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JOSE MARIA MARDONES

CAPITALISMO Y TEOLOGÍA
NEOCONSERVADORA
Con el derrumbe del bloque del Este y el ocaso del «socialismo real»; el capitalismo
queda dueño y señor de la situación, sin una alternativa global que pueda hacerle -
sombra. Pero, en medio de la crisis actual de la cultura y los. valores, tampoco el
capitalismo parece sentirse tan seguro de' sí y acude a la religión en busca de
seguridades. Siguiendo las huellas del padre de la sociología moderna, Max Weber,
quien en su obra clásica «La ética protestante» señaló las raíces calvinistas del
capitalismo, pero sin su rigor y penetración, un grupo de teóricos norteamericanos está
actualmente empeñado en un proyecto de alcance económico político-teológico que han
dado en llamar del «capitalismo democrático». Insisten en la vena judeocristiana del
capitalismo y trabajan en la fundamentación bíblica y cristiana de sus «virtudes». Era
necesario que alguien sometiese ese proyecto a una crítica rigurosa. Pocos tan
preparados para ello como el autor del presente artículo, quien el año pasado publicó
el libro «Capitalismo y religión. La religión política neoconservadora» todo él sobre el
tema.

La razón económica capitalista y la teología neoconservadora, Revista


Latinoamericana de Teología 7 (1990) 253-306

El término neoconservador señala una "tendencia" más que un "movimiento", que


agrupa a una serie de intelectuales norteamericanos, entre ellos a sociólogos, politólogos
y publicistas tan conocidos como D. Bell, P Berger, L. Kristol, D.P. Moynihan, N.
Glazer, M. Novak, N. Podhoretz, S. Martín Lipset, R.J. Neuhaus. Tras realizar un
diagnóstico de nuestro tiempo, sobre todo de la denominada crisis de las sociedades
burguesas del capitalismo, hacen un enérgico intento por recrear un nuevo consenso
socio-político en la sociedad norteamericana Sé trata, pues, de un proyecto de
legitimación de un modo de concebir la interrelación entre la economía, la política y la
cultura que denominarán capitalismo democrático.

En ese proyecto la religión posee una importancia capital. Con ella, más concretamente
con la tradición judeo-cristiana, se quiere legitimar el capitalismo democrático y
compensar las contradicciones del sistema. El eco internacional que ha alcanzado ha
sido orquestado por su enfrentamiento con la teología de la liberación. Aquí vamos a
centrarnos en el análisis de la legitimación religiosa que pretenden hacer del capitalismo
a través de la referencia al sistema económico y sus logros.

I. La devocion neoconservadora por el capitalismo

La tesis central de M. Novak, compartida con algo menos de intensidad retórica por sus
colegas teológicos neoconservadores, proclama que el capitalismo democrático es el
sistema más apto para la liberación.
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Las aportaciones históricas del capitalismo

Los teólogos neoconservadores invocan las palabras del Manifiesto comunista (1848):
"Durante su dominación de apenas cien años, la burguesía ha creado, más fuerzas
productivas que todas las generaciones anteriores juntas": Naturalmente nada dicen de
la crítica de Marx y Engels y de que, para ellos, la revolución de los medios de
producción había significado la eliminación no sólo de unas relaciones sociales
anticuadas y opresoras, sino incluso de elementos positivos de la tradición y la vida
humana, y el establecimiento de otras relaciones sociales igualmente injustas. Haciendo
caso omiso de todo esto, P Berger insistirá en que el capitalismo industrial avanzado ha
generado y continúa generando el más alto nivel de vida material de la historia de la
humanidad para grandes masas de gente. Y Novak reclamará como logros exclusivos
del capitalismo todos los éxitos que desde 1800 se han efectuado en el mundo
occidental en la lucha contra la pobreza y, al contraluz de la denuncia de Juan Pablo R
sobre la existencia aún de 800 millones de hambrientos, no dudará en apelar a la
existencia de 4.000 millones de no hambrientos como una realización capitalista. Así,
no, puede caber la menor duda sobre la capacidad liberadora, del capitalismo. Pero ¿qué
es el capitalismo para los neoconservadores?

