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John Blacking

¿Hay música en
el hombre?

Edición española al cuidado de


Francisco Cruces
Prólogo de Jaume Ayats

El libro de bolsillo
Música
Alianza Editorial
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Prólogo
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1liseüode cubierta: Ángel Uriarte A principios de los años setenta, John Blacking fue invitado
Fotografía: El autor
por la Universidad de Washington (Seattle) a pronunciar
una serie de conferencias sobre la música centradas espe­
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la
cialmente en su labor de investigador durante dos décadas 1,
Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes Era una ocasión magnífica para ofrecer un balance de los
indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, años de trabajo de campo sobre diversas músicas de África
distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra litera­
ria, artística o científica, o su transforn1ación, interpretación o ejecución artística
meridional. Pero Blacking lo aprovechó, también, para ex­
fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin presar las convicciones más básicas que tenía del hecho mu­
la preceptiva autorización.
sical y proponer los caminos de investigación que, a su
modo de entender, podían revolucionar los estudios y la en­
© 1973 by the U niversity uf Washington Press
señanza de la música. Y eso tanto en lo relativo a las músicas
© del prólogo: jaume Ayats, 2006 europeas u occidentales como en lo relativo a las músicas ca­
© de la traducción: Francisco Cruces Villalobos, 2006 lificadas de «exóticas». Con sus palabras Blacking pretendía
© Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2006 provocar una cierta perplejidad en los oyentes, transformar
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; algunas de las ideas más comunes que se tienen sobre la mú-
28027 Madrid; teléfono 91 393 88 88
www.alianzaeditorial.es
ISBN: 84-206-6039-6 l. Fue invitado en el marco de las fessie and fohn Danz Lectures. La re­
Depósito legal: M . 9.195-2006 dacción revisada de estas conferencias apareció publicada en el año
Fotocomposición: cFCA, s. A. 1973 con el título How Musical is Man? Agradecemos a Eumo Editorial
Parque Industrial «Las Monjas>> su autorización para utilizar el prólogo de la edición catalana de este
28850 Torrejón de Ardoz ( M adrid) libro.
Printed in Spain
7
¡\ YAT�
9
1 \11,\11 PROLOGO

sica y cuestionar un a serie de ••'P''' to' lund.tttH·nt.dcs de la la investigación musical contemporáneos; un texto que, ade­
práctica musical y la comprcnsiún que tllll''' r.t s< ,, icdad tie­ más, tiene las virtudes de estar escrito en un estilo de lectura
ne de ellos. Deseaba, en definitiva, que lo s asisll'nll's a las fácil y amena, nada complicada para los «no-especialist� s>>;
conferencias se sintieran empujados a tomar n uevas posi­ con ejemplos que a menudo pertenecen a nuestra expenen­
ciones frente a la actividad musical v' la enseúanza e investi- cia musical más inmediata; y que propone cuestiones que no
gación de la música. sólo afectan a los profesionales de la música (sean intérpre­
Para conseguirlo, articuló toda su exposición a partir de tes, profesores o teóricos), sino también a un público general.
una sola pregunta -¿Cuán músico es el hombre?-, que iba Ese público que en nuestra sociedad ha sido considerado tra­
contestando parcialmente a partir de las teorías antropológi­ dicionalmente «sólo de aficionados)) (o de supuestos «consu­
cas y lingüísticas que le ofrecían diversas investigaciones de midores pasivos)) de unos productos sonoros elaborados por
aquellos años y, sobre todo, a partir de sus propias experien­ una élite de técnicos) y que Blacking reivindica como creado­
cias y reflexiones. Evidentemente, no podía pretender dar res potenciales en el hecho musical, como actores necesarios.
una respuesta completa a la pregunta, sino más bien indicar Precisamente una de las argumentaciones básicas de Blacking
las vías de investigación que podían ayudarnos a ir respon­ es presentar la práctica musical como una actividad inevita­
diéndola y, de este modo, sugerir los caminos que deberían blemente social y demostrar que el desarrollo completo de la
seguir los futuros estudios sobre la musicalidad humana. Los creatividad musical humana, de la completa experiencia hu­
ejemplos con los que argumentaba el discurso iban alternan­ mana de la música, sólo puede entenderse dentro de un con-
do y contraponiendo el trabajo de campo en África con di­ texto social, de participación colectiva. _

versas situaciones de la vida musical occidental, bien conoci­ Pero, ¿quién era John Blacking? ¿Cómo llegó a tormular
das y probablemente experimentadas por el público que lo sus concepciones sobre la actividad musical?
escuchaba. La frescura y el lenguaje directo y claro que usa­
ba, la variedad y riqueza de los ejemplos y la agudeza con que
abordó gran parte de los temas hicieron que la publicación john Blacking nació en Guildford (Surrey, Inglaterra) en el
de estas conferencias se transformara inmediatamente en un año 1928 y se formó en las escuelas de la catedral de Salis­
clásico que se iría traduciendo a diversas lenguas (francés, ja­ bury y de Sherbone, donde recibió las primeras clase� de
ponés, alemán, italiano, griego y catalán, entre otros). música. Quería ser sacerdote anglicano y, a la vez, se dedtca­
Al cabo de treinta años, y a pesar de los cambios teóricos y ba al estudio del piano. Su contacto con la realidad social de
las lógicas discrepancias que la investigación ha ido formu­ los barrios marginales londinenses a mediados de la década
lando a algunas de las propuestas del libro, ¿Hay música en el de los cuarenta lo llevó del conservadurismo al socialismo.
hombre? continúa siendo un texto de referencia inevitable y Pasó los años 1948-1949 en Malasia, durante el período del
un motivo constante de reflexión: no ha perdido nada de la servicio militar. Allí conoció otras religiones. Estas expe­
fuerza y la capacidad de interpelación que, hace ya una gene­ riencias -junto con diversos contactos con malasios, chinos
ración, incitaba a la investigación y la teorización sobre la e indios- cambiaron la dirección de sus estudios y lo impul­
música. Por eso su traducción al castellano ofrece la posibili­ saron a emprender una reevaluación gradual de su propia
dad de acercarse a una obra fundamental del pensamiento y cultura y sus valores.
/() J \ll,\.11 A Y:\TS PRO LObO 11

Estudió antropología bajo la dirección de Meycr h>rtes, a Durante los años 1956-1958 emprendió un trabajo de
quien dedica¿Hay música en el hombre? hH·tcs se di o cuenta, campo intensivo entre los venda del norte del Transvaal
con su habitual perspicacia y amplitud de esp ír itu que ningún
,
( Sudáfrica). Más que una erudita «observación» de la músi­
antropólogo hasta entonces había atribuido importancia su­ ca de los venda, el trabajo fue transformándose en un inter­
ficiente a la música y por eso envió a Blacking unos meses a cambio y un diálogo. Hablaba de música con los venda, les
París con André Schaeffner para que se iniciase en el estudio tocaba el piano y aprendía a cantar sus canciones y tocar sus
de la, en aquellos años, incipiente etnomus icología. En el instrumentos. En cierto modo, con las ideas de diálogo, de
año 1953 obtuvo la licenciatu ra de antropol ogía social en transformación mutua, y la construcción de una explicación
el King's College de Cambridge. Pocos meses más tarde fue del porqué de la música venda que fuera válida para los mis­
nombrado consejero adjunto del Gobierno para los asuntos mos venda, ya anticipaba algunas de las actitudes que años
referentes a los aborígenes de Malasia, pero sólo estuvo seis más tarde desarrollaría la llamada antropología postmoder­
días en el cargo. Fue despedid o porque expresó su desacuer na. Blacking explicaba con estas palabras cómo inició la in­
­
do en sacar a los aborí ge ne s de la selva, como pretendí vestigación:
a el
gennal sir< ;crald Templer. Las autorida des procedie ron
al
desplazamiento de la población y el resultado fue un elevado Existía una idea bastante precisa del modo de dar forma a una co­
número de muertos. lección de documentos etnomusicológicos. Maud Karpeles, Percy
Seguidamente se dedicó a actividades de investigación an­ Grainger, Béla Bartók, Constantin Brailoiu y muchos otros habían

tropológica, enseñó en un instituto de secundaria en Singa­ hecho trabajos soberbios. Pero, realmente, yo no quería imitarles.

pur, trabajó de locutor en Radio Malasia y acompañó a Mauri­ Sus trabajos evocaban la antigua escuela de la antropología dirigi­
da a recoger datos sobre las costumbres y el parentesco, elaborada
ce Ciare en una gira de conciertos, hasta que en junio de 1954
a partir de entrevistas con los informantes. Por lo que a mí respec­
volvió a París para recibir clases de piano. Quedándose sin
ta, yo quería sumergirme verdaderamente en la vida de una socie­
sostén económico, se incorporó en Sudáfrica como musicólo­
dad y participar en sus actividades musicales durante largo tiempo
(Howard, 1990: 191).
go en el proyecto «International Library of African Music»,
donde transcribió, analizó y comentó las grabaciones hechas
por Hugh Tracey. Años más tarde recordaba así aquel período:

Traditiomzel/es, 3. Musique et pouvoirs. Ginebra, Ateliers d'Ethnomu­


E staba frustrado por el tipo de turismo de investigación en que es­
_ sicologie (AIMP), 1990, pp. 187-201. Al final de este texto figura la re­
tabamos enfrascados, que no favorecía para nada un estudio musi­
ferencia completa de las publicaciones de Blacking (escritos y graba­
cal profundo. Tenía la convicción de que expediciones tan breves
ciones).
eran insuficientes y que sólo un contacto prolongado, en el estilo
Por otro lado, puede encontrarse una excelente exposición sinté­
propiamente antropológico, permitía conocer la lengua, la estruc­ tica de los modelos teórico y analítico de Blacking en Pelinski, Ra­
tura social y el contexto cultural que sostiene la música grabada 2 • món, <<Relaciones entre teoría y método en etnomusicología: los
modelos de John Blacking y Simha Aro m>> en Invitación a la etnomu­
2. De la entrevista realizada por Keith Howard a John Biacking
<<Un sicología. Quincefragmentos y un tango. Madrid, Ediciones Akal, 2000,
homme musiCaL Entret1en avec John Blacking>>, en Cahiers de Musiques pp. 127-142.

1
12
PR(li.O<�O 13

En el año 1959, mientras preparaba


' de 1a mus el doctorado en antro- En ¿Hay música en el hombre? John Blacking expone el con­
polog_ ra ' r a, IniCIO contact
· · · · '

� os epistolares con Alan P. junto de su concepción de la actividad musical y de los mo­


Mernam. Aqu l mrs o año fue nom
� � brado profesor asistente delos de investigación que cree adecuados para acercarnos
de antropologra socral en la Univer
sidad de Witwatersrand, más a la comprensión del «hombre musical». Su pensamien­
en Johannesburgo. En 1964 apareció
Ant�r?pology ofMusic, que inaugu
el libro de Merriam The to sobre la actividad musical se apoya en una doble concep­
raba la perspectiva antro­ ción biológica y social.
P?logrca en los estudios etnomusic
ológicos, y aunque Blac­ Por una parte, busca fundamentos biológicos a la música,
kmg estaba de acu:rdo en casi toda
la
par� ra
_ con Mernam argumentación y com­ convencido de que la expresión musical es una constante de
gran parte de los planteamientos la especie humana y que, entendiéndola así, tiene que haber
socr�les de la J_Dúsica, opinaba que
Merriam «no presta de­ algunos elementos de comportamiento universal en la acti­
masrada atencrón a la dimensión mus
ical, a la música en tan­ vidad musical. En definitiva, aplica a la música las nociones
to que sistema simbólico» (Howard,
1990: 191). innatistas de la lingüística generativa o chomskiana que en
_ Obtu_vo el doctorado en el año 196
5 y fue nombrado pro­ aquellos años estaba revolucionando la concepción del len­
fesor Y J efe del ¿epartamento. Dos
�enda Chzl
, drens �on año s más tarde publicó
�s:A Study in EthnomusicologicalAnaly­
guaje humano. Incluso especula sobre qué regiones especí­
ficas del cerebro intervienen en la actividad musical.
szs, uno de sus pnncrpales trabajos
de investigación. Mien­ Por otra parte -y aquí coincide con la línea de Merriam-,
t�as, desarrollaba u a intensa acti

_ a, hasta vida d de campo en Zam­ defiende que una determinada música sólo puede enten­
bra, Uganda Y Sudafnc que en el año 1969 fue detenido, derse en un contexto social, dentro de una interrelación de
procesado Y condenado por haberse
opuesto públicamente a
las nue�as_leyes del apartheid. A fina individuos que le confiere un valor y genera un abanico
les de año fue expulsado de emociones inseparables de las vinculaciones sociales. Es
de S�dafnca y, posteriormente,
nombrado para una nue­
va cat�dra �n el ?epartamento de una posición de partida que propone el estudio de la músi­
antropología social de la ca en la cultura y no acepta que pueda estudiarse como una
Queens Umversrty de Belfast, don
de enseñó durante casi materia desligada del todo social: las relaciones extramusi­
veinte añ�s. En este tiempo particip
tos, �ue mr�mbro fundador del Sem
ó en numerosos proyec­ cales pueden ser primordiales a la hora de comprender un
inario Europeo de Etno­ hecho musical. En esta línea, sostiene que ningún estilo
musrcologra (ESEM) y enseñó com
d�versas u�iversidades (Western
o profesor invitado en musical posee categorías propias en exclusiva: «Sus térmi­
Michigan, Berkeley, Was­ nos son los de su sociedad y su cultura, así como los de los
hmgton, Prttsburgh, Western Aus
tralia, Edimburgo y Lon­ cuerpos de los seres humanos que lo escuchan, crean e in­
dres). El papel del cuerpo en la produ
cción sonora -la estruc­ terpretan».
tura, los movi�ientos y la sensación
s�� preocupaciOnes principales en
del cuerpo- fue una de De este modo, encontraremos en la música una síntesis de
esta etapa de investiga­ los procesos cognoscitivos propios de una cultura y, tam­
cron. En enero de 1990 John Black
ing murió al final de una bién, del resultado de sus interacciones sociales. Por eso, en
larga enfermedad.
primera línea de importancia de la investigación musical
tiene que figurar la función de la música dentro de la vida
social del grupo: ¿quién escucha, quién toca, quién canta y

