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De Gálvez a Zelaya. Conferencia: Lic.

Aníbal Delgado Fiallos


UNAH-VS. 22-11-10

Entre el gobierno de Juan Manuel Gálvez (1949) y el de Manuel Zelaya


Rosales (2009) transcurrieron 60 años; es un periodo en que ocurrieron
acontecimientos que dejaron honda huella en la realidad nacional.

La característica central de este período es que se desenvolvió en el


marco del neocolonialismo, una etapa del capitalismo en los países
subdesarrollados en la que estos ostentan una independencia de
fachada, porque sus decisiones fundamentales son impuestas por la
nación metropolitana, y se produce, además, una corriente de recursos
hacia dicha nación que mantiene en estos países una pobreza estructural.

La otra característica de este período es que en él se agudizaron los


factores que producen la concentración de la riqueza y del poder y con
ello la marginalidad, la exclusión política y social y las formas más
humillantes de pobreza, junto a la corrupción y a los métodos de
enriquecimiento ilícito a costa de los bienes del Estado.

Una tercera característica de este periodo es la vigencia, según Torres


Rivas, de un Estado, débil, sin recursos, ineficaz, colonizado por
intereses corporativos, corrupto, con baja legitimidad, prácticas
autoritarias y violaciones a los derechos humanos.

Este periodo puede dividirse en dos sub períodos: el primero de 1949 en


que se inicia el gobierno de Gálvez, a 1980, fin de los gobiernos militares
(31 años). El segundo de 1981, cuando se inaugura el llamado período de
retorno a la democracia al 28 de junio de 2009 cuando se produce el más
reciente golpe militar (29 años).

Sub-periodo uno. Aparte de las tres características antes señaladas, en


este primer sub período se da la alternancia de gobiernos designados en
el marco de la Constitución y gobiernos de facto, sobre todo militares y
tienen lugar, entre otros los siguientes acontecimientos:

1. Modernización de la economía bajo comando norteamericano.


2. Huelga de los trabajadores bananeros de la Costa Norte.
3. Irrupción de los militares al poder.
4. Golpe militar de Oswaldo López Arellano.
5. Guerra entre Honduras y El Salvador.
6. Reformismo Militar.

● Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos proclaman


la Doctrina Truman; ella afirma que la asistencia económica a los países
pobres es fundamental para mantenerlos en su órbita de influencia,
evitando así que estos emprendan lo que se dio en llamar proyectos
subversivos atentatorios a la libertad; porque la miseria, razona, es el

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motivo mayor para que los países pobres opten por caminos
revolucionarios.

Por eso es que durante el gobierno de Gálvez el país presenció una


importante asistencia norteamericana que se tradujo en la fundación de la
banca estatal, la reorientación de la política fiscal, un decidido apoyo a la
agricultura, la educación y las obras públicas y una relativa tolerancia a la
actividad política y social que contrastó con el período del general Carías.

● Mientras esto ocurría en el país, en Guatemala la revolución animaba la


esperanza de los pueblos centroamericanos. En Honduras se difundía un
pensamiento nuevo, profundamente democrático. En el ambiente obrero
de la Costa Norte proliferaban círculos de estudio marxistas, y cada día
era más fuerte la denuncia a las tradicionales formas de explotación de
las compañías bananeras.

Los niveles de organización clandestina se incrementaron, y muy pronto


un mayo de 1954, estalló el acontecimiento social más grande de nuestra
historia: la Huelga de los trabajadores bananeros, que no sólo es el
antecedente de nuestra legislación social y de las conquistas de otros
sectores, sino que convierte a la clase obrera en protagonista central en
el debate político y se constituye en la base de los procesos de
democratización de la vida nacional.

● Frente a la emergencia de este poder proletario, había que constituir


una fuerza alternativa que custodiara los intereses de la oligarquía, y así
un 21 de octubre de 1956 los militares monitoreados desde la Embajada
de los Estados Unidos, toman el poder; a partir de allí el estamento
armado se convierte en la fuerza política fundamental de Honduras y en el
futuro todos los gobiernos actuarán bajo su tutela.

