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Capítulo 32:
Llegué a la casa de mi padre, este me recibió. Estaba muy desconcertado con mi aspec
to, ya que el convertida en vampiro no me había visto.
Yo le expliqué todo. Fue un poco duro, porque cuando le conté absolutamente todo, ca
si se muere de un infarto.
Me contó él, de cuando yo era niña y me mostró fotos y videos de esa época. Y luego me con
tó cuando conocí a Edward. Me relató, también. Que estaba diferente cuando estaba con el
.
Después de tanta plática me fui hacia mi casa. Me encontré con Edward, y el me dijo an
tes de que yo le explicase donde estuve, Alice. Pensé de inmediato, le contó donde e
stuve.
Fui a la casa de los Cullen, a hablar con Alice.
-Te rengo que contar algo.- le informé a mi cuñada, tomándola de la mano, y llevándola a
su recamara.
-¿Qué sucede?- preguntó ella alarmada.
-Necesito tu ayuda- le comenté.
-¿Para qué?- inquirió ella, levantando sus cejas.
-Para volver a ser la que era- le expliqué.
-Bella, ese es un proceso que...- la interrumpí.
-No, a mi no me importa- le corté yo- Quiero volver a ser, o ser de nuevo, la espo
sa de tu hermano y la madre de su hija.- relaté. Ella abrió los ojos como platos al
contarle mi plan. Ella me jaló del brazo, y comenzó a peinarme, maquillarme y vestir
me
Me dejó así: HYPERLINK "http://www.vestidodefiesta.net/wp-content/uploads/2009/01/ve
stidos_de_15_anos_negros_3.jpg" http://www.vestidodefiesta.net/wp-content/uploads/
2009/01/vestidos_de_15_anos_negros_3.jpg
Capítulo 31: Soy Jack, tu mejor amigo Bells.
-¿Yo sabia, lo que tú... Eras?- pegunté algo tímida.
-Si- respondió con nostalgia.- Lo supiste después de un tiempo de habernos conocido-
me sonrió nuevamente.
-A mi no me importo- concluí.
-Si, solo te importaba lo mucho que me amabas- acotó dándose la espalda y dirigiéndose
a la salida- Voy a cazar, hace una semana que no lo hago.- me dijo abriendo la
puerta.-¿Podrías cuidar a Atenea?-
-Claro, es mi hija ¿No?- le conteste
-Si- dicho esto salió.
Yo me quede pensando, el me ama. Y lo lastimo cada minuto de la vida. Pobre. Lue
go fui a buscar a Atenea. Caminé de la mano de mi hija, por el sendero hasta llega
r a la residencia Cullen. Toqué la puerta, y me abrió la puerta, el muchacho morocho
, Jacob.
Yo ingresé y toda la familia estaba haciendo actividades recreativas.
-¿Puedo hablar con ustedes?- pregunté, en un tono de voz bajo, pero audible para ell
os.
-Si, ¿Qué pasa cariño?- inquirió Esme.
-Quiero que me cuenten todo- le contesté a la amable mujer.
-¿Cómo todo?- preguntó Esme, algo nerviosa
-¿Quién era? ¿Cómo los conocí?, todo-
-Te llamas Isabella Mery Swan- comenzó Alice, saliendo de las escaleras.- Cando te
conocimos tenías diecisiete años.- yo me senté en el sillón, al lado de Emmett. Alice m
e contó de mi familia, de que ellos aún vivían, me dijo de mis amigos en la escuela, d
e cómo era mi aspecto cuando era humana, muy detalladamente. Y luego me contó todo a
cerca de cuando conocí a su hermano. Me comentó de que yo estuve en peligro mortal p
or estar con el, yo siendo humana. Pero a mi no me importaba porque yo lo amaba.
A todas estas declaraciones me pregunté donde estaría mi hija.
-¿Dónde esta Atenea?- musité, viendo que no se encontraba en la habitación. Me fui ponie
ndo cada vez más nerviosa. Hasta que una ventisca de paz y calma me invadió.
-Tranquila- me calmó Jasper.- ella esta con Jacob.
Yo me tranquilicé hasta que él trajo a mi hija devuelta.
-¿Puedo hablar contigo?- le dije a Jacob.
-Claro- dijo esto, salimos por la puerta, y caminamos en silencio hasta que el r
ompió el silencio.
-¿Qué sucede Bells?- preguntó, animadamente.