.,
14 J A lJMI: AYATS Pl-{()1.{)(�0 15

por qué? ¿Qué significa aquella música en aquella cultura? a una única explicación que armonice los elementos musica­
¿Por qué es rechazada por unos, mientras atrae a otros? Los les y extramusicales: esta explicación tendrá que ser, claro
valores sociales que asume una música y el efecto que pro­ está, aceptada y validada por los propios miembros del gru-
duce dependen sobre todo del «contexto»: por esta razón el po social. .
motivo que hace posible una actividad musical es siempre Actualmente muchos de los investigadores no comparti­
«extramusical». ríamos algunas de la ideas de Blacking: los elementos inna­
Establecido este punto de partida, Blacking pretende ana­ tistas y generativistas serían probablemente cuestiona dos,
!izar la música desde un postulado diáfano: debe de haber y la relación directa entre las estructur as sociales y las es­
una relación forzosa entre las estructuras de la organización tructuras musicales sería matizada a partir de otras cir­
humana de una sociedad concreta y las estructuras sonoras cunstanci as que intervien en en la actividad musical. O al
que resulten de su interacción social (es decir, la música). menos así nos lo han hecho comprender numerosas inves­
Aunque nunca se manifiesta tan determinista como para de­ tigaciones realizadas durante estos treinta años ( investiga­
fender un vínculo de causalidad entre los dos conjuntos de ciones que, por otra parte, no habrían sido posibles sin las
estructuras, sí cree que la función social puede explicar gran reflexiones de Blacking). Aun así, las propuestas de Blacking
parte de las estructuras musicales. De todos modos, ya que continúan teniendo una presencia incuestio nable en los
este vínculo no siempre se revela de forma evidente, Blac­ planteamientos de la disciplina , ya que desde que él partici­
king propone un modelo de estructura superficial (la estruc­ pó en la difusión del punto de vista social en los estudios de
tura musical que percibimos con el oído) que sería la elabo­ la música, la investigac ión musicológ ica no ha podido con­
ración en una situación concreta de una supuesta estructura tinuar aceptand o ningún análisis de un «objeto musical»
profunda. Esta estructura profunda, no tan fácil de indagar, como si se tratase de una realidad independiente de las per­
sería la que nos indicaría las bases cognoscitivas y composi­ sonas y el contexto social que la hacen posible. Continúa
tivas que aquella sociedad lleva a la práctica en el momento siendo completa mente válida su afirmació n de que «a no
de expresarse musicalmente. Encontramos, de nuevo, varias ser que el análisis formal comience con un análisis de la si­
nociones básicas de la gramática chomskiana aprovechadas tuación social que genera la música, carecerá de sentido».
para construir un modelo de comunicación musical, hasta el Y la concienc ia de esta realidad ha transformado y orienta­
punto de que Blacking también llega a proponer la necesi­ do gran parte de las investigac iones musicológ icas y etno­
dad de formular reglas simples que describan la creatividad musicoló gicas. También en la dirección que él sostenía, la
desde la conjunción de procesos sociales, musicales y cog­ tradicion al división entre musicolo gía (destinada a la inves­
noscitivos. tigación de la música occidental) y etnomusicología ( reser­
Desde esta perspectiva, propone una definición de la mú­ vada a las músicas calificadas de exóticas) se ha revelado
sica como sonido humanamente organizado, etiqueta que cada vez menos pertinent e, y las investigac iones en estas
-aunque un tanto ambigua- se ha convertido en un clásico disciplina s tienen una necesidad creciente de un diálogo
constantemente citado. entre los dos campos. Las palabras de Blacking sobre esta
Yendo más lejos, cree que un análisis que tenga completa­ cuestión todavía son de estricta actualidad: « La comparti ­
mente en cuenta el contexto de la sociedad estudiada llegará mentació n de la musicolo gía me parece una tragedia» y
jAlJME AYATS
16 !lRt)UKiO 17

«Una aproximación etnomusicológica es necesaria incluso música en sí misma fuera un valor suficiente. Y cómo esta
en el estudio de la música europea». concepción del aprendizaje ha llevado a grandes fracasos en
Otro elemento de reflexión de Blacking que continúa con­ la educación musical de los niños. Blacking defiende que, si la
servando una gran fuerza de transformación de nuestra ac­ persona «nace musical», la experiencia y la práctica musi­
tividad musical es su convencimiento en torno a la capaci­ cales deberían estar en el centro de la educación escolar.
dad de cualquier persona para desarrollar importantes Cuando esto se hace en total consonancia con el desarrollo
niveles de creatividad musical. En consonancia con sus ideas social y corporal del niño, la actividad musical redunda po­
socialistas -y con un cierto grado de idealismo-, defiende sitivamente en el desarrollo orgánico de todas las capacida­
las aptitudes musicales del ser humano condicionadas por la des infantiles, desde las lógicas y las afectivas hasta las más
situación social que las estimula o las impide. En este punto claramente sociales.
destaca el enorme contraste entre la sociedad venda, donde Por lo que se refiere al apartado de críticas, conserva tam­
prácticamente todos los miembros son considerados intér­ bién completa validez el análisis que hace de las teorías evo­
pretes aptos, y la sociedad occidental, donde la tarea musical lucionistas de la música. Por una parte, muestra la futilidad
está reservada a una élite técnica. Por lo que concierne a que representa el ejercicio de buscar los «orígenes» de la mú­
nuestra cultura, expone una paradoja bastante elocuente: sica y, por otra, revela cómo una supuesta «historia univer­
«El dogma capitalista le dice [al productor de cine] que la sal de la música», fundamentada en el argumento de una
música es sólo para unos pocos escogidos, pero la experien­ complejidad creciente y bajo los criterios de valor más es­
cia capitalista le recuerda que Sonrisas y lágrimas fue uno de trictos de la música europea, no es más que un discurso
los mayores éxitos de taquilla de todos los tiempos». O la etnocéntrico que pretende justificar una «superioridad mu­
misma argumentación en clave de explotación de clase: sical» de la élite dominante en nuestra sociedad. Ni la com­
«¿Debe la mayoría tornarse "amusical" para que unos pocos plejidad de una «obra» musical indica ningún tipo de supe­
se vuelvan "musicales"?». rioridad artística, ni tampoco puede igualarse simplicidad a
Las potencialidades musicales del ser humano le condu­ arcaísmo. Especular sobre una historia conjetural no contri­
cen a tratar otro gran tema: la preocupación por el aprendi­ buye a una mejor comprensión de un sistema musical ni al
zaje musical. La contraposición de la sociedad venda con la desarrollo de la musicalidad humana.
occidental pone inmediatamente de manifiesto la importan­ En todo caso, su pensamiento sobre la música lo conduce
cia decisiva que para cualquier tipo de aprendizaje musical a una definición bastante explícita del carácter social de esta
tiene la actividad social donde se realiza. Y revela, al mismo actividad: «La función de la música es reforzar ciertas expe­
tiempo, cómo es el aprecio e interés que los diferentes acto­ riencias que han resultado significativas para la vida social,
res muestran hacia la actividad, lo que hace posible que la vinculando más estrechamente a la gente con ellas».
música se transforme en un aprendizaje más o menos rápi­ Y es desde esta visión participativa y social como ¿Hay
do por parte de los niños. En la otra cara de la moneda, nos música en el hombre? nos propone un amplio campo de re­
t :ecuerda que la pedagogía occidental de la música ha pre­ flexión, lleno de sugerencias y puertas abiertas, en nuestra
tendido con demasiada frecuencia poner en práctica una condición de personas que destinamos a la actividad musi­
enseñanza desligada de las necesidades sociales, como si la cal (como intérpretes o como oyentes) gran parte de nuestra
¡¡¡ JAU,\t1E AYATS

energía comunicativa. En dcfinil iva, en nuestra condición


de «hombres musicales», Hlack in g cree en la música como tHay música en el hombre?
una expresión que permite compartir y transmitir experien­
cias y emociones de los individuos y los grupos hacia un de­
sarrollo armonioso del cuerpo, el espíritu y las relaciones
sociales.

]AUMEAYATS
Prefacio

¡::ste no es tanto un estudio académico sobre la musicali­


dad humana como un intento de reconciliar mis expe­
riencias con la música en diferentes culturas. Presento
aquí nueva información resultante de mi investigación
sobre música africana, así como algunos hechos familia­
res a cualquiera que se haya educado en la tradición de la
música «culta» europea. Pero mis conclusiones y suge­
rencias son exploratorias. Expresan el dilema de un mú­
sico convertido en antropólogo profesional, y es por esa
razón por lo que dedico el libro a Meyer Portes. En 1 952,
cuando yo aún dedicaba más tiempo a la música que a
mis cursos de antropología, me envió a París durante
unas vacaciones de verano a estudiar etnomusicología
bajo la dirección de André Schaffner. Todavía tendrían
que pasar otros cinco años para que comenzara a vislum­
brar las posibilidades de una antropología de la música.
Tras un año completo de trabajo de campo intensivo, aún
tendía a contemplar la música africana como algo «aje­
no», actitud que se veía reforzada cada vez que escucha­
ba en mi tienda una cinta de Wozzeck o una obra de We-

23
-----�-,

1'1111-\1 1<1 25
24 ¿HA Y MÚSICA EN EL HOMBRE?

bern, o siempre que había un piano disponible y podía Los venda me enseñaron que la música nunca puede
sumergirme en Bach, Chopin o Mozart. ·· ntcnderse como una cosa en sí misma, y que toda músi­
F ueron los venda de Sudáfrica los primeros que echa­ ' ,, es música popular, en la medida en que, sin asociacio­
ron abajo algunos de mis prejuicios. Ellos me introdu­ I ws entre las personas, no se puede transmitir ni dotar de

jeron en un nuevo mundo de experiencia musical y una .,,.111 ido. Las distinciones al uso entre diferentes técnicas

comprensión más profunda de «mi propia» música. Yo • • est i los musicales según su complejidad aparente no nos

me había formado para comprender la música como un • IHen nada útil sobre los propósitos expresivos y el poder

sistema de ordenación del sonido en el cual algunos eu­ • le l a música, ni sobre la organización intelectual implica­

ropeos dotados de excepcional talento musical habían d.! en su creación. La música no se somete a reglas arbi-
ido inventando y desarrollando un conjunto acumulati­ 1 ra rias como las de los juegos: tiene demasiado que ver

vo de reglas y una variedad cada vez mayor de patrones '• • n sentimientos humanos y experiencias en sociedad,

aceptables de sonido. Asociando diferentes «objetos so­ demasiado a menudo sus patrones son generados por
noros» con diversas experiencias personales, escuchan­ "'• rprendentes explosiones de actividad mental incons­
do y tocando repetidamente la música de una serie de ' iente. Muchos de los procesos musicales esenciales, si no
compositores reconocidos, y por un refuerzo selectivo t o dos, se hallan en la constitución del cuerpo humano y
que se suponía objetivamente estético pero que no care­ en patrones de interacción entre cuerpos humanos en so­
cía de relación con intereses de clase, adquirí un reperto­ ' iedad. En consecuencia, toda música es, estructural y
rio de técnicas y valores musicales p ara interpretar y funcionalmente, música popular. Los creadores de músi­
componer. Dicho repertorio era consecuencia de mi en­ ca «clásica>> no son de manera innata más sensibles o in­
torno social y cultural en la misma medida que las apti­ tel igentes que los músicos «populares». Sencillamente,
tudes y el gusto musical de un venda son una convención las estructuras de su música expresan, por procesos simi­
de su propia sociedad. Los principales resultados de los lares a los de la música venda, los sistemas de interacción
cerca de dos años de trabajo de campo que estuve entre entre las personas que viven en sus sociedades, numéri­
los venda y de mis intentos de analizar esos datos duran­ camente más amplios, así como las consecuencias de una
te un período de doce años son que creo que estoy co­ mayor división del trabajo y una tradición tecnológica
menzando a entender el sistema venda; que he dejado de acumulativa.
entender la historia y las estructuras de la música «clási­ Claramente, la lectoescritura y la invención de la nota­
ca» europea con la claridad que solía; y que ya no en­ ción son factores importantes en la generación de estruc­
cuentro utilidad alguna en distinguir entre términos turas musicales de gran envergadura, pero sólo expresan
como música «popular» y música «culta» 1 , excepto en diferencias de grado y no la diferencia de naturaleza im­
calidad de etiquetas comerciales. plícita en la distinción entre música «culta» y «popular>>.
He limitado mis ejemplos a la música de los venda por­
l. Folkyart m usicen el original. [N. del T.] que tengo de ella una experiencia personal y datos empí-
26 ¿HAY M O�! CA El\ E L HOMBRF3 1111 <,< 1\1 27

ricos para sostener mis afirmaciones. Pero mi argumento l\ . 1 1 1 1 t 1 11 a n


que sugiriera esta invitación, así como a Wi-
se podría aplicar a otros sistemas musicales estudiados 111.1111 lkrgsma, Robert Garfias y tantos otros que me hi­
por los etnomusicólogos y particularmente a las músicas , 11 ·1 , , 11 pasar un mes dichoso y estimulante en Seattle. En
«cultas» árabe, india, china, japonesa e indonesia. Estoy 1 •.JI t illda r, quiero agradecer a Naomi Pascal su entusias-
convencido de que una aproximación antropológica al 1111, y sus consejos para preparar la publicación de estas
estudio de todos los sistemas musicales les hace más justi­ , IIIJicrl' ncias y a Cyril Ehrlich por leer el manuscrito rea­
cia que cualquier análisis de sus patrones de sonido to­ lu.JIHio muchos comentarios útiles, si bien asumo toda
mados en sí mismos. 11"'• 1 " •nsabilidad sobre cualquier deficiencia en el resul-
Si mi conjetura sobre los orígenes biológicos y sociales 1.11 lo ti n a l . Estoy convencido de que cualquier esfuerzo
de la música es al menos en parte correcta, podría modi­ • 1 .·.11 ivo es la síntesis de las respuestas de un individuo a
ficar las valoraciones de la musicalidad y las pautas de l11d,¡s las cosas buenas que otros le han dado, de modo
educación musical. Sobre todo, podría generar algunas l l l ll' l'Stos breves agradecimientos no son sino una míni-
ideas nuevas sobre el papel de la música en la educación y 111.1 pa rte de la gratitud que debo a cuantos me han ayu­
su importancia general en sociedades que, según aumen­ ' 1.1111> a apreciar y entender la música.

te la automatización, van a disponer de más tiempo de


ocio ( como es el caso de los venda en el contexto de su
economía tradicional). En el colegio a veces me pregun­
taba cómo era posible que la mayoría de las becas las ga­
naran los coristas, que representaban solamente un tercio
del alumnado y se perdían la tercera parte de las clases
asistiendo a los ensayos y servicios religiosos. Viviendo
entre los venda comencé a entender hasta qué punto la
música constituye una parte indisociable del desarrollo
de la mente, del cuerpo y de unas relaciones sociales ar­
moniosas. Ciertamente estas ideas son más antiguas que
los escritos sobre música de Boecio y Platón, mas espero
que mis experiencias añadan una nueva perspectiva a un
problema perenne.
Estoy profundamente agradecido al Board of Regents
of the University ofWashington, cuya invitación para im­
partir las John Danz Lectures me ha brindado la opor­
tunidad para pensar en voz alta y sintetizar algunos de
mis hallazgos sobre música africana. Agradezco a Robert

"---r,··
1 . Sonido humanamente organizado

l.l nomusicología es una palabra relativamente nueva,


.11 1 1 p l iamente usada para referirse al estudio de los dife­
lt·ntes sistemas musicales del mundo. Sus ocho sílabas no
.1 naden ventaja estética alguna a las seis de «musicolo­
gla», pero al menos nos sirven de recordatorio de que los
11 1 icmbros de muchas de las así llamadas «culturas primi-
1 ivas» usaban escalas de siete notas y armonía mucho an­
tes de haber oído jamás la música de Europa occidental.

