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El conocimiento personal y el compartido

EL CONOCIMIENTO PERSONAL Y EL COMPARTIDO

Si uno está decidido a verificar una teoría, o si se desea explicar cierta idea, en todos los casos
debería publicarla, sea cual sea la forma en que resulte. Hay que dar toda la información para ayudar
a otros a juzgar el valor de nuestra propia contribución, y no sólo aquella información que induzca a
formular juicios encaminados en una determinada dirección. No, es preciso publicar ambos tipos de
resultados.

Richard Feynman (1918-88)

La sabiduría colectiva, desgraciadamente, no es un sustitutivo adecuado de la inteligencia de los


individuos. Los que se oponen a criterios generalmente admitidos han sido la fuente de todo progreso
tanto moral como intelectual.

Bertrand Russell (1872-1970)

Cuando todos los niños van a la escuela y todas las escuelas son controladas por el Estado, las
autoridades pueden cerrar las mentes de los jóvenes a todo lo contrario a la ortodoxia oficial.

Bertrand Russell (1872-1970)

Tú no tienes la responsabilidad de vivir como otros piensen o a la altura de lo que esperan que
debas lograr. No tengo la responsabilidad de ser como ellos esperen que yo sea. Ese es su error, no mi
fracaso.

Richard Feynman (1918-88)

Estudia mucho lo que sea de interés para ti y hazlo de la forma más indisciplinada, irreverente y
original posible.

Richard Feynman (1918-88)

1. El conocimiento personal y el compartido


El conocimiento puede verse como la producción de uno o más seres humanos. Puede ser la obra de
un individuo, a la que se llega como resultado de varios factores, entre ellos, las formas de conocimiento.
A este tipo de conocimiento individual se lo llama conocimiento personal. Pero el conocimiento puede
ser también la obra de un grupo de personas que trabaja conjuntamente, ya sea simultáneamente o –lo
que es más probable- separados en distintas épocas o lugares geográficos. En ciertas áreas de
conocimiento, como las artes y la ética, eso se ve muy claramente. Son ejemplos de conocimiento
compartido. Pero se pueden explorar ambas formas de conocimiento en cualquier otra área. Para

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El conocimiento personal y el compartido

determinar qué es el conocimiento compartido, existen métodos socialmente establecidos, normas que
determinan lo que se considera un hecho o una buena explicación, conceptos y lenguaje apropiados para
cada área y niveles de racionalidad.

En español y en muchas otras lenguas, los verbos “conocer” y “saber” tienen dos formas en la primera
persona: “yo conozco/sé” y “nosotros conocemos/sabemos”. “Yo conozco/sé” se refiere a la posesión de
conocimientos por parte de un individuo: es el conocimiento personal. “Nosotros conocemos/sabemos”
se refiere a los conocimientos que pertenecen a un grupo, es decir, conocimiento compartido. Pueden
distinguirse estas dos formas de conocimiento, como se ilustra a continuación.

1.1 El conocimiento compartido


El conocimiento compartido es sumamente estructurado, de naturaleza sistemática, y es el
producto de más de un individuo. Se encuentra reunido en áreas de conocimiento definidas, como los
grupos de asignaturas que se estudian en el programa del diploma. Si bien los individuos contribuyen al
conocimiento compartido, este no depende solamente de las contribuciones de ningún individuo en
particular; otros pueden verificar y corregir las contribuciones individuales, y añadir conocimientos al
conjunto que ya existe. Veamos algunos ejemplos.

a) La Física es una ciencia con conocimiento compartido. Mucha gente accede a éste y puede
efectuar contribuciones. Una gran parte del trabajo es realizado por equipos de personas que
construyen conocimiento sobre la base del conocimiento preexistente. Si bien los individuos
pueden contribuir a este conjunto de conocimientos, y de hecho lo hacen, las aportaciones
individuales están sujetas a procesos de grupo, como la revisión por partes y la replicación de

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resultados experimentales, antes de ser aceptadas e integradas en el acervo de los


conocimientos.
b) Los conocimientos que se necesitan para producir un ordenador, también son compartidos. Es
muy poco probable que un individuo tenga todos los conocimientos necesarios para fabricarlo
desde el principio (en vez de armarlo utilizando componentes prefabricados). Sin embargo,
sabemos cómo producir ordenadores. Un ordenador es el resultado de un esfuerzo global y
sofisticado de cooperación y reciprocidad.

El conocimiento compartido cambia y evoluciona con el tiempo, debido a la continua indagación en


todas las áreas. Aplicar el método característico de cada área de conocimiento, tiene el efecto de cambiar
lo que sabemos. Los cambios pueden ser lentos y graduales (el corpus de conocimientos tienen una cierta
estabilidad en el tiempo). No obstante, también pueden ser repentinos y dramáticos –como cuando se
produce un cambio revolucionario por la irrupción de un nuevo paradigma- o un área de conocimiento
obtiene un nuevo resultado experimental, o una mejora en la teoría establecida.

Un aspecto colateral sobre el conocimiento compartido, es si se pueden favorecer las condiciones que
favorecen el intercambio y la colaboración entre diferentes individuos, de forma que se mejoren los
resultados gracias a la suma de diferentes aportaciones individuales, en lugar de producirse aislada y
separadamente, lo que repercutiría en el resultado. El investigador y teórico del conocimiento Gerd
Gigerenzer, explica en el siguiente texto su experiencia al respecto:

Actividad 15.1.
-¿Puede ser propiciado el conocimiento compartido por las condiciones del entorno?
¿Cómo?

Cultura colectiva
Nuevos líderes impulsan empresas con temas inspiradores y planes ambiciosos, pero
también influyen en la cultura colectiva por vías más simples. Todos tienen sus reglas
generales, que desarrollan, a menudo inconscientemente, para que les ayuden a tomar
decisiones rápidas. Aunque los líderes no impongan intencionadamente sus reglas en el
lugar de trabajo, la mayoría de los empleados las siguen de forma explícita. Estas reglas
tienden a ser absorbidas en el torrente sanguíneo organizativo, donde pueden perdurar
mucho tiempo después de que el líder se haya ido. Por ejemplo, si un ejecutivo deja claro
que le irrita recibir demasiado correo electrónico, los empleados indecisos sobre si incluirlo
en un mensaje, simplemente optarán por no mandárselo. Un líder que recela de las ausencias
de los empleados, los disuade de ir a conferencias o de plantearse oportunidades educativas
en el exterior. Cuando todo el mundo asume las mismas reglas, la cultura cambia: se vuelve
más o menos abierta, más o menos inclusiva, más o menos formal. Dado que es difícil
cambiar esta clase de conducta, los líderes deberían pensar cuidadosamente en los valores
transmitidos por sus reglas. Quizá incluso quieran crear reglas nuevas para moldear la
organización a su gusto.
Cuando fui nombrado director del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano,
quise formar un grupo de investigación interdisciplinar cuyos integrantes hablaran,
trabajaran y publicaran realmente juntos, algo infrecuente. A menos que uno cree
activamente un entorno que respalde este objetivo, la colaboración suele irse a pique en
cuestión de pocos años o quizá ni siquiera llegue a concretarse. El principal obstáculo es
mental. Los investigadores, como la mayoría de las personas corrientes, suelen identificarse
con su capillita e ignorar o incluso menospreciar las otras disciplinas. No obstante, las
cuestiones más importantes que estudiamos actualmente, no respetan las históricas fronteras
interdisciplinarias, y para avanzar, hay que mirar más allá del limitado punto de vista propio.
Así que planteé una serie de reglas –no verbalizadas, sino puestas en marcha- que generarían
el tipo de cultura que yo deseaba. Entre las reglas, se contaban las siguientes:
• Todo el mundo en el mismo plano: por mi experiencia, los empleados que
trabajan en distintas plantas, interaccionan el 50% menos que los que se
encuentran en la misma, y son mayores las diferencias si se trabaja en edificios

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diferentes. Las personas se compartan frecuentemente como si aún vivieran en la


sabana, buscando a los demás horizontalmente, no desde arriba o desde abajo.
Así, cuando mi creciente grupo necesitó dos mil metros cuadrados más en los que
operar, veté la propuesta del arquitecto de construir un nuevo edificio y amplié
horizontalmente nuestras oficinas para que todos estuvieran en el mismo plano.
• Empezar en pie de igualdad: para asegurar al principio un campo de juego
uniforme, contraté a todos los investigadores al mismo tiempo e hice que
comenzaran simultáneamente. Así, nadie sabría más que nadie sobre la nueva
empresa, y nadie sería tratado con condescendencia como hermano pequeño.
• Reuniones sociales diarias: la interacción informal engrasa el mecanismo de la
colaboración formal. Ayuda a generar confianza y curiosidad por lo que los otros
hacen y saben. Para garantizar una provisión mínima de charla diaria, creé una
costumbre. Cada día, a las cuatro de la tarde, todos se reunían para hablar y tomar
café que alguien del grupo había preparado. Como no había presión por asistir,
casi nunca fallaba nadie.
• Éxito compartido: si un investigador (o un grupo) consigue un premio o publica
un artículo, lleva una tarta a la hora del café. Obsérvese que la tarea no es para la
persona que ha logrado el éxito. Esta persona la tiene que hacer o comprar, con lo
que, en vez de surgir un ambiente de envidia, todos son beneficiarios de ese éxito
compartido.
• Puertas abiertas: como director, intento estar disponible para aquel que quiera
discutir conmigo cualquier cosa, y en cualquier momento. Esta política de puertas
abiertas da ejemplo a otros líderes para que sean igual de accesibles.