Principios fundamentales del capitalismo democrático

Tanto en su uso corriente como en el científico, el término "capitalismo" dice relación


"a un conjunto de relaciones económicas". P. Berger lo admite, pero aclarando que
normalmente dichas disposiciones. económicas se consideran como formando parte de
un universo social más amplio. Y acaba haciendo hincapié, con M. Weber, en que el
término se refiere a la producción para un mercado, por parte de individuos o grupos de
individuos emprendedores, a fin de obtener un beneficio.

Para Novak, el capitalismo está estrechamente imbricado con otros elementos políticos
y culturales, formando un todo: el capitalismo democrático. Se trata de un sistema
social con "tres sistemas dinámicos y convergentes que funcionan como uno: un sistema
político democrático; un sistema económico basado en el mercado y los incentivos; y un
sistema moral cultural pluralista y, en el más amplio sentido de la palabra, liberal". El
paradigma son los Estados Unidos. La Europa democrática también está incluida, pero
con reservas. Su proclividad hacia el socialismo democrático esconde un enemigo
camuflado que se orienta sutilmente hacia el colectivismo.

Tres parecen ser los puntos cardinales que se enfatizan ahí:

1. El sistema de producción basado en el mercado, la propiedad privada de los medios


de producción y la libre empresa individual con el propósito de obtener beneficio.

2. La autonomía individual y su potenciación mediante la creatividad competitiva, que


hace sospechosa toda ingerencia estatal.

3. Una política cultural que propicie los valores y motivaciones favorables para el
desarrollo capitalista (ética puritana, racionalidad instrumental, teología de la creación).
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Sólo una sociedad que garantice estos puntos puede asegurar: eficiencia económica para
luchar contra la pobreza y promover la justicia, descentralización que haga la
democracia necesaria y evite la concentración dé poder; fundamentación ético-
religiosa; para dar sentido a las necesarias renuncias y fomentar la capacidad de
compartir, que haga posible una sociedad justa y solidaria.

Las virtudes del capitalismo

El capitalismo promueve la mayor producción de bienes, su distribución menos desigual


y la menor coerción de los poderes públicos sobre las personas y las ideas. La eficiencia
y el crecimiento que proporciona el capitalismo están vinculados a las enormes ventajas
de la economía de mercado. El sistema competitivo de mercado es el que proporciona
las condiciones y el estímulo necesarios para una revolución: constante de los medios de
producción, porque desata la creatividad. Schumpeter hablaba de una "destrucción
creativa", que consiste en la continua sustitución de los . métodos eficientes por los más
eficientes.

El nervio de las virtudes capitalistas lo constituyen la creatividad y el espíritu de


empresa. Sin fantasía creadora no hay inventiva ni crecimiento eficaz. Y, junto a la
creatividad, se sitúa el trabajo en equipo y .la coordinación racional y humana que
conlleva la gestión empresarial.

La economía de mercado permite la distinción entre poder económico y poder político.


Para Berger, el capitalismo es una condición necesaria, aunque no suficiente, de la
democracia. Empíricamente es posible comprobar que "todas las democracias son
capitalistas; no hay democracia en el socialismo real; y muchas sociedades capitalistas
no son democráticas". Los neoconservadores no son, con todo, tan ingenuos para
garantizar la ausencia de corrupción o de injusticias.

Gracias a esas virtudes; se crean las condiciones que posibilitan el pluralismo social y
con él el ejercicio de la libertad y la solidaridad. Además la lógica del capitalismo
democrático, lejos de favorecer los intereses de grupo, tiende más bien a lo contrario.

El clímax de esa espiral de virtudes del capitalismo lo ocupa su capacidad distributiva.


La economía de mercado distribuye mejor que cualquier otro sistema. La llamada curva
de Kuznets viene a decir que "si el crecimiento económico perdura, las desigualdades en
las riquezas y los beneficios se agudizan al comienzo, pero después disminuyen
rápidamente para alcanzar finalmente una meseta relativamente estable". En definitiva,
el capitalismo mejora el destino de todos: ricos y pobres obtienen más con el
capitalismo. Los neoconservadores sacan de todo esto que un sistema económicosocial
con estas virtualidades será más liberador, dentro de la ambigüedad en que
inevitablemente se debaten todos los sistemas sociales.

Las posibilidades liberadoras del capitalismo

Para los neoconservadores la revolución capitalista es el proceso económico-político


más liberador que ha existido. Basta analizar los datos con objetividad para darse
cuenta. Sin ir más lejos, esa liberación ha quedado comprobada en Norteamérica. Su
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símbolo: la estatua de la libertad. Sus realizaciones no están escritas en libros, ni


traducidas en teologías, sino encarnadas "en instituciones y costumbres: existe mucho
más en la realidad que en los libros".

