la douleur, Gallimard Nrf, collection Poésie, 1996.

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Sin ningún desdén por el sueño. Una vuelta
más sobre el sueño de la Bella carnicera
Mauricio TARRAB - EOL
Estamos hechos de la madera de nuestros sueños

Próspero en “La Tempestad”

1. Del deseo a la letra

El sueño con el que la bella carnicera desafía a Freud y a su teoría del


sueño como realización de deseo, y la tozudez deslumbrante de éste
en su respuesta, al sostener lo insólito de un deseo de tener un deseo
insatisfecho, hacen sentir todavía la potencia de ese espíritu de
sutileza que anida en el centro de la escena analítica, es decir de la
práctica, también de la lacaniana, que no prescinde ni de las
sorpresas ni de los usos del sueño.

Cuando Lacan comenta ese ballet, al que tantas veces hemos


asistido, comienza por hacer una advertencia sobre el estado de
cosas en 1958, denunciando el desdén que se cernía sobre el valor
del sueño dentro del Psicoanálisis: “Un sueño, después de todo, no es
más que un sueño, se oye decir hoy”1 y repite esa advertencia cuatro
veces en esas pocas páginas. Ni qué decir del presente donde se
pretende que el que sueña es el cerebro. Seguramente fue el riesgo
de que ese desdén también sobrevolara nuestra práctica lo que hizo
que J.-A.Miller hiciera notar que la presencia del término inconsciente
había quedado en segundo plano en nuestro Congreso de la AMP2 en
Río de Janeiro. Y aunque el sueño no es el inconsciente esa
interpretación puso al sueño en el centro de nuestro trabajo rumbo al
Congreso 2020. Contra todo desdén.

1Lacan, J., “La Dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2 , Ed. Siglo XXI, Buenos
Aires, 1987, p.600.
2 Miller, J.-A., “Habeas corpus”, Lacaniana nº 21, Grama, Buenos Aires, 2016, p.35.
PAPERS+Uno / Sin ningún desdén por el sueño

Un sueño puede ser una imagen, un fragmento que evoca toda una
historia, puede ser un cuento, una sola palabra, un ruido. Puede ser
como un haiku: eso está allí, eso sucede, no cuenta una historia, no
lleva un mensaje, no genera sentido. Al contrario, el sueño de la bella
carnicera es como un iceberg –la figura es de Freud- cuyo breve
relato solo revela un pequeño fragmento de todo un mundo que solo
el análisis freudiano, su empeño y su agudeza hacen emerger.

En su análisis Freud no solo ratifica su teoría de la función del sueño


ligada al dormir y a la realización del deseo, sino que también
demuestra cómo esas variantes del deseo confluyen ligando el deseo
a la identificación histérica, a sus aporías y a su diferencia con la
“imitación”. Al incluir en la fuente de la identificación no solo un
elemento común inconsciente sino también un carácter sexual apunta
ya allí al horizonte de una satisfacción y de un indecible, lo que
muestra su sutileza clínica.

“La primera vez que Freud nos habla del deseo lo hace a propósito de
los sueños” 3 señala Lacan al comentar este sueño de aquella a quien
él nombra la bella carnicera. En su comentario sobre los meandros
del sueño y del análisis de Freud sobrevuela la pregunta de por qué
sería necesario sostener un deseo insatisfecho. Busca los elementos
estructurales a partir de su propia concepción del deseo como deseo
del Otro.“Más allá de su aspecto cómico, debe representar algo
necesario. Y el histérico es precisamente el sujeto al que le resulta
difícil establecer con la constitución del Otro como Otro […] una
relación que le permita conservar su lugar de sujeto.” 4 Por otra parte,
Lacan somete el sueño, los personajes -la paciente, la amiga y el
marido- y la circulación de los objetos en juego -el trozo de salmón,
el caviar, el trozo de trasero- a la spaltung entre la demanda y el
deseo. Ella quiere caviar, pero demanda que no se lo den. Él
demanda las gorditas, pero desea las flacas…

3Lacan, J., El Seminario, libro V, Las formaciones del inconsciente (1957-1958), Paidos, Buenos Aires,
1999, p.368.
4 ibid p. 372.

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PAPERS+Uno / Sin ningún desdén por el sueño

En su texto “Un trío de melodrama” J.-A. Miller sigue paso a paso la


lectura que Lacan hace de este sueño tratando de cernir los efectos
de esa reinterpretación. Destaca que en el laberinto de las
identificaciones las vicisitudes del deseo se reglan por el deseo como
deseo del Otro si se va más allá de los objetos de la demanda que el
sueño pone en juego. Miller usa como clave de lectura que “si una
identificación puede ocultar a otra, y las identificaciones se
determinan por el deseo, entonces un deseo puede siempre ocultar
otro”5. Es lo que le permite ubicar de manera ejemplar por un lado la
doble identificación de la soñante, por un lado con la amiga como la
Otra mujer y por otro lado con el marido, es decir con el hombre
como deseante, para terminar aislando una tercera identificación de
la Bella con el deseo del hombre cuyo soporte es el trozo de salmón,
que “condensa los mil y un valores del deseo y que aquí responde a
la vez a los misterios de la división del deseo macho y al ¿qué quiere
una mujer?”6 . Siguiendo esa indicación de Miller ¿no podría decirse
que cuando la lógica fálica se adelgaza este sueño responde a la
pregunta qué es una mujer con: un trozo de salmón, un trozo de
trasero, “el objeto mismo del deseo”7, pero también un cuerpo
fragmentado?

2. Decir

Cuando Lacan explica qué es lo que lo guía para la interpretación de


un sueño diferencia el plano de la significación ¿qué quiere decir
eso?, del plano de la enunciación ¿qué quiere [el soñante] para decir
eso?, que es lo que el análisis freudiano despeja ubicando todas las
variantes del deseo de la bella al soñar lo que sueña.

Pero Lacan avanza un paso más al decir que “lo que nos guía, al
interpretar un sueño es preguntarnos ¿qué es lo que, al decir, eso
quiere? Aparentemente eso no sabe lo que quiere”8. Pero eso quiere
gozar.

5 Miller, J.-A., “Un trío de melodrama”, Revista Enlaces, Buenos Aires, 2018.
6 ibid
7 ibid
8 Lacan, J., El Seminario, Libro XVI, Paidos, Buenos Aires, 2008, p183.

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PAPERS+Uno / Sin ningún desdén por el sueño

La clave aquí es que ese decir es también una forma de gozar y en


el sueño de la bella carnicera al mismo tiempo que el ciframiento
vela el deseo también es una forma de satisfacción. Más allá del
efecto de significación, el uso del decir del sueño sirve a una
satisfacción. Detrás del aparato de sentido que se teje entre los
cuatro personajes del sueño –cuatro personajes, ya que el analista
está allí también incluido pues se trata de un sueño de
transferencia- y más allá del baile de máscaras de las
identificaciones y del deseo que se desliza entre los objetos de la
demanda, un programa de goce se realiza. El sueño como formación
del inconsciente sirve a ese programa. Es la pista freudiana que
sigue Lacan también en Televisión: “lo que opera realmente ahí,
bajo nuestros ojos fijos en el texto, es una traducción en la que se
demuestra que el goce consiste en los desfiladeros lógicos.”9

El sueño escribe la cifra de lo que eso quiere y es allí en donde reside


el uso elemental del sueño para decir del sexo. Ese es a mi juicio el
esfuerzo de poesía del inconsciente por donde el sueño de la bella
c a r n i c e r a d i c e f a l l i d a m e n t e l o f e m e n i n o c o m o va c í o d e
representación, eso irrepresentable que hace bailar a todos los
implicados en este ballet. Y lo hace con los significantes amarrados a
y por las identificaciones, que en este caso constituyen lo que el
sujeto histérico es como pregunta sobre el deseo del Otro y sobre lo
irrepresentable de lo femenino y del sexo. Ahí está a mi juicio “lo
impoético [impoétique] 10, la madera de este sueño– para citar a
Shakespeare traducido por Borges- sobre lo que se asienta toda la
trama. Es ese real el que Lacan llama en su respuesta a M.Ritter “lo
que no puede ser dicho en ningún caso sea cual sea la proximidad,
[…] eso que está en la raíz del lenguaje […] en el origen del deseo”11 .
Por más proximidad que haya entre las identificaciones y lo femenino
siempre habrá allí una hiancia insalvable que entre otras cosas hace
soñar. S.Cottet ubica el ombligo del sueño en el punto donde “…el

9 Lacan, J., Psicoanálisis Radiofonía & Televisión, Editorial Anagrama, Barcelona, 1977, p.92.
10“Reponse de J. Lacan a une question de Marcel Ritter”, Lettres de l’École freudienne n° 18. Journée
des cartels. Strasbourg. Introduction aux séances de travail , 1976
11 ibid

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PAPERS+Uno / Sin ningún desdén por el sueño

deseo no puede hacerse representar más”12. En el relato que Freud


hace de este sueño ese punto crucial no aparece como emergencia de
un real fuera de sentido ni como agujero, sino como cierre13.

Ese decir cifra como fallido, un eventual “despertar” -lo digo con
todas las reservas del caso- a lo no-reconocido de lo femenino y de
la relación sexual que no hay. Este sueño testimonia también del
triunfo del deseo de dormir que mantiene a la bella carnicera
entreverada en el “laberinto de las identificaciones”14.