Quizá necesitemos una palabra así de engorrosa para


equilibrar un poco un mundo musical que amenaza con
desvanecerse flotando entre nubes de elitismo. Necesita­
mos recordar que en la mayoría de los conservatorios se
enseña sólo una clase concreta de música étnica, y que la
musicología es, en realidad, una musicología étnica. Una
facultad de música como la de la Universidad de Washing­
ton, con la creación de un subdepartamento de etnomu­
sicología, música étnica o música negra, ha dado el pri­
mer paso hacia el reconocimiento de su papel en el
mundo musical del mañana. Implícitamente, ha redefini­
do su música de manera más modesta, como un sistema

29
311 ¿IIAY .\<1CSICA EN EL HOMBRE? 1 \(INIDO HUMANAMENTE OR(;ANIZADO 31

de teoría y pníc t ica mus ica l que emerg ió y se desarrolló descubrimientos y se desarrolle como un método de
durante un período determ i nado de la historia europea. estudio, y no sólo como un campo. Pienso que la etno­
Más importantes que cualqu ier división arbitraria, et­ musicología debería ser algo más que una rama de la mu­
nocéntrica, entre música y música étnica, o entre música -, i cología ortodoxa que trate sobre música «exótica» o
culta y música popular, son las distinciones que estable­ «popular»: podría encabezar nuevas formas de analizar
cen diferentes culturas y grupos sociales entre música y l.t música y su historia. Las divisiones al uso entre música
no música. En último término, más que los logros musi­ 'u Ita y música popular son inadecuadas y engañosas

cales particulares del hombre occidental, son las activi­ 'omo herramientas conceptuales. Carecen de sentido y
dades del Hombre Hacedor de Música las que revisten precisión como indicadores de diferencias musicales. A
mayor interés y consecuencias para la humanidad. Si, por lo más, definen los intereses y actividades de distintos
ejemplo, todos los miembros de una sociedad africana grupos sociales. Expresan una perspectiva similar a la del
son capaces de ejecutar y escuchar de manera inteligente d icho que conjuga: «Yo toco música, tú eres cantante po­
su propia música nativa, y si esa música no escrita, una p ular, él hace un ruido horrible». Lo que precisamos sa­
vez analizada en su propio contexto sociocultural, mues­ be r es qué sonidos y qué tipos de comportamiento han
tra una variedad de efectos similar sobre las personas y decidido las diferentes sociedades llamar «musicales». Y
tiene su fundamento en los mismos procesos intelectua­ h asta que no sepamos algo más sobre esto, no podremos
les y musicales que hallamos en la llamada música «cul­ comenzar a dar respuesta a la pregunta: «¿Cuán músico
ta» europea, debemos preguntarnos por qué aptitudes es el hombre?».

musicales aparentemente generales deberían verse res­ Si los estudios en psicología de la música y los tests de
tringidas a unos pocos elegidos, precisamente en socie­ musicalidad han fracasado a la hora de llegar a un acuer­
dades que se tienen por culturalmente más avanzadas. do sobre la naturaleza de esta última, probablemente se
¿ Representa el desarrollo cultural un verdadero avance deba a su carácter exclusivamente etnocéntrico. Así, las
en sensibilidad humana y capacidad técnica, o es más que contradicciones existentes entre las diferentes escuelas de
nada una diversión para las élites y un arma de explota­ pensamiento podrían ser resultado de su propio etnocen­
ción de clase? ¿Debe la mayoría tornarse «amusical» para t rismo. Cuando la escuela de la Gestalt insiste en que el
que unos pocos se vuelvan más «musicales»? talento musical es algo más que un conjunto de atributos
La investigación etnomusicológica ha ampliado nues­ específicos dependiente de capacidades sensoriales, está
tro conocimiento de los diferentes sistemas musicales del e n lo cierto; pero sólo en parte, puesto que no extiende su
mundo, pero aún no ha traído consigo la reevaluación de noción del conjunto holista a la cultura misma, a la cual
la musicalidad humana que demanda este nuevo cono­ pertenece la música. Cuando los oponentes a dicha es­
cimiento. La etnomusicología tiene el poder de revolu­ cuela conceden una importancia fundamental a las capa­
cionar el mundo de la música y la educación musical cidades sensoriales, también tienen razón, pues sin cier­
siempre que se deje guiar por las implicaciones de sus tas capacidades específicas no es posible ejecutar ni
---·;¡
32 ¡HAY MÚSICA EN El. HOMBRE?
33

percibir la música. Pero sus tests, como las teorías en que I<"Illa musical. De modo similar, personas que usan sólo
se basan, son también de un valor muy limitado y ape­ , 11al ro o cinco términos básicos de color pueden ser
nas más objetivos que otros de apariencia menos cientí­ '.I¡ >aces de distinguir entre gradaciones más sutiles de
fi ca. Paradójicamente, esa loable intención de establecer 'olor, por más que ignoren términos especiales de co­
pruebas objetivas y libres de contexto las hace fracasar, ¡ , • r l omo los que inventan los fabricantes de ropa de cara
pues minimizan la importancia de la experiencia cultural .1 la venta de la moda de temporada. Yo viví cerca de dos
en la selección y desarrollo de las capacidades sensoria­ .JI Jos en una sociedad rural africana, estudiando el desa­
les. Por ejemplo, un test de alturas musicales basado en ' 1 • •llo y expresión de la aptitud musical de sus miembros

los sonidos de un oscilador de frecuencias puede parecer ,·¡¡el contexto de su experiencia social y cultural. La mú­
más científico que otro basado en timbres culturalmente ·,¡, <1 es una parte muy importante en la vida de los venda

familiares, puesto que con él podemos controlar de ma­ .!el norte de Transvaal, en Sudáfrica. Hasta los colonos
nera precisa la intensidad y la duración de los sonidos. 1 da neos, con su demencial lógica del apartheid, admi-
Pero los resultados de dicho test representan, en realidad, 1<'11 enseguida que los venda son un pueblo muy mu­
una distorsión de la verdad, dado que la percepción de las '>Il al. Sin embargo, frente a los tests de talento musical de
personas se verá totalmente perturbada por el uso de un \,·.tshore, un brillante músico venda parecería un autén­
medio no familiar. IIL o i nepto, carente de oído. Puesto que su percepción del
Un ejemplo del etnocentrismo de todos los tests musi­ o,on ido es básicamente armónica, podría declarar, por
cales que he conocido hasta la fecha servirá de crítica ge­ ejemplo, que dos intervalos de cuarta y de quinta son el
neral, y también ilustrará por qué debemos ampliar 111isrno. O que no existe diferencia entre dos perfiles me-
nuestro campo de investigación si queremos descubrir 1 ú dicos visiblemente diferentes (véase el Ejemplo 2). Fuera
qué capacidades se hallan involucradas en la musicali­ dd contexto social del sonido, los tests de timbre e inten­
dad. El libro Measures ofMusical Talents ( Medida de los o., idad resultarían irrelevantes para él. En todo caso, pro­
talentos musicales) de Carl Seashore, publicado en el año bablemente el sonido del oscilador lo desconcertaría al
1 9 1 9, constituyó el primer test estandarizado de aptitud i nstante: puesto que no es un sonido de origen humano,
musical, y aunque posteriormente ha sido criticado, refi­ no es música.
nado y elaborado tanto por el propio Seashore como por Está claro que los tests de aptitud musical sólo son re­
otros investigadores, los procedimientos de valoración levantes en aquellas culturas con un sistema musical si­
no han variado radicalmente. La base de los tests de Seas­ milar al del examinador. Y podemos seguir planteando
hore es la discriminación de algún tipo. Puesto que la dis­ m ás preguntas. ¿Qué utilidad tienen dichos tests, incluso
criminación sensorial se desarrolla en el seno de la cultu­ dentro de la tradición cultural de la que proceden? ¿Qué
ra, las personas pueden ser incapaces de expresar una es lo que miden realmente? ¿En qué medida se relacionan
distinción entre intervalos musicales que pueden oír, con la aptitud musical? ¿Cuán musical es esa aptitud que
pero que acaso carezcan de significado en su propio sis- encuentra su expresión en la composición y la interpreta-
EH

34 i.IL\Y i\IÜSICA El\ El HOI\lBRF? 1 ',1 )NII H l HlJ,\1ANAMLNTE ClRC,ANII:ADO


35

ción, y en qué condiciones puede surgir? No podremos ·.tea puede proporc ionar la prueba de que los seres huma­
responder a la cuestión de cwín músico es el hombre has­ tu >s son criaturas más capaces y extraord
inarias de lo que
ta que no sepamos qué rasgos del comportamiento hu­ l.t mayoría de las sociedades les han permitido ser. No hay
mano son peculiares de la música -si es que hay alguno-. •
l ''l' culpar por ello a la cultura en sí misma, sino al hom-
Podemos hablar libremente del genio musical, pero igno­ 1 >re, que toma equivocadamente la cultura como fin y no
ramos qué cualidades de ese genio se restringen a la mú­ '< nno medio. Así, vive para la cultura en lugar de vivir
sica, y si pueden o no encontrar expresión en otro medio. llllÍS allá de ella.
Tampoco sabemos en qué medida esas cualidades se ha­ < :onsideremos las contrad icciones entre teoría y prác­
llan latentes en todo ser humano. Pudiera muy bien ocu­ ''' a en materia de musical idad en el tipo de ambient
e
rrir que las inhibiciones sociales y culturales que impiden lntrgués en el que yo crecí y en el que adquirí al parecer
el florecimiento del talento musical tengan mayor impor­ "'' cierto grado de competencia mus ical. (Digo «al pare­
tancia que cualquier aptitud individual que parezca faci­ ' tT>> porque un punto esencial de mi argume ntación
litarlo. , . ., que no sabemos con exactitu d en qué consiste la com­
«¿Cuán músico es el hombre?» La pregunta se encuen­ l 'l' lencia musical , ni cómo se adquier e. ) Suena música
tra relacionada con otras más generales, como «¿Cuál es t n ientras comemos y tratamos de convers ar; suena tam-
la naturaleza del hombre?» y « ¿Qué límites existen a su 1 ,¡L;n en el cine y el teatro; mientras estamos sentados en
desarrollo cultural? ». Es parte de una serie obligada de .1er opuertos repletos de gente, y de manera detestab le
preguntas sobre el pasado y el presente de la humanidad, 111 ientras esperamos a que el avión aterrice ; suena todo
el
si es que queremos h acer algo más que avanzar ciega­ '1 ía en la radio; hasta en la iglesia pocos organis tas conce­
mente a tropezones hacia el futuro. Aunque carezco de den un minuto de silencio entre los diferentes momentos
una respuesta definitiva a la pregunta que da título a este del ritual. «Mi» sociedad pretende que sólo un número li­
libro, espero ser capaz de mostrar en los tres primeros ca­ lllitado de personas son musicales, y sin embargo se com­
pítulos cómo la investigación etnomusicológica puede porta como si todas poseyeran esa capacid ad básica sin la
resolver la mayor p arte de estos problemas y, en la cuar­ ,u al ninguna tradició n musical resulta posible : la capaci­
ta, por qué este tema resulta importante para el futuro de dad de escucha r y distingu ir entre patrones de sonido.
la humanidad. Hay tanta música en el mundo que es ra­ Los creadores de películas y series de televisió n esperan
zonable suponer que la música, como el lenguaje y posi­ conectar con una audiencia amplia y variada y, en conse­
blemente la religión, es un rasgo específico de nuestra L·uencia, cuando ponen música de fondo a la acción y los
especie. Es posible incluso que procesos fisiológicos y diálogos, están asumien do implícit amente que las au­
cognitivos esenciales para la ejecución y la composición diencias pueden discrim inar entre estos patrones y res ­
musical se hereden genéticamente y estén presentes, por ponder a su llamada emocio nal, y que los escucha rán y
tanto, en todo ser humano. Una mejor comprensión de entende rán de la manera que pretend e el compos itor.
éstos y otros procesos implicados en la producción de mú- Asumen que la música es una forma de comuni cación y
--
1 ',1 INIIH l HUMANAMENTE OR<;ANIZADO
36 ¿HAY !'v l l JSICA FN EL HOMBRE? 37

que, en un contexto cultural compartido, determinadas ¡mga generalmente en función de signos de productivi­
secuencias musicales pueden evocar sentimientos de , l .ul y beneficio inmediatos, así como de presunta utilidad
miedo, tensión, pasión, patriotismo, religiosidad, miste­ '1 ''1 11 ro del marco de un sistema dado. La aptitud latente
rio, etc. '·' ra mente se reconoce ni se alimenta, a menos que su por­
Los productores de cine tal vez no sean conscientes del l."¡, ,r pertenezca a la clase social adecuada o que muestre
fundamento de sus suposiciones, pero podemos dar por 1'' •r casualidad alguna evidencia de lo que la gente ha

sentado que, si la experiencia las hubiera contradicho, .•¡•rendido a considerar como talento. Así, se juzga que los
habrían prescindido por superflua de toda música am­ 11111os están dotados de buen o mal oído sobre la base de
biental y de fondo. Al contrario, parece que su confianza .,,,ca pacidad para tocar música. Y, sin embargo, la exis­
en la musicalidad de las audiencias va en aumento, pues l<'ncia misma de un músico profesional, así como su ne­

han ido abandonando la música de fondo continua en , <'\ario sostén económico, depende de oyentes que en un
favor de una intensificación selectiva del drama. Esto ,, . ,pccto importante tienen que ser no menos capaces mu­
podría no ser más que una respuesta a las presiones de '"' al mente que él. Deben ser capaces de distinguir e in-

los sindicatos de músicos, pero aun así el hecho es que los 1 '· r relacionar diferentes patrones de sonido.