Desde entonces, todos los miembros del grupo original han sido nombrados para
prestigiosos cargos en otras partes, pero estas reglas han llegado a ser un aspecto indeleble
de quiénes somos y un elemento clave de nuestras fructíferas colaboraciones. Muchos de los
hábitos han cobrado vida propia; hace años que organicé lo del café por las tardes, pero por
algún motivo es algo que sigue haciéndose cada día. Aconsejaría a todos los líderes que
hicieran un inventario de sus reglas generales y decidieran si quieren empleados a quienes
guiar. El espíritu de una organización es un reflejo del entorno creado por el líder.

Gigerenzer, G. Decisiones instintivas, pp. 90-92.

Todos pertenecemos a grupos muy extensos, pero también a grupos más pequeños. Somos miembros
de grupos étnicos, de edad, religiosos, de sexo, de intereses, de clase social, políticos y demás. Puede
haber áreas del conocimiento que compartimos como miembros de esos grupos, pero que no están al
alcance de quienes no pertenezcan a ellos. Por ejemplo, los conocimientos que están arraigados en una
determinada cultura o tradición religiosa. Por eso, pueden surgir preguntas acerca de si es posible que el
conocimiento traspase las fronteras de un grupo. Ejemplos:

- ¿Podemos realmente conocer una cultura en la que no nos hemos criado?

- Quienes no pertenecen a una determinada tradición religiosa, ¿son realmente capaces de entender sus
ideas principales?

- ¿Existe una posición neutra desde la cual se puedan efectuar juicios sobre las afirmaciones rivales de
diferentes grupos con sus distintas tradiciones e intereses?

- ¿En qué medida están arraigadas nuestras áreas de conocimiento en una determinada tradición, o en qué
medida podrían estar ligadas a una determinada cultura?

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1.2. El conocimiento personal


El conocimiento personal, en cambio, depende totalmente de las experiencias de un determinado
individuo. Se obtiene mediante la experiencia, la práctica y la participación personal, y está
vinculado íntimamente a las circunstancias particulares de dicho individuo, tales como su biografía
personal, sus intereses, sus aficiones, sus valores, etc. Contribuye a la perspectiva personal de cada
individuo, y a la vez está influido por ella. El conocimiento personal está formado por:

- Las habilidades y conocimientos de procedimiento que he adquirido mediante la práctica y la


costumbre.

- Lo que he llegado a saber y conocer a través de mis experiencias en la vida, más allá del estudio
académico.

- Lo que he aprendido durante mi educación formal: principalmente, conocimiento compartido que ha


sido verificado por los métodos de comprobación de las distintas áreas de conocimiento (zona de
intersección).

- Los resultados de mi investigación académica o personal. Pueden convertirse en conocimiento


compartido si los publico, y son aceptados y reconocidos por muchas personas, o la comunidad de
científicos o especialistas.

Por tanto, el conocimiento personal abarca lo que puede describirse como habilidades, destrezas
prácticas y talento individual. A veces, se lo denomina como conocimiento procedimental, ya que se
refiere a saber cómo se hace algo, por ejemplo, cómo hacer una tarta, cómo hacer windsurf, cómo pintar
un retrato, cómo tocar el piano,…

El conocimiento personal suele ser más difícil de comunicar a otras personas que el compartido. A
veces tiene un componente lingüístico más fuerte –como las jergas- y puede ser comunicado a otras
personas, pero con frecuencia no se comparte fácilmente. Por ejemplo, un catador de vinos
experimentado, que ha desarrollado el paladar degustando diferentes vinos, tendrá conocimientos
sofisticados sobre el sabor del vino. Pero puede resultarle muy difícil describir con palabras el sabor de un
determinado tipo de vino, de forma que otras personas puedan comprenderle. Podrá utilizar metáforas y
símiles para intentar comunicar la experiencia de la degustación, pero es muy díficil. Así que el
conocimiento personal se caracteriza con frecuencia por la dificultad en compartirlo.

El conocimiento personal incluye un mapa de nuestras experiencias personales en el mundo. Se


obtiene mediante varias formas de conocimiento, como los recuerdos de nuestra vida, la percepción
empírica de lo que hemos experimentado, las emociones que hemos tenido al vivir ambas cosas, el
significado que damos a pensamientos y valores…

Al igual que el conocimiento compartido, el conocimiento personal no es estático, sino que cambia y
se desarrolla con el tiempo. El conocimiento personal cambia en respuesta a nuestras experiencias. Lo que
alguien conoce o sabe a los 18 años, puede ser muy diferente de lo que sabía a los 6, y de lo que sabrá a
los 50. Las diferentes formas de conocimiento contribuyen a estos cambios.

1.3. Vínculos entre el conocimiento compartido y el personal


Existen vínculos entre el conocimiento compartido y el personal. La influencia es mutua y se da en
ambos sentidos. Los individuos, en su búsqueda, según sus orígenes y experiencias, contribuyen al
conocimiento compartido de una comunidad, pero también el conocimiento producido por la comunidad
afecta a los individuos de formas diversas. El examen de esa doble influencia es parte del marco de
conocimiento de cada área, y conduce a preguntas de conocimiento muy interesantes:

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El conocimiento personal y el compartido

• ¿De qué forma las creencias, emociones e intuiciones individuales afectan a la producción
del conocimiento?
• ¿Cómo podría afectar a la producción de conocimiento en un área, el origen intelectual,
cultural o social de un individuo?
• ¿De qué forma el conocimiento personal de un individuo ha influido en el desarrollo
histórico del conocimiento compartido de una comunidad?
• ¿Con qué tipo de problemas se familiariza un individuo cuando aplica la metodología de
un área de conocimiento?
• ¿Cómo afecta asumir el conocimiento compartido de una comunidad a la forma de ver las
cosas de un individuo?

Los vínculos entre el conocimiento compartido y el personal, se pueden dar en dos direcciones:

• Cómo afecta el conocimiento personal de un individuo al conocimiento compartido de una


comunidad.
• Cómo el conocimiento compartido de una comunidad influye en el de un individuo.

1.3.1 Sobre cómo el conocimiento personal influye en el compartido por una comunidad

Según las áreas de conocimiento, el conocimiento y la experiencia personales tienen diferentes efectos
sobre el desarrollo del conocimiento de una comunidad.

Imagínate asistiendo a una conferencia en la que cientos de estudiantes escuchan al profesor más
importante e influyente en un área. El profesor explica larga y tendidamente diversas teorías,
justificándolas, exponiendo su desarrollo histórico y planteando el futuro del área. Entonces, un
estudiante se levanta y pide la palabra: “sí, todo eso está muy bien, pero permítame que le diga lo que
opino al respecto”. La cuestión central es la respuesta del profesor: ¿Le importará lo que el alumno quiere
decir? ¿Tiene alguna relevancia el conocimiento personal del alumno? ¿En qué circunstancias lo tendría?

Actividad 15.2
Imagina un diálogo entre un profesor y un estudiante que no comparte una afirmación propia
del área. Por ejemplo, un profesor de matemáticas que da pruebas de un teorema complicado, o un
profesor de literatura que interpreta la obra de un autor, o un profesor de historia que explica la
actitud del gobierno británico durante la Guerra Civil española. Si un alumno contraargumenta,
¿cómo se desarrollaría la situación? ¿Cómo se desarrollaría el diálogo? ¿Qué preguntas de
conocimiento se suscitarían sobre la naturaleza del conocimiento en un área?

Según el alcance y ámbito de cada área de conocimiento, se puede aceptar la validez de una perspectiva
individual como más o menos legítima. Yo podría, por ejemplo, discrepar con el profesor de literatura
sobre la interpretación de un poema de Quevedo, y mi opinión podría estar justificada con argumentos y
referencias al texto. La interpretación del profesor sería una entre otras, y aunque con más experiencia y
conocimiento en el área, el profesor podría dar cabida a mi interpretación. En otras palabras, el alcance
del conocimiento artístico es tal, que admite varios puntos de vista, que son incorporados al conocimiento
de la comunidad, siempre que estén justificados. De igual forma, la reacción emocional de un individuo
ante una obra de arte, es parte del genuino análisis de la obra. La respuesta emocional individual ante la
imaginería, lenguaje y temas del arte, es relevante para las afirmaciones de conocimiento que se hagan
sobre ella.

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El conocimiento personal y el compartido

El alcance de la Historia, sin embargo, causa que sea un área menos abierta a las perspectivas
personales. Puedo pensar lo que quiera, pero en Historia, la mera idea de que se pueda argumentar en
público cualquier perspectiva individual es más difícil de aceptar que en el arte. En las ciencias humanas,
esa posibilidad es más reducida todavía, pues toda ciencia exige repetibilidad y poder de predicción. Es
verdad que puedo pensar lo que quiera sobre la naturaleza de los átomos, pero mi punto de vista es
totalmente irrelevante, a menos que pueda demostrar que no es simplemente subjetivo; tiene que ser
contrastable empíricamente, y basado en métodos compartidos por la comunidad de conocimiento. No
cualquier cosa puede considerarse conocimiento, por muy personal que sea.

Dicho de otra forma, la metodología de las áreas de conocimiento juega su papel. En cada caso, la
respuesta del profesor a mi discrepancia sería muy diferente. Según los métodos usados en las artes para
llegar al conocimiento, el profesor de literatura podría pedirme que aclarara y justificara mi opinión,
apelando a la obra misma y a mis razones, intuiciones o emociones, lo que sería interesante en su
conjunto. Pero si a quien reto es al profesor de química por su apoyo a la teoría atómica, o peor todavía, al
de matemáticas, porque afirmo que Leibniz y Newton se equivocaron en sus cálculos, ambos tendrían
razón al decir que estoy equivocado, y podrían enseñarme lo que necesito saber para comprender que mi
punto de vista particular es irrelevante. Si insistiera, no podría basarme solamente en mi experiencia o
conocimiento para continuar la discusión, sino que tendría que recurrir al conocimiento compartido de
otros químicos o matemáticos que hubieran hecho descubrimientos compartidos y revisados por la crítica
de la comunidad. Es decir, en estas áreas, mi punto de vista personal es irrelevante tanto en relación a lo
que se estudia en el área, como en relación a los métodos con los que se produce el conocimiento.