A diferencia de otros sueños en los que un trozo de real atraviesa la


pantalla, o en aquellos en que se puede capturar en el texto como
un fuera de sentido radical, y cuya emergencia demuestra el límite
mismo de la ficción -lo cual hace que en muchos de sus testimonios
los AE hagan uso de esa captura como prueba y medida de haber
tocado el límite del campo de lo verdadero y de la ficción- en este
sueño el trayecto entre el trozo de salmón y un trozo de real queda
en suspenso. Podemos conjeturar que allí podría anunciarse lo no
reconocido del sexo y de lo femenino como tal, sin embargo, ni la
bella, ni Freud, ni este sueño ejemplar llegan hasta allí, lo cual no
les impide hacernos dar una vuelta más alrededor de sus talentos.

3. Una letra viva

Y finalmente ¿no podríamos pensar que desafiar a Sigmund Freud es


parte de la “madera” de este sueño de la más ingeniosas de sus
soñantes como él mismo la llama? Lo que está allí en juego ¿no será
también la satisfacción de inscribir en el Psicoanálisis el singular
desafío que le hace a aquel que empezaba a escribir su historia y de
esa manera hacernos aún hoy disfrutar de la letra viva de su
ingenio?

12Cottet, S., “Los límites de la interpretación de los sueños en Freud”, Freudiana 86, 2019, Barcelona, p.
108.
13“Reponse de J.Lacan a une question de Marcel Ritter”, Lettres de l’École freudienne n° 18. Journée des
cartels. Strasbourg. Introduction aux séances de travail , 1976.
14 Miller, J.-A., “Un trío de melodrama”, Revista Enlaces, Buenos Aires, 2018.

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¿Durar? *
Marcus André VIEIRA - EBP

¿Es el sueño sólo la necesidad del proceso de registro y archivo de los


recuerdos del organismo? ¿O es el emisario de lo que ocurre en otras
esferas, por ejemplo, inconscientes o incluso, espirituales? En otros
términos: ¿debemos dejarlo entregado al reino del fuera-de-sentido,
olvidando progresivamente sus extrañas escenas y objetos a lo largo
del día o por el contrario, vale la pena buscarle una lectura que
oriente más allá de las asperezas de lo cotidiano?
Este debate se podría extender indefinidamente. Felizmente, como
analistas, podemos pasar de largo pues para nosotros lo esencial no
está en la relación del sueño con las impresiones del organismo o con
mensajes del más allá. El analista no busca el real del sueño en algo
que estaría en otro lugar como el místico o el médico, sino allí mismo,
en el encuentro del analizante con Otra lengua en su propia lengua.
Sólo hay sueño, para el analista, traído en la sesión, relatado.
No es sólo la constatación de lo obvio, sino que es el postulado
freudiano fundamental que Lacan sintetiza al constatar que Freud no
hace la diferencia entre el sueño y su relato. 1 Contar un sueño en
análisis, como acto singular del decir, podrá ser, así, esa combinación
entre lo que de él se dice, y lo que, en ese dicho, se oye.
Es lo que caracteriza el inconsciente freudiano, inicialmente definido
por Lacan como una experiencia que produce efectos de verdad. Más

1Lacan, J., El Seminario, libro 6, El deseo y su interpretación (1958-1959), Paidós, Buenos Aires, 2005,
p.66. "Lo esencial del análisis freudiano se basa siempre en el relato del sueño, como algo ante todo
articulado”.
PAPERS+Uno / ¿Durar?

que el contenido de lo que se descubre, es esa experiencia que se


cuenta. No tanto la verdadera verdad sobre sí mismo, sino la certeza
de que sólo por ser medio-dicha, hay un real de esa verdad. Y eso
cambia y mejora la vida.2
En los tiempos de la post-verdad, sin embargo, es fundamental
interrogar esa relación entre el real del sueño y esos efectos de
verdad a los que él puede conducirnos. En ese sentido, tres sueños
abordados por Lacan en su enseñanza pueden permitirnos vislumbrar
tres distintos modos de relación entre la verdad y lo real en el sueño.
El primero es el sueño del padre muerto, presentado por Freud en La
interpretación de los sueños, 3 y extensamente trabajado por Lacan en
su Seminario 6. El soñante encuentra a su padre, recientemente
fallecido, como si estuviera vivo, sin saber, sin embargo, que estaba
muerto. La interpretación de Freud consiste en introducir entre los
dos temas fundamentales del sueño, “él no sabía”, y “él estaba
muerto”, la frase “según el deseo del soñador”. Al retomar el sueño,
Lacan distingue en el deseo del sueño, das Wunsch, dos aspectos;
por un lado la demanda, el deseo por el otro. Lo real del deseo del
soñante no es su anhelo de muerte del padre, esta es su demanda.
Sin embargo, es una demanda imposible, y es en este imposible
donde reside lo real del deseo. Para entenderlo es preciso tomar al
padre del soñador como encarnando la función paterna en sí misma.
De esta forma la muerte del padre sería el fin de la función paterna,
pero si ella delinea un punto de origen de la experiencia subjetiva,
¿cómo borrarlo sin desaparecer? La extrañeza del sueño reside, de

2Lacan, J., El Seminario, libro 11, los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Paidós,
Buenos Aires, 2010, p.33.
3Freud, S., (1900-01) La interpretación de los sueños. Obras completas, Vol. 5, Amorrotu, Buenos Aires,
1976, pp. 430- 434.

17
PAPERS+Uno / ¿Durar?

esto modo, menos en el dolor que afecta al soñante articulado a su


anhelo de muerte del padre que en este punto paradójico de
imposibilidad que sustenta su deseo como tal.
Para figurar esta paradoja, el sueño no presenta la muerte del padre
como desaparición, sino como una forma especial de saber-sin-saber-
que-está- vivo, sino muerto y sin saber de eso que sustenta en el
sueño, lo imposible del deseo del soñante. Es este no-saber lo que
será destacado por Lacan como la llave de la vida alienada del ser
hablante, su punto más real, efecto de mortificación del goce por la
palabra que afecta al padre, y también a todos nosotros.
Sin embargo, no basta con saber que no se sabe. Es necesario por la
interpretación analítica, localizar entre dos, ese vacío estructurante,
espacio del sujeto que es también locus de su deseo, presencia de
una ausencia. Lacan lo localizará entre los dos pisos de su grafo, esa
imposible existencia en el deseo humano- de su impronunciable
esencia real de goce.
Un segundo sueño, igualmente proveniente de La interpretación de
los sueños, es comentado por Lacan en el Seminario 11. El soñante,
quien había velado a su hijo durante su enfermedad, tristemente con
un final fatal, se queda dormido mientras alguien se ocupa del
cadáver. Despierta, sin embargo, al encontrar, en el sueño, la figura
de su hijo diciéndole una frase oída durante la enfermedad: “Padre,
¿no ves que ardo?”. Solo para constatar que se realizará el
presentimiento que tuvo antes de quedarse dormido, la vela podrá
caer sobre el féretro y causar un incendio.4
Este sueño podría encontrar su interpretación en términos del
Seminario 6 como sigue: “mi hijo vuelve a estar vivo”, “pero

4Lacan, J., El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), , Paidós,
Buenos Aires, 2010, pp. 42-67.

18
PAPERS+Uno / ¿Durar?

ardiendo”. En el intervalo entre las dos cadenas de pensamiento,


siguiendo el esquema del grafo, estaría la ambigüedad fundamental
del soñador en relación al hijo, su Wunsch de muerte y vida,
representada por un hijo vivo, pero en llamas. Nada de eso.
Para Lacan, es otra cosa lo que le interesa, y es por eso exactamente
que escoge este sueño, por considerar que esa representación del
hijo ardiendo no es una “formación de compromiso”, no designa el
real del sujeto.
No por nada es un sueño de angustia y no de tristeza. El hijo en
llamas es la figuración-límite, extrema, de la vida como fuera, no
entre la cadena significante. Un real que escapa a la aprehensión
discursiva del grafo del deseo que no se deja atrapar por la estructura
como ausencia o como negatividad, un real hecho de exceso, aún
figurado. Es el real, ya no como corte y sorpresa sino como
presencia, encuentro y goce. Es el real del objeto a que, en lugar de
sorpresa y reconfiguración, interpretación y verdad, lleva al
encuentro con lo que en el Otro es real, en él, más que en él mismo,
y que Lacan define como experiencia del imposible despertar,
imposible salida de la vida. Es lo que propone Lacan en este
seminario, en vez de experiencia de verdad, propone el encuentro
fallido con lo real, no más paradigma de la interpretación, pero de la
función de la transferencia en el tratamiento, la que tendrá que ser
atravesada, según sus términos, para que haya conclusión. 5
Un tercer modo de presentación de lo real en el análisis, es abordado
por Lacan, igualmente a partir de un sueño Finnegans Wake o

