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Ace Locke es el héroe de acción más sexy de Hollywood. Mujeres de todo el mundo lanzan
sus bragas en su dirección, pero a Ace no le interesan, es más del tipo al que le gustan los bóxers.
Específicamente, los del modelo masculino casi desnudo en una valla publicitaria por la que él pasa
todos los días.

Aunque recientemente apareció en los titulares su salida del armario a la luz pública, Ace se
muestra muy cauteloso a la hora de mantener una relación, temiendo lo que la opinión pública
pueda llegar a hacerle a su carrera. Pero hay algo en la expresión del modelo que le intriga y le
hace preguntarse, ¿qué pasaría si…?

Dylan Prescott acaba de conseguir su mayor campaña de modelaje hasta ahora. Una que lo
tiene exhibido en todas partes y en todos los periódicos por todo Los Ángeles y que es mucho más
de lo que hubiese imaginado. Y cuando participa en el último éxito de taquilla de Ace, se acerca
mucho a su última fantasía.

Exteriormente seguro de sí mismo, Dylan no tiene ningún problema con su sexualidad o su


aspecto de niño bonito, y utiliza ambas cosas a su favor para conseguir lo que quiere. Y lo que
quiere es lo imposible, a Ace Locke.

De la serie Sunset Cove de Ella Frank y la serie L.A. Liaisons de Brooke Blaine llega una
novela ardiente que mezcla humor, pasión y romance.

¿Qué pasa cuando estos dos mundos chocan?


A todos los que querían más de Ace en sus vidas.

Este libro no solo no se habría escrito sin tu entusiasmo por él, sino que Dylan tampoco
existiría. Así que, gracias por ser tan codiciosos.
No era solo un rápido pitido para que mi trasero se
moviera de nuevo, sino uno largo y prolongado que me hizo saludar al conductor detrás de mí con
mi dedo del medio.

Este era el mejor momento de la mañana, y había sido así durante las últimas tres semanas,
así que si quería tomarme mi tiempo en la concurrida intersección de Hollywood y Highland, el
resto de Los Ángeles podría esperar.

—¡Ponte en movimiento, gilipollas! —Y luego sonaron múltiples bocinazos.

Sonreí para mis adentros mientras miraba la valla del hombre que captó mi atención y me
hacía conducir varias millas fuera de mi camino solo para verlo. Cada. Maldito. Día.

Delgado y musculoso como lo son la mayoría de los modelos masculinos, con mechones más
largos y oscuros en la parte superior de la cabeza que estaban un poco arrastrados por el viento,
fuera quien fuera este hombre, era una jodida perfección. Llevaba solo una chaqueta de cuero
abierta con el par más pequeño de calzoncillos blancos que jamás había visto, y la mirada gritaba
confianza. Arrogancia. Sin una maldita duda, era el hombre más sexy que había visto en mi vida,
y con mi trabajo, había visto a algunos muy guapos.

Pero este tipo... era algo más.

Lo que realmente me llamó la atención fue su insinuante mirada, y la forma en que su pulgar
rozaba su labio inferior. Decía ‘ven a probarme. Te reto’. Y era efectivo porque quería darle un
mordisco. Sí, llámame bastardo superficial, pero estaba prácticamente babeando por la forma en
que sus Calvin Kleins colgaban debajo de sus caderas que mostraban su profunda V, y el vello
oscuro que conducía a su... Joder. Su pene duro como una roca, a-la-espera-de-que-le-ponga-mis-
labios...
—¿Ace? ¿Estás jugando con el tráfico otra vez?

Shayne, mi vivaz amiga australiana… y mi pantalla de humo1, y debería mencionar eso por
sacarme de mi camino e interrumpir mis pensamientos llamándome al móvil.

—¡Mueve el culo, o lo golpearé tan fuerte que cagarás tuercas y tornillos durante una
semana!

Eso me hizo reír y avanzar lentamente. Con una última mirada a Marky Mark… así lo
llamaba yo… pise el acelerador, para el alivio de la larga cola detrás de mí.

—Dime que no estabas haciendo lo que creo que estabas haciendo —dijo Shayne

—¿Qué? ¿Te refieres a estacionarme frente al regalo de Dios para el hombre en sus Calvins
Klein y masturbarme? —dije, dando mi mejor imitación de un acento australiano.

—¡Ya era hora, imbécil! —gritó el ligeramente enojado Angeleno cuando me sobrepasó en
su vehículo y yo saludé en respuesta.

—Diablos, Ace. Te dispararán uno de estos días por frenar el tráfico de la gente que va
camino de su trabajo. Puedo ver los titulares: —la estrella de acción más grande de Hollywood fue
asesinada a tiros después de ser atrapada masturbándose en su Lamborghini.

—Oye, mantuve mis manos en el volante. No se vería muy bien si me presentara a la primera
lectura de mi guion después de haber disparado una carga dentro de mis pantalones.

Y preferiría estar desnudo y acostado en mi cama para eso.

—Umm... demasiada información.

—Como si pudiera impresionarte con las compañías que tienes. Además, tú comenzaste esta
conversación, Shayne, yo solo estoy contribuyendo.

1 La traducción correcta sería ‘barba’ en referencia a que está usando un disfraz, ya que la utilizó como novia para que no descubran que es gay,
lo más parecido a su significado es cortina de humo
— Hablando de contribuir, te llamaba para recordarte que Paige empezará a preparar desde
el viernes tu fiesta de cumpleaños del sábado, así que asegúrate de que tu gente lo sepa para que la
dejen entrar si no vas a estar allí para darle el paso.

—Lo haré. Aunque estoy seguro de que a los de seguridad no les importaría verla mover el
culo por encima de la valla.

—Ace...

—Sí, sí, Sophie la dejará entrar.

—Espera, ¿Sophie sigue siendo tu ama de llaves? Pensé que la habías despedido porque
rompe algo cada vez que quiere.

—Lo he hecho. Lo hice. Nueve veces ya, pero mierda si no empieza a llorar y a contarme lo
mucho que Johnny quiere jugar a beisbol infantil esta temporada, y cómo la pequeña María
realmente quiere una de esas cosas de horno de niñas para su cumpleaños, y cómo no podría darse
el lujo de seguir alimentándolos con mierda sin gluten si pierde su trabajo, y por el amor de Dios,
no puedo soportarlo.

—Auch, cariño. Tienes un corazón.

—Por supuesto que sí. Aunque no es demasiado grande desde que dejé ir al mayordomo,
pero… —dije.

—Bueno, a veces es difícil de recordar quién eres con esta nueva faceta tuya de acción dura
que hemos estado viendo salpicada por toda la televisión y los tabloides. No recuerdo que
estuvieras tan... nervioso cuando estábamos saliendo.

No mierda.

—Bueno, en aquel entonces, todo lo que necesité para dar la imagen de rudo era una mujer
caliente en mis brazos. Pero como he salido del armario, he tenido que replantear mi marca.

—Bueno, pequeño engreído te queda bien.

Me burlé. —¿Pequeño?
—Tienes razón. Eres enorme. Inmenso. El más grande que he visto...

—Me lo dicen mucho.

—Yyyyyy… creo que ya es suficiente para tu ego por hoy.

—Para ser justo no era mi ego lo que quería que me acariciaran, pero me has hecho sentir
bien esta mañana de todas formas.

—Ey. Ve a tu reunión de...

—Lectura de guion.

—Sí, de lectura, lo que sea. E intenta no hacer enojar a nadie más hoy. Los paparazzis te
están siguiendo —tarareó.

Una rápida mirada en mi espejo retrovisor me dijo que tenía razón en eso. El mismo Honda
plateado que me había estado siguiendo desde que salí de mi vecindario de Beverly Hills estaba un
par de autos atrás, y sin duda había por lo menos un tipo dentro.

Jodidamente genial.

—Por cierto —continuó Shayne—, hay una buena foto tuya en TNZ deteniendo el tráfico en
Highland y despidiendo a un pobre conductor detrás de ti con una horrible señal en tus manos. Con
mucha clase, Ace.

—Hijos de puta. Eso fue hace dos minutos. Acabo de llegar a Barham.

—Sabes que te están siguiendo porque todos quieren la primicia.

—Sí, sé lo que buscan. —Lo mismo que habían estado buscando desde hacía un año. La
primera foto pública de mí con alguien desde mi salida del armario en conferencia de prensa—.
Buena suerte. Eso no va a pasar.

—Solo ten cuidado, por favor.

—Siempre —dije, y después de terminar la llamada, subí el volumen de la canción de rock


en la radio hasta el final y pisé el acelerador.
vida me hubiera imaginado caminando entre los escenarios del estudio de la
Warner Bros, de camino a mi primer trabajo en Hollywood. Yo, Dylan Prescott, yendo hacia el
Estudio Dieciséis para trabajar en una película. Era jodidamente increíble. Pero ahí estaba yo. Y
tuve que admitir que estaba bastante nervioso.

No solo iba a estar en una película, iba a estar en una película protagonizada por el héroe de
acción número uno en el mundo en este momento… Ace Locke.

El Ace Locke que atacó a los ninjas en The Last Guttersnipe. El Ace Locke que salvó a un
barco de guerra del hundimiento después de que tres misiles lo golpearan en Insurrection I. Y el
Ace Locke que había protagonizado cada una de mis sucias fantasías. Sí, ese Ace Locke.

Cuando llegué por primera vez a LA hace tres meses, no había sido con la intención de entrar
en el negocio de la actuación. Me puse a modelar hasta que mi agente me dijo que tenía un rostro
que le encantaría a la cámara. Parecía obvio. Quiero decir, ya me estaba desnudando para las fotos,
pero entonces ella mencionó la televisión y las películas y al instante tuvo mi atención.

Así que, cortesía de un golpe de suerte, aquí estaba, caminando hacia mi futuro.

Me detuve en medio de la calle para ver lo que me rodeaba. La icónica torre de agua del WB
y a la izquierda, el exterior de Brooklyn Nights, uno de mis programas de policías favoritos. Los
tranvías llenos de turistas deambulaban por las calles dentro del recinto. Y todo estaba respaldado
por una enorme colina que separaba a Burbank de Hollywood.

Casi me pellizco. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí?

Agarré el mapa que me habían dado y me coloqué la mochila en el hombro, a punto de seguir
moviéndome, cuando el chirrido de unos neumáticos golpeó mis oídos, seguido de la explosión de
una bocina. Me asusté y me di la vuelta para ver a un super ardiente Lamborghini que se había
detenido bruscamente. Era negro como la noche, con abejorro amarillo en la parte inferior del
cuerpo, y las ventanas estaban tan teñidas de oscuro que no podía ver qué idiota había estado
conduciendo como un murciélago en un lugar tan ocupado del estacionamiento. Con la música a
todo volumen, lentamente comenzó a avanzar, acercándose más y más. Entrecerré los ojos, tratando
de ver dentro, pero no sirvió de nada. Sin embargo, eso no fue un problema por mucho más tiempo,
porque justo cuando el automóvil se detenía, el maldito Ace Locke, asomó la cabeza por la
ventanilla del lado del conductor y me habló... en realidad me habló.

—Oye, imbécil, ¿quieres apartarte del camino?

Vale, tal vez debo decir que me gritó... pero me miraba intensamente... creo. Quiero decir,
era difícil de decir detrás de esas gafas de sol negras.

—¿Ey? ¿Tienes ganas de morir o algo así? Muévete a un lado, ¿quieres? Algunos de nosotros
tenemos lugares a los que ir.

Antes de que pudiera decir nada, Ace se había vuelto a acomodar en el asiento del conductor
y estaba acelerando. La bestia del motor del vehículo gruñó, y uno pensaría que eso habría hecho
que mi culo se moviera, pero no fue hasta que Ace volvió a poner la palma de su mano en la bocina
que tropecé y volví al lado de la calle. El coche se arrastró hacia delante hasta que estaba a mi lado,
y miré hacia abajo a una cara que solo había visto en una pantalla.

—Sabes —dijo Ace sobre la música rock—, sería más seguro que tomaras uno de esos viajes
en tranvía.

Estaba a punto de abrir la boca para decirle que no estaba allí para hacer turismo, ‘al menos,
creo que estaba a punto de decírselo’, pero antes de que a mi cerebro se le ocurriera una maldita
palabra que decir, Ace había puesto el pie en el acelerador y me quedé mirando fijamente la parte
trasera de su coche mientras se alejaba de mí.

Bueno, mierda, hablando de primeras impresiones. Esta primera lectura de guion iba a ser un
poco incómoda ahora, por otras razones, aparte del hecho de que tenía una jodida erección por la
estrella de la película, ya que resultaba que Ace Locke también era un completo idiota.

en mi plaza de estacionamiento, apagué el motor y tomé mi guion.


Hoy era el día de la lectura del guion de Insurrection II, y estaba deseando volver al trabajo. Mi
última grabación me tuvo en un desierto con un calor de veinticuatro grados durante cuatro meses,
así que disparar en un tanque de agua a pocos kilómetros de casa iba a ser un agradable cambio,
por decir menos.

—Es un corredor de carreras, Ace —dijo Ron King, el director, al salir de su deportivo rojo
rubí. Caminó hacia el frente del Lamborghini y le dio un silbido apreciativo—. Así que eres uno
de los veinte afortunados que tiene en sus manos a este chico malo. ¿Te importaría dejarme llevarlo
a dar una vuelta?

—Sobre mi cadáver.

—Me parece justo. Te mataré en los primeros diez minutos de la película.

Ron me dio una sonrisa y me estrechó la mano. Era más bajo que yo por unas buenas ocho
pulgadas, con el pelo rojo fuera de control que guardaba baja un gorra, y nunca dejaba de demostrar
cómo se sentía realmente en su camiseta. Hoy se podría decir que soy alérgico a la estupidez. Por
lo cual siento que estoy pensando con sarcasmo.

—Es bueno tenerte de vuelta a bordo —dijo—. No estoy seguro de haber logrado esto sin ti,
pero no dejes que eso se te vaya a la cabeza. Incluso colocamos los M&M verdes en tu remolque.

Le di una sonrisa torcida y no pude evitarlo. —¿No lo has oído, Ron? Prefiero Skittles en
estos días. Ya sabes, probar el arcoíris y todo eso.

Ron gimió y mantuvo abierta la puerta del Estudio Dieciséis. —Jesús. Entra, bastardo con
sabor a fruta. Y ten cuidado con los marineros.

—Oh, eso planeo —dije con un guiño, y me dirigí al interior, donde se colocaron unas treinta
sillas en un círculo, casi todas ellas ya ocupadas.

Teniendo en cuenta que la mayoría del elenco fue asesinado en la última película, estábamos
trabajando con un nuevo grupo de actores, por lo que hoy nos daría una buena idea de qué esperar
el uno del otro. Saludé a algunos que conocía por su nombre y luego Ron los llamó a todos para
que tomaran asiento.
Cuando aparqué mi trasero en el más cercano, tomé un trago de agua y luego mis ojos se
posaron en la figura alta caminando hacia el círculo. Con vaqueros negros y una camiseta Henley
gris que mostraba sus músculos delgados, diría que el tipo casi me llamaría la atención… si no
fuera por el hecho de que era el mismo gilipollas que casi había atropellado unos minutos antes.
Algo sobre la forma en que se sostenía me parecía vagamente familiar, pero con la gorra inclinada
sobre su rostro, no pude ver bien quién era. El chico tomó la última silla vacía directamente frente
a mí y miró alrededor del círculo mientras enrollaba el guion en sus manos.

Ah. Nervioso. Y por la forma reservada en que se comportaba y no que saludó a nadie, tenía
que ser un novato. Mientras seguía escaneando el círculo, sus ojos se encontraron con los míos y
los sostuvo hasta que levanté una ceja ligeramente. Luego rápidamente desvió la mirada, y Ron
nos llamó a todos para que le dedicáramos nuestra atención.

Espera un segundo. Conozco a este tipo…

Después de que Ron dio su pequeño discurso de bienvenida y de patear culos, nos hizo dar
una vuelta y presentarnos. El novato de allí se quitó la gorra y se pasó una mano por el cabello
castaño, revolviéndolo en una especie de estilo desaliñado, y cuando levantó la vista, sus ojos
atravesaron los míos y me quedé sin aliento.

Porque sentado ahí, como si yo mismo lo hubiera sacado de la cartelera, estaba el maldito
Marky follable Mark.

Ni siquiera tuve que mirar al otro lado del círculo para saber que
Ace Locke me estaba mirando. Podía sentirlo.

Eso probablemente suene estúpido, pero desde el momento en que me senté, cada minuto
que pasó desde entonces, los ojos de Ace se habían fijado en mí como un jodido rayo láser. Lo sé
porque con cada persona que se ponía de pie para presentarse, me acercaba cada vez más a donde
estaba sentado Ace y podía verlo fuera de mi visión periférica, mirándome.
¿Qué demonios? Como si no estuviera lo suficientemente nervioso. ¿De verdad iba a hacer
una escena por lo que pasó afuera? Quería pensar que no, porque tal como estaban las cosas, mi
primera impresión de uno de mis ídolos estaba disminuyendo rápidamente.

Cuando el hombre al lado de Ace se puso de pie y se presentó, me pregunté si estaba


inventando todo esto en mi cabeza. Tal vez estaba sufriendo de ansiedad en mi primer día y estaba
imaginando que Ace me estaba mirando fijamente. Quiero decir, realmente, ¿por qué una estrella
de Hollywood me estaría mirando de todos modos?

A menos que planeara decirle al director que me despida... Oh, mierda. ¿Eso era lo que iba a
hacer? Joder.

Dejé que mis ojos se movieran hacia Ace cuando el hombre a su lado, sí, no entendí su
nombre se sentó, y antes de que Ace se pusiera de pie, tomó otro trago de su botella de agua y
quedé momentáneamente hipnotizado por el abultado bíceps de su brazo.

Santa mierda, había estado rodeado de hombres con musculatura bien construida antes.
Demonios, Derek, mi amigo y entrenador en mi casa de Florida, estaba repleto, pero este tipo
incluso lo vencía. Realmente no pensé que podría rodear ese bíceps con mis manos. Simplemente
increíble.

Cuando Ace bajó la botella y se inclinó hacia un lado para colocarla en el suelo, levantó la
cabeza y definitivamente no me equivoqué cuando llamó mi atención esta vez, porque un lado de
su boca se levantó en una jodida sonrisa como si acabara de atraparme... bueno, mirándolo
boquiabierto.

Maldición.

Ace se puso de pie y deslizó sus manos en los bolsillos de sus jeans mientras miraba alrededor
del grupo. Luego soltó una sonrisa tan amplia y engreída que no podías evitar sentir admiración
por su confianza. El chico la tenía a montones.

—Hola chicos, soy Ace —dijo, y no era el único que obviamente pensaba que esa declaración
era redundante, si las risas y los comentarios de mierda eran una indicación. Pero Ace simplemente
se rio afablemente y escaneó el círculo—. Estoy realmente entusiasmado con este proyecto que
estamos a punto de emprender y Ron me pidió que me disculpara por adelantado por matar al
menos a la mitad de vosotros en los primeros diez minutos…

—Sí, sí, Ace, lo que sea —dijo Ron.

—Bueno, está bien, tal vez un tercio de vosotros. La primera película fue una experiencia
increíble, y estamos muy contentos de teneros bordo con nosotros. No puedo esperar para llegar a
conoceros a todos y volver al trabajo.

Mientras se sentaba, todos aplaudieron y un par de personas silbaron mientras la emoción


recorría al grupo, aplaudí mecánicamente junto con el resto de la multitud, sin dejar de mirar al
hombre que ahora estaba sentado con las piernas extendidas enfrente de él. Cuando Ace terminó
de pavonearse bajo la atención de todos, cruzó los brazos sobre el pecho, se recostó, y sí, me miró
directamente.

Ah, demonios. No había sido paranoico, definitivamente estaba obsesionado conmigo. Y


después de algunas personas más, sería mi turno de ponerme en pie y actuar como si los ojos del
hombre con el que solía follar en mi imaginación no estuvieran pegados a mí porque pensaba que
era un completo imbécil. Bueno, para ser justos, ahora yo pensaba de él que era un imbécil elitista
de grado A, así que, ¿qué me importaba lo que él pensara de mí?

El caso era que había algo en la forma en que me estaba mirando. No podía precisar de qué
se trataba, y no había manera de que ese parte persistente de mi cerebro dejara de decir que era el
interés correcto, porque, bueno, simplemente no podía ser. Pero Ace me miraba como si... como si
me conociera íntimamente.

Se estaba mordiendo el labio inferior con los dientes superiores y me estaba mirando con los
ojos entornados. Y seamos honestos aquí, a pesar de que había actuado como la polla más grande
del mundo, el hecho de que Ace Locke me mirara como si quisiera cruzar el círculo y arrancarme
la ropa me había...

—Amigo. —El hombre a mi derecha chocó con mi codo, y aparté mis ojos de Ace para
mirarlo—. Es tu turno.
Oh, mierda. Mis ojos volaron alrededor de la habitación, y pude sentir el calor de mi piel
mientras la vergüenza me envolvía. Todos ahora me miraban directamente a mí, incluyendo a Ace.
Respiré hondo, preguntándome de qué otra manera este día podría arruinarse, y luego decidí...
¿cuál es mi lema? ¿Fingir hasta que lo consigas? Me puse de pie y torcí el guion entre las manos,
y luego, con toda la falsa bravuconería que pude reunir bajo estas circunstancias, me presenté.

—Hola, soy Dylan y soy nuevo en todo esto de hacer cine. —Eché un vistazo al reparto y a
Ron, asegurándome de evitar el contacto visual con el hombre que no dejaba de molestarme—.
Estoy realmente emocionado de ser parte de este proyecto y mi única petición es que me hagáis las
cosas más fáciles.

Todos rieron entre dientes, y esta vez no pude evitar que mis ojos buscaran a Ace, quien se
había deslizado hacia adelante en su silla con los codos apoyados en sus rodillas, mirándome
intensamente mientras asentía y decía: —fácil, ¿eh? Deberías haberte guardado eso. Ahora has
llamado mi atención.

Ace se echó hacia atrás y miró hacia Ron, y joder, juro que mi corazón latía con tanta fuerza
que fue un milagro que no se escuchara en el silencio que siguió. ¿Se dio cuenta de lo que acababa
de decirme? Atrapé su atención, no me digas.

—Pero... tal vez si pasas la iniciación, no seremos duros contigo.

Estreché mis ojos en su cara. Jesús, ¿qué diablos significa eso...? —Uhhh... ¿Qué iniciación?

Ace dio una inclinación arrogante de su barbilla mientras miraba hacia el resto del elenco.
—Pronto lo sabrá, ¿verdad, chicos?

Todos le devolvieron la sonrisa como si fuera su maldito héroe o alguna mierda, y en lo único
en que podía pensar era en decirle que se fuera a la mierda…

—Gracias, Dylan —dijo Ron antes de lanzar una mirada en dirección a Ace—. Compórtate,
Locke.

Ace se encogió de hombros antes de cruzar sus brazos y apuntarme con una sonrisa
impenitente. —Pero, ¿dónde está la diversión en eso?
Tragué más allá del enorme nudo en mi garganta, de alguna manera sabiendo que había
mucho más en esa declaración que los dos minutos de infierno que acababa de pasar.

Comportarse no parecía ser una palabra que iba de la mano con el tipo duro que había llegado
en un automóvil que valía más que una casa de tamaño modesto. Tampoco pertenecía al hombre
que ahora había vuelto a mirarme como un rey que estaba evaluando su próxima conquista.
que estaría agradecido de decir que me alegraba tener solo unas pocas líneas
salpicadas a lo largo del guion, pero después del comienzo de la mañana, no quería que la atención
se centrara en mí. Así que cuando llegó el momento de decir mis líneas, las pronuncié con la mayor
convicción posible e intenté mantener el ritmo, pero mi mente estaba preocupada por la estrella de
cine sentada frente a mí.

¿Cómo demonios iba a trabajar con este tipo? Y pensar que al entrar en esto realmente me
había emocionado. No esperaba sentirme como un estudiante de primer año incómodo en la escuela
secundaria siendo molestado por el mariscal de campo senior. El mariscal de campo sexy.

Ace era incluso mejor en persona que en la pantalla grande, y créanme, después de que me
hubiera puesto en mi lugar varias veces esa mañana, esa no era una admisión que quisiera hacer.
En el último par de horas, había controlado toda la estancia, no solo con su voz profunda y
resonante, sino además tenía ese factor dominante. ¿Cómo lo llaman? Presencia. Fuera lo que fuera,
cuando Ace estaba hablando, tenías que prestarle atención. Y cuando dijo sus últimas líneas y las
últimas instrucciones del guion fueron leídas, todos gritaron y silbaron, y la energía en la sala
alcanzó su punto máximo.

—Buen trabajo a todos —dijo Ron mientras se ponía de pie—. ¿Listos para ir a trabajar? —
Cuando un coro de sí sonó, él asintió—. Bien. Tenemos un bonito y ambicioso programa de rodaje,
ya que trabajaremos principalmente en locación y en el tanque, por lo que el clima y los viajes no
serán un problema. Todos van a estar mojados todo el día y todos los días en un futuro previsible,
así que asegúrense de tomar sus malditas vitaminas y beber un poco de jugo verde, por favor.

Hubo gemidos después de esa declaración y un brillo diabólico encendió los ojos de Ron.

—Y, por cierto, señores —dijo—, asegúrense de ver a JT antes de partir hoy. ¿Alguna
pregunta?
Sí... ¿quién es JT?

—Está bien, nos vemos mañana.

Cuando todos se pusieron de pie, me incliné hacia el joven rubio a mi lado y le pregunté: —
¿quién es JT?

—El barbero.

—¿Y por qué tenemos que ver al barbero?

Sus ojos se dirigieron a mi pelo.

—Eso se debe ir, hombre.

¿Qué?... joder. —¿Hablas en serio? —Cuando asintió, solté una maldición. Mi agente iba a
tener un ataque de histeria.

—Soy Russ —dijo el tipo, y me estrechó la mano—. No tan novato como tú, pero solo he
hecho algunas cosas indie hasta ahora. Siempre quise trabajar con Ron.

—Sí, parece un tipo genial.

—Oh, él es duro, aparentemente. Pero es un tipo duro y divertido.

—Cualquier culo duro me parece un momento divertido —le dije, sonriendo.

Las cejas pálidas de Russ se dispararon y luego sus labios se curvaron. —Sabes, nunca he
tenido ninguna queja hasta ahora.

—¿Nunca has tenido quejas sobre qué? —dijo una voz detrás de mí, y salté de mi asiento y
me volví para ver... Joder.

Mientras Ace me miraba expectante, mi cerebro decidió decir que le den. Ya había hecho el
ridículo frente a este tipo hoy, y su opinión sobre mí no podía empeorar, por lo que el filtro educado
estaba a punto de desaparecer.

—Estábamos hablando sobre el culo duro de Russ, que estoy seguro que podrías apreciar.
Russ me miró boquiabierto por el rabillo del ojo, pero la cara de Ace permaneció inexpresiva,
su mirada nunca vacilando de la mía. Sí, lo dije. El elefante en la habitación. La nueva sexualidad
de Ace, y yo simplemente había ido allí.

—Date la vuelta —dijo Ace, y luego rompió nuestro contacto visual para mirar a Russ.

—Uh... ¿qué? —chilló Russ.

Ace hizo un gesto con la mano. —Gírate, date la vuelta. No puedes esperar que contribuya a
esta conversación si no veo el producto de primera mano.

Russ vaciló y me miró, y cuando me encogí de hombros, se giró lentamente en la dirección


opuesta.

Ace se frotó la barbilla mientras sus ojos viajaban desde la parte superior de la cabeza de
Russ por su ancha espalda y hasta el culo en cuestión. —¿Qué piensas? Danny, ¿verdad?

—Dylan.

—Bien, Dylan. Entonces, ¿qué piensas sobre el trasero de Russ?

¿A qué tipo de juego está jugando? —Es… agradable.

—¿Agradable? —se burló Ace—. Un chico no quiere escuchar que su culo es simplemente
agradable. Inténtalo de nuevo.

—Apretado. Russ tiene un culo apretado.

—Eso es algo que no esperaba que supieras, acabas de conocerlo. —La sonrisa de Ace se
hizo más amplia cuando la parte posterior del cuello de Russ se tornaba de un tono rojo más oscuro.
Los ojos de Ace se movieron hacia mí—. Yo diría que es... sexy.

Me encontré con su mirada fija mientras respondía: —o alto y firme. Bastante más que un
poco.

—Lo suficientemente firme como para rebotar una moneda de veinticinco centavos… —
Russ giró tan rápido que tropezó con la pata de una silla.
—Gracias chicos. Tengo que ir a ver a JT ahora, pero aprecio el cumplido. Cumplidos. Nos
vemos mañana. —Cogió su guion de su asiento y prácticamente salió corriendo del estudio de
sonido.

Ace dejó escapar un profundo sonido de risa. —Creo que lo asustaste.

—¿Yo? —dije—. Tú fuiste quien le ordenó al tipo que se girase para que pudiésemos
inspeccionarlo como si estuviese en una subasta.

—Parece que sabes algo sobre eso.

Abrí la boca para refutar su afirmación, pero luego recordé que una noche, años atrás, arrastré
a Derek al escenario para poder ganar algunos miles de dólares para caridad.

Ace inclinó su cabeza hacia un lado mientras me estudiaba. —Interesante. Te vuelves más
intrigante con todo lo que dices. O mejor dicho con lo que no dices, en este caso.

—Supongo que estoy aquí para tu entretenimiento —dije con ligereza, metiendo el guion en
la parte trasera de mis jeans.

Ace se acercó un par de pasos, y aunque estábamos a la altura de los ojos, el tamaño de los
músculos de él lo hacía parecer más grande que la vida. Era intimidante y la mirada de sus ojos era
paralizante. Estaba congelado en mi sitio mientras bajaba la voz y decía: —ten cuidado al hacer
promesas, Dylan. Puede que te tome la palabra.

Sabía que debía parecer tan aturdido como me sentía, porque la boca de Ace se dividió en
una sonrisa sensual y siguió hablando, claramente dándose cuenta de que no tenía palabras.
Ninguna. Ni. Una.

—Sabes, este pequeño juego fue divertido y todo, y el culo de Russ no está mal. Pero apuesto
a que un par de calzoncillos blancos de Calvin Klein y una chaqueta de cuero sexy detendría el
tráfico.

Mientras sus palabras entraban en mi cabeza, las registré. Una vez. Dos veces. Y luego mis
ojos se agrandaron. No hay forma de que esté hablando…
—Es casi una pena que tu pelo tenga que desaparecer. Así es como siempre te imaginé en mi
mente cada vez que llegaba a esa provocadora valla publicitaria en Hollywood y Highland. —Hizo
una pausa y luego dio un paso a mi alrededor, y justo cuando nuestros hombros se rozaron, susurró:
—nos vemos mañana, Dylan.

salía del escenario


sintiéndome mejor de lo que me había sentido en meses.

Joder, ¿quién hubiera pensado que Marky Mark terminaría en mi próxima película? Era casi
como el destino o alguna mierda de esas. Fuera lo que fuera, no iba a cuestionarlo porque Jesús,
Dylan era aún más atractivo en persona. Él era... impresionante.

Siempre me había preguntado de qué color serían sus ojos cada vez que ralentizaba mi auto
y pasaba por su valla, pero nunca habría acertado. Eran de un hermoso color verde mar que era tan
inusual que no podías dejar de mirarlos, y su cabello... Realmente era una pena que fuera a
desaparecer, porque era el tipo de cabello que querías agarrar y usarlo para controlar a dónde tenía
que ir su boca. Y hablando de bocas... pensé mientras desbloqueaba el cerrojo de mi coche y abría
la puerta. Dylan tenía una boca muy audaz que quería callar con la mía propia, a pesar de estar
rodeado de un elenco que no conocía y de compañeros que sí. Iba a ser un problema. En el poco
tiempo que habíamos estado en la presencia del otro, me había vuelto descuidado. Lo que
significaba una cosa… estaba jodido.

Me deslicé en el asiento del coche, y cuando cerré la puerta, Dylan salió del estudio y me
inmovilizó con una mirada curiosa. Pude sentir mi polla responder bajo su mirada, y por primera
vez en mucho tiempo me sentí consciente de lo que alguien pensara de mí. Quería saber
exactamente qué estaba pensando en ese momento.

¿Estaba impresionado por mi auto? ¿Piensa que soy sexy? ¿Le gustaron mis películas...?, ¿en
serio? ¿Qué soy una niña de-doce-años?

Arranqué el motor del auto y, cuando la música explotó en los altavoces, vi a Dylan poner
los ojos en blanco. Sí, está bien, a este tipo iba a ganármelo poco a poco. Espera un segundo...
¿Ganármelo? ¿Cuándo me había preocupado lo que alguien pensaba de mí? Presioné el botón de
mi ventanilla, y cuando bajó, Dylan se dirigió en mi dirección. Cuando llegó al costado del
automóvil, se detuvo y se inclinó por la cintura para mirar por dentro. Luego levantó una ceja como
si no estuviera completamente impresionado.

—Trata de no golpearme al salir, ¿eh? Sería una pena que me atropellaras en el mismo coche
en el que te has masturbado, ¿no crees?

Atrevido era exactamente la palabra correcta para Dylan, porque no podía pensar en otra
maldita alma que tuviera las pelotas para decir eso solo a unos centímetros de mi cara. Y demonios,
eso solo me hizo quererlo más. Me concentré en esa boca tan inteligente y asentí. —Me gustaría.

Los labios de Dylan temblaron y se enderezó, pasando sus dedos a lo largo del borde de la
puerta, y podría jurar que lo oí decir: —especialmente porque estoy usando tus Calvins favoritos...
Te veo mañana, campeón2.

me dirigí a Temescal Canyon Park para reunirme con Kenny, mi


amigo y entrenador. Con las exigentes escenas de acción para Insurrection II, era imprescindible
que me mantuviera en la mejor forma posible, lo que significaba horas extra en el gimnasio y, esta
tarde, una caminata por el cañón. Pasé por mi casa para cambiarme rápidamente y cambiar de
vehículo, y cuando estacioné mi Range Rover negro en el lugar junto al Jeep de Kenny, lo vi
apoyado en el maletero con los brazos y los tobillos cruzados, esperándome.

Cuando salí del automóvil, Kenny dijo: —ya era hora de que aparecieras. Estaba empezando
a pensar que me habías plantado.

Caminé alrededor de la parte trasera del auto, y cuando él tendió su mano, se la golpeé con
la mía, tirando de él para darle un abrazo amistoso y sacudiendo mi mano en su espalda. —Deja de
quejarte. Sabes que el tráfico es una perra a esta hora del día.

2 Es un apodo por el que Dylan llama a Ace, aun así, se ha traducido por ‘campeón’ pero siempre que aparezca se referirá a ese apodo
—El tráfico aquí es una perra a cualquier hora del día.

Esa era la verdad. Lo juro, cada año empeoraba. Siempre se sentía como si cada persona que
residía en Los Ángeles estuviera en marcha cada vez que tenías prisa por llegar del punto A al
punto B, y hoy no había sido diferente.

—Aww, pero tienes la oportunidad de disfrutar del sol y la naturaleza.

—Hace mucho calor aquí afuera. No nos hemos movido más de tres pasos y estoy sudando
como si hubiera corrido cinco millas —dijo Kenny.

Cinco millas, qué chiste. Si estuviéramos corriendo en cualquier lugar, probablemente sería
entre ocho y diez, pero eso no era lo que nos tenía reservado hoy. Íbamos a escalar una montaña, y
no solo subirla. Este hijo de puta me iba a hacer detenerme cada media milla y hacer algún tipo de
tortura intensa que había ideado en su pequeño y malvado cerebro.

Levanté la vista hacia el sol sobre mi cabello y luego sacudí mi cabeza. Kenny era un duro
maestro cuando se trataba de mi régimen de ejercicios. No es que pudiera culpar al tipo, ya que me
había mantenido en la mejor condición física durante los últimos cinco años. Algo que se requería
para estar en la cima de mi profesión.

—¿Cuándo te convertiste en un bebé, Kenny? Cualquiera pensaría que soy yo el que te ha


estado cabalgando.

Kenny alzó la ceja y sonrió en mi dirección. —Realmente, Ace. Ahora no es el momento de


flirtear.

—¿No? Creo que siempre debe haber algún tipo de bromas antes de que me vayas a joder.

Kenny se rio de eso y asintió. —Tienes razón, y me conoces. No planeo ser fácil contigo. Haz
que tu culo se mueva, semental.

Lo empujé, pero luego ambos nos dirigimos hacia el comienzo del camino. Aunque el día
estaba lleno de humedad, todavía había varios coches estacionados por nuestro camino, así que me
aseguré de bajar mi gorra de béisbol lo más bajo que pude, y tenía mis aviadores habituales en su
lugar. La constante vigilancia a la que siempre estaba sometido nunca estuvo lejos de mi radar, por
lo que era cauteloso a pesar de que este no era un lugar que los paparazzi típicamente vigilaran.

Ahh, la vida de una celebridad. Muy glamoroso ¿Quién no amaría tener a alguien mirando
cada uno de tus movimientos a una hora determinada? Me encantaba mi trabajo, pero a veces quería
ir a un puesto ambulante de comida a la una de la madrugada y conseguir una hamburguesa con
queso sin que todos se preguntaran si estaba comiendo demasiado para engordar para un papel o
comiendo mucho porque alguien me había roto el corazón. En serio, a veces solo quería una
hamburguesa con queso.

—Entonces, ¿cómo te fue en la lectura de esta mañana? ¿Crees que será tan épico como la
primera? Ya sabes lo que dicen sobre las secuelas...

—Oye, cállate, gilipollas. No necesito tu mal juju en el universo. Además, no me habría


involucrado nuevamente si no hubiera pensado que iba a patearles el culo.

—Touché —dijo Kenny con una sonrisa—. Hablando de patadas en el culo, déjate caer y
dame una serie de veinte de ejercicios aeróbicos.

Al detenerme, lo fulminé con la mirada y le dije: —te odio. Solo pensé que deberías saberlo.
—Luego me dejé caer al suelo, sí, allí mismo, en el sendero polvoriento y empinado, e hice la
combinación de saltos y lagartijas que era la ruina de la existencia de todo deportista. Después de
las veinte, salté sobre mis pies y sacudí mis manos en mis pantalones.

—Imbécil —murmuré mientras comenzaba a caminar por el sendero, y Kenny se echó a reír
detrás de mí.

—¿Agua? —preguntó, tendiéndome una botella. La agarré y, después de tomar un sorbo


pequeño, lo sostuve de costado delante de mi pene para que él la tomara. El hombre no era mi tipo
o incluso gay, para el caso, pero si intentaba aprovechar cada oportunidad para atormentarme, haría
todo lo que estuviera a mi alcance para hacerlo sentir un poco incómodo.

Kenny rodó los ojos y me arrebató la botella. —Estoy seguro de que a los paparazzis les
hubiera encantado esa oportunidad ‘Ace es atendido por su nuevo novio en Temescal Canyon’.
—Pegadizo. Recuérdame que avise a esos muchachos de nuestra ubicación la próxima vez
que hagamos esto.

—Prefiero no ser el primero, pero gracias de todos modos —dijo Kenny, y luego me miró a
los ojos—. ¿Hay, uh... alguien potencial en esa lista?

—¿Lista?

—Oh, vamos, Ace. Somos amigos; podemos hablar de esta mierda. No has salido con nadie
después de todo ese montaje publicitario con Shayne, y pensé que, ya que habías salido del armario,
ahora estarías... ya sabes...

—¿Follándome a cada chico que tenga al alcance de mi mano?

—Eso es lo que haría la mayoría en tus zapatos.

—¿Cómo sabes que no estoy haciéndolo en privado?

Kenny aminoró el paso y me miró. —¿En serio?

—Solo porque no hayas leído sobre esto en los periódicos no significa que no sea cierto. Pero
no, eso no es lo mío. —Miré por encima de mi hombro hacia donde estaba Kenny comiéndose el
polvo que levantaban mis zapatos—. ¿Vas a empujarme hoy o tengo que escalar esta mierda por
mi cuenta?

Con una sacudida de su cabeza, Kenny corrió a mi lado y me dio un codazo. —Está bien,
¿quién es él?

—¿Quién es quién?

—No estás fuera siendo un gay promiscuo, aunque seguro que deberías serlo, así que eso
significa que eres un tipo de relaciones. Y por la forma en que te ves, como si quisieras cortarme
la polla por decir esto, supongo que al menos tienes el ojo puesto en alguien.

Joder con tener amigos que puedan ver la mierda a través de ti. La próxima vez, caminaré
solo.
Cuando no respondí, Kenny dijo: —dilo, hombre. O puedes tirarte al suelo y darme cincuenta
esta vez.

—Jesús. —Limpiando el sudor de mi frente, contemplé qué demonios decir. Sí, hay un tipo
al que veo en una valla todos los días y me jodo a mí mismo, oh, y él apareció hoy en el trabajo, y
ahora estoy tratando de resolver cómo no tenerlo en mi cama al finalizar el primer día de rodaje.

Tal vez la serie de ejercicios hubieran sido más fáciles.

—Mira, no es algo…

—Lo sabía. Lo sabía, joder...

—Sabes una mierda —le dije, y luego me encogí de hombros—. Solo es un tipo que he visto
antes y que ha aparecido en la lectura de hoy, y no me... lo esperaba, eso es todo.

—Oh, demonios. —Kenny parecía cauteloso—. Así que él es que, ¿un productor? ¿Uno de
los escritores?

—Es un modelo que se está convirtiendo en actor, esta es su maldita primera película.

—Uh... —Se detuvo y puso su mano en mi brazo—. No estás pensando en involucrarte con
ese chico, ¿o sí?

Eso es todo en lo que mi polla está pensando. —Tal vez sí. Tal vez no.

—Mira, sabes que quiero que seas feliz, y sí, encontrar a alguien, pero... Ya sabes lo que
dicen sobre las relaciones en el lugar de trabajo, hombre.

—¿No metas la polla donde está la olla?

Kenny me dio un empujoncito y asintió con la cabeza al final del camino hacia los dos
hombres con cámaras de lente larga apuntando hacia nosotros. —No lo hagas, es lo que dicen.

Suspiré y me acaricié la nuca. Teniendo en cuenta que ya había dicho más de lo que debería
delante de Dylan y Russ, no había empezado exactamente las cosas de la manera más profesional
y platónica. Ni siquiera estaba seguro de ser capaz de hacer eso con Dylan.
Él me hizo ser imprudente. Me hizo olvidar que estaba en una habitación llena de mis
compañeros de rodaje, algunos de los cuales no conocía demasiado bien. Me hizo olvidar mi papel,
y todo porque tenía una cara que literalmente me había detenido en seco durante semanas.

No conocía a ese hombre más de lo que conocía a un conocido que pasaba por allí, pero en
el momento en que me di cuenta de quién era, mi cerebro se había apagado y mi polla se había
activado.

Como dije... me hizo imprudente.

pequeño apartamento más tarde, arrojé mi mochila al suelo y me


dirigí al baño. Me acababa de ver con JT, el peluquero que me cortó el pelo para la película, y me
volví un poco loco.

Empujé la puerta del baño y me detuve frente al espejo. Dios, no pensé que me molestaría
tanto, pero realmente no había querido cortarme el pelo. Sé que suena vanidoso, pero me encantaba
mi cabello. Tenía la longitud perfecta, un poco largo en la parte superior y se veía perfectamente
con los reflejos, y ahora... me quité la gorra de béisbol y gemí. Ahora era más corto y sin mis
reflejos, también conocido como Maverick con el estilo de Top Gun, me aseguró JT. Pero todo lo
que vi fue un cabello corto y sin reflejos.

Me veía como cualquier otro chico. Normal. Nada sobre mí se destacaba ni gritaba
‘único’, que era lo que los fotógrafos y diseñadores querían en un modelo. Tenía el pelo corto y
castaño de todos los demás. Increíble. Mi agente iba a enloquecer.

Volviendo a ponerme la gorra, salí del baño y me dirigí a la nevera en busca de una botella
de agua. Estaba ardiendo en esta pequeña trampa de ratas en la que vivía y el aire acondicionado
no estaba haciendo una mierda. Tomé un trago de la botella y luego pensé ‘que se joda’, y me quité
la camisa por encima de la cabeza, tirándola en el respaldo del sofá mientras me dejaba caer sobre
ella. El ventilador que oscilaba sobre mí de una manera vacilante me hizo pensar que podría morir
uno de estos días si se desmontaba de sus articulaciones.
Que día.

¿Primer día trabajando en una película multimillonaria de Hollywood? Comprobado.

¿Casi atropellado por el tipo más sexy del planeta? Comprobado.

¿Llamado imbécil por el tipo más sexy del planeta? Comprobado.

¿Descubrir que el chico más sexy del planeta tiene una erección por mí? Comprobado. Y una
jodida mierda. ¿Qué se supone que tenía que hacer con esa información? Bueno, pensé, mientras
presionaba mi mano sobre la erección presionando contra mis jeans, además de lo obvio.

Todo empezaba a tener más sentido ahora. De acuerdo, no era la primera vez que-lo-hacía…
era pura coincidencia y el hecho de que no estaba prestando atención. Pero la intensa forma en que
Ace se había concentrado en mí. La forma en cómo me llamó, se aseguró de que tuviera mi
atención, como si quisiera que me fijara en él. Y ahora sabía por qué. Él se había fijado en mí
primero. Y ese hecho me estaba volviendo loco.

Durante años había estado viendo las películas de Ace con Derek, y admito que había
fantaseado sobre el tipo de una manera que probablemente no era saludable, así que cuando tuve
la oportunidad de trabajar con él, me había subido a ese tren rápidamente. Entonces hoy había
sucedido. Supuse que podía elegir mirarlo de dos maneras.

Una, una situación muy vergonzosa donde el hombre de mis sueños, y probablemente el
sueño de cualquier otra mujer y hombre gay en el planeta, casi me mata con su lujoso auto
deportivo. O podría verlo como que acababa de aterrizar en el radar del astro Ace, y tenía la
sensación de que tendría dificultades para sacarme de allí...

Mhmm bien, esas palabras me hacían todo tipo de cosas, incluso si el tipo me había tratado
inicialmente de la manera equivocada. Oh Jesús, solo déjalo ya. El chico me la pone dura a pesar
de haberme tratado como un culo. ¿Y qué diablos dice eso de mí?

Sabía que a Derek le iba a encantar mi primer día de mierda, así que al encender el televisor,
busqué el teléfono dentro del bolsillo de mis vaqueros, y antes de que pudiera hacer una llamada,
miré hacia arriba y vi lo que estaba parpadeando a través de mi pantalla en alta definición.
Ace Locke… sin camisa.

Podría haber sido un poco infantil por mi parte, pero no voy a mentir, cuando el nombre de
Ace apareció en la pantalla, la prisa que solía tener al anticipar una de sus películas se amplificaba
unas mil veces. Quiero decir, Jesús, había coqueteado con este tipo. Quiero decir... le dije qué ropa
interior llevaba, por el amor de Dios. Y el hecho de que él me hubiera dicho en mi cara que le
gustaría verme en ellos, me hizo desabrochar el botón superior de mis jeans, listo para disfrutar
de la película.

Y luego allí estaba él. Ace Locke con pantalones cortos empapados y húmedos que se
aferraban a cada músculo de sus gruesos muslos y... Ahh sí, el impresionante bulto entre ellos. La
mejor parte de la maldita película. De acuerdo, la trama también era increíble, pero en realidad, no
es como si estuviera atento mientras estaba acostado empujando mis manos por dentro de mis
pantalones.

El hombre salió en cámara lenta de las olas rompientes, como un jodido dios Titán que llega
a atrapar a todos los simples mortales con su presencia, y hablando como un amante de todas las
cosas del surf, la arena y el sexo, el agente de esta película en particular había dado en el clavo con
el papel de Ace. Hasta el día de hoy, tanto hombres como mujeres han hablado de los créditos de
apertura, y a partir de ahí la película ha llamado la atención de todos.

Ya arrastrándome más abajo del sofá, pasé la palma de mi mano sobre mi erección. Nunca
fallaba con una simple mirada a Ace, donde quería recorrer sus abdominales de tabla de lavar. Me
avergonzaba admitir que probablemente no llegaría mucho más allá de los cinco minutos en esta
película, pero demonios, no era como si no supiera que iba a terminar felizmente. Al igual que yo,
solo un par de horas antes.

Busqué el lubricante que tenía debajo del sofá, listo para comenzar a relajarme, cuando mi
teléfono comenzó a vibrar donde lo había dejado caer junto a mí.

Volviendo a mirar la televisión, me senté para poner pausa, sin querer perderme un segundo
del torso desnudo de Ace en mi pantalla, y ahora el abdomen de ese bastardo ocupaba todo el
espacio. Oye, no es un mal lugar para presionar pausa, considerando todo.
Fruncí el ceño ante la identificación de la persona que llamaba, y luego, antes de que pudiera
pensarlo mejor, pasé el dedo para responder y volví a caer en el sofá.

—Será mejor que sea una emergencia, Ziggy.

Una risa perezosa se escuchó en el teléfono antes de que papá respondiera: —¿por qué?, ¿te
pillé azotando al mono?

Eché un vistazo al lubricante y luego sacudí la cabeza. —Todavía no, gracias a ti.

—Aww, y ahora estás frustrado —dijo—. Puedo ver tu fruncimiento de ceño desde aquí,
joven. Será mejor que dejes de hacerlo o te saldrán arrugas, lo que dificultaría en gran medida tu
carrera.

A mi pesar, mis labios se crisparon ante la indignidad de Ziggy. —¿Sí? La interrupción del
bienestar al principio de lo que prometía ser una paja épica me daría bolas azules para combinar
con el cabello gris. Entonces tú eres quien realmente está poniendo en peligro mi futuro.

—Sabes, si tienes problemas para levantarlo, ¿podría sugerir alguna hierba de epimedium 3?

—Ziggy…

—Está bien, ahora, solo escúchame. Tu madre y yo hemos estado probándolo durante
semanas, y funciona como un encanto. Diablos, no pude salir de la cama el otro día durante doce
horas...

—No creo…

—Si no puedes conseguirla, avísame y haré que el Dr. Faukstein te la prescriba. No tienes
que fumarlo; puedes tomar una pastilla y luego estallar la polla...

Mis padres. Son buenas personas, solo un poco... poco convencionales.

—Gracias, Zig, lo investigaré —dije—. Hablando de eso, ¿cómo está Sunshine? ¿Se está
recuperando de tu recorrido del Kama Sutra lleno de drogas?

3 Afrodisiaco natural
—Oh, tu madre está más caliente que una plancha de grasa de pollo. Sus orgasmos son muy
explosivos, también. Para chuparse los dedos...

—Sí, está bien, eso es genial de escuchar. Entonces, ¿hay algo que necesites? —pregunté,
tratando de retomar el rumbo de la conversación para que pudiera terminar, y poder regresar a mis
propios malditos orgasmos.

—De hecho, lo hay. Se acerca el día del cumpleaños de Lennon, ya sabes, y ha sido más
silencioso que un ratón meando en algodón cuando se trata de ideas de regalos. ¿Tienes ideas para
aportar?

—¿Todavía está en esa búsqueda espiritual para encontrarse a sí mismo? Quizás podrías darle
una mano con eso.

—No deberías burlarte de los viajes de otras personas, Daydream4. —La voz de mi padre se
volvió severa—. Puede llegar un momento en que tú también estés buscando respuestas.

—En lugar de regalos, ¿por qué no te vas con él a una de esas cabañas de sudor que os
gustan? Limpiar las toxinas malignas y esas cosas. Además, es un tiempo familiar de calidad,
¿verdad?

—Brillante —dijo, y luego agregó—, ¿quieres venir? ¿Cuándo vendrás a casa?

Buena pregunta. Cuando vine por primera vez aquí, había sido para un trabajo de fin de
semana rodando el anuncio de Calvin Klein del que Ace era tan... aficionado. Pero luego mi agente
me reservó otro trabajo... y luego otro... y el trabajo había sido tan constante que abandoné el hotel
en el que me había hospedado y decidí alquilar mes a mes, un apartamento cerca del estudio. Tal
como estaba ahora con el rodaje, mi agenda me tendría por aquí al menos otras doce semanas. No
me quejaba… me encantaba la costa oeste.

—Me encantaría, Zig, pero no estoy seguro de cuándo regresaré. Estaremos filmando por
unas semanas.

4
Significa ‘Sueña despierto o ensueño’ pero se deja como el original porque es el nombre por el que sus padres llaman a Dylan
—Mi hijo. Una gran estrella en Hollywood. ¿Has conocido a alguien famoso? ¿Willie
Nelson? ¿Carly Simón?

Mis ojos se detuvieron sobre los abdominales rasgados de Ace en la pantalla. Oh, conocí a
alguien famoso, cierto. Y era más que solo un conocido transitorio...

—Noo —dije—. Solo un grupo de fotógrafos que no conoces. Y salí a surfear un poco con
algunos de los otros chicos de la agencia.

—¿Alguien llamó tu atención?

—Sabes que mi tipo no es el de chico bonito.

—Eso es porque tú eres un chico bonito. Pero lo entiendo. Tal vez deberías intentar con
clases de yoga.

Puse los ojos en blanco, pero me reí entre dientes. —De acuerdo. Dale a Sunshine mi amor.

—Oh, planeo darle...

—Bien, me alegro de haber hablado contigo, Ziggy. Chatea más tarde. —Y con una rápida
pulsación del botón final, tiré el teléfono al sofá.

A veces me preguntaba cómo diablos había terminado siendo alguien normal con padres a
los que llamaba por sus nombres. Bueno, ¿a qué se le puede llamar normal de todos
modos? Después de la mierda que había pasado cuando era niño, cualquier padre era una
mejora. Incluso aquellos que todavía creen en el amor libre y cantan ‘Kumbaya’ junto al fuego
después de la cena.

Echando un vistazo al televisor, me pregunté si valía la pena volver a intentarlo, pero después
de toda la información lanzada por Ziggy, me sentí bastante marcado para el resto de la noche. Al
menos mi polla lo estaba.

Eso no quería decir que no podía intentarlo nuevamente y repetir mi encuentro con Ace. O
preguntarme si, dondequiera que estuviera ahora, él estaba haciendo lo mismo.
prueba el golpe otra vez, pero esta vez un poco más rápido. A la
cuenta de tres. Uno, dos…

En tres, moví mi puño hacia Angelo, el coordinador de dobles, apuntando justo debajo de su
barbilla en lugar de hacer contacto.

—Perfecto —dijo Angelo, asintiendo con la cabeza en señal de aprobación—. Haz equipo
con Russ y trabaja en las combinaciones de nuevo.

A medida que avanzaba hacia la siguiente pareja, mis nudillos crujieron y me puse delante
de Russ. Era nuestro primer día de ensayo, y habíamos estado trabajando en golpes y patadas
durante la mayor parte de la mañana. Nunca antes había tenido que hacer ningún tipo de trabajo
con acrobacias, demonios, no había actuado antes… a menos que contaras el teatro de la escuela
secundaria… pero estaba en muy buena forma, cortesía de Derek. Se había asegurado de que
trabajara en cada pulgada cuadrada del gimnasio que poseía en Sunset Cove. Compartir
apartamento siempre había sido un dolor de cabeza también, al menos en lo que respecta a la
comida. Siempre tenía que colar mis malditas patatas fritas.

—Está bien, tipo duro. Ven hacia mí —le dije a Russ y me puse en posición. Luego imité un
movimiento directo de The Matrix y le indiqué que se acercara.

Russ lanzó una patada a mi pierna, que bloqueé, y luego arrojó un par de golpes. Cuando
tomé represalias, pateé un poco demasiado arriba en la parte superior del muslo, y las manos de
Russ cayeron hacia abajo para cubrir su ingle.

—Cinco centímetros más arriba y me habrías dejado en el suelo.

No pude evitarlo… mis ojos se dirigieron hacia donde todavía se estaba cubriendo. —Solo
cinco centímetros, ¿eh? Impresionante.
Hubo un brillo en los ojos de Russ mientras sonreía. —Eso es lo que me han dicho.

—Ohh, así que las chicas están haciendo una fila afuera del estudio por ti.

—Con suerte no las chicas.

Ah, ahora esto tiene sentido. La forma en que enloqueció después de que Ace y yo le
miráramos el culo ayer me hizo pensar que era un hetero asustado, pero ahora me doy cuenta de
que probablemente tenía más que ver con Ace Locke evaluando sus... activos.

Russ se pasó una mano desde su pelo recién cortado a la parte posterior de su cuello, y cuando
la apretó allí se encogió de hombros y preguntó: —¿estás de acuerdo?

—Oye, amigo, espero que algunos de esos chicos que están afuera también estén haciendo
fila para mí. —Le guiñé un ojo, y cuando él se rio, noté que sonaba algo aliviado.

—Uhh... tenía el presentimiento —dijo, volviendo a su posición, visiblemente más relajado.

—Oh, ¿sí? ¿Qué me delató? ¿El hecho de que estaba revisando tu culo ayer?

Esta vez Russ me hizo señas con el mismo gesto que yo había usado antes, y luego me mostró
una sonrisa que iluminó su rostro. Huh, Russ era... bueno, joder, era un tipo guapo. Había estado
tan atrapado por la presencia de Ace que no me había tomado el tiempo de mirar realmente a Russ.

—Eso podría haberme avisado. —Se rio entre dientes—. Ahora, qué tal si apuntas a mi pierna
para que mis chicos puedan seguir funcionando, ¿sí?

Lo alineé en mi punto de mira, y repasé todo lo que el coordinador me había dicho que hiciera
antes de seguir adelante con el movimiento, y luego pateé mi pierna, conectando exactamente en
el lugar correcto que se suponía que debía.

Russ gritó y rebotó de puntillas. —Ves, ya lo tienes. Lo tienes totalmente claro. Serás un
profesional en poco tiempo.

—¿Una vez ya cuenta como un profesional? Tendré suerte si no castro a todo el elenco antes
de empezar la producción.
Russ caminó hacia mí y me dio una palmada en el hombro. Teníamos más o menos la misma
estatura y sus ojos marrones color chocolate estaban cálidos mientras continuaba sonriéndome. —
Bueno, en el peor de los casos, siempre puedes quedarte ahí parado y verte lindo.

—O matarme antes.

—Noo, no puedes morir. Tienes que ayudar a Ace Locke —dijo mientras señalaba con su
mano como si viera el nombre en las luces de una carpa—. Salva la situación.

Me reí de la baja y dramática inflexión que Russ acababa de adoptar, y luego le di un codazo
en el costado. —Sí, sí. Bueno, tal vez deberíamos apagar las luces de la carpa para que puedas
tomar algunas fotos de ti mismo y permanezcas de una pieza.

Russ caminó unos pasos lejos de mí y asintió. —De acuerdo. Te toca.

Me moví a la posición defensiva, ampliando mis piernas ligeramente para apoyarme en el


suelo, y levanté los brazos con las palmas hacia arriba.

—Listo cuando tú lo estés.

Los ojos de Russ se estrecharon en mí, y pude ver que se preparaba para atacar. Pero justo
cuando su brazo se giró en mi dirección, el sonido de una risa familiar resonó en las paredes de la
sala de entrenamiento, y giré mi cabeza levemente para ver a Ace caminando por la puerta. Sin
embargo, fue suficiente movimiento para que el puño de Russ se conectara con mi mandíbula justo
cuando los ojos de Ace se fijaban en los míos.

—Oh, mierda... —Escuché decir a Russ, pero todo en lo que podía concentrarme era en el
dolor que me recorría la barbilla. Más que eso, sin embargo, fue la vergüenza de que cierta persona
me vio ser golpeado.

Impresionante... solo jodidamente espectacular.

Pero no iba a mostrar nada más que una mueca de dolor frente a Ace, así que me enderecé y
moví la mandíbula para asegurarme de que la maldita cosa no estuviera rota, ‘bueno, una leve
exageración’, mientras tanto Russ se acercó a mí.
—Lo siento, te moviste y ya era demasiado tarde para...

Levantando la mano, dije: —está bien. Es mi culpa que me haya distraído.

La mirada de Russ pasó por mi hombro. —Sí, estoy de acuerdo, ese tipo es una gran
distracción.

Todavía mortificado, no iba a darme la vuelta y mirar al hombre al que se refería, así que le
di a Russ jugando un empujón a un lado. —Mi turno.

—No estás planeando un golpe en represalia, ¿o sí? Porque estaría tentado a patear tu trasero
y mandarte al suelo, y preferiría no tener que hacer eso delante de todo el mundo.

—¿Pero te sentirías bien haciéndolo en privado? —pregunté, y un leve rubor apareció en la


cara de Russ. Luego le guiñé un ojo—. Es bueno saberlo.

Volvimos a realizar las diferentes combinaciones, esta vez sin contacto directo. Pero siempre
por el rabillo del ojo seguí todo lo que Ace estaba haciendo al otro lado de la habitación. ¿Cómo
no iba a hacerlo?

El tipo se movía con el sigilo y la velocidad de un león atacando a su presa, que en este caso
era Angelo. Ace no mostró piedad mientras repartía una serie de patadas y puñetazos antes de
derribar al hombre al suelo, y joder, ojalá yo fuera el que estaba atrapado debajo de él. Justo cuando
el pensamiento cruzó por mi mente, Ace levantó sus ojos y captó mi mirada. La mirada en sus ojos
era depredadora, hambrienta y toda para mí. Al menos eso era lo que me permití creer esos
segundos que estuvimos conectados. Pero entonces el hombre al que había inmovilizado en el suelo
maniobró para salir del agarre de Ace, y este se puso en pie de un salto, protegiéndose de la
embestida de los ataques. Cuando fue capaz de tomar la delantera de nuevo, Russ dio un silbido en
voz baja. —Jesús, el tipo es una máquina.

Estaba tratando de quitarme la lengua del paladar mientras contemplaba el juego de músculos
en el cuerpo construido de Ace, luego asentí y dije lo primero que me vino a la cabeza. —Me
pregunto si él será así en la cama.

—Sí, como si alguna vez pudiésemos llegar a saberlo.


—Probablemente tengas razón —le dije encogiéndome de hombros. Pero estoy seguro de
que a mí me gustaría saberlo.

otra vez. Podía sentir sus miradas tan agudamente como si


estuvieran parados justo en frente de mí en lugar de cruzar la sala de entrenamiento. Cuando levanté
la cabeza para mirarlos a los ojos, el rubio apartó la mirada rápidamente, pero Dylan... ese audaz
cabrón me estaba mirando como si quisiera que lo empujara de rodillas y lo hiciera chupar mi
polla.

¿Y no era ese un pensamiento tentador? El pelo más corto y puntiagudo en la parte delantera,
solo acentuaba lo llamativo que era el tipo, y me llamó la atención su fuerte mandíbula y sus labios
carnosos. Labios hechos para envolverme la polla y volverme loco.

El dolor entre mis piernas era insistente, y antes de saber lo que estaba haciendo, estaba
levantando mi camisa sobre mi cabeza. La arrojé sobre la alfombra, y cuando casualmente miré a
Dylan, se mordía el labio inferior y sus ojos vagaban por mi cuerpo.

Infiernos, sí. La forma en que me estaba mirando era la misma expresión audaz que tenía en
esa maldita valla. La que invitaba a… ven a probarme, aunque en este caso, quería su boca en mi
cuerpo.

Antes de que me torturara con una erección completa, me volví hacia Angelo e hice crujir mi
cuello.

—¿Eso es todo lo que tienes? —le pregunté, necesitando una distracción del hombre sexy
como-el-pecado vigilando cada uno de mis movimientos.

—Ohhh, mira quien trajo su mejor juego hoy —dijo Angelo—. ¿Qué tal si les mostramos a
estos tipos cómo se hace?

—Hazlo de una maldita vez.

