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2das. Jornadas de Ciencia Política del Litoral.

Universidad Nacional del Litoral

Area Temática: Estado, gobierno y políticas públicas.

Título: “Aportes de la antropología social al estudio de las políticas públicas”.

Autoras:
Mg. Elena Barbieri, ebarbier@unr.edu.ar, UNR. Escuela de Antropología.
Esp. Cecilia Pinto, antropologiapoliticaspublicas@gmail.com, UNR. Escuela de
Antropología.

Introducción

En este trabajo pretendemos aportar en el estudio de las políticas públicas


desde investigaciones orientadas por las perspectivas de la antropología social, que se
vienen desarrollando en los últimos años.
Desde las ciencias sociales, entendemos que la reflexión sobre las
políticas públicas implica tener en cuenta no sólo a las instituciones políticas y sus
profesionales, sino que también incluye los diferentes actores y agentes involucrados;
así como también los discursos y narrativas en los que se expresan los paradigmas
políticos ideológicos: hegemónicos y los contra-hegemónicos.
En este sentido, comprender a las políticas desde una mirada holística,
en todas sus dimensiones, como un proceso sociocultural y como práctica culturalmente
situada en su contexto histórico y político, son los pasos preliminares hacia una
aproximación critica desde las ciencias sociales.
En este marco la antropología en forma conjunta con otras disciplinas
pueden proveer herramientas metodológicas y teóricas útiles para explorar lo que
significan las políticas y sus implicancias en los conjuntos socio culturales, a la par de
poder proporcionar una visión integral del proceso desde su formulación hasta su
implementación y posterior evaluación. Teniendo en cuenta que a través de las políticas
públicas se articulan discursos hegemónicos que empoderan a algunos grupos o sectores
de la población y silencian a otros; es allí donde se evidencian la tensión propia entre
las dinámicas excluyentes y los principios de justicia y equidad democrática.
Algunas de las cuestiones que consideramos pertinente discutir en el
marco de estas Jornadas son:
- el rol de los expertos, técnicos y de los saberes profesionales en las políticas;
- la delimitación y regulación de identidades y subjetividades (por ej. 'migrantes',
'emprendedores culturales', 'familiares de víctimas', 'niños', 'pueblos originarios', etc.);
- las políticas públicas en territorio, espacios de intersectorialidad y articulación de
prácticas.
Estos ejes serán analizados a partir de presentar las temáticas trabajadas
por las autoras en sus tesis de Maestría en Gestión Pública, las que abordaron por un
lado la descentralización en la ciudad de Rosario, desde la perspectiva de los
funcionarios y equipos territoriales; y por otro lado las voces de los actores que
participan y son construidos por las políticas.