5 Ibid, p.281.

19
PAPERS+Uno / ¿Durar?

Finnícius Revém.6 Para no perdernos en la inmensa ignorancia y


dificultad que están en el debate siempre que se trata del tema de
Joyce, propongo solo dos ideas.
En primera instancia, como en la sesión analítica, la diferencia entre
el sueño y el relato del sueño, se liquida completamente. Como dice
Becket de James Joyce: “Ustedes reclaman que esa cosa no está
escrita en inglés. (...) No es para ser leída - o mejor- no es sólo para
ser leída. Es para ser vista y escuchada. Su escritura no es sobre
ninguna cosa, es la cosa misma.”7
En la lectura de ese texto - para-no-ser-leído, somos llevados por
Joyce a lo que sería el experimentar un sueño en el que no hay ni
deseo, ni despertar, y aun así estamos marcados por la imposibilidad,
sello de lo real, según Lacan. Hay una navegación forzada en la Babel
de las lenguas que podríamos aproximar sin dificultad, a lo que Lacan
llama lalengua, colección de fragmentos sonoros, visuales,
sensoriales, singulares, que nos constituyen y son la base de nuestro
acceso a la lengua común.
En este plano, el deseo como punto de vacío fundamental, así como
el padre como nombre de mortificación del ser hablante, se
desvanece en detrimento del goce de hacer vibrar esos fragmentos
fuera de sentido. Ya no hay más la suposición de que alguien en

6 Cf. Lacan, J., El Seminario, el libro 23, El sinthome (1975-1976), Paidós, Buenos Aires, 2006, p.123.
En la hermosa traducción de Donaldo Schüler, transcribo uno de los primeros párrafos: “A queda
(bababadalgharaghtakamminarronnkonnbronntonnerronntunnthunntrovarrhounawnskawntoohoohoorden
enthurhuk!) dum dantanho velhonário é relatada cedo no leito, depoissabe no conceito ao longo de toda
a cristã menestrelidade. A grande queda desdeo altomuro arrastou em curtolance a pftjqueda de
Fiínnicius, varão outrora mais q'estável, que a vaziamontesta, lá dele prumptamente desvestiga quem
lhe diga o Ocidente o acidente da perda dos dedos dos pés: e seu parcoespaçoepouso é na porta do
parque, lugar de arranjos de oranges mofados sobre o verde desde que Dia-dublim um diamou
Livividinha”. Joyce, J. Finnegans wake / Finnícius Revém, Porto Alegre, Casa de Cultura Guimarães Rosa,
1999. Lacan reconoce que en el texto, el relato de un sueño , escrito, tendría la especificidad de que “ el
soñador no es ningún personaje particular, es el sueño mismo” .
7Beckett, apud Mandil, R.- Os efeitos da letra Lacan leitor de Joyce, Rio de Janeiro/ Belo Horizonte,
Contracapa/ UFMG, 2003, p.159.

20
PAPERS+Uno / ¿Durar?

algún lugar sabría poner orden en el caos del mundo, lo que define la
función paterna. No hay ya ni siquiera la Otra escena.
Entonces sólo habrá la verdad, cuando algo que podemos encontrar
en la lectura nos golpea, y podríamos decir: eso me toca. No se trata
de una pos-verdad sino de una verdad a ser asumida con el propio
cuerpo a partir de los encuentros con los fragmentos de lalengua que
puedan sustentarla.8
Para concluir, una analogía peligrosa. Si hay un lugar en el que la
suposición de saber se apaga, ese lugar es lo que convencionalmente
se llaman las redes sociales. En ese espacio bien definido por Miguel
Lago como “el reino de las opiniones”, ya no hay excepción ni
suposición de saber. En el perfil del Papa en twitter, internautas
brasileños se sienten con el derecho de contradecir sus análisis
teológicos.
Las redes sociales hacen de un tabernero un especialista en exégesis
bíblica de la misma valía que el jefe de la iglesia católica.9
Sin la función paterna, sin la función de suposición de saber, sin la
creencia en otra escena, ¿cómo hacer? Tal vez inspirarse en lo que
habría hecho Joyce. Según Lacan él se sale con la suya como artista
al deshacerse de la pesadilla – que era para él - d el peso de una
historia como la de Irlanda, escribiendo ese texto que se reanuda,
destruye y reconstruye incesantemente sin comienzo ni fin.
¿No está tan cerca de lo que hace el artista cuando lleva a las redes
otro tipo de evento que no sea aquel de la verdad de la opinión y de
la contra-opinión? Es esta mi analogía peligrosa apoyada en Lorenzo
Mammi. De hecho, en el campo del arte contemporáneo, así como en

8Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del seminario 11”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires,2012, p.
601.
9 Lago, M., “Procura-se um presidente”, Piauí, n. 152, maio de 2019, disponible en https://
piaui.folha.uol.com.br/materia/procura-se-um-presidente

21
PAPERS+Uno / ¿Durar?

Finnicius, ni la sorpresa del sujeto, el autor, por ejemplo, ni el


despertar que puede provocar un objeto de arte son más
importantes, pues lo esencial tiende a ser la producción colectiva, el
proceso de su hacer que es, en sí misma, la propia intervención
artística. En ese contexto lo esencial del hacer artístico sería la
producción de algo que dure un poco más que los objetos comunes
tragados por el monólogo antagónico de las redes, un “estorbo
necesario” para que el juego de las opiniones no ruede en el absoluto
vacío y, al mismo tiempo, para que el arte exista en un mundo en el
que no aparece, desaparece. 10
En el vértigo de ese río que fluye no hay verdad previa, no hay
despertar; hay certeza de que estamos hechos para durar más que
nuestras palabras. Durar, aquí, no es sellar, durar en la memoria
colectiva, pero persistir como lo hace un sueño que dura en el
cuerpo, o como Paul Éluard leído por Lacan11 enuncia, en nuestro
duro deseo de durar.

Traducción: María Victoria Clavijo


Revisión: Maria Rita Guiimarães
Revisión final: María Cristina Giraldo


10 Mammi, L. O que resta – arte e crítica da arte, Cia das Letras, São Paulo, 2012, p. 15.
11Lacan, J., El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis (1959- 1960), Paidós, Buenos Aires, 2007, p.
368.

22
Un sueño que hace excepción
El sueño traumático: “Padre, ¿no ves que ardo?”
Rosa Elena MANZETTI - SLP
El inconsciente “no implica […] que se lo evalúe como saber que no
piensa, ni calcula, ni juzga, lo que no le impide trabajar (en el sueño,
por ejemplo). Digamos que es el trabajador ideal”1. El significante
“trabajo” es utilizado por Freud para el sueño, en el que descubre los
mecanismos del inconsciente. Él lo considera la vía regia de acceso al
inconsciente, sin ser su equivalente. Las notas añadidas a las varias
ediciones de La Interpretación de los sueños 2 lo muestran cada vez
menos como vía regia al inconsciente. La esencia del sueño está en
su trabajo, no en el contenido manifiesto o latente.

En 19113 sugiere practicar una cierta abstinencia del deseo de


interpretar dado que hay sueños que “van más rápido que el análisis”,
y “en el intento de interpretar un sueño tal, todas las resistencias
presentes y todavía intactas entrarán en actividad poniendo un límite
a la intelección”. Freud mientras tanto había descubierto que el sueño
vehicula una demanda de interpretación, siendo eso mismo un signo
de la transferencia. Su cautela para responder a la demanda de
sentido del analizante es retomada por Lacan cuando dice que: “En
un análisis no sólo intervenimos en tanto que interpretamos el sueño
del sujeto -si es cierto que lo interpretamos-, sino que como ya
estamos, a título de analistas, en la vida del sujeto, ya estamos en su
sueño”. 4 El sueño es entonces un producto del trabajo de
transferencia.

1 Lacan, J., “Televisión”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 544.
2 Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, vol. IV, Amorrortu, Buenos Aires, 1984.
3Freud, S., “El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis”, Obras completas, vol. XII,
Amorrortu, Buenos Aires, 1984, p. 89.
4Lacan, J., El Seminario, Libro II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Paidós,
Buenos Aires, 1983, p. 232.
PAPERS+Uno / Un sueño que hace excepción

Hasta 1920 para Freud el sueño era una búsqueda de placer. Se


sueña para el analista y para continuar durmiendo, sin ser tocados
por lo real. Los restos diurnos que perturban la homeostasis del
principio del placer son usados en el sueño para transformar el
exceso de goce, que disturba el sueño, en un goce del signo,
compatible con el deseo de dormir. Los procesos de condensación y
desplazamiento hacen un trabajo de cifrado para evitar el encuentro
entre el pensamiento del sueño y la pulsión. El relato del sueño es ya
una interpretación del deseo. El analizante es el interpretante y no el
interpretado. 5

Los sueños traumáticos que los pacientes le llevan a Freud en el caso


de las neurosis traumáticas y de guerra, que repiten el trauma
contradiciendo el principio del placer, lo inducen a revisar la teoría del
sueño.6 La repetición7 y la pulsión de muerte ponen en evidencia una
causa de los procesos psíquicos más potente que el principio del
placer.8 El surgimiento del objeto real amenaza el envoltorio
significante, aniquila la imagen, agujerea la pantalla y angustia. Los
sueños traumáticos no obedecen a un deseo -“constituyen la única
excepción efectiva”-, 9 sino a una compulsión de repetición. El trauma
exige ser reducido a signo. Su retorno bajo la forma de un sueño es
una tentativa del sujeto de controlarlo integrándolo en lo simbólico.