Aun así, hay otras formas de juzgar la perspectiva individual en las ciencias duras o las matemáticas.
Podemos preguntarnos de qué forma las experiencias personales, los prejuicios o el conocimiento
particular de un científico, influyen en el desarrollo de la ciencia.

• El sesgo de confirmación es un ejemplo de cómo la perspectiva individual puede influir en la


interpretación de los datos. Consiste en interpretar los datos de forma que confirmen lo que uno
ya cree, o en contemplar solamente los datos que demuestran lo que uno mantiene, ignorando los
demás. Esto prueba que lo que nos parece conocimiento personal puede ser profundamente
erróneo, y necesitar ser corregido desde una perspectiva más amplia.
• Las falacias lógicas consisten en usar la razón de forma aparentemente lógica, cuando en
realidad no es así. Las falacias lógicas llevan al individuo a dotar de apariencia fiable a lo que no
es conocimiento. La metodología de las áreas de conocimiento suelen identificar las falacias para
expulsarlas del conocimiento compartido.

Actividad 15.3
Busca la lista de falacias (tema de la razón) e identifica en qué áreas de conocimiento son más
perjudiciales. ¿Qué tienen que ver con las formas de conocimiento? ¿Qué formas de conocimiento
influyen en cada una de ellas?

En conclusión, mientras que las ciencias tienen una relación limitada con el conocimiento personal,
otras áreas de conocimiento tienen mucho más que ver con él. El arte, parece estar mucho más vinculado
con el conocimiento personal: mi experiencia y perspectiva influyen en la sensibilidad artística, tanto
como creador como observador. Parte de la experiencia de una obra de arte son las emociones y
experiencias subjetivas que concita, aunque el arte no consista solamente en eso.

Por otra parte, la relación entre el volumen de un gas y su temperatura que establece la ley de Boyle, es
como es, y lo que yo sienta o piense al respecto es irrelevante. Es un hecho que, desde una perspectiva

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El conocimiento personal y el compartido

individual, el conocimiento compartido se presenta bajo cierta forma de autoridad: una fuente de
conocimiento cuya justificación no es inmediatamente accesible para el individuo. Un ejemplo es la
autoridad de un médico para el paciente que no sabe medicina. Sin embargo, si se trata de una obra de
arte como Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, la experiencia que suscita es algo más que informar
sobre un hecho histórico. El arte reta a la teoría del conocimiento porque no hay una forma obvia de
aclarar lo que comunica, y sin embargo, mi juicio personal sobre la obra juega un papel significativo.

¿Qué te sugiere Los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya?

De igual forma, Port, un personaje de la novela El cielo protector, de Paul Bowles, dice:

Como no sabemos cuándo moriremos, pensamos en la vida como si fuera un bien


infinito. Y sin embargo, todo sucede un número limitado de veces, incluso muy
pocas. ¿Cuántas veces recordarás una determinada tarde de tu infancia, una tarde
que forma parte de tu ser tan profundamente que no puedes concebir tu vida sin
ella? Tal vez cuatro, cinco veces más, quizás ni siquiera eso. ¿Cuántas veces más
verás la luna llena? Puede que veinte. Y sin embargo, todo nos parece ilimitado.

Bowles no intenta simplemente registrar los pensamientos de un personaje ficticio, sino que intenta
capturar la experiencia común y profunda de cómo es vivir la vida humana: el momento en que tomamos
conciencia de nuestra mortalidad, y eso renueva la experiencia de la vida diaria. La filosofía podría ser la
disciplina que analiza más científicamente esa experiencia, pero la literatura –como el arte en general-
explora esas verdades generales y compartidas, basándose en las experiencias y el conocimiento personal
del sujeto. En este caso, sólo desde la madurez de haber comprendido profundamente el asunto, puede
crearse una obra que lo refleje.

Para concluir, veamos el ejemplo de un científico como Albert Einstein, en un área diferente como las
ciencias naturales. Einstein hizo una gran contribución a la física moderna. Es obvio que tenía facultades
personales que le permitieron ver más allá que muchos de sus colegas. Tenía conocimientos personales,
tal vez un forma particular de mirar las cosas, que supo utilizar para avanzar en la exploración de
preguntas difíciles que caracterizaban a la física de comienzos del siglo XX. No obstante, sus ideas
tuvieron que pasar por un proceso minucioso de revisión y comprobación, antes de ser aceptadas como

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El conocimiento personal y el compartido

parte del conjunto de conocimientos compartidos que constituyen la Física. De nuevo, en las ciencias, el
proceso de revisión crítica que toda aportación personal al conocimiento debe superar, puede acceder al
estatus de conocimiento compartido, siempre que supere las pruebas y revisiones que haga la comunidad
de especialistas.

1.3.2. Sobre cómo el conocimiento compartido influye en el conocimiento personal de un


individuo.

La otra cara de la moneda tiene que ver con cómo transmiten las comunidades el conocimiento a
los individuos. Este proceso tiene lugar en sentido contrario al punto anterior, y de hecho, así
ocurre. El conocimiento compartido puede afectar y cambiar significativamente nuestra visión personal
del mundo. Las áreas de conocimiento influyen sobre nuestras experiencias personales: un estudiante de
economía podría ver la compra diaria de manera diferente, como resultado de haber estudiado economía.

Actividad 15.4
A partir de tu propia experiencia, pon ejemplos de cómo el conocimiento compartido que has
incorporado en las aulas, ha cambiado tu forma de ver las cosas, es decir, tu conocimiento
personal.

Estar sentado en un aula y aprender, o leer un libro de texto, es la forma más habitual y clásica de
transmitir el conocimiento de una comunidad a un individuo. Pero existen formas más sutiles de
transmitirlo. El conocimiento compartido con grupos étnicos, de clase social, culturales y demás, puede
influir también sobre nuestra visión del mundo. Ser miembros de grupos nos proporciona perspectivas;
un horizonte desde y respecto al cual medimos la importancia y el significado de los acontecimientos.
Reconocer estas perspectivas es importante, pero también lo es criticarlas cuando son deformantes y
falsean la realidad. Si no hemos idealizado ingenuamente el concepto de conocimiento personal,
tampoco se debe idealizar el de conocimiento compartido, pues ambos pueden ser profundamente
sesgados e incompletos.

Las religiones y las comunidades indígenas transmiten una forma de ver el mundo en el sentido de que
formar parte de la comunidad es una forma de aproximarse al mundo y verlo. Formar parte de esas
comunidades es algo más que compartir creencias: compartir una religión o una cultura indígena influyen
en la forma de “ser” del individuo, en un sentido activo de la palabra.

Vivir en una tradición religiosa o indígena, implica vivir en el mundo de una determinada forma, una
forma que no se aprende de los libros ni en las clases, sino mediante otros medios, como participar en
rituales y compartiendo mitos. Los ritos son actos que se realizan, pero también son una forma de
ajustar el conocimiento personal de uno a la experiencia de la comunidad.

¿Cómo se llega a transmitir ese conocimiento al individuo? Los especialistas destacan los siguientes
rasgos de un mito:

• Su formalidad: son actos que se distinguen de la actividad ordinaria diaria.


• Su repetitividad: se celebran una y otra vez, de igual forma sin cambio alguno.
• Su efectividad: participar en un rito altera el estatus del individuo en sociedad y entre el resto de
la gente.

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El conocimiento personal y el compartido

• Su seriedad: participar en un rito no es hacer algo por simple inercia.


• Reestructuran las creencias mediante ideas y creencias clave que se llegan a creer a través del
ritual.

Observemos la diferencia entre participar en una obra de teatro en la que te casas, y ser el novio o la
novia en una boda de verdad. Haríamos lo mismo y diríamos lo mismo, pero participar en una boda real,
te impone un nuevo estatus; y quedarías en una situación final muy diferente.

Además de transformar el estatus de un individuo en una comunidad, los ritos culturales o religiosos
sirven para transmitir creencias clave, valores y conocimientos que comparten los miembros de la
comunidad. Y esto se hace de una forma más personal y “profunda” que simplemente aprendiéndolos en
clase. El proceso se parece a aprender a practicar un deporte jugando. Entrenarse y aprender movimientos
es una parte fundamental del proceso, ya que hacerlo permite desarrollar un conocimiento que no sería
accesible mediante la simple instrucción teórica.

Se podría decir que formar parte de una cultura o tradición religiosa, y practicar los ritos
correspondientes, transmite un tipo de conocimiento y experiencia de forma parecida: se tiene que vivir el
rito para que tenga sentido, y para que transmita realmente un conocimiento genuino. Por eso, se puede
argumentar que no se entiende realmente ese conocimiento a menos que uno participe plenamente en el
rito. En las clases, por ejemplo, se podrían estudiar rituales de otras culturas. ¿Pero aportan ese
conocimiento a quienes simplemente los leen en un libro de texto?

Yanomamis celebrando un rito para tener buena caza.

Otros ejemplos sencillos pueden servir para explicar que también nosotros tenemos nuestros ritos.
Hasta no hace mucho tiempo, los alumnos se ponían de pie cuando un profesor o el director entraba en el
aula, lo que inculcaba una creencia fundamental en la educación: se debe respetar a los profesores. De
igual forma, los militares tienen períodos iniciales de intensa instrucción, en los que se deconstruye la
tendencia a pensar individualmente, para reconstruir la disciplina de grupo (una creencia fundamental en

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El conocimiento personal y el compartido

el campo de batalla). Muchas culturas indígenas celebran rituales complejos y violentos, que inculcan la
creencia de que el individuo ha dejado de ser un niño y se ha convertido en un adulto, lo que resulta ser
una creencia importante para el desarrollo del individuo. Estos casos son conocimientos personales que
tienen un claro origen en el conocimiento compartido de la comunidad.