La antropología política en el marco de la antropología Social

Entendemos que este nuevo espacio denominado ‘antropología de las


políticas públicas’ tiene sus antecedentes directos en la temprana rama de la
Antropología Política. Esta podría ser definida como una especialidad dentro de la
Antropología Sociocultural que ha estudiado los comportamientos, movimientos,
instituciones y sistemas simbólicos relacionados tanto con el mantenimiento como con
la impugnación y el cambio del orden social. En especial ha estudiado el modo
mediante el cual las estructuras de poder se expresan, se refuerzan o se modifican.
Desde una perspectiva más amplia diríamos que la antropología política
estudia los tipos de gobierno, partiendo del principio de que éstos estructuran a la
sociedad civil.
Cuando nos referimos a una temprana rama, entendemos que sus
orígenes se vinculan con los de la antropología en general, ya que sus precedentes
importantes vienen del mundo premoderno, las Crónicas de las Indias y el nacimiento
de la ciencia política moderna con el “Leviatán” de Hobbes, o el “Discurso de la
Desigualdad” de Rousseau; impulsó una nueva mirada (o reacción empírica) sobre los
filósofos políticos, los cronistas, los viajeros, que analizaron los fenómenos y
estructuras de poder, confrontando sus vivencias con las nuevas realidades. Donde, sin
embargo el análisis y la comparación iban dirigidos, implícita o explícitamente, a
justificar o censurar moralmente el propio sistema o el ajeno. Contrariamente, la
antropología en cambio trató de estudiar realidades y no de juzgarlas.
De este modo se interesó por la variabilidad histórica y la diversidad
cultural de los fenómenos políticos, comparando estos fenómenos y, en particular, los
sistemas políticos y las formas de gobierno.
Es necesario aclarar que la denominada ‘antropología moderna’ surge en
el ámbito colonial británico entre la primera y la segunda guerra mundial, donde
inicialmente tuvo un claro objetivo de estudio de los mecanismos políticos de los
territorios colonizados con vistas a un control más eficaz.
En esta perspectiva la antropología consideraba la vida de un pueblo
como un sistema independiente, y por ello la investigación de la organización política
de una sociedad supone un conocimiento detallado de su estructuración social, de la
economía, de las tradiciones históricas, los valores, creencias y formas de pensamiento,
parentesco y organización local, reglas matrimoniales, formas de propiedad y todos los
mecanismos que constituyen y participan de una comunidad. En el área de lo político, el
antropólogo se preocupó fundamentalmente de analizar las estructuras de estatus y
función, esto es, los derechos, privilegios y obligaciones de los integrantes de una
comunidad dada. Los mecanismos de las sanciones y el mecanismo del poder, que
permiten mantener o cambiar las relaciones sociales en los grupos con organización
legitimada.
Podríamos decir que el primer gran aporte de la antropología política fue
‘criticar’ las posturas de la filosofía política y la sociología que basaban sus análisis en
el estudio político de las sociedades ‘civilizadas’ y centradas en el ‘deber ser’;
postulando que el ejercicio político no se basaba únicamente en el aparato
gubernamental si no en la generación, ejercicio y distribución del poder, generando una
gran polémica y colocando a las sociedades ‘primitivas’ dentro de las visiones del
campo político.
En una sintética recorrida bibliográfica podemos rescatar como algunas
obras pioneras a “Sistemas Políticos Africanos” publicada en 1940 escrito por dos
jóvenes antropólogos de la escuela británica Evans-Pritchard y Meyer Fortes, en este
libro se analizan las instituciones, valores y mecanismos, que contribuyen al
mantenimiento del orden, cohesión y equilibrio sociales. Desde una perspectiva estática,
sincrónica e inductiva, con el fin de hacer taxonomías de sistemas y, más tarde,
comparaciones entre ellas que permitan llegar a generalizaciones o leyes acerca de la
organización y funcionamiento de cualquier sistema político. Quedando de ese modo,
excluido el estudio de la transformación o cambio del sistema; dado que consideran las
rebeliones como parte de las modificaciones cíclicas de los cargos políticos, o sea no en
la pauta de distribución del poder.
En 1954 Edmund Leach publica “Sistemas políticos de la Alta
Birmania”, donde puso de relieve que ningún sistema puede entenderse sin valorar sus
variaciones en el tiempo y el peso en ello de los factores medioambientales y del
conflicto social. En el que describe que los sistemas políticos tienen una evolución, ya
que en el análisis hay que considerar el criterio temporal.
Ya en la década del ’60 los antropólogos marxistas franceses:
Meillasoux, Terray, Rey, Godelier, como el materialismo cultural de Marvin Harris,
resaltaron el papel de los factores materiales y económicos en la determinación de un
sistema político.
En la Introduccion de Political Anthropology ,1966 , autores como Marc
Swartz, Víctor Turner y Arthur Tuden— desarrollaron conceptos fundacionales
constituyendo lo que se denomino «teóricos procesualistas». Para los antropólogos
enrolados en esta línea de pensamiento el estudio de la política «es el estudio de los
procesos que intervienen en la determinación y realización de objetivos públicos y en la
obtención y uso diferenciado del poder por parte de los miembros del grupo implicados
en dichos objetivos» (Swartz, Turner & Tuden 1966, citado por Lewellen). Las
categorías claves que definen a esta teoría son Proceso, Objetivos y Poder.
Por tanto la antropología política consiste principalmente en el estudio de
la lucha por el poder y de la forma en que se llevan a cabo los objetivos colectivos por
parte de aquellos que detentan el poder. (T. Lewellen, 1994)
En el enfoque procesual que se constituye y surge como reacción al
Estructural-funcionalismo se muestran dos líneas de investigación marcadamente
diferente entre si: por un lado los antropólogos que amplían su campo de estudios e
incluyen, además de las tradicionales sociedades tribales relativamente uniformes, a las
sociedades complejas, es decir, naciones-estado. Por otro lado, los que desplazaron su
foco de investigación a las acciones de los individuos que actuaban dentro de aquellos
sistemas. (Lewellen, op. cit.)
En la obra de Pierre Clastres en los años ‘70 aparece una fuerte
preocupación, la cuestión del poder. Es interesante como para él, la aparición del Estado
es el mayor accidente histórico. En el Estado reside el origen de la dominación y la
desigualdad. Centra sus investigaciones entre las sociedades primitivas y su relación
con el poder. Denuncia el carácter etnocéntrico de la antropología al presentar las
sociedades primitivas como sociedades incompletas, menos evolucionadas, por carecer
de Estado; ya que para Occidente lo político —entendido como el ejercicio del poder—
es la esencia de lo social. Según este autor, para los antropólogos evolucionistas las
sociedades primitivas eran lo ‘no social’, ya que no encontramos una división entre ‘los
que mandan’ y ‘los que obedecen’. Marcó fuertemente el carácter etnocentrista de la
Antropología al identificar el poder con la coerción, la subordinación y por lo tanto con
la violencia. La disciplina no visibilizaba la existencia de sociedades donde el poder no
significara coerción sino que estuviera al servicio de la comunidad.
Clastres en su obra La Sociedad contra el Estado, se refugió en el
estudio de aquellas sociedades que vivían su propia revolución, las ‘sociedades
primitivas’, sociedades sin Estado.
Autores contemporáneos como Boivin y Balbi, plantean que la
antropología no tomaba en cuenta la dimensión política de las poblaciones que
estudiaba, el mundo colonial, ocultando de esta manera la dominación europea, “… los
etnógrafos se mostraban incapaces de pensar la política ‘primitiva’ más que
negativamente, como una imagen invertida de la organización estatal de sus países de
origen… la antropología política fue construida, como toda la antropología social,
mediante un laborioso esfuerzo dirigido a revisar y reformular sus ‘preconceptos
etnocéntricos’.” -el remarcado es nuestro- (Boivin y Balvi, 2008)
En este sucinto recorrido no podemos dejar de mencionar al antropólogo
francés G. Balandier que en su Antropología Política (1976), muestra que todas las
sociedades humanas producen ‘lo político’ y que todas ellas están expuestas y abiertas a
la vicisitudes de la Historia.
En obras recientes de Antropología Política, aparecen cuestiones
fundamentales como procesos de formación del Estado, cultura política, globalización,
etc.; donde observamos que estas no están relacionadas con las políticas publicas a pesar
de su fuerte vinculación. De este modo las investigaciones sobre las políticas publicas
se presentan como un campo nuevo para la Antropología, estrechamente ligado a
problemas de interés histórico para la disciplina como lo son las instituciones, las
ideologías , el poder, etc. A modo de ejemplo, si pensamos en las políticas sociales,
pueden encontrarse en el lenguaje, en lo discursivo, en los documentos donde se
encuentran los lineamientos de los programas y proyectos, en las instituciones por
donde circulan los distintos actores que intervienen en la construcción de la misma,
entre otros.
Nuevas Aperturas: la mirada de la Antropología al análisis de las políticas
públicas.