La cara de Angelo se convirtió en una máscara sin expresión, y luego se abalanzó hacia mí y
me golpeó en el cuello. Cuando le cogí del brazo, entramos en una serie de intercambios, cada uno
de nosotros luchando por la ventaja. Siempre me dio una pelea justa, nunca se molestó en tomarlo
con calma, lo cual aprecié y, demonios, incluso disfruté cuando tuve que trabajar con un poco de...
frustración.

El brazo de Angelo se envolvió alrededor de mi cuello por detrás y su boca estaba en mi


oreja. —Mantén tus ojos en el objetivo, Ace, y no el culo caliente detrás de mí.

Me solté de él y lo empujé hacia atrás. —¿De qué diablos estás hablando?

Él rio. —Crees que no te veo mirando por encima del hombro, pero te veo. No me gustaría
mandarte al suelo delante de tu nuevo amigo.

—Puedes jodidamente intentarlo.

Mis ojos parpadearon por un breve instante hacia donde Dylan estaba mirando, y esta vez
cuando Angelo se lanzó sobre mí, no fue a por la parte superior de mi cuerpo. En un movimiento
sorpresa, se deslizó al suelo y me pateó la pierna para sacarla de debajo de mí, y caí, con fuerza, al
suelo. Luego se inclinó sobre mí, me sujetó con la mano en el pecho y, con una sonrisa victoriosa,
dijo: —jaque mate.

Refunfuñé y lo empujé fuera de mí, y cuando él me tendió una mano, la agarré y me puse en
pie. —Eres un imbécil.

Angelo se rio y soltó mi mano, dando un paso atrás para ponerse en posición una vez más. —
Bueno, el estudio no me paga para mimarte, cariño. No es mi culpa si una cara bonita te está
distrayendo.

—Jesús, estás siendo un bocazas esta mañana.

—¿Me equivoco?

Por el rabillo del ojo vi a Dylan bajarse para esquivar un gancho derecho del rubio, y deseé
que mi cara permaneciera neutral. —Lo que eres es una chica cotilla. Y no creo que el estudio te
pague por ser eso.

—Me pagan para hacerte trabajar. Creo que estoy haciéndolo.


Levanté los brazos y me puse en posición, preparándome para lidiar con el tipo otra vez,
cuando Ron entró y dejó escapar un agudo silbido.

—Está bien, señores, almuercen. Necesito hablar de algo con Angelo. Asegúrense de
rehidratarse bien para que puedan patearles el culo otra vez después.

Un coro de gemidos resonó alrededor del edificio cuando los grupos se separaron y todos se
dirigieron hacia la tienda de comida. Estreché la mano de Angelo y le di una sonrisa arrogante para
hacerle saber que íbamos a continuar cuando volviéramos, y luego giré mi cabeza hacia la bolsa
que había tirado en una silla cuando recién llegué. Hurgando en ella, encontré el recipiente con mi
comida prefabricada de LeanNGreen, y luego vi a Dylan que volvía con un plato en una mano y
una botella de agua en la otra.

Empujé mi bolso en el suelo y me senté mientras él continuaba andando, y había algo


extremadamente convincente en la forma en que sostenía mi mirada. No podía recordar la última
vez que alguien había tenido tanta confianza a mi alrededor, lo cual sé que suena egoísta, pero era
la verdad. La gente por lo general tartamudeaba o se callaba cuando me conocían, pero este chico
tenía una intensa mirada de mierda, y joder si eso no estaba haciendo las cosas más difíciles para
mi imaginación hiperactiva. A medida que se acercaba, me preguntaba si debería levantarme,
entonces lo pensé mejor ya que la contracción en mi polla se convirtió en un latido constante.

Jesús, ¿cómo voy a mantenerme decente con este tipo? Demonios sí lo sabía, pero necesitaba
resolverlo, y rápido, ya que Dylan estaba parado directamente frente a mí.

—¿No comes la misma comida de hoy que todos los otros plebeyos? —preguntó.

Eché un vistazo al plato que estaba sosteniendo y luego al pollo frito que había en él. —
Bueno, tú tienes que dejarte la ropa puesta en la película. Yo pasaré la mayor parte del tiempo sin
camisa.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, los ojos de Dylan se movieron hacia mi
pecho todavía desnudo y una esquina de sus labios se levantó, revelando... maldita sea, un hoyuelo
que quería lamer.
—Oye, nadie se va a quejar de eso. Por lo menos yo no. Así que, si tienes que comer col y
toda esa mierda, entonces hazlo.

Sabía exactamente lo que estaba pasando aquí. Dylan estaba activa y abiertamente
coqueteando conmigo. Y aunque quería mucho seguirle el juego al chico y arrastrarlo hasta la pared
más cercana y responder aplastando mi boca contra la suya, era consciente de que estaba rodeado
de ojos curiosos.

—Uhh, no soy fan de la col —le dije, y vi que sus ojos se entrecerraron, sabiendo que se
había percatado del hecho de que había pasado por alto por completo todos los comentarios
coquetos. Tratando de mantener la conversación lo más platónica posible para que mi polla se
comportara bien, miré a su alrededor y dije—: ¿dónde está tu amigo? ¿Ya no están tan unidos
después de que te pegara un puñetazo en la cara?

Una de las cejas de Dylan se elevó, y en lugar de parecer avergonzado, convirtió su sonrisa
en una sensual curva completa. —Salió para hacer una llamada. Pero seguimos siendo
amigos. Después de todo, no fue su culpa. Si tengo que echarle la culpa a alguien, sería a ti. —
Fruncí el ceño y Dylan respondió rápidamente a mi pregunta no formulada—. Me distrajiste, perdí
la contracción, y él me golpeó en el mentón. Y caí de la misma forma que tú terminaste en tu
trasero.

Mi boca se abrió, y estaba a punto de refutar su afirmación cuando añadió con un guiño: —
¿quieres besar mi moretón y hacer que mejore? Haré lo mismo por ti.

Santa mierda. Tenía razón cuando pensé que Dylan sería un problema, y mientras estaba allí
sentado mirándolo, mi cerebro gritaba: detente. Detén esto ahora antes de que se salga de control.

Me puse de pie para hacerme sentir a mí mismo con un poco más de control en mis impulsos
repentinamente incontrolables, pero Dylan permaneció exactamente dónde estaba, manteniendo su
posición mientras yo estaba parado allí, paralizado en su lugar con esa forma directa de ser que
tenía él. Lo juro, él era un hipnotizador.

—No creo que sea una buena idea —le dije, incluso cuando mi pene quería yo era un jodido
idiota. Nunca me había sentido tan atraído por alguien en toda mi vida, sin embargo, la idea de
actuar sobre eso era completamente aterradora. En ese momento, tenía tantos pensamientos dando
vueltas en mi cabeza, pero la voz más fuerte era la de mi amigo Kenny, que me advirtió de todo lo
que podría salir mal.

Dylan ladeó la cabeza, y cuando sus ojos bajaron por todo mi cuerpo, me tomó todo lo que
tenía de fuerza de voluntad para no ser quien diera un paso atrás.

—¿Qué no es una buena idea? ¿Tú besando mi trasero o yo besando... el tuyo?

Listillo, pensé, queriendo sonreírle, pero también sabiendo que esto tenía que acabar en este
momento porque ahora era... bueno, era peligroso.

—Cualquier beso de cualquier tipo no es una buena idea.

Cuando los ojos de Dylan se movieron hacia mi boca, me di cuenta de que nunca había sido
tan consciente de cada latido de mi corazón como lo estaba en ese momento. Él ni siquiera me
había tocado y estaba más excitado que nunca en mi vida.

—¿De verdad? Mhmm, tal vez tienes razón. O tal vez... —Lanzó su botella de agua al aire,
la atrapó y se encogió de hombros—. Tal vez eres un gallina de mierda.

Mis ojos se abrieron un poco, y la manera segura en que Dylan me miraba prácticamente me
desafió a atacar. Él me estaba incitando y joder si no quería aceptar.

—Eres bastante arrogante para ser solo un novato en el set. Creo que sabes que podría hacer
que te despidieran más rápido de lo que podrías desenroscar la tapa de esa botella de agua.

Dylan retrocedió lentamente y se encogió de hombros. —Podrías. Pero entonces no podrías


mirarme todo el día, y ambos sabemos que te gusta imaginarme en tu mente.

Junté los dientes, deseando dejarlo solo, pero por alguna razón inexplicable no podía dejarlo
ir sin decir la última palabra.

—Cierto, pero tengo una gran imaginación. Ten cuidado, Dylan. Alguien siempre está
mirando.
final de la semana de ensayos, y para mi sorpresa, había sobrevivido. Pensé que había
estado lo suficientemente preparado física y mentalmente para mantenerme en forma, pero una vez
que alcanzamos el tercer día y tuvimos que retomar lo que aprendimos y hacerlo en una tormenta
falsa, mi resistencia fue golpeada hasta la mierda. Gracias a Dios que teníamos el fin de semana
libre antes de que el rodaje comenzará el lunes.

Incliné hacia atrás mi bebida deportiva, tomando largos tragos del líquido frío. No fue solo
mi sed lo que me impulsó a salir para comenzar el fin de semana… sino que también esperaba que
cierta persona se moviera en mi dirección.

Después de que Ace me cortó rápidamente a principios de semana, mantuve mi distancia, ya


que eso parecía ser lo que él dijo que quería. Énfasis en dijo. Lo que hizo, sin embargo, fue una
historia diferente. No tuvo vergüenza en mirarme cuando pensó que no estaba mirando, y joder si
eso no fue un golpe para mi ego.

Alguien siempre está mirando.

¿No era esa la maldita verdad? Podría decir exactamente dónde estaba él en la habitación sin
siquiera girar en su dirección. Como ahora. Estaba cerca de la puerta de salida, el bolso del
gimnasio sobre su hombro y hablando con Ron.

Jesús, esto es patético. Solo ve a hablar con él.

Después de tirar la botella vacía en mi bolso para volver a usarla más tarde, tiré de la
cremallera y me volví para irme, pero Russ se paró frente a mí y me detuve.

—Oye —dijo, dándome una sonrisa tímida—. ¿Tienes planes esta noche?

—En realidad, estaba pensando en una cita con mi baño y una bolsa de sales de Epsom. Creo
que eso suena bastante bien.
—Oh. Cierto. Sí, eso no suena tan mal después de esta semana —dijo. Parecía que quería
agregar algo a eso, pero en cambio metió las manos en los bolsillos y miró al suelo.

Esperé a que continuara, pero cuando no lo hizo, le dije: —¿así que tienes una cita caliente o
algo así?

Levantó la cabeza. —¿Yo? Uh, no. No hay una cita caliente, yo solo... Bueno, mi compañero
de apartamento mencionó que hay un nuevo club que acaba de abrir en West Hollywood.

—¿Sí?

—Sí. Así que solo te iba a decir que si no estás ocupado deberías unirte a mí, pero si ya tienes
planes…

—Estoy libre mañana.

—¿Qué?

—Mañana —dije, mis labios se arquearon en una sonrisa—. Si te parece bien.

Algo parecido al alivio barrió la cara de Russ. —Eso sería genial. Sí, mañana estaría bien.
—Luego sacó su teléfono del bolsillo y me lo entregó para que pudiera escribir mi número—.
Asegúrate de descansar —dijo, y cuando mis cejas se dispararon ante la insinuación en sus
palabras, se sonrojó—. Quiero decir para bailar, no... De todos modos. Te llamaré.

—Hazlo. —Lo miré mientras se apresuraba a salir por la puerta, y fue entonces cuando noté
que Ace se había ido.

Bueno, demonios. Ahí va otro momento perdido. Levanté mi bolso sobre mi hombro y
caminé hacia la salida, dejando que la puerta se cerrara detrás de mí.

—¿Me das tu número también?

Cuando me di la vuelta, Ace estaba apoyado en el edificio con sus gruesos brazos cruzados
sobre su pecho. Un resplandor de sudor cubría su piel bronceada, la mayor parte de la cual podía
verse a través de su camiseta blanca. Dios mío, ¿por qué no me diste a este tipo como mi compañero
de lucha?
—¿Quieres mi número?

—Parece que lo estás regalando con bastante libertad, así que… —se encogió de hombros
despreocupadamente—. ¿Por qué no?

—Ah, bien. Entonces esto se trata de que te sientes excluido.

—No, se trata de seguridad.

—¿Seguridad?

—Bueno —dijo Ace, y se frotó la barbilla—. ¿Qué pasa si hay una emergencia?

Reí y agité mi cabeza. —Sí. Claro.

—¿Así que se lo darás al rubio pero no me lo darás a mí? No me parece justo.

—¿Me estabas mirando?

—¿No te lo dije, Dylan? —dijo, empujándose de la pared y dejando que sus brazos cayeran
a los costados—. Alguien siempre está mirando.

Miré alrededor del estudio vacío y luego de vuelta a él. —No veo a nadie cerca, ¿por qué no
me dices lo que realmente quieres?

—¿Qué quería el rubio?

—Una cita.

—Entonces, ¿vas a salir con él?

—Mañana. Él no parece tener la misma política que tienes tú cuando se trata de


besos. Entonces, por qué no.

—Huh —Ace arrojó sus llaves al aire y las atrapó—. Déjame llevarte de vuelta a tu coche.

—No, está bien.

—Dylan. —Me inmovilizó con esos intensos ojos azules, y si esos no me tenían derretido en
un charco justo a sus pies, sus siguientes palabras si lo hicieron—. Métete en mi jodido auto.
idea de lo que estaba haciendo. Yo. Había. Oficialmente. Perdido la cabeza.
Pero me importó un bledo cuando Dylan se deslizó en el asiento del pasajero a mi lado y la puerta
se cerró. El interior del Lamborghini estaba oscuro, incluso con el sol brillando sobre él. Las
ventanas tintadas y el cuero negro le dieron al espacio una sensación íntima que instantáneamente
me aceleró el pulso.

Imaginé lo que sería tener la libertad de inclinarme sobre la palanca de cambios, tomar su
cara entre mis manos y aplastar mis labios contra los suyos. O pasar mi mano sobre su muslo, entre
sus piernas y…

—Así que... estoy en tu auto —dijo Dylan.

Joder, sí, lo está. Nadie era más consciente de eso que yo. Bueno, tal vez Dylan, si la forma
en que sus pupilas se habían dilatado era una indicación. Él me miró, con paciencia, como si tratara
de medir mi próximo movimiento. Sabía que tenía que arrancar el automóvil, preguntarle dónde
había estacionado y ponerme en marcha. Pero nada de eso parecía tan importante como asimilar y
realmente vivir este momento. Traté de ignorarlo, pero había fantaseado con el hombre durante
semanas… con este hombre, que ahora estaba sentado en mi coche por un extraño giro cósmico
del destino… y no había forma de que fuera a apresurarme ni un segundo.

—Oye —dijo Dylan—, puedo caminar si cambiaste de opinión.

Se movió, buscando la manija de la puerta, y fue entonces cuando sucedió. Estiré el brazo
por la consola y finalmente lo toqué.

Hasta ahora, había sido extremadamente cauteloso cuando estaba cerca, pero no había
manera de que lo dejara salir de mi coche todavía. Y con ese pensamiento en mente, presioné el
botón de mis llaves y las cerraduras se deslizaron asegurándose en su lugar.

La cabeza de Dylan giró rápidamente, y no pude evitar la sonrisa que tiró de la esquina de
mis labios hacia su ceja arqueada.

—¿En serio me encerraste en tu auto?


—Tal vez.

Los ojos de Dylan se posaron en la mano que todavía tenía en su brazo y que lo mantenía en
su lugar, y luego se elevaron, y la forma en que me miraba desde debajo de sus pestañas hizo que
mis dedos se flexionan. Cristo, es impresionante.

—Puedes soltarme... —dijo, su voz notablemente más baja—. No voy a ninguna parte.

Lo más inteligente sería quitarle la mano de encima. Pero oye, nunca dije que fuera
inteligente.

—¿Ace?

Parpadeé hacia Dylan, y cuando mi cerebro comenzó a ponerse al corriente con lo que estaba
haciendo, y dónde, quité bruscamente mi mano y abrí la boca, a punto de inventar alguna excusa
para mi movimiento impulsivo. Fue entonces cuando Dylan se giró en su asiento y se inclinó para
presionar un dedo en mis labios.

Mierda. Oh, mierda ¿Qué está haciendo?

—¿Ace? —preguntó de nuevo, y esta vez tragué saliva, sin creer lo que estaba
permitiéndole. No era mucho en el esquema de las cosas. No era como si estuviéramos besándonos
o estuviese sentado allí con mis pantalones cortos bajados. Pero para alguien que no había sido
tocado de la manera que anhelaba en años, se sentía como si lo hubiera jodido todo.

—Sí... —logré decir finalmente.

La sonrisa astuta que dividió los labios de Dylan debería haber sido una advertencia
suficiente, pero nada podría haberme preparado para el hombre seguro de sí mismo que parecía
bastante cómodo en ir tras lo que quería... sin importar el precio.

—¿Cuántas veces esta semana te has corrido en tu casa pensando en mí? —preguntó.

Cerré los ojos y Dylan deslizó su dedo sobre mi labio inferior, separándolo del
primero. Luego bajó su cabeza hacia mi oído y dijo: —he perdido la cuenta de las veces, y todas
pensando en ti.
Jesús. Presioné mi cabeza contra el reposacabezas y no pude evitar acariciar una palma a lo
largo de mi polla, ahora jodidamente dura como una piedra.

Mi respiración se volvió inestable cuando la confesión de Dylan me alcanzó, pero antes de


que tuviera tiempo de responder, él estaba de vuelta en su lado del auto.

—Tengo que decirte, sin embargo, que en todos ellas, tu boca estaba en la mía —dijo—. Así
que es una verdadera lástima tu aversión a los besos.

Me estaba provocando deliberadamente, y cuando lo miré, se pasó la lengua por el labio


superior.

—¿Vas a llevarme a casa ahora, campeón? ¿O quieres quedarte aquí un poco más?

Quería arrastrarlo a través de la consola y cerrar su boca con la mía, pero la realidad era que
aunque no había nadie allí en ese momento, no significaba que siguiera siendo así, y claramente
alrededor de este tipo no tenía claridad o buen juicio.

—¿A casa? —pregunté—. ¿No necesitas tu coche?

—Mi coche está de vuelta en Florida, así que caminé. Mi apartamento está cerca.

Asentí y encendí el motor. Mientras gruñía a la vida, Dylan pasó su mano por el costado de
su puerta y gimió. El sonido era tan erótico como la mierda, y simplemente aumentaba el dolor
entre mis muslos. Fue un duro recordatorio de lo desesperadamente que quería al hombre sentado
a mi lado. Lo había querido antes de conocerlo. Pero ahora, con él sentado tan cerca de mí, era
físicamente doloroso no extender la mano y acercarlo.

Puse mis manos en el volante antes de hacer algo estúpido como agarrarlo, y luego me di la
vuelta para ver a Dylan sentado en su asiento mirando el sistema de sonido. De acuerdo, eso era lo
suficientemente seguro. Le gustaba mi coche. Podría hablar de eso. No era como si no hubiera
tenido amigos en mi auto antes. Incluso si no hubiera planeado llevarlo a casa, no había daño al
hacerlo. No era como si fuera a dejarlo entrar. Nada sospechoso... ¿verdad?

—¿Te gusta? —le pregunté.


Dylan giró la cabeza para mirarme, y sus ojos, esos ojos jodidamente espectaculares, se
iluminaron con malicia. —Oh, sí. Me gusta.

No pude evitarlo. Me reí. Maldición, y pensé que era un tema seguro. —Quise decir el auto
—dije.

—Sí... Yo también —dijo, y luego presionó un botón. El pesado ritmo de un clásico de rock
latía a través de los altavoces—. Ahh. ¡Me encanta esta canción! —gritó mientras su mano derecha
tocaba la puerta al ritmo de la canción.

Le di el gusto durante dos segundos antes de darme cuenta de que no tenía ni idea de dónde
vivía. Le di al volumen y lo bajé. Entonces, cuando me frunció el ceño, le dije: —dirección.

—Oh. Sí. Eso podría ayudar —recitó la dirección de un complejo de apartamentos que
conocía bien. Demonios, la mayoría de las personas que vienen a Hollywood para probar suerte en
el mundo de la actuación pasaron algún tiempo en esos apartamentos. Lo curioso es que estaban...
—¿Los que están al final de la calle?

Cuando Dylan me sonrió, fue un milagro que pudiera encontrar mi lengua para preguntar: —
¿vives literalmente a menos de dos minutos de distancia?

—Oye, traté de decirte que podía caminar.

—Nadie jodidamente camina en Los Ángeles.

Dylan puso los ojos en blanco, y maldición si eso no me hacía desear tener el derecho de
ponerlo en vereda.

—No me diste la oportunidad de decírtelo —dijo.

Inmediatamente protesté. —Tú…

—¿Sí? —interrumpió, y cogió el control del volumen. Silencié la música desde el volante y
lo oí balbucear: —presumido.

—Podrías haber dicho algo —le dije mientras se recostaba en su asiento y se abrochaba el
cinturón de seguridad.
—¿Por qué iba a hacer eso cuando esto ha sido tan... esclarecedor?

Negué con la cabeza, eligiendo dejarlo así. Esto ya había ido demasiado lejos. Ya había dicho
y hecho cosas que sabía que no deberían haber sucedido, y lo más sabio que podía hacer ahora era
dejarlo en su casa y luego irme a la mía. Pero también… podría irme con él, tal como había
imaginado que había hecho todas las noches desde que lo había visto en la valla, y posiblemente
tres veces por noche desde que lo conocí.

Joder.

Necesitaba comenzar a pensar con la cabeza… la que tenía sobre los hombros… si quería
mantener mi carrera intacta. No perseguir a alguien que no conocía. Lo único que realmente sabía
era su nombre. Dylan Prescott. Infierno de un nombre también caliente. Era uno que se volvía cada
vez más fácil de gritar cuando me corría encima todas las noches.

Una vez que pasamos por la entrada del complejo de apartamentos, Dylan señaló el bloque
izquierdo de edificios. —Es allí.

Su voz se abrió paso entre mis pensamientos confusos, reduje la velocidad del coche y luego
me detuve junto al bordillo. Esperé lo que me pareció una eternidad mientras él estaba sentado a
mi lado, aparentemente esperando algo también. Luego suspiró y tomó la manija de la
puerta. Cuando lo intentó y no pasó nada, él me miró y levantó la ceja.

—Tienes que desbloquearlo.

—Oh —dije, y presioné el botón en mi lado de la puerta. Cuando los bloqueos se soltaron y
Dylan tiró de la manija, me incliné sobre el auto y tomé su muñeca con firmeza, sin querer dejarlo
ir con cosas tan... inacabadas. Sus ojos se conectaron con los míos, y sin pensarlo bien, dije: —
celebraré una fiesta en mi casa mañana por la noche. ¿Por qué no te pasas por allí? Puedes traer al
rubio también, ya que muchos del elenco y el equipo estarán allí.

Sus ojos se entrecerraron mientras me examinaba, y me pregunté qué estaría pensando en ese
momento. Luego asintió.

—Está bien, se lo diré a él.


Suspiré, extrañamente aliviado por su respuesta, y luego lo solté y dejé que se sentara
nuevamente. —De acuerdo. Aquí. Esto tiene mi dirección —dije, y tomé una tarjeta de mi billetera
y se la pasé.

—¿Tienes tu dirección en una tarjeta de negocios? Eso no parece muy seguro.

Me reí entre dientes y sacudí mi cabeza, finalmente sintiéndome de nuevo seguro incluso con
él. —No. Eso es lo que necesitas para entrar. Tendrán tu nombre en la puerta.

—Ohhh, qué elegante.

Dylan abrió la puerta y luego la cerró detrás de él, y mientras miraba su trasero a través de la
ventana abierta, me escuché decir: —no tienes ni idea. Te veo mañana por la noche, Dylan.

Y antes de que él pudiera responder, puse mi pie en el acelerador y me alejé del borde de la
acera.
mi casa con vistas al mar, podía ver a la gente que se extendía debajo de mí,
también tenía una vista clara de mi puerta y de todos los que entraban. Y a pesar de que más de
doscientos cuerpos habían cruzado la entrada y ahora estaban cubiertos por una deslumbrante
exhibición de luces pulsantes, la única persona que había esperado ver, todavía estaba
desaparecida.

—Ace, has estado mirando esa puerta como un halcón —dijo Shayne mientras se acercaba a
mi lado con un Martini de granada en una mano y me daba un empujoncito. Y maldita sea, esa
noche se había puesto como una gatita sexual completa con un traje de pantalón negro de corte
bajo, y sus largos rizos rojos característicos estaban fijados para aprovechar el atuendo sin
espalda. Sus ojos grises brillaron con curiosidad mientras me miraba—. ¿Hay alguien en particular
que estés buscando?

Negué con la cabeza. —Solo estoy vigilando que todo esté bien. Hablando de eso, ¿Nate sabe
que viniste aquí con ese aspecto? Tendré que poner a mi guardaespaldas contigo esta noche.

—Oh, por favor. No es muy frecuente que me roce con estrellas de Hollywood, así que pensé
que cuanto más desnuda esté, mejor.

—Uh... —Miré a nuestro alrededor en busca de su otra mitad, y cuando no vi a un tipo guapo
en tirantes con el nombre de Shayne tatuado en su frente al otro lado del balcón, di un paso atrás y
levanté las manos—. ¿Dónde dijiste que estaba Nate? Vendrá a por mis pelotas si alguien te toca
esta noche.

—Desearías que viniera tras tus bolas, cariño —bromeó mientras me sonreía—. Además,
Paige es mi cita esta noche, y creo que podría hacerle más daño a alguien que cualquier otra persona
que yo conozca. Sin ofender.
—Esa es la maldita verdad —dijo la enérgica rubia en cuestión, detrás de Shayne y
mostrándome una pícara sonrisa—. ¿Por qué crees que llevo tacones tan malditamente altos? Lo
mejor es apuñalar a alguien si es necesario.

—¿Ves? Ella es cruel —dijo Shayne.

—Sí, lo soy —asintió Paige—. También soy una jodida asesina planificadora de eventos que
se ofende cuando el cumpleañero no está abajo con el resto de la fiesta, divirtiéndose.

—Me estoy divirtiendo —protesté.

—Mentiroso. Pareces un rey inspeccionando a sus leales súbditos y esperando a que se


inclinen y presenten sus respetos. Así que, ¿qué tal si te bajas de tu trono y te traigo algo de beber?

En lugar de estar de acuerdo y seguir su ejemplo, levanté el Martini de Shayne de su mano y


bebí la bebida de un solo trago. Cuando le di el vaso a Paige, le dije: —siéntete libre de rellenarlo.

Su boca se abrió, y luego negó con la cabeza. —Siempre escucho cosas tan dulces de Shayne
sobre ese tipo llamado Ace Locke. ¿Está él aquí? No parece que lo haya conocido todavía.

—Noo, soy yo —eché un vistazo a Shayne—. ¿Cuál es el término que usaste el otro día? ¿Un
pequeño engreído?

—¿Lo eres? —Paige bajó la vista a mis caderas e hizo un movimiento con su mano para que
siguiera adelante—. Bájatelos y déjame ver para estar segura. Estoy familiarizada con
muchos, muchos pequeños cabrones engreídos. Veamos con que te puedo comparar.

Levanté una ceja ante mi bochornosa planificadora de eventos. —Sabes, si te conociera mejor
te diría que te fueras a la mierda.

—Todavía puedes hacerlo, pero podría facturarte un extra —dijo Paige, con un enrevesado
brillo en sus ojos—. Sabes, es una pena que hayas tenido que salir del armario. Hubiera sido tu tipo
cuando te estabas escondiendo. Rubia, linda delantera y brillante personalidad.

—Paige —dijo Shayne—. Tendrás que perdonar a mi amiga. Ella viene sin filtro.
Tuve que reírme de la descarada mujer… bueno, las mujeres, ya que Shayne no era una flor
de invernadero, frente a mí. Señalando a Paige, dije: —Me gustas. Tal vez voy te permita organizar
nuestra fiesta de clausura de Insurrection II.

Paige entrecerró los ojos. —Tal vez lo consideraría.

—Tal vez puedas despejar tu agenda para un fin de semana dentro de doce semanas.

—Tal vez sea marcado como algo ineludible solo para este pequeño cabrón.

Con una sonrisa, dije: —es un placer hacer negocios contigo.

Shayne miró hacia adelante y hacia atrás entre Paige y yo.

—¿Ya terminasteis? Porque necesito los detalles sobre quién es quién y dónde ir
primero. Tengo algunos clientes solitarios buscando amor en todos los lugares de alto perfil.

—Y yo como inversor en Happily Ever After, Inc., apoyo totalmente la causa. Veamos... —
dije, y luego señalé a la izquierda, donde un grupo de hombres se había reunido en mesas altas que
tenían encima bolas bajas de bourbon5—. Allí encontrarás a los grandes: los productores de algunas
de mis películas, así como a Ron King, el director de Insurrection II. En la pista de baile parece
que hay una mezcla de algunos de mis compañeros de elenco, y luego, en el bar de la derecha, los
más locos hijos de puta que jamás hayas visto. También conocidos como mi entrenador y el equipo
de dobles. Tenlos a la vista.

Shayne se tocó los labios con los dedos y consideró las opciones. —Decisiones,
decisiones. ¿Qué piensas, Paige?

Mientras las chicas trazaban su estrategia de trabajo en red, dejé de escucharlas y volví a
mirar la entrada principal.

Y al mismo tiempo que el pensamiento de ya es suficiente. Ve a disfrutar de la fiesta se me


cruzó por la mente, la puerta se abrió de nuevo, y fue entonces cuando lo vi. Fue como si la música

5 Es un tipo de postre de chocolate


bombeando a través del sistema de sonido se desvaneciera cuando Dylan Prescott finalmente cruzó
el umbral y entró en mi territorio.

Dios, incluso la forma en que pensaba sobre él era tan distinta a como realmente era yo. Me
sentía posesivo... codicioso por su tiempo. Lo quería aquí en mi casa. Aquí en mi dominio, y sabía
que no tenía ningún derecho. De hecho, no tenía ningún derecho, considerando que había llegado
a mi casa con otro hombre. Pero cuando tomé nota de lo que Dylan llevaba puesto, una cosa se
hizo obvia… se había vestido esta noche pensando en mí. Porque el hombre que estaba parado
justo dentro de mi puerta era una réplica casi perfecta de la fantasía de mi valla.

El cabello de Dylan estaba peinado con un sexy faux-hawk6. Pero lo que dejaba en claro que
sabía lo que estaba haciendo era la perversa chaqueta de cuero que abrazaba su cuerpo delgado
como una segunda piel. Era la misma chaqueta que había usado en el anuncio. Sabía esto porque
el cuello tenía una hebilla que colgaba desabrochada a cada lado de su cuello, y en mis fantasías
siempre lo había imaginado merodeando sobre mí en esos malditos Calvins mientras usaba esa
hebilla para tirar de él encima de mí.

Joder. Eso era tan excitante.

Sin darme cuenta de que lo había hecho, di un paso hacia la barandilla de madera y la alcancé
agarrando con mis dedos la superficie lisa, y cuando mis ojos se enfocaron en los dos hombres que
ahora estaban parados en mi vestíbulo, Shayne se movió a mi lado y dijo: —Está bien, cual... ¡Oh,
Dios mío!

No había forma de que estuviera apartando mis ojos de mi objetivo, así que simplemente
dije: —El que está en…

—Chaqueta de cuero —soltó un suspiro soñador, y eso fue suficiente para que la mirara
rápidamente—. ¿Qué? ¿No crees que tengo ojos? También he pasado por Hollywood y Highland,
¿sabes? ¿Cómo demonios lo encontraste?

6 Es un tipo de peinado caracterizado por una cresta de punta en medio de la cabeza, su traducción literal es falso halcón
Dirigí mi atención hacia donde Dylan estaba de puntillas y mirando alrededor de la multitud,
y cuando el rubio tocó su mano, se inclinó para decir algo al oído de Russ.

Me enderecé y miré a Shayne con una sonrisa. —No lo hice. Él como que... me encontró. —
Ella frunció el ceño, y yo me incliné para besar su mejilla—. Voy hacia allá antes de perderlo entre
la multitud.

Hice un movimiento para rodearla, y extendió una mano para tocar mi brazo. —¿Ace?

—¿Sí? —Sabía lo que vendría antes de que ella lo dijera—. Lo sé. Debo tener cuidado. Lo
tendré. Voy a darle la bienvenida a él y a su amigo.

—Iba a decir que te diviertas —dijo, sorprendiéndome.

—Entendido. Diversión prudente. ¿La primera palabra no niega la segunda? —pregunté


mientras hacía una señal rápida y me dirigía hacia las escaleras.

de una película. Quiero decir, mierda santa.

Después de que me dejó en casa ayer, tenía toda la intención de tirar la tarjeta con su
dirección. No había forma de que tuviera una cita con la odiosa fiesta por-todo-lo-alto de Ace, y
estaba decidido a ir a West Hollywood con Russ. Pero cuanto más lo pensaba, más sabía que me
arrepentiría si no asistiera. Así que estúpidamente llamé a Russ, y cuando él estaba entusiasmado
con la perspectiva de ver la casa de Ace, me encontré comprometido a ir.

¿Qué demonios estaba pensando? Bueno, considerando que me había vestido esta noche con
el par de calzoncillos más apretados y blancos que tenía, no es que él no supiera lo que había debajo
de mis pantalones, y mi chaqueta de cuero del anuncio favorito de Ace, era bastante obvio lo que
había estado pensando.

Mierda. Esto no es propio de mí. No soy el tipo de persona de estar en una cita con un chico
mientras estoy ocupado pensando en otra persona ¿Pero no había una regla en alguna parte acerca
de tener un regalito con alguien que era inalcanzable? Y... bueno, para todos los efectos, Ace había
dicho que no. Era una estrella de cine de la lista superior. Y ciertamente inalcanzable.
Entonces, ¿por qué mierda me corrí anoche pensando en su boca sobre la mía y en la forma
en que se sintieron sus labios cuando presioné mi dedo contra ellos?

—Este lugar es una locura. No puedo creer que haya todos esos fotógrafos fuera del
vecindario —dijo Russ, interrumpiendo mi línea de pensamiento, mientras nos adentramos en el
elaborado vestíbulo.

La música vibraba y la gente estaba en todas partes, riendo y bebiendo, y algunos gritaban al
compás, tratando en vano de mantener una conversación. Me puse de puntillas, buscando en la
multitud, diciéndome a mí mismo que estaba tratando de localizar a Ace, para así saber dónde
estaba y cuánto tiempo tenía para prepararme si decidía hablar con nosotros, lo que probablemente
Ace no haría de todos modos. Cuando no logré ubicarlo, decidí que él debía estar en otra habitación,
porque no había forma de que una persona no pudiera ver a alguien como Ace Locke, incluso en
una multitud tan grande. Supuse que me encontraría con él eventualmente, tal vez... Me giré y puse
mi boca cerca de la oreja de Russ para que me escuchara, y le dije: —sí. Es una fiesta
monumental. Nunca había visto algo como esto antes. Creo que la mayor parte de LA está aquí.

Los labios de Russ se levantaron. —Bueno, la gente que cuenta de LA, de todos modos.

Probablemente tenía razón, pero la forma en que lo dijo me hizo sentir a la defensiva en
nombre de Ace. No creía que Ace fuera así. Que invitara gente a su casa solo para verse bien. Pero
mantuve la boca cerrada porque, en realidad, ¿qué sabía yo? No era como si conociera bien al tipo,
incluso si hubiera pasado diez de los minutos más intensos de mi vida en su Lamborghini.

En cambio, asentí y me metí las manos en los bolsillos, y noté que varias personas se volvían
hacia una amplia escalera donde el hombre del momento bajaba.

Quisiera decir que me sentí súper relajado y que no me afectó en absoluto ver a Ace Locke
bajando por una escalera hecha para grandes entradas... pero estaría mintiendo. Al verlo, se me
hizo la boca agua, y todos los pensamientos coherentes que había tenido desaparecieron. El hombre
era más grande que la vida misma. Y real y jodidamente sexy.
—Guauu —dijo Russ a mi lado, y fue un alivio saber que no era el único que tenía una
reacción intensa ante la apariencia de Ace—. Imagina entrar en una habitación como esta y saber
que esto, es todo tuyo y que estas personas están aquí para ti.

Está bien, tal vez él no estaba teniendo la misma reacción que yo. No podía quitar mis ojos
de Ace, pero por razones distintas a las que Russ acababa de mencionar. Lo último en mi mente
era cómo se sentiría ser Ace. No, estaba demasiado ocupado pensando cómo se sentiría
estar con Ace.

¿Cómo se sentiría ver a Ace bajar por la escalera, sabiendo que todos esos músculos ahora
envueltos en una camisa negra me habían sostenido en su lugar mientras me follaba contra la pared
de su dormitorio?

Sí, como dije, mis pensamientos eran ligeramente diferentes a los de Russ.

Cuando Ace llegó al pie de la escalera, sus ojos encontraron los míos y el calor en ellos
coincidía con las llamas que ahora lamían mis venas. Jesús, sentí que estaba a punto de quemarme,
y todo con una sola mirada. Pero no fue solo el aspecto. Era la promesa en esa expresión acalorada,
y en ese instante lo supe… Ace venía a por mí.

Al pasar junto a varias personas que se arremolinaban al pie de la escalera, Ace les sonrió
ampliamente, estrechó sus manos, besó sus mejillas, y cada vez que terminaba con alguien sus ojos
se alzaban para encontrar los míos, haciéndome saber sin lugar a dudas que yo era su destino final.

Tragué saliva, preguntándome si Russ estaba notando lo que estaba pasando, pero él se había
girado y estaba ocupado mirando a la multitud animada de la sala mientras Ace avanzaba hacia
nosotros.

Hubiera sido inteligente tomar la mano de Russ en ese momento y hacer un movimiento hacia
la otra habitación para dejar que Ace creyera que no había nada entre nosotros. Pero la idea de estar
junto a Russ ahora se sentía mal cuando Ace finalmente se detuvo frente a mí.

Buen Dios. No solo se veía jodidamente sexy, olía delicioso.


Abrí la boca, decidido a ser el primero en hablar, pero nada se acercaba. Entonces Russ
finalmente se dio la vuelta, y como si Ace se diera cuenta de que necesitaba estudiar
sus verdaderos pensamientos, esbozó una sonrisa y extendió las manos.

—¡Chicos! —gritó, y dio un paso adelante, insinuándose entre nosotros para rodearnos con
sus brazos—. Me alegro de que hayáis podido venir.

El actor consumado, pensé, cuando lo que realmente quería saber era lo qué habría hecho
Ace si hubiese venido solo y me hubiese parado en el vestíbulo. Tal como estaban las cosas, no
había forma de que Russ sospechara que el tipo me había cazado con el enfoque de un animal
hambriento.

—Sí, hombre —dijo Russ—. Gracias por invitarnos.

—No hay problema —dijo Ace. Luego giró la cabeza para que esos ojos azules encontraran
los míos y agregó: —os quería aquí.

El significado privado no se perdió en mí o en mi polla, pero Russ parecía felizmente


ignorante por el hecho de que su cita había sido secuestrada. Entonces Ace lanzó una sonrisa lobuna
y nos instó a través de la multitud.

—Vamos, tomemos algo. Tengo ganas de un chupito. ¿Verdad que sí?

Sin esperar una respuesta, Ace giró, y cuando la multitud se separó para dejarlo pasar, Russ
me dio un codazo para seguirme. Mientras me seguía, dejé que Ace nos guiara por un pasillo que
se abría a una enorme sala de estar y cocina, y ni siquiera fingiré que no estaba mirando la forma
en que los pantalones negros de diseño de Ace se amoldaban tan perfectamente a su culo. Estaba
totalmente vestido de negro, lo que de alguna manera lo hacía más poderoso. Cuando Ace llegó al
bar, levantó tres dedos hacia el camarero y luego nos miró, y con su pelo recién peinado y sus ojos
azules penetrantes, el tipo era jodidamente magnético.

—Así que ¿esto es algo semanal para ti? —le pregunté cuando nos detuvimos a su lado—.
¿Fiestas salvajes, barra libre y gente en todas partes?

Los ojos de Ace brillaron. —Prefiero mis reuniones un poco más... íntimas.
Y eso hizo que mi polla se estremeciera. —Entonces, ¿qué celebramos?

El camarero puso tres vasos frente a nosotros, bordeados con lo que parecía sal, así como una
guarnición de limón.

¡Oh, Dios! Tenía la tendencia a desnudarme y bailar en la parte superior de la barra cuando
se trataba de tequila, así que si así era como comenzaba la noche... mierda. No era bueno. No era
bueno en absoluto.

Ace nos dio un tequila a cada uno de nosotros y dijo: —se llama fiesta de cumpleaños, y
como soy el cumpleañero, serías inteligente si me dejas hacer lo que yo quiera esta noche. —Luego
me guiñó el ojo—. Hasta el fondo.

El significado detrás de esas dos palabras me hizo dudar por un momento antes de lamer el...
oh, joder ¿Estaba azucarado? Desde el borde y hasta el fondo. La quemadura era mínima y el sabor
dulce, y cuando Russ tiró el limón en su vaso, dijo: —¿Un Gota de Limón7? Un poco femenino
para ti, ¿no crees?

Ace nos dio una gran sonrisa.

—Afrutado es últimamente mi elección sabor, ¿no lo habéis oído?

Resoplé, y ambos miraron hacia mí. —Lo siento, pero esa es de la última forma en que
te describiría alguna vez.

—¿Oh...? —La ceja de Ace se disparó hacia arriba—. ¿Podrías explicarte? Después de todo,
es mi cumpleaños.

Mientras él y Russ me miraban expectantes, tragué saliva. Duro. Huh. Duro es también una
palabra que usaría para describirlo... y el dolor entre mis muslos cuando está cerca. ¿Qué coño
se suponía que iba a decir que pudiera hacerlo en voz alta?

La frente de Ace se redujo infinitamente cuando sintió mi vacilación. —No te preocupes por
eso. Solo estoy jodidamente bromeando. —Luego tomó un vaso del camarero y me apretó el

7 Es un tipo de cóctel de vodka y limón escurrido


hombro—. Disfrutar de la barra libre, muchachos. Y tal vez podáis tomar algo un poco más varonil
para Russ la próxima vez. —Con una media sonrisa descarada, se alejó, desapareciendo entre la
multitud.

—Voy a conseguirnos unas bebidas de verdad. Tequila, ¿está bien? —Russ no esperó una
respuesta antes de inclinarse sobre la barra para hacer su pedido.

—En realidad, preferiría la mierda femenina —le dije, y Russ me lanzó una mirada burlona
por encima del hombro.

—¿En serio?

—Sí, en serio.

Se encogió de hombros y cambió la orden de bebidas, y luego se volvió hacia mí. —No quise
decir eso de mala manera, es solo que... Quiero decir, nunca imaginé a Ace Locke caminando hacia
un bar y pidiendo una jodida Gota de Limón.

—Bueno, esa es la diferencia, entonces, ¿no? Ni siquiera tuvo que pedir una, solo sabían lo
que él quería. Eso es genial, si me preguntas. Además, sabe muchísimo mejor que esa mierda que
estás a punto de forzar en tu garganta.

—Voy a tener que estar de acuerdo en no estar en desacuerdo en eso —Russ me paso mi
bebida y sostuvo la suya—. Salud para las próximas doce semanas, donde estaremos mojados y
rodeados de marineros.

Solté una carcajada antes de tomarme el chupito. Me gustaría estar rodeado de un marinero
en particular...

Lamí la mezcla de azúcar y limón de mis dedos. —Estoy un poco pegajoso.

—Eso es lo que yo digo —respondió Russ sin dudarlo.

Me reí de nuevo. —Yo me lo busqué. —Luego escaneé la habitación, buscando un


baño. Probablemente estaba a la entrada por donde habíamos llegamos—. Voy a ir a lavarme y ya
vuelvo.
—Trata de no limpiarte demasiado —dijo, con un brillo en los ojos—. O perderte, por si
acaso.
—Claro. —Le di una pequeña sonrisa, y mientras me dirigía de regreso a la multitud, la dejé
caer.

Odiaba que esta fuera una de esas citas en las que a los diez minutos ya sabías dentro de ti
que no iba a funcionar. Y no era como si Russ hubiera hecho algo malo. Era más bien una
sensación, y el hecho de que se me haya puesto tan dura con Ace, incluso con solo mirar al tipo,
probablemente no ayudó a ningún sentimiento romántico hacia Russ. Tal vez tomaría tequila
cuando volviera, solo para soltarme y pasar un buen rato sin ataduras.

Ahora, ¿dónde demonios está el maldito baño?

Una línea alrededor de un lado de la habitación, y no tuve dudas de que yo y unos veinte más
estábamos pensando lo mismo. Cuando me volví para buscar otro baño, una pelirroja alta tropezó
conmigo.

—Lo siento mucho —dijo, mientras se enderezaba—. Juro que esto me sucede todo el
tiempo.

—¿Qué? ¿Tropezarte con la gente?

—Sí, en realidad —dijo, metiendo un mechón de su pelo rizado de nuevo en su lugar—.


Tengo dos pies izquierdos.

—Es tu nombre Grace, ¿por casualidad?

Su rostro se iluminó. —Mi madre me llama así cuando tropiezo. ¿Cómo lo adivinaste?

—Es algo que mi madre también me dice siempre.

—Huh. Bueno, puedes llamarme Shayne —dijo ella, extendiendo su mano, y fui a
estrecharla, pero luego tiré de mi mano hacia atrás.

—Soy Dylan. Lo siento, te daría la mano, pero las cosas se pusieron un poco pegajosas en el
bar.
—No te preocupes. Así que, Dylan... —dijo, y miró por detrás de mi hombro a la línea de
personas detrás de mí para ingresar al baño. Luego se inclinó y susurró—: sabes, hay un baño en
el piso de arriba y hacia la izquierda que puedes usar. Solo déjale saber al agente de seguridad que
Shayne Callahan te envió y puedes ir directamente.

Eché un vistazo a la escalera principal, acordonada y custodiada por un tipo grande con
traje. El piso de arriba estaba vacío, y como la línea de espera en la que me encontraba no se había
movido desde que llegué, tuve la sensación de que podría pasar un tiempo hasta que me tocara. Sí,
de acuerdo. Dos minutos contra media hora. No era como si fuera a ir allí a hacer una cola de
mirones.

—Gracias, Shayne, lo aprecio. Quizás te vea después.

Sus labios se inclinaron hacia un lado cuando ella asintió. —Oh, puedes contar con eso.
pensé, mientras mi manager, Roger Herschman, me contaba lo
emocionado que estaba por mi próximo proyecto y el hecho de que estaba siendo filmado aquí en
casa, así que estaba disponible para cualquier tipo de prensa que quisiera organizar... bla, bla, bla.

Honestamente, no estaba prestando atención a nada que saliera de su boca, porque había
estado ocupado mirando a Dylan y a Russ por el rabillo del ojo desde que los dejé en el bar. Había
estado haciendo un muy buen trabajo en eso de espiar, hasta que Roger me agarró del codo para
presentarme a un productor prometedor y les di la espalda durante unos minutos, y cuando me di
vuelta, joder, Dylan ya no estaba.

Mientras escaneaba los alrededores, entrecerré los ojos para ver mejor a través de las luces
bajas, pero cuando mis ojos aterrizaron en la parte posterior de la rubia cabeza de Russ, donde
estaba solo, supe que tenía razón. Dylan definitivamente estaba desaparecido.

Huh, Me pregunto adónde habrá ido. ¿Estará hablando con alguien más? No me sorprendería
si alguien hubiera querido su atención. El tipo era impresionante. Cualquiera que fuera soltero y
poseyera medio cerebro estaría tratando de acercarse a él. Y el hecho de que Russ lo hubiera dejado
fuera de su vista me hizo preguntarme qué tan inteligente era ese tipo.

Un hombre como Dylan Prescott, que estaba solo caminando por una de mis fiestas, una
fiesta llena de hombres de todas las facetas de la industria del entretenimiento, era como ofrecer
carne fresca a una manada de animales voraces.

Dylan no solo era impactante, sino que era encantador, y lo era cada vez que mostraba esa
sonrisa con hoyuelos al director, fotógrafo o, demonios, a cualquier tipo al acecho, así que puede
Russ no tuviera suerte esta noche... y se quedaría sin su cita. Que era exactamente por lo que
había estado vigilando a Dylan. Nadie iba a robarme mi regalo de cumpleaños debajo de mis
narices. Lo tenía envuelto y entregado en mi puerta, por así decirlo.
—¿Perdiste a alguien?

La voz familiar de Shayne me hizo mirar a mi derecha, y había una sonrisa traviesa en su
rostro que me hizo sospechar al instante.

—Tal vez…

Enganchó su brazo con el mío y le dio a Roger un rápido saludo con la mano que me confirmó
mi corazonada inicial… estaba tramando algo.

—Verás… —dijo mientras caminábamos lentamente entre la multitud hacia mi escalera—,


hace unos minutos, vi a un joven que se suponía que no debía subir las escaleras que de alguna
manera sedujo a Frank.

Miré su expresión demasiado astuta y sentí que el costado de mi boca se contraía. —Ahora,
¿qué hiciste?

—Mhmm —dijo, y luego asintió—. Realmente deberías hablar con Frank sobre dejar que
una cara bonita lo influya cuando se trata de cuestiones de seguridad.

Cuando llegamos a la parte inferior de la escalera donde se encontraba mi guardia de


seguridad de dos-metros-y-medio, Frank negó con la cabeza y sonrió irónicamente. —¿Está otra
vez diciendo mentiras, señorita Shayne?

—¿Mentiras? —preguntó, acercando sus dedos a su pecho—. Nunca.

Una de las negras cejas de Frank se arqueó y luego llevó su mirada a la mía. —Un joven
recibió permiso de Shayne Callahan para usar las instalaciones de la planta alta.

Abrí los ojos y miré a mi amigo australiano. —¿Ella hizo eso?

Shayne silbó y miró hacia el techo, antes de volver a mirarme a los míos. —No actúes como
si no estuvieras tan animado como una colegiala ahora mismo. Sube antes de que su novio se dé
cuenta de que ha desaparecido.

Shayne fue bastante acertada con su evaluación… sin embargo, lo compararía más a un perro
gruñón con su hueso. —Él no es su novio.
—Bueno, él es el hombre con el que llegó, pero no tiene que ser el tipo con el que se vaya...
si se va —dijo, moviendo la frente.

Frank se rio entre dientes y dio un paso atrás para desenganchar la cuerda para mí.

—Está bien, está bien, señorita Celestina. Yo me encargo a partir de aquí —dije, y me dirigí
más allá de la cuerda—. Gracias, Frank. Mantenga esta área despejada, ¿sí?

—Entendido, jefe.

Con cada paso que subía las escaleras, mi pulso latía al ritmo de la música que se escuchaba
en el sistema de sonido de mi casa. Dios, ¿realmente voy a hacer esto? Y cuando llegué al rellano
superior, me preguntaba..., ¿a qué me estaba refiriendo?

¿Qué es exactamente lo que quiero que pase ahora? No tenía ni jodida idea, pero cuando
caminé por el pasillo sombreado hacia el ala izquierda de la casa, vi a Dylan salir de uno de los
baños del piso. Cerró la puerta detrás de él, y solo debido a la poca luz de los apliques de la pared
pude ver su silueta. Él no me había notado todavía. Estaba mirando un Demuth que había adquirido
recientemente, y cuando di un paso más cerca de él, aproveché el momento para controlarme.

Allí, a tres pasos de mi habitación, estaba el hombre con el que había fantaseado en
numerosas ocasiones. Estaba muy cerca del lugar en el que más lo quería, y no iba a dejarlo escapar.

No se dio cuenta mientras yo avanzaba, su enfoque aún concentrado en la pintura del baño
turco, así que cuando me detuve a su lado y me apoyé contra la pared, él se sobresaltó.

La mano de Dylan aterrizó en su corazón. —Jesús, me asustaste.

—¿Es el dador o el receptor el que te tiene tan intrigado? —Hice un gesto hacia la pintura, y
cuando él no respondió de inmediato, pregunté: —¿estás solo aquí arriba?

—Sí, solo necesitaba lavar tu chupito afrutado de mis manos, y Shayne dijo que estaba bien,
así que si es un problema...
—¿Mí... chupito8? —Miré hacia abajo a mis pantalones y luego le devolví la sonrisa—.
Bueno, todavía no, pero todavía hay tiempo para hacerlo.

Sus ojos se abrieron de par en par, y luego una lenta sonrisa se dibujó en su rostro.

—Así que. ¿Cuál es? —Incliné mi cabeza hacia la pintura de nuevo, y cuando di un paso
hacia él, dio un paso atrás.

Pequeño burlón.

Su mirada se volvió confiada y él dijo: —¿qué te hace pensar que elegiría entre uno u otro?

Oh, maldita sea. Esa perfecta respuesta envió a mi polla en pulso palpitante, y fue todo lo
que pude hacer para no bajar la mano para reorganizar la erección que ahora estaba luciendo. Di
un paso más y él retrocedió conmigo. Me pregunté si se daba cuenta de que un paso más y estaría
en mi habitación. Justo donde lo quería.

—¿Qué hay de ti? —preguntó—. ¿Mejor dar que recibir?

—Todavía no me he decidido —respondí honestamente, continuando hacia adelante—. Pero


podría decir que estoy abierto a la persuasión.

Dylan se detuvo y me miró con curiosidad. —Estás lleno de sorpresas, si eso que dices es
verdad.

—Es la verdad.

—Huh. No lo hubiera adivinado... —Sus palabras se cortaron cuando se dio cuenta de que
había sido acorralado en una habitación. Y no solo cualquier habitación—. Es esto…

—¿Mi dormitorio? Sí —dije, empujando mis manos a los bolsillos. Mierda. Ahora que lo
tenía donde lo quería, no estaba seguro de qué diablos hacer con él. De acuerdo, borra eso, sabía
lo que quería hacer, pero mi experiencia limitada en estas situaciones me hizo sentir
repentinamente... nervioso.

8La palabra ‘shot’ en inglés significa golpe (por ello en la traducción de cómo se beben la bebida, se utiliza la palabra en castellano chupito) como
disparo, pero al traducirlo se pierde la referencia
Una sonrisa de gato Cheshire cruzó la cara de Dylan mientras se movía a mi alrededor. —Tu
habitación, ¿eh? Si esto fuera mío, no estoy seguro de que quisiera irme.

No tienes que hacerlo, fue mi primer pensamiento, pero solo mordí el interior de mi mejilla
mientras lo veía caminar hacia la puerta. Quizás esta no era una buena idea. ¿Qué demonios estaba
pensando?, trayendo a este chico que apenas conocía a mi habitación y…

Dylan cerró la puerta de una patada.

Oh, mierda.

Luego cruzó de regreso hacia mí, sigiloso como una pantera en la habitación a oscuras. La
única luz provenía de detrás de las cortinas en la pared del fondo, y aunque no era suficiente para
ver el color de sus ojos, era más que suficiente para verlo lamerse el labio inferior cuando se detuvo
frente a mí.

—¿Este era tu plan? —preguntó, su voz baja y ronca—. Invitarme a tu casa... traerme a tu
habitación...

Mi corazón acelerado podría haber respondido esa pregunta para él, porque estaba latiendo
muy fuerte, y casi deseé que lo hiciera, ya que al estar tan cerca tenía cada pensamiento huyendo
de mi cerebro. Especialmente cuando se inclinaba como si fuera a susurrar en mi oído y sus
palabras tenían un aliento sedoso que tocaban mi barbilla.

—¿Qué pasa después? —Dylan tocó la hebilla de mi cinturón, e inmediatamente me incliné


para inmovilizar su mano.

—Espera un segundo —le dije, y podía sentir mi pecho apretarse por lo que estaba
diciendo. Jesús, lo quería tanto, lo deseaba tanto, pero al mismo tiempo estaba completamente
aterrorizado.

—No —dijo Dylan, retirando su mano de la mía. Contuve la respiración cuando deslizó su
dedo sobre la hebilla una vez más—. No esta vez. Tienes la mala costumbre de comenzar cosas y
nunca terminarlas del todo, Ace Locke.
Su tono burlón me hizo desear besar la sonrisa burlona de su rostro, pero estaba atrapado
entre todas las cosas que quería hacer y todo lo que siempre me había negado a mí mismo.

—Algo así como ayer en tu coche. Me arrinconas en algún lado y luego pareces pensarlo
mejor. —Mientras Dylan inclinaba la cabeza hacia un lado, deslizó los dedos detrás de la hebilla y
dio un paso atrás—. ¿Por qué haces eso?

Sus dedos se habían congelado en su lugar, y sabía que si quería que sucediera algo más que
esto, tenía que decir algo… y rápido. Así que dije lo primero que me vino a la mente: —porque
haces que me olvide de mí mismo.

Claramente, esa respuesta fue más que aceptable para el hombre cuyos dedos ahora se habían
apretado alrededor de mi pantalón, ya que Dylan siguió retrocediendo, esta vez atrayéndome con
él hasta que su espalda estaba contra la pared de mi dormitorio y yo lo apreté.

—¿Y eso es algo malo? —preguntó, e incluso en la oscuridad de la habitación sabía que sus
ojos estaban en los míos.

—No... —dije, y respiré temblorosamente antes de admitir—, es algo peligroso.

—Así que esto —Dylan sacó el extremo de mi cinturón del pasador—, sería demasiado
peligroso.

Maldije por lo bajo cuando él tiró de mis caderas más cerca, y su otra mano fue a un lado de
mi cuello. Su pulgar rozó mi labio inferior, y al instante me llevó de vuelta a la primera vez que lo
había visto, vi el mismo pulgar rozándole el labio y dejé escapar un suave gemido.

—Solo saborear un poco —susurró, su cabeza inclinada hacia la mía—. Eso no sería
demasiado peligroso. ¿Verdad? —No esperó a que respondiera antes de que su boca rozara la línea
de mi mandíbula. Mientras contenía la respiración, él plantó ligeros besos como plumas en mi
cuello, y tuve que poner una mano en la pared para estabilizarme.

—Creo que sería muy peligroso —le dije, pero no me alejé. De ninguna manera en el infierno
iba a ir a ninguna parte, sin importar cuántas banderas rojas ondeaban delante de mí, diciéndome
que estaba yendo demasiado lejos. Quería esto, lo quería, y solo el mismo diablo podía arrastrarme
lejos.

Los labios de Dylan abandonaron mi cuello y él se inclinó hacia atrás para mirarme a los
ojos. —Entonces detenme.

Negué con la cabeza. —No.

una
palabra más, saqué mi pulgar del exuberante labio inferior de Ace y lo bajé para unirlo al que tenía
en su cinturón. Mantuve mis ojos fijos en los suyos mientras continuaba desabrochando lentamente
el cinturón de cuero hasta que cada extremo colgaba libremente.

El sonido de Ace recobrando el aliento hizo que mis labios se curvaran en respuesta, y fue
impresionante saber que era yo quien se lo estaba causando.

—¿Quieres que pare? —pregunté, pero era consciente de que, si Ace quería que me detuviera,
sus manos estarían en las mías, deteniéndolas. Tal como estaban las cosas, su brazo aún estaba
apoyado junto a mi cabeza y el otro ahora se movía hacia un lado de mi cara. Cuando sus dedos
rozaron la barba de mi mandíbula, él no era el único que tomaba aliento, porque joder, Ace me
estaba tocando. En realidad, me está tocando.

—Esta chaqueta tuya —dijo, y luego quitó los dedos de mi cara para tocar la hebilla en el
cuello.

—¿Sí...? —logré decir de alguna manera.

—Ha estado en mi habitación antes.

Fruncí el ceño, y Ace curvó sus dedos alrededor de la hebilla y tiró suavemente de ella. —
¿De verdad?

—Sí, más bien en esa cama, en realidad.

Jesús, por favor, Dios, que hable de lo que creo que es.
—Sin embargo —continuó Ace—, usualmente usas mucho menos ropa cuando te ciernes
sobre mí en esas fantasías.

Joder, sí. Mis manos se movieron hacia el botón de sus pantalones, y cuando lo liberé lo vi
mordiendo su labio inferior. Oh, sí, Ace quería esto, quería que su fantasía se convirtiera en
realidad, y yo estaba más que dispuesto a dárselo. De hecho, estaba ansioso por hacerlo.

A la mierda el hecho de que tenía una casa llena de gente abajo.

Lentamente le desabroché los pantalones, y el cinturón colgó lo suficientemente pesado como


para separar la tela, y cuando escuché un suave soplo de aire escapar de sus labios, mi polla latió.

—¿Eso hago? ¿Y qué uso usualmente cuando estoy en tu cama? Si es algo más que una
sonrisa, entonces debes reconsiderarlo, porque no puedo imaginar estar cerca de ti y de una cama,
y no estar desnudo en ella. —Cuando la última palabra salió de mi boca, deslice mi mano dentro
de sus pantalones y mi palma abierta rozó a lo largo de su tensa erección. El gemido torturado que
le salió tuvo a sus caderas empujando hacia adelante y mis dedos se enroscaron alrededor del suave
algodón debajo de mis dedos.

Arqueé mi cabeza contra la pared mientras él se acercaba a mí. Luego llevó los dedos que
habían estado acariciando el cuero de mi chaqueta a mi barbilla, y mantuvo mi rostro cautivo
mientras se inclinaba y presionaba sus labios sobre los míos.

—Vas a ser un inconveniente.

Flexioné mis dedos alrededor de su eje rígido y sonrió. —Estoy seguro de que así será, joder.

Entonces, como si hubiéramos sido liberados de las cadenas que nos retenían, nuestras bocas
se aplastaron juntas en un beso fundido lleno de calor, sexo y urgencia. Me abrí a él de inmediato,
separando mis labios a la lengua que se sumergió en mi boca, y fue como probar un afrodisíaco.
Porque en ese segundo, sentí que podía follar durante horas. Quería a este hombre con cada fibra
de mi ser, y cuando el sabor dulce y ácido del limón golpeó mi lengua, gemí y apreté mi mano,
masajeando la longitud de Ace a través de sus calzoncillos.
Maldita sea, el hombre sabía besar. Estaba caliente y nadie estaba más conmocionado que yo
por no haberme derretido en el suelo a sus pies. Su lengua se enredó con la mía mientras
se endurecía más en mi mano, lo solté brevemente para tirar de sus pantalones y bóxers por sus
caderas. La erección larga y gruesa de Ace se liberó de sus confines, y el tamaño y el calor de él
me hicieron la boca agua.

—Dios —dije, y los ojos de Ace se enfocaron en mis labios mientras pasaba mi lengua por
ellos. Su agarre en la parte de atrás de mi cuello se tensó, y él me empujó hacia adelante, pero antes
de que nuestras bocas se encontraran, susurré contra sus labios: —quiero hacer que jodidamente te
corras.

—Sí —siseó, mientras mi mano se envolvía alrededor de su polla y mi pulgar rodeó el


recubrimiento previo de la cabeza.

—Dilo —le dije, y me mordí el labio inferior—. Dime que quieres que te haga correrte. Dime
que lo necesitas.

Mientras lo acariciaba con ambas manos, Ace jadeó y su cabeza cayó hacia delante. —
Dylan... —gimió, pero esa no era la respuesta que quería escuchar. Paré todo movimiento y esperé
las palabras mágicas.

Con un gruñido frustrado, Ace levantó la cabeza, sus ojos ardiendo, y luego agarró las
hebillas que colgaban del cuello de mi chaqueta de cuero, tirando de mí hacia adelante hasta que
estábamos nariz con nariz.

—Quiero... y jodidamente necesito... que hagas que me corra. —Y luego sus labios rozaron
los míos, y susurró una palabra que se disparó directamente a mis bolas—. Por favor.

Ninguno de nosotros se contuvo cuando nuestras bocas se encontraron de nuevo, y cuando


Ace me empujó contra la pared, profundizó el beso y mis manos comenzaron a moverse arriba y
abajo de su eje.