La repetición pretende transcribir el trauma en letra, transformando


el goce en exceso en goce del signo. Se trataría de pasar del trauma,
exceso de goce, al fantasma, y del fantasma al síntoma. Como la
repetición no puede llevar a cabo esa misión, continúa intentándolo
de nuevo, asumiendo un carácter de automatismo. Freud considera a
la compulsión de repetición un fenómeno primario ligado al trauma
originario del nacimiento, inherente al propio hecho de vivir. Una

5 Lacan, J., El Seminario, libro XIX, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 228.
6Freud, S., “Más allá del principio del placer”, Obras completas, vol. XVIII, Amorrortu, Buenos Aires,
1984, p. 32.
7 Ibid. p. 19.
8Freud, S., “Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños”, Obras
completas, vol. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1984, p. 119.
9 Ibid. p. 120.

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PAPERS+Uno / Un sueño que hace excepción

exigencia de retorno al estado inanimado que llama pulsión de


muerte.

El sueño “Padre, ¿entonces no ves que me abraso?”,10 no por


casualidad construido alrededor de la muerte, muestra que el
despertar producto de un sueño traumático está conectado con el
hecho de que la protección del Otro respecto a lo real es siempre
relativa. Es el padre, en este sueño y también más allá de él, el que
falta a la llamada, puesto que aquel que responde a mi llamada
nunca es aquel a quien realmente he interpelado. Si Freud al final de
su recorrido va a la búsqueda de una huella de goce en relación a la
repetición, Lacan en 1954-55,11 considera la repetición como la
consecuencia de la ley significante de la cadena de lenguaje que
determina al sujeto.

Sin embargo, en el Seminario XI12 Lacan distingue dos aspectos de la


repetición: el automaton, la insistencia de los signos, el principio de
la cadena simbólica; y la tyche, el encuentro con lo inesperado, lo
real del trauma. La repetición no está ya conectada al inconsciente
saber sino al inconsciente real.

En el capítulo V de este seminario, Lacan retoma el sueño “Padre,


¿acaso no ves que ardo?” para hablar del llamado en relación a “lo
real como encuentro”, que se presenta inicialmente en psicoanálisis
bajo la forma del trauma, poniendo de relieve dos aspectos. El
primero es que el trauma, aquí referido expresamente, no se sitúa en
la lógica del après coup, sino que vemos “que se conserva la
insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros”. Eso
“reaparece, (…) en efecto, (...) muchas veces a cara descubierta”,13 y
tiene el mérito de despertarnos de nuestros automatismos. El
segundo aspecto concierne precisamente al hecho de que en el
trauma son los padres los que faltan al llamado, ya sea en el caso del

10 Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, vol. V, Amorrortu, Buenos Aires, 1984,
p. 504.
11 Lacan, J., “El seminario sobre La carta robada”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p.5 y ss.
12 Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos
Aires, 1991, p. 61 y ss.
13 Ibid., p. 63.

25
PAPERS+Uno / Un sueño que hace excepción

sueño “Padre, ¿acaso no ves que ardo?”, como en el caso de una


experiencia personal suya en la que él mismo vio al “niño
traumatizado” por su partida, compensarse únicamente con el sueño,
“hundirse en el sueño, que era lo único que podía volverle a dar
acceso al significante viviente que yo (Lacan) era desde la fecha del
trauma”.14 Él usa aquí “significante viviente” para hablar del padre
como destinatario de la llamada del grito inarticulado que reclama al
padre como objeto de la primera identificación freudiana. Es el
trauma el que hace existir el significante viviente. Un trauma,
indicado como tal por Lacan, ligado al fracaso de la llamada de la voz
para tener al padre, ya desde siempre ausente. Un fracaso superado
pero que perdura, puesto que persiste la pérdida del padre, en su no
oír la llamada o en el no ver que ardo. El encuentro fallido con el
“significante viviente” permanece en el corazón del deseo de cada ser
hablante y se reactiva.

Así como para Freud desde 1920 aquello que se repite está ligado a
la insistencia de la pulsión de muerte, para Lacan, a partir de los años
setenta,15 la repetición está en relación al goce. Hay por una parte la
nostalgia de una pérdida estructural de goce y por la otra el intento
de recuperar eso que está perdido desde siempre. La repetición,
destino del parlêtre, es la marca de una pérdida primaria, pero al
mismo tiempo, un condensador de goce. El rasgo unario es escritura
que “conmemora una irrupción de goce.”16

El sueño traumático, a menudo relatado como algo que se repite,


revela ser incapaz de anudar el real traumático a lo imaginario y a lo
simbólico, no da el paso de lo traumático al troumatique. Es el
esfuerzo por hacer nudo,17 por sustituir el agujero del trauma por un
síntoma.

Los sueños traumáticos no son guardianes del sueño. ¿Qué puede


despertar al “trabajador ideal”? Es la angustia que “interrumpe el

14 Ibid., p. 71.
15 Lacan, J., El Seminario, libro XVII, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires 2008, p. 48.
16 Ibid., p. 82.
17 Cf. Lacan, J., El Seminario, libro XXII, R.S.I. (1974-1975), inédito

26
PAPERS+Uno / Un sueño que hace excepción

sueño cuando éste va a desembocar en lo real de lo deseado.”18


Aquello que despierta es otra realidad, la de lo “real” pulsional1920 ,
que revela la impotencia de lo simbólico para escribir lo imposible. El
despertar del sueño es la huida del despertar de lo real, cuando uno
se aproxima a aquello de lo que no quiere saber nada.

En los años 70 para Lacan lo esencial del trabajo del sueño es que se
trata de un ciframiento que incluye una satisfacción del soñante.21 El
“trabajador ideal” tiene como amo al goce. El sueño busca
generalmente dar sentido al sinsentido de la relación sexual. El límite
de la interpretación de un sueño es precisamente el goce incluido en
el sueño.

Si todo relato de un sueño en análisis es una búsqueda de sentido a


través de la interpretación, que sin embargo “no es la vía de un
verdadero despertar del sujeto” 22, ¿no será el sueño traumático
propiamente el que nos dé un ejemplo de otro modo del acto analítico
que apunta a despertar a lo real? Que el despertar a lo real sea
imposible no impide que sea el final y la finalidad de un análisis.

Traducción: Gabriela Medín

Revisión: Silvia Grases

Revisión final: María Cristina Giraldo

.


18Lacan, J., «Reseña con interpolaciones del Seminario de La ética», Reseñas de enseñanza, Manantial,
Argentina, 1988, p. 22.
19 Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos
Aires 1991, p.68.
20 Lacan, J., El Seminario, Los no incautos yerran, noviembre de 1973, inédito
21Lacan, J., «Reseña con interpolaciones del Seminario de La ética», Reseñas de enseñanza, Manantial,
Argentina, 1988, p. 22.

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Goces blanqueados
El sueño del Hombre de los Lobos
Antoni VICENS - ELP

…la aptitud para conservar unas junto a las otras, y en condiciones


funcionales, investiduras libidinosas de las más diversas clases y
contradictorias entre sí.1

Releamos de manera heterodoxa el sueño del Hombre de los Lobos:


Súbitamente, los ojos se abren y la peste, que no cuenta sus cinco
cadáveres blancos, o seis, o siete, o millares, me mira. En el calvario,
los lobos, que son corderos, o perros, o zorros, muertos a manos de
su salvador, me despiertan. Un archipiélago de miradas devoradoras
se fija en mí. Estoy con los pies por delante, frente a la ventana. Algo
va a pasar. El nogal muerto y helado me hace gritar, o enmudecer —
es lo mismo en el lenguaje de los sueños—, porque, empezando por
el meñique, mi cuerpo empieza a hendirse como un árbol, en forma
de V, letra que conozco sólo como cifra en la esfera del reloj, pues no
la hay en mi alfabeto cirílico.

Existe quien está liberado de la búsqueda más o menos heroica de un


padre; para él, su fortuna es no hallarlo nunca del todo. Pero eso
suele comportar una guerra frente a frente con el deseo de la madre,
digamos mejor con su goce. Para Sergei Pankejeff eso repercutía en
su elección de pareja y en el cuerpo que entrega a ella y a los
médicos.

Fue una solución sintomática de largo alcance, aunque limitado: tener


como partenaire una mujer con la que construir un delirio de a dos
bastante estable, hasta el suicidio de ella y un poco más allá. Si todo

1Freud, S., “De la historia de una neurosis infantil”, en Obras completas, vol. 17, Buenos Aires,
Amorrortu, 1976, p. 108.
PAPERS+Uno / Goces blanqueados

eso dura es gracias al don que recibió de Freud, no simplemente el


que provenía de la colecta de dinero en el campo freudiano, sino la
presencia misma de un analista muy aplicado, autor luego de un
escrito que le dio una identidad freudiana (Wolfsmann), la
construcción de un cuerpo de letra para acoger la cifra fatal del V en
una lengua donde es la inicial del nombre de padre (Vater) y el
recurso de una escritura que suplió en buena parte el espejo que faltó
desde el origen. Y cuando a Freud, pronunciado con el mismo fonema
[f] inicial de “padre”, le operan de la boca, él responde con un delirio
hipocondríaco sobre su nariz, con un orificio que no se cierra en su
espejo, todo ello no sin un beneficio imaginario de pousse-à-la-
femme, el gesto clásico de la bella que se empolva la nariz.

