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Del culo y de las nalgas

El culo es el altar consagrado por Satán,

elemento adverso,

símbolo de lo prohibido,

parte maldita,

fiesta de Sodoma.

El culo es perverso por no ser fecundo,

también pudoroso, pues se oculta entre carnes amuralladas.

Ojo que mira hacia dentro, emesis, arcada, intolerante a la cagada.

Gracioso cuando habla, cuando escupe, cuando canta.

El culo da la pauta a la verdadera comunión de los amantes,

¿qué mayor entrega hay cuando no son las bocas quienes cantan versos para conseguir un beso,
sino que las ventosidades y las ráfagas violentas se declaran su amor en el lecho la confianza?

No puede existir oda al culo sin el altar de unas bellas nalgas.

De los músculos el más poderoso, el que por natura permite caminar con orgullo y a dos patas.

Fertilidad, felicidad y fortaleza.

Siempre de mal carácter son las desculadas.

A las vigorosas nalgas se les mira a traición, a las espaldas,

y con nostalgia el alma se acongoja cuando paso a paso desaparecen a la distancia,

¡ah! pero que dicha cuando cerca de ti andan.

El amante de las nalgas es amante del culo que resguardan, dueto inseparable.

A lo largo de la historia los artistas las consagran, hasta el florentino decía: “no es lo mismo un par
de tetas que unas nalgas bien formadas”.

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