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Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

MARCELO SARLINGO

LA
CIUDAD
FRAGMENT

ADA
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Marcelo Sarlingo

La Ciudad Fragmentada

Instituto de Investigaciones Antropológicas de


Olavarría

Secretaría de Cultura y Educación


de la Municipalidad de Olavarría

INDICE
Prologo
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Introducción
¿Cuál es el futuro de las ciudades?.
Consideraciones introductorias.

Primera parte
Elementos de la evolución del espacio urbano
La evolución de los espacios residenciales urbanos.
Espacio y lógica social a nivel local.
Las cuestiones normativas.

Segunda Parte
Gobierno local y gestión urbana
Los antecedentes negativos de los gobiernos locales en América Latina
La gestión de los servicios públicos
I.El problema del agua.
II.Mirando el futuro energético
La cuestión ambiental
I.Situación y perspectivas de la problemática ambiental local.
II.Problemas ambientales y gobierno local.
Los modelos de gestión municipal
I.El modo tecnocrático de gestión de servicios
II.El modo de control político de gestión de servicios
III.El modo participativo de gestión de servicios.
IV. Las necesidades de planificación estratégica.

Tercer Parte
Globalización y ciudad
El problema del crecimiento de la ciudad.
Fragmentación urbana.
Posmodernismo y política urbana local.
La construcción social de la ciudad.

Bibliografia
Notas finales

PROLOGO
Frecuentemente se sostiene que la Humanidad ya es urbana, y que el presente y
futuro hábitat de las personas son las ciudades. Sin embargo, el proceso de urbanización es
un fenómeno reciente en la historia de la humanidad: los primeros homínidos datan de
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entre cuatro y cinco millones de años, el homo sapiens surgió hace entre treinta y cinco y
cuarenta mil años. Las primeras agrupaciones de viviendas sedentarias son de Oriente
Medio, y la antigüedad de los restos de estas aldeas se calculan entre siete mil y ocho mil
años.

Sólo en el siglo XX en que la mayor parte de la humanidad pasa a vivir en


ciudades. A principios del siglo XIX, únicamente el 3 % de la humanidad vivía en centros
urbanos. Ya principios del XX, uno de cada diez habitantes del mundo era urbano. Para el
año 2.000 se estima que más de la mitad de la población mundial resida en un
medioambiente urbanizado.

Semejante aceleración del crecimiento de lo urbano responde a muchos procesos


combinados. El desarrollo del capitalismo y su mutante evolución como sistema, los
procesos de industrialización, las diversas revoluciones tecnológicas, etc., nos llevan por
caminos que requieren enfoques explicativos realmente complejos.

Es a partir de este marco de análisis que quiero introducir el presente trabajo sobre
la ciudad de Olavarría. En términos temporales y comparada con los centros urbanos
orientales (de varios miles de años de antigüedad), con las ciudades europeas y con las más
viejas de Latinoamérica (la mayoría de varios siglos), nuestra ciudad es nueva. Casi un
siglo y medio de vida, apenas unas décadas de desarrollo industrial, y todo un futuro de
evolución si sabemos esquivar los procesos destructivos que afectan a la mayoría de las
grandes urbes.

La ventaja de la juventud también se complementa con la de la escala. Hace dos


décadas, la pequeña escala de una ciudad era un rasgo negativo, ya que se suponía que el
crecimiento económico provenía de las economías de aglomeración. Esto funcionó para el
capitalismo de posguerra, pero la internacionalización de capitales y la revolución de la
informatización y el transporte obligó a superar estas nociones. Hoy, una ciudad
intermedia tiene posibilidades de proyección mundial, a partir de su integración en
múltiples redes que no sólo son comerciales, combinando desde particularidades
económicas con el intercambio de conocimientos específicos, hasta creaciones artísticas e
invenciones sociales.

Al mismo tiempo que poseemos estas ventajas comparativas, también estamos


afectados por procesos que son mundiales y que hoy caracterizan al medioambiente
urbano como ámbito de despliegue de profundos problemas socioeconómicos. No estamos
exentos de la crisis de civilización planetaria, y vemos claramente que los problemas de
nuestra ciudad hoy tienen orígenes sumamente vinculados con los problemas que
enfrentan otras ciudades, inclusive las llamadas Areas Metropolitanas, que poseen una
población de millones de habitantes.

Hoy no existe Primer y Tercer Mundo en cuanto al panorama urbano. La pobreza y


degradación ambiental de los países pobres puede verse en el corazón de las ciudades del
mundo desarrollado 1. El Tercer Mundo se ha urbanizado tomando modelos impuestos
por la experiencia colonial, sin la base económica de las metrópolis. El crecimiento
poblacional ha sido aceleradísimo y también lo ha sido el proceso de urbanización. A
partir de esta diversidad de procesos conflictivos y violentos existen experiencias de
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gestión particulares, tendencias que son más o menos exitosas a partir de combinar las
teorías, las recetas técnicas, la complejidad social, la diversidad de actores, la variabilidad
de recursos disponibles y las múltiples opciones políticas.

En Olavarría se hallan presentes, ya desenvueltos o aún embrionarios, problemas


similares a los de otras urbanizaciones. También posee ventajas y características que la
hacen una única combinación. Es pertinente pensar la ciudad a partir de los trazos teóricos
y de referencias de otros lugares del planeta, como los procesos migratorios de la región,
la relación con la industrialización y con los circuitos económicos. Pero también es
necesario puntualizar las particularidades que se han combinado para dotar a la ciudad de
sus imágenes emblemáticas y de representaciones que funcionan demarcando direcciones
de sus procesos políticos y del cambio social a escala local.

El presente trabajo busca describir algunos ejes para entender estas


particularidades. No es una reflexión primaria, ya que tiene antecedentes y además se
enmarca en la dinámica de procesos académico - institucionales que son particulares en el
momento histórico que atraviesa la ciudad.

La corta vida institucional de la Facultad de Ciencias Sociales y la notable


trayectoria del Instituto de Investigaciones Antropológicas han generado muchísimos
efectos. Uno de ellos es el que da sentido a este trabajo: proporcionar el marco teórico y
las preguntas básicas a reflexiones y análisis sobre nuestra ciudad.

La construcción de una mirada antropológica sobre Olavarría no es una cuestión


que se cristalice. Posee siempre un dinamismo derivado de la riqueza de la vida social y
política de los conjuntos sociales que “viven la ciudad ”. En dos de mis trabajos anteriores,
“La Ciudad Inconclusa” y “La Ciudad Secundaria”, he planteado varios de los ejes que se
profundizan
y se complementan aquí. El primero de ellos, que fue mi tesis de licenciatura, aborda
representaciones sociales que contribuyen a la construcción social del ambiente urbano
local. Se encuentran allí algunos aspectos teóricos para entender en qué se basa una
mirada antropológica sobre la ciudad.

“La ciudad secundaria”, en cambio, es un ensayo que abre nuevas preguntas sobre
la ciudad, al tiempo que profundiza algunos aspectos de la estructuración urbana. Está
planteado en el marco de la investigación sobre temáticas locales que dirige el Lic. Hugo
E. Ratier desde el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Municipalidad de
Olavarría, y en cierto modo es la complejización de un informe de avance. Sus cinco
capítulos abordan especialmente el proceso de consolidación del noreste de la planta
urbana desde el punto de vista social y las maneras en que se expresan diversas
problemáticas en el espacio urbano, englobadas bajo el concepto de “deseconomías”.

Este texto culmina un proceso de investigación de dos años sobre los procesos de
estructuración urbana de la ciudad de Olavarría. La mirada antropológica sobre la ciudad
aborda los discursos sociales, las maneras en que la gente vive “ la ciudad ” al tiempo que
vive “ en la ciudad ”. No son precisamente trabajos lineales, razonamientos encadenados
uno tras otro y modelos analíticamente pulcros aplicables sobre una realidad que no nos
presenta asperezas ni “rugosidades”. Por el contrario, se nutren de las miradas y conceptos
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de otros actores sociales, se enriquecen con las contradicciones y muchas veces esta
mirada disiente con las modalidades de resolución de las mismas.

Llegado este punto, debo puntualizar que este es un momento difícil para trabajos
de este tipo. No tan difícil como otros, mucho más negros en la historia de nuestro país. Es
difícil porque el pensamiento neoliberal, discurso básico de los grupos que poseen el poder
en el continente, busca obviar toda discusión sobre los problemas, injusticias y defectos
que genera la aplicación de sus recetas. Se niega frecuentemente la posibilidad de debatir
sobre otros modelos de sociedad posibles, invocando desde el poder una relación de
fuerzas internacional y nacional que no da margen para alternativas, para diseñar otras
políticas y para adoptar otros instrumentos.

También mediante políticas sociocomunicacionales de signo propagandístico, se


nos bajan recetas que no se aplican tan tajantemente en las sociedades que las originaron;
se nos simplifica la visión de las economías de otros países (disfrazándose la eficacia de
los sistemas de economía mixta francés, alemán, austríaco, sueco o japonés, las tradiciones
holandesas, australianas, etc., cuyas características nunca se presentan como modelos
siquiera debatibles) y terminamos adoptando una lógica que les da a los instrumentos la
jerarquía de los objetivos últimos.

Es necesario explicitar que este trabajo tiene por objetivos, al mismo tiempo que se
intenta dar cuenta de una serie de aspectos de la realidad urbana local, rescatar aquellos
elementos particulares que nos ayuden a construir nuestro modelo propio de gestión.
Intento marcar elementos que contribuyan a debatir elementos aprovechables de otras
experiencias, y jerarquizar los puntos positivos de la nuestra. Esto implica pensar pasos
iniciales para una planificación estratégica que la ciudad está requiriendo.

Antes de entrar en el cuerpo de este trabajo, debo agradecer profundamente el


clima de estímulo y la libertad intelectual en que pude realizar este trabajo, en el ámbito
del Instituto de Investigaciones Antropológicas. Especialmente a su director, Hugo Ratier,
por la tolerancia ante mi exagerada autonomía. A la Secretaría de Cultura del Municipio,
por su permanente y genuino interés en temáticas que no son fácilmente divulgables, y la
atención y amabilidad constante del Secretario Prof. Juan Waldemar Wally y la gente que
él dirige. Por último, el agradecimiento a Hugo Rivas y Raúl Visvequi, por contribuir con
su compañerismo a hacer más agradables las tareas.
OLAVARRIA, DICIEMBRE DE 1995

.
Introducción
¿Cuál es el futuro de las ciudades?.

Los habitantes de los países del globo viven en un entorno cada vez más
urbanizado y un numero creciente de ellos pasarán toda su existencia viviendo y
trabajando en ciudades, en general sin comprender cómo se las construye y administra, y
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sin una idea clara de cómo su participación y su compromiso podrían mejorar su propio
entorno y el de los demás. Para una alta proporción -que va generalmente en aumento- de
los habitantes de virtualmente todas las ciudades del Tercer Mundo y para un porcentaje
creciente de los habitantes del Primer Mundo, su experiencia cotidiana y permanente es
una vida de pobreza y privaciones.

A pesar de la enorme diversidad existente entre los países del Sur subdesarrollado,
tanto en lo que respecta a sus tamaños, poblaciones, niveles de urbanización y estructuras
económicas, como en lo referido a la magnitud de la crisis generada por la actual recesión
y el creciente endeudamiento, en general las condiciones de vivienda para una alta
proporción de sus habitantes sori extremadamente deficientes. Los problemas resultan más
visibles y más intensos en las ciudades. En las últimas décadas, en virtualmente todos los
países, la población urbana creció mucho más rápidamente que el número de viviendas de
calidad razonable y con servicios básicos tales como agua corriente y desagües cloacales
(u otros métodos para la disposición higiénica de aguas servidas). Ni gobiernos nacionales
ni locales han podido expandir servicios tales como la recolección de basura o asistencia
sanitaria a un ritmo adecuado para mantenerse al nivel de las necesidades, asi como
tampoco han podido dotar a la mayoría de las nuevas áreas residenciales, de caminos,
electricidad, aceras o alcantarillas.

Esto ha dado como resultado un rápido incremento del número de habitantes que
viven hacinados en sitios alquilados de condiciones miserables, denominados
generalmente conventillos, villas de emergencia, favelas, callampas o pueblos j óvenes; o
directamente en urbanizaciones ilegales (ya sean éstas ocupaciones ilegales o
subdivisiones ilegales) . En muchas ciudades hay también miles de personas que carecen
de todo tipo de alojamiento.

Uno de los aspectos centrales del problema es que las transformaciones


estructurales de las economías nacionales han sido incapaces de generar un número
suficiente de puestos de trabajo con salarios adecuados. Por supuesto que la pobreza rural
y la urbana están interrelacionadas y los pobres se concentrarán donde las posibilidades de
supervivencia sean mayores. Pero el hecho de que en general ha existido, en la mayoría de
los países, un rápido flujo de migrantes desde las áreas rurales y las localidades pequeñas
hacia determinadas ciudades grandes no significa que en éstas últimas exista un número
suficiente de puestos de trabajo con salarios adecuados para la mayoría de los migrantes,
ni siquiera para la mayoría de quienes residen en la ciudad desde mucho tiempo atrás.

Las ciudades del Sur se han ido convirtiendo , cada vez más , en centros de pugna :
se compite por una habitación para alquilar, por una porción de terreno donde construir
una vivienda precaria, por vacantes en una escuela, por el acceso a agua potable, por una
cama en un hospital, por un lugar en un ómnibus o en un tren, por un espacio en una plaza
o en una vereda donde vender mercaderias, todo esto al margen de la enorme competencia
existente para ocupar los pocos puestos de trabajo estables y con salarios adecuados.
Ningun mercado no regulado de bienes o servicios puede ser de utilidad para aquellos que
carecen del poder adquisitivo suficiente para entrar en ese mercado. Y puesto que un alto
porcentaje de la población urbana no percibe los ingresos suficientes para costearse una
vivienda legal o los servicios de salud, e inclusive la alimentación suficiente, ante 1a
ausencia de una acción estatal que les garantice el acceso a ese mercado , tienen sólo dos
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opciones : o prescindir directamente de el, o, como en el caso de la vivienda, recurrir a


soluciones totalmente inadecuadas y, en general, ilegales.

Este es el nudo básico del contexto de las ciudades de toda Latinoamérica. Nuestro
país, como resultado de la aplicación de las políticas neoliberales, camina más hacia una
“latinoamericanización” de sus centros urbanos que hacia la consolidación de las
condiciones de vida que la Modernidad prometió universalmente.

Hay que reconocer especialmente que las ciudades de Europa Occidental, del
mundo islámico, de América del Norte y de los ex-países socialistas en proceso de
desarrollo económico también muestran procesos de pauperización dramáticos. El
deterioro de la calidad en las condiciones de habitabilidad es uno de los indicadores más
visibles de la velocidad de estos procesos. Sin embargo, estos procesos tienen
particularidades que se reflejan en las modalidades de crecimiento, en la estructuración de
sus espacios urbanos, en la organización de los medios de transporte y en sus funciones
urbanas.

Todas estas problemáticas son las centrales de ese vasto terreno que es la política
urbana. El abanico enorme de situaciones sociales, la diversidad cultural y la variabilidad
en las condiciones de vida implica considerar muchas particularidades y relativizar las
generalizaciones. No es lo mismo una metrópoli de millones de habitantes que una ciudad
de poco menos de cien mil personas. Sin embargo, sí son iguales las angustias, las tristezas
y los miedos de los seres humanos. Es igual el sufrimiento de quién busca una casa para su
familia, de quién se queda sin trabajo de un día para otro, de quién se siente condenado a
la miseria mientras contempla la ostentación y el lujo de unos pocos. Si bien no hay
modelos o patrones universales, recetas que aseguren el éxito de las urbanizaciones, es
universal la búsqueda de condiciones de vida acordes a lo que cada cultura entiende como
digno.

Tal vez es el momento de plantear que, en materia de urbanización y condiciones


de vida, no existe el Tercer Mundo recortado geográficamente. Sólo hay una polarización,
una asimetría entre los que concentran el poder y los que no lo tienen. La división entre
Primer Mundo, Segundo Mundo (los países socialistas, que aceleradamente transforman
sus economías pagando el precio de la pauperización de las masas y la pérdida de calidad
de vida, abandonando esas “semillas de verdad” a las que se refiriera nada menos que Juan
Pablo II) y el Tercer Mundo de los pobres hoy no nos grafica casi nada del mundo actual.
En las ciudades de los países ricos, una tercera parte de la población es excluida de
servicios fundamentales, expulsada de sus trabajos, de la educación y de la salud. Es el
Tercer Mundo presente en esos espacios urbanos de setecientos, de mil, mil doscientos
años de antigüedad. Hoy el Tercer Mundo está en los países desarrollados, al tiempo que
los bolsones de riqueza y lujo de los países pobres están siendo protegidos al costo de
militarizar las ciudades y de potenciar la violencia hasta el punto de no retorno.
Criterios de comparación Ciudades de Europa Ciudades del
Occidental y EE.UU mundo subdesarrollado

Modalidades de crecimiento Crecimiento fuerte y continuo Crecimiento espectacular desde


desde el siglo XIX los años ‘50 y ‘60 (5 a 7%
anual, se duplica la población
cada 15 años).
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Estructuras espaciales y En Europa las ciudades crecen Si bien hay diversidad según
planificación en coronas urbanas alrededor consideremos América Latina,
de un centro histórico, mientras Asia o Africa, predominan las
que en EE.UU dominan los urbanizaciones ilegales, sin
planes geométricos en damero. servicios, con estructuras
En ambos se planifica la desordenadas y contrastes muy
rururbanización del espacio y el marcados entre los barrios de
establecimiento de zonas ricos y pobres. Ausencia casi
residenciales generalizada de planes
directores.

Características de los medios Transportes públicos muy Transportes caóticos en


de transporte desarrollados en Europa, general, monopolizados por el
inclusive con alta tecnología lucro privado, vías de
como los TGV, dominio del transporte deterioradas e
auto y de la autopista en inexistentes inversiones.
EE.UU. Diferencias en niveles de
desarrollo.

Funciones Funciones de reagrupamiento Dualismos muy marcados entre


de sectores comerciales y de los servicios para ricos y para
servicios, fuerte pobres (comercio, hotelería,
desindustrialización y servicios sociales y culturales,
oposición entre viejos barrios etc.). Territorios de desarrollo
industriales y los parques de las economías informales
periféricos. urbanas.

Identidades poblacionales Segregación social y racial muy Contrastes y asimetrías en el


marcada, reflejada acceso al consumo y a la
espacialmente calidad de vida, violencia
urbana y represión frecuente,
luchas populares espontáneas e
inorgánicas.

Tendencias generales Compromisos dinámicos entre Ausencia muy marcada de


intereses públicos y privados, poderes locales, planificación
recuperación de centros reducida y equipamientos
históricos, conformación de colectivos insuficientes.
redes de ciudades en Europa y Aumento de la dinámica de la
de megalópolis en EE.UU. urbanización ilegal. No hay
Conciencia de los problemas perspectivas rápidad de mejoras
ambientales crecientes. Poderes en la calidad de vida de las
locales y regionales fuertes y grandes masas urbanas.
con capacidad de planificación.

El cuadro de la página precedente nos muestra una comparación general y


esquemática de las diferencias generales entre ciudades del Norte desarrollado y ciudades
de los países pobres.
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Los ejes que se analizan en este trabajo son básicamente los mismos que se
plantean en este esquema. Sólo que las particularidades de la ciudad le otorgan una riqueza
y un contenido imposible de resumir en pocas páginas.

Olavarría se clasifica, desde el punto de vista demográfico, como una ciudad


intermedia. En tanto urbanización, su génesis está relacionada con las determinaciones de
los procesos económicos y especialmente por la evolución del capitalismo en tanto modo
de producción. Pero estas determinaciones no implican que sus historias particulares, la
diversidad de sus producciones simbólicas y las estrategias políticas de sus actores sociales
deban homogeneizarse hasta desnaturalizarlas.

Es para abordar esta riqueza, rescatarla y recalcar que la ciudad no es un


epifenómeno de un mercado, que ubico en la primer parte de este trabajo una descripción
bastante lineal (en términos históricos) de los principales procesos de estructuración del
espacio urbano. En el análisis veremos reflejados algunos aspectos que están más
extensamente desarrollados en la primer parte de “La Ciudad Inconclusa”, y
profundizaremos en cambio los elementos vinculados a la lógica social dominante.

Para terminar esta introducción es necesario plantear una serie de aspectos o


consideraciones introductorias. La finalidad es no perder de vista elementos que permiten
explicar la experiencia de urbanización olavarriense

Estas consideraciones son las siguientes:

• LOS MECANISMOS DE MERCADO Y EL PLANEAMIENTO DEL


DESARROLLO NO CONSTITUYEN DIMENSIONES OPUESTAS EN LA
ESTRUCTURACION DEL AMBIENTE URBANO LOCAL.

Tanto el caso de Olavarría y los procesos de desarrollo urbano que se dieron a lo


largo de diversas épocas, como en procesos más amplios caracterizados históricamente
(como las instancias de macrocefalismo que posee nuestro país) no pueden ser atribuidos
exclusivamente como resultado del funcionamiento del Mercado o de la Planificación
desde esferas estatales, en tanto sistemas de decisión en la estructuración del ambiente.

Más bien puedo sostener una articulación y una estrecha realimentación entre
ambos, dado que veremos en el caso olavarriense cómo la definición de algunas
necesidades colectivas (y las consiguientes respuestas) tienen que ver con las estrategias de
expansión de determinados sectores (por ejemplo, terratenientes urbanos agrupados,
entidades intermedias, etc.). Olavarría es una de las ciudades que contó muy
tempranamente (ya en los años ‘60) con un Plan Director que fue reactualizándose varias
veces. Se conformó también un subsistema de planificación urbana que sirvió de manera
eficaz para conjurar problemas que atenazaron la dinámica urbana de otras ciudades.
Sorprende a muchos investigadores de otras ciudades y de áreas metropolitanas cuando
decimos que en Olavarría no hay villas miseria. Sí hay grupos sociales que poseen
viviendas humildes, pero no existe el hacinamiento, la concentración espacial y el riesgo
sanitario masivo característico de las zonas pobres de las grandes ciudades.
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• EN LA CONSTRUCCION DE LOS PROBLEMAS TEORICOS Y CONCRETOS


QUE APARECEN EN EL AMBITO DE LA PLANIFICACION URBANA TIENE
QUE TENER LUGAR EL ANALISIS DE LA LOGICA SOCIAL QUE
ORIENTA LA ARTICULACION SOCIEDAD\ NATURALEZA.

Diferentes lógicas sociales se dan en diferentes períodos de la evolución de las


sociedades. En nuestro caso predomina una lógica social hegemonizada por la idea de
Modernidad y del desarrollo económico ilimitado de las fuerzas productivas. El
Desarrollismo orientó exitosamente la construcción del espacio urbano local durante más
de veinte años. Pero hoy las relaciones de producción globales se han transformado, y esta
evolución vuelve obsoletas determinadas teorías y formas de interpretación de los
fenómenos ambientales urbanos. La hegemonía ideológica de las teorías del Desarrollo se
revelan insuficientes para explicar nuevas conductas, nuevos mecanismos puestos en
práctica por los actores sociales de los espacios urbanos, y para definir nuevas
orientaciones evolutivas en los modelos de ciudad.

La emergencia de la problemática ambiental es uno de los elementos que


cuestionan esta hegemonía ideológica. Otro es el empobrecimiento y la pauperización sin
precedentes, que conducen a una exclusión reñida con las promesas de la Modernidad
clásica. El cambio social acelerado va colocando otros ejes de discusión, otros problemas
emergentes, y también se van decantando otras experiencias impensables hace décadas
(como procesos de autoconstrucción de viviendas, concesiones de servicios urbanos a
efectores privados, etc.). Por lo que van surgiendo experiencias y conceptos que, sin llegar
a cristalizar una lógica social alternativa, permiten la emergencia de variaciones en las
relaciones entre los grupos sociales y los ámbitos naturales y construidos.

• LA LOGICA SOCIAL ES UN ELEMENTO TRANSVERSAL A TODOS LOS


ASPECTOS INTERRELACIONADOS EN UN PROCESO DE GOBIERNO LOCAL
. ESTA TRANSVERSALIDAD PERMITE ENTENDER PORQUE LOS
CONJUNTOS SOCIALES PERCIBEN Y CONSTRUYEN RASGOS
DIFERENCIALES EN LAS OFERTAS Y DEMANDAS AMBIENTALES.

Los habitantes de la ciudad van viviendo cotidianamente, y en esta cotidianeidad


definen necesidades, procesos de satisfacción de las mismas, acciones reivindicatorias,
etc.. El mundo urbano es complejo, y las competencias de los sectores sociales, sus saberes
y sus prácticas, les permiten estructurar y construir percepciones dinámicas de sus
oportunidades en la ciudad. También se van estructurando modelos mentales que orientan
formas de comportamiento, prácticas sociales que no siempre reproducen los mismos
patrones sino que también demuestran los espacios existentes para la creatividad y la
inventiva sociales. (ejemplos).

De estas percepciones construidas dependen las relaciones que los conjuntos


sociales establecen con los recursos. Sobre todo, la transversalidad se vuelve importante
para entender un aspecto de lo urbano verificable empíricamente: la no integralidad en el
manejo de los recursos naturales y de la oferta ambiental, el desconocimiento (a veces
adrede) de la dinámica de los microambientes, de la de la cuenca de abastecimiento y el
bajo índice de concientización de políticos, funcionarios, empresarios y otros agentes
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acerca de los efectos en las cuencas de soporte, en el ámbito material sobre el cual se
despliega el espacio urbano.
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Primera Parte

En la ciudad de Olavarría han sido dos los procesos fundamentales que han
signado la evolución de los espacios residenciales urbanos.

• El primero de estos procesos se relaciona con los elementos superestructurales que van
marcando la expansión y consolidación productiva. Se origina en la expansión
pampeana sobre las tierras indígenas, en las que se utilizaron las ciudades con el doble
objetivo de dominación militar\territorial y espacio de articulación
administrativo\comercial.

• El segundo proceso es el que se desenvuelve en base a las particularidades locales del


desarrollo urbano. Posee una lógica social con ciertas especificidades y características
singulares. Esta lógica es completamente interdependiente en relación con las variables
superestructurales.

La producción social del hábitat olavarriense debe estudiarse, necesariamente,


interrelacionando ambos tipos de procesos. En el primero de ellos, la cuestión de la
construcción de espacios residenciales y equipamientos urbanos aparecía como clave,
dado la imperiosa necesidad de fijar población un un territorio que estaba siendo
colonizado.

Y en el segundo, la producción de viviendas es una cuestión clave, porque las


formas de acceso al espacio residencial para las clases sociales estuvieron atravesadas
siempre por la idea de escasez y de déficit. La relación de los grupos y las clases sociales
con los recursos urbanos es, en gran medida, caracterizable por la relación de los conjuntos
sociales con sus viviendas.

La problemática de la vivienda, en este marco, es problema en tanto lo asumen


como tal actores sociales fundamentales en la política urbana de hoy.

Como antropólogo social, un punto de partida válido son las argumentos


elaboradas por los sujetos urbanos acerca del tema. Y en el caso de la vivienda, el hecho
de que ésta sea un imperativo reconocido a diversos niveles de la estructura social apoya la
consideración de su centralidad en relación a los procesos de producción del hábitat
urbano.

Desde el punto de vista o exclusivamente estadístico, estudiar las características


urbanas de una ciudad intermedia como Olavarría no es demasiado significativo. No es
una ciudad con valores demográficos altos dado que, con sus 75.870 habitantes urbanos,
ocupa el trigésimo noveno lugar en la lista de ciudades más pobladas del país.

Tampoco es una ciudad que se destaque por sus rangos productivos, por haber
escapado a la crisis nacional, o por haber eliminado la pobreza. Sus porcentajes de
desocupación oscilan entre un 20 % de PEA reconocido oficialmente, y un 14 % de la
PEA cuando hay inversiones transitorias y abundancia de trabajo "en negro". Son los
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umbrales normales, en relación a los perfiles que adopta la crisis económica en centros
más poblados (como Bahía Blanca o Rosario, que son varias veces más grandes).

En cambio, si tratamos de ver elementos más cualitativos del desenvolvimiento


urbano, aparecen aspectos más interesantes y que son los que justifican este trabajo. Uno
de estos aspectos es de qué manera se presentan problemáticas ambientales como parte del
fenómeno urbano local.

En este sentido es posible plantear que la expansión del espacio urbano, aún
planificada, ha llegado a un umbral económico y financiero de muy difícil superación. En
el caso de algunos recursos naturales, como los hídricos, la superación de este umbral
implica ya entrar en el terreno del desequilibrio financiero (y posiblemente político) total.

La ciudad está abastecida sólo en un 50 % de aguas corrientes, y también la mitad


de la población posee servicios de cloacas. El sistema cloacal se encuentra agotado, los
acuíferos también y se plantea la posibilidad de utilizar aguas superficiales. Pero éstas sólo
cubrirían el 40 % del consumo.

Abastecer a la totalidad de la población de aguas corrientes implica una inversión


millonaria en dólares, pero aunque la plata apareciese, no está el recurso natural
disponible. Es claro que se acabó el agua para el consumo suntuario en Olavarría.

Las respuestas que se plantean desde las dirigencias locales tienen que ver con una
combinación de tecnologicismo y economicismo. El tecnologicismo aparece en la
confianza en las posibilidades técnicas que ofrezcan procedimientos más eficientes de
perforación y bombeo, descubrimiento de nuevos acuíferos, etc. . El segundo punto, la
cuestión del economicismo, aparece en la esperanza acerca del mercado como institución
que va a permitir la obtención del capital necesario (14 millones de dólares) para ampliar
las redes de aguas corrientes y volver a tener margen de operación en el sistema cloacal.

Pero antes de entrar de lleno en estas instancias veamos aspectos que tienen que
ver con el proceso evolutivo que definió las características generales de la adaptación
urbana local.. Lo que nos permitirá,posteriormente, abordar las instancias que dan sentido
a este análisis.

La evolución de los espacios residenciales urbanos.

En términos morfológicos, la ciudad mantuvo firme su estructura de cuadrícula


hasta entrada la década del '50. La ocupación del espacio urbano y, especialmente, la
transformación de vastos espacios en residenciales fue siguiendo los trazados inductores de
los anillos de avenidas.

Por esta razón, la ciudad fue creciendo de manera más o menos equilibrada. La
configuración urbana se fue completando bajo la forma de espacios cerrados. Las
estructuras
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edilicias se van definiendo como residenciales en la medida en que la ciudad va creciendo


y especializándose funcionalmente. Se ocupan los espacios ya cerrados por la Ley de
Ejidos Urbanos.

En términos espaciales, la utilización de recursos de localización va siguiendo el


esquema tradicional del desarrollo radioconcéntrico y de la diferenciación funcional de las
actividades urbanas en zonas homogéneas en torno al centro.

El trazado urbano conservó las características originales del modelo básico de la


urbanizaciones de la llanura pampeana. Inclusive las avenidas con refugios arbolados en el
centro, un aceptable grado de verde urbano y y una densidad poblacional para nada
asfixiante, aún en las zonas de viviendas de las clases sociales trabajadoras.

A fines de esta década, se potenció el desarrollo minero y de manera consiguiente,


la transformación del espacio urbano. La dirigencia política local asume, a pesar de
muchas resistencias, un programa de neto corte desarrollista, y el Estado toma las riendas
planificadoras del crecimiento urbano.

En este momento, la inversión pública permitió profundizar la expansión espacial


en dos ejes. Uno de ellos, la autopista Luciano Fortabat, sirvió de vínculo con los espacios
productivos de Calera Avellaneda, Loma Negra y Sierras Bayas, ubicados en un radio de
20 km. al norte y al este de la planta urbana.

El restante eje es la prolongación norte de la Avenida Dante y Torcuato Emiliozzi,


que relaciona a las localidades de Sierra Chica, Hinojo y varias colonias. Por esta se sale a
la ciudad de Azul, importante centro jurídico-administrativo.

Es en torno a estas dos grandes estructuras axiales que se opera con el desarrollo de
la planta urbana. El proceso de urbanización desatado durante los momentos de mayor
crecimiento poblacional va loteando y ocupando los terrenos adyacentes a estos dos
grandes ejes.

Es en este punto en donde se nota un predominio de mecanismos de mercado por


lsobre determinadas instancias de planificación. Los técnicos municipales son conscientes
de la necesidad de promover la densificación, pero una conjunción de intereses privados
hace que constantemente se loteen terrenos en zonas alejadas de los radios concéntricos de
avenidas.

Los compradores de estos lotes son de extremos sociales opuestos: los grupos de
familias que no acceden a niveles de consumo satisfactorios, y los especuladores urbanos
asociados a los mismos agentes inmobiliarios que promueven los loteos.

A fines de la década del '50, el Estado Municipal planifica un ordenamiento


espacial general, bajo la forma de un Plan Regulador del Desarrollo. Se planifican obras
públicas de gran envergadura, entre ellas un aeropuerto provincial que se concretaría tres
décadas después. Se diseña y se delimita el Parque Industrial de Olavarría I, territorio
ubicado al norte de la planta urbana.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Este último constituye, para la época en que fue pensado, una idea de avanzada.
Estaba ubicado lejos de la planta urbana para ese entonces, y la radicación de fábricas se
realizaba según las instancias de promoción que el municipio desarrolló intensamente en
los años '60 y '70. Como producto de la planificación de la ciudad por áreas, éste sector
respondió con aceptable éxito en cuanto a las funciones urbanísticas que se esperaban de
él.

Durante la década del ‘80, las transformaciones en la economía nacional y la


profundidad de la crisis de las pequeñas y medianas empresas impidieron que toda la
región Centro de la Provincia de Buenos Aires pudiera dar un salto cualitativo en sus
articulaciones productivas.

Esta fue la razón por la que grandes inversiones públicas cobraron la dimensión de
faraónicas, como por ejemplo el Aeropuerto Provincial. Se mantenía una gran estructura
totalmente ociosa, dado que el movimiento económico no justificaba en absoluto la
presencia de líneas de cabotaje. Durante los primeros años de cabotaje, el Municipio abonó
el valor de pasajes que rara vez eran usados, con la única finalidad de que la empresa
que utilizaba el aeropuerto como cabecera no abandonara la plaza.

