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Editoriales disidentes en el conurbano

Cada crisis arrastra un movimiento de resistencia consigo. A partir del 2001, luego de que
varias editoriales nacionales sucumbieran frente a los grandes grupos de la industria editorial,
frente a la falta de recursos para el consumo, y la falta de políticas que difundieran el trabajo
de escritores independientes, el sector editorial independiente tuvo que erigirse como
resistencia desde la autogestión y la innovación en las formas de producir libros. El siguiente
trabajo busca mostrar, visibilizar y problematizar el pasaje de la contracultura editorial del
conurbano como respuesta u un límite a la creación de un espacio propio, que al deconstruir
sus fronteras abrió el espacio para que el margen del margen fuera visible, tuviera voz, se
constituyera una experiencia editorial.

Espacios como la FLIA (Feria del Libro Independiente y Autogestiva) o los ciclos de lecturas
que empezaban a proliferar en Buenos Aires, se volvieron imprescindibles ya que difundían
obras de artistas contemporáneos, con base en la autogestión y en formatos novedosos o,
hasta ese momento, olvidados. Muchos de estos proyectos editoriales de autogestión, sino la
mayoría, circulaban en la Capital Federal, siendo el conurbano una excepción para la
realización de ferias, encuentros o eventos. La falta de espacios preparados para las
actividades culturales, sumado a las dificultades del transporte y los recursos disponibles,
hacían más difíciles estas actividades en el conurbano bonaerense. Más difíciles pero no
imposibles.

El conurbano existe como consecuencia de un límite. Se inscribe al margen de la ciudad y lo


porteño como el epicentro de la movida cultura. En este contexto, surge un modo propio de la
autogestión de proyectos editoriales en el conurbano, atravesados por las condiciones que
limitan e identifican la realidad de la provincia. Los proyectos editoriales que habitan los
límites, los márgenes, pueden, también habitar otros contenidos, contenidos marginales, no
hegemónicos, contraculturales, disidentes.

[1] http://feminacida.com.ar/hojarascas-poesia-urgente-para-esta-humanidad/

“La autora no sólo hace un llamado a quien la lee, revuelve la idea de no olvidar que las travas
o las mujeres trans están presentes en un mundo que no les es muy amigable. “Furioso
ejercicio el de no pisarnos la memoria… somos nosotras las que siempre ponemos las
muertas”, escribe. “Así de insolentes, así de arrebatadas, que nada de esta sucia pasión se
hace sin estrategia”.
Este “nido de un pecho trava” pide atención ante la violencia cotidiana que sufren ella y sus
compañeras. Le habla a todos: a la iglesia, al estado, al universo, a la tierra, a la militancia y al
dolor. Su revolución ha llegado tan lejos que la filósofa feminista y teórica estadounidense
Judith Butler la citó en varias oportunidades por su frase: “reivindico mi derecho a ser un
monstruo ¡Que otros sean lo Normal!”, de su segundo poemario Trans-Pirado publicado en
2011.”

Ahora bien, si la edición independiente ha surgido, efectivamente, como respuesta alternativa


a un mercado obturado por las multinacionales que limitaba el acceso a los medios de
producción y difusión, pero también de cosumo, a quienes no llegaran al mercado masivo,
cabría, este punto, preguntarnos, ¿Cualquier editorial independiente constituye en sí mismo
un acto de la contracultura?

Para ello es necesario entender contra qué modelo hegemónico se estaría rebelando esta
forma de producción autogestiva, así como también analizar qué elementos son
indispensables para la construcción de una alternativa cultural.

Las grandes editoriales tienen un sistema de gestión en consonancia con su sistema de


producción industrial. Masividad, respuesta a la “agenda”, posibilidad de explotación más allá
del objeto libro. Los temas y los autores responden de sus catálogos responden a esta lógica.
Una lógica que estandariza, neutraliza cualquier elemento que no entre dentro de los
parámetros de lo hegemónico, pues esa disrupción constituye una amenaza para el circuito
pre establecido de producción de la industria cultural.