Coincidimos con Boivin y Balbi al plantear que “El potencial del


análisis etnográfico para el estudio de la política, el estado y el gobierno radica (más allá
de su innegable productividad para analizar con extremo detalle entramados complejos
de relaciones personales), en la forma en que centra su mirada en las perspectivas de los
actores entendidas como parte de los hechos a examinar” (op. cit.). La ‘perspectiva del
actor’ es una concepción y práctica metodológica diríamos –cuasi fundacional- en la
antropología que busca acceder al conocimiento a partir de comprender los fenómenos
sociales estudiados desde la mirada de los miembros que actúan.
En su desarrollo disciplinario la antropología ha mostrado la existencia
de ‘diversidad’ o ‘variabilidad’ expresadas en ‘diferencias empíricas’ entre los grupos
humanos generando una ‘construcción teórica’, que entiende que “las perspectivas de
los actores constituyen un camino privilegiado para acceder al conocimiento de lo social
no sólo porque ellas son parte de lo social sino, porque los actores deben
necesariamente tener algún tipo de visión de su propio mundo social tal que les permita
operar en él” (op. cit.).
De este modo la antropología ha permitido dotar de contenido a distintas
abstracciones como son los conceptos de ‘sociedad’, ‘cultura’ y porqué no ‘política’,
‘estado’, ‘gobierno’, analizándolas como procesos sociales complejos, con entramados
culturales diversos que deben analizarse en perspectiva relacional. A modo de ejemplo,
si entendemos que las políticas constituyen sujetos, a su vez son estos sujetos quienes
construyen (reproducen – discuten- aprueban) la política.
Pero en este marco ¿cómo pensamos a las políticas públicas?, ¿sólo como
propuestas formales, normativas y documentadas? O también incluímos al conjunto de
acciones y omisiones cotidianas y sistemáticas que éstas generan; y que sólo pueden
visibilizarse mediante la rigurosidad del trabajo de campo.
Ahora bien, si nos abocamos a lo que los gobiernos hacen, las políticas
públicas ¿se limitan al entramado de normativas y programas, o son más vastas? Ante
este interrogante, la propuesta de Shore y Wright (1997) nos resultó ilustrativa de un
enfoque distintivamente antropológico. Según estos autores “la noción de políticas
incluye el fragmentario y contradictorio espectro de discursos políticos, documentos
gubernamentales, normativas, mecanismos institucionales para la toma de decisiones y
para la prestación de servicios, experiencias derivadas de las interacciones entre la
población y los burócratas” (1997). Frente a una visión "restringida" de políticas
públicas que las entiende como acciones estatales sistemáticas y organizadas orientadas
a un fin, esta conceptualización opta por incluir dentro de la misma tanto las omisiones
como las acciones y, al mismo tiempo, tanto las acciones sistemáticas en el marco de
programas y proyectos, como acciones "sueltas" cuyo conocimiento requería un
abordaje etnográfico.
Así, mientras que algunos de los análisis efectuados desde los Estudios
de las Políticas Públicas tienden a considerarlas desde una visión positivista, como
decisiones formales elaboradas para manejar instrumentalmente “algo que está allí
afuera”, los abordajes propios de la antropología permiten indagar la racionalidad de las
políticas, entendiéndolas como prácticas culturalmente situadas, no necesariamente
formales ni elaboradas, y en cuyo diseño e implementación intervienen actores
atravesados por disputas y relaciones de poder (Shore 2010).
Por tanto, concebir a ‘la política’ como un objeto construido supone dar
cuenta de la intervención en su construcción de una diversidad de sujetos/actores
(estatales y no estatales) que están estructuralmente ubicados de manera desigual y
detentan por lo mismo cuotas diferenciales de poder para imponer sus intereses.
Coincidimos con el planteamiento de Javier Moro donde expresa que “El
reconocimiento de esta conflictividad y de los modos en los que se expresa
cotidianamente en las interacciones entre unos y otros son cuestiones que el enfoque
antropológico puede contribuir a develar. Este conocimiento resulta indispensable si se
pretende construir en forma participativa un consenso en torno de las causas de los
problemas y de las alternativas de soluciones”. (Moro J., 2013)
Es central reconocer que todo proceso de política pública congrega a una
multiplicidad de actores, que representa a una diversidad de intereses, valores y
visiones que se ponen en juego, de este modo ‘el conflicto’ es inherente a estos
procesos y las relaciones entre los actores son determinantes de los avances o
estancamientos de las políticas y programas. (Moro, op. cit.)
Experiencias que tensionan algunas cuestiones al interior de las políticas.