A principios de 1993, el Municipio comienza una política de promoción industrial


más agresiva, destinada a captar una serie de capitales locales que se constituyeron durante
la década del '80, como producto de la acumulación lograda por ciertas unidades
productivas mineras.

Se rezonifica el espacio destinado a parque industrial, subidiviéndose nuevas


áreas. Se termina de dar forma a la planificación municipal que preveía la amplitud del
parque industrial original (PIO I), destinándose a este fin una superficie tres veces más
grande. A las partes de este gran espacio, ubicado sobre el borde NE de la planta urbana,
se las denomina PIO II, PIO III Y PIO IV.

Los terrenos intersticiales entre los Parques Industriales y la planta urbana se


comenzarían a poblar de grupos familiares de escasos recursos. Sobre el Sur de la
planta urbana, la construcción del Barrio CECO I, y más tarde del Barrio Facundo
Quiroga, introduce otro factor de quiebre en el desarrollo de la cuadrícula.

El Barrio CECO I es un emprendimiento bajo la modalidad de obra por


administración. Fue financiado conjuntamente por el Estado mediante una operatoria del
Banco Hipotecario Nacional, y por el Centro de Empleados de Comercio de Olavarría. El
barrio fue construido a principios de lo años '70 y fue el primer gran espacio urbano
destinado íntegramente a enfrentar el déficit de vivienda que ya emergía como
problemática colectiva.

Este es un espacio de poco más de 1.100 viviendas. A principios de los '80 ya lo


habitaban más de 5.000 personas. Rápidamente el sector desarrollo cierto equipamiento
propio, incluyendo una escuela media y un aceptable grado de organización vecinal.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

La resolución de la ocupación del norte y del sur de la planta urbana implicó la


concreción espacial de una política de urbanización específica, caracterizada por un
aceptable control estatal.

La configuración urbana resultante, actualmente en proceso de concreción, es la


una trama de espacios abiertos definidos a priori (CEPA, 1983). Lo que implica un cambio
de dirección total, en relación a la configuración de espacios cerrados de la primera mitad
del siglo.

La ciudad toda, especialmente su trama generativa, se define por los planes


reguladores que idea el desarrollismo. El espacio urbano pasa a ser un producto diseñado,
preparado para su completamiento en el tiempo, mediante dos procedimientos:

• el llenado de sus manzanas edilicias,


• la prolongación de la trama para acompañar el crecimiento urbano.

También se definen a priori un sistema de espacios públicos que interconecta los


espacios privados. Pero en este sentido no existe ruptura con los principios de organización
de la trama del modelo anterior.

A nivel local, por la singularidad del Arroyo Tapalqué‚ que atraviesa la planta
urbana dividiendo la ciudad prácticamente en mitades, los espacios y paseos públicos (en
especial el Parque Mitre) fueron objeto de planificación e intervención a lo largo de todo
el siglo.

En este cambio de modelo de configuración urbana, los espacios que quedan para
ser llenados son los que se encuentran en el Este de la ciudad, por fuera del segundo anillo
de avenidas (Urquiza, Sarmiento, Ituzaingó y Pueyrredón).

Los espacios ubicados entre las avenidas que delimitan el microcentro (Colón,
Pringles, Brown y Del Valle) y el segundo anillo, han sido llenados por la construcción
privada durante los primeros años del boom económico de la minería. Con los recursos del
"Impuesto a la Piedra", el Estado Municipal extiende una serie de beneficios y servicios
solicitados por los conjuntos sociales, y cuya obtención significaba acceder a los más altos
valores en calidad de vida.

En efecto, la llegada del asfalto, el agua corriente, el alumbrado público con


lámparas de gas de mercurio, el gas natural, son todos logros que dan al desarrollismo
local una hegemonía que recién decaería en 1983. La dirigencia que sobrellevó este
proceso de transformación urbana se refugió en un partido vecinal, el Movimiento de
Afirmación Olavarriense, en la segunda mitad de la década del ‘80.

Los sectores que rodearon al centro de la ciudad, barrios como Mariano Moreno,
San Vicente, Pueblo Nuevo (separado del centro por el Arroyo Tapalqué‚), Barrio Luján
(separado del centro por las vías del entonces FC General Roca, hoy Ferrosur) y Roca
Merlo, se convirtieron en los espacios residenciales donde se instalaban quienes se
insertaban a los dinámicos procesos de trabajo durante los años 60 y 70.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Esta posibilidad de inserción y de asentamiento en zonas con buenos servicios,


creaban la ilusión de un espacio urbano sumamente igualitario e integrado. Especialmente
en los barrios San Vicente, Mariano Moreno y Pueblo Nuevo, la contiguidad espacial entre
gente perteneciente a diferentes clases sociales era el común denominador.

Empleados administrativos, obreros de las fábricas cementeras y de metalúrgicas,


pequeños comerciantes en ascenso, mecánicos, los hijos de algún propietario rural,
empleados públicos, eran los habitantes de estos espacios. Los mecanismos de acceso a las
viviendas se favorecían con la abundancia de mano de obra dedicada a la construcción y
también con el crédito que ponían como disponible diferentes grupos de promotores y
constructores.

Las clases de menor acceso al consumo construían sus viviendas con gran
esfuerzo, pero los niveles salariales de los años 70 permitían cierta solvencia, aún para
quienes tenían bajos ingresos. Accedían también a alquileres, generalmente de edificios
con cierto nivel de deterioro. Los procesos inflacionarios eran apenas incipientes, y el
Rodrigazo de 1975 fue un juego de niños comparado con la hiperinflación de quince años
después.

Por esta razón, tales sectores de la planta urbana poseen una gran diversidad en sus
programas de construcción. A diferencia del centro de la ciudad, donde predomina la "casa
chorizo", la aparición de nuevos materiales y de un programa de vivienda individual más
funcional a los cambios en la composición de las familias (habitaciones para sexos
separados, vinculaciones entre los dormitorios a través de un pasillo y no con aberturas
directas) permite abrir los diseños. El resultado es una heterogeneidad habitacional que
balancea la monótona rectitud del trazado.

La prolongación hacia el sur del barrio San Vicente tomó características


exclusivamente residenciales, como resultado de la instalación de sectores medios altos
durante la década del ‘80. Se radicaron allí los grupos familiares de una gran cantidad de
profesionales liberales, insertos en el crecimiento de los servicios que se produjo como
actividad subisdiaria a la industrialización.

El Estado municipal fue extraordinariamente dinámico en esos años, y no sólo en


el renglón de la obra pública. Al tiempo que se ponían en marcha planes de construcción
de cloacas, de pavimentación (en especial uno muy recordado que implicaba la
pavimentación de 700 cuadras), también se iban construyendo infraestructuras culturales
importantes como el Colegio Nacional y el Instituto de Investigaciones Antropológicas de
Olavarría.

Hasta la aparición de la dictadura militar en el horizonte político nacional, el


crecimiento de la ciudad se mantuvo bajo control del estado, con interesantes
articulaciones con los agentes inmobiliarios privados y un equilibrio interesante en su
relación con los lobbys de la construcción.

Estos últimos monopolizaron la construcción del Barrio Jardín, complejo de 20


monoblocks de departamentos ubicado al norte de la planta urbana, y también habían
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

operado en los barrios CECO I y en las obras por administración del Barrio PyM, San
Carlos y otros.

La versión provincial de la dictadura militar endurece las legislaciones urbanas, y


limita la expansión de los trazados. El ritmo de crecimiento de Olavarría empezaba a
constreñirse en el plano de la política urbana, además de la debacle económica que se
evidenciaba.

La afluencia de migrantes de diferentes zonas del país y de territorios limítrofes


aumentó a fines de la década del '70. En los terrenos cercanos al tercer anillo de avenidas,
zona sur, se instala una "comunidad" de migrantes bolivianos.

El estado municipal empieza a ser mucho más permeable al vaciamiento financiero


de la economía nacional. Ya no es tan fácil obtener créditos para obra pública y para
expansión de servicios. También los intereses inmobiliarios, en pleno auge de la
especulación, comienzan a introducir factores de desorden urbano.

Comienza a hacerse patente un déficit estimado, para el año 1980, en 6.251


unidades habitacionales. El déficit crítico es de 3.334 unidades. La conducta especulativa
hace subir irremediablemente los alquileres, y el afán de lucro y de compensaciún del
deterioro de ingresos hace que cualquier espacio disponible sea apto para construir "una
piecita" y dar pensión a estudiantes, jóvenes solteros, etc..

Quienes se encontraban expulsados de sus puestos de trabajo ante la


automatización de los procesos productivos, quienes no podían insertarse en el mercado
laboral de la terciarización local, sólo accedían a viviendas precarias y alejadas varios
kilómetros del microcentro.

Acceder a una vivienda mediante mecanismos de mercado se torna crecientemente


imposible para la mayoría de los asalariados, dada la conjunción de varios factores. La
baja salarial y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, los altos intereses de la
financiación personal, la especulación inmobiliaria, el costo de la tierra y de la mano de
obra, el encarecimiento de los materiales de construcción, etc..

Durante los años '80, los mecanismos de mercado hegemonizaron los procesos de
construcción de viviendas para la reducida clase alta local, y para un sector social que
consiguió acumular a partir de ciertas ventajas comparativas, como por ejemplo la
disposición de capital familiar que se derivó a la especulación bancaria.

Estos procesos se realizaban mediante construcción individual, bajo la forma de


contratación directa a una empresa constructora. En cambio, las clases sociales de ingresos
medios debían recurrir al escaso y nada barato crédito estatal, mediante las acciones de
promoción inmobiliaria.

El Estado municipal, en cambio, abordó los problemas de la creciente exclusión de


los asalariados en el acceso a la vivienda. El gobierno democrático de 1983 otorgó
prioridad a la política de viviendas, urbanizando diversas áreas periféricas de la ciudad y
también espacios de las localidades serranas.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Comienzan a "rellenarse", como consecuencia del accionar estatal, los espacios que
la planificación municipal definió como urbanos a fines de la década del '70, pero en los
que no se había construido nada. Es que los planificadores locales, al encontrarse con las
restricciones territoriales que la dictadura imponía, fueron previsores en función del ritmo
de crecimiento urbano.

Al accionar del Estado en la gestión de barrios y de planes de construcción de


viviendas, se complementan las acciones de construcción de índole privada. Esta es
especialmente importante en aquellas zonas donde los terrenos son de bajo valor, lo que
permite el acceso a asalariados y cuentapropistas.

Los terrenos ubicados en zonas cercanas al tercer anillo de avenidas, zonas sin
servicios públicos, son accesibles para matrimonios jóvenes, que obtienen salarios
bajísimos en relación con el valor del metro cuadrado de construcción.

En diversos espacios urbanos, es frecuente ver en acción las modalidades populares


de construcción de viviendas individuales: actividades de fines de semana, con mano de
obra de sus propios usuarios y ayuda especializada sólo para tareas muy técnicas,
colaboración de parientes en el traslado y la descarga de materiales, el infaltable asado
para el momento de llenado de la losa, etc..

La crisis económica ha generado otras modalidades de construcción de viviendas


para sectores populares y familias de bajos ingresos. Estas pasan por la articulación de
alguna entidad intermedia, como una sociedad de fomento, un sindicato o una iglesia. No
es ajeno, como veremos, el apoyo del estado municipal, y desde esta modalidad se van
alcanzando varios centenares de viviendas desde principios de los años 90.

Con las viviendas destinadas a sectores populares que el Estado apoya o impulsa,
con la construcción de la vivienda individual unifamiliar, con los barrios generados por la
política social sindical, y con algunos procesos de valorización simbólica de ciertos
espacios muy particulares de la planta urbana, se ocuparon los espacios periféricos y se
densificaron determinados lugares "vacíos" de la ciudad.

La expansión urbana, al llegar hasta las adyacencias de los Parques Industriales,


hasta la Avenida Circunvalación y ocupar los terrenos vacíos hasta el Barrio CECO I,
completó la ocupación de zonas que aún carecen de servicios. Olavarría tiene hoy, en
1995, 1.700 cuadras sin pavimento, 1.600 manzanas sin servicio de cloacas, y falta
extender la red de agua corriente a gran parte de la ciudad.

Es que, aún terminando el Plan Director del año 58, el gobierno municipal actual
encuentra que la expansión ha superado en mucho la capacidad de extensión de los
servicios básicos, y esto compromete de diversas maneras las garantías que el Estado
puede dar en relación con las mejoras en las condiciones de vida.

Un particular ejemplo de este desborde se encuentra en las zonas periféricas del


noroeste y del norte de la planta urbana.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

En el primer lugar, la falta de servicios más los mecanismos de exclusión de los


conjuntos sociales más débiles han creado uno de los ámbitos en donde se ven las peores
condiciones de habitabilidad e higiene, combinada con la discriminación social alimentada
por la conformación de estereotipos negativos. Es paradigmático el caso de la Escuela 6
(v. COLO, M., 1995).

Frente a casos de desnutrición enfrentados sólo mediante la ayuda social,


contaminación de las napas de agua y otros riesgos para la salud colectiva, la cuestión de
la imposibilidad estatal de extender los servicios urbanos es vivida por los vecinos como
una discriminación más, pero una de las más importantes.

Al norte del trazado de la ciudad, en la zona denominada Bo. Isaura, y


posteriormente Mataderos, el Estado trató de desalentar la instalación de familias, dado
que los terrenos son muy bajos e inundables. La cercanía de la ruta 226 no favorece un
adecuado drenaje, y hay sectores de desnivel muy marcado (como el barrio Los
Eucaliptus).

Pero el rigor de los mecanismos de mercado hizo que las posibilidades de


radicación de gente sin recursos o de escasos ingresos no permitieran más que urbanizar
esa zona. A pesar de estereotipos negativos, el trabajo social de diversas entidades
consiguió poner en marcha modalidades de organización microsocial inéditas para el
lugar.

Durante el gobierno justicialista se apoyó la organización de esa zona, y parecía


que era posible una estabilización de las condiciones de vida como para iniciar un proceso
de promoción social. Se realizaron grandes esfuerzos para entrenar dirigentes del sector y
se operaron infinitas gestiones y demandas, algunas satisfechas.

El cambio de signo político de los administradores de acción social hizo volver a la


atención individual y a la dádiva todo tipo de asistencia. Por lo que el aprendizaje social
hecho de 1987 a 1991 comenzó a diluirse, y con él las posibilidades de mejora a corto
plazo de las condiciones de vida de ese espacio urbano periférico.

En la ciudad se continúa construyendo, y se va expandiendo y densificando el


espacio urbano. Durante 1991 se mejoraron, modificaron o se construyeron 12.348
estructuras, 12.413 en 1992, 10.835 en 1993. Estas cifras se reparten a lo largo de toda la
planta urbana, y se tornan especialmente significativas en términos de la fuerza de trabajo
que emplean. Estas cifras fueron reconocidas en febrero de 1994 por el Director de
Planeamiento Urbano, interrogado especialmente acerca de las construcciones
clandestinas. ( DIARIO EL POPULAR, 2-94).

Para los sectores con cierto poder adquisitivo o con un salario estable y por encima
de los 2.000 dólares mensuales, este aumento en las actividades de la construcción tiene
un contexto exclusivamente financiero. Es que en la década del '90, con la recuperación de
cierta confianza en la estabilidad de las variables económicas, reaparecen los créditos
hipotecarios.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Estos créditos vuelven a posibilitar la terminación de casas de gran envergadura,


ampliaciones de viviendas, emprendimientos privados de complejos habitacionales y,
sobre todo, la continuidad de los barrios financiados por el Estado. No sólo porque los
organismos municipales disponen de dinero para iniciar las obras, sino porque las
empresas locales, sin tradición ni capacidad de lobby, pueden disponer de capital como
licitar ante el Instituto Municipal de la Vivienda.

En 1991 la ciudad posee, según los datos del censo nacional de ese año, poco más
de 25.000 viviendas. El número de éstas se incrementa aceleradamente debido a las
acciones que desenvuelve el Estado municipal, cuyo protagonismo se agiganta en tanto
desaparecen del horizonte simbólico una serie de nociones que sustentaban una política
social integradora de los sectores populares.

La construcción masiva de barrios, como veremos posteriormente, es una variable


que no sólo opera en las políticas locales para solucionar la escasez de unidades
habitacionales, sino también como fuente transitoria de ocupación de vastos contingentes
de personas de escasa y mediana calificación.

Pero no se puede dejar de ver el desarrollo de un sector de grandes obras, que


permite densificar aún más zonas que no son precisamente periféricas en el espacio
urbano.

Puede reconocerse a este nivel, la reaparición de un actor social en hibernación


durante los años de la especulación, y de jóvenes profesionales de la construcción que
combinan el saber técnico con el empresarial. Estos actores sociales son empresarios
locales que se dedican a reciclar construcciones antiguas ubicadas en el microcentro y a la
construcción de edificios de departamentos.

Se contruyen bajo esta modalidad dos o tres departamentos por lote. Cuando la
empresa adquiere cierta envergadura, incluso inician la construcción de edificios. Este
sector cubre la demanda de viviendas de la clase media que tiene acceso a algún crédito o
a alguna forma de financiación.

A veces, esta dinámica de construcción produce aspectos que se vuelven difíciles


de controlar y planificar.

El municipio, a través de la Dirección de Programación Urbana, reconoce que:

"...Hay zonas de la planta urbana en donde no se sabe dónde


empieza lo comercial o lo industrial, lo residencial y los
talleres...hay una mezcla total de usos y características...también
hay mucha construcción clandestina...pensamos que un 30 % de la
gente que construye lo hace con asesoramiento profesional y de
manera legal, mientras que un 70 % lo hace sin profesionales...es
porque piensan que el profesional encarece el costo de cualquier
arreglo...pensamos que hay unas tres mil viviendas en condiciones
irregulares, más o menos a fines de 1993...". (H. E., 1994).
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

La lógica que subyace a la evolución que puede detectarse como tendencia está
exclusivamente basada en el usuario (no en el ciudadano) y en mecanismos de mercado.
Los planificadores del Estado municipal no han podido imponer algún sistema de decisión
basado en sus saberes, a pesar de sus atribuciones de fiscalización y control. El municipio
reconoce la ingobernabilidad de estos procesos, y como medida importante, durante 1995
estableció una moratoria para aquellos propietarios que hubieran desarrollado
construcciones ilegales. A cambio de la declaración de las mismas se les ofrecían
facilidades para el pago de lo adeudado y no se les cobraba nada en concepto de multa. Se
recaudó rápidamente, por este medio, una cifra cercana al medio millón de dólares.

El resultado espacial de estos procesos es una tendencia a una configuración del


espacio urbano en la cual el territorio es entendido como un vacío. Y un vacío a llenar por
adición funcionalista de componentes desestructurados: rutas, lotes para industrias, para
conjuntos de viviendas, espacios para servicios públicos. Cuando parte de este vacío se
llena, la desestrucutración deja de ser tal, hilvanada por una serie de mecanismos de
valorización, que juegan tanto en el terreno de lo concreto (teniendo en cuenta las
provisiones de servicios públicos que el Estado financió, por ejemplo, o los equipamientos
colectivos que determinados vecinos fueron construyendo, etc.) como en el terreno de lo
simbólico (la valorización por el “status” que se le adjudica a determinada zona en el
discurso de agentes inmobiliarios, publicistas, intermediarios financieros y bancarios, etc,).

Y en los huecos de estos espacios vacíos, se instala lo no deseado del sistema: los
basurales, los barrios para la gente pobre, a veces simbolizados por la triste reputación de
los FONAVI o "104 viviendas".

El Estado aparece a punto de perder el control del proceso de planificación del


espacio urbano. Acierta sí con algunas medidas, pero no es el actor más fuerte para poder
ordenar el proceso global.

Sin embargo sigue siendo el actor más importante en lo que respecta a la


construcción masiva de viviendas y de espacios residenciales. En el punto siguiente
analizaremos algunos aspectos salientes de las políticas municipales en materia de
viviendas.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Espacio y lógica social a nivel local.

En mi tesis de grado en Antropología Social (SARLINGO, MARCELO, 1993)


investigué las representaciones hegemónicas en torno al medioambiente de la ciudad de
Olavarría. Se me aparecieron como muy notables una serie de elementos emblemáticos
presentes en el imaginario local. El valor cultural que se le otorga a la posesión de un
automóvil, las simbolizaciones con capacidad de estructuración de conductas en torno al
significado del Trabajo. Y las cuestiones ambientales como un frente cultural urbano, en
donde se dan procesos de confrontación y reestructuración simbólica permanentes.

En aquel trabajo, el tema del espacio urbano fue mencionado al pasar, pensando en
su estructuración como una variable dependiente de la articulación Sociedad\Naturaleza.
Con este criterio básico, pensado más como avance y superación de las propuestas teóricas
que colocan al espacio urbano como dependiente sólo del modo de producción
(CASTELLS, MANUEL, 1974, LEFEBVRE, HENRY, 1974), es que pretendo culminar
este abordaje embrionario.

No debe entenderse que, en este análisis y como posición teórica, ignoro el papel
que juegan las contradicciones entre el capital y el trabajo en la estructuración de los
procesos evolutivos urbanos. Sólo que preferí no extenderme en estas páginas, buscando
hacer un diagnóstico más descriptivo y no tan estructural.

Pero sí se vuelve necesario puntualizar los aspectos más importantes de la lógica


social dominante, el de mayor peso es el factor que introduce en el imaginario colectivo el
hecho de que Olavarría se piense como una ciudad industrial.

Es interesante ver el peso que tienen una serie de nociones implícitas en los planes
de desarrollo en toda Latinoamérica y también en nuestra ciudad. Una de estas nociones es
la de zonificación, que proviene, en términos teóricos, del modelo de ciudad consagrado
en la Carta de Atenas y en los trabajos del Congreso Internacional de Arquitectura
Moderna. Sobre estos modelos, y especialmente sobre el criterio de zonificación, se monta
gran parte de la lógica ordenadora del espacio urbano desde el Estado en sus diferentes
niveles.

Vale la pena detenerse en el sentido del criterio de zonificación. “La zonificación


es la operación que se hace sobre el plano de la ciudad con el fin de dar a cada individuo
su justo lugar. Tiene por fundamento la necesaria discriminación entre las diversas
actividades humanas que reclaman cada una su espacio particular. (Punto 15, Carta de
Atenas, 1933)”. (BROWNE, E., 1988: 48).

Además de conllevar la pretensión de proponer un único uso especializado como


modalidad rectora para enfrentar los problemas urbanos y el diseño de la ciudad, está
subyacente la idea de que la ciudad puede resolverse mediante el diseño desde un tablero.
El accionar del Estado no sólo conlleva las operaciones de diseño, sino también la
articulación de relaciones sociales que transforman el espacio urbano, al tiempo que se dan
representaciones sociales legitimantes de los nuevos modelos urbanizadores. La dicotomía
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Tradicional/Moderno, cuyo correlato espacial es Rural/Urbano, proporcionó el campo de


confrontación de discursos que permitió la hegemonía de las concepciones industrialistas.

Es la dinámica que introduce esta representación colectiva la que, sin duda, se


revierte sobre los procesos evolutivos del espacio urbano. La localización de capitales
fabriles empezó en la región a fines del siglo pasado, relacionados con la industria minera.
Pero sólo desde los años 40’, con un contexto político más favorable a la industrialización
y con la emergencia de los industriales como protagonistas de la sustitución de
importaciones, comenzaron las transformaciones que colocarían lo rural en segundo plano
en los imaginarios colectivos locales. También los cambios tecnológicos en las
explotaciones a lo largo de todo el siglo tuvieron muchos efectos socioeconómicos. El más
destacable sería el hecho de que posibilitaron el crecimiento de las industrias de inducción
técnica.

Y la localización de estas industrias en el espacio urbano va variando, a lo largo


del siglo, según dos tendencias:

• una tendencia de localización que sigue a las formas urbanas ya constituidas, en


particular alrededor del medio residencial. Es el caso de las industrias de la
alimentación, las ligadas a las explotaciones agrarias, y que se mueven
fundamentalmente según la movilidad de las clases consumidoras,

• una tendencia que sigue en su espacialización al elemento intercambio, independiente


de toda inserción urbana. Son, en general, las articuladas con las empresas mineras
localizadas en la zona serrana a través de trabajos de metalurgia, electromecánica, etc..

En la trama de relaciones espaciales empíricamente observables, se vuelve difícil


identificar el establecimiento de un sistema de determinaciones. Sin embargo, hay zonas
en donde la mezcla de usos y funciones urbanas no deja lugar a dudas: el capital ha
necesitado la fijación de mano de obra y por consiguiente, el Estado ha construído un
barrio.

Acá es donde predominan los criterios de zonificación, que se consagran


definitivamente en el marco de la última dictadura militar con la Ley de Uso del Suelo.

Se da el caso de que puedo deducir esto por una simple observación impresionista.
Un sector de la planta urbana compuesto por quince manzanas se denomina Barrio Obrero.
Tiene una unidad periférica de atención de la salud, y a través de los relevamientos
demográficos municipales y médicos, aparece claramente el altísimo porcentaje de
jubilados y pensionados que habitan el sector. Obreros parece haber pocos. Muchos de
estos jubilados pertenecen a la caja de la Industria, y las fábricas en las que trabajaban
son las que se ubican a lo largo del eje constituído por la Avenida Del Valle y su
prolongación, la Autopista Luciano Fortabat.

En la planta urbana local aparecen las marcas de estos procesos de fijación de


mano de obra. El Estado, en sus diferentes niveles financió muchos de los costos de esta
fijación , sobre todo por que el capital supo imponer teóricamente la relación entre
desarrollo industrial y disponibilidad de mano de obra.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Y digo teóricamente porque una de las hipótesis, que no es posible desarrollar en


este trabajo pero que es pertinente plantearla, es que en las tramas del espacio urbano
pasaron desapercibidos una serie de efectos ligados a la constitución de un ejército
industrial de reserva.

En Olavarría no parece haberse visto, como en las ciudades europeas, las masas de
obreros expulsados y vueltos a tomar y nuevamente expulsados por el capital que se
modernizaba en sucesivas olas.

Esta ausencia de EIR se condensa simbólicamente en el slogan “Olavarría Ciudad


del Trabajo “, que identificó a la ciudad durante las cuatro últimas décadas. Sin embargo,
mi hipótesis es que, aunque no estuvieran los efectos espaciales de la presencia del Ejército
Industrial de Reserva, éste existió. Y, aunque suene conspirativo, estos trabajadores
excluidos no se vieron porque hubo operaciones ideológicas para encubrir mecanismos
que en cualquier lugar del mundo son considerados despidos.

También existió, como por ejemplo, en el sector denominado “La Loma” lo que
diversos autores denominan “masa marginal”, concepto que designa a los trabajadores en
edad activa que nunca pudieron integrarse a un mercado formal de trabajo. Estos siempre
fueron empíricamente y espacialmente visibles.

Mientras que los integrantes del EIR no lo fueron por la demanda de servicios
informales que durante cierto tiempo les permitió ingresos irregulares pero valorizados
socialmente. Cualquier trabajador que tuviera un mínimo de conocimiento de un oficio
podía independizarse, aún cuando estuviera mal visto que saliera de las fábricas.

También el ejercicio de un oficio le permitió, durante la década del ‘80, acceder a


alquileres medianamente aceptables, que se fueron encareciendo progresivamente hacia
finales de la década. Actualmente son expulsados hacia la periferia, y muchos de ellos son
los beneficiarios de la política asistencial y de autoconstrucción de viviendas que hoy
impulsa el Estado.

Acá es necesario mencionar un conjunto de mecanismos que relativizan el criterio


de zonificación, y que sostienen la visión de la ciudad como “bastante ingobernable” desde
el punto de vista del Director de Programación Urbana.

Se trata de aspectos propios de la dinámica social, que no puede segmentarse desde


un tablero. Tomemos como ejemplo el aprovechamiento comercial de determinados
espacios de las viviendas de zonas residenciales. Es muy común, en cualquier caminata,
que una casa de familia utilice el living, el garage o alguna habitación que da a la calle de
kiosco, polirrubro o panadería. Es más inusual, pero se da, otro tipo de comercios como
despensas, verdulerías o rotiserías. También es muy común ver otros espacios usados
como pequeños talleres o ambientes en donde se desenvuelven oficios.

Estas actividades independientes, registradas o no, se articulan con otros circuitos


de manera que evidencia una racionalidad: los primeros comercios de un barrio surgen
sobre las avenidas, cerca de los lugares donde se ubican las paradas de los transportes
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

públicos. Durante los años florecientes de la economía local, de pleno empleo y niveles
salariales que permitían la reproducción de los grupos domésticos, los pequeños comercios
surgían como complemento de los salarios de los jefes de familia. La clientela estaba
basada en las relaciones barriales, y la institución del “fiado” regulaba los ritmos de
acumulación de estos emprendimientos. Varios de estos circuitos barriales fueron el inicio
de importantes comercios actuales.

Ya a partir de los años ‘80, el deterioro de la capacidad de consumo de los


asalariados, los efectos de las inundaciones, el estrangulamiento del mercado de trabajo
formal, el predominio de las actividades especulativas, se desató una proliferación de
pequeños comercios cuyo capital inicial eran las indemnizaciónes cobradas por
trabajadores expulsados de su puestos. La variedad de emprendimientos llegó al tipo de
videoclubs y hasta pizzerías enclavadas en el corazón de barrios populares.

La diversidad de usos a contramano de la planificación viene a ser el resultado, en


el espacio urbano, de la disolución de circuitos productivos que absorbían mano de obra,
y que resquebrajaron el principio ideológico de garantizaba la integración social a lo largo
de los años ‘70 y ‘80: que los beneficios de una sociedad en permanente crecimiento
económico se distribuyen desde arriba hacia abajo hasta llegar a los estratos más
desfavorecidos.

Totalmente articulado a lo anterior , desde el punto de vista simbólico y con gran


impacto para la estructuración del espacio urbano que existe una representación
dominante que hizo ideológicamente atractivos y sin fisuras los beneficios de la
inserción en los sectores productivos del mercado de trabajo local, especialmente en
aquellas ramas de la producción vinculadas a la dinámica industrialista. Esta
representación permitía organizar simbólicamente una serie de pasos futuros, que
modelizaban la “trayectoria de vida” de los sujetos locales.

Los empleos más valorados fueron los de las fábricas cementeras, porque éstas
pagaban salarios relativamente más altos, superiores inclusive a los de los convenios
nacionales, y en su momento presentaban ciertas posibilidades de ascenso para personas
que no tuvieran un grado alto de calificación laboral. El status asociado a la pertenencia a
un empleo industrial, si bien no se convirtió en un mecanismo de hegemonía tan fuerte
como para el habitante de las villas obreras (NEIBURG, F.; 1989) fue un importante
factor de diferenciación.

Y esta es otra de las ilusiones que se vivieron durante cuatro décadas: la de las
posibilidades ilimitadas de ascenso social a partir de una inserción casi libre en un puesto
de trabajo. Se reeditó a escala local el sueño de “mi hijo el doctor”, tan importante para la
constitución del imaginario de la clase media nacional después de la década del ‘30. En
Olavarría, estaba lleno de ejemplos de familias originarias del medio rural, insertos como
peones, que en una generación llegan a poder hacer ingresar a sus hijos en las carreras
universitarias más tradicionales. Los puntuales casos de ascenso verificaban la pertinencia
de elegir esta inserción.

La vía de ascenso siempre fue un puesto de trabajo en el mercado local,


especialmente en las unidades productivas industriales. Este mercado se promocionó
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

durante décadas como “abierto a todos los hombres de buena voluntad”, cuando en
realidad sucesivas reconversiones tecnológicas terminaron expulsando a gran cantidad de
operarios de su puesto de trabajo.

Las fábricas cementeras, por tomar las unidades productivas de mayor atracción
simbólica, a principios de los años ‘70 utilizaban a más de mil cuatrocientos obreros
promedio. Tenía la hegemonía del 80 % del mercado nacional y también exportaban.

Las posibilidades de consumo urbano y las diferenciaciones simbólicas que


acarreaban la inserción en un fábrica se reflejaron en la constitución de determinados
aspectos del espacio urbano, como la constitución de barrios obreros o la jerarquización de
determinados ámbitos residenciales. La relación o vecindad con obreros o empleados
jerárquicos de las fábricas era, por ejemplo, un elemento constitutivo del precio de una
vivienda en una transacción inmobiliaria, un elemento de peso para obtener un alquiler si
era presentado como garantía o una perspectiva de seguridad de la propiedad y
tranquilidad en el vecindario2.

Las reconversiones tecnológicas y las estrategias de creación de reservas de


minerales comenzaron en la década del ‘80, pero venían planificándose mucho antes. Los
grandes capitales esperaron el agotamiento de las calizas superficiales para que se
encareciera el proceso productivo de caleras y canteras pequeñas. Cuando éstas
comenzaron a tener problemas de financiación, recibieron ofertas para comprar su
explotación y sus reservas.

Al adquirir estas grandes empresas los terrenos productivos de las pequeñas


explotaciones, comenzó otro proceso de transformación espacial, esta vez ubicado en el
espacio regional pero que tendría impacto en la evolución urbana local. Las grandes
fábricas cerraban inmediatamente la explotación recién adquirida, echaban a la gente que
constituía la fuerza laboral y que estaba asentada en casas contiguas a la explotación, y
alambraban todo el predio.

A veces, directamente destruían la villa obrera, como sucedió en Calera


Avellaneda. Otras, como pasó en La Providencia, sacaron a toda la gente (más de
trescientos pobladores estables) y cerraron completamente el lugar, dejando un puestero o
cuidador (PAZ, CARLOS A.; 1995: ).

La población de estos lugares, algunos obreros especializados en el manejo de


maquinarias complejas, emigró a Olavarría y se instaló en donde encontró posibilidades
de ubicación. La mayoría se ubicó en las viviendas precarias de las zonas periféricas, sin
servicios. Ocuparon terrenos instersticiales en zonas cercanas a la Autopista Luciano
Fortabat, espacios residuales de loteos de otros momentos. Algunos aprovecharon bien
cierto margen de dinero que les quedó de las indemnizaciones, y pudieron subsistir en la
medida en que encontraron otra inserción en el mercado.