Actividad 15.5
Reflexiona sobre el impacto que los ritos han tenido en tu vida. Pueden ser religiosos, sociales,
culturales o políticos. ¿Puedes identificar las creencias o el conocimiento que contienen? ¿Cómo
influyen en tu vida? ¿Podría esa creencia o saber ser transmitido de otra forma?

Los ritos suelen estar conectados con mitos. Aunque los mitos son falsos literalmente, en el sentido
de que no describen científicamente la realidad ni cómo funciona, suelen ofrecer una narrativa que
contiene algún tipo de conocimiento, tanto sobre nosotros como sobre el mundo. De ahí que los mitos
tengan una función profunda, que se manifiesta en los ritos. Se podría decir que orientan al individuo,
dándole una dirección, pero de forma que requiere reflexión personal. En realidad, muchos ritos son
representaciones de la narrativa de los mitos. El rito cristiano de la eucaristía o comunión, es una
representación ritualizada de una narración del Nuevo Testamento, que contiene creencias básicas para la
fe cristiana. La participación en el rito y su narrativa conecta al individuo con el grupo que lo comparte.

Actividad 15.6
Busca ejemplos de conocimiento compartido por grupos de cualquier tipo, que tengan una
influencia perniciosa y errónea para la vida del individuo que no los comparte.

1.4. El equilibrio entre el conocimiento compartido y el personal


Es importante que la asignatura de Teoría del Conocimiento refleje un equilibrio entre el conocimiento
compartido y el personal. Poner demasiado énfasis en el conocimiento personal, descuidando el
compartido, sobrevalora las experiencias subjetivas del alumno, que no examina el conocimiento más allá
de sus impresiones individuales, sin explorar cómo se construye el conocimiento en un contexto amplio.
Eso tiende a confundir el conocimiento con las anécdotas personales, con poco o ningún análisis crítico.

Si se da el sesgo opuesto, se pierde el riesgo de perder los vínculos entre las áreas de conocimiento y el
actor individual del conocimiento. El conocimiento compartido tiene un valor y un significado
importantes. Pero valorarlo en exclusiva, conlleva el riesgo de que se vuelva demasiado árido y orientado
solamente a asimilar conocimientos establecidos.

Puede que el equilibrio ideal no sea un 50:50; es posible que se dedique menos tiempo al conocimiento
personal que al compartido, dado que nuestras intuiciones e impresiones son muy parciales. Pero
conviene examinar las áreas del conocimiento, teniendo en cuenta el impacto que tienen en los actores
individuales del conocimiento. Igualmente, no se debe examinar el conocimiento personal de forma
aislada, ya que, como individuos, somos parte de una red de relaciones sociales.

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El conocimiento personal y el compartido

1.4.1. La dialéctica entre la objetividad y la subjetividad

Otra forma de abordar la diferencia entre el conocimiento personal y el compartido, es plantearla con la
distinción entre conocimiento objetivo y subjetivo, una distinción que afecta especialmente al
conocimiento científico. Esto no quiere decir que “conocimiento compartido” y “conocimiento objetivo”
sean sinónimos, ni que el “conocimiento personal” sea simplemente algo subjetivo. Una comunidad
puede compartir una creencia sin fundamento. Tengo hambre o la sandía es una fruta buenísima son
hechos reales sobre mí, pero la experiencia del hambre o el entusiasmo por la sandía son percepciones
subjetivas. Sin embargo, la distinción conocimiento personal-compartido tiene elementos en común
con la distinción objetivo-subjetivo. Veamos por qué.

1.4.1.1. El conocimiento objetivo

Se dice a menudo que la ciencia es la aproximación más objetiva posible al mundo. Eso se debe a dos
elementos que la caracterizan: el método científico y la revisión crítica de la comunidad de expertos. El
conocimiento objetivo no apela a la opinión ni la experiencia individual para justificar sus propuestas.

Cuando un científico contrasta una afirmación o hipótesis, sólo tendrá en cuenta las pruebas que
puedan comprobar otros colegas; se comparten datos y experimentos de forma que todos analicen los
datos por sí mismos. El objetivo es eliminar los sesgos particulares que alteran la interpretación de los
resultados, y extender a la comunidad la responsabilidad del descubrimiento. En este sentido, el
conocimiento resultante es objetivo porque no tiene nada que ver con los intereses ni prejuicios del
científico, y es compartido, porque la comunidad participa en la justificación y fiabilidad del
conocimiento.

Nuestro científico puede ser de cualquier parte del mundo, tener cualquier creencia personal, ética o
religiosa, pero por lo que se refiere al conocimiento científico, el método científico es una protección para
que esas creencias no afecten a la objetividad ni fiabilidad de sus afirmaciones. Podría incluso discrepar
con alguna teoría establecida, pero su desacuerdo es irrelevante a menos que pueda compartir datos
empíricos que lo demuestren. Cualquier idea preconcebida es una mera impresión hasta que sea
demostrada. Sabemos, no obstante, que sugerir que el conocimiento sea fiable objetivamente, no impide
que sea transformado cuando aparezcan nuevos datos. Lo que es considerado fiable y demostrado para la
comunidad de expertos, depende de los datos y conceptos teóricos disponibles en un momento dado. No
podemos criticar a Newton por desarrollar una teoría física que no es aplicable a partículas minúsculas de
las que no tenía evidencias que sí tienen los físicos actuales.

1.4.1.2. El conocimiento subjetivo

Aclaremos de entrada, que la expresión conocimiento subjetivo parece contradictoria y puede prestarse
a confusiones muy graves: si algo es conocimiento, no puede ser subjetivo –pues sería válido para un
sujeto solamente-, y si es subjetivo, no puede ser conocimiento –creencia demostrada y justificada-. Así
que conviene andarse con ojo en este punto, no vayamos a confundir el concepto de conocimiento
subjetivo con cualquier afirmación dogmática y absurda. ¿A qué nos referimos entonces con la
expresión conocimiento subjetivo?

Nos referimos al gusto, a la inclinación, a las intuiciones o preferencias que un individuo, puede
justificar y sobreponer al conocimiento compartido de una comunidad, y que se corresponden con
apreciaciones personales no siempre indiscutibles, pero que de alguna forma responden al grado de
experiencia adquirida tras años de oficio y dedicación. Por volver a un ejemplo artístico, es sabido que
Quevedo fue un gran escritor, pero puedo justificar mi gusto personal por él y su obra aludiendo a los

J. Arturo Muñoz 12
El conocimiento personal y el compartido

motivos por los que satisface mi gusto personal, yendo más lejos en mi forma de verla o destacando
aspectos particulares, sin cuestionar necesariamente el conocimiento compartido.

Aunque mis afirmaciones sobre Quevedo sean discutibles, puedo intentar convencer a los demás.
Seguramente destacaría los aspectos en los que podemos estar de acuerdo (la ironía, la metáfora, la
sorpresa, la técnica y el contexto histórico,…) para demostrar que esos detalles caracterizan la obra del
autor. Probablemente, son los rasgos que hacen que los críticos literarios consideren que hay belleza en
un poema, aunque sean analizados desde una perspectiva algo más personal. El grado de conocimiento
subjetivo que un individuo logra en su especialidad podría ser incluso, el origen de las aportaciones que
permiten avanzar el conocimiento, siempre que merezcan ser incorporadas algún día al conocimiento
compartido. Y eso explica que hablemos de una relación dialéctica entre ambos conceptos: sin
asumir previamente el conocimiento compartido (objetivo) no puedo desarrollar una visión más
personal (subjetiva), que podría algún día enriquecer el conocimiento compartido.

Podríamos representar la relación entre el conocimiento objetivo y el subjetivo, con este sencillo
esquema:

Conocimiento personal (subjetivo)

Conocimiento compartido (objetivo)

Posiblemente sea en las ciencias –tanto naturales como humanas- donde más claramente se constate la
relación dialéctica entre ambos conceptos, ya que todo especialista inicia sus pasos haciendo suyo el
conocimiento compartido y establecido, y, con la investigación y el oficio adquirido tras mucho tiempo,
tal vez adquirir una visión más personal –subjetiva- que merezca mejorar el conocimiento compartido. A
pesar de todo, no se debe caer en la ingenuidad: son pocos los afortunados que hacen verdaderas
aportaciones valiosas al área a la que se dedican.

También en cuestiones éticas podríamos encontrar situaciones que reflejen esta distinción. En un caso
dado, podría discutirse si la eutanasia pasiva –o incluso la activa- son éticamente aceptables. Sin duda, la
situación nos llevaría a debatir los hechos objetivos sobre el estado y esperanzas del paciente, pero
también el conocimiento compartido de lo que significan ambos conceptos y hasta qué punto son
aplicables a un caso concreto. Esto permitiría establecer una relación entre los valores éticos compartidos
y el caso más particular y personal ante el que nos encontremos. No cabe duda de que en situaciones así,
nos parece mucho más importante el conocimiento personal del caso, que todo el conocimiento ético
compartido, ya que aun siendo el primero más bien subjetivo, nos afecta mucho más personalmente.

2. El papel de los paradigmas

Tal y como hemos visto en relación a los sistemas indígenas y la religiones, los mitos y ritos
transmiten al individuo un conocimiento compartido, necesario para integrarse socialmente. Pues bien,

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El conocimiento personal y el compartido

aunque de muy diferente forma, también en el mundo de las ciencias se adquieren puntos de vista
compartidos por la comunidad de especialistas.

