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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLITICA

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

ASIGNATURA:

DERECHO CONSTITUCIONAL ESPECIAL

CICLO: IV

DOCENTE TUTOR:

Dr. SAUL ANCAJIMA MENA

ALUMNA:

TANIA LISSETH JIMENEZ REYES

TUMBES – 2015
I. HIPOTESIS
1.1. JUSTIFICACIÓN

Una de las características propias de nuestro constitucionalismo histórico es que las


Constituciones políticas se han gestado bajo la visión taumatúrgica de que ellas
podrán, en sí, solucionar los grandes problemas nacionales, cuando en rigor, el
trasfondo de cada Constitución ha sido fruto y resultado de singulares crisis
políticas que cambiaban los rumbos del Estado al vaivén de los intermitentes
caudillos que hemos tenido, incluso hasta el presente siglo. Quebrada la
institucionalidad jurídico-política preexistente, había la necesidad de que los nuevos
regímenes se legitimaran en función de la ficción jurídica que implicaba una nueva
carta política. Así las cosas, y recordando la visión de Manuel Vicente Villarán, el
Perú ha vivido haciendo y deshaciendo Constituciones. Lo propio afirmaría José
Pareja Paz Soldán, en el sentido de que cada doce o quince años el Perú cambiaba
de Constitución. En esa línea orientadora, la Constitución de 1993 no escapa a esa
tendencia histórica propia de los regímenes latinoamericanos. Desde luego, la
Constitución de 1993 ostenta perfiles singulares en las que se crea:

a) Una crisis global de los tradicionales partidos políticos.


b) Cierto rechazo de la ciudadanía a la clase política.
c) Una aceptación de que era preferible la violación a cierta institucionalidad
democrática en aras a una posibilidad de desarrollo económico.

Este fenómeno incluso se reflejó en el procedimiento que existió al momento de la


aprobación del referéndum constitucional, pues en la práctica la ciudadanía fue
consultada, si bien formalmente, sobre la nueva Constitución que era desconocida
por la mayoría de los ciudadanos, empero, ésta aprobó al régimen que se instauraba
a partir del autogolpe del 5 de abril de 1992. En consecuencia, podría aseverarse
que históricamente lo que existió en 1993 fue un referéndum plebiscitario, es decir,
el pueblo, con cierto margen de apoyo, no aprobaba una nueva Constitución, sino al
gobierno de Alberto Fujimori, que por aquél entonces gozaba de una incuestionable
popularidad.

En líneas generales, se puede afirmar que haciendo un cotejo entre la Constitución


Política de 1979 y la actual Constitución de 1993, se des- prende que mientras
aquella fue expresión de una transacción política y que reflejó una ideología social-
demócrata, la actual Constitución acusa una apertura ideológica liberal que se
trasluce en un liberalismo ortodoxo en lo económico, sin que se haya podido
evidenciar esfuerzos en conciliar con otras aperturas en el ámbito social.

Una buena prueba de ello son, por ejemplo, las limitaciones a un sector de los
derechos económicos, sociales y culturales y cuyo influjo de la Constitución de
México de 1917, es difícil obviar.
2. CONSTITUCIÓN DEL SIGLO XX

El constitucionalismo peruano del siglo XX representa, en comparación con el


del siglo XIX, un avance notable. Por un lado, ha tenido un mejor nivel
científico y mayor amplitud de miras. Y por otro, ha ensanchado enormemente
sus horizontes, entrando en diálogo no sólo con otros países latinoamericanos,
sino con la doctrina y la legislación europeas, que le han dado una mayor riqueza
y también más animosidad a sus planteamientos (sobre todo en materia de
derechos humanos y jurisdicción constitucional.

3. ACTUAL CONSTITUCIÓN POLÍTICA PERUANA

El mundo del siglo XXI requiere un constitucionalismo que haga respetar los
derechos humanos a escala universal; que proteja el equilibrio ecológico del
planeta y que garantice la vigencia de un sistema democrático mundial
estandarizado.