Dios, lo quería. Encima de mí, dentro de mí, su cuerpo cubriendo cada centímetro de mi
cuerpo. Su pesada erección llenando mi boca...
Con ese pensamiento en mente, chupé su lengua, tragándome sus gemidos mientras sus
caderas se movían hacia adelante, su polla deslizándose suavemente entre el ajustado apretón de
mis manos.

—Jesucristo —dijo con voz ronca, y sus embestidas se hicieron irregulares, inestables.

—Todavía no —le dije, bombeándolo más lento—. Pon tus manos en la pared.

No protestó, sino que golpeó con sus manos la pared a cada lado de mi cabeza. Las venas de
su cuello estaban tensas, y cuando una gota de sudor le cayó por la sien a la mejilla, arrastré mi
lengua para atraparla. Mientras me tragaba el sabor salado de él, me miraba con los ojos
entrecerrados, y la idea de que perdiera su cabeza a causa del placer me hizo caer de rodillas.

—¿Qué haces?... No tienes que…

—Shh —dije, estirando mi cabeza hacia atrás para mirarlo mientras ordeñaba su polla más
fuerte y más rápido con mis manos—. Te lo dije. Quiero probarte.

Cuando envolví mis labios alrededor de la cabeza de su erección, Ace soltó un fuerte gemido,
y una de sus manos abandonó la pared para agarrar la parte de atrás de mi cabeza. El jadeo
superficial que salió de él me instó a seguir adelante, y después de lamerlo con mi lengua, lo tomé
completamente en mi boca.

—Oh, Dios. —Un escalofrío recorrió el cuerpo de Ace, y alcancé su trasero y lo sostuve
firme contra mí. No había manera de que lo dejara ir, no antes de que el sabor de él golpeara mi
garganta. ¿Cuántas veces había soñado con esto? Demasiadas veces para contarlas, pero ninguna
de esas fantasías se podía comparar con la realidad. Los tensos ruidos que surgían del hombre sexy
sobre mí y la sensación de su mano que me impulsaba a avanzar, la vulnerabilidad que estaba
conociendo, que sin lugar a dudas era algo raro para este hombre, era mucho más de lo que podría
haberme imaginado. Si hubiera podido vivir allí, adorando el altar de Ace Locke durante todos los
tiempos, no lo habría dudado.

—Si no paras... —advirtió Ace, pero eso solo me estimuló, y cuando su polla golpeó mi
garganta y comenzó a correrse, apreté mis labios alrededor de su gruesa y larga polla y sentí el
primer chorro caliente de semen golpear mi paladar. Con avidez tragué cada gota que me dio, y
luego las manos de Ace estaban en mi chaqueta, tirando de mí y empujándome contra la pared. Su
beso era hambriento, y la lujuria que sentí al sentirlo saborear mis labios fue abrumadora. Pero esta
noche no se trataba de mí. No en esta ocasión. Así que yo esperaba que hubiera una próxima vez.

Mientras mis manos vagaban por la piel firme y suave bajo el dobladillo de su camisa, Ace
ahondó más profundo, su beso tanto un agradecimiento como una promesa. Y cuando se retiró, la
expresión en sus ojos decía una cosa: hasta la próxima vez.

Y tuve la sensación de que estaría contando los minutos hasta entonces.


mañana y mi trasero se estaba volviendo insensible
después de haber estado sentado en el remolque de maquillaje y peinado durante casi tres
horas. Jesús, esta era la única parte de mi trabajo de la que podía prescindir. El acicalamiento antes
de cada sesión. Duraba horas, literalmente, pero la gente era amable y me dio tiempo para revisar
mi guion.

Hoy era el primer día en el set, y la emoción era contagiosa, ya que se escuchaban las voces
emocionadas alrededor del estudio de sonido y mucho más allá. Cuando llegué, me llevaron a mi
remolque privado y me alegré de encontrar mi pequeña lista de demandas en orden, incluido el
gran frasco de M&M verdes. Ron era tan jodidamente inteligente.

Solté mi bolsa y me tomé un momento para reflexionar. Hoy era la primera vez que veía a
Dylan desde... bueno, desde que tuve mi polla entre sus labios deliciosamente carnosos. Y de
alguna forma tenía que encontrar la manera de estar a su lado durante horas y horas sin pensar en
eso.

Sí, como que va a ser una tarea fácil.

Así que allí estaba yo, mirando mi reflejo mientras Trudy agregaba los toques finales para
equilibrar mi bronceado, preguntándome dónde estaría Dylan y qué tan pronto podría verlo. Joder,
necesitaba concentrarme en mis líneas, no en el paradero de un compañero de reparto.

—Un pequeño pajarito me dijo que tuviste un gran cumpleaños el pasado fin de
semana. Debe haber sido duro de soplar esas treinta y tres velas.

Mientras las palabras de Trudy resonaban en mi cerebro, me avergüenza admitir que en las
únicas dos palabras en las que me concentré fueron duro y soplar, y justo así volví a imaginarme a
Dylan de rodillas con la boca llena de…
Joder.

—¿Hola? No me digas que te has quedado dormido, marinero.

Alcé los ojos para encontrarme con los de ella en el espejo mientras daba un paso atrás para
admirar su obra.

—Hmm... arriba, arriba. Quiero verte de pie. —Se rio mientras me ponía de pie lentamente,
imponiéndome a su metro y medio—. Podría acostumbrarme a dar estas órdenes. Si te pido que te
dejes caer y me des veinte...

—Te diré lo que le digo a mi entrenador.

—¿Y eso sería…? —preguntó ella.

—¿Te odio?

—Aww... eso no es amistoso. —Se acercó a mi lado y sostuvo la percha con mi uniforme
blanco—. Oh sí, te vas a ver bien, amigo mío. Ahora ve y vístete. Pronto estarás en el set.

Cogí el colgador de ella y me dirigí hacia la puerta. Cuando la abrí, el sol de la mañana ya
estaba ardiendo, y sabía que no tenía mucho tiempo antes de que el maquillaje comenzara a resbalar
por el sudor. Necesitaba moverme rápido.

Bajé los dos escalones, y cuando giré para dirigirme hacia la caravana, fue cuando lo vi. Dios
mío, mi imaginación no le había hecho justicia al tipo, porque el maldito Dylan vestido de blanco
en un uniforme de la Marina era suficiente para hacerme un inútil. Completamente un jodido
inútil.

Si Dylan era un espectáculo en ropa casual de todos los días, vestido con pantalones blancos
planchados que se ajustaban perfectamente a cada línea de su cuerpo, y una chaqueta prístina
puntuada con botones de latón en el centro y su sombrero metido bajo el brazo, era la perfección
absoluta. Mientras deambulaba junto a Russ, se rio de algo que el rubio le había dicho, y cuando
los labios de Dylan se curvaron y aparecieron sus hoyuelos, sentí que mi corazón empezaba a latir
con fuerza.
¿Cómo se suponía que debía mirarlo todo el día? Y más importante aún, ¿cómo se suponía
que debía recordar mis líneas cuando en ese momento me costaba recordar mi propio maldito
nombre?

Cuando los dos se acercaron, Dylan se volvió para mirar hacia adelante, y cuando me vio de
pie allí, una sonrisa lenta dividió sus labios.

Dios. Una sonrisa y volví a mi habitación con él, y me tranquilizó saber que lo que había
sucedido allí no estaba solo en mi cabeza. Él lo sintió y lo vivió también.

Cuando los dos hombres se detuvieron frente a mí, Russ mostró una sonrisa y extendió los
brazos hacia un lado. —Entonces, ¿qué piensas, comandante?

De alguna manera, logré apartar los ojos de Dylan para darle a Russ una mirada. —No está
mal para un suboficial. No está mal.

—Gracias. Creo que me veo bastante bien. Quiero decir, nadie puede verse tan bien como el
chico guapo que tengo aquí a mi lado, pero al menos podemos intentarlo.

Miré a Dylan, cuya ceja se había arqueado. —Chico guapo, ¿eh?

Russ chocó con Dylan y luego le guiñó un ojo. —Oh, sí, Dylan era modelo antes de venir a
hacer la prueba para actor. Incluso tiene una valla publicitaria en Hollywood.

—No me digas —fue mi respuesta automática, y podría haber jurado que noté el rubor en las
mejillas de Dylan. Por otra parte, podría haber sido el sol calentándolo en su atuendo. De cualquier
manera, no pude evitar mirarlo lentamente antes de volver a hablar—. Creo que tienes razón, Russ.

Dylan negó con la cabeza. —Estoy bastante seguro de que una vez que te vistas, nadie se
fijará en mí.

—Eso significa que si camino desnudo, ¿nadie me miraría? —Las palabras salieron de mi
boca antes de siquiera pensar en ellas, y eso fue exactamente lo que quise decir cuando le dije que
me hacía que me olvidara de mí mismo.
Alrededor de Dylan las bromas eran fáciles, la sensación era correcta, pero no podía darme
el lujo de decir lo que sentía. Tenía que pensar constantemente en lo que debía decir. Estar
constantemente en alerta. Y no de la forma en que me hacía sentir cuando estaba cerca de este tipo.

Por suerte para mí, Russ no parecía estar muy al tanto de lo que estaba sucediendo en ese
momento, porque soltó una carcajada y me dio una palmada en el hombro. —Seguro que, si
caminas desnudo, todos en el mundo se darían cuenta. Sin ofender, Dylan. Pero Ace te vencería
con seguridad. Probablemente terminaría en la portada de todas las revistas del planeta.

Y esa era la maldita verdad de mi vida. Con ese evidente recordatorio de cómo mi vida
estaba bajo el microscopio, di un paso atrás tanto física como mentalmente y me regañé por mi
comportamiento imprudente. El sábado por la noche había sido una acción descuidada y única, y
aunque el hombre que ahora me miraba con los ojos entrecerrados era todo lo que podía haber
deseado alguna vez, sabía que tenía que ser inteligente. Tenía que pensar, lo cual era casi imposible
en su presencia.

Me moví a un lado y sostuve mi percha, señalando mi ropa con un asentimiento. —Está


bien. Voy a cambiarme antes de que mi maquillaje se derrita de mi cara —dije, e incluso para mis
oídos mi tono fue desdeñoso, y a juzgar por la confusión en la cara de Dylan, el cambio en mi
humor fue obvio—. Os veré adentro.

Mientras me dirigía hacia mi remolque, podría haber jurado que escuché a Russ decir: —No
crees que lo hice enfadar otra vez, ¿verdad? —Y aunque tenía curiosidad por saber cuándo creyó
que me había cabreado la primera vez, no había manera de que me quedara para escuchar la
respuesta de Dylan.

unas pocas horas sin incidentes, y mientras cogía mi plato con


un sándwich de ensalada de pollo y complementos, me maravillé de cómo podía haber despertado
tal apetito simplemente esperando en el banquillo. Aparentemente, el término ‘apresúrate y
espera’ era uno al que tenía que acostumbrarme, ya que parecía que la mayoría del tiempo se había
usado para obtener la iluminación correcta y para disparar aproximadamente diez segundos cuando
Ace entraba a la habitación.

No estaba seguro de que esta película fuera para mí. Prefería simplemente entrar, hacer el
trabajo y salir, pero tenía que admitir que no había sido terrible. La vista había sido bastante
sorprendente y, a mi entender, me refiero a ver a la imponente figura que acababa de entrar en la
tienda del almuerzo.

Cuando lo vi salir de la caravana de maquillaje, se veía lo suficientemente bien como para


comérmelo… otra vez… pero joder, realmente había algo con un hombre de uniforme. Tendría que
añadir eso a mi lista de fantasías de dormitorio con Ace.

Se estaba riendo con el director mientras llevaba un contenedor para el almuerzo a una de las
mesas, y era un lado tan diferente al del Ace, el que Russ y yo nos habíamos encontrado antes de
que el rodaje comenzara horas atrás. Algo que Russ había dicho durante esa conversación hizo que
Ace se retirase en su caparazón, y joder si iba a dejar que se quedara así. No después de lo que
sucedió el sábado por la noche. Todavía podía sentir la suavidad aterciopelada de su pene en mi
boca, y el recuerdo de ese momento secreto robado en su habitación, me hizo reprimir una sonrisa.

Después de bajar a la fiesta y reunirme con Russ, Ace y yo no habíamos hablado más, pero
la forma en que nos habíamos mirado a través de la habitación varias veces hizo que mi maldito
estómago revoloteara como si fuera una adolescente enamorada de quince años. ¿Sucedería de
nuevo? ¿O la forma en que se cerró esta mañana era una señal de que se arrepentía?

Solo hay una forma de averiguarlo.

Caminé hasta donde él estaba sentado en una mesa vacía solo y coloqué mi bandeja frente a
él. —Hola —le dije, luego me senté y mordí mi sándwich.

Ace miró a nuestro alrededor y luego me lanzó una mirada cautelosa. —¿Qué estás haciendo?

—Comer —dije, levantando mi sándwich.

—Sí, pero ¿por qué lo haces aquí?

—Porque está vacío. ¿Esta mesa está reservada? ¿Solamente grandes estrellas?
Él arqueó una ceja. —No.

—Ah —dije, asintiendo—. Así que, entonces solamente grandes imbéciles. Bueno, no tengo
ganas de moverme, así que... —Tomé otro bocado de mi sándwich y le di una sonrisa tensa.

Los hombros de Ace parecieron relajarse, y él abrió su envase preenvasado con pechugas de
pollo, col y patatas.

Arrugué mi nariz. —¿Es eso lo que tu chef te hace comer todos los días? Deberían despedirlo.

—Algunos de nosotros no podemos darnos el lujo de comer solamente carbohidratos —dijo,


mirando mi plato.

—Así que, solo proteínas, ¿entonces? —Lo siguiente lo dije con doble sentido—. Bueno
saberlo.

Ace palideció y se tomó su tiempo cortando su carne, obviamente evitando mi mirada.

Jesús, ¿cree que voy a hablar de lo que pasó frente a todos o algo así?

—Oye. —Esperé hasta que levantara la mirada—. Fue un chiste. Puedes reírte. No
significará nada si lo haces. —Cuando él no dijo nada y se metió un tenedor lleno de col en la boca,
suspiré—. No voy a decir nada. Y sentarte aquí a conversar conmigo tampoco hará sospechar nada
a nadie, ¿podrías al menos seguirme la corriente riéndote de mis chistes?

—Lo haría si hicieras alguno.

Estaba a punto de decir algo igual de gracioso, pero entonces Ace levantó la mirada, y hubo
un brillo en sus ojos.

—Eres una mierda —dije, y eso finalmente lo hizo reír.

—Puedo serlo.

—¿Porque lo haces?

Se encogió de hombros. —Porque mantiene a la gente alejada.

Bueno, eso fue honesto.


—¿Intentas darme una pista?

—Eso implicaría que te dejé entrar en primer lugar.

—¿No lo hiciste? —dije, sonriendo, y luego meneé la cabeza—. Lo siento, a veces el filtro
no funciona.

—Eso es lo que me temía. —Ace tomó un sorbo de agua y miró por encima de mi hombro,
y fue entonces cuando me di cuenta. Ace estaba asustado. Este hombre más grande que la vida
sentado enfrente de mí había dicho lo que había dicho porque no estaba listo para mostrar a
nadie, ni al mundo, ni a mí, quién era él realmente.

Y joder si iba a dejar que eso me detuviese.

—¿Te gusta el salmón?

Sus ojos se abalanzaron sobre los míos. —¿Qué?

—Salmón. Pescado. ¿Te gusta?

—Sí. ¿Por qué?

—Me han dicho que hago un salmón con corteza de almendra para morirse, así que tal vez
podrías decirle a tu chef con su dieta ligera que se vaya a la mierda esta noche.

—Estás... —Miró a su alrededor otra vez, y bajó la voz—, ¿cómo una cita o algo así?

—Es más fácil cocinar para dos, y me siento mal por ti. Pobre y desposeído, tener que meter
ese pollo seco y esa col en tu... —tuve que contenerme para no decir jodida boca sexy, y en su
lugar terminé—, boca.

—No tengo chef —dijo, y atravesó su pollo con su tenedor—. Y no creo que sea una buena
idea.

—Es solo una cena…


—He dicho que no —dijo rápidamente, con una sorprendente cantidad de fuerza detrás de
sus palabras. Pronto comprendí porqué cuando Ron se sentó a mi lado, junto con el director de
fotografía.

Cuando todos comenzaron a hablar sobre la sequía o alguna mierda, permanecí en silencio y
me pregunté qué demonios hacer ahora. Los ojos azules de Ace se movieron hacia los míos, y había
una expresión suplicante en ellos, y luego, con la misma rapidez, desvió la mirada.

Ace parecía ser un hombre de contradicciones, y, si tuviera que adivinar, mantenía una guerra
consigo mismo. Había pasado tanto tiempo desde que había estado con alguien, que no estaba
completamente abierto si alguien aparecía. Él no estaba seguro de cuál era el siguiente paso, o
incluso si debiera haber un siguiente paso. Pero mientras miraba al hombre atractivo que tenía
enfrente, sabía que no estaba dispuesto a renunciar a la promesa de algo más, incluso si eso
significaba esconderme en las sombras y esperar a que él me buscara. Porque mi instinto me decía
que lo que sea que hubiese pasado entre nosotros no había terminado todavía.

rebusqué en el refrigerador algo más que zanahorias, mientras


mi manager, Roger, me gritaba al oído.

—Sí, entiendo que sea un buen negocio desde el punto de vista financiero, pero no voy a
posar para un maldito anuncio de crema para hemorroides. Esa mierda no va a suceder —dije—.
Nunca volvería a tener sexo.

Mantuve el teléfono lejos de mi oído mientras trataba de convencerme de que valía la pena
y que el anuncio solo se publicaría en el extranjero.

Jesús, tal vez sí necesito un chef, pensé, mientras miraba las escasas comidas preenvasadas y
los envases de verduras. Cerré la puerta y dije: —Roger. No lo haré. ¿Qué más tienes para mí?

Cuando divagó sobre un lanzamiento de vodka en Las Vegas al que me pidieron que asistiera,
me animé. —Eso sí que lo haré. Ponlo en el calendario.
Tomando asiento en el taburete de la isla de la cocina, traté de ignorar la última vez que tomé
vodka y con quién lo había hecho. Mis ojos se desviaron hacia el lugar donde había estado la barra
improvisada durante la fiesta. No podía culpar a las Gotas de Limón por lo que había sucedido más
tarde en mi habitación, e incluso ahora no me arrepentía, aunque sabía que esa era la impresión que
le había dado a Dylan antes. Joder, sabía que estaba siendo un idiota, pero no podía abrirme a él,
porque sabía que nunca estaría satisfecho con lo poco que podría obtener de él.

—¿Ace? ¿Me estás escuchando?

—Sí, Roger, lo tengo. Las Vegas en tres semanas y un comercial para Rolex.

—Me gustaría que realmente reconsideraras el…

— Me tengo que ir, al diablo con las hemorroides —dije, y luego presioné el botón de
apagado y tiré el teléfono en el mostrador. Estaba tan irritable, y mientras estaba sentado en mi
casa vacía de ocho dormitorios, me molestó que esta fuera la primera vez que el vacío se traducía
en soledad.

Maldito Dylan. El chico se había metido totalmente en mi cabeza. Él y su oferta de hacerme


la cena no solo hicieron que mi estómago gruñera, sino que también me hicieron sentarme allí
sintiendo pena por mí mismo. Miré el teléfono desde donde estaba apoyado burlándose de mí en
silencio. Debido a que almacenado dentro de él, bajo D. Prescott, estaba el número del hombre al
que estaba intentando no querer llamar.

Esto era ridículo. ¿No fue por esta única razón por la que salí públicamente del armario?
¿Para poder perseguir a alguien que quisiera? ¿Alguien en quién no pudiera dejar de pensar?
¿Alguien como Dylan?

Sí, eso fue genial en teoría. Pero igual que Kenny, e incluso Shayne, se apresuraron en
recordarme, tenía a un paparazzi pisándome los talones en todo momento y todos esperaban a ese
primer hombre que me agarrara del brazo, ese primer beso captado por la cámara… y no estaba
listo para darles ninguna de esas cosas en un futuro cercano. Si la prensa hubiera sabido lo que
había pasado en mi casa llena de gente el sábado por la noche, se habrían vuelto locos. Pero ellos
no lo sabían. Entonces, ¿por qué seguía dudando?
Cogí el teléfono y abrí la información de contacto de Dylan. Tomé aliento y me sorprendí al
notar que mi mano temblaba, así que llamé y luego apreté mi puño, recordándome a mí mismo que
no había nada de malo en llamar al tipo.

Cuando sonó el teléfono, cerré los ojos y me obligué a esperar, y considerando lo mucho que
quería colgar justo después del segundo timbre, era un milagro que todavía estuviera al otro lado
de la línea cuando finalmente me respondieron.

—Hola —dijo Dylan, e incluso ese simple saludo hizo que mi corazón se acelerara y que mis
palabras se atascaran en algún lugar de mi garganta. Cuando el silencio se extendió entre nosotros
por un par de segundos más, Dylan volvió a decir—: ¿hola?

Sabiendo que necesitaba decir algo o que probablemente colgaría, logré que su nombre
pasara por mis labios. —¿Dylan?

—Oh, sí. Ese soy yo. Quién... —Dylan se calló como si se le hubiera encendido una bombilla,
y cuando su voz volvió a sonar a través del teléfono, estaba llena de diversión—. No puedes ser
quien creo que eres...

Fruncí el ceño ante sus palabras cuando se paró allí, y cuando era obvio que yo no iba a decir
nada, Dylan continuó.

—Porque si eres quién creo que eres... entonces tendría un par de preguntas que necesitarías
responder antes de colgarte.

Me puse de pie y agarré la parte de atrás de mi cuello. No había forma de que quisiera que
Dylan me colgara, pero al mismo tiempo si alentaba las preguntas, ¿me iba a abrir más al responder
de lo que estaba dispuesto? Ahh, joder.

—Supongo que eso dependerá de con quién pienses que estás hablando, ¿no es así? —dije,
y luego escuché un fuerte sonido a través del teléfono y un improperio antes de que se silenciara y
Dylan se riera.

—Supongo que sí. No quisiera decir algo altamente inapropiado para cualquiera. Sin
embargo, sí fuera la persona adecuada...
Cuando llegué a las puertas de vidrio que daban a mi patio trasero, miré afuera a la terraza
con mi jacuzzi e inmediatamente tuve una visión del hombre con el que estaba hablando. —¿Y
quién sería la persona adecuada?

Dylan suspiró en mi oído, y el sonido envió una deliciosa emoción directamente a mis bolas,
y luego agregó a eso las palabras que salieron de su boca. —Oh, no sé. Tendría el pelo
rapado, grandes músculos y una especie de actitud de imbécil. ¡Oh! Y él sería alto...

—¿Qué tan alto? —interrumpí.

—Mmm... iba a decir tan alto como yo. Pero qué tal de la estatura de Ace Locke. ¿Lo
conoces?

No podía parar la sonrisa que me curvaba la boca, estaba coqueteando. —Sí, creo que sí.

La risa de Dylan fue despreocupada mientras se filtraba por el teléfono, y yo envidiaba la


facilidad con la que podía ser quien era.

—Entonces sí, si fueras todo eso, entonces serías la persona adecuada con la que podría ser
inapropiado.

—Bien, gracias a Dios, teniendo en cuenta que soy a quien le chupaste la polla el sábado por
la noche —le dije sin ni siquiera pensarlo.

—Oh, hola, ahí está el Ace que conocí en la fiesta de su cumpleaños y en su habitación. Ya
sabes, me preguntaba cuándo volverías a aparecer. O al menos, que me llamaras. Hablando
de llamarme... ¿cómo es posible que me estés llamando? Hasta donde recuerdo, no te di mi número,
y como tan amablemente me has recordado, mi boca estaba un poco ocupada en la última
oportunidad que tuve de decírtelo en privado.

Solté mi mano de la parte posterior de mi cuello y reordené la erección que pude sentir
endureciéndose dentro de mis jeans. —Yo... uhh... —Joder, ¿estoy realmente a punto de admitir
esto?—. Puede que lo haya visto en la hoja de llamadas de Amy.

Hubo una pausa, y me pregunté si Dylan estaba a punto de protestar acerca de cómo yo
cuidaba mi privacidad y cómo acababa de invadir la suya, pero en cambio se rio a carcajadas.
—Estoy tratando de decidir si has cruzando alguna línea o algo así, por el hecho de que
robaste mi número de la hoja de contacto del asistente de producción.

Me di cuenta de que Dylan estaba pasándolo muy bien con esto, pinchándome un poco
después de haber sido esta mañana, sin duda, un imbécil con él.

—Sabes, podrías haberme preguntado —dijo Dylan, y pude imaginar su boca sonriente.

—Te hice algunas preguntas —le recordé—, pero estabas tan ocupado haciéndote el duro por
salirte ese día con la tuya.

—¡Ja! Estás bromeando, ¿verdad?

Me estaba divirtiendo inmensamente mientras caminaba hacia mi lujoso sofá de gran tamaño
y tomaba asiento. Entonces me quité los zapatos de un puntapié mientras Dylan seguía hablando
en mi oído.

—No he jugado duro con nadie desde que te conocí. Pero... Si quieres hablar sobre lo duro
que he estado desde que te conocí, esa es otra historia.

Ahí estaba esa libertad, esa falta de filtro, y una vez más me encontré deseando poder decir
lo que quisiera sin pensar demasiado en cada detalle que salía de mi boca.

—Uh, oh. ¿Fui demasiado lejos? —preguntó Dylan—. Lo siento, es un desagradable hábito.

Negué con la cabeza, odiando que yo era tan consciente de mí mismo, que ahora estaba
haciéndolo a él consciente de su propia maldición al no tener filtro. —No, no. No te disculpes —
le dije, y dejé escapar un suspiro de frustración. ¿Por qué esto no podía ser fácil? Debería ser fácil,
¿cierto?

—¿Ace?

—Sí, lo siento. Me despisté por un minuto.

—Está bien. No quiero hacerte sentir incómodo. Solo bromeaba. Pero estaba hablando en
serio del desagradable hábito. Mi familia es muy... diferente, mucho más abierta acerca de las cosas
que la mayoría de las familias. Creo que podría decir que soy un subproducto de eso.
Eso llamó mi atención en un instante. Era la primera vez que Dylan me ofrecía algún tipo de
información personal, y era codicioso de todo lo que podía aprender sobre él.

—¿Qué quieres decir con que son diferentes? Pareces bastante normal para mí.

—Por favor, deja los cumplidos. Harás que se me suban a la cabeza.

Rodé los ojos ante su deliberada incomprensión de mis palabras. —Sabes a lo que me
refiero. Tú no eres…

—¿Una celebridad mundialmente famosa que es perseguida por cientos de personas donde
sea que vaya?

—Está bien, listillo. Quise decir que estás muy... cómodo contigo mismo. Eres amable y
amigable, feliz...

—¿Ace? —lo interrumpió Dylan.

—¿Sí?

—Deja de hablar. Me estás haciendo sentir como un niño de-diez-años.

Escuché otra ronda de estruendos, y en lugar de tratar de rectificar mi aparente falta de


habilidad coqueta, pregunté: —¿qué estás haciendo?

—Estoy cocinando —refunfuñó—. O tratando de hacerlo. No puedo encontrar la maldita olla


para mi pasta.

Ante la palabra pasta, mi estómago gruñó en señal de protesta. —Eso fue cruel. Sabes lo que
como aquí, y ¿ahora vas a restregarme en mi cara el hecho de que estás a punto de comer
pasta? Eres cruel, un hombre muy cruel, Dylan Prescott. Me estoy muriendo de hambre.

—Ah, ahí está —dijo triunfante—. Y tienes razón, eso fue algo cruel. Pero quiero aclarar
algo, porque parece que tengo una mente de una sola vía cuando se trata de ti. ¿Querías decir que
estabas muriendo de hambre por comida o...?
—Comida. —Pero joder si mi pene no estaba interesado en la opción ‘o’—. Quise decir
comida.

—Oh, bueno, no te atrevas a quejarte de eso, campeón. Me ofrecí para hacerte una comida. Y,
sinceramente, si estuviera allí no estarías muriéndote de hambre por comida, o por la otra cosa de
la que no estamos hablando.

No, mierda. Dudaba que incluso él se pusiera a cocinar si estuviera allí. Y esa idea me hizo
inclinarme hacia abajo en el almohadón y presionar sobre mi semi erección en mis pantalones.

—¿Ace? ¿A dónde fuiste? —preguntó Dylan—. Trata de no enloquecer. Solo quería ir allá
y usar tu locura de cocina, no usar tu pene.

Dejé escapar un suspiro y me reí. —Mentiroso.

—Si no me crees, pruébame.

Cerré la boca con fuerza antes de decirle exactamente cuánto me gustaría hacer exactamente
eso. Mientras acariciaba la longitud rígida entre mis piernas, dije: —esa no es una buena idea.

—Te escuché la primera vez, pero parece que tengo pérdida de memoria a corto plazo. ¿Te
importaría explicarme otra vez por qué no es una buena idea?

Después de mirar el reloj, me adelanté y puse mis codos sobre mis muslos, ignorando el dolor
en mi polla. —Mira, se está haciendo tarde, así que te dejaré ir.

—Son las ocho en punto.

—Fuimos convocados para las cuatro y media.

—Sí, está bien, viejo. Entonces, ¿me darás tu número? Tú número es privado y no se ve en
mi móvil.

—No.

—¿No? —se rio entre dientes—. Bueno, entonces ¿vas a llamarme otra vez?

—No.
—Mentiroso.

Sí, considerando mi falta de autocontrol en lo que respecta al tipo, probablemente tenía


razón. No es que quisiera que él supiera el efecto que tenía en mí. —Disfruta tu pasta mientras yo
me consumo por aquí.

—Planeo saborear cada bocado. Quizás hasta lama el plato después. En caso de que lo hayas
olvidado, soy muy bueno con mi lengua.

—Jesús. Ve a cocinar tu jodida comida.

—Te veo mañana, Ace.

—Sí, sí. —Y antes de que pudiera decir algo más tentador, colgué.
gritó Russ un par de días después al acabar de filmar, mientras
bajaba los escalones del remolque de vestuario.

Lo miré con los ojos entrecerrados y levanté mi mano para bloquear el sol de mis ojos
mientras se dirigía en mi dirección. Su cabello y rostro estaban recién lavados, todo rastro de
productos de maquillaje y peinado había desaparecido, y tuve que admirar el aspecto juvenil del
chico. No habíamos tenido la oportunidad de pasar el rato fuera de las cortas pausas para almorzar,
y aunque mi pene no saltaba en alerta cuando él estaba cerca, aún disfrutaba de su compañía.

Había un puñado de muchachos con los que me había unido desde que estoy en California,
pero el problema de vivir en una ciudad tan grande era que uno podía estar a dos horas de distancia
de alguien en un momento dado, debido al tráfico. Y con el horario que tenía ahora, simplemente
no había tiempo para una vida social.

—Russ… oye, hombre —le dije cuando corrió hacia mí—. Buen gancho de derecha hoy.

—Mierda, tuve que fingir pegarle a ese tipo cuarenta y cinco veces. No puedo levantar mi
brazo —se rio e intentó levantar su brazo antes de dejarlo caer de costado.

—Las sales de Epsom en un baño caliente debería eliminar eso.

—Supongo que sé lo que haré esta noche. Dime, ¿quieres tomar algo antes de
comer? Escuché que algunos de los muchachos dicen que hay un tremendo asador al otro lado de
la calle.

—¿Ah, ¿sí? —Consideré su oferta. Por un lado, el filete y la conversación sonaron geniales,
pero lo último que quería era engañar a este tipo. Miré hacia abajo y pasé una mano por mi cabello,
tratando de decidir la mejor manera de abordar el tema.
Ah, demonios. Lo mejor era ser sincero con respecto a esto. Lo miré a los ojos cuando dije:
—escucha, Russ... Me encantaría hacer eso, pero tengo que ser sincero contigo. Realmente no estoy
buscando comenzar algo en este momento, y sería un error no decírtelo antes de que esto vaya más
allá.

Russ parpadeó hacia mí, y luego barrió su mano, como si apartara el comentario. —Noo, eso
es genial. Supongo que eso me deja abierto a la estrella principal de la película —dijo con un guiño,
y luego se rio—. Bromeaba. En serio, una cena amistosa sin expectativas. Podemos hacerlo.

El alivio se apoderó de mí. Al menos, la mierda no sería incómoda entre nosotros ahora, que
era más de lo que podía decir sobre mi posición con Ace. Después de la llamada telefónica
inesperada de la otra noche, no había escuchado ni una palabra, y aunque había sido amistoso
cuando lo había visto en el set, siempre estaba rodeado de otros, así que nunca pude acercarme
demasiado. No me sorprendería si lo hubiera planeado de esa manera, pero no iba a pensarlo
demasiado. Tenía mi número, y si quería ponerse en contacto conmigo, podía usarlo.

Como si leyera mis pensamientos, mi teléfono vibró en mi bolsillo, y mientras miraba la


identificación de la persona que llamaba, levanté un dedo hacia Russ. —Dame un segundo y luego
podemos irnos. —Cuando asintió, presioné un botón y mi compañero de habitación y amigo de
Florida, Derek Pearson, me habló.

—Oye, chico guapo, ¿alguna vez vas a llamar y darme los jodidos detalles sobre cómo es
trabajar con Ace Locke todos los días o vuelves a ser un hijo de puta mezquino y silencioso?

—Hola a ti también. ¿Cómo está Jordan?

—No intentes cambiar de tema. Llevo toda la semana intentando agarrarte del culo.

—Mi culo ha estado ocupado, muchas gracias.

—Lo sabía. Has seducido al pobre bastardo, ¿verdad? Una mirada a esa cara de niño bonito
y probablemente se corrió en sus jeans de cinco-mil-dólares.

Como si se tratara de una señal, la puerta del remolque de Ace se abrió y él bajó corriendo
los escalones, con una bolsa de deporte sobre su hombro. Miró a su alrededor y se fijó en mí, y
luego su mirada se desplazó hasta donde estaba Russ y aceleró el paso hacia su lugar de
estacionamiento.

—Oye, Prescott. ¿Estás durmiendo con Ace Locke o qué?

Observé la amplia espalda de Ace mientras él abría su auto y arrojaba su bolso en el


maletero. Cuando la cerró de golpe, sus ojos atraparon los míos otra vez.

—No —respondí—. No, no es así en absoluto. He estado ocupado trabajando, eso es todo y
ésta es la recepción de mierda que me das.

Derek se burló. —Eres un saco de mierda mentiroso, pero si esa es tu historia...

—Así es.

—Me parece bien. Llámame cuando estés listo para comerte tus propias palabras. O después
de haber comido...

—Bien, maldito cabrón. Ve y busca a Jordan para que uses esa boca.

La risa atronadora de Derek resonó por el teléfono, y cuando terminó la llamada me volví
para ver a Russ levantar una ceja.

—¿Novio…? ¿Ex? —preguntó.

Deslicé el teléfono en el bolsillo trasero de mis vaqueros y me reí, pensando en el intento


fallido de Derek de ponerse ardiente y difícil. Hasta el día de hoy seguía siendo entretenido burlarse
de Derek por su incapacidad para... cumplir.

—Noo. Compañero de piso, amigo y jodido entrenador, pero ahí es donde termina todo.

—Entiendo —asintió Russ—. Entonces, ¿estás listo para ponerte en marcha?

—Sí. Un filete suena genial en este momento. Muéstrame el camino.

Mientras nos dirigíamos en dirección al aparcamiento, el sonido inconfundible del


Lamborghini de Ace rugió a la vida, pero ya había terminado de hablar del Sr. Locke por el día de
hoy. Estaba listo para salir, tomar unas copas con un amigo y relajarme. De todos modos, pensé,
mientras el auto de Ace pasaba por delante de nosotros y él nos miraba por la ventanilla abierta a
Russ y a mí con una expresión estoica, como había pensado antes… tenía mi número si quería
usarlo.

irracional y lo sabía. Toda la noche me obsesioné sobre el lugar donde


Dylan había estado yendo con Russ el día anterior, y cuando vi la mano del rubio caer sobre el
brazo de Dylan una vez más, podría haber jurado que las dagas estaban a punto de salir disparadas
de mis ojos. Quería caminar hasta allí y pelar sus malditos dedos uno por uno, pero considerando
que estábamos rodeados por una sala llena del elenco y del equipo, probablemente no era la mejor
idea.

Mientras esperábamos la siguiente toma, Dylan se rio de algo que dijo Russ, y finalmente
tuve que obligarme a darme la vuelta para no tener la tentación de mirar en su dirección.

Para ser honesto, esa pequeña interacción no había sido lo que me provocó en primer lugar.
No, ese honor le pertenecía al hecho de que al pasar por delante de ellos ayer al salir del
estacionamiento, sabía que Dylan probablemente se iba con ese flaco cabrón.

Primero, la fiesta en mi casa, luego, ¿qué? ¿Cenas juntos? ¿Salidas de noche? ¿Asistente
personal en el set?

Uf, y lo que más me molestó era que no tenía ningún derecho sobre él en absoluto. Y no
había motivo para estar molesto, no cuando rechacé a Dylan en todo momento. Y eso era a lo que
se reducía, ¿no? Estaba enojado porque no tenía la libertad de perseguir al hombre que había
atrapado mi interés. Era mi culpa, y no había nada que pudiera hacer al respecto, excepto ser testigo
de su pequeña fiesta de amor.

Esto es una mierda. Dylan podría hacerlo mucho mejor. La idea me hizo resoplar, y cuando
varias cabezas se volvieron en mi dirección, tosí para cubrirlo. Realmente era un imbécil pomposo
si pensaba que lo ‘mejor’ para Dylan hacía referencia a mí mismo. Diablos, ni siquiera podría
llevarlo a cenar. No sin el destello de un centenar de cámaras de mierda, y luego comenzarían a
seguirlo a todas partes donde fuera, y sí... No iba a echarle ese infierno a nadie más.
La risa de Dylan volvió a sonar, y el sonido fue como una puñalada en el estómago. Porque
no había sido yo quien le había sacado ese sonido.

Jesucristo, date prisa con las malditas luces ya.

Hubo un fuerte estrépito, seguido de maldiciones, y unos minutos más tarde el ayudante del
director dijo por el megáfono.

—Muy bien… lo sentimos chicos, pero tendremos que volver a levantar esta última escena
mañana, así que dejamos por hoy.

Simplemente genial.

No perdí el tiempo y salí de inmediato, aflojando los botones de mi cuello mientras me dirigía
a mi remolque. Era una lástima que tuviera que conducir a casa, porque la botella de vodka en la
mini nevera solo pedía que la pusieran en hielo.

Tal vez lo mejor que podía hacer en esta situación era enfrentar el problema de-
frente. Hacerle saber a Dylan que los romances en el set eran algo muy malo, y debía avisarle antes
de que las cosas fueran demasiado lejos. Había visto mi parte justa de coestrellas enganchándose,
y cómo todo se iba a la mierda cuando el romance se agriaba. Así que sí, tal vez solo un pequeño
consejo amistoso. No es que me importara de una forma u otra lo que hiciera en su tiempo libre. No
estaría perdiendo el sueño por sus malas decisiones.

Sí, eso fue lo que me repetí a mí mismo.

—¿Señor Locke? Sr. Locke…

Me volví para ver a la asistente de producción, Amy, corriendo en mi dirección, su


desordenado moño marrón sobresaliendo en todas direcciones y sus gafas cayéndose. Cuando me
alcanzó, empujó los marcos hasta el puente de su nariz.

—Solo quería informarle que el tiempo de llegada para mañana se eleva media hora.

—Genial, gracias —le dije, y di media vuelta para irme, pero luego pensé. Un pensamiento
muy arriesgado. Y antes de que pudiera detenerme o pensarlo mejor, estaba diciendo—: ¿podrías
enviar a Dylan Prescott a mi remolque ahora? Me pidió antes que le ayudara con unas líneas, y
como ya hemos terminado por hoy, tengo algo de tiempo libre en este momento.

—Uh, claro, Sr. Locke. Iré a buscarlo ahora. —No perdió un segundo antes de volver a salir
corriendo, y cuando la vi marcharse, la aprensión me invadió.

¿Qué diablos estaba por hacer?

Hubo un ligero golpe en mi hombro, y me giré para ver a una


morena de pie allí abrazando un portapapeles.

—Soy yo —dije.

—El Señor Locke dice que ahora puede ir con él a su remolque.

—¿Disculpe?

—Umm, dijo que como la producción de hoy ya terminó que tiene tiempo libre para repasar
las líneas con usted. —Cuando mi frente se arrugó, un resplandor de sudor estalló en su cara—.
Digo, a menos que entendiera mal el mensaje...

—No, no, se me debe haber olvidado —¿Qué diablos está haciendo Ace? ¿Él me quiere en
su remolque? Hmm... Le di a la mujer una sonrisa tranquilizadora, ya que ella tenía una expresión
en su rostro que gritaba ‘por favor, no me despidas’—. Voy hacia allá ahora mismo. Gracias.

Ella dejó escapar un suspiro y luego me dio una gran sonrisa antes de salir corriendo, y tomé
un largo trago de mi bebida deportiva.

Entonces, Ace quería ‘repasar las líneas’, ¿verdad? Esto era una sorpresa, considerando que
tenía alrededor de diez líneas en toda la película. Vi a través de esa mentira, porque si las miradas
que había estado lanzando en mi dirección hoy fueran alguna indicación, las líneas no eran lo que
Ace quería repasar conmigo. Y no iba a esperar más para saber qué tenía reservado para mí hoy.
estrechos confines de mi remolque retorciéndome las manos mientras
esperaba en silencio a que llegara el hombre al que había enviado a llamar. Dios, en verdad lo
había enviado a buscar. Si ese descubrimiento no me hacía sentir como un imbécil aún más grande
por mi comportamiento en los últimos días, nada lo haría. Pero ya era demasiado tarde. Amy era
eficiente, y sabía que el mensaje ya habría sido retransmitido y recibido.

La sangre corría alrededor de mi cabeza, mientras continuaba sin parar arriba y abajo en el
centro del espacio y aunque la habitación tenía aire acondicionado podía sentir una gota de sudor
formándose en mi frente. Mis emociones estaban por todos lados. Estaba atrapado en algún lugar
entre la ira, la frustración y los nervios. Y la persona en la que todas se centraban era…

Golpe, golpe, golpe.

Llamando a mi puerta. Mierda. Aquí vamos.

Caminé hacia la puerta y me obligué a tomar un par de respiraciones antes de tomar la manija
y abrirla. Mientras miraba hacia la cara de Dylan, me quede sin aliento. Era hermoso y todavía
llevaba su vestuario de grabación de ese día; el blanco de la Marina solo realzaba su atractivo
general, y no había ni una maldita cosa sobre él que no encontrara atractiva.

Mientras estaba parado en el marco de la puerta del remolque, mi sombra se cernía sobre él
mientras esperaba allí mirándome, y sabía que tenía que llevarlo adentro antes de hacer algo de lo
que me arrepentiría… como bajar por los tres escalones entre nosotros y tomar sus deliciosos
labios con los míos… y justo cuando estaba a punto de invitarlo, los labios en cuestión se curvaron
en una de las sonrisas más sensuales que había visto en mi vida.

—Estoy aquí para ‘repasar mis líneas’ contigo —dijo Dylan, y era obvio por la forma en que
sus ojos brillaban hacia mí que sabía que estaba lleno de mierda. Retrocedí un paso mientras él
subía las escaleras, y cuando entró en el remolque y cerré la puerta detrás de él, los confines de
repente se sintieron mucho más claustrofóbicos que de costumbre.

Mantuve mis ojos en su espalda mientras vagaba por el estrecho pasillo, mirando de izquierda
a derecha como si estuviera inspeccionando el lugar, y cuando llegó a la puerta que estaba abierta
para revelar mi cama, decidí que era hora de hablar antes que hiciera algo precipitado, como
empujarlo hacia la cama y lanzarme sobre él.

—Parecía la forma más... práctica de traerte hasta aquí —le dije.

Dylan miró por encima de su hombro y luego levantó la mano para quitarse el sombrero de
la cabeza, metiéndolo debajo de su brazo. Maldita sea, definitivamente había una razón por la cual
los chicos de la Armada tenían tanta acción. Se veía tan sexy parado allí como si acabara de llegar
a casa después de algunas semanas en el mar. Incluso si fuera solo por el espectáculo.

—Bien —dijo Dylan mientras se dirigía hacia mí—, ahora que me tienes aquí, ¿qué piensas
hacer conmigo…, comandante?

Dylan se detuvo a solo unos centímetros de mí, y pude sentir toda la sangre que había estado
en mi cabeza corriendo hacia mi polla.

—¿Va a ser uno de esos momentos en los que actúas de una manera y de pronto cambias de
opinión? Porque ya he terminado…

—Deja de hablar —le dije, dándome cuenta de que necesitaba solo un segundo para resolver
lo que iba a suceder aquí. Dylan, sin embargo, aparentemente ya había recibido demasiadas órdenes
por el día de hoy.

—Si dejo de hablar voy a empezar a hacer. Entonces decida en los próximos dos segundos,
señor.

Oh, mierda. Eso tenía cada parte de mi cuerpo en alerta instantánea. Dylan era tan atrevido.
No parecía preocuparle en lo más mínimo quién era yo; simplemente iba a por ello. ¿Y no era eso
un jodido cambio en sí mismo muy excitante?

—¿Qué pasa con Russ? —pregunté, necesitando saber qué había sucedido entre ellos.
—¿Qué diablos pasa con él?

Estreché mis ojos. —No me jodas sobre esto, Dylan. Os vi a los dos juntos. No voy a...

Mis palabras se cortaron cuando Dylan arrojó su sombrero sobre la mesa en la pequeña zona
de asientos, y luego volvió a mirarme y se acercó un paso más.

—¿Qué crees que viste exactamente?

Me lamí los labios y los ojos de Dylan inmediatamente cayeron sobre ellos. Jesús, de repente
se sintió como una sauna aquí.

—Te vi ir a casa con él —le dije.

—No, no lo hiciste.

—¿Ah, ¿no? —le pregunté y mi frustración del día anterior y de hoy resurgió frente a la
diversión de Dylan, que sabía que estaba dirigida exclusivamente a mí—. ¿Estás diciendo que no
te fuiste con Russ ayer?

—No.

Abrí la boca y estaba a punto de continuar mi línea de preguntas cuando Dylan inclinó la
cabeza hacia un lado y preguntó: —¿por qué estoy aquí, Ace?

Buena pregunta. —Yo... uh...

—¿Sí?

Dejé escapar un poco de aire. Esto no iba a ninguna parte. Y si él quería entender qué estaba
ocurriendo, tenía que decírselo ahora. —Quería decirte qué era una muy mala idea involucrarse
con tus compañeros de trabajo.

Dylan entrecerró los ojos, y cuando dio un paso adelante, me negué a ceder.

—No, no es verdad —dijo Dylan.

El dolor entre mis piernas se intensificó cuando los magníficos ojos de Dylan mantuvieron a
los míos en su lugar, desafiándome a mirar hacia otro lado. Pero estaba más allá de eso, había
llegado hasta aquí, y él me acababa de decir que no pasaba nada con Russ. Entonces, ¿qué coño
estaba esperando?

Entonces Dylan me tocó.

Alcanzó uno de los botones de la chaqueta que todavía llevaba puesta, y luego se mordió el
labio inferior con los dientes superiores y... maldición. Ya estaba vencido.

Sin siquiera pensarlo, comencé a moverme. Di varios pasos hacia adelante, haciendo
retroceder a Dylan a través del tráiler hasta que su espalda golpeó la pared junto al
fregadero. Cuando sus manos se acercaron a mi pecho para mantener el equilibrio, lo escuché
respirar hondo mientras nuestros cuerpos se alineaban el uno con el otro. Puse mis palmas a cada
lado de su cabeza, y cuando él empujó sus caderas hacia adelante contra las mías, escuché un
gruñido bajo, que apenas reconocí, escapar de mí.

Joder. Yo quería devorarlo.

Quería mis manos sobre él. Mi boca quería saborearlo. Y quería hundir mi palpitante polla
dentro de él.

—Tienes razón —finalmente dije—. Quería decirte que para él es una mala idea tocarte frente
a mí.

La sonrisa que Dylan me dio en ese momento solo podía describirse de una manera…
presumida. Luego estaba pasando sus manos por mi chaqueta y alrededor de mis caderas hasta mi
trasero, donde me atrajo más para que pudiera... ahh... infiernos, sí, frotar su dura longitud contra
la mía.

—Estás celoso —dijo, y cuando negué con la cabeza, él se río—. Sí, lo estás. Lo que estoy
tratando de resolver es… ¿por qué?

Bajé una mano de la pared y le agarré la barbilla con el pulgar y el índice, y levanté su cara
ligeramente. —Porque quiero ser yo quien te toque.
Dylan apretó su pelvis contra la mía, y cuando la punta de su lengua coqueteó con su labio
inferior, no había forma de que no fuera a probarlo. Rocé mis labios por encima de los suyos, y
cuando levanté la cabeza y sus ojos se abrieron, me preguntó: —¿por qué te detienes?

Pasé mi dedo pulgar por su labio resbaladizo, y cuando su boca se abrió y sus ojos adquirieron
esa mirada de excitación de párpados entrecerrados, casi caí de rodillas. —Porque quiero saber si
haciendo esto, yo seré el único que te toque.

Dylan chupó mi pulgar entre sus labios. Cuando lo dejó escapar, dijo: —eres muy exigente
para ser alguien que se me ha negado en todo momento. Ni siquiera tengo tu número de teléfono.

Planté besos a lo largo de su mandíbula. —Sí. Pero me tienes a mí. En mi tráiler. Solo.

—Y se supone que eso me hace, ¿qué?

Mi boca estaba ahora junto a su oreja, y moví mi lengua contra ella, provocando un quejido
de Dylan.

—Se supone que debe hacerte entrar en calor. —No pude evitar morder su lóbulo, y cuando
lo hice, las caderas de Dylan dieron un golpe hacia delante, causando la misma reacción en mí.

Dios, se sentía jodidamente irreal tenerlo allí inmovilizado contra la sólida superficie con mi
cuerpo. Quería molerme con él y aliviar el dolor entre mis piernas. Pero primero lo primero.

—No me respondiste —le susurré al oído.

Dylan volvió la cabeza contra el panel de la pared y cuando nuestros ojos se conectaron,
jadeó. —No, él no me ha tocado, y nadie más me tocará... Joder, ¿ahora me tocarás? Me estás
volviendo loco.

Sabía que la sonrisa que curvó mi boca debió haber sido casi feroz, porque esas palabras que
salían de la boca de Dylan me hicieron sentir salvaje.

Su urgencia se sumó a la excitación que ya estaba calentando la sangre que corría por mis
venas, y bajé una de mis manos entre nuestros cuerpos al broche de bronce de la hebilla del cinturón
de Dylan.
—¿Ahora quién está exigiendo? —susurré.

La mano de Dylan se acercó para agarrar mis bíceps, mientras continuaba trabajando en
desabrocharle los pantalones.

—¿Puedes culparme? —dijo—. He estado pensando en esto desde el sábado por la noche.

Mientras bajaba la cremallera, rocé mis labios con los suyos. —Solo desde el sábado... estoy
decepcionado.

Dylan me mordió el labio inferior, y mientras deslizaba mi mano en el elástico de sus


calzoncillos apretados y movía mi palma a lo largo de su erección, su boca se abrió en un gemido.
—Ahhh... joder... ¿decepcionado? ¿Por qué?

Me reí de su habilidad para seguir hablando, y hacer preguntas, mientras mis dedos ahora
estaban envueltos alrededor de su polla. —Bueno, he estado pensando en esto —le dije, y deslicé
mi palma hacia arriba a lo largo de su hinchada longitud—, desde que vi tu valla jodidamente
ardiente.

—Jesús, Ace.

—Mhmm —dije, amando la forma en que Dylan se estaba desmoronando por mí con un
suspiro sexy cada la vez. Estaba tan arriba—. Solía conducir kilómetros fuera de mi camino para
verte. Solo para poder imaginarte mirándome de la manera en que lo haces ahora.

Los dedos de Dylan se flexionaron y movió sus caderas hacia adelante. —¿Y cómo te estoy
mirando ahora?

Me estaba mirando como si quisiera joder, y que Dios me ayude, yo también quería
eso. Quería estar dentro de él y sobre él. Quería estar desnudo y frotar mi cuerpo a lo largo de los
músculos duros y de la polla que podía sentir ahora deslizándose a través de mi mano por el
presemen. Pero no había forma de que pudiera decir eso... ¿verdad?

—¿Cómo te estoy mirando, Ace? —preguntó de nuevo, y esta vez había un desafío en los
ojos y en la voz de Dylan. Estaba desafiándome a decirle lo que quería, lo que me estaba haciendo
sentir, y con cada palabra que salía de su boca, el estricto control que siempre mantenía comenzó
a desmoronarse.

Cuando no respondí de inmediato, los dedos de Dylan se clavaron en mi brazo otra vez y
comenzó a follarme el puño sin ninguna ayuda de mí en absoluto, y esa visión era algo que nunca
podría haber imaginado.

Parecía adorable y erótico cuando sonrió contra mi boca y me incitó nuevamente. —


¿Cómo. Te. Estoy. Mirando?

Su cálido aliento apareció sobre mis labios, y con su dura longitud latiendo en mi palma, no
había forma de que no fuera a decírselo. Prácticamente me estaba rogando.

—Te ves como si quisieras joder.

Dylan se lamió el labio superior y me miró por debajo de sus pestañas, y maldita sea si no
era impresionante mientras susurraba: —corrección, comandante. Esta mirada... esta mirada
significa que quiero ser jodido.

Eso fue todo. La correa se rompió y mi boca estaba sobre la suya en un beso abrasador que
casi me voló la cabeza. Su lengua estaba en mi boca, enredándose con la mía mientras mi mano
continuaba trabajándolo y él se retorcía contra mí. Acerqué mi cadera lo más cerca que pude de la
suya con mi mano entre nosotros, y cuando mi dura longitud tocó su muslo, no pude evitar frotarme
a lo largo de él mientras gemía en su boca.

Nunca quise a nadie de la manera que quería a Dylan en ese momento. Era como si cada
parte de mí se sintiera atraída por él. Y terminé de negar eso. Eché la cabeza hacia atrás, rompí el
beso y le dije: —quiero ver cómo te corres.

Dylan jadeó, su pecho subía y bajaba con cada inhalación y exhalación. Entonces sus ojos se
posaron en el brazo que tenía apoyado en la pared y en la chaqueta que todavía estaba en su
lugar. —¿Tienes una tintorería discreta? Porque tengo que decir que si devuelves tu chaqueta una
vez que hayamos terminado... pueden surgir algunas preguntas.
Miré hacia abajo entre nosotros, a la cabeza enrojecida de su polla mojada y sabía que él
tenía razón, pero me daba igual. Quería que explotara en mi mano. Yo quería sentir eso. —No me
importa.

—Ohh... en ese caso... —Dylan envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, y enganchó una
pierna en mi cadera mientras comenzaba a rodar su cadera y frotarse todo sobre mí. Tropecé
levemente, y cuando su espalda golpeó la pared de nuevo, conseguí que mis pies estuvieran firmes
y estables. Tomé su boca mientras él continuaba apretándose contra mí, y cuando sus brazos se
apretaron alrededor de mi cuello y su cuerpo se tensó, Dylan retiró su boca para que su cabeza
estuviera contra la puerta detrás de él, y gritó mi nombre mientras se corría por todas partes en mi
mano... y en la chaqueta, con calientes chorros de esperma.

Mi respiración estaba inestable mientras lo miraba, parado allí, con mi mano aun
acariciándolo suavemente, y supe en ese instante que todo en mi vida estaba a punto de cambiar.

le pregunté, y Ace soltó una risa estruendosa—. ¿Qué? Lo digo en serio.

—No lo sé. Renunciar a eso podría ser demasiado personal.

—Tienes mi semen en tus manos, gilipollas. Una llamada telefónica no es demasiado


invasiva.

—Entonces es tuyo —dijo—. ¿Estás ocupado ahora?

—¿Ahora? —Miré hacia abajo, donde mis pantalones todavía estaban alrededor de mis
tobillos.

—Quiero decir esta noche, listillo. ¿Quieres venir a casa conmigo?

Mi corazón tartamudeó y se detuvo. —Estás hablando en serio.

Ace se quitó la chaqueta y la colocó sobre el sofá. —¿Qué? Es solo que tengo hambre y
dijiste que cocinarías para mí.

Tuve que reír mientras me subía los pantalones y luego me acercaba a él. —Entonces solo
quieres usarme por mis —mis ojos bajaron a sus pantalones desabrochados—, ¿habilidades?

—Bueno, eres bueno con las manos...

Tomando un puñado de su camiseta blanca, lo acerqué hacia mí y le di un beso. —Voy a


tener que coger mi bolso.

—Te veo en mi coche.


—Qué… —comencé, pero luego cerré la boca. Qué pasaba si alguien nos veía no era
exactamente donde quería que su cerebro fuera ahora, no cuando estaba empezando a abrirse. En
cambio, le di una ligera sonrisa y le dije: —te veo allí.

Después de comprobar que me había recuperado lo suficiente como para que nadie
sospechara nada si me veían, salí de la caravana de Ace y me fui a la que tenía mis pertenencias.
Y por pura suerte, Russ también estaba allí.

—Oye, pensé que ya te habías ido —dijo cuando me acerqué a él y agarré la percha con la
ropa que había llevado al set.

Cuando me volví a cambiar de ropa, dije: —no, me retrasé. —Y rezaba para que no pudiera
ver a través de mí lo que exactamente... bueno, me detuvo unos minutos antes.

—Bien, has llegado a tiempo, porque algunos de nosotros vamos a tomar algo. Deberías
venir.

Ja, ¡oh!, acabo de venirme, gracias. Todo sobre las manos de Ace Locke. Jesús.

—Gracias, pero estoy un poco cansado hoy.

—No hay problema. Entonces, te dejaré en tu casa por de camino.

Dios, hoy no se detenía. —En realidad, prefiero caminar, si te parece bien. —Cuando la cara
de Russ cambió, rápidamente agregué: —Necesito quemar los bollos cremosos que comí antes. Esa
mesa de delicatessen hará que pronto no quepa en este traje.

Russ se dio una palmadita en el estómago. —Jodidamente no lo sé. Si cambias de opinión,


estaremos en Roadhouse.

—Gracias, amigo —dije, colgando el uniforme en el estante mientras Russ salía del tráiler. Si
no quería que él y el resto del elenco hablaran, tenía que esperar unos minutos antes de salir. No es
que me importara de cualquier manera, pero tenía la sensación de que a Ace sí lo haría.

Me tomé mi tiempo para lavarme la cara y volver a ponerme la ropa, y cuando miré por la
ventana, parecía que la costa estaba despejada.
—Pensé que habías cambiado de opinión —dijo Ace, cuando me deslicé en el asiento del
pasajero de su SUV.

—Noo, simplemente me encontré con algunas personas y pensé en esperar hasta que se
hubieran ido.

Los ojos de Ace se suavizaron y me dio una pequeña sonrisa. Luego hizo retroceder el coche,
y mientras nos dirigíamos hacia la puerta de salida, dijo: —acerca de eso... tengo cristales
polarizados, pero tendremos algunas cámaras en la cola, y ya que nos dirigimos a mi casa…

—¿Quieres que me acueste y me mantenga fuera de la vista? —Cuando la cabeza de Ace se


sacudió en mi dirección, solté una risita—. No, lo entiendo. Eso no es un problema. —Me pasé a
la parte posterior y me tumbé en el asiento—. ¿Como me veo?

—Jodidamente ridículo.

—Pero funcionará, ¿verdad?

Ace suspiró y se pasó una mano por la cabeza. —Sí, funcionará. —Entonces su mirada se
conectó con la mía en el espejo retrovisor—. Gracias.

—Esto me recuerda cuando era más joven y siempre me acostaba en el suelo del coche. Es
como en los viejos tiempos.

—¿Por qué diablos hacías eso?

—Solíamos ir a acampar con un grupo de personas y me tocaba el suelo. —Cuando Ace me


miró extrañado, añadí rápidamente: —es una historia larga, y sinceramente, si te la dijera ahora,
podrías echarme del auto.

—Suena interesante.

—Oh, no es interesante, solo... diferente. Mi familia es un poco fuera de lo normal. —Ahí va


una subestimación. Traté de imaginarme a Ziggy y Sunshine en la misma habitación que Ace, y no
pude evitar la risa que se me escapó.

—¿Que es tan gracioso?


—Nada —le dije, no estaba listo para hablar sobre mis padres o sobre el infierno que ocurrió
antes de que me adoptaran.

No pasó mucho tiempo antes de que atravesáramos las puertas del vecindario de Ace, y
finalmente pude moverme.

Sentado, giré mi cuello hasta que crujió. —Creo que me debes un masaje de espalda por
eso. ¿Está despejada la costa?

As asintió mientras presionaba un botón en su visor y otra puerta, esta vez frente a su
mansión, se abría y entrabamos. —Los paparazzi no pueden pasar por la entrada principal, que es
exactamente por lo que elegí este lugar.

—¿Siempre son tan malos?

—¿Qué? ¿Siguiéndome? No, pero el año pasado fue abrumador. Están esperando... —Se
detuvo y sacudió la cabeza—. No importa.

—No, dime. ¿Qué están esperando?

Después de que Ace entrara en su garaje para cuatro-coches, se volvió hacia mí, con ojos
penetrantes. —A ti.

dijera algo, juro que podía escuchar


cada latido de mi corazón. Estaba nervioso de haberme excedido y quizás haberlo asustado, pero
cuando una sonrisa brillante iluminó su rostro y se inclinó para besar mis labios, sentí que la tensión
se calmaba.

—Es por eso que has estado tan…

—Sí —le dije, sin necesitar que él terminara la frase.

—Lo entiendo. Bien, entonces, ahora que lo sé, tiene un poco más de sentido. —Abrió la
puerta del automóvil, y cuando me miró, me dijo: —¿vas a mostrarme ahora tu cocina? —Así que
dejé escapar un suspiro de alivio y salí para llevarlo adentro.
Dylan guardó silencio mientras me seguía, y cuando entramos en la amplia cocina, se detuvo
a mi lado y dejó escapar un silbido.

—Juro que esta cocina es suficiente para darme un segundo orgasmo hoy.

Lo miré y admiré su perfil lateral. Mandíbula fuerte, pómulos altos. Maravilloso.

—Bueno, hazlo. Es toda tuya.

Me lanzó una sonrisa y se frotó las manos. —¿Tienes ganas de algo en particular?

—Nada de col.

—No, mierda —dijo, abriendo mi nevera—. Huh. Mira lo que tenemos aquí. Alguien fue de
compras. —Sacó un paquete y me lo mostró.

—O alguien hizo que alguien fuera de compras.

—Y específicamente les dijiste que obtuvieran salmón porque era tu malvado plan tenerme
de nuevo. —Dylan levantó una ceja.

—No es como si supiera que vendrías…

—En tu tráiler.

—Eso también —dije, esbozando una sonrisa.

—Para que conste, no tengo ningún problema para ir a ningún lado. Solo pregúntame. —
Cuando me guiñó un ojo y desapareció en la despensa, gemí. Cristo, este hombre será mi muerte.

Dylan regresó con una gran cantidad de ingredientes. —Está bien, ¿ahora dónde guardas las
ollas y sartenes?

—Uh... —No podía decir que alguna vez abrí la mayoría de los gabinetes, excepto para
obtener los elementos básicos como platos y tazas— ¿Tal vez en los armarios de abajo?

La mirada en la cara de Dylan no tenía precio. —¿No sabes dónde guardas tu sartén para
saltear? ¿Tu cazuela? ¿Tu wok?
—¿Mi qué?

—Oh, Dios mío —dijo, y se dejó caer de rodillas para abrir los armarios—. Si no cocinas y
no tienes un chef, ¿para qué tienes todas estas cosas?