Supongamos que el sueño de los lobos ordena las piezas dispersas de


un caso que ha escapado del análisis una y otra vez, y que ha
provocado lecturas múltiples, sin excluir las delirantes. Tomemos el
sueño del Hombre de los Lobos como el grafo de un caso sin historia.
Freud intentó una vez darle una cronología, para satisfacer al lector.
Pero eso no hace el mapa del archipiélago de las cinco islas flotantes.

Demos por consabidas aquí las formas de “lo pequeño separable del
cuerpo” (vom Körper abtrennbaren Kleinen), 2 el “concepto
inconsciente” de Freud que será luego el objeto a de Lacan:
inconsciente a fuerza de agujerear al Otro, libidinal a fuerza de
perversidad. En el caso del Hombre de los Lobos, la caca y la mirada
llevan a la convicción de una fobia singular, que no llega a
desprenderse de los intestinos.3

Atendamos pues a otras condensaciones de goce, no tan recortadas;


las suponemos en número de cinco, como los lobos dibujados. Lo
tomamos como un mero artificio para leer la extraordinaria escritura
de Freud, en la que no le hizo falta la advertencia que sí incluyó en su
redacción del caso Schreber: ¿quién está loco?

2 Ibid., p. 78.
3Cf. Miller, J.-A., El hombre de los lobos. Un seminario de investigación psicoanalítica, Barcelona, Gredos
2011, p. 181.

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PAPERS+Uno / Goces blanqueados

En el número que cuenta como Uno tenemos un cuerpo que no acaba


de descomponerse. El sastre, que no vale como cortardor (Schneider)
sino como cosedor, no consigue nunca envolverle bien el cuerpo, de
modo que el Hombre debe cultivar su amistad, protegerlo para que
no hable por los descosidos.4 Su cuerpo le es frontera, lo contiene tal
como lo hace el reloj de pie cuando esconde al menor de los cabritos,
ante la amenaza del goce materno. El cuerpo le es un velo que sólo
tras un enema penetrante y un producto saliente se abre para dejar
paso a la claridad del día. Paga tributo a aquello que el cuerpo
derrama, como la sangre de su nariz. Los clásicos hablan de
hipocondría delirante.5 Pero le llegan lecciones de fuera, de las
mujeres, que saben de fluidos.

Y con la mujer no hace Dos. El culo de las criadas manejando el agua


de fregar por el suelo le atrae. La mujer, para él, sangra por sus
intestinos (“intestinos” en el sentido de Pankéyev-Freud). También
sangra el ano, y el agujero de la nariz. Las hemorragias de la madre
se mezclan con la amenaza de sangre en las heces como síntoma
mortal de disentería.6 La mujer es un intestino que grita “Así no
puedo vivir más”. Esto no se explica por lo nuevo (la castración es
forcluida, dice Freud7) sino por lo antiguo. De ahí ese extraño síntoma
descifrado por Freud: la angustia ante la Darmtod, la muerte
intestinal. 8 Fluye, y el fluir le pone en éxtasis,9 hasta que el invierno y
la muerte congelan. El falo no fija la pintura; lo hace la angustia de
muerte. Y entonces aparece Teresa, mujer llena de secretos y
mentiras. La encuentra en un sanatorio donde ella se ocupa; se
enamora y la conquista. Mantienen una buena mala relación durante
años, en la que ella guía al buen empleado tanto en su vida
burocrática como en su hipocondría delirante, hasta su suicidio con

4 Cf. Ibid., p. 72.


5 Es el diagnóstico de Ruth Mack Brunswick, “Suplemento a la ‘Historia de una neurosis infantil’ de
Freud”, en Gardiner M., El Hombre de los Lobos por el Hombre de los Lobos, Buenos Aires, Nueva Visión,
1983, p. 211.
6 Freud, S., “De la historia de una neurosis infantil”, op. cit. p. 71.
7 Ibid., p. 73.
8 Ibid., p. 73.
9 Cf. Ruth Mack Brunswick, op. cit., p. 189.

30
PAPERS+Uno / Goces blanqueados

gas en pleno Anschluss.10 Lo que ella no decía casaba muy bien con
las pequeñas deshonestidades de él, el pequeño tramposo. 11 Le iba
bien, a él, este semblante de mujer alocada.

Y a la de Tres llega la muerte silenciosa. Por supuesto, enmarcada en


el sueño está la instancia de la muerte en el estadio del espejo.
Jacques-Alain Miller hila más fino: es la muerte como velo de la
vida.12 Todo empieza con la muerte de las ovejas que, a millares, se
salvaron así de la peste. El cuerpo está muerto por anticipación; sólo
se salva de la enfermedad actualizando en un sinthome esa muerte.
Es el síntoma de la hipocondría: hay que hallar la dolencia para poder
conversar con un médico que certificará que está vivo. El médico es
un sastre que evita el desgarramiento total del velo que separa a
Serguéi Konstantínovitch del mundo. Se habla de la enfermedad
porque para la muerte no hay palabras. La muerte está en blanco:
Freud lo intuye pero no nos dice qué hacer con ello. 13 Tomemos
entonces la muerte como un nombre de la diosa blanca, “la Diferente,
la Otra por siempre en su goce”. 14

La normalidad de Serguéi se cuenta entre Cuatro esquinas hacia un


infinito bien distinto del Tercer hombre en Viena, y sin necesidad de
alcantarillas para huir de la muerte. 15 En un vértice ponemos un
trabajo burocrático sin más historia, donde puede ser empleado
modelo. En otro, un matrimonio con una vida social normal. En otro
extremo aún, la lengua alemana, portadora de novedades en el decir
y el escribir, el mentir y el contar. El rincón cuarto es el del
psicoanálisis, experiencia de curación, donde lo invivible no se

10Ibid., p. 196: “Mi paciente, por otra parte, se encontraba bajo el control absoluto de su mujer; ella le
compraba la ropa, criticaba a sus médicos, ordenaba sus finanzas.”
11 Cf. Ibid., p. 196, sobre las joyas que ocultó mientras se hacía el miserable ante el campo freudiano.
Cf. también el juicio proferido por el Hombre de los Lobos, Ibid., p. 211: “Las mujeres son siempre así:
descreídas, desconfiadas y temerosas de perder algo.”
12 Cf. Miller, J.-A, op. cit., p. 61, sobre la instancia de la muerte en el estadio del espejo; y p. 63, sobre
la muerte como velo de la vida.
13Cf. la curiosa anotación de Freud en “De la historia…”, op. cit., p. 42, nota 17: “Luego entenderemos
también la ropa blanca como alusión a la muerte.” Y Strachey añade: “De hecho, en lo que sigue no
parece haber una referencia clara a este punto. Acaso haya una relación con el episodio de la mortaja.”
14Lacan, J., “Prefacio a El despertar de la primavera”, en Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p.
589.
15 Cf. el film de Carol Reid, El tercer hombre, 1949.

31
PAPERS+Uno / Goces blanqueados

precipita hacia la completud de un Otro agotador. Aunque, en


realidad, como dice Ruth Mack Brunswick, para ese hombre, “el
psicoanálisis era Freud”, es decir, una experiencia singular
confeccionada a su medida.16 El Cinco es para el sujeto primero cifra;
luego, tras su periplo por el extranjero, letra. El trabajo con Freud le
permite doblarla: Wien, Wolf, Wespe… hasta encontrar sus iniciales
S.P. Para que la marca en la corteza del nogal sea letra de amor,
alucina su cuerpo escrito. En el campo, la mariposa le muestra cómo
el guarismo V es signo de goce en movimiento; con un poco de
fantasía, el macaón deviene aguijón. Está la sangre que fluye, y está
el tajo seco en el árbol y en su mano; como el tajo que hiende el velo
que, como un sudario, recubre el mundo.17 En Lituraterre Lacan
resume el caso-sueño-escena de Wolfsmann con el aletear de la cifra
romana V, de la hora cinco. “Pero de esa cifra sólo gozamos cuando
se da el caso de que llueve el habla de interpretación.” 18

16 Mack Brunswick, R., op. cit., p. 221.


17 Cf. Freud S., “De la historia…”, op. cit., p. 91.
18 Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, p. 26. Traducción modificada.

32
Un bello sueño: “Non vixit”
Ronald PORTILLO - NEL

En el capítulo VI de la Traumdeutung, apartado F, titulado “Ejemplos.


Cuentas y dichos en el sueño”, Freud nos presenta el sueño identificado
con el nombre de “Non vixit” y al que Freud considera “un bello sueño.”

“He ido de noche al laboratorio de Brücke y abro la puerta después


que golpearon suavemente, al (difunto) profesor Fleischl, quien entra
con varios amigos y luego de algunas palabras se sienta a su mesa.”

