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Por su parte, los artículos 87 y 117 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
establecen:
(Omissis)
A la luz del artículo 168, numeral 2, de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo en
concordancia con el artículo 313 ordinal 2°, del Código de Procedimiento Civil, denuncia
“el vicio de falta de aplicación”.
De la lectura de la denuncia que nos ocupa, se puede constatar que la parte actora
recurrente fundamentó la misma en el numeral 2, del artículo 168, de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, y señaló una serie de normas previstas en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el Código de Procedimiento Civil y la Ley
Orgánica del Trabajo, a su juicio infringidas, más no indicó de forma concreta y
pormenorizada las razones o fundamentos que apoyan la delación, a fin
de determinar de forma precisa dónde se encuentra el vicio y cómo éste afectó al
punto de poder esta Sala controlar la legalidad del fallo, lo que constituye falta de técnica
en la formalización, la cual en efecto, es necesaria para garantizar que no se desnaturalice
el carácter extraordinario de este medio de impugnación -y no de gravamen-, que tiene
el recurso de casación, de allí que se exige al recurrente como carga procesal que cumpla
un mínimo de requisitos para considerar formalizado el recurso de casación, y sólo en
casos muy excepcionales, en aplicación de normas de rango constitucional, podrá la Sala
entrar a conocer y decidir un recurso deficiente, por privar razones de justicia
cuidadosamente ponderadas por ésta (al respecto, véase sentencia de la Sala de Casación
Social Nº 1.141 del 7 de octubre de 2004, caso: Tomás Revai y otra).
Ahora bien, siendo que en el caso de autos, el recurrente incumplió con la debida
formalización, carga procesal que no puede ser suplida por esta Sala, por las razones
antes expuestas, se desestima el estudio de la denuncia. Así se decide.
-III-
Con fundamento en el artículo 168, numeral 2, de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, denuncia la infracción de los artículos 159 eiusdem y 509 y 510 del Código de
Procedimiento Civil.
Afirma que los jueces de instancia tienen el deber de analizar todas y cada una de
los medios de prueba promovidos e incorporados al proceso a fin de dar cumplimiento
al principio de exhaustividad del fallo. Destaca que de haberse pronunciado el juez de
alzada, sobre las pruebas promovidas “lógicamente debería haber traído como
consecuencia inequívoca declarar con lugar la demanda”.
En tal sentido, señala que las pruebas silenciadas por el juez de alzada fueron: 1) la
carta de renuncia, que cursa al folio 64 de la primera pieza del expediente, de cuyo
contenido se desprende que la actora prestó servicios desde el 1° de agosto de 2001 al 30
de abril de 2011; 2) dictamen pericial (prueba de cotejo) que cursa agregado a los folios
52 al 55 del cuaderno separado, demostrativo de que la “carta de trabajo” fue suscrita
por el Gerente de Recursos Humanos de la demanda y 3) el documento indubitado para
el cotejo, contentivo de la declaración de su conferente, mediante el que reconoce como
cierta el contenido y la firma de la “carta de trabajo” promovida. Finalmente, arguye
que de no haber incurrido el “a quo” en el error procesal de desnaturalizar las pruebas
mencionadas, habría “decidido a su favor”.
CAPÍTULO II
DEFECTO DE ACTIVIDAD
-Única-
Bajo el amparo del artículo 168, numeral 3, de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, denuncia el vicio de falso supuesto.
Arguye que el juez de alzada desestimó el carácter laboral del vínculo, con
fundamento en que su representada prestó sus servicios desde el año 2006 para la
sociedad mercantil Desarrollos Urbanos La Ceiba, C.A., defensa argüida por la
demandada, y asumida por el juez de alzada sin respaldo probatorio. Destaca que del
cúmulo de medios de pruebas promovido por ambas partes, quedó evidenciado que fue
designada como Directora Principal del Banco Guayana C.A., en fecha 28 de diciembre
de 2001, por lo que el juez de alzada debió anular el fallo de primer grado de jurisdicción,
como en efecto hizo, empero, declarar con lugar la demanda.
Por su parte, el fallo objeto del recurso de casación, asentó en su motiva lo que de
seguidas se transcribe:
(…) la demandante siempre ejerció un cargo de alto nivel; se precisa, era parte
del cuerpo colegiado (JUNTA DIRECTIVA), la máxima autoridad de la
organización en su carácter de DIRECTOR PRINCIPAL, cuya remuneración
era de carácter estatutaria en igualdad de condiciones que los demás
DIRECTORES PRINCIPALES o integrantes de la JUNTA DIRECTIVA, se
significa con ello que, de acuerdo al ARTÍCULO 39 estatutario: “El porcentaje
que sobre las utilidades líquidas del Banco se destinarán para remunerar
estatutariamente a los miembros de la Junta Directiva, será del cinco por ciento
(5%) de las utilidades liquidas de cada semestre”, lo que se traduce claramente
en que lo devengado por la actora como remuneración se aleja totalmente de
lo que constituye al salario percibido aun por el trabajador de más alto rango
en la escala jerárquica, en razón de las cuantiosas sumas a ser repartidas entre
los DIRECTORES PRINCIPALES, observándose claramente que, siempre
fungió en todo caso como suprema autoridad del personal subordinado de la
demandada.
(Omissis)
(…), la parte actora durante todo el período que prestó sus servicios para la
demandada como DIRECTORA PRINCIPAL DE LA JUNTA
DIRECTIVA, ejerció también de manera simultánea o paralela la
representación legal de la sociedad mercantil DESARROLLOS LA
CEIBA, C.A., y a partir del 01 de marzo de 2006 fue designada con el cargo
de DIRECTORA ADMINISTRADORA; se precisa que, conforme a dicha
acta, la actora venía ejerciendo la representación legal de la mencionada
empresa desde el 04 de mayo de 1998, mediante documento poder
debidamente protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro Público
del Municipio Heres del Estado Bolívar, ..., bajo el Nº 11, Folios del 31 al 37,
Protocolo Tercero, Tomo Primero, Segundo Trimestre del año 1998, lo cual,
a todas luces contradice lo alegado por la parte actora respecto a que
prestó sus servicios para la demandada de forma exclusiva para ella.
De la lectura detenida y exhaustiva del fallo recurrido, aprecia la Sala que el juez
de alzada, declaró desvirtuada la presunción de laboralidad que amparaba a la ciudadana
Omaira Uncein, con fundamento en que la actora prestó sus servicios para la demandada
como Directora Principal de la Junta Directiva, y que a su vez de manera simultánea o
paralela ejerció la representación legal de la sociedad mercantil Desarrollos La Ceiba,
C.A., cuya representación legal detentaba desde el 4 de mayo de 1998, sociedad
mercantil, en la que a partir del 1° de marzo de 2006, fue designada con el cargo de
Directora Administradora, tal como se desprende de la prueba de exhibición del Acta de
Asamblea General Extraordinaria de Accionistas de la sociedad mercantil Desarrollos
Urbanos La Ceiba C. A., promovida por la parte demandada.