—¿Qué más se supone que debo hacer con todo ese espacio? ¿Almacenar películas?

—Asumo que tienes un cine épico en casa para ellas, al menos. ¿Estoy en lo cierto?

Saqué un taburete en la isla y me senté a mirarlo trabajar. Me habría ofrecido a ayudar, pero
no creía que Dylan se divirtiera cuando me cortará un dedo o prendiera fuego a la casa. Para el
caso, tampoco yo.

—Sí, tengo uno de esos —dije—. Alfabetizado y por género.

—¿Con una sección especial para las tuyas?

—No, no me gusta mirarme a mí mismo.

Los ojos de Dylan colisionaron con los míos, y la mirada en ellos era sexual. —Oh, me gusta
verte. Especialmente en la cama y con una botella de lubricante cerca.

—Joder.

—Sí, eso es exactamente lo que imaginó que estábamos haciendo.

Me incliné para ajustar la creciente erección en mis pantalones, la misma que había estado
palpitando como una hija de puta desde que había traído a Dylan hacía más de una hora. Mientras
lo estudiaba parado allí, apoyado contra el fregadero de mi cocina con una sartén en la mano, me
escuché a mí mismo preguntar: —¿y cómo exactamente estaríamos haciendo eso?

Cuando el labio de Dylan se curvó hacia un lado y uno de sus hoyuelos apareció, me moví
sobre el taburete, y de alguna manera supe que cualquier respuesta que estuviera por darme iba a
ser descarada.

—Te mueres por saber, ¿verdad? Me preguntaste lo mismo en tu cumpleaños.


Y tenía razón. Me moría de ganas de saber cómo lo veía. En mi cumpleaños él había dicho
que de cualquiera de las dos. En el remolque, esta noche, mencionó que quería ser el que
recibía. Así que sí, ahora mi imaginación se estaba volviendo loca.

—Bien, dijiste que eras versátil, pero yo solo... —Tosí y pasé una mano por mi cabeza—.
Jesús, me vas a jodidamente obligar a decirlo, ¿verdad?

Dylan se encogió de hombros, se acercó a donde estaba sentado y colocó la bandeja. —Tal
vez quiero oírte decirlo.

Me pasé la lengua por mis labios repentinamente secos y tomé aliento. —Está bien. Quiero
saber cuándo me imaginabas... ¿qué estabas haciendo?

Dylan apretó los labios, pareció pensar en ello por un segundo, y luego, me sorprendió
muchísimo. —Depende de qué película esté viendo.

—Uh... ¿Te importa explicarte?

—En Contra la corriente, me estabas jodiendo en un caliente jacuzzi…

—Tengo un jacuzzi —le dije antes de que pudiera detenerme, y Dylan pasó los dedos por el
mostrador hasta que se detuvo a mi lado, haciéndome girar sobre el taburete. Cuando su muslo
cubierto por un jean chocó contra mi rodilla, abrí mis piernas y él se metió entre ellas.

—Mmm... no deberías haberme dicho eso. Se supone que debo cocinar para ti.

Tomé sus caderas en mis manos mientras lo acercaba a mí, y levanté mi cabeza para
mirarlo. —Y vas a cumplir tu promesa, ¿verdad? No es justo dejarme sentado aquí con hambre y...
—Dejé de hablar, como de costumbre, censurándome a mí mismo.

—Deja de hacer eso —dijo Dylan.

—¿Qué?

—Pensar en lo que vas a decir antes de decirlo. —Dylan tomó mi barbilla y me prometió—.
Cuando solo somos tú y yo, puedes decir lo que quieras.
—De acuerdo. Iba a decir que no es justo que me permitas sentarme aquí hambriento y
cachondo.

—Planeo cuidar de ambos, pero primero… —se inclinó como si fuera a besarme, y luego su
boca caliente estaba en mi cuello—, vamos a alimentarte con un tipo diferente de proteína. —
Luego se alejó, recogió una de las cacerolas y la puso en la estufa. A medida que se fue a trabajar,
tiró por encima del hombro—. Ah, y en Duro del acelerador estaba jodiéndote en el capó de tu
coche. ¿Cuál de esas te atrae más?

Y esa era la pregunta. Mi rostro se calentó mientras pensaba en las fantasías de


Dylan. Demonios, ambas eran igualmente atractivas, pero no era como si pudiera elegir en una
pregunta de opción múltiple. Todavía había mucho que no había experimentado, lo que
probablemente debería haberme avergonzado, pero no sentí ese juicio en Dylan.

—Puedo decir... ¿las dos cosas?

—Claro que sí —dijo, volviéndose para agarrar el paquete de salmón—. Pero si alguna vez
cambias de opinión, solo dime qué película.

que eras tan bestia en la cocina que te habría rastreado mucho antes
—dijo Ace mientras nos recostábamos en su sofá después de llenar nuestros estómagos. Pensé que
iba a lamer su plato cuando terminara, lo cual admití que era un jodido cumplido.

—¿Es esa tu manera de decir que me has rastreado? —Giré mi cuerpo para enfrentarlo—.
Oh, Ace, chico malo. ¿Me conseguiste el papel porque querías mirarme todos los días? —Mientras
chasqueaba de desaprobación, él puso los ojos en blanco.

—Lo has conseguido por tu cuenta, lo juro. Solo una feliz coincidencia.

—Mhmm. Si tú lo dices. —Volví a mirar la película que se reproducía en su enorme pantalla


de televisión y arrugué mi nariz—. Tus películas son mucho mejores que esta mierda. ¿Qué es
esto?, ¿La número cuatro de la serie? ¿Cuántas veces tiene un hombre que perder a su hija para
saber que tal vez no debería dejarla desaparecer de vista? Al menos deberían cambiarlo y hacer que
se lleven a la madre o algo así.

—Ese tipo vende entradas para el cine, es por eso.

—Por favor. Ni siquiera le da una patada en la cara o patea traseros o se quita la ropa como…
—Me contuve, y cuando él alzó las cejas, dije: —¿qué? Sabes que nos emocionamos cuando te
desnudas en la pantalla. Es por eso que trabajas tanto y comes mierda como la col.

Ace soltó una carcajada. —Me gusta que es por eso que me miras.

—¿Es eso cierto? —Me incliné y lentamente pasé mi dedo por su camisa—. Siéntete libre de
quitarte esto y darme un espectáculo.

Ace detuvo mi mano antes de que llegara a la hebilla de sus pantalones. —Por mucho que te
mereces uno después de esa increíble comida, me temo que estoy demasiado lleno como para
siquiera levantarme de este sofá.

—Sunshine siempre dijo que no debía haber actividades pesadas como nadar o tener sexo
durante al menos treinta minutos después de una gran comida.

—¿Quién es Sunshine?

—Mi mamá.

Los ojos de Ace se abrieron de par en par. —¿Tu mamá te dijo que no tuvieras sexo después
de comer?

—Te lo dije, mi familia es... inusual.

—¿Y la llamas Sunshine? ¿Es ese su nombre o un término cariñoso?

—Su nombre —dije, sonriendo—. Siempre llamé a mis padres por sus nombres. Hippies
totales, esos dos.

—Entonces, ¿cómo terminaste con algo normal como Dylan?


Moví mis cejas. —No es el nombre con el que ellos me llaman, pero es el nombre con el que
nací. Son mis padres adoptivos.

—Y lentamente las capas comienzan a caer. —Ace apoyó su brazo en el respaldo del sofá y
luego apoyó la cabeza en el puño—. Por favor continúa. ¿Como te llaman? ¿Y cuándo fuiste
adoptado? ¿Conoces a tus padres biológicos?

—¿Qué es esto? ¿Las veinte preguntas? —bromeé—. Está bien, en primer lugar, no te diré
como me llaman, porque nunca me dejaras olvidarlo. En segundo lugar, era un adolescente cuando
Ziggy y Sunshine me llevaron a su casa, y no jodas, nunca quiero tener nada que ver con mis padres
biológicos. Nunca conocí a mi padre y a mi madre... sí, no me importan una mierda. —No me di
cuenta hasta que Ace levantó las cejas que mi voz se había elevado.

—Lo siento si eso fue demasiado personal…

—No, está bien. De Verdad. He tenido años para aceptarlo, y no podría pedir mejores padres
que los que tengo ahora. Me gustaría que me hubieran encontrado antes, es todo.

Joder, realmente no quería hablar sobre esa parte de mi niñez, pero allí estaba yo, dejando
mi alma al descubierto por este tipo. Por lo que sabía, tuvo una vida perfecta en su infancia, con
padres perfectos que nunca lo obligarían a hacer nada en contra de su voluntad. No estaba dispuesto
a darle toda la mierda pesada, así que me aclaré la garganta.

—¿Y qué hay de ti? —le pregunté—. Ace Locke no puede ser tu nombre real. Es demasiado
perfecto.

—Oh, pero lo es. Mi verdadero nombre, eso es.

—¿No es diminutivo de nada?

—¿Cómo…?

Me encogí de hombros. —No sé, como... eh... ¿Pacey? ¿Chase? ¿Horace?

— ¿Horace? Tienes que estar bromeando.

—Oye, tus padres podrían ser fanáticos totales, nunca se sabe.


—Uh... bueno, por suerte para mí no lo eran.

—¿Suerte para ti? Creo que te refieres a suerte para mí. ¿Puedes imaginarme gritando más
duro, Horace? ¡Más duro!

—Aaa y mi polla simplemente se suavizó. Gracias por eso. —Ace negó con la cabeza, pero
sus ojos brillaban. Luego, mientras me miraba, la diversión desapareció de su rostro—. Entonces,
¿realmente vamos a hacer esto? —preguntó en voz baja.

—¿Joder mientras grito 'Horace'? Quiero decir, podemos…

—No, quiero decir... —Apartó la vista. Su expresión era vulnerable, y no tuvo que decir nada
más para que lo entendiera.

—¿Es eso lo que quieres? —le pregunté.

Su mirada regresó a mí, sus ojos eran de un azul más oscuro con el brillo parpadeante de la
televisión. —¿Es lo tú que quieres?

Negando con la cabeza, le dije: —te pregunté primero. ¿Me quieres, Ace?

Ace se mordió el labio inferior, y la respuesta tímida a mi pregunta casi me dejó sin aliento. El
Ace sentado frente a mí era muy diferente de la gran personalidad de la pantalla grande, o de la
persona segura de sí misma que irradiaba cuando los demás estaban cerca. Por alguna razón, pensé
que ese era el verdadero Ace, el que parecía casi nervioso mientras estaba sentado a escasos
centímetros de mí, contemplando cómo responder a mi pregunta.

¿Le preocupaba que lo rechazara si me decía que me quería? ¿O que me burlaría por
mostrarme sus sentimientos? Por lo que sabía sobre él, nunca había tenido una relación con un
hombre, al menos no públicamente, así que tal vez eso lo hacía dudar.

—Sí —dijo, tan silenciosamente que si no lo hubiera estado mirando, me habría perdido la
respuesta por el volumen del televisor.

—¿Sí? —pregunté, y cuando él asintió, dije: —bien. Porque quiero llegar a conocerte, Ace.
—Me acerqué más a él y pasé los dedos por las venas de su musculoso brazo.
Dejó escapar algo que sonó como un suspiro de alivio, y cuando me incliné hacia delante y
giré mi cabeza, me encontró a mitad de camino. Esta vez cuando me besó, no fue con urgencia,
sino con una deliberada lentitud mientras su lengua exploraba la mía. Ahuequé su fuerte mandíbula
y profundicé el beso, y su mano fue a la parte posterior de mi cabeza para acercarme aún más.

Un escalofrío me recorrió por lo que su boca prometía, y en el fondo de mi mente tuve el


azaroso pensamiento de que debía de ser de dónde venía el término sellado con un beso.

Los poderosos dedos de Ace se movieron por la parte posterior de mi cuello, eliminando la
rigidez, y gemí en su boca. Entonces dije contra sus labios: —esto se siente increíble. —Antes de
dejar un rastro de besos en su mandíbula y en su cuello.

Cuando sus manos se movieron hacia mis hombros para amasar los músculos allí, dijo: —
entonces, tendré que presentarte a Roger, mi gerente, y a Martina, mi publicista, para que puedan
ayudarnos a mantener las cosas fuera de los periódicos. Y Frank, mi seguridad, oh, espera, lo
conociste en la fiesta.

—Está bien —murmuré, chupando la piel debajo de su oreja.

—Y luego tendrás que firmar un acuerdo de confidencialidad, que es solo una cuestión de
privacidad estándar. Y necesitarán tu información de contacto y tu número de seguridad social para
una verificación de antecedentes...

Asentí contra su cuello. —Bien.

—Y podríamos necesitar pensar en conseguirte un automóvil, ya que la prensa conoce el


mío…

—Whoa, whoa, whoa —le dije, sentándome—. ¿Qué tal si nos preocupamos más tarde y solo
nos centramos en los besos por ahora?

Ace se detuvo y luego soltó una risita. —Mierda, lo siento. Esto es nuevo para mí.

—También es nuevo para mí. Pero lo resolveremos todo. —Apreté mis dedos con los suyos
y los apreté—. Y lo que sea que necesites de mí, puedes tenerlo.
Una amplia sonrisa iluminó la cara de Ace, y el efecto fue impresionante. Quería pellizcarme
a mí mismo. No había forma de que esto realmente estuviera sucediendo. De ninguna manera
estaba sentado en el sofá de Ace, tomándolo de la mano y hablando de vernos. Surrealista no
comenzaba a describirlo.

Le di un suave beso, y cuando me aparté, mis ojos se posaron en la hora que se mostraba en
la lectura digital debajo del televisor.

—Oh, mierda, ¿realmente son más de las once?

Ace también miró hacía la hora. —No me di cuenta de que era tan tarde. ¿Quieres quedarte
aquí esta noche, o...?

—Eso es muy tentador, pero vamos a tener un día largo y agotador mañana, así que
probablemente deberíamos dormir un poco. Y si me quedo aquí contigo, lo de dormir no va a pasar.

Una mirada diabólica cruzó la cara de Ace, y luego asintió. —Si, tienes razón. Déjame
agarrar mis llaves...

Cuando Ace se levantó del sofá, agarré el dobladillo de su camisa y luego saqué mi
teléfono. —No, no hagas eso. Tomaré un taxi.

—¿Un taxi? No te dejaré tomar un taxi a casa.

—Sí, puedes y lo harás. Si quieres ser inteligente con nosotros y mantener las cosas en un
perfil bajo, entonces no es necesario que te vean conduciendo a mi apartamento en mitad de la
noche.

Ace abrió la boca, sin duda para negar lo que había dicho, pero luego la cerró. —
Joder. Probablemente tengas razón.

—Sé que tengo razón.

Parecía estar en conflicto, y luego sacó su billetera de su bolsillo trasero. —Al menos déjame
pagar…

—No soy indigente, Ace. Puedo pagar.


Ace se sentó en el borde del sofá y me entregó una pequeña pila de billetes. —Soy consciente
de eso, pero es lo mínimo que puedo hacer por la inconveniencia.

—Absolutamente no…

—Dylan

—¿Qué?

—Gané treinta millones de dólares en mi última película. Voy a pagar tu maldito taxi. —Su
voz no admitió ninguna discusión, y mis ojos se abrieron de par en par.

—Sí, está bien, cuando lo dices así…

—Bien —dijo, sonriendo para sí mismo—. Ahora dame tu teléfono. Tengo un número que
guardar.
una persona madrugadora?

Bostecé cuando alcancé el teléfono, y vi que la hora marcaba las 3:45 am del viernes, y luego
tecleé: Sí, no lo odio. ¿Por qué?

Miré las tres pequeñas burbujas que indicaban que Dylan estaba tecleando, y cuando llegó
su mensaje, sonreí.

Dylan: Yo lo odio. Me resulta difícil levantarme.

Me reí a carcajadas ante el primer pensamiento que me vino a la mente, y luego recordé las
palabras de Dylan de un par de noches antes cuando me dijo que podía decir lo que quisiera cuando
solo éramos él y yo y decidí, qué demonios. Ya sabes, tienen pastillas para eso.

No pasaron más de unos pocos segundos antes de que el texto de Dylan iluminara la pantalla
y me hiciera reír a carcajadas.

Dylan: me refiero a salir de la cama... lo cual sospecho que ya sabes. Pero si necesitas
pruebas, tal vez una fiesta de pijamas esté a la orden.

Releí las palabras una y otra vez antes de finalmente escribir de nuevo. ¿Cuando?

Mi corazón estaba atronando por la posibilidad de pasar toda una noche con Dylan, pero
también era consciente de que, a diferencia de todos los demás en el planeta, no podía simplemente
decidir pasar la noche con alguien. Todo tenía que ser planeado y ejecutado perfectamente para
mantener a raya a los chismorreos.

Dylan: Esta noche.


No era demasiado orgulloso para admitir que la ansiosa manera en que Dylan me respondía,
la aquiescencia inmediata que siempre me dio, era extremadamente excitante. Me hizo
preguntarme a qué más diría que sí, y si había algo a lo que él diría que no...

Dylan: ¿Ace? ¿Estas libre esta noche?

Incluso si no hubiera sido así, sabía que habría movido cielo y tierra para decir que sí a eso,
pero afortunadamente no era necesario. Sí. Estoy libre. ¿Quieres volver aquí como la otra
noche?

Esperé una respuesta, y cuando mi teléfono vibró en mi mano y vi que Dylan estaba
llamando, respondí de inmediato.

—Hola —le dije, mi voz todavía estaba rasposa porque me acaba de despertar.

—Oh, ahora esto es una mierda de fantasía —respondió Dylan, y su voz era casi tan baja
como la mía.

—¿Qué quieres decir?

— Tú hablando en mi oído mientras estoy acostado en la cama. Espera un segundo. —Hubo


un sonido susurrante… de sabanas, ¿tal vez? No estaba seguro, y luego regresó—. Está bien, ahora
habla.

Me reí de eso. —¿Hablar? De acuerdo, mandón. ¿Qué te gustaría que dijera?

—No me importa lo que dices, solo sigue hablando conmigo.

La respiración de Dylan estaba un poco ahogada cuando respondió, y no pude evitar


preguntar: —¿y qué vas a estar haciendo mientras estoy hablando?

Hubo un gemido amortiguado y mi polla instantáneamente prestó atención, endureciéndose


en un segundo.

—Ciertamente no me toco, porque eso sería... inapropiado.


Mierda. Extendí la mano entre mis piernas y presioné una palma en mi ahora palpitante
erección. —Sí, eso sería muy inapropiado, especialmente con una coestrella. —Escuché a Dylan
tomar aliento—. ¿Qué llevas puesto?

—¿Ahora quién está siendo inapropiado con su coestrella?

Podía imaginar el destello burlón en los ojos de Dylan ante sus palabras, y joder si eso no me
hizo abrir las piernas un poco más mientras seguía acariciándome. —Lo tengo permitido. Soy la
estrella de la película.

—Ohhh... ya veo cómo es. El gran hombre en todo lo alto, ¿eh?

Esas palabras provocaron una gran visión caliente y un gemido escapó de mis labios. —A
veces... espero.

La risa sensual de Dylan era como dedos que se arrastraban sobre mi piel caliente. —
Follando a menudo, espero.

—Jesús, Dylan.

Sus palabras fueron excitantes, las imágenes estaban representando exactamente lo que
quería, y cuando tarareó en el teléfono deseé como el infierno que él estuviera allí a mi lado.

—Así que esta noche...

—Sí —dije sin dudarlo.

—¿Qué tal si vienes y pasas la noche en mi casa? Y te demostraré que no necesito ayuda
cuando se trata de levantarlo por la mañana.

Presioné mi cabeza contra la almohada y cerré los ojos. No había duda de cuál sería mi
respuesta. Los dos sabíamos que iba a estar en su casa tan pronto como pudiera, porque no podía
esperar a escucharlo haciendo esos sonidos eróticos en mi oído, mientras él se cernía sobre mí o se
estiraba debajo de mí.

—Iré allí, después del rodaje de hoy. Pero esperaré un poco y caminaré. De esa forma puedo
dejar mi auto en el aparcamiento.
—Qué escandaloso. —suspiró Dylan, y mientras me imaginaba todas las cosas que quería
hacerle a él y que él me hiciera, no estaba lejos de estar equivocado. Esto sería un gran escándalo
si la prensa se enterara.

—Bueno, ahora tienes que colgar para que pueda ir y darme un… —Dylan tosió un poco—,
baño.

—¿Por qué tengo que colgar? —le pregunté, disfrutando de la broma más de lo que jamás
había imaginado. Este tipo me hacía sentir cosas con las que solo había soñado—. Tú también
puedes, sabes.

—Ja. Es una pena colgar cuando Ace Locke me llama desde su cama con lo que sé que va a
ser un infierno de mañana dura. Pero si la única forma en que voy a verte hoy es colgándote,
entonces...

Y antes de que pudiera responder, Dylan colgó.

estaba de pie en mi remolque mirando al


extraño que se reflejaba hacia mí. Me puse una gorra de béisbol sobre una peluca ridícula que Frank
había metido en mi bolso a primera hora de la mañana, me puse mis gafas oscuras de aviador y una
camisa de franela liviana, intentando parecer lo más diferente posible de mí mismo. Y estaba
funcionando. No había forma de que usara algo como esto por elección, especialmente en esta
época del año. Pero me arreglé las mangas y me consolé con el hecho de que en diez minutos podría
quitármelo todo.

Tiré de la correa de mi bolso de gimnasio por mi brazo y sacudí mi cabeza. ¿De verdad iba a
llegar, a pie, al apartamento de Dylan para pasar la noche? Sí, sí, de verdad.

No tardé mucho en llegar a su casa, y mientras subía las escaleras después de casi catorce
horas, no podía creer que aún estuviera furiosamente duro por la conversación que había tenido
con él antes del amanecer. Era una locura. Pero estaba empezando a pensar que ninguna de mis
reacciones a Dylan sería alguna vez menos extrema, ya fuera cordura, excitación o paranoia.
Cuando me detuve ante su puerta, mantuve la cabeza gacha y golpeé, y cuando se abrió antes
de bajar el brazo, Dylan se hizo a un lado para dejarme pasar. Su conciencia y aceptación de mi
necesidad de ser discreto era apreciada. Tenía una forma de dejarme saber, incluso sin palabras,
que estaba bien con solo pasar el rato. Nosotros dos siendo discretos. Porque él sabía que esa era
la única forma en que podría ser. Pero en algún lugar en el fondo de mi mente estaba el leve indicio
de duda de… ¿y si eso deja de ser suficiente?

Cuando la puerta se cerró detrás de nosotros, Dylan soltó una carcajada. —Dios mío, nunca
te dejes crecer el cabello y te lo tiñas de rubio.

Dejé caer mi bolsa a los pies y tiré de la gorra y la peluca de mi cabeza. Luego desabotoné la
camisa de franela y me la quité antes de enfrentarlo donde estaba apoyado contra la puerta.

—¿No? —pregunté, mientras arrojaba los artículos en su sofá y me volvía en su dirección.

—No —dijo Dylan, sacudiendo la cabeza—. Me gusta revuelto como está. O oscuro y corto,
como en Never Let Go.

Cuando me detuve frente a él, crucé los brazos sobre mi pecho y levanté una ceja. —¿Qué
tan grande eres como fan, Dylan?

Metió las manos en los bolsillos y luego hundió los dientes en su labio inferior. —Bueno, no
soy como un fanático acosador, pero, umm... no mentía cuando decía que había visto todas tus
películas muchas veces.

El rubor en sus mejillas era entrañable y seductor mientras continuaba mirándolo retorcerse.

—¿Cuántas veces son... muchas?

—¿Estás disfrutando? —preguntó.

Di el paso final para llegar a centímetros de su cuerpo, y luego coloqué mis manos a ambos
lados de su cabeza. —Lo estoy, en realidad. Creo que esta es la primera vez que te pones
nervioso. Bueno, excepto ese primer día. Tú estabas... —Deslicé mi dedo por la línea de su
mandíbula, finalmente dándome la libertad de tocar a este hombre—, adorable ese día.
—Solo la palabra que todo hombre quiere que alguien con quien quiere tener sexo lo llame.

Tomé su barbilla con fuerza y, rehusando ser desviado, pregunté de nuevo: —¿cuántas veces
son muchas, Dylan?

Lo vi tragar y luego se mojó el labio con la punta de la lengua. —Bueno, mi compañero de


cuarto en casa solía ir conmigo a verlas al cine. Y luego las compraba, y luego, bien, si estuviera
en la televisión siempre miraría y... y...

Era tan malditamente lindo, tartamudeando contra mi boca, y me pareció irónico que de
alguna manera con nosotros mismos teníamos mucha confianza, sin embargo, con otros, éramos
más... vulnerables.

—¿Y?

Alcanzó mis caderas y tiró de mí hacia adelante. —Y... las he visto demasiadas veces para
contarlas, mientras estoy solo en mi cama.

—Eso —le dije, mientras besaba desde su mandíbula hasta su oreja—, me pone jodidamente
duro.

Volvió la cabeza contra la puerta para que nuestras narices rozaran. —¿Sí? ¿Eso no te asusta?

Le pellizqué el labio inferior. —No. Podría haberte visto en el set y venirme por ti.

—¿En serio? —preguntó, sus labios se curvaron contra los míos.

Pensé en eso y luego dije honestamente: —Probablemente no. En el momento en que


averigüé quién eras, no me habría importado que te tatuaran mi nombre en el trasero.

Dylan presionó un beso contra mis labios y luego levantó las manos para empujarme un poco
hacia atrás. Luego me dio un guiño coqueto mientras me rodeaba, diciendo: —¿cómo sabes qué no
lo tengo?

—No me tomes el pelo. Te dejaré pantalones los puestos, por ahora.

Mientras Dylan se reía, me empujó y me dijo: —¿te gustaría una gira antes de desnudarme?
—Una... ¿gira? —Miré alrededor del pequeño apartamento—. Uh, ¿seguro?

Dylan me tomó de la mano y me condujo a una puerta a unos seis pies a mi derecha. —Aquí
tenemos el baño principal. Es bastante lujoso, como puedes ver. Puede caber una persona completa
a la vez, así que no pienses en ninguna idea sobre follarme en la ducha.

Metí la cabeza dentro y miré la pequeña área de la ducha y las paredes de crema recién
pintadas que no podían cubrir la edad del departamento.

—Creo que el interior de mi auto es más grande que esto —le dije, mientras Dylan me llevaba
a la cocina. O al menos creo que era la cocina. Había algo que se parecía a una nevera pequeña, y
el microondas más pequeño que jamás había visto, estaba sobre la encimera.

—Y esto —dijo, agitando su brazo en un gran gesto—, es la cocina, donde preparo obras
maestras por las que salivarías.

—Muy impresionante. Pero, uh... —Miré detrás de mí hacia donde un sofá estaba empujado
contra la pared más alejada al lado de un mostrador que separaba el espacio de la cocina. Había un
televisor en la esquina más alejada, y en la esquina opuesta había un armario alto—. ¿Dónde
demonios duermes?

—Ahora, esto podría hacer volar tu mente —dijo Dylan, pasando junto a mí en el espacio
mayormente vacío—. Retrocede. —Luego tiró de un hilo que colgaba de la pared y colocó una
cama en el suelo. Ya estaba hecha y ocupaba casi toda la habitación—. ¡Ta-da!

—Mierda.

—Lo sé. Trata de no quedarte demasiado impresionado. —Dylan parecía divertirse mientras
miraba mi expresión—. ¿Entonces, qué piensas?

— Acogedor es la palabra que usaría.

Dylan estalló en carcajadas. —Puedes decirlo. Es tan pequeño como una mierda.

—Nos forzará a acercarnos un poco, eso es todo —le dije, pasando por el final de la cama
hacia donde estaba parado junto a una puerta corredera de cristal. Mis manos fueron a las caderas
de Dylan y lo arrastraron hacia adelante. Cuando me incliné para darle un beso que le aseguró que
me importaba un comino dónde vivía, un grito sonó.

— ¡Dylan! ¡Necesitas un poco de sol en tu vida!

Retrocedí y miré hacia abajo, hacía de dónde venía el ruido en el bolsillo de su pantalón. —
¿Qué demonios es eso?

Dylan buscó en su bolsillo, silenció el ruido, y luego agarró mi camisa. —¿Dónde estábamos?
—Cuando acercó su cara a la mía, el grito volvió a sonar.

— ¡Dylan! ¡Necesitas un poco de sol en tu vida!

—Oh, vamos… —dijo, y esta vez sacó el teléfono y pulsó un botón.

—¿Es ese tu tono de llamada? ¿Sunshine no es tu madre?

—Sí, es mi madre —murmuró Dylan, y luego miró la pantalla—. Mierda.

—¿Qué pasa? —pregunté, cuando la maldita cosa se encendió de nuevo.

Dylan levantó un dedo. —Lo siento, dame un segundo. —Luego presionó el botón de
responder, sonrió ampliamente y dijo: —oye, Sunshine, ¿cómo te va? Sí, iba a responder... No, no
estoy en medio de tener sexo... No, no me olvidé de nuestra cita de Skype. Acabo de llegar del
trabajo. ¿Podemos dejarlo para mañana?... Oh, cierto. Sí, está bien, dame un minuto y te llamaré.

Cuando colgó, me dio una mirada de disculpa. —Lo siento, me olvidé de nuestra cita de
Skype semanal, y necesito llamarles. Prometo que no me llevará mucho tiempo.

—Está bien. Y deja de disculparte.

—Lo siento.

Ladeé la cabeza y él levantó sus manos en señal de rendición. Luego sacó el portátil de debajo
de la televisión y se dirigió al mostrador para instalarla.

—No te preocupes, no te llevaré a la cámara. Solo ve a sentarte allí en la cama.

—¿No quieres que conozca a tu familia?


Dylan levantó la vista de lo que estaba escribiendo. —No. No, no es eso. Solo pensé...
bueno… es mucho para asimilar, así que pensé que te lo ahorraría. Por ahora, de todos modos.

—Si tú lo dices. —Fui a la cabecera de la cama donde me había indicado y me dejé caer
sobre el firme colchón, mientras él marcaba la llamada. Y lo que vino después fue algo que no
había esperado.

—¡Daydream! Que malo eres por no responder cuando llamo —dijo una voz femenina como
la que había sonado en su tono de llamada—. Supongo que no mentiste sobre no estar en medio de
cualquier actividad extracurricular, ya que estás completamente vestido.

¿Daydream? Cuando le lancé una mirada curiosa a Dylan y pronuncié la palabra, se sonrojó
de un tono rosado brillante.

—O tal vez estoy equivocada —continuó la mujer—. ¿Por qué tu cara está tan roja?

Me apoyé contra la pared y esperé a ver qué saldría de la boca del hombre magnífico parado
en el mostrador. Con pantalones vaqueros rasgados que le quedaban bajos en las caderas y una
camiseta con las palabras ‘Sunset Cove Surf Shop’, parecía completamente comestible, y deseé no
estar de pie en el lado opuesto de la habitación para poder correr mis dedos a través de su cabello
castaño todavía mojado. No era tan largo como solía ser, pero todavía había suficiente para
agarrarlo.

Joder, esa idea me hizo retorcerme, y Dylan no perdió el movimiento, y su mirada se posó
en mis caderas antes de mirarme a los ojos.

—Hola, Sunshine —dijo, mirando hacia la pantalla y dándole a la persona del otro lado una
gran sonrisa—. Bonito bigote, Ziggy. Muy Frank Zappa.

—¿Ves? —dijo un hombre—. Sabía que Daydream lo entendería. El niño conoce los iconos.

—No dije que no lo entendería. Dije que pensaría que era más de Freddie Mercury. Ya sabes
cómo le gustan esas reinas. —La mujer sonaba divertida, como si estuviera orgullosa de su
broma—. ¿Entiendes? —dijo ella—. ¿Reinas?

Dylan se rio y asintió. —Sí, es desternillante, Sunshine.


—Lo intento —dijo ella—. Espera, déjame ver a dónde fue Lennon.

La oí llamar a quién quiera que fuera…, en serio, ¿qué pasa con los nombres?... y luego una
voz directamente de ¿Dude, Where's My Car? se puso en línea.

—Heyyyy, hermano, ¿cómo está el surf en Hollywoooooood?

Mierda, ese tipo es un drogata, pensé, riéndome para mí mismo. Un hermano, ¿tal vez? No
podía ver a la familia de Dylan desde donde estaba sentado, pero escuchándolos, nunca me hubiera
imaginado que estaban relacionados con él. Parecía demasiado… normal, pero, de nuevo, había
muchas cosas que aún no sabía sobre el tipo. Y él estaba usando una camisa de surf.

—No he tenido la oportunidad de ver las olas desde hace tiempo, pero te encantaría —dijo
Dylan—. Feliz cumpleaños, por cierto. Mi regalo debería estar allí pronto.

—Ahh gracias, hommmbre. Fuimos a la cabaña de sudación ayer, y whoaaaaa. Fue tan
espiritual, hombre. Como, una experiencia fuera-del-cuerpo. Y luego me levanté hoy, y mi pene,
hombre. Es, como... más grande y mierda. Te lo juro, es como si todo el mal juju lo hubiera estado
agobiando, pero lo sudé y ahora es, como... libre.

¿De qué coño está hablando? Sabía que mis ojos tenían que ser del tamaño de platos cuando
Dylan miró en mi dirección, porque sofocó una carcajada y luego tosió para cubrirla.

—¿Estás seguro de que no es la caliente hierba de cabra la que habla? —preguntó Dylan.

Uh... ¿qué?

—Nooo, hommmbre. No estaba teniendo problemas para levantarlo, solo era... pesado,
hermano.

—Bueno, me alegra que te hayas liberado de esa mierda —dijo Dylan, y tuve que taparme la
boca para detener la risa que quería estallar.

—Cariño, ¿qué estás mirando? —preguntó la mujer llamada Sunshine—. ¿Tienes a alguien
allí?

—No, claro que no. Solo estoy yo.


—Bueno, muéstrame tu apartamento otra vez. Quiero ver dónde te estás quedando.

—Es un desastre en este momento. Os lo mostraré la próxima semana, chicos.

—Ziggy, apuesto a que una vez que Daydream gire la cámara, veremos a un pequeño
invitado. No vamos a morder.

—Heyyyy, hermano tienes compañía —dijo el tipo drogata, y fue entonces cuando decidí
que tenía que ver quién estaba al otro lado de la llamada.

Me levanté de la cama y caminé hacia el mostrador, y aunque Dylan no se atrevió a mirarme


para detenerme, estaba negando con la cabeza como si no quisiera que lo hiciera. Antes de que
pudiera detenerme, miré por encima de su hombro y vi a tres caras rubias y de ojos azules
mirándonos, y cuando me vieron, se quedaron boquiabiertos.

—Hola —dije, y cuando todos empezaron a hablar a la vez, Dylan levantó la mano.

—Chicos, chicos —dijo, y cuando finalmente se callaron, continuó: —este es Ace.

—Oh, chico. No es tan pequeño, ¿verdad? —dijo la madre de Dylan, con una mirada de
admiración en mi dirección. Se veía exactamente como yo creía que lo haría por lo poco que había
escuchado. El largo y ondulado cabello rubio le caía sobre los hombros, y aunque no llevaba
maquillaje, su piel era perfecta.

A su izquierda había un hombre con arrugas de risa en sus ojos, y el bigote que estaba
acariciando era de hecho igual al de Frank Zappa. Y a la derecha estaba un chico más joven, e
incluso si no hubiera escuchado su nombre, habría adivinado a Lennon, McCartney, Starr o
Harrison por el largo pelo que llevaba, con el frente cubriendo la mayoría de sus ojos. Por la forma
en que había sonado antes, podría estar medio dormido detrás de todo ese cabello.

—¿Ace? —dijo Lennon, y pareció entrecerrar los ojos y el reconocimiento comenzó. Luego
asintió y soltó una carcajada—. De acuerdo, hombre.

—Es un nombre inusual, hijo —dijo Ziggy, y no pude evitar pensar, ¿en serio?
—Gracias, me gusta un poco. Y lamento interrumpir, pero tenía que venir y conocer a la
gente hablando sobre... ¿qué era eso? —Miré a Dylan y luego a su familia—. ¿Caliente hierba de
cabra?

Dylan gimió y dejó caer su frente sobre mi hombro. —Ahora empiezas tú.

—Te lo digo, el Dr. Faukstein lo jura, y nosotros también —dijo su madre—. ¿Nuestro chico
tiene suficiente resistencia en la cama, Ace? Si alguno de vosotros necesita ayuda, recomendamos
fumarla justo antes de...

—Está bien, gracias, Sunshine, pero no necesitamos ayuda en ese punto. Guarda tu escondite
para ti y Ziggy —dijo Dylan.

—Bien, cariño, pero la oferta está abierta. Ahora, Ace, ¿dónde os conocisteis Daydream y
tú?

Miré a Dylan por el rabillo del ojo. Estaba claro que, aunque su hermano parecía tener una
idea de quién era yo, sus padres no.

—Nos conocimos en el set de Insurrection 2, en realidad —dije.

—Oh, ¿eres un guardia de seguridad? Tienes esa mirada peligrosa y dura en ti.

Dylan resopló. —No es un guardia de seguridad. Él es…

—Simplemente estoy haciendo lo mismo que Dylan allí —interrumpí.

—Escuchar, tenemos que irnos —dijo Dylan—. Hablaremos más la próxima semana. Y feliz
cumpleaños, Lennon.

—Ace, no dejes que Daydream te asuste. Será mejor que te unas a nosotros de nuevo, ¿de
acuerdo? —dijo su madre.

Asentí y me despedí con un gesto. —Fue un placer conoceros a todos, y feliz cumpleaños.

Dylan se inclinó hacia adelante para hacer clic y terminar la llamada, luego giró lentamente
la cabeza para mirarme. —¡Oh, Dios!, vas a encontrar una excusa para irte ahora, ¿no?
La linda forma en que arrugó su nariz hizo que quisiera burlarme un poco de él, así que me
encogí de hombros y dije: —no iré a ningún lado hasta que me digas cómo diablos terminaste con
el nombre Daydream.

sabía que Ace no iba a dejar pasar eso. Cerré mi portátil y


descansé contra el mostrador. La sonrisa de Ace era relajada y cariñosa mientras se enderezaba y
cruzaba los brazos sobre su pecho construido, y el hecho de que él acababa de salir por la cámara
con mi familia, sin saber de su falta de conocimiento de la cultura pop, para presentarse hizo a mi
tonto corazón golpear fuerte. Eso tiene que significar que le gusto, ¿verdad?

—Entonces... Daydream, ¿eh? —preguntó Ace de nuevo, y maldición, la forma en que


seguía diciendo mi nombre de esa manera con su voz profunda y sexy como el pecado, hizo que
mi cuerpo reaccionara de una manera que nunca en un millón de años esperaba que lo
hiciera. Especialmente con ese nombre.

—Uh huh —le dije, y me moví para ponerme derecho cuando Ace dio un paso adelante con
una ceja levantada.

—Ese es el nombre que no me ibas a decir.

—Bueno, es algo así como...

—¿Diferente? —dijo Ace.

Esa es una palabra para eso. —Sí. Normalmente me quedo con Dylan fuera de la familia. Ya
sabes, menos preguntas de esa manera.

La lengua de Ace salió para deslizarla sobre su labio inferior, y no pude evitar que mis ojos
cayeran sobre él.

—Me gusta.
Mis ojos volaron hacia él, y la intensa manera en que ahora me estaba mirando hizo que me
tragara una bocanada de aire. —¿Te gusta el nombre Daydream? Y yo aquí pensando que me ibas
a dar una mierda por ello.

Ace descruzó sus brazos y extendió sus dedos hacia un lado de mi sien y a lo largo de mi
mandíbula. Reprimí el suspiro que quería soltar, y luego puse mis manos en el pecho, que acababa
de admirar, para mantener el equilibrio.

—Sí —dijo Ace, y dio otro paso hacia mí. Luego acarició suavemente con su pulgar mi labio
inferior—. Considerando que he pasado las últimas seis semanas soñando despierto con esta boca,
y todas las cosas que quisiera hacerte, creo que tu nombre es bastante perfecto.

Bueno, mierda. Tenía una imaginación muy buena, pero con Ace Locke parado frente a mí,
tocándome la boca y mirándola como si fuera a comerla para la cena, era difícil no querer quitarme
toda la ropa y rogarle tomar un bocado. Tal y como estaba, sus ojos invitaban a mucho más que a
morder. Esa mirada feroz expresaba una necesidad muy particular… y estaba más que dispuesto a
dársela.

—¿Y qué es exactamente lo que quieres hacer?

Ace deslizó su mano hacia la parte posterior de mi cuello y tiró de mí hacia adelante. Sus
labios eran duros cuando los aplastó contra los míos en un beso rápido y abrasador, y luego levantó
la cabeza y dijo: —cualquier cosa que me dejes hacer. Dios, Dylan, te quería antes incluso de
conocerte. ¿Cómo es posible que estés aquí?

Mis labios se separaron, y el gemido que había estado reteniendo se liberó mientras acariciaba
con mis manos el pecho de Ace hasta sus caderas y luego lo empujaba aún más cerca.

—Dime lo que quieres hacer con mi boca, Ace.

Sus fosas nasales se dilataron levemente y su piel se tensó cuando apretó los dientes, su
excitación ahora luchaba por hacerse cargo de cualquier otro pensamiento que pasara por su
mente.
—Me he imaginado chupando tus labios, especialmente aquel con en el que presionaste tu
pulgar. He imaginado besarlos, follarlos y...

Cuando cesó de hablar, giré la cabeza y le mordisqueé su labio. —Ni siquiera pienses en
parar allí. Y…

Ace parecía estar luchando consigo mismo, probablemente preguntándose qué tan lejos podía
ir conmigo. Pero tenía noticias para él: no había nada que él pudiera decir que me asustara…

—Quiero acercarme a ellos.

Y especialmente no eso.

Deslicé mis manos sobre su culo vestido de vaqueros y me posicioné para que nuestros
cuerpos estuvieran completamente alineados. Pasé los dientes por su mandíbula sin afeitar,
subiendo por su cuello hasta su oreja, donde acaricié mi nariz y aspiré el aroma limpio y fresco de
su loción para después del afeitado. Maldita sea, estaba ardiendo. Ace me tenía nervioso, y no había
hecho nada más que besarme y contarme algunas fantasías ardientes que incluían mi boca.

—No sé tú —le dije al oído, cuando los dedos de Ace me acariciaron la parte posterior de mi
cuello y su otra mano se movió hacia mi trasero para mantenerme cerca—, pero de repente parece
que hay cinco mil grados aquí.

Retrocedí, y cuando Ace me dejó ir, alcancé el dobladillo de mi camiseta y la saqué por mi
cabeza, lanzándola al suelo.

Los ojos de Ace recorrieron mi cuerpo en una deliciosa y lenta lectura que hizo que todo lo
que podía hacer fuera quedarme allí y dejar que me mirase. Entonces, mientras estaba asimilando
todo lo que estaba viendo, moví mis manos hasta la cintura de mis jeans y desabroché el botón. La
boca de Ace se abrió, y cuando bajé la cremallera y los dejé caer al suelo, sus ojos se alzaron hacía
los míos mientras salía de ellos.

—Diablos, Dylan.

Traté de no pensar demasiado en lo que estaba haciendo en ese momento, porque si


conscientemente pensaba en el hecho de que estaba parado en mi apartamento de mierda
frente a Ace Locke, mi chico soñado de todos los tiempos, con nada más que mis escasos Calvins,
podría desmayarme. En ese momento, Ace me estaba acechando como si fuera a arrancarme el
trozo de tela de mi cuerpo con los dientes, y no había manera de que yo fuera a ninguna parte, salvo
a dar los dos pasos hacia el colchón detrás de mí.

—Pensé que de todas las personas, tú más que nadie apreciarías los beneficios que recibí de
ser un modelo para la compañía. —Cuando la parte posterior de mis piernas golpeó el colchón,
moví una mano hacia abajo para enganchar mi pulgar en el borde del elástico—. Me dieron una
tonelada de sus productos como agradecimiento.

Ace alcanzó mi muñeca, deteniendo mi mano cuando empezó a empujar la tela. Levanté los
ojos para encontrarme con los de él, y me mostró sus dientes en lo que solo podía describirse como
una sonrisa salvaje, y luego negó con la cabeza. —No pienses ni por un minuto que vas a privarme
de sacarte de esto.

Mi pene se agitó con esa promesa provocadora, y cuando Ace cayó de rodillas frente a mí,
supe que lo que iba a suceder me iba a volar la mente.
Ese fue el primer pensamiento que corrió por mi
cabeza cuando Dylan se quedó en sus calzoncillos. El segundo fue que realmente puedo extender
la mano y tocarlo. Y a la mierda si no fuera a hacer exactamente eso.

Dylan se había burlado de mí y me había provocado al invitarme a tocarlo, y cuando me


hinqué de rodillas, supe que quería hacer eso, y mucho más. Lo miré desde donde estaba, y Jesús,
era magnífico.

Sus piernas estaban ligeramente extendidas, sus muslos musculosos tenían una ligera capa
de pelo sobre ellos, y esos malditos calzoncillos blancos estaban tirados lo suficientemente bajos
en sus caderas que podía ver el pelo corto y oscuro que rodearía la polla que podía entrever en
contra el tejido. Me miró, y esa mirada en sus ojos era poderosa.

—Antes de que vayamos más lejos —dijo, mientras levantaba una mano para trazar una línea
por mi mejilla—. ¿Puedo pedirte un favor?

Estaba bastante seguro de que no me importaba una mierda lo que me pidiera en ese
momento, la respuesta sería sí. Así que me lamí los labios y asentí.

—¿Puedes por favor quitarte la camiseta?

Cogí la camiseta blanca que todavía llevaba puesta y la pasé sobre mi cabeza, y cuando la
dejé caer en el suelo a mi lado, Dylan puso una mano sobre la erección que podía ver en sus
calzoncillos y apretó.

—Joder, Ace. Tu cuerpo... —Los dedos de Dylan se relajaron y luego los flexionó de nuevo,
masajeando su polla a solo centímetros de mi cara—. Tu cuerpo es una maldita obra maestra.
Mi boca se secó mientras deslizaba sus dedos debajo de la tela. Mi polla estaba palpitando
en respuesta a todo lo que estaba viendo, y sabía que si no le ponía mis manos encima en los
próximos segundos, iba a perder la cabeza. Me puse de rodillas, enganché mis dedos en el costado
de la tela, y tiré los calzoncillos por sus caderas hasta sus muslos, y la vista que recibí fue algo
sacado de cada sueño húmedo que alguna vez había tenido de él.

La mano de Dylan estaba firmemente envuelta alrededor de la base de su eje, y cuando miré
hacia él, sus labios se curvaron en una sonrisa seductora que me hizo mirar hacia abajo para verlo
acariciar con su puño hasta la punta.

Sostuvo su polla como una ofrenda, y jodido Cristo. Mi mano se disparó por un insistente
dolor entre mis muslos, y por un segundo me preocupé de que todo hubiera terminado mucho antes
de lo que quería. Por qué el hombre frente a mí que trabajaba su pene a la perfección era suficiente
para llevarme a una explosión, y Dios sabía que no quería que esa mierda sucediera, especialmente
la primera vez que estábamos juntos.

Me desabroché los pantalones y metí la mano en mis calzoncillos para pellizcar la cabeza de
mi erección, tratando de mantener el orgasmo ascendente a raya. Joder, ¿cómo era posible que con
solo mirarlo pudiera hacer que me fuera sin siquiera tocarme? El hombre era más peligroso de lo
que había pensado.

Pero mientras Dylan continuaba trabajando, apareció una gota de presemen, y antes de que
pudiera detenerme, estaba moviendo mi lengua sobre la cabeza de su polla. Por encima mí, el
aliento de Dylan se detuvo y su mano se paró en la base de su eje, como si esperara a ver qué haría
después. No tuvo que esperar mucho, porque tan pronto como su sabor golpeó en mi lengua, estaba
hambriento y desesperado por más. Una mano se quedó dentro de mis calzoncillos mientras la otra
se envolvía al lado de los dedos que Dylan tenía alrededor de su pene, y lo tomé en mi boca otra
vez, chupando y girando mi lengua alrededor de la cabeza.

El cuerpo de Dylan se sacudió hacia adelante, y su mano libre se fue al lado de mi cara.

—Ace —se quedó sin aliento cuando moví el agarre que tenía sobre su polla y lo llevé más
profundamente a mi boca—, eso se siente... Joder. Tan bueno…
Echó su cabeza hacia atrás mientras lo agarraba con fuerza, y era malditamente bueno que
sus dedos se apretaran en mi cuello, porque no podría haber parado aunque hubiera querido.

—Eso es —susurró, con los ojos vidriosos mientras miraba hacia abajo para ver cómo lo
devoraba. Luego se apartó antes de guiar su polla hacia atrás para frotar mis labios. Cuando mi
boca se separó para llevarlo dentro nuevamente, gimió—. Chúpala. Chúpame, Ace.

Y eso no solo me espoleó, quería tragar también todos esos gemidos guturales. Quería que
me dijera qué le gustaba y dónde me quería más. Quería aprender cada centímetro de este hombre
para poder volar su jodida mente.

Pude sentir el temblor resonar por el cuerpo de Dylan, y luego me advirtió: —si no paras,
esto terminará antes de que te meta en mi cama.

Por mucho que no quería dejarlo salir de mi boca, quería aún más estar dentro de él,
follándolo en el colchón.

Dejando que mis labios se deslizaran hacia abajo, lo solté con un fuerte estallido, y luego me
puse de pie. Inmediatamente me agarró, besándome fuerte y profundamente, no tanto en aprecio,
sino en una mendicidad de más.

Mordí su labio inferior y le apreté el culo para llevarlo hacia adelante, moliendo nuestras
erecciones juntas. —Entonces supongo que deberías conseguir tu ardiente trasero en esa cama —
dije, y luego le di un duro golpe a una de sus mejillas redondeadas.

Una sonrisa traviesa cruzó la cara de Dylan mientras se sentaba en el colchón y luego se
deslizaba hacia atrás para hacer un hueco para mí. Estaba tan dispuesto y abierto, y cuando me
arrodillé en la cama, me sentí... nervioso. No, no nervioso, aprensivo. Eso estaba allí, en el fondo
de mi mente, un temor persistente de que no pudiera estar a la altura de las expectativas de Dylan.

No habíamos conversado exactamente sobre mi falta de experiencia, porque ¿qué diablos iba
a decir? Sí, había salido públicamente como un hombre gay durante un año, pero aparte de la
ocasional mamada o el par de rapiditos olvidables que había experimentado en mis treinta y tres
años, no tenía ni idea de qué se necesitaba para conducir a un hombre fuera de su jodida mente. Y
no había forma de que me conformara con Dylan con nada menos, de ninguna manera en-el-
infierno lo iba a dejar sin un orgasmo de esos que te sacudía la tierra, te hacía doblar los dedos y
que te dejaba tambaleando por días.

Pero mierda si eso no era una gran expectativa para estar a la altura.

—¿Ace? —preguntó Dylan, su cabeza inclinada hacia un lado—. ¿Todo va bien?

Sin embargo, sus ojos no estaban en los míos, y cuando miré hacia abajo, me di cuenta de
que estaba mirando mis puños cerrados. Ni siquiera me había dado cuenta de que había hecho eso,
y cuando los solté y flexioné mis manos, respiré hondo.

—¿Qué pasa? —preguntó, poniéndose de rodillas para que estuviéramos cara a cara. Su
mano fue a mi muslo mientras buscaba mi expresión.

—Yo solo... —Mis palabras se desvanecieron porque, Dios, el hombre era jodidamente
hermoso y no había ninguna posibilidad de que no tuviera mucha experiencia, pero eso no era lo
único que pasaba por mi mente. Los pensamientos sobre lo que le haría si pudiera, estaban
presionándome en la superficie, y ¿qué pasaría si lo asustaban?

—Mírame —dijo Dylan, y cuando mis ojos se encontraron con los suyos, sentí que algo de
la tensión en mis hombros se calmaba—. Lo que sea, puedes decírmelo. Y podemos hacer tanto o
tan poco como desees. Aquí no hay presión.

Mientras se acercaba, la punta de su pene rozó mis vaqueros abiertos, y luego se río entre
dientes y se inclinó para acariciar su erección. —Vale, aunque tal vez mi pene no esté de acuerdo.

Esbocé una sonrisa ante su intento de aliviar la repentina tensión en la habitación. Luego, la
mano de Dylan corrió ligeramente sobre el bulto en mis pantalones, y me dijo: —¿preferirías que
empezara las cosas? ¿O prefieres no hacer esto...?

—No, no es eso —le dije, negando con firmeza—. Quiero. Joder, quiero. —Mientras buscaba
esos ojos luminiscentes de color verde mar, tuve la sensación de que podía decirle cualquier cosa
y que no habría ningún juicio.
Algo que Dylan vio cuando me miró, le hizo darse cuenta y asintió lentamente. —Entonces
haz lo que quieras conmigo.

Me congelé, y cuando traté de mirar hacia otro lado, Dylan tomó mi barbilla con el pulgar y
el índice. Su mirada era insistente cuando dijo: —lo digo en serio. Déjate ir. —Luego aumentó la
presión en mi ingle y moví mis caderas hacia delante por su toque, y sus siguientes palabras fueron
una caricia en mis labios—. Puedo llevarte... o podemos hacerlo así de lento… —su mano imitó
sus palabras con movimientos pausados—, o tal vez... solo tal vez, podemos hacerlo duro. — Y
con esa última palabra, me apretó con una fuerza que hizo girar mis ojos en mi cabeza, pero fue
ese mordisco de dolor mezclado con placer, lo que me hizo empujarlo a su espalda con un gruñido.
Era como si hubiera sabido exactamente lo que me empujaría, lo que me alejaría, y, lo que era más
importante, parecía quererlo.

Hice un rápido trabajo al bajar sus calzoncillos por su cuerpo y arrojarlos al suelo antes de
tirar de mis propios pantalones y bóxers hacia abajo. Ahora estaba en un frenesí, listo para estar
sobre él y dentro de él, listo para darle tanto como él me dejara. Solo oré porque fuera suficiente
para él. Por favor, Dios, déjame ser suficiente.

Mientras me arrastraba por la cama y me cernía sobre Dylan, acerqué mis labios a los suyos
en un beso aplastante, y así, no hubo tiempo para pensar más, solo para hacer.

Cerré sus manos sobre su cabeza con firmeza y saboreé la sensación de su cuerpo desnudo
debajo del mío. Levantándome ligeramente de él, alineé nuestras pollas, y el dulce deslizamiento
de ellas frotándose juntas hizo que Dylan maldijera.

—Maldición —dijo, levantando sus caderas para presionar más firmemente contra mí, y yo
me aplasté sobre él en respuesta.

—Pero joder, te sientes tan bien. Mi propio Daydream —bromeé cuando llegué entre
nosotros y agarré nuestras erecciones con una mano, masturbándonos juntos y el sonido de nuestros
jadeos se combinó para hacer el sonido más erótico que jamás había escuchado. Eso. Eso mismo
era lo que necesitaba del hombre debajo de mí. Dejarlo sin aliento y dolorido por más, y joder si
eso no me hacía querer dejarme ir en ese momento. Mi mano ya estaba húmeda por la excitación,
tanto la suya como la mía, y tuve que desacelerar mi movimiento e inclinarme para presionar mi
boca contra la suya para tratar de recuperar el control.

Dylan estiró su cabeza para encontrarme a mitad de camino, y cuando sus labios se abrieron,
permitiendo a mi lengua el profundo deslizamiento que ansiaba, un ruido vibró en mi
garganta. Mojado y resbaladizo, el calor dentro de su boca me recordó cómo se había sentido
cuando deslice mi polla entre sus deliciosos labios, y cuando el recuerdo brilló en mi mente, golpeé
mis caderas hacia adelante y gemí por la forma en que mi polla se frotaba contra la suya.

—Ace. Jesús... —dijo, liberando su boca. El pecho de Dylan subía y bajaba con cada aliento
pesado que tomaba, y cuando sus ojos se encontraron con los míos, noté cuán oscuros se habían
vuelto. Luego se mordió el labio inferior e inclinó la cabeza hacia un lado—. Cajón de
arriba. Lubricante y condones.

No pude evitar bajar mis labios a su oreja y mordisquear el lóbulo. —¿Condones como en
plural?

Me miró y me dio un beso en la barbilla mientras lo mantenía cautivo. —Una caja nueva,
campeón.

Mis dedos se flexionaron alrededor de sus muñecas y los párpados de Dylan se entrecerraron
mientras decía en un tono sedoso: —lo prometo. No voy a joder en ninguna otra parte. —Y de
nuevo, me sorprendió lo bien que este hombre podía leerme.

Liberé mi agarre de sus muñecas y el que tenía de nuestras pollas, e hice un movimiento para
irme. Pero antes de llegar muy lejos, Dylan se levantó de la cama y tomó cada lado de mi cara en
sus manos y me besó con fuerza.

Cuando me soltó y se dejó caer sobre el colchón, me dirigió una sonrisa pecaminosa que
hacía aparecer sus hoyuelos. Luego estiró sus manos sobre su cabeza y abrió sus piernas. Su
erección era rígida y reluciente por la pegajosa evidencia de nuestra lujuria, y me quedé
momentáneamente paralizado ante la imagen erótica que mostraba.
—Voy a esperar aquí —dijo Dylan, y de inmediato alcancé mi propia polla, deslizando mi
mano arriba y abajo por su longitud mientras continuaba mirando cada centímetro del hermoso
cuerpo de Dylan, que orgullosamente exhibía para mí.

—Pero que no sea demasiado tiempo. Quiero eso —dijo, y después bajó sus ojos a mi polla,
mientras la estaba acariciando—, dentro de mí.

Sí, no me había equivocado. Dylan era peligroso para mi salud. Porque en ese momento, mi
corazón se sentía como si estuviese a punto de detenerse, e incluso eso no iba a evitar que mi pene
entrara en ese cuerpo dispuesto y ansioso suyo.

un millón de años habría


podido conjurar la perfección masculina que era la espalda desnuda de Ace. No solo su trasero,
sino toda su parte trasera.

Desde sus anchos hombros hasta los músculos de su espalda, que se aglomeraban al moverse,
hasta su cintura esbelta, su culo redondo y apretado y sus piernas musculosas, Ace se veía tan
fenomenal como cuando se venía. De acuerdo, entonces tal vez no como cuando se venía, pensé,
mientras agarraba un poco más fuerte la parte superior del colchón sobre mi cabeza, porque el tipo
se vio espectacular cuando se vino.

En ese momento, estaba de pie junto al armario, en la esquina del pequeño espacio,
revolviendo el cajón superior. Probablemente debería haberme avergonzado por el porno, el
lubricante, los condones y el consolador que tenía allí, pero cuando recogió mi fiel trece-pulgadas
y me miró por encima del hombro, no pude evitar guiñarle un ojo. —Trata de no sentirte demasiado
intimidado.

Dejó que su mirada recorriera todo mi cuerpo expuesto y luego dijo: —no lo estoy. En
realidad, te estaba imaginando usando esto.

Me mordí el labio inferior cuando Ace examinó una vez más el falo de color carne que
sostenía. —Bueno, no solo lo tengo para decoración.
Cuando el lado de sus labios se curvó, mi polla se crispó.

—Creo que me has entendido mal —dijo, y luego pasó sus dedos sobre la silicona—. Quise
decir... que te estaba imaginando usando esto delante de mí.

Oh, joder. Tragué saliva y solté una mano del colchón para estirarla y rodear la base de mi
pene. Cuando Ace vio lo que estaba haciendo, asintió lentamente. —¿Ese pensamiento te atrae?

Más de lo que jamás hubiera imaginado. Maldición. La idea de follarme a mí mismo mientras
Ace me miraba era casi pecaminosa. Doblé las piernas, colocando mis pies sobre la cama, y logré
decirle: —sí.

Ace dejó escapar un sonido ininteligible, se volvió hacia el chico y dejó el consolador
dentro. Luego agarró el lubricante y los condones, cerró de golpe el cajón y se dirigió hacia un lado
de la cama.

Dejé que el talón de la pierna más cercana a él se deslizara sobre las sábanas mientras lo
aplastaba para darle una vista sin restricciones de mí masturbándome.

—Maldición, Dylan.

Clavé los dedos de mi mano opuesta en el colchón cuando Ace colocó una rodilla en la cama
y me acechó sobre manos y rodillas hasta que se estaba reubicando con un enorme muslo entre mis
piernas y sus manos a cada lado de mi cuerpo.

—Siento que estoy perdiendo la cabeza —dijo.

Clavé mi talón en la cama y curvé mi cuerpo, entonces apreté mi muslo entre los suyos y
añadí una deliciosa presión a su tenso pene y bolas pesadas, y Ace rodó sus caderas sobre mi muslo,
dejando un rastro pegajoso sobre el vello de mi pierna.

—Yo todavía no estoy perdiendo la cabeza —le dije, y moví mis caderas en el mismo
movimiento erótico que antes—, pero podría hacerlo si no me pones algo dentro de mí muy pronto.

Ace maldijo y bajó su cabeza a mi oído, y con voz ronca ordenó: —pon tu otra mano sobre
tu cabeza. Ahora.
¡Oh, Dios! Estaba tan excitado que no estaba seguro de cuánto más podría aguantar antes de
perder el control de mi cuerpo. Pero hice lo que me dijo y solté mi erección para agarrar el colchón
sobre mi cabeza.

La forma en que los labios de As se separaron y respiró temblorosamente, me hizo saber que
estaba teniendo el mismo problema que yo. Cómo mantener el control, cuando en realidad quería
que fuera cualquier cosa menos eso… y quería que él lo supiera.

—¿Ace?

Tenía la mandíbula apretada y los dedos flexionados en la sábana junto a mi cabeza, y aunque
le dije específicamente que podía hacer lo que quería, tenía la sensación de que todavía dudaba,
todavía esa idea estaba dentro de su cabeza… y eso simplemente no lo dejaría hacer lo que quería.

—¿Sí?

Envolví una pierna sobre su cintura y la usé para rozarme contra él. —Toma el lubricante y
mete tus dedos dentro de mí antes de que me acerque a tu sexy boca.

Una sonrisa indómita apareció en el labio de Ace, y la luz en sus ojos me hizo perder el
aliento. ¡Oh, diablos! Esa mirada era intensa. Era como si acabara de arrojar gasolina a una llama
abierta.

—¡Oh, sí!, Dylan. Por favor, dame ordenes —dijo arrastrando las palabras mientras se ponía
de rodillas—. Lo hará mucho más divertido cuando te esté enseñando una jodida lección.

Mi boca se abrió en shock por eso, pero maldición si no hacía que mi pene goteara aún
más. Entonces Ace tomó la botella, pasando entre nuestros cuerpos, y la destapó hábilmente. Doblé
mis piernas a cada lado de él, mientras vertía el líquido frío a lo largo de mi pene y mis bolas, y
pude sentir cómo se deslizaba por todos los surcos y líneas de mi cuerpo, y cuando sacó un condón
de la caja y llevó el cuadrado a su boca para abrirlo, un escalofrío me atormentó. Observé cómo
Ace lo hacía rodar en su largo y grueso pene, y cuando terminó y vertió más lubricante en la palma
de su mano, tuve que tragar un grito frustrado.
Cristo, mi corazón iba a explotar a este ritmo. Ver a Ace Locke envainar su polla y lubricar
sus dedos para utilizarme era más maravilloso de lo que podría haber imaginado.

—Ahora —dijo, y enganchó un gran brazo debajo de mi rodilla izquierda, empujándolo hacia
mí un poco—, ¿cuáles fueron exactamente tus instrucciones para mí? Hmm...

No estaba seguro de dónde se había ido el hombre vacilante de unos segundos atrás. Pero el
confiado hijo de puta que ahora deslizaba sus dedos resbaladizos por la sensible parte inferior de
mi eje, no era él.

