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La prisión preventiva y otras medidas cautelares en el Código

Procesal Penal

1. Introducción

El Código Procesal Penal (CPP) del año 2004 establece determinadas medidas
coercitivas de naturaleza personal como la detención preliminar (artículo 261),
la prisión preventiva (artículo 268), la comparecencia en sus dos modalidades,
simple y con restricciones (artículo 286); la internación preventiva (artículo 293)
y el impedimento de salida (artículo 295). Todas estas medidas involucran la
afectación directa al derecho fundamental de la libertad ambulatoria, siendo en ese
sentido la prisión preventiva la más grave, ya que esta medida tiene como finalidad
que la persona afectada ingrese al establecimiento penitenciario luego de haberse
demostrado la existencia de ciertos requisitos que fundamenten tal decisión
(artículo 268).

Dicha figura coercitiva o cautelar ha sido muy comentada y discutida, en la


doctrina cuanto en la jurisprudencia, por considerarse que con su aplicación se
afectaría el derecho constitucional de presunción de inocencia. Se afirma que la
finalidad de las medidas cautelares de naturaleza personal, en especial la prisión
preventiva, es garantizar la presencia del imputado durante el proceso y, en su
caso, asegurar la presencia del presunto autor y/o partícipe del hecho ante el órgano
jurisdiccional, sea para garantizar su declaración ante el juez, o para evitar su
inasistencia y la consecuente frustración de la celebración del juicio oral.

Según Maier, las medidas cautelares personales son «aquellas medidas restrictivas
o privativas de la libertad personal, que pueden adoptar un tribunal en contra de un
imputado en el proceso penal, con el objeto de asegurar la realización de los fines
penales del procedimiento»[1]. La cárcel representa el lugar de aislamiento de las
personas condenadas por haber cometido un delito y hayan ocasionado un daño
menor, grave o muy grave a nivel social o individual. Así, las cárceles se llenan de
personas, especialmente de detenidos preventivos. Como ejemplo señalaremos
que el Centro Penitenciario para Reos ubicado en Picsi, región Lambayeque, tiene
una capacidad de 850 reclusos. En la actualidad, ocupan este reclusorio 3.452
reclusos, de los cuales 1.811 son presos preventivos, lo que rebasa su capacidad en
casi un 300%. Esto ha acarreado la proliferación de enfermedades, de las cuales la
más común es la tuberculosis[2].

En tal sentido, en posición que el autor comparte, existe en doctrina una


preocupación creciente respecto de la aplicación indiscriminada de la medida
cautelar de prisión preventiva. Los fiscales suelen solicitar la aplicación de dicha
medida sin fundamentar debidamente los requisitos que el código expresamente
señala: la existencia de fundados y graves elementos de convicción (fumus bonis
iuris), que la pena sea mayor a cuatro años y la existencia del peligro procesal
(periculum in mora).

Cuando una persona está sometida a un proceso penal, la regla es que debe ir a la
cárcel cuando ya es condenado, antes no, pues le ampara la presunción de
inocencia. Pero, ¿qué pasa si lo mandan preso preventivamente sin condena y
después lo absuelven? Nadie le va devolver todo lo que ha perdido. ¿Por qué
presumir que va fugar? Una persona debe ir presa cuando se piensa que no
concurrirá al proceso. Ello puede ocurrir con narcotraficantes o en crimen
organizado, pero no con personas que tienen una vida normal[3].

No queremos negar la importancia de la figura procesal de la prisión preventiva.


Lo que está en debate es la forma como se viene aplicando. La prisión preventiva
es una figura excepcional, debe ser aplicada con cautela, cosa que los jueces y
fiscales aún no entienden, será tal vez porque al estar inmiscuidos durante tantos
años en el proceso inquisitivo. No importa cambiar la norma si no se cambia el
chip de quienes la aplican distorsionando muchas veces su espíritu.

2. Las medidas cautelares en el CPP

Las medidas cautelares o coercitivas se encuentran reguladas en el título I, sección


III del libro II del CPP. El artículo 253 del citado cuerpo normativo establece los
principios que rigen dichas medidas, así como su finalidad. Estas medidas de
aseguramiento tienen como única finalidad garantizar que el sujeto investigado
esté presente durante el proceso penal y así poder, mediante una sentencia
condenatoria, obtener la efectividad de la sentencia. A este respecto, el
doctor César San Martín Castro sostiene que
[…] el proceso cautelar garantiza la efectividad de la potestad jurisdiccional, a
través de la cual se concreta la potestad punitiva del Estado, indicando que el
proceso penal trata de restaurar el orden jurídico perturbado, sancionando al
culpable de la comisión del delito e indemnizando al agraviado.

2.1. Las medidas cautelares de carácter personal

Sostiene Ascencio Mellado que «las medidas cautelares personales son


aquellas resoluciones, normalmente judiciales, mediante las cuales, en el curso de
un proceso penal, se limita la libertad de movimiento del imputado con la finalidad
de asegurar la celebración del juicio oral y eventualmente la sentencia»[6].

En el libro segundo, sección tercera del CPP se encuentran reguladas las medidas
de coerción procesal de carácter personal y son las siguientes: Detención
policial (artículo 259), arresto ciudadano (artículo 260), Detención preliminar
judicial (artículo 261), Detención preliminar incomunicada (artículo 265), Prisión
preventiva (artículos 268-285), Comparecencia simple y con restricciones
(artículos 286-292), Detención domiciliaria (artículo 290), Internación preventiva
(artículo 293), e Impedimento de salida (artículo 295).

Dentro de esta variedad de medidas cautelares, la prisión preventiva es la que


implica, en su ejecución, la mayor afectación del derecho a la libertad así como
también a la presunción de inocencia. Con esta medida cautelar, el imputado es
ingresado al penal desde donde llevará su juicio, realizando un adelantamiento de
lo que sería una —posible— condena mediante una sentencia debidamente
motivada.

En torno a este instituto se ha podido apreciar con nitidez una separación tajante
en doctrina y jurisprudencia con respecto a su aplicación normativa. La ligereza
con la que ha sido empleada la prisión preventiva en muchos países no ha dado
importancia a lo gravoso de su aplicación, al operar en la práctica como
el cumplimiento anticipado de una pena privativa de libertad de efectos
irreversibles, sin que haya sido sometido a juicio el imputado ni declarada su
culpabilidad[7].
2.2. Las medidas cautelares de carácter real

En la otra cara de la moneda tenemos las denominadas medidas cautelares reales,


las cuales recaen directamente sobre el patrimonio del imputado o los limitan; esto
es, impiden que durante la tramitación del proceso el imputado pueda disponer de
estos a fin de incumplir con el aspecto económico de la sentencia. Por ejemplo,
el embargo y la orden de inhibición tienen como finalidad asegurar el
patrimonio del autor del delito a efectos de que cumpla con el pago de la reparación
civil.

Las medidas cautelares de carácter real que ha establecido el CPP son: Embargo
(artículos 302-309), Orden de inhibición (artículo 310), Desalojo preventivo
(artículo 311), Medidas anticipativas (artículo 312), Medidas preventivas contra
personas jurídicas (artículo 313), Pensión anticipada de alimentos (artículo 314),
Incautación (artículos 316-320).

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