Bajo este hilo argumental, concluyó la sentencia que la labor desplegada por la parte
actora era a favor de sus propios intereses al momento de desempeñarse en el alto cargo
para el cual fue designada dentro de la Junta Directiva de la demandada, así como en la
sociedad mercantil Desarrollos Urbanos La Ceiba, C.A., funciones reguladas por los
estatutos sociales de las demandadas y por las juntas directivas de las que formaba parte,
lo cual dista de la figura del trabajador prevista en el artículo 39 de la Ley Orgánica del
Trabajo (1997) aplicable ratione temporis, pues su prestación de servicios no nació del
contrato de trabajo, sino de la designación directa de miembro principal de la Junta
Directiva, por la cual recibía como contraprestación una dieta equivalente al cinco por
ciento (5%) de las utilidades líquidas del banco.
Asimismo, advierte esta Sala que a pesar de que en la parte in fine de la motiva, se
observa que el juez superior de forma aislada, hace mención del término “grupo
económico”, no se aprecia que establezca categóricamente que está conformado por las
dos empresas a las que la actora prestó sus servicios, por tanto, a juicio de esta Sala, el
fallo no está incurso en vicio de falso supuesto, máxime cuando de la extensa motivación
reseñada supra se desprenden las razones por las cuales fue desvirtuada la presunción de
laboralidad, concretamente, la autonomía e independencia en el ejercicio de las
actividades, al desempeñar la actora de forma coetánea cargos administrativos para dos
empresas distintas, la no subordinación en las actividades, la dieta percibida como
contraprestación, etc., aspectos demostrados por la empresa demandada.
Con base en las precedentes consideraciones, se declara sin lugar la denuncia. Así
se decide.
DECISIÓN
La Presidenta de la Sala,
_________________________________
MARJORIE CALDERÓN GUERRERO
En el caso sub examine, lo delatado por esta representación judicial es la modalidad de error in
iudicando, por falta de aplicación de una norma que está vigente, toda vez que el sentenciador de
Alzada estableció que no existía una contingencia que determinara la existencia de un daño en
contra de nuestros mandantes, a pesar de que la violación del derecho al acceso a la seguridad
social, aunado a los descuentos mensuales que el patrono realizaba son, per se, un daño derivado
de la conducta dolosa de accionada, que le impide a nuestros representados obtener la pensión de
vejez, a pesar de tener acreditado el pago de las cotizaciones que exige la ley y haber alcanzado la
edad que determina la mencionada ley.
Para decidir, la Sala aprecia lo siguiente:
Denuncia el formalizante que en la sentencia recurrida se infringió por falta de aplicación el artículo
27 de la Ley del Seguro Social Obligatorio, en concordancia con los artículos 162 y 163 del
Reglamento de la Ley del Seguro Social Obligatorio, en virtud de que el ad quem, declaró la
improcedencia del daño moral alegando la inexistencia de la contingencia que determinara un daño
en contra de los demandantes, a pesar de haber establecido la existencia del daño ocasionado a los
demandantes por la omisión en la inscripción oportuna de los trabajadores en el Instituto Venezolano
de los Seguros Sociales, y haber quedado probado, que ambos ya tenían la edad y el número de
cotizaciones para hacerse acreedores de la pensión de vejez, por cuanto el patrono les efectuaba los
descuentos mensuales como -a su decir- quedó demostrado de los recibos de pago; que todos los
meses el patrono les efectuaban las deducciones por el aporte que se debía realizar al mencionado
organismo; que ellos no pueden acceder al sistema de seguridad social, ocasionándoles un daño
derivado de su conducta dolosa, al impedirles obtener la pensión de vejez, a la que tienen derecho
de acuerdo a los requisitos previstos en la referida Ley.
Ha sido criterio reiterado de esta Sala, que el vicio de falta de aplicación de una norma, tiene lugar
cuando el sentenciador niega el empleo de una disposición legal que esté vigente a una determinada
relación jurídica que está bajo su alcance.
Los artículos mencionados por la parte actora recurrente, al formalizar su denuncia, establecen lo
siguiente:
Artículo 27 de la Ley del Seguro Social Obligatorio:
Artículo 27. La asegurada o el asegurado, después de haber cumplido 60 años de edad si es varón
o 55 si es mujer, tiene derecho a una pensión de vejez siempre que tenga acreditadas un mínimo de
750 semanas cotizadas.
Artículos 162 y 163 del Reglamento de la Ley del Seguro Social Obligatorio:
Artículo 162. La pensión de vejez podrá concederse antes del cumplimiento de las edades señaladas
en el artículo 27 de la Ley del Seguro Social, cuando el asegurado realice actividades en medios
insalubres o capaces de producir vejez prematura, circunstancias éstas que deberán ser comprobadas
por el Instituto. A los efectos establecidos en este artículo, mediante reglamentación especial dictada
por el Instituto y aprobada por el Ministerio del Trabajo, la edad límite podrá ser rebajada hasta en
un (1) año por cada cuatro (4) trabajados en las condiciones antes dichas. Tal reducción no podrá
exceder de cinco (5) años.
Artículo 163. El beneficiario de una pensión de vejez que tenga setecientas cincuenta (750)
cotizaciones efectivas pagadas y continuare cotizando tendrá derecho a que se reajuste su pensión
de acuerdo con lo dispuesto en el aparte b, del artículo 16 de la Ley del Seguro Social cada vez
que haya satisfecho cincuenta (50) nuevas cotizaciones efectivamente pagadas.
Del contenido de las normas supra citadas, se desprende el derecho a una pensión de vejez que
tiene el asegurado, después de haber cumplido 60 años de edad o la asegurada después de los 55
años de edad, siempre que tengan acreditadas un mínimo de 750 semanas cotizadas.
Así pues, se verifica que en los preceptos jurídicos antes transcritos, se establece: en primer lugar,
que la pensión de vejez podrá concederse antes del cumplimiento de dichas edades, cuando el
asegurado realice actividades en medios insalubres o capaces de producir vejez prematura,
circunstancias éstas que deberán ser comprobadas por el Instituto Venezolano de los Seguros
Sociales, por lo que puede ser rebajada la edad límite hasta un (1) año por cada cuatro (4)
trabajados, respecto a las condiciones en que se encuentra antes descrita, sin exceder de cinco (5)
años; y en segundo lugar, que el beneficiario de una pensión de vejez que tenga setecientas
cincuenta (750) cotizaciones efectivas pagadas y continuare cotizando tendrá derecho a que se
reajuste su pensión, cada vez que haya satisfecho cincuenta (50) nuevas cotizaciones
efectivamente pagadas.