La globalización, los procesos de integración multiestatal, la lucha por la paz y


la supervivencia de las etnias y nacionalidades, son tareas de la comunidad
internacional.

En este contexto, el constitucionalismo peruano tiene grandes desafíos que


asumir. Empezando por articular un proyecto nacional, deberá programar una
serie de estrategias para lograr el salto a una efectiva constitucionalidad.

4. REFORMA CONSTITUCIONAL
En agosto del 2006 se inició un proceso de Reforma Constitucional en el Perú
promovido por la actual fuerza política en el gobierno, el APRA. Entre los
principales puntos de análisis y debate por la sociedad civil, la reforma del
sistema de justicia ha sido uno de los puntos críticos que requieren una urgente
atención.

Sin embargo, analizando las perspectivas políticas de debilidad de las fuerzas


opositoras y ante la visión de haber copado a todas las instituciones del sector, el
APRA no ha generado una agenda de trabajo en este sentido, para no realizar
una reforma estructural sino sólo una reforma de la legislación, en particular
penal.

La división de poderes bajo en el Perú bajo esta visión de copamiento de niveles


de parte del APRA, permite conjeturar un debilitamiento del Estado de Derecho
que se venía proyectando en el país, lo cual terminará por generar un mayor
debilitamiento de las fuerzas opositoras y una nula facultad de fiscalización de
parte de la sociedad civil al Estado
II. SOLUCIONES A LOS PROBLEMAS CONSTITUCIONALES EN EL PERÚ

2.1. IDENTIFICANDO VARIABLES

 Hacer del Estado una verdadera entidad de servicios para todos los peruanos.
 Avanzar de la democracia formal a la democracia real.
 Articulación constitucional del proyecto de desarrollo integral de la nación
 Constitución e integración interestatal.
 Constitución y globalización
 Fomento de una cultura constitucional generalizada.

2.1.1. EL ESTADO, COMO VERDADERA ENTIDAD DE SERVICIOS


PARA TODOS LOS PERUANOS

En 186 años de vida independiente, el Perú no ha dejado de ser un Estado


profundamente centralista. Lima, su gran Capital política, absorbe un gran
porcentaje del presupuesto nacional, en detrimento de las ciudades del resto
del país.
Éstas, en diferente grado y magnitud, reproducen, a su modo, el
centralismo capitalino, en perjuicio de las provincias, distritos y anexos del
denominado Perú profundo.
Este asfixiante centralismo, ha determinado el despoblamiento masivo de
nuestras deprimidas zonas rurales y, simultáneamente, el explosivo
crecimiento de las ciudades, con el consecuente colapso y/o la insuficiencia
crónica de la
Infraestructura básica de servicios. Por todas partes se lucha vivienda
propia, agua, desagüe, energía eléctrica, transportes, centros de trabajo,
planeamiento catastral y desarrollo urbano en genera.
Las municipalidades, las autoridades regionales y gobierno central tratan de
suplir las necesidades sociales, pero éstas son cada vez más crecientes y el
Estado ve, siempre, rebasada su capacidad para solucionarlas.
Por eso, fundamentalmente, se habla de la insuficiencia del Estado. Éste no
llega a ser una verdadera entidad de servicios para todos los peruanos. Hay
gente marginada, de por vida, en la costa, la sierra y la selva.
Es desafío del momento actual, emprender la reingeniería de todo el
obsoleto aparato estatal. Modernizarlo, reconstruirlo de pies a cabeza,
procurando que se transforme en una eficaz organización que brinde
servicios oportunos y de calidad para todos los peruanos, a lo largo y ancho
del territorio nacional y, especialmente, en las áreas fronterizas del mismo.
Esta es una tarea en la que debemos comprometernos todos. Es necesario
promover la participación individual o colectivizada de hombres y mujeres,
incluso de los lugares más recónditos de las cordilleras andinas y las
llanuras amazónicas.
El sistema nacional universitario, con todo el abanico de las disciplinas
científicas y tecnológicas, debe liderar este proceso transformador.
Los gobernantes del mañana deben ser aquellos que estén dispuestos a
terminar con las viejas estructuras estatales decimonónicas, y sustituirlas
por otras más modernas, más actuales, más prácticas.
Dejemos los caminos trillados, atrevámonos a emprender nuevos rumbos.
El futuro es de los que dan la cara al sol, asumiendo todos los riesgos que
ello conlleva. Nuestro Estado solo se transformará con el esfuerzo
regenerador de todos sus integrantes.