Este proceso finalizó bien entrados los años noventa. Ya en este momento y
especialmente Loma Negra CIASA ( la empresa cementera propiedad de Amalia
Fortabat), preocupada su dirigencia por las repercusiones del ajuste, mejora su presencia
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

en los medios de comunicación. Tratan de mostrar la imagen de un “capitalismo más


humano“.

A mediados de los noventa, y como consecuencia de la automatización de la


producción, emplean a menos de cuatrocientos obreros. Las ganancias comparativas de
las cementeras han aumentado, pero el nivel salarial de los obreros es bajo, salvo los
jerárquicos. Es decir, al mismo que ajustaban sus procesos económicos expulsando mano
de obra, consolidan sus reservas de mineral a un costo sociocultural que en principio es
impagable, pero que de todos modos, lo termina afrontando el Estado cuando debe prestar
asistencia de diversas maneras, generalmente mediante la transferencia de salarios
indirectos.

Las posibilidades de acumulación de las grandes empresas mineras se demuestran


cuando Loma Negra compra también todo el tramo del Ferrocarril General Roca que va
desde Olavarría a Constitución. Esto se da en 1992, pero cualquier empleado
administrativo de la fábrica sabe que la preparación de los talleres por parte de la empresa
comenzó mucho antes de la adjudicación legal . Esta es una repercusión importante en el
espacio urbano, dado que la privatización de los terrenos del ferrocarril implica un gran
debilitamiento de la presencia estatal en una zona que es un corredor y también una
“vitrina urbana”.

Otro elemento importante en la lógica social dominante es la manera en que se


presenta simbólicamente a la vivienda. Existe la definición altamente ideologizada
acerca de la vivienda unifamiliar como una necesidad básica. Y esto es objetivamente real
en la medida en que la vivienda ocupa un lugar muy interesante en relación al resto del
conjunto del sistema económico. No sólo porque es uno de los aspectos elementales del
proceso de consumo de cualquier grupo doméstico. En este marco de análisis, la penuria
de la escasez de la vivienda es simplemente el resultado de un desfase entre las
necesidades sociales y las posibilidades políticas de producir viviendas y equipamientos
residenciales..

Pero especialmente la vivienda es un producto de características específicas. Es un


bien diferenciado, cuya posesión también diferencia socialmente a sus ocupantes. Pero es
evidente, por lo que hemos expuesto anteriormente, que el problema de la elección y el
acceso a la vivienda no tiene que analizarse recurriendo a la psicología de sus moradores.
Sino que debe pensarse en el contexto de producción de la misma. En este sentido, la
reconversión de diversos espacios periurbanos para ser transformados en barrios es el
signo dominante de la expansión urbana de las últimas dos décadas (SABAROTS, H;
SARLINGO, M. Y BROOK, G; 1995).

Hemos visto ya la importancia que tienen los barrios de construcción masiva


promocionados por el Estado, apoyados de alguna manera con fondos públicos y en el
marco de la profunda crisis económica. Las más de mil viviendas construidas en la última
década justamente repercuten en la estructuración de la forma que adopta el espacio
urbano que es consecuencia del mecanismo deficitario que las origina.

Es decir, la escasez hace construir de prisa y a precios accesibles, en terrenos


exentos de impuestos y poco caros, donados por el Estado. Se construyen masivamente
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

grupos enteros de viviendas y así vinieron a tomar entidad los polígonos barriales
salpicados por todo el tercer cinturón de avenidas de la ciudad. Son zonas de fuerte
homogeneidad interna al mismo tiempo que presentan una marcada disparidad social si se
la compara con los conjuntos adyacentes.

Estos efectos de segregación no hacen, a grandes rasgos, otra cosa que reflejar los
procesos generales de distribución de la rentabilidad y de los productos económicos.
Aunque no lo hacen de manera mecánica, sino que hay mezclas y combinaciones
particulares, rasgos simbólicos que operan hasta inclusive modificando los diseños
dominantes de los espacios residenciales.

Como un ejemplo casi anecdótico y extremo se debe consignar el privilegiado


lugar en el gusto colectivo que han obtenido los techos de tejas a dos aguas. Este privilegio
hace que muchos de los barrios destinados a viviendas sociales se construyan con esta
modalidad. No dejan de ser casas de poco más de 50 metros cuadrados, pero poseen este
rasgo simbólico que las jerarquiza en las preferencias colectivas.

El papel de la vivienda en el imaginario local debe analizarse en relación a otros


aspectos articulados. En “La Ciudad Inconclusa” vimos algunos elementos de la dinámica
que introduce el automóvil, que junto con la vivienda y el puesto de trabajo son los logros
materiales más valorados en los procesos de construcción de “status”.

Entonces, hay que ver que muchas de las características simbólicas deben ser
estudiadas a nivel de los sujetos. No sólo mediante los indicadores clásicos de la movilidad
residencial, sino de aspectos subjetivos de los conjuntos sociales como los plazos
culturales para el ingreso en otras etapas de la vida, las necesidades culturales de nuevos
espacios, los cambios en los modelos de la dimensión de la familia, etc.. Estas
características son importantísimas para la estructuración de determinados espacios
urbanos, casi tanto como la conformación de circuitos económicos que enlazan el Estado
con los habitantes de cada barrio.

También las características simbólicas se muestran como mecanismos que


relativizan el imacto de la lucha de clases y la expresión de ésta en el espacio urbano, bajo
las diversas modalidad de segregación que es posible “leer” en el espacio urbano o que
aparecen en la historia local (de nuevo, los ejemplos más característicos son las “manchas
urbanas” de La Loma o Amparo Castro). Con este punto entramos en el terreno de los
simbolismos que se ponen en juego para neutralizar los determinados aspectos conflictivos
que puede introducir la
apropiación diferencial de capital.

Así es posible encontrar el espacio urbano “salpicado” de equipamientos colectivos


financiados por benefactores locales (efectores de salud, educación, instituciones
deportivas, etc), lo que en términos económicos no constituye más que una devolución del
capital que han acumulado a partir de relaciones sociales que sólo son específicas en un
primer nivel. Tanto Olavarría es como es por el trabajo objetivado en capital, como los
circuitos económicos pudieron crecer a partir de las ventajas y articulaciones que las
dirigencias de la ciudad pudieron lograr para favorecer tal dinámica de trabajo. Los
elementos simbólicos que aparecen asociados a estos procesos, inclusive hoy los rituales
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

que se generan, son todo un muestrario de rituales contemporáneos en los cuáles se


resignifican las personalizaciones de la relación Capital/Trabajo. Así, algunos empresarios
locales se han convertido en los héroes culturales de la ciudad, magnificada su capacidad e
inventiva por el contexto de crisis y olvidados anteriores antagonismos.

Es en este último marco de análisis, atendiendo a los marcos simbólicos de los


sujetos, en donde la planificación ambiental urbana puede encontrar las claves para
cumplimentar los objetivos a partir de los cuales se desarrollan esquemas metodológicos
generales, como el propuesto por el arquitecto argentino David Kullock. (KULLOCK, D.
1994: 44). No se pueden ignorar las marcas de identidad que configuran un panorama
simbólico particular.

Afirmo que el espacio residencial se redefine una y otra vez , a lo largo de la vida
de los sujetos, respondiendo a resignificaciones de la dinámica social. También esto
relativiza la influencia de aspectos físicos como, por ejemplo, la red de transportes, ya que
se vuelve evidente que “...la segregación no es sólo una diferencia de lugares, sino que
conlleva también una capacidad de desplazamiento y de acceso diferencial a los puntos
estratégicos de la trama urbana...” (CASTELLS, MANUEL, op. cit. : 217).

También es coherente afirmar que el espacio urbano olavarriense ha sido


modelado, en gran medida, por la dinámica de reproducción de la fuerza de trabajo, sobre
todo a partir de los años 50. La planificación estatal ha tomado los aspectos más empíricos
y visibles de esa dinámica y los articuló a principios teóricos con cierto éxito, incluyendo
como indicador favorable un nivel de conflictividad social relativamente bajo.

Quisiera terminar la reflexión sobre este punto con una frase que resume lo
que entiendo que es el proceso de construcción de la Olavarría a lo largo de la
primera mitad del siglo veinte: “... el nivel de la lucha de clases ejerce también
una influencia en las formas en los ritmos de la segregación..allí donde existe
subordinación total y en donde las dominación de una clase sobre otra es
aceptada a todos los niveles, puede darse incluso mezcla residencial, con una
especie de paternalismo ecológico en el que las clases dominantes y dominadas
viven en el mismo barrio, aunque en condiciones muy distintas...”
(CASTELLS, MANUEL, op. cit. : 217-218).

Las cuestiones normativas.

Lo que sigue a continuación son las tendencias elementales a seguir, a nivel


local, para modificar las problemáticas que analicé en el cuerpo de este capítulo.

• La solución a la expansión no gobernada del espacio urbano, es establecer nuevos


límites superficiales, mediante una fuerte legislación urbana, inserta en el marco de una
reforma más amplia. Nuevos mecanismos deben ser consensuados mediante un proceso
de planificación estratégica. Para algunos problemas, las soluciones más directas y
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

lógicas parecen impensables dado el marco simbólico de las clases dirigentes locales.
Por ejemplo, para resolver el tema viviendas, es claro que lo ideal y al mismo tiempo
utópico sería repartir las viviendas que están concentradas en manos de los rentistas
urbanos. Con esta acción se resolvería la penuria de habitación, pero subsisten otras
como las de la provisión de servicios, la de manejo de recursos hídricos y del sistema
cloacal.

• En este sentido, el establecimiento de límites legales a la expansión tiene


necesariamente que acompañarse con un reordenamiento territorial de todo el partido.
Olavarría es una ciudad cabecera, polo de atracción migratoria, pero si la calidad de
vida se resiente podría dejar de serlo. De hecho, hay cifras que parecen indicar el
incremento de factores de expulsicón poblacional (Cavalieri, Mirta, 1995). En las
zonas rurales,al mismo tiempo, hay una serie de localidades que pierden población
desde la década del 30, (salvo las villas obreras, que no crecen demográficamente en la
medida en que nuevos obreros no se incorporan a los procesos productivos). La política
actual de viviendas por autoconstrucción en localidades como Hinojo y Colonia Hinojo,
Sierras Bayas, Espigas, etc., es un inicio pero no deja de ser un esfuerzao aislado si no
se la relaciona con otros factores como el trabajo y la producción.

• Una de las tendencias posibles es la relocalización de habitantes urbanos en estos


poblados, mediante el fomento de emprendimientos productivos, empleos ligados a
problemáticas del medio ambiente (como el desarrollo de parques energéticos
alternativos, agricultura orgánica, etc.), inversiones en servicios y equipamientos
sanitarios y culturales, infraestructura de transportes, etc.

• Se requiere el rediseño de un acuerdo entre el Estado y las empresas que hoy son
los capitales hegemónicos de la región. Hasta tanto no se dé una nueva redefinición del
papel de estos capitales en una estrategia de desarrollo regional que contemple a
conjuntos sociales de escasa fuerza en un proceso de negociación, no se revertirán las
tendencias evolutivas de los espacios urbanos.

• En el espacio urbano de Olavarría, son urgentes las medidas necesarias para


introducir controles en el transporte individual, arrebatando terreno a la hegemonía del
automóvil. Parte de estas medidas tienen que ver con una mejora de la calidad en los
transportes públicos, y también con decisiones políticas de construcción de peatonales
con un criterio funcional y no sólo comercial. El aumento de las previsiones espaciales
para peatones y ciclistas es una medida que no parece simpática para la “subcultura”
automovilística local. Pero es evidente que debe ser intentada.

El aumento de la proporción de áreas verdes por habitante y la utilización de una


franja más ancha de espacios verdes y parquizaciones en las zonas inundables de la planta
urbana, son dos medidas que están totalmente postergadas en el imaginario político, en
parte también por las demandas recreativas de determinados conjuntos sociales.

• Es decir, se requiere una política integrada de uso del suelo, mucho más global.
En principio, una revisión de los controles excluyentes del uso del suelo urbano se
vuelve necesario como posibilidad de impulso a la densificación. El desarrollo de
controles que promuevan la diversidad de viviendas y que establezcan regulaciones
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

transitorias al mercado del suelo urbano también aparecen como medidas esenciales. El
Banco de Tierras Municipal es una medida efectiva, pero debe ser integrada más
favorablemente a políticas a mediano plazo y no sólo reactivas a la demanda.

• También se requiere probar la humanización de determinadas áreas, mediante


planes de huertas urbanas verdaderamente consistentes y con sentidos sociales globales
(no sólo de búsqueda de obtención de un suplemento alimentario para los grupos
pauperizados, como manera de transferir el costo de la reproducción en vez de
transferir un magro salario indirecto entregando verduras) . Esto depende de una
revisión ideológica que supere el concepto de política social en tanto herramienta para
frenar las reivindicaciones de los excluidos que no acceden al consumo urbano. No es
un cambio puramente instrumental.

• Una de las principales condiciones que debe cumplirse es una transferencia de


poder político a grupos que demuestran autonomía de organización de su propio
espacio urbano. Muchas de las medidas sólo pueden pensarse efectivas con un grado de
cooperación intenso a nivel microsocial. Inclusive muchas reformas pequeñas no
pueden hacerse sin una descentralización presupuestaria e impositiva, sin procesos de
microplanificación y de trabajo de formación de nuevos dirigentes vecinales,
entrenados más para gerenciar sus propios recursos y no para demandar frente a un
Estado paternalista.

• Las instancias de cooperación y complementación regional no resultan tan utópicas


como pueden aparecer redactadas aquí. Recientemente se formó un foro regional
integrado por sectores políticos de la ciudad de Azul, Tandil y Olavarría, como
respuesta a la regionalización generada por el Mercosur. Este foro cuenta con varios
observadores de otros municipios, y no es utópico pensar en una serie de medidas de
control de la especulación urbana que no tengan sólo alcance en una sola ciudad.

• Por último, es necesario que el Estado municipal recupere su soberanía sobre


ciertos recursos naturales que se volverán estratégicos para las generaciones futuras y
para lo que queda de la nuestra. Muchas posibilidades de transformación real de los
espacios urbanos dependen de la apropiación comunitaria de los recursos naturales, o
por lo menos, del desarrollo de nuevas formas de administración.

Todos estos puntos constituyen elementos de un programa de transformación


política y no sólo cuestiones que se resuelven con trabajo técnico o dsde un tablero.
Cualquiera de estas líneas de trabajo requiere procesos verdaderamente consensuados, y
creo que esta cuestión requiere ser planteada como una especie de postulado ético. Se debe
prestar atención a lo que se denomina “planificación estratégica”, que es un conjunto de
herramientas metodológicas aptas para trabajar instancias de articulación y consenso entre
diversos actores sociales.

Acá aparecen ciertos órdenes de problemas que llevarían este análisis empírico a
otros planos. Tienen que ver con las modalidades de producción de saberes técnicos y con
los procesos de aprendizaje. Frecuentemente, se les exige a técnicos y planificadores una
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

precisión en su especialidad, pero a nadie le preocupa su comprensión acerca de los


procesos sociocomunicacionales que determinan su actividad.

Muchas veces, el más exitoso y capaz especialista pierde de vista, o directamente


nunca ve, los objetivos más amplios de los comitentes o de quienes le encargan un trabajo.
Otras veces se ven, pero se ignoran conscientemente por razones ideológicas. El papel del
planificador urbano, que fue glorificado en los momentos de auge del método de
Organización de la Comunidad tradicional, tiene complejísimas demarcaciones.

El planificador urbano posee una responsabilidad que no es poca cosa.


Difícilmente pueda controlar la mayoría o alguna de las variables que determinan su
trabajo, pero el resultado es distinto si es totalmente consciente de ello. Por esto mismo,
los elementos de este punteo normativo necesitan procesos verdaderamente participativos,
requieren estudios profundísimos y requieren dar cuenta de una dimensión (la de los
imperativos del Medio Biofísico) que por razones de espacio no abordé en este trabajo.
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SEGUNDA PARTE.
Gobierno local y gestión urbana

EI gobierno local o municipal puede entenderse en tres diferentes contenidos


conceptuales: un segmento territorial en el que ejerce competencia una municipalidad; un
aparato gubernamental, el de mayor descentralización territorial, en íntima relación con la
sociedad local; un conjunto de actores sociales y sus relaciones (HERZER, H. Y
PIREZ,P.; 1990). Esos tres significados se integran en un hecho material y social: una
ciudad, que puede simplificarse operativamente como aglomeración de población,
actividades y soportes materiales dentro de un territorio delimitado. (HERZER, H Y
PIREZ, P.; 1988).

EI municipio es la unidad fundamental de la gestión local. Eso se percibe


claramente cuando coinciden ciudad y territorio municipal. A escala de las ciudades
intermedias, el poder municipal posee una serie de instancias que lo hacen casi cara a cara.
El control social mezcla frecuentemente los aspectos relacionados con la dinámica de la
opinión pública y con los medios de comunicación, al tiempo que las formas de
sociabilidad primarias generan sentidos muy fuertes en los discursos políticos locales.

La gestión urbana local es un conjunto de procesos dirigidos a operar sobre la


ciudad.
Constituye la articulación de un conjunto amplio de recursos (humanos, financieros,
organizacionales, políticos) para hacer frente a la producción, regulación y mantenimiento
de la ciudad. Es mucho más que procesos admìnistrativos dentro de una organización, de
allí que una noción administrativa sea una reducción del concepto. Los procesos de gestión
urbana dan lugar a distintos resultados como la elaboración de políticas, su concreción en
programas y ejecución en proyectos. Esos resultados, en algunos casos, se destinan al
"consumo" inmediato en la ciudad. En otros casos, constituyen " productos intermedios” ,
es decir “insumos” para los primeros.

Es gestión urbana, por ejemplo, la administración de un organismo de gobierno de


la ciudad como lo es un instituto de promoción de viviendas, una dirección de medio
ambiente o un instituto de planificación urbana. Junto a ello, la resolución de la
administración financiera municipal, por ejemplo, no es ajena a los problemas urbanos que
deberá enfrentar el municipio, en tanto que ésta dependerá también de aquella. En ese
sentido, dentro de la gestión urbana local como totalidad, es posible identificar dos
subprocesos: aquellos que operan sobre el aparato de gestión y aquellos que lo hacen sobre
la ciudad.

Estos subprocesos se presentan articulados a tres núcleos fundamentales: el


mercado, es decir los procesos económicos orientados por la ganancia; el Estado, los
procesos de los aparatos gubernamentales que no necesitan someterse a las normas del
mercado y abarcan objetos excluidos por los anteriores; y los procesos de reproducción
social y sobrevivencia que dependen de una lógica propia de los conjuntos sociales.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Aceptando lo anterior, puede afirmarse que la gestión urbana no se resuelve por


una lógica basada en criterios técnicos o burocráticos, sino que es una intervención que
supone la elección de alternativas y la toma de decisiones que ponen en juego intereses
diferentes, contradicciones y conflictos en la sociedad local. La gestión urbana local es un
fenómeno político y, por lo tanto, es parte de los procesos de configuración del espacio
urbano.

Los antecedentes negativos de los gobiernos locales en América Latina

En un trabajo de fines de la década pasada, escrito antes de que se profundizaran


las reformas del Estado en toda Latinoamérica, el español Jordi Borja sostenía la debilidad
de los gobierno locales frente a los poderes fuertemente centralizados de los Estados
Nacionales3. De este artículo seleccionamos algunos párrafos:

“...Los gobiernos municipales no actúan casi nunca como agentes de


desarrollo, ni tan solo al servicio de burguesías promotoras de un crecimiento
endógeno, y mucho menos como instrumento de grupos sociales dinámicos que
consolidan su fuerza económica y adquieren fuerza política a través del poder
local. Por esta razón no son capaces tampoco de crear condiciones generales
favorables a la actividad económica y se limitan simplemente a asegurar algunos
servicios básicos (casi siempre técnica y socialmente deficientes y
económicamente costosos), a facilitar actividades especulativas (tanto en la
urbanización como en la concesión servicios) y a cumplir funciones de control
político.

Las administraciones locales son casi siempre gestores poco eficientes


(económicamente ) y eficaces ( socialmente ) de los servicios destinados al
bienestar de la población y al funcionamiento de la ciudad. Como elementos
negativos más relevantes hay destacar:

- Bajo nivel de cualificación de los cargos técnicos y políticos, (la dedicación a la


gestión local tiene poco prestigio) y casi inexistencia de la carrera de funcionario
local y de instituciones de formación, reciclaje y asesoramiento del personal de las
administraciones locales.

- Poca experiencia de gestión directa de los servicios públicos, lo cual ha impedido


la creación de una cultura empresarial y de servicios públicos.

- Escasa tecnificación de la organización y de la gestión de los servicios públicos


que sólo han incorporado formalmente, de manera más aparente que real, las
modernas técnicas de programación, organización funcional, gestión de personal,
mecanización de la información, control del gasto y análisis costo-beneficio, etc...
“(BORJA, J.; 1988: 29 y ss.).

Estas reflexiones, provenientes de un político y teórico estudioso de las tradiciones


municipalistas y que además es oriundo de una región en la que cuarenta años de dictadura
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

no consiguieron desmontar mecanismos participativos de base, no coinciden en gran


medida con la experiencia del municipio olavarriense.

La tradición de constitución del espacio urbano mediante obras públicas de fuerte


presencia arranca desde fines del siglo pasado, con las acciones de la entonces corporación
municipal. Se afianza durante los años ‘30, con las obras públicas del gobierno municipal
de signo ideológico conservador, que construye el Palacio Comunal y el Teatro Municipal.
El peronismo logra consolidar una estrategia redistribuidora a partir de la captación de
renta con mecanismos como el “Impuesto a la Piedra”. El desarrollismo y el radicalismo,
en diferentes etapas, lograron combinar el impulso a la obra pública y a la creación de
infraestructuras culturales con la consolidación de espacios residenciales. Más
recientemente, se intentaron diversas iniciativas de promoción económica, como los
microemprendimientos de principios de los años ‘90. A pesar de los desfavorables
contextos nacionales, la experiencia municipal es la de un fomento casi constante a
actividades económicas y una fuerte articulación con capitales locales.

Con respecto a algunos servicios, el tema de la salud colectiva tiene un


importantísima tradición centrada en el Hospital Coronel Olavarría (modelo en toda la
provincia de Bs. As) y un éxito notable en la cobertura que realiza el Sistema de Atención
Primaria de la Salud. La recolección de basura urbana estuvo muy bien cubierta tanto
cuando se hacía con el equipamiento municipal como cuando se concesionó el servicio, a
principios de 1988. La articulación con Obras Sanitarias dejó de ser efectiva cuando los
niveles nacionales entraron en un pozo de desinversión, durante la última dictadura militar.
Aún así hay verdaderos logros en materia de producción de aguas corrientes, a pesar de ser
uno de los principales frentes conflictivos de la política urbana.

Si bien no todas las administraciones municipales han demostrado el mismo nivel


de idoneidad técnica, racionalidad burocrática y habilidad política en la captación de
recursos para obras públicas, ha habido momentos históricos en el municipio ha podido
garantizar con eficacia el mantenimiento de los niveles de vida. Desde los años ‘80, se
debe reconocer que el contexto ha obligado a los actores municipales a buscar nuevos
terrenos de formación técnica y a garantizar mínimamente un procesos de formación de
recursos propios, articulados a varias universidades nacionales.

Estas cuestiones dan como resultado el hecho de que el municipio mantiene


aceptablemente el control sobre la mayoría de las variables del fenómeno de cambio
urbano a escala local. Los años ‘90, signados por el denominado “Proceso de
Globalización” (que será tratado en el capítulo siguiente), introducen nuevos desafíos,
equivalentes a los de la transición hacia el industrialismo, pero con un costo social
impensado décadas atrás.

El principal de estos desafíos es la denominada “descentralización”, proceso que en


el contexto de la reforma del Estado Nacional significa que se transfieren a las provincias
y a los municipios las responsabilidades y obligaciones de atender las necesidades básicas
de los ciudadanos. Esta transferencia no se realiza de manera articulada con el aporte de
recursos. Lo que a nivel local significa enfrentar problemas de mayor envergadura con
herramientas financieras y materiales disminuidas. La problemática de la descentralización
influye de manera más profunda y se vincula a elementos de otros niveles de análisis
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

importantes para entender la problemática de hoy. Este tema se profundiza en el capítulo


siguiente.

Así es que la capacidad de actuación del gobierno local se amplía en sus


atribuciones pero se ve recortada y condicionada por la falta de recursos, al tiempo que
aparecen órdenes de problemas inéditos. Analizaremos dos de estos frentes problemáticos,
por considerar que son las áreas más conflictivas para el gobierno local a corto y a
mediano plazo.

La gestión de los servicios públicos

Los años ‘90 trajeron el definitivo estallido de la crisis del modelo de empresas
públicas monopólicas. En su mayoría vaciadas por las dictaduras militares, atadas por los
manejos derivados de la Deuda Externa 4, desbordadas por los cambios mundiales y la
evolución del capitalismo, en toda Latinamérica comenzaron a desguazarse. Lo más
visible de estas operaciones fue el marco político de dependencia que se impuso a los
gobiernos nacionales: el saneamiento y la liquidación de las empresas públicas fue exigido
como condición de la refinanciación de la deuda. Así se liquidaron una serie de
patrimonios sociales y colectivos, que se internacionalizaron y pasaron a manos de otros
estados y de accionistas privados.

Pero esto significó también el fin de todo un modelo de articulación entre el Estado
y los conjuntos sociales. Es decir, no es que solamente se redefinen los actores en la
gestión de los servicios telefónicos, en la provisión de electricidad, en la producción de
agua corriente, la recolección de residuos urbanos y otros sistemas de saneamiento, etc.. Se
opera también una profunda transformación y recomposición de las alianzas sociales que
estuvieron vigentes durante varias décadas.

Es una constante en Latinoamérica que se vienen imponiendo una serie de criterios


acerca de los servicios públicos. Esta imposición es un resultado y a la vez un triunfo
ideológico de los procesos de ajuste neo-liberal conservador que gobernó la dinámica
política del continente. El criterio que consagra el avence de la modernización excluyente
es aquel que sostiene que los servicios públicos deben ser totalmente rentables.

Este principio se constituyó a partir de la realidad empírica y concreta, también una


constante latinoamericana, de que las tarifas que las empresas estatales cobraban por los
servicios estaban fuertemente subisidiadas. El origen de esto se remontaba a los complejos
procesos de negociación política que se daban durante el predominio de los populismos,
según los argumentos neo-liberales. Se subsidiaban las tarifas a los efectos de que los
sectores más bajos accedieran al servicio y se mantuviera de esta manera una base
electoral cautiva. A estos argumentos podríamos agregar que durante las dictaduras
militares, los grupos corporativos más poderosos de cada país se posicionaron fuertemente
y extrayeron gran parte de la ganancia de las empresas públicas a través de diversos
mecanismos.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Ya a principios de los ‘90 se generó un consenso colectivo acerca de la rentabilidad


de los servicios, y las imágenes sociales de ineficiencia, de rapiña, desorganización y
corrupción creciente socavaron la legitimidad de las empresas estatales prestatarias. Los
sucesivos procesos inflacionarios socavaron los ritmos de inversión (de por sí muy bajos, o
inexistentes como en el caso de los ferrocarriles), y las tarifas no alcanzaron en absoluto
para cubrir los costos de funcionamiento.

Ayuado por este consenso, el proceso de internacionalización de capital se


profundiza y, mediante la transferencia de los niveles nacionales a las regiones y los
municipios de las obligaciones de garantizar la prestación de los servicios, se redefinen
continentalmente los modelos de gestión.

Esta redefinición desplaza la confrontación política y tiene complejísimas


derivaciones. Las que nos interesan en este trabajo tienen que ver con el hecho concreto de
que, al tiempo que se pierde la fortaleza negociadora que podía tener un estado nacional
frente a consorcios de capitales multinacionales, se blanquea totalmente la posibilidad de
articular un modelo de gestión propio.

Es que, para llegar al objetivo del servicio público rentable, influyen totalmente las
particularidades locales y regionales. Dado que el servicio público es indispensable tanto
para la calidad de vida de la población como para el funcionamiento del aparato
productivo y de la economía de toda la sociedad, obliga a redefinir no sólo las maneras
de organizar el sector público, sino las maneras en que la población satisface sus
necesidades más básicas e individuales.

Es en este sentido que el tema se torna un campo de discusión que mezcla no sólo
aspectos técnicos, económicos o financieros. Son los niveles de análisis políticos y
culturales los que enmarcan una propuesta de gestión de un servicio, la concesión de un
recursos natural a explotación privada o cooperativa o las definiciones programáticas de
los controles que debería ejercer el sector público.

Por esta razón, el conflicto es factor recurrente y no aparecen hasta ahora


metodologías que contemplen la totalidad de los caminos posibles. Lo cierto es que las
transformaciones en los modelos de gestión obligan a redefinir a corto plazo las estrategias
de los gobiernos locales. La manera en que se perciban estos procesos más la información
que pueda articularse es lo que va encaminar la posibilidad de gobernabilidad local.

La política local de los ‘90 se vió totalmente atravesada por esta temática, y ha sido
uno de los aspectos dominantes de la discusión a nivel. El Estado Municipal ha llevado un
protagonismo realmente importante y con una visión de futuro de la que carecen otros
sectores de las dirigencias locales.

Los procesos privatizadores de los ferrocarriles, del sector telefónico, de los


caminos, del servicio de gas, (todos realizados con modalidades diferentes, con resultados
diversos, con la presencia de capitales nacionales, internacionales, con diverso grado de
participación de los niveles provinciales , etc.) ha significado un impacto sobre las redes de
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

alianzas sociales que no ha terminado todavía de decantarse. Este es uno de los procesos a
estudiar a corto plazo.

Pero más importantes aún son los ejes temáticos que se instalaron a partir de que el
espacio urbano va quedando fragmentado en redes que ahora pertenecen a manos privadas.
El futuro de los bienes y servicios sin privatizar o liquidar se convirtió en el eje de mayor
voltaje político, con una escena dominada por tres temas fundamentales:

a) la concesión del servicio de provisión de aguas corrientes y tratamiento de aguas


servidas
b) la concesión del servicio de provisión de energía eléctrica
c) la compra y venta de infraestructura edilicia perteneciente al Estado.

Cada uno de los temas tuvo y tiene un tiempo de resolución diferente. Tomaremos
de manera breve y como caso a comentar el tema del servicio de aguas corrientes, en
primer lugar. El fundamento para elegir el análisis de este caso es que la extensión de la
red de aguas corrientes refleja el mayor desfasaje entre la aceleración del proceso de
urbanización y los sucesivos retrocesos financieros del Estado. El segundo punto requiere
una investigación puntual para poder profundizar la “visión interna” de los actores por lo
que me atrevo a plantear una mirada totalmente diferente e inusual sobre aspectos
prospectivos de orden general. Mientras que el tercer punto será analizado en la última
parte de este trabajo.

I.
El problema del agua.

Es claro como la desinversión y el vaciamiento de las empresas prestadoras, en sus


niveles nacionales, se cristaliza en las características locales y en los indicadores concretos
con que es posible medir la cobertura de necesidades básicas de la población.

Aquí aparece uno de los aspectos básicos del problema del agua corriente en
Olavarría: sólo el 50 % de los habitantes de la planta urbana accede a agua de red.
Un 30 % tiene servicios cloacales. De este hecho y de su contrapartida, de que el 50 %
de los habitantes que viven en la periferia y en barrios urbanizados tardíamente
consuman agua de la primera napa (con demostrada contaminación bacteriana) derivan
una serie de aspectos epidemiológicos estacionales, como la aparición de botes de
enfermedades de transmisión hídrica: hepatitis, diarreas estivales. Milagrosamente el
cólera no se instaló todavía en los acuíferos locales.

La otra problemática básica toca a los sectores medios y medios altos de la ciudad.
Tiene que ver con la eficiencia en la prestación del servicios del agua, ya que se verifica
una imposibilidad de mantener el ritmo de abastecimiento de la red durante los meses más
calurosos. Este hecho desata una serie de conflictos en los niveles políticos locales, que
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

abordaré brevemente luego de describir algunos aspectos “económicos” de la producción


de aguas corrientes.

La ciudad se abastece a partir de 23 pozos de suministro. 18 funcionan las 24 horas


del día, con una producción individual que oscila entre 60.000 y 90.000 litros por hora. El
Director de Obras Sanitarias explica que:

“La ciudad cuenta con muy buena presión a las 6 de la mañana, pero
después entramos, todos los días, en un bajón fuerte, de las 9 de la mañana
en adelante. A las 6 la presión es de 20 metros, a las 11 oscila entre 8 y 10
metros...Esto se debe a que las amas de casa del Centro, de San Vicente y
Pueblo Nuevo salen a la vereda y baldean y limpian, dejando las canillas
abiertas...En verano esto se nota más, porque también aparece el llenado de
las piletas de natación...” (R.F.; 6 - 95)

En realidad, la repartición aparece como más eficiente de lo que su mismo director


quiere reconocer. Evaluando el consumo anual de agua de los últimos años, encontramos
que ha crecido en un porcentaje récord, 31 % en cuatro años. Creció la eficiencia
productiva, pero aún el servicio no satisface al 50 % de los habitantes que acceden al
recurso, en tanto la baja presión indica que la demanda es aún mayor.

Tabla 1. Producción anual de agua potabilizada en la ciudad de Olavarría.

año metros cúbicos


1990 7.750.865
1991 8.073.000
1992 8.394.580
1993 9.465.205
1994 10.228.700

El problema de abastecimiento, vinculado a variables culturales que abarcan desde


el imaginario colectivo (los conceptos sociales de limpio/sucio, puro/impuro, etc.) hasta el
papel histórico que ha desempeñado el Estado, se complica con la obsolescencia de la red.
El sistema posee una antigüedad de 40 años, por lo que se calcula que las roturas y
pérdidas en el recorrido de la red implican que escape entre un 15 % y un 20 % del
volumen total de agua producido.