A continuación, la Sala pasa a transcribir lo señalado por el sentenciador de la recurrida:
La apelación de la parte actora se refiere a la improcedencia del daño moral demandado por la
inscripción tardía en el año 2014 de ORLANDO SUAREZ (sic) y la no inscripción de JOSE (sic)
FILIPPI en el IVSS, sobre lo cual se observa:
La recurrida estableció que el ciudadano ORLANDO SUAREZ (sic) fue inscrito en el IVSS en el
año 2014 y el ciudadano JOSE (sic) FILIPPI no fue inscrito en el IVSS, lo cual esta (sic) firme;
negó la procedencia del daño moral por considerar que no demostró el daño.
Según la sentencia Nº 232 dictada por la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia
el 3 de marzo de 2011 (Dulix Raquel Duque contra Fotoya, C. A.), la Ley del Seguro Social, en
sus artículos 87 y 102, reconoce a dicho ente la facultad de exigir como acreedor privilegiado el
pago de las cotizaciones atrasadas, nada obsta para que sea el propio trabajador quien exija el pago
de las cotizaciones adeudadas, puesto que es a él a quien benefician directamente las
contribuciones al sistema de seguridad social.
El pago de las cotizaciones a que se contrae el artículo 62 de la Ley del Seguro Social, es una
obligación mancomunada entre el patrono y el trabajador, derivada del hecho social trabajo que se
genera desde el primer día de trabajo de cada semana según el artículo 102 del Reglamento
General de la Ley del Seguro Social, con la finalidad de garantizar la protección de los
beneficiarios, frente a las posibles contingencias de salud y bienestar que se le puedan presentar.
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales es el acreedor de las cotizaciones, tiene cualidad
para ejercer las acciones de cobro, en tanto que gestiona un interés público, que se materializa
garantizando el correcto funcionamiento de la seguridad social; pero, es el trabajador, quien tiene
un interés particular y directo en el cumplimiento de la prestación por parte del patrono, porque
como asegurado, es quien puede sufrir las contingencias que constituyen el riesgo asumido por la
seguridad social como contraprestación de las cotizaciones y generalmente es el beneficiario de las
prestaciones derivadas de la materialización de tales riesgos (pensiones por incapacidad, por vejez,
etc.).
Si el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales tiene la cualidad de acreedor para exigir el pago
de las cotizaciones, en tanto gestor de un interés público, con más razón debe considerarse que el
trabajador, como titular de un interés particular y directo en el cumplimiento de la obligación,
tiene legitimación para demandar al patrono el pago de las contribuciones a la seguridad social, ya
que si bien, el resultado económico de la prestación no será recibido en el patrimonio del
trabajador porque el receptor del pago será el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, éste
evitará la frustración de su derecho de crédito frente a la Administración de la seguridad social, el
cual no es otro que la cobertura de los riesgos a los que está expuesto por el hecho social trabajo, y
en caso de materializarse alguna de las contingencias amparadas por la seguridad social, el
trabajador o beneficiario podrá obtener el cumplimiento de las prestaciones a cargo del ente
público correspondiente.
Así, el trabajador puede mediante una acción conservatoria según el artículo 1.278 del Código Civil,
ejercer los derechos y las acciones del deudor (Instituto Venezolano de los Seguros Sociales) y hacer
entrar en el patrimonio del ente público, las prestaciones debidas por un tercero (patrono) siempre
que el ejercicio de su propio derecho de crédito se vea perjudicado por la inacción del deudor, sin
que conste en este caso que el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales haya iniciado algún
procedimiento para exigir a la entidad de trabajo demandada el pago de las cotizaciones
correspondientes a los demandantes.
Se trata entonces de una legitimación procesal especial, con la finalidad de preservar el derecho a
la seguridad social, derivada de la especial configuración tripartita de la relación entre el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales, el trabajador (asegurado-beneficiario) y el patrono, en la que
surge a cargo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que tutela un interés público, un
derecho de crédito frente al patrono, respecto a las contribuciones a la seguridad social, y
asimismo, el trabajador es acreedor del referido ente público en tanto asegurado y eventual
beneficiario de la seguridad social, siendo característico de este derecho de crédito del trabajador,
que su ejercicio se vea menoscabado por el incumplimiento del patrono en la relación obligacional
que lo vincula con el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, el cual, siendo deudor del
servicio de seguridad social frente al trabajador, puede perjudicar los derechos de este último si no
ejerce las acciones correspondientes contra el patrono, lo que evidencia un interés jurídico por
parte del trabajador para proponer la demanda.
Según los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, el que con intención, por negligencia,
imprudencia o excediendo el ejercicio de su derecho los límites de la buena fe, cause un daño está
obligado a repararlo, obligación de reparación que se extiende a todo daño material o moral
causado por el hecho ilícito; es decir, se requiere que el daño se derive de una conducta culposa o
dolosa del agente, para lo cual es necesario que se pruebe la existencia del daño, la falta del agente
y la relación causal entre el daño ocasionado y la falta.
En este caso fue constatada la inobservancia, en vista de lo cual la recurrida condenó en el caso de
ORLANDO SUAREZ (sic) enterar las cotizaciones del IVSS desde 1997 hasta el 2013; y en el
caso de JOSE (sic) FILIPPI inscribirlos (sic) con efecto desde el 5 de marzo de 2001 y pagar las
cotizaciones, pero, no fue probada la relación de causalidad entre la falta y un daño concreto
causado, alguna contingencia que debió ser cubierta por el IVSS y no lo fue, de manera que es
improcedente condenar el daño moral.
De la anterior transcripción se evidencia, que el Juez Superior al analizar la apelación realizada
por la parte actora recurrente, señaló que en el presente caso fue constatada la inobservancia -falta
de inscripción de los actores en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales-, en vista de lo
cual el a quo en su sentencia condenó en cuanto al ciudadano ORLANDO SUÁREZ, enterar las
cotizaciones al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales desde el año 1997 hasta el año 2013;
y respecto al ciudadano JOSÉ FILIPPI, ordenó inscribirlo con efecto desde el 5 de marzo del año
2001 y pagar las debidas cotizaciones; pero, también indicó que resultaba improcedente el daño
moral reclamado, ya que no fue probada la relación de causalidad entre la falta y un daño concreto
causado, es decir, alguna contingencia que debió y no fue posible, ser cubierta por el citado
Instituto.
Ahora bien, el hecho ilícito como fuente de la obligación de indemnizar un daño injustamente
causado, está consagrado en el artículo 1.185 del Código Civil, el cual exige que el daño se derive
de una conducta culposa o dolosa del agente, o del exceso en el ejercicio de un derecho, siendo
necesario establecer la existencia del daño, la falta del agente y la relación causal entre el daño
ocasionado y la falta.