—Querías mis dedos dentro de ti, ¿no?

Solté el colchón, a punto de estirarme y poner una mano alrededor de la base de mi pene,
pero la mirada penetrante que Ace me dirigió, me inmovilizó en su lugar.

—¿Estoy en lo cierto, Dylan?

Con mis piernas separadas y su mano manipulando suavemente el saco apretado contra mi
cuerpo, apenas podía pensar, y mucho menos hablar. Así que decidí asentir.

—Sí. Eso es lo que pensé —dijo, y sin prisa siguió el camino mojado y resbaladizo que el
lubricante había hecho por la raja de mi culo hasta… oh, mierda, sí…, exactamente donde lo
quería. Entonces Ace empujó la punta de un dedo contra mi agujero y apreté mis dientes en mi
labio inferior. Sus ojos bajaron a lo que estaba haciendo, y cuando la presión en mi espalda
aumentó, tocó con la punta de su lengua en su labio superior en concentración.

Tan lentamente que pensé que podría morir, Ace deslizó su primer dedo dentro de mí. Gemí
por la sensación, y el sonido hizo que Ace me mirara a la cara. Pude sentir una gota de sudor caer
por mi sien a mi cabello, y cuando retiró su dedo y lo deslizó de vuelta, utilicé mi pie para impulsar
mis caderas y acercarme a esa mano burlona.

—Joder, sí. Tómalo, Dylan —dijo—. Tómalo como quieras.

Me resistí, y la tensión en mis brazos cuando agarré el jodido colchón, como si se tratara de
una cuestión de vida o muerte, me hizo saber que mañana por la mañana, mis brazos iban a doler
como hijos de puta… pero por Dios, que merecería la pena.
Cuando las puntas de dos dedos sondearon mi entrada, mi aliento me dejó, y Ace los hizo
pasar por el túnel.

—Estás muy apretado —dijo mientras continuaba girando y extendiendo los dedos, rozando
mi próstata cada vez y... sí, follándome una y otra vez—. ¿Estás seguro de que no te voy a
lastimar…?

—Sí, te lo he dicho. Estoy seguro. Lo quiero. —Gemí en ese momento por el hecho de que
estaba suplicando por ello.

Ace retiró sus largos dedos de mi interior, y todo su cuerpo parecía tenso como un cable
trampa. Un error, o en este caso, un movimiento correcto, y estaría a punto de explotar.

—Date la vuelta y ponte sobre tus manos y rodillas —dijo, después de que bajó mi pierna a
la cama.

No esperé ni un segundo para hacer lo que me pidió. Solté el colchón, me di la vuelta y me


puse de rodillas. Tan pronto como estuve en posición, sentí que la cama se sumergía y las manos
grandes de Ace estaban sobre mis caderas desnudas, una palma acariciándome el trasero antes de
golpearlo, lo suficientemente fuerte para escocer.

—Ay —dije, y miré por encima de mi hombro hacia él para encontrar a Ace con una sonrisa
lobuna—. ¿A qué vino eso? Hice lo que dijiste.

Ace agarró mis caderas, apretó su polla contra la raja de mi culo, y dijo: —honestamente, he
querido darle una bofetada desde el día en que te pusiste frente a mi coche. Así que te lo
merecías, Daydream.

—Será mejor que no sea lo único que vas a darme en los próximos minutos —le dije, y
empujé mi trasero hacia él, y así, la boca de Ace se cerró con fuerza y su agarre en mis caderas se
tensó. Luego, una mano se movió para alinear su pene, y apreté las sábanas para prepararme para
esa deliciosa primera incursión.

Esto está ocurriendo. Esto está jodidamente está pasando.


Fue una dulce quemadura cuando Ace lentamente empujó dentro de mí, y una vez que hubo
pasado el primer anillo de músculos, se detuvo, dándome tiempo para ajustarme. Pero no necesita
tiempo. Había esperado lo suficiente.

—Más —gruñí, relajándome, llevándolo adentro, centímetro a centímetro.

—¡Oh, joder! —La mano libre de Ace me empujó hacia abajo con fuerza en la parte baja de
la espalda—. Solo... dame un segundo —dijo, y cuando lo escuché respirar profundamente, lo
intenté yo también.

Estaba muy tenso, demasiado excitado para durar mucho, y mientas exhalaba, traté de relajar
mi cuerpo y abrirme a él. Cuando comenzó a moverse otra vez, mi cabeza cayó hacia adelante, y
todo lo que pude sentir, todo en lo que pude pensar, fue en su plenitud mientras me llenaba por
completo. Sus bolas estaban al ras de mi culo mientras nos sostenía allí, y luego comenzó a
retirarse. Lento y fácil, todavía se contenía, y no fue hasta que dije: —fóllame como si lo dijeras
en serio —que finalmente se soltó.

Mientras Ace aceleraba el ritmo, dándome los empujes más profundos y más duros que había
pedido, nuestros gemidos se hicieron más fuertes y más desesperados, y me dejé caer sobre mis
codos y luego me incliné para agarrar mi polla. Me acaricié una vez, dos veces, y luego sentí el
rostro de Ace pegado a mi espalda cuando alargó su brazo para tomar mi mano. Me bombeó a
tiempo con sus embestidas, y Dios, ¿alguna vez se había sentido tan bien?

La respuesta fue no. No, jodidamente no. Ni siquiera cerca, y tuve la sensación de que si esto
era los preliminares de lo que estaba por venir, entonces estaba en más problemas de lo que creía.

Las caderas de Ace golpearon mi culo mientras tomaba todo lo que tenía para dar, y cuando
su mano grande trabajó mi polla hasta el punto de la detonación, dejé escapar un gemido.

—Voy a…

—¿Venirte? —terminó Ace, su pulgar girando sobre la cabeza de mi erección, y no tuve la


oportunidad de asentir o decir cualquier cosa antes de que el orgasmo me atravesara en una carrera
que me dejó sin aliento.
Santa... mierda. Mientras Ace seguía ordeñándome hasta la última gota, bajé mi cabeza a mis
antebrazos, mi cuerpo temblaba mientras tomaba una exhalación de aire.

—Joder —gimió Ace en mi espalda. Sus movimientos se volvieron inestables incluso


mientras conducía más rápido hacia mí—. Joder, joder, jo… —Entonces empujó todo el camino
dentro de mí y se vino con un gruñido.

Y me encantó. Me encantaba la forma en que no podía evitar morderme el hombro mientras


se mecía suavemente contra mí. Me encantó el sudor de su cuerpo marcándome. Y especialmente
me encantó el gran peso de él presionándome en el colchón después de que ambos colapsáramos,
incapaces de sostenernos más.

¿Y lo mejor? ¿En lo que estaría pensando incluso días después? En la forma en que nos
manteníamos conectados, su polla todavía dentro de mí, sus manos sobre las mías y enlazados
nuestros dedos, y la forma en que acarició con la nariz el pliegue de mi hombro y plantó suaves
besos allí.

Eso me decía más sobre lo que sucedería a continuación que cualquier palabra que pudiera
haber dicho. No fue una follada rápida para él. Y me di cuenta de que me había terminado. Perdido.
Para siempre arruinado por el único hombre que nunca había esperado.

Había caído completa y absolutamente por Locke.


abrir el apetito, Dylan había ordenado comida china, así que mi dieta fue
condenada. Una docena de cajas de arroz blanco y frito, fideos de mein, pollo al sésamo y carne
mongol cubrían el suelo donde estábamos sentados en el sofá.

—Sé que viste la polla de Russell Hudson cuando estaban disparando en Madder than Hell
infierno —dijo Dylan. Sin camisa, mostrando su piel bronceada, y con sus pantalones
desabrochados, parecía delicioso. Hubo un brillo travieso en sus ojos mientras me señalaba con
dedo su meñique—. Fue así, ¿no?

Me reí y agité mi cabeza. —No es como si todos nos estuviéramos cambiando juntos en un
vestuario.

—Pero todos estuvieron prácticamente desnudos en esa película todo el tiempo, y he


escuchado cómo funcionan esas bolsas.

—¿Bolsas? —pregunté, levantando mi ceja. Sabía a qué se refería, pero solo quería que lo
dijera.

—Las que tienes que usar para que no estés realmente penetrando a tu coestrella. A menos
que esa coestrella sea yo, y entonces apoyo totalmente la desnudez completa.

Cuando hice un movimiento para cerrar mis labios, Dylan levantó una mano. —Vamos, él es
bastante idiota en persona… solo quiero asegurarme de que el paquete no coincida con el ego. Eso
sería el karma total.

De acuerdo, él tenía su punto. Lo único más grande que el ego de Russell era el de Kanye, y
no me gustó mucho cuando filmamos juntos.
—Bien —le dije, y extendí la mano hacia su meñique extendido, cubriéndole la punta—.
Sobre... eso. —Luego le guiñé un ojo y recogí mis palillos de nuevo, atravesando otra pieza de
carne cuando la boca de Dylan se abrió.

—Lo sabía —dijo Dylan, con una sonrisa en su rostro. Cuando me llevé a la boca otro trozo
de carne de res, él comenzó a negar con la cabeza—. ¿Puedo decir que nunca he visto a nadie comer
con los palillos chinos? ¿También apuñalas sushi?

—Es la forma más rápida de levantarlo sin usar mis dedos. Lo cual haría, pero estoy tratando
de ser un poco civilizado aquí.

—No estoy seguro de que lo que me hiciste en esa cama se consideraría civilizado. Salvaje,
tal vez. —Se mordió el labio y luego agregó: —no te preocupes. Definitivamente soy un fan.

—Eso hemos establecido a partir de tu colección de películas de Ace —dije con una sonrisa,
y luego eché un vistazo alrededor de la escasa habitación—. No estoy seguro de dónde las guardas.
¿Tal vez con los condones y el lubricante en ese cajón de allí?

—Haces que suene como que utilizo tus películas como porno —dijo Dylan, mientras se
inclinaba para agarrar uno de los contenedores de comida, y luego amontonó el contenido en su
plato—. Y en este caso, tendrías razón. Las guardo en mi portátil para que pueda viajar ligero.

Lo miré por un largo momento, todavía sin creer que alguien en quien había pensado tantas
veces hubiera hecho lo mismo conmigo. ¿Cuáles eran las probabilidades de que sucediera eso?

—¿Qué? —Dylan se secó la barbilla—. ¿Tengo algo en mi cara?

—No.

Levantó el cartón. —¿Querías más arroz?

—No.

—Sabes, siempre he oído que soy un, y cito, ‘bastardo cauteloso’, pero creo que podrías ir
detrás de mi dinero.

—¿Es eso así? Quizás no estás haciendo las preguntas correctas.


Dylan arrugó la frente, y luego dejó su plato en el suelo y cruzó las piernas debajo de él. —
¿Tú, Ace Locke, juras decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, con la ayuda de
Dios?

—No puedes manejar la verdad —dije automáticamente, citando una frase de una de mis
películas favoritas, y cuando Dylan frunció los labios, sonreí.

—Eso es lo que quiero decir. Siempre estás desviando las cosas. Siempre manteniéndolas
bajo llave. He visto los destellos, así que ahora quiero saber... ¿cuándo vas a dejar que la furiosa
bestia salga a jugar?

—¿Furiosa bestia? —repetí—. No sé de lo que estás hablando.

—Claro que sí. Lo vi en tus ojos cuando te di permiso para que me cogieras duro como el
infierno, como siempre me ha gustado. Pero para que lo sepas, conmigo, no tienes que esperar el
permiso. Lo tienes.

—Jesús. —Me froté la frente, como si eso ocultara el hecho de que mi cara probablemente
se estaba volviendo de un vergonzoso tono rojo. No era como si fuera un mojigato, pero nunca
había tenido alguien que me diera un análisis posterior al juego.

Dylan comenzó a reír, y luego su mano estaba sobre mi muslo. —No hay nada de malo que
te guste lo duro. Demonios, creo que después de esta noche lo preferiré de esa manera.

—Con tu boca, estoy sorprendido de que sea el primero en ponerte en tu lugar.

—Sí, ahí lo tienes. Déjame tenerlo.

¿Hablaba en serio? —Entonces... no estás bromeando. ¿Realmente te gustó?

—Uh, estoy bastante seguro de que podrías haberlo visto por la forma en que me volví loco
por tu mano. —Entonces Dylan se puso pensativo y dijo: —¿puedo preguntarte algo ya que estamos
siendo honestos? Es esto... ¿algo nuevo para ti?

—¿Me preguntas si soy virgen?

—Bueno, quizás, o ¿algo cercano?


¿Cómo diablos responder eso? O, más en concreto, cuán abierto quería ser acerca de mi
historia sexual con un hombre que tenía a muchos haciendo fila por él. Aunque él podía pensar lo
mismo de mí, así que... ¡Oh, joder!

Después de colocar mi plato en el piso, me senté en el sofá con mi cuerpo vuelto hacia Dylan
e intenté descubrir por dónde empezar. — Mira, sé que todo el mundo ya tiene esta impresión de
mí...

—No, no me metas en ese grupo. Dime quién eres.

Respiré y froté mis sudorosas palmas en mis jeans. —Solo en el último año he sido libre para
ser abierto acerca de quién soy. Antes de eso, era una serie de novias, generalmente organizadas
por mi equipo o por mis padres.

—¿Lo hiciste...?, ya sabes...

—¿Dormir con mi equipo?

—No, dormir con las novias.

Sí, esa era la parte delicada, una que me diría si era tan abierto como decía. —Yo sí. No todas
ellas… Dios sabe que la prensa pensó que era una especie de prostituto… pero sí.

Dylan se mordió el labio y luego levantó un dedo. —Creo que necesito algo de alcohol para
esto. Un segundo.

Se levantó del sofá y luego pasó por encima de los contenedores de comida mientras se dirigía
a la cocina. Agarró una botella de vodka, dos vasos y un poco de zumo de naranja, y regresó al
sofá.

—Está bien —dijo, después de haber mezclado el alcohol y el zumo de frutas y me dio un
vaso. Luego se bebió el contenido de su vaso con un largo trago—. Ahora estoy listo. Entonces,
eres bisexual.

Tuve que reírme de la expresión cautelosa de su rostro, así que decidí tranquilizarlo
primero. —No, no soy bisexual. Me gustan los hombres. Siempre me han gustado los
hombres. Eso no quiere decir que no aprecio a una mujer y que traté de que me atrajeran, por mi
familia o por mi imagen. Era algo que cada vez que lo mencionaba siempre se hacía a un lado,
barrido debajo de la alfombra como un secreto grande y sucio. Y no soy estúpido. Apostaría que al
menos la mitad de las personas que ves en la televisión y en las películas son homosexuales, pero
tú y el resto de Estados Unidos nunca lo sabrán porque esa mierda se mantiene en secreto. Si quieres
una carrera como algo más que una pieza accesoria, debes seguir las reglas.

—Pero las rompiste —dijo Dylan, levantando sus piernas hasta su pecho—. Vi tu conferencia
de prensa el año pasado cuando saliste. Eso fue algo increíblemente valiente.

—¿Valiente? Eso no fue jodidamente valiente. Lo que estaba haciendo casi arruina la vida
de Shayne.

—¿Shayne? ¿La linda pelirroja de tu fiesta?

Tomé un sorbo de mi bebida. —La misma. La había buscado en privado como casamentera
porque pensaba que estaba listo para hacer una vida con alguien, incluso en secreto. Pero su jefe
me descubrió y Shayne apagó ese fuego cubriéndome. Actuando como una pantalla de humo, como
dicen. Pero no me di cuenta de que, al ayudarme, estaba arruinando su propia felicidad al herir a
alguien que le importaba. Y cuando lo descubrí... Bueno, ¿cómo arrastrarla a una nave que se
hunde? No, no fue valiente salir. Fue lo correcto.

—Aunque parece que no te ha perjudicado. Quiero decir, por lo que he visto, aún tienes tu
carrera y la gente lo sabe...

—Porque fotos mías con un novio no aparecen en todas las revistas. No está en las caras de
todos, así que asumen que desaparecerá. Fuera de la vista, fuera de la mente. La América media no
quiere un héroe de acción gay, y los hombres… que son la mayoría de la audiencia… no pagarán
para verlo.

Los ojos de Dylan se suavizaron ante mis últimas palabras. —Entonces, de alguna manera,
aunque saliste públicamente, todavía estás... atrapado en cierto sentido.

Recogí la bebida que él había mezclado para mí y tomé un largo trago antes de asentir.
—¿Y esa es la razón por la que tienes una cola demente ahora donde sea que vayas? ¿Todos
están esperando para ser los primeros en conseguir la historia?

—Sí —le dije, y me pasé una mano por la parte posterior de mi cuello. Mierda, no quise que
todo fuera tan serio. Pero había algo sobre Dylan que me tranquilizaba. Era fácil hablar con él y
me sentí aliviado con esta charla porque sentía que no me juzgaba en absoluto.

—Eso tiene que ser estresante —dijo, y una vez más cruzó las piernas debajo de él—.
Siempre mirando por encima del hombro.

¿No es esa la verdad? —En cierto modo, es peor que antes de salir. Porque en aquel
entonces, yo no era capaz de perseguir a quien quería. Aplasté esos sentimientos, los empujé a un
lado, y tenía la imagen de llevar a una hermosa mujer colgada de mi brazo. Nadie sabía nada. Pero
ahora…

Dylan dejó que el silencio se cerniera entre nosotros durante varios latidos y luego me instó
a continuar. —¿Ahora?

Fijé mis ojos en los suyos y me lamí el labio, recordando su sabor en mi lengua. —Ahora te
quiero. Y eso va a ser complicado.

Dylan se movió hacia adelante, hasta que estuvo tan cerca de mí que sus rodillas rozaban mi
muslo. Luego se acomodó sobre sus talones y puso una mano sobre mi bíceps desnudo. —No tiene
que ser así.

—Sí, lo será. Ellos lo harán difícil.

—¿Ellos? ¿Los paparazzi?

—La prensa, el público, mi gerente, mis padres. Dios... —Me detuve allí cuando me volví
para mirar a Dylan y sacudí la cabeza—. Se van a volver locos.

Mi corazón se aceleró al pensar en esa conversación, y salté del sofá. Mis padres habían sido
lo suficientemente raros cuando salí. No podía imaginar su reacción a un novio. Por no hablar de
un novio muy público y fuera.
—Oye —dijo Dylan detrás de mí, y lo escuché levantarse del sofá—. Está bien. Podemos
mantener esto en silencio todo el tiempo que necesites.

—¿Y qué pasa si no sé cuánto tiempo será eso? —Me froté la cara con las manos,
frustrado. Esto era ridículo. Debería haberme sentido libre para perseguir al magnífico hombre
detrás de mí, por eso había salido en primer lugar. Pero, en cambio, volví al punto de
partida. Aterrorizado de que alguien descubriera que quería a Dylan más de lo que quería respirar.

Cuando una mano tentativa tocó mi espalda, dejé escapar un suspiro. Sabía que lo que le
estaba pidiendo no era justo. ¿Pero realmente le estaba preguntando si él ofreció primero? Y no
será así para siempre.

—Bueno —dijo Dylan, y dio un paso frente a mí. Cuando nuestros ojos se encontraron,
movió sus cejas—. Entonces nos volvemos creativos. —Fruncí el ceño, y la expresión hizo reír a
Dylan—. No te sientas tan emocionado por la idea.

Abrí la boca para responder, y la mano de Dylan se movió para poder presionar su índice
contra mis labios. —Solo escucha por un minuto, ¿sí?

Me estaba sonriendo de una manera que me hizo querer besarlo sin sentido. Fue una sonrisa
coqueta. Una que estaba llena de travesuras. Así que asentí, preguntándome qué diría después.

—Yo también te quiero.

Esas palabras fueron como una inyección de adrenalina directa a mi corazón, pero luego
Dylan continuó hablando y entonces se fue mucho más al sur.

—Y si tengo que tenerte detrás de puertas cerradas, en rincones oscuros y bajo jodidas
escaleras... lo tomaré. Pero tengo una petición.

El demonio acechaba bajo la sensual sonrisa y me tentaba a jugar con él. Y lo que más quería
era seguir jugando con él. —¿Cuál es?

Dylan deslizó su palma sobre mi pecho desnudo hasta mi hombro y dijo: —cuando estemos
juntos, así, bajamos la guardia. Firmaré lo que sea que necesites que firme para tranquilizarte. Pero
si te tengo a ti y tu cuerpo estará dentro del mío, quiero conocerte. Al verdadero tú.
Maldita sea. Dylan definitivamente me tenía. Solo me preguntaba por cuánto tiempo me
querría.

luego se inclinó para besar mis


labios, y cuando levantó la cabeza, dijo: —¿qué quieres saber?

Todo, parecía demasiado para pedirlo de inmediato, y no era inmune a la tensión que había
hecho que el aire se espesara dentro de mi pequeño apartamento, así que dije algo que pensé que
aliviaría el estado de ánimo o al menos cambiaría el enfoque.

—Mmm. —Le pellizqué el labio inferior y pasé mi mano por su cuello y alrededor para
ahuecar la parte posterior de su cabeza, sosteniéndolo en su lugar mientras susurraba contra sus
labios—. Dime algo que siempre has querido probar… y que nunca se lo has contado a nadie más.

Los labios de Ace se curvaron contra los míos y soltó mi rostro para llevar sus manos a mi
cintura. Envolviéndome con sus brazos, me acercó a él, y coloqué los míos alrededor de su cuello.

—Siempre quise tomar clases de canto.

Me aparté de él y levanté una ceja, y Ace se rio entre dientes.

—Ahh... no es exactamente lo que quise decir.

—Entonces debes ser más específico con tus preguntas. ¿No lo sabías?, los famosos de los
EEUU somos profesionales cuando se trata de eludir respuestas.

—Tu tipo de celebridad son evasivas.

Ace apretó el dril de algodón que cubría mi trasero, y cuando apretó sus caderas contra las
mías, perdí algo de mi indignación y gemí en su lugar.

—Sé más específico. Si quieres saber algo sobre el yo real, entonces tienes que preguntar. Sé
que no te faltan las bolas.
Eso me hizo abrir la boca, y luego no puede más y comencé a reír. —¿En serio? No puedo
creer que me hayas dicho eso. Multa. Pero recuerda —dije, y acaricié mis dedos arriba y abajo de
su nuca—, tú pediste esto.

—Entonces, ¿debería tomarme otro trago antes de lanzar tus veinte preguntas?

Fruncí mis labios, pretendiendo reflexionar sobre eso. —Quizás, pero antes de hacer eso,
responde a mi primera pregunta.

Fiel al agitador, ahora que estaba conociendo a Ace, fingía olvido. —¿Y qué era exactamente
eso? Dímelo otra vez.

—Dime algo sexual que siempre quisiste probar y que nunca le has contado a nadie más.

Los dedos de Ace se flexionaron sobre mi culo otra vez cuando un rubor golpeó sus mejillas,
y maldita sea, eso lo hizo parecer aún más sexy. Puse mis labios en su mandíbula y besé mi camino
a lo largo de la barba hasta que llegué a su oído. —Dime. Y te diré algo que nunca le he contado a
nadie. —Le pasé la lengua por el lóbulo y luego agregué: —por favor.

—Joder, Dylan.

Podía sentir la erección de Ace ahora mientras frotaba sus caderas sobre las mías, y sabía que
lo que estaba a punto de salir de su boca iba a ser algo que haría todo lo que estuviera a mi alcance
para que sucediera.

—Mi coche.

Mi pulso se aceleró ante la mención de su malvado deseo, pero cuando recordé los estrechos
confines del vehículo, fruncí el ceño. —Necesito que elabores un poco más eso. Porque tan sexy
como es ese auto, es un poco ajustado por dentro.

—¿Quién dijo que estaba hablando del interior?

¡Oh, diablos! Si quiso decir lo que pensaba que era, entonces estaba...

—Estaba pensando más...


Sigue adelante. Sigue adelante... Dilo. Por favor, Dios, dilo.

—Tu idea. Ya sabes, ¿la que tenías cuando viste Hard Throttle? Yo, inclinado sobre el capó
del coche.

Que me jodan. O, ¿debería decir joder a Ace? —Esa es la mejor cosa que he escuchado en
mi vida. Ahora estará siempre arraigado en mi mente como una-fantasía.

Una de las manos de Ace dejó mi culo para moverse al frente de mis jeans. Los había dejado
desabotonados, así que fue bastante fácil para él deslizar la cremallera hacia abajo y meter su mano
dentro. Aspiré aire cuando sus dedos se envolvieron a mi alrededor, y cuando dijo: —¿solo una
fantasía? —gemí.

—Esperaba que me aceptases la oferta.

Ace maniobró hacia atrás hasta que mi espalda estaba contra la pared y luego me acarició
con su puño mientras empujaba una pierna entre las mías.

—Hmmm. ¿Quién dijo que no iba a hacerlo? No voy a dar todo mi... ¡Oh, mierda! —dije en
medio de un gemido ahogado. Los labios de Ace estaban en mi mandíbula, sus dientes se hundieron
en mi carne mientras sus dedos se flexionaban a mí alrededor.

—Eres otra cosa cuando estás encendido. Tus ojos cambian de su habitual color claro a un
profundo y oscuro mar verde. Como aguas turbulentas.

Mi cabeza se apoyó en la pared y Ace deslizó sus labios hacia el lugar donde se unían mi
hombro y mi cuello, y chupó la piel entre sus dientes. Mis caderas se movieron hacia adelante y él
se rio; el sonido me envolvió, lo que me hizo desear dirigirme directamente a la cama que habíamos
desalojado menos de una hora antes.

—Ahora tú —dijo, y cuando las palabras de Ace se deslizaron dentro de mi cerebro, traté de
descifrar lo que estaba diciendo. Pero con su mano y su boca trabajando conmigo, me resultaba
difícil recordar qué demonios de que iba eso.

—¿Yo qué?
Ace levantó la cabeza y pasó su lengua por mi labio inferior, luego detuvo su mano, y quería
exigirle que no se detuviera, pero él tenía otras ideas.

—Ahora dime algo que siempre quisiste probar.

¡Oh, sí!, cierto. —Umm… —Cristo. Ahí va su mano otra vez. Acariciándome, arriba y
abajo.

—¿Sí?

—Yo… —Cerré los ojos, tratando de concentrarme, pero Ace estaba empeñado en que eso
no sucediera.

—¿Tú?

—Uh, sí —jadeé—. Me encantaría hacer algo en público.

Tan pronto como la última palabra cayó de mis labios, la mano de Ace se detuvo y sus ojos
se fijaron en los míos, y solo entonces se me ocurrió lo estúpido que era. ¿Cómo pude haber sido
tan insensible o idiota para mencionar querer tener sexo en público cuando Ace acababa de pasar
los últimos quince minutos diciéndome que esa era su peor pesadilla? Él siendo visto conmigo en
público ahora mismo. Y eso que solo quería decir tomar un café o tomarse de la mano, y aquí estaba
yo diciéndole que quería...

—¿Algo? —dijo Ace, sacándome de mis pensamientos. Parpadeé hacia él, y cuando un lado
de su boca se curvó, un pequeño escalofrío de emoción pasó a través de mí—. Algo como en...

Mierda, realmente... ¿le gustaba esa idea? Entonces Ace me apretó la polla y movió sus
caderas, rozando su erección cubierta de mezclilla contra mi muslo, y se hizo esclarecedoramente
claro que le gustaba.

—Como en ti desnudándome y cogiéndome... en público.

La misma luz que había visto antes en los ojos de Ace, la salvaje, resurgió, y el sonido que
retumbó de él, solo podía describirse como un gruñido. Todo eso tenía a mis caderas empujando
hacia adelante, tratando de obtener más y más fricción en mi dolorida polla.
—Dime la verdad —le dije, necesitando saber qué había detrás de esa expresión feroz—.
Hay más de lo que me mostraste esta noche, ¿verdad?

—¿Más?

—Sí. Está justo ahí, hirviendo bajo la superficie. Y una vez que finalmente te des cuenta de
que no voy a salir corriendo, no importa lo que quieras hacer o intentar, estoy emocionado de poder
ver qué tan lejos irás.

Ace giró su muñeca en la punta de mi pene, y mis ojos rodaron hacia la parte posterior de mi
cabeza.

—Quieres que me desate. ¿Es eso lo que dices?

Sí, maldición, por favor, pensé, y asentí. Estaba a punto de explotar sobre él una vez más, y
no había forma de que pudiera detenerlo. Ace aplastó su boca sobre la mía, y agarré sus brazos
para mantenerme firme, pero él negó con la cabeza.

—Mhmm. Lo tomaré en consideración. Ahora usa la pared para estabilizarte. Quiero


probarte de nuevo.

Ace estaba de rodillas antes de que pudiera decir algo, y luego mis vaqueros estaban en mis
tobillos y mi polla estaba siendo tragada entre sus labios. Mis manos se pusieron a un lado de su
cabeza, mientras empujaba hacia adelante para, seamos realistas, joder la boca de Ace con todo lo
que tenía, y no se necesitaron más de tres o cuatro bombeos entre sus labios antes de que el orgasmo
llegara a mis pelotas, entonces la agarré fuertemente mientras bajaba por su garganta, gritando su
nombre tan jodidamente fuerte que mis oídos resonaron. Cuando aflojé mi agarre en su cabeza y él
liberó lentamente sus labios, me miró y se pasó el pulgar por el labio inferior, succionándolo dentro.

—Creo que esas son dos cosas que ambos necesitamos... explorar, si esta es la reacción, ¿no
estás de acuerdo?

Y ahí estaba la primera señal de que había perdido la cabeza por este hombre.
jodas la línea. No jodas la línea.

Avanzando bajo las capas de lluvia que cubrían la sección del barco sobre el que estábamos
filmando, señalé al hombre que estaba jugando a ser el teniente Gerschick y le dije: —estás
equivocado. El comandante Scott no se retractó de una amenaza, así que si él se va, yo me voy.

—¡Corten! —El director parecía frustrado desde donde estaba sentado detrás de una pared
de cámaras y monitores.

Oh Dios, no de nuevo. Por favor, que no sea quien lo arruine, especialmente no con Ace
mirando. Había sido una larga semana de rodaje, y decir que no era natural en esto era una
subestimación. Nunca me di cuenta de cuánto trabajo había en la filmación de una película, y
parecía que cada pequeña cosa que hacía provocaba al director y lo hacía señalarme. Y como hoy
era el día en que tenía más líneas, estaba haciendo todo lo que estaba a mi alcance para no joderme
a mí mismo, ni a la película, de manera majestuosa, pero tenía una sospecha furtiva de que estaba
a punto de...

—Prescott —gritó Ron por encima del sonido de la lluvia que golpeaba la cubierta.

Sí. Llamada del infierno. Mierda.

Sosteniendo una mano en mi frente para proteger mis ojos del agua que empapa todo mi
cuerpo, miré hacia donde Ron estaba sacudiendo su cabeza.

—Cuando te demos una maldita señal, tienes que agarrarla o a la mierda la toma ¿Alguien le
mostrará a Prescott dónde se supone que debe estar?

Al principio nadie se movió, y luego el tipo que interpretaba al teniente Gerschick se apiadó
de mí y me guio de vuelta al lugar desde el que había partido. Oh, mierda, no sabía que no debía
moverme. Me había movido, ¿no? Dios, esto era embarazoso. Podía sentir la mirada de Ace desde
donde esperaba fuera de la cámara para entrar en el plano, pero si no podía entender bien esta
escena, estaría esperando allí por un tiempo.

Estoy tan fuera de mi elemento.

—¿Entendido? —dijo Ron, y cuando respondí afirmativamente, se volvió a sentar en la silla


de director—. Está bien, intentémoslo de nuevo, chicos.

El asistente del operador de la cámara volvió a enfocar la cámara, y luego Ron gritó: —
¡acción!

Mientras repetíamos la escena de nuevo, mantuve mis malditos pies congelados en su lugar,
y luego, cuando llegó el momento de hablar, señalé al hombre que estaba frente a mí y le dije: —
estás equivocado. El comandante Locke no se retractó de una amenaza, así que si él se va, yo me
voy.

—¡CORTEN!

¿Qué diablos hice ahora?

—Cristo, que alguien le dé un guion al niño —gritó Ron, y fruncí el ceño. ¿Qué dije mal?

Cuando la supervisora de guiones me llamó por el costado, el temor se acumuló en mi


estómago. Cuando caminé pesadamente, mi mirada se posó en Ace, y la expresión de preocupación
en su rostro hizo que mi propio rubor se volviera más caliente.

¿No puede ir a esperar en su remolque hasta que sea hora de que salga? Hizo que todo
pareciera tan fácil, y aunque no era ajeno a la cámara, este era un juego totalmente diferente, y más
que nada odiaba ser el chico nuevo en el set que no podía soportarlo

—El nombre es comandante Scott —dijo la supervisora.

—Uh... sí, eso es lo que dije.

—Dijiste Comandante Locke —la mujer miró hacia donde estaba parado Ace y luego hacia
mí, y si hubiera podido arrastrarme debajo de una roca de mierda, lo habría hecho.
Maldita sea. Eso era lo que obtenía por tener a Ace en todo mi maldito cerebro. Mierda,
mierda, maldita mierda.

—¿Entendido? —preguntó, y asentí.

—Comandante Scott. Entendido. —Cuando me volví para caminar hacia mi marca, como lo
llamaron, vi a Ace hablando con Ron por el rabillo del ojo, y su conversación llegó a mis oídos.

—No tienes que ser tan duro con el chico —dijo Ace—. Es nuevo en esto.

—No me digas cómo hacer mi trabajo —dijo Ron, y luego levantó su gorra de béisbol, se
pasó los dedos por el cabello y la colocó con firmeza sobre su cabeza. Su camisa decía hoy,
apropiadamente, ADVERTENCIA: Esta camisa puede contener un imbécil—. Ya estamos
atrasados y por encima del presupuesto, y no tenemos tiempo para detenernos cada cinco segundos
para cuidar a este niño.

Ace cruzó sus grandes brazos sobre su pecho. —No necesita una niñera, pero gritándole
constantemente no estás haciendo nada para ayudar a sus nervios.

Oh, Dios, Ace, cállate. Tuve que moler mis muelas para no empezar a gritarle que cerrara los
malditos labios.

—¿Así que prefieres que lo mime? —Ron se volvió para mirar a los actores que todavía
estaban allí de pie en la falsa tormenta y gritó—. ¿alguno de vosotros necesita que los mimen y les
limpien el trasero? ¿Alguien? —Cuando nadie dijo una palabra, se dio la vuelta hacia Ace e inclinó
la cabeza hacia un lado como para decir, ¿siguiente punto?

Joooooder, ¿estaba tratando de empeorar las cosas? Ron obviamente ya lo hace por mí, así
que lo último que necesitaba era que Ace viniera en mi defensa, sobre todo porque parecía empeorar
las cosas.

—No hay necesidad de ser un idiota —dijo Ace, y luego caminó hacia donde había estado
esperando para entrar en escena. Cuando levantó la vista, me miró a los ojos, pero no pude tomar
la disculpa en nombre de Ron que vi allí. Mi mirada cayó al suelo mientras estaba temblando, y no
por la fría lluvia que caía sobre mi espalda.
¿Cómo había podido hacerme quedar como un idiota? Como si fuera incompetente, entonces
oye, pasemos de puntillas por el novato.

Sacudiendo mi cabeza con disgusto, traté de calmar mi acelerado corazón, pero no había
forma de que se estuviera tranquilo después de eso. Era una buena idea que supuestamente me
enojaba en esta escena, porque tampoco había manera de que pudiera fingir algo diferente. Y planeé
usar cada parte de la ira y la frustración que sentía en ese momento para salir corriendo de esta
escena.

—¡Acción!

se dirigió hacia la parte posterior de mi cuello y masajeó los músculos mientras


buscaba dónde Dylan se había alejado después de que terminar la última toma del día. Parecía que
me había estaba evitando durante toda la tarde en lugar de llamar mí la atención y enviarme una
amplia sonrisa, lo que usualmente sucedía cuando estábamos filmando juntos.

Creo que Ron continuó atacándolo y lo hizo concentrarse en no joderla, y no podía culparlo.
Todos habíamos estado allí. Demonios, incluso ahora había ciertos directores con los que no
trabajaría porque eran tiranos. Ron solía ser uno de los chicos buenos, pero cualquiera se quebraría
bajo la presión de perder miles, incluso millones de dólares, con las demoras que se derivaban de
reorganizar el cronograma después de que el tanque que estábamos usando durante la mayor parte
de la película se rompiera. Así que no podía culpar al tipo por estar de mal humor, pero tampoco
podía evitar ser protector con el hombre que había estado manteniendo en mi cama. Y en la suya.

Sonriendo para mis adentros, salí del escenario y me dirigí al otro lado de la calle, hacia mi
camerino. Una ducha larga y caliente seguida de ropa seca sonaba como la forma perfecta de
relajarse después de un día de catorce horas, y aunque hubiera preferido que alguien desnudo se
uniera a mí, supuse que ya estaría enjabonándose y enjuagándose él solo. No habíamos hecho
planes para esta noche, pero tal vez podría invitarlo a cenar y luego a un postre en la cama.

Mmm, ahora parece la mejor manera de terminar el día.


Después de entrar en el camerino, me quité los zapatos y los pantalones que se pegaban a mis
piernas como una segunda piel. Los dejé caer en el suelo de baldosas de la cocina, y cuando
desabroché la chaqueta azul marino, oí pasos pesados en los escalones del remolque. Me volví
justo a tiempo para ver cómo la puerta se abría de golpe y el alto cuerpo de Dylan entraba.

Todavía estaba empapado, la expresión de su rostro era tormentosa y sus manos estaban
cerradas en puños. Cuando cerró la puerta de un puntapié detrás de él, dio un paso adelante y dijo:
—¿qué diablos fue eso?

Mis dedos se detuvieron en los botones de mi chaqueta. —¿Disculpa?

—Me escuchaste —dijo Dylan, viniendo hacia mí—. ¿Por qué demonios fuiste e hiciste una
escena?

Espera... ¿está enojado conmigo? —¿Qué hice?

—Sabes exactamente lo que hiciste. Me avergonzaste frente a todo el elenco y el equipo, y


me hiciste parecer un jodido-fracasado.

—¿Estás hablando cuando te defendí? ¿Es eso lo que te molesta?

—No necesito que me defiendas. Acabas de empeorar las cosas, y ahora Ron cree que
necesito que mi novio me defienda porque no puedo alcanzarlo.

—Increíble —le dije, recostándome como si me hubieran abofeteado. Me tomé mi tiempo


antes de responder, desabrochando la chaqueta y luego poniéndola sobre la mesa antes de volver a
enfrentarlo. Mantuve la voz baja y firme cuando volví a hablar—. Nadie sabe que soy tu novio, así
que vamos a aclarar eso primero, ¿sí? Segundo, sé muy malditamente bien que no me necesitas
para hacer nada, pero teniendo en cuenta que vi a alguien siendo señalado injustamente, pensé que
necesitaba decir algo. Dio la casualidad de que estabas recibiendo el tratamiento de mierda, así que
jódeme por tratar de sacarlo de tu culo.

—No necesito tu ayuda. Puedo hacerlo por mi propio mérito, así que toma tus buenas
intenciones y métetelas por el culo.
Me acerqué, mi mandíbula apretada. —Todavía no hemos llegado a empujar las cosas por
mi culo, y honestamente, mis intenciones no serían mi primera opción. Entonces, ¿por qué no te
calmas y hablas conmigo? También tuve que lidiar con Ron todo el día, ¿sabes?

—Sí, pero la diferencia es que no puede despedir al gran Ace Locke, pero estoy seguro como
la mierda que puede despedirme con un chasquido de sus dedos si así lo quisiera. Entonces, si tengo
que pararme ahí y tomar lo que él me dé, lo haré, y no necesito que tú ni nadie más se involucre e
intente interpretar al Sr. Arréglalo-Todo.

—Bien —gruñí.

—Bien.

Luego giró sobre sus talones para irse, y me moví rápidamente para dar un paso frente a la
puerta antes de que pudiera alcanzarla.

—¿A dónde crees que vas? —pregunté.

—Joder, me voy, así que muévete.

Negando con la cabeza, dije: —no, mira, esa no es la forma en que funciona. Enfréntate a mí
todo lo que quieras, pero lucha aquí y sácalo de tu pecho. No te pongas furioso cuando no estoy
cerca para defenderme.

—Fuera de mi camino.

—Ve a la ducha y luego podemos hablar razonablemente.

—¿Qué tal si te vas a joder?

Le di una risa sin humor. —Por lo general, lo haría en la ducha pensando en ti, pero mi polla
se siente un poco desinflada en este momento.

—Sí, bueno, he oído que la hierba epimedium9 ayuda con eso —dijo Dylan, y luego pareció
darse cuenta de lo que había dicho, y sus labios se crisparon.

9
Afrodisíaco natural
Mis hombros se relajaron un poco a medida que parte de la tensión desaparecía de la
habitación. —Ambos sabemos que no necesito ayuda con eso cuando estás cerca. —Marcando mi
punto, me acerqué al lugar donde una erección se estaba marcando en mis calzoncillos empapados.

Los ojos de Dylan siguieron mi mano, y luego una de sus cejas se subió. —No parece
demasiado desinflado para mí —dijo, encontrando mi mirada.

—Aparentemente no parece importar cuando te pones como loco. Me gusta, incluso. Un poco
de calor cuando estás enojado.

—¿Así que te excita cuando la gente te grita?

—Nadie me grita —dije, dando un paso adelante y acercando nuestros cuerpos—. Jamás.

—¿Jamás? Debe ser duro conseguir lo que quieres todo el tiempo.

—Oh, es duro, pero está bien. —Tomé su mano y la coloqué sobre mi polla dura, y cuando
no se apartó, le dije: —ya que hace poco que obtuve lo que realmente quiero.

—¿Qué es?

—Joder, piensa un poco. —Mis manos se fueron a ambos lados de su rostro, y me incliné y
chupé su labio inferior en mi boca. No se alejó, pero tampoco me correspondió—. Tú —susurré
contra sus labios, y lo besé suavemente. La boca de Dylan seguía siendo una fortaleza impenetrable,
pero sabía que lo convencería... eventualmente. Y efectivamente, el tenso estirón de sus labios se
suavizó bajo el mío, y cuando se separaron y mi lengua se sumergió en el interior, lo reclamé.

Lo empujé hacia atrás hasta que su espalda tocó la pared, y le quité todo el enojo y el
resentimiento que me había dirigido, y mientras lo hacía, mis dedos también estaban ocupados
desabrochándole la chaqueta y los pantalones. Tenía la boca hambrienta, y sus manos se apoderaron
de mi culo, tirando de mí con más fuerza contra él, y cuando jadeó contra mis labios, me alejé y
sonreí.

—Ahora —le dije, tirando de mi camisa mojada sobre mi cabeza y dejándola caer al suelo
con un fuerte golpe—, lleva tu culo sexy a la ducha. Por favor.
Dylan entornó los ojos. —No puedes simplemente besarme y hacer que todo sea mejor, sabes.

—Si puedo. La expresión ‘besarnos y reconciliarnos’ es por una razón. Y considerando que
me acabas de llamar tu novio, diría que eso está en mi derecho.

—No quise decir eso.

Mis labios se arquearon. —Sí, lo quisiste.

—No —dijo Dylan, sacudiendo la cabeza—. Además, necesito que te arrastres un poco más.
Tal vez de rodillas, quizás dejándome conducir tu auto...

Me reí. —Lo pensaré mientras te duchas.

—Jodido mandón. Pero no te preocupes —dijo, llegando a su erección—, aparentemente a


mi polla le gusta eso.

Inclinándome para besarlo, apenas rocé mis labios con los suyos antes de que se escabullera
delante mío y se marchara hacia la ducha.

—Arrástrate primero, tócame después —me dijo por encima de su hombro, y con un gemido,
masajeé el dolor entre mis muslos.

Algo me dijo que arrastrarme sobre mis rodillas no bastaría, así que mientras me sentaba en
la cocina, me desplacé a través de mi teléfono hasta que encontré el número que estaba buscando.
Después de presionar el botón de llamada, lo sostuve en mi oído, y cuando una amigable voz me
saludó, dije: —hola, Mateo. Necesito un favor.
sentado en la pequeña cocina con una
cerveza en la mesa frente a él. Se había puesto un par de pantalones de chándal y había una toalla
colgando de su cuello mientras giraba su teléfono móvil sobre la mesa. Estaba mirando por la
ventana y no me vio acercarme, pero cuando me deslicé en el asiento frente a él, enfocó su mirada
para encontrar la mía y me dirigió una sonrisa cegadora.

—¿Me dejaste agua caliente? —preguntó.

—Oye, dijiste ve y toma una ducha. No dijiste que tenía que ser rápido.

Deslizó la toalla por un lado de su cuello mientras se movía para salir de la cabina estrecha.

—Además —continué—, me estaba congelando después de pasar todo el día bajo la lluvia.
Si no me calentaba, estaba en peligro de mis pelotas se congelarán.

Ace se acercó a mi lado, colocó su mano sobre la mesa y se inclinó para besarme. Cuando
levantó la cabeza, me guiñó un ojo y dijo: —ahora no quisiéramos eso, ¿verdad?

Pasé mi lengua por mis labios y sacudí mi cabeza. —No lo creo.

—Mhmm —estuvo de acuerdo, y luego entrecerró los ojos—. Entonces, sobre esa
humillación...

—¿Sí?

—¿Cómo te sientes acerca de una cena?

Sabía exactamente lo que Ace me estaba preguntando, pero como todavía estaba decidido a
hacerlo trabajar un poco, incliné la cabeza, reflexionando sobre sus palabras. —Bueno... como
regla general, me siento muy entusiasmado con la cena. Usualmente porque he trabajado duro todo
el día y me muero de hambre.
—Está bien, listillo. Quiero decir, ¿cómo te sentirías acerca de cenar conmigo?

—Hemos cenado juntos toda la semana, así que si eso es lo mejor que tienes...

—No en mi casa ni en la tuya —dijo Ace—. Quiero llevarte a algún lado.

Mi sorpresa debe haber sido obvia, porque se rio y golpeó la parte inferior de mi barbilla,
cerrando mi mandíbula floja.

—No hay necesidad de parecer tan sorprendido.

—¿Me estás tomando el pelo? Estoy sin palabras, y seamos sinceros, eso no sucede a
menudo. ¿No te preocupa que la gente nos siga?

—No. ¿Y a ti?

—Uhh... —No creí que lo estuviera. Pero, ¿por qué era Ace, de repente, el jodido señor
calmado?—. No. No me importa, pero pensé...

Ace golpeó sus nudillos en la parte superior de la mesa y dijo: —bien. Ya está todo arreglado.
Así que tal vez solo te cambies a ese par de jeans que me hiciste esconder aquí, y cuando salga
podemos seguir irnos.

Fruncí el ceño ante su cara petulante y le pregunté: —¿a dónde vamos?

Sacudió la cabeza mientras retrocedía por el estrecho pasillo hacia donde estaba la ducha, y
mientras avanzaba, se deslizó la tela de sus pantalones por sus caderas, dándome un vistazo a todo
lo que le había dicho que no antes. Lo cual, ahora me di cuenta, fue algo estúpido.

—Es una sorpresa. Dijiste que tenía que arrastrarme. Así que voy a mostrarte lo bueno que
puedo ser mendigando.

Cuando abrió la puerta del baño, Ace se bajó los pantalones hasta los tobillos y me miró, sin
duda viéndome babeando cuando lo vi desnudo. Luego entró en la ducha y cerró la puerta detrás
de él.
Maldición, el hombre estaba bueno. Odiaba estar enojado con él. Y sabía que sería difícil
enojarse con él alguna vez, porque en realidad, frente a todo eso, ¿quién podría siquiera recordar
que tenía cerebro? Y mucho menos cómo usarlo. Pero hoy había sido un gran desastre y Ace no
había ayudado en nada. Tal vez podría ser rescatado, sin embargo. Parecía que Ace tenía una idea
bajo la manga o no tenía manga, pensé, y tenía curiosidad sobre lo que podría ser. No podía
imaginarme que en el lapso de una semana, Ace hubiera decidido que estaba bien con los paparazzi
siguiéndonos y tomando fotos… así que sí, estaba ansioso por saber dónde pensaba que podría
llevarme donde nadie lo reconociera. Porque hasta donde sabía, eso no estaba en ninguna parte del
planeta que tenga acceso a una sala de cine o DVD.

Me deslicé del asiento y me dirigí a la nevera, donde sabía que Ace guardaba mi cerveza
favorita y agarré una botella. Después de torcer la tapa, la arrojé a la basura antes de recostarme
contra el mostrador y tomar un trago del líquido frío.

Ahh, sí, de eso es de lo que estoy hablando. No me hubiera molestado acurrucarme con una
cerveza fría y pizza, para ser sincero. Pero tenía mis instrucciones, y si Ace quería llevarme a algún
lado para pedir perdón, entonces no había manera de que no estuviera listo y esperando cuando
saliera de la ducha.

No esperé mucho. Ace tardo quince minutos como máximo, y luego regresó caminando
vestido con jeans, una camiseta azul y una chaqueta de mezclilla oscura. Con la barba incipiente
en la mandíbula, parecía rebelde y un poco duro, y se había metido los lentes Aviadores en el cuello
de la camisa, añadiendo una dimensión más al efecto general. Nunca se había parecido más a la
estrella de cine Ace Locke de lo que lo hacía en ese momento.

Cuando se detuvo frente a mí, me puse en pie y silbé. Ace se limpió muy bien, maldita sea.
Era tan tentador en su ropa como lo era fuera de ella, y cuando extendió la mano para tocar los dos
botones que me había dejado desabrochados de mi camisa de algodón en V, me quedé sin aliento
en la garganta.

—¿Estás listo para irnos? —preguntó.

Traté de hablar, realmente lo hice, pero descubrí que no tenía palabras.


—¿Dylan?

Cuando me limité a asentir, claramente incapaz de hablar en presencia de todo lo que era
Ace, sonrió. —Entonces, ¿eso parece significar que estoy perdonado?

Idiota engreído. Me aclaré la garganta y sacudí mi cabeza. —¿Por qué piensas eso?

Dio un descuidado encogimiento de hombros que encajaba tan bien con su comportamiento
de chico malo que quería pedirle, tal vez, que siguiera siendo un imbécil por el resto de la noche
para continuar cumpliendo esta fantasía retorcida que estaba teniendo.

—¿Dylan?

—¿Huh?

Cuando señaló la puerta con la cabeza inclinada, dijo: —¿estás listo?

Se volvió para abrir la puerta del remolque, y cuando pasé junto a él, decidido a mantener
una especie de altiva indignación en su lugar, el maldito dejó caer esa intención directamente fuera
de mi sistema con sus palabras.

—Mantén esa aptitud mucho más tiempo, Daydream, y voy a ponerte sobre mi rodilla cuando
lleguemos a casa.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y descubrí algo muy interesante sobre mí en ese
momento. Mi polla respondió a la promesa de ser maltratado por este hombre, tanto como lo hizo
la idea de estar desnudo e íntimo con él... y eso fue un poco de información de más.

mi coche a la parte privada cubierta alrededor de la parte de atrás de


Accardo's, aparqué junto a la puerta trasera y miré al hombre en el asiento detrás de mí.

Estaba, como siempre, impresionado por el hecho de que estaba dispuesto a pasar por este
circo. Seguía pensando que tal vez había estado en algún tipo de accidente ese día que había estado
hablando con Shayne por teléfono acerca de mirar al hombre sexy en la cartelera, y ahora estaba
viviendo una especie de sueño mientras estaba acostado en una cama en coma. Porque, ¿cuáles
eran las probabilidades de que ese hombre que había entrado en mi vida, terminara siendo gay, y
ahora estaba pasando todas las noches en mi cama o yo en la suya? Realmente era algo irreal.

—Entonces, ¿cuántos? —preguntó Dylan, mientras se sentaba desde el asiento trasero.

—¿Qué? ¿Cámaras? Solo una esta noche. Es implacable.

—¿Te estará esperando todo el tiempo que estemos dentro?

—A menos que haya una historia final. Crucemos los dedos.

—Así que, básicamente, esperamos que algún otro pobre idiota te quite el protagonismo.

—Sí, básicamente.

Nos reímos mientras nos dirigíamos hacia la entrada trasera del restaurante de mi amigo.
Mientras abría la puerta para Dylan y él se acercaba y se detenía entre la jamba de la puerta y yo,
mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

Me dio una sonrisa que era casi... tímida, y luego dijo: —solo quiero decir, antes de que me
olvide, que me encanta verte. Por cualquier razón. Incluso para asegurarme de que no te estoy
imaginando tan cerca de mí.

Fue en ese instante, allí mismo, que supe que movería el cielo y el infierno para estar con
este hombre. O, como acababa de hacer, cerrar todo un restaurante.

—¡Ace!

La barítona voz familiar de Mateo llegó a mis oídos y me hizo desviar la mirada de la
poderosa que sostenía la mía, y cuando me di la vuelta para ver a mi robusto e italiano amigo
caminando hacia nosotros, hice algo que nunca había hecho antes. Le cogí la mano a Dylan. Fue
un gesto tan simple, pero cuando nuestras palmas se encontraron y nuestros dedos se entrelazaron,
volví a mirarlo y noté un rubor rosado que le calentó las mejillas. Dylan era hermoso. Y esta noche
era mío.

Cuando una mano pesada me dio una palmada en el hombro, saludé a mi amigo, que se había
detenido al lado de nosotros.
—Mateo —le dije, y le dediqué una sonrisa a uno de mis amigos más antiguos y de más
confianza. Conocía a Mateo Accardo desde que me mudé a New York para estudiar en la escuela
de cine, antes de que él decidiera que el negocio del cine no era vida para él. Su pasión había estado
en un terreno muy diferente… no menos creativo, sin embargo. Mateo fue un chef de renombre
mundial, y Accardo's era uno de los establecimientos más prestigiosos en LA.

—Gracias por recibirnos esta noche, hombre. Sé que fue con poca antelación...

—Nunca. Para ti, no me importa —dijo Mateo, y nos mostró una sonrisa que era cegadora
contra su tez olivácea. Era un tipo apuesto, siempre lo pensé, y también las mujeres. Un verdadero
semental italiano, en cierta manera.

—Bueno, se aprecia de todos modos.

Luego, Mateo dirigió su atención al hombre silencioso que estaba a mi lado, y pensé que era
entrañable que, por primera vez desde que conocí a Dylan, parecía reservado. Lo que sabía que era
completamente inexacto.

—Entonces... ¿no nos presentas? Supongo que él es por quién te estás arrastrando.

No pensé que fuera posible, pero las mejillas de Dylan pasaron de enrojecidas a rojas en un
instante. Y a la mierda si no era la cosa más linda que había visto en mi vida.

—Estás en lo cierto. Dylan, este es Mateo. Mateo, este es Dylan. Y es mejor que hayas
cocinado algo increíble. Necesitaré un pequeño milagro para estar de nuevo en buenos términos.
Quiero decir, esa es mi intención, de todos modos. Pero dado que mis últimas buenas intenciones
fueron empujadas firmemente en mi trasero, espero que esto se desarrolle mucho más suave.
¿Verdad, Dylan?

—Oh, chico. ¿Qué hiciste?

—Nada tan malo —le dije, cuando finalmente Dylan habló—. Fue un idiota.

La risa ronca de Mateo resonó en el pasillo y extendió una mano hacia Dylan. Cuando Dylan
la sacudió, Mateo me sonrió y dijo: —¡ja! Bueno, Dylan, cualquiera que tenga las pelotas para
llamarlo idiota en su cara es alguien que necesito conocer. No hay suficientes personas que lo
critiquen por su mierda en estos días. Están muy ocupados besando su culo.

—Para ser justos, tampoco me importa hacer eso. Pero no esta noche. No se lo merece.

Mi boca se abrió cuando Dylan llamó mi atención y sonrió de una manera que decía que los
nervios habían desaparecido ahora que sabía que era libre de decir lo que quería, y Mateo se rio
aún más fuerte.

—Me gusta este chico.

—Bueno, mantén tus manos quietas —le dije, y fingí enojo mientras golpeaba sus manos
unidas—. Le gustan las estrellas de acción, no los chefs de fama mundial.

—Oh, mierda —dijo Dylan, sus ojos ahora se alejaron de mí hacia Mateo cuando finalmente
se dio cuenta—. Eres Mateo Accardo. El Mateo Accardo.

Mateo me dio una sonrisa satisfecha e hinchó su pecho. —Lo soy.

Luego, Dylan se giró hacia mí, con los ojos muy abiertos como platos. —¿Me trajiste al
restaurante de Mateo Accardo sin decírmelo?

Oh, sí. Acabo de anotar puntos importantes en mi humillación. —Sí.

—Oh, Dios mío —dijo Dylan—. Si lo hubiera sabido, entonces no habría comido, así cuando
pusiera tu comida en mi boca realmente podría apreciar cuán celestial va a saber. —cuando cerró
los ojos como imaginándolo, y Mateo, el idiota, me hizo un guiño.

—Tal vez le gusten los chefs mundialmente famosos después de todo. Por suerte para ti, no
me balanceo de esa manera. Creo que hubiera tenido una oportunidad aquí.

Puse los ojos en blanco y señalé hacia el pasillo. —Cállate. ¿Realmente nos alimentarás esta
noche o solo hablarás mierda?

Mateo se rio entre dientes, pero giró sobre sus talones para guiarnos al comedor principal.
Tiré de la mano de Dylan, y mientras caminábamos por el pasillo en la parte de atrás del restaurante,
sentí los dedos cálidos de Dylan apretarse alrededor de los míos.
—¿Mateo Accardo? ¿De verdad? —susurró.

Me incliné y presioné mis labios sobre los suyos. —Sí. ¿Lo apruebas?

—¿Te parezco estúpido? —preguntó.

—No —dije, y llevé su mano a mis labios. Le di un beso en los nudillos, y cuando sus ojos
brillaron, dije: —te ves hermoso.

Cuando llegamos a la puerta que conducía al comedor principal, Mateo la abrió y la sostuvo
para nosotros. Conduje a Dylan a través de ellas, y cuando Mateo dejó que la puerta se cerrara
detrás de nosotros, nos envolvió la luz tenue de las velas parpadeantes del lugar íntimo para dos en
un rincón.

—Increíble —la voz de Dylan se llenó de asombro cuando soltó mi mano y caminó hacia el
espacio vacío. Había mesas y puestos a nuestro alrededor, pero esta noche, éramos los únicos dos
que pisábamos el Accardo.

—¿Cómo? —preguntó, y se volvió para mirarme. Ahora estaba a varios metros de mí, y el
suave resplandor de las lámparas en cada mesa le hacía cosas increíbles a su impecable piel
bronceada—. ¿Cómo hiciste todo esto en el tiempo que me llevó ducharme?

Una lenta sonrisa cruzó mis labios, y metí mis manos en mis bolsillos. —Te tomaste una
ducha extra-larga, ¿recuerdas?

Sus hoyuelos aparecieron cuando sonrió y giró de nuevo, observando lo que lo rodeaba.

—Esto es irreal, Ace. Gracias —miró por encima de su hombro, mientras caminaba hacia él
y cuando llegué a su lado, se acercó un poco más y levantó los brazos para rodear mi cuello—. No
tengo palabras.

Rodeé su cintura, lo acerqué a mí y lo besé suavemente. —Estoy seguro de que encontrarás


algunas. Nunca estás callado por mucho tiempo. Ahora ven. Sentémonos antes de que Mateo salga
con la comida.
Caminamos hacia la cabina curva de la esquina y nos deslizamos, uno al lado del otro, y me
encantó cómo Dylan se movió hasta que nuestros muslos se rozaron. Mi pulso se aceleró por el
simple toque, y no podía creer lo bien que se sentía todo esto. Sentarse allí con Dylan era como
volver a casa.

—Eres bastante sorprendente, ¿lo sabías? —dijo Dylan, y me puso una mano en la pierna.

—¿No soy un idiota?

—Bueno, no nos dejemos llevar. Sigues siendo un idiota. Pero esto... esto es una locura.
Cerraste un maldito restaurante, Ace.

Me reí de su entusiasmo. Era contagioso, y me preguntaba cuándo me había vuelto tan


despreocupado acerca de las ventajas de ser una celebridad. No todos podían tener una sesión
privada en Accardo, y mucho menos con una hora de anticipación, y casi me avergonzaba admitir
que había olvidado que esa no era la norma.

Me encogí de hombros, avergonzado por su admiración. —Simplemente parecía la manera


más fácil. De esta forma, podemos comer fuera de nuestras casas.

—Oh, por favor. Estabas tratando de impresionarme.

—¿Funcionó?

Dylan se inclinó y presionó sus labios en mi mejilla luego susurró: —oh, definitivamente
estás mucho más cerca de lo que estabas hace una hora.

Se movió de vuelta a su asiento, posó una palma en mi muslo, y apretó.

—¿Cuánto tiempo hace que conoces a Mateo?

Tragué alrededor del bulto que se había formado en mi garganta y lamí mis labios
repentinamente secos. Mi cerebro se sentía como papilla, y todo porque Dylan estaba tan cerca, me
estaba tocando, y mirándome como si colgara de la maldita luna.

—Desde la escuela de cine.


—Eso es mucho tiempo.

—Oye —dije, y alcancé la jarra de agua sobre la mesa. Serví un vaso a cada uno y luego
tomamos un sorbo—. No soy tan viejo.

—No. No, no quise decir eso. Solo que habéis sido amigos por un tiempo. Tengo algunos
amigos de la universidad. De la escuela secundaria, demonios no. De la universidad, sí.

Cuando apartó la mirada, me pregunté si sus años en la escuela secundaria habían sido
difíciles. Dylan me había contado muy poco sobre su pasado. No estaba muy seguro de cuándo
había sido adoptado por Sunshine y Ziggy. Estaba a punto de preguntar más cuando él se me
adelantó.

—¿Siempre supo que eras…?

—¿Gay? —terminé por él, y Dylan asintió—. Sí, Mateo lo sabía desde hace tiempo. Y hasta
el día de hoy ha sido una de las pocas personas en las que realmente confío. Mantuvo mi secreto
todos estos años, y le confiaría mi vida.

—Eso es increíble —dijo Dylan, mientras sus ojos escaneaban el restaurante—. Me puedo
imaginar que le han hecho... preguntas.

—Le han ofrecido millones por una historia exclusiva.

Cuando la boca de Dylan se separó y retiró su mano de mi muslo como si de repente pudiera
ser atrapado tocándome y pudiera aparecer en todas las noticias, cogí su palma y la coloqué aún
más arriba en mi pierna.

—Pero dijo que no.

—Tienes un gran amigo.

Asentí. —Sí. Tengo suerte.

—La tienes. Derek haría lo mismo por mí. Probablemente golpearía al tipo que le ofreciera
dinero a la cara, pero haría lo mismo.
—¿Derek? —pregunté, y me sorprendió la punzada de celos que sentí por el nombre de otro
hombre saliendo de los labios de Dylan.

—Sí. Era solo mi compañero de cuarto en Florida.

Traté de parecer despreocupado acerca de esa pequeña información, pero creo que no era tan
buen actor como pensaba, porque Dylan se echó a reír.

—Es solo un compañero de cuarto y amigo.

Apreté los dedos de Dylan donde estaban en mi regazo y le di una sonrisa tensa que hizo que
Dylan se riera aún más fuerte.

—¿Algo gracioso? —pregunté.

—Tú. Estás celoso.

—No lo estoy.

—Sí lo estás. ¿Por qué no me preguntas solo lo que quieres saber?

—No hay nada que quiera saber.

Dylan asintió, y supe que estaba pensando ‘sí, claro’. Y justo cuando abrió la boca para
contestar, Mateo entró en la habitación haciendo girar una carretilla con varios platos cubiertos con
cúpulas de acero inoxidable. —No creas que hemos terminado con esto.