La ciencia progresa y eso no lo puede negar nadie. Pero la forma en que lo hace, ha sufrido una
profunda revisión, hasta convertirse en un tema controvertido. Era una idea muy extendida que la filosofía
–y, en general, las ciencias humanas- no podían progresar porque proceden por transformación: unas
ideas sustituyen a otras, un nuevo sistema desplaza al anterior, cambiando el panorama del pensamiento,
pero no se avanza en absoluto, sino que se cambia. En cambio, las ciencias naturales –se pensaba- son
acumulativas: los nuevos conocimientos vienen a añadirse a los antiguos, como piedras de un gran
edificio que se está construyendo.

Pues bien, en 1962, un historiador de la ciencia norteamericano, publicó un libro que se haría famoso:
La estructura de las revoluciones científicas. El autor, Thomas S. Kuhn, afirma: “quizá la ciencia no se
desarrolla por medio de descubrimientos e intentos individuales”.

Según Kuhn, la historia de la ciencia demuestra que se llama ciencia a lo que la comunidad de
científicos considera verdadero y establecido. No es una actividad de “genios” aislados. Y para ingresar
en dicha comunidad, es preciso asimilar “un conjunto dado de creencias recibidas que profesa el grupo en
un momento determinado”, es decir, vocabulario, datos, problemas, procedimientos, modelos de
soluciones… Todo ese conjunto es lo que Kuhn llama un paradigma. La comunidad de científicos
trabaja a partir de ese paradigma, que conserva como si fuera el tesoro de la verdad; las realizaciones
científicas que están dentro del paradigma constituyen la “ciencia normal”, que además es la oficialmente
establecida, estudiada y enseñada. Pero las anomalías, es decir, imperfecciones o hechos que no encajan
en el paradigma y que éste no puede explicar, son rechazadas como cuestiones irrelevantes. Con el paso
del tiempo, dichas anomalías se hacen más visibles y aumenta su número, de forma que tarde o temprano
se produce una “crisis”, que pone en entredicho el paradigma, y se produce una revolución científica; la
comunidad tradicional de científicos, sin embargo, anclada en su visión de las cosas, rechaza toda nueva
teoría, y considera verdadera y suficiente la que estaba establecida. Sin embargo, el paso del tiempo hará
desaparecer a los defensores del paradigma, que será sustituido por un grupo diferente. Los nombres de
Copérnico, Newton, Lavoisier, Einstein, están asociados a esos momentos “revolucionarios”. La ciencia,
pues, no progresa constante, racional y acumulativamente, sino por medio de revoluciones. Aunque la
tesis de Kuhn ha sido criticada, en el sentido de que más que revolución hay “evolución”, sigue teniendo
vigencia e interés.

Comenta este texto:

A partir del momento en que una ciencia queda delimitada, ya se sabe qué es lo que se
espera de cada uno de los científicos: que profundicen en un “trocito” de ese espacio
acotado. Pero de vez en cuando, cada cierto tiempo, surge una figura que lleva la duda
dentro, y uno de esos investigadores a los que les han dicho “mirad aquí” se pregunta qué
hay más allá de donde mira. Es entonces, cuando se deja llevar por su curiosidad y por su
duda, por su afán de saber, y se arranca las orejeras que le han puesto, y se atreve a
mirar el vacío e iluminar el abismo con su candil, es precisamente entonces cuando queda
estigmatizado. A partir del momento en que se sale del cauce establecido, el investigador,
el científico, el estudioso, se convierte en una figura peligrosa, porque hace temblar los
cimientos de ese espacio acotado, tan necesario en el origen de toda ciencia, pero que con
el tiempo se ha convertido en un espacio estanco.
Ese hombre que duda, que es la esencia misma del investigador, se convierte a ojos de
sus colegas en un hereje. Un incierto futuro le espera. Tal vez, si tiene suerte, su salto
hacia el infinito funde una nueva disciplina, que con el tiempo volverá a estancarse. Tal
vez, más probablemente, será anatematizado y expulsado de la comunidad científica. Pero
existe también la posibilidad de que la duda que él ha desencadenado, se apodere de

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El conocimiento personal y el compartido

cuantos en principio le condenaron, y se produzca así una modificación en las fronteras


de la ciencia, aunque nunca una verdadera apertura, imposible en el ámbito del estudio
científico.

Ignacio Pajón, Fenomenología de la incertidumbre, p. 14

2.1. El metaanálisis
Se trata de un concepto que ha salvado más vidas de las que jamás llegarás a conocer personalmente.
Un metaanálisis es un procedimiento muy sencillo en ciertos aspectos: simplemente hay que recopilar los
resultados de todos los ensayos llevados a cabo sobre un tema determinado, introducirlos en una hoja de
cálculo de grandes dimensiones y realizar los cálculos que sean precisos con todos ellos, en vez de confiar
la valoración de los resultados de cada pequeño ensayo a nuestra intuición. Resulta especialmente útil
cuando ha habido muchos ensayos sobre un mismo tema y cada uno de ellos es demasiado reducido para
darnos una respuesta concluyente.

Así pues, si ha habido diez ensayos y controlados con placebo, por ejemplo, sobre si los síntomas del
asma mejoran o no con la homeopatía, y cada uno de ellos ha contado con unos cuarenta pacientes
participantes, es posible juntarlos todos en un único metaanálisis y disponer (en algunos aspectos) de un
ensayo de cuatrocientas personas con el que trabajar.

En algunos casos muy famosos –famosos, al menos, en el mundo de la medicina académica- los
metaanálisis han mostrado que tratamientos que hasta entonces se consideraban ineficaces son, en
realidad, bastante buenos, y que, como los ensayos que se habían llevado a cabo para probarlos habían
sido demasiado pequeños por separado como para detectar su beneficio real, nadie había sido capaz de
advertirlo.

La información puede ser por sí sola un salvavidas.


Una de las mayores innovaciones institucionales de los
últimos treinta años, ha sido, sin duda, la Cochrane
Collaboration, una organización internacional de
académicos sin ánimo de lucro que elabora y publica
revisiones sistemáticas de la bibliografía especializada
en investigación médica y sanitaria, incluidos
metaanálisis.

El logotipo de la Cochrane Collaboration representa


“diagrama de bosque” simplificado, es decir, una gráfico
de la dispersión de resultados tomado de un
metananálisis que hizo época en su momento y que
examinó un determinado tipo de actuación con las
madres embarazadas. Como es de suponer, los bebés de
partos prematuros tienen más probabilidades de sufrir complicaciones y morir. A unos médicos
neozelandeses, se les ocurrió que la administración de un breve y barato tratamiento con un esteroide en
concreto, podría ayudarles, y entre 1972 y 1981 se realizaron siete ensayos para poner a prueba esta idea.
Dos de ellos mostraron cierto efecto beneficioso de los esteroides, pero los otros cinco no detectaron
beneficio alguno, y debido a esto, la idea no prosperó.

Ocho años después, en 1989, se llevó a cabo un metaanálisis incorporando todos los resultados de
estos ensayos a una única base de datos. Si se fijan bien en el diagrama de bosque del logotipo, podrán
ver lo que sucedió. Cada línea horizontal representa un estudio: si la línea está desplazada a la izquierda,

J. Arturo Muñoz 15
El conocimiento personal y el compartido

significa que los esteroides fueron mejores que el placebo, y si lo está hacia la derecha, significa que los
esteroides funcionaron peor. Si la línea horizontal correspondiente a un estudio se toca con la gran línea
vertical central representativa del “efecto nulo”, entonces el ensayo en cuestión no mostró diferencias
claras en un sentido ni en el otro. Y, por último, cuanto más larga es la línea horizontal en cuestión, más
incierto fue el resultado del estudio.

De la observación del diagrama de bosque podemos deducir que hubo muchos estudios de un nivel de
certeza no muy concluyente, con largas líneas horizontales, la mayoría de los cuales se tocaba con la línea
vertical central de “efecto nulo”. Pero todas ellas están más o menos desplazadas hacia la izquierda, por lo
que parece sugerir que los esteroides podrían ser beneficiosos, aun cuando cada estudio por separado no
sea estadísticamente significativo.

La posición del rombo en la parte inferior del diagrama muestra cuál fue la respuesta extraída del
conjunto de todos los datos: existen, en realidad, pruebas muy sólidas de que los esteroides reducen el
riesgo (entre un 30 y un 50%) de que los bebés prematuros mueran a causa de complicaciones debidas a
un nacimiento precoz. No debemos perder nunca de vista el coste humano de estas cifras tan abstractas:
muchos bebés murieron durante una década porque se les privó de este tratamiento salvavidas. Y
murieron, a pesar de que existía ya suficiente información para saber qué los podía salvar. Lo que
pasaba era que nadie había sintetizado ni analizado sistemáticamente toda esa información en un
metaanálisis.

3. Conclusión.

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El conocimiento personal y el compartido

TEXTOS

Texto nº 1

La historia de la investigación parapsicológica contiene muchos ejemplos en los que el grado de fraude
deliberado o fallo metodológico es muy grande. Por otro lado, también ha habido otros esfuerzos de
investigación que han despertado dudas metodológicas mucho más sutiles y en los cuales, la cuestión de
la falta de honradez no ha aparecido explícitamente. Pero con independencia de lo que el resto de este
campo pueda ofrecer, los ejemplos históricos mostrados son importantes porque nos recuerdan lo que
debemos tener presente todo el tiempo: que ningún experimento aislado, o ninguna serie de experimentos
hechos en el mismo laboratorio, puede nunca constar como prueba definitiva. Para que la ciencia admita
que un fenómeno es auténtico, debe producirse de una forma fiable en laboratorios distintos. Quien afirme
que ha descubierto un fenómeno, debe describirlo con el detalle suficiente como para que otros
investigadores, siguiendo pasos parecidos, puedan reproducirlo. Esta necesidad de repetibilidad, se aplica
a todos los campos de la ciencia. Pero si fuera posible decir que se debe aplicar más en unos campos que
en otros, habría que aplicarlo más a un campo como la parapsicología, que ha estado plagado de una
cantidad poco frecuente de engaños.

