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TALLER EVALUADO
TEORÍA GENERAL DEL TRIBUTO
Por otra parte es necesario resaltar la importancia de este principio, y la misma radica
en el hecho de que, se debe proteger a los contribuyentes en su derecho de propiedad,
principio éste tan vulnerado en los actuales momentos y consagrado igualmente en el
artículo 115 de nuestra Constitución. “Se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona
tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes. La propiedad estará sometida a las
contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de
interés general. Solo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago
oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de
bienes.”
PRINCIPIO DE LA IRRETROACTIVIDAD O DE LA NO
RETROACTIVIDAD LEGAL.
Lisandro Ferreira, SENIAT, opina que es un postulado casi universal, también previsto
en la carta fundamental en el artículo 24, que transcrito se lee:
“Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando
Imponga menor pena…”
Ninguna norma podrá aplicarse con carácter retroactivo, salvo que favorezca al
infractor.
No han faltado los defensores del principio de la retroactividad, en virtud del cual la ley
se aplicaría en hecho cometidos antes de su vigencia. Así, ha sostenido que la nueva ley,
ya sea más benigna o más severa, debe aplicarse a hechos anteriores a su vigencia, por
razones de defensa social; si se ha dictado una nueva ley, ello significa que se cree que
ésta es la más adaptada en orden a la defensa de la sociedad y. por ello, debe imperar en
forma absoluta.
La retroactividad se entiende como la incidencia de la nueva ley que se promulgue en
los efectos jurídicos ya generados por situaciones anteriores.
En el ámbito tributario, la ley tributaria tampoco tendrá efecto retroactivo, no obstante,
este principio general cuenta con excepciones lícitas relativas a las leyes más benignas
en determinadas materias.
La importancia de este principio radica en el hecho de que, para aquellos casos en que
el contribuyente ha incorporado a su patrimonio un derecho, la ley tributaria no puede
aplicarse retroactivamente afectando una situación definitivamente constituida, por ello
es de gran importancia la determinación del momento en que se configura el hecho
imponible establecido por la ley que permite el nacimiento de la obligación tributaria,
ya que existiría retroactividad si aquél, establecida la temporalidad, ha tenido íntegra
realización antes de entrar en vigencia la nueva ley que lo convierte en imponible, y
estaríamos en presencia de un agravio constitucional.
La retroactividad sería exigencia constitucional sólo si representa una tutela para el
sujeto, o sea, si desde el punto de vista penal la norma es más benigna para el imputado,
ya que la ley penal no puede regular hechos cometidos antes de su entrada en vigencia si
de alguna manera perjudica la situación de los infractores fiscales.
En nuestro país esta regla tiene su excepción, se admite el principio de la
retroactividad de la ley cuando sea más favorable al infractor. Este principio se
encuentra consagrado en el Artículo 8 del Código Orgánico Tributario en los siguientes
términos:
Ninguna norma en materia tributaria tendrá efecto retroactivo, excepto cuando suprima o
establezca sanciones privativas de libertad que favorezcan al infractor.
Cuando se trate de tributos que se determine o liquiden por periodos, las normas referentes a la
existencia o a la cuantía de la obligación tributaria regirán desde el primer día del período
respectivo del contribuyente que se inicie a partir de la fecha de entrada en vigencia de la ley,
conforme al encabezamiento de este artículo (Código Orgánico Tributario).
PRINCIPIO DE LA IGUALDAD.
También llamado principio de la Justicia.
En doctrina también es llamado principio de Isonomía, significa que la ley misma
tiene que dar un tratamiento igual, que tiene que respetar las igualdades en materia de
cargas tributarias o sea que los legisladores deben cuidar que se dé un tratamiento
igualitario a los contribuyentes, no es que los jueces o administraciones deban tratar a
todos con igualdad ante la ley sino que deba ser pareja; por consiguiente, el principio de
igualdad es un límite para el poder legislativo.
Nuestra Carta Magna consagra este principio en su Artículo 21, de esta manera:
“Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia:
No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo,
el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan
por objetos o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de
los derechos y libertades de toda persona.
La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas
para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará
medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser
discriminados, marginados o vulnerables; protegerá
especialmente a aquellas personas que por alguna de las
condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancias
de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que
contra ellas se cometan.
Solo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana, salvo las
fórmulas diplomáticas.
No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
Según el autor Osorio considera que “la igualdad se orienta por lo cuantitativo
patrimonial antes que por la equiparación plena en las contribuciones personales, para
que aporte más quien más tiene o gana”
La importancia de este principio radica en que todas las personas que son
contribuyentes deben recibir un trato similar frente al mismo hecho imponible. No
significa que todos los contribuyentes quedan obligados en la misma cantidad frente al
imperio de la norma, porque ello significaría dar un trato desigual a los contribuyentes
dentro de una sociedad que admite desigualdad al menos de fortuna de unos frente a
otros. De lo que se trata es que las personas afectadas por un tributo deben tributar sobre
la base de su capacidad contributiva, noción ésta que encierra un sentido de justicia, de
tal modo que todos contribuyan, lo que es igualdad ante la ley, aunque no en la misma
cantidad, que es sinónimo de justicia tributaria.
Artículo 26. “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración
de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos,
a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente.
Nuestra carta magna recoge este importantísimo principio del sistema tributario en su
artículo 316, el cual expresa textualmente lo siguiente:
“El sistema tributario procurará la justa distribución de las cargas públicas según
la capacidad económica del o de la contribuyente, atendiendo al principio de
progresividad, así como la protección de la economía nacional y la elevación del
nivel de vida de la población, y se sustentará para ello en un sistema eficiente para
la recaudación de los tributos.”
PRINCIPIO DE LA PROGRESIVIDAD
Tiene como fundamento la efectiva igualdad, al buscar que la carga tributaria se
distribuya de manera proporcional y según la capacidad contributiva del sujeto pasivo,
es decir, que exista una mejor distribución de su renta y patrimonio. La progresividad
está referida de modo directo al sistema tributario, al conjunto de tributos legalmente
establecidos, y no de modo particular a cada uno de los tributos que lo conforman. Un
impuesto es financieramente progresivo cuando la alícuota se eleva a medida que
aumenta la cantidad gravada y proporcional cuando su alícuota es constante, cualquiera
que sea la cantidad gravada. Para que un sistema tributario tienda a la progresividad
debe restaurarse el equilibrio, por ello hay que contrabalancear los impuestos indirectos
con los directos, los primeros de carácter regresivo y los últimos progresivos.
PRINCIPIO DE LA GENERALIDAD.
El Principio de la Generalidad del Impuesto Tiene su fundamento:
En el artículo 56 de la Constitución de 1961, que reza:
“Todos están obligados a contribuir a los gastos públicos”.
Este principio alude al carácter extensivo de la tributación y significa que cuando una
persona física o ideal se halla en las condiciones que marcan, según la ley, la aparición
del deber de contribuir, este deber debe ser cumplido, cualquiera que sea el carácter del
sujeto, categoría social, sexo, nacionalidad, edad o cultura. Es decir, se impone una
obligación jurídica general a todos los habitantes del país, excluyéndolos de privilegios
que traten de relevar esa condición. La Generalidad no excluye la posibilidad de
establecer exenciones o exoneraciones.
Quedando englobados por este principio, tanto las personas físicas como las jurídicas.
Este principio no es absoluto, porque puede que un impuesto persiga unos fines
diversos, ya que puede haber un sujeto que con capacidad económica no pague
impuesto.