Así pues, es menester señalar, que en cuanto al vicio delatado por la parte actora recurrente, a
saber, la falta de aplicación de una disposición legal vigente y determinada para la resolución del
caso, los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil aplicados por el sentenciador de alzada, eran los
que en efecto debía aplicar como lo hizo para establecer la procedencia o no de lo peticionado por
daño moral.
Aún así, esta Sala considera oportuno señalar, que si bien es cierto que el ad quem no hizo alusión
al artículo 27 de la Ley del Seguro Social, sí tomó en cuenta su contenido de manera tácita, ya que
al considerar lo condenado por el juzgador de juicio, en cuanto al ciudadano ORLANDO
SUÁREZ de enterar las cotizaciones al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales desde el año
1997 hasta el año 2013 y respecto al ciudadano JOSÉ FILIPPI, de inscribirlo con efecto desde el 5
de marzo del año 2001 debiendo pagar las correspondientes cotizaciones, sí reconoció el derecho
de los accionantes a la pensión de vejez prevista para el asegurado, después de haber cumplido 60
años de edad o la asegurada después de los 55 años de edad, siempre que tengan acreditadas un
mínimo de 750 semanas cotizadas.
En consecuencia, se concluye que la decisión del sentenciador de alzada resulta ajustada a
derecho, ya que no incurrió en la infracción que se le imputa. Así se declara.
No obstante lo anterior, la Sala considera oportuno indicar a la demandada, que en lo sucesivo
evite incurrir en este tipo de omisiones, en razón que dicha actuación va en detrimento de los
trabajadores.
Visto todo lo anterior, resulta imperioso para esta Sala declarar sin lugar la primera denuncia. Así
se declara.
- II –
Con fundamento en el numeral 2 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo, en
concordancia con lo dispuesto en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil
y artículo 11 de la citada ley adjetiva laboral, se denuncia el error de interpretación de lo
establecido en los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil.
Al respecto arguyen los formalizantes:
De conformidad con lo establecido en el numeral 2 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, del ordinal 2 del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil 12; de lo establecido
en los artículos 1185 y 1196 del Código Civil en concordancia con el artículo 11 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, denunciamos el vicio de error in iudicando en su modalidad de
error de interpretación de una norma, produciendo el error en la interpretación de la consecuencia
jurídica de la norma vigente con efecto determinante en el dispositivo de la sentencia. Ya que
omitió e ignoro el análisis y motivación de importantes elementos probatorios que fueron
promovidos oportunamente.
El vicio por error en la interpretación acerca del contenido y alcance de una norma jurídica
vigente, se configura cuando el Juez, aun reconociendo la existencia y validez de una norma
jurídica, yerra en la determinación de su verdadero sentido y alcance, derivándose de la misma
consecuencias que no resultan de su contenido, tal es el caso de lo señalado en el artículo 1185 del
Código Civil, el cual establece que todo aquel que cause daño a otro está obligado a repararlo
Para que se configure el vicio por error en la interpretación de una norma jurídica, debe el
Juzgador indefectiblemente, haber aplicado al caso concreto a la norma denunciada como violada
por error en su interpretación acerca del contenido y alcance.
Establece la recurrida en el folio 164: "Según los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, el que
con intención, por negligencia, imprudencia o excediendo el ejercicio de su derecho los límites de
la buena fe, cause un daño está obligado a repararlo, obligación de reparación que se extiende a
todo daño material o moral causado por el hecho ilícito; es decir, se requiere que el daño se derive
de una conducta culposa o dolosa del agente, para lo cual es necesario que se pruebe la existencia
del daño, la falta del agente y la relación causal entre el daño ocasionado y la falta"(subrayado
nuestro)
Así las cosas, dejó establecido, la recurrida, que ambos actores tenían la edad requerida para ser
acreedores de la pensión de vejez y yerra al determinar en la motiva que no existe contingencia
que acaeciera el daño por la falta de inscripción oportuna en la Seguridad Social, siendo el daño,
justamente la consecuencia de la falta de inscripción, toda vez que no pueden acceder al
otorgamiento de dicha pensión de vejez, como lo establece la norma, siendo, precisamente ese el
daño que la sentencia determina inexistente.
Debiendo, en su defecto, determinar que la falta el agente fue la omisión dolosa en la inscripción
oportuna del Seguro Social, y es dolosa por cuanto, estuvo efectuando los descuento durante todos
los meses que duró la relación laboral; el daño es, precisamente la imposibilidad de acceso al
sistema de seguridad social, y esto abarca la atención médica, el acceso a medicinas de alto costo y
la pensión de vejez, una vez alcanzada la edad de 60 años, como en este caso quedó asentado. La
relación de causalidad viene de la no inscripción que tiene como consecuencia la lesión del
derecho a una vejez digna, con el pago de las pensiones de vejez. (Resaltado de origen).
Se aprecia de la transcripción antes señalada, que la parte actora recurrente con fundamento en el
numeral 2 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo, en concordancia con lo
dispuesto en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil y artículo 11 de la
ley adjetiva laboral, denuncia que en el fallo impugnado, se incurrió en error de interpretación de
los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil.
Al respecto, señalan los formalizantes, que la recurrida dejó establecido que los actores tenían la
edad requerida para ser acreedores de la pensión de vejez y yerra al determinar en su motivación,
que no existe contingencia que acaeciera el daño por la falta de inscripción oportuna en la
Seguridad Social; aún cuando –a su decir- el daño es justamente la consecuencia de la falta de
inscripción, toda vez que los demandantes no pueden acceder al otorgamiento de dicha pensión de
vejez.
En tal sentido, la parte actora recurrente aduce que lo delatado resulta determinante en el
dispositivo del fallo, ya que si el sentenciador de alzada no hubiese incurrido en error de
interpretación de las normas que se acusan, hubiere determinado que la relación de causalidad se
verifica, al apreciar la omisión dolosa de la inscripción de los demandantes en el Seguro Social (al
haber estado el patrono efectuando los descuentos durante todos los meses que duró la relación
laboral) y el daño, que es la imposibilidad de acceso al sistema de seguridad social, abarcando la
atención médica, el acceso a medicinas de alto costo y la pensión de vejez, una vez alcanzada la
edad de 60 años, requerida a tal efecto.
Ahora bien, constituye criterio pacífico y reiterado de esta Sala de Casación Social que el error en
la interpretación de la ley ocurre cuando el juez, aun reconociendo la existencia y validez de la
norma que ha seleccionado apropiadamente, yerra en la determinación de su verdadero alcance
general y abstracto, haciéndose derivar de ella consecuencias que no resultan de su contenido.