-Eso- dije, y este me miro extrañado.- Quiero decir, me llamas Bells , y no se por qué.
- musite confusa- ¿Quién eras mió tú?, porque nadie me explicó que eras mió.-le conté.
-Yo soy tu mejor amigo Bells- y me sonrió- Te conozco hasta más que tu chupa... Edw
ard.- me quedé pensando en lo que había dicho.
-¿Qué ibas a decir Jacob?- jadeé, pensando que el mismo se corto la palabra.
-Nada- contestó nervioso.
-Si, ibas a decir algo- le recordé.- Chupa ... Y te cortaste.-
-Chupasangre Bella, eso es lo que son y es lo que no te quería que te conviertas.-
confesó- Pero ahora ni te acuerdas de mí.- comentó con melancolía.
-No me acuerdo de nadie Jacob- le conmemoré.
-Si, pero yo fui el que estuvo contigo cuando ellos te dieron la espalda. Y si y
a se, ellos lo hicieron para que no seas como ellos, pero lo hicieron- me contó co
n tristeza.- Ya se, que no te acuerdas de quien soy, pero soy Jack, tu mejor ami
go Bells.
Caminamos en silencio por el bosque, el me contaba de las cosas que hicimos cuan
do éramos amigos, o mejor dicho las cosas de antaño. Me contó las tardes que pasábamos e
n su garage arreglando motos, las cosas de licántropos, y me dijo que los vampiros
y los lobos, eran enemigos naturales. Pero yo a Jack lo quiero, eso es lo que s
iento.
El bosque estaba tranquilo y calmo, con su tierra dura y los árboles jade. Los pájar
os cantaban al unísono una hermosa melodía y las ardillas cambiaban de árbol en árbol co
n pequeños saltos.
Capítulo 32: Me amaba.
De tanto correr. Llegué a Seattle.
Pensé que la única persona que me podía ayudar, era esa persona que me conoce más que na
die. Me conoce desde que nací.
Corría por el bosque, hasta llegar a Forks, era el único sitio donde encontraría infor
mación de esa persona.
Localizarla fue un poco difícil, ya que tuve que seducir al guardia de datos. Enco
ntré la casa, de un blanco pálido, y venida a bajo. Con un vehículo estacionado, fren
te a el garaje.
Toqué la puerta y el hombre me abrió.
Charlie Swan. Mi padre. Él me tenía que contarme todo a cerca de mi vida. Antes y de
spués de conocer a Edward Cullen.
Hablamos de cuando era niña, y me mostró muchas fotos y videos. Me relató de mis épocas
en la escuela, me enseñó boletines y pruebas.
Contó anécdotas de mi madre, y mi padrastro. Ellos viven en Jacksonville, según lo que
él dijo.
Y después hablamos de mi período como novia y esposa de Edward, el me contó que estaba
muy enamorada. Y que el era muy feliz conmigo.
Me amaba.
Me dijo que cuando Atenea nació, yo era la persona más feliz del mundo. Al igual qu
e todos en la familia. También me comentó que yo era abogada y que me recibí hace meno
s de un año.
Me despedí de el, ya que había decidido algo.
Tenía que recuperar a mi marido, al verdadero, cueste lo que cueste. Llegué a la cas
a grande, y fui directamente a hablar con Alice. Subimos a su recamara, y pone e
n marcha mi plan.
-¿Qué pasa tan exaltada Bella?- preguntó, con una sonrisa pícara.
-Lo sabes, ¿No?- le pregunté, con una sonrisa.
-¡Sí!- me gritó en el tímpano.
-¿Me vas a ayudar?- inquirí, tomándola de la mano.
-Claro, manos a la obra- dicho esto, me agarró de la muñeca, y me llevó a su placard r
epleto de ropa.
Me puse, HYPERLINK "http://www.vestidodefiesta.net/wp-content/uploads/2009/01/ve
stidos_de_15_anos_negros_3.jpg" http://www.vestidodefiesta.net/wp-content/uploads/
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Alice fue a decirle a Edward que teníamos que salir. Ella me parece que le dio ide
as y le dijo donde teníamos que salir. Fue a vestir a Edward y luego yo salí al porc
he de la casa, y me encuentro a mi marido, vestido así: HYPERLINK "http://www.boda
rossa.com/imagenes/2009/02/javier5.jpg" http://www.bodarossa.com/imagenes/2009/02/
javier5.jpg
Mi cuñada tenía agarrada de la mano derecha a mi hija, quien supuse, se iba a quedar
con ellos hoy.