Sigue otro sueño:

“Mi amigo Fl. (Fliess) ha llegado a Viena en Julio, de incógnito; lo


encuentro por la calle en coloquio con mi (difunto) amigo P., y yo voy
con ellos a alguna parte, donde se sientan a una pequeña mesa
frente a frente, y yo en la cabecera, sobre el lado más angosto de la
mesita. Fl. cuenta acerca de su hermana y dice: “En tres cuartos de
hora quedó muerta”, y después algo como “Ese es el umbral”. Como
P. no le entiende, Fl. se vuelve a mí y me pregunta cuánto de sus
cosas he comunicado entonces a P. Y tras eso yo, presa de extraños
afectos, quiero comunicar a Fl. que P. (nada puede saber porque él)
no está con vida. Pero digo, notando yo mismo el error: “Non vixit”.
Miro entonces a P. con intensidad, y bajo mi mirada él se torna
pálido, difuso, sus ojos se ponen de un azul enfermizo… y por último
se disuelve. Ello me da enorme alegría, ahora comprendo que Ernst
Fleisch era solo un aparecido, un resucitado, y hallo enteramente
posible que una persona así no subsista sino por el tiempo que uno
quiere, y que pueda ser eliminada por el deseo del otro.”1

El nombre con el que Freud designa este sueño da cuenta de una


substitución presente al interior del sueño, una expresión latina en

1Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires,1979, T. V, p.
422.
PAPERS+Uno / Un bello sueño: “Non vixit”

lugar de otra: “Non vixit” en lugar de “Non vivit”, “no ha vivido” en


lugar de “no está con vida”. Un lapsus en donde una expresión
relativa a la vida viene a ocupar el lugar reprimido de la
representación de la muerte. Al soñante Freud no se le escapa el
lapsus cometido y el reemplazo realizado. Una formación del
inconsciente al interior de otra.

La presencia de la muerte se expone de forma explícita tanto en el


contenido manifiesto del sueño como en las extensas asociaciones
aportadas por Freud. El inicio del sueño parece indicar de lo que se
trata: abrirle la puerta a la muerte y sentarse a la mesa con ella.

En el relato del sueño destacan un cortejo de desaparecidos


(“difuntos”, irá agregando Freud entre paréntesis), los fallecidos
compañeros de investigación en el laboratorio de Brücke, el
comentario sobre la repentina muerte de una mujer (la hermana de
Fliess) y la referencia a la resurrección, el regreso desde la muerte: el
resucitado, el aparecido. Sorprende como este sueño presenta
además la disolución, la eliminación del otro, ya sea por efecto de la
pulsión escópica o como simple consecuencia del deseo.

En las asociaciones hechas por Freud para interpretar su sueño por


supuesto la muerte aparece en papel protagónico. El temor por la
vida de su querido amigo Fliess a consecuencia de una intervención
quirúrgica y que él pudiera acudir a su lado demasiado tarde.2 La
metonimia se desliza aquí del temor a la muerte del amigo, al temor
a su propia muerte, pues en esa época él señala que estaba aquejado
d e u n a d o l o r o s a en fermed ad 3 , el cáncer d e mand í b ul a
probablemente. Este aspecto se puede leer en el apartado G de este
mismo capítulo, cuando Freud escribe de manera categórica: “Cuando
en un sueño no se advierte que el muerto está muerto, es que el
soñante se iguala al muerto, sueña con su propia muerte.”4

Es la propia muerte de Freud la que subyace en la elaboración del


sueño. Viene a agregarse en el relato asociativo el hecho histórico de

2 Ibíd., p. 477.
3 Ibíd.
4 Ibíd., p. 431.

34
PAPERS+Uno / Un bello sueño: “Non vixit”

la muerte, por asesinato, de Julio César, recreado por Shakespeare.


“Porque fue ambicioso lo maté” afirma Bruto5. Porque el amigo P. no
supo esperar a que le dejasen el lugar anhelado el soñante Freud lo
castiga con la disolución. Sin embargo, Freud también deseó de
forma “ardiente” ocupar el lugar de asistente de Fleisch en el
laboratorio de Brücke. Por tanto, la disolución de su amigo P. equivale
también a su propia disolución, a la propia muerte de Freud.

La muerte aquí es la invitada principal, ejerciendo la función de causa


en este sueño freudiano. Las asociaciones freudianas relativas a este
sueño lo conducen inclusive hasta el nombre de sus hijos, escogidos
en recuerdo de sus seres queridos fallecidos, llegando a afirmar que
por esa razón ellos son unos “resucitados” también. Los nombres de
los hijos vienen a substituir a los nombres de los familiares
desaparecidos, la vida en el lugar de la muerte. Se aprecia aquí la
misma estructura presente en el nombre asignado al sueño: “Non
Vixit” ocupando el lugar de “Non Vivit”. Una tesis totalmente contraria
será la que planteará Freud dos décadas más tarde en “Más allá del
principio del placer”: la muerte en lugar de la vida. Es lo que
constituye la esencia de toda pulsión, que como recordaba Lacan en
el Seminario XI, es siempre pulsión de muerte.

En 1920 Freud define la pulsión así: “Una pulsión sería entonces un


esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado
anterior […], la exteriorización de la inercia en la vida orgánica.”6 Más
adelante dirá: “la meta de toda vida es la muerte.” 7

La catarata de sentido desplegada por Freud a partir del sueño “Non


Vixit” es totalmente solidaria del deseo inconsciente de la vida
imponiéndose sobre la muerte. A pesar de que extrañamente Freud
no lo comenta de manera precisa, este triunfo si parece constituir el
eje principal de la realización de deseo en este sueño:

5 Ibíd., p. 481.
6 Freud, S., “Más allá del principio del placer’, Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires,1979, T. XVIII,
p. 36.
7 Ibíd., p. 38.

35
PAPERS+Uno / Un bello sueño: “Non vixit”

“… me alegra sobrevivir de nuevo a alguien, que yo no esté muerto


sino él, que yo quedo dueño del terreno como entonces, en la escena
infantil fantaseada.”8

Salvo el sueño de angustia, todo sueño está al servicio de la


homeostasis ejercida por el principio de placer. El despertar vendría a
constituir una suerte de alteración de la homeostasis de placer,
representada por el sueño como tal. Por ello el sueño es considerado
por Freud como equivalente a la realización del deseo, vale decir
como expresión de vida.

Cuando sucede en un sueño algo que amenaza con pasar a la


dimensión de lo Real- plantea Lacan en el Seminario XX 9- el sujeto
despierta inmediatamente. En esa ocasión la amenaza de
presentificación de lo real viene a interrumpir el sueño, quebrantando
la homeostasis onírica. Lo real de la pulsión, el goce, impediría así la
realización de deseo procurada por el sueño; lo real de la pulsión de
muerte interfiriendo con la homeostasis.

El despertar de un sueño, cuando lo real se asoma, viene a violentar


el equilibrio aportado por el sueño, y por ello atenta contra la vida.
De aquí que Lacan pueda decir que el “despertar absoluto es la
muerte.”10

La presencia masiva de la muerte en este sueño no despertó a Freud.

Sin embargo, se pueden observar algunas consideraciones: que la


muerte esté presente de diversas maneras en el sueño, que
igualmente colme las asociaciones relativas a este sueño, es señal de
una marcada incidencia de la repetición, la “wiederholen” freudiana.

“Lo real es lo que yace siempre tras el automatón, lo que es tan


evidente en toda la investigación freudiana.”11 En este sueño de
Freud se hace presente de manera palpable el automatón de la

8 Freud, S., “La interpretación de los sueños”, op. cit., p. 481.


9 Lacan, J. El Seminario, Libro XX, Aun, (1972-1973), Paidós, Buenos Aires, 1981, p 70-71.
10 Lacan, J., "Improvisación. Deseo de muerte, sueño y despertar”, L'Âne Nº 3, 1981.
11Lacan, J., El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Paidós,
Buenos Aires, 1987, p. 62.

36
PAPERS+Uno / Un bello sueño: “Non vixit”

muerte. La repetición viene a mostrar algo del orden de lo


inasimilable, razón por la que se repite. De aquí el carácter
traumático que presenta lo real, situándose más allá del principio del
placer, más allá de la función homeostática del cumplimiento de
deseo. Mas allá del deseo de que el otro muera en este sueño
subyace la dimensión de lo real de la pulsión de muerte.

Los diversos objetos perdidos, representados por los desaparecidos


del sueño y que jugaron un papel importante en la vida afectiva de
Freud, llevan la marca de una tachadura, una “tachadura mortífera.”12
Al respecto, Jacques-Alain Miller cita a Lacan en su curso Donc: “…
reencontrar la muerte significa que toda pulsión, en la medida en que
está articulada a estos objetos de separación, es virtualmente pulsión
de muerte.”13

12 Miller, J-A., Donc (1993-1994), Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 146.


13 Ibíd.

37
La inyección hecha a Irma,
Un sueño de pase de Freud
Bernard SEYNHAEVE - NLS

Es un sueño de Freud que analiza en su obra inaugural La


interpretación de los sueños. Freud, él mismo, lo considera como el
sueño de los sueños. Lacan también lo señala. Y Freud, solo en su
Traumdeutung, lo evoca 18 veces. Este sueño es analizado por Lacan
en el Seminario II, El Yo en la Teoría de Freud.

Este es el sueño en el que Freud toma apoyo para explicar el


concepto de inconsciente y a partir del que dice que el sueño no es el
inconsciente, sino una manifestación del inconsciente. Mi tesis es que
este sueño es un sueño de pase.

No retomo aquí el análisis de Freud, no es necesario para mi


desarrollo. Sólo quiero señalar que el análisis que Freud hace de este
sueño le lleva a establecer una conexión con su esposa que estaba
embarazada en el momento del sueño y con su hija que había sufrido
difteria. La difteria, a principios del siglo XX, era una enfermedad
letal, ya que aún no se habían descubierto ni el suero ni la vacuna
(Gaston Ramon, 1923).

Veamos cómo Lacan analiza este sueño

Lacan primero señala que hay dos tiempos en este sueño, dos
tiempos que van en crescendo y que conducen a dos cumbres.

