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Jesús Palacios.

Hollywood maldito.
Valdemar. Madrid, 2014.

Estamos acostumbrados a hablar de castillos embrujados, fenómenos


poltergeist asociados a lugares, males de ojo, pero lo que no parece tan habitual es
hablar de cine maldito. Pareces ser, como bien nos ilustra Jesús Palacios, que el
hecho de rodar cierto tipo de películas entraña un riesgo de maldición. Tratar con
seres demoníacos, con regresados de la tumba, con casas encantadas o con héroes
con poderes que desafían a los de los pobres mortales, son temas con los que
tenemos que andar con cuidado.
Jesús Palacios, en un brillante ensayo, hace un recorrido por las maldiciones
que parecen haber caído sobre actores, directores o personas vinculadas con
alguna determinada película o saga y que han llegado a pagar incluso con la
muerte.
Palacios presenta seis casos bien concretos y documentados. En primer
lugar nos acerca a la figura de Murnau, uno de los directores que consagraron el
mal llamado expresionismo alemán. Parece que el rodaje de Nosferatu –en el que
incluso se cree que un verdadero vampiro llegó a interpretar algunas secuencias-
acarreó una pesada losa sobre un Murnau que, al viajar a Estados Unidos para
presentar una película, moriría en un extraño accidente automovilístico.
La semilla del Diablo es la segunda parada. Aquí el conjurar en el filme al
propio demonio para que alumbre a su hijo en la Tierra se une con la paranoia del
clan Manson que asesinó brutalmente a medio equipo de rodaje además de a
Sharon Tate, esposa de Polanski. El director pareció librarse de la muerte, pero no
de la polémica y los escándalos que le persiguen hasta el día de hoy.
No podía faltar la película de posesiones demoníacas por antonomasia: El
exorcista. La película atrajo de nuevo más muertes alrededor del reparto, además
de desatar una histeria colectiva ya que muchísima gente sucumbió a la psicosis de
la posesión diabólica y se multiplicaron los casos de exorcismos. El viaje nos lleva
también a Poltergeist, otro de los clásicos del terror paranormal, que va a contar
con una muerte después de cada una de sus partes.
Pero un caso singular que nos presenta Palacios es la saga de Superman.
Aquí parece no conjurarse ninguna presencia maldita ni ningún fenómeno
paranormal pero lo que sucede es que se trasgreden las normas de lo
humanamente posible: Superman es un héroe propio de la mitología que desafía a
los dioses con sus poderes y, como bien dice Palacios, como Sísifo o Prometeo,
debe pagar su tributo.
La serie de películas malditas se cierra con el caso de la famila Lee: Bruce y
Brandon Lee, padre e hijo, morirán ambos rodando sus películas, de modo que su
muerte parece tratarse de una extraña y retorcida broma del destino.
Como bien dice Jesús Palacios en el epílogo del libro: “nuestras películas
malditas, por tanto, son fenómenos paranormales en sí mismas”. Así que mucho
cuidado con qué películas os andáis, no vaya a ser que alguna maldición caiga
sobre vosotros…

Pedro Ortega

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