Con la teología latinoamericana de la liberación comparte su "opción por los pobres", la


lucha por la justicia y el cambio estructural. Pero va más allá de las puras intenciones:
trata de llevar a la práctica esa opción. De ahí que prime la asistencia al pobre. A este
respecto hay diferencias radicales entre la "teología de la liberación norteamericana" y
la latinoamericana. Esta es parenética y desiderativa y se mueve a nivel ideológico
(teológico y político), al paso que la norteamericana discute más los problemas
económicos que los teológicos. La liberación que quiere llevar a cabo la teorización
neoconservadora es práctica, real y por esto centra su interés en la economía política. Es
una liberación que se puede someter al test empírico. En cambio, la teología de la
liberación latinoamericana es utópica y, por tanto, pre-teórica: no es todavía política.

En consecuencia, el mejor camino de liberación para el Tercer mundo y, en especial,


para América Latina es "la revolución capitalista". Como quien exporta el mejor
producto, dirá Novak: "La teología de la liberación dice que América Latina es
capitalista y necesita una revolución. Pero en realidad su sistema actual no es capitalista,
sino mercantilista y cuasifeudal. La revolución que necesita es liberal y católica". El
fallo fundamental del Tercer mundo sería el de no ser sociedades capitalistas. Porque, si
lo fueran de verdad, habrían alcanzado la liberación.

Tras tanto éxito liberador ¿a qué se deben las reservas, las reticencias, cuando no el
rechazo, que suscita el capitalismo?

La mala prensa del capitalismo

Cierto que el sentimiento anticapitalista está ampliamente extendido, sobre todo entre
los intelectuales, incluso entre los obispos. "El capitalismo es un fallo humano" -
sentenció un obispo tan poco sospechoso de progresismo como el colombiano López
Trujillo. La explicación de ese estado de opinión hay que buscarla en el atractivo que la
utopía socialista provoca con su capacidad mítica, procedente de la tradición gnóstico-
apocalíptica, a laque son proclives los intelectuales. En cambio, el capitalismo no posee
capacidad mítico-política, genera una forma de vida poco romántica e insulsa - "la
existencia burguesa"- y, por tanto no satisface el anhelo espiritual de algo más elevado y
estimulante que el mero mejoramiento de las condiciones de vida. Por esto, el
capitalismo, en la medida en que genera más y más prosperidad; produce y subsidia más
y más a sus propios críticos.

Se impone, pues, un esfuerzo ideológico y publicitario que dé a conocer los logros y


virtualidades del capitalismo. Llevado al terreno teológico, esto se traducirá en un
intento por "hacer una teología del capitalismo democrático".

II. la afinidad entre judeo-cristianos y capitalismo

Los neoconservadores afirman que existe una afinidad, una familiaridad, entre el
sistema económico capitalista de libre mercado, el sistema democrático y la religión
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cristiana. Sobre esta afinidad va a trabajar Novak. No se trata de "cristianizar el


sistema", sino de mostrar la congruencia interna entre capitalismo democrático y
cristianismo.

Carácter social de la religión

Frente a las tesis secularizadoras, que reducen las funciones de la religión a la esfera
privada, los neoconservadores reivindican su función social. Esto no significa legitimar
la presencia directa de la religión en las actividades político-religiosas. Pero sí que
incluye: 1) la presencia institucional de la religión, que no se limita a la privacidad de la
conciencia moral y que se realiza a través no sólo de los templos, sino también de la
enseñanza, la prensa y las publicaciones, los mass media las asociaciones de
intelectuales; 2) el influjo que ejerce la religión mediante la configuración del ethos
social. No se trata de dirigir el sistema, sirio de influir en él, "inspirando a millones de
personas y compitiendo con ideas y símbolos ajenos en un mercado pluralista".

¿Qué puede hacer la religión en una sociedad pluralista y democrática? Novak aborda
esa desasosegante pregunta para teólogos y sociólogos de las sociedades secularizadas
de Occidente.