1- “La descentralización en la ciudad de Rosario desde la perspectiva de


funcionarios y equipos territoriales. El caso del Distrito Noroeste”.

El denominado proceso de descentralización en la Ciudad de Rosario fue y es,


un proceso mucho más complejo y rico para el análisis de lo que comúnmente se tiende
a creer. Un análisis de este proceso requiere indagar mucho más profundo y, hasta cierto
punto, prescindir de la superficialidad del discurso político que habitualmente es el que
impone su sentido al imaginario social que existe acerca de este complejo tema.
De este modo, la pregunta fundamental que guío este trabajo fue ¿qué se quiso
hacer cuando se pensó la descentralización en la ciudad de Rosario?, y ¿qué se hizo?,
según la perspectiva de funcionarios y equipos que actuaron en este proceso; en relación
al problema de la centralización/descentralización política en la toma de decisiones.
En la tesis se trabajó a partir de describir e interpretar en términos de la relación
desconcentración/descentralización, los procesos de reforma que se dieron en la ciudad
a partir de 1995 con el denominado Programa de Descentralización y Modernización de
la Municipalidad de Rosario. Esta relación fue interpelada analizándola desde la
perspectiva de funcionarios y equipos territoriales en el Distrito Noroeste.
El trabajo apuntó por un lado, a describir el diseño mismo del proceso descentra-
lizador (diagnóstico, planificación, implementación); y por otro lado al análisis de la
relación que se establece entre centralización/descentralización como dos perspectivas
políticas distintas, que se manifiestan y entran en pugna frente a situaciones de
definición (implementación de programas, partidas presupuestarias, reasignación de
personal) y la toma de decisiones políticas de esas situaciones.
En este sentido es que se pretendió aportar en el ámbito de las discusiones
teóricas de la gestión pública, la descripción y análisis de un caso particular de
implementación de política pública. Es decir, ¿por dónde atraviesan los ejes
programáticos la cotidianidad del trabajo descentralizador, cuáles son las disputas, las
contradicciones, las concepciones, los vacíos, etc.; en los que transitan los equipos
territoriales que ‘construyen’ o ‘diseñan’ un Distrito?.
Como aporte institucional este trabajo apuntó a poder objetivar un conjunto de
experiencias que transitan en el día a día de la gestión, para poder rediscutir y analizar el
hacer cotidiano.
Una de las inquietudes iniciales de la tesis fue cómo transformar un ‘tema de
agenda de gobierno’ en un problema de investigación, esta cuestión es un desafío para
los profesionales de las ciencias sociales que trabajamos en las instituciones político-
gubernamentales; ya que en muchas ocasiones puede encontrarse que en los temas de
investigación se replican definiciones realizadas por la agencia estatal, reproduciendo
acríticamente tales definiciones. (Moro, J. 2000)
En este sentido es que comenzamos a preguntarnos cómo transformar este día a

día laboral en un problema de investigación. Para ello se realizó una recopilación del
material sobre el Programa de Descentralización, utilizando material escrito y algunas
entrevistas. Esto nos permitió construir algunas categorías e indagar en las mismas para
orientar nuestro trabajo de campo, dado que ya se había definido que el nudo de
conflicto estaba en pensar la relación de los equipos con sus decidores políticos. Así en
la definición del marco teórico, desarrollamos las ideas de descentralización y
desconcentración, conceptos que estuvieron presentes en el recorrido de todos los
capítulos y que nos permitieron ir tensando las visiones de los funcionarios y las de los
equipos, a veces con características opuestas y otras como partes de un mismo proceso.

También recorrimos algunas ideas sobre participación, vinculándola

básicamente con la construcción de espacios, miradas, diagnósticos y evaluación de


problemas que desarrollaron los ‘actores locales’ o equipos territoriales y su presencia o
no en la toma de decisiones, otro concepto también desarrollado.

La otra categoría sobre la que transitamos en forma permanente fue la de

territorio, la que suscitó nuevas reflexiones. Cuando se describía la conformación y


elaboración de los distritos que surge de los informes de las distintas Facultades,
recordábamos el viejo concepto de territorio que remite a la etapa de formación de los
Estados; en donde se pensaba al territorio como el espacio donde se ejercía la soberanía;
haciendo una metáfora diríamos que lo que se trató de hacer con la desconcentración y
construcción de Centros Municipales de Distrito, fue ‘expandir soberanía’. Instalar en la
población la imagen materializada de este nuevo reordenamiento territorial.