Así pues los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, denunciados como infringidos, señalan lo
siguiente:
Artículo 1.185.- El que con intención, o por negligencia o por imprudencia, ha causado un daño a
otro, está obligado a repararlo. Debe igualmente reparación quien haya causado un daño a otro,
excediendo, en el ejercicio de su derecho, los límites fijados por la buena fe o por el objeto en
vista del cual le ha sido conferido ese derecho.
Artículo 1.196.- La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral causado
por el acto ilícito. El Juez puede, especialmente, acordar una indemnización a la víctima en caso
de lesión corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los de su familia, a su libertad
personal, como también en el caso de violación de su domicilio o de un secreto concerniente a la
parte lesionada. El Juez puede igualmente conceder una indemnización a los parientes, afines, o
cónyuge, como reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima.
La normativa expuesta regula la obligación de reparar el daño causado por intención, negligencia,
imprudencia o por excederse en los límites del ejercicio del derecho o de la buena fe; asimismo,
que dicha obligación se extiende a todo daño material o moral causado por el hecho ilícito.
En efecto, el hecho ilícito como fuente de la obligación de indemnizar un daño injustamente
causado, está consagrado en la norma denunciada como infringida, el cual exige que el daño se
derive de una conducta culposa o dolosa del agente, o del exceso en el ejercicio de un derecho,
siendo necesario establecer la existencia del daño, la falta del agente y la relación causal entre el
daño ocasionado y la falta.
Con la finalidad de resolver la presente denuncia, respecto al error de interpretación de los citados
artículos los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, esta Sala procede a verificar lo señalado por
la sentencia recurrida, siendo reproducido a continuación:
La apelación de la parte actora se refiere a la improcedencia del daño moral demandado por la
inscripción tardía en el año 2014 de ORLANDO SUAREZ (sic) y la no inscripción de JOSE (sic)
FILIPPI en el IVSS, sobre lo cual se observa:
La recurrida estableció que el ciudadano ORLANDO SUAREZ (sic) fue inscrito en el IVSS en el
año 2014 y el ciudadano JOSE (sic) FILIPPI no fue inscrito en el IVSS, lo cual está firme; negó la
procedencia del daño moral por considerar que no demostró el daño.
Según la sentencia Nº 232 dictada por la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia
el 3 de marzo de 2011 (Dulix Raquel Duque contra Fotoya, C. A.), la Ley del Seguro Social, en
sus artículos 87 y 102, reconoce a dicho ente la facultad de exigir como acreedor privilegiado el
pago de las cotizaciones atrasadas, nada obsta para que sea el propio trabajador quien exija el pago
de las cotizaciones adeudadas, puesto que es a él a quien benefician directamente las
contribuciones al sistema de seguridad social.
(Omissis)
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales es el acreedor de las cotizaciones, tiene cualidad
para ejercer las acciones de cobro, en tanto que gestiona un interés público, que se materializa
garantizando el correcto funcionamiento de la seguridad social; pero, es el trabajador, quien tiene
un interés particular y directo en el cumplimiento de la prestación por parte del patrono, porque
como asegurado, es quien puede sufrir las contingencias que constituyen el riesgo asumido por la
seguridad social como contraprestación de las cotizaciones y generalmente es el beneficiario de las
prestaciones derivadas de la materialización de tales riesgos (pensiones por incapacidad, por vejez,
etc.).
(Omissis)
(…) el trabajador es acreedor del referido ente público en tanto asegurado y eventual beneficiario
de la seguridad social, siendo característico de este derecho de crédito del trabajador, que su
ejercicio se vea menoscabado por el incumplimiento del patrono en la relación obligacional que lo
vincula con el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, el cual, siendo deudor del servicio de
seguridad social frente al trabajador, puede perjudicar los derechos de este último si no ejerce las
acciones correspondientes contra el patrono, lo que evidencia un interés jurídico por parte del
trabajador para proponer la demanda.
Según los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, el que con intención, por negligencia,
imprudencia o excediendo el ejercicio de su derecho los límites de la buena fe, cause un daño está
obligado a repararlo, obligación de reparación que se extiende a todo daño material o moral
causado por el hecho ilícito; es decir, se requiere que el daño se derive de una conducta culposa o
dolosa del agente, para lo cual es necesario que se pruebe la existencia del daño, la falta del agente
y la relación causal entre el daño ocasionado y la falta.
En este caso fue constatada la inobservancia, en vista de lo cual la recurrida condenó en el caso de
ORLANDO SUAREZ (sic) enterar las cotizaciones del IVSS desde 1997 hasta el 2013; y en el
caso de JOSE (sic) FILIPPI inscribirlos con efecto desde el 5 de marzo de 2001 y pagar las
cotizaciones, pero, no fue probada la relación de causalidad entre la falta y un daño concreto
causado, alguna contingencia que debió ser cubierta por el IVSS y no lo fue, de manera que es
improcedente condenar el daño moral.
De la transcripción anterior, se evidencia que el juzgador de la recurrida, en cuanto a lo dispuesto
en los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, estableció que, en este caso fue constatada la
inobservancia de la inscripción de los actores en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales,
por lo cual el a quo condenó en el caso del ciudadano ORLANDO SUÁREZ, a enterar las
cotizaciones al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales desde el año 1997 hasta el año 2013
y en cuanto al ciudadano JOSÉ FILIPPI, a inscribirlo con efecto desde el 5 de marzo del año 2001
y pagar las cotizaciones correspondientes; pero, que no fue probada la relación de causalidad entre
la falta y un daño concreto causado, motivo por el cual, al no evidenciar contingencia alguna, que
debió ser cubierta por el referido Instituto, declaró improcedente el daño moral reclamado.
En relación a lo antes indicado, esta Sala observa por una parte, que el juzgador de alzada constató
que en razón a la inobservancia del patrono -de inscribir a los actores en el Instituto Venezolano
de los Seguros Sociales-, se condenó a la demandada en el caso del ciudadano ORLANDO
SUÁREZ, a enterar las cotizaciones al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales desde el año
1997 hasta el año 2013 y en el caso del ciudadano JOSÉ FILIPPI, a inscribirlo con efecto desde el
5 de marzo del año 2001, así como a pagar las cotizaciones correspondientes, lo cual constituye el
resarcimiento de su falta, y por otra parte, declaró improcedente el daño moral reclamado, al
señalar que no fue probada la relación de causalidad entre la falta y un daño concreto causado, por
cuanto no se evidenció contingencia alguna, que debió ser cubierta por el referido Instituto.