Este valor es significativo cuando vemos que, durante los últimos años de la
década del ‘80, la crisis de abastecimiento que ya se perfilaba hizo que el Municipio
encargara estudios de prospección satelital en busca de nuevos acuíferos. Estas
prospecciones tuvieron un resultado negativo. Lo que arroja que, ante la ausencia de
reservorios subterráneos sin explotar, el crecimiento irracional del consumo puede superar
los ritmos de recarga del acuífero actual. Esta situación, de hecho se da en tiempos de las
sequías cíclicas de la llanura pampeana. Que se pierdan anualmente más de 2.000.000 de
metros cúblicos de agua potabilizada vuelve ineficiente el incremento productivo logrado.

Desde mi especificidad antropológica, en la ciudad de Olavarría son importantes


una serie de rituales domésticos para entender cierta dinámica de consumo: al lavado
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

matutino de la vereda, momento de encuentro de las vecinas, de intercambio de


comentarios y también de ayudas solidarias, hay que sumar el despilfarro de agua que se
produce los sábados a la tarde, cuando las clases medias sacan el auto a la vereda y lo
lavan directamente a manguera. Este es un espectáculo que se repite a lo largo de todos los
veranos. Se produce también porque el automóvil, como en todos los lugares del planeta,
es un símbolo de status. En todo el centro se ve a los chicos ayudando al padre con la
manguera primero y después con el secado y el lustrado. Posiblemente sea uno de los
pocos momentos que comparten durante la semana. Estas conductas microsociales tienen
una racionalidad articulada en torno a símbolos e interacciones muy variadas y que se
desenvuelven en un orden cotidiano. Desde el punto de vista cuantitativo, es difícil
establecer el impacto de estos hábitos en el volumen de consumo.

En 1995, la Municipalidad lanza un plan de emergencia que penaliza estas


conductas y obliga a los grandes consumidores a producir sus perforaciones propias. Si
bien no se pone en marcha la consolidación de un gran poder de policía, se apuesta al
control social entre vecinos y a instalar el tema en la discusión colectiva. El promedio de
consumo del verano 94 - 95 fue de 33.000 metros cúbicos por día. Se estimó que cada
olavarriense gasta 25 litros de agua por hora. Pero que es claro que estos juegos
estadísticos encubren las desigualdades: si los pobres que no tienen pileta de natación ni
lavarropas automático no gastan esa cantidad, está claro en qué lugares de la planta urbana
se despilfarra el agua. El Plan de Emergencia logra que el abastecimiento se mantenga
constante, pero no soluciona la perspectiva del agotamiento del acuífero, ni mucho
menos resuelve el otro costado que se planteaba al principio: el no acceso al agua corriente
de gran parte de la población urbana.

El tema del cobro del agua es uno de los puntos centrales. Los medidores
colocados por OSN hace tres décadas quedaron inútiles después de la gran inundación de
1980, que cubrió toda la planta urbana. El municipio cobra el agua estimando el gasto a
partir del cálculo de los metros de frente, y se suma a otras tasas como barrido y limpieza.
Esto aumenta la desigualdad: el vecino que tiene un frente de 12 metros sin pileta está
pagando el consumo del frentista con igual terreno pero que posee este equipamiento
individual. Complejas variables culturales se montan en torno a esto. Basta citar la
valorización adicional que se introduce en Olavarría a las casas con piletas, a partir de la
mentalidad segregacionista de los agentes inmobiliarios que tasan mucho más alto una
vivienda con tal equipamiento. El propietario individual se ve alentado a invertir en la
construcción para valorizar su propiedad rápidamente. Estas cuestiones parecen corregirse
únicamente con instrumentos de medición del consumo.

La puesta en debate, desde el poder político mismo, de la problemática del agua,


fue llevando a que se hiciera visible para la opinión pública otro problema: la superación
de la capacidad operativa de la red cloacal y de la planta de tratamiento de líquidos
cloacales. Esta planta fue puesta en marcha a principios de los años ‘70, y tiene una
capacidad de tratamiento de 300 metros cúbicos por hora. En la actualidad, la planta
recibe 750, por lo que se arrojan al ambiente 350 metros cúbicos por hora de efluentes sin
tratar. El punto de desagote es la salida de la planta urbana del Arroyo Tapalqué, que
aguas abajo tiene asentadas a la población de Sierra Chica (a 9 km.) y a la ciudad de
Tapalqué (a 140 km). El Arroyo tiene un caudal de 8 metros por segundo, y no se
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

conocen aún estimaciones serias de la capacidad de depuración aguas abajo. Sí se sabe de


la presencia de contaminación bacteriana.

Es a partir de la reaparición pública de estos temas que se hace visible un juego de


actores complejo, que trataré de resumir brevemente. Debo aclarar que el resultado de esta
puja política no está definido todavía, porque las propuestas que consigno a continuación
son los ejes políticos sobre los que la ciudad debatió recientemente. Esta cuestión me
facilitó hacer algunas entrevistas y obtener comentarios muy ricos, que no se consignan
aquí por el imperio de la brevedad.

El mapa de actores sociales que se interrelacionan en función de la “crisis del


agua” es complejo. Comienza a perfilarse claramente a principios del año ‘95, en las
vísperas de la actividad electoral que renueva los cargos electivos nacionales, provinciales
y municipales. Como punto central de la plataforma del Intendente Eseverri, quién
gobernó la ciudad en 1983-1987 y volvió a ganar por el período 1991-1995, aparece la
concesión del servicio de aguas corrientes a capitales privados, mediante licitación pública.
La intención del mandatario comunal ya había anunciada previamente y discutida en
diversos ámbitos. El tema se analizó a fondo en reuniones de gabinete y la idea de la
concesión surgió a partir de que se calculó el monto de la inversión necesaria para resolver
el tema de la extensión de la red de aguas corrientes, de la red cloacal y el
redimensionamiento de la planta potabilizadora (o, en su defecto, la construcción de dos o
tres plantas de igual capacidad a la existente). Los 14 millones de dólares necesarios para
dotar a Olavarría (a la Olavarría actual, no a la ciudad que será dentro de 20 o treinta años)
están por fuera del alcance de las inversiones posibles para un estado municipal sacudido
por el vaciamiento del país, la crisis productiva, la especulación financiera y el terrible
incremento de la pobreza y desocupación.

La oposición, de signo justicialista e integrada también por un partido vecinal


minoritario de origen desarrollista, buscó plantear alternativas a esta propuesta que ganó la
escena política y electoral. Surgió en principio la idea de descentralizar el servicio, a partir
del accionar de entidades intermedias con mínima capacidad de inversión, apoyadas por el
Consejo Federal de Inversiones y financiamiento externo. La discusión de esta alternativa
fue cortada de raíz por el mismo gobernador Duhalde: imposible contar con
financiamiento externo a corto plazo para una comuna de las características de Olavarría.

A partir de esta cuestión el sector peronista se vuelca hacia una propuesta centrada
en la concesión directa a la cooperativa de electricidad local, planteada sobre la base de la
eficiencia económica y operativa de esta institución. La eficacia prestadora de la
cooperativa, sumada al carisma fuertemente local que tiene la población, permitió que la
propuesta se pusiera casi en términos de igualdad con la iniciativa del ejecutivo municipal.
En el medio quedó el procesos electoral, en el que el peronismo pierde estrepitosamente
(el intendente en ejercicio consigue un 20 % más que el candidato peronista, a pesar de - o
a raíz de - la visita del Méndez y Duhalde en plena campaña) sus aspiraciones y pierde
también la posibilidad de mantener la mayoría en el Concejo Deliberante.

El juego político continuó en este período de transición, porque también el


Directorio de la cooperativa de electricidad, que maneja un presupuesto superior al del
mismo municipio, tomó posición política y entró a influir en el debate. El punto medio y
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

la prenda de negociación es la presentación en la licitación pública de la cooperativa, a


competir con las multinacionales interesadas (que no aparecen en la escena local, pero los
canales informales las señalan claramente como Camuzzi Gas Pampeana por un lado y por
otro un consorcio integrado, entre otros, por el Chase Manhattan Bank. Esto no se puede
comprobar fehacientemente en este momento). Esta competencia no se pretende en
igualdad de condiciones, sino con algunas ventajas inciales para la institución local.

Aparecen otros actores con argumentos razonables pero sin peso político efectivo
en la discusión. El partido vecinal reflota una propuesta que ya hicieran en 1985 y que no
fue tenida en cuenta: la colocación de medidores (una inversión de un millón de dólares) y
a partir de ahí financiar la inversión gradual para dar respuesta al problema. El planteo
destaca que Obras Sanitarias es muy eficiente, que sólo tiene 29 empleados, que no tiene
carga burocrática y que no se justifica en absoluto su liquidación o su privatización. La
Federación de Sociedades de Fomento plantean su posición favorable a la
descentralización, pero con el desacuerdo de algunos importantes dirigentes vecinales.

En estos momentos (noviembre de 1995), el Concejo Deliberante acaba de votar


una ordenanza que adjudica la concesión directa a la cooperativa de electricidad local,
quién posee cinco millones de dólares de reserva para afectar al proyecto. El argumento
central del Bloque Justicialista es que los aspectos de la economía local que movería el
consumo de agua no girarían en torno a articulaciones regionales: sería dinero que no ser
iría de la plaza local. La ordenanza cuenta con la espada de Damócles sobre sus fojas: el
actual intendente, que asumirá el diez de diciembre de 1995 su tercer mandato, anunció ya
el veto de esta medida.

Los argumentos del mandatario para sostener esta posición no reconocen


tradiciones ideológicas. Más bien se apoyan en un pragmatismo lúcido, que parte de la
idea de atraer capitales e inversiones para suplantar la retirada del estado. Se opone a la
cooperativa local sosteniendo el argumento de que los directorios de la misma responden a
los poderes hegemónicos locales, y concederles el manejo del agua los fortalecería aún
más. Otros argumentos incluyen desde el conocimiento a fondo de la crisis local hasta los
modelos de gestión de servicios que se vuelven hegemónicos como resultado de la
globalización de la economía. Como medida instrumental propone un pliego de
condiciones rígido, para que la empresa que obtenga la licitación cumpla con las metas
políticas del ejecutivo. Su posición es muy difícil de debatir porque tiene solidez técnica,
un criterio político firme, el cálculo económico hecho al detalle y escasa voluntad
negociadora mientras nadie le demuestre otra posibilidad concreta de resolver el
problema.

Si bien aparecen otros actores en escena, ninguno puede modificar sensiblemente


el juego de relaciones que se vuelve claramente favorable al poder comunal y a la idea de
la concesión del servicio. Quiero señalar que ninguno de los interlocutores que se han
posicionado en torno al tema han planteado mínimamente la incertidumbre que se
introduce al someter a la racionalidad del neocapitalismo un recurso natural
aparentemente escaso y con posibilidades de agotamiento.

Esto tiene que ver con la misma lógica electoralista que signó la escena política
local en las últimas décadas. Las razones por las que los diferentes gobiernos de turno no
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

invirtieron en obras de aguas corrientes y cloacas tienen que ver con la escasa
rentabilidad electoral que éstas conllevan. Los mismos actores políticos reconocen que
en Olavarría, lo que reditúa electoralmente es el pavimento: el que asfalta las calles es
recordado, las otras obras no se ven. Estos conceptos son coherentes con símbolos
centrales para el imaginario local, y es verificable el papel mítico que juegan los planes de
700 cuadras de pavimento y alumbrado público en la historia política local. Los problemas
ambientales, el uso de los recursos, son todavía percibidos como obstáculos a una
modernidad desarrollista cada vez más esquiva.

En la historia de los procesos de crecimiento de la ciudad, el tema de los servicios


ha sido un eje central. El organismo de gobierno que es la intendencia dentro de la
intendencia es la Secretaría de Obras Públicas. En este sentido Olavarría no se diferencia
de otras ciudades de Latinoamérica y del mundo occidental capitalista. Tampoco se
diferencia en la complejidad de procesos de cambio político. Las particularidades del
gobierno local están centradas en el fuerte acento desarrollista que hegemonizó el
imaginario colectivo desde fines de los ‘50, aspecto dominante al que ninguna gestión
comunal pudo escapar. Este marco simbólico atraviesa los aspectos prácticos de la
discusión del tema, que está lejos de resolverse todavía aunque el poder comunal ya tiene
una clarísima y coherente dirección tomada.

II.
Mirando el futuro energético.

La concesión del servicio de provisión de energía eléctrica es un caso muchísimo


más complejo, que no puede abordarse sin estudiar una serie de procesos históricos e
ideológicos que se encuentran en el origen mismo de la actual concesionaria del servicio:
COOPELECTRIC. Existen muchísimas diferencias con el tema del agua corriente,
especialmente en lo que respecta a los datos básicos y elementales de la cuestión: los
habitantes de la ciudad tienen una altísima cobertura (más de un 90 % de la ciudad tiene
luz eléctrica y hay una eficiente cobertura de zonas rurales a través de líneas tendidas en
escuelas), el servicio tiene prestigio y eficiencia, el capital y el patrimonio de la empresa se
cuentan en millones de dólares, y la lógica empresarial con que se manejan sus directivos
la coloca mucho más cerca de una sociedad anónima.

Pero éste no sería sólo el aspecto complejo a analizar, sino que también hay que
ver las relaciones históricas de la institución con el municipio, la articulación y
desarticulación de poderes que se han dado en los directorios de las instituciones (aspectos
que a principios de los ‘70 hicieron que Olavarría fuera conocida en el orden nacional
como “la Ciudad Luz”, por la potencia y cobertura de su alumbrado público), y aspectos
más coyunturales como la deuda millonaria en dólares que el Municipio mantiene con la
institución cooperativa (objeto de negociaciones políticas entre cúpulas realmente
interesantes de analizar), la venta de ESEBA (proceso ya sospechado de corrupción y
detenido en la Legislatura Provincial), la discusión sobre las tarifas. Los avatares de esta
temática justifican un desarrollo mucho más extenso y pormenorizado.

Pero quisiera señalar, como paso intermedio para abordar el punto siguiente en el
análisis, que el tema energético posee (al igual que la cuestión de los recursos hídricos), un
flanco no abordado y terriblemente importante para el futuro y la gobernabilidad local.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Este aspecto está relacionado con el modelo cultural de la gestión energética en


que se apoya nuestra sociedad. Este modelo está siendo revisado en casi todo el mundo y
discutido intensamente, salvo en países donde predominan clases dirigentes como la
nuestra, capaces de asumir la conducción de procesos de exclusión social terribles,
negando toda historia y negando el sufrimiento y la pobreza de millones.

La sociedad humana se caracteriza por la producción y degradación de energía


exosomática. Para el mantenimiento de las actividades propias de la civilización, en sus
diferentes fases evolutivas, se debió pasar a sistemas productivos capaces de extraer mayor
energía proveniente de los recursos naturales. A lo largo de la historia, el crecimiento de
la extracción de energía es exponencial, hasta llegar a la presente fase de evolución del
capitalismo. El consumo de energía exosomática es dieciocho veces mayor que la
endosmática; algunos agrosistemas modernos de los países desarrollados son altamente
ineficientes: por cada 100 kilocalorías de energía alimentaria que producen, gastan más de
2.000 k/cal.en insumos como combustible, fertilizantes, operaciones de riego artificial,
etc..

Teniendo en cuenta que la globalización de las economías favorece las asimetrías


en el consumo de energía ( los habitantes de los países desarrollados son el 22 % de la
población mundial, pero consumen el 82 % de toda la energía que se genera en el planeta)
y que esta ecuación política no se alterará a corto plazo (la perspectiva más optimista para
los próximos treinta años prevee una agudización de las condiciones poblacionales en los
países subdesarrollados, quiénes agotarán aún más sus recursos naturales y especialmente
sus recursos forestales por el aumento de la producción de leña y de combustibles fósiles),
no es conveniente reducir el tema de la energía a una cuestión mercantil.

El mercado, por sí mismo, no puede valorar los efectos externos (ambientales y


sociales) de la producción de energía.LA TENDENCIA MUNDIAL FUTURA ES
RECONOCER LOS LIMITES FISICOS DE LA EXPANSION ENERGETICA,
POR LO QUE GRADUALMENTE SE TRATARA DE PASAR A UN MODELO
DE PRODUCCION BASADO EN FUENTES ENERGETICAS RENOVABLES.

Las modalidades energéticas basadas en los combustibles fósiles están cuestionadas


por dos razones fundamentales: la contaminación ambiental (la quema de combustibles
fósiles aporta un 80 % de la contaminación medida en todo el mundo) y el progresivo
agotamiento de los recursos, que los encarecerá velozmente ( la suba de precios es
directamente proporcional al agotamiento de las reservas, según el teorema de Hotelling,
formulado en 1930).

La propuesta política de los sectores dominantes es reconvertir las formas de


generación de energías, utilizando un combustible de transición como el gas, y dando
tiempo a las industrias de los países del Norte a desarrollar tecnologías que después
puedan nuevamente transferir a los países desarrollados. En este doble movimiento, el
capitalismo mundial resuelve al mismo tiempo el problema de la crisis de acumulación y
del mantenimiento de su hegemonía industrial. Pero en estas transiciones no están
contempladas las instancias de cambio en las economías de los países subdesarrollados (los
cuáles ya tendrán, para ese momento, un ambiente tan degradado como lo es hoy el de
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

países como Alemania, Rusia o el mismo EE.UU), ni mucho menos las condiciones
locales de regiones con ecosistemas frágiles y rápidamente expuestos a los impactos de
problemas como el calentamiento global (tal cual es el caso de la llanura pampeana).

SE TRATA ENTONCES DE PLANTEAR LA CREACION DE UN


PROCESO LOCAL DE GENERACION DE ENERGIA EN BASE A UN MODELO
BASADO EN FUENTES RENOVABLES. EL PLANTEAMIENTO DE TAL
MODELO IMPLICA NO SOLO LA CONSIDERACION DE FUENTES HOY
DENOMINADAS ALTERNATIVAS, SINO TAMBIEN LA UTILIZACION DE
TECNOLOGIAS LOCALES, NUEVAS MODALIDADES DE GESTION,
DISTRIBUCION Y CONSUMO ENERGETICO, Y LA ARTICULACION DE
ESTE MODELO CON LA DISPONIBILIDAD DE MANO DE OBRA LOCAL.

Desde el punto de vista del suministro de energía, los recursos renovables originan
más puestos de trabajo que las industrias energéticas convencionales, porque sus
necesidades de mano de obra son mucho mayores, al tiempo que sus necesidades de
capital (especialmente en el caso de la energía eólica) son más modestas. Por ejemplo, la
generación de 1.000 gigavatios-hora de electricidad por año demanda el trabajo de 100
obreros en una planta nuclear, o el de 116 en una planta alimentada por carbón, pero se
precisan 248 trabajadores en una instalación térmica solar, e inclusive 542 en un parque
eólico (RENNER, MICHAEL; 1992: 239).

Los beneficios adicionales de una reconversión energética alcanzan a numerosas


ramas de la economía, especialmente las de la construcción (por todas las tareas que se
ponen en marcha para reconvertir los sistemas de ahorro de energía, la climatización
residencial y la comercialización de nuevos desarrollos tecnológicos) y las industrias que
utilizan mano de obra artesanal o capacitada en diversos oficios. La provisión de
materiales necesarios para la producción de colectores solares, de molinos de viento y de
materiales para viviendas energéticas puede operar como factor dinamizante de las
industrias metalúrgicas de la zona. Se reactiva también el trabajo técnico y la investigación
y desarrollo de nuevas tecnologías apropiadas.

Desde el punto de vista de la administración local del ambiente, un sistema de


energía de generación y distribución local permite instancias de participación a una escala
mucho más adecuada que las relaciones entre el Municipio y otros estamentos de orden
nacional y provincial. Se puede trabajar operativamente, bajo un criterio de
transectorialidad, con nuevas formas de asociación vecinal y aumentando la gravitación de
las relaciones políticas de base. Es decir, permite potenciar el papel de los actores locales.

Los sistemas utilizados para la generación de energías alternativas a las


convencionales deben ser diseñados y dimensionados especialmente para el clima o
microclima en el cual serán implementados, teniendo en cuenta los condicionamientos de
los ámbitos urbano y rural.

LA UTILIZACION DE PARQUES ENERGETICOS ALTERNATIVOS EN


ZONAS RURALES PRESENTA IMPLICANCIAS MUY DISTINTAS DE LA
MISMA PROBLEMATICA EN AMBITOS URBANOS.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Se puede afirmar que una ciudad, cualquiera que sea, es altamente dependiente de
los aportes de energía que se efectúan desde otros espacios (otros ecosistemas)
generalmente alejados geográficamente. Aunque en el interior de la ciudad hay enormes
diferencias en cuando a la distribución y al consumo de los volúmenes de energía, el
ecosistema urbano tiene claras características fagocitarias en cuanto al balance de consumo
de energía.

En la medida en que una ciudad crece, estas demandas energéticas se multiplican,


por lo que a cada umbral que se atraviesa, se necesitan más recursos para mantener la
calidad de vida de los conjuntos sociales (o, como se hace frecuentemente en las
metrópolis del mundo subdesarrollado, se privilegian las necesidades de minorías
empobreciendo a grandes masas de población).

La generación de energía en base a fuentes alternativas puede introducir una


instancia de control sobre procesos de crecimiento urbanos y la relación que estos tienen
con la calidad de vida de los habitantes. La prioridad en el abastecimiento de la energía,
desde la lógica de los organismos y empresas encargadas de proveerla, generalmente se
centra en los sectores de alta demanda por su desarrollo económico e industrial.

Aquí aparece un punto de conexión con la cuestión de las condiciones de provisión


de energía a enclaves rurales. Para las empresas proveedoras, las zonas de baja densidad
poblacional son escasamente atractivas, al no existir un mercado con capacidad de pago y
alto consumo. La extensión de las redes urbanas es costosa y de larga amortización, la
electrificación por diésel lo es más aún, y todo ello termina elevando el costo de la energía
en zonas rurales, lo que limita también sus posibilidades de desarrollo medianamente
autónomo. Sólo algunas iniciativas locales, provenientes de las conducciones de la
concesionaria de la energía en el Partido de Olavarría, se articulan para expandir el tendido
de cables y la provisión a algunas escuelas rurales.

En torno a este punto hay instancias que no pueden crearse, como por ejemplo la
disponibilidad de ciertos recursos naturales y locales. No se puede fabricar un gran río para
luego construir una represa. Pero sí pueden crearse los recursos humanos y las condiciones
organizacionales, lo que potencialmente se revierte sobre las actividades económicas y las
políticas institucionales.

Varios modelos energéticos alternativos desarrollados desde los años '80 intentan
demostrar que, a escala mundial, la satisfacción de las necesidades humanas es posible sin
aumentar el consumo global de energía, e inclusive disminuyéndolo en diversas
actividades.

Los denominados "enfoques de demanda" fijan su atención en la satisfacción de


servicios energéticos con una aplicación sistemática de métodos más eficaces para usar la
energía, a diferencia de las visiones tradicionales, que se centran en la expansión constante
de la oferta energética prestando escasa atención a la mejora de la eficacia en el uso final
de dicha energía.

El modelo más famoso es de Goldemberg, Johansson, Reddy y Williams. Estos


autores estudian las posibilidades de la eficacia energética mundial en el período 1980-
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

2020, a partir de cuatro estudios de casos nacionales. Concluyen que, solamente mediante
el ahorro y la eficiencia en el uso final de la energía (y no sólo en la producción) es posible
satisfacer las necesidades del doble de población con sólo un aumento productivo global
del 10%. (RODRIGUEZ MURILLO, J.C.; 1995: 140).

Se acepta, cuando se plantean las dificultades operativas para concretar los


escenarios que este tipo de modelos proponen, que las mayores dificultades son de orden
institucional. La factibilidad técnica y económica se halla demostrada, lo que se pone en
cuestión son las instancias de cambio cultural que requieren la implementación de estos
modelos. Hay que destacar que a un país como Argentina y, sobre todo, a una región como
la del Centro de la Provincia de Buenos Aires (con un desarrollo que combina
industrialización secundaria temprana con una gran base de producción ganadera
extensiva) el horizonte de abastecimiento de energía por fuentes convencionales se le
presenta recortado en el futuro. Con el actual esquema de organización de la sociedad,
serán sólo las zonas ricas de las metrópolis las que podrán abastecerse de una energía cada
vez más escasa y más cara.

Por último, otro factor importante que nos impulsa a buscar líneas locales de
reconversión energética tienen que ver con instancias políticas a nivel mundial. Nuestra
posición dependiente nos hace ver que las líneas políticas que se definen en organismos
como el Banco Mundial o el FMI se aplican hasta en los últimos rincones de nuestra
nación. El BM recomienda para el futuro rebajar los impuestos sobre el trabajo y la renta y
aumentarlos sobre los flujos de materiales y especialmente sobre los energéticos
(throughput). En el pasado, se solía subsidiar la extracción de recursos para estimular el
crecimiento, pero la crisis ambiental está haciendo reveer esta política, especialmente por
la amenaza que conlleva para el estilo de vida de los países del Norte. La globalización de
estas medidas hará que aumenten los gravámenes sobre la energía, por lo que el
mantenimiento del bajo costo energético es ilusorio.

La discusión de estas temáticas nos va llevando a un terreno en que las dirigencias


locales no han penetrado seriamente. Abordaremos la cuestión ambiental en el punto
siguiente.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

La cuestión ambiental.
Delimitar la cuestión de la problemática ambiental urbana a nivel local no implica
hablar exclusivamente de los indicadores de la misma. Más bien, éste es el costado más
endeble, podríamos decir: si solucionaríamos uno o varios problemas ambientales
puntuales, su misma solución origina otros. Es la lógica dominante la que nos conlleva a
relacionarnos de determinada manera con el soporte físico de la ciudad y de nuestra
sociedad en general.

Por otro lado, implica también explorar vías para la gestión seria en esta temática,
dentro de la cual se sitúa, específicamente, el aspecto de la formación de recursos humanos
capaces de conocer aquella problemática tanto como intervenir en las instancias de
gestión. Y es especialmente imperativo señalar la imbricación de la problemática con las
estrategias cognoscitivas y pedagógicas en las temáticas ambientales.

I
Situación y perspectivas de la problemática ambiental local.

1.
Para definir el status de "lo ambiental" a nivel local podríamos comenzar
estableciendo un postulado: al hablar de “lo ambiental" , no nos referimos ni a un objeto
( o super-objeto), ni a una estructura de conocimientos formalizados como "ciencia",
(ciencia específica o autónoma, ni interciencia o sistema racional de conocimientos de
índole interdisciplinar) sino simplemente a una “colección de problemas” (FERNANDEZ
Y BENGOA, 1995: 63). La manera más directa de encontrar un eje que permita abarcar
dicha “colección ” es que constituyen fenómenos de irracionalidad en la relación
sociedad/naturaleza.

Así es que un problema cualquiera de saneamiento ambiental, como el deficiente


control de las plagas urbanas y las pérdidas económicas que ello implica, se conecta con
el universo de la gestión de los servicios público en el tema puntual de la recolección de
residuos (en el sentido que la ratas que se alimentan de la basura no necesitarían
combatirse con veneno si la ciudad estuviera limpia) y también con los hábitos de
consumo domiciliario (especialmente de los hogares de mayor poder adquisitivo, en donde
se desechan cantidades de alimento aprovechable). Otro orden de problemas: la
vulnerabilidad social a las inundaciones no deja de plantearse necesariamente vinculada
con la economía de todo el espacio urbano, con el financiamiento de la obra pública y con
las ideas colectivas en torno a la relación con de la ciudad con los recursos hídricos.

I.a irracionalidad puede definirse como una condición de alteración de una


situación relativamente óptima de un individuo, grupo, organización o comunidad humana
(constituyen el polo Sociedad en la relación mencionada anteriormente), o la
transformación de la dinámica de una parte del soporte material de dicha sociedad (que
sería el término Naturaleza en dicha relación). Cualquiera de las dos alteraciones provoca
modificaciones en el otro polo.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Si hablamos de “problemática ambiental” en estos términos, aparece la necesidad


de formular una condición social y/o natural óptima con sus características de
particularidad geohistórica y cultural, y también se establece la demanda de un marco
interpretativo sistémico. Es decir, un esquema conceptual que nos permita ordenar esta
“colección de problemas”. Está claro que a nivel local se carece de este enfoque, por lo
que prácticamente la atomización de las acciones municipales en el terreno ambiental es
total. Así lo reconoció el mismo Director de Gesitón Ambiental en diversas oportunidades,
la más reciente públicamente durante el transcurso de la conferencia sobre el tema dicatada
por Pablo Quiroga en el comité de la UCR, el 20 de diciembre de 1995 5.

Aún hay una carencia más grave: la de una serie de directrices o un campo
metodológico para la gestión (modelización de los problemas, identifcación como tales,
establecimiento de interrelaciones, formas de mejoramiento de las condiciones de
irracionalidad) y para la mínima resolución de problemas, aunque sea indiciarios. Hay
problemas urbanos o que estallan a nivel urbano, que son de orden estructural (la
emergencia de la probreza, que también tiene costados ambientales en tanto genera penuria
habitacional y de servicios, etc), en tanto hay otros (desertificación de los espacios rurales
por deficiente manejo técnico, usos de agroquímicos, etc.) en donde se ve mucho más
clara la relación productiva con lo natural.

Ambas carencias nos llevan directamente a un orden de problemas cuasi-genérico:


la carencia de una idea global acerca de las relaciones de nuestra sociedad con los
ecosistemas regionales y con nuestra cuenca de soporte. La cuestión de las inundaciones
recurrentes, presentada ante el sentido común del habitante medio de la ciudad como una
“fatalidad natural”, pasa a tener complejas realimentaciones culturales a poco de analizar
la dinámica del soporte natural de nuestras actividades productivas. Si tenemos en cuenta
que parte del origen de la exclusión económica de mucha gente en la ciudad se encuentra
en los efectos de las inundaciones del ‘80 y del ‘85, es más fácil percibir la pertinencia de
un enfoque abarcador.

Las cuestiones del transporte, de la infraestructura urbana, de la periferización sin


control de la ciudad, la contaminación de las napas subterráneas, el manejo de residuos
urbanos, se vinculan estrechamente al mantenimiento de la salud colectiva. Si el hospital
municipal se lleva un gran porcentaje del presupuesto municipal para atender la
emergencia de patologías y muchas de ellas tienen origen en el campo de la problemática
ambiental del desarrollo urbano de la ciudad.

Olavarría comparte, en el terreno de lo ambiental, una serie de problemáticas con


las otras ciudades de la región Centro. Así se evidenció en un diagnóstico realizado por el
Instituto Hidrológico de Llanuras, dependiente de la Facultad de Agronomía de la
UNCPBA, y en el cual participó la Facultad de Humanidades de Tandil 6.

Una apretadísima síntesis de los resultados refleja la siguiente lista de problemas,


obtenida en base a entrevistas a responsables de gestión urbana y a otros actores sociales
como técnicos en diferentes campos, productores rurales, etc.

Problemas ambientales detectados y reconocidos:


Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

a) inundaciones urbanas y rurales


b) deficiente disposición de residuos domiciliarios, manejo atomizado de residuos
industriales
c) contaminación bacteriana de acuíferos y cursos de agua superficiales

No existe un acuerdo real en torno a la magnitud de los siguientes problemas, aunque


se reconocen la presencia de evidencias de los mismos:

d) en relación a los suelos pampeanos, se verifican indicadores de salinización, erosión


hídrica, pérdida de productividad asociada al mal manejo (tanto hipertecnológico como
infratecnológico), presencia y uso indiscriminado de excesivos agroquímicos, si bien hay
que tener en cuenta que se destina a actividades agrícolas sólo el 20 % de la superficie
total del partido (14.000 ha.)

e) en relación a las aguas superficiales, se arrojan efluentes domiciliarios sin tratar. El


estudio califica el impacto como moderado, y otros trabajos (GREGORINI, A;1995,
ENDERE, M.L. Y CASTRO, M. L. 1995) dan valores más precisos de la reducción de la
demanda bioquímica de oxígeno en el arroyo Tapalqué luego de que sus aguas atraviesan
la planta urbana.

f) las aguas subterráneas presentan claras evidencias de sobreexplotación de acuíferos,


confirmadas en estudios conjuntos con el Consejo Federal de Inversiones, y también
presencia de nitratos, proveniente de la lixiviación de residuos urbanos. Naturalmente, el
agua de la zona tiene un exceso de flúor y una alta concetración de arsénico, además de
vanadio (elemento en torno al cual no existe acuerdo o certeza acerca de si su presencia
obedece a razones antrópicas o naturales).

g) en relación a la flora y la fauna, se da una subvaloración de recursos y la emergencia


creciente de plagas, lo que en realidad habla de la debilidad de los agrosistemas; la
mayoría de las poblaciones silvestres hallan sus poblaciones en franca disminución (ya sea
por la caza o por la destrucción de cadenas tróficas debido al uso de plaguicidas).

h) contaminación del aire por polvillo industrial en suspensión, por ruidos y por la
combustión del automotor. El diagnóstico realizado por el IHLLA clasifica al recurso aire
como “ ...uno de los principales recursos contaminados en Olavarría por su actividad
minera o derivada de ella.” (PACTO ECOLOGICO BONAERENSE, 1993: 14). Aunque
se reconoce que no existen evidencias de afectación masiva a la comunidad, se establece la
diferencia con las grandes fábricas: en tanto éstas colocaron electrofiltros para retener el
polvillo, las caleras y canteras lo esparcen sin control a partir de las frecuentes voladuras y
de los procesos técnicos de tratado de mineral. Las urbanizaciones de las zonas serranas
son las más afectadas. La zona céntrica de Olavarría, en cambio, es la más saturada por
ruidos y por la contaminación derivada del transporte público y de los automóviles
particulares.

2.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Lo resumido hasta aquí, haciendo hicapié en que el trabajo no aborda en absoluto


ni en profundidad un análisis necesario de la gestión ambiental desde los organismos
efectores del municipio, no penetra en el verdadero eje de la cuestión ambiental.

