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FIESTA PATRONAL

La fiesta del Carnaval constituye la máxima expresión de la cultura Bolivarense


en la que se conjuga con dos manifestaciones diferentes, la una de origen
religiosa católica, que representa los días anteriores al inicio de la cuaresma que
en Europa era asumida como los tres días de hacer todo lo que no se podía
hacer en los cuarenta días de la cuaresma, antes de semana santa, y la otra
prehispánica, relacionada con el culto a la fertilidad de la tierra, de ahí, el uso de
los productos de la tierra y el agua indispensables para la vida es el CARNAVAL,
y que a su vez resume la fusión de lo aborigen y lo español, evento que se
constituye en la manifestación cultural de mayor importancia, celebrada en toda
la provincia de norte a sur y de este a oeste; y, es el evento más vivido y sentido
que cualquier otro.

El carnaval para los BOLIVARENSES, es el mito del “eterno retorno”, es cumplir


con el ciclo vital, que año a año se lo vuelve a vivir. Al llegar al final de la fiesta,
no se asume como el morir de esta, sino que es el inicio del próximo carnaval y
el inicio de una nueva vida, que no rompe con la anterior, sino que la usa como
referente.

En la actualidad el Carnaval de Guaranda sigue siendo la fiesta más


representativa por los valores que guarda, y es la fiesta en la que la provincia
recibe la mayor afluencia de turistas nacionales y extranjeros, por ello el 31 de
octubre del año 2002, mediante acuerdo del Ministerio de Educación y Cultura,
el Carnaval de Guaranda fue nombrado Patrimonio Cultural Intangible de la
Nación.

Sobre el origen del Carnaval de Bolívar y en especial el de Guaranda, se han


dado diversas hipótesis interpretativas, que han encontrado sus raíces
profundas. Muchos autores han visto en esta manifestación una tradición
netamente cristiana que tenía su origen en la cuaresma. Estas manifestaciones
culturales andinas sitúan a esta fiesta dentro del sincretismo religioso, que es
una interpretación burda, es la utilización de elementos de una ceremonia o
manifestación cultural con una carga simbólica diferente a la original. En el caso
del carnaval es utilizar la cuaresma como medio para representar ceremonias
prehispánicas.
En un fragmento de una leyenda que habla de los Chimbus, se dice que es una
etnia que ocupaba la mayor parte de la provincia Bolívar, Amado Terán dice:
“Según la leyenda el Cacique Shaman, que lo llamaban también Guamán, que
quiere decir lobo del campo, gobernaba estas tribus y se hacían pasar como
descendiente de los dioses que tenían que imitar la blancura de la nieve y
confundirse con las nubes para atraer la lluvia y fertilizar los campos, para lo cual
era necesario bañarse en polvo blanco de la tierra, que lo extraían de ciertos
parajes, debiendo alimentarse de huevos de aves silvestres”.

De aquí se puede encontrar una manifestación muy presente en los carnavales,


que es justamente blanquearse el cuerpo con talco o harinas y también mojar a
las personas. Parece que este ritual de atraer las lluvias es una de las razones
que por lo menos justifica la vertiente indígena de la fiesta, quedando claro el
tipo ceremonial y sobre todo un culto a la fertilidad de la tierra. La fiesta de
Carnaval, coincide con la época en que esperan las lluvias, las que marcan el
inicio de una actividad cultural, marcada por el control de los sembríos,
especialmente del maíz que necesita de muchos cuidados.
MITOS Y LEYENDAS DE BOLIVAR
Cuentan que, durante una noche oscura, José, un jugador de cartas tramposo,
estaba retornando a su casa con los bolsillos llenos de dinero. La gente del
pueblo donde hacía sus trucos sucios, harta de su presencia, decidió entregarle
una botella llena de luciérnagas que lo iluminara por los senderos, para apurar
su partida. Sin agradecer a nadie, José inició su caminata entre la niebla de los
páramos de Quisapincha, cuidándose de no caer en la quebrada de Las Lajas.

De repente, desde la oscuridad insondable de la quebrada, el llanto de un bebé


llegó a sus oídos. Aunque a este vividor no le interesaba ayudar a nadie, los
lloriqueos desesperados le conmovieron tanto que descendió hasta ubicar la
fuente del sonido. Mientras bajaba, soltó la botella de luciérnagas, que se rompió
y lo dejó sin ninguna luz de guía. Encontró al infante, lo arropó en su poncho y,
casi en el acto, este dejó de llorar. En el ascenso, José notó, extrañado, que la
parte de su pecho, donde el niño estaba apoyado, empezó a calentarse, como
una plancha de carbones encendidos. Intentó dejar al bebé en el suelo, pero
sintió que una garra se le clavaba en el tórax. Horrorizado, escuchó que la
criatura, con una voz gangosa y retumbante, le decía: “Ya te tengo”.

Regresó a ver su rostro y distinguió únicamente el brillo de unos colmillos


afilados. “Ya te tengo y te voy a matar”- gritó el engendro. José,
sorprendentemente, preguntó: “¿Por qué?”. El monstruo le respondió: “Porque
eres una peste, eres egoísta”. Muerto de miedo, José se desmayó. Al siguiente
día, despertó cuando el sol ya estaba muy alto. Convencido de que todo había
sido un sueño, empezó a caminar hacia su pueblo. Escuchó, entonces, el llanto
del bebé. Corrió aterrado, sin mirar atrás, y prometió que jamás volvería a robar
y que ayudaría a quien se lo pidiera.

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