Raíces evangélicas del capitalismo

La tesis de la afinidad la formula Novak así: "Tanto la democracia como el capitalismo


brotaron en suelo específicamente judeo-cristiano. Sus pre-juicios son también judeo-
cristianos. Su ética es, aunque no del todo, judeo-cristiana". Y luego la desarrolla de
esta forma:

1. El carácter social del capitalismo es afín al carácter social del Reino de Dios. El
capitalismo no es individualista. Su objetivo no es la riqueza de los individuos o de una
nación determinada, sino de todas las naciones sin excepción. La ética de la
organización es constitutiva del capitalismo y su resultado es el individuo comunitario.
El surgimiento de los sindicatos, la seguridad social y otros logros sociales hay que
atribuirlos a esa ética capitalista y no al socialismo.

2. El mercado como promotor de libertad e independencia presenta una afinidad


profunda con la tradición judeo-cristiana. No requiere para su funcionamiento la
resolución previa de las diferencias ideológicas. Deja a cada persona en libertad. Esta
actitud abierta favorece el pluralismo y la tolerancia. Y revela la existencia del pecado,
o sea del mal uso de la libertad. Pero, lejos de imposiciones ideológicas totalitarias,
trabaja con realismo para proteger las libertades públicas. Esa indiferencia ideológica
hace de las actividades económicas un elemento de conjunción e interdependencia entre
los hombres. Sin olvidar que la libertad en la esfera económica complementa la de la
esfera moral cultural, que defiende la conciencia de cada persona, y la de la esfera
política, que defiende los derechos humanos de todas las personas.

3. La concepción abierta de la historia humana del capitalismo es afín a la concepción


abierta y entregada a la responsabilidad libre del hombre de la tradición judeocristiana.
Novak y el teólogo católico B. Lonergan bautizan esa afinidad con el nombre de
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probabilidad emergente. Supone la puesta en marcha de todas nuestras capacidades y la


búsqueda de las mediaciones adecuadas a su fin. De ahí su talante realista y sobrio,
enemigo de cualquier tipo de verborrea utópica.

4. La vigilancia permanente frente a la libertad también posee su afinidad. El


capitalismo, como la democracia, está basado sobre una comprensión de la radical
ambigüedad y capacidad destructiva de la voluntad humana. De aquí que vigile su
libertad. Ha de conjurarlos peligros del despotismo, principalmente el del Estado. Por
esto, frente a la estrategia socialista de evitar las desigualdades y la tradicional de evitar
el desorden, opta por favorecer la libertad y evitar la dictadura de cualquier signo.

Inspirado en Maritain, Novak reitera su tesis: el capitalismo, como la democracia, tiene


raíces bíblicas. Para hacer frente a la contracultura de la "nueva clase" intelectual que
conquista posiciones incluso dentro de las Iglesias, Novak dirige todo su esfuerzo a
construir una nueva teología de la ciencia económica capitalista. En su exposición ataca
con acritud panfletaria dos teologías: la teología política europea de Moltmann y Metz y
la teología latinoamericana de la liberación.

III. Teologia del capitalismo democratico

Novak utiliza dos métodos para esbozar la teología del capitalismo democrático: 1) la
traducción en categorías económico-capitalistas de los dogmas centrales del
cristianismo; 2) las principales ideas bíblicas que parecen inspirar el nuevo sistema del
capitalismo americano. El grosero concordismo de que adolece el primer método obliga
a Novak, en sus últimas publicaciones, a emplear sobre todo el segundo método.

Versión cristiana del capitalismo democrático

Novak desarrolla este tema en el último capítulo de su obra El espíritu del capitalismo
democrático. Contiene los siguientes puntos:

1. La trinidad. Como el cristianismo con su concepción trinitaria -comunitaria- de Dios,


también el capitalismo democrático conjuga unidad y pluralidad, mediante la
concepción de una comunidad humana, construida sobre el principio del bien común y
la solidaridad, pero respetuosa con las personas.

2. La encarnación. El Dios cristiano penetra en la historia humana como un hombre


cualquiera. Respeta, pues, la historia humana y sus limitaciones. Del mismo modo la
espiritualidad del realismo capitalista, en contraste con el evasionismo utópico
socialista, respeta "el mundo tal cual es", en su ambigüedad radical, que impide la
realización total aquí del Reino.