En tal sentido, para esta Sala lo decidido por el ad quem, se encuentra ajustado a derecho, ya que
a pesar de haberse constatado la omisión por parte del patrono, no se comprobó que los
demandantes hubiesen sufrido algún daño que se vieran impedidos de cubrir, sino a través de los
beneficios que incluye la pensión de vejez de la que no pudieron ser objeto; por cuanto, no basta
con la existencia de un incumplimiento puro y simple (la no inscripción de los accionantes en el
Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, por parte del patrono) para que surja la obligación
de reparar, siendo necesario igualmente, que esa omisión o incumplimiento les cause
efectivamente un daño a los trabajadores.
Visto lo anterior, esta Sala de Casación Social constata, que la decisión objeto del presente recurso
al no acordar la procedencia del daño moral reclamado, no incurrió en el acusado error de
interpretación de los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil. En consecuencia, se declara sin
lugar esta segunda. Así se declara.
- III –
Con fundamento en el numeral 3 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo, en
concordancia con los artículos 313, 12, 244, 254 y ordinales 4° y 5° del artículo 509 del Código
de Procedimiento Civil, y del artículo 11 de la ley adjetiva laboral, se denuncia que la recurrida
incurrió en el vicio de silencio de pruebas.
En tal sentido, señalan los formalizantes:
De conformidad con lo establecido en el numeral 3 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, del ordinal 1 del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil 12; 244; 254 y 509 y
los ordinales 4 y 5 del mismo código en concordancia con el artículo 11 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, denunciamos el vicio de Silencio de Pruebas con efecto determinante en el
dispositivo de la sentencia. Ya que omitió e ignoro el análisis de importantes elementos
probatorios que fueron promovidos oportunamente.
Fueron promovidos oportunamente según consta en Cuaderno de recaudos № 1: A los folios 2, 3,
del 6 al 17 y del 19 al 35 copia de recibos de pago emanados de la demandada, a nombre del
ciudadano José Filppi, que se aprecian conforme a los artículo 10 y 78 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, en vista de que no fueron atacados por la demandada, de los cuales consta el
pago de sueldo, bono nocturno, deducciones de seguro social obligatorio, paro forzoso, ley de
política habitacional, mutuo auxilio, aporte de caja de ahorro, correspondientes al tiempo en que
duró la relación laboral; y a los folios 38 y 39, 41 al 43, 45 al 52, 22 al 59, 66 al 82, 84 al 94, 96 al
103, 105 al 110 y 112 al 116 copia de recibos de pago emanados de la demandada, a nombre del
ciudadano Orlando Augusto Suárez Álvarez, que se aprecian conforme a los artículos 10 y 78 de
la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, de los cuales se desprende el pago de: sueldo, bono
nocturno, deducciones de seguro social obligatorio, paro forzoso, ley de política habitacional,
mutuo auxilio, aporte de caja de ahorro, correspondientes al tiempo en que duró la relación
laboral, sobre los cuales no se pronuncia la recurrida, a pesar de haber sido promovidos con el
objeto de demostrar que la accionada hacía los descuentos correspondientes a los aportes de los
trabajadores y no fueron inscritos de forma oportuna, Orlando Sánchez y no se inscribió a José
Filippi, quedando demostrada la conducta dolosa que causó el daño a nuestros representados,
quienes quedaron excluidos de obtener la pensión de vejez, una vez cumplidos los requisitos para
ello.
En consecuencia el silencio de prueba de la recurrida sobre el contenido de las pruebas
previamente citadas, causa un efecto determinante en el dispositivo de la sentencia. Ya que, omitió
pronunciarse de las mismas, estableciéndose un silencio absoluto en cuanto a las deducciones que
se señalaron a fin de probar la conducta dolosa de la accionada, en virtud de que todos los meses,
durante el tiempo en que duró la relación laboral efectuó las deducciones correspondientes al
aporte que el trabajador hacía al IVSS y omitiendo realizar la inscripción y los pagos por ese
concepto que les permitirían obtener la pensión de vejez.
El mencionado vicio ocurre cuando, no se pronuncia ni valora la prueba antes mencionada,
además, y omite indicarla en el texto de la decisión De allí que, los jueces tienen que examinar
todas las pruebas aportadas a los autos y de esta manera evitar el quebrantamiento del artículo 509
del CPC, e incurrir en el silencio de prueba.
En este sentido la recurrida, no se pronunció sobre el objeto de la prueba, toda vez que en su
promoción se estableció que la finalidad de la misma, además de probar el salario devengado a los
efectos del cálculo de la prestación de antigüedad, era señalar que la empresa procedió, durante
toda la relación laboral, a descontar los montos correspondientes al aporte que cada trabajador
debe hacer al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Resaltado de origen).
Como se observa de la precedente transcripción, los formalizantes denuncian con fundamento en
el numeral 3 del artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo, en concordancia con los
artículos 313, 12, 244, 254 y ordinales 4° y 5° del artículo 509 del Código de Procedimiento
Civil, y del artículo 11 de la ley adjetiva laboral, que la recurrida incurrió en el vicio de silencio de
pruebas; ya que -a su decir- omitió analizar las copias de los recibos de pago emanados de la
demandada a nombre del ciudadano JOSÉ DE LA CRUZ FILIPPI LÓPEZ, que cursan a los folios
2, 3, del 6 al 17 y del 19 al 35 del cuaderno de recaudos, valorados de conformidad con lo previsto
en los artículos 10 y 78 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, en virtud de que no fueron
atacados por la demandada, de los cuales -a su decir- consta el pago de sueldo, bono nocturno,
deducciones de seguro social obligatorio, paro forzoso, ley de política habitacional, mutuo auxilio,
aporte de caja de ahorro, correspondientes al tiempo en que duró la relación laboral; así como
también omitió analizar las copias de los recibos de pago emanados de la demandada a nombre del
ciudadano ORLANDO AUGUSTO SUÁREZ ÁLVAREZ, que cursan a los folios 38 y 39, 41 al
43, 45 al 52, 22 al 59, 66 al 82, 84 al 94, 96 al 103, 105 al 110 y 112 al 116 del cuaderno de
recaudos, valorados de conformidad con lo previsto en los artículos 10 y 78 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, en virtud de que no fueron atacados por la demandada, de los cuales -a su
decir- igualmente consta el pago de sueldo, bono nocturno, deducciones de seguro social
obligatorio, paro forzoso, ley de política habitacional, mutuo auxilio, aporte de caja de ahorro,
correspondientes al tiempo en que duró la relación laboral.