Pero paralelamente, observamos que se transitaba desde una nueva visión del

territorio, y es aquella que lo plantea como el espacio que es usado, sentido y por lo
tanto vivido.
Cuando recorrimos las experiencias de conformación de los equipos, de

planificación, de elaboración de propuestas; vimos como la acción territorial integró


y construyó identidad (hacia el interior de la gestión y con la comunidad). Por ello es
que desde este trabajo pudimos afirmamos que es posible pensar y practicar una
gestión que recupere los sentidos del territorio.

En este recorrido nos pareció fundamental rescatar la visión de los ‘actores’ o


‘sujetos’ locales, que fueron dando sentido y construyendo esta nueva
territorialidad. En este sentido es que intentamos corrernos de los análisis de tipo
más estructurales u organizacionales que consideran a los hechos o acontecimientos,
como ajenos a las acciones de los sujetos.

Focalizarse en la acción del actor, es recuperar sus aportes y contribuciones


significativas a la construcción del sentido de las políticas, a la memoria institucional
y al aprendizaje social. Pero es necesario puntualizar que esta acción no está mirada
como una posibilidad ilimitada de elección y creatividad, sino que debe ser articulada
con las “restricciones / limitaciones / imposibilidades establecidas por la
estructuración de la realidad” (Menéndez,2009: 131)

Hemos trabajado a partir de la recuperación del material, desde la perspectiva


de incluir las diversas experiencias y trayectorias que se generaron en este proceso; y
que en general transitan en el anonimato.

Entendemos que es necesaria una revalorización hacia el interior de la gestión,


tanto de los funcionarios como de los empleados, de lo acontecido en estos años con la
Descentralización en la ciudad de Rosario.
Pero esta revalorización implica discutir política y técnicamente qué se hizo,
cómo se hizo y para quién se hizo. Esto en alguna medida, nos lleva a preguntarnos y
discutir los objetivos de las políticas públicas entre todos los sectores y actores
involucrados.
Una metáfora expresada por un entrevistado, demuestra justamente las distintas

percepciones de lo que se construyó; “Logramos tener la fuerza de un elefante ,pero nos


dijeron… no muchachos: Lo que hay que transportar es una nuez. “

Por un lado expresa un potencial desarrollado y vivido por los equipos; y por
otro una falta de apreciación y lectura política sobre lo que ese potencial podía
significar.
En términos más teóricos podemos agregar que de este trabajo se desprenden
dos conceptualizaciones de lo que es un distrito. Por un lado una visión más del tipo
topográfica-burocrática; es decir, que a partir de la definición de un espacio geográfico,
poblacional y administrativo, se crean instancias de coordinación del conjunto de
programas localizados en ese espacio. Esta concepción reproduce la regionalización
administrativa de las estructuras vigentes en cada Secretaría, corriendo el riesgo de
transformarse en una instancia burocrática más, pero en un espacio local.
Por otro lado, podemos pensar al ‘distrito’ como un proceso social. Es decir
donde se desarrolla un proceso creativo, continuo y conflictivo a la vez. Cuya
trayectoria no puede ser conocida completamente –a priori-, donde será necesario
modificar y redireccionar la forma de organización y el contenido de las acciones y
servicios que se ofrecen en ese espacio social.
Pensar al ‘distrito como proceso social’ requiere que se redefinan continuamente
los objetivos a alcanzar desde el punto de vista técnico, administrativo y político.
También requiere una conducción del proceso de descentralización/distritalización con
flexibilidad en las decisiones y acciones en todos los planos, abierta a posibilidades de
adaptación continua a las condiciones de viabilidad política, técnica, organizativa y
financiera.

Como conclusión de este trabajo nos interesó establecer algunas líneas para
profundizar en investigaciones y proyectos de trabajo.
En primer lugar, a casi 20 años de la creación del Programa de Descentralización
Municipal, creemos es necesario llevar adelante una evaluación profunda de todo este
proceso. Entendemos a la evaluación desde una perspectiva participativa y como parte
de un proceso que lleva a la reorientación, cambio y planificación de cualquier política
pública. Es decir, continuando con la línea de esta tesis, consideramos la necesidad de
tener en cuenta la participación y las percepciones de los sujetos / actores que participan
en la creación, en la planificación e implementación de los programas; atendiendo a las
relaciones y las representaciones que experimentan como parte fundamental de los
éxitos y límites de las acciones.
Por otro lado es necesario profundizar instancias de capacitación, no como
meras jornadas o charlas, sino con un sentido de reflexión crítica de la propia práctica,
generando producción de conocimiento que circule entre todos los profesionales y
trabajadores interesados.
También consideramos la necesidad de pensar las relaciones entre los distintos
niveles de gobierno (funcionarios, mandos medios, agentes territoriales) con una visión
de inclusión más democrática. Esto significa abordar las ‘situaciones problemáticas’ que
se presenten y las consecuentes ‘toma de decisiones’, de forma complementaria y
dialéctica, privilegiando el análisis de los consensos, de los conflictos y de las
contradicciones como un instrumento de transformación y evaluación.
Por último como ya lo hemos expresado, creemos que es posible gestionar desde
la territorialidad, recuperando los entramados sociales territoriales para abordarlos de
manera integral y coordinada.