Este se ubica en la racionalidad de nuestra sociedad en cuanto al tratamiento del


recurso ambiente. Históricamente, como consecuencia de los patrones y modelos de
desarrollo adoptados, hemos trabajado con la Naturaleza con la aspiración de conocerla
totalmente, controlarla y manipularla hasta el punto de reproducirla. De hecho, a ciertos
niveles, se llevan invertidos miles de millones de dólares para lograr la reproducción de la
vida en un laboratorio, lo cual teórica (y técnicamente con algunos organismos, incluido el
hombre a partir del avance de las técnicas de fertilización in vitro) es posible.

Así es que tratamos a los recursos como inagotables, al espacio como si todo fuera
una tabla rasa suceptible de ser urbanizado y homogeneizado como espacio residencial o
productivo, sin atender a los procesos diferenciales de su constitución. No queda rincón
del partido que no haya sido reconvertido a una lógica productiva, y la aspiración es
incrementar esta productividad a niveles insospechados. Los escollos que la Naturaleza
nos presenta son resignificados como problemáticas técnicas o de gestión: si falta el agua,
concesionamos la producción y distribución del recurso; si la basura que generamos es
excesiva y sirve de reservorio para plagas urbanas, la enterramos; si saturamos el aire con
partículas que no pueden ser procesadas eficazmente en otros niveles de los ecosistemas
(como los gases de la combustión de los motores), etc.

De esta racionalidad participan todos los habitantes de nuestra sociedad, aún


quiénes adhieren a las modalidades de vida recetadas por los ambientalistas o
conservacionistas. Es que no es posible escapar a esta racionalidad sin primero objetivarla.
Esta lógica social no es privativa de ningún partido político, sector empresarial o conjunto
social en particular: más bien es la manera de pensar hasta ahora dominante en nuestra
cultura.

En la base de esta manera de pensar se encuentra la pretensión de dominar para


hacer productivo hasta el último paso de la última cadena trófica del ecosistema más
alejado, artificializando todo lo que sea posible. La Naturaleza día a día nos demuestra que
nuestro conocimiento es primitivo, pero más aún inadecuado: la complejidad de los
sistemas naturales y de la articulación con la cultura no puede ser abordada con las
herramientas lógicas del positivismo cartesiano. Nuestra sociedad en general, y Olavarría
en particular, es vulnerable a procesos naturales como la dinámica alternativa entre sequía
e inundaciones, el ritmo de reposición de los niveles naturales de los acuíferos, etc.

También esta irracionalidad se expresa en las mismas modalidades de organización


de los ámbitos urbanos, por cuanto no sólo es posible verificar aspectos que hacen pensar
en umbrales desaprovechados de oferta de infraestructura, sino también los problemas
derivados de la extremada ingerencia de los sectores especulativos en los mercados del
suelo urbano. Olavarría ha sabido dar jerarquía a instituciones como el Banco de Tierras,
pero no aún así no alcanza para equilibrar totalmente la irracionalidad social que lleva a
urbanizar zonas que más tarde sería imposible dotar de servicios sanitarios o
equipamientos colectivos adecuados. Aquí no tiene que ver la naturaleza, especialmente
con los conflictos de usos del suelo, que deviene en una casi nula capacidad de controlar la
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

localización, como ya vimos en el capítulo 1 (ver: pp. 17, comentario del Director de
Programación Urbana). No es, desde luego, ni el volumen ni la complejidad de las
implantaciones industriales o de los otros usos la que genera problemas ambientales, sino
el descontrol de su instalación, la superposición con otros usos (comerciales o
residenciales) y la afetación de elementos del sistema natural.

La emergencia de una economía sumergida, conceptualizada en las ciudades


latinoamericanas como “economía de la informalidad” ( TRINCHERO, 1995;
LACABANNA, 1994), produce también un amplísimo campo de indicadores de
problemáticas ambientales. Acá tampoco es la naturaleza la que produce la exclusión, sino
las relaciones sociales de producción y la organización estructural de los circuitos de
reproducción del capital, con el resultado siempre presente del crecimiento de la
concentración de la riqueza.

El espacio urbano olavarriense está claramente segmentado a partir de estos


procesos de emergencia, y las manchas urbanas claramente detectables en los discursos
que expresan los imaginarios sociales (FONAVI Amparo Castro, La Loma, 104
Viviendas) se delimitan también a partir de la exclusión de quienes viven en estos barrios,
exclusión económica pero también estigamtización social.

La pobreza tiene también una amplia gama de procesos de reproducción que se


caracterizan por su determinación material. El ambiente del pobre urbano es el más
degradado, porque frecuentemente es también el lugar de depositación de los residuos del
proceso de consumo de las otras clases sociales. Aquí aparece, en términos teóricos
referibles a cualquier espacio urbano, el hecho que: mientras la apropiación de la riqueza
social es privatizada, el gasto social derivado del consumo de esta riqueza es colectivizado
(GUTMAN, 1985).

II
Problemas ambientales y gobierno local.

1.
La problemática ambiental tiene diversas expresiones. Es posible agrupar
numerosas particularidades en una polarización muy conocida y transitada: es muy
diferente la vida de los habitantes de los países subdesarrollados que la de la gente de los
países del Norte.

Lo que la hace diferente son las condiciones de vida: unos satisfacen totalmente sus
aspiraciones de consumo, hacen lo que desean, y alcanzan a vivir un número de años
impensables hace alguna décadas. Para los habitantes del Sur, en cambio, llegar a las
condiciones de la supervivencia ya es todo un triunfo, agobiados por la pobreza y la
expoliación. En ambos espacios geográfico-simbólicos lo ambiental se presenta como una
verdadera problemática: para los ricos, los residuos del consumo se transforman en
contaminación en todo sentido, mientras que para los más pobres lo ambiental se presenta
como el resultado de la superpoblación, el deterioro de la salud, la insuficiencia de los
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

ingresos y de los recursos naturales, y la instalación definitiva del hambre y la


desnutrición.

Por los impactos que el discutido proceso de globalización está teniendo en las
economías, la cuestión ambiental se ha transformado en un terreno simbólico en donde se
deciden políticas. En la mayoría de los países del mundo, la política ambiental se ha
constituido en uno de los aspectos prioritarios en todos los niveles del aparato estatal. Pero
también los aparatos financieros, las empresas, las universidades, los sindicatos, etc., están
organizando sus competencias para abordar una temática que implica desde una
reorganización de los conocimientos disponibles hasta la reconversión de recursos
humanos. Se involucran desde niveles nacionales hasta locales y barriales, desde los
espacios urbanos y rurales hasta las cyber-comunidades.

En nuestra ciudad, las cuestiones ecológicas han caído casi siempre bajo el
estereotipo y la falsa ideologización. Por un lado está presente el temor de intereses
económicos a las acciones espontáneas y muy publicitadas de los sectores combativos del
movimiento ambientalista(que, a nivel local, se reduce a expresiones cuasi-personales) .
Por otro lado, la ausencia de propuestas que vayan más allá de lo cosmético han quitado
la posibilidad de construir una verdadera política ambiental a escala local.

Lo ambiental no sólo es el control de la contaminación o la limpieza del espacio


verde. Abarca también una gestión eficiente de los recursos naturales y de las obras
públicas, requiere el diseño de nuevas tecnologías y la estructuración de modos de vida
que permitan a los grupos locales una relación viable con la naturaleza.

Es por esto que muchos problemas que se presentan como fragmentados e


inconexos entre sí (las inundaciones, el agotamiento de reservas mineras, la pérdida de
fertilidad de tierras agrícolas, las modalidades irracionales de pastoreo y el control de las
zoonosis en el ganado pampeano, así como problemas típicamente urbanos como el
abastecimiento de aguas corrientes, el tránsito descontrolado, las enfermedades de
transmisión hídrica, la expansión de la ciudad, etc) deberían abordarse
transdisciplinariamente y con una visión global. El reclamo de una política ambiental
moderna implica pensar la realidad con otras categorías. No se trata de proponer la
creación de nuevas oficinas de “medio ambiente”, sino de ambientalizar todas las
oficinas. Cómo antropólogo, entiendo que estamos frente a la necesidad de un cambio
cultural: percibir la complejidad de un problema global, allí dónde estábamos
viendo solamente una tecnología y un resultado monetario.

2.
Los párrafos precedentes enfatizan la condición"problemática" como terreno de
manifestación de lo que entendemos por cuestión ambiental. Se trata de conocer, actuar y
construir conocimiento que posibilite la resolución de los problemas ambientales, que
pertenecen en su mayoría a la categoría de situaciones sistémicas y complejas.

La manera adecuada de pararse para entender y poder resolver algunos de estos


problemas se ubica en la perspectiva de su inserción en redes sistémicas que conllevan a
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

analizar cuestiones como las propias del desarrollo regional. EI marco adecuado para
situar una dimensión a escala para la consideración de los problemas ambientales es el
marco regíonal, es decir un determinado entorno terrítorial en el que operen los procesos
campo/ciudad, urbe/cuenca de influencia, región/nación, etc.

EI marco central de los fines del conocimiento de los “problemas ambientales" es,
desde luego, la identificación de soluciones, la implementación de alguna clase de
metodología de las denominadas “problem solving" (FALEIROS, 1973, ROBIROSA,
1994). La implementación de "soluciones" ambientales se relaciona, no tanto con los
procedimientos habituales del planeamiento, en tanto técnicas orientadas preferentemente
a modalidades “finalistas": planes, normas, instrumentos de ordenación, etc., sino con la
temática abierta de la gestión, en tanto procedimientos vinculados con la comprensión de
los "problemas" y la instrumentación procesual de soluciones relacionadas con aspectos
derivados de lo ambiental: manejo integrado e interactivo, comprensión de fenómenos de
sistematicidad, etc. (ROBIROSA, M. 1989).

3.
Por lo anterior, es necesario entender que un prerrequisito de cualquier
intervención en la temática requiere un marco de nociones compartidas por diferentes
actores sociales, al mismo tiempo que sea incorporada a diversos procesos de formación.
La formación profesional de la región todavía no ofrece perfiles profesionales con una
visión holística que favorece el acercamiento a lo ambiental, salvo la carrera de
Antropología en su orientación Social y un proyecto en vías de aprobación de una
Licenciatura en Gestión Ambiental en la Facultad de Humanidades de Tandil, ambos
dentro de la UNCPBA.

La estrategia de formación de recursos humanos para la gestión de soluciones a


los problemas ambientales debe, en consonancia con los argumentos precedentes, asumir
algunos de los objetivos que de ellos pueden deducirse:

• manejar la dimensión regional y en ella, las diversas formas de manifestación de las


problemáticas ambientales,
• operar en la capacidad de conocer los “problemas" y las metodologías de tipo
"problem-solving”
• definir modalidades de actuación en las problemáticas conducentes a situaciones
abiertas a lo procesual, capaces de sostener la complejidad sistémica de las actuaciones,
participativas, consistentes (en el sentido de obtener soluciones efectivas} etc.
• considerar la "solución ambiental" como un factor de mejoramiento de la
"racionalidad" ambiental (o sea, la referente a las relaciones sociedad/naturaleza)
• propender a formas de solución ambiental caracterizables por promover desarrollo
(entendiendo por esto optimización de las relaciones entre necesidades sociales/
recursos ambientales), buscando consensos orientados en función de modalidades de
desarrollo sustentable.

4.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Es en relación con este último concepto, la idea de desarrollo sustentable, que la


gobernabilidad de la ciudad requiere la incorporación urgente de la temática ambiental a
sus líneas futuras de discusión. El problema de fondo pasa por ve de qué manera los
conjuntos sociales pueden incidir en la búsqueda y construcción de un modelo de
desarrollo más armónico en relación a la oferta de recursos naturales.

La construcción de este modelo pasa por algunos aspectos técnicos, como por
ejemplo el desarrollo de tecnologías energéticas basadas en fuentes no convencionales que
puedan desplegarse por toda la planta urbana y motorizar el desarrollo rural. También la
resignificación de recursos agrícolas y mineros, en tanto se dan articulaciones a los
espacios regionales y macrorregionales (MERCOSUR).

Los aspectos tecnológicos son en realidad la punta del iceberg. El cambio cultural
necesario para lograr una estrategia de desarrollo sustentable que no excluya a los
conjuntos sociales más pobres o con menor poder de negociación en los conflictos urbanos
no pasa por el plano tecnológico sino por las relaciones sociales y la construcción de
consensos. También tienen una influencia central el conocimiento que se pueda desplegar
a escala local, los canales de difusión del mismo y una voluntad política de asumir la
dirección de un proceso de cambio planificado, en vez de correr atrás de los modelos de
gestión propuestos en otras realidades.

En otras circunstancias (SARLINGO, MARCELO, 1995: 11) establecimos que el


primer paso en esta dirección sería la elaboración de una carta ambiental del Partido,
incluyendo los aspectos centrales del patrimonio local que pueden ser las palancas de
reposicionamiento de la ciudad en un marco de globalización. Esta carta no es un simple
relevamiento, sino un verdadero instrumento de planificación y concientización a partir de
las informaciones que se organizan en ella.

Esta carta ambiental tiene un contexto ideológico preciso, que en el marco de la


globalización no sólo es una formulación básica y orientadora sino que parece ser la única
posible, que está siendo asumida aceleradamente por otras sociedades. Todo modelo de
desarrrollo implica la definición, o por lo menos la búsqueda, de una serie de metas que
cristalizan la maximización de la satisfacción de las necesidades.

En el contexto actual, los postulados de cualquier modelo de desarrollo sustentable


parten de lograr esta maximización sólo en base a ciertos requisitos:

• el no deterioro de los recursos naturales,


• la no alteración de las condiciones ecosistémicas de calidad mínima de los soportes
ambientales,
• la maximización de la retención regional de las rentas deducibles de los recursos
propios de una determinada región o espacio geográfico,
• políticas públicas participativas y consensuadas sobre estos ejes, consenso que puede
llevar décadas construir si estos criterios no son asumidos por las dirigencias.

Existe también un proceso que es posible verlo a nivel nacional, y del cual aún no
contamos con ejemplos locales, pero no van a faltar en corto tiempo (posiblemente
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

aparezca algún discurso en este sentido cuando se presente “en sociedad” la planta de
reciclaje de combustibles usados que Loma Negra montó en Cañuelas). Se trata de la
estrategia de lavado de imagen, mediante políticas comunicacionales, de los principales
grupos económicos contaminadores. Desde empresas petroquímicas hasta productores de
pesticidas, pasando por la industria nuclear, se presentan a través de los medios de
comunicación de masas como enconados defensores de la pureza ambiental. Se aprovecha
la ignorancia sobre el tema para legitimar aún más las estrategias de acumulación 7.

Esta cuestión sólo es posible contrastarla con un verdadero proceso de educación


ambiental, que plantee los verdaderos costados políticos del tema y que no sea
simplemente divulgación pasatista, temática que viene a reemplazar a otras porque aparece
en revistas mejor impresas, con fotos en colores y con un lenguaje comprensible para
gente sin formación en la temática.

En este sentido también existe la necesidad de plantear una agenda adecuada


acerca de los contenidos de lo que se defina como “cuestión ambiental” o “problemática
ambiental”. El municipio tiene la obligación de ser parte de las autoridades de aplicación
del marco legislativo sancionado durante 1995, que en materia de la problemática
ambiental innova al englobar las actividades productivas y exigir evaluaciones de impacto
ambiental para todas las ramas de producción, so pena de declararlas clandestinas.

Esto último lleva a ver que la cuestión ambiental no es un tema sólo para los chicos
de la primaria o para los “ecologistas”trasnochados. Involucra empresarios, políticos y
funcionarios, universitarios, dirigentes vecinales, en fin, múltiples actores sociales. Si no
se tiene, por lo menos, información actualizada sobre el tema, lo que sucede es que la
sociedad queda a merced de los conglomerados de poder que organizan muchos procesos
de acumulación a escala mundial e imponen a los gobiernos locales formas y condiciones
de participación en dichos procesos claramente desventajosas para sus gobernados.

Para tratar de cerrar este capítulo, aunque las cuestiones aquí planteadas están
totalmente abiertas y es necesario reconocer que no es posible predecir la dirección en que
van a moverse los argumentos y las prácticas de los conjuntos sociales, es necesario
plantear algunos aspectos de cambio a partir de los cuales el municipio puede posicionarse
más favorablemente.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Los modelos de gestión municipal


Enfrentados a este turbulento fin de siglo, la gobernabilidad a nivel local es uno de
los grandes signos de interrogación que enmarca cualquier discusión política.

Uno de los núcleos analíticos de este capítulo es la identificación de los modos de


gestión de los servicios públicos, es decir, de las distintas formas de organización de los
recursos y de relación entre los actores sociales y políticos involucrados en su prestación.
Estos modos “... pueden ser caracterizados a partir de cuatro aspectos: el control técnico
del proceso, la focalización, la capacidad de innovación y la relación entre la
municipalidad y el usuario. La combinación de esas variables da lugar a productos
diferentes en términos de la satisfacción de las necesidades y la democratización del
proceso” (VELAZQUEZ, F.; 1994: 389.).

A continuación presento una caracterización de estos modos, como descripción


inicial que enmarca una serie de tendencias características de los procesos locales. El
cambio social acelerado se articula con las particularidades locales para hacernos ver que
el caso concreto de Olavarría no responde exactamente a una tendencia determinada y
clara, o dicho de otra manera, no es posible encuadrarlo claramente dentro de un único
modelo analítico. Las características de la vida política local hacen que se mezclen
elementos de los tres modelos.

Pero, como veremos más adelante, esta mezcla no es una cuestión caótica ni
mucho menos, sino que puede entenderse a partir de relaciones entre los contextos
políticos y las trayectorias históricas de determinados conjuntos e instituciones sociales.

Los conceptos que se vulevan a continuación son la síntesis del análisis de una
serie de estudios de casos acerca de la gestión en ciudades, estudios que van desde las
experiencias en áreas metropolitanas hasta los más recientes trabajos que sintetizan casos
de ciudades intermedias (RODRIGUEZ, A. Y VELAZQUEZ, F. ; 1994), además de
informaciones que pude obtener en diversas instancias de trabajo de campo.

La focalización en una serie de indicadores de desempeño de los gobiernos locales


siempre se postergó en tanto se analizaban las estructuras nacionales. El ocaso del Estado
Nación, los resultados prácticos de los ajustes que transfieren las obligaciones sociales
desde los niveles nacionales a las provincias y éstas a los municipios sin transferirles
simultáneamente los recursos, jerarquizan los tradicionales estudios de comunidad que
están en el origen de la tradición antropológica. Estos estudios y las metodologías que se
desarrollaron a partir de ellas son insumos adecuados para el trabajo a escala local. La
construcción de la tipología que sigue está apoyada en este tipo de material.

El modo tecnocrático de gestión de servicios.

Se caracteriza por el predominio de una racionalidad técnica en las distintas fases


de la gestión. Por tal debe entenderse una lógica de organización del proceso que gira en
torno a las ideas de eficiencia en el uso de recursos, eficacia y productividad en la
producción del servicio, pragmatismo en las decisiones, modernización y uso de recursos
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

tecnológicos. Los actores técnicos (decisores y operadores) juegan, por tanto, un papel
dominante; sus instrumentos privilegiados son los estudios de diagnóstico y los planes a
mediano plazo. Los actores políticos y su lógica de acumulación se mantienen
subordinados a los imperativos de la racionalidad técnica.

El control del proceso está en manos de los especialistas en el manejo del servicio
en sus distintos componentes (ingenieriles, administrativos y económico - financieros). Es
un control global (sobre todo eI proceso) que da coherencia a las distintas fases de la
gestión y permite la aplicación de mecanismos de seguimiento y evaluación. Como
resultado, se logran altas coberturas cuantitativas y cualitativas del servicio y un buen
acierto en la identificación de sus áreas de expansión y de las poblaciones que deben ser
atendidas. Desde el punto de vista de la innovación, el MT es abierto a la introducción de
cambios en las dimensiones técnicas, económicas y administrativas de la gestión e,
incluso, en las modalidades de relación sociopolítica, en particular cuando se trata de
mejorar la cobertura o de buscar formas de abaratar los costos mediante la participación
ciudadana.

Uno de los rasgos centrales de este modo de gestión es el bajo nivel de presencia
de la sociedad en el manejo del servicio. Pueden existir mecanismos institucionales de
participación, como ocurre en el caso colombiano (VELAZQUEZ, MUÑOZ Y
GONZALEZ; 1995: 271), pero ello no significa que los usuarios tengan una alta
incidencia en las decisiones. En la medida en que las decisiones se atienen a criterios
principalmente técnicos, el sistema de decisión tiende a cerrarse, a volverse autosuficiente
y a no requerir de la intervención de actores diferentes a los especialistas. Cuando dicha
participación existe, como lo revela el estudio de las ciudades colombianas, es redefinica
en función de la racionalidad dominante. En otras palabras, los procesos participativos son
controlados “desde arriba" y su alcance se ve limitado a una eficacia instrumental que se
acomoda a los dictámenes de la racionalidad tecnocrática.
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Este modo de gestión tiene dos "derivaciones" o modalidades que obedecen a la


misma lógica tecnocrática , pero que asumen rasgos relativamente particulares.
Se les denominan modalidad tecno-empresarial (MTE) y modalidad tecno-
burocrática (MTB) . El primero, como lo señala el término, se acoge a una
línea empresarial que busca trasladar al sector público los principios de la
administración de la privada. En ese modo se habla de la "gerencia pública"
como administración y suele hacerse uso de la planeación estratégica y de otras
metodologías similares para el refinamiento de los procedimientos. La
modalidad tecno-burocrática, por su parte, introduce un sesgo político en ciertos
momentos de la gestión en el sentido de que los objetivos de productividad
económica son acompañados por un auspicio del gasto público y por políticas
sociales que se acogen a una lógica de las necesidades y no de la productividad
exclusivamente. Los actores burocráticos (gerentes, asesores, cuadros medios,
etc.) tienen una cierta injerencia en las fases de definición de políticas y en
algunos momentos de la ejecución del proceso, pero siempre teniendo presente
la racionalidad técnica a la que se somete éste último.

Los efectos de estas dos derivaciones puede ser diferentes, aunque el control del
proceso técnico pueda ser similar: las coberturas tienden a ser menores en la
modalidad tecno-burocrática, como consecuencia de la introducción de ciertas
racionalidades sociales y políticas en la prestación del servicio. Esta modalidad
tiende también a generar mayores resistencias al cambio.

El modo de control político de gestión de servicios.

Este modo de gestión se rige fundamentalmente por aspectos de una


racionalidad política, cuyo eje central es la búsqueda de formas de acumulación
de poder y prestigio por parte de las autoridades locales, los agentes decisores o
los intermediarios partidistas. Este modo de gestión no se opone necesariamente
con los principios tecnocráticos de organización del servicio, pero busca
subordinarlos de manera que no interfieran en el cálculo político que
generalmente está presente en la toma de decisiones. Estas últimas deben
reportar un rendimiento político, independientemente de que satisfagan una
necesidad de la población o impliquen un uso no eficiente de los recursos.

Los actores políticos, y en particular el intendente, juegan un papel central como


agentes decisores y como orientadores de la gestión, no solamente en el
momento de adoptar políticas, sino también en las fases de ejecución y
operación del servicio. Son ellos quienes ejercen el control global sobre el
proceso; los actores técnicos y la burocracia, si bien son tenidos en cuenta como
fuente de información, no pesan demasiado a la hora de tomar las decisiones.
Aparecen en este sentido subordinados a los actores políticos. Las acciones, en
consecuencia tienen un menor ingrediente de planificación y responden más
bien a las exigencias rutinarias que se derivan de la atención a la población.
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La introducción de la variable política en decisiones que son eminentemente


técnicas introduce un sesgo que tiene efectos sobre la prestación del servicio: la
cobertura, tanto cuantitativa como cualitativa, tiende a ser baja o apenas
aceptable y la cuestión de la extensión de redes y de las nuevas coberturas no
aparece dentro de la agenda de preocupaciones prioritarias de los agentes
decisores, salvo si representan un rédito político. Generalmente, la
incorporación de nuevos usuarios al sistema es el producto del funcionamiento
de redes clientelares más que de una concepción del carácter público del
servicio. A lo sumo, aparecen trazos de políticas asistencialistas que nunca
llegan a tener demasiado peso.

El modo de control político de la gestión municipal tiende a ser fuertemente


rutinario. Se cumplen las tareas mínimas necesarias para la prestación del
servicio, sin que haya un interés por buscar nuevas vías de mejoramiento de
dicha prestación. No existe una preocupación por la realización de estudios
técnicos ni por la elaboración de planes maestros que permitan a las autoridades
locales prever nuevos desarrollos del servicio y mejorar su calidad, no
solamente en términos del producto final, sino del proceso mismo.

Este modelo tiende a ser cerrado desde el punto de vista de la toma de


decisiones. Ello significa que, desde el punto de vista de las relaciones entre la
municipalidad y la sociedad local, los puntos de contacto se dan o bien por la
vía de las redes clientelistas o bien a partir de la iniciativa individual o colectiva
de ciudadanos o de organizaciones interesados en hacer un reclamo o solicitar
una acción concreta de la municipalidad en su barrio. Del lado de las redes
clientelistas, los procesos participativos autónomos son bajos. Hay más una
cierta instrumentación de las necesidades sociales en función de intereses
políticos particulares. Del lado de las iniciativas individuales, éstas, una vez
satisfechas o negociadas, dejan de existir y no conducen a una interlocución
permanente con la municipalidad. Por eso, los actores sociales se definen
básicamente como beneficiarios de un servicio y no tanto como agentes en la
producción de este último o como fiscalizadores del mismo.

Como lo define Pírez, los servicios urbanos “tienden . . a ser ofrecidos a los
sectores populares como parte del desarrollo de estrategias partidarias de
acumulación de poder... Por detrás de la respuesta clientelar existe la dificultad,
si no la incapacidad, de las municipalidades para enfrentarlas necesidades
populares con medios que, pudiendo articularse de manera rápida, den respuesta
a largo plazo. Se consolida, entonces, un estilo inmediatista de gestión que
tiende a limitarse a la producción de un reducido espectro de respuestas o
productos en función de demandas puntuales y a cambio de apoyo político”
(PIREZ, P. ; 1991, pp.207 y ss.).

El modo participativo de gestión de servicios.


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En el modo participativo de gestión comunitaria, la racionalidad articuladora del


proceso de gestión es de tipo social. Quiere ello decir que la gestión persigue el
mejoramiento de la calidad de vida de la población como elemento primordial, lo que
involucra a esta última, por lo menos parcialmente, en el proceso mismo. Al centrar su
interés en objetivos sociales, esta modalidad de gestión privilegia las cuestiones relativas
al producto y su impacto y no tanto las relativas al proceso. Ello significa que no
necesariamente este modo se caracteriza por un control global del proceso por parte de la
unidad prestadora del servicio y por una gran eficiencia en el uso de los recursos.Pero, en
contrapartida, asigna un peso importante a la búsqueda de innovaciones en la prestación
del servicio, particularmente en lo relativo a la participación ciudadana y a las formas de
relación entre los funcionarios municipales y la población.

Hay un importante componente ideológico que emerge como condición para el


desarrollo de este modo de gestión y que aparece claramente identificado en el caso del
servicio de vivienda en Zárate (PIREZ, P.; 1995: 243 y ss.). Como parte de ese
componente aparecen elementos ligados al mejoramiento de la “calidad de vida”, al
cambio de las rutinas burocráticas y a la focalización del servicio en favor de los sectores
más necesitados de la población.

Desde el punto de vista ideológico, hay que reconocer que este modelo funciona
cuando las relaciones de fuerza entre las instituciones representativas de
comunidades de base y los poderes políticos locales son relativamente
equilibradas. En este equilibrio influyen muchísimos aspectos, pero hay uno que
cobra cada vez más importancia en un contexto tecnocratizado: la capacidad de
obtener información, de procesarla y de convertila en insumo de sostén de
argumentos y de posiciones negociadoras.

Este es un punto débil de las instituciones populares latinoamericanas; debilidad


producida por la dificultad de acceso al conocimiento técnico, en la medida en que en los
niveles locales no existen suficientes articulaciones entre los sectores populares y agentes
como la universidad o centros de egresados en diferentes profesiones. Esta debilidad se
potencia en la áreas metropolitanas, pero en ciudades intermedias del tamaño de Olavarría
puede subsanarse en un plazo de tiempo relativamente corto.

Las necesidades de planificación estratégica.

La sociedad civil debe involucrarse en el programa de planificación estratégica y


fortalecimiento del gobierno local a traves de diversas instituciones. Como se anticipó, sus
representantes deben tener asiento en las distintas instancias de programación, asesorami~
irdinación, ejecución y evaluación. Además, podrían presentar solicitudes para el
financiamiento de sus proyectos específicos. Este mecanismo de participación tiene claras
consecuencias sobre la democratización de la vida política y la densificación de la vida
social, a través de la reconstrucción redes de reciprocidad y solidaridad.

En el espacio urbano local, muchas organizaciones vecinales e intermedias tienen


un desarrollo relativamente escaso, lo que no sólo conspira contra la concepción
participativa del programa de planificación estratégica, sino que también afecta su real
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operatividad. Uno de los aspectos del cambio a nivel simbólico se centra en el nuevo perfil
que deberá formarse el dirigente vecinal o el responsable de la marcha de un proyecto
orientado a sectores populares específicos:

“...la mayoría de las sociedades están paradas por una única razón: ahora
que nadie puede regalar o donar cosas, no tienen ni los recursos ni la
mentalidad para fabricarlos o buscarlos por sí mismos en otro lado...Es que
hace décadas que no hay recambio dirigencial a nivel de base, no sólo
porque los viejos dirigentes se posesionaban de los cargos...es que los
jóvenes no veían que la sociedad de fomento fuera un lugar donde pudieran
estar...las actividades recreativas siempre fueron más familiares y para
gente ya casada, con chicos, son muy pocos los que hicieron algo para
captar jóvenes, algo así como una comisión de juventud...” (J.R. 8-95,
dirigente vecinal).

El entrevistado anterior, actual presidente de una sociedad de fomento, proviene de


un sector urbano de bajos recursos, y se formó a partir de largos años de permanencia en la
institución vecinal. Integró una tras otra las diferentes comisiones, vivió todos los
problemas
barriales y participó de las estrategias para resolverlos. Como cabeza de familia numerosa,
reconoce que la función de dirigente vecinal tiene una serie desventajas que crecen en este
contexto:

“...Si tenés que trabajar muchas horas, después es difícil sumarte a la


comisión...Yo entiendo a mucha gente, antes obreros o empleados de
fábrica...hoy trabajan en una empresa de seguridad, hacen turnos de doce
horas para ganar trescientos pesos por mes, y en la casa tienen que seguir
trabajando...si tienen hijas pueden hacer algún trabajo afuera, en la casa de
alguien,... pero también los pagan poco y ya no te dan ni para el
colectivo...Si tiene hijos varones y no los puede mandar al secundario,
tienen que changuear por 2 pesos la hora, y con eso ni se come...Ese
compañero, sin embargo, está casi siempre cuando hay que hacer algo por
el barrio...o sea, no puede dirigir nada, pero aporta su granito si uno está
cerca y lo comprende...(J.R., 8-95, dirigente vecinal).

En este contexto, es evidente que es muy difícil sostener seriamente criterios de


políticas sociales basados en el financiamiento externo, a través de agencias o instituciones
crediticias de alcance mundial, como se conversó recientemente en el proceso de
negociación acerca de la concesión del servicio de aguas corrientes.

El financiamiento a proyectos supone la existencia de una capacidad institucional


que pueda sostener esfuerzos y las acciones. La realidad local indica que ése no es el caso,
en las organizaciones sociales de base o profesionales de promoción. La abundancia
numérica de juntas vecinales, sociedades de fomento, instituciones intermedias, oculta un
momento de receso del movimiengto vecinal. Los casos exitosos, Cáritas Monte Viggiano
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o la Sociedad de Fomento Hipólito Yrigoyen, se destacan tanto más la escala micro en que
se desenvuelven otras instituciones.

El fortalecimiento a las instituciones de base pasa a ser, de este modo, una


condición elemental para el fortalecimiento y para el éxito de las políticas y programas
específicos basados en una concepción moderna del gobierno local. Implica no sólo el
apoyo puntual con recursos materiales sino la capacitación, la formación, la transferencia
de conocimientos específicos y la evaluación operativa de sus experiencias.

La estrategia de fortalecimiento posee también otro costado: el económico. No es


posible desarrollarla sin el consenso empresarial, dado que el espacio urbano no sólo
articula operaciones de consumo sino también instancia de producción y distribución.

Por lo tanto, esta estrategia se manifiesta en dos dimensiones diferentes pero


convergentes: a) la creación de los órganos de participación, concertación y 1a
coordinación técnica, con el objetivo (además de facilitar la programación y la ejecución
de las acciones), de asegurar el consenso social en la asignación de los recursos públicos, y
b) las acciones de fortalecimiento institucional, de articulación social y de creciente
consolidación de redes sociales.

El patrón de desarrollo de los sectores públicos ha tenido una manifestación social


que tamblën se corresponde con áreas y funciones demandadas por los grupos con
mayores capacidad para requerir del Estado servicios y prestaciones. el espacio urbano
local refleja esto, y es posible ver que los servicios se brindan en los sectores que mayor
capacidad de negociación poseen. En consecuencia son justamente las poblaciones en
situaciones de pobreza las que toman contacto con los ámbitos y niveles del sector público
más débiles por su capacidad de gestión y por los recursos de que disponen, así como por
la inadecuación de los marcos administrativos.

La experiencia olavarriense de dramático aumento de la pobreza, vivida durante la


hiperinflación, obligó a las áreas de Bienestar Social del Municipio (totalmente
subordinadas en términos de poder político interno) a un protagonismo inusitado,
desplazando a los sectores hegemónicos de Obras Públicas. Es que el espacio urbano se
vio sacudido por la emergencia de nuevas problemáticas y los recursos habituales eran
totalmente insuficientes. Experiencias como el Programa PAIS y el Bono Solidario
funcionaron con éxito práctico y simbólico no sólo porque se resignificaron los discursos,
sino porque la articulación institucional dió resultados prácticos y rápidos: los técnicos del
municipio y los dirigentes vecinales rápidamente acordaron mecanismos barriales de
administración de los recursos, con la supervisión de los niveles políticos del Ejecutivo
Municipal.