Luego Villeda Morales es electo presidente por una Asamblea Nacional


Constituyente, pero es prisionero de los militares; hace un gobierno
civilizado pero cuando trata de iniciar tímidas reformas aun en el marco
del programa Alianza para el Progreso del presidente Kennedy de los
Estados Unidos, es lanzado del poder por López Arellano, Jefe de las
Fuerzas Armadas, un 3 de octubre de 1963, con la aquiescencia del
Pentágono.

● El golpe de López Arellano es brutalmente sangriento; centenares de


personas fueron asesinadas, otras tuvieron que ir al exilio, y muchos
sufrimos prisión; su régimen fue represivo, generó además un profundo
desastre económico; en él se producen protestas obreras, tomas de
tierras y manifestaciones de descontento popular agarrotadas por la
fuerza pública, se suscita además la guerra con El Salvador.

En esa guerra el ejército de Honduras es incapaz de defender la soberanía


nacional y se descubre que está podrido de corrupción. Su presupuesto
es multimillonario pero no cuenta con lo suficiente para hacer frente al
ejército salvadoreño. ¿Dónde están los recursos presupuestarios? En las

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cuentas bancarias de los altos oficiales. Los soldados lucen famélicos,
sin municiones, ropa, calzado y bastimentos; en la campiña son
auxiliados y alimentados por sus hermanos, los campesinos.

● En la década del 70 se da un importante y polémico proceso económico


y social: el reformismo militar. El reformismo como estrategia de
desarrollo, persigue disminuir las desigualdades sociales, promover
políticas de distribución del ingreso, mejorar la suerte de los
trabajadores, dentro del sistema capitalista.

López Arellano aparece nuevamente en el poder pero esta vez


presidiendo un gobierno reformista promovido por los llamados oficiales
jóvenes; su propósito era la actualización histórica de Honduras con un
Plan de Desarrollo; como bandera tenia la reforma agraria y forestal, la
modernización de la industria y la reforma educativa.

El gobierno reformista pronto cayó en la corrupción y en el descrédito y


luego bajo el ataque feroz de la oligarquía y los partidos tradicionales, los
militares reaccionarios lo derrocaron; las Fuerzas Armadas volvieron a
ser refugio de oficiales corruptos ahora vinculados a una banda en
ascenso: el narcotráfico.

El segundo sub periodo de 1980 a 2009 (29 años) es el de los gobiernos


surgidos de votaciones cada cuatro años, la llamada democracia
electoral; según Torres Rivas, la democracia mala que defrauda las
esperanzas y llena de incertidumbre a la gente.

Es el del crecimiento económico con riqueza concentrada en una minoría


opulenta y pobreza extrema, marginalidad, y exclusión para una mayoría;
es la época de la corrupción generalizada apoyada en la sociedad del
consumo.

Durante este segundo sub-periodo los acontecimientos más importantes


fueron:

1. Retorno al orden constitucional en 1981.


2. Guerra en Centroamérica y represión clandestina y selectiva.
3. Aplicación del programa neoliberal.
4. Golpe de Estado del 28 de junio de 2009.

● Después del ensayo reformista y su fracaso, a fines de la década del 70,


las Fuerzas Armadas apestaban, después de diecisiete años de gobierno
se encontraban en el fondo del desprestigio. Una constelación de
organizaciones políticas, económicas y sociales las urgieron a que
abandonaran el poder, a que se convocara a una Asamblea Nacional
Constituyente y al retorno al orden constitucional, bajo el supuesto
totalmente falso que así se avanzaría a la democracia y que a partir de
entonces horizontes prometedores se abrirían para Honduras.

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Hubo elecciones, se designaron diputados a una Asamblea Nacional
Constituyente y se aprobó una nueva Constitución, la vigente, que es un
cuerpo jurídico adaptado las características de aquella sociedad.
Ascendió al poder el liberal Roberto Suazo Córdova y con él Gustavo
Álvarez Martínez como Jefe de las Fuerzas Armadas.

● La realidad que vivía Centroamérica con los sandinistas en el poder y el


avance de la insurgencia salvadoreña, demandó de los Estados Unidos
una fuerte presencia en la región. Honduras aparecía en el mapa
geopolítico como un punto estratégico para establecer un enclave militar
e impulsar un proyecto antisubversivo en el área.