Thomas Gilovich, “Convencidos, pero equivocados”, pp. 172-173

Texto nº 2

Cometer errores es clave para progresar. Desde luego, en ocasiones es verdaderamente importante no
cometer ningún error, como cualquier cirujano o piloto nos podrá confirmar. En cambio, no es tan
ampliamente reconocido que también en ocasiones cometer errores es la única forma de avanzar. Muchos
de los estudiantes que llegan a universidades muy competitivas se enorgullecen de no cometer errores:
después de todo, así es como han llegado más lejos que sus compañeros, o eso les han hecho creer. A
menudo me doy cuenta de que tengo que alentarlos a cultivar el hábito de cometer errores, que son las
mejores oportunidades de aprender.

El secreto para cometer buenos errores es no ocultarlos: sobre todo no ocultártelos a ti mismo. En
lugar de apartarte cuando cometes uno, deberías volverte conocedor de tus propios errores; darles vueltas
en la cabeza como si fueran obras de arte. La reacción fundamental a cualquier error debería ser: “¡Bueno,
pues no volveré a hacer eso!” Los animales que pueden aprender (aprender a no hacer ese ruido, tocar ese
cable, probar esa comida) tienen una fuerza selectiva en sus cerebros (Skinner y los conductistas lo
llamaron aprendizaje por refuerzo; esa respuesta no se refuerza y se extingue). Los seres humanos
llevamos el asunto a un nivel mucho más veloz y eficiente. De hecho, podemos reflexionar en lo que
acabamos de hacer. Y cuando reflexionamos, enfrentamos directamente el problema que toda persona que
comete errores debe solucionar: ¿qué es eso exactamente? ¿Qué de lo que acabo de hacer me metió en
tantos problemas? El secreto es aprovechar los detalles específicos del lío que has provocado, de modo
que tu siguiente intento tome en cuenta esa información.

Todos hemos oído frases un poco desesperadas del tipo: “Bueno, en ese momento no parecía tan mala
idea”. Dichos así pueden reflejar la reflexión arrepentida de un tonto, una señal de estupidez, pero lo
cierto es que deberían considerarse pilares de sabiduría. Cualquier ser que pueda decir “bueno, en ese
momento no parecía tan mala idea”, está en el umbral de la inteligencia. Los humanos nos
enorgullecemos de nuestra inteligencia, y uno de sus sellos distintivos es que podemos recordar nuestro
pensamiento previo y reflexionar sobre él: sobre cómo era, por qué al principio parecía tentador, y qué se
estropeó al final.

J. Arturo Muñoz 17
El conocimiento personal y el compartido

La reacción humana natural cuando se comete un error es avergonzarse y enojarse, y tienes que hacer
un esfuerzo por superar estas reacciones emocionales. Trata de adquirir la extraña práctica de saborear tus
errores, deleitarte en sacar a la luz los extraños azares que te han llevado por el mal camino. Me llena de
asombro cuántas personas realmente listas no entienden que pueden cometer grandes errores y salir
indemnes. Conozco a investigadores que se desviven por evitar reconocer que se han equivocado en algo.
Por lo visto, no se han dado cuenta de que la Tierra no se traga a la gente que dice “¡Uy! Tienes razón.”la
gente de espíritu generoso aprecia que le des la oportunidad de ayudar y que reconozcas que lo consigue;
la gente de espíritu mezquino disfruta de ponerte en evidencia. ¡Déjalos! De cualquier manera todos
salimos ganando.

Daniel Dennet, Bombas de intuición y otras herramientas de pensamiento, pp. 27-30.

Texto nº 3

Es difícil conseguir lo que Doug Hofstadter llama en inglés jootsing, por “jumping out of the system”,
que en español es literalmente “bajarse del sistema”, algo así como salirse de lo convencional. Es una
táctica importante, no sólo en ciencia y filosofía, sino en el arte. La creatividad, esa virtud que se busca
fervientemente pero rara vez se encuentra, a menudo es una transgresión, que hasta el momento nadie ha
imaginado, de las reglas del sistema del que surge. Puede ser el sistema de la armonía clásica en la
música, las reglas de la métrica y el ritmo en los sonetos, o los cánones del gusto en algún género
artístico. También puede ser la suposición y principios de alguna teoría o programa de investigación. Para
ser creativo no basta con tratar de encontrar algo original –cualquier puede hacer eso, pues puede
encontrarse originalidad en cualquier yuxtaposición aleatoria de cosas-, sino que hay que salirse de algún
sistema, un sistema que por buenas razones ha llegado a ser algo establecido. Cuando una tradición
artística alcanza el punto en el que literalmente “todo vale”, los que quieren ser creativos tienen un
problema: no hay reglas fijas contra las que rebelarse, no hay expectativas complacientes que hacer
añicos, nada que subvertir, ningún fondo sobre el cual crear algo que sea sorprendente pero significativo.
Ayuda conocer la tradición, si quieres subvertirla. Por eso a tan pocos diletantes o novatos se les ocurre
nada verdaderamente creativo.

Siéntate al piano y trata de inventar una buena melodía; muy pronto verás lo difícil que es. Puedes usar
todas las teclas, en cualquier combinación que elijas, pero mientras no encuentres algo en que apoyarte,
mientras no definas algún estilo, género o motivo que explotar un poco, o al cual aludir, antes de alterarlo,
no saldrá nada más que ruido. Y no cualquier transgresión funciona. Es aquí donde el arte comparte una
característica con la ciencia: cambiar las suposiciones de la ciencia y la filosofía actuales una por una es
como alterar nota por nota una melodía de Gershwin, en busca de un descendiente digno de ella. ¡Buena
suerte! Las mutaciones casi siempre son nocivas. Es más difícil que eso, pero a veces hay suerte.

Daniel Dennet, Bombas de intuición y otras herramientas de pensamiento, pp. 41-42

Texto nº 4

Cuando estamos demasiado cerca de algo, es difícil ver qué es. En los últimos años, he pasado menos
tiempo que antes interactuando con otros filósofos, y más tiempo interactuando con científicos y otras
clases de pensadores. Sigo siendo un filósofo (¡no importa lo que algunos filósofos digan!), y me
entusiasma la tarea de explicarles a los no filósofos por qué la filosofía es una actividad que vale la pena.
Para los que están completamente fuera de la filosofía, a menudo les parece el ejemplo exacto de la

J. Arturo Muñoz 18
El conocimiento personal y el compartido

inteligencia inútil. Hay algo que no ven (recuerda la ley de Sturgeon: el 90% por ciento de todo es una
basura; no ven el otro 10%). Al cabo de 50 años en el mundo de la filosofía, estoy familiarizado con ella;
ahora que paso tanto tiempo alejado de ella, también veo vívidamente su lado extraño. Algunos de mis
amigos y colegas científicos confiesan que no entienden por qué no abandono el barco y me uno a ellos.
La respuesta es que he conseguido, sentado a horcajadas en las fronteras, tener lo mejor de ambos
mundos. Al trabajar con científicos obtengo una rica dieta de datos científicos y problemáticos sobre los
que pensar, pero al seguir siendo un filósofo sin un laboratorio o una beca de investigación, consigo
pensar sobre las teorías y sobre los experimentos sin tener que lavar nunca los platos. Por citar una de mis
canciones favoritas de Gershwin, “es un lindo trabajo si puedes conseguirlo”.

Daniel Dennet, Bombas de intuición y otras herramientas de pensamiento, p. 189

Texto nº 5

En cuanto aparece el término “natural” en el etiquetado de un alimento, las cajas registradoras


empiezan a tintinear. No hay la menor controversia al respecto. Pero sí la hay, y mucha, sobre el
significado de “natural”, por la sencilla razón de que no existe una definición comúnmente aceptada. La
percepción más corriente es que son sustancias naturales aquellas que existen sin ninguna intervención
humana. Las rocas son claramente naturales. Otro tanto puede decirse de la hiedra venenosa. ¿Pero qué
hay de un tomate cultivado sin fertilizantes ni pesticidas? Ese tomate es el resultado de años de cruces y
no existiría sin la intervención del hombre. ¿Es “natural” entonces? La complejidad de ese problema se ve
realzada por la controversia que rodea a uno de los agentes saborizantes más populares del mundo, la
vainillina.

Los europeos supieron de la vainilla por primera vez a través del conquistador Hernán Cortés, que
había quedado cautivado por un brebaje que le sirvió, al parecer en una copa de oro, el emperador azteca
Moctezuma. El “chocolatl” estaba hecho con granos de cacao, especias y las vainas curadas y trituradas
de la planta de vainilla. Cristóbal Colón también era muy aficionado, y afirmó que el chocolatl era “una
bebida divina que aumenta la resistencia y combate la fatiga”. Llegó a afirmar que “una taza de este
precioso brebaje le permite a un hombre “caminar todo el día sin comer nada”.

La vainilla sigue siendo un puntal de muchos productos a base de chocolate, pero el saborizante puede
hallarse asimismo en una gran variedad de productos horneados, colas y por supuesto, helados. Y también
puede verse envuelto en un debate: ¿cuándo es natural la vainilla y cuándo no?

La vaina de vainilla contiene más de 200 compuestos de los que solo uno, la vainillina, contribuye a la
mayor parte del sabor. La vainillina tiene propiedades antimicrobianas, y la planta evolucionó para
producirla como protección contra invasores bacterianos. Pero el “extracto de vainilla natural” es un
proceso lento y costoso que requiere mucho tiempo y muchos pasos.