3. La competitividad. La vida cristiana es lucha. Y lucha competitiva. Así se comprende


la desigualdad constitutiva de los seres humanos. Las analogías llegan aquí a la
equiparación de la competitividad con la búsqueda conjunta (competere) de la salvación
cristiana. Como medio, el dinero es un elemento neutro, "inocente en sí mismo", de la
carrera tras el éxito, que se transforma en "interés propio bien entendido" y, por
consiguiente, en interés público.
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4. El pecado original. La afinidad entre la concepción cristiana del pecado y la del


capitalismo es un leit-motiv de Novak. Se concibe la naturaleza humana como dañada
en su libertad y perturbada por las pasiones. El capitalismo funciona con esta "teoría del
pecado". Por esto fragmenta y controla el poder, combate la tiranía, pero no el pecado.
Por razón de la libertad es tolerante con el vicio, pero busca, en un equilibrio de
medidas y control, la decencia y la generosidad en la vida cotidiana.

5. La separación de los reinos. Aquí Novak se torna luterano y apela a la separación de


los dos reinos -el del César y el de Dios- como doctrina fundamental. Así se reafirma la
división Iglesia-Estado y el pluralismo socio-cultural. Y se sientan las bases para un
sistema político, social y económico de libertades.

6. La caridad. Tocamos el nervio de la concepción judeo-cristiana, que se funda en el


Dios bíblico compasivo y fiel. Se trata aquí de "liberar la creatividad y la productividad
humanas enfrentando de forma realista su pecaminosidad". La versión capitalista de la
caritas cristiana hará hincapié en la productividad, el lucro y el activismo, como la
mejor forma de lograr el ideal de la autonomía individual y un idear de comunidad.

Tres ideas bíblicas y el "novus orno" capitalista

Tras el capitalismo democrático se esconden -según Novak- tres ideas bíblicas


largamente sometidas al método científico del ensayo y error en la sociedad
norteamericana. Se trata de una versión en clave bíblica de las ideas céntrales ya
señaladas.

1. La concepción bíblica de pecado. A los neoconservadores la condición pecadora del


hombre les lleva a una desconfianza crítica en él y en sus realizaciones. En la actitud
que quiere siempre comprobar lo que se afirma y equilibrar toda relación de poder
subyace esa concepción judeo-cristiana. La tradición calvinista y republicana americana
sería la que mejor ha sacado las consecuencias del dogma del pecado. Las precauciones
que se toman frente a todo poder señalan una tradición sensible al centralismo y al
crecimiento de todo poder. El lema será in God we trust (confiamos en Dios). O sea:
nobody else (en nadie más). "Los hombres son pecadores". El realismo, la sobriedad, el
rechazo de la utopía, la búsqueda de una continua mejora, alejada de toda quimera, e s
inherente a esa tradición del capitalismo democrático.

2. El hombre imagen del Dios creado r La concepción del hombre como imagen de
Dios de Gn 1 enseñó a los primeros americanos que la: vocación de cristianos y judíos
no se concilia con una actitud pasiva y resignada ante la historia. Entraña, por el
contrario, la decisión de cambiar la historia, de ser creadores, pioneros, y de perseverar
en la invención de un nuevo orden. Una nueva moralidad impregnará el sistema
económico que encarne ese espíritu de creatividad, inventiva y marcha hacia adelante.
Estamos ante el auténtico "espíritu del capitalismo", una concepción del mundo que,
como dijera Lincoln, "termina mejorando las condiciones de todos".

3. El hombre, individuo comunitario libre. También es una idea típica de la tradición


bíblica. Está basada en la condición libre del hombre, no en la alcurnia, el color de la
piel, la patria o la pertenencia religiosa. En Norteamérica condujo al asociacionismo
voluntario. Para Novak, el sistema de mercado es una encarnación de ese libre
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asociacionismo. A través del mecanismo del mercado, la práctica del "egoísmo


ilustrado" se convierte en atención al otro. En un arrebato teológico-económico verá
Novak hermanarse el impulso creativo con esta orientación solidaria del mercado. El
resultado serán millones de pequeños empresarios que desde la base impulsarán la
actividad econó mica de pequeñas asociaciones, que se le antojará llamar "comunidades
de base".

IV. Funciones de la religion neoconservadora

En una primera visión evaluadora del tratamiento neoconservador de la religión nos


preguntamos cuáles son sus aportaciones y sus falacias.