Así pues, manifiesta la parte actora recurrente, que la sentencia recurrida no se pronunció sobre
las documentales anteriormente citadas, a pesar de haber sido promovidas con el objeto de
demostrar que la accionada hacía los descuentos correspondientes a los aportes de los trabajadores
y no cumplió con la inscripción oportuna en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales del
ciudadano ORLANDO AUGUSTO SUÁREZ ÁLVAREZ, ni con la debida inscripción en el
referido Instituto del ciudadano JOSÉ DE LA CRUZ FILIPPI LÓPEZ; vicio que señala como
determinante en el dispositivo del fallo, por cuanto alega que de dichas documentales quedó
demostrada la conducta dolosa que causó el daño a los demandantes, quienes quedaron excluidos
de obtener la pensión de vejez a pesar de haber cumplido los requisitos para ello.
En relación con el vicio delatado, la Ley Orgánica Procesal del Trabajo no señala expresamente el
silencio de prueba como uno de los motivos de casación, sin embargo, ha sido criterio constante
de esta Sala, incluir dentro de las hipótesis de la inmotivación el referido vicio de silencio de
pruebas.
En tal sentido, esta Sala ha expresado en innumerables sentencias, que uno de los supuestos que
sustenta el vicio de inmotivación por silencio de prueba, es el hecho de que la recurrida omita de
manera total o parcial el análisis sobre una o todas las pruebas promovidas, por lo que los jueces
están en la obligación de examinar cuantas pruebas se han aportado a los autos para no incurrir en
infracción de la regla general sobre el examen de las pruebas previsto en el artículo 509 del
Código de Procedimiento Civil, artículo éste aplicable por remisión expresa del artículo 11 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo, conjuntamente con el artículo 69 eiusdem que dispone:
Artículo 69. Los medios probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las
partes, producir certeza en el Juez respecto a los puntos controvertidos y fundamentar sus
decisiones.
En este orden de ideas, para que una sentencia se considere fundada en los hechos del expediente,
el juez debe examinar todas las pruebas que se hayan producido, aun aquéllas que a su juicio no
sean idóneas para ofrecer algún elemento de convicción, expresando siempre su criterio al
respecto. El juez no puede escoger algunos elementos probatorios para sustentar su determinación
y silenciar otros, está obligado por los referidos artículos 509 del Código de Procedimiento Civil y
69 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, analizar y juzgar todas y cada una de las pruebas
consignadas en el proceso.
Es por ello, que se considera inmotivada la sentencia por haber incurrido en silencio de prueba,
cuando el Juez omite cualquier mención sobre una prueba promovida y evacuada por las partes
que consta en las actas del expediente, y cuando, a pesar de haberse mencionado su promoción y
evacuación, el Juez se abstiene de analizar su contenido y señalar el valor que le confiere a la
misma o las razones para desestimarla. En todo caso, para que sea declarado con lugar el vicio in
commento, las pruebas promovidas y evacuadas por la parte en la oportunidad legal
correspondiente, y silenciadas total o parcialmente en la sentencia recurrida, deben ser relevantes
para la resolución de la controversia; en este sentido, con base en las disposiciones antes
descritas, por aplicación del principio finalista y a los fines de evitar reposiciones inútiles, no se
declarará la nulidad de la sentencia recurrida, si la deficiencia concreta que la afecta, no impide
determinar el alcance subjetivo u objetivo de la cosa juzgada, o no hace imposible su eventual
ejecución.
En tal sentido a objeto de verificar lo denunciado, se extrae de la sentencia recurrida, lo
establecido al respecto:
A los folios 2, 3, del 6 al 17 y del 19 al 35 copia de recibos de pago emanados de la demandada, a
nombre del ciudadano José Filppi, que se aprecian conforme a los artículo 10 y 78 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, en vista de que no fueron atacados por la demandada, de los cuales
consta el pago de sueldo, bono nocturno, deducciones de seguro social obligatorio, paro forzoso,
ley de política habitacional, mutuo auxilio, aporte de caja de ahorro, correspondientes a los años
2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, y 2015.
(Omissis)
A los folio 38 y 39, 41 al 43, 45 al 52, 22 al 59, 66 al 82, 84 al 94, 96 al 103, 105 al 110 y 112 al
116 copia de recibos de pago emanados de la demandada, a nombre del ciudadano Orlando
Augusto Suárez Álvarez, que se aprecian conforme a los artículos 10 y 78 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, de los cuales se desprende el pago de: sueldo, bono nocturno, deducciones
de seguro social obligatorio, paro forzoso, ley de política habitacional, mutuo auxilio, aporte de
caja de ahorro, correspondientes a los años 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014 y
2015.
(Omissis)
La apelación de la parte actora se refiere a la improcedencia del daño moral demandado por la
inscripción tardía en el año 2014 de ORLANDO SUAREZ (sic) y la no inscripción de JOSE (sic)
FILIPPI en el IVSS, sobre lo cual se observa:
La recurrida estableció que el ciudadano ORLANDO SUAREZ (sic) fue inscrito en el IVSS en el
año 2014 y el ciudadano JOSE (sic) FILIPPI no fue inscrito en el IVSS, lo cual esta (sic) firme;
negó la procedencia del daño moral por considerar que no demostró el daño.
Según la sentencia Nº 232 dictada por la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia
el 3 de marzo de 2011 (Dulix Raquel Duque contra Fotoya, C. A.), la Ley del Seguro Social, en
sus artículos 87 y 102, reconoce a dicho ente la facultad de exigir como acreedor privilegiado el
pago de las cotizaciones atrasadas, nada obsta para que sea el propio trabajador quien exija el pago
de las cotizaciones adeudadas, puesto que es a él a quien benefician directamente las
contribuciones al sistema de seguridad social.
El pago de las cotizaciones a que se contrae el artículo 62 de la Ley del Seguro Social, es una
obligación mancomunada entre el patrono y el trabajador, derivada del hecho social trabajo que se
genera desde el primer día de trabajo de cada semana según el artículo 102 del Reglamento
General de la Ley del Seguro Social, con la finalidad de garantizar la protección de los
beneficiarios, frente a las posibles contingencias de salud y bienestar que se le puedan presentar.
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales es el acreedor de las cotizaciones, tiene cualidad
para ejercer las acciones de cobro, en tanto que gestiona un interés público, que se materializa
garantizando el correcto funcionamiento de la seguridad social; pero, es el trabajador, quien tiene
un interés particular y directo en el cumplimiento de la prestación por parte del patrono, porque
como asegurado, es quien puede sufrir las contingencias que constituyen el riesgo asumido por la
seguridad social como contraprestación de las cotizaciones y generalmente es el beneficiario de las
prestaciones derivadas de la materialización de tales riesgos (pensiones por incapacidad, por vejez,
etc.).