La sonrisa que Dylan me dio me hizo saber que estaba más que listo para retomar el camino
que habíamos dejado una vez que Mateo llegó. Así que nos sentamos allí a través de la descripción
elaborada de mi amigo sobre la comida y el vino que nos servía esta noche, y Dylan le hizo muchas
preguntas sobre nuestra comida que me estaban volviendo loco, considerando que quería hacerle
algunas mías.

Una vez que Mateo terminó, nos dio las buenas noches y nos dijo que le llamáramos cuando
nos fuéramos, y luego salió y nos dejó para disfrutar de nuestra cena. Pero antes de que eso
sucediera, necesitaba, por alguna razón inexplicable, saber: —¿alguna vez fuisteis más que
amigos?
reírme de la persistencia de Ace. Así que, después de tomar un sorbo de mi vino,
dije: —es una historia divertida, en realidad...

Ace gruñó. —Por ahora no suena muy jodidamente graciosa.

Eso solo me hizo reír más fuerte. —Así que, imagina un día que un tipo aparece en la puerta
de tu casa respondiendo a tu anuncio buscando un compañero de habitación, y es un tipo grande y
de aspecto duro con músculos... —Me detuve y evalué los enormes bíceps de Ace—. Bueno, con
músculos que no son ni cerca del tamaño de los tuyos, pero, aun así, un tipo de fisicoculturista de
chico malo. Esmalte negro en la uñas, un ceño permanente y gafas de sol que ocultaban unos ojos
negros... sí, mi idea inicial era que este tipo era jodidamente sexy.

—Todavía no es gracioso —dijo Ace, cruzándose de brazos.

—Creo que seguiré. Es algo excitante verte celoso.

Ace levantó la mano y gritó: —La cuenta, por favor.

—No he terminado —le dije, tirando de su brazo hacia abajo y colocando su mano sobre mi
muslo—. Así que, sí, cuando vivimos juntos por primera vez, nosotros... lo intentamos. Y al
intentarlo, quiero decir que fue una noche, y digamos que no funcionó.

Su ceja se disparó hacia arriba. —¿Por qué no?

—Derek tenía una erección por su profesor, aunque yo no lo sabía en ese momento, pero su
polla estaba preocupada por otras cosas. Lo que significa que no estuvo a la altura para ninguna
acción con nadie más, si entiendes lo que quiero decir.

Ace comenzó a reír, y tomó su tenedor para girarlo en su pasta. Una vez que estuvo seguro,
se lo llevó a la boca, lo masticó y luego dijo: —¿te refieres a que no pudiste ponerlo duro? No me
lo creo.
Tomé mi primer bocado de la lasaña que había sido colocada frente a mí, y gemí cuando la
salsa golpeó mi paladar y el requesón se derritió en mi boca, luego asentí. —Oh, créelo. Esa fue la
primera y última vez. Mi ego no podía recibir otro golpe.

—Sin ánimo de ofender, pero este amigo tuyo no suena como un tipo muy inteligente si no
te salta encima.

—Tal vez esté ocupado saltando por todos lados —le dije, y me incliné para presionar mis
labios sobre los suyos—. Además, si fuera un tipo inteligente, como dices, ahora no estaría sentado
aquí contigo.

—Tienes razón. Tendré que comprarle una cerveza al tipo.

—Le gustaría eso —le guiñé un ojo y luego tomé otro sorbo de mi vino para reunir una
disculpa—. Escucha... estaba furioso contigo, lamento no haberte hecho caso hoy. Sé que solo
estabas tratando de ayudar, pero no quiero ningún tratamiento especial solo porque estamos...

—¿Juntos?

—Exacto, juntos. —Sonreí y luego continué—. Y realmente... Ron tenía razón. No sé nada,
y extraño mis líneas y mis marcas. Demonios, ni siquiera sabía lo que era una marca.

—Puedo ayudarte con eso, sabes.

—Gracias. Tendré que aceptarlo, pero voy a ser sincero, no creo que la actuación sea para
mí. Ha sido genial ver las cosas detrás de la escena, pero creo que prefiero dejar las películas como
una parte de ti.

—Pero Daydream es un nombre de pantalla grande —dijo Ace, con los labios retorcidos.

—Que te jodan.

—Nunca me dijiste de dónde vino ese nombre.

Dejé mi vino y dije: —mis padres tuvieron a mi hermano y luego descubrieron que no podían
tener más hijos. No biológicamente, de todos modos. Intentaron durante mucho tiempo adoptar, y
cuando finalmente me encontraron, dijeron que era un sueño hecho realidad. El sueño que mi madre
había tenido durante años. Es un poco cursi, supongo, pero has visto que piensan un poco fuera de
lo normal, así que...

Ace me miró por un largo momento y luego una pequeña sonrisa cruzó su rostro. —Nunca
dices lo que espero —luego se calló de nuevo, mirando hacia el restaurante—. Hablando de cursi,
¿sería demasiado invitarte a bailar?

Mi corazón saltó como una piedra rozando el agua, y todo lo que pude hacer fue asentir. Ace
salió de la cabina y extendió su mano, y cuando me levanté, unió nuestros dedos y nos llevó a un
lugar abierto situado entre las mesas iluminadas con velas. Mientras los suaves sonidos del jazz se
escuchaban en el fondo, su brazo fuerte rodeó mi cintura y acercó nuestras manos unidas a su
pecho.

—Vaya —logré decir—. Ace Locke es un bailarín. No recuerdo eso en ninguna de tus
películas.

—¿Te refieres a que te perdiste el lanzamiento directo del video que hice al principio de mi
carrera? —Él chasqueó—. Y yo aquí pensando que eras un fan.

Eché mi cabeza hacia atrás para mirarlo. —Oh, soy un fan.

Me dio una sonrisa tan cegadora que no pude evitar unirla con la mía. La mano que tenía
sobre mi espalda baja me apretó más contra él y corrió lentamente por mi columna vertebral. Fue
un gesto muy simple, pero era uno que no había experimentado antes, y me dio un escalofrío que
recorrió mi cuerpo y me puso la piel de gallina.

—¿Tienes frío? —preguntó.

Abrazándolo más cerca, me acerque al calor de su cuello y sacudí mi cabeza de un lado a


otro. —No. En lo más mínimo.

Mientras hacíamos círculos pausados al ritmo de la música, asimilé cada pedacito de este
momento en el tiempo con él. La forma en que me abrazó como si nunca fuera a dejarme ir. El
aroma fresco y masculino de su colonia se mezclaba con las especias italianas en el aire y el vino
tinto en su aliento. Las velas parpadeantes en cada mesa que proyectaban sombras danzantes a lo
largo de las paredes. Era perfecto. Aún más, saber que el hombre que orquestó la noche se había
arriesgado a exponerse a hacer esto por mí. Por nosotros.

—No puedo creer que hayas hecho todo esto —dije en voz baja.

—¿Vas a hacer que me arrastre más seguido? —La voz de Ace era burlona, y sonreí contra
su hombro.

—Si esta es tu versión de una disculpa, podría tener que hacerlo. —Y hablando de lo que
podría hacer...

—Entonces —dije—, mencionaste que necesitaba firmar algo antes de poder hacer esto. ¿Un
Acuerdo de Confidencialidad?

El cuerpo de Ace se tensó levemente cuando lo miré y le vi intentando poner una expresión
neutra en sus rasgos. Sin embargo, llegó unos dos segundos tarde.

—Está bien, sabes. Que lo firme. Conocí a Frank, Shayne, y estoy seguro de que habrá más
antes de que termine la semana. Me imagino que te sentirás mejor sabiendo que tienes eso firmado
y sellado.

Traté de hacerlo bien, pero el surco que se formó en la frente de Ace me dijo que el tema le
molestaba. Esa no había sido mi intención, así que extendí mi mano y alisé con mis dedos su ceño
fruncido antes de besar sus labios ligeramente.

—No quise molestarte.

Ace negó con la cabeza. —No. No lo hiciste. Simplemente no está listo todavía.

No lo creí ni por un segundo, pero parecía querer dejar pasar el tema, y estaba decidido a
dejarlo que se saliera con la suya. Porque tal vez esta noche, solo por una noche, Ace Locke no
quería ser tratado como nadie más que un hombre bailando con otro hombre en un restaurante
romántico… y si él puede darme eso, entonces yo podría devolverle el favor.
remolque de maquillaje unos días después, mientras Trudy
aplicaba una capa de base en mi cara cuando mi móvil zumbo en el bolsillo de mi pantalón.

¿Quién diablos llama a las cinco de la mañana? Pensé, mientras sofocaba un bostezo.
Cuando vi el nombre en la pantalla, sonreí y respondí.

—Un poco temprano para los negocios, ¿no es así, Logan? —dije.

Mi abogado estaba al teléfono y dijo: —No es tan temprano en Chicago, Locke. Ya sabes, si
me pides que prepare documentos para ti, lo menos que puedes hacer es que la persona los firme y
me los devuelva a tiempo para procesarlos. ¿Crees que no tengo otros clientes importantes con los
que lidiar? No estoy sentado en mi oficina esperando que Ace Locke pague mis cuentas.

—Claro que no.

—No creas que no cumpliré mi amenaza de pasarte a alguien de la oficina de Los Ángeles.
Solo te mantengo cerca porque eres bueno para mi imagen.

—Oh, alguien está alterando esta mañana. Ya te envié un correo electrónico acerca de que
ya no necesitas esos papeles, así que parece que de repente has desarrollado una aversión a los
ordenadores que no conozco, porque usualmente estás encima de esa mierda.

—No —dijo Logan—. Vi tu correo electrónico. El que tiene todo... oh, conocí a alguien, y
es muy sexy, y creo que esto podría ser algo... bla, bla, bla. Para no sonar como si no me importara
nada, ¿estás jodidamente seguro? Seguramente te he inculcado más sabiduría que esta.

Pensé en Logan y en su compañero Tate, y cómo comenzaron los dos, y no pude evitar darle
un poco de mierda. —En realidad, estaba tomando una página de tu libro. Vi algo que quería y...
lo tomé.
—No es gracioso, Locke. Tú toma de cosas podría costarte millones.

—Y la forma en que hablas con tus clientes podría meter tu trasero en la cárcel.

Logan gruñó algo que no pude entender y dijo: —está bien, está bien. Primero, siempre
hemos sido amigos, ¿verdad? Desde la escuela secundaria, antes de que te mudarás allí, hasta ahora.

—No trates de usar el viaje de la culpa conmigo.

—No lo hago.

—Si lo haces.

—Está bien, si lo hago. Solo estoy tratando de usar algo que pueda desencadenar tu jodido
sentido común, en lugar de tu pene.

—Como si el pensamiento de Logan Mitchell estuviera en algo más que su pene —cuando
Trudy enarcó una ceja, dije: —lo siento. —Y ella volvió a ponerme maquillaje.

—Eso es verdad, pero...

—Simplemente ya no necesito la documentación. Y por favor no me des ninguna mierda


sobre eso. Si volvieras a cuando conociste a Tate, ¿hubieras querido algo en medio de eso?

—Joder no. No quería nada entre nosotros.

—Entonces entiendes mi postura. No me va a joder.

—¿Pero si lo hace?

—Cruzaremos ese puente si llegamos a eso. Y no lo haremos.

Logan dejó escapar un largo suspiro de insatisfacción. —Roger va a cortarte las pelotas por
esto, lo sabes, ¿verdad? Ya me ha estado enviando mensajes sobre si el Acuerdo de
Confidencialidad está hecho o no.

—Dile que no es asunto de su jodido negocio. —Luego tuve que poner los ojos en blanco,
porque, por supuesto, era asunto suyo, por ser mi manager y todo eso—. Voy a tratar con Roger.
—Está bien, el fanático legal en mí tiene que decirlo. Como abogado, tengo que aconsejarte
que la mejor medida para protegerte es que todas las partes que tengan acceso a ti firmen el
documento. Sin embargo, si prefieres ser un tonto que escucha a su polla...

—O su corazón

—...por encima del cerebro dentro de tu otra cabeza, entonces no puedo detenerte. Ahí. Eso
es todo lo que oirás de mí.

—Gracias.

—Yyyy, probablemente debería decirte que acabo de enviarle un mensaje de texto a Roger,
así que buena suerte con eso en aproximadamente, oh, dos segundos. Lo siento amigo.

—Que te jodan.

—Planeo hacerlo en unas ocho horas —pude escuchar la sonrisa en su voz cuando dijo: —
buena suerte, Ace.

—Gracias hombre.

Cuando arrojé el teléfono sobre el mostrador, me incliné hacia atrás para que Trudy pudiera
igualar el color en mi cuello.

—¿Amigo tuyo? —preguntó, con una expresión divertida en su rostro.

—Amigo y abogado.

—No es que estuviera escuchando, pero suena... interesante.

Solté una carcajada. —Es un hijo de puta pretencioso, pero por debajo de todo eso, es un
gran tipo. Y un abogado mortal, que es la única razón por la que lo dejo salirse con la mitad de la
mierda que dice.

—Los amigos que te apuñalan en el pecho son mejores que los que te apuñalan en la espalda.
O al menos eso es lo que mi madre siempre dijo.
—Prefiero que no me apuñalen en absoluto, pero entiendo tu punto —asentí hacia mi
teléfono—. Tienes unos cinco minutos para terminar mi cara.

—¿Antes de qué? —preguntó ella.

—Las noticias vuelen.

—¿Acerca de?

No tuve la oportunidad de responder, porque mi móvil vibró sobre del mostrador.

—Dice Roger, ¿no es así? —pregunté, y Trudy se inclinó hacia atrás para mirar la pantalla.

—Así es.

Aquí vamos. Debería haber mezclado esta mañana mi bebida con algo más fuerte que la leche
de almendras. Cuando extendí la mano, Trudy colocó el teléfono en mi palma, y luego lo llevé a
mi oído.

—Es una hermosa mañana, ¿no crees, Roger? —lo saludé, y no me decepcionó cuando su
respuesta fue una palabrota que hizo que alejara el teléfono lejos de mi oreja.

—Corta la mierda. Acabo de recibir un mensaje de Logan Mitchell diciendo que no estabas
haciendo que tu noviecito firme el maldito Acuerdo de Confidencialidad...

Puse el teléfono contra mi pecho y le dije a Trudy que volvería en un minuto. No hay razón
para darle al personal ningún chisme para hablar entre ellos. Cuando estaba afuera y fuera del
alcance del oído, volví a poner el teléfono en mi oreja para escuchar que Roger continuaba
hablando, así que lo corté. —Escucha, sé que a todos os preocupa mis mejores intereses. Pero esta
es mi decisión, y no veo ninguna razón para convertir esto en una discusión.

—¿No ves ninguna razón? —dijo Roger—. Te daré cien. ¿Quieres que comience? Primero,
apenas conoces a este tipo...

—Sé lo que necesito saber.

—Dice cada imbécil triste que termina divorciándose después de un mes de matrimonio.
—Nadie aquí se va a casar. Relájate.

—No me pagas para que jodidamente me relaje… me pagas para administrar tu carrera y
ayudarte a tomar decisiones inteligentes. ¿Esta? No es una jodida decisión inteligente, Ace.

Chasqueé la lengua y asentí. —Aprecio tu aporte y amablemente me niego a usarlo.

—Ace —dijo Roger, su voz profunda y retumbante, como si estuviera listo para darle un
ataque—. Este es un procedimiento estándar para cubrir tu culo.

—Mi culo está bastante cubierto todo el tiempo, pero gracias.

—Oh, por el amor de Dios, ¿tienes que arruinar esto? Estoy hablando del daño que este tipo
podría hacerle a tu carrera.

—Podría hacer una broma sobre arruinar, también, pero me detendré. Y Dylan no es
cualquier tipo, por lo que cualquier daño potencial que creas que sucederá no lo hará. No es un
extraño sediento-de-dinero listo para venderme a la prensa sensacionalista.

—Le crees.

—Maldición, le creo. Así que hazme un favor y confía en que sé lo que estoy haciendo.

Roger no dijo nada, pero la respiración pesada que podía escuchar a través de la línea
significaba que todavía estaba nervioso y no estaba de acuerdo. Lo cual estaba bien. No tenía que
estarlo. Mi vida, mis elecciones, y tenía que subir a bordo o guardarlas para él.

—Hablaremos más tarde —dijo finalmente.

—No hay problema.

Después de terminar la llamada, me puse delante de los escalones del remolque, golpeando
el teléfono contra mi muslo. Entendía lo que me estaban diciendo. Realmente, lo hacía. Y
normalmente sería el primero en decir que alguien en mi vida privada necesitaba firmar esa mierda,
pero las cosas con Dylan se sentían... diferentes. Nunca había estado en una relación que no hubiera
comenzado con algún tipo de acuerdo formal que forzara la confianza entre las dos partes. Esas
personas no mantuvieron la boca cerrada porque querían. Lo hicieron porque tenían que hacerlo o
los demandarían por una suma de millones de dólares.

No quería comenzar las cosas con Dylan con una nota falsa, y quería saber que podía confiar
en él y que él podía confiar en mí, y que estábamos juntos por las razones correctas. Quería saber
que el hombre con el que elegía estar era un hombre íntegro, y cada parte de mí ser me decía que
sí. Y fue por eso que me negué a obligarlo a firmar un acuerdo. Me estaba exponiendo sin una red,
por así decirlo, pero ¿no era eso lo que hacían todos cuando se volvían vulnerables a otra persona?

Si enamorarse era el acto más aterrador que una persona podía hacer, entonces estaba listo
para dar ese salto.
para hacer más que compartir una comida el uno con el otro cada
día antes de quedarnos dormidos en su sofá o en mi cama. No éramos demasiado exigentes en la
casa en la que estábamos, siempre que hubiera comida, un lugar cómodo para acostarse y suficiente
tranquilidad para dormir toda la noche. Y sí, habíamos pasado todas las noches acurrucados el uno
al otro de alguna forma. Fue impactante pensar que había estado en una cama con Ace y que no le
había arrancado la ropa, pero eso solo era una indicación de lo cansados que habíamos estado.

Odiaba admitirlo, pero en las últimas semanas nos convertimos en expertos para
escabullirnos, y si hubiera sido por algún motivo distinto a no querer ser el centro de atención de
la prensa sensacionalista, podría haber tenido un problema con eso. Tal como estaban las cosas,
pude entender que Ace necesitaba un poco más de tiempo para ver dónde íbamos en privado antes
de que alguien más pensara sobre nuestra relación… y eso era exactamente lo que sucedería una
vez que las noticias de Ace Locke llegaran a las redes sociales y a la prensa. Todos tendrían una
opinión.

No fui tan ingenuo como para pensar que no me pondrían bajo el microscopio. Demonios,
Ace me había dicho por adelantado que esto iba a ser complicado. Me había advertido. Pero lo
quería de todos modos, y hasta ahora no podía decir que lamentara la decisión. Porque Ace era
mucho más de lo que podría haber imaginado. No me malinterpreten, definitivamente era el chico
sexy de mis sueños. Pero debajo de todo ese músculo, y detrás de la fama y la fortuna, estaba un
hombre que estaba luchando por encontrar el equilibrio entre su vida pública y una privada que,
por algún milagro del destino, parecía querer hacer conmigo.

Era dulce y romántico, y el chico podía moverse tanto entre las sábanas como en la pista de
baile, y cada vez que estaba con él podía sentirme caer más fuerte.
Dios, nunca ni en un millón de años podría haber imaginado cuando llegué a LA que
terminaría pasando casi todas las noches con Ace. Y era lo suficientemente egoísta como para
querer mantener eso para mí un poco más de tiempo.

Además, mentiría si dijera que la idea de ser tan escudriñado no me asustaba un poco.
Entonces, sí, estaba bien con la privacidad. Al menos hasta que resolviera exactamente cómo me
sentía acerca de salir con una de las mayores celebridades del mundo.

Por ahora, sin embargo, estaba parado frente al pequeño espejo del baño de mi departamento
estudiando mi atuendo para la tarde. Nuestra recompensa por tan intensos cuatro días de trabajo
fue un fin de semana de tres días, y esta mañana después de haber entrado en mi apartamento
después de que un taxi me dejó en casa, mi teléfono móvil se había iluminado con el nombre de
Ace.

—Han pasado menos de cuarenta-y-cinco minutos desde que salí de tu cama. Ya sabes, el
mismo en el que te desmayaste. No me digas que ya me extrañas. No te creeré.

La risa profunda de Ace retumbó en mi oído. —Aww, ¿lastimé tus sentimientos? No parecía
de esa manera cuando tu polla estaba frotando el pliegue de mi culo.

—Bueno, si vas a dormir desnudo mientras estoy acostado a tu lado, lo menos que debes
esperar es que frote mi cansado cuerpo sobre el tuyo.

—¿Estás bien?

—Claro que sí, campeón. Quiero decir, fue difícil dejar tu cama esta mañana. —Me dejé caer
en el sofá y pateé mis chanclas.

—Deberías haberme despertado. Hubiera estado feliz de encargarme de eso por ti.

Pasé la palma de mi mano sobre la erección que se hinchaba en mis pantalones cortos
mientras imaginaba la forma en que se veía la ancha espalda de Ace y su musculoso trasero cuando
me fui. —Nah, necesitaba una muda de ropa y...

—¿Algo de espacio? —preguntó Ace. Sonaba vacilante, y esa vulnerabilidad me sorprendía


continuamente.
—No. Me encantaría estar en tu espacio cada minuto del día. Pero necesito ropa para
ponerme, y eres un poco más grande que yo, en caso de que no te hayas dado cuenta.

—Diría que estamos a punto, donde eso cuenta.

Maldita sea. Me encantó que Ace estuviera lo suficientemente cómodo para hablar así
conmigo. Hizo exactamente lo que le pedí. Cuando estábamos solos, me mostró el verdadero Ace.
Y ese era el hombre que me estaba resultando cada vez más difícil de resistir.

—Voy a tomar eso como un cumplido —le dije, recordando su gran longitud en mi mano,
entre mis labios, y deslizándose dentro para tomarme.

—Desde luego, eso espero —dijo—. Ahora deja de distraerme. De hecho, te llamé por una
razón.

—¿De verdad? ¿No fue solo para escuchar el sonido de mi voz? Estoy decepcionado.

—Eres un coqueto, eso es lo que eres. Siempre terminas distrayéndome.

—¿Siempre? ¿Por qué...?, ¿qué está pensando en este momento, Sr. Locke? —gruñó en mi
oído y le prometí que iba a cerrar mis labios—. Está bien, adelante.

—Vaya, gracias.

Sonreí ante el tono apagado, pero podía escuchar la sonrisa en su voz.

—¿Puedes estar listo —hay una pausa— en una hora?

Eché un vistazo a mis jeans y mi camiseta blanca, y sonreí. —Depende de para qué
exactamente quieres que esté listo. ¿Debo vestirme bien?

—No. Jeans estará bien. Solo hay un requisito.

—¿Oh? ¿Y cuál es?

—Tu chaqueta de cuero...

Miré hacia donde yacía sobre el mostrador de la cocina. —Mhmm. ¿Qué hay de eso?
—¿Tienes algunos Aviadores?

Fruncí el ceño. ¿Qué demonios?

—Ya sabes, las gafas de sol.

—Sí. Sé lo que son los aviadores. Eso es muy específico, Ace.

—Lo sé. Pero confía en mí. Esas dos cosas son necesarias.

Abrí la boca para preguntar más, pero antes de poder pronunciar otra palabra, Ace había
terminado la llamada.

poco más de una hora después, y cuando me envió un mensaje


de texto que decía que estaba esperando en la planta baja, saqué mis llaves del mostrador y vi la
bolsa de plástico con varias cosas que había recogido el otro día en la farmacia. Con grandes
esperanzas, agarré un par de condones y paquetes individuales de lubricante y los metí en el bolsillo
de mi chaqueta, y luego me dirigí hacia la puerta.

Bajé corriendo las escaleras, y cuando vi el Lamborghini de Ace aparcado en el bordillo con
la ventanilla baja y el brazo apoyado en el marco de la puerta, mi corazón dio un vuelco. Estaba
mostrando la imagen de playboy, y cada parte de mí respondió. Ace parecía realmente pecaminoso,
y el negro ceñido que llevaba exhibía los músculos de su brazo de la mejor manera.

El sol nos golpeaba hoy, y si no hubiera sido por la solicitud de Ace, la chaqueta que llevaba
puesta habría quedado atrás. Pero sabía que una vez que estuviera dentro de ese elegante auto, el
aire acondicionado me refrescaría en segundos.

Bueno, eso podría ser discutible, ya que tengo que sentarme a su lado. Después de deslizarme
en el asiento, esperé a que se cerrara la puerta.

—Hola —dije, y cuando vi una cadena colgando del cuello de Ace, casi gemí en voz alta.
Como si el tipo no fuera lo suficientemente sexy. Por alguna razón, esa cadena de plata parecía
empujarlo al límite hasta convertirlo en increíblemente sexy.
La ventana de Ace se volvió a poner en su lugar mientras sus ojos recorrían lentamente mi
cuerpo, lo que me hizo retorcerme en mi asiento, y cuando volvieron a mi rostro, mostró una sonrisa
impenitente, sabiendo exactamente lo que acababa de hacerme.

—Buenas tardes.

Jesús, realmente necesitaba dejar de mirarme así. De sonar así. Y, maldita sea, de oler tan
increíblemente bien. Especialmente si quería ir a algún lugar que no fuera de regreso a mi
apartamento, lo que claramente estaba pensando.

—Uhh... deja de mirarme así donde la gente pueda ver.

—No te estoy mirando de ninguna manera.

—Si lo haces. Y será mejor que comiences a explicar cómo exactamente crees que salir juntos
a plena luz del día está bien.

Ace se encogió de hombros. —Somos solo dos tipos que salimos a divertirnos varonilmente.

Estaba a punto de decirle la clase exacta de diversión varonil que disfrutaría cuando sacudió
su cabeza hacia mí.

—En otras palabras —dijo—. No me están viendo pasar la noche en tu casa, y no te llevaré
de regreso a la mía ni a ningún otro lugar incriminatorio.

—¿Así que no debería meter mi lengua en tu garganta mientras estamos afuera?

—Bueno... al menos no hasta que lleguemos a donde vamos.

—Me has intrigado.

—Veo que seguiste mis instrucciones —dijo Ace, y luego extendió la mano para tocar la
solapa de mi chaqueta.

Levanté una ceja hacia él. —Eran requisitos, por lo que entendí. No instrucciones.

—Es lo mismo.
—Realmente no. Un requisito es algo que es obligatorio, una condición necesaria. Una
instrucción es una dirección u orden. Lo que ambos sabemos que no siempre sigo bien.

Ace se inclinó hacia mí, y cuando su colonia me cubrió, inhalé y cerré los ojos.

—Oh, no sé nada sobre eso. Con cada instrucción que te di, has estado muy...

—Cuidado —advertí, cuando mis ojos se abrieron de golpe.

Me mostró su sonrisa perfecta y dijo: —ansioso. Has estado muy ansioso por seguirla.

Miré sus labios y quise besarlos desesperadamente, pero sabía las reglas aquí. Incluso si
estuviéramos en un automóvil con ventanas tan oscuras que no se pudiera ver por dentro, alguien
podría estar mirando. Y era difícil decir que solo estabas saliendo con un compañero o amigo
cuando te atrapaban con la lengua en la boca de dicha persona.

Me aclaré la garganta y puse una mano en su pecho, alejándolo de mí antes de hacer algo
estúpido, como agarrar esa cadena, tirar de él hacia adelante, y atacarlo.

—Quédate allí, por favor.

—¿Por qué? ¿No puedes mantener las manos quietas?

Mis ojos se entrecerraron sobre él e hice una demostración de poner mis manos debajo de
mis muslos. —Soy bastante capaz, muchas gracias. Ahora comienza a hablar. ¿A dónde vamos?

Ace giró la llave, y cuando el coche rugió a la vida, sonrió y miró el cinturón de seguridad
por mi hombro. —Tal vez quieras abrocharte el cinturón de seguridad, pastelito. Estoy a punto de
llevarte de paseo.

Cogí el cinturón de seguridad, y cuando hizo clic en su lugar, Ace hizo una vuelta en U y se
dirigió hacia la carretera principal.

Un viaje de placer, ¿eh? Ahora ¿qué diablos tenía bajo la manga?


más tarde, estaba haciendo el desvío hacia nuestro destino final. Dylan
había hecho una pregunta tras otra mientras nos alejábamos de Burbank, y cuando la larga
extensión de desierto se convirtió en lo único que podíamos ver a kilómetros, se giró en su asiento
para mirarme.

Eché un vistazo en su dirección mientras sus ojos se entrecerraban, y tenía curiosidad de


saber dónde lo iba a llevar. Hasta el momento, no le había revelado nada.

—Trayéndome al medio de la nada, ¿eh? —dijo cuando volví a mirar el camino que tenía
delante—. Si fuera un hombre paranoico, me preocuparía que pudiera haber una pala en tu
maletero.

Solté una carcajada por sus palabras.

—¿Qué? ¿Crees que es demasiado descabellado? Quiero decir, no te conozco tan bien. Y la
última vez que te vi desnudo, te desmayaste en tu cama. Tal vez piensas que tengo fotos
incriminatorias y me estás llevando a algún lugar para deshacerme de mí.

Le di una mirada incrédula, y la traviesa sonrisa que Dylan me mostró hizo que mi polla se
moviera.

—Fotos incriminatorias, ¿dices?

Los ojos de Dylan se posaron sobre mí y se mordió el labio inferior con los dientes superiores.
Esa mirada calentó la sangre que corría por mis venas para igualar la temperatura abrasadora del
exterior del vehículo.

—Sí. Tu piel, toda suave y tensa sobre tus anchos hombros y tu culo —suspiró como si
imaginara de lo que estaba hablando—. Las fotos de tu culo desnudo se venderían como pan recién
hecho.

Era consciente de que sus palabras deberían provocarme pánico ante la posibilidad de que
realmente tuviera las fotos a las que aludía, pero en el fondo de mí sabía que estaba jugando.
Bromeando. Y fue ese sexto sentido lo que me hizo darme cuenta de que decir no a Logan y Roger
había sido el movimiento correcto. —Estás lleno de mierda.
—¿Lo estoy?

Asentí con la cabeza, seguro. Tenía razón.

—¿Qué te hace estar tan seguro?

Por la forma en que me estás mirando, quería decirle mientras le dirigía otra rápida mirada
de reojo. Estaba allí con un brillo posesivo en sus ojos. Esa mirada era territorial. Esos ojos verdes
transmitían una palabra… mío. Y sabía que no había forma de que compartiera lo que era suyo.

—Solo tengo esa sensación.

Dylan se acercó entonces a la entrepierna de sus pantalones y se ajustó a sí mismo, y el


infierno si eso no era caliente.

—Creo que tus sentimientos pueden estar en lo cierto.

—Eso pensé. —Y gracias a Dios por eso, porque quería al hombre sentado a mi lado más de
lo que jamás hubiera creído posible.

—Entonces, ¿a dónde me llevas si no es para deshacerte de mi cuerpo?

A medida que avanzábamos por el camino polvoriento, no había coches, camiones ni nada a
la vista, sino yucas10 erguidas y esbeltas sobre el terreno llano. La desolada extensión le daba a la
zona una sensación extraña, pero no estaba preocupado. Pagué un buen dinero por despejar el lugar
porque estaba a punto de darle a Dylan algo que no conseguiría en ningún otro lado.

Mientras guiaba mi auto en el último giro, un ceño fruncido apareció entre las cejas de Dylan
y solté una carcajada.

—Pareces muy preocupado —le dije, recapturando su atención.

—No estoy preocupado, más bien... curioso. Ciertamente me tiene todo curioso, señor Locke.

Fue entonces cuando extendí el brazo a través de la consola y tomé su mano en la mía. —Me
dijiste que querías conducir mi coche.

10 Arbusto que crece en el desierto


Cuando mis palabras penetraron en su cerebro, la boca de Dylan se abrió sorprendido.

—Pensé que este sería un buen lugar para hacer eso —le dije mientras cruzaba sus dedos con
los míos.

Dylan me apretó la mano y esbozó una sonrisa brillante en mi dirección, y quería cruzar el
asiento para tomar esos labios con los míos. Pero me contuve. En cambio, maniobré para detener
el automóvil y luego apagué el motor.

Mientras el silencio nos envolvía, me desabroché el cinturón y levanté el llavero con el


enganche automático. —Entonces, ¿qué dices?

Dylan miró por el parabrisas los kilómetros de camino vacío que teníamos delante. —¿Dónde
diablos estamos?

—En el lago El Mirage.

—¿Uhh...? —dijo Dylan—. ¿Y dónde está exactamente eso?

Seguí su línea de visión. —El desierto de Mojave. Es un lecho de lago seco. La gente viene
aquí a competir en sus autos, motocicletas y en rodajes de películas. Así es como me enteré al
respecto. Estuvimos filmando aquí para Hell's Fury.

—Increíble —dijo Dylan mientras desvía su mirada de mí hacía las llaves colgando de mi
dedo—. Y me trajiste aquí para conducir tu automóvil.

Asentí mientras le alcanzaba las llaves y las deslizaba fuera de mi dedo.

—No confías en mí alrededor de otros coches, ¿eh?

—No es eso.

—¿No?

Negué con la cabeza. —No. —Entonces me incliné y entrelacé mis dedos alrededor de las
solapas de su chaqueta, tirando de él hacia mí donde dije contra sus labios—. Quería que pudieras
realmente darle rienda suelta.
La mirada de Dylan bajó a mi boca, y quién mierda sabía que hablar de él manejando mi auto
me pondría tan excitado.

—¿Darle rienda suelta? Como en, ¿puedo manejar duro y rápido? —preguntó.

Jesús, Dylan iba a hacer que me desnudara antes de que hubiéramos hecho aquello para lo
que nos había traído hasta aquí. Y aunque esa no era una idea horrible, quería darle esto. Quería
que pudiera ponerse al volante de mi automóvil y llevarlo por la larga franja de carretera hasta que
cada centímetro de nuestro cuerpo vibrara con la adrenalina.

—¿Cómo es que este lugar está vacío? —preguntó, apartando su mirada—. Supongo que
generalmente hay personas por todas partes.

No pude dejar de saborearlo de alguna manera, así que le besé la esquina de los labios y luego
los acaricié con la punta de mi lengua. Mientras Dylan gruñía, le dije: —pagué para que estuviera
vacío.

Entonces echó la cabeza hacia atrás y una expresión realmente inmoral cruzó sus facciones.
—Entonces, ¿tenemos toda esta área para nosotros? ¿En serio?

Asentí.

—Maldición, Ace, eso es un poder que tienes a tu alcance. Puedes llamar a alguien y tener
medio desierto a tu disposición.

—A tu disposición —corregí—. ¿Así que? ¿Quieres ver cómo corre?

Dylan no se lo pensó dos veces antes de responder: —joder, sí. Hagámoslo.

tentación como la de meter a la bestia de su auto


en una calle sin obstáculos, puedes apostar tu culo a que yo estaba dentro. Le quité la llave de
arranque, no es que la necesitara, y luego salí del auto.
Cuando rodeé la parte trasera del vehículo, vi a Ace caminando hacia mí con sus pantalones
y su camiseta sin mangas, y la sonrisa en su rostro era petulante, llena de arrogancia, como si
supiera que me acababa de dar el mejor regalo del planeta… y realmente, lo hizo.

Esto iba a ser jodidamente irreal.

Cuando nos encontramos en la parte trasera del automóvil, se detuvo frente a mí y buscó el
cuello de mi chaqueta. Giró el material en mi cuello y luego tocó en medio de mis gafas de sol
antes de empujarlas por mi nariz. Y me dio un beso rápido.

—Mira —dijo cuando levantó la cabeza—, te ves perfecto para acelerar a fondo en este chico
malo.

Puse mi mano sobre su enorme pecho y aplasté mi palma sobre su camiseta, y hacia sus
abdominales duros como rocas. —¿Este chico malo?

—Me refería a mi coche.

—Oh, sé exactamente de lo que estabas hablando. Pero pareces una especie de sueño húmedo
vestido así, y además me estás dando permiso para conducir tu Lamborghini. No estoy seguro de
ser capaz de contenerme para no atacarte.

Cuando las palabras salieron de mi boca, Ace me soltó para dirigirse hacia el lado del
pasajero, me giré para verlo ir, con otra idea firmemente fijada en mi mente mientras me
encaminaba al lado del conductor del vehículo.

Los dos subimos al auto, y una vez que las puertas se cerraron, encerrándonos en los estrechos
confines, extendí la mano por el gran pecho de Ace en busca del cinturón de seguridad y lo abroché.

Una vez que estuvo seguro, le di un beso en la oreja y le susurré: —gracias por esto. Lo
cuidaré muy bien. —Luego pasé mi mano por su ingle y la apreté. Ace gimió y dejó caer la cabeza
hacia atrás en el reposacabezas cuando agregué: —entonces te llevaré a casa y te cuidaré a ti.

Asintió y se movió para poner su mano sobre la mía donde descansaba entre sus piernas, pero
me alejé con un guiño, y me acomodé en mi sitio, decidido a conducir antes de que esta atracción
burbujeara en un punto de ebullición y explotara.
Me abroché el cinturón y rocé mis manos sobre el volante de la misma manera que lo haría
con un amante, y no pude evitar el suspiro que liberé.

—¿No vas a encenderlo? —preguntó Ace, su voz más profunda de lo habitual. Estaba claro
que la excitación ahora lo estaba moviendo de la misma manera que a mí, y eso hizo que lo que
estaba a punto de hacer fuera aún más caliente.

El costado de mis labios se curvó y respondí reverentemente: —por supuesto. Es por eso que
primero lo estoy acariciando. —Luego presioné el botón de ignición y dejé que el ruido del motor
vibrara a través de mí antes de que se calmara y palpitara. El profundo ronroneo del vehículo fluyó
sobre mí, y la reacción de mi cuerpo fue intensa. Mis bolas se tensaron como si estuvieran siendo
acariciadas, y mi polla comenzó a latir con fuerza. No le había mentido cuando le dije a Ace que
su coche era sexo puro, porque estar sentado allí detrás del volante me hizo querer alcanzar mis
jeans y agarrarme la base de mi polla para calmarla.

Con una última mirada a mi pasajero, le di a Ace una sonrisa pecaminosa mientras ponía el
automóvil en marcha y luego apreté el acelerador. El volante tembló bajo mis manos y envió un
tiro de electricidad directamente a mi espina dorsal mientras el Lamborghini despegaba por la
desierta extensión de la carretera como un arma disparada desde un cañón.

De cero a cien en dos-coma-ocho segundos, el poder de la máquina que estaba controlando


fue la mayor jodida carrera que jamás haya experimentado. Grité y gemí mientras cambiaba de
marcha y seguí comiendo el polvo bajo el vientre del automóvil mientras aceleramos al final del
camino en menos de tres minutos.

Mientras frenaba y me detenía, mi corazón vibraba en mi pecho y mis manos temblaban.


Todavía tenía un agarre mortal en el volante, y cuando miré a Ace, el aire en el vehículo
prácticamente chispeó mientras silbaba y crepitaba como electricidad.

Ace tenía una mano levantada, sujetando la oh, mierda barra, y los músculos de su bíceps
estaban hinchados como si la hubiera estado agarrando por su amada vida. Pero no estaba asustado.
Joder no. No había ni rastro de miedo en sus ojos que estaban fijos en los míos. Estaban llenos de
calor y emoción, una intensidad que nunca había presenciado antes. Todo el cuerpo de Ace parecía
tenso mientras su pecho subía y bajaba con cada respiración pesada que tomaba.

Maldito infierno. Era todo músculo y poder mientras estaba sentado allí en el lujoso interior
de su escandalosamente costoso auto, y tan rápido como pude desabrocharme el cinturón de
seguridad, estaba cruzando la consola por él.

Soltó su agarre de la barra al mismo tiempo y me encontró a mitad de camino. Una de sus
manos fue a la parte posterior de mi cuello, tirando de mí hacia adelante, y sostuve su barbilla en
su lugar mientras aplastaba mis labios con los suyos.

Ace se separó para mí en un instante y me sumergí, sin querer perder el tiempo con los
cumplidos. De repente tuve la necesidad de estar dentro de este hombre de cualquier manera que
pudiera llegar allí. Puse mi lengua profundamente entre sus labios, y gruñó y corrió sus dedos hacia
arriba para acunar la parte de atrás de mi cabeza mientras inclinaba su boca para profundizar el
beso.

Giré mis dedos en el material de su camiseta y lo arrastré lo más cerca que pude de mí, y
cuando la palanca de cambios se clavó en mi costado tiré mi boca de la suya. —Joder.

Los ojos de Ace volaron cuando sus fosas nasales se dilataron y su boca brilló por la mía, y
miré más allá de su hombro y por la ventanilla hacia el entorno vacío. Cuando la misma idea de
antes me golpeó, me pregunté si era demasiado escandaloso para el hombre sentado a pocos
centímetros de distancia, con aspecto de querer consumirme. Solo había una manera en que podría
descubrirlo, y si no aprovechaba esta oportunidad ahora, dudaba de que la situación perfecta
volvería a presentarse.

Recogiendo cada gramo de confianza que poseía, me incliné hacia atrás a través de la consola
con mis ojos en Ace, y deslicé mi lengua a lo largo de su labio inferior. Cuando un gemido ahogado
se le escapó y fue a buscarme, me escabullí y abrí la puerta del auto. Cuando se abrió y el calor del
exterior estalló en el interior, levanté una ceja y le dije: —sal del coche, Ace.

Miró por encima de mi hombro, su expresión era salvaje, luego un rubor golpeó la tensa piel
estirada sobre sus magníficos pómulos mientras lentamente abría la puerta de su coche.
Oh, sí, Ace sabía exactamente de qué se trataba, y cuando tomó el botón de sus pantalones y
lo desabrochó antes de levantarse de su asiento, tragué un gruñido y lo imité.

Una vez que estuve fuera del vehículo y bajo el ardiente sol de la tarde, presioné el botón de
bloqueo en el llavero y lo metí en el bolsillo de mi chaqueta mientras rastreaba a Ace, quien
caminaba hacia el capó de su auto.

Jesús, ¿realmente está a punto de dejarme hacer esto? Mi polla eso esperaba.

Me dirigí en la misma dirección y me quité la chaqueta, sabiendo que en unos dos segundos
estaría más caliente que el infierno tanto por el sol como por lo que estaba a punto de hacer. Cuando
me detuve frente a Ace y toqué el bajo de sus pantalones, miré el capó de su coche y fruncí el ceño.

—Un poco bajo para lo que tenía en mente —le dije, y comencé a caminar hacia adelante.
Puse mi mano sobre su pecho y lo empujé hacia atrás, hasta que él me siguió y volvimos a su lado
del vehículo junto a la puerta del pasajero y el parabrisas.

Aquí, el vehículo estaba a la altura de la cadera, a la altura del culo, y cuando invadí el espacio
personal de Ace, así él estaba recostado contra ello, pensé, jodida altura.

—Ahora esto —dije, y coloqué suavemente mi chaqueta sobre el techo del automóvil—. Esto
es jodidamente perfecto.

Ace captó el juego de palabras en un instante, si la forma en que apretaba la mandíbula era
una indicación. Di un paso adelante entre sus piernas, que se separaron cada vez más, y una vez
que estuvimos conectados cadera con cadera, pecho con pecho, y boca, ahhh sí, con boca, deslicé
mi lengua entre sus labios y llevé mis manos a su rostro.

Las palmas de Ace estaban en mi cintura en un instante. Tiró de mí hacia adelante, y apreté
mi polla dolorosamente dura contra la erección que podía sentir dentro de sus pantalones, deseando
la fricción y con la necesidad de aliviar el dolor que se había ido acumulando desde que lo había
dejado en su cama esta mañana.

Sabiendo exactamente dónde quería que fuera esto, sabía que necesitaba su permiso antes de
continuar. Así que alejé la boca y le dije: —¿estás seguro?
Los dos sabíamos exactamente lo que estaba preguntando, y cuando los ojos de Ace giraron
a nuestro alrededor, y luego volvieron a mí, asintió rápidamente y me soltó para abrir sus
pantalones.

Cristo. Si hubiera soñado esto, no lo habría creído. Pero cuando Ace empujó sus pantalones
y calzoncillos sobre su cadera y se estiró para apretar su dura longitud, mi boca se abrió. Era tan
jodidamente hermoso, recostándose en su sexy movimiento con su polla en la mano,
masturbándose para mí como si estuviéramos solos en una habitación en lugar de parados en medio
del maldito desierto.

Podía sentir el sudor en mis sienes mientras continuaba viendo su exhibición pública para
mí, y tomé una respiración entrecortada mientras metía mi mano dentro de mis propios pantalones
para acariciar mi polla.

—Date la vuelta —le dije, y apenas reconocí mi propia voz. Sonaba como un hombre que
había sido conducido hasta el borde de su cordura, y sinceramente, así era como me sentía.

Entre venir aquí con Ace, recibir permiso para conducir su vehículo y que ahora me ofreciera
el uso de un cuerpo tan espectacular como un maldito regalo, se había desvanecido cualquier
control que pudiera haber tenido. Al igual que las inhibiciones de Ace, aparentemente.

Ace se separó del coche y se giró, y antes de que pudiera cambiar de opinión, estaba allí
pegándome a su espalda. Me apreté hasta que sus caderas estuvieron contra el auto y las mías
estaban pegadas a su trasero. Aplanó una palma en el marco del parabrisas y la otra en el capó
mientras miraba por encima de su hombro hacia mí.

Sus ojos azules estaban oscuros con un deseo ansioso, y sabía que estaba tan nervioso como
yo, y mientras empujaba mi erección contra su trasero, me empujó y gruñí.

—Prepárate, pastelito —me burlé en su oreja, usando el mismo mote cariñoso que había
lanzado antes. Y cuando maldijo y flexionó sus brazos, me reí entre dientes—. Porque estoy a
punto de llevarte a dar un paseo.
lo que podía pensar mientras
los dedos de Dylan se deslizaban en el costado de mis pantalones y tiraban de ellos sobre mi trasero.
No había otra explicación para el hecho de que estaba parado desnudo, inclinado sobre mi
Lamborghini, en medio del desierto. Ninguna explicación, aparte de que Dylan me hizo perder la
cordura.

Podía sentirlo masajeando su palma sobre la mejilla de mi culo y suspirando en mi oído


mientras rodaba sus caderas contra las mías, y su dura polla se frotaba sobre mí.

—Dios, Ace. Esto es... Te ves... jodidamente increíble.

Había una palabra para describir esto. Increíble. No podía creer lo mucho que lo quería hasta
que Dylan detuvo el auto y me inmovilizó con una mirada que gritaba, quiero follarte. Ahora. Y
después de eso, había perdido la capacidad de pensar en absoluto.

Todo el viaje a El Mirage, y los tres minutos en el coche, habían sido todos los juegos
preliminares que necesitaba, y ahora... ahora, quería sentir la polla que se estaba moliendo sobre
de mí.

—Jesús, Dylan. Date prisa —le dije, y escuché que el jodido detrás de mí se rio.

Por el rabillo del ojo vi que buscaba su chaqueta y escuchaba cremalleras que subían y
bajaban antes de tirarla por la cubierta.

—Tan impaciente. Me estaba tomando un momento para disfrutarlo. Porque una vez que
tenga mi pene dentro de ti, va a ser real y jodidamente rápido.

Mierda. Tenía la sensación de que Dylan sería un jefe mandón, porque carecía de sutileza en
la mayoría de las ocasiones. Pero su charla sucia era algo que nunca había imaginado. Estaba seguro
de que podía venirme escuchado algunas de las cosas que salían de su boca.

Estaba a punto de decírselo, cuando unos dedos fríos y húmedos se deslizaron desde mi coxis
a las mejillas de mi culo, escandalizándome. Mi cuerpo se apretó automáticamente y vi que la mano
de Dylan bajaba y sostenía la mía en el marco de la puerta.
Después su boca encontró mi oreja, y la besó suavemente y dijo: —relájate para mí, campeón.
Te tengo cubierto.

No, mierda ¿De dónde vino el lubricante? Esperaba que fuera un polvo duro con algo de
dolor, pero estaba tan caliente que había estado listo para pasarlo por alto solo para sentirlo dentro
de mí. En cambio, giré la cabeza para encontrar sus ojos y el brillo sensual en ellos, y las preguntas
que me había hecho rápidamente se convirtieron en un gemido mientras probaba mi agujero
suavemente y encontraba la entrada.

Rechiné mis dientes, y luego Dylan presionó sus labios contra los míos en un salvaje
emparejamiento de las bocas, bombeando su dedo dentro y fuera de mí mientras permanecía
estirado sobre el costado de mi vehículo.

Podía sentir la transpiración deslizándose por la parte posterior de mi camiseta entre mis
omóplatos mientras Dylan se movía detrás de mí, empujando sus caderas contra mí cada vez que
hacía un túnel más profundo con su dedo. Luego, cuando finalmente estaba al final de mi cordura,
gruñí contra su boca y lo exigí: —hazlo.

La sonrisa de Dylan era feroz cuando se alejó de mí para agarrar mis caderas. Tiró del
material de mis pantalones un poco más abajo, y escuché la rasgadura distintiva del paquete del
condón.

Bien, que me cuelguen, viene preparado para cada ocasión, ¿no? Guardé la idea de que
necesitaba preguntarle de dónde demonios habían aparecido mágicamente sus provisiones, cuando
sentí que la cabeza de su polla rozaba mi carne más vulnerable.

—Te ves tan jodidamente caliente en este momento, Ace. Necesito entrar dentro de ti. —Las
palabras de Dylan fueron roncas, y sus dedos duros cuando penetraron la piel de mi cadera, y
amplié mis pies un poco para sujetarme mientras, centímetro a centímetro, Dylan empujaba dentro
de mi cuerpo.

La quemadura fue inmediata cuando la cabeza ancha violó mi agujero. Mis dedos se
flexionaron sobre el metal cuando la intensa presión de estar lleno me consumió, y Dylan se alojó
completamente dentro de mi cuerpo. Su frente estaba pegada a mi espalda, y qué emoción fue
cuando levanté la vista para ver kilómetros y kilómetros de espacio abierto y vacío.

Dios mío, realmente había perdido el juicio, y parecía que no podía encontrar nada en mí que
hiciera que me importara un bledo.

Podía sentir el material áspero de los pantalones de Dylan contra mis mejillas y muslos
desnudos, y sabía que todavía estaba completamente vestido. Estaba cumpliendo mi fantasía. Y
estaba haciendo un magnífico jodido trabajo. Había algo increíblemente estimulante en saber que
Dylan simplemente nos había desabrochado, me había estirado sobre mi coche y luego, había
deslizado su polla profundamente dentro de mí.

—¿Estás bien? —dijo Dylan contra mi oreja, sacándome de mi propio estado mental. Y en
un segundo asentí y me las arreglé para gruñir: —joder, sí. —Y ese fue el final de la conversación.

Con los dedos apretados en mi cintura, Dylan se apartó de mí y luego volvió a entrar, y grité
su nombre, amando que finalmente tuviera la libertad de ser ruidoso y desinhibido. Me agarró
fuerte y rápido mientras empujaba mi cuerpo contra el suyo, animándolo a ser tan rudo como quería
mientras cada uno de nosotros corría hacia un nuevo tipo de línea de meta, una que nos hizo gritar
el nombre del otro mientras nuestros orgasmos chocaban. Y sabía que sería difícil explicar qué
había sucedido exactamente bajo el sol abrasador esa tarde, en el lago El Mirage.
. Pero
cuando me recosté contra el cuero afelpado de los asientos, con el aire fresco golpeándome en la
cara, y el hombre sexy sentado a mi lado detrás del volante, mi mente volvió allí, de vuelta al jodido
Ace en medio de un desierto, inclinado sobre su auto, con el sol golpeando mi cuello.

Dios, alguna vez hubo una vista más ardiente que ver mi pene hundirse en su apretado...

—¿En qué estás pensando? —La voz de Ace me sacó de mi ensoñación, y cuando abrí los
ojos, me sonrió—. Estabas lamiendo tus labios.

—¿Lo estaba? —le pregunté—. Solo pensaba en tu culo.

—¿Mi culo? ¿Qué pasa con él?

—Jodiéndolo. Provocándolo. Mordiéndolo. Lamiéndolo...

—Jesús, Dylan —dijo Ace, llevando la palma hacia abajo.

—Tú preguntaste. Pero si quieres detalles, solo diré que estaba pensando en cuán caliente fue
cumplir esa fantasía tuya. Supongo que necesitarás decirme otra de tu lista para que podamos
tacharla.

—Hmm. Tal vez deberíamos seguir la tuya primero.

—Uh... eso va a ser bastante imposible en este momento, a menos que tengas un ardiente
deseo de ponerte frente a un montón de esos acosadores con cámaras. Creo que lo que acabamos
de hacer clasifica como follando en público, así que también consideremos la mía tachada por el
momento.
Los ojos de Ace se clavaron en los míos, y el calor abrasador en ellos de antes todavía hervía
a fuego lento. —Desearía poder besarte ahora mismo.

Sostuve su mirada hasta que tuvo que mirar hacia atrás en el camino, e incluso entonces
continué observándolo mientras una gama de emociones cruzaba su rostro, una por una. Felicidad.
Culpa. Arrepentimiento. Paz. Lujuria. Enfado.

Era extraño... Nunca había entendido lo que debía ser para las personas que tenían que ocultar
quiénes eran a los demás. Afortunadamente, nunca me había importado lo que alguien pensara de
mí, e incluso cuando conocí a mi familia, eran tan abiertos y me aceptaban, que nunca había tenido
que lidiar con la lucha que personas como Ace sufrían diariamente. Y ahora que estábamos tan
entrelazados, se sentía un poco como si me metieran en el armario también, y aunque no podía
imaginar vivir así de esa manera, tampoco podía imaginarme que no quisiera tener al hombre a mi
lado con cada fibra de mi ser.

Si estaba dispuesto a arriesgar su carrera por mí, estaba dispuesto a hacer lo que fuera
necesario para permanecer a su lado. Y si aún hubiéramos estado en el desierto, me habría inclinado
sobre la consola y habría tomado sus labios con los míos, pero tal como estaban las cosas,
estábamos a una media hora de distancia de mi apartamento, y aunque el tráfico se movía de manera
constante, allí todavía había demasiados autos, demasiadas miradas posiblemente curiosas. Me
había acostumbrado a sentarme en mis manos solo para evitar unir los dedos son los suyos, o peor
aún, pasar la mano por su duro muslo y por su polla.

—Una vez que te deje, ¿todavía vas a ir en taxi a mi casa? —preguntó Ace.

—Sí, eso suena perfecto.

—Ya sabes...

—¡Dylan! ¡Necesitas un poco de sol en tu vida!

Ace comenzó a reír cuando mi móvil sonó. —Gracias a Dios que no se activó antes o hubiera
arruinado el momento.
—No, mierda —le dije, mientras sacaba el teléfono del bolsillo y pulsaba la tecla de
responder—. Oye, Sunshine, estás en el altavoz.

—Oh, ¿eso significa que estás con el apuesto joven que vimos el otro día?

Le sonreí a Ace. —¿Cual?

—Mejor que solo haya uno —dijo Ace, prácticamente gruñendo.

—Hola, Hércules, ¿cómo te trata mi chico?

Ace levantó la ceja. —¿Hércules?

—Todos en la familia necesitan un nombre digno de la familia Prescott, aunque si pudiera


cambiar el apellido de mi esposo también, lo habría hecho. Además, esos músculos... —dijo
Sunshine.

—Hércules entonces —dijo Ace—. Y Daydream está haciendo honor a su nombre.

—Es un chico tan dulce, ¿verdad?

Cuando Ace me miró, sonrió, y luego se inclinó para agarrarse. —El más dulce.

Puse los ojos en blanco. —¿Todavía estáis yendo a Green Fields a acampar este fin de
semana?

—Nos vamos en aproximadamente una hora. Pero necesito hablar contigo sobre algo antes
de dirigirnos allí y quizás quieras quitar el altavoz —dijo, su voz normalmente vivaz volviéndose
cautelosa.

—Ace ya sabe que Green Fields es un campamento nudista.

—No... no es eso —dijo Sunshine, como si eligiera cuidadosamente sus palabras.

—Bueno, sea lo que sea, también puedes decirlo delante de Ace.

Sunshine pareció dudar, lo cual era extraño en ella, y luego dijo: —ayer Brenda pasó por la
casa.
Mi sonrisa se atenuó cuando asimilé sus palabras, pero no podía haber escuchado lo que
pensé que ella había dicho. —Espera, di eso otra vez.

—Brenda vino, y tenía un montón de revistas con ella, todos los anuncios que has hecho
hasta ahora, y...

—Espera, ¿está fuera? ¿Cómo te encontró? —le pregunté. Mi voz se elevó, a pesar de que
parecía que alguien me había cortado el suministro de aire, lo que obligó a mi corazón a latir dos
veces más rápido en mi pecho. Cuando Sunshine comenzó a responder, rápidamente acerque el
teléfono y lo sostuve junto a mi oído.

—La liberaron por buen comportamiento o eso dijo ella. Se veía bien, sin embargo. Toda
limpia y...

—Me importa una mierda cómo se ve...

—Sé que no...

—Entonces qué, ¿pensó en tomar un vuelo para venir a saludar? —Mi mano temblaba y pude
sentir la mirada preocupada de Ace, pero no podía pensar en nada más que en el hecho de que la
mujer que me había quitado mi infancia había aparecido en la puerta de mis padres.

—Solo cálmate un segundo, para que podamos hablar sobre esto...

—¿Calmarme? ¿Qué demonios quiere?

Y luego Sunshine dijo las dos palabras que había estado temiendo desde el día en que me
obligaron a ser acogido.

—Quiere conocerte.

a Dylan tan tenso y molesto antes, y por el sonido suplicante que podía
escuchar débilmente salir del teléfono, su madre tampoco. Mantuvo agarrado su teléfono con
mucha fuerza y su mandíbula se apretó tan fuerte que me preocupaba que se rompiera las muelas.
—Eso nunca va a suceder —dijo, y cuando puse mi mano en su muslo para calmarlo, se
estremeció y me hizo alejarme para darle algo de espacio.

—...y ella no tiene idea de dónde estás y nunca lo tendrá a menos que decidas lo contrario —
dijo su madre, pero por la forma en que Dylan sacudió la cabeza inflexiblemente, no habría
importado lo que dijera, porque el hombre se había desconectado.

—No puedo hablar en este momento —dijo, y cuando se quitó el teléfono de la oreja, lo miró
como si nunca hubiera visto uno antes y dijo con voz distante—. Divertiros en el campamento. —
Después de apagar completamente el teléfono, se lo metió en el bolsillo del pantalón y luego se
volvió hacia la ventana.

Cuando el silencio descendió, no estaba seguro si decir algo o si era mejor guardar silencio.
Pero a medida que el hombre a mi lado echaba humo y mi curiosidad se apoderaba de mí, no pude
evitar hacerlo.

—¿Dylan? —dije en voz baja, y cuando no me contestó, lo intenté de nuevo—. Oye,


háblame.

Continuó mirando por la ventana, pero sacudió su cabeza ligeramente.

—¿Quién es Brenda y por qué te parece como si quisieras salir de mi coche en medio del
tráfico? —le pregunté.

Dylan dejó escapar un largo suspiro y se pasó la mano por la cara. —Ella no tiene ninguna
importancia.

—Eso es una estupidez. Cualquiera que tenga tanto efecto sobre ti es alguien.

—Déjalo ir, Ace.

—¿Y solo dejarte sufrir ahí en silencio? Háblame.

—No quiero hablar de ello. Esa mujer no es nada para mí, lo que significa que no es nada
para ti, lo que significa que estoy bien. —Se volvió hacia la ventana y murmuró: —estoy bien.
Suspirando, encendí el intermitente y cambié de carril. —Siempre me dices que nunca me
abro lo suficiente, y me fuerzas hasta sacarme la mierda que nunca me ofrecería a dejar salir
voluntariamente. Entonces, por qué no funciona en ambos sentidos, ¿eh?

—Porque no quiero decírtelo —explotó Dylan, sus ojos disparando dagas—. No voy a hablar
sobre mi historia familiar contigo, no ahora, y quizás nunca. Joder, deja de presionarme.

—No te estoy presionando...

—Si, lo haces.

¿Qué demonios está pasando con él en este momento? Este era un hombre totalmente opuesto
del que había conocido en las últimas semanas, y aunque sabía que no me estaba atacando por algo
que había hecho, era obvio que había una gran cantidad de dolor que corría por algún lugar
profundo. Una herida que nunca se había curado, y fuera lo que fuera, su reacción me dijo que no
era nada bueno. Y eso me hizo estar aún más desesperado por descubrir qué, o quién, era la fuente.

—Estoy aquí si quieres... o si necesitas hablar...

Dylan apoyó la cabeza en su puño y suspiró. —Solo llévame a casa.

Sentí el aguijón de sus palabras en mi pecho, y entonces me di cuenta de lo mucho que había
llegado a preocuparme por este hombre. Porque si alguien más me hubiera hablado de la forma en
que él lo hizo o me hubiera rechazado, me habría apresurado a dejarlo. Pero con Dylan, sentí cada
gramo de su frustración, de su dolor, pero también sentí cada golpe que me dio con una especie de
angustia que nunca había experimentado.

¿Así eran las relaciones? Una serie de subidas increíbles y bajadas devastadoras, ¿a veces en
cuestión de horas? La tensión entre nosotros ahora en el coche era tan espesa que era un milagro
que pudiera sentirlo allí.

Así que fue con un movimiento resignado de mi muñeca que encendí mi luz intermitente
para salir de la autopista hacia la casa de Dylan, donde de alguna manera supe que se quedaría.
nunca en mi vida había pasado una noche tan jodidamente lenta. Después de que Ace
me había llevado a mi casa, nos separamos con poco más que un gesto al otro y ahora allí estaba,
sentado exactamente en el mismo lugar donde me había dejado caer cuando por fin había entrado
en mi apartamento y pateé la puerta detrás de mí.

Todavía estaba usando mis pantalones y camiseta, pero mi chaqueta yacía en el suelo, donde
había caído después de arrojarla en dirección al mostrador y fallar. Me dolía fuertemente la cabeza
y mi estómago gruñó a pesar de que no tenía ganas de comer.

En algún momento pensé que necesitaba llamar a Ace y pedirle disculpas, pero aún no había
resuelto qué decir. Quiero decir, ¿qué podría decirle? Lo siento, ayer fui un completo idiota...
¿Sabía que solo intentabas ayudarme? Sí, claro. Tendría suerte si alguna vez me hablaba de nuevo.

Fui un imbécil. No hay dudas. Dejé que la mera mención de Brenda me desenmascarara y
arremetí contra la persona que menos se lo merecía. Solo eso me hizo odiar a la perra incluso más
de lo que ya lo hacía. ¿Cómo se atreve a pensar que podría volver a entrar en mi vida después de
todo este tiempo y ponerse en contacto conmigo? Tenía coraje, eso era seguro. Pero no había forma
de que la dejara acercarse a mí, nunca más. Había logrado librarme de esa enfermedad hacía mucho
tiempo. No había forma de que me fuera a infectar de nuevo.

Miré el teléfono que había tirado en el sofá a mi lado y me pregunté qué estaría haciendo Ace
en ese momento. Teníamos el fin de semana libre, y habíamos hablado de pasarlo juntos. Pero eso
fue antes de que hubiera arruinado uno de los mejores días que había tenido.

Jesús, deja de ser tan cobarde, me dije, y alcancé el teléfono. Solo llámalo. ¿Qué era lo peor
que puede hacer? ¿No responder? ¿Responde y colgar? ¿Responder y gritarme? Oye, eso era lo
que me merecía.
Cogí el teléfono y miré el número de Ace un poco más de lo que debería, y finalmente lo
llamé. Al segundo timbre respondió, y cuando la voz de Ace cruzó la línea, dejé escapar un suspiro
de alivio.

—¿Dylan?