Tiempo 1

Las asociaciones de Freud ponen en escena a 3 mujeres, incluyendo


la de Freud. También hay una paciente que no es paciente de Freud,
una paciente que Freud encuentra bonita, inteligente, ideal y que le
gustaría tener como paciente. En resumen, detrás de Irma, está su
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

esposa y la atractiva joven. Tres mujeres, entonces. Lacan destaca la


cifra 3.

Freud finalmente consigue que Irma abra la boca y lo que ve en el


fondo es un espectáculo horrible. Freud hace entonces el enlace entre
la garganta, los cornetes nasales y el órgano sexual femenino. Es la
cabeza de medusa que encuentra en su sueño. Lacan se pregunta
entonces: ¿por qué, ya que Lacan lo destaca en el Seminario XI,
cuando el soñador se acerca a lo real, no se despierta? ¿Por qué este
sueño no es una pesadilla? ¿Por qué el soñador no se despierta antes
del horror? ¿Por qué Freud persigue su sueño? Porque, dice Lacan,
Freud “tiene agallas”.1 Este sueño le llevará más allá del principio de
placer, hacia lo real.

Pero volvamos al sueño. Cuando se abre la boca, hay un


descubrimiento horrible, el de la carne que nunca se ve, el fondo de
las cosas, la carne sufriente, informe, en definitiva, lo real que causa
la angustia. Razón por la cual el soñador debería haber despertado.
Pero no se despierta, porque Freud es un sujeto decidido. Un sujeto
QUE QUIERE VER, QUE QUIERE SABER. Y Lacan hace esta reflexión:
detrás de esta visión del horror se revela una identificación; ¡Mira!
ERES ESTO, dice Lacan, ERES OBJETO DE DESECHO. El soñador está
muy cerca de lo real. Esta es la cumbre del primer tiempo del sueño.

La primera parte del sueño lleva a la aparición de la imagen


aterradora, angustiosa, de esta cabeza de medusa, a la revelación de
algo indecible, “el abismo del órgano femenino del que surge la vida”,
pero también de esa boca que puede engulliros, y también la imagen
de la muerte cuando Freud hace la conexión con la difteria de su hija
y las membranas necróticas de la difteria. Hay entonces un
surgimiento de lo real, nos dice Lacan, sin mediación alguna, del
último real (¡aquí I y R están confundidos!). Pero el soñador no se
despierta, el sueño continúa más allá del horror, hacia lo real. El
soñador pasa esta línea roja. Más allá de esa línea, no se pasa, la
pesadilla nos despierta. Freud no se despierta. Y ahí, subraya Lacan,

1Lacan, J., El Seminario, libro II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica (1954-1955), Paidós, Buenos
Aires, 1983, p. 236.

39
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

el yo de Freud vuela en pedazos. A partir de esta primera cumbre del


sueño, ya no hay el yo, ya no hay Freud. En ese momento del sueño,
el yo se descompone, se rompe, se fragmenta en elementos
desarticulados. Lacan habla de la descomposición espectral del yo.
Lacan destaca dos puntos en la cumbre del tiempo uno del sueño:
primero, el sujeto no retrocede ante lo real; segundo, el sujeto quiere
saber.

En este sentido, Lacan recuerda cómo Freud define el yo. El yo es la


suma de las identificaciones del sujeto, con todo lo que esto puede
conllevar de radicalmente contingente. "Si me permiten ponerlo en
imágenes, el yo es algo así como la superposición de los diferentes
mantos de lo que llamaré el revoltijo de su guardarropía”. 2

Tiempo 2

¿Qué es este revoltijo de la tienda de accesorios de Freud? ¿Cuáles


son los diferentes abrigos con los que Freud intenta revestir su yo?
Son tres personajes eminentes cercanos a Freud:

En el momento en que el soñador alcanza la cumbre del horror, en


ese momento, el soñador llama a sus compañeros para que le
ayuden. El soñador trata de reconstruirse un yo, dice Lacan, con la
serie de las identificaciones. A este respecto, Freud utiliza una
metáfora formidable: evoca el relato de la persona que ha tomado
prestado el caldero y que lo ha devuelto con un agujero y que,
primero, responde que lo ha restituido intacto; segundo, que el
caldero ya estaba perforado cuando lo tomó prestado; y que tercero,
no lo tomó prestado. Cada una de estas explicaciones tomadas por
separado serían perfectamente válidas, pero el conjunto no puede
satisfacernos de ninguna manera. Todos estos personajes son
personajes de las identificaciones con las que se forma el yo.

El Dr. M. corresponde al hermanastro de Freud, Emmanuel. Otto


corresponde a este personaje que desempeñó un papel constante en
la vida de Freud, a la vez familiar y enemigo. Y Leopold juega el
papel del personaje útil. Lacan señala que se trata de una

2 Ibíd.

40
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

descomposición imaginaria en la que el hombre puede verse a sí


mismo desde diferentes ángulos de visión. Y esta descomposición
espectral del yo se alcanza cuando el soñador alcanza este punto de
real de la cumbre del tiempo Uno del sueño que provoca la angustia.

Y Lacan señala que aquí de nuevo encontramos un trío, como


anteriormente. Tres personajes eminentes. Lacan subraya una vez
más la cifra 3.

Y al final del sueño, algo se anuda. Freud evoca este punto donde las
asociaciones de ideas encuentran su lugar en lo desconocido, lo que
él llama el ombligo del sueño. Lacan dice que el último término del
sueño es la muerte. La muerte bajo diferentes especies atraviesa
todo el sueño. La enfermedad de su hija, la suya, la de Irma....

En la segunda parte del sueño, también hay una cumbre. Esta


cumbre es una inscripción. Otto es el culpable, piensa el soñador. Le
puso una inyección. La jeringuilla no estaba bien desinfectada. Irma
se infectó. Se busca la fórmula del producto inyectado y es la cifra
tres la que emerge, una cifra es un significante fuera de sentido.
Finalmente, surge la fórmula para la trimetilamina, de la cual no
sabemos de dónde viene. Ahí, dice Freud, yace un punto de
imposible, de lo intransitable del sueño. No podemos ir más lejos.
Aquí está esta fórmula:

El sueño, que culminó por primera vez en la imagen del horror, topa
por segunda vez al final con una fórmula escrita, la trimetilamina,
que Lacan compara con esta fórmula Mané, Thecel, Phares, inscrita

41
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

sobre la pared.3 Una enigmática frase que predice al rey Baltasar su


muerte y el reparto de su reino.

Freud pasó por un momento de gran angustia en el que su yo se


desintegró. Su yo se desvaneció. Entonces hace un llamamiento,
como él mismo lo escribe, al congreso de todos los que tienen el
saber, de todos los que saben. Y finalmente, una inscripción que
emerge de la nada, como en el festín de Baltasar, una inscripción en
la que se puede leer el alfa y el omega del sueño.

Les dije que en mi opinión este sueño era un sueño de pase.

¿Por qué? Primero, porque Freud quiere saber, el soñador llega hasta
el horror de aquello con lo que se identifica, de lo que es él mismo,
jirones de carne. "Tú eres eso", dice Lacan. Pero el soñador no se
despierta. El soñador ya puede pedir auxilio a los mantos del yo para
revestir lo real, pero no funciona. En segundo lugar, una vez cruzado
este más allá, ahí donde se sitúa el horror, aparece esta inscripción.
La letra donde, como lo señala Freud, el sentido se pierde en lo
desconocido.

“Al igual que el oráculo”, dice Lacan, “la fórmula no da ninguna


respuesta a nada. Pero la manera misma en que se enuncia, su
carácter enigmático, hermético, sí es la respuesta a la pregunta sobre
el sentido del sueño. Se la puede calcar sobre la fórmula islámica - no
hay otro Dios que Dios.”4 Fórmula que podría traducirse hoy como “no
hay garantía, no hay Otro del Otro”.

3 El festín de Baltasar es una pintura de Rembrandt inspirada en el relato bíblico del Libro de Daniel.
Vemos al rey Baltasar descifrando una misteriosa inscripción en una pared. Pintura barroca expuesta en
la National Gallery de Londres. Según el Libro de Daniel, Baltasar, el último rey de Babilonia, cercado por
Cyrus en su capital, tiene una orgía con sus cortesanos; por una fanfarronería de impiedad, hace que se
sirvan en las mesas los vasos sagrados que Nabucodonosor había cogido del templo en Jerusalén. Esta
profanación apenas cometida, el monarca ve con horror una mano que traza en la pared, en trazos de
llama, estas misteriosas palabras: "Mene, Thecel, Phares" ("Mené, Teqel y Parsîn" en hebreo que
significan "contado, pesado, dividido") que el profeta Daniel, consultado, interpretó como sigue: “Tus
días están contados; has sido hallado demasiado ligero en la balanza; tu reino será repartido”. La misma
noche, en efecto, la ciudad fue tomada. Baltasar fue asesinado y Babilonia repartida entre persas y
medos.

4Lacan, J., El Seminario, libro II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica (1954-1955), Op. Cit., p.
240.