2- “Mujeres emprendedoras en el Distrito Sudoeste de Rosario, en el marco de los


Programas implementados por la Subsecretaria de Economía Solidaria, en el
Municipio de Rosario.”

En nuestro proyecto de investigación, partimos de ver como las condiciones


socioeconómicas de fines de los 90´ y con las crisis del 2001, aparecieron los Programas
de Economía Solidaria en tanto paliativos orientados a los sectores vulnerables,
instrumentados a través de subsidios a microemprendimientos, que debían cumplir con
ciertos requisitos, y a los que se les brindaban un acompañamiento a través de sus
equipos técnicos en terreno. Ese acompañamiento es de alguna manera ambiguo, en
tanto se propone ayudar al emprendedor o emprendedora en su camino, pero en el
mismo proceso también le fija condiciones y marcos de los que no pueden salirse si
pretenden seguir en la órbita estatal.

Nos preguntamos si la intervención y la regulación estatal constituyeron elementos


claves para los emprendimientos

A principios del siglo XXI, surgen experiencias novedosas que otorgan


centralidad al trabajo, pero en una perspectiva diferente a la de la sociedad salarial
(Hintze,2007). Las políticas socioproductivas surgidas desde la Economía Social
generan nuevas prácticas en relación al trabajo, generando mecanismos propios de
inclusión para las capas más pobres. Para quienes participan de este proceso, se abrió la
posibilidad de una resignificacion de una cultura de trabajo y el paso a una cultura del
emprendimiento, en la que debieron modificar pautas, actitudes y valores que se
desprendían de la sociedad salarial y de la relación patrón-empleado, en el camino de
construir una nueva subjetividad.
Vázquez (2009) señala la desventaja que tienen estos sectores en situación de
vulnerabilidad a la hora de competir y de disputar terreno tanto en la producción como
en la comercialización, ya que en su gran mayoría orientan sus emprendimientos con el
principio de administración doméstica, pequeña escala y con producción en el ámbito
familiar, además señala que para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de esta nueva
cultura emprendedora es necesaria la presencia activa y la planificación del Estado en
sus distintos niveles , ya sea desde la gestión y el aporte económico como de recursos
humanos para el asesoramiento técnico.

Otra pregunta que nos oriento en el proceso de investigación, La gestión


municipal...aliada o disciplinadora?

La noción de trabajo y el valor que se le atribuye, se presentan como una


construcción social propia de cada momento histórico-político y por lo tanto dinámica.
En consecuencia, se redefine adaptándose tanto a los cambios sociales como a las
nuevas demandas de las relaciones de producción, así se da, que con la crisis de la
sociedad salarial, sectores de la población afectados desplegaron diversas estrategias de
adaptación para hacer frente a esta situación de vulnerabilidad laboral. Emergen así,
nuevas formas de registro, de auto adscripción, de posesionarse y asumirse, como
actores sociales, en un escenario de grandes restricciones, como la de la opción
presentada por la cultura del emprendimiento conforme a las nuevas reconfiguraciones
del Estado.
El Estado, el gobierno municipal, a través de la Economía Solidaria es el que se
hace cargo de difundir esta nueva lógica emprendedora, como una forma de palear las
dificultades económicas y la exclusión social. Para ello se perfila, un conjunto de
Programas en los cuales, se delimitan detalladamente a los potenciales beneficiarios.
Álvarez denomina actos de nombramiento o formas concretas de uso de determinadas
taxonomías , con las consecuencias efectos sobre el sentido común. El concepto de acto
de nombramiento alude a la impresión de clasificaciones y enclavamiento por parte de
la burocracia o de la ciencia que terminan provocando efectos durables a nivel de las
representaciones y permeando las percepciones de los sujetos. (Soldano, 2006).
La misma autora utiliza el concepto de dispositivo de focalización como forma
de operacionalizar la idea de actos de nombramiento (conjuntos de intervenciones que
pretenden reestructurar procedimientos conocidos o instalados en los sujetos). Estos
dispositivos producen nuevas formas de autoridad y nuevos saberes legítimos y están
siempre asociados algún modo de dominación. Los dispositivos de focalización constan
de un doble carácter: Por un lado se manifiestan como las categorías que definen al
potencial beneficiario, según la posesión de determinados atributos, por el otro, las
prácticas que se espera generar en los participantes del Programa.
El Estado no es la única institución que tiene poder de identificar, nombrar de un
modo u otro a un grupo social es, el que lo hace de una manera particular. El Estado
tiene una característica diferencial del resto y es su carácter de “arbitro, neutral e
imparcial”. Dicha característica lo cubre de un manto de legitimidad que hace que su
palabra tenga un eco que no siempre se desprende de otros ámbitos sociales. En las
políticas de Economía Social, llevada a cabo por el municipio, hay una imbricación de
formas culturales, la del Estado y la de las organizaciones de asociación civil. En este
proceso se podrá construir una nueva cultura compartida, una institucionalización de
nuevas prácticas, una generación de procesos de interacción que implica una mayor
transparencia en la gestión, en la medida que circule la información, el dialogo, el poder
decir sin condicionamiento. De este modo prevalecerá un ambiente de relaciones
simétricas de cooperación y de confianza favoreciendo las prácticas de los sujetos
(Hintze, 2007). Esto no se da así, ya que en éstas hay lastres de antiguas prácticas
asistenciales.
Si bien estas políticas moldean a los sujetos, éstos tienen formas o buscan de
contrarrestar el peso de las instituciones estatales, en este sentido es importante, ver el
recorrido que llevan adelante un grupo de mujeres emprededoras que van buscando un
lugar para poder comercializar sus productos. Y que pelean por un espacio en el Centro
Municipal de Distrito Sud Oeste, en la ciudad de Rosario.