2.1.2. DE LA DEMOCRACIA FORMAL A LA DEMOCRACIA REAL

Como vinos, en su oportunidad, el Perú fue un país gobernado por un


reducido grupo de oligarcas capitalinos, apoyado por otro no menos
reducido número de terratenientes provincianos.
Éstos instauraron una democracia formal, consistente en la elección del
Presidente de la República y de los parlamentarios mediante el sufragio
universal, que se realizaba periódicamente. Los magistrados del poder
judicial eran designados por las autoridades electas, con criterio político
ante que técnico. Igual se hizo con los demás servidores públicos, razón por
la cual se formó una burocracia amorfa, inestable, sumisa e inexperta.
El pueblo participaba en la vida política, económica, social y cultural, cada
cuatro, cinco o seis años, únicamente emitiendo su voto, el mismo que ni
siquiera fue respetado, debido a la manipulación, el fraude y la violencia
electoral.
¿Quiénes votaban?. Los varones que sabiendo leer y escribir, poseían
propiedades, rentas o empleos bien remunerados. Esto quiere decir que no
sufragaban las mujeres, los analfabetos y, en general, los pobres.
En 1956, votaron por primera vez las mujeres alfabetizadas; en 1980, los
analfabetos en general. Hoy se elige también a las autoridades regionales y
municipales. Estos son innegables avances democráticos. Pero aún faltan
elementos para configurar una verdadera democracia formal.
Ésta llegará cuando el pueblo elija también a sus jueces y, al ser consultado
mediante periódicos referéndums, pueda revocar su mandato, y remover de
los cargos estatales a las autoridades erróneamente ungidas.
Sería una verdadera evaluación popular presidencial, parlamentaria,
judicial, regional y municipal.
Ese tendría que haber sido el aporte constitucionalista del siglo XX. No lo
fue.
Estamos en la segunda mitad de la primera década del siglo XXI y
seguimos con una democracia formal incompleta, precaria, caudillista y
carente de institucionalidad.
El desafío del presente siglo es, no solo completar la democracia formal,
sino avanzar a la democracia real. Y eso significa, ejercer un verdadero
control de los gobernantes por parte de los gobernados.
El propósito es claro: Terminar con la inveterada costumbre de la mentira
electoral y la subcultura del robo gubernamental.
“Todos mienten”, “todos roban”, “en todas partes se cuecen habas”, son
lemas justificatorios del engaño y la corrupción. El pueblo no debe permitir
que malos elementos perpetúen sus anomalías, aplicando descaradamente
el conocido refrán “mal de muchos, consuelo de tontos”.
2.1.3. PROYECTO DE DESARROLLO INTEGRAL DE LA NACIÓN:

La Constitución Política debe contener el proyecto de vida de la nación


organizada en el Estado. Este es un postulado universalmente aceptado,
pero, por desgracia, en el Perú, aún no es aplicado.
Conformamos país que no tiene proyecto nacional. Sabe de dónde viene,
pero no conoce con exactitud lo que realmente es en el presente; ni avizora,
con claridad, lo que potencialmente será en el futuro.
Tenemos 186 años vividos como Estado libre. Tenemos doce
constituciones, cerca de veintinueve leyes, más de mil decretos legislativos,
varios cientos de miles de decretos supremos y millones de resoluciones
administrativas.
A pesar de ellos, muchas de nuestras instituciones jurídico políticas no
corresponden al estatus de un ordenamiento estatal moderno.
Nuestro nivel de vida sigue siendo subdesarrollado y, lo lamentable de todo,
es que no sabemos, a ciencia cierta, hasta cuando permaneceremos así.
Lo dicho, sabemos de dónde venimos, sabemos que tiempo ha transcurrido
desde que partimos a la vida independiente. Aún no está claro el destino de
ese viaje ni el tiempo que nos falta para arribar a buen puerto.
Dentro de catorce años estaremos celebrando dos siglos de vida
independiente. Es hora de empezar a elaborar un balance de la vida
nacional.
Así nos daremos cuenta cabal de lo que hemos conseguido y de lo que nos
falta conseguir. Los logros obtenidos serán la base desde donde debemos
reemprender la marcha hacia nuevos horizontes.
Lo que nos proponemos alcanzar constituirá el conjunto de las metas tanto
para la generación presente como para las que vengan mañana.
Esas metas adoptadas colectivamente, serán nuestro norte. Todo gobernante
que asuma el poder, deberá esforzarse por materializarlas, cualquiera sea el
partido al que pertenezca, la religión que profese o el pensamiento filosófico
al que esté afiliado.
Con un proyecto nacional bien articulado constitucionalmente, cada
peruano, sea gobernante o gobernado, tendrá una tarea concreta en su vida,
la que constituirá su misión histórica definida.
Los hijos completarán la labor de sus madres, de sus abuelos, de sus
antepasados. Ninguna obra quedará inconclusa y se acabarán los mezquinos
egoísmos personales y de grupo. Por fin sabremos a donde vamos y a qué
altura del camino nos encontramos.

2.1.4. CONSTITUCIÓN E INTEGRACIÓN INTERESTATAL:

Los estados son como los seres vivos; más aún, como los propios hombres.
No pueden estar solos, carecen de capacidad para realizar sus destinos en
forma aislada. Por eso tienen la imperiosa necesidad de formar familias,
uniéndose con otros de su mismo nivel y condición.
Juntos, se trazan objetivos comunes, se organizan de modo conveniente, se
distribuyen responsabilidades según sus singulares capacidades y, sumando
sus disminuidas fuerzas, potencializan su vigor, trabajando de común
acuerdo.

A esta forma de encarar los problemas que les afecta en forma colectiva,
estructurando una especie de asociaciones de estados, como por ejemplo la
Comunidad Andina, el MERCOSUR, el Pacto Amazónico, etc. se
denomina integración multiestatal o multinacional.
Los países subdesarrollados, como el nuestro, le temen a los procesos de
integración multiestatal. Por eso no la impulsan de manera sincera y
decidida.
Creen que sus debilidades internas se manifestarán con mayor claridad en
el contexto internacional, y que los estados más fuertes se aprovecharán de
ellas para causarles perjuicios irreparables.
El constitucionalismo de hoy debe terminar con esta prejuiciosa
concepción.
Cada constitucionalista tiene que ser integracionista por esencia. La tarea
número uno de los estado es consolidar su estructura interna, afirmar su
nacionalidad y forjar una férrea identidad de la gente para con su terruño,
su macro región continental y su continente mismo.
En la integración radica el futuro de las etnias, culturas y nacionalidades.
En la integración se aloja la esperanza de hallar solución a los problemas
que nos han afectado desde tiempos inmemoriales.
Los incas tuvieron que integrar a los pueblos andinos prehispánicos, para
constituir la nación más poderosa de América. Los patriotas de todo el
Continente americano necesitaron integrarse, para hacer causa común
contra sus opresores y lograr la independencia de sus países.
Solo en la integración encontrará la generación del presente siglo, la
energía suficiente para salir de la pobreza, el atraso, la marginación y el
subdesarrollo.
Integrarse o morir, esa es la disyuntiva de los estados pobres hoy en día.
El constitucionalismo de hoy es el llamado a allanar el camino de la
integración multinacional plena y cabal.