42
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

Lacan nos da otra precisión muy importante. Dice que la cifra tres
que se puede encontrar en el sueño, pues ahí es donde se sitúa el
inconsciente. Hago aquí un vínculo con su último texto, su Prefacio a
la edición inglesa del Seminario XI, donde escribe que “Cuando el
espacio de un lapsus, ya no tiene ningún alcance de sentido (o
interpretación), tan sólo entonces puede uno estar seguro de que
está en el inconsciente”.5

Pero aquí, en el Seminario II, que se sitúa al principio de su


enseñanza, Lacan dice que algo encuentra la resistencia del eje
imaginario y que en este sueño pasa a través de él. Y es porque
Freud está atrapado por la pasión de saber que cruza el eje
imaginario, Freud atraviesa su fantasma, eso es lo que yo propongo.
Se produce una travesía, son las palabras de Lacan.

Este sueño, comenta Lacan, se realiza "en una etapa en el desarrollo


del ego de Freud, ego que tiene derecho a un respeto particular,
porque es el de un gran creador”.6 Freud presiente que es decisivo
puesto que le escribe a Fliess en 1900 “que algún día quizá coloquen
en su puerta de la casa de campo de Bellevue donde transcurre su
sueño: Aquí, el 24 de julio de 1895, por vez primera, el enigma del
sueño fue desentrañado por Sigmund Freud”.7

Lo que este sueño revela es que Fliess comienza a ser privado de su


posición como sujeto supuesto saber, y este sueño se produce el
mismo día en que Freud comienza a escribir su Proyecto de una
psicología científica (el 23 de julio de 1895 según una carta de Freud
a Fliess), es decir cuando realmente comienza a tomar su autonomía
teórica mediante un intento de formalizar el aparato psíquico. El Otro
ya no es perfecto y puede equivocarse. Si hay culpabilidad en el
sueño de Irma, es por vulnerar el saber que le supone a Fliess o por
haber creído en él hasta el punto de poner su discurso por delante del

5Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI”, Intervenciones y Textos II, Manantial,
Buenos Aires, 1988.
6Lacan, J., El Seminario, libro II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica (1954-1955), Op. Cit., p.
226.
7 Ibíd, p. 229.

43
PAPERS+Uno / La inyección hecha a Irma

suyo propio.8 Este sueño marca así el comienzo de la emancipación


de Freud hacia Fliess, y por lo tanto el advenimiento de Freud como
psicoanalista.

En el sueño de la inyección hecha a Irma, es en el momento en el


que el mundo del soñador se sumerge en el caos más total, en el
momento en que pierde la cabeza, cuando, más allá de este límite, se
escribe una letra sin sentido. Este significante es del orden del borde
de lo real, es decir de la letra. Precisemos aquí que Miller señala que
la letra no es lo real, sino la antecámara de lo real, el último bastión
antes de lo real.

Traducción: Alba Cifuentes Suarez

Revisión: Silvia Belmudes.

Revisión final: María Cristina Giraldo.

8 Ibíd.

44
Un despertar poético a la risa
Alejandro REINOSO

¿por qué el psicoanálisis tiende a devenir prosaico?, y ¿qué hay que


hacer para reavivar en él, si me permiten, el fuego de la lengua
poética?1

En la medianía de mi análisis, un punto de inflexión crucial tendría


lugar. La seriedad, significante amo de identificación del sujeto,
iniciaría a tambalear con dos acontecimientos: la alegría inédita que
reportó la paternidad y el reencuentro con el gusto culinario. La
seriedad, también presente en el trabajo analítico, se encontraba a
menudo con una sonrisa del analista que me inquietaba. Una sonrisa
sin sentido. “Pero ¿de qué sonríe?” me preguntaba. No entendía, no
había nada para la risa en el goce que me aquejaba.

Es en ese momento que produzco un sueño, soñado y relatado en


italiano: “estaba en un restaurante chino, saboreaba un arroz que
estaba muy sabroso y lo comía con mucho gusto. Era un arroz a la
cantonés (Il riso alla cantonese)”. El analista, incluso antes de que
concluyese el relato del sueño, recortó el equívoco homofónico Il riso
al Lacan-tonese, la risa a la Lacan. Efecto inmediato: reí a
carcajadas, vibrando con todo el cuerpo; el analista también rio. ¿Qué
era esta risa-a-la-Lacan?

¿Qué enseñanzas extraigo hoy como AE del uso singular de este


sueño? La-risa-a-la-Lacan, es una escritura poética de una
interpretación que tocó las tripas, un equívoco sorpresivo sin sentido.
En tanto poética muestra que la interpretación lacaniana hace la
contra a la prosa que nos retorna al dormir. El analista maniobra
directamente con la lalengua del parlêtre haciendo emerger un

1 Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires 2016, p. 25.


PAPERS+Uno / La

significante nuevo que se inscribe en el cuerpo y así bordea en un


modo diverso su consistencia. Un despertar a la ligereza en el cuerpo,
inicio de una transformación de la existencia seria y taciturna que
abrió una puerta inédita a lo cómico. La risa, otrora temida, envidiada
y odiada fue tocada y devino imprevistamente real de la vida.

¿Cómo la interpretación hizo emerger esta frase de otra frase? Un


sueño “se lee en lo que se dice de él, y se podrá avanzar si se toman
sus equívocos en el sentido más anagramático de la palabra” 2. La
lectura con un uso anagramático de los equívocos implica ubicar un
real cambiando el orden de las letras de una palabra o frase dando
lugar a otra palabra o frase. Es un giro o cambio (anna) en la
escritura (gramma) y no un puro juego significante. Este uso
considera al sueño como une bévue, un-tropiezo que el analista viene
a equivocar localizando un Uno con un efecto witz espiritoso y sin
sentido; “usar la escritura para equivocar, eso puede servir porque
tenemos necesidad del equívoco precisamente para el psicoanálisis”3.

La realización de un despertar puede emerger a partir de un sueño


encendido con el fuego de la lalengua poética produciendo signos de
amor hacia el supuesto leer de otro modo y “la interpretación como
leer de otro modo necesita del apoyo de la escritura”4.

2 Lacan, J., El Seminario XX Aún, Paidós, B. Aires 1995, p. 116.


3 Lacan, J., El Seminario XXV. El momento de concluir, Lección 15 de noviembre de 1977 (inédito).
4 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires 2013, p. 191.

46
La interpretación en dos movimientos
Marcelo MAROTTA

Me preguntan cómo trabajo con los sueños en mi práctica. Lo primero


que se me ocurre es que el trabajo lo hacen ellos, mis analizantes, es
lo que Freud llamó el “trabajo del sueño”. Más allá de eso sé que
como interpretante ocupo el lugar del lector, no para leer los sueños,
sino para leer lo que ellos dicen por haber soñado.

Considero que esa lectura adquiere un matiz distinto según el


momento de la experiencia. No es la misma en el movimiento inicial
que cuando ya se recorrió un buen tramo del camino.

Durante las entrevistas, luego de comentar rencillas familiares, un


paciente relata el siguiente sueño: “Paseaba por una ciudad y de
pronto el piso comienza a moverse, corro a los sótanos donde se
encuentran quienes manejan las máquinas que producen esos
movimientos. Trato de disuadirlos pero se burlan de mí. Mi casa corre
peligro de derrumbarse. Logro arrebatarles la llave que ponía en
marcha el mecanismo y huyo, pero no sé cómo usarla”.

Señalo que todo se inicia con una “movida de piso”, eso lo condujo a
preguntarse por lo que denominó su posición de “mal parado”,
especialmente ante los conflictos que generaba su mujer en el vínculo
con su hermano. Como consideré que era una buena oportunidad
para afianzar las condiciones de la experiencia, me comprometí
activamente en el “trabajo” de los distintos temas surgidos del relato
del sueño: La posición de “mal parado” no le impedía correr a los
sótanos, pero… ¿quiénes eran esos hombres? Vacila hasta referir que
una vez, intentando mejorar la relación entre su esposa y el
hermano, contrata a éste, que es arquitecto, para que dirija algunas
reformas que querían hacer en su casa, finalmente eso generó aún
más conflictos.
PAPERS+Uno / La interpretación en dos movimientos

Interpreto que esos hombres, que incluso ponían en riesgo su casa,


podían representarlo a él mismo produciendo esas movidas que lo
dejaban “mal parado” … en efecto ahora quedaba por ver qué hacer
con la llave. Fue así como, con el significante “mal parado”, logró
articularse al Otro encarnado por el analista haciendo surgir un
sentido desconocido por él. Era un modo “delirante” de inventar el
inconsciente transferencial.

Ya avanzado el análisis, trae un recuerdo infantil: su madre


acostumbraba a servirles el mejor plato a los hijos. Una noche él fue
premiado con el plato más abundante. El padre, ofendido, se levantó
de la mesa y protestando se encerró en su habitación. Todos opinaron
que esa reacción había sido desmedida.

Poco después relata el siguiente sueño: “Estaba jugando al ajedrez,


no…no era al ajedrez, no puedo saber bien cuál era el juego, pero
estaba claro que quería ganar”.

Mi interpretación tomó un sesgo diferente a las del inicio,


simplemente dije: “no…no era”, rápidamente se refirió al ajedrez, yo
repetí: “no…no era” y me mantuve en silencio.

En las sesiones siguientes se refirió a “la incómoda satisfacción” que


reconocía haber sentido por el triunfo sobre su padre, tema al que le
sumó sus preocupaciones por cómo cumplir con su función paterna.

48

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