La preocupación en su voz me desgarró, porque sabía que la había puesto allí. La puse allí
con mi reacción al teléfono, mi respuesta de mierda tratando de entender y finalmente la forma en
que había dejado las cosas entre nosotros en un silencioso malestar cuando había salido de su
vehículo la noche anterior.

—Sí... uhh, hola. —Dios. Sueno tan estúpido.

—Hola.

Mierda. Bueno, esto es fantástico. Solo di lo que querías decir al llamarle y deja ir al pobre
tipo. Cerré los ojos y apoyé la cabeza en el sofá. —Ace...

—No estaba seguro de que contestaras si llamaba, es por eso que no lo hice. Llamar, quiero
decir —dijo Ace, lo que se sumó a la culpa que ya sentía por mi increíble muestra de idiotez de
ayer.

—Sí, sobre eso. Mira, estoy...

—Dylan, no tienes que...

—Ace —le dije, necesitando que se callara y me dejara sacar esto de mi pecho antes de que
me pusiera nervioso. Tenía la horrible sensación en la boca del estómago de que había arruinado
todo el progreso que había hecho con él recientemente. Que en un abrir y cerrar de ojos, borré toda
la confianza que me había otorgado, porque la bóveda en la que mantenía mi pasado cerrado con
llave, había amenazado por primera vez en años con ceder—. Por favor, Ace. Déjame decir esto.

Hubo un latido o dos y luego dijo: —está bien.

Tragué saliva y me cubrí los ojos con el antebrazo mientras intentaba encontrar la forma de
darle una buena razón para mi colapso de ayer. Una razón bastante buena que no implicara
mostrarle todo lo feo que yacía justo debajo de la bonita fachada que el resto del mundo veía cuando
me miraban. Ja. Si solo supieran la verdad.

—Lo siento por la forma en que te traté ayer. —Hice una pausa y reflexioné sobre mis
siguientes palabras cuidadosamente, sopesando cuánto de mi ropa sucia quería sacar al aire. ¿Mi
pasado haría correr a Ace? ¿Le haría recelar? No tenía idea. Pero si no abría la boca y decía algo
pronto, probablemente terminaría las cosas de todos modos—. Sunshine, bueno... me tomó con la
guardia baja. Y sé que no es motivo para que te haya tratado como lo hice, pero hay cosas sobre
mí...

Mis palabras se atascaron en mi garganta cuando traté de empujarlas, decirle algo, cualquier
cosa que excusara lo que había hecho, pero salía nada.

—¿Dylan?

Dejé que mi mano cayera sobre mi pierna y la agarré con fuerza. —¿Sí?

—No tienes que explicarme nada.

Me senté derecho en el sofá, al instante alerta a esas palabras.

—Entiendo cómo se siente la necesidad de privacidad para tratar a través de las emociones,
especialmente cuando estás tan completamente ciego por algo, como lo estabas ayer. En todo caso,
debería disculparme contigo.

¿Huh? No podía creer lo que estaba escuchando. Aquí estaba tratando de encontrar la mejor
manera de disculparme con este hombre por tratarlo como si fuera una mierda, y estaba
disculpándose primero... ¿Por qué? ¿Por estar preocupado?

—Era obvio que Sunshine te dijo algo que te molestó y en lugar de darte espacio, actué como
un paparazzi insistente tratando de obtener una primicia. —Soltó una risa sin humor—. Irónico,
¿no? La primera vez que quise saber información sobre ti que no estabas diciéndome
voluntariamente, presioné. Actué como un buitre. Supongo que he aprendido de quienes me rodean.
Es triste que ese sea el único ejemplo que tengo para seguir.
—Ace —suspiré y dejé caer mi cabeza en mis manos. Justo cuando pensaba que no podía ser
más adecuado para mí, el tipo me demostró que estaba equivocado—. ¿No puedes dejarme sentir
como un idiota por al menos diez minutos?

—Estoy bastante seguro, si te conozco, de que te has estado golpeando toda la noche. ¿Estoy
en lo cierto?

Lo estaba, maldito sea. Pero el hecho de que me conociera tan bien provocaba una sonrisa en
mis labios—. Tal vez.

—Mhmm, exactamente lo que pensé. Bueno, tienes diez segundos más para maldecirte y
luego tienes que parar.

Fruncí el ceño y miré el reloj de mi teléfono. Estaba a punto de llegar el mediodía. —¿Por
qué? ¿Qué pasa en diez segundos?

Toc, toc, toc.

Mi cabeza se movió rápidamente hacia la puerta de mi casa, y cuando me levanté, Ace dijo:
—vas a abrir la puerta de tu casa, invitarme a entrar y desearme buenos tardes.

Mi pulso se aceleró, sabiendo que Ace estaba aquí. Estaba de pie en la puerta de mi casa. No
estaba rompiendo conmigo o diciéndome que me largara.

Mientras miraba por la mirilla, vi a un tipo enorme con largo cabello rubio, una gorra de
béisbol y gafas de pie en la puerta de mi casa. Llevaba una camisa de franela sobre una camiseta
blanca y pantalones cortos, y en su mano estaba el ramo de flores más grande y brillante que jamás
había visto.

Llevé el teléfono a mi oído y le dije: —no sé. Hay un chico en mi puerta con flores. Creo que
debería invitarlo a entrar y darle un beso de buenas tardes.

—Abre la puerta, Dylan. —La orden era brusca, y de alguna manera sabía que a través de la
mirilla y detrás de esas gafas, la mirada de Ace probablemente perforaba la puerta de mi casa—.
Quiero besarte y reconciliarnos.
Oh, Dios, como si pudiera o quisiera alguna vez ser capaz de resistir eso. Desconectando la
llamada, abrí la puerta y toda la tensión que había estado soportando pareció aliviarse porque Ace
estaba aquí. Realmente estaba aquí, parado frente a mí. En un ridículo disfraz y todo.

—Adelante —le dije, y me hice a un lado mientras pasaba. Una vez que estaba dentro y tenía
la puerta cerrada, me giré para verlo quitándose las gafas, pero no la peluca y la horrible camisa de
franela. Quizás no estaba planeando quedarse después de todo.

—Estas son para ti —dijo, entregándome el brillante ramo de flores amarillas, violetas y
rosas. Eran llamativas y deslumbrantes, y Ace parecía tan incómodo dándomelas que el gesto fue
aún más apreciado. Las tomé y enterré mi nariz en los coloridos pétalos. Cuando levanté los ojos
para mirarlo por encima del arreglo, capté el leve rubor que había en sus mejillas, como si estuviera
satisfecho con mi reacción.

—Gracias —le susurré, emocionado de que hubiera pensado en hacer algo tan dulce como
traerme flores. ¿Quién sabía que Ace Locke sería tan malditamente romántico de corazón?—. Son
hermosas.

—No estaba seguro si te gustarían...

—Me encantan —dije, esperando tranquilizarlo. Luego di un paso hacia él y bajé las flores.
Puse mi mano sobre su pecho y lo miré directamente a los ojos cuando le dije: —lo siento por la
forma en que te traté ayer.

Ace abrió la boca para hablar, pero sacudí la cabeza y coloqué un dedo sobre sus labios. —
No debería haberte criticado. Estabas solo preocupado e intentando entender lo que estaba pasando.
Pero…

Ace rodeó mi muñeca y tiró de mí por el resto del camino, y luego me besó en la frente y
maldita sea, pasó de inseguro a tierno en un instante y tenía mis emociones a flor de piel.

—No estabas listo. Debería haber respetado eso.


Levanté la vista hacia él, y la expresión suave en sus ojos me hizo sentir más por este hombre
y acercarme peligrosamente a una palabra que siempre había dudado en usar. Pero en lugar de
reconocerlo, toqueteé su largo cabello rubio.

—Sabes, por mucho que me guste la idea del juego de roles, puedo pensar en un mejor disfraz
si quieres vestirte para mí.

Ace se rio, lo cual había sido mi intención, aliviando la seriedad del momento. —Puedes,
¿verdad?

—Oh, sí, incluso podría tener todo escrito en un diario en alguna parte. 'Los diez mejores
juegos de Ace Locke'.

Una de las cejas de Ace se alzó. —¿Juegos?

—Si, tú sabes. La imagen que conjuro para perder mi cabeza.

Ace tomó mi barbilla en su mano y presionó un rápido beso en mis labios. Luego dijo: —tan
fascinante como sería leer tu diario, preferiría que me lo dijeras.

—Ohhh, bueno, eso también se puede arreglar. Pero primero esta peluca tiene que irse.

—En realidad —dijo, soltándome—, primero, debes ir y preparar un bolso de viaje.

—¿Qué?

—Un bolso de viaje. Tienes que ir y preparar uno.

Mis ojos se estrecharon y crucé mis brazos sobre mi pecho. —¿Por qué?

—No es asunto tuyo.

—Umm, si estoy preparando un bolso de viaje, creo que eso es asunto mío, ¿no? No paso la
noche con extraños en lugares extraños. ¿Qué clase de hombre crees que soy?

—Durante las próximas cuarenta y ocho horas, y con suerte mucho después de eso, vas a ser
mi hombre. Ahora ve y toma una ducha, prepara un bolso de viaje y hazlo todo... rápido.

—Uhh... ¿Muy mandón?


Ace me lanzó una sonrisa que era tan impactante que casi me derretí allí mismo en un charco
a sus pies.

—Si dices que sí, planeo mostrarte qué mandón puedo ser.

Oh, dulce Jesús. En el espacio de unos minutos, Ace me tenía revolucionado. De ansioso, a
emocional, a excitado. No tenía ni idea de qué me esperaba, pero si quería que me duchara y
empacara tan pronto como pudiera lograr esas dos cosas, nada iba a detenerme.

me duché, me vestí y metí una última camisa en una mochila


mientras Ace se apoyaba contra mi puerta con las piernas cruzadas en los tobillos, las manos en los
bolsillos y una expresión indescifrable en el rostro.

Estaba siendo tan misterioso. Como lo había sido ayer cuando estábamos conduciendo hasta
el lago El Mirage. Pero una cosa podía decirse de Ace Locke: si ese bastardo quería guardar un
secreto, entonces era muy capaz.

Bueno, hola, eso era el eufemismo del siglo, considerando que había estado ocultando su
sexualidad durante años.

Debo haberle hecho una docena de preguntas en los últimos minutos, pero el hombre había
permanecido obstinadamente en silencio. Incluso había reemplazado las malditas gafas, por lo que
ni siquiera podía medir sus expresiones faciales. Tal vez su próximo papel en la película debería
ser un espía, porque aparentemente cuando no quería compartir información era como el jodido
Fort Knox.

—Está bien —le dije, colgando el bolso sobre mi hombro—. Estoy listo.

Ace se movió para abrir la puerta, y cuando pasé, me susurró: —Hmm, eso es lo que piensas.

Volví la cabeza hacia eso, y maldición esos lentes no dejaban ver nada. —¿Que se supone
que significa eso?
Los labios de Ace se curvaron, y quería besarlo, con fuerza. Pero si estaba siendo un
provocador, entonces dos podrían jugar así.

—Nada, Daydream. Pero será mejor que lleves tu culo al auto antes de que olvide mis buenas
intenciones.

Salí y me dirigí hacia las escaleras. —Eh, ¿quién necesita eso?

Cuando Ace cerró la puerta detrás de sí mismo, me siguió, y lo escuché gritar: —eso es
exactamente lo que esperaba que dijeras.

de Hollywood Burbank y me quedé


boquiabierto. ¿A dónde diablos íbamos? Giré en el asiento trasero para enfrentar a Ace, y antes
incluso de pronunciar las palabras, dijo: —no te lo voy a decir.

—Pero...

—No te lo voy a decir.

Gruñí, frustrado con él pero también increíblemente emocionado mientras mi mente se volvía
loca tratando de descubrir cuál sería la sorpresa. Cuando pasamos por el área de estacionamiento
general y nos dirigimos hacia una puerta con una cabina, Frank bajó su ventanilla y le entregó algo
al hombre de dentro. Sin intercambiar ninguna palabra, la barrera blanca y negra se elevó y Frank
condujo el auto hacia adelante. Dio dos o tres vueltas y luego llevo la limusina por una estrecha
carretera que pasaba por varios hangares con puertas cerradas, hasta que finalmente se detuvo en
el último hangar. Mantuvo el coche al ralentí cuando salió para abrirnos la puerta trasera, y antes
de salir, le di a Ace una última mirada y volví a abrir la boca.

Sacudió la cabeza. —Uh, uh. Todavía no te lo diré. Todo lo que necesitas saber es que quiero
llevarte a pasar la noche a algún lugar donde podremos divertirnos... ¿y Dylan?

Apenas podía tragar cuando se inclinó y deslizó su pulgar sobre mi labio inferior.
—¿Sí?

—Planeo disfrutarlo muchísimo.

Y así, a dónde me llevaba no importaba en lo más mínimo. Con tal de que fuera Ace el que
me secuestrara.
palabras era la subestimación del siglo. Seguí a Ace a través de la
puerta y hacia el hangar mientras caminaba delante de mí, con ese absurdo disfraz aún en su lugar,
y aun así logrando controlar todo el espacio, y había mucho.

La puerta principal del hangar estaba abierta, y delante de ella, en la pista, había un avión
privado con la puerta abierta y las escaleras bajadas. Me detuve cuando Ace se acercó al hombre
que estaba parado en la puerta de una pequeña oficina.

Esto es irreal. Derek siempre había bromeado diciendo que algún día terminaría con un tipo
rico y elegante que me llevaría lejos, pero umm... eso siempre había sido una broma. Nunca en un
millón de años hubiera esperado...

—¿Dylan?

Mis ojos volaron hacia donde Ace me miraba por encima del hombro, y la curva de sus labios
me dijo que sabía lo abrumado que estaba, porque santa mierda, esto era mucho para asimilar.
Apreté el agarre de la correa de mi hombro y caminé hacia él justo cuando el hombre a su lado
regresó a la oficina.

—¿Estás bien? —preguntó Ace cuando finalmente llegué a su lado, y me las arreglé para
asentir—. Bien. Vámonos.

—Ace —le dije, mientras le seguía, dirigiéndonos hacia el avión que ahora estaba seguro de
que nos esperaba.

—¿Sí?

—¿Estamos...?, quiero decir... ¿este avión es para nosotros?


Cuando llegamos al pie de las escaleras, Ace se hizo a un lado y asintió. —Mhmm, seguro
que sí.

Mi boca se abrió con la confirmación. Habiendo viajado solo en autobús o en clase turista, la
idea de tomar un jet privado a cualquier lugar era...

Bueno, es una locura, eso es lo que es.

—¿Estás loco? Esto debe costar una fortuna.

Con una mano en la barandilla de las escaleras, Ace se inclinó hacia mí, y por un minuto me
quedé sin aliento porque pensé que iba a besarme. Justo ahí fuera para que cualquiera lo viera. Pero
en el último segundo movió su boca hacía mi oreja y dijo: —por suerte para nosotros, tengo una
fortuna. Ahora sube al avión, Dylan. Quiero probarte y no puedo hacer eso aquí.

Absorbí una muy necesaria bocanada de aire y levanté la vista hacia la puerta abierta, donde
vi a una mujer con un uniforme azul marino esperándonos, y luego volví a mirar a Ace. —¿Pero
puedes hacerlo ahí?

—Claro que puedo hacerlo.

Huh, pero, ¿y la tripulación?

—Ve —ordenó Ace, y la orden envió una sacudida de lujuria por mi espina dorsal. Ace
siempre era una presencia difícil de ignorar, pero con ese aire de confianza, esa arrogancia, era
todo sexo y cien por cien irresistible.

Sin decir una palabra, subí las escaleras, y cuando pasé junto a la rubia en la parte superior,
me saludó. —Bienvenido a bordo, señor Prescott.

Mi cabeza giró y Ace estaba justo detrás de mí. Puso una mano en medio de mi espalda y me
instó a entrar.

—Bienvenido, señor Locke.

—Gail, ¿cómo estás? —preguntó Ace, mientras yo estaba parado como un pez fuera del agua.
—Oh, no puedo quejarme. Los niños no van a la escuela durante el verano, pero mi esposo
y yo los enviamos al campamento, así que...

Ace sonrió. —Ahh. Ya veo. Entonces, un parón de tiempo muy necesario.

—Sí, señor —sonrió radiante, y estaba demostrado que incluso las personas que trabajaban
para Ace no parecían poder resistir su encanto—. Es mejor que vayan y se instalen. Phil dijo que
despegaremos en unos cinco minutos.

—Gracias, Gail.

—Por supuesto —dijo cuando Ace se volvió hacia mí, dónde estaba completamente
estupefacto.

—Oíste a la señora: será mejor que vayas y tomes asiento, señor Prescott.

Cuando la puerta a la derecha de Ace comenzó a cerrarse, caminó hacia mí con una intención
inequívoca en sus ojos, y automáticamente di un paso atrás.

¿Está loco? Gail está ahí.

Ace se acercó a la gorra de béisbol, tiró de ella y sacó la peluca de su cabeza, y la arrojó a
una de las lujosas sillas de cuero mientras continuaba avanzando.

—¿Qué estás haciendo? —dije en voz baja cuando trató de alcanzarme, me agarró del cuello
y tiró de mí hacia él.

—Ahí fuera te dije que quería besarte.

Puse una mano en su pecho y sacudí mi cabeza. —Pero qué pasa con... —miré alrededor de
su hombro hacia donde Gail estaba ocupada preparando el avión para el despegue—. ¿Qué hay de
otras personas mirando?

Ace rozó sus labios con los míos y mi boca se separó. Dios, necesitaba que él comenzara a
pensar, y pronto, porque con lo que me estaba haciendo no iba a ser capaz de dar con una sola
razón por la que no debería besar como el infierno al hombre que estaba provocando mis labios
con su lengua.
—¿Quién, Gail? Todos en este avión han firmado un acuerdo de confidencialidad. Se les
paga muy bien por no ver las cosas.

Retiré mi cabeza ligeramente y sacudí mi cabeza.

—¿Qué? —dijo Ace.

—¿No estás olvidando algo?

—Hmm. —Ace me besó suavemente y mis dedos se agarraron a la franela de su camisa—.


No, no lo creo. Tengo el avión, tengo una botella de mi vino favorito para que lo pruebes, un
Domaine de la Romanee-Conti Montrachet. ¿Te gusta el Chardonnay?

—Sí, pero eso no es lo que quiero decir...

Ace besó un camino seductor hacia mi mandíbula. —Sé exactamente de lo que estás
hablando. Pero estaré condenado si empiezo mi relación contigo haciendo que firmes un
documento legal.

Todo mi cuerpo tembló por la caricia y por sus palabras, pero al mismo tiempo sabía que lo
que estaba haciendo era arriesgado. Estaba confiando mucho en mí y eché la cabeza hacia atrás
para encontrar sus ojos.

—Ace, eso es... yo... no sé qué decir.

Su hermosa sonrisa hizo que mi estómago girara. Luego pasó sus dedos sobre mi mejilla e
inclinó mi rostro hacia arriba para poder besar mis labios. —Entonces no digas nada en absoluto.
Sé que es una locura, pero por primera vez en mucho tiempo he encontrado a alguien con quien
quiero compartir cosas. Quiero conocerte, cada parte de ti. Y para hacer eso, necesito confiar en ti.
Y no puedo hacer eso con un trozo de papel entre nosotros. —Se mordió el labio inferior, y cuando
cerró los ojos, dijo: —no quiero nada entre nosotros.

Mi corazón latía fuera de control ante sus palabras cuando me di cuenta, por primera vez,
que tampoco quería nada entre nosotros. Sin secretos. Sin mentiras. Sin pedazos de papel
amenazándonos. Y cuando la voz del piloto salió por un altavoz y nos dijo que tomáramos nuestros
asientos, ya que estaríamos rodando hacia la pista de aterrizaje en cualquier momento, me alejé de
Ace y le susurré: —gracias.

—¿Por?

Cuando nos sentamos a cada lado de una mesa que tenía espacio para dos personas, un jarrón
con una rosa roja y una botella de vino helado, supe que estaba metido muy profundamente con él.
Tan profundo, que tenía miedo de lo que sucedería si alguna vez me dejaba ir.

Extendí mi mano, tomé su mano y apreté sus dedos. —Por ser mucho más de lo que podría
haber imaginado.

Llevó mis nudillos a sus labios y presionó un beso allí, y tres minutos después estábamos en
el aire volando sobre Burbank, dirigiéndonos hacia un destino desconocido.

en la mía cuando aterrizamos en


el aeropuerto McCarran menos de una hora más tarde. Había sido un vuelo sin problemas, y
habíamos terminado la botella de Chardonnay con la conversación y los besos robados. Cuando el
horizonte de Las Vegas apareció, Dylan me miró y su sonrisa era tan amplia que pensé que mi
corazón estallaría.

Fue una sensación extraña y gratificante experimentar estas ‘primeras veces’ a través de sus
ojos, y reafirmó el dicho ‘dar es mejor que recibir’, que siempre había escuchado. Quería mostrarle
el mundo, sentir esa exuberancia todos los días. Me hizo darme cuenta de lo mucho que ahora daba
por sentado, y ni siquiera me había dado cuenta. No es que no apreciara todo en mi vida, pero
siempre estuve tan ocupado que nunca me detuve lo suficiente como para realmente asimilarlo y
sentirlo todo. Estar orgulloso y celebrar los logros que me permiten disfrutar algunas de las mejores
cosas de la vida.

Y hablando de cosas mejores, pensé, cuando el avión se detuvo y nos desabrochamos los
cinturones. No puedo esperar para ver cómo Dylan reacciona a lo que tengo planeado para esta
noche. Estaba tan fuera de mi zona de confort como humanamente fuera posible, y el solo hecho
de pensarlo me hizo sudar. Estaba aprendiendo rápidamente que no había mucho que no haría por
el hombre sentado a mi lado.

—No puedo creer que me hayas traído a Las Vegas —dijo Dylan, prácticamente saltando de
su asiento—. Realmente está en el medio del desierto, ¿eh? Esto es genial. ¿Dónde nos estamos
quedando? Espera, no podemos permanecer juntos, ¿verdad? Joder, esto es increíble.

Riendo por su entusiasmo, dije: —me alegra ver que te gusta la sorpresa. En cuanto a dónde
nos quedamos, solo tendrás que esperar y ver.

—Estás disfrutando con esto, ¿no?

Mis labios se torcieron en una sonrisa. —Oh, planeo hacerlo. Ahora, esto es lo que va a pasar.
Cada uno de nosotros tiene un automóvil esperándonos que nos llevará directamente a la entrada
privada del hotel. Una vez que llegues, alguien te acompañará personalmente a tu habitación, y
cuando sea seguro para mí unirme a ti, lo haré.

La sonrisa de Dylan se atenuó un poco. —¿Entonces no podemos quedarnos en la misma


habitación?

—Dos palabras para ti: habitaciones contiguas.

—Ohhhh. Eres un tramposo —dijo Dylan, volviendo a levantarse.

—Tengo que ser creativo, ¿verdad?

—Cierto.

Señalé a los dos elegantes autos negros que se habían detenido en la base de las escaleras del
avión. —Uno para ti, uno para mí. Mi coche irá primero al hotel, y luego, unos diez minutos
después, te dirigirán hacia allí. ¿Estás listo?

Dylan asintió con entusiasmo, y tomé su rostro en mis manos para darle un último beso.
Cuando me separé y me puse de pie, me quité la camisa de franela que cubría la sencilla camiseta
blanca que llevaba debajo y agarré la bolsa que había traído.
—Vamos a meternos en problemas, Daydream —dije, y luego me dirigí a la parte delantera
del avión para despedirme de la tripulación y confirmar el momento en que partiríamos al día
siguiente.

Cuando bajé del avión por la estrecha escalera, el calor seco del desierto me golpeó como
una bofetada en la cara, y me puse las gafas de sol para protegerme del resplandor cegador.

El conductor del primer automóvil salió hacia mí y me dio un fuerte apretón de manos. —
Buenas tardes, Sr. Locke. Mi nombre es Marshall, y si hay algo que necesite, hágamelo saber. Me
dijeron que le diera esto a su llegada. —Me entregó un gran sobre de papel manila, y cuando fui a
darle las gracias, escuché detrás de mí...

—Santa mierda, ¿son Maybach 62? Ace, ¿hablas en serio ahora mismo? Estas cosas cuestan,
como, de medio millón de dólares. —Los ojos de Dylan se le salían de la cabeza mientras daba
vueltas en círculos alrededor del automóvil para ver hasta el más mínimo detalle, pasando
completamente por alto al conductor en su excitación.

—Me alegro de que lo apruebes —grité, y la cabeza de Dylan giró en mi dirección.

—Esto es ridículo. Esperaba un uber o un taxi, pero por supuesto no haces las cosas a medias.
—Cuando llegó hasta el automóvil finalmente notó al conductor parado allí con la mano
extendida—. Oh, lo siento, hombre, no te vi.

—¿Es su primera vez en Las Vegas, señor Prescott? —preguntó su conductor.

—Diablos, sí lo es.

Su conductor le dio una gran sonrisa y abrió la puerta de atrás. —Bien, bienvenido a nuestra
ciudad. Soy Timothy, y lo llevaré al hotel en pocos minutos. Dentro del coche encontrará una
botella de vino para que se relaje mientras nos dirigimos hacia allí. Si necesita algo, hágamelo
saber.

Dylan me miró por encima de la puerta, con la mandíbula floja, y tuve que reír. Dándole un
saludo, le dije: —disfruta el viaje. —Y luego me deslicé en el asiento trasero de mi auto.
Una vez dentro del interior perfectamente acondicionado, saqué el contenido del sobre
manila. Junto con el pase para el evento de vodka Sapphire en el que tenía que hacer acto de
presencia en un par de horas, también estaba los papeles para la sorpresa que había planeado para
Dylan más tarde.

Dulce mierda, ¿realmente iba a hacer esto? Sí. Oh, infierno, sí que lo haré. En realidad, lo
haremos porque no tenía dudas de que Dylan estaría a bordo de este tren en un abrir y cerrar de
ojos. Pero para aliviar el revoloteo en mi pecho, saqué mi teléfono y marqué el número de la víctima
que me había dado la idea en primer lugar.

—No me digas que te has acobardado —dijo Paige en lugar de saludar, cuando respondió la
llamada.

—¿Por qué crees que me he acobardado?

—Porque este es un gran paso, y he tenido a personas que se han convertido en cobardes en
el último minuto.

Negué con la cabeza por la manera contundente con la que Paige parecía acomodarse...
bueno, a todo. —Bien, vale. No me estoy acobardando; estaba leyendo los papeles y...

—Querías que te diera una última charla de ánimo antes de que firmes y que descarte tus
inquietudes. ¿Cierto?

—Bueno, sí.

—Me lo imaginé. —Paige se aclaró la garganta y puso el tono profesional que usaba con sus
clientes, aunque dudaba que las palabras que salían de su boca fueran las que usaría con ellos—.
Personalmente respondo por el lugar al que irás esta noche y prometo que la documentación que
firmas está blindada y que todos los involucrados tienen tanto, o más que perder, que tú, así que
puedes apostar tu culo que todos los labios están sellados. Estas personas son la élite de la élite. Es
un poco como Fight Club, lo que significa que la primera y más importante regla es que no hablas
del Fight Club.

Solté un largo suspiro y luego asentí. —Cierto. Está bien. Tienes razón.
—Por supuesto que tengo razón. Y si alguna vez te guiara en la dirección equivocada, Shayne
personalmente me arrancaría los ojos. Prefiero que las cosas no se vuelvan tan complicadas.

—Y has estado allí, ¿verdad?

Cuando Paige no respondió de inmediato, pensé que la llamada se había cortado, pero luego
dijo: —¿oíste eso? ¿Qué tan fuerte estaban girando mis ojos hacia ti? Sí, he estado allí. Varias
veces, en realidad. Como si te fuera a enviar a los lobos sin comprobar primero las cosas yo misma.

Rápidamente firmé el acuerdo y luego volví a meter los papeles dentro del sobre. —Está
bien, firmado y sellado, y esperemos que este lugar lo merezca.

—Oh, lo va a merecer. Vosotros, muchachos, divertiros en Las Vegas.

Después de volver a guardar el teléfono en el bolsillo, miré por la ventanilla oscurecida para
ver el alto ascenso del hotel Syn que se alzaba ante nosotros, y sonreí para mis adentros. No podía
esperar para volar la mente de Dylan.

de frío vino blanco justo cuando el automóvil comenzó a moverse a


través del hangar hacia la salida. El horizonte de Las Vegas Strip brillaba como piedras preciosas
bajo el resplandor del sol, que salía en la distancia de las montañas. Era surrealista estar mirando
por la ventana de atrás del jodido Maybach mientras nos dirigíamos hacia los casinos que solo
había visto en las películas.

Sacando mi teléfono, como un turista total, tomé fotos de todos los casinos por los que
pasamos.

—Esto es jodidamente genial —dije, cuando el tráfico disminuyó frente al Bellagio el tiempo
suficiente para que pudiera ver los chorros de agua rociando el cielo al unísono, agitando a la
izquierda y luego a la derecha, y luego disparando hacia arriba como un cañón al cielo.

Tenía tanta curiosidad por ver hacia dónde íbamos, y cuando finalmente nos paramos en lo
que se llamaba ‘entrada privada’ levanté la vista y vi una imponente estructura curva que
prácticamente goteaba en oro y diamantes.
—¿El Syn? ¿Nos quedamos en el Syn? —Tuve que decirlo en voz alta para creerlo, y cuando
pasamos por lo que parecía la entrada principal, los jardines se volvieron exuberantes y verdes, con
palmeras alineadas en el camino privado. Cuando nos detuvimos frente a un brillante edificio
blanco con una entrada arqueada forrada de oro, tuve que levantar físicamente mi mandíbula del
piso.

Timothy estaba abriendo mi puerta en un instante, y estaba tan ocupado mirando la


monstruosidad que tenía delante que tropecé al salir del automóvil.

—Buenas tardes, Sr. Prescott, y bienvenido al Syn —dijo un caballero con la cabeza llena de
pelo negro peinado hacia atrás y vestido con un traje gris finamente planchado, mientras se
acercaba desde la entrada del edificio—. Soy Charles Toth, el subdirector del Syn, y como uno de
nuestros invitados especiales, estaré encantado de mostrarle su suite. ¿Puedo llevar su bolsa?

Joder. ¿Hablaba en serio? ¿Este tipo me iba a llevar a mi habitación y quería llevar mi
mierda? De repente me sentí sucio en mis jeans y camiseta, y deseé estar usando algo un poco más
apropiado para un lugar tan elegante. Por otra parte, Ace llevaba casi lo mismo, así que tal vez no
importaba lo que llevas puesto si tienes dinero para rellenar tus bolsillos.

—Uh... gracias, y, umm, yo lo llevaré —le dije, y cogí el pequeño bolso que había traído en
mi brazo. Lo seguí por la entrada de guijarros y luego me volví para lanzar un saludo sobre mi
hombro y gritar: —gracias por el paseo, Timothy.

Oh, mierda, espera. ¿Se suponía que debía darle propina? ¿O al gerente? Joder con la mierda,
solo tenía tarjetas conmigo, no efectivo, pero tal vez este lugar tenía un cajero automático del que
podía obtener un cambio de...

Y fue entonces cuando me di una bofetada porque, por supuesto, tenían un maldito cajero
automático, eran un casino, por el amor de Dios. Además, Ace se habría encargado de todo, con la
propina incluida, ¿no? Cierto.

Bien, deja de estresarte y contrólate, Prescott. Finge que perteneces aquí. Fingir esa mierda
hasta que hagas esa mierda.
Respiré profundamente el aire vigorizante y perfumado, y seguí a Charles más allá del
vestíbulo privado hasta un conjunto de ascensores. Insertó una tarjeta de acceso y cuando las
puertas se abrieron de inmediato, hizo un gesto para que entrara.
pegado en el fondo
del elevador mientras Charles estaba de pie junto a la puerta de espejo con las manos entrelazadas
detrás de su espalda. Estaba haciendo todo lo posible para no parecer que estaba enloqueciendo,
pero sinceramente, si hubiera podido saltar de un lado a otro como un niño en la mañana de Navidad
en ese momento, lo habría hecho.

Desde el momento en que Ace apareció en la puerta de mi casa, me había levantado de un


empujón y con cada sorpresa que había lanzado en mi dirección, me había obligado a adivinar. Y
tal vez ese era el plan: mantenerme volando alto y que de esa manera tuviera que aprender a confiar
en él. Tenía que dejarlo guiarme y creer que me mostraría dónde podía aterrizar con seguridad.

—¿Esta es su primera vez en Las Vegas, señor Prescott?

Cuando la voz de Charles rompió mis reflexiones, sonreí ante su reflejo en las puertas y
asentí. —¿Es tan obvio?

Charles me dirigió una sonrisa.

—Tienes esa…

Parecía atascado, en busca de una palabra específica, así que le sugerí: —¿esa mirada de
sorprendido y conmocionado? —Y se rio.

—Sí —dijo—. Esa. Pero también una mirada apreciativa.

Miré alrededor del interior dorado del ascensor y hacia el techo con espejos y luego hacia el
reflejo de Charles. —Ahh... sí, ¿cómo no poder apreciar esto?

—Le sorprendería.

El ascensor se detuvo y, cuando las puertas se abrieron, me hizo un gesto para que saliera
primero. Salí y esperé a ver a dónde me llevaría, y cuando giró a la izquierda lo seguí por un pasillo
con poca luz. Cada pocos metros había candelabros de pared que creaban un ambiente privado e
íntimo, hasta que pasamos por un largo muro de espejos que tenía la altura de la cintura.

Oh. Mi. Dios.

Me quedé sin aliento al ver el reflejo en ellos, y rápidamente me volví para mirar por la
pasarela del cielo por la que estábamos caminando cuando nos detuvimos abruptamente. Porque el
lado opuesto de la pared ahora estaba hecho de ventanas del piso al techo con vista a Strip.

—Vaya —dije mientras me acercaba un poco más y escuchaba a Charles reír.

—Impresionante, ¿no es así?

Lo miré, sabiendo que tenía que parecer tan sorprendido como me sentía, porque en realidad,
¿cuánto más podría soportar? Solo era un hombre promedio. Un hombre promedio, que había
crecido con padres simples, en términos relativos. Y ahora aquí estaba parado en un lugar que era
apto para... para... bueno, Ace Locke, al parecer.

Increíble. —Estoy bastante seguro de que eso es un eufemismo.

—Espere a ver la vista desde su habitación. Sígame —dijo, y tuve la suerte de poder mover
aún las piernas.

Cuando salimos de la pasarela, se detuvo frente a una puerta grande e insertó la llave, luego
la mantuvo abierta para mí y entré en la habitación más impresionante en la que alguna vez había
estado.

Justo debajo de mis pies había un mármol tan brillante que podía ver mi reflejo, y la
iluminación de la habitación coincidía con la del pasillo. Era débil y suave, lo que le daba un aire
íntimo al lugar.

—Está bien, Sr. Prescott. Aquí es donde lo dejo. Pondré su tarjeta aquí en la mesa de entrada
y si tienes alguna pregunta o inquietud, simplemente levanté el teléfono y marque el asterisco. Eso
lo conectará directamente con mi oficina.
Parpadeé varias veces y metí las manos en los bolsillos, sin saber qué decir. Me sentí como
se debía haber sentido Dorothy cuando aterrizó en Oz, completamente fuera de mi elemento.

Charles pasó junto a mí hasta la puerta, y cuando me giré para verlo irse, dijo: —disfruté de
su estadía en el Syn, señor Prescott.

Luego cerró la puerta detrás de él.

Mientras el silencio se instalaba en la habitación, lentamente volví a girar y una vez más
quedé anonadado por el espacio que se extendía ante mí. Recorrí la habitación hasta una puerta a
mi derecha, donde fui, metí la cabeza dentro y vi una bañera grande y una ducha del tamaño de mi
apartamento. Luego seguí adentrándome en la habitación que se extendía ante mí para abarcar una
cómoda sala de estar frente a una franja de ventanas en la pared más alejada, y una cama
monstruosamente grande con una cabecera que se extendía por toda la pared hasta el techo. Era
una locura.

Todo este lugar era una locura.

Estaba a punto de dirigirme a la ventana para ver mejor la vista, cuando el teléfono que estaba
junto al sofá comenzó a sonar. Corrí hacia él y levanté el auricular.

—¿Hola?

—Veo que llegaste de una sola pieza.

Cuando la voz de Ace cruzó la línea, una gran sonrisa curvó mi boca. —Umm... apenas. Juro
que mi corazón no puede soportar mucho más de esto, Ace. Puede que se rinda si planeas lanzar
algo más sobre mí.

Se rio, y deseé poder ver su rostro en ese momento para disfrutar de su felicidad.

—Espero que eso no sea cierto.

—Uh, uh. Es mejor que no tengas nada más planeado. Esto ya es demasiado.

—¿Dylan? —dijo Ace, y había algo nuevo en su tono. Había más seguridad en la forma en
que me estaba hablando, y eso me tenía mordiendo nerviosamente mi labio inferior.
—¿Sí?

—¿Ves la puerta junto a tu mesita de noche?

Giré sobre mis talones y allí mismo, exactamente donde Ace dijo que estaba como si
estuviera parado a mi lado, había una puerta del mismo color que la pared. De hecho, la única razón
por la que sabía que era una puerta era por el asa oscura y la cerradura unida a ella.

—Sí, la veo —le dije, y caminé hacia la puerta, ya que de alguna manera sabía que estaba
parado al otro lado.

—Ábrela, Dylan. Ahora.

Oh, sí. Esta nueva autoridad que Ace estaba arrojando tenía mi polla palpitando y mis palmas
sudando. Y cuando extendí la mano para abrir la puerta, me pregunté dónde terminaría exactamente
esta tarde y esta noche.

me quede solo, puse el sobre en la mesa de café, y luego espere hasta


que Charles me llamara para avisarme que Dylan había llegado sano y salvo. El Syn tenía una
magnífica suite presidencial que estaba situada en el extremo opuesto del edificio y,
afortunadamente, estaba unida a la suite contigua, y tan pronto como me dieron el visto bueno,
estaba al teléfono exigiendo que Dylan abriera su puerta.

No estaba seguro de dónde venía la confianza en mí mismo, pero desde que los ojos de Dylan
se iluminaron cuando le regalé las flores en su casa, tuve el loco deseo de ser el que tuviera el
control de cada gramo de placer que experimentará este fin de semana. También noté la forma en
que la respiración de Dylan se aceleraba y de sus mejillas sonrojadas cada vez que emitía una nueva
orden, y no iba a dejar que esa reacción se desperdiciara.

Diablos, jodidamente no.

Iba a aprovechar al máximo el hecho de que Dylan Prescott parecía incapaz de controlarse a
sí mismo cuando se trataba de mí, al menos no más de lo que podía yo cuando se trataba de él.
—Ábrela, Dylan. Ahora —dije por teléfono, necesitando verlo a pesar de que habían pasado
menos de cuarenta y cinco minutos desde que lo dejé en el aeropuerto.

—¿Por qué? ¿Me extrañas?

Maldito bastardo, pensé mientras apoyaba la cabeza en la puerta y sonreía.

—Tal vez.

—¿Tal vez? Bueno, entonces, no querrás saber que desde el momento en que me has exigido
que abra mi puerta me tienes duro como una jodida piedra.

—Dylan, abre la maldita puerta —prácticamente gruñí, y luego sonó el clic de la cerradura y
la manija de la puerta giró, y Dylan estaba allí parado frente a mí con el teléfono todavía junto a la
oreja.

—Y ahora, ¿qué? —preguntó, y dejó que sus ojos se posaran sobre mí. Sin preocuparme por
el teléfono que todavía sostenía, lo tiré en el sofá al lado de la puerta contigua y me dirigí a su
habitación. Dylan no retrocedió; simplemente bajó su brazo mientras tomaba su rostro entre mis
manos y ponía mis labios sobre los suyos, y dulce señor, sentía como si no lo hubiera besado en
años.

El teléfono que había estado sosteniendo cayó al suelo alrededor de nuestros pies mientras
sus manos se posaron en mi cintura. Podía sentir sus dedos deslizarse bajo la tela de la chaqueta a
la que me había cambiado, y cuando me tiró más cerca, llevándome más dentro de su habitación,
nuestras lenguas se batieron en duelo en la más dulce de las peleas.

Un suave gemido se coló por mis oídos mientras inclinaba la cabeza hacia un lado y me
sumergí más profundamente, y cuando una de las manos de Dylan se deslizó hasta mi trasero,
estuve cerca de decir que se joda el evento Sapphire, despojar a Dylan de todo y estirarlo en la
enorme cama que había junto a nosotros.

Pero luego recordé la razón principal por la que lo traje aquí esta noche. No fue solo para
llevarlo lejos. No, podría haber hecho eso en cualquier momento y en cualquier lugar. Esta noche
se trataba de darle a Dylan... algo especial. Y eso significaba poner fin a la provocación que ahora
estaba moliendo sus caderas en un delicioso ritmo contra las mías.

—¿Dylan?

—Mhmm —dijo contra mi mandíbula mientras besaba un camino hasta mi oreja donde,
demonios, chupó mi lóbulo.

—¿No quieres ver mi habitación? —le pregunté mientras me alejaba lentamente de él, solo
para que Dylan enganchara sus dedos en mi cintura y me llevara hacia adelante.

—¿Tu habitación? No sé... Esperaba ver el techo de la mía.

Oh, mierda. Dylan era casi imposible de resistir en ese momento con sus labios hinchados y
sus ojos entrecerrados, pero lo haría. —En serio. Tengo algo que darte y luego tengo que irme por
un par de horas...

—¿Qué? ¿Por qué?

Bueno, eso llamó su atención. Y fui tan presumido que me alegré de que pareciera tan
horrorizado por la idea. Le tomé la mano, a punto de guiarlo por la puerta contigua, y le dije: —
solo un pequeño lanzamiento de un producto. Roger me obliga a asistir, y mientras estoy fuera,
tengo una tarea para ti.

Mientras tiraba de su mano, listo para llevarlo a mi habitación, Dylan clavó los talones y dijo:
—¿una tarea? ¿Qué tipo de tarea?

Y en ese momento, sabía que lo tenía. —Ven conmigo y lo descubrirás.

pensamiento coherente
abandonó mi cerebro, porque santa mierda, no era una habitación o incluso una suite. No, era el
apartamento de dos pisos más grande que había visto en mi vida. Toda la pared curva de enfrente
era de ventanas del suelo al techo, con cortinas gruesas a un lado en caso de que alguna vez
quisieras cubrir esa vista. ¿Pero quién en el nombre de Dios haría algo tan estúpido? pensé,
mientras observaba la vista del Strip brillando frente a nosotros desde donde estábamos en el último
piso del Syn.

Cuando me acerqué para ver mejor y arrastré a Ace a mi lado, soltó una carcajada.

—Solo espera hasta que lo veas por la noche —dijo, soltando mi mano para envolver sus
brazos alrededor de mi cintura.

Detuve sus manos. —¿Qué pasa si alguien nos ve?

—Podemos ver perfectamente, pero nadie puede nos puede ver a nosotros. —Cuando volvió
a agarrarme de la cintura, me besó debajo de la oreja—. Durante la cena de esta noche podremos
ver el volcán explotando frente al Mirage.

—¿Volcán? —pregunté, volviendo la cabeza para ver si estaba bromeando. Pero parecía
sincero mientras asentía.

—Solo espera. —Ace presionó un beso en mis labios y luego me dejó ir, acercándose a la
mesa de café para recoger el sobre manila que había visto a su chofer darle en el aeropuerto. Luego
volvió a caminar hacia mí con una cara llena de travesuras.

—Lo primero es esto —dijo, mostrando una simple tarjeta de visita blanca.

—¿Y eso es...?

—El nombre del asesor de imagen que te asistirá mientras estoy fuera. Necesitarás algo un
poco... elegante e informal para lo que he planeado para nosotros esta noche. La tienda está ubicada
en el segundo piso, por lo que no tendrás que ir demasiado lejos y ni siquiera pienses en llevarte tu
billetera. Han archivado mi información, así que consigue lo que quieras.

—¿Qué? —balbuceé, apenas siendo capaz de comprender lo que acababa de decir—.


¿Quieres que vaya de compras mientras trabajas?

—Eso es exactamente lo que quiero. ¿Te importa?

—¿Me importa? Ace, esta es una mierda parecida a Pretty Woman.


Se rio y me entregó la tarjeta, que de inmediato guardé en mi bolsillo. Luego levantó lo que
parecía la tarjeta de acceso a mi habitación, excepto que era negra y tenía un extraño símbolo que
nunca había visto antes. El símbolo parecía brillar de azul, luego a verde, y luego a púrpura bajo la
luz, y cuando Ace lo puso en mi mano, se sintió pesado y cálido, y el misterio de eso envió un
escalofrío por mi espina dorsal.

Mis ojos se movieron hacia él, pero su expresión no dijo nada. —¿Qué es esto? —le pregunté.

—Una promesa… —dijo, mientras giraba la tarjeta entre mis dedos.

—¿De?

Entonces cuando me miró, el calor en sus ojos encendió un fuego en mis venas. —De todo
—dijo. Luego tomó la tarjeta y la volvió a colocar dentro del sobre antes de dirigirse a una pintura
en la pared justo detrás de la escalera de caracol dorada. Empujó la pintura hacia un lado y cliqueó
un código en un teclado escondido detrás de él, y cuando la caja fuerte se abrió, empujó el sobre
dentro.

Maldición, ¿es algo que requiere una caja fuerte? Eso me tenía más que un poco intrigado,
y cuando Ace cerró la caja fuerte y volvió a poner la pintura en su lugar, admiré la forma en que la
chaqueta negra del traje cubría la amplia extensión de su musculosa espalda. Debido a su gran
tamaño, suponía que todas sus prendas tenían que estar hechas a medida para adaptársele, y gracias
a Dios por eso, porque la forma en que se veía con ese traje en este momento era suficiente para
hacerme caer de rodillas y rogar por pasar mis manos por todo su cuerpo.

Cuando se volvió para mirarme, traté de encontrar las palabras que había estado buscando
desde que llegó a mi puerta esta mañana. Diablos, desde que lo conocí, si fuera honesto.

—Ace, yo... —Pero no salían. Nada parecía suficiente en ese momento, y dejé que las
palabras no pronunciadas permanecieran en el aire entre nosotros, un silencio que estaba lleno de
tensión sexual.

Entonces Ace se adelantó, su cuerpo duro exudaba poder crudo y disparaba cada deseo carnal
que tenía, y cuando se detuvo frente a mí, no lo dudé. Mis labios estaban sobre los suyos antes de
que pudiera tomar su próximo aliento y mi lengua deslizándose dentro para enredarse con la suya
mientras trataba de transmitir lo que estaba sintiendo. Di lo que tomaba, mientras su cuerpo se
presionaba tan fuerte contra el mío que era difícil saber dónde terminaba él y dónde comenzaba yo.
Pero muy pronto todo había terminado, sus fuertes brazos me empujaron, incluso cuando una
sonrisa medio arrepentida cruzó su rostro.

—Estoy a unos dos segundos de cancelar esa aparición —dijo, y fue un golpe para mi pene
escuchar el anhelo sin aliento en sus palabras.

Cuando extendí la mano para enderezar su corbata, dije: —supongo que no debería hacer
nada como desnudarme para tentarte a que te quedes.

Las manos de Ace se acercaron para agarrar mis muñecas. —No, realmente no deberías hacer
eso.

—No te preocupes. Tendré mi mejor comportamiento mientras estás fuera. El único lugar
donde me desnudaré es en el vestidor.

Gimiendo, Ace me empujó hacia adelante y aplastó sus labios contra los míos. —Joder —
murmuró contra mi boca, y luego soltó mis muñecas y se apartó, poniendo entre nosotros el espacio
que tanto necesitaba. No podía confiar en mí mismo para no tender la mano hacia él otra vez,
especialmente cuando ajustó la erección en sus pantalones, así que me obligué a sacar la tarjeta de
mi bolsillo solo para tener algo que hacer en vez de mirar al hombre sensual moviéndose más hacia
el otro lado de la habitación.

Pierro at Brioni era todo lo que estaba escrito en la tarjeta, sin sitio web o número de teléfono,
como si la persona que tuviera la tarjeta debiera saber quién es y qué significa con solo esas tres
palabras.

—No debería tardar demasiado —dijo Ace, deslizando la llave de la habitación en su bolsillo
y caminando hacia la puerta—. Tal vez dos, tres horas como máximo. Asegúrate de estar vestido
y... hambriento. Y sí, me refiero a eso en ambos sentidos de la palabra.
Y luego, con una sonrisa diabólica, salió de su suite presidencial, dejándome allí,
reorganizando mi propia erección.

Oh, mi maldito Dios. Estaba en la suite presidencial. Del Syn. Giré para ver la extravagante
suite, con arañas de cristal colgando del techo del segundo piso y la chimenea rugiente que no
parecía emitir ningún calor. No había forma de que perteneciera aquí, pero no me importaba fingir
por una noche. Toqué la tarjeta de visita contra mi palma y la miré de nuevo. ¿Qué había dicho
Ace? ¿Elegante e informal? Ni siquiera sabía lo que eso significaba.

Desde la otra habitación, mi teléfono sonó, un fuerte golpe de rock que solo podía significar
una persona y corrí para atraparlo antes de que la llamada fuera al buzón de voz.

—Derek —dije cuando contesté.

—Oye, imbécil. ¿Qué pasa con las fotos de Las Vegas? ¿No se supone que estás rodando una
película?

—Tengo el fin de semana libre —le dije, y luego recordé que no le había contado lo que
estaba pasando con Ace, y rápidamente agregué—. De la película, quiero decir. Tengo un desfile
de modelaje este fin de semana aquí. En Las Vegas.

Hubo una pausa larga y luego Derek dijo: —bien. ¿Y cómo se llama ese desfile?

—¿El nombre?

—Sí, ¿con quién estás grabando este fin de semana?

Mi cerebro no estaba trabajando lo suficientemente rápido como para inventar una mentira
que creyera, y aunque tenía la sensación de que el bastardo sabía que estaba mintiendo, le dije: —
Jergens. —Y de inmediato acerque de golpe la palma en mi frente porque ¿en serio? ¿Esa fue la
primera maldita cosa en la que pude pensar?

—¿Jergens? —repitió Derek, y luego dejó escapar una carcajada—. ¿De verdad?

—Sí, ellos, eh... tienen una nueva línea de bronceado... aceites y otras cosas —le dije, y
esperaba que lo dejara pasar para no tener que cavar más profundamente.
Derek se rio de nuevo. —Tienes que ser el peor mentiroso de todos. ¿Lo sabes?

—Que te jodan.

—Noo, estoy bien ahora, y algo me dice que tú también lo estás. ¿Cómo está ese novio
estrella de cine? Oh, lo siento, ¿coestrella?

—Estoy seguro de que está bien en LA.

—Realmente te apegas a esa historia, ¿eh?

—¿Qué? No hay nada que contar. —Mentiroso, mentiroso, puras mentiras por Ace. Jesús,
qué tengo ¿cinco jodidos años?

—Si tú lo dices, Prescott. Si tú lo dices.

Fui a pasar mi mano por mi cabello, pero aún sostenía la tarjeta, y eso me hizo pensar. —
Oye, ¿Jordan está contigo?

—Tal vez. ¿Qué quieres con mi chico?

—¿Puedes decir que se ponga? Me invitaron a esto... —¿Qué diablos se suponía que iba a
decir? Oye, tengo esta extraña tarjeta que brilla y necesito saber si sabes lo que significa. Sí, eso
no iba a levantar sospechas ni nada—. Es solo una mierda elegante de la que pensé que podría
saber algo, siendo multimillonario y todo eso.

—Lo último que supe es que eran solo millones, pero sí, la mierda elegante es más su
problema. Espera. —Hubo un sonido amortiguado, como si el teléfono estuviera cambiando de
manos, y entonces Jordan Devaney llegó a la línea, un soplo de aire fresco y tan animado como
siempre.

—¿Por qué estás siendo tan reservado por allí, chico bonito? —preguntó, y puse los ojos en
blanco por el apodo.

Ignorando su pregunta, dije: —¿qué significa elegante e informal?

—¿Elegante e informal? ¿Es eso lo que debes ponerte esta noche o algo así?
—Sí, él... mi agente me dio una tarjeta para alguien llamado Pierro at Brioni y me dijo que
fuera a comprar algo elegante e informal, sea lo que sea lo que signifique eso.

—¿Brioni? —dijo Jordan, y luego silbó—. Maldita sea, tu agente sacó las armas pesadas
para ti, ¿no?

Cuando volví a mirar la enorme suite, tuve que estar de acuerdo. —Eso parece. Entonces,
¿puedes ayudarme?

—Cariño, no necesitas mi ayuda. Créeme, Pierro te cuidará bien.

—Bueno. Segunda pregunta, has estado en Las Vegas, ¿verdad? ¿Alguna vez has estado en
el Syn?

—Solo cada vez que voy. ¿Por qué?

—¿Alguna vez has visto una tarjeta... negra... que lleva... algo que... umm, brilla? ¿Con un
extraño símbolo en él?

Eso debe haber captado la atención de Jordan, porque la diversión dejó su voz. —¿Es eso lo
que tu agente te dio?

—Sí. ¿Sabes lo que se supone que debo hacer con eso?

—¿No te lo contó? —Jordan soltó una carcajada—. Oh, dulce cosita, no puedo decirte lo que
es eso, pero te puedo prometer que no terminarás en una bolsa de basura junto con los desperdicios
de la noche, si eso es lo que te preocupa.

—Entonces sabes para qué sirve, pero no me lo vas a decir.

—Así es.

Dejé escapar un gruñido frustrado. —Y crees que yo soy reservado.

—Bueno, la diferencia entre tú y yo es que nadie conoce mis secretos. Pero tú, chico bonito...
no estás engañando a nadie. Sin embargo, te dejaremos jugar un poco más.

—De repente me arrepiento de haber respondido a esta llamada.


Entonces el teléfono pasó a Derek. —Nosotros también te extrañamos, Prescott. Diviértete
frotándote con Jergens este fin de semana y llámame si algo... bueno, surge —dijo, y luego soltó
una carcajada.

—No te ofendas, amigo, pero serías la última persona a la que llamaría si eso sucediera. —
Eché un vistazo a la tarjeta en mi mano y sentí un escalofrío por todas las posibilidades que podría
tener la noche, y luego dije: —de acuerdo, imbécil, tengo que ir y comprar algo elegante, según tu
hombre. No estoy seguro de si me tranquilizó o si me puso más nervioso. Agradécele por eso,
¿podrás?

Derek me dijo que se lo agradecería muy bien, luego colgó, dejándome allí de pie con una
tarjeta de negocios que, aparentemente, me haría vestir, arreglarme y prepararme para lo que Ace
nos tenía reservado, y maldita sea si no estaba ansioso por impresionarlo.
cuando entré en el ascensor privado e inserté mi tarjeta. Nunca había
sentido el lanzamiento de un producto tan largo como el de hoy, pero cuando eché un vistazo a mi
reloj noté que solo habían pasado un poco más de dos horas y media. No me sorprendió que se
hubieran sentido más como diez, porque cada vez que no estaba con Dylan el tiempo me parecía
demasiado largo.

Lo que era impactante fue lo mucho que su presencia parecía afectar al estado de ánimo en
el que estaba. Hace poco más de un mes, me habría pasado toda la tarde festejando con los invitados
en la planta baja, pero ahora, ahora parecía como si algo me estuviera faltando. No, no es algo, es
alguien.

Sin Dylan, la vida no era ni la mitad de... emocionante. Y aún no estaba muy seguro de cómo
sentirme acerca de eso. Sabía lo que esperaba, lo que realmente quería que saliera de esta relación
floreciente, pero también era consciente de que esto, lo que Dylan y yo estábamos teniendo, había
sucedido rápidamente.

Desde el momento en que nos conocimos, la vida había sido un torbellino. Caótica. No era
el escenario de citas promedio. Pero también era consciente de que esa era mi vida. No era normal.
Y me pregunté cuánto tiempo podríamos permanecer en esta pequeña burbuja que había creado
antes de que el resto del mundo se inmiscuyera. Y cuando lo hiciera, ¿se quedaría Dylan?

Dios, realmente espero que sí. Porque la alternativa era demasiado dolorosa para siquiera
pensarla.

Esta noche, sin embargo, era para nosotros. Había planeado todo hasta el último detalle, y no
podía esperar a que comenzara. Durante el lanzamiento del vodka Sapphire, me había estado
preocupando por lo que quería preguntarle a Dylan esta noche. No quería que se sintiera presionado
o apresurado, y antes de seguir con esto, necesitaba que estuviera cien por cien a bordo con lo que
tenía en mente.

Decir que estaba nervioso era una subestimación. Estaba a punto de arriesgarme de una
manera que no lo había hecho antes. Y aunque eso daba miedo, sabía que si Dylan decía que sí,
haría todo lo que estuviera a mi alcance para hacerlo feliz.

Cuando el ascensor llegó a mi piso, inhalé y sacudí mis manos a los lados mientras avanzaba
por el pasillo hacia mi suite.

Esto es todo. Me paré en la puerta y conté desde diez. Abre la puerta, entra y hazlo. Lo tienes.
Puedes hacerlo. Eres Ace Locke, por el amor de Dios. Y con esa pequeña charla, me recordé de
qué se trataba esto, inserté la llave del hotel y abrí la puerta.

Cuando entré, lo primero que noté era que todas las luces de la enorme suite estaban
apagadas. Lo segundo fue la mesa dispuesta en la habitación frente a las ventanas que daban al
Strip. Y mis ojos se sintieron atraídos hacía las velas que parpadeaban en el centro y el candelabro
a cada lado iluminando el área inmediata a su alrededor.

Bien, la cena había llegado.

Deslicé mi llave en el bolsillo de mi chaqueta y entré más allá de la habitación, pasando por
debajo de la elaborada escalera, buscando al hombre con el que iba a compartir la comida que podía
ver que estaba en una bandeja de servir de plata al lado de un cubo de vino, pero Dylan no estaba
por ningún lado. Quizás todavía estaba preparándose. Desabroché mi chaqueta y alcancé el nudo
de la corbata en mi cuello. Necesitaba darme una ducha rápida y cambiarme antes de salir, pero
planeaba hacer eso después de que comiéramos y Dylan hubiera... aceptado la actividad prevista
para la noche.

—Bastante elegante, ¿no?

Al oír el sonido de la voz de Dylan, me di la vuelta y escaneé el espacio detrás de mí. Con
solo las velas y el brillo de las luces del exterior, apenas podía distinguirlo en la sombra, apoyado
contra el marco de la puerta contigua.
—Los camareros se fueron hace un par de minutos —dijo, y me obligué a quedarme donde
estaba cuando se apartó de la puerta.

Déjalo que venga a mí.

—Entonces he llegado en el momento perfecto —le dije mientras Dylan pasaba junto a uno
de los grandes sofás de la sala de estar principal y se acercaba a mí con cada paso que daba.

—Estoy empezando a creer que todo lo que haces es lo más perfecto posible, Ace.

Cuando mi nombre salió de su boca, Dylan finalmente entró en un haz de luz lo


suficientemente brillante como para iluminarlo, y maldita sea. Este hombre era impresionante.
Había estado rodeado de mucha gente hermosa en mi negocio, pero no tenían nada de Dylan
Prescott. No pensé que nadie pudiera. Era magnético. En una liga propia, y no había dudas en mi
mente de que el hombre que actualmente me miraba sería un nombre muy conocido.

—Dios, Dylan, mírate...

—Bueno, si estás sin palabras, estoy asumiendo que pasaré la inspección para lo que sea que
hayas planeado para esta noche.

—¿Pasar? Estoy bastante seguro de que ahora soy yo quien necesita intensificar su juego —
negué con la cabeza y caminé más cerca de él—. Casi tengo miedo de tocarte porque te arreglaste
demasiado.

Estaba vestido de negro de pies a cabeza. Pierro había medido y encajado el cuerpo alto y
musculoso de Dylan a la perfección absoluta. Los pantalones a medida dejaban poco o nada a la
imaginación, y la camisa de algodón a medida que Dylan había metido en su esbelta cintura estaba
desabrochada en la parte superior, donde el cuello estaba perfectamente extendido para una
invitación.

—Ciertamente espero que ese no sea el caso. Esperaba que al poner esto en marcha, te atrajera
para sacarme de esto.

Pasé mis dedos a lo largo de la sombra que cubría la línea de la mandíbula de Dylan, y cuando
llegué a sus labios carnosos los tracé suavemente, recobrando el aliento cuando besó las puntas.
—Acerca de eso... —dije, bajando la mano.

—¿Acerca de quitarme la ropa? Oh, sí, hablemos de eso —dijo Dylan, mientras tomaba mi
mano y se acercaba a mí—. Pero primero —se inclinó hacia delante y capturó mis labios en un
dulce, dulce beso que hizo que mi corazón se apretara tan fuerte como los dedos que había
entrelazado con los suyos, y cuando se apartó, me sonrió radiante—, te extrañe.

Suspiré y lo besé nuevamente, incapaz de recuperarme a mí mismo. —También te extrañé.

—¿Como cuánto?

—Como que… desde el segundo en que salí de la habitación del hotel, ya quería dar la vuelta
y regresar.

Dylan se lamió el labio inferior, como saboreando mi sabor, y fue impactante cuánto me
atraía la idea de eso. Nunca había sido un hombre excesivamente posesivo en el pasado. No
propenso a los celos. Pero con Dylan quería reclamarlo de alguna manera. Ponerle un sello con
algún tipo de propiedad que le permita al mundo saber que me pertenecía a mí.

Tiré de su mano, llevándolo a la mesa mientras seguía mirándome como si fuera la mejor
jodida cosa que había visto. Cuando le acerqué una silla, Dylan alzó las cejas.

—Que caballero.

Me pregunté si aún pensaría eso en cinco minutos. —Puedo serlo, a veces.

Eso pareció divertirlo, porque Dylan dirigió una sonrisa en mi dirección. —Bueno, no me
gustaría que siempre fueras cortés.

—¿No?

Tomó asiento, y sus ojos adquirieron una mirada sensual que hizo que mi polla reaccionara.
—No. Definitivamente no.

Con una mano en el respaldo de su silla, me incliné y coloqué un suave beso en la comisura
de su boca y susurré: —no puedo decirte lo contento que estoy por escuchar eso.
Dylan parpadeó, y tan cerca estaba la luz de la vela que me quedé impresionado por lo gruesas
y largas que eran las pestañas que rodeaban esos hermosos ojos.

—¿Oh? ¿Y por qué es así, señor Locke?

De acuerdo, esto es todo. Ahora o nunca, me dije mientras presioné un beso en sus labios.
—Dame un segundo y te lo mostraré.

Cuando me enderecé para ir a buscar el sobre, Dylan extendió la mano y me agarró la muñeca.
Me detuve y miré hacia abajo, y me dio una sonrisa impresionante mientras decía: —lo siento. Solo
quería mirar hacia arriba y verte mirando hacia abajo. Así podría guardar esta imagen, para más
tarde.

Y sí, joder, no habría importado si hubiera sido un mes, una semana, o demonios, una hora.
Mi corazón estaba completamente comprometido con el hombre al que estaba a punto de
entregárselo.

Caminé hacia la caja fuerte y saqué el sobre de antes, y pude sentir mis nervios resurgir de
nuevo.

¿Qué pasa si dice que no? ¿Qué pasaría si pensara que estoy loco por siquiera sugerirlo? De
ninguna manera, no hay manera de que piense que estoy loco. Podría estar sorprendido, pero tenía
la sensación de que una vez que la idea se estableciera y echara raíces, Dylan estaría en ello.

Después de cerrar la caja fuerte, me dirigí a la mesa y me senté. Pensé que era mejor hacer
esto antes de la cena; de esa manera no habría platos en el camino o vasos para arrojarme.

—Bien —dije mientras los ojos de Dylan se movieron hacia el sobre que había puesto delante
de mí—. Como sabes, tengo planes para nosotros esta noche.