productores de cine siguen encargando bandas sonoras a Soy consciente de que -antes y después de la compo­
compositores, con un coste considerable. Es interesante '"' iún de la Sinfonía «Sorpresa» de Haydn- siempre ha
el hecho de que quienes parten de estas suposiciones sean h.1bido públicos que escuchan la música con escasa aten­
hombres y mujeres cuyas actitudes hacia el arte y el bene­ ' Hll1, y de que, en una sociedad que ha inventado la no-

ficio comercial a menudo las contradicen. La formación 1.1< ió n, la música puede transmitirse dentro de una élite
de un productor en la cultura occidental debería haberle hereditaria sin necesidad de oyente alguno. Pero si adop­
enseñado que no todas las personas son musicales, y que l.l mos una visión de la música a nivel mundial y conside­
algunas son más musicales que otras. Pero su conoci­ t.lln os las tradiciones musicales carentes de notación, re­
miento y experiencia de la vida le llevan a rechazar in­ \ U Ita claro que la creación y la ejecución de la mayor parte

conscientemente esta teoría. El dogma capitalista le dice de la música obedece fundamentalmente a la capacidad
que la música es sólo para unos pocos escogidos, pero la hu mana para descubrir patrones de sonido e identificar­
experiencia capitalista le recuerda que The Sound ofMu­ los en ocasiones posteriores. Sin procesos biológicos de
sic (El sonido de la música) 2 fue uno de los mayores éxi­ percepción auditiva y sin consenso cultural sobre lo per­
tos de taquilla de todos los tiempos. ci bido entre por lo menos algunos oyentes, no pueden
Enseguida viene a la cabeza una explicación de esta pa­ existir ni música ni comunicación musical.
radoja. En muchas sociedades industriales el mérito se En las discusiones sobre la aptitud musical se pasa por
alto con demasiada frecuencia la importancia de la escu­
2. En España esta película se presentó en cartelera como Sonrisas y lá­ cha creativa, cuando es tan fundamental para la música
grimas. [N. del T.} como lo es para el lenguaje. Lo interesante de los niños
-
38 ¿HAY MUSJCA EN EL HOMBRE? ',. :1 1•< 1 11!1,\JANc\MENTJ- ORCA\1!/.ADO 39

prodigio no es tanto que algunos niños nazcan con dotes 'l'll' es posible salir del paso con una ejecución mediocre
aparentemente excepcionales cuanto el hecho de que un " 1111 precisa, siempre que haya una audiencia que mira
niño pueda responder a los sonidos organizados de la 1 •• ·r () no escucha; e incluso audiencias que sí escuchan

.
música antes de que se le haya enseñado a reconocerlos. 1 >�ll'dcn estar educadas para aceptar en partituras familia­
Sabemos también que niños que no son prodigio pueden ' • , de Chopin o Beethoven flagrantes desviaciones que en
ser igualmente receptivos a la música, aunque luego pue­ '"' principio respondían a modas y terminaron volvién­
dan no relacionarse con ella de una forma positiva ni ' 1. "e parte de una tradición pianística. La continuidad de
busquen reproducir su experiencia. l.r rnúsica depende tanto de las exigencias de audiencias
En sociedades donde la música no se escribe, la escu­ . r rl icas como de la provisión de intérpretes.
cha informada y precisa es tan importante y reveladora < :uando digo que la música no puede existir sin una
de la aptitud musical como la ejecución misma, puesto 1 rL"qKión de orden en el ámbito del sonido, no estoy de­
w
que supone el único medio de asegurar la continuidad de krld iendo que toda ejecución o composición musical
la tradición. La música es un producto del comporta­ lr.rya de verse precedida por algún tipo de teoría de la mú­
miento de los grupos humanos, ya sea formal o informal: ,,,·a. Esto sería obviamente falso, tanto para la mayor par­
es sonido humanamente organizado. Y aunque diferentes ll' de las grandes composiciones clásicas como para el
sociedades tienden a tener ideas diferentes sobre lo que 1 rabajo de los así llamados músicos «populares». Lo que
puede considerarse música, todas las definiciones se ba­ ··stoy sugiriendo es que, antes de emerger en forma de
san en algún consenso de opinión en torno a los princi­ lll úsica, en la mente ha de haber alguna percepción de or­
pios sobre los cuales deben organizarse los sonidos. Di­ den sonoro, sea innata o aprendida, o ambas.
cho consenso es imposible sin un terreno de experiencia Estoy usando de manera deliberada el término «orden
común, y sin que distintas personas sean capaces de oír y sonoro», subrayando experiencias de escucha de estí­
reconocer patrones en los sonidos que llegan a sus oídos. mulos externos, porque quiero enfatizar que cualquier
En la medida en que la música es una tradición cultu­ valoración de la musicalidad humana debe basarse en
ral susceptible de compartirse y transmitirse, no puede descripciones de un campo distintivo y acotado del
existir a no ser que al menos algunos seres humanos ha­ comportamiento humano que denominaremos provi­
yan desarrollado una capacidad para la escucha estructu­ sionalmente «musical». El orden sonoro puede ser crea­
rada. La ejecución musical, como algo diferenciado de la do de forma incidental como resultado de principios de
mera producción de ruido, es inconcebible sin una per­ organización no musicales o extramusicales, como por
cepción de orden en el sonido. ejemplo la selección de agujeros sobre una flauta o de
Si mi énfasis en la primacía de la escucha puede parecer trastes sobre un instrumento de cuerda guardando espa­
exagerada, considérese lo que le ocurriría incluso a una cios equidistantes. De manera similar, una carencia apa­
tradición de música escrita si la mera ejecución se tomara rente de orden sonoro puede expresar disposiciones or­
como criterio de la aptitud musical. Los músicos saben denadas de números, personas, fórmulas matemáticas o
---
40 ¿I-!AY �1USICA FN EL HOMBRE? ',llr\IIHJ H l iMA�AMENTE OJH;ANIZADO
41

1 .ttl'>l ripciones de tres melodías nsenga para kalimbu


cualquier otro elemento susceptible de ser transformado 1

en sonido, como la aplicación de una curva sinusoidal en


una máquina electrónica.
Si un compositor me dice que no debo esperar escu­
char ningún orden «en las notas», pero que puedo obser­
varlo en los modelos de círculos y conos que se le dan a
los ejecutantes, o en los números que se le proporcionan
a una máquina, prefiero llamar al ruido resultante magia
reaccionaria antes que música de vanguardia; pero no
podré excluirlo de cualquier estimación de la musicali­
dad humana. Si bien probablemente no pertenece al ám­ Fal'
111 Mi' S¡,' Re' la'Do'Sol' Mi DoDo"SolSol'Ll Fa' Si
bito de conducta que incluye la música de los bosquima­ (ii) 1

nos, los bemba, los balineses, Bach, Beethoven o Bartók, A

es sonido humanamente organizado, destinado a otros


b
b
3
oídos humanos y posiblemente disfrutado por los ami­ 2 8
3 e 4

8 2

gos del compositor. Por tanto, tiene que ver con la comu­
Pulgar izquierdo 1 Pulgar derecho

recias A §
nicación y con las relaciones entre personas.
A 12 •• a 3 1 � !! ! b� �
..
8 to

·
ctz-- .�
Este proceso de producción de sonido musical no es tan
....
moderno ni sofisticado como sus creadores pretenden. íi;¡-::'ii:::- ,..._; · � n
¡;;; ·--
· -- �.
12 -.3
Sencillamente, es una extensión del principio general de Teclas B B1 10 11 1 � 14
Do'
que la música debe expresar aspectos de organización hu­ ti l Do Mi 1.1' Sol Sol' 1.1 Fa' Si Do' Re' .W Sol' 1.1' Si,'
(u} 1 2
mana o percepciones humanamente condicionadas de or­
B
ganización «natural». Yo observé un proceso similar en
1
3 b 2 a
Zambia en 1 96 1 . Entre los nsenga del distrito de Petauke,
(iil) .4
e

los muchachos tocan pequeñas mbiras kalimba para diver­ 5

Pulgar izquierdo Pulgar derecho


tirse, mientras pasean o se sientan a solas. Un análisis de las
melodías que tocan muestra las relaciones existentes entre l >isposición d e las «�eclas>) d e una kalimba d e 14 notas (A) y d e una ndimba de 14 notas (R).
(1): Altura apr�x1mada de las escalas utilizadas más habitualmente (transportadas).
los patrones de movimiento de los pulgares izquierdo y (u): Numeracwn de las «teclas» de izquierda a derecha del «teclado>>.

t rano por los 1 ulgares derecho e izquierdo. Las «teclas>> en sombra y los números subra­
(iii): «Teclas» numeradas simétricamente de acuerdo con su uso en movimiento con­
derecho, los modelos rítmicos al pulsar las «teclas» y la dis­ .

. del pentagrama indican las alturas en la parte superior del
posición del propio «teclado» ( véase la Figura 1 ) . Las me­ .
yados por enCJma o debaJO
<<teclado>>.
lodías no se parecen al resto de la música nsenga, pero am­
bos pulgares tocan polirritmias típicamente nsenga que en FiGURA 1, Comparación de melodías y «teclados>> de las mbiras kalim­

otros contextos serían ejecutadas por más de un músico. ba y ndimba, tocadas por los nsenga de Petauke, Zambia, ilustrando los
orígenes culturales y físicos del sonido musical.
¿ H AY MlJSJCA l:N EL !lUMBRE! � �� 1 1 lt l 1 ll :J\.1A!\AME:-.JTE 0R(;ANI/.AD0
42 t 43

Bases rítmicas de las mdodta.s p ara kalimba, tal y como revelan los análisis de las partes
que tocan los pulgares izquierdo y dereL·ho
�-� 9ú M. M.
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IÍI[ W W W W
Rase
rítmica

\ 1 1 , 1 i i:-. i s de una melodía para ndimlhl

FIGURA l. Continuación r i C U RA [ . Continuación


-1
i

¿HAY MÚSICA F.N EL HOMRRE? • • . I I H 1 l l l 'J\JA'\¡_\MEN rt- ORCA:\1/ ·\Pt) 45


44

1 1 1 1 i nst rumento similar llamado ndímba tiene un «tecla­


'1 .... d i ferente, más apropiado para el acompañamiento
1 1 w l odico que para la ejecución despreocupada aunque
· " 1 n d ida a modelos. Quienes suelen tocar este instru­
l l l ! ' l l l o son animadores públicos que cantan con o para
.1 1 1 < 1 i c nc ias numerosas. Aunque su música suene a menu­

' ¡ , • l l l <Ís sencilla que la que hacen los chicos, posee de he­
, l to u na arquitectura más propiamente musical, puesto
• 1 1 w la relación pautada entre el movimiento del pulgar y
• ·1 " ll'clado» se subordina a los requerimientos de una can­
' 1 0 1 1 con letra, de manera tal que permita a otros cantar
, o 1 1 el i nstrumento. Algunas de las melodías de los mu­

' l 1 .1thos podrán ser más experimentales y vanguardistas,

:J
� -.:::::_
l '' ' rt l no llegan a mucha gente por carecer de una cualidad

. =-�- ;_-_·--:-l:f=· . :
2 a 2 a
:r-
2 1 a
-

2 .
-

�_;L 3.:�4�
2 a 2 1
.
1 ¡a 2 1
.

a
' 1 1 1c l < lS nsenga parecen desear para su música: el poder de
1 ' · u n i r a la gente en hermandad.

b e b b
-

1
-
Fs posible proporcionar más de un análisis de cualquier
1 3 a 1 a a 1 4 '
. - . ;i�%J;-==-����-�
4 a ll. 11o !i 4

-
- c-�$=c��: l llcza musical, y de hecho se dedica gran cantidad de tinta
.1 hacer precisamente eso. Pero debería ser posible realizar
. 1 n .ílisis exactos que indiquen dónde se han empleado
p rocesos musicales y dónde extramusicales, así como
, n .íles fueron exactamente y por qué se recurrió a ellos.
o\ cierto nivel de análisis, todo comportamiento musical
o;c halla estructurado, ya sea por procesos biológicos, psi­

' ológicos, sociológicos, culturales o puramente musica­


les. Es tarea del etnomusicólogo identificar todos los pro­
l l'SOS relevantes para una explicación del sonido musical.