El me abrió la puerta del copiloto, y yo me senté a su lado. Anduvimos el camino en
silencio, hasta que el lo rompió.
-¿Qué te hizo cambiar?- preguntó de sopetón. Dude, pero luego le respondí.
-Lo que me hizo cambiar fue...- y me callé.
-¿Si?- me animó el.
-Volver a ser una familia- expliqué, este ante mi respuesta sonrió de oreja a oreja,
mirando por el espejo retrovisor.
-Estas hermosa- me halago.
-Gracias, tu también.- le respondí.
-Todo va a volver a ser lo que era- me informó el, acariciando mi mano izquierda.
-Si, eso espero- contesté, no muy convencida.
Llegamos a un lugar hermoso. Llegamos a...
Capítulo 33: Como la primera vez
Llegamos a una fiesta.
Las glorietas adornadas de rosas sojas, con una banda de música en el lado este. M
esas en el lado opuesto, y bailarines rodeando la pista de baile, más a lo lejos,
sentía el canal de un río.
Edward me tomó de la mano, y saludó a muchos de los presentes. Estos le decían doctor,
y me saludaba a mi, diciendo que yo era medica al igual que el. Cada vez que me
nombraba, en su voz refutaba un son de orgullo, y eso me hacía muy feliz.
Nos sentamos al lado de un matrimonio de la edad de mi padre, y ellos nos sonreían
amablemente.
Cuando Edward dijo que éramos doctores, y además padres, los dos no nos creyeron. Y
luego cayeron en la cuenta que era real.
Mi esposo me sacó a bailar, en medio de todos los bailarines, nosotros éramos unos p
rofesionales, ya que nuestro andar era más grácil que los que nos rodeaban. Volvimos
a tomar asiento, y tuvimos que comer algo, si no nuestros acompañantes sospecharían
.
Después del primer plato, que sinceramente estaba asqueroso, Edward me hizo camina
r a su lado, nos sentamos en la orilla del río.
Y hay con la luz de la luna, iluminando las aguas negras, y en ese momento, los
duros labios de mi esposo, se moldaron como si fueran piezas de un rompecabezas,
porque encajaban perfectamente. Su lengua, abrió paso a mi cavidad bucal, y ambas
se disputaban una guerra que ninguno quería ceder.
Abrí los ojos, y ahí estaba el, con sus ojos centellantes de emoción que se reflejaban
en el agua.
-Te amo- me dijo, y dicho esto me volvió a besar. Esta vez fue diferente. Me tomó de
la cintura y me hizo parar. Caminamos con los ojos cerrados, porque era obvio q
ue ninguno de los dos se iba a caer y al darme cuenta donde me llevaba me detuve
en seco.
-¿Qué hacemos acá?- le pregunté intrigada.
-Vamos a dar una vuelta- y en ese momento, me volvió a agarrar de la cintura nueva
mente, y me dirigió al barco. Este empezó a arrancar.
La boca de Edward, en ningún momento se separó de mi anatomía. Sus movimientos eran rápi
dos y ágiles. Era un sueño.
Bajamos por una escalera, del yate. Y había una habitación, con una barra, un baño a l
a izquierda, y en el lado derecho una cama matrimonial.
Este me recostó cuidadosamente en el lecho. Y comenzó a besar mi cuello, con locura
y pasión. Era lo más dulce que jamás había sentido. Su boca y la mía, estaban atraídas por
ampos magnéticos invisibles.
Me quitó el vestido lentamente, primero la parte superior, y a su vez yo hacía lo mi
smo que el. Saque de mi camino, primero el saco y luego la corbata que el tenía.
El vestido que poseía anteriormente, ahora pasaba a ser parte del suelo al igual q
ue sus prendas. El amor que se reflejaba era inmenso.
Eso era lo que sentía. Amor
Es algo extraño que yo sienta esto, ya que yo no lo conozco, o más bien, si. Pero no
lo recuerdo. Y el de mi sabe todo, y mi cuerpo el ya lo obtuvo al igual que yo
el suyo, con la mera ventaja, que para mi con el era mi primera vez.
La erección era palpable bajo su pantalón. El se los quitó y comenzó a penetrarme, con l
ujuria y amor. El deseo que embriagaba esa habitación era único. Su piel y la mía era
tan fría o más, que la misma nieve. Pero en ese momento, nuestros cuerpos emanaban c
alor, tal como dos seres humanos comunes.