Las editoriales que surgieron luego de la crisis del 2001 forman parte de una respuesta
económica y cultural a este escenario, Centran sus catálogos en escritores locales,
producciones artesanales, tiradas cortas. La tecnología disponible facilita la producción
autogestiva, con una división de trabajo distinta a la de las grandes empresas. La difusión de
estas editoriales se sostiene en el uso de redes sociales, en los lazos que se tejen entre actores
involucrados: editoriales, autores y lectores se encuentran en espacios virtuales y reales. Por
un lado, la virtualidad brinda herramientas y estrategias de difusión y publicidad. La
“personalidad” cobra un valor dentro de esta lógica. Facebook, Instagram, Twitter se
transforman en plataformas de expresión subjetiva pero también de promoción de la propia
obra. El intercambio real se ve beneficiado por el intercambio virtual. Los espacios virtuales
posibilitan además los encuentros reales. Eventos, ferias, ciclos de lectura son propuestos y
promocionados en las redes. Estos espacios se vuelven fundamentales para la supervivencia
de los proyectos, pero además constituyen como indispensables para re pensar la cultura pos
2001. La autogestión editorial se une al trabajo colaborativo, en red, que invita a desarmar y re
pensar las condiciones materiales de una identidad cultural. Y en ese acto constituye un acto
de micropolítica, tal como Félix Guattari y Suely Rolnik lo definen en “Micropolítica.
Cartografía del deseo”: "La micropolítica tiene que ver con la posibilidad de que los
agenciamientos sociales tomen en consideración las producciones de subjetividad en el
capitalismo, problemáticas generalmente dejadas de lado en el movimiento militante."[2]

En tanto los sujetos involucrados en la producción independiente se piensan como sujetos de


la producción, ejercen una micropolítica destinada al cuestionamiento de su propio lugar en la
reproducción de sentidos.

Esta micropolítica se vuelve en el conurbano posibilidad de desarmar la lógica centro-periferia,


(la Feria del libro Independiente ocurre más allá de la General Paz, en otras provincias, lejos de
la capital), pero también el espacio que las disidencias pueden reclamar como propio para
desarmarlo y cuestionarlo, y – al hacerlo- cuestionarse y desarmarse como sujetos.

Las experiencias editoriales disidentes en el conurbano engloban sujetxs hasta este momento
silenciadxs e invisibilizadxs: travas, trans, putxs, tortas, locxs, viejxs, turrxs, villerxs. El margen
del margen. Estos proyectos adoptan una estética que les pertenece. Muestran a las
disidencias en la cotidianeidad, tatuajes, graffitis, las paredes del barrio, el viaje a la capital o
entre puntos cardinales, la desnudez de los cuerpos no fotografiables, la amistad como
vehículo que habilita la existencia: en el margen las formas de asociación afectiva se vuelven
indispensables para la supervivencia.

Estos proyectos adoptan una estética que les pertenece; muestran a las disidencias en la
cotidianeidad, tatuajes, graffitis, las paredes del barrio, el viaje a la capital o entre puntos
cardinales, la desnudez de los cuerpos no fotografiables, la amistad como vehículo que habilita
la existencia: en el margen estas formas de asociación afectiva se vuelven indispensables para
la supervivencia. Pero también las experiencias editoriales disidentes en el conurbano
engloban sujetxs hasta este momento silenciadxs e invisibilizadxs: travas, trans, putxs, tortas,
locxs, viejxs, turrxs, villerxs. El margen del margen.

Desde las asambleas barriales hasta las cooperativas, los movimientos políticos también
encontraron en la autogestión una forma de difusión, después del 2001. El desencantamiento
con la política tradicional, obliga a una revisión de las relaciones que el pueblo tenía,
efectivamente, con la política. Más allá de un partido, la política es una herramienta a
disposición para transformar la vida de las personas. Una herramienta que había sido mal
usada, que se había desgastado, que no funcionaba como correspondía. Las nuevas formas de
representación política en los barrios se centraban en los problemas reales de la gente: el
hambre, la falta de trabajo, el reclamo por los derechos sociales pisoteados por la crisis. Esta
nueva forma de ser políticxs necesariamente terminaría en una revisión del lugar dado a las
minorías en la participación política. Serían estas minorías las que tomasen las herramientas de
la autogestión editorial para poder decir, salir a la calle, difundir. El feminismo por ejemplo,
tiene una larga data de experiencias gráficas y editoriales independientes (libros, fanzines,
panfletos, pegatinas, etc).