La Figura 2 muestra un pasaje musical susceptible de


i nterpretarse de al menos dos maneras. Pertenece a un
FIGURA l . Continuación
conjunto de figuras cortas, repetidas, que se dan en una
serie de melodías que toca un flautista nande (o konjo) de
Butembo, en Zaire. A partir del contexto, resulta claro
que procura placer al ejecutante y expresa principios fun-
46 ¿1 l AY ¡\tlJSJ( ;A EN El HOMBRE? 1 ·,1 l '\ 1 1 >0 H L I :-.iiANA!vlEN'J E ORt,\ NlZADO 47

Frase musical utilizada en música para flauta de B u tembo ' . d que expresa relajación-tensión-relajación. El músico
t i . I IH. ei también podría concebir el pasaje como un movi­
t l l lcnto de alejamiento y de regreso a un centro tonal,
l l l lcsto que una gran parte de la música africana se halla
• ·,1 ructurada de esa forma (aunque probablemente él no
Digitación de la flauta de Rutembo y �o nidos 4ue produce
l ' ' ' l lsaría específicamente en términos de relaciones de
' ¡, l l l l i nante y tónica) . Pero si consideramos su ejecución
e representa agujero tapado
O representa agujero abierto ' · 1 1 relación con la experiencia física de tapar agujeros con
l .'' dedo • • • • () 1 , " dedos, las relaciones tonales adquieren un sentido
M.ll.
¡ • • • CJ u l 1 '> l into. La relajación física al retirar los dedos de la flau-
¡
3."dedo . •

l ." dedo . • • \_)


J'vl. l .
1 . 1 p roduce un sonido armónicamente tenso, mientras
3.'' dedo . • u Cl
"
1 1 1 c la tensión física de tapar ciertos agujeros produce un
Re" Mi"

Fa" Sol" La
·,, ' n ido que es armónicamente relajado.
'l'ransformaciún <<l.enguaje» J\lOPHO <<Lenguaje>> 'l'ransformaciún No sé cuál de estas interpretaciones es la correcta en el
Tonalidad ,\JL\1()N ICO Fl�ICO Tonalidad ' ' 'ntcxto de la sociedad nande y de la musicalidad de este
e n la (agujcr<)S tapado.\ en la
! l llL' l'Prete particular, Katsuba Mwongolo, o si existe otra
' · ' plicación alternativa. Pero estoy seguro de que en última
frase en la flauta: frase
musical digitaciún) musical

l
I I L,tancia hay una sola y podría ser descubierta por un aná-
o
La Dominante TLN\lON Sol
1 1 ' is de la música en la cultura que sea sensible al contexto.
l
Sol Tónica Rl'.l .A)ACIO\J La
La Dominante 1 1·:-J:-.IO� Sol
Sol Tónica RFLA)M:It)t\: La . \ 1 analizar estas melodías de t1auta en 1955, yo trabajé con
¡ ·. rabaciones anotadas y un instrumento de muestra que ha­
FI<;URA 2. Dos interpretaciones posibles del mismo pasaje musical, uti­ l •1a aprendido a tocar. Pero no tenía experiencia de primera
lizando un modelo de tensión/relajación y los <<lenguajes>> armónico y 1 1 1a no de la cultura del ejecutante ni evidencia de su sistema
físico, respectivamente.
I I Htsical, pues había muy pocas grabaciones disponibles.
Puedo presentar con mayor confianza mis análisis del
damentales de estructura musical. Lo que ya no resulta equilibrio entre factores físicos y musicales en la produc­
tan claro a partir de la música por sí sola es la naturaleza ' illn de las melodías que tocan los nsenga en las mbiras
de tales principios. Un oyente adiestrado en la música ét­ /, u timba y ndimba, porque trabajé en Zambia en 1 96 1 con
nica europea oiría aquí un movimiento de alejamiento y los intérpretes y aprendí a tocar las melodías (aunque
de regreso a un centro tonal, que aquél describiría en for­ bastante mal ), observé los diferentes contextos de ejecu­
ma de secuencia tónica-dominante-tónica. Esto puede ' iún y escuché y grabé otras piezas del repertorio nsenga.

describirse de forma más general, en términos que han Sólo haciendo acopio de información musical y extramu­
utilizado Hindemith y otros, como una secuencia musi- s i cal fue posible descubrir lo que estaba «en las notas».
¿ H A Y �1lÍ,':\ICA EN 1-J . HOMBRE? ' '" 1 1 >1 l 1 \ l ii\JA:-.:AJ\.lF NTE OR(,A\J!Z ADO
49
48

Resulta posible improvisar tests musicales sobre el te­ l 1 • . j ! J J O '> Venda p ara ocarina

rreno, los cuales pueden proporcionar el único medio


para descubrir o confirmar los principios que generan la
composición musical. Por ejemplo, los jóvenes venda to­
can dúos en ocarinas llamadas zwipo t oliyo que hacen
con pequeños frutos de varios diámetros (aproximada­
mente entre cuatro y medio y siete centímetros), en los
que cortan un agujero grande para soplar y dos pequeños
para tapar con los dedos. Las notas obtenidas varían se­
gún el tamaño de las esferas, pudiendo modificar la altu­
ra mediante el soplido del ejecutante. Para los dúos selec­
cionan pares de o carinas que «suenen bien», de modo
que su elección indica qué principios musicales esperan
expresar. Yo desarrollé un test en el que dos jóvenes
seleccionaban la combinación más satisfactoria de entre
seis ocarinas de diferente afinación; el sonido de los due­
tos obtenido en estos instrumentos revelaba, por tanto,
principios tonales y armónicos importantes para la mú­
sica de ocarina en particular y para la música venda en
general. La Figura 3 muestra tres de estos modelos junto
con sus progresiones fundamentales y su secuencia ar­
mónica.
Estos tres ejemplos ilustran problemas existentes en el
análisis de la música de cualquier compositor y de cual­
quier cultura. También subrayan los peligros de compa­
rar músicas diferentes solamente sobre la base de su soni­ Ay B

���c����-: j.:•¡.,=_-���'f]
C
do. Aun cuando el significado de la música descanse en Progresiones
fund<llllent.lles
último término «en las notas» que percibe el oído huma­
no, puede haber varias interpretaciones posibles de la es­
tructura de un determinado patrón sonoro, así como un
número casi infinito de respuestas individuales a dicha
estructura, dependiendo del entorno cultural y el estado
emocional de sus oyentes en un momento dado. 1 '' ,L'RA 3. Principios tonal y armónico en la música venda para ocarina.
-

• • . 1 1 >< ) l l l i .\.L\1\'Ai'vll:�·HE O!Hv\ N IZ:\D() 51


50

as vendJ ht>cha s a par ir de

frut )S hueco s (A: de Strych
­
!1·! 1 1 1; Í li s is musical y del lingüístico puedan ser similares .
D iagram a a escala de dos oLarin
l3: de Oncolw sp mostl For;,k
• .
).
tW-" spinosa La m., la naran ia silves tre;
��� · ve o razón p ara asumir que la música sea u n tipo de
1� " ) ',u a j e , ni que tenga una relación estructural especial
• 1 ' ' ' el lenguaje, ni que los procesos lingüísticos sean nece­

... , , ' " mente más fundamentales que cualesquiera otros


• 1 1 1 rc las actividades humanas. No obstante, ciertos análi­

. . , .. <le! comportamiento lingüístico por parte de Eric Len­

' " ' l l < ' rg y Noam Chomsky y sus colaboradores apuntan

' · ' '·.1 :os que tienen su correlato en la música. No me refiero

1 . 1 1 1 1 o a hechos obvios como a que el sonido si posea un

· ' 1 '. 1 1 i lícado estructural y semántico diferente en idiomas


1 cm
2 3 4 S
, ' '
O
, 1 ¡ , ., l , n tos, o a que en inglés las palabras sea ( mar), see (ver)

1 . . . , . ( sede) sean diferentes ', cuanto a la variedad de es­


.

rH;UIZA 3. Continuación t , ,,,·tttras que pueden hallarse ocultas bajo las estructuras

t ' l 'nficiales del lenguaje, esto es, en los patrones de pala­


.

¡ , , . 1 s que podemos oír y a los cuales respondemos.


rpretaciones estruc­ l .< lS angloparlantes generalmente comprenden las cade­
De todos mod os, el núm ero de inte
en gran med ida cuando " · ' " de palabras de acuerdo con el contexto en que son es­
turales posibles puede reducirse .
pos itor o una cult ura smgu­ ' ''' h adas. Así, como señala Lenneberg, la cadena they-are­
el sist ema musical de un com
ural total. Au� cu� ?­ ¡,, ,ring-students (son estudiantes aburridos ) , posee dos
lares se examina en su contexto cult
ulad o, una exphcae1on 1 '' ),íbles interpretaciones sintácticas directamente relacio-
do un s istem a está claramente artic
o sist ema puede ser in­ 1 1 . 1 d as con dos posibles interpretaciones semánticas . La
estr uctu ral en térm inos de dich
muc ho sob re la teoría y ¡ , ,,sc puede ser bien un comentario de los profesores sobre
com plet a. Por ejemplo, sab emos
la prác tica de la arm onía en la mús
ica «cu t � europea
)> del � II M'studiantes - 1 { 1 [ (Tizey)] [ (are)((boring) (students))] } \-,
la mus tca de Hec t�r , . " el cual boring es un adjetivo; o puede ser un comenta­
s iglo XIX, pero cua ndo ana liza mos
elaborab a los pro ced t­ ' \ ( ) de los estudiantes sobre sus profesores - { [ (They)] [ (are
Berl ioz es útil sab er que a menudo
arra, y que la estr uctu ra /roring)(students) ] 1 ! 1-, ( [ los profesores ] están aburrien­
mientos arm ónicos sobre una guit
una gran influencia en sus se- ' lo a los estudiantes ) , donde boring es una forma verbal
de este inst rum ento tuvo
1 onjugada. En muchos casos no hay una relación de uno
cuencias de acordes .
lema analítico me- ·' u no entre interpretaciones s intácticas y semánticas.
Perm ítan me ilust rar mejor este prob
ica estr uctu ral. Al ha­ ( :homsky ha mostrado que, a nivel superficial, la estruc-
diante una analogía con la ling üíst
etno mus icol ogí� �eba
cerl o no estoy sug irien do que la
ica, aun que los obJetivos i. Palabras homófonas en inglés, que se pronuncian /si: /. {N. del T.]
utili zar los métodos de la ling üíst
-

¿HAY MÚSICA FN FL HOMBRE? • • ' . 1 1 11 J l i t ·,'\ 1A!\AMFNTI-- OR<.�Ar-.;-JZA[)O 53


52

ting ofthe hun ters (el 1 .. 1.\ estructuras musicales, como las cadenas de pala-
tura de la frase con gerundio the shoo
una transfor mac ió.n, 1 ' ' · " · pueden contemplarse como el resultado de rellenar
disparo de los cazadores) puede ser
t (los cazadores dis­ • 1 • 1 1 1 1 o t as ciertas casillas de acuerdo con las reglas de una
bien de la orac ión activa hun ters shoo
(los cazadores son ¡ · ' l i i i < Í t ica musical. Pero ignorar las estructuras profun­
para n) 0 de la p asiv a hun ters are shot
.

' l . 1 •• • onduce a confusión. En su libro The Language of


disp arados ) .
e estr uctu ra su- \ f u , ¡¡ ( El lenguaje de la mús ica) , Deryck Cooke ( 1 959)
Es a causa d e este tipo d e rela ción entr
lo que ?o podemos • 1 1 . 1 1 1 n a conclusión humorística de un tipo de aproxima­
perf icial y estr uctu ra prof und a por
to consistente en re­ , �< ' " .1sí al análisis musical. Un amigo suyo «afirmaba con
cons iderar el leng uaje como un asun
aticales de acue r­ ·.�·¡·, u r i dad» que «una canción cómica tan popular en su
llenar con palabras ciertas casillas gram
gen de los � rocesos • l 1 . 1 , ) (·s, we have no bananas (we have no bananas today)»
do con patr ones apre ndid os, al mar
p a� rone s. E xiste una 1 · , , . 1 1 0 tenemos plátanos (hoy no tenemos plátanos ) ] se
cogn itivos que suby acen a tales .
a ]ohn zs eager to 1,,,1 •1a creado de la siguiente manera:
dife renc ia abis mal entr e la frase activ
y ]ohn is easy
please ( John está dese oso de agra dar)
en la sup er�­
to please ( John es fácil de agra
cie tan sólo se h aya cam biad o
dar)
una
, aunq
pala
ue
bra. De mod o SI­ 1 � " i'c:=�Jt-fn.�E�f rJ:=�-Et3
térm ino sh ooti�g en la Oh, bring back my bon-nie to
milar, no podemos s ustituir el
llal - le-lu-jah l (ba-na-nas), me !
. . ar sm tene r
l 11 ,JI'I ( l 1
verb o s imil
frase ante rior por cual quie r otro
cas , lo que a su vez
en cuen ta las imp licac iones sem ánti
uctu rales . En algunos
mov iliza diferentes principios estr
cont exto s, puedo hablar de The eatin
g of the hun ters l l 1 1a ilustración más seria de la importancia que tienen
o mod o que The 1, , ., est ructuras profundas en el análisis de la música lo
(La com ida de los caza dore s) del mism
los cazad� res ) , 1 >� • 1il(Jrcionan dos versiones diferentes de una canción in-
shoo ting of the hun ters ( El disp aro de .
os The drm kmg o 1 . 1 1 1 1 i l venda, Funguvhu t anzwa mulomo! (véase el Ejem-
pero e n todos los contextos con ocid
sólo pose e u n 1 '1' • 2 ) . Ambas melodías son descritas por los informantes
the hun ters (El beb er de los caza dore s)
sem ánti ca. En t? do 1 • " 1 1 0 «la misma», porque constituyen transformaciones
únic a inte rpre tació n estr uctu ral y
han de ser te mdas , , ,,· l údicas de la misma estructura profunda, que es una
caso , las posi bilidades lógi cas siempre
la amb igüe dad de ··• . , ucncia esencialmente «armónica» a la cual la secuencia
en cuen ta, pues en algu nas cult uras
sing ing of the hun ters ( El cant o d , 1 ,· palabras de la letra imprime su ímpetu rítmico y su
frases tales com o The
los caza dore s) o The dan cing of the hun ters ( El b ail 1 wrfil melódico. Las notas de una melodía son equivalen­
ería n ser en un prin cipi k.\ armónicos de la otra.
de los caza dores ) , que p arec
s activ as, que da res uelt El primer problema de cara a una evaluación de la mu­
tran sfor mac iones de orac ione
hom bre pue da «ser can "" a l idad humana es, también, el problema central en la
por medio de la idea de que un
' ' lusicología y la etnomusicología. Se trata de la cuestión
tado » o «ser bail ado ».
• ' , 1 1 )\ l l ! UJ\.IA:-.JAMENTF OR(,ANIL\DO 55
54
1 " n is a y exh �ustiva del sistema cognitivo de un compo­
·. ' ' e •r p roporcwnará, por tanto, la explicación más funda­
' ' " ' J l t al y poderosa de los patrones que adopta su música.
l l e · modo similar, los estilos musicales vigentes en una
· . e " 1edad dada serán plenamente entendidos como ex-

1 " , · , i tí n de procesos cognitivos que pueden observarse


I . I J l l b i é n , en la formación de otras estructuras. Cuand�
·.e· l '·'mos de qué manera intervienen tales procesos en la
1 ' ' "d ucción de los patrones de sonido que las diferentes
·. e " icd � des llaman «música», estaremos en una mejor

1 " " ' n o n para valorar cuán músico es el hombre.