Su lengua, recorría todo mi cuerpo, y desde mi clavícula hasta mi vientre, hacía un ca
mino con sus besos.
Vimos por la ventana, y el alba comenzaba a asomarse, así que decidimos volver a l
a casa, ya que la fiesta, abría terminado.
Capítulo 34: No me gusta Mimi
Al volver a la casa, mi hija estaba dormida en el regazo de mi cuñado, Jasper. Est
e acariciaba su mejilla lentamente al son de su respiración.
Todos sonrieron al vernos, me parece que Alice ha visto todo lo que ha sucedido,
y se le fue la lengua.
Edward miró a su hermana favorita con el ceño fruncido. No sabía el por qué. Tomé en mis b
razos a Atenea, y la lleve a nuestra casa. La recosté en su lecho y allí estaba mi m
arido, mirándome con una sonrisa desfallesedora.
Me tomó de la mano y fuimos a desayunar o más bien yo, ya que el es el que caza.
Después de que mi hija se despertara, ella quería ir a la casa grande, nosotros fuim
os y todos estaban allí, haciendo diferentes actividades.
Alice nos saludó, y le pidió disculpas, no se de que, pero Edward la perdono. Jacob,
le trajo a Atenea un regalo, que esta abrió. Era un perro, un pomerania: HYPERLIN
K "http://www.fashiondogs.es/arxius/galeria/medi_Phoebe1.jpg" http://www.fashiondo
gs.es/arxius/galeria/medi_Phoebe1.jpg
Atenea estaba muy contenta con su mascota, y Edward y yo le dimos a Jacob una so
nrisa de agradecimiento. La niña estaba sentada en el suelo, con Mimi, su mascota.
-Hola Mimi- decía esta.
[i]Que nombre más ridículo, como se le ocurre ponerme así.[/i]
Esa voz no me era familiar. Para nada.
-¿Quién dijo eso?- inquirí mirando a los presentes.
-¿De qué hablas?- preguntó Emmett observándome extrañado
-Fue una voz femenina, pero no era ni Alice, ni Rosalie ni Esme- expliqué.
Hay. Se quejó la voz que escuche hace un rato.
-¿Quién dijo eso?- dije, ahora buscándola con la mirada.
-Bella- llamó Edward- nadie dijo nada, amor.- explicó este.
-No, claro que si, la voz dijo Que nombre más ridículo, como se le ocurre ponerme as "
y luego se quejó.- comenté.
Edward y Jasper fueron los únicos que se me quedaron viendo pensativos, y el resto
me observaba como si estuviera desvariando.
-Es raro- comentó Edward.-No, no creo que sea eso- contestó a los pensamientos de...
¿Quién?
-¿Qué pasa?- preguntó Rosalie, hablando por vez primera.
-No, ella esta bien- aseguró mi esposo, ignorando a su hermana rubia.
-¿Pueden explicar?- exigió Emmett.
-Es increíble- musitó mi cónyuge.- Muy buena tu teoría Jaz- lo felicitó a su hermano.
-¿Qué pasa?- bufé.
-Jasper cree que lo que escuchaste fue...- y dudo.
-¿Qué cree?- susurre.
-Creo que escuchaste lo que el perro dijo- me contestó mi cuñado.
-¿Qué?- dijo, ante la respuesta del hombre de cabellos rubios.
-Si- afirmó- cuando voz preguntaste de quien era la voz, Atenea le dijo el nombre
del perro, y cuando a ella se le callo de las manos, tu has dicho que alguien se
quejó- explico el atentamente a cada detalle.
-¿Me estas queriendo decir que hable con un perro?- musite atónita.
-No, eso no- me contradijo- que lo has escuchado.- comentó.
-¿Mimi no te gusta tu nombre?- preguntó mi hija a su perro.
[i]Claro que no, es espantoso. Dile tú, que me gustaría que me llame, no se. Clara[/
i]
-Ella nos escucha a todos- les informé- dijo que le gusta más Claro, Atenea.- le inf
ormé a mi hija.
-Bueno, entonces Clara.- comentó esta.
-Pero que raro- dijo Jacob- puedes hablar con lo animales- musito feliz- Que don
más útil- finalizó.
-Si- contestó Edward, no tan feliz como el.
-Salimos de la casa, con Atenea, Edward y Clara a nuestra casa. Yo estaba muy ca
nsada, y no porque en verdad lo tendría que estar, si no porque todo esto es extraño
.
FIN*