Si el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales tiene la cualidad de acreedor para exigir el pago
de las cotizaciones, en tanto gestor de un interés público, con más razón debe considerarse que el
trabajador, como titular de un interés particular y directo en el cumplimiento de la obligación,
tiene legitimación para demandar al patrono el pago de las contribuciones a la seguridad social, ya
que si bien, el resultado económico de la prestación no será recibido en el patrimonio del
trabajador porque el receptor del pago será el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, éste
evitará la frustración de su derecho de crédito frente a la Administración de la seguridad social, el
cual no es otro que la cobertura de los riesgos a los que está expuesto por el hecho social trabajo, y
en caso de materializarse alguna de las contingencias amparadas por la seguridad social, el
trabajador o beneficiario podrá obtener el cumplimiento de las prestaciones a cargo del ente
público correspondiente.
Así, el trabajador puede mediante una acción conservatoria según el artículo 1.278 del Código
Civil, ejercer los derechos y las acciones del deudor (Instituto Venezolano de los Seguros
Sociales) y hacer entrar en el patrimonio del ente público, las prestaciones debidas por un tercero
(patrono) siempre que el ejercicio de su propio derecho de crédito se vea perjudicado por la
inacción del deudor, sin que conste en este caso que el Instituto Venezolano de los Seguros
Sociales haya iniciado algún procedimiento para exigir a la entidad de trabajo demandada el pago
de las cotizaciones correspondientes a los demandantes.
Se trata entonces de una legitimación procesal especial, con la finalidad de preservar el derecho a
la seguridad social, derivada de la especial configuración tripartita de la relación entre el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales, el trabajador (asegurado-beneficiario) y el patrono, en la que
surge a cargo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que tutela un interés público, un
derecho de crédito frente al patrono, respecto a las contribuciones a la seguridad social, y
asimismo, el trabajador es acreedor del referido ente público en tanto asegurado y eventual
beneficiario de la seguridad social, siendo característico de este derecho de crédito del trabajador,
que su ejercicio se vea menoscabado por el incumplimiento del patrono en la relación obligacional
que lo vincula con el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, el cual, siendo deudor del
servicio de seguridad social frente al trabajador, puede perjudicar los derechos de este último si no
ejerce las acciones correspondientes contra el patrono, lo que evidencia un interés jurídico por
parte del trabajador para proponer la demanda.
Según los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, el que con intención, por negligencia,
imprudencia o excediendo el ejercicio de su derecho los límites de la buena fe, cause un daño esta
(sic) obligado a repararlo, obligación de reparación que se extiende a todo daño material o moral
causado por el hecho ilícito; es decir, se requiere que el daño se derive de una conducta culposa o
dolosa del agente, para lo cual es necesario que se pruebe la existencia del daño, la falta del agente
y la relación causal entre el daño ocasionado y la falta.
En este caso fue constatada la inobservancia, en vista de lo cual la recurrida condenó en el caso de
ORLANDO SUAREZ (sic) enterar las cotizaciones del IVSS desde 1997 hasta el 2013; y en el
caso de JOSE (sic) FILIPPI inscribirlos con efecto desde el 5 de marzo de 2001 y pagar las
cotizaciones, pero, no fue probada la relación de causalidad entre la falta y un daño concreto
causado, alguna contingencia que debió ser cubierta por el IVSS y no lo fue, de manera que es
improcedente condenar el daño moral.
En tal sentido reproduce el punto no apelado y por tanto firme de la recurrida según el cual no
obstante no haberse alegado un despido, estableció:
“…Así las cosas de los autos se evidencia, que el patrono no inscribió oportunamente a los
actores, Orlando Suárez y José Filippi, en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, no
obstante ello, por la inobservancia del patrono, no se puede reclamar el pago del seguro de paro
forzoso, por lo que, debe entonces el empleador cancelar esta prestación dineraria mensual…”.
(subrayado del Tribunal).
Y en lo que se refiere a la Inscripción en el IVSS:
“…Ahora bien, como quiera que la demandada si inscribió pero tardíamente al actor Orlando
Suárez, en consecuencia, se ordena a las codemandadas a enterar Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales las cotizaciones correspondiente, en el caso del ciudadano Orlando Suárez, desde
abril de 1997 al 2013 y, en el casos del ciudadano José Filippi, se ordena a la demandada a
inscribir al ciudadano José Filippi, desde la fecha de su inicio, el 05/03/2001, razón por lo cual
ordena la notificación al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) indicando la
irregularidad e incumplimiento por parte de la Universidad Santa María y la Asociación Civil
Universidad Santa María, relacionada con al inscripción en el caso del ciudadano José Filippi y las
cotizaciones pendiente a favor del ciudadano Orlando Suárez…”.
De la lectura de la cita precedente del fallo impugnado, se constata que el juez superior sí analizó
las copias de los recibos de pago a nombre de los ciudadanos JOSÉ FILPPI y ORLANDO
SUÁREZ, promovidas por la parte actora, a las que en virtud de no resultar atacadas por la
demandada, les otorgó valor probatorio de conformidad con lo previsto en los artículos 10 y 78 de
la Ley Orgánica Procesal del Trabajo; señalando que de las mismas constaban entre otros
conceptos, las deducciones de Seguro Social Obligatorio.
Así las cosas, al verificar esta Sala que las pruebas que denuncia la parte actora recurrente como
silenciadas, sí fueron analizadas y valoradas, así como que el sentenciador de la recurrida
estableció lo que fue apreciado de su contenido; se evidencia que el mismo, no incurrió en la
acusada inmotivación por silencio de pruebas respecto a las documentales mencionadas. Por lo
que se declara sin lugar la presente denuncia. Así se declara.
Como consecuencia, de la improcedencia de todas las denuncias contenidas en el escrito de
formalización, esta Sala debe declarar SIN LUGAR el recurso de casación anunciado por la parte
actora y se CONFIRMA el fallo recurrido.
DECISIÓN
Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de Casación Social,
administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela por autoridad de la
Ley, declara: PRIMERO: SIN LUGAR el recurso de casación propuesto por la parte actora
ciudadanos ORLANDO AUGUSTO SUÁREZ ÁLVAREZ y JOSÉ DE LA CRUZ FILIPPI
LÓPEZ, contra el fallo dictado por el Juzgado Noveno Superior del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en fecha 1° de julio del año 2016; SEGUNDO: SE
CONFIRMA la sentencia recurrida.
No hay condenatoria en costas del recurso, de conformidad con lo previsto en el artículo 64 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente a la Unidad de Recepción y Distribución de
Documentos de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
La presente decisión no la firma la Magistrada MARJORIE CALDERÓN GUERRERO porque no
estuvo presente en la audiencia pública y contradictoria correspondiente, por motivos justificados.
Dada, firmada y sellada en la sala de Despacho de la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia en Caracas a los dieciocho (18) días del mes de abril del año 2017. Años 206°
de la Independencia y 158° de la Federación.
La Presidenta de la Sala,
________________________________
MARCOS ENRIQUE PA