1 · n s u importante libro The Anthropology ofMusic ( La
. 1 1 1 1 mpolog �a de la música), Alan Merriam ( 1 964) abogó
1 •e >1 d estudw de la música en la cultura. Pero los etnomu­
· . ¡ , e > l ogos todavía tienen que producir análisis culturales

EJEM PLO 2 · • · . l l'máticos de la música que expliquen cómo un sistema


I I I I L \ Í cal dado se integra en otros sistemas de relaciones.
hl e ' hasta con identificar un estilo musical característico
pie za mu sica l dad a.
de des crib ir qué sucede en una
de hec ho con oce�os
• 1 1 \ L I S propios términos y examinarlo en relación con su
podem os aún exp lica r lo que ·• " ¡,·dad (por parafrasear la definición de uno de los obje­
o de nue stra expe
ma ner a intuitiva com o resultad l c ' ' •s de la etnomusicología según Mande Hood, quien ha
ren cias ese ncia les entre
en la cul tur a, es decir, las dife
re la de los indios 11<1''"'-""� hn ho más por este tema que casi ningún otro etnomusi­
música de Haydn y Mozart, o ent ' e , ¡ , •go vivo). Debemos reconocer que ningún estilo mu­
oce r los rasg os
y los siou x. No es suficiente con · . ¡ , . d t iene «sus propios términos»; sus términos son los de
a pian o de Mo zar t, o de la
vos de los con cier tos par · · ' ' 'L JCiedad y su cultura, así como los de los cuerpos de los
rem os sab er exa ctam e
que stac ión en Bee thoven: que ·.ncs humanos que lo escuchan, crean e interpretan.
Bee thoven, Mo zar t es
cóm o y por qué Bee thoven es No podemos seguir estudiando la música como una
a com pos itor tien e un
zar t y H aydn es Haydn. Cad ' >sa en sí misma cuando la investigación etnomusicoló­
rim e su sello en sus p

ma cog nitivo bás ico que imp ' '· " a deja claro que las cosas musicales no son siempre es­
agr upa cion es pa:a las
pal es obr as, al ma rge n de las . ' ' ll l amente musicales, y que la expresión de relaciones
incluye tod a act1v1dad
fue ran esc rita s. Dic ho sist ema " • na les en patrones de sonido puede resultar secundaria
ació n motora, sus
rebral involucrada en su coo rdin , . . ,pecto a las relaciones extramusicales que representan
les, así com o sus
mientos y experiencias cult ura 1. �. , notas. Podemos estar de acuerdo en que la música es
sica les. Un a
des soc iale s, inte lect ual es y mu
¿HAY Mt'SI CA EN EL HUM
HRE? • • ,11 h l l l UivlANAMFl\'TE OJH;ANJ/Al)(l 57
56
e; • •l 1 a
ron es ace pta dos socialm ent persona una pieza de música, pero tal vez podamos
son ido org ani zad o en pat l l , · ) •, a r
de con tem pla rse com o una a comprender los factores estructurales que gene-
que la act ivid ad mu sica l pue les 1 . 1 1 1 t a l es sentimientos. La atención a la función de la mú­
ta; y que los est ilos musica
for ma aprendida de conduc
se basan en aquello que los
seres hum ano s han ?
eci did o ·" .1 en la sociedad es necesaria únicamente en la medi­

o par te de su exp res


.
10n cu �tu­ ' 1 . 1 <' 1 1 que nos pueda ayudar a explicar sus estructuras.
tom ar de la naturaleza com
ello que la propia naturaleza les ha tm­ \ l l l l l J U e yo voy a examinar los usos y efectos de la músi­
ral, má s que en aqu
de la que el hom bre extr �e , . 1 . 1 1 1e i nteresa fundamentalmente qué es la música, no
pue sto . Per o la naturaleza na­
erna a él. I ncluye su pro pta 1 • . 1 1 ;1 qué se utiliza. Una vez que sepamos lo que es, quizá
est ilos musicales no es ext ma ner as ·• · . 1 1 nos capaces de usarla y desarrollarla en formas ni si­
psi cofísic as y las
tur ale za, sus cap aci dad es , p 1 1 1Ta i maginadas hasta la fecha, pero que puedan serie
sid o est ruc tur ada s por
:
que dic has cap aci dad es han
y cos as, las cua es for ma n 1 1 1 l tnentes .
experiencias con per son as . 1 . 1 sonido es el objeto, pero el hombre es el sujeto. Y la
la madurao on en l �
te del pro ces o adaptativo de . l . 1 1 , . l'll la comprensión de la música son las relaciones
s cap ao dad es p •

No sab em os cuá les de tale · \ l '.tc ntes entre sujeto y objeto, los principios activos de
ese nciales par a ha�er
-ap art e del oíd o- resultan • " 1 ', . 1 1 1 i zación. Stravinsky expresó esto con su caracterís-
ecí fica me nte musKa L
0 si alg una de ella s es esp . 1 1 • .1 perspicacia, al escribir a propósito de su propia mú­
les se hal lan asooadas con
que las act ivid ade s mu sica · " .1 l'l n ica: « La música nos es dada con el único objeto
que no coi nci den c ?n los
nas específicas del cer ebr o . ..,.­ · 1. , · , t a blecer un orden en las cosas, i ncluyendo de modo
ca sabremos en que - � -- �

tro s del lenguaje. Per o nun cre at 1 1 1 1 1 1 1 1 a rticular la coordinación entre el hombre y el tiem-
os eso � pro sos
indagar hasta que est udi em �:
pre sen tes en una eJe cuo o � de • u •_.,,.._... 1 ' ' ' .. ( 1 936: 8 3 ) . Cada cultura posee su propio ritmo, en el
.
que se hal lan
án e� un le�guaJe 1 1 1 1do de que la experiencia consciente se ordena en ci­
'

apr end ida , igual que lo est


·

. �mr
t . 1. , ., de cambio estacional, crecimiento físico, actividad
ust eol ogt a de c � nst
La pre ten sió n de la etn om
mú sica y su hts ton a • • 1 1 1 1 1 nnica, profundidad y amplitud genealógica, vida y
a ana liza r la
nuevo método par 1 1 1 . " al lá, sucesi ó n polít ica, y cualesquiera otros rasgos
n que no es aún de
descansar en una sup osi ció
la ú ica es son i�� 1 ., 1 1 rrentes a los que se dote de significación . Podemos

general, est o es, que dad o que � � , ¡ , . , 1 r que la experiencia de la vida ordinaria tiene lugar
ería ext stu una rela oo n
nam ent e org ani zad o, deb s • 1 1 1 1 1 1 mundo en tiempo real . La cualidad esencial de la
ión hum ana y los � atr one
los p atro nes de org ani zac . 1 1 1 1 1 \ i c a es su poder para crear otro mundo de tiempo
o resultado de la
son ido que se pro duc en com , .
ana . A mí me inte res a par ticularmente el anahsts ' 1 1 1 1 1 a l.
hum l · n d sistema musical de los venda, es el ritmo el que di­
que sup one el pri me r
las est ruc tur as mu sica les por ' ' I I ' I Kia la canción (u imba) del habla (u amba), de modo
os mu sica les y, por
par a com pre nde r los pro ces 1 1 " ' l os patrones de palabras recitadas con una métrica
Probablemente nunca •

par a evaluar la mu sica lida d. 1 • . , ., , d ar son denominados «canciones» . Tanto Stravinsky


r con exactitud cóm o
mos capaces de comprende
r
_._ ..... ������........................
��-� ..

Fl HOM BRE? 59
' , . , 1 1 11 1 1 l l ' ¡\ JANAM!:.·:NTE OR<;Al\IZADO
¿HAY iv1ÚS!CA EN
58
.J ' � ' 11 111 l'arlando
ca la pre­
n en qu e la mú sic a im pli
com o los venda ins iste
sencia del ho mb re; el tra
qu ete o regular de un a má qu ina
o los f --¡-.L-�� ---+1__..)l'- . _j___J___
----..J'.. fll-t-l-----1-
Jl ---.. 1 r
ira r agua po drá son com 1 1 Hlll t
ar nga 2i 1
:�
- 2u - la h -
o de un a bo mb a pa ra asp V ha ko ma ya
M u - si
con sid era ría - - tshi Dza !_a,
ro nin gú n venda los
_

go lpe s de un tambor, pe rqu e su or­


oci on ars e con ellos, po
mú sic a ni esperaría em ma no s.

11- --:L1 o�-�Jl _)_�


ectamente po r ser es hu ·
_
'
den no es producido dir u·"'" 'uv ''• .�
tru me nto s ele ctr ón ico s o de un
· �/
' j )J_ Jl+ j+--
1 \'h.l - d,.a.
ins
n
sonido de di d....� pha -
do de su ám bit o de fhi- ri - sa mu - ... - n

Mo og no qu ed arí a exclui no el
que es sólo el tim bre y
mu sic al, en la me did a en l
e queda fuera del contro
todo de ordenación lo qu lod ía, sin o en
Jl
la me
no . La mú sic a venda no
se basa en
la cua l la <.dll ll.tu l• ) +-)2_) � 1 Jl L..L t-JL�_J 1�
l:,
o el cuerpo , de
an im aci ón rít mi ca de tod 1 Mu ¡ji - n - ga ndi Ra - �u - dzu -
s qu e un a ex ten sió n. Po r tan to,
no sup on e má tamb
ncio entre do s golpes de l l ' l t l ,)
creemos escuchar un sile tan te no se 1 11

que para el eje cu


de be mo s com pre nd er un mo vu · u.-.u .....
pe es p art e de
de un sile nc io. Ca da gol qu eta go lpea
e la ma no o la ba ' 1 ·" '1
cor po ral tot al en el qu mucha gente en una poderosa experiencia com-
me mb ran a del tambor.
can, por ejem plo, a la
'""'"'" 'v•
1 ·.· : : '. ''.1 .1 d en� o del marco �e su experiencia cultural y, en

Esto s prin cipio s se apli 1 ·' '


u c, nna, hacerles mas conscientes de sí mismo
respons�bilidades recíprocas. Muthu ndí mut��
3), qu e
singaqi ( Eje mp lo ··1 ' '
inf an til Tsh iqu la tsh a Mu ' 1
'

ha bla ni po esí a. "''o/


los ve nd a es mú sic a, no las 1 .¡1111nve, diCen los venda: « El hombre es hombre a
parte fuerte recayera en ' 1 1 1 ." 1
Podría esperarse que la · de sus asociaciones con otros hombres». La músi-
e se acentúan durante la
·

bas -qu , tsha y - nga, qu ' ' 1 1 • · 1 1 d a nu � ca es una huida de la realidad, es una aven-
ció n,
añ an con pa lm as la can 1 1 1 1 .1 . 1 1 '_ n tenor de la realidad: la realidad del mundo del
Pe ro cua nd o ellos aco mp que
hacen sobre las sílabas
Tsh i, -la , -si y -qi , de mo do ' · l " " t u . Es un � �xp � riencia de alumbramiento, en la
o
rta parte , sin o un mo del 1 1 ·
' 1 1 . � ! .1. con ciencia md1vidual se alime nta de a connenna
_
hay un silencio en la cua se qui era, si
·
as cua ntas vec es
de cuatro par tes repetid s' , , ¡ "' t lva de la comunidad y a partir de ahí se torna fuen-
ten de qu e se con
nu nca me no s de un a
si se pre ' ' "' l o r mas culturales más ricas. Por e·Jemp ¡ O, SI· d OS
'' 1 ' � l s H mstas toca� exactamente el mismo ritmo apa-
o «ha bla ». . .
com o «ca nci ón » y no com
tamente po líti ca, en el :
' 1 1 1 ' pe ro mantemendo una diferencia individual in_
da es ab ier
La mú sic a ven tos •

un a va rie da d de contex ' 1 1 1 , ¡ ' de tempo o de pulso, producen algo más q �e la


do de qu e se eje cut a en cos esp e
pro pó sit os po líti
cos , y a me nu do p ara ' 1 1 1 1 " de sus esfuerzos individuales. Así, la combinación
qu e pu ed e
el sen tid o de
También es po líti ca en
60 ¿ HAY iv1Ú\JCA EN EL HOMBRE? !
61

de un pulso sencillo tocado por dos personas en tiempos 1 '' vrib ir estos patro nes de sonid
o organizados de for­
diferentes produce: , , . , ., t a n distin tas como los mism os «obje
tos sono ros»
1 1 1 1 ¡ > l c mente porq ue suen an igua l sería
J. J.
�.
r r r
terri blem ente
,; . �. �. • . I I I I V< ICO. Aun reco noce r la form
a en que se producen ta­
r r r r r r l . · . ·.un idos, desc ribié ndol os com o ejem
plos de polir rit­
" 1 1 . 1 , resul taría inad ecua do en el cont
E!EMPI () 4 exto de la mús ica
• , 1 " l . t . Ante s debe n
ser desc ritos en térm inos de los pro­
. aoo . . n de ritmos yámbi cos con la pa , • · · · " L ogni tivos y cond uctu
Una comb m ales que pertenecen al patró n
. . 1 . d 1 < ha cult ura.
fuerte en distint a posici ón puede produ or:
1 · , 1 .tnáli sis cultural de los ritmo s de
la Figura 4 no se li­
" " ' · " "' a seiialar que se utiliz an
de tal y tal mod o en una
" ' " d ad de ocasi ones . No cons istirí
a en unas breves no-
1 , .. . 1 l ¡ >nlgr ama esbo zand
EJEMPLO 5 o el contexto de la músi ca, sino
· " 1 1 1 1 d ispos itivo anal ítico que desc riba
su estru ctura en
1 1 1 1 t r r ' ¡ u e expr esión de
En la F igura 4 se ilustra n otras combi na�i�nes patrones culturales. Así, ejecu cio­
"' . • un com bina cion
muest ran cómo la misma estruc tura s_uperflo al pue es de dos o tres intér pretes de rit­
ser resultado de Proces os d iferent es, mvoluc rando ' ' ' ' , . , ¡ul' podrían de hech o ser ejecutados por
uno solo no
· • 1 1 I I ILTos ardid es mus
cada caso a uno, dos o tres intérpretes. icales: expresan conc epto s de in­
. ¡ , ' 1 • l t t . t 1 i d ad en com unid ad,
y de equi librio socia l, tem­

r P r li p
m m a. � n J I J n �
Dos patrone� d e , . , , , .d v espa cial que se h allan tamb
ién en otros tipos de
�i • • 1 1 1 "' .1 vend a y en otros elem
'ion ido producidos

� b.