Aportaciones

Sobre todo si se mira desde Europa, en el haber de los neoconservadores hay que poner
la revisión de la tan cacareada inutilidad de la religión en la sociedad moderna
secularizada. La simplificación de la secularización y la privatización de la religión dejó
sin alcance socio-cultural el problema del desencantamiento del mundo y la autonomía
de las diversas esferas de valor (Weber). En esta situación, como pone de manifiesto
hoy la polémica entre postmodernos y teóricos críticos (Lyotard y Habermas) se hace
acuciante la pregunta por "la unidad socio-cultural" en la sociedad actual o "el modo de
franquear los juegos de lenguaje heterogéneos (la ciencia, la ética, la política)".

La propuesta neoconservadora tiene todos los visos de una recuperación tradicional e


interesada de la religión. Pero la visión de que ni el control político ni la ingeniería
social pueden sustituir los sistemas de valores y las tradiciones que alientan en una
sociedad merecen toda la atención. No se trata de volver a la cosmovisión unitaria de la
religión, sino de atender a una problemática compleja, en la que se dan cita cuestiones
como la identidad colectiva, la integración social y la ética cívica, las cuales lindan con
la religión.

Tampoco está de más recordar la llamada de atención que hacen sobre las repercusiones
ideológicas y socio-políticas de las distintas teologías. Preocupados por la política
exterior norteamericana y con la atención puesta en la teología latinoamericana de la
liberación y la teología política centroeuropea, los neoconservadores distan mucho de la
escasa atención que la izquierda presta a la capacidad movilizadora de la religión. Claro
que esa preocupación llega a convertirse en problema de Estado, de un Estado que se
declara instancia de la ortodoxia religiosa.

Funciones sociales de la religión neoconservadora

La atención que los neoconservadores prestan a la religión resulta sospechosa de


manipulación interesada. El centro de sus preocupaciones lo constituye la salud del
sistema económico-político. La preocupación de Weber por el impacto socio-económico
de la religión se hace unilateral. En realidad lo que interesa es cómo aprovechar las
potencialidades de la tradición judeo-cristiana para recuperar el sistema moral-cultural
que contribuya al desarrollo del moda- democrático-capitalista de concebirla sociedad.
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Del intento de explicación (Weber) hemos pasado aquí a un intento legitimador de


alcance terapéutico-social. Porque no hay una consideración de la religión en sí misma,
sino su supeditación a la necesidad de superar la crisis del sistema.

Se trata, pues, simplemente de utilizar la religión para legitimar el capitalismo


democrático. La hipótesis de la afinidad entre capitalismo democrático y cristianismo
está al servicio de una tarea ideológica doble: 1) contrarrestar la posible legitimación
que el socialismo obtendría mediante las teologías política y de la liberación; 2) lograr
credibilidad y apoyo para el proyecto neoliberal capitalista.

En definitiva: por la vía neoconservadora, la pretendida recuperación de las funciones


sociales de la religión acaba en sometimiento funcional de la religión a los intereses del
sistema. Si la privatización de la religión reducía la religión a interiorismo (Weber) y
consuelo existencial del burgués (Metz), la religión con funciones sociales de los
neoconservadores responde al cambio de necesidades experimentado por la sociedad
capitalista actual.

V. Interrogantes de la teologia política neoconservadora

El intento neoconservador suscita una serie de preguntas y levanta no pocas sospechas.

Interpretación distorsionada del capitalismo

La lectura de los grandes logros del capitalismo produce sorpresa e incredulidad. Nunca
se habían reunido juntos tantos éxitos del capitalismo. El que exista una cierta
interrelación entre la moderna tecnología y el capitalismo no significa que una pueda
hacer interpretaciones: históricas a destajo, como las que Novak hace y con las que se
recibe la impresión de que nos hallamos ante efectos producidos exclusivamente por el
sistema capitalista. Atribuir al capitalismo logros sociales como la reducción de la
jornada, la mejora en las condiciones de trabajo, el incremento salarial y una
distribución más igualitaria, desconociendo la importancia de las luchas sociales, del
movimiento obrero y de los sindicatos, para conseguirlos, es cerrar los ojos a la
evidencia. En realidad nos hallamos ante una guerra ideológica. En el ardor del combate
los neoconservadores no están dispuestos ni siquiera a conceder que, aunque "el
socialismo sea una idea muerta" (I. Kristos), sirvió para humanizar el capitalismo.
Siguiendo el consejo de P. Berger, hay que practicar "el arte de la desconfianza", que
sitúa a los actores y sus ideas en su propio contexto y averigua cuáles son sus intereses
creados.