El problema urbano de la reproducción de la desigualdad y de las décadas de


política social de corte asistencial aparece hoy como uno de los grandes escollos para las
transformaciones en búsqueda del fortalecimiento local. Con bases de captación de
recursos limitadas tanto por restricciones legales como por la capacidad contributiva de sus
habitantes, el nivel de gobierno municipal se encuentra sumido en un círculo vicioso: sus
escasos recursos no permiten mejorar sus atribuciones de funcionamiento y éstas a su vez
limitan sus posibilidades de expandir sus actividades o movilizar nuevas fuentes de
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recursos. No hay ni empresarios ni dirigentes con visión que quieran o puedan suplantar el
papel dinamizadores de los circuitos productivos que vino desempeñando el Estado

Por todo ello, resulta estratégico avanzar en el desarrollo de las capacidades


locales para formular diagnósticos, identificar y elaborar propuestas, asistir
a los sectores más dinámicos de la ciudad y del partido, participar en la
programación por áreas y evaluar el resultado de planes, programas y
acciones públicas.
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Tercer parte
Globalización y Ciudad

Actualmente, tanto nuestro país como las demás sociedades del continente se
encuentra sometidas a un complejo proceso de modernización excluyente que atraviesa
todos los niveles.Este proceso tiene complejas modalidades de manifestación, y es
especialmente visible en determinadas políticas públicas y otras medidas que generan
profundas transformaciones en el proceso de reproducción de los espacios urbanos.

A fines del siglo XX, nos encontramos por primera vez con una situación inédita
en la historia de la humanidad:

• los individuos y grupos pueden estructurar una identidad mediante el préstamo cultural,
pero este préstamo puede desarrollarse a partir de eventos que suceden separados por
un espacio de miles de kilómetros. Durante millones de años, las sociedades humanas
definieron de manera dinámica su identidad a partir de una confrontación física y
geográfica, mediante procesos de conquista en los cuales la fuerza era un componente
central. Hoy, determinados procesos se originan en medios electrónicos, virtuales,
procesos simbólicos que operan de manera homogeneizadora en espacios tan
diversificados que vuelven impensables sus derivaciones políticas.

• Un componente importante del actual proceso de globalización está centrado en una


revolución tecnológica que se produce como resultado de la articulación de nuevos
campos de conocimiento. Se habla de una cuarta revolución (la primera, la de la
máquina de vapor, la de la utilización en gran escala de los combustibles fósiles sería la
segunda, en tercer lugar estaría la utilización de la energía nuclear y la cuarta sería la
de las tecnologías informáticas), pero esta revolución se sostiene sobre un mundo
empobrecido en materia de recursos naturales. Además, se asienta sobre el
fortalecimiento de procesos de gobernabilidad política: cada vez más, los países
postindustrializados dependen del flujo de materias de todo el mundo para mantener su
nivel de consumo y la estabilidad de sus sistemas políticos. Lo que implica mantener
influencia tiranizando casi todo el planeta.

En este sentido, el mundo que nos toca vivir se asemeja bastante a la situación
colonial del siglo XIX, pero hoy está aún más profundamente dividido entre ricos y
pobres. Los primeros, obligados a militarizar el interior de sus sociedades para mantener la
tranquilidad necesaria para consumir; los segundos tratando de invadir los espacios donde
se efectiviza el desarrollo económico y cultural que se les prometió. Se redefinen también
muchos sentidos de las fronteras: lo que antes servía para separar y para diferenciar
naciones, hoy se piensan como espacios comerciales y puntos de cruce entre culturas y
etnias.

La sociedad posindustrial, también llamada capitalismo tardío, o era tecnotrónica


se caracteriza por la disminución de obreros agíicolas e industriales, aumento de
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profesionales liberales, técnicos, científicos y empleados. La modificaciones no tienen


lugar no sólo en la faz productiva, sino también en la comercialización de millones de
mercancías en las que se desarrollan nuevas y sofisticadas formas de marketing. Quizá la
cara más visible para el gran público de las nuevas formas de comercialización esté dada
por la presencia de los shopping, gigantescos centros comerciales que constituyen un
monumento al consumo.

La decadencia de los regímenes comunistas, a finales de los ochenta, se explica en


términos generales como el resultado de no haberse adaptado a las condiciones de la época
pos- industrial, lo que hizo que sus economías dejaran de ser competitivas
internacionalmente, y se abriera un abismo entre la opulencia del consumo entre grandes
sectores del Oeste y la austeridad del Este.

En América Latina, este proceso de modernización se basa en una ideología


generalmente denominada neo-liberal, pero que conlleva otros dos rasgos que no se hallan
tan presentes en la hegemonía liberal y si lo caracterizan el accionar de los gobiernos de
signo fuertemente conservador: la desregulación total de la economía y la modalidad
autoritaria de democracia.

También son muy visibles dos grandes rasgos que se complementan en cuanto a las
estrategias de acumulación del Sector Público del aparato estatal y de los sectores privados
de la economía nacional.

A nivel privado, predominan claramente indicadores de avance de la


flexibilización laboral, la reestructuración productiva y la relocalización territorial de
capitales, como corolario de la trasnacionalización de capitales de fines de los años ‘80
(AZPIAZU, BASUALDO Y KHAVISSE; 1987).

El Estado, en cambio se retira de la función reguladora y fiscalizadora de la


producción, para hacerse fuerte en el control del consumo de los sectores populares, ya de
por sí disminuido desde los inicios de la última dictadura militar. También desaparece la
presencia pública en la reinversion social del capital.

En nuestro país, la reorganización del Estado tiene como consecuencia la aparición


de nuevas contradicciones entre sus tres niveles , ya que la Nación traspasa a la provincia
aquellos organismos gubernamentales que ya no le interesa financiar, ésta los transfiere al
municipio el cual, por lo general, no se encuentra en condiciones de hacerse cargo de este
legado, produciéndose así o la desaparición o la privatizaclon de los mismos. El municipio
y su población se convierten en los receptores de las deseconomías de la Nación y de la
Provincia, y un proceso de cambio iniciado internacionalmente se manifiesta mas
seriamente en los niveles locales y particularmente en el escenario de la ciudad, donde se
vive más dramáticamente la exclusión.

Algunas de las repercusiones territoriales del proceso de globalización tienen una


señalada vinculación con las características económicas que el mismo toma. Las más
salientes son las siguientes:
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• retorno pleno a la economía de libre mercado


• reducción del intervencionismo estatal mediante la privatización de sus empresas y la
desregulación de la economía,
• reestructuración global de los procesos de trabajo (modernización de la producción y de
las demás esferas de actividad económica, nuevadivisión internacional del trabajo,
reorganización de los procesos productivos a escala planetaria, etc.),
• liberalización del comercio internacional;
• reorganizacion de las relaciones de explotación de la fuerza de trabajo asalariada
controladas por el Estado.

De estas características salientes se derivan una serie de efectos territoriales que


parecen ser un común denominador en la vida urbana de las últimas décadas:

• la agudización de las contradicciones territoriales y la lucha violenta por la apropiación


de los espacios entre los sectores pauperizados y excluidos del consumo. En este
complejo tema se articulan desde razones económicas hasta aspectos del orden
simbólico: tomemos como ejemplo las oposiciones a las relocalizaciones de los
habitantes de la Villa 31 de Retiro, en Capital Federal. Quiénes más resisitieron su
relocalización fueron los pobladores vecinos al nuevo lugar que se les asignaría a los
relocalizados, que pertenecen a su misma clase social pero muchos eran propietarios de
la vivienda que habitaban.
• La privatización de lo público. Desde paseos hasta espacios verdes, se concesionan a
capitales privados.
• reoganización territorial a nivel regional. La relocalización de capitales trasnacionaliza
los territorios urbanos: los espacios de las ciudades están atravesados por los circuitos
concesionados al capital privado. Nuestra ciudad está dividida en dos por la playa de
maniobras del ferrocarril concesionado a la empresa FerroSur, que se encuentra casi en
el corazón del espacio urbano. Cuando este espacio era del Estado, se producía la
misma división con diferente articulación de interlocutores.
• La pérdida de peso de la “planificación indicativa” orientada por el Estado.

Si bien la consignación de esta lista de características no implica una valoración, el


resultado concreto de este proceso en las sociedades latinoamericanas no es precisamente
un mejoramiento de la “calidad de vida” en la ciudad ni mucho menos de la “calidad
ambiental” de la ciudad. El mejoramiento ha existido en la medida en que se modificaron
las condiciones de acumulación para sectores con capacidad de concentración de riqueza,
por lo que el capital que se volcó en la mejora urbana terminó aumentando la segregación
socio - espacial, como es el caso de los countries porteños.

El caso más típico de Latinoamérica es la ciudad de Santiago de Chile, analizada


en un trabajo publicado por el IFEA en 1995 (LARRAIN, P.; 1995). Ahí se señalan los
elementos fundamentales de las políticas favorecidas por la dictadura militar, que asume
una política neo-conservadora que desregula totalmente el uso del suelo urbano. Este deja
de pensarse social y legalmente como un recurso escaso. Sus uso empiezan a definirse por
el mercado, lo que permitió a los capitales inmobiliarios especulativos urbanizar zonas
totalmente riesgosas, como la ladera de los cerros que rodean la ciudad. También el Estado
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se abstiene de definir legalmente el tamaño del trazado urbano y de fijar los límites de su
expansión.

Santiago ha crecido a un ritmo de 1.200 ha. anuales, en las zonas de más bajo valor
del suelo (que coinciden con las zonas más riesgosas debido a aludes y desplazamientos de
tierra). Los efectos concretos son : un incremento en los niveles de polución, por la falta de
servicios en los nuevos espacios, un déficit importante en la calidad y cantidad de las
viviendas, problemas de insuficiencias de transporte y recolección de residuos, y un
fabuloso incremento de la discriminación espacial: la ciudad se dividió en comunas ricas y
comunas pobres, como resultado de un conjunto de medidas (entre las que se contaba la
relocalización de las villas de emergencia, denominadas “callampas”).

Los casos se multiplican, y también hay momentos particulares en que las ciudades
de nuestro país manifiestan en su espacio urbano los procesos conflictivos de su dinámica
sociopolítica. Está claro que no todas las ciudades desarrollan el mismo modelo. El
crecimiento “irracional” y “desordenado”8 del Area Metropolitana de Buenos Aires se
produjo aún teniendo un marco regulatorio que prohibía nuevos loteos y regulaba la
extensión de la periferia (aspecto opuesto al caso anterior). La Ley 8912 fue sancionada en
1977, en plena dictadura militar, y significativamente buscaba favorecer la expansión de
los servicios y la dinámica económica al exigir la totalidad de las infraestructuras de
servicios para cualquier ampliación de las planta urbanas. La estandarización de medidas
de lotes y otras particularidades implicaba una normatización casi total que iban desde las
geometrías microsociales hasta los aspectos macro del espacio urbano.

El efecto territorial que generó la desindustrialización y las transformaciones socio-


políticas que forzó la dictadura militar encuadra totalmente con las características que
adquiere el espacio urbano sometido a la globalización excluyente:

“...no hubo más fraccionamientos formales. Existieron, en cambio,


invasiones; es decir loteos realizados por la población al margen de la
normativa y posteriormente regularizados sin dar cumplimiento a la
reglamentación. Asimismo, han existido unos loteos "sociales" impulsados
por operatorias del Estado (FONAVI, Protìerra) o por ONGs que cumplen
parcìalmente con estas exigencias. La privatización de algunas empresasde
servicio ha dinamizado algunos proyectos de ampliación de las redes.
Tendencia que, a partit de la creación del Fondo del Conurbano Bonaerense
encontró nuevas alternativas para su financiamiento.
En síntesis, la ciudad de Buenos Aires presenta una sucesión de bordes que
desarrollan estratos correspondientes a los diferentes niveles de
consolidacion. En términos generales se puede decir que sólo el 27 % del
área urbanizada cuenta con !a totalidad de las infraestructuras, extensión
que es ocupada por el 45 % de la población. Esdecir que, posiblemente más
del 55% de los habitantes no cuentan con las infraestructuras básicas para
su asentamiento. Encontramos sin embargo algunos atenuantes. En los
fundamentos de la Ley 8912 se afirma que la ausencia de infraetructuras es
una amenaza para la salud de la población cuando la densidad supera los
120 Hab/ha. Es necesario recordar que sólo el 30 % del área urbana supera
esa densidad. Por lo tanto, puede considerarse que sólo las áreas que
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

alcanzan estas densidades presentan situaciones críticas. Las áreas que


rondan los 100 habitantes deberían ser consideradas como necesitadas de
urgente construcción de redes, pero las restantes pueden serguir
apoyándose en los sistemas sanitarios con que cuentan (pozo de agua y
cámara séptica).
La lentitud con que el área urbanizada se densifica es, sin duda, una de las
mayores dificultades de este modelo, dado que la escasez de frentistas
vuelve difícil el financiamiento de obras por el mecanismo de contribución
por mejoras, volviendo insostenible el costo financiero de un
emprendimiento que, construyendo la totalidad de las infraestructuras, deba
esperar 20 o 30 años para vender todas las parcelas” (GARAY, A. 1995:
19).

Esta cita describe una serie de mecanismos que van atravesando la construcción del
espacio urbano, desde el punto de vista de lo físico. En la ciudad de los países
subdesarrollados, el contexto de deterioro económico y de profundización de la
explotación de trabajadores formales y aún más de los agentes movilizadores de la amplia
economía informal genera cuadros críticos. La urbanización latinoamericana fue
conflictiva desde los momentos iniciales de la conquista del continente, porque los
modelos indígenas de ocupación territorial eran muy diferentes. Pero la realidad de este
siglo, la de la modernización neo-colonial dependiente, profundizada en las dos últimas
décadas por la globalización excluyente es terriblemente dramática por la envergadura de
los problemas que genera.

Lo cierto es que el crecimiento de la ciudad no se detiene. Las recetas de los


planificadores para la ciudad latinoamericana que tendían a la solución de este problema
(el intento de construcción de un nuevo tipo de suburbio que, sobre una matriz de segunda
residencia modifica los patrones de vida urbana, al estilo de las ciudades jardines inglesas
o del suburbio norteamericano) significaron para los sectores carenciados una caída aún
mayor de los estándares de urbanización. Le agregaron a las tradicionales carencias de
servicios y de otras infraestructuras la condición de ilegalidad de los asentamientos.

Así es que en el continente hay ciudades que poseen más de la mitad de su espacio
urbano cubierto con urbanizaciones ilegales, desatando una serie de crisis urbanas
interminables y haciendo imposible la gobernabilidad local. El ejemplo de Río de Janeiro
en tanto ciudad militarizada, el de Lima con su fabulosa expansión de “pueblos jóvenes”,
el crecimiento del área metropolitana de Ciudad de México 9 es una de las caras de la
cuestión.
Pero también el proceso denominado “tugurización” es importante para comprender otros
aspectos de la crisis urbana.

La tugurización se da cuando las clases pobres que no acceden a vivienda en la


ciudad ocupan los edificios deteriorados pertenencientes al centro histórico y a las zonas
de consrucción más viejas. Este proceso acompañó en toda Latinoamérica a los
movimientos migratorios del campo a la ciudad. Quienes no se instalaron en villas, lo
fueron haciendo en inquilinatos y tugurios cuyan condiciones de habitabilidad son siempre
infraurbanas. La ocupación de estos espacios, casi siempre ilegal, no es ajena en absoluto a
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formas de intermediación política clientelista o directamente económica, agregando un


nuevo costado de complejidad a la dinámica de la economía urbana “sumergida”.

Los centros históricos de las c:iudades de mayor tamaño experimentan, en diverso


grado, procesos de tugurización, congestionamientos del tránsito, deterioro y, en general,
modificaciones en el uso del suelo. La tugurización constituye uno de los fenómenos
indicativos y, a la vez, generadores de decadencia de dichos centros. “Por ejernplo, la
mayor parte de los edificios del centro histórico de Quito son actualmente viviendas
multifamiliares en estado deplorable, ocupadas por sectores populares de bajos ingresos o
transformadas en depósitos de mercaderías o bodegas. El estado a veces aceptable de las
fachadas oculta el hacinamiento, paupérrimos servicios sanitarios, insuficiencia de
equipamiento básico, sólo por mencionar algunas de sus características.” (AGUIRRE ET
AL; 1989: 23).

Esta cuestión, que es una constante en Latinoamérica, es un fenómeno que


realmente escapa al potencial de resolución que muestran los gobiernos locales, por la
magnitud de las ocupaciones y lo complicado de su resolución. Pero aún a pequeña escala,
si observamos una ciudad intermedia como Olavarría, vemos que las soluciones a estas
problemáticas requieren sí o sí de una participación, por lo menos normativa, de los
gobiernos locales.

En Olavarría, como consecuencia de la exclusión en general y puntualmente como


impacto del proceso hiperinflacionario, durante 1989 se multiplicaron los problemas de
vivienda. Al déficit endémico que tiene la ciudad, que se cuenta por varios miles
(SABAROTS, SARLINGO, BROOK, op. cit. : 12), se le agregaron quienes quedaron en
la “marginalidad” en término de pocos meses: sin empleo, sin posibilidades de changas,
etc.. Cuando el problema se volvió inabordable para la escala local, proliferaron las
ocupaciones de viviendas desocupadas, pertenecientes a casatenientes urbanos, a
instituciones bancarias y a propietarios ausentistas. No estaban ajenas a estas modalidades
determinadas instituciones intermedias, agentes o punteros de partidos políticos, y hasta
algunos militantes sociales comprometidos con la gravedad de la situación.

También los procesos eran diferentes: en algunos casos (los menos conflictivos) se
ocupaba la vivienda al tiempo que se avisaba al propietario, y sobre los hechos
consumados se procedía a negociar. En casos puntuales, se lograron muy buenos acuerdos,
que más tarde fueron respetados por los ocupantes ilegales. En otros, las tomas de vivienda
eran directas y basadas en la ley del más fuerte.

En pleno centro de la ciudad, y con anuencia de los representantes de una línea


interna del partido político que en ese entonces gobernaba el municipio, se tomaron las
instalaciones del Hotel Lahargou. Este lugar, construido a principios de siglo, ocupaba un
cuarto de manzana y se encontraba abandonado, deteriorado y sin servicios. Una treintena
de familias lo ocuparon, ubicándose cada grupo familiar en cada una de las antiguas
habitaciones.

Las condiciones de habitabilidad del lugar eran pésimas: no había agua, los
servicios sanitarios eran inexistentes, destruidos por el paso del tiempo. No existían
posibilidades de alguna mejora edilicia. Lo más significativo es que la opinión pública
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

local condenó el caso no sólo por lo que significaba la ocupación de una propiedad privada
(los actuales dueños no residían en Olavarría y casi nadie sabía realmente como ubicarlos;
por otra parte, nadie se hubiera tomado en serio ese trabajo en aquel contexto) sino por que
la presencia de pobres urbanos en el corazón de la ciudad intranquilizaba a mucha gente 10.
También se condenaron públicamente una serie de conductas (violencia doméstica,
ejercicio callejero de la prostitución, etc.) que no eran en absoluto privativos de los
habitantes del lugar, aspectos que no se generaron cuando se realizó la ocupación sino que
ya estaban presentes desde mucho antes en diversos lugares del espacio urbano

Durante el tiempo que duró la ocupación, hubo intensas disputas simbólicas y


también una presencia policial constante. Recién con la asunción de un nuevo intendente,
en 1991, se relocalizó a las familias en diversas viviendas (para la mayoría significó una
mejora en sus ya precarias condiciones de vida) y se plantea una rehabilitación urbana del
lugar. Esta rehabilitación pasa por la construcción de un centro cultural, que implica una
expropiación por parte del Estado, que está dispuesto a avanzar en esa dirección.

Tomando este ejemplo, que claramente no pertenece a la complejidad de un área


metropolitana, vemos que en una ciudad de tamaño intemermedio se producen efectos
similares a los que la crisis urbana genera en otros espacios. La periferización y la
tugurización son aspectos claramente controlados por el gobierno local, mediante
mecanismos muy diferentes (el Banco de Tierras en el primer caso, los proyectos
puntuales de rehabilitación urbana en el segundo), pero no son fenómenos ausentes de la
experiencia urbana local.

Llegado este punto, me gustaría comentar brevemente cómo se produce la


dinámica de la crisis urbana en los países desarrollados. Trataremos de describirlo de
manera sumamente esquemática, ya que el fenómeno posee una complejidad y una
variedad notable, pero también existe bibliografía sumamente abundante que lo aborda y
documenta.

El problema del crecimiento de la ciudad, según se plantea en otras sociedades.

La bibliografía revisada acuerda con el hecho de que la expansión de una ciudad y


las políticas tendientes a ordenar y conducir el proceso de crecimiento son
extermadamente complejas y no dependen de un único actor:

“...la expansión y la forma de las ciudades son el resultado de políticas


múltiples, sectoriales o no, y del juego de actores sociales, privados o
públicos. Nada garantiza que en las competencias propias del Estado la
coherencia se establezca cómodamente ...” (RONCAYOLO, M.; 1985: 25).

Esta reflexión, y otras que aparecen con sentido similar en diversos trabajos sobre
lo urbano, se desprenden del cambio de enfoque acerca del problema del crecimiento
urbano. Este cambio de visión conceptual se da a mediados de los años ‘70, como
consecuencia de la sistematización de resultados en materia de sociología y antropología
urbana.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

También las grandes ciudades europeas ya veían con preocupación el tema de la


excesiva concentración económica (TAFURI, M. ; 1982: 12), definiendo como
herramienta fundamental la excesiva concentración de la industria. Sin embargo, esta
definición resultó desfasada: diversos trabajos verificaron que la competencia monopólica
y la lucha por el espacio industrial se articulaba con otras características del fenómeno
urbano: la expansión del sector terciario y la especialización espacial que éste provocaba, y
los impactos espaciales de la circulación de desempleados, quienes se iban apropiando de
espacios urbanos en función de sus disminuidas capacidades de consumo (CASTELLS,
M. Y GODARD, F. 1974; CASTELLS, M. 1974, TOPALOV, CH., 1979).

A partir de estos trabajos, y de otros, la revalorización del sector servicios,


rompiendo la antigua calificación como actividad no productivo, y la identificación del
empleo/desempleo como nuevo sujeto de programación del crecimiento de la economía de
las ciudades se convirtieron en dos órdenes de problemas totalmente incorporados al
análisis de los procesos del crecimiento. Pero lo más importantes es que, a partir de su
detección como variable influeyente en esta dinámica, las ciudades europeas comenzaron
a variar sus políticas.

En el contexto actual, dichas ciudades tienden a estructurar redes mediante el


establecimiento de acuerdos de cooperación que, en general, se constituyen como sistemas
de intercambios, consolidando los lazos económicos entre espacios urbanos. La
identificación del perfil de cada una determina una tendencia en este marco, y el
fortalecimiento de un tipo de actividad sobre la que tiende a fundar su proyecto
(CARRERAS Y VERDAGUER, C: 1994: 59-72). .

Pero el mismo fenómeno (expansión terciaria y aumento del desempleo) se trata de


manera totalmente diferente dentro del modelo urbano norteamericano. Culturalmente, la
población asume el desarraigo, condición que Ileva a los trabajadores norteamericanos a
modificar varias veces en su vida la ciudad de residencia. Esta actitud, exacerbada en los
sectores rnedios y en los cuadros de dirección empresaria, se reproduce en la relación entre
ciudad, política urbana y coyuntura económica.

A partir de esto es posible ver que las ciudades americanas son mucho mas
sensibles a los avatares de las coyunturas económicas, existíendo ciudades que emergen y
se hunden en cortos lapsos, como Houston y Chicago, en función de la dinámica de su
producto principal (ciudades petroleras, ciudades automotrices). Esta actitud puede
Ilevarse al extremo, en casos como Silicon Valley, en California, donde la rápida
evolución de las empresas informáticas diluye a tal punto la localízación, que las
aglomeraciones en torno a las fábricas crecen y decrecen al ritmo de transformación de las
empresas.

El tema del empleo/desempleo es aquí una cuestión verdaderamente estratégica.


Decíamos al comienzo de este trabajo que la pobreza que caracterizó durante décadas a
ciudades del Tercer Mundo hoy está presente en los espacios urbanos de los países
desarrollados. En términos generales, un 20 % de la población de los países desarrollados
se encuentra bajo la línea de pobreza oficial, instancia que ha dado lugar a la creación de
ámbitos espaciales similares en su precariedad a la de los países subdesarrollados. En estos
espacios urbanos viven los desplazados de los puestos de trabajo cerrados por la
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

automatización y por la transferencia de capitales productivos a la órbita de la


especulación.

En el caso europeo la expansión urbana ha sido un proceso no deseado. Las


principales ciudades impulsaron, a partir de la década del ‘60, políticas destinadas a
detener su avance. Francia e Inglaterra fueron en este sentido las vanguardias europeas,
impulsando la polítíca de las ciudades satélite.En términos generales la estrategia apunta a
consolidar un borde urbano , un límite claro que contenga la tendencia de expansión de un
suburbio de vivienda individual con densidades bajas.

La concepción territorial estaba basados en la modernización de la red ferroviaria (


el ciclo de modernización anterior, inversiones que después posibilitaron el surgimiento
del TGV europeo, motor fundamental de la economía europea de hoy). En lugar de
extender las líneas de manera tentacular, se usa a los transportes como conectores de
aglomeraciones satélites separadas por un borde verde.

Las New Towns inglesas y las Villes Nouvelles no fueron concebidas como
grandes obras públicas, al estilo de los suburbios industrializados tipo FONAVI
( por ejemplo, Lugano 1 y Lugano 2 en Buenos Aires) que fueron tan comunes
en la posguerra europea como forma de reactivación de la economía. Por el
contrario, estas ciudades parten de la constatación de la existencia de un
mercado que apunta a cambiar la vida de los sectores que habitan las zonas más
densas de la ciudad:

“...han sido una respuesta a la crisis urbana (social y funcional) de la


región de Londres y de otras ciudades europeas, cuyo origen hay que
buscarlo en la superconcentración industrial producida por la evolución
técnica y económica del capitalismo, que sigue el movimiento bien
conocido de formación de las regiones metropolitanas...” (CASTELLS,
M.: 1974: 329).

El reconocimiento de un mercado permite también identificar grupos de inversores


y por lo tanto estrategias de articulación entre el capital y el Estado. Pero a partir de ahí se
vuelve imprevisible la presencia de otros actores y el ámbito urbano adquiere una
dinámica cuya explicación no se agota únicamente en el ordenamiento físico o en la
circulación económica.

En el caso de Francia, a nivel urbano hay una nueva asunción, por parte del poder
estatal, de la crisis ambiental en la ciudad:

“...El "Plan Verde Regional de Ile de France” anunciado a


comienzos de la década del `90 afirrna la necesidad de mantener los grande
equilibrios ecológicos y paísajísticos como una decisión esencial para la
región. Propone 15 años de esfuerzo para salvaguardar el patrimonio
natural y urbano, la creación y acondicionamiento de áreas verdes para la
protección de tierras agrícolas, el salvataje del patrimonio histórico y
cultural así como la implementación de una política de parques regionales.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Para ello se compromete, entre otras acciones, a plantar 40 millones de


árboles, para alcanzar una proporción de 10 árboles por cada nacimiento
registrado en la región, estructurando us cinturón verde sobre una
superficie de 155.000 has. que forme una corona de 10 a 30 km. alrededor
de París. Esta atraviesa un territorio de 410 comunas, entre las que se
emplazan cinco “villes nouvelles...”. (CONSEIL REGIONAL ILE-DE-
FRANCE; 1994: 25)

El plan identifica como necesidad de la población la existencia de espacios verdes


próximos a la ciudad como sitios de paseo y recreación para los fines de semana.La
administración de propiedades abre al público grandes espacios forestados. Establece
contratos para abrir al público áreas privadas calificadas, remodelación de antiguas
tosqueras abandonas, supervisión inmoobiliaria ayudando a la creación de áreas de
actividad agrícola y la construcción de infraestructuras de apoyo al desarrollo de estas
actividades.

El caso de Madrid se construye sobre una visión de la política urbana semejante, en


el sentido de tratar de regular fuertemente la expansión de la mancha urbana. Recurren, sin
embargo, a otro modelo de organización territorial buscando interrumpir el desarrollo
tentacular y equilibrar las densidades. Se trata de expandir una gran cantidad de
nucleamientos sobre municipios anteriores ya consolidades, contruyendo en la periferia de
los mismos viviendas individuales. Esta constelación de nucleamientos propuesta se
conecta con un sistema vial y ferroviario sumamente veloz que atraviesa los centros de la
aglomeraciones.

Con esta planificación se busca fortalecer una serie municipios insertos en áreas
rurales, hasta ahora fuertemente subsidiadas por el ayuntamiento de Madrid para que su
población no se radique en el espacio urbano metropolitano (sobre todo en su zona sur, la
que más carencia de servicios tiene y que es la que ocuparon los inmigrantes de diversos
países subdesarrollados, entre ellos el nuestro). Se potencian los usos agrícolas protegidos
y se construyen varios parques metropolitanos.

La diferencia entre uno y otro modelo es que el francés trata de formar nuevas
ciudades alrededor de París, de manera concéntrica, mientras que el español organiza el
crecimiento de pueblos ya formados utilizando el TGV y las autopistas como inductor de
radicación. Ambos buscan interrumpir el crecimiento tentacular confluyente hacia una
zona metropolitana muy segmentada. Para lograr sus objetivos, ambos planes producen
nuevos intrumentos de gesti;on que articulan de manera bastante creativa el capital, las
oficinas de planeamiento del Estado y otros actores sociales como los políticos locales,
movimientos vecinales, ONG o agrupaciones de base participativas, etc. . Hay una
significativa presencia de obras públicas y una inclusión del sector privado en la
participación financiera, incluyéndolo en los gerenciamientos de proyectos específicos y
en la discusión sobre el trazado del plan.

He tomado estos casos porque ejemplifican de qué manera la concurrencia de


actores permite controlar determinados procesos cuya complejidad parece abrumadora, y
el tamaño y la expansión de estos territorios los supone ingobernables. Si es posible trazar
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

ejes que ordenen la experiencia de estas ciudades, ¿cómo no va a ser posible intervenir la
dinámica de ciudades como Olavarría?.

Uno de los factores claves parece ser el fortalecimiento del Estado a nivel de
criterios de planificación, pero también ámbitos de concurrencia participativos y no
segregativos. En dónde ésto no existe, el resultado es otro:

“... Los Angeles es la ciudad menos densa, más extensa y con más espacios
verdes entre las ciudades norteamericanas, y es también la que tiene el aire
más contaminado. Es la ciudad con más autopistas, y también la que
padece los peores atranques. Entre los equívocos que alimentaron este
modelo se encuentra aquel de que "los parques son los pulmones de la
ciudad". Sin embargo, como explica Jane Jacobs, "hace falta una hectárea y
media de verdaderos bosques para absorber el dióxido de carbono que
produce diariamente una familia tipo, de manera que son los océanos de
aires que los vientos arrastran a través de la ciudad, no los parques, lo que
nos permiten seguir viviendo". De hecho el exceso de "espacios verdes"
produce el efecto contrario cuando se suma a una densidad escasa (como en
Los Angeles), obligando a la masa de automóviles a circular por la ciudad
más horas diariamente para cubrir distancias mayores. EI éxodo de los
centros de las ciudades es impulsado por el incremento de los automóviles,
cuya presencia congestiva termina por expulsar a los residentes hacia los
suburbios. A medida que este movimiento se acentúa, la necesidad de más
y más lugar de estacionamìento para la creciente masa de autos que arriba
todos los días, termina por demoler los edificios residenciales para construir
playas de estacionamiento. La desaparición de los edificios destruye la
continuidad de las calles, y con ello se destruye también la posibilidad del
control del territorio y la de una calle comercial exitosa.
EI centro de Los Angeles se ha convertido en una zona habitada
por los fantasmas nocturnos del robo y la violencia, pues su población
residencial ha desaparecido, transformándolo en un área exclusivamente
administrativa... Cuanto más gente deja la ciudad central por los suburbios,
más autos congestionan la ciudad, pues estas personas siguen trabajando en
el centro y hoy no es posible proveerles otro medio de transporte
alternativo, en la medida en que la gran dispersión de los suburbios los has
estructuralmente dependientes del automóvil. Nunca son suficientes las
calles de la ciudad para asimilar esta masa de vehículos ni para proveerles
estacionamiento. Consecuentemente, el ciclo se realimenta y cuantas más
personas huyan a los suburbios dormitorio, más contaminado estará el aires
y más congestionadas sus calles...Pero este es sólo uno de los males
emergentes de esta situación: la exclusión social es realimentada por barrios
discriminados (ghettos), donde la distancia es el medio para segregar a los
jóvenes carenciados de la ciudad pública y sus beneficios, privándolos de
modelos de referencia y de oportunidades de progreso dentro de la
sociedad...” (DIEZ, F. , 1994: 62).
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Esta cita, dura descripción, puede complementarse con la visión de un anglosajón


socbre su propia ciudad, que todavía es más dura aún. Luego de referirse a las autopistas,
John Friedmann explica que:

“.... Las autopistas vuelven invisible a la ciudad. La gente hace el amor en


las autopistas. A veces, también muere allí. Se supone que las calles son
lugares de encuentro, pero las calles de Los Angeles están vacías. Si a uno
lo sorprenden caminando por la calle, se siente culpable; lo mas probable es
que un patrullero se detendrá cerca de uno, exigiendo saber qué es lo que
uno está haciendo ahí a esa hora como si uno tuviera el derecho otorgado
por Dios de estar allí...
E1 otro "rasgo dominante" de la ciudad son las docenas de centros
comercíales que han surgido en ubicaciones estratégicas a lo largo de los
últimos diez años, aproximadamente. Los pisos de más abajo en cada
centro se destinan típicamente al estacionamiento. (Cuesta más construir
una cochera para estacionamiento en Los Angeles que dar vivienda a una
familia de clase obrera en America Latina: una estimación aproximada del
costo de la primera ronda los 15.000 dólares por unidad). EI resto de los
pisos se dedican a una serie de galerías peatonales. Los centros comerciales
son laberintos con aire acondicionado consagrados a la única actividad:
gastar dinero. Mientras uno se pasea de vidriera en vidriera, la música
funcional va relajando toda resistencia que como comprador uno puede
llegar todavía a ofrecer, y losmonitores de televisión observan
discretamente hasta el más mínimo de los movimientos con sus ojos que no
pestañean y que rotan incansablemente en arcos de ciento veinte grados. Y
se puede ver siempre presente a los guardias Pinkerton murmurando
secretos a sus walkie-talkies, informando al Control Central, siempre
alertas a la menor irregularidad en este ambiente controlado a la perfección,
en esta utopía fascista...” (FRIEDMANN, J. ; 1988: 69-70).