\.I>pJ p i a. \'r· ¡· r· r·
por un solo ejecutante entos de su cultu ra. Ritm os
. · · 1 1 1 < ' estos no

J J 1 � � �
podr ían inter preta rse corre ctam ente a
N
" ' ' " " ' que los intér prete s actúe n como direc
por 2 ejecutantes
r
tores de sí
1
a.
� , " 1 · " 1 os y, al mism o tiem po, se
some tan al ritm o de un
· ' " , . t o r invis ible. E s

\ p r P r \' P i�íI J p J
J. . J IJ � b
ése el tipo de expe rienc ia comp artí ­
d · ' ' • / l l l ' l o s venda buscan y expr
esan e n s u man era d e ha­
b. �
) · � . , 1 1 t 1 1 1 s ica, y un anál isis de su mús ica
que ignore tales he-
). J 1 , , •·· w r ía tan incom pleto com o un
por J ejc( u t,m tcs �

J J.
\J ¡· 1 �· ¡·
J. J. J .
J.
r r
¡·
r . ! . //" H.·ata Vergine de Montever
1 , , ¡ , ' el marc o lit úrgic o, l as prim
· ' ' l l ! ' l l s i tor, sus años
análi sis de las Vespro
di de 1 6 l 0 que dejara de
eras obra s sacra s del
de serv icio para los duqu es de
' .. " 1 1 aga y sus prim
Fl(.IJRA
' 4 · Distintas formas en las que las mismas estructuras eros expe rime ntos en el terreno de la
ciales de música pueden ser p roduo·d as por un o , dos o tres " 1 ,, ., ' l .
62 ¿HAY ML'SILA EN 1-L HOI\llmE?

.
Los análisis funo ��: 1 d 1 estructura musical no
pueden separarse de
_ La fun cwn
:� : :áli i estructurales de su fun­
_ , d e l as notas en sus interrelacio­ La música en la
ción social. so cie da d y la cu
ltura
nes no puede exPhcarse _ adecuadamente como parte de
.
un s¡stema cer. rado , sm . h acer re1•cerencia a las estructuras
_
del s�. stema ,sooocult � ral del cual forma parte el sistema
musical, as¡ como al s¡ste� a biológico al que pertenecen
to dos 1 os crea. dores de mus1ca.
. . L a etnomusicología no es
,
sólo un área de estud'!O qu e se c ocupa de la nlúsica exot¡- .

ca, 111 una mus. le


·
· -ologla' de l o e' t 111'co· es una disciplina que
·

ofrece la esperan �a de una c� �prensión más profunda de


toda música. Si_ oertas musKaS , ¡:meden ser entendidas
.
analizadas como expresion� � tonales �e l a. x :�
humana en e 1 contexto de düerentes t lpO s d ¡ ¡ , . de scr ito la mú
sic a co mo so nid o hu
ción social y cultural, no veo � �. n�u, n motivo por el que 1 1 1 1 .1 do. He defen did ma na mente orga-
o que deberíamos bu
podamos anal ¡zar . toda la musKa de1 mismo . modo. . l l l ll' los pa tro ne s de sca r relaciones
or ga niz ac ión hu ma
� � � ''• de so nid
na y los pa tro ­
o pr od uc ido s co mo
, 1 1 1 1 1 o rga
re su lta do de la int er
niz ad a. Reforcé est ac ­
a afi rm ac ión ge ne ral
' ' ' " " ' e una refer me ­
en cia a los co nc ep
. • • 1 1 1 pa rten los venda to s de mú sic a qu e
del no rte de Tran sv
1 o l l l l h ién aa l. Lo s venda
co mp ar ten la ex pe
rie nc ia de ha ce r m
1 ,, · 1 ll'n cia sin la cu ús ica , ex-
al habría muy poca
, ' ' ' " de los
mú sic a. La pr od uc ­
pa trones de so nid o
" ' .1 de pe nd
que los ve nd a lla ma
e, en pr im er lug ar, n mú ­
de la co nt inu ida d m
, f,· ¡, •s gr up os so ism a
cia les qu e la eje cu tan
1 1 1 1 • d o en que los y, en segundo, del
m iembros de estos
• 1 1 1 re sí.
grupos se relacionan
l '; � ra aver igu ar lo qu
e es la mú sic a y cuán
¡ , " 1 1 1 b re, ne ce sit am mú sic o es el
os pr eg un tar no s qu
· f l l l l:ll toca
o ca nt a en
ién esc uc ha y
una so cie da d da da ,
, . 1 1 1 1 a pr y po r qué. Es ta
eg un ta so cio lóg ica ,
1,
y l as sit ua cio ne s en
·• ' ' 1ci ed ad es di feren-
pueden co mp arars e
' f . 1 s for m as su sin refere nc ia algun
pe rfi cia les de la m a
ús ica . Aquí nos es ta-

63
-
¿HA 1 ;\1USlLA EN l:l. HOJ\1HRE? \ l l '•H \ !·�· l A SOCIED AI) Y LA ( llJ.TUHA
64 65

a vi�a ��­ · ' "' ' · avion es y much as otras máqu inas está
mos ocup ando únicamente de su funci ón en � relacionada
s sigm fi­ ' 1 1 1 ' l l efica cia como
cial. En este aspec to puede no habe r difer enoa

medi os de comu nicac ión, a menu­
¡ "' asum e que �1 desar rollo
cativ as entre la músi ca negr a, el coun try &
west ern, el
.
' , '
técni co en la músi ca y el
, la músi ca sinfó nica o el canto lla­ · " , , dcb_e , de la m1sma mane ra, ser signo
rock y el pop, la ópera de una expre­
· 1 0 ' " me or o más profu
lo repel e; � o a cau.sa
1
no. Lo que enga ncha a uno, a otro � nda. Sospech o que la popu lari ­
1� , l .11 de nerta mús1_ ca
.
de algun a cuali dad abso luta prese n � e en m � siCa mis­ d e l a India e n Euro pa y Amé rica no
ficar ' ¡ , . , , � d e estar r lacion ada con el hecho
ma, sino por lo que la músi ca ha vemdo a s1gm

� de que parec e téc­
bro de una cultu ra o " ' ' . 1 1 1 1 ente bnl ante, al tiemp o que agrad able
esa persona en tanto que miem al oído, y
recor dar ue, ' 1 ' " · \'<1 acom pana da de un filoso far
po conc reto. Tamb ién debe mos � profu ndo. Yo mism o,
as perso na · " · ' "do trato de intere
poda mos tener nues tras prop ias prefe reno sar a mis estud iantes en los soni­
la músi ca o lo: se ' ¡ , , ., ' k la músi ca afric ana, sé que tiend o a atrae
les, no debe mos juzga r la eficacia de r su aten-
apari enoa s. , " ' 1 1 l acia rasgo s
timie ntos de los músi cos por las mera s � técni cos de la ejecu ción, porque son
, ese ' i ' l <'lla � os de mane ra inme diata . Y, sin emba
un maes tro de i nicia ción vend a, viejo y ciego � rgo, la
inicia ció · • ' ' ' ' 1 1 i c)ld d o simp licida
en silen cio una graba ción de la canci ón de � d de la músi ca es algo defin í­
m s ' " . 1 1nc nte Irrele vante : la ecua ción no debe ría
domb a, no pode mos juzga r que esa mú sica sea � ser «me­
flaut1 mejo r», ni «más = mejo r», sino «men os o más
meno s eficaz que una graba ción de la band a de =
ane de Johan nesb urgo , que • l r l n,·nt e». Es el conte nido huma no
celta s de Spok cs M ashiy del sonid o huma na­
encan dila a su nieto . No pode mos soste " ' ' ' " ' " organ izado lo que «atra pa» a la gente .
aburre a él pero I nclus o si
· · . l , · cm erge como un
ner que los kwak iutl son más emoc io �
ales ��
1 1e los exqu isito giro meló dico 0 armó ni­
, • ' • m o u n «obje to sonor o»
porq ue su estilo de danz a parez ca mas e�tat1co �
' '·

. si se quiere, segui rá siendo


s t1p ? s 1 1 ,,.n �m1en
tros ojos. En algun as cultu ras, como en oerto

� to de un ser huma no sensi ble, y es dicha
cultu r , las e � ocwn e ' , , , ¡ Jlli Jdad la que puede despe rtar o no los
.
músi �a y baile dentr o de una � sentim ien-
ment e mten . onza as, 1' , , 'k otro ser huma no, de un modo parec
pued en encon trarse delib erada � ido a como los
s1 " ' ' l 'u lsos magn ético s trans miten una conve rsació
cual no signi fica neces ariam ente que sean meno n tele-
de un 1 • • " ''·a de un aparato al otro.
sas. Las expe rienc ias místi cas o psico délic as .
por sus vecm os, 1 ; � cuest ión de la comp
bre pueden no ser vistas ni sentidas lejida d music al sólo se torna
vante s p ara ' " ' portante al tratar de evaluar la musi calid ad
no por ello han de desec harse como irrele · " ' l 1onga mos que argum ento
huma na.
vida en socie dad. que, puesto que hay algunas
rse a " 1cdad es c yos miem bros son music almen te
Los mism os criter ios de juicio debieran aplica � comp e­
músi ca a ' 1 1 1 cs en la mism a medi da que toda perso
aparentes difere ncias de complej ida ? de la na lo es en ma­
el ' ' ' " de lenguaje, la músi ca pued e ser tamb ién
vel superficial , que tende mos a cons1 derar desde un ele­
rro "'·nto esp�cífico de la espec ie huma na. Segur
m o punto de vista con que m iramo s otros. _ amen te
o a que la crecie nte comp leJida d de l.1 � 1 1 1en obJet ará que la evide ncia de una distr
cultu rales. Debid ibuci ón
66 � l l 1\ l r-. 1 1 ' ' , J I ,\ 1 :, J 1 l l1 l.r-.. lHRr.? 2. LA MGSICA E:--J LA .'!OC! EDAD '( J A CULTGRA 67

amplia de la aptitud para escuchar y ejec u t a r 1 n ú sica en­ pleja que nada que hayan producido culturas o indivi­
tre los venda y otras sociedades aparen ll' ment e bien do­ duos concretos. Sobre todo, a los oyentes parece impor­
tadas para la música no debería comp a ra rse l ( ) I J la d istri­ tarles más la eficacia funcional de la música que su com­
bución limitada de la aptitud m u s ica l l'n , ponga mos, plejidad o simplicidad superficiales. ¿ De qué sirve ser el
Inglaterra, debido a que la complejidad de la m ú sica in­ mejor pianista del mundo, o escribir las composiciones
glesa es tal que sólo unos pocos podrían dom i n a rl a . En más brillantes, si nadie quiere escucharlas? ¿Cuál es la uti­
otras palabras, si la música inglesa fuera t a n ele mental lidad humana de inventar o usar nuevos sonidos por los
como la venda, entonces, por supuesto, ¡los i ngleses pare­ puros sonidos? ¿Significan algo los nuevos sonidos en la
cerían unos músicos tan universales como los venda! La cultura venda, por ejemplo, en términos de nuevos gru­
conclusión implícita en este argumento es q ue el desarro­ pos y de cambio social? ¿Por qué, entonces, cantar, bailar
llo tecnológico trae consigo un cierto grado de exclusión o tocar? ¿Para qué molestarse en mejorar la técnica musi­
social: volverse audiencia pasiva es el prec io que algunos cal, si el objetivo de la interpretación es compartir una
tienen que pagar por pertenecer a una sociedad s u pe r ior, experiencia social?
cuya superioridad se apoya en la aptitud excepcional de Las funciones de la música en sociedad pueden ser fac­
unos pocos escogidos. Así, al elevar el n ivel kc n i co de lo tores decisivos en la promoción o inhibición de la aptitud
que se entiende por musicalidad, algunas per s o n as ha­ musical latente, así como en la elección de materiales y
brán de quedar relegadas por su carencia de o ído. Es so­ conceptos culturales a partir de los cuales componer. No
bre la base de tales suposiciones como la apti tud musical seremos capaces de explicar los principios de la compo­
se alimenta o se anestesia en muchas sociedades i ndus­ sición y los efectos de la música hasta que no comprenda­
triales modernas. Tales suposiciones son d ia md ralmente mos mejor la relación entre experiencia musical y expe­
opuestas a la idea venda de que todos los seres h u m anos riencia humana. Si describo algunas de las funciones de
normales son capaces de hacer música. la música en la sociedad venda, quizá ese nuevo conoci­
La cuestión de la complejidad musical es i rrelevante en miento pueda estimular una mejor comprensión de pro­
cualquier consideración de la competencia m usical uni­ cesos similares en otras sociedades. Realmente, ésa ha
versal. Primero, dentro de un sistema musical dado, una sido mi propia experiencia. A partir de mi estancia inicial
mayor complejidad superficial puede ser compa rable a de dos años en el distrito Sibasa, en 1 956 y 1 958, y como
una mera extensión de vocabulario, la cual no al tera los resultado de posteriores trabajos de campo en otras par­
principios básicos de una gramática y resulta carente de tes de África, he llegado a comprender mi sociedad con
sentido al margen de ella. Segundo, al comparar sistemas más claridad y he aprendido a apreciar mejor mi propia
diferentes, no podemos asumir que la complejidad super­ música. No sé si estos análisis de la música venda son o
ficial implique una complej idad mayor desde u n punto no correctos. Me he beneficiado mucho de las críticas de
de vista musical ni cognitivo. En cualquier caso, la men­ algunos venda que fueron tan amables como para dis­
te de cualquier ser humano es infinitamente m<Ís com- cutir conmigo mis pruebas y mis conclusiones; pero po-
68 ¡ l l l\ l J\1 1 1 '> 1 1 \ 1 r--< 1 · 1 . H0.\1BI-H.? 2. LA MUSI<.:A E:'\l LA �OC!EDAD Y LA CL1J:J URA 69