Suazo Córdova notablemente influenciado por los militares y la empresa


privada, sumiso con el gobierno norteamericano, se entregó a este
proyecto; para sostenerlo e impulsarlo sería necesario implantar un
régimen totalitario, que, según Víctor Meza, se manifestó en tres formas
de represión: preventiva, selectiva y clandestina. Muy pronto aparecieron
los trágicos escuadrones de la muerte, las cárceles y cementerios
clandestinos y la desaparición, hostigamiento, secuestro y asesinato de
centenares de dirigentes democráticos.

● En 1991 los analistas políticos proclamaron que la Guerra Fría había


terminado. En efecto, la Unión Soviética había dejado de existir y con ella
el mundo bipolar estructurado después de la Segunda Guerra Mundial.
Había nacido el mundo unipolar con Estados Unidos a la cabeza.

Finalizada la Guerra Fría y superado el conflicto centroamericano, la


intervención de los Estados Unidos se muestra tibia en lo político y
militar, pero particularmente dura en la aplicación de las políticas de libre
mercado, del modelo neoliberal.

Se postulaba que el neoliberalismo y la globalización liberal llevarían al


país a la elevación de los niveles de vida y al derrame de los bienes del
progreso en beneficio de todos. Mercados libres, desregulación estatal,
privatización de las empresas del Estado, reducción del déficit fiscal,
serian la llave de sociedades sin el fardo de la miseria. La realidad mostró
lo contrario.

(El tiempo de que dispongo me obliga a omitir acontecimientos


importantes de la década del 90 del siglo pasado, y pasar directamente al
golpe militar)

● El golpe militar de 2009 que ha afectado negativamente todas las


esferas de la vida nacional, no sólo es la acción más inmoral cometida en
perjuicio del pueblo hondureño, es, paradójicamente, la operación más
estúpida, porque quienes creyeron liquidar con él los procesos de
transformación social se equivocaron.

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La toma de conciencia y la determinación de lucha de nuestro pueblo en
relación con el proyecto transformador son ahora más profundas que si
el golpe no hubiera ocurrido; en año y medio ha avanzado lo que sin el
golpe hubiera tardado más de una década.

No fue un golpe a determinado proyecto político en particular como dice


la prensa oligárquica, fue un golpe incitado por el terror de quienes
siguen pegados a un capitalismo usurario y cruel donde no existe el
mínimo espacio para la solidaridad.

El repudio al golpe no es sólo por el presidente derrocado a quien


muchos pudimos haber criticado en los marcos del debate democrático,
el respeto y la decencia, sino porque el camino del golpe militar para
zanjar diferencias es un aplastamiento cruel, propio de aquel gorilismo
repulsivo, doloroso y vergonzoso, que creíamos superado.

Pero además de una toma de conciencia y una determinación de cambio


que tiene características de apremio, hay un fruto histórico: la
Resistencia, en Honduras el mayor agrupamiento pluralista-político-
contestatario más trascendental de todos los tiempos.

Es un agrupamiento que nació siendo espontáneo y que poco a poco ha


ido tomando perfiles orgánicos. Con yerros y tropiezos avanza, y creo
que si lo preservamos del oportunismo, el caudillismo, la negligencia, y
todas aquellas tendencias que socavan la fortaleza de las organizaciones,
va camino de convertirse en el gran aglutinador de nuestro pueblo para el
logro de la nueva sociedad.

Este fue un rápido recorrido por la historia de Honduras en los últimos 60


años y tiene lecciones fundamentales.

Una es que las llaves del poder no han estado en manos de nuestro
pueblo y que nuestra democracia es una democracia mentirosa.

Otra es que el país no podrá liberarse de las garras del atraso en los
marcos del neoliberalismo, porque la tendencia central de este es la
concentración de la riqueza, el despilfarro de los recursos y la
descapitalización. En este marco más elecciones no significan más
democracia, ni más desarrollo.

Una tercera es que Honduras debe encontrar su propia senda del


desarrollo. Los sectores que luchamos por la justicia estamos obligados
así a pensar y construir un modelo socio-político factible y democrático.

Finalmente que necesitamos liberarnos de la tutela política de los


partidos y dirigentes tradicionales y abordar la tarea de construir un
frente único para la toma del poder, la reorganización institucional de la
República y la construcción de una nueva sociedad. Muchas gracias.

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