Como otro de los efectos de la globalización es la importación de modelos


arquitectónicos para crear espacios segregados de consumo en lugares de circulación de las
clases altas de las ciudades, la cita anterior nos lleva a reparar en la expansión de los
shoppings y de las cadenas de supermercados, en donde todo espacio tanto a nivel micro
como a escala de la calle está pensado para captar la atención del potencial comprador.
Este aspecto compulsivo se va reproduciendo en la medida en que se van extendiendo las
economías de red.

Cuando esta cuestión se vuelve dominante, y la lógica del sector comercial se


adueña de las herramientas de organización de parte del espacio urbano, se puede llegar a
este extremo:

“...A medida que la línea entre el consumo, la experiencia histórica y la


realidad urbana va desapareciendo la galería se ha convertido en la
actualidad en la forma urbana norteamericana prototípica, estableciendo
como bases de un nuevo modo de vida las experiencias de compra y como
horizonte de futuro las ganancias para hacer nuevos locales...El gran
urbanizador comercial ha reemplazado a la Municipalidad, la ciudadanía
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

deja de tener importancia (y en todo caso queda excluída de las


instalaciones de estos monstruos comerciales, controladas en forma
privada), y la historia que necesariamente es siempre la historia de un lugar
y de sus habitantes se ha derrumbado para dejar paso al registro de
evolución de las ganancias...” (CRAWFORD, J; 1986: 18).

Elegí el ejemplo de Los Angeles porque las imágenes sociales que la hacen
reconocibles en los imaginarios colectivos son sus autopistas y el predominio del
automóvil. A nivel local, la posesión de un automóvil particular es una meta social tan
básica como la de la vivienda y los planes de pavimentación del pasado fueron la llave del
liderazgo políticos en décadas anteriores. También en nuestra sociedad la planificación del
espacio urbano y las resistencias de comerciantes y dueños de locales comerciales
muestran el pulso de otro de los aspectos conflictivos de la política urbana local.

Lógicamente, en Olavarría no se producen los escenarios que las citas


seleccionadas señalan, y aunque es impensable que nuestra ciudad alcance algún día la
escala gigantesca de la megalópolis norteamericana, en otro lugar hemos señalado las
deseconomías que se introducen cuando las calles de la ciudad son hegemonizadas sin
control por el automóvil particular.

Estos ejemplos de otras sociedades, tan distintas a la nuestra y al mismo tiempo


atravesadas por los efectos de la evolución del capitalismo, nos sirven para plantearnos la
necesidad de reflexionar en dirección de un modelo propio, que tenga en cuenta los
condicionamientos del contexto, pero que a la vez también nos posicione de manera
diferente en una posible y futura red regional de ciudades, aprovechando el contexto
favorable del Mercosur.

Fragmentación urbana
En los años ‘60 se percibió ya la existencia, indiciaria, de un fenómeno que
treinta años más tarde tiene características planetarias. Se trata de la fragmentación de los
espacios urbanos y la introversión obligatoria y compulsiva de conjuntos sociales, como
efecto de los cambios tecnológicos y de la reorganización de la economía mundial.

Se percibió así que los espacios urbanos eran cada vez más influenciados por los
lineamientos de los conglomerados multinacionales, cuya lógica de desarrollo superaba las
capacidades decisionales y ejecutivas de muchos estados nacionales.

Muchísimas ciudades padecían y padecen actualmente un verdadero re-despliegue


de su población, y hay casos extremos en donde la fragmentación territorial es de tal
magnitud que la ciudad entera se subdivide. Así sucedió con ciertas ciudades obreras de
Inglaterra, cuna del capitalismo salvaje del siglo XIX, como Liverpool o Sheffield (donde
los viejos galpones de las fábricas y depósitos fueron reconvertidos en lofts para gente
soltera de clase alta), las ciudades automotrices de Estados Unidos (Detroit y Saint Louis,
por ejemplo), el complejo industrial de Dortmund, en Alemania, etc..
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

El privilegio de los inversores se trasladó de la producción a los transportes, a los


medios de comunicación que conectaban las zonas en donde se llevaba a cabo la
denominada “Cuarta Revolución Industrial”. Pero todos estos cambios fueron
notablemente conflictivos, y como consecuencia de la crisis del petróleo y los
antagonismos surgidos contra los países árabes, se militarizaron ciertos espacios de las
ciudades, como por ejemplo los aeropuertos:

“...el METROPLEX, el aeropuerto del complejo metropolitano


edificado entre Dallas y Forth Worth...se comenzó a construir en los años
‘70, pero su construcción se modificó y alteró varias veces, en su mayoría
por razones de seguridad...la construcción quedó suejta a los imperativos de
la lucha contra los piratas aéreos. Ya no derivaba de la tradiciones iniciativa
técnica: los planes iban en relación directa a los riesgos de contaminación
terrorista y el emplazamiento de lugares cocebidos como zonas
esterilizadas para las salidas y zonas no esterilizadas para las llegadas... De
pronto todos los procesos de carga y descarga y todas las vías de tránsito en
los aeropuertos debieron someterse a un sistema de control de tráfico...la
arquitectura ya nada tenía que ver con la personalidad del arquitecto: ahora
surgía de los requerimientos de la seguridad pública. Como última puerta
de acceso al Estado, el aeropuerto llegó a parecerse a los fuertes
militares...Inclusive la reforma de los sistemas de seguridad de las grandes
prisiones norteamericanas adaptó muchísimas cosas de la tecnología de
control de aeropuertos, como las puertas con cerraduras magnéticas
controladas electrónicamente por un circuito de tv...” (VIRILIO, P.; 1991:
5).

La tecnología electrónica empleada en lo cotidiano posibilitó la construcción de


otro tipo de barreras que potenciaban la fragmentación de la ciudad y el surgimiento de
nuevos espacios: los territorios virtuales, que levantan nueva oposiciones en función de la
interacción Hombre/ Máquina. En las grandes ciudades de los países desarrollados, el
avance de las telecomunicaciones, las revoluciones del transporte y la construcción de
tecnópolis (enclaves suburbanos que albergan a grupos de científicos y técnicos que
desarrollan las tecnologías que se aplican a los procesos industriales) promovieron la
fusión de márgenes metropolitanos inconexos en una masa urbana única: las megalópolis,
enormes territorio urbanizados que se extienden por miles de kilómetros con una solución
de continuidad impecable.

Pero estos espacios unifcados poseen, a su vez, territorios segmentados en su


interior. Las fronteras de estos territorios frecuentemente son violentas, tienen significantes
étnicos, socioeconómicos o directamente delictivos. Así, tanto Boswash como Chipitts (las
megalópolis formadas por la confluencia de Boston y Washington en el primer caso y de
Chicago y Pittsburgh en el segundo) poseen fronteras interiores militarizadas y la
apropiación violenta de los espacios sociales construye verdaderos ghettos.

Al mismo tiempo, el re-despliegue de capitales y la concentración en el oeste de


EE.UU. produce grandes alteraciones demográficas en la otra cara del país. La
fragmentación urbana se ve en la evacuación de grandes espacios de ciertas ciudades, ya
definitivamente tercermundizados: al borde de la bancarrota fiscal, la ciudad de Nueva
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

York perdió en los últimos diez años el diez por ciento de su población, Detroit el veinte
por ciento, Cleveland el veintitrés por ciento, Saint Louis el veintisiete por ciento. Barrios
enteros se han convertido en pueblos fantasmas, economías basadas en el manejo
automotriz del tiempo y que han quedado obsoletas en un momento en que las decisiones
y transformaciones productivas y especulativas pueden tomarse en tiempo real y se
despliegan por todo el planeta.

Al mismo tiempo, la mundialización de le conomía va estableciendo nuevos


procesos complejos. Contrariamente a lo que utópicamente se esperaba de nociones como
la conformación de un Estado Mundial, que garantizara una estabilidad política y un
disfrute económico sin precedentes para todos los habitantes del planeta, el resultado de la
globalización son nuevos órdenes de diferenciaciones: ciudades como Nueva York y
Bombay poseen aproximadamente la misma cantidad de habitantes y siendo casi del
mismo tamaño poblacional (Nueva York tenía, en 1987, 7.263.000 ha. y Bombay se
aproximaba a los ocho millones) se articulan de manera muy diferente a los procesos
desatados por la internacionalización de capitales. Mientras que la primera es una
metrópolis tecnológica de alto consumo y con un papel preponderante en la producción de
realidad virtual a través de medios de comunicación, la ciudad hindú es mucho menos
industrializada, regista bajos niveles de consumo en términos comparativos y posee una
articulación subordinada a los sistemas de transportes y comunicaciones.

En este sentido, Montenegro agrega un elemento más de complejidad para pensar


estos nuevos órdenes de diferenciaciones:

“...Los roles ecológicos que cumplen las ciudades en una economía


planetaria son muy diversificados, y no sólo es necesario conocerlos a
través de su articulación productiva, sino también en tanto su carácter de
ecosistemas dependientes de flujos de recursos externos...Las ciudades son
ecosistemas parásitos, están asentadas en ambientes con muy diferente
capacidad de resistencia a los procesos de explotación rural y extractivos.
Los ecosistemas netamente consumidores como las ciudades, conforme a
su poder político, adquisitivo y militar, se aprovisionan en ecosistemas a
veces muy alejados. Un conurbano como Los Angeles o Buenos Aires, Río
de Janeiro o Sydney, Ciudad de México o Berlín, importan mercaderías de
casi todos los ecosistemas naturales de la Tierra...Al mismo tiempo, las
clases sociales desfavorecidas de esas mismas ciudades, sin inserción
industrial y sin poder adquisitivo, se ven forzadas a depender de recursos
próximos o de la gestión violenta de los mismos...” (MONTENEGRO, R.:
1992: 94)
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Es decir que, para entender muchos aspectos de la fragmentación de las ciudades


no basta con atender a la cuestiones tecnológicas y políticas, sino que también
debe avanzarse en un análisis del soporte material sobre el que se basa la
economía de las ciudades.

La noción de fragmentación se nos aparece fácilmente aprehensible en los


términos en que es posible describir de qué manera una parte de la ciudad, de
cualquier ciudad, se integra a los circuitos económicos trasnacionales y
niveles multinacionales de decisión política, al tiempo que otros sectores viven
con una calidad inferior a la normal en el siglo XIX.

Pero el aspecto más complejo de esta noción de fragmentación es que, a su vez,


mediante determinados procesos de intercambio y producción artesanal, muchos
sectores pequeños de la economía informal urbana producen elementos que son
trasnacionalizados e insertos en circuitos productivos de despliegue mundial.

Las grandes metrópolis latinoamericanas viven profundamente este fenómeno de


la fragmentación. Se mencionó anteriormente el fenómeno de la militarización
de Rio de Janeiro; y es justamente en Brasil en donde la noción de
fragmentación empezó a usarse con un status teórico (VIDAL, L.; 1995: 163) a
principios de los años ‘90. Primeramente se usó como concepto descriptivo en el
sentido de graficar procesos como la periferización o tugurización de los centros
de las ciudades, el crecimiento de las favelas o cortijos y la segregación espacial
clara y precisa a través de fronteras internas custodiadas por la policía y el
ejército.

Pero posteriormente la noción se amplió para contener los elementos simbólicos


que daban significado a un cambio de modelo de referencia de los procesos de
urbanización: el modelo de la villa industrial ya había dejado de ser el referente
teórico que proporcionaba los útiles de interpretación metodológica en las
reflexiones sobre la ciudad.

Además, las grandes ciudades brasileñas se caracterizaron, durante los años ‘80,
por el retroceso de los procesos de autoconstrucción (responsables de la
expansión de las áreas periféricas de la ciudad brasileña) y el surgimiento de una
nueva segregación socio-espacial, caracterizada por Milton Santos como
“involución urbana” (SANTOS, M.; 1990: 324) y que se da bajo la forma de
una tugurización generalizada de los centros históricos, al tiempo que en otros
lugares de la ciudad se multiplican los barrios reestructurados y rehabilitados:

“...Así es que la mortalidad infantil en ciertos barrios del centro de San Pablo es
también más elevada que la de la periferia pobre: la polución del agua y el deterioro de las
condiciones de habitabilidad son las razones principales.Esta “disminución perversa de la
segregación socioespacial remite en sus causas el modelo de organización centro/periferia.
los autores del Plan Directo de San Pablo prefieren hablar de tejido urbano quebrado...”
(VIDAL,L.; 1995: 162). 11
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Al mismo tiempo que esto se da en el mismo corazón de San Pablo, se está viendo
la reestructuración de los barrios que tienen funciones de articulación financiera y
comercial a escala internacional, en el cuadro de inserción de las “ciudades globales” que
se va formando en todo el planeta.

La noción de fragmentación es utilizada entonces para describir y explicar las


transformaciones en el espacio urbano metropolitano y su uso se empieza a hacer
extensivo en el abordaje del comportamiento social de los ciudadanos. Aquí es muy claro
que la perspectiva es diferente: se trata de referenciar que, al mismo tiempo que la ciudad
se fragmenta en territorios articulados segregativamente de acuerdo con una lógica
superadora del orden urbano de la villa industrial, se altera también la percepción
ciudadana del tiempo y del espacio urbano. Son también fragmentados los
individuos.

Esta cuestión se evidencia en que los procesos de fragmentación disimulan


también la construcción de procesos colectivos de ‘conciencia urbana”, y la pérdida
de referencias de espacios completos de la ciudad (los espacios a los que ya no se
puede entrar, los que quedaron vacíos, los que se reemplazaron con gente de otra
clase social, los que se transformaron y ahora cumplen otras funciones) deviene en
ausencia de memoria y de núcleos organizadores de la identidad de numerosos
conjuntos sociales.

Esta fragmentación termina profundizando la creación de espacios socioculturales


diferentes, que no se conectan entre sí. Como una cuestión superadora de esta
fragmentación, Lucio Kowarick propone abordar la cuestión a través del concepto de
ciudadanía activa, en tanto derechos de las personas a un cierto modo de vida, la búsqueda
por el ejercicio de las propias decisiones, y la formulación de nuevos discursos urbanos
aglutinadores.

Nuestra pregunta es si la noción de fragmentación urbana puede usarse para


interpretar una serie de procesos de cambio urbano en una ciudad intermedia. Pensando en
los dos usos de la noción de fragmentación:

• en tanto una segmentación y separación profunda del tejido urbano, en función de la


diferenciación económica y la articulación al contexto mundial, y
• en tanto ruptura de los modelos de interpretación de la realidad de múltiples sujetos
sociales, pérdida de identidad y de memoria urbana, desarticulación de porciones del
imaginario colectivo y desaparición de los mitos sociales que explican la historia de la
ciudad.

Vemos que es evidente que el concepto puede usarse para explicar algunos
procesos de cambio en el espacio urbano local. Pero también es muy claro que no puede
ser usado de manera mecánica, porque ciertos indicios muestran que el proceso de
fragmentación local no tiene ni la gravedad ni la brutalidad que se le atribuye en otros
espacios del continente.

Los aspectos ya citados de la trasnacionalización de porciones del espacio urbano


(las redes de servicios, los espacios contiguos al transporte ferroviario, algunos espacios
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

donde se asientan recursos naturales, etc.) son instancias o procesos que encajan mejor con
una definición descriptiva y que pueden ser objeto de análisis más profundo de las
disciplinas que reivindican el espacio físico como campo de estudio (por ejemplo, la
geografía, la arquitectura si es espacio construído materialmente, etc.).

Es en el segundo sentido en que el concepto de fragmentación aparece mucho nás


interesante para la Antropología. El reposicionamiento de la ciudad en un contexto
regional no depende tanto de una serie de cuestiones relacionadas con la localización de
los recursos naturales (dado que el capital se mueve hoy de acuerdo con la infraestructura
de transportes, con el acceso a telecomunicaciones y con la posibilidad de articular
decisiones macroeconómicas en tiempo real), sino que depende de la adaptación crítica al
momento actual de cambio cultural.

¿Acaso no es fragmentación la desaparición, de un día para otro, de asentamientos


enteros alrededor de las viejas caleras o pequeños centros mineros como La Providencia,
dejando a sus habitantes con una escisión profunda en sus trayectorias e identidades?.
También asistimos en la ciudad, como resultado de la recesión económica, el
estrangulamiento del mercado de trabajo, a la fragmentación de la personalidad de cientos
de trabajadores que se convierten en desocupados, perdiendo no sólo un salario mensual
sino el sentido de pertenencia que le permitía posicionarse en la escala social y le otorgaba
un piso simbólico de construcción de identidad.

Existe una fragmentación inicial que tiene que ver con el paso de la esfera del
trabajo a la esfera del consumo como instancia social que jerarquiza a los sujetos y les
permite la construcción de una identidad. La verificación de esta fragmentación tiene
ligazones con la emergencia de una serie de emprendimientos (desde negocios y locales
comerciales especializados hasta centros de diversiones construidos con la lógica
arquitectónica de la “disco” metropolitana, en oposición al tradicional “boliche”) que
denotan la emergencia de los jóvenes como sectores consumidores y a los que se dirigen
constantes mensajes y prácticas sociales que moldean sus conductas.

Del mismo modo se dan complejos movimientos de lógicas y saberes. El papel del
conocimiento especializado parece ser un elemento que permite a determinados centros
urbanos articular un proyecto de reposicionamiento, buscando conectarse a otras ciudades
o incluso regiones, perforando los límites convencionales del estado nacional.

La relativamente corta historia urbana de nuestra ciudad nos muestra que hay
numerosos procesos de continuidad y cambio. No todos estos elementos deben buscarse en
la esfera de lo material o lo tecnológico, ni mucho menos cuando la globalización no
conlleva solamente una reorganización espacial del uso de los recursos, sino una nueva
lógica social.

Esta lógica social privilegia aspectos de la dinámica compleja de los sistemas, y en


cierto modo tiende a organizar los conocimientos bajo un nuevo paradigma, el de la
Complejidad (FRIED- SCHNITMANN, D. 1995: 88). Por lo que el cambio social
conlleva una serie de transormaciones en los niveles ideológicos y simbólicos, alterando
nociones y contenidos que posibilitan pensar de manera diferente la realidad. No pensarla
mejor o peor, mas bella o negarla por desagradable; sino buscar sus claves de
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comprensión. En este sentido, buscamos comprender la realidad de lo urbano en tanto


proceso/producto de múltiples factores articulados.

Una mirada antropológica a este proceso implica rescatar otros elementos teóricos
que tienen relación con lo que plantea Darcy Ribeiro:

"...se observa que los contenidos ideológicos de la


cultura, representados por los procesos mentales
generados en el esfuerzo adaptativo y asociativo, o
heredados de otros patrimonios culturales, operan como
factores fecundantes o limitativos de la dinámica social.
Vale decir que tienen poder para retardar o acelerar los
procesos renovadores según su carácter espurio o
auténtico, su sincronía o desfasaje en relación a las
alteraciones en las otras esferas." (RIBEIRO, D.,
1969:32).

También por primera vez en la historia de nuestra ciudad coexisten más de una
generación de desocupados: el padre (migrante o nacido en la ciudad en la década del ‘30
o del ‘40, o aún después) pierde su puesto de trabajo y también pierde casi todas las
posibilidades de reconversión laboral. Y al mismo tiempo su hijo, que egresa del
secundario, no encuentra una inserción formal en el mercado de trabajo, consiguiendo
sólo trabajos en condiciones de precarización abusivas.

A nivel local circulan las resignificaciones de una vasta operación ideológica del
empresariado nacional, visible en los principales medios de comunicación del país, que
aprovecha la emergencia del fenómeno mundial de precarización de las condiciones de
trabajo, para terminar por sepultar los derechos que un movimiento obrero en vías de
obsolescencia (y también totalmente fragmentado) consiguiera tras cuarenta años de
luchas y conflictos. Así verificamos la presencia discursiva de referencias a los sistemas de
Calidad Total y Calidad Total en los Servicios, cuando en los hechos la producción local
tiende a volver a modalidades pre-fordistas.

Los costos sociales de este proceso de fragmentación generalmente los asume el


Estado, y su imposibilidad de resolverlos definitivamente produce, como ya vimos en la
segunda parte de este trabajo, incertidumbres en el mantenimiento de la gobernabilidad
local. En este último punto, y considerando que el cambio urbano no puede darse sin el
cambio ideológico en muchos sectores sociales, especialmente en las dirigencias locales,
trataré de sintetizar los aspectos más salientes para pensar un reposicionamiento de la
ciudad enfrentando el desafío de articularse a una red urbana regional y, posiblemente,
internacional.

Posmodernismo y política urbana local


Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Si hay algún elemento que queda sepultado en la dinámica urbana actual es la


pretensión, ya sea por parte del Estado o por algún aparato privado, de controlar todas las
variables esenciales de la realidad y por lo tanto organizar totalmente la vida de los
ciudadanos.

En este sentido entran también en el ocaso las concepciones de planificación que se


originaron en la década del ‘50, que preveían un desarrollo nacional capaz de ser ordenado
“de arriba hacia abajo” y una regulación constante de todas las actividades. Las mismas
empresas e instituciones económicas, ya sea productivas o de servicios, se esforzaban en
crear la misma ilusión, y confundían planificación de las actividades a microsocial con el
control social coercitivo. A esta pretensión valoradamente autoritaria se articulaban las
concepciones iniciales de planificación desde el punto de vista técnico, que no tomaban a
los sistemas sociales como abiertos y altamente complejos. (LEGNA, C. ; 1980: 50).

Esta complejidad de la realidad política es una cuestión que no es nueva en


absoluto para los actores políticos con experiencia. A nivel local, la realidad cambiante ha
demostrado que las incertidumbres que genera la globalización requieren la superación de
viejos temores y de un pragmatismo lúcido para posicionarse en el juego político actual 12.
La muestra más clara la ha tenido el mismo Intendente Eseverri, quién enfrentó una
oposición relativamente dura a su decisión de desprenderse del edificio de la ex- Escuela
Normal, ubicado frente al Palacio Municipal y finalmente vendido a una cadena de
supermercados.

Poco más de un año después de estos debates, el desguace de las empresas


nacionales privatizadas le presentó una oportunidad de oro: comprar a muy bajo precio,
por una suma menor a la que el municipio cobró por la conflictiva venta, el edificio que
perteneciera a Encotel y que se emplaza contiguo al Palacio Municipal. La decisión de la
compra (acertada desde el punto de vista económico, pero mucho más aún desde el punto
de vista de la conformación de ciertos imaginarios sociales 13) rehabilitó la imagen política
del Intendente para los habitantes disconformes con la medida anterior 14.

En este terreno de complejidades, aparecen una serie de aspectos ideológicos que


cominezan a formar parte de nuestros discursos y van permeando el sentido común de los
conjuntos de los conjuntos sociales. Al principio se habló del predominio ideológico del
neo-conservadorismo, como aspecto que contextualiza la provisión de herramientas
conceptuales de interpretación de la realidad y por consiguiente, de planificación de
políticas.

Y en la escena política local, contemporánea con el advenimiento del tercer


milenio, enonctramos una serie de aspectos que pueden vincularse con otros terrenos de
discusión actual.

La expresión "posmodernidad" fue ocupando un espacio en los discursos


colectivos a partir de los ‘80. Se hizo perceptible a partir de su uso en los medios de
comunicación internacionales y nacionales. Fue permeando el vocabulario de algunos
jóvenes, intelectuales, científicos sociales, periodistas, filósofos, comunicadores sociales,
etc., quiénes la abreviaron "posmo", que se emplea con un sentido vago.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

En realidad, la cuestión se hace presente para la opinión pública en 1979, a partir


de la publicación del texto de Jean Francois Lyotard, "La Condición Postmoderna", donde
sostiene que las sociedades entran en la llamada Edad Posindustrial y las culturas, en la
Edad Posmoderna. La Posmodernidad, como edad de la cultura, debe comprenderse por
referencia a lo que se denomina "Modernidad", ya sea como contrapartida, continuidad o
superación.

En primer lugar, la posmodernidad reconoce el status del goce emocional


inmediato, de lo irracional y lo impredecible en la estructuración de la conducta y de la
cultura. A diferencia de la Modernidad, que centraba todo en el criterio de razón. En
segundo lugar, la posmodernidad postula el fin de los "Grandes Relatos", o sea, las
imaginadas sociedades utópicas, con un bienestar material resuelto, con una civilización
mundial que reduce todos los problemas políticos y sociales planteando que es imposible
predecir y lograr una homogeneidad cultural absoluta. En cambio la Modernidad
prometió un Estado Mundial con alto grado de libertad individual y una sociedad de libre
consumo y alta tecnología. (GELLNER, E., 1994: 22)

Y en tercer lugar, el posmodernismo rescata lo local, lo particular de cada cultura,


la diferencia y la heterogeneidad, plantea la abolición de las tradiciones como
predominantes en las relaciones entre las culturas. Postula el regreso del sujeto, de la
subjetividad, y de las comunidades frente a la hegemonía de los Estados Nacionales. A
diferencia de la Modernidad que plantea la homogeneidad de una cultura global, con
parámetros iguales para todas las sociedades en los aspectos económicos y políticos.

La única homogeneidad posible que respeta la posmodernidad es la del consumo, y


por eso, en los países centrales, es tan conflictiva la aparición del Otro Cultural: el
inmigrante empobrecido, saqueado y sin posibilidades de consumir, producto de la
descomposición del colonialismo, y que invade los espacios urbanos de las metrópolis.

El debate modernidad-posmodernidad invita a tomar partido por alguno de sus


extremos: o bien una defensa a ultranza de los ideales de la modernidad, o bien una
aceptación entusiasta de las condiciones de existencia posmoderna. Por otra parte, y
aunque desde ya en países como la Argentina, las categorías del debate Modernidad-
Posmodernidad sirven para entender buena parte de las mutaciones sociales cotidianas,
desde el mundo de la política hasta la moda en el el vestir, las mismas se dan en otros
términos, a partir de otras realidades, en estas latitudes.

De esta manera no se puede dejar de señalar que la Modernidad, aunque fue


constitutiva de la emancipación nacional, no dejó de ser una modalidad periférica, que casi
no tocó amplios territorios e instituciones del país, y la posmodernidad que se nos ofrece
no se corresponde con el desarrollo de una sociedad posindustrial, sino mas bien
desindustrializada.

Si bien la posibilidad de fortalecer lo local que conlleva esta ideología nos


favorece, pensando en la juventud de la Región Centro, al mismo tiempo esta ideología le
quita valor al mito fundante local, que se asienta sobre el predominio del Desarrollo
Económico tal cual lo entiende la Modernidad.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

El posmodernismo, considerado como la lógica cultural del capitalismo avanzado,


(JAMESON, F. 1993: 10) recibe hoy apoyos discursivos, institucionales y canaliza
inversiones multimillonarias, desde los vestidos hasta los aviones, pasando
fundamentalmente por la arquitectura, cuyos replanteos teóricos incorporaron la semiótica
de la imagen para poder interpretar la nueva estética predominante en los edificios de este
período (FERNANDEZ, R.; 1994: 61) . 15

Señalábamos, en una de las notas finales insertas apenas unos párrafos más arriba,
una característica puntual que tuvieron los debates públicos acerca de algunos de los
hechos más salientes de la política local. Esta característica es que los interlocutores,
voceros y portavoces de los términos del debate no se encontraron nunca cara a cara
en público, sino que sus posiciones fueron expuestas a través de los medios de
comunicación, con el predominio de las convenciones exigidas por los mismos.

Esta es otra de las transformaciones que quiero consignar como importantes, y que
puede sintetizarse de la siguiente manera: durante los años ‘80 han cambiado todos los
rituales de la política pública que tenían expresión en el espacio urbano de la ciudad. Han
desaparecido los debates o mesas redondas con los candidatos a intendentes (que en el año
‘83 se realizaban prácticamente de manera semanal), los discursos en el veredón, etc.. Los
políticos profesionales sólo confrontan cara a cara en la corta campaña preelectoral, y las
reuniones apenas se hacen en casas, porque ni siquiera los salones de las sociedades de
fomento barriales pueden llenarse.

Es que la verdadera arena política local pareciera estar en los medios de


comunicación: El Popular y los programas de opinión de Canal 5, el canal de cable local.
Parece aplicarse tal cual lo que describe Balandier: “...En el momento actual, lo político se
asocia mucho más a las imágenes que a las palabras; cómo éstas, a su vez, a las técnicas
que las producen y rigen su encadenamiento, su eficacia narrativa. Son las que conforman
el acontecimiento y la opinión pública...” (BALANDIER, G. , 1994: 181).

Las teconologías audiovisuales tienen un papel hegemónico en la comunicación y


gracias a ella todo es omnipresente. La televisión no transmite sucesos que acontecerían
igualmente sin ella, sino que las cosas son hechas para ser televisadas. “No lo diga,
muéstrelo" es la consigna, y como lo anuncia una agencia de publicidad: "Para muestra
basta una imagen" al lado del dibujo de un ... botón 16 y 17 .

Así es que, aún en una ciudad en donde cualquier caminata respetable nos
posibilita llegar a los límites del trazado urbano, los medios de comunicación juegan un
papel equivalente al de otras experiencias de sociabilidad en la construcción de realidad.
Mencionar esto no implica una valoración negativa, sino destacar que no es posible
desconocer este fenómeno, si hablamos de las claves futuras de la gobernabilidad local.
También es necesario tener conciencia de él para saber que espacios de debate y
profundización tendríamos que recuperar, porque es evidente que una propuesta de cambio
seria no puede resumirse a una página ni a un bloque de dos minutos en un programa
televisivo.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Sería también una necedad valorar negativamente algunos fenómenos cosméticos


que, sin embargo, tienen un efecto de recuperación de determinados espacios urbanos. Si
bien la profundidad de lo que describo a continuación es anecdótica comparada con lo
precedente, me parece destacable como demostración de porqué no es adecuado adoptar
posiciones maniqueas que descarten sin análisis este proceso de cambio social.

Según Gianni Vátimo, “...en la ideología posmoderna, se acentúa el


individualismo hasta el nivel del egoísmo en un proceso de personalización. Más que
nunca antes, la consigna es mantenerse joven. Se exalta el cuerpo a través de una variedad
de dietas, gimnasia de distinto tipo... Ahora todas quieren tener veinte años... A
veces, algunas de las dietas o gimnasias pueden efectivamente producir este resultado, en
la mayor parte de las ocasiones se trata más bien de lucir un envase o un envoltorio
superficialmente presentable...Dos mil quinientos años después comprobamos que Platón
estaba equivocado: no somos el alma, sino el cuerpo... “ (VATTIMO, G. ; 1992: 67).

Sin duda es posible conectar la reutilización del Parque Mitre con lo que Vattimo
tan bien resume. Durante años, el magnífico y bello espacio verde que bordea al Arroyo
Tapalqué fue subutilizado en términos recreativos. Solamente era recorrido por atletas
semiprofesionales y por los futbolistas de los clubes Racing y Estudiantes, quienes
entrenaban en horario nocturno. Bastó que el Municipio, a través de la Secretaría de
Deportes, resignificara el lugar con una mínima inversión en equipamientos y denominara
el paseo “El Circuito de la Salud” para que se poblara de jóvenes y no tan jóvenes que
buscan ampliar sus capacidades aeróbicas.

Quienes usan este espacio hoy, cualquier día de la semana, se multiplican por
cientos. También el lugar se ha transformado en una nueva “vitrina urbana”, y la vida
social del lugar tiene un dinamismo impensable hace apenas tres o cuatro años atrás.

La aparente superficialidad de este comentario se pierde cuando vemos a partir de


qué claves se puede re-utilizar un espacio urbano desaprovechado. De la misma manera
que con el Balneario Municipal (otro espacio recuperado, aunque posiblemente para una
clase social diferente), el Parque Mitre demuestra que no es necesario una gigantesca e
inalcanzable inversión para hacer agradables determinados espacios de la ciudad, y así
trabajar los aspectos más cosméticos de la política urbana. Lo interesante es que ambos
aspectos exitosos no fueron previstos por nadie.

¿Qué implicancias está teniendo esta cuestión? . Si hablamos de recuperar nuevos


espacios sociales como garantía de futura gobernabilidad local, si es necesario que la gente
gane más vida pública para relativizar el hedonismo contemporáneo y para que construya
verdaderas alternativas colectivas a la cultura del consumo individual (cultura frustrante
sobre todo para quienes aspiran y no acceden al consumo), no debemos dejar de lado los
elementos que mínimamente se plantean aquí:

• la conciencia acerca de la complejidad de los procesos socio-políticos


• las mediaciones que introducen los medios de comunicación (fenómeno que no es
nuevo a escala mundial, pero que puede relativizarse a escala local),
• la articulación de los espacial con los aspectos centrales de los imaginarios colectivos 18.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Pero lo central de todas estas cuestiones tienen que ver con la posibilidad de
cambiar el eje de la dinámica que relaciona actualmente las políticas públicas con la
ciudadanía, el Estado con la Sociedad Civil. Si hay una esfera, a nivel local, que puede
desarticular el hedonismo posmoderno, es la de la participación colectiva, la de la toma de
partido y la acción directa desde los niveles microsociales.

La realidad de los partidos políticos locales es justamente la de la fragmentación y


atomización, no tanto ante la perdida de proyectos y desorientación debido a la
descentralización compulsiva, sino ante la realidad del ocaso de la figura del militante
como espacio de potencial realización personal de los sujetos. En una dinámica que los
mismos partidos contribuyeron a instalar, hoy toda militancia es rentada o mercantilizada,
de manera mucho más primaria que la tónica clientelar tradicional.