2.1.5. CONSTITUCIÓN Y GLOBALIZACIÓN:

Concluida la II guerra mundial, la humanidad se dividió en dos bandos


distintos y contrapuestos. De un lado, se ubicaron las potencias capitalistas
con sus seguidores; del otro, se posesionaron los países socialistas,
igualmente con sus seguidores.
Hasta finales de la década de los años ochenta del pasado siglo, persistieron
estas dos parcialidades, empeñadas en demostrar la superioridad de sus
respectivas concepciones y acciones. La lucha fue soterrada, sutil,
disimulada, pero hostil, activa y decidida. Cada contendor trataba de
eliminar a su contrario y quedarse como el único sistema mundial
dominante. Ambos hablaban de paz, pero se armaban afanosamente para la
guerra. Ambos anunciaban estar dispuestos a cooperar para logra una
efectiva distensión y coexistencia pacífica, y, cada uno por su lado, hacía
todo lo contrario. El mundo contemplaba una abierta guerra en la
economía, en la ciencia, en el arte, en las comunicaciones, en el deporte,
etc. A esto se le llamó guerra fría.
Cayó el socialismo. Triunfó el capitalismo. Acabó la guerra fría, el mundo
dejó de ser bipolar. Las potencias capitalistas se erigieron en las dueñas del
globo.
Su sistema se hizo dominante universalmente.
Estados Unidos de Norte América, primera potencia capitalista del orbe, en
la actualidad se halla empeñada en materializar su proyecto de imperio
mundial.
Pretende borrar las fronteras nacionales e instituir un solo gobierno, un solo
mercado, un solo orden jurídico, un solo sistema militar, en suma, un solo
orden global. A este accionar norteamericano se le ha dado en llamar
globalización.
Como todo, la globalización tiene sus aspectos positivos y también sus
lados negativos.
Entre los primeros, se halla la expansión de la modernidad, la rapidez de las
comunicaciones, la generalización de la tecnología y el acuciante impulso
de las investigaciones científicas, etc. Son aspectos negativos, por su parte,
el exterminio de las economías nacionales, la violación de la soberanía
estatal, la eliminación de la autodeterminación de los pueblos y el fin de la
independencia política de las naciones.
El gran desafío del constitucionalismo contemporáneo, radica en constituir
un ordenamiento jurídico y político estatal, capaz de asimilar los aspectos
positivos y rechazar los componentes negativos de la globalización, de
modo tal que se preserven las nacionalidades, las etnias y las culturas de
cada zona y región continental, subcontinental y nacional.
Las perspectivas no son alejadas de la realidad. Cada edad histórica tuvo su
potencia globalizarte. Sin embargo, el afán de libertad de las naciones del
mundo, pudo más que la megalomanía de los emperadores. Los imperios,
por muy grandes que sean, tienen su inicio, su apogeo, su punto culminante
y su declinación definitiva.
El actual imperio no será la excepción. Tarde o temprano pasará a formar
parte de la historia, para dar paso a otros que vendrán sucesivamente.

2.1.6. FOMENTO DE UNA CULTURA CONSTITUCIONAL


GENERALIZADA
Una de las mayores responsabilidades del Estado, es la formación y
consolidación de la cultura social. Ésta tiene como propósito internalizar el
ordenamiento jurídico-político en la conciencia de la población.
Uno de los componentes del precitado ordenamiento jurídico-político, es el
bloque de constitucionalidad, cuyo núcleo fundamental es la Constitución
Política.
La cultura constitucional que, a nuestro entender, necesita el país, es el
conocimiento y aplicación de los preceptos constitucionales, a la vida
práctica de cada persona que forma parte de la nación.
Si cada ciudadano conoce cabalmente su Constitución, será consciente de
sus derechos y de sus obligaciones y, proveído de dicho conocimiento, se
conducirá con auténtica responsabilidad individual, tanto en sus actos
privados como en los públicos.

