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Razones para el celibato y la castidad

Pienso que el celibato, aún tiene un gran valor, al ser una opción de vida que Cristo nos dejó
Mateo 19, 11-12, y porque también es un elemento esencial que nos permite donarnos tanto a
Dios como a los demás. Desde un ámbito personal, se puede decir que, si bien el celibato es un
gran don que Dios nos regala, es una oportunidad bellísima para poder cumplir con nuestro
llamado intrínseco. El celibato, es algo que nace de la persona, y que la identifica. Es un signo
que nos recuerda el Reino, el amor de Dios y toda la humanidad. En este sentido, se puede
afirmar que vivir el celibato, es algo con lo que la persona puede expresar todo su ser integral.
Así, la persona o el sacerdote, es libre de vivir plenamente su vocación, al servicio de Dios y
del prójimo, siendo feliz y realizado. Además, cabe recalcar que, por medio del celibato,
gozamos de configurarnos cada vez mas con la persona de Cristo y con su opción por el Reino
de Dios, por el anuncio del Amor de nuestro Padre celestial. Esta entrega total, por medio del
celibato, es para nosotros hoy, fidelidad y compromiso con este amor entrañable del Padre.
En cuanto a la castidad como una cualidad y capacidad que tenemos para amar y donarnos.
Pienso, que igualmente, es una hermosa oportunidad para que, todos podamos vivir y fomentar
el sentido de la verdadera donación. En el matrimonio, por ejemplo, se habla de la castidad
conyugal, como medio que tiene el esposo o esposa de amar y entregarse única y
exclusivamente al otro. Y cuando hablamos de la castidad consagrada, nos referimos a que
nuestro amor es indiviso como el de Jesús, pues nos identificamos con El. Todo esto, es
importante mirarlo no como algo que frustre la vida del hombre y como algo que limite su
donación. Al contrario, la castidad es algo que nos lleva a manifestar lo más bello de nosotros
mismos. Se trata sobre todo de potenciar mi capacidad de amar y de ser libre para tomar toda
decisión desde una armonía de mi vida madura y equilibrada.
En definitiva, se trata de dejar de lado aquellas posturas que intentan proponer estilos de vida
fáciles y hedonistas. El verdadero placer no seda sin lucha, sin entrega, pues el amor no es solo
algo romántico, sino que se demuestra con obras concretas, en donde la persona ama y acepta
ser amada. Es importante que el amor se viva con creatividad, respetando y sirviendo, no
buscando simplemente la utilidad del otro para el propio placer. Tanto la castidad como el
celibato, le apuestan al amor reciproco, cada uno desde su realidad personal le apuestan al amor
verdadero. Por medio de estas dos formas de vida, se intenta crecer en el amor, en la fidelidad.
Amor que es intrínseco en el hombre, y que por ello es importante hacer conciencia de estos
grandes dones, como oportunidad para vivir la caridad y la vocación a la cual estamos llamados
todos, el ser imagen y semejanza de Dios en su entrega filial y eterna.

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