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¿CANDIDATO O PRESIDENTE?

Si hay algo que tiene este país, es que como ciudadanos no podemos quejarnos de la
monotonía puesto que la clase política nos sorprende con cada hecho ya no insólito sino
más bien burdo y hasta caricaturesco.
Era un secreto a voces que el narcotráfico logro penetrar esferas gubernamentales
permeando en todas las instituciones clave, siendo la Policía Boliviana la última
golpeada con el caso de una filtración de audio. Como ya es de costumbre el Gobierno
comenzó una campaña para minimizar el hecho y cerrar el tema lo antes posible, a
sabiendas que el capital político de Evo Morales no puede darse el lujo de erosionarse
camino a las elecciones de octubre próximo.
Tenemos un escenario político volcado a lo electoral, donde temas estructurales como el
Narcotráfico (Seguridad Nacional), Economía (Colapso del Modelo Económico Social
Productivo, el mito de la nacionalización, Reservas Internacionales), Déficit Fiscal,
Deuda Externa (China un acreedor privilegiado) y la profundización del Centralismo
frente a un Proceso Autonómico luego de la pantomima de Diálogo sobre el Pacto Fiscal
brillan por su ausencia.
Debería preocuparnos que tanto Evo Morales (MAS) con sus grupos corporativos aliados
(COB, CIDOB, CSUTCB, Bartolina Sisas, CONALCAM, 6 Federaciones del Trópico de
Cochabamba), Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana) con su veintena de plataformas
ciudadanas afines y el resto de la oposición (Bolivia Dijo No, UCS, PDC, MNR, Tercer
Sistema, PANBOL) eludan no solo debatir estos temas sino plantear alternativas de
solución dentro de sus programas de gobierno.
Muchos políticos podrán refutar lo dicho en estas líneas, simplificando los procesos
electorales reconociendo que la gente apela a lo afectivo antes que a lo racional a la
hora de elegir un candidato por tanto el discurso y la propuesta sigue esa misma
dinámica. Aún si esto fuera cierto, debemos recordarles que su lógica solamente sería
válida durante el proceso electoral posteriormente la faceta de candidato se extingue
para dar lugar a la faceta de presidente.
Evo Morales viene 14 años consecutivos bajo los efectos de esa algarabía electoral, un
acto reprochable e irresponsable, porque desde ese entonces, Evo no asumió el rol de
presidente que demanda de una capacidad de lectura de su entorno social, la realidad
económica, pero por sobre todo la toma de decisiones muchas veces difíciles e impopulares
en nombre del bien colectivo, del bienestar y la estabilidad de todo un país a costa de su
imagen política y objetivos partidarios del círculo más cercano.
Estoy convencido que este país demanda de un presidente, no de un candidato. Alguien
que tome las riendas del país, alguien que tenga la responsabilidad de rodearse de
asesores profesionales y no meros operadores políticos y/o cuotas de partido.
Alguien que tenga como principal preocupación la estabilización del país y su transición
hacia un gobierno democrático sin mayores cálculos políticos y no así la simple
Reproducción del Poder per se.
Alguien que impulse Políticas Impopulares pero necesarias y no se incline por “las
Políticas de Masas” de esas que tanto nos gusta celebrar como ciudadanos, que no
solucionan absolutamente nada. Políticas producto de las cotidianas medidas de presión
en las calles, o los pactos sociales que nuestros dirigentes firman para beneficiarse a
costa de las personas que dicen representar y defender, el cobro de la prebenda que el
candidato de turno se comprometió cumplir una vez gane los comicios o simplemente
aquel resultado del simple cálculo político inclinándose hacia donde mejor trata el
electorado a la autoridad.
Como bolivianos queremos un ¿Candidato o un presidente?, una disyuntiva entre
enfrentar la verdad por complicada y adversa que esta sea, o seguir viviendo en el país
de las maravillas, deformando la realidad para hacerla más llevadera, aún si en el
proceso enfilamos al país al descalabro total.
Antes de tomar una decisión final como ciudadano a través del voto, resta preguntarse,
en esta coyuntura ¿qué es lo que necesita el país?

Por: Carlos Armando Cardozo Lozada


Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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