Esta cuestión, con su correspondiente correlato barrial, nos coloca al borde de


señalar el ocaso de las tradicionales formas vecinales de participación comunitaria, su
resignificación y pérdida de capacidad de resolución de problemas concretos mediante
prácticas sociales genuinas. Esta parece ser la realidad de los ‘90, en donde las sociedades
de fomento parecen ser eficaces (salvo excepciones como la del Barrio Hipólito Yrigoyen)
sólo para las acciones puntuales y transitorias.

Los mismos dirigentes vecinales reconocen dos ejes discursivos principales:

• la escisión entre aquellos vecinos que se dedican a la militancia barrial, a quiénes se


distingue por su dedicación altruista y su rechazo a cobrar un salario en función de sus
aportes barriales, y los que trabajan el crecimiento del barrio buscando un crecimiento
personal en lo económico a través de un cargo rentado en una estructura política
partidaria,

• el ocaso de los aportes desde el aparato estatal al crecimiento del barrio y el abandono
de los sectores con necesidades postergadas, lo que obliga a los actuales dirigentes
barriales a buscar o generar los recursos por sí mismos, en una tendencia que los obliga
a reconvertirse en gerentes de proyectos populares, con inserción en medios de
comunicación y conocimientos o contactos que les permitan acceso a recursos de otros
niveles de la sociedad.

Así es que la política local muestra un ascenso de aquellos que, en los últimos
años, han tenido una dinámica de gestión de recursos por sus propios medios, efectuando
demandas al Estado apoyados en logros prácticos y en la combinación de recursos propios
con recursos externos al barrio. La formación de la Unión Vecinal, grupo de fomentistas
que se planteron objetivos políticos propios, fue en principio capitalizada por el actual
Intendente, pero al mismo tiempo es el vehículo de posicionamiento político de los
dirigentes vecinales más dinámicos y que buscan otros mecanismos de influencia.

La imagen pública de dirigentes vecinales está cambiando, en consonancia con


toda una serie de aspectos que redefinen las características de los individuos exitosos en
este momento histórico. Si, hace tres décadas, se tendía a una conducta dirigencial que
privilegiara otros principios y prácticas que dejaban lo individual es segundo plano, hoy es
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

verificable un discurso mucho más matizado, a partir de acciones que no ocultan


beneficios personales al mismo tiempo que se consiguen logros colectivos.

Como esta sí es una verdadera cuestión que atraviesa tanto los aspectos cosméticos
de la estética urbana, la posibilidad de recuperación de los espacios públicos, como
también las cuestiones mucho más profundas que definen la lucha por la construcción y
apropiación de la identidad en determinados espacios de la planta urbana y de las
comunidades satélites de Olavarría, es prioritario que se abran una serie de instancias que
revitalicen la ocupación de espacios por sujetos colectivos.

Esto tiene que ver con el re-diseño de nuevos mecanismos de participación,


especialmente reformas a las legislaciones locales que reglamentan sociedades de fomento,
juntas vecinales y la constitución de otras entidades intermedias. También sería interesante
un capítulo que favorezca la participación de las ONG, cuyas experiencias locales son
limitadas numéricamente aunque interesantes desde lo cualitativo (como por ej. la
experiencia de la Cooperativa “El Abrojo”).

La transferencia de nuevos mecanismos de proyectos, de manejo de recursos


microsociales, de formas conjuntas de administración de recursos, de capacitación de
dirigentes y líderes locales, son acciones que pueden hacerse y darse a pequeña
escala, al tiempo que pueden articularse con necesidades concretas y aspectos de peso
simbólico equiparable al individualismo imperante.

Como un camino a transitar especialmente, se debe señalar la necesaria superación


del clientelismo estatal, que reduce la política urbana a la lucha por microterritorios,
contribuyendo a mercantilizar las necesidades inmediatas de la gente y clausurando las
necesarias modalidades de organización autónoma o asistida. Como es claro que estamos
hablando de un contexto en que no existe la posibilidad, ni siquiera remota, de que se
llegue a constituir un proceso de lucha de masas articuladas a nivel del espacio urbano,
abandonar el clientelismo no implica ningún riesgo de interferencia a los mecanismos de
acumulación urbana tradicionales.

Desde el punto de vista personal, creo necesario para cerrar este punto, mencionar
una opinión que sintetiza un interesante aspecto, en relación al tema esbozado
superficialmente en este punto.

El mejicano Adolfo Sánchez Vazquez, en un artículo titulado "Posmodernidad,


posmodernismo y socialismo" afirma que la sociedad posindustrial, si nos atenemos a las
relaciones de producción:

“... no es más que el capitalismo multinacional que se desarrolla con


posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, por lo que el posmodernismo
es, en efecto, la ideología o la lógica cultural de este capitalismo tardío, que
niega el proyecto de emancipación de la Modernidad, no para superarlo,
sino para legitimar la realidad existente... El posmodernismo también niega
la historia, o, si la hubo, considera que ya estamos en la posthistoria, con el
mismo propósito: negar un futuro distinto y legitimar el presente... En
verdad, hay una condición posmoderna en la que vivimos: constituída por
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

las amenazas del holocausto nuclear, la catástrofe ecológica y la tragedia


genética, y por una existencia humana enajenada y cosificada... La
conciencia de esta condición posmoderna es necesaria, para contribuir a
que la autodestrucción de la humanidad no se convierta en una realidad,
pero el posmodernismo, lejos de aportar a una toma de conciencia de esta
situación contribuye a condenar a los hombres a la inacción, la impotencia
o la pasividad... (SANCHEZ VAZQUEZ, A. ; 1989: 5)

La distinción que realiza entre la condición posmoderna constituida por un cierto


estado de cosas, y el posmodernismo como una ideología reaccionaria que aspira a
legitimar ese estado de cosas, constituye un aporte interesante que permite aceptar la
existencia de la primera y rechazar eventualmente la segunda.

La ciudad como construcción social


La ciudad es una realidad física y tangible. Pero también es, inequívocamente, una
construcción social: es la escenificación y concreción de una sociedad en un momento y
lugar determinados, con su ideología, sus diferentes éticas y sistemas de valores, sus
relaciones sociales, en interdependencia con una economía siempre compleja.

Desde las esferas técnicas existe una predilección por la dimensión y el reclamo
acerca del ordenamiento espacial y territorial, a manera de simplificar una serie de
procesos complejos reduciéndolos a una racionalidad burocrática. Desde los ámbitos
políticos, se subordinan los criterios técnicos en beneficio de las decisiones rápidas, de la
eficacia derivada de la ejecución y la posterior puesta en escena de lo ejecutado.

Hemos señalado que, con frecuencia, la política urbana está compuesta de las
incertidumbres operativas que generan las diferentes relaciones entre estas lógicas sociales.
Así es que las problemáticas urbanas contemporáneas, muchas de ellas originadas en el
fracaso del modelo de ciudad de la Modernidad, se complejizan en la medida en que las
acciones y decisiones de los actores políticos modifican constantemente determinadas
articulaciones entre relaciones sociales.

Así, como caracterizamos anteriormente, se dan fenómenos de apropiación que van


poniendo en juego o creando nuevas contradicciones: la urgencia por ocupar espacios
físicos para viviendas por autoconstrucción se choca con la dinámica de articulación de
espacios recreativos o nuevos pulmones verdes. Así, las necesidades que hoy son urgentes
se resuelven a costa de la escasez de espacio del mañana. La creciente expansión de las
zonas residenciales va quitando la posibilidad de planificar nuevos cinturones verdes para
una ciudad en la que predomina el automóvil desde el punto de vista espacial y también
simbólico. Como muestra de est último tenemos la resistencia que se le opone al
Municipio al poner en práctica la peatonalización de parte de las cuadras céntricas de la
calle Vicente López.

A niveles más generales aparecen los aspectos que obligan al reposicionamiento de


la ciudad en relación al proceso de globalización que comentamos anteriormente. Se van
dando tibias iniciativas para generar articulaciones económicas con espacio regionales
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

brasileños en el contexto del Mercosur. Se piensan nueva articulaciones a la Región


Centro, tal cual se da con la creación del Consejo Deliberante regional, que incluye la
participación de algunas ciudades observadoras. Pero estos procesos, de diferente ritmo y
enmarcados todavía por infinidad de factores aleatorios, no han sido asumidos a nivel
colectivo como hechos capaces de proporcionar nuevos elementos de estructuración de
prácticas sociales, nuevos elementos para pensar y actuar en una realidad cambiante.

Existe todo un orden de interrogantes que aún no han sido respondidos desde las
dirigencias locales, y cuya respuesta ya no puede provenir, como hace un par de décadas,
de un único polo ideológico hegemónico (el Desarrollismo). Tampoco puede venir de su
sucesor, reduccionista y contradictorio (el neo-conservadorismo liberal). Le quedan
grandes al racionalismo socialista, y aún están embrionariamente respondidas desde los
teóricos de la problemática ambiental actual.

Al término de este trabajo, quiero insistir con que es necesario que, a nivel local,
busquemos nosotros mismos las respuestas a este orden de interrogantes sobre el futuro de
la ciudad. Pienso que es necesario la articulación de un proceso de planeamiento
estratégico, que integre a múltiples actores sociales a nivel local regional, que pueda
resolverse en suscesivas instancias de complejidad, y que tenga por objetivos iniciales
crear espacios de consensos que (desde la dirección del Estado Municipal) permitan fijar
objetivos colectivos más allá de los sectoriales.

Nuestra ciudad no está tan acostumbrada a este ejercicio, y en realidad casi


ninguna ciudad del país lo está, excepto Córdoba, que ha logrado estructurar subsistemas
de planeamiento urbano que introdujeron transformaciones profundas en la dinámica
ciudadana (ROBIROSA, M.; OP.CIT.: 47 y ss).

Existe también la necesidad de recuperar el conocimiento local sobre muchísimos


aspectos del crecimiento de la ciudad, mediante trabajos que den cabida a actores sociales
que día a día participan de esta construcción social de lo urbano. Un proceso de
Planificación Estratégica se asienta, en realidad, sobre la posibilidad de hacer dialogar a
actores que nunca han sido escuchados, de rescatar aquellas miradas que siempre han
estado subordinadas, y re-definir las articulaciones entre dirigencias desorientadas y
obsoletizadas, partidos políticos fragmentados, técnicos hiperespecializados, agentes
productivos que reducen todo a la ganancia, poderes locales que buscan fagocitar a quienes
piensan distinto, etc..

Es de esta manera que se visualiza un camino posible ante la crisis del modelo
urbano cristalizado por la Modernidad. Teniendo en cuenta que esta crisis no es controlada
por nadie, que sólo hay “ganandores” transitorios y efímeros cuando la desestructuración
urbana va en aumento, pero que aún muchos de los detentadores de capital ven
empobrecida de diversas maneras su calidad de vida (claro está que no al mismo nivel que
los excluidos y desocupados), las decisiones unilaterales poseen cada vez menos garantías
de resultar exitosas a mediano plazo.

La Planificación Estratégica es un camino posible para abordar un orden de


problemas integrado por interrogantes como los siguientes:
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

• ¿Hasta dónde son recomendables, dadas las características del espacio urbano local, las
recetas de concentración y desconcentración de poderes, usos del suelo, formas urbanas
y otros elementos que estructuran lo urbano de cualquier ciudad?.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

Esta cuestión implica una lectura crítica de los grandes proyectos de infraestructura y
equipamiento, como la Playa de Camiones, el Aeropuerto, etc.. Implica una revisión de las
escalas espaciales y al mismo tiempo, una reformulación de las escalas sociales (por
ejemplo, de los tiempos y lugares a partir de los cuales se organiza la vida de los
habitantes, de los espacios funcionales tanto al interior de los barrios como los
interbarriales, etc.).

• La gestión coordinada del sistema de ciudades de la región parece ser un imperativo,


pero hasta ahora no se ha discutido como un tema político prioritario. Predominan
muchas tendencias localistas que balancean y al mismo tiempo se articulan a las
megatendencias que, contradictoriamente, diluyen lo nacional fortaleciendo lo local al
tiempo que se crean espacios supranacionales.

• Los procesos de reconversión urbana, en general hoy dominados por la construcción de


viviendas conllevan el riesgo de instalar en el horizonte de crecimiento ciudadano la
periurbanización sin fin. Para evitar esto, tiene que construirse un escenario
prospectivo, con la participación de los organismos ejecutantes, de instituciones
intermedias y de los técnicos municipales. Este es uno de los grandes interrogantes,
porque es claro que predominan tendencias a resolver los problemas puntuales, aún
introduciendo factores de conflicto con otras clases y sectores fácilmente evitables, y
claramente regidas por la improvisación reactiva.

• La promoción de actividades de fijación de población es un orden de problemas que


desvela a más de un gobernante. Si bien el paliativo para retener población en zonas
rurales es la vivienda (en tanto inductor de ocupación), cuando las imposibilidades de
financiación de obra pública y privada se vuelven insuperables cobran énfasis los
aspectos más elementales de la supervivencia y reproducción de los conjuntos sociales
desfavorecidos. El tema de la pobreza urbana introduce así un cuestionamiento al
modelo urbano y a nuestro de vida en general que no puede resolverse solamente
atendiendo los casos individuales y repartiendo bolsas de comida.

• Un plano de mayor exigencia de planificación técnica, pero que no está alejado de los
procesos de consenso, se da en lo que respecta a la relación existente ente las redes de
infraestructura e infoestructura. El ideal urbanístico proclamó siempre la relación
armónica entre el sistema de asentamientos y el desenvolvimiento de estas redes. La
realidad que analicé en la segunda parte de este trabajo es prácticamente la cara
opuesta de esta armonía.

• Y en esta breve lista, el ya señalado manejo integral de los recursos naturales es el que
introduce la mayor cantidad de desafíos. No sólo porque, en la actual ecuación política,
estamos condenados a pagar la deuda externa con los recursos del subsuelo, sino
también porque la percepción colectiva es que la temática no es urgente. Y tal vez,
justamente este tema es uno de los prioritarios para el futuro de la ciudad.

Estos elementos puntualizados brevemente no implican señalar una agenda,


predeterminada, comomarco para un proceso de Planificación Estratégica. Conscientes de
que hay diversos procesos de estructuración del espacio urbano que no he profundizado
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

aquí por razones de espacio, no es adecuado restringir justamente al final de este trabajo
una serie de aspectos consensuables a nivel político y técnico.

Muchas de las cuestiones que aquí se leen no han sido planteadas por escrito o, por
lo menos, desde una mirada antropológica, en el marco de debates locales. Existe
muchísima mayor información que, por razones de síntesis y brevedad, no he incluido a lo
largo de estas páginas. En este sentido, el valor de este trabajo es necesario ubicarlo en
relación a las instancias iniciales de un tema complejísimo, la Política Urbana, y de una
mirada que no pretende tener el monopolio de la verdad social, porque postula justamente
que esta complejidad surge de la diversidad de miradas.
Marcelo Sarlingo - Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría

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NOTAS FINALES
1

El panorama de las ciudades del Primer Mundo dista mucho de ser el ideal. El declive económico de las ciudad,
particularmente en su zona centro, ha provocado inmensas presiones sociales. Las zo nas centro de las grandes ciudades de
Gran Bretaña perdieron más de 500.000 empleos en los años sesenta, Nueva York perdió el 11 por ciento del empleo entre
1969 y 1975, y en muchas ciudades la tendencia ha continuado en las dos últimas décadas. Las personas que viven en la zona
centro de las grandes ciudades han padecido un ambiente urbano degradado, pobreza, crisis económi cas y problemas sociales,
atrapados en un círculo vicioso de continua decadencia. En Nueva York, una cuarta parte de la población tiene unos ingresos
por debajo del umbral de pobreza oficial, más de 100.000 personas duermen en la calle todas las noches, hay 500.000
drogadictos y sólo uno de cada cinco niños nacido en Harlem es considerado legítimo desde el punto de vista legal, lo que de
entrada le quita posibilidades de desarrollo social. En el centro de Indianápolis la situación es muy parecida: el 27 por ciento
de las familias viven en la pobreza, el 22 por ciento está desocupado, el 36 por ciento de las viviendas carece de una higiene
apropiada y dos tercios de las familias no tienen vehículo propio y por tanto dependen de un sistema de transporte público
decadente. EI panorama es muy parecido en el centro de las ciudades británicas: en Islington, en el centro de Londres la mitad
de las familias de mediados de los setenta no tenían agua caliente , baños ni aseos en el interior de su vivienda. En el gueto
negro de en Los Ángeles el número de médicos por habitante es sólo un quinto de la media nacional. En Tokio los transportes
y la vivienda son los dos problemas urbanos principales. Tres millones de personas depende a diario para trasladarse a su
puesto de trabajo de una red de transportes que data de 1940 y que sólo ha tenido ligeras mejoras. En cuanto a la vivienda, la
familia media japonesa vive en bloques de departamentos que tienen sólo una décima parte del espacio de un piso europeo,
muchos de ellos con cocina y baños compartidos.
2
Todos estos factores están relacionados con los significados que vehiculizaba el disciplinamiento que el taylorismo y el
sistema fordista habían impuesto a las masas de trabajadores. Articulados simbólicamente a la imagen trabajadora del
inmigrante, formaban una amalgama que se integraba con valoraciones positivas acerca del papel productivo (el hecho de ser
obrero) y de las actitudes ante la vida que se debían sostener para mantener este papel ( la lealtad, la solidaridad y el
compañerismo, la seriedad en las relaciones, una ética sólida en relación a la palabra empeñada, etc.).
3
Esta centralización proviene de del trasplante colonial de instituciones europeas, sin tener en cuenta los procesos de
construcción de dichas instituciones. Apaecen también los mecanismos de exclusión: los Cabildos no reconocían derechos de
la población mestiza o indígena, de los inmigrados y de las clases más bajas. Era una simple herramienta de la Corona para
transferir riquezas. El municipio español sí era una institución fuerte, y se reveló apta para ir creciendo en la medida en que se
conformaban los primeros burgos. Otras tradiciones de autonomía europea, como las holandesas, alcanzan a varios siglos
manejando grandes obras públicas esenciales y con una experiencia realmente particular en la resolución de problemas
prácticos. Sobre estos elementos compara Borja para sustentar su afirmación.
4
Particularmente tristes fueron los despojos en empresas como YPF y ENTEL, finalmente antregadas a capitales o consorcios
de países del Prrmer Mundo. En muchos momentos de su desarrollo empresarial, estos emprendimientos no arrojaban
pérdidas o déficits operativos. Sin embargo, YPF fue la única empresa del mundo que emergió con una deuda superior a 5.000
millones de dólares a principios de la década de los ‘80. El ejemplo se repite para la mayoría de las empresas estatales,
además de los vaciamientos posteriores en función del inadecuado control político.
5
Pablo Quiroga es un experto en la problemática ambiental de orden nacional, y su conferencia sobre la gestión ambiental en
el municipio tuvo una serie de puntos salientes. A partir de algunos de estos puntos quedó en evidencia la fragmentación
institucional con que el municipio enfrenta la temática, aspecto que se repite una y otra vez con cada presencia pública del
responsable municipal, aún a costa de su irreprochable sinceridad.
6
El diagnóstico es totalmente superficial, tal cual lo reconocieron extraoficialmente los mismos autores. Fue realizado en un
contexto de apertura de relaciones entre efectores de la universidad y determinados agentes políticos de la órbita del
parlamento provincial, y fue más bien una imposición externa que el resultado de un genuino interés científico. Aún así, el
trabajo es el único diagnóstico oficial en la región hasta la fecha.
7
Veamos el siguiente párrafo que analiza justamente estos mecanismos discursivos:
“...Uno de los principales destructores de la capa de ozono se atribuye el mérito de ser un precursor en su defensa. Una gran
compañía petrolera afirma adoptar un principio de precaución sobre el calentamiento global. Un importante fabricante de
agroquímicos comercializa un pesticida tan peligroso que ha sido prohibido en numerosos países mientras sugiere que la
compañía ayuda a combatir el hambre. Una firma petroquímica utiliza los residuos de un proceso contaminante como materia
prima de otro y lo presenta como una iniciativa de reciclaje. Una compañía corta madera de una selva tropical y la reemplaza
por un monocultivo de una especia exótica, y llama a esto proyecto de desarrollo forestal sostenido....Ultimamente esta táctica
se ha hecho global. Con la cooperación de los gobiernos y de las instituciones internacionales, los imperios industriales
pretenden controlar la definición de ecologismo y la agenda de actuación ambiental...” (NIETO, JOAQUIN; 1995: 152)
8
Está claro que lo que es irracional y desordenado para la visión técnica específica del urbanismo moderno y para los
parámetros fijados por el Congreso Internacional de Arquitectura y su Carta de Atenas son prácticas sociales que responden a
la racionalidad de diversos sectores que, en este caso, compiten por la apropiación de un espacio que les permita
mínimamente el desarrollo de sus actividades de reproducción social. Es que el urbanismo de signo modernista plantea una
ciudad en la que no se excluya a ningún grupo de las prerrogativas de la participación ciudadana, y por eso no encaja con los
aspectos empíricos que aparecen como efecto de la modernización excluyente que motoriza el neocapitalismo actual.
9
La expansión territorial del área metropolitana de Ciudad de México es impresionante. Entre 1940 y 1980 creció cerca de
nueve veces, pasando de 11.700 ha. a más de 100.000. Pero lo que diferencia esta expansión de la de otras ciudades
latinoamericanas es la particularidad de las formas de tenencia rural de las áreas que la ciudad ocupó. “Por ejemplo, en el
Estado de México, la mancha urbana creció un 21,9 % sobre la tierra ejidal, un 27,5 % sobre sobre la tierra comunal, un 27, 8
% sobre tierra que es directamente del Estado (producto de la desecación del Lago Texcoco) y sólo un 22, 8 % sobre tierra
privada” (Schteingart, Marta, 1987: 11). La apropiación popular e ilegal se dió básicamente sobrte tierra pública.
10
Este caso puntual es digno de ser analizado antropológicamente, por todos los significados que se vehiculizaron a través de
los medios de comunicación. Algunas posiciones fueron un buen ejemplo de la imposibilidad de integración social que se
debe a la intolerancia de los sectores conservadores locales: generalmente condenaron sin sugerir en absoluto ninguna
solución. De todos modos, el material periodístico del año 89 y de los dos años posteriores es interesantísimo como “mapa
simbólico” de las concepciones de ciertos sectores sobre la segregación urbana.
11
La cita original es la siguiente: “...ainsi la mortalité infantile de certains quartiers du centre de Sao Paulo est-elle aussi
élevée que celle de la périphérie éloignée: la pollution de l’eau et la détérioration des conditions d’habitation en sont les
raisons principales. Cette “disminution perverse de la ségrégation socio-spatiale” remet en cause le modéle d’ organisation
centre-périphérie. Les auteurs du plan directeur de Sao Paulo préferent ainsi parler de tissu urbain éclaté...” (VIDAL, L. ;
1995: 163).
12
. Gregory Bateson (1993: 142) explicó que la teoría de los Juegos originalmente propuesta por Von Neumann tiene cuatro
ideas simplificadoras de la complejidad de la realidad, y desde este punto de vista la utilización de la teoría presenta reservas
en su utilización para formalizar fenómenos de la realidad económica y sobre todo, política. Enumero estas ideas de manera
sintética, a los efectos de aclarar que el lenguaje utilizado en el párrafo no es nada más que una metáfora descriptiva.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la Toería de los Juegos supone que las reglas de un determinado juego
serán estables dentro de los límites de un marco de supuestos culturalmente dado acerca de ese juego. Tanto la política, las
relaciones de pareja o la psicoterapia muestran que la interacción entre sujetos modifica las reglas constantemente.

En segundo lugar, la Teoría se asentaba sobre la premisa de que los recursos para resolver problemas de los
participantes del juego serían análogamente estables. Al mismo tiempo, ningún jugador podría esperar que su adversario se
equivoque por no haber considerado alguna posibilidad en la situación de juego. En nuestra realidad, las desigualdades son
tales y de tal magnitud la incertidumbres que el postulado de la teoría se revela verdaderamente ineficaz.

En tercer lugar, se postula que el comportamiento de los jugadores se basa en una motivación constante y en
preferencias monotónicas y activas. Esto es importante para la teoría económica formal, que se sostiene si únicamente se parte
del pirncipio que los agentes sociales intentan maximizar sus utilidades. Esto no es válido para aquellos organismos u órdenes
de la Naturaleza donde no es posible afirmar la existencia del concepto de “utilidad” o ganancia para los seres vivos.

En cuarto lugar, la idea más importante y que cobra una importancia fundamental en un contexto en que se dan los
efectos visibles de la problemática ambiental, tiene que ver con la incorporación del ambiente como otro jugador,
apareciendo como un antagonista universal de los participantes del juego y suponiendo que éstos operan tomando ganancias
contra él. La objeción fundamental es que la Naturaleza no puede operar de acuerdo con la racionalidad de un jugador
perteneciente a un sistema cultural determinado. El postulado supone que la Naturaleza adaptaría sus reglas de juego para
participar de acuerdo con las reglas supuestamente aceptadas, pero está muy claro que tiene sus propias reglas.

Pidiendo disculpas a Bateson por la simplificación obligada de sus ideas, lo precedente no quiere decir que la Teoría
de los Juegos sea inútil o esté mál formulada. Lo que se plantea aquí es que su utilización no puede volverse dogmática, y
menos aún cuando este dogmatismo justifica políticas excluyentes.
13
Ni bien se colocó el cartel de venta al edificio del Correo, se manifestó una disconformidad que no tuvo canales de protesta
organizados, pero que recogida a través de todos los medios de comunicación locales. Algunos discursos espontáneos hicieron
un paralelo en el despojo que significaba para la ciudad la “privatización” de este inmueble, con el sufrido anteriormente por
la venta de la ex-Escuela Normal. El sentido de pertenencia de los habitantes de la ciudad, la centralidad simbólica, la
identificación con algunos de los espacios urbanos, la idea de lo colectivo, etc. eran contenidos discursivos que se vincularon a
partir de la aparición del cartel que legitimaba la venta. Es así que una decisión económica tomada en un espacio
geográficamente alejado de la ciudad puso en movimiento toda una serie de discursos sociales y de prácticas políticas bastante
intensas.
14
Desde el punto de vista de los medios de comunicación, particularmente críticos con la figura del mandatario comunal, se
movilizaron una serie de significados que cruzaban aspectos de la historia local, las comparaciones con las diferentes obras de
gobierno, los contextos nacionales de las últimas décadas, etc.. Sin embargo, el grueso del debate se dio a través de los
medios, y muchos protagonistas no tuvieron el espacio abierto para sentarse a debatir cara a cara. Es cierto que influye, en
estas operaciones de producción de significados, la mercantilización de lo cotidiano que constituye el contexto en que trabajan
los comunicadores locales. Pero también es necesario hacer notar que muchos significados circulan por otros canales, y se
transforman en otros discursos sociales, permitiendo re-significar prácticas e incluso, saberes. Por poner un ejemplo, el
intento del Ejecutivo de restaurar el Balneario Municipal (cerrado luego de la inundación del ‘80) fue denostado por varios
medios de comunicación, sobre todo en los primeros intentos de su rehabilitación parcial. Sin embargo, en el momento de su
inauguración, quiénes crecieron en este espacio público hicieron ver lo acertado de su reconstrucción, volcándose
masivamente a re-utilizarlo y apropiarse nuevamente del lugar.
15
Dice Lyotard: "...el pensamiento y la acción de los siglos XIX y XX están dominados por la idea de emancipación de la
humanidad. Esta idea es elaborada a finales del siglo XVIII, en la filosofía de las Luces y en la Revolución Francesa. El
progreso de las Ciencias, de las Artes y de las libertades políticas librará a toda la humanidad de la ignorancia, de la pobreza,
de la incultura, del despotismo, y no sólo producirá hombres felices, sino que gracias a la escuela generará ciudadanos
ilustrados dueño de su propio destino. Estos ideales están en declinación en la opinión general en los países llamados
desarrollados. La clase política continúa discurriendo con la retórica de la emancipación pero no consigue cicatrizar las
heridas infringidas al ideal "moderno"durante casi dos siglos de historia. No es la ausencia de progreso, sino, por el contrario,
el desarrollo tecnocientífico, artístico, económico y político lo que ha hecho posible el estallido de las guerras totales, los
totalitarismos, la brecha creciente entre la riqueza del Norte y la pobreza del Sur, el desempleo, y la nueva pobreza, la
deculturación general".

Y el mismo autor completa: "...la Posmodernidad no sería un proyecto o un ideal más, sino, por el contrario, lo que
resta de las crisis de los "grandes relatos", lo que queda de la clausura de las ideologías. De ahí la denominacón de Condición
Posmoderna". La misma tendría la fuerza de los hechos consumados, pero no es unívoca la intepretación y valoración de esos
hechos. La Modernidad había acuñado toda una constelación de palabras que giraban alrededor del término "Futuro", palabras
que sólo tenían sentido por referencia al mismo, tales como Ïdeal", "Proyecto", "Progreso", palabras que habían servido como
nombre de cines, teatros, mueblerías y confiterías. También estas palabras se encuentran en declinación, en su reemplazo se
acuñan otras expresiones más propias de la época, como "reciclaje", "relax", "imagen", "consumo", "final de la historia" etc. .
16
A pesar de que los políticos locales todavía no han asumido muchas de las técnicas que implica pararse frente a las cámaras
y articular un discurso claro y con contenido en menos de tres frases. En este sentido, todavía parece que estamos apenas
percibiendo el inicio del proceso y las exigencias de nuevos aprendizajes parecen casi desmedidas.
17
El argentino Eliseo Verón ha destacado las distintas conductas del televidente frente al televisor, al señalar cuatro tipos de
comportamientos: el zapping (acto de cambiar el canal cuando llega la tanda publicitaria) , el zipping (que consiste en acelerar
el pasaje de un programa que el individuo ha grabado en video cassete, con el fin de saltar los spots publicitarios) , el flipping
(acto de cambiar los programas durante una emisión, sin que este cambio tenga ninguna relación con la tanda publicitaria) y
por último el grazzing (ida y vuelta permanente entre dos o más programas, y que traduce la voluntad de seguir varias
emisiones voluntariamente).

Este tipo de conductas le permiten al argentino Oscar Landi preguntarse no sólo que es lo que la televisión ha hecho
con la gente, sino que es lo que la gente hace con la televisión, constatando que hay una acción recíproca. Según el mismo
autor, el video clip se constituye en el lenguaje de fin de siglo, predominando las siguientes características técnicas y
formales: collage electrónico, división, simultaneidad y fragmentación de la narración en planos y significados, secuencias en
un tiempo no lineal, manipulación digital de los colores y formas, absoluta artificiosidad de la composición de la imagen,
simulación de escenas, transformaciones geométricas libres, efectos gráficos, fusión, disolución y simultaneidad de imágenes,
superposiciones, montajes rápidos, utilización del dibujo animado, de imágenes computadorizadas y de la danza.

La estética del video clip se traslada al cine, en films como JFK, de Oliver Stone, quien dice: "...JFK es una de las
películas más rápidas, son como esquirlas dirigidas al cerebro, tuvimos unos dos mil quinientos cortes, quizás unos dos mil
doscientos enfoques de cámaras..."(Landi, Oscar: “Devórame Otra Vez”, 1993, Editorial Sudamericana).
18
Uno de los escenarios posibles y de los cuales ya hay síntomas claros en la dinámica social local es el del predominio del
individualismo consumista a toda costa, que se evidencia en la conducta de las clases altas locales. Pero, dado que no me
interesa investigar este fenómeno, me parece importante señalar el escaso predicamento que este predominio tiene, aún para
los autores más seducidos por el auge del posmodernismo:
“...Este individuo, aunque establezca vínculos con otros semejantes se halla fundamentalmente solo. Aislado, vive su
existencia como perpetuo presente. En consecuencia, busca el consumo, el confort, los objetos de lujo, el dinero y el poder,
elementos necesarios para dar respuesta a las necesidades que se le plantean y que definen a la sociedad posmoderna como la
apoteosis de la sociedad de consumo. Mientras la modernidad exaltaba el ahorro, ahora se estimula el crédito a través de
tarjetas que con un simple trac-trac todo lo resuelven con un modo casi mágico y facilitan el consumo, porque en la antinomia
tener o ser, para la cultura posmoderna soy lo que tengo. Este sujeto posmoderno se halla muy lejos que hacia de la conciencia
y del cultivo esforzado de una persona su mayor orgullo. Al contrario, la publicidad nos invita a adelgazar sin esfuerzo, a
estudiar un idioma sin esfuerzo, a dejar de fumar sin esfuerzo, y a lograr el colmo de la felicidad en una playa del Caribe, con
la piel tostada, bebiendo un trago, recostado en una reposera, con los ojos cerrados y el walkman colocado...
(BAUDRILLARD, J.1989: 9).

Gilles Lipovetsky resume el programa de vida posmoderno con las siguientes palabras: "...exprese sus preferencias,
sus deseos, sus gustos, hable, llame a la radio, aunque sea a la FM más cercana, vaya a la televisión, o mejor produzca algo,
un vido casero, haga expresión corporal, haga gimnasia o baile, pinte o haga manchones, cante o grite, pues todo sirve...".
Entre los que pueden comer, nadie acepta el menú fijo, todo el mundo quiere comer a la carta.
El mismo autor agrega que la sociedad posmoderna: "...es aquella que reina la indiferencia de masas, donde
predomina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge
como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un proyecto ineluctable. ...Es la era
del vacío en la que los sucesos y las personas pasan y deslizan, en la que no hay ídolos no tabúes definitivos, pero tampoco
tragedia ni apocalipsis... En la Sociedad Posmoderna no hay lugar para la revolución, ni para fuertes compromisos políticos, la
sociedad es como es, y la idea de cambiar radicalmente a la misma no se le ocurre a nadie. La Sociedad Posmoderna es la del
consumo cool, más discreto e íntimo que el consumo ostentoso o hot de una décadas atrás...(LIPOVETSKY, GILLES; 1993:
70 y ss.).

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