—Planes muy misteriosos... hasta ahora. Tengo que decir que tengo una gran curiosidad
sobre qué hay exactamente en ese sobre. Se siente muy Misión: Imposible.

Dejé escapar un chillido de risa ante eso. —¿Se siente así? Bien, supongo que de alguna
manera es muy... reservado. Pero hay una razón para eso.
Dylan se reclinó en su silla y dejó que sus ojos recorrieran mi cuerpo de una manera que hizo
que mi pulso se acelerara. Jesús, ¿qué está pensando...?

—¿Y qué razón es esa? —preguntó.

Me recordé a mí mismo que para el papel de esta noche, que para que esto funcionara de la
manera que pretendía, tenía que tener el control... comenzando en este momento. Abrí el sobre y
saqué los papeles, luego busqué un bolígrafo en el bolsillo dentro de mi chaqueta. Cuando los puse
sobre la mesa y apoyé suavemente la pluma en la parte superior, lo miré. —Porque este lugar es
exclusivo.

Los ojos de Dylan se estrecharon cuando se recostó y miró los papeles sobre la mesa, y
mentalmente me di una patada en el culo por no haberme servido una bebida antes de comenzar
esto. Estaba seguro de que habría ayudado con los nervios.

El silencio en la suite era ensordecedor mientras esperaba algún tipo de reacción. Cualquier
cosa podía estar pasando por su cabeza, inclinada sobre el documento que había dispuesto delante
de él, pero cuando levantó sus ojos hacia los míos, la franca curiosidad en ellos detuvo cualquier
temor que pudiera tener.

Dylan no estaba perturbado. No estaba enojado. Pero tenía curiosidad.

Los documentos no tenían ningún nombre de establecimiento en la parte superior,


simplemente el mismo símbolo que la tarjeta que le había mostrado anteriormente. No decían nada,
pero exigían silencio completo y privacidad si decidían visitar el lugar que les permitía su entrada.

Algo que tampoco se especificaba en la documentación era que estaba de acuerdo con una
mera firma y una oración de que no era nada ilegal, en el hecho de que estaba bien sin saber lo que
estaba potencialmente firmando.

Sí, parecía una locura, pero este lugar había sido avalado por personas en las que confiaba, y
esperaba que Dylan mostrara la misma fe en mí.
—Yo... eh... no pensé que quisieras uno de estos entre nosotros —dijo Dylan, pasando el
dedo por el bolígrafo, y luego agregó: —pero estoy feliz de firmarlo. Está bien. Simplemente no
es muy específico. ¿No debería ser más específico?

Extendí la mano sobre la mesa y puse mi mano sobre la de él, calmando su inquietud, y
cuando sus ojos se encontraron con los míos, dije: —esto no es para mí, Dylan. Confío en ti cuando
se trata de mí. De nosotros.

Frunció el ceño y devolvió su atención al papel, volviéndolo a leer para ver lo que se había
perdido, y cuando volvió a mirarme, negó con la cabeza. —Entonces no entiendo. ¿Para quién es?

Giré su mano en la mía y acaricié mi palma con el pulgar y dije: —para todos los demás.

palabras que Ace había dicho antes de la cena aún resonaban


en mi cabeza, enviando un revoloteo de nervios y excitación a través de mi cuerpo.

Todos los demás, había dicho, y aunque no había explicado qué significaba eso, de todos
modos firmé el acuerdo de privacidad. Sabía sin lugar a dudas que nunca me pondría en peligro, y
la corriente oculta de emoción que parecía vibrar justo debajo de su superficie me dijo todo lo que
necesitaba saber sobre sus intenciones y lo que la noche tenía reservada para nosotros.

Mi mente estaba llena de posibilidades, pero cada uno de esos pensamientos desapareció
cuando Ace salió del enorme baño de mármol, luciendo como si él mismo hubiera sido tallado en
la piedra azul y negra.

El cuello desabrochado de la camisa azul marino que llevaba acentuaba su mandíbula


cincelada y resaltaba el color de sus ojos, y la forma en que sus pantalones negros se adaptaban a
sus poderosos muslos...

—Joder —le dije, moviéndome en su dirección, incapaz de apartar la mirada de él.

Los labios de Ace se arquearon cuando colocó el acuerdo doblado y firmado en la parte de
atrás de sus pantalones y luego colocó la extraña tarjeta en su bolsillo. —Tomaré eso.
—Uh, sí... Sí, definitivamente debes tomar... —dije, dejando esa declaración abierta a
propósito.

—Es posible que tenga que hacer eso. Pronto —dijo, y luego me tendió la mano, y no dudé
en enlazar los dedos—. ¿Estás listo?

Ese maldito hormigueo de anticipación fluyó a través de mí otra vez, y asentí. Hubiera dicho:
mierda, trae lo que tengas guardado, pero las palabras se atascaron en mi garganta. Ace llevó
nuestras manos a su boca y rozó sus labios contra el dorso de mi mano antes de inclinarse hacia
adelante para colocar los besos más suaves contra mis labios. Y luego me estaba guiando por la
puerta y por el pasillo, su mano todavía firmemente unida a la mía, lo que me hizo preguntarme si
se había dado cuenta de lo que estaba haciendo.

Como si leyera mi mente, me dio un apretón tranquilizador en mis dedos, y cuando nos
detuvimos frente al ascensor privado, insertó su tarjeta y las puertas se abrieron inmediatamente.
Pero después de que entramos, sacó la que tenía el extraño símbolo y la metió en una ranura en la
esquina superior derecha del ascensor.

Oh, mierda. ¿A dónde conduce eso?

Cuando el ascensor comenzó a subir, le di una mirada inquisitiva. —¿Pensé que estábamos
en el último piso?

—Estamos en lo que todos creen que es el último piso. —Su sonrisa era realmente perversa
mientras sacaba los papeles de sus pantalones, y cuando los desenrolló, escondido dentro había dos
finos antifaz negros, como algo que usaría el Zorro.

Espera. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Me temblaban las manos cuando me dio uno y luego
se puso su propio antifaz. Cubría lo suficiente como para que pareciera familiar, pero no fueras
capaz de decir cómo lo conociste, a menos que, como yo, hubieras memorizado cada línea de su
cuerpo, y eso fue antes de que lo tuviera acostado en mi cama.
Cuando el ascensor llegó al destino desconocido, Ace pulsó el botón de detener, dándome
tiempo para ponerme la máscara, lo que no fue una hazaña fácil cuando estaba muy cerca de
hiperventilar.

—Oye —dijo Ace, levantando mi barbilla con su dedo índice, y la franqueza de su mirada
me tranquilizó instantáneamente—, tienes el control por completo aquí. Si en algún momento
quieres irte, nos vamos.

Cuando tragué saliva y luego asentí, su dedo se movió a lo largo de la línea de mi mandíbula
antes de arrastrarse por el cuello.

Luego continuó. —Estas últimas semanas contigo han sido más de lo que podría haber
imaginado. Has cumplido cada una de mis fantasías, y ahora —su mano bajó para agarrar la mía
otra vez—, es hora de que haga lo mismo por ti.

Mi corazón golpeteó en mi pecho, y cuando Ace presionó el botón del elevador de nuevo y
las puertas se abrieron, vi por primera vez lo que nos esperaba...
ascensor fue lo oscuro que
estaba. Cuando las puertas se cerraron detrás de nosotros y mis ojos luchaban por acostumbrarse,
no pude decir por donde estábamos caminando o qué tan grande era la habitación o incluso, si había
alguien más que nosotros dos de pie allí.

La mano de Ace era una presencia constante en la mía mientras estábamos allí, y parecía
estar esperando algo, o alguien. Y, efectivamente, unos segundos más tarde, un rayo de luz carmesí
se filtró directamente frente a nosotros, haciéndose más ancho a medida que las gruesas cortinas
eran tiradas a cada lado, y fue entonces cuando Ace nos condujo hacia delante.

Había un ritmo exótico y palpitante que parecía moverse al ritmo de mi corazón cuando
entramos en una habitación del tamaño de mi pequeña cocina. Las paredes estaban cubiertas con
cortinas de terciopelo, de modo que parecía que no había forma de entrar o salir, y solo había otras
dos personas en la habitación: la primera, una elegante morena de pie detrás de un podio, y junto a
ella, un hombre con esmoquin, que debía medir al menos dos metros y medio. Ambos llevaban
antifaz y ambos emitían un aire intimidatorio que me habría hecho retroceder de no haber sido por
el formidable hombre que estaba a mi lado.

Cuando Ace le entregó a la mujer la documentación que habíamos firmado, no se


intercambiaron palabras. La mujer revisó los documentos antes de sacar una caja de seguridad
metida debajo del soporte e ingresar un código. Luego puso los papeles adentro, la volvió a cerrar
y escribió algo en una lista de verificación cubierta sobre el podio. Cuando terminó, nos asintió
bruscamente con la cabeza y luego al hombre que estaba a su lado, que se inclinó hacia un lado y
abrió la cortina junto a él, haciéndonos señas para que entráramos.

De acuerdo, en serio, ¿qué demonios está pasando? Si hubiera pensado que estaba fuera de
mi elemento con Ace antes, esto estaba llevando las cosas al extremo, pero ni una sola vez mi
confianza se tambaleó, incluso cuando el guardaespaldas nos condujo por un pasillo largo y oscuro
hacia la música que crecía más fuerte con cada paso que dábamos.

Cuando el hombre se detuvo frente a una puerta que sabía que tenía que ser nuestro destino
final, Ace frotó su dedo pulgar contra el mío y me miró. La mirada depredadora en sus ojos envió
un tiro de lujuria directamente hacia mi polla, y esperaba por Dios que la sensación que estaba
teniendo sobre este lugar fuera la correcta. Porque no estaba seguro de poder apartar mis manos de
él por mucho más tiempo.

Sin embargo, nada, y digo nada, podría haberme preparado para lo que sucedió cuando esa
puerta se abrió de par en par y nos hicieron pasar.

Oh, mi jodido...

No podía hablar. No podía respirar, aunque mi boca se había abierto por las exhibiciones
provocativas que sucedían a nuestro alrededor. Era un mar de pecado, hombres y mujeres
enmascarados en diversas etapas de desnudez se entremezclaban a través del vasto espacio,
acoplados en rincones oscuros, exhibidos en plataformas circulares elevadas o empujados contra
las paredes. Las cortinas rojas ondeaban en una brisa inexistente, y detrás de ellas, las sombras
oscuras se tocaban y se paraban, devoraban y follaban.

Ace comenzó a llevarnos más adentro de la habitación, y cuanto más nos adentramos, más
grandes se me ponían los ojos. Nunca había esperado algo así, ni siquiera en mis fantasías más
descabelladas, ni en el hecho de que fuera Ace quien me trajo aquí. Para... Demonios, ni siquiera
sabía dónde estábamos. Pero era más que evidente que las vidas de los ricos y famosos estaban tan
llenas de secretos que, si se corría la voz acerca de sus actos sucios, incendiaría el mundo.

¿Cómo existe esto? Y, lo que es más importante, ¿cómo mierda estoy bien con estar aquí?
Quiero decir, en mi vida había estado en la trastienda de un puñado de clubes, así que no era un
mojigato, pero el hombre que estaba a mi lado no era cualquiera, y sabía que este no era el tipo de
persona que había estado alguna vez en un lugar como este, a pesar de que con su confianza trató
de decirme lo contrario.
Retiré su mano, y cuando Ace se volvió para mirarme, me llamó la atención la excitación en
sus ojos. Oh, mierda. Ace estaba excitado, y me pregunté qué parte específicamente lo había hecho.
Pero su expresión rápidamente se convirtió en preocupación cuando me miró.

Antes de que pudiera decir algo, rápidamente dije: —¿cómo está esto bien? Quiero decir...
sí, el antifaz y la iluminación ayudan, pero... ¿y si alguien te ve aquí? ¿Nos ve?

Puso una mano tranquilizadora en mi brazo y se inclinó hacia mi oído. —Aquí, toda esta
gente en esta sala tiene las de perder si esto saliera a la luz. Es un espacio seguro para vivir tus
fantasías... y como dijiste que te gustaría que te mirasen...

Cuando se apartó para mirarme, toda la fuerza de lo que estaba diciendo me golpeó.

Había hecho esto por mí. Fue todo por mí. Solo podía quedarme allí, aturdido, mientras
pensaba en la conversación que tuvimos sobre las fantasías. Y, sí, se había presentado la
oportunidad de follar contra su automóvil en medio de un desierto, como era su fantasía, pero eso
solo había sido una coincidencia, no un evento planificado.

Este... este era un plan bien pensado, y sí, podía hablar sobre personas que guardaban silencio
y acuerdos de privacidad y otras cosas, pero el hecho era que este era un gran jodido trato, y lo
había hecho... por mí. Ponerse en un potencial riesgo... por mí.

Santa... mierda.

Y mientras me enfocaba en el hombre que estaba delante de mí, que me miraba con la misma
atención, el resto del mundo desapareció hasta que solo estaba él, solo yo, solo nosotros, y cuando
lo alcancé, me encontró a mitad de camino.

Los labios de Ace se separaron, la parte superior de su cuerpo rozaba sobre mí, y la emoción
de poder besarlo en una atmósfera algo pública hizo que la sangre corriera alrededor de mi cabeza.
Mis manos se dirigieron a su cara, sosteniéndolo exactamente donde lo quería, y cuando Ace
deslizó sus manos sobre mi trasero, gemí. Su lengua estaba en mi boca, su cuerpo alineado con el
mío, y era obvio por la forma en que su pene se había endurecido que estaba tan entusiasmado con
esta nueva libertad como yo. Luego, una de sus manos estaba en la base de mi espina dorsal antes
de pasarla por la espalda hacía mi cuello donde sus fuertes dedos masajearon la piel de allí.

—Dios, Dylan —dijo contra la esquina de mi boca.

Mi respiración ahora era un poco más inestable mientras continuaba amasando los tendones
de mi cuello, y no pude evitar morder su labio inferior. Sus ojos se encendieron y pasé una de mis
manos por su pecho hasta la hebilla de sus pantalones. Sabía que estaba esperando mi
consentimiento final, y cuando mis dedos bajaron para masajear la erección que ahora sentía contra
mi palma, asentí.

—¿Por qué no... echamos un vistazo?

palma de la mano de Dylan estaba frotando arriba y abajo de mi polla


adolorida, y eso, junto con la lujuria que ardía en sus ojos mientras esperaba mi respuesta, me hizo
tomar la mano que todavía tenía contra mi mejilla.

—Ven conmigo —le dije, y unimos nuestros dedos.

Mientras nos dirigíamos a través de la habitación silenciosa pasando junto a una mujer
desnuda sobre su espalda y con las muñecas y los tobillos amarrados con su hombre arrodillado
entre sus muslos, miré por encima de mi hombro para ver si los ojos de Dylan se abrieron de par
en par. Entonces tuve un pensamiento horrible: ¿y si está menos excitado por ver a una mujer
desnuda?

—Joder —dijo, cuando se detuvo. Cuando lo vi, rápidamente miró a la mujer—. Eso es... eso
es jodidamente caliente.

O tal vez no. —¿Eso te excita?

—Bueno no. Quiero decir, obviamente sería aún mejor si fueran dos hombres. Pero la idea
de eso, oh, sí. Ella está ahí para que todos la vean. Todos aquí saben cuánto lo quiere. Cómo la está
adorando... —Dylan se inclinó y reacomodo su erección mientras me miraba, con el deseo
estampado en sus mejillas sonrojadas.
Cómo me las arreglé para no empujarlo contra la pared en ese momento, no tenía ni idea.
Pero estaba en una misión, y sabía que en algún lugar de aquí, en uno de los rincones oscuros, tal
vez detrás de una de las cortinas de seda que se arremolinaban, encontraría lo que estaba buscando.

Tiré de su mano y le dije: —aférrate a ese pensamiento. —Y la forma en que Dylan hundió
sus dientes en su labio inferior me hizo girar sobre mis talones y conducirlo más adentro del club,
decidido a encontrar...

Ahh, el premio gordo.

Tal como había sospechado, lo que estaba buscando estaba sucediendo en un rincón lleno de
sombras, pero no había forma de confundir lo que estaba sucediendo mientras maniobraba a Dylan
para que entrara detrás de una cortina, más cerca de la silueta de la pareja que me atrapó y mantuvo
mi atención.

Había varias parejas diferentes detrás de esta particular franja de seda roja. Todos estaban en
diferentes posiciones y lugares. Una mujer estaba sentada a horcajadas sobre el regazo de un
hombre desnudo, vestida con un atuendo de oficina, incluida la falda a rayas, que subía alrededor
de sus muslos, el delgado antifaz negro y un moño desordenado sobre su cabeza que incluso tenía
un lápiz. Otro hombre y una mujer estaban ocupados abriendo botones y desgarrándose la ropa
mientras la sujetaba contra la pared. Había otras personas que entraban y se marchaban, pero la
pareja que me interesaba estaba de pie junto a las luces parpadeantes que parecían palpitar con el
sonido pesado de la música.

Sí, son perfectos. Apreté con más fuerza los dedos de Dylan y escaneé el área, y como si
hubiera orquestado este preciso momento, vi a dos mujeres que se esforzaban mucho en desalojar
una plataforma redondeada un poco descentrada respecto al lugar por el que habíamos entrado.
Obviamente se estaban moviendo a un lugar diferente para continuar, y para lo que tenía en mente,
ese lugar iba a ser mío y la última parada de Dylan esta noche.

Dirigí a Dylan al espacio vacío, y cuando nos detuvimos junto a él, lo vi observar nuestro
entorno. En el momento en que se dio cuenta de la pareja que estaba situada en el lado opuesto, sus
ojos encontraron los míos, y la mirada en ellos era abrasadora.
Oh, sí, eso jodidamente acarició la polla de Dylan.

—Date la vuelta —le dije, y cuando su boca se abrió como si estuviera a punto de hablar,
coloqué mi dedo sobre sus labios—. ¿Quieres irte?

Dylan negó con la cabeza.

—¿Estás incómodo?

Una de las cejas de Dylan se elevó mientras miraba su cuerpo, y yo hice lo mismo para ver
su dura longitud tirando de sus pantalones.

—Además de la manera obvia.

Cuando volvió a negar con la cabeza, le pasé el dedo por el labio inferior y le dije: —en ese
caso, date la vuelta... y observa.

Dylan contuvo la respiración y luego hizo lo que le dije, lo que hizo que mi polla se pusiera
aún más dura de lo que ya estaba. Tan pronto como la espalda de Dylan estaba frente a mí, puse
mis manos en sus caderas y lo tiré un paso hacia atrás para que su culo apretado acunase el dolor
que acababa de causar.

—¿Los ves? —pregunté justo junto a su oído mientras mis dedos se clavaban en el caro
material de los pantalones de Dylan.

—Sí.

—Bien —dije, mientras mi enfoque cambiaba a la dirección en la que Dylan miraba. Allí,
apretados contra una de las paredes, había dos hombres. Uno con la espalda contra la superficie
sólida y el otro pegado delante de él. Pasé una palma sobre la parte superior de uno de los muslos
de Dylan hacia la erección que estaba luciendo, y cuando entrelacé mis dedos alrededor de él, lo
escuché exhalar. —Mantén tus ojos en ellos mientras —me detuve y apreté mis dedos alrededor de
él, causando que un gemido escapara de su garganta—, te preparó.

Dylan levantó sus manos y las enrolló alrededor de mi cuello mientras continuaba
masajeándolo, al mismo tiempo que miraba la escena que se desarrollaba frente a nosotros.
El hombre presionado contra la pared tenía una complexión un poco más pequeña que la de
aquel que lo inmovilizaba allí. Llevaba pantalones negros y una camisa de vestir blanca, y sus
brazos estaban envueltos alrededor del que lo empujaba como si ya estuviera dentro de él. Los
dedos del hombre más pequeño se aferraron a la espalda de su compañero mientras sus antebrazos
se flexionaban bajo las mangas que había subido por sus brazos.

—Maldita sea —dijo Dylan mientras empujaba su trasero contra mi dolorida polla.

—Son calientes, ¿no estás de acuerdo?

—Joder, sí. Muy calientes.

Le mordisqueé el lóbulo de la oreja y una de las manos de Dylan bajó para cubrir la mía. Le
agregó presión mientras me aplastaba contra su trasero, y era todo lo que podía hacer para no
acelerar las cosas. Pero no, no iba a ser apresurado, y cuando volví a mirar a nuestro
entretenimiento, vi que el más alto de los dos hombres levantó la cabeza y dio un paso atrás.
Entonces el hombre que había sido presionado contra la pared se arrodilló y Dylan maldijo.

Oh, sí, aquí vamos. Es hora de subir la apuesta.

Moví ambas manos al cierre del pantalón de Dylan, y cuando lo desabroché y bajé la
cremallera, esperé para ver si encontraba resistencia. Cuando todo lo que obtuve fue a Dylan
empujando hacia atrás, no esperé más invitación. Deslicé mi mano dentro de su pantalón y
calzoncillo, y cuando puse mis dedos alrededor de su cálida y gruesa polla, un fuerte gemido dejó
sus labios.

Ante el sonido desinhibido, el hombre frente a nosotros que se alzaba sobre su compañero
miró hacia atrás por encima de su hombro, y cuando sus ojos se encontraron con los míos, había
algo... familiar en el extraño que me miraba fijamente.

La conexión fue breve, apenas un segundo, antes de que él la rompiera y dejara que sus ojos
se movieran hacia el hombre cuya polla estaba en mi mano. Cuando una sonrisa inmoral curvó los
labios del extraño, las caderas de Dylan perforaron mi puño apretado. Parecía que no era el único
que había notado que las mesas acababan de dar vuelta y que ahora éramos los que estábamos bajo
observación.

El hombre se volvió hacia su compañero, y luego presioné mis labios en el cuello de Dylan,
chupando y mordisqueando sobre él mientras seguía deslizando mi mano arriba y abajo de su carne.
Luego, al oído, le pregunté: —¿te gustó eso?

Dylan giró su cabeza para que sus ojos estuvieran fijos en los míos, y por un momento juré
que fui testigo de un destello de aprensión antes de que desapareciera rápidamente y acunara su
trasero contra mí.

—¿Dylan?

—Sí —dijo, y asintió—. Más de lo que jamás imaginé que podría gustarme.

Y allí estaba, la razón de su aprensión. Parecía que Dylan estaba aprendiendo algunas cosas
sobre sí mismo. Fue entonces, por el rabillo del ojo, que vi a los hombres frente a nosotros moverse.
Habían cambiado de posición, así que el alto estaba parado de espaldas a la pared con su compañero
a sus pies y sus ojos fijos en nosotros.

—Bien —le dije, sabiendo que definitivamente habíamos llamado su atención—. Porque
creo que acabamos de encontrarte una audiencia.

Entonces la cabeza de Dylan se movió por lo que ahora estaba mirando hacia adelante, y
mirando a los dos hombres.

—¿Todavía está bien? —pregunté, esperando que Dylan estuviera cien por cien seguro antes
de continuar, porque esto estaba a punto de descontrolarse rápidamente. Cuando no respondió, supe
que era hora de poner esto en marcha y tomar el control de la situación. Lo necesitaba a mi lado en
todo momento, porque sabía que un movimiento equivocado podía generar desconfianza o
preocupación más adelante, y no había forma de que quisiera eso.

Así que apreté mi puño alrededor de la raíz de su pene, y dije en mi tono más dominante: —
escúchame con atención, Dylan. Si quieres que te quite estos pantalones y adore cada centímetro
de tu cuerpo con mi boca antes de follarte delante de nuestros curiosos, necesito que te comuniques
conmigo. Ahora, solo te lo preguntaré una vez más. Y espero una respuesta. ¿Estás bien?

—Sí —dijo, y rápidamente me miró—. Sí, estoy bien. Sí, quiero tu boca en cada centímetro
de mí. Y sí, quiero que deslices la polla dura que has estado moliendo por mi culo dentro de mí y
le muestres a ese hombre de allí a quién pertenezco. ¿Estás de acuerdo con eso?

Buen Dios. Bueno, ¿qué esperaba? Dylan no tuvo filtro desde el primer día. ¿Por qué iba a
pensar que ahora tendría uno? Y, sinceramente, no lo quisiera de otra manera.

—Estoy más que de acuerdo con eso. Ojos hacia adelante, marinero. —Cuando registró mi
broma, Dylan, el coqueto obsceno, metió su polla en mi mano y dijo: —sí, señor comandante.

Y miró hacia adelante tal como se lo había ordenado.


tenía una de sus
manos dentro de mis pantalones, trabajando mi polla, y sus otros dedos ahora se deslizaban en la
cintura de mis pantalones y los movían lentamente por mis caderas. Había pasado un brazo
alrededor del cuello de Ace para mantenerme erguido mientras continuaba dándome una de las
mejores pajas que podía recordar haber recibido, si no incluía la que me había dado en su camerino.
Sin embargo, la mayor diferencia esta vez fue el hombre parado al otro lado de la habitación. El
que no nos había quitado los ojos de encima desde que se había dado la vuelta antes.

Estaba vestido como nosotros, solo que su camisa estaba por fuera y desabotonada. Colgaba
de sus anchos hombros, y como todos los demás en el establecimiento, llevaba la fina máscara
negra sobre los ojos, lo que dificultaba identificar exactamente quién era, aunque me parecía
familiar. El pelo oscuro le caía sobre la frente, y si antes había bromeado con que nos parecíamos
al Zorro, el cuerpo bronceado y las facciones de este hombre me hicieron creer que podría compartir
algo de la sangre de su hermano español.

—Sabes —dijo Ace en mi oído, su voz ronca enviando una nueva oleada de necesidad a
través de mis venas—, nunca pensé que me excitara tanto la idea de que alguien nos mirara. Pero
tengo que admitir que voy a disfrutar muchísimo de lo que obviamente quiere.

Mierda. Las palabras de Ace y su significado hicieron que mis dedos se apretaran en su
cuello. —¿Cómo sabes que soy el que quiere?

Ace liberó mi erección, y luego bajó el brazo que tenía alrededor de su cuello a mi lado. —
Porque ¿cómo podría mirarte y no querer algo más?

Maldita sea... Ace Locke era una contradicción de sexo y dulzura. Un segundo estaba
prometiendo follarme delante de este extraño, y al siguiente estaba haciendo que mi corazón se
derritiera.
Entonces, Ace se arrodilló detrás de mí y lentamente sacó mis pantalones de mi cuerpo, y
cuando finalmente habló de nuevo, su aliento apareció en la piel desnuda de mi trasero. —Casi
siento pena por con quién está. Porque desde que miró para aquí, no te ha quitado los ojos de
encima.

Enredé mis dedos alrededor de mi polla, y me obligué a encontrar algún tipo de control. Pero,
¿cómo demonios se suponía que debía hacer eso cuando los labios de Ace me besaban en la curva
baja de mi espalda?

—Sal de tus pantalones, Dylan.

¿Qué? Miré detrás de mí para ver a Ace mirando desde sus rodillas, y diablos, estaba muy
sexy. Estaba a punto de darme la vuelta y realmente disfrutarlo cuando negó con la cabeza.

—Uh, uh. Dije sal de tus pantalones. Ni siquiera pienses en darte la vuelta.

Me mordí el labio superior y mantuve mis ojos hacia adelante mientras me quitaba los zapatos
y luego la ropa, dejándome desnudo de la cintura para abajo.

—Muy bien —dijo Ace, pero antes de que pudiera responder, raspó sus dientes a lo largo de
la piel de la mejilla derecha de mi culo, y juro que mis ojos casi rodaron hacia la parte de atrás de
mi cabeza.

—Ahh, joder —gemí—. De nuevo. Hazlo otra vez.

La lengua de Ace se arrastró hacia la mejilla opuesta, y luego me mordió suavemente,


haciendo que una maldición saliera de mí mientras dirigía los ojos al hombre que nos miraba.

Sus ojos oscuros vagaron por mi cuerpo hasta llegar a mi mano ocupada, y luego aún más
abajo a donde Ace estaba arrodillado detrás de mí, y sorprendentemente, fue la primera vez que
incluso recordé que había otro hombre con el desconocido.

Bajé los ojos para ver que el hombre a los pies del Zorro se había quitado la camisa y estaba
ocupado moviendo su lengua arriba y abajo por la polla de su pareja mientras Zorro guiaba su
cabeza. Pero pronto me olvidé de que existían, porque sentí la punta de la lengua de Ace en la parte
superior de mi grieta y gruñí.
—¿Dylan?

Mientras Ace se ponía de pie, traté con todas mis fuerzas de no venirme al escuchar mi
nombre salir de sus labios. —¿Sí?

—Arrodíllate sobre la plataforma.

Santa. Mierda. Eso era... eso era...

—Ahora, Dylan.

Excitante como la mierda.

Liberé mi erección, y cuando di un paso adelante, sentí una mano en mi muñeca. Como si no
pudiera evitarlo, Ace me hizo girar para enfrentarlo, y la expresión de su rostro era indómita. Sus
ojos azules estaban dilatados, sus mejillas sonrojadas y se había quitado la camisa del pantalón.

—¿Confías en mí? —preguntó.

¿Qué? Pensé que eso era bastante obvio, considerando que estaba con el culo al aire en una
habitación llena de extraños donde estaba a punto de dejar que me follara delante de ellos. Pero
parecía estar esperando la confirmación, así que asentí. La sonrisa que se extendió por sus labios
estaba llena de arrogancia ante su poder mientras alcanzaba mi camisa y comenzaba a
desabrocharla.

Oh, Dios mío. Ahora entendí el motivo de la pregunta. Me estaba desnudando, y eso hizo que
mi corazón latiera como un martillo neumático.

Cuando llegó al botón superior, Ace dio un paso adelante hasta que mis muslos desnudos
tocaron la tela de sus pantalones, y lentamente empujó el material de mis hombros.

Mientras se agrupaba a mis pies, tomó mi barbilla en su mano y rozó sus labios con los míos
en el más dulce beso, y todos en la habitación, excepto nosotros, desaparecieron. Entonces sus
labios estaban junto a mi oreja diciéndome que me veía más sexy de lo que nunca me había visto
antes y una vez más me ordenó arrodillarme en la plataforma, alejándome de él.
hecho para estar desnudo.

Ese fue el argumento que planeé decir la próxima vez que lo tuviera a solas, porque el hombre
tenía un físico increíble. Eso no era algo que no supiera, pero fue confirmado de nuevo cuando
todos los demás en la habitación, no solo el hombre que nos miraba, sino todos, se detuvieron para
mirarlo. Y sí, era el bastardo afortunado por el que Dylan estaba duro.

Cuando le quité la camisa, pude decir que había tenido un momento de oh, mierda, pero que
había sido rápidamente reemplazado por el deseo cuando lo había besado y le había asegurado lo
increíble que parecía, y por Dios, no estaba mintiendo.

Los anchos hombros, la larga línea de su espalda, su culo apretado y sus muslos musculosos
eran un infierno de paquete atractivo, y no podía deshacerme de mis pantalones lo suficientemente
rápido. Había visto un puesto a un par de metros cuando quité los pantalones de Dylan, y en este
momento estaba más que feliz de encontrar las necesidades que me habían asegurado.

Con un condón y un par de paquetes de lubricante en la mano, los metí en mi bolsillo y volví
a donde Dylan permanecía arrodillado, esperándome. Pude verlo trabajando a lo largo de su
longitud para todo aquel que estaba interesado en ver, y no me sorprendió en absoluto que hubiera
atraído varios ojos llenos de admiración.

Una vez que me acerqué a él, debió de sentir el calor de mi cuerpo, porque alzó la cabeza
para mirarme, y esa maldita máscara no hizo nada para restarle valor a sus ojos. Simplemente
enmarcó los tormentosamente verdes que ahora estaban clavados en los míos.

Puse mis dedos contra su hombro y le di un empujón, y cuando me mostró una sonrisa
pecaminosa y sus hoyuelos aparecieron, tuve el impulso repentino de lamerlos. En cambio, asentí
ligeramente con la cabeza y dije: —inclínate para mí. Manos y rodillas, Dylan.

Sin una pizca de vacilación, se movió a su posición. Su culo firme ahora estaba inclinado
hacia mí, y era demasiado para ignorarlo. Así que me puse de rodillas y lo alcance.
Mi intención original había sido lubricarlo, estirarlo y entrar. Pero desde que conocí a Dylan,
o infierno, cuando lo vi, me preguntaba que sería saborearlo y olerlo de la manera más primaria.
Quería conocer todo de este hombre, y quería volverlo loco.

Me incliné sobre mis rodillas, y cuando coloqué mi lengua sobre su culo, lo escuché maldecir
sobre la música. Alentado por su respuesta, llevé mis dedos a la grieta oscura y extendí sus mejillas,
haciéndome una promesa. Iba a hacer que se derrumbara de una jodida vez.

Me había negado a mí mismo mucho tiempo, y nunca había deseado tanto algo como quería
que este hombre se entregara por completo a mí. El fragante jabón de la ducha de nuestra habitación
golpeó mi nariz y se mezcló con todo lo que era Dylan, y no pude evitar arrastrar mi lengua a lo
largo de la estrecha tira de carne.

—Diablos —gritó Dylan, y lo vi llevar su mano abajo y comenzar a masturbarse.

Mordisqueé a lo largo de la tira de piel y luego repetí el movimiento que lo hizo retroceder
en dirección a mi lengua codiciosa.

—Sí, joder. Haz eso. Eso... Oh, Dios.

Y lo hice. Comí de él y lo lamí hasta que las piernas de Dylan temblaban y se puso de rodillas
y me miró con ojos que brillaban. Entonces me moví lentamente, tomándome un dulce momento
mientras subía a la plataforma y me arrodillaba detrás de él, entre sus piernas abiertas.

Mirando por encima de su hombro, vi a la pareja de antes en una posición similar a nosotros,
excepto que el hombre en sus manos y rodillas ya estaba en la parte de recepción de su noche, si la
forma en que se movía hacia adelante y hacia atrás era una indicación. El alto, sin embargo, tenía
sus ojos pegados en los míos. Él sabía de qué se trataba esto para nosotros. Podía decirlo por la
franqueza de su mirada audaz, y también sabía que mirarnos a Dylan y a mí era lo que finalmente
lo haría liberarse.

Agarré el bíceps de Dylan y le di un beso en la parte superior del hombro mientras mis ojos
bajaban a las manos del hombre que sujetaba las caderas del otro en el que se estaba hundiendo.
Realmente estaba dándoselo, y si fuera honesto, me apretaba las bolas. Porque eso era lo que quería.
La rudeza. El duro golpe, y aunque Dylan me había dicho que podía tenerlo, nunca había cruzado
esa línea. Esta noche, sin embargo... no estaba seguro de poder detenerme.

—Yo... —jadeó Dylan. Y el sonido áspero de su voz me hizo arrastrar mi dedo por su espina
dorsal hasta la húmeda grieta de su culo.

—¿Tú...?

Empujé mi dedo entre sus apretadas mejillas hasta su agujero, y la cabeza de Dylan cayó
hacia atrás. Vi sus dedos sujetar la base de su polla, y empujé suavemente contra su agujero.

—Tengo que correrme —dijo en mi mejilla—. Me estás volviendo loco.

Le mordí la oreja mientras empujaba mi dedo dentro de él y decía: —ese es el punto,


Daydream. Ahora inclínate para poder coger este pequeño y apretado agujero del modo en que te
mueres por que lo haga.

Dylan no parecía necesitar más aliento que eso. Bajó de nuevo, apoyó las manos en la
plataforma, y dejó escapar un satisfactorio grito cuando saqué mi dedo y metí dos, preparándolo
para mi polla dolorosamente dura.

no nos había quitado la vista de encima desde que Ace se había colocado
detrás de mí y comenzó a emitir órdenes. Tenía que estar en desacuerdo con la observación anterior
de Ace sobre en quién estaba enfocado el hombre, porque mientras había estado vigilando de cerca
lo que estaba sucediendo aquí cuando Ace había tenido su lengua sacudiéndome y follándome hasta
que mis ojos se nublaran, no fue hasta ahora que nos estaba mirando con una intensidad
inquebrantable.

Ace encontró, Dios sabe dónde, lubricante, porque los dedos que ahora estaba haciendo
tijeras estaban resbaladizos como el infierno, y cuando giró la muñeca y rozaron mi próstata,
haciéndome maldecir, los labios de Zorro se curvaron. Y joder, eso hizo que esto fuera aún más
depravado.

—Dylan... Dios. Tu boca es asombrosa. Y los sonidos que haces... —dijo Ace, mientras
quitaba los dedos—, son lo más maravilloso que he escuchado.

Me alegré de que lo pensara, porque varias veces ya había tenido que evitar gritar su nombre,
pero nunca más que en este momento. Porque tan pronto como las palabras de Ace terminaron,
estaba allí haciendo un túnel con su polla dentro de mí con un impulso profundo y seguro. Escuché
un fiero sonido detrás de mí cuando los dedos de Ace se clavaron en mis caderas y me empujaron
hacia atrás para que mi trasero estuviera contra el recortado vello púbico que rodeaba su polla y
mis muslos rozaron la tela de sus pantalones.

—Cristo —gruñí. Este es el polvo más sucio que he tenido.

—Joder. Joder. Joder —coreó Ace mientras se tomaba un segundo para controlarse. La
quemadura de la amplia intrusión solo se sumó a la experiencia fuera de este mundo que estaba
teniendo, y mientras apoyaba mis rodillas y mis ojos volaban hacia los oscuros que observaban con
avaricia nuestro acoplamiento, mi mano se extendía debajo de mí a mi necesitada polla.

Fue entonces cuando Ace comenzó a moverse. Se retiró lentamente y luego cambió de rumbo
para deslizarse hacia adentro antes de amontonarse sobre mí y envolver un brazo alrededor de mi
cuello. Mi cabeza cayó hacia delante ante la deliciosa sensación, y el pesado peso de su antebrazo
contra mi pecho me empujó hacia él. Gruñó como un animal salvaje en mi oído y salió un poco
antes de entrar dentro de mí otra vez.

Apreté los dedos en la plataforma bajo mi palma, y cuando levanté los ojos esta vez, se
conectaron con el otro hombre de rodillas en la habitación. El que está siendo completamente
follado por el Zorro.

Había levantado la cabeza, y sus ojos estaban llenos de necesidad, como si estuviera casi allí,
pero todavía no, y luego Zorro se inclinó hacia adelante, tomó un puñado de su cabello con fuerza,
y tiró, causando que su compañero gritará mientras sus ojos se volvían vidriosos. Los dos se estaban
acercando al mismo borde desigual en el que Ace y yo estábamos.
El cuerpo de Ace era todopoderoso detrás de mí mientras me usaba y me adoraba de la mejor
manera imaginable. Los únicos sonidos que podía escuchar eran sus gruñidos con cada empuje de
su cuerpo contra el mío, y cuando rápidamente tiré de mi polla, supe que quedaban solo unos
segundos hasta que esto terminara.

quiero más fuerte.

Nadie podía decir que Dylan no tenía claro lo que quería, ya que su cuerpo se movía en
perfecta sincronía debajo del mío. Mi polla estaba tan dentro de él que no tenía ni idea de cómo no
lo había dividido por la mitad, pero no había nada refinado en esto. Esto era un polvo abrasador y
crudo. Y si Dylan deseaba más, no había forma de que no fuera a entregárselo.

Mis caderas se apretaban contra su culo, mi brazo estaba enganchado alrededor de su pecho
y mis dientes estaban en su hombro, mientras el sudor goteaba de ambos y él se bombeaba
maniáticamente, con la cabeza baja.

—Sí, Dios. Estoy justo ahí. Estoy. Justo. Ahí —dijo, puntuando las últimas tres palabras con
rápidos movimientos hacia atrás de sus caderas, y en la última le gruñí al oído: —mira hacia arriba
—Y él lo hizo.

La cabeza de Dylan se levantó bruscamente, al igual que la mía, y cuando nuestros ojos
chocaron con los del otro lado de la habitación, Dylan se perdió primero. Maldijo tanto que me
hubiera sorprendido si la gente de la parte delantera del club no lo hubiera escuchado. Luego volví
sobre mis talones y lo arrastré conmigo, mi brazo lo sostuvo en su lugar, mientras mi otra mano
iba a su cadera. Dylan se dejó caer sobre mi polla y empujé mis caderas hacia adelante, una, dos
veces, llegando lo más profundo posible, y luego grité su nombre igual de fuerte que él había
maldecido justo cuando el hombre frente a nosotros mostró sus dientes y también encontró su
liberación.

No podía creer lo que acabábamos de hacer. Dylan se recostó contra mi pecho, y envolví mis
brazos alrededor de su cuerpo tembloroso. Acabábamos de follar, en público. Más concretamente,
acabábamos de follar en público y nos metimos totalmente en ello.
Mientras sacaba suavemente a Dylan de mi regazo, el desconocido que había ayudado a hacer
realidad la fantasía de Dylan inclinó ligeramente la cabeza, y luego también se movía para alcanzar
al hombre que acababa de correrse.

Dylan se volvió hacia mí, con los ojos pesados, el pecho, el cuello y la cara enrojecidos, y
nunca se había visto más atractivo. Se veía bien y realmente acostumbrado a mí, y nunca había
estado tan seguro de otra cosa que no fuera del hecho de que quería a Dylan Prescott en mi vida, y
usaría todo lo que estaba en mi arsenal para que eso ocurriera.
que subía por
mi muslo era real. Todo lo que podía ver eran destellos de un club nocturno tenebroso y decadente
lleno de actos depravados en cada esquina, y todo lo que podía sentir eran las manos de Ace
vagando por mi cuerpo mientras golpeaba su polla dentro de mí. Cuando un gemido escapó de mis
labios, la mano que había estado en mi pierna rozó mi cadera y mi estómago inferior.

—Alguien está teniendo sueños deliciosos —dijo una voz profunda y familiar en mi oído, y
mientras me despertaba con la conciencia de las sábanas más suaves que jamás había visto, los
restos del espectáculo de la noche anterior regresaron con todos los detalles en alta definición.

Demonios... ¿eso realmente sucedió?

Los dedos de Ace flirteaban sobre mis abdominales hasta mi pecho. —¿Pensando en algo en
particular?

—No soñé eso, ¿verdad? —le pregunté, con la voz espesa por el sueño, y la risa de Ace hizo
que mis párpados se abrieran de golpe.

Estaba acostado de lado, las sábanas blancas bajas en sus caderas para mostrar cada onza de
su potente músculo, y había una sonrisa perversa en su hermoso rostro mientras me miraba.

—Hmm. ¿Debería haber una segunda ronda para recordarte...? —preguntó, mientras sus
dientes rozaban mi mandíbula, mientras soltaba un gemido.

—No creo que pudiera sobrevivir.

—¿No? ¿Estás tratando de decirme que el que tu fantasía se hiciera realidad fue demasiado
para ti? —Su tono era molesto, y le empujé sobre su espalda y rodé sobre él para ponerle las manos
a los lados. Estaba desnudo y completamente erecto debajo de mí, y aproveché la oportunidad para
frotar mi dura longitud contra la suya.
—¿Parece que fue demasiado? —le pregunté.

—Se siente jodidamente increíble.

—Bien —dije, colocándome sobre mis codos y dejándolo soportar mi peso—. Entonces tal
vez la segunda ronda podría ser aquí mismo.

Toc toc toc. —¡Servicio de habitaciones!

Ace gimió y se pasó una mano por el pelo. —Maldición, me olvidé de eso.

—Entonces, que simplemente lo dejen fuera —le dije, lamiendo un camino por el costado de
su cuello y moviendo mis caderas en las suyas. Mmm, podría acostumbrarme a despertar así.

—Lo haría, pero tenemos que comer. Solo va a ser un minuto. —Se movió debajo de mí, y
la única razón por la que no protesté fue porque cuando se puso de pie, toda esa perfección desnuda
estaba en exhibición, y me hizo volver a lamer mis labios.

—Date prisa —le dije, una vez que se había abrochado los pantalones que había usado la
noche anterior y se dirigió a la puerta.

Terminamos en su suite una vez que nos fuimos de... bueno, donde sea qué diablos habíamos
estado, y esperaba que no dejara entrar a nadie, porque verían el rastro de ropa que llevaba a esta
habitación trasera.

Maldición, la noche anterior había sido... Bueno, no había palabras. Nada que pudiera resumir
todo lo que estaba sintiendo después de un fin de semana tan explosivo, y tuve la sensación de que
Ace aún no había acabado con mi mente. Después de todo, todavía teníamos un día entero por
delante, sin mencionar otro viaje en ese avión privado suyo.

—¿Cómo te sientes con respecto al desayuno en la cama? —preguntó Ace mientras giraba
con un carrito lleno de platos con cúpulas de plata y jarras de café, agua y zumo de naranja.

—Vaya. Eso no es todo para nosotros, ¿verdad?

La ceja de Ace se arqueó. —¿Querías invitar a los nuevos amigos que hicimos anoche?
—Umm, tal vez mejor solo nosotros, entonces.

—Buena respuesta —dijo, y comenzó a quitar las tapas de todos los platos para mostrar un
surtido de huevos y tostadas, de tocino y salchichas, panqueques y tostadas francesas, y crepes y
frutas...

Mientras miraba el banquete delante de mí, me senté y me froté el pecho, sintiéndome más
que un poco indigno de... Joder. Todo, en las últimas semanas. Era tan... demasiado, y aunque
sabía que Ace tenía buenas intenciones, era más que un poco abrumador para un tipo como yo.
Conducir en automóviles caros que cuestan más de lo que ganaría en mi vida. Aviones privados.
Incluso clubes de sexo exclusivos. Mansiones y hoteles de lujo, y...

Dejé caer mi cabeza en mis manos y presioné los talones de mis palmas contra mis ojos.
¿Qué diablos tenía yo para ofrecerle a este tipo? Podría darme el mundo, y ¿qué le devolvería yo?
¿Qué podría hacer que se compare con todo esto?

—¿Dylan? —dijo Ace, y cuando lo miré, pareció cauteloso—. ¿Estás bien?

Mi mirada bajó a mi regazo, a las sábanas blancas que probablemente eran del hilo más caro
que el dinero podía comprar. Bueno, no es mi dinero. El dinero de Ace. Gente que podía permitirse
el dinero del Syn.

—¿Preferirías tener un almuerzo en su lugar? ¿Hamburguesas en lugar de tortillas? Puedo


llamar...

—No, no. No es eso —dije, sintiéndome como un idiota. Luego hice un gesto hacia la comida
que podría alimentar a una familia de cinco personas—. Ace, esto tiene que detenerse. No puedes
seguir dándome cosas.

La sorpresa iluminó sus facciones brevemente antes de que su cara se suavizara en una
máscara ilegible, y sí, era un total idiota aquí.

—No me malinterpretes —dije—. Lo que has hecho... lo que estás haciendo por mí es tan
jodidamente agradable, y estoy agradecido, pero no puedes seguir haciendo esto.
Su voz estaba rígida, incluso dolorida, cuando respondió. —Tal vez me gusta hacer cosas por
ti. Dándote cosas bonitas. Nuevas experiencias.

—Sé que te gusta, pero... —pasé mi mano por mi cabello e intenté encontrar las palabras—.
Es mi turno de hacer cosas buenas para ti. Quiero decir, no sé cómo voy a hacer para compararme
con lo que has hecho por mí, especialmente este fin de semana, pero...

—Pero, ¿qué?

No sabía cómo responder eso, así que dije lo único que podía pensar. —Tal vez... tal vez si
supieras más de dónde vengo, lo entiendas.

Ace frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?

Oh, Dios, ¿realmente iba a hacer esto? ¿Hablar abiertamente de mi pasado de mierda?
¿Decirle las partes sobre mí que nunca le había contado a nadie? Sí, pensé con un suspiro. No tengo
elección. Si teníamos alguna esperanza de hacer que las cosas funcionaran y, de alguna manera,
salir del campo de juego, merecía saberlo. Y más que eso, demostró anoche que confiaba en mí
con todo su corazón, así que ¿cómo no podía confiar en él con el mío y con todos los secretos que
me acompañaban?

Moví mis piernas para dejarle sitio para que se sentara a mi lado, y cuando se dejó caer sobre
el colchón, tomé su mano.

—Me dijiste que soy reservado sobre cosas cuando te obligo a ser abierto, y tienes razón.
Pero no es porque no quiera que me conozcas. Sí. Yo solo... no quiero... asustarte. Es todo.

El pulgar de Ace hizo círculos lentos a lo largo de mi palma, quitándome el miedo.

—No puedes asustarme ahora. Estoy en esto. —Su mirada se posó en nuestras manos, y luego
dijo en voz baja—. Estoy en serio en esto. Así que sea lo que sea, no voy a ir a ninguna parte.

Cuando levantó los ojos, la sinceridad en ellos casi me pone de rodillas. No dudé por un
segundo que quiso decir lo que dijo, y me tomó un minuto recuperar el aliento después de su
confesión.
—Mira, yo... no quiero entrar en detalles ahora. No aquí —dije, mirando alrededor de la
lujosa habitación antes de volver a mirarlo a los ojos—. Pero cuando lleguemos a casa esta noche,
necesito contarte una historia sobre un niño que creció sin tener cosas buenas. Un chico que no
estaba seguro de merecerlas. Todavía no lo está.

—Dylan...

—Quizás entiendas por qué todo esto es tan increíble para mí. Es decir... cosas como estas
no le pasan a gente como yo. A una persona que, en algún momento de su vida, no sabía dónde
dormiría. Quién solía huir de su madre, que quería que él… —me detuve antes de poder contarle
todo eso. Aún no. Aquí no. Tomando una respiración profunda, la sostuve hasta que mis pulmones
dolieron y luego la deje salir deprisa—. Te contaré una historia del yo antes de que un pequeño
rayo de sol entrara en mi vida. Te contaré sobre Brenda, y espero que al final de la historia sigas
mirándome de la manera en que me miras ahora.

Los grandes ojos azules de Ace nunca se desviaron de los míos, y cuando sintió que eso era
todo lo que diría, su solemne mirada se volvió curiosa y preguntó: —¿y cómo te estoy mirando?

—¿Ahora mismo?

—Sí.

Mis labios se movieron nerviosamente. —Como si te gustara mucho, mucho, mucho, mucho,
mucho, mucho. Y también, como si esperaras que me calle y coma mi tocino y las crepes antes de
que se enfríen.

—Maldita sea. ¿Dice todo eso? Necesito trabajar en mi cara de póquer.

—Por favor no. Necesito poder leerla en todo momento —dije, mientras mi mano fue a la
parte posterior de su cuello y lo atraje hacia adelante. Antes de que mis labios se encontraran con
los de él, se retiró un poco, su expresión volviendo a ser seria.

—¿Estás seguro? —preguntó, y no necesitó decir más para que captara su pregunta.

—De eso se trata, ¿verdad? Tu y yo. Me has demostrado la confianza que estoy dispuesto a
mostrarte. Quiero hacerlo.
Su mano subió para ahuecar mi mejilla, y cuando su boca rozó la mía en un beso ligero, dijo:
—gracias.

Y entonces mis labios estaban sobre los suyos, hambrientos e implacables mientras me
sentaba a horcajadas sobre su regazo y lo obligaba a volver a la cama. Un gemido satisfecho escapó
de su garganta, y luego sus manos bajaron a mi culo y lo apretaron antes de...

Joder, arrojarme directamente al otro lado del colchón.

Riendo ante mi expresión desconcertada, se puso de pie y regresó al carrito del desayuno. —
Deja de intentar que vuelva a la cama. Vas a comer esta salchicha que compré especialmente para
ti, maldición, así tenga que metértela en la garganta yo mismo.

Mis ojos se dispararon hacia el bulto en sus pantalones. —¿Por favor? ¿Muy por favor?

Las cejas de Ace se dispararon y luego insertó una de las salchichas con un tenedor. Se acercó
a mí y me la ofreció, e hice una mueca de disgusto antes de aceptarlo de mala gana.

—Es mucho más pequeña de lo que esperaba —refunfuñé, antes de meter todo en mi boca.

—Por favor, dime que nunca le has dicho eso a nadie cuando te han bajado los pantalones.

Tragué y luego me encogí de hombros. —No más de una o dos veces. Mmm, esto está
realmente bueno, sin embargo. Por favor, señor, ¿puedo tener otra?

Riendo, Ace apiló varias salchichas en un plato con una variedad de proteínas y
carbohidratos, y me lo paso. Luego se sirvió su propio plato, y cuando se unió a mí en la cama, le
di un rápido beso.

—Esto se ve increíble. Gracias.

—En cualquier momento. —Ace cortó su tortilla, y luego se detuvo y frunció el ceño: —oh,
mierda, olvidé las bandejas...

Fue a dejar su plato a un lado para poder saltar de la cama, pero mi mano salió disparada para
evitar que volviera a levantarse.
—No necesitamos las bandejas —dije—. Ahora siéntate aquí y te dejaré comer mis huevos.

—Eso no suena tan caliente como 'comer mi salchicha'.

—También puedes comer eso —dije con un guiño, y luego mordí una fresa madura.

Ace entonces me miró, sus labios se levantaron en una sonrisa infantil. —Por cierto, dijiste
que cuando llegáramos a casa esta noche me lo dirías.

—Y lo haré.

—No —dijo, sacudiendo la cabeza—. Dijiste cuando lleguemos a casa esta noche. ¿A cuál
casa te refieres?

Atrapé sus ojos con los míos y luego dije con la mayor sinceridad: —donde sea que estés.

de ducha humeante después, y me estaba


sintiendo jodidamente fantástico. Y no solo físicamente. Dylan finalmente estaba comenzando a
abrirse, y aunque, a juzgar por la intensidad con la que guardaba su pasado, sabía que lo que tenía
que decir más tarde no sería fácil de escuchar, parecía que se había quitado un gran peso de encima.
Como si las paredes detrás de las que ambos estábamos se estuvieran desmoronando. Y no voy a
mentir, me daba miedo dejar entrar a alguien, pero tenía la sensación de que valdría la pena.

Mientras estaba parado en el lavabo del baño, cuidadosamente me afeité la última parte de la
barba de mi mejilla y luego me enjuagué y me sequé con una toalla. Cuando no vi mi loción para
después del afeitado en el mostrador, salí a buscar la botella que aún debía de estar en mi bolsa, y
cuando lo hice, pude ver a Dylan por el rabillo del ojo. Estaba parado frente a la pared de ventanas
mirando al Strip, con nada más que una toalla en su esbelta cintura, igual que yo, y mientras
admiraba los músculos delgados de su espalda, me pregunté de nuevo cómo demonios era incluso
mío.

Como si pudiera escuchar mis pensamientos, Dylan miró por encima de su hombro y su
sonrisa se ensanchó hasta que esos preciosos malditos hoyuelos aparecieron. No podía recordar lo
que había estado a punto de hacer, pero no debía haber sido tan importante como acercarme al
hombre que era una mejor vista que cualquier otra cosa del fondo.

—Entonces, ¿qué deberíamos hacer hoy? —le pregunté, envolviendo mis brazos alrededor
de su cintura desde atrás—. ¿Tal vez un viaje en helicóptero sobre la ciudad y el Gran Cañón antes
de irnos a casa?

Dylan se rio, y su cabeza cayó sobre mi hombro. —No haces nada pequeño, ¿verdad?

Moví una de mis manos por su estómago y sobre sus caderas para ahuecarlo a través de su
toalla. —Últimamente no.

—Jesús, Ace.

—¿Qué? —pregunté, quitando la mano y sonriendo—. Tú preguntaste.

—Eres un jodido problema.

—A veces. Pero creo que es posible que tengas una erección por ello. —Después de besarlo
en el hombro, caminé hacia donde antes había arrojado mi bolso descuidadamente en el sofá.
Busqué dentro y luego revisé los bolsillos, pero no encontré la botella que estaba buscando.

—¿Has traído alguna loción para después del afeitado? —le pregunté.

—Sí, creo que hay algo en mi bolsa en la otra suite. De todos modos, tengo que ir a buscar
mi ropa allí, así que iré a traerla.

Cuando Dylan pasó a mi lado, me golpeó el culo, y luego alcanzó la puerta que separaba
nuestras dos suites. Abriéndola, dijo: —hubiera sido tan bueno si te hubieras quitado esa maldita
toalla. —Y cuando fue a dar un paso hacia su habitación, se congeló. Luego lo escuché preguntar:
—¿quién eres? —Antes de que sonara el sonido demasiado familiar de una cámara de fotos.

Mi cabeza entonces se sacudió, el pánico se apoderó de mi pecho cuando el hombre parado


en medio de la habitación de Dylan con uniforme de botones me miró a los ojos, moviendo su dedo
tan rápido en el botón de la cámara que apenas tuve tiempo de parpadear.
—Amigo, si lo tienes, vámonos —dijo alguien en la habitación de Dylan, y cuando eso se
registró en mi cerebro, me estaba moviendo.

Entonces todo sucedió muy rápido, los paparazzi corriendo hacia la puerta, Dylan
persiguiéndolos, yo agarrando a Dylan para llevarlo dentro. Salió de mi agarre con un gruñido y se
dirigió hacia la parte delantera de su suite para cazar a los imbéciles, pero antes de que lograra salir
al pasillo, lo atrapé por detrás, tirándolo de vuelta adentro.

—¿Qué diablos estás haciendo? —gritó, luchando contra mí—. Tienen fotos, Ace.

—Y si sales ahora, lo empeorarás.

—No si destrozo su maldita cámara.

—¿Qué? ¿Desnudo? —le dije, y los ojos de Dylan se bajaron para ver que la toalla que había
estado usando se había desprendido por algún lugar en el camino.

—Joder —dijo, y luego se escapó de mis brazos y cerró la puerta—. ¡Joder!

Cuando la amenaza inmediata de alguien que estaba en la habitación pasó, lentamente


retrocedí, jadeando como si acabara de correr un maratón.

Mierda. Oh, Dios, jodida mierda. Cuando la realidad de lo que acababa de pasar me atravesó
la conciencia, me escuché a mí mismo decir: —vuelve a mi habitación. —Y luego más fuerte
cuando no me siguió inmediatamente—. Vete a mi jodida habitación.

Corriendo por la suite hasta el teléfono del hotel, marqué el código directo del administrador.
—Ha habido una brecha de seguridad en la suite presidencial y la contigua en el piso cuarenta y
cinco —le dije cuando descolgaron—. Alerta de seguridad de que un hombre, de uno setenta y
cinco de altura, de pelo negro y vistiendo uno de sus uniformes de botones, irrumpió en la
habitación cuatro cincuenta y dos y tomó fotos. Parecía uno de los paparazzi que he visto
siguiéndome en LA.

El latido en mi cabeza era tan fuerte que apenas podía escuchar sus garantías de que estaban
en ello lo antes posible, y entonces iría bien, y no fue hasta que Dylan tomó el teléfono de mi mano
que me di cuenta de lo fuerte que estaba temblando.
¿Esto realmente acaba de pasar? Mis rodillas amenazaron con ceder, y Dylan me sentó en
la silla del escritorio y luego regresó unos segundos después con mi ropa. Su voz sonaba baja por
el miedo ya que claramente luchaba con ser el que tenía que mantener la calma a medida que
aumentaba mi ansiedad.

—Tenemos que vestirte —dijo, pasando mis piernas a través de un par de calzoncillos y
pantalones y luego empujándolos por mis muslos.

—Nos vieron... —Mis ojos bajaron por el torso desnudo de Dylan—. Tienen fotos tuyas...
mías...

—¿A quién debo llamar? ¿A la policía? ¿Roger? A… cómo se llama... ¿Martina?

Mis ojos se cerraron mientras me inclinaba hacia adelante, ponía mis codos sobre mis
rodillas, y dejaba caer mi cabeza. —Joder —dije en voz baja, y fue en ese momento, en ese silencio
sepulcral, que supe que nada en mi vida volvería a ser tan tranquilo. La tapa que cerraba mi vida
privada se había abierto como un cañón de confeti, y una vez que estaba suelta, no había forma de
encontrar cada pieza y volver a meterla de nuevo.

No, en unos minutos esas imágenes estarían en todas partes. En cada sitio web de noticias,
redes sociales y entretenimiento. Estarían salpicadas en la portada de cada revista, hablarían por
largas horas mañana por la mañana. La vida como siempre la había conocido, es decir, en lo más
profundo del armario, había terminado. Y Dylan...

Mi visión se nubló cuando mis ojos encontraron los suyos, y supe que la angustia que
encontraba allí tenía que coincidir con la mía.

—Lo siento —dije, y luego dejé caer la cabeza entre mis manos otra vez—. Lo siento
muchísimo.

—No tienes que disculparte.

—Lo estoy haciendo. Porque no tienes idea de lo que está por empezar. ¿Qué voy a hacer?
Dylan se mordió el labio y luego dijo: —por la forma en que yo lo veo, tienes dos opciones.
Puedes esconderte y negar todo. Incluso con imágenes, tiene que haber alguna forma en que tu
gente pueda hacerlo.

—¿Y qué hay detrás de la puerta número dos?

Dylan levantó mi barbilla y sus ojos se encontraron con los míos. —Puedes decir que se
jodan y salir de aquí con los dedos del medio en alto.

No podía quedarme allí sentado más, tenía que hacer algo, cualquier cosa...

Apartando la silla, me levanté y me subí los pantalones por encima de las caderas antes de
caminar hacia las ventanas. Mientras miraba hacia el Strip, todavía tranquilo y sin pretensiones tan
temprano en el día, me pregunté a dónde iría desde aquí. A dónde iríamos desde aquí...
Fue como si un rayo nos hubiera golpeado una noche hace unos meses cuando estábamos
hablando por skype y tratando de decidir en qué proyecto queríamos colaborar a continuación.
Lanzamos varias ideas, pero cuanto más hablábamos, más seguíamos volviendo a nuestros
proyectos actuales: Sunset Cove Series y LA. Liaisons Series. Y después de que Ace amenazó con
hacerse cargo de Hooker, y muchos de vosotros pedisteis más de él, pensamos... ¿Qué pasaría
sí…?

Déjanos decírtelo ahora: mantener este libro en secreto durante tanto tiempo no fue una tarea
fácil. Vosotros sois lectores increíbles y nos emocionamos mucho por contarles sobre los proyectos
en los que estamos trabajando, así que gracias por confiar en nosotros y por ser pacientes.

Pero en realidad, sabes que nos encanta torturarlos, ¿verdad? ~guiño~

Nos gustaría agradecer a Jay Aheer en Simply Defined Art por nuestra magnífica portada y
avances. Nos sorprendes continuamente con tu talento y tu habilidad para crear magia a partir de
las pocas oraciones ininteligibles que te damos. ¡Eres una verdadera artista y una dama increíble
para empezar!

Para Ellie en Love N. Books, qué podemos decir aparte de GRACIAS por esta foto de portada
de Ashley Gibson. Tuvimos que sentarnos en la portada durante meses (TORTURA), pero Ella
está súper agradecida porque le dio una imagen clara de Dylan cuando lo trajo a la vida. Mantenerlo
en secreto no tenía nada que ver con el hecho de que queríamos mantener su calor para nosotros
mismas. De verdad.

Muchísimas gracias a Jenn Watson de Social Butterfly PR. Estamos muy contentas de
trabajar con contigo y muy agradecidas de que nos haya tomado bajo tu protección a medida que
avanzamos y enviamos a ACED al mundo. Ha hecho que este proceso sea libre de estrés y
agradable, y ese es un gran logro en esta industria llena de adrenalina en la que trabajamos.
Gracias a Arran, nuestro editor. Tenemos la sensación de que este libro fue el más divertido
que hayas editado antes. Nos gustaría decir: ERES BIENVENIDO. Tu registro de Frank Zappa
está por llegar.

Y a todos los bloggers y todos nuestros lectores que se arriesgaron en ACED: gracias por su
apoyo y por ser tan elocuentes en su amor por Ace y Dylan. Sin eso, es posible que nunca
hubiéramos jugado con esta idea, que resultó ser una de las experiencias de escritura más
gratificantes y divertidas que hemos tenido.

Xx Ella & Brooke


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