En este sentido, las ferias de editoriales independientes con su lógica de apertura, autogestión,
libertad y cooperativismo fueron un bastión ineludible para la formación de una identidad
cultural del conurbano. Identidad que aún hoy se encuentra en construcción (y
deconstrucción), identidad que muestra en sí misma las marcas de un forzamiento de los
parámetros hegemónicos de lo cultural, y que repercute necesariamente en el modo en el que
lxs sujetxs que participan de esta cultura se ven a sí mismxs y ven a lxs demás. Ya no como la
periferia de una cultura porteña, sino como espacio propio conquistado por la prepotencia de
trabajo, por la insistencia del deseo, por la necesidad que agudiza cualquier ingenio.

La llegada de las redes sociales, decíamos, posibilitó una mejor comunicación entre actores de
esta contracultura, permitiendo encuentros, puentes, conexiones antes imposibilitados por la
distancia o los costos de viaje. El intercambio y la sinergia de estos proyectos fortalecieron los
vínculos entre escritores, artistas y editores. El conurbano era enorme y difícil, pero había
muchas maneras de conectarlo. Los modelos editoriales autogestivos del conurbano están
signados por la experiencia del ser marginal, tanto en su contenido como en su forma de
producirse, difundirse, distribuirse. Algo que se sabe en el conurbano es viajar, el viaje de estos
proyectos será siempre desde y hacia el límite. La experiencia atravesando todo.

El movimiento hoy da paso al cuestionamiento de la heterosexualidad obligatoria y su


régimen, cada vez más visible a partir del estallido del feminismo luego de la primera marcha
NiUnaMenos. Esta visibilización de las diversidades como disidentes a ese sistema
heteropatriarcal se empezó a manifestar en las movilizaciones, en colectivos y en
publicaciones independientes. En tanto se cuestionan los medios de producción y la forma en
que se consumen los productos culturales parece ineludible el cuestionamiento de la propia
identidad cultural y subjetiva. Este cuestionamiento recae necesariamente, también sobre la
heterosexualidad obligatoria y su régimen patriarcal, pues este modelo de dominación sobre
los cuerpos los que dominan también el régimen político y ecónomico que había excluido a
muchxs sujetos de la cultura hacia 2001. El conurbano se erige hoy, entonces, como bastión de
una micropolítica de la resistencia que cuestiona lo asignado como normal y hegemónico.

Tomaremos como ejemplo de esta micropolítica de la resistencia tres proyectos del


conurbano que han sabido ilustrar esta relación entre disidencia y edición: Editorial Mutanta,
Profundo y Ternura Cyborg.

La Editorial Mutanta oriunda del noroeste, nace en el año 2015 luego de la muerte de IOSHUA,
Josué Marcos Belmonte, hoy reconocido como uno de los poetas del conurbano gay que supo
mostrar la marginalidad de la disidencia sexual en tiempos de arcoíris, glitter y festejos de
leyes como la del matrimonio igualitario. Sus editoras son de barrios del oeste, del noroeste y
del interior de la provincia de Buenos Aires. La elección del nombre da cuenta de la búsqueda,
un lugar por fuera de todo, Susy Shock diría “no queremos ser más esta humanidad[1]”, pues
seamos algo más, mutantes, mutantas entonces. Unidas por IOSHUA, quien intentó alejarse de
esta validación del ser gay, rosa, blanco aceptado y llamarse PUTO, y del conurbano. El pibe de
la gorrita también gay, el puto de barrio también supo ser poeta y habitar el margen. A raíz de
su muerte, la editorial se propuso reeditar una de las ediciones de su fanzine Split junto con la
poeta Inés Púrpura, que contenía dibujos del autor y poemas de amor putos y tortas. El
nombre de esta obra sería “En el barrio / En la placita” espacios criminalizados durante todas
las crisis, estos poemas okupan la calle y resignifican la plaza y el barrio como lugares que la
disidencia habita. La editorial entonces pensó tomar esta primera experiencia como camino
iniciático, editar voces de poetas que estén en los márgenes de la normalidad, de cualquier
forma. Se proponen difundir la obra de poetas y escritorxs que habiten estos márgenes
conscientemente y como espacio de lucha. Y hacerlo no en libros, sino en formatos pequeños,
económicos y de fácil difusión: el fanzine. Junto con otras editoriales suelen dar talleres para
difundir formas de autoeditarse, porque la idea del fanzine es el hazlo tu mismx acá se
convierte en idea política, las voces disidentes no son las más publicadas, y por cierto no
forman parte del canon. Otra de las ideas de la editorial es penetrar estas paredes invisibles y
llevar autorxs disidentes a espacios como escuelas y centros culturales de barrios alejados de
las urbes.