La aludida responsabilidad individual, implicará que el ciudadano ejerza


activamente su derecho de sufragio, postulando a la función pública, si así
lo estima conveniente; de lo contrario, votando por el candidato que, según
su opinión, obrará como él mismo lo hubiera hecho, en caso de ganar las
Elecciones.
Este último extremo contiene la responsabilidad suprema de controlar la
gobernante, de modo continuo y permanente, obligándole a cumplir sus
ofertas electorales, bajo sanción de revocación de mandato y remoción de
cargo.
A menudo se escucha y, en no pocas veces, de boca de los propios
gobernantes, que el Estado necesita cuadros técnicos, políticos y
profesionales.
En otras palabras, que el Estado requiere de líderes para cualificar su
actividad funcional. La educación pública, en sus diferentes niveles y
modalidades, proporciona los referidos profesionales y técnicos. Los
cuadros políticos no.
Hasta hoy, los cuadros políticos han sido forjados en las canteras
partidarias.
Ello explica su comportamiento sectario, parcializado, muchas veces
dogmático, clasistas, unilateral y limitados por sus intereses particulares,
familiares o personales. Son fragmentarios en su forma de ver y encarar la
realidad nacional.
Allí radica la raíz del caudillismo político y también del clientelaje
electoral, que tanto dañó ha causado al país a lo largo de la historia
republicana. Esa es la base de nuestra informalidad institucional, de nuestra
precariedad democrática y de nuestra deformada concepción respecto de la
forma republicana de gobierno.
A su modo, cada partido político ha brindado sus aportes a la sociedad,
entregándole los dirigentes forjados en su accionar cotidiano. El Estado los
ha recibido pasivamente. Y pasivamente también los ha tomado y
descartado.
Esta dinámica estatal anómala debe cambiar. Es hora que el Estado haga
docencia política y que forme, por si mismo, los cuadros que requiere para
desarrollar las funciones de su naturaleza. Los intereses del país están por
sobre los intereses de los grupos partidarios. Los cuadros políticos, técnicos
y profesionales del futuro deben responder a las expectativas comunes de la
ciudadanía nacional, superando sus concepciones subalternas de facción, de
grupo, de familia o de caudillo.
Tenemos una ley de partidos políticos. Exijamos su irrestricta vigencia.
Ello coadyuvará a la definitiva configuración de la cultura constitucional
que requerimos para salir del subdesarrollo y enrumbarnos hacia mejores y
superiores destinos.

III. CONCLUSIONES

 El escenario histórico del Perú durante el siglo XX inspiró el


pensamiento constitucional para proponer un modelo político,
económico, de participación ciudadana, de descentralización y
regionalización. La tendencia del pensamiento constitucional del Perú
del siglo XVIII fue predominantemente liberal, en el cual jugó un rol
importante la libertad de imprenta y la democratización que significó
posibilidades de ascenso social.

 La Constitución es un pacto social que contiene la estructura


organizativa concreta que adopta el sistema democrático constitucional
para el gobierno de una sociedad política. Por lo tanto, el Poder
Constituyente se ejerce cuando se aprueba la primera Constitución de
una sociedad política y también cuando se decide reemplazar una
Constitución vigente por una nueva Constitución.
 Actualmente, se concibe la elaboración de la constitución como un
documento de negociación, un pacto entre comunidades y regiones.

 Para reemplazar una Constitución vigente por una nueva Constitución,


mediante el ejercicio del Poder Constituyente, no se utilizan los
mecanismos procedimentales que la Constitución reemplazada establece
para su propia modificación.

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