drían darse otras interpretaciones que se nos hayan esca­ desde el sur por gentes de color que huían del avance de
pado. Sea cual fuere el juicio fi nal s ob re mis análisis de la los blancos, los venda prefirieron retirarse a la seguridad
música venda, espero que mis desc u b r i m ie ntos puedan de sus montañas y esperar a que pasaran. Son poco pro­
servir en alguna medida para devolver las wndiciones de clives a aceptar innovaciones culturales o incorporar ex­
dignidad y libertad en las cuales se desarrolló original­ traños en su sistema político en términos que puedan
mente su tradición musical. disminuir, más que incrementar, la cooperación y la
Existen cerca de treinta mil venda, la mayoría de los «humanidad» (vhuthu) en su sociedad. Por otra parte,
cuales vive en la zona rural subdesarrollada que les que­ durante la última mitad del siglo xrx, los venda adopta­
dó cuando colonos blancos ocuparon el resto de sus tie­ ron y aceptaron como «canciones del pueblo venda» va­
rras para dedicarlas a actividades agríwlas y mineras. rias canciones y estilos musicales foráneos, procedentes
Comparada con los cerca de doce millones de surafrica­ de sus vecinos del norte y el sur.
nos negros repartidos casi a partes iguales entre los gru­ Puede p arecer sorprendente que un pueblo con tal
pos lingüísticos zulú, xhosa y sotho-tswana, la población disposición musical haya mostrado tan poco interés, y
venda puede parecer insignificante. Aun así, el Gobierno comparativamente tan poca aptitud, por los sonidos
blanco surafricano ha mostrado gran interés por ellos, y técnicas de la música europea. Las razones son en parte
realizando maniobras militares de importancia en el que técnicas, pero principalmente políticas. En cuanto a lo
se considera su territorio, pues los venda viven en torno a primero, el tipo de música difundido desde misiones y
las montañas Zoutpansberg, justo al sur del río Limpopo, escuelas ha sido a menudo el más aburrido de la música
la frontera norte de la República blanca de Suráfrica. institucional europea. E incluso la mejor de las músicas
Desde que llegué allí en 1 958, un número creciente de ha sido invariablemente distorsionada por la forma de
blancos se ha ido asentando en ese territorio antaño re­ enseúanza de los blancos. No ha existido un contacto
servado para la población negra. real con las fuentes originales de ese lenguaje, para ellos
En 1 899 los venda fueron los últimos surafricanos en tan poco familiar. Ninguno de los europeos que han
someterse al dominio bóer. Y se encuentran bien situa­ transmitido aquí esa tradición era un músico consuma­
dos para ser los primeros en obtener su total libertad. do, con lo que muchas veces tanto ellos como los afri­
Los antepasados de algunos clanes venda vivían en esta canos a los que habían formado se sentían tan insegu­
tierra mucho antes de que los blancos desembarcaran en ros sobre la lectura correcta de las partituras como sus
El Cabo, y fueron capaces de mantener su identidad in­ alumnos. Los «expertos» blancos les han asegurado que
cluso tras h aber aceptado el dominio de invasores ne­ el sentimiento y la expresión (que con frecuencia equiva­
gros del norte, hace cerca de doscientos años. Los venda len a llevar brillantes uniformes en los concursos interes­
son pacifistas convencidos y tienen un refrán que dice: colares de canto) son más importantes que la precisión.
Mw;ii wa gozwi a u na malila ( E n casa del cobarde, no Ésta es una noción completamente ajena a la música tra­
existe llanto) . Cuando su p aís fue más tarde invadido dicional venda, en la cual la precisión siempre se espera y
70 ¿1 L\ l ,\ l l ' \ 1 ( \ 1 N 1 1 1 1():\11-!RF? 2. LA MUS! CA r.l\ L\ "0CfFDAP Y 1 A u;¡ J'URA
71

el sentimiento se da por supuesto. Es, no obstante, una ción especial, en la cual agitan el labio inferior con el
noción lo suficientemente fuerte como para haber teni­ dedo índice.
do efectos desastrosos en el proceso de asimilación de la La siguiente canción, con su inusual preludio, indica
música europea. De modo que no es sorprendente que que están sacando a una novicia de su casa para la inicia­
los venda, aparentemente tan bien dotados para la músi­ ción. La melodía puede ser reconocida a distancia hasta
ca, hayan sido en general incapaces de excelencia alguna por aquellas personas que no puedan oír la letra con cla­
en la ejecución de la música europea incluso c uando lo ridad.
han intentado.
Probablemente, los factores políticos h ayan tenido
mayor importancia que las barreras técnicas que aca­
bo de describir. Aunque el gospel y la educación traídos
por los misioneros fueron en principio bien recibidos por
los venda, la administración blanca y la explotación co­
mercial subsiguientes no lo fueron. Desde 1 900 los ven­
da no han podido retirarse a sus refugios de montaña,
como solían h acer ante invasiones precedentes. Han
sido reducidos por una fuerza física superior a soportar
un sistema autoritario que contradice la democracia tra­
dicional africana. ¿Hay que sorprenderse, pues, de que
la indiferencia e incluso la hostil idad h acia la música
europea acompañaran su resistencia a la dominación
blanca? La reacción general a la música europea está en E) f.MI'U > 6
consonancia con la función de la música en su sociedad
y debe verse como un fenómeno tanto sociológico como
musical. Durante las varias fases de que constan las escuelas de
Gran parte de la música venda es ocasional y su inter­ las adolescentes, se les proporciona instrucción tanto di­
pretación es un signo de la actividad de grupos sociales. recta como indirecta por medio de danzas de contenido
La mayoría de los adultos venda sabe qué está pasando simbólico que a menudo suponen un extenuante ejerci­
en un momento dado con sólo escuchar sus sonidos. cio físico, interpretadas con una variedad de complejos
Durante la iniciación de las adolescentes, cuando se lle­ ritmos. Una canción les dice a las muchachas que no sean
va a u na chica al río o se la trae de vuelta de su inicia­ chismosas.
ción, las mujeres y muchachas que la acompañan van Los venda aprenden a comprender los sonidos de la
avisando a la gente de su proximidad mediante una can- música de la misma manera que entienden el habla. Se
72 ¡ 1 1 \ l ,\ 1 1 1\1< \ 1 � 1· 1 l l ( ll\IHRE? 2 . LA MCSICA EN l A _..,O CIEDALJ Y LA t;L:r !'CR.A 73

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c iacionc'l dd tambor contralto

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Fl uso de las manos izquierda y derecha (L¡ue puede invertir.'le) para las parte� del tambor se in­
dica mediante la d i rección de las plicas de las notas.

EJEMPLO S

l . Nyimbo dza u sevhetha (canciones para bailar en


corro). Las cantan las muchachas mientras bailan en un
círculo en dirección contraria a las agujas del reloj alrede­
dor de los tambores. El tempo de las canciones es rápido y
se cantan en la escuela con más frecuencia que ningún otro
tipo de canción. Junto con ellas se incluyen otras dos can­
ciones con ritmos especiales: una «canción de retirada»
(luimbo lwa u edela, literalmente «canción para dormir»)
que cierra siempre cada sesión; y una canción de recluta­
FJ F�!PLO 7 miento (luimbo lwa u wedza, literalmente «canción para
ayudar a una persona a cruzar un río») , que se canta cuan­
do los miembros de mayor rango salen a reclutar.
distinguen no menos de dieciséis estilos diferentes, con 2. Nyimbo dza vhahwira ( canciones de los danzantes
diferentes ritmos y combinaciones de cantantes e instru­ enmascarados). Se cantan cuando los danzantes enmas­
mentos, y dentro de éstos existen ulteriores subdivisiones carados bailan frente a las muchachas. El tempo es varia­
de estilo, así como diferentes canciones dentro de cada di­ ble, con episodios rápidos y lentos para acompañar dife­
visión. Por ejemplo, en la escuela de iniciación sungwi de rentes fases del baile y ritmos distintivos para marcar los
muchachas existen cuatro tipos principales de canción: diversos pasos.
? 2. Y 1 A LLl · ¡ l:]{A 75
74 ¿ l l Al M t 'o.., H:,\ !·� FI. f-J ( ) ¡\ J B K I - L A ¡\l l : S I L A 1-.N LA SOULUAP

3. Nyimbo dza dzingoma (canciones para ritos especia­ son propias de la función y aquellas que han sido adopta­
les). Acompañan ciertas duras pruebas que deben supe­ das y adaptadas. Como creo que es un fenómeno común
rar las novicias durante la segunda fase de su iniciación. en la música del África central y del sur que precisa una
Cada una posee un modelo rítmico característico. cuidadosa investigación de campo, mencionaré un ejem­
4. Nyimbo dza milayo (canciones de las leyes de la es­ plo particularmente bueno que encontré trabajando con
cuela) . Las cantan las novicias, así como cualquier inicia­ los gwembe tonga de Zambia. Grabé lo que me había sido
do que se halle presente. Se arrodillan en el suelo junto a descrito como una «canción de molienda», y el contex­
los tambores mientras muluvhe, la muchacha nombrada to dejaba pocas dudas sobre su función. En un contexto
para estar a cargo de las novicias, encabeza el canto. muy diferente se me describió la misma canción como un
La Figura 5 resume los diferentes tipos de música co­ baile mankuntu de jóvenes, y el nuevo contexto tampoco
munitaria reconocidos por los venda, e indica las épocas dejaba lugar a dudas. Las únicas diferencias entre ambas
del año en que pueden o no ejecutarse. ejecuciones estaban en su ritmo, su tempo y su contexto
Aunque los venda generalmente clasifican la música de social. De hecho, la canción no era una canción de mo­
acuerdo con su función social y a menudo el nombre de lienda, sino una canción cantada al moler. Resultó ser
la función coincide con el de la música, los criterios dis­ una canción de danza mankuntu popular en aquel mo­
criminativos son formales y musicales. Es por su sonido, mento, y el uso que de ella hacían las mujeres al moler se­
y en particular por su ritmo y por el arreglo de partes vo­ ría comparable a alguien que cantara Campana sobre
cales e instrumentales, por lo que se reconoce la función campana mientras friega los platos de la comida de Na­
de la música. No hay contextos exclusivos para las can­ vidad 4.
ciones, si bien generalmente la manera de interpretarlas La clasificación de las canciones por parte de los nati­
viene determinada por el contexto. Así, una canción de la vos según su forma y su función puede proporcionar im­
cerveza puede ser adaptada como canción de juego para portantes evidencias de los procesos de transformación
la iniciación femenina domba, en cuyo caso se añadirá musical y extramusical aceptables en esa cultura. Tam­
acompañamiento de tambores y la forma de llamada-res­ bién puede resultar relevante en la valoración de los efec­
puesta será reelaborada como una secuencia de frases tos de la música. Por ejemplo, hay una canción venda so­
melódicas intercaladas. De modo similar, ciertas trans­ bre soledad y muerte que en una ocasión escuché cantar
formaciones de la danza nacional, la tshikona, pueden in­ durante una fiesta con gran gusto y sin asomo alguno de
terpretarse instrumentalmente. Suenan de un modo dife­ pesadumbre. Otra vez, hablando con un viejo y ciego
rente, pero se les s igue llamando tshikona y se conciben maestro de iniciación, repentinamente comenzó a cantar
como variaciones de un tema en el «lenguaje» de los dis­
tintos instrumentos. 4. En el original, Blacking menciona Hark, the Herald A ngels Sing!, una
Cuando los venda discuten o clasifican diferentes tipos de las canciones navideñas más populares en los países anglosajones.
de canción, generalmente distinguen entre canciones que [N. del T.]
MÚSICA COM UN ITARIA DE LOS VENDA
Octubre Noviembre Diciembre Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre
Tsh1medz1 �ara Nyendevhusiku Phando Luhuhw1 Thafamuhwe Lambemel Shundunthule Fulw1 Fulwana Thangule Khubvumedz1

TRABAJO ------ - - - - - - - - - - ---� DESCANSO ---�


EXAMENEs ESCOLARES VACACIONES ESCOLARES VACACIONES ESCOLARES

PRI MAVERA V E R A N O O T O Ñ O I N V I E R N O PRI MAVERA


1 S h 1 m o t s hifhefho yhu riha o mariha
E P O C A D E A R A D A l utavula mavhuya-haya m a d z 1 u a-h a y a
¡: P O C A D E V O L V E R A C A S A E P O C A D E Q U E D A R S E E r-. C A S A
LLUVIAS LLUVIAS TORRENCIALES NO P ASTO R EO
LOS A N IMALES PASTAN
L l B R E M E N T E E