Profundo Ediciones es una editorial del oeste que nace como satélite de Casa Editora
Inmensidades a fines del 2014. No sólo difunde textos sino que se especializa en la imagen
como principal motor de visibilización y búsqueda del margen. Durante la crisis de principios
de este siglo era muy difícil encontrar fanzines o publicaciones que tengan fotografías ya que
los medios para imprimirlas no eran accesibles para lxs pequeñxs editorxs. Hoy, los medios y
las redes hacen que esto sea posible, así como también se prioriza la imagen por sobre la
palabra. Se presentan como “un intercambio poeticovisual entre amigxs, a modo de fanzines
en distintos soportes y formatos. Actualmente sigue sucediendo pero hemos ampliado
nuestros medios de edición y difusión. Mediante fanzines, reividicamos un estilo de vida:
amor, autogestion, redes, vinculos, mapas. Invocamos brujxs, somos gordxs, reividicamos
feminismos, e intentamos librarnos de todo medio de opresión que nos imponga límites. Nos
comimos los límites y vomitamos fanzines” La teoría gordx impregna toda la producción, hasta
en las bases de sus inicios, la construcción de un cuerpo gordx frente al “capitalismo magro”
muestra imágenes en los límites, el amor y la amistad ocupándolo todo. Los límites y una
marginalidad tierna y de cuidados mutuos. Se llaman a sí mismxs “Microeditorial de fanzines
evocados a la fotografía, ilustración y poesía de mujeres, trans, lesbianas y otras disidencias
sexuales y corporales”, comparten con Mutanta una búsqueda de voces invisibilizadas en los
medios de comunicación masivos como principal motor. Esta casa editora prioriza la imagen
pero no cualquiera, sino aquellas que se alejan de la hegemonía de los cuerpos magros,
muestra cuerpos disidentes deseantes y deseables, difunde sus voces y visibiliza un estilo de
vida ligado a la vinculación desde y hacia la amistad y el goce como fines en si mismos. Otros
aspectos que retoma en su catálogo es la fotografía de viajes, algunos fanzines y publicaciones
son verdaderos diarios de viaje llenos de paisajes sin mucha más explicación que el título o el
nombre de le autorx. Algunas publicaciones son una especie de diario íntimo haciendo realidad
esa frase que dentro del movimiento feminista se hizo lema de lucha “lo personal es político”:
mostrar la vida de la disidencia es político. Existir lo es. Existir es resistir.

La editorial Ternura Cyborg nace en el 2016 de la necesidad de despersonalizar un poco la


producción de la autora Lea Jael Caiero y con la intención de difundir materiales que trataran
sobre el cuerpo, el género y la tecnología. Estos espacios que encuentran interseccionalidad en
el movimiento feminista, también lo hacen en las editoriales. Se define a sí misma como
“Distro y editorial de materiales monstruosos, feministas, sentimentaloides y trash”. La
distribución de estas casas editoriales será distinta y dependerá de la buena voluntad de
viajantes, del siempre usado trueque de publicaciones ya que como es sabido, las librerías no
cuentan con espacio para exponer publicaciones carentes de lomo como lo son en gran
medida los fanzines y plaquettes.
Vemos en cada proyecto temas recurrentes, estéticas diversas, subjetividades que se apropian
de los medios de producción y se lanzan a la experiencia de la edición independiente.

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