Estrategia y resistencia de los/os sujetos/as frente al Estado

Cuando etas mujeres no consiguieron el espacio en el Centro Municipal


Distrito(CMD) Sud Oeste, se instalaron en una plaza. Es a partir de ahí, cuando los
funcionario, le otorgan un espacio para poder comercializar sus productos y armar una
feria en el CMD Sudoeste, pero no entran todas, sino las que cumplen con ciertas
características, por ejemplo, que estos productos sean artesanales. Es decir participan de
la feria aquellas que cumplen con los requisitos fijados y cuando ésta, no funciona como
el Estado espera, amenaza con cerrarla. Ellas manifiestan la necesidad de ayuda por
parte del Estado pero a su vez intentan conservar un margen de maniobras que le
permitan manejarse, con sus propios criterios. Por eso comienzan un camino de
cooperativizacion que les permita mantener un lugar colectivo de producción y de
comercialización. Hay una relación ambigua entre las organizaciones y el Estado, de
alianza, de control, de asistencia.

Son las experiencias de las emprendedoras, una estrategia de inclusión protagonizada


por mujeres?

En este marco es interesante ver como las emprendedoras rescatan la experiencia


de participación en los diversos Programas de la subsecretaria de Economía Social en
esta nueva gestión, como conjugan con el trabajo doméstico, su trabajo en los
emprendimientos, como lo evalúan y lo valoran en un mundo signado por la precariedad
por un lado y por el otro, por un universo cultural donde hay roles naturalizados y
mandatos a cumplir. El género como construcción social es un orden objetivo y
subjetivo, una realidad que se impone a los/as sujetos/as reproduciendo continuamente
los significados que le proporciona la historia el lenguaje, la historia y la cultura a través
de su experiencia, su reflexividad, sus intercambios, intersubjetivos y su participación
institucional y social (Buenos Sanchez y Rodriguez, 2008).
En el Foro de Mujeres Productivas y el medio ambiente, (2012) organizado por
el Instituto de la Mujer, Municipalidad de Rosario, en sus talleres, pudimos observar
como las emprendedoras narraban los recorridos de sus experiencias, desde la crisis del
2001 donde marcan como un hito importante en su trayectoria como emprendedoras. Es
una bisagra en su historia personal, en su búsqueda de formas de subsistencia.
Otro quiebre importante que marcan es la creación de la Feria ya que fue una
solución compartida a una misma problemática. En este proceso se ve a través de su
narrativa, la tensión y la dualidad que se le presentan, dando cuenta de las marcas que
existen en las mujeres por su condición naturalizadas de cuidadoras. El cuidado es
pensando y vivido por las mujeres como una función natural, les resulta muy difícil
visibilizarlo como un trabajo, ni si quiera en el ámbito doméstico, (Hauser y
Pieroni,1997)
Recorren trayectorias de organización en una disputa por el espacio frente al
Estado ya sea en el CMD Sudoeste o en la Toma, quisieron sostener dos espacios,
mientras que el promotor de Economía Social, se oponía, por su parte ellas querían
vivenciar su propia experiencia y con esta su trayectoria laboral. Las trayectorias se
presentan como la interrelación existentes entre el itinerario comprendido por oficios,
un saber hacer practico, idóneo y los marcos contextuales históricos donde las sujetas
van construyendo las representaciones del trabajo y trazando estrategias de
reproducción social. Por lo tanto pensamos las trayectorias laborales como centro de la
“experiencia vital” que trascurre en el doble vinculo, entre procesos estructurales e
historias individuales. Los itinerarios laborales muestran un abanico de opción y
limitaciones propias del contexto socio económico (Bourdieu 1999).
A partir de distintos testimonios muestras como transformaron las experiencias
laborales de trabajo, en servicio doméstico o ama de casa, en un solo caso tenia negocio,
a tener un emprendimiento pero en todos estos casos, aparece la necesidad que tuvieron
para salir frente al desempleo de ellas o de sus maridos.
Recorren un camino alternativo sujeto a la intervención estatal, después de
inscribirse en el registro de emprendimiento. Un grupo posee, una recorrida trayectoria
en asociativismo y de trabajo en conjunto. La posibilidad de generar un emprendimiento
fue no solo una salida a la situación de incertidumbre sino también una posibilidad de
autoreconocerce como sujetas de derecho no sólo como beneficiarias, conformándose
como colectivos autónomos y capaz de construir sus propias redes de poder y
participación. En este sentido, reclaman la necesidad de que el Estado cambie sus
prácticas y regulen políticas de intervención y regulación que las protejan y que
fomenten nuevos valores de producción y de consumo. Ejemplo: El bar en el interior del
CMDSO y el almacén que esta enfrente.
Las Ferias son un espacio de sociabilidad y de armar proyectos en conjuntos y
establecer redes, son vitrinas que les permite mostrarse y dar a conocer sus productos.
También presentan conflictos al interior y con el exterior, ésta salida a la Feria, al
espacio público es en función de sostener el grupo familiar económicamente pero
cuando la requieren en su rol doméstico o aparece la posibilidad de un salario para ella o
el grupo familiar dejan el emprendimiento. El marido en su rol de proveedor, muchas
veces relatan que éste, cuando el emprendimiento marcha bien lo gestionan y desplazan
a las mujeres al ámbito doméstico. Las mujeres reconocen y naturalizan estas
situaciones.
Hay un vaivén constante entre estrategias asociativas y la vuelta a las tareas
naturalizadas como femeninas remuneradas o no, siempre en función de las necesidades
de la familia y no de las expectativas individuales de las mujeres.
Hay una tensión, contradicciones que se le presentan en la subjetividad de estas mujeres
y comprender sus experiencias, prescindiendo de los valores masculinos. Poder ver sus
habilidades y saberes adquiridos a lo largo de su vida, como funcionen naturales, se
transforman en herramientas de trabajo, en su propio espacio productivo.
La adquisición de determinado instrumento y estrategia relacionados con el
desarrollo del emprendimiento, la comercialización de los productos, la construcción de
relaciones interpersonales entre las mujeres, como así también, las capacitaciones la
viven no solo como un lugar para mejorar el emprendimiento , sino como forma de salir
del rol doméstico, una forma de participar (aspecto instrumental) de construir un camino
que no siendo lineal ni homogéneo abre una posibilidad de empoderarse y de ser
autónomas, y transmitir esas experiencias a otras mujeres. Quieren ser visibilizadas y
participar de un proceso, el de la política estatal, reclaman la apertura de canales que
puedan ser escuchadas e introducir cambios, transformaciones que apunten a una
optimización de los Programas de Economía Social.
Esta participación implica un mayor grado de apropiación de un espacio, que no es
considerado por el paradigma como femenino, en una construcción tradicional, pero que
en una coyuntura especifica, las mujeres han podido desarrollarse a través de una
actividad productiva enmarcada en una política pública de economía social pudiendo en
un proceso no lineal alcanzar algún grado de autonomía. Para ello, deben desestructurar
ciertas estructuras que tienen que ver con valores y patrones culturales naturalizados,
difíciles, de confrontar y revertir por sí mismas. Este proceso de ruptura muchas veces
no es acompañado por la familia, tampoco por la acción estatal que no considera la
singularidad de su condición de género, a la hora de implementar políticas desde la
Economía Solidaria. La incorporación de la experiencia y la participación de las
emprendedoras en la diagramación de las políticas públicas es una herramienta
necesaria en la construcción de la misma.
Algunos interrogantes que se abren en la construcción de las políticas públicas