Ambigüedades

Algunos críticos reconocen que los neoconservadores tienen el mérito de haber


planteado con realismo cuestiones que la teología política y la teología de la liberación
no se han atrevido a abordar con claridad. Tal, el problema de las mediaciones: cómo
hacer efectiva la opción por los pobres. Porque "no es el que dice ¡el pobre, el pobre! el
que entrará en el Reino de los cielos, sino aquel que pone en acción un sistema
económico que ayude al pobre a no serlo más". La cuestión es cómo incrementar la
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producción, cómo distribuirla menos desigualmente y cómo hacer todo esto compatible
con el progreso de instituciones libres. Cierto que existe aquí un déficit de la teología de
la liberación. Pero también es cierto que en áreas como Centroaméric a la solución del
capitalismo democrático ha tenido consecuencias fatales.

Y ¿por qué se rechaza el socialismo democrático? El temor de que el control del


mercado degenere en centralismo y de que las ingerencias estatales se deslicen hacia el
colectivismo no es razón suficiente, en un momento en que el intervencionismo estatal
está a la orden del día en todas las economías. Sorprende la falta de crítica al mercado
incontrolado, a la tendencia hacia la concentración del poder, etc. Incluso el realismo
del "siglo de la política socialdemócrata" no deja de poner al descubierto una serie de
peligros del capitalismo, aun del democrático. Así algunos neoconservadores reconocen
que el capitalismo es a las veces "rapaz y explotador" y que sus beneficios muy pocas
veces se reparten de acuerdo con el valor moral de las personas. Aunque los
neoconservadores se resistan, la libertad se traga la solidaridad.

Afirmaciones teológicas escandalosas

A los neoconservadores hay que agradecerles la claridad y rotundidad de sus


pretensiones. Nos evita andar con rodeos. Su objetivo, repetido hasta la saciedad, es
justificar teológicamente el "capitalismo democrático" frente a la "nueva clase" a la
"contracultura", encarnada en la teología política centroeuropea y la teología
latinoamericana de la liberación.

Dejando de lado la visión cristiana del capitalismo democrático, que no tiene por dónde
agarrarse, vamos a someter a examen las famosas tres ideas bíblicas que se esconden
según Novak tras el capitalismo democrático. Lo menos que cabe decir es que, tanto la
idea de pecado, como la de imagen de Dios y de la índole comunitaria del hombre, son
aplicables al socialismo democrático. Realismo, control de los poderes, respeto a la
libertad, valoración del trabajo creador y búsqueda de la solidaridad en la justicia
convienen más al ideario socialista que al capitalista. No se ve cómo se puede hacer una
aplicación exclusivista de estas ideas a un sistema específico, si no es a través de las
mediaciones de interpretaciones sesgadas.

Hay momentos en los que tales mediaciones quedan patentes. Así, por ej., Novak
transforma la competitividad en la virtud teologal de la caridad y luego, a través de
"mediaciones realistas", en el único camino de respeto , al otro y de fraternidad. Resulta
una interpretación más que discutible el que el mecanismo de mercado: pueda llegar a
transformar el "egoísmo ilustrado" en espíritu comunitario. Aquí la desconfianza en el
hombre como pecador se transmuta en confianza acrítica liberal en la estructura. El.
canto a "la ética capitalista de la cooperación", los orígenes premodernos del
individualismo occidental, asociado posteriormente con el capitalismo (Berger), tienen
su punta de verdad. Pero deducir la idea de comunidad de la p ráctica económica del
mercado es simplemente una caricatura grotesca.

Para justificar el capitalismo, no titubea Novak en denigrar a sus contrarios. Aunque en


sus últimas publicaciones matiza algo más con respecto a la- teología de la liberación.
Ensalza la espiritualidad de Gustavo Gutiérrez y no es tan dura la acusación, que hace
de marxismo a la teología de la liberación. Pero la estrategia descalificadora vuelve a
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:utilizarse. Así, por ej., cuando insiste, en la concepción de los pobres como
detentadores de la verdad. Es la misma estrategia que ha usado con la carta pastoral de
los obispos norteamericanos sobre asuntos económicos, a los que también ha tachado de
marxistas.