Aunque la vainilla se cultiva en el Caribe, en Tahití, Indonesia, Centroamérica y Madagascar, ni de


lejos hay suficiente para cubrir la demanda del mundo. Los químicos, sin embargo, han acudido al rescate
y han desarrollado varios ingeniosos métodos para sintetizar la vainillina. El eugenol que se halla en el
clavo, la nuez moscada o la canela, pueden convertirse en vainillina, al igual que el guayacol que se aísla
de la brea de pino. El método más económico produce vainillina a partir del fenol, un compuesto derivado
del petróleo. La lignina, de la madera procesada, es asimismo un material de partida viable para la síntesis
de la vainillina. El investigador japonés Mayu Yamamoto ha llegado incluso a producir vainillina a partir
de la lignina aislada de la bosta de vaca.

Dejemos clara una cosa. Las propiedades de la vainillina no dependen de su origen. No hay ninguna
diferencia entre la vainillina extraída de la vaina de vainilla y la elaborada a partir de la lignina de la bosta
de vaca o la sintetizada a partir de residuos de papel y celulosa. Por lo menos, no hay diferencia química.
Pero sí hay una diferencia de percepción. Hoy en día, los consumidores buscan ingredientes “naturales” y

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El conocimiento personal y el compartido

la inclusión del término “artificial” en una etiqueta perjudica las ventas. Pero los sabores extraídos de las
vainas de vainilla pueden costar hasta 4.000 dólares el kilo, más de cien veces lo que cuesta la vainillina
sintética, así que no resulta sorprendente que la vainilla “natural” extraída de las vainas, cubra menos del
1% de la demanda total de vainillina. Dado que no resulta viable un cultivo más extenso de la orquídea de
vainilla, la industria anda buscando formas alternativas de producirla que puedan ser etiquetadas como
“naturales”.

Joe Schwarcz, Monos, mitos y moléculas, pp. 83-85

Texto nº 6

La noción actual y científica de cultura no es meliorativa, sino valorativamente neutral. Cultura es toda
la información transmitida por aprendizaje social, y eso incluye ideas y costumbres de todo tipo. Tan
cultural es la música de Mozart como las tracas y petardos más ensordecedores, el teorema de Pitágoras
como la creencia de que el número 13 trae mala suerte. Lo cultural no tiene por qué ser bueno o deseable
en sentido alguno. Todo lo que se transmite por medios no genéticos es cultura, por malo o indeseable
que nos pueda parecer. Tanto la ciencia como la superstición son cultura, y también lo son la democracia
y la dictadura, el cosmopolitismo y el nacionalismo, la delicadeza del ballet clásico y el cutrerío de las
corridas de toros. El adjetivo “cultural” no es laudatorio, sino meramente descriptivo, y no implica juicio
de valor alguno. Los contenidos culturales pueden ser admirables o execrables. Por cultura nos llenamos
la cabeza de prejuicios, supersticiones y pseudoproblemas, nos ponemos cilicios, fumamos, nos
alcoholizamos, nos inyectamos heroína, contaminamos el aire que respiramos, torturamos, declaramos la
guerra y morimos por la patria. Aunque las corridas de toros son efectivamente un caso típico de tortura
como espectáculo, no por eso dejan de constituir una tradición cultural. De hecho, hay toda una
teratología cultural, todo un catálogo de monstruosidades de la cultura: deformaciones craneales,
mutilaciones corporales, escarificaciones de la piel y tatuajes, anillos incrustados, pies estrujados, zapatos
estrechos, cilicios, ablación de clítoris, adicción al opio o al tabaco, borracheras, prejuicios y
supersticiones de todo tipo, espectáculos crueles, afición a portar armas de fuego, guerras, guerrillas y
terrorismos diversos.

Jesús Mosterín, El triunfo de la compasión, p. 196.

Texto nº 7

“Un Estado que convierte todo en una mentira no debe entrar en nuestra casa. Al menos en el seno de
mi familia no quiero estar sometido a la tan extendida costumbre de mentir”. Eso sonaba, naturalmente,
algo grandilocuente. En realidad, sólo quería mantenernos a nosotros al margen de la hipocresía
establecida por decreto.

Respiró profundamente, como si se hubiera liberado de un gran peso, y dio un par de paseos entre la
ventana y la mesa. Con ello, continuó diciendo, nos convertía en adultos. Ello conllevaba la obligación de
ser extremadamente cautos. Los labios finos, apretados, eran el símbolo de ese Estado: “¡Pensad siempre
en ello!” Nada de lo que habláramos entre nosotros relacionado con la política debía compartirse con
nadie más. Cualquiera con el que intercambiáramos un par de palabras podría ser un nazi, un traidor o
sencillamente un imprudente. En una dictadura, la desconfianza no sólo era una obligación, sino casi una
virtud.

E igualmente importante era, prosiguió, no sufrir nunca por el aislamiento que va unido de manera
inevitable a la oposición a la opinión de la calle. Para ello quería citarnos una frase en latín que no
deberíamos olvidar nunca; lo mejor sería escribirla, luego fijarla a fuego en nuestra memoria, y después
tirar el papel escrito. A él la frase le había servido de ayuda en varias ocasiones y le había evitado tomar

J. Arturo Muñoz 20
El conocimiento personal y el compartido

alguna que otra decisión errónea. Y casi nunca se había equivocado cuando había seguido exclusivamente
su propio juicio. Nos dio un papel a cada uno y nos dictó: “Etiam si omnes, ego non!”. Era de Mateo, nos
explicó, de la escena del Monte de los Olivos. Cuando vio lo que yo había escrito, se echó a reír. Ponía, si
mal no recuerdo, algo así como: “Essi omnis, ergono”. Mi padre me pasó la mano por la cabeza y dijo,
consolándome. “¡No te preocupes!¡Ya lo aprenderás!”. Mi hermano, que ya iba al instituto, había escrito
la frase correctamente.

Joachim Fest, Yo no, pp. 62-63.

Texto nº 8

El hombre incierto, al que en este momento aún habría que llamar más bien “inseguro” o “dubitativo”,
comienza a hacerse cuestión de todas las cosas que para los demás son lo que se da por supuesto. El
asombro ante las cosas más insignificantes y ante las más comunes, le lleva a plantearse preguntas que
difícilmente podrá responder. Tal vez debido a la dificultad de las preguntas que ahora comienzan a
plantearse, o a la necesidad de encontrar una respuesta satisfactoria, las explicaciones que surgen son de
una gran variedad, y también abundantes en número. La mitología, la teología, la cosmología, la magia,
las leyendas, la filosofía y la historia son algunos intentos de la humanidad de responder a las preguntas
de quien duda.

En cada uno de los diferentes círculos que se forman en el seno de la sociedad, hay una interpretación
del mundo y del hombre, que prevalece sobre las demás. De este modo se forman las civilizaciones, que
adoptan una determinada religión, unas tradiciones, un folclore, una forma propia de vivir y de pensar
consecuente con su interpretación del mundo, es decir, una cultura.

Cada cultura caracteriza a sus miembros desde la cuna, los unifica y los distingue de los demás. Por
ello es convertida en dogma y en tradición, para mantener de este modo la identidad de cada uno de los
núcleos de la gran masa humana. Con el tiempo, su característica de explicación del mundo y de la vida
se diluye, y llega a identificarse con la naturaleza misma del mundo. La religión propia es la Verdad
Revelada. Las costumbres son el modo correcto de actuar. Las leyendas son la historia verdadera. La
propia cosmovisión es la forma en que el mundo está estructurado. La necesidad de una explicación
estable, e incluso inmutable, que tiene la gran mayoría de los hombres, los indiferentes, queda sí cubierta.
Arrastrados por los anteriores, los curiosos se limitan a la colección de casos particulares para insertarlos
en la estructura previamente asumida. Hasta que alguno de estos coleccionistas es asaltado por la duda.
Algún elemento ejerce de detonante, tal vez un caso particular que no encaja, o una explicación más
sencilla de algún fenómeno, que desencadena toda una reacción de duda de lo que se daba por asumido,
acompañada por una explicación alternativa: aparece la “hipótesis científica”.

Ignacio Pajón, Fenomenología de la incertidumbre, pp. 20-21.

Texto nº 9

Hoy en día, las pruebas genéticas se utilizan principalmente en tres situaciones: en


criminalística, para el análisis de vestigios biológicos de interés criminal; en procesos de filiación,
paternidad y maternidad, y en identificación de cadáveres y/o restos cadavéricos.

Además, según lo establecido por la Ley Orgánica 10/2007, tenemos una base de datos de
identificadores de ADN en la que se recogen los perfiles genéticos de las muestras relacionadas con

J. Arturo Muñoz 21
El conocimiento personal y el compartido

delitos. En España, los laboratorios policiales de análisis de ADN están descentralizados, existiendo en
ciudades como Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla y Granada, entre otras. Además, en virtud de lo
firmado en el Tratado de Prüm (Schengen III), nuestro país se compromete a poner a disposición de los
países firmantes del mismo -en aquel momento, sólo Austria, Alemania, Bélgica, España, Francia,
Holanda y Luxemburgo-, los perfiles genéticos procedentes de estudios realizados en nuestro país,
pudiendo, de igual manera, tener acceso a las bases de datos de aquellos países. Por tanto, existe una base
de datos genética en el ámbito europeo. En Estados Unidos, el equivalente sería el CODIS, que recoge los
perfiles genéticos tomados en ese país. Aunque hay una diferencia fundamental. En Estados Unidos, la
base de datos CODIS está estandarizada en función de trece marcadores, mientras que en Europa se
valoran nueve marcadores más la amelogenina, un gen cuya copia en el cromosoma X es seis nucleótidos
más corta que en el cromosoma Y, lo que permite identificar con el mismo análisis el sexo de la muestra.
Sólo siete de estos marcadores coinciden entre Europa y Estados Unidos.

J.M. Mulet, La ciencia en la sombra, p.143.