A través y en relación de nuestros recorridos en las investigaciones expuestas,


nos surgieron algunas preguntas-reflexiones en relación a la construcción de las
políticas públicas, de las dificultades y alcances que presenta su categorización, su
definición, su abordaje metodológico. Es así que consideramos que los antropólogos
debemos reflexionar en torno de los efectos, procesos y actores involucrados en el
diseño e implementación de las políticas públicas, sea en el marco de la investigación o
en el de la misma gestión, transformando un ‘tema de agenda’ en ‘tema de
investigación’ o visceversa. Como explica Grassi “generar información y proponer
soluciones (cual es la función de los especialistas, planificadores y gestores de políticas
sociales formados, por lo tanto, en alguna ciencia social de alguna universidad) es un
objetivo que se formula siempre desde el trasfondo de un modo de comprender la
cuestión social (de una hipótesis sustantiva) que determina, a su vez, el modo de
focalizar una problemática social, definir los problemas (sociales) y de proponer las
probables vías de superación de los problemas inmediatos, tanto como de las
condiciones en las que se generan tales problemas” (2004: 5).
Como ya planteamos, entendemos que la reflexión sobre las políticas públicas
implica tener en cuenta no sólo a las instituciones políticas y sus profesionales, sino que
también incluye los diferentes actores y agentes involucrados; así como también los
discursos y narrativas en los que se expresan los paradigmas políticos ideológicos:
hegemónicos y los contra-hegemónicos.
En este sentido, comprender a las políticas desde una mirada
antropológica es atender a todas estas dimensiones, como un proceso sociocultural y
como práctica culturalmente situada en su contexto histórico y político, nuestra
disciplina puede proveer herramientas metodológicas y teóricas útiles para explorar lo
que significan las políticas y sus implicancias en los conjuntos socio culturales, a la par
de poder proporcionar una visión integral del proceso desde su formulación hasta su
implementación y posterior evaluación. Teniendo en cuenta que a través de las políticas
públicas se articulan discursos hegemónicos que empoderan a algunos grupos o sectores
de la población y silencian a otros; es allí donde se evidencian la tensión propia entre
las dinámicas excluyentes y los principios de justicia y equidad democrática.
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