Uso terapéutico-social de la religión

El intento neoconservador se incluye dentro de un proyecto más amplio de lucha


ideológica (P. Berger), para hacerse con las mentes sobre toda de los americanos. "El
corazón americano es conservador" (P. Steinfels). Ahora se trata de conquistar sus ideas
y, sobre todo, de apoderarse de la tradición liberal. En realidad, la ofensiva neoliberal,
desde las posiciones bien fortificadas de la tradición liberal, pretende lanzarse contra su
máximo enemigo: el socialismo democrático. De ahí el interés por reducir su influjo allí
donde aparezca el más mínimo atisbo de sus ideas. Y de ahí también su inquina contra
los teólogos políticos y de la liberación. La teología del capitalismo democrático es su
alternativa. Se trata de asegurar así el control de uno de los factores -el religioso-, que
sigue ejerciendo una gran influencia a la hora de motivar los espíritus y de movilizar a
la gente en pro o en contra de una determinada forma de estructura social.

En la coyuntura histórica actual, con su inesperado triunfa a nivel mundial, el


capitalismo se enfrenta ahora consigo mismo. Sus enemigos son sus propias
contradicciones: el saqueo de la biosfera, la destrucción del entorno, la expoliación del
Tercer mundo, el crash de la bolsa y las crisis financieras. Pero sobre todo está
condenado a adentrarse en lo que F. Fukuyama denomina "el tiempo triste" del fin de la
historia: esa época marcada por el profundo vacío de una sociedad privada de sentido
moral y de utopía y que corre sólo detrás del éxito y del consumismo.

Es justamente para llenar ese vacío que los neoconservadores apelan al uso terapéutico-
social de la religión. No es aventurado afirmar que, a corto o medio plazo, el recurso a
ese tipo de terapia resultará imprescindible, sobre todo en versiones más suaves, como
la de P. Berger, que no deja de hacer guiños a las "estructuras religiosas intermedias".

No se puede dudar de que el capitalismo democrático ha alcanzado unas altas cotas de


bienestar en los países donde está implantado. ¿Significa esto la supremacía indiscutible
del sistema capitalista corregido por el intervencionismo estatal? ¿Nos movemos, por
tanto, dentro del reformismo del sistema, sin fórmula de recambio? ¿Esta supremacía
capitalista es generalizable para los países del Tercer mundo?

La visión desde la periferia

Cuando la presunta opción neoconservadora por los pobres se mira desde la periferia del
sistema -el Tercer mundo- una sospecha toma cada vez más cuerpo: el centro de interés
no son tanto las mayorías pobres como el sistema mismo. Los neoconservadores
absolutizan su versión del capitalismo democrático. La intangibilidad de la lógica
económico-política del sistema hace sospechar que los límites del neoconservadurismo
son los del sistema (Habermas). No ven más allá. Su tratamiento de "los otros" está
referido exclusivamente a sus reacciones frente al sistema. No se los considera en sí
mismos. "Los otros" (pueblos, culturas, mayorías pobres) son desconocidos como tales,
JOSE MARIA MARDONES

porque el centro de atención y valoración no es más que el sistema. La mediación-el


sistema- devora así a los destinatarios. Un peligroso culto idolátrico, en cuyo altar se
puede inmolar a los hombres que no se sometan al sistema.

No son los sujetos humanos, sino la estructura la que despierta la compasión. Novak
llega a sentir lástima por la business corporación (la corporación del negocio) y a
identificarla con el Siervo de Yahvé. Sólo basta recordar que para la teología de la
liberación, como para la Biblia, es en los pobres donde se da el clamor de Dios. Para los
neoconservadores, el Reino de Dios está más en una estructura que en los hombres: el
Reino está subordinada a los imperativos del sistema.

Al final nos asalta una pregunta: ¿qué tiene que ver este cristianismo neoconservador
con el de Jesús de Nazaret? Nada, salvo algunas referencias culturales. Se ha perdido la
capacidad de ver dónde se revela el misterio del Dios de Jesús. El Dios neoconservador
es un dios de ricos, privilegiados y capaces. Pero -contra Novak- ofrece pocas
afinidades con el Dios bíblico. Más bien es su tergiversación: la pretensión de suplantar
al verdadero Dios. Una estrategia que continuará. Los neoconservadores disponen para
ello del triunfo mundial del sistema. Pero carecen de la legitimidad del Evangelio.

Condensó: ELISA GARCIA

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