Texto nº 10

Desde hace dos o tres décadas, las colaboraciones entre astrónomos profesionales y aficionados se han
multiplicado. El astrónomo Joe Patterson (de la Universidad de Columbia) ha mantenido desde 1991 una
fecunda relación de cooperación científica con un grupo de unos 30 aficionados serios de todo el mundo,
que han contribuido eficazmente al estudio de los sistemas binarios de variables cataclísmicas, en los que
una enana blanca, más pequeña y densa, atrae hidrógeno y otros materiales de su compañera cercana, más
grande y menos densa. La materia así atraída va cayendo hacia la enana blanca siguiendo una trayectoria
espiral que forma un disco de acreción elíptico. Estos sistemas pueden servir de modelo para entender la
formación de sistemas solares o los procesos que tienen lugar en el centro de muchas galaxias, donde un
agujero negro atrae grandes cantidades de materia circundante. Estudiar el funcionamiento de las
variables cataclísmicas requiere reconstruir sus trayectorias en el tiempo a base de muchos registros
espectroscópicos, que indican los cambios en su velocidad radial respecto a nosotros. Coleccionar tales
datos de múltiples sistemas binarios variables, requeriría mucho más tiempo de observación del que
ningún astrónomo recibe en los grandes observatorios, donde la competición entre el escaso tiempo
disponible es enorme. Joe Patterson ha solucionado el problema sugiriendo a diversos astrónomos
aficionados que observen los sistemas que él les indica, y analizando luego sus resultados. Así los
aficionados, que disponen de equipos pequeños pero sofisticados, pueden registrar cientos de datos cada
noche, y unir sus nombres al de Patterson en los artículos que este escribe con sus datos. Otros grupos de
aficionados a la astronomía, colaboran ahora con profesionales coordinados a través de Internet.

La enorme biodiversidad y complejidad de la biosfera supera con mucho las posibilidades de estudio
de campo de los profesionales y el tiempo que pueden dedicar a la observación y la recolección de datos
sobre los ecosistemas, los animales y las plantas. Aquí resulta imprescindible la contribución de cientos
de miles de naturalistas aficionados, voluntarios y entusiastas, que en muchos países hacen censos de
aves, las anillan y registran el ritmo de sus migraciones; que observan y toman nota del desove de las
tortugas, que determinan la distribución espacial de las diversas especies de plantas y que documentan y
fotografían todo tipo de especímenes y fenómenos que, sin ellos, habrían permanecido desconocidos. Hay
miles de casos. Por ejemplo, en junio de 2013, la sociedad ornitológica SEO/Birdlife presentó el primer
Atlas de las aves en invierno en España, que recoge los datos inéditos recogidos por 2600 voluntarios que
han pateado incansablemente durante tres años las costas, campos, bosques, montes y ciudades de
España, identificando a cuanta ave individual han encontrado y anotando con precisión su localización,
fecha y características. También ellos forman parte esencial de la empresa científica.

Jesús Mosterín, "Racionalidad, ciencia y filosofía", pp. 225-6.

J. Arturo Muñoz 22
El conocimiento personal y el compartido

Texto nº 11

Racionalidad teórica individual

La racionalidad teórica no es una facultad más o menos misteriosa que unos tendrían y otros no. La
racionalidad teórica es un método a la disposición de todos. Este método tiene por misión maximizar la
claridad, precisión y veracidad de nuestras creencias, tanto de nuestras creencias generales acerca del
mundo (cosmovisión) como de nuestras creencias particulares acerca de ámbitos concretos y limitados
por los que de algún modo nos interesamos.

Si cada uno de nosotros tuviese que construir su propia imagen del mundo desde el principio y a partir
de cero, no llegaríamos muy lejos. La elaboración de esa imagen del mundo es tarea ardua y de largo
alcance, obra de muchas generaciones más que de individuos aislados. Y, en efecto, en la mayoría de los
grupos existen religiones, mitos, leyendas y doctrinas que, transmitidas de generación en generación, han
saciado el hambre de cosmovisión de los humanos a lo largo de la historia. El problema estriba en que ese
tipo de cosmovisiones son poco fiables, y ofrecen escasas garantías desde el punto de vista de su
precisión y veracidad.

Afortunadamente para nosotros, vivimos en una época en la que existe la ciencia, fenómeno raro y
reciente en la larga historia del desarrollo cultural de la humanidad. En nuestro sistema sociocultural,
funcionan desde hace tiempo comunidades numerosas y relativamente autónomas de especialistas
competentes, dedicados profesionalmente al desarrollo, aplicación, transmisión y crítica de teorías
científicas sobre áreas determinadas de la realidad, de acuerdo a normas y reglas implícitas y explícitas
que tienden precisamente, y entre otras cosas, a maximizar a la larga la claridad, precisión, alcance y
veracidad de nuestras ideas sobre el mundo. En estas comunidades científicas, juega un papel importante
la racionalidad teórica colectiva.

Respecto a un dominio determinado de la realidad, para el hombre de la calle, e incluso para el


científico dedicado a otros menesteres e ignorante de ese dominio, lo más racional –lo más eficaz desde el
punto de vista de la maximización de la veracidad de sus propias creencias- consistirá en enterarse de las
conclusiones a las que ha llegado la comunidad científica correspondiente sobre ese campo, y aceptarlas.
Intentos quijotescos de desarrollar ideas propias, es probable que sólo nos lleven a la pérdida de tiempo o
incluso a conclusiones falsas y desfasadas sobre el tema en cuestión. Así, pues, respecto a los astros,
consistirá en que nos creamos lo que nos dicen los astrónomos; respecto a las bacterias, lo que nos dicen
los microbiólogos, y respecto a los antiguos sumerios, lo que nos dicen los arqueólogos. Si la comunidad
científica pertinente anda a la greña respecto a un punto concreto que nos interesa, lo racional será que
nos abstengamos de opinar, hasta que la comunidad científica alcance algún consenso al respecto. En
cualquier caso, si tanto nos interesa el asunto, podemos profundizar en las razones de los unos y los otros
a fin de formarnos nuestro propio juicio, pero eso resulta difícil, dado el nivel técnico inevitable de todas
las especialidades científicas; claro que podemos hacerlo a pesar de todo, pero entonces ya habremos
dejado de ser el hombre o mujer de la calle de que estábamos hablando, para convertirnos en expertos
incipientes. Al profundizar en un tema ajeno a su profesión, el experto aficionado paga el precio del
esfuerzo requerido, pero recibe la compensación de un inédito gozo personal.

Creernos lo que nos dice la ciencia bien asentada, es un punto fundamental de la racionalidad teórica.
Pero la ciencia no nos dice todo lo que nos interesa y es relevante para nosotros. Otras muchas de nuestras
creencias, tendremos que formárnoslas nosotros mismos, combinando resultados científicos y
observaciones personales directas, testimonios fiables y deducciones propias, cuidando siempre de que el
sistema total de nuestras creencias sea consistente, abierto y sometido a constante revisión, en función de
experiencias propias recientes, de nuevas noticias o de cambios en las opiniones científicas vigentes.

Jesús Mosterín, Lo mejor posible, pp. 50-1.

J. Arturo Muñoz 23
El conocimiento personal y el compartido

Texto nº 12

La ciencia actual es universal. La misma ciencia se enseña y practica en las universidades y centros de
investigación del mundo. Se trata de un hecho cultural inédito en la historia de la cultura humana anterior.
La universalidad de la racionalidad científica se opone a la parroquialidad de las culturas étnicas,
nacionales, tradicionales o dogmáticas. En especial, no hay que confundir la tradición cristiana occidental,
tan tribal y cerrada como cualquier otra, con la ciencia actual, que no tiene nada de occidental ni de
cristiana. De hecho, científicos de todos los países y razas contribuyen a ella.

A veces se contrapone el Oriente al Occidente, y por Oriente se entiende la India, China y Japón. Pero
las contribuciones de estos países a la ciencia actual son bien visibles. Limitándonos al campo de la física,
recordemos que las partículas elementales se dividen en dos clases fundamentales: los bosones (de espín
entero, como los fotones) y los fermiones (de espín fraccionario, como los electrones). Los bosones se
llaman así en honor del físico indio Satyendra Bose (1894-1974). El mayor triunfo de la física de
partículas, ha sido la unificación del tratamiento teórico de las fuerzas electromagnética y nuclear débil,
obra del paquistaní Abdus Salam (1929-1996) y de los estadounidenses Weinberg y Glashow, y a su vez
basada (como todas las teorías cuánticas de campos) en el esquema de teoría gauge no abeliana, del chino
Chenning Yang y de Robert Mills. Chenning Yang y el también chino Tsung-dao Lee recibieron el
premio Nobel de Física en 1957 por su predicción de la violación de la conservación de la paridad en la
desintegración beta. El límite de masa de una estrella más allá del cual no puede permanecer como enana
blanca, sino que tiene que colapsar como estrella de neutrones o agujero negro, se llama hoy el límite de
Chandrasekhar, en honor del astrofísico indio Subrahmanyan Chandrasekhar (1910-1995), su descubridor
y ganador del Nobel de Física en 1983. Las contribuciones de los científicos asiáticos no se limitan a la
física o la química. Abarcan desde la abstracta teoría de números, impulsada por el indio Ramanujan,
hasta la primatología de los chimpancés, en la que han tenido decisiva participación japoneses como
Toshisada Nishida. Incluso en la informática, la principal escuela de programadores del mundo se
encuentra en Bangalore (India), desde donde son exportados a Estados Unidos y Europa. Obviamente, los
orientales contribuyen junto con los occidentales a la ciencia actual, que no es oriental, ni occidental, sino
realmente universal.

Jesús Mosterín, Lo mejor posible, pp. 156-7.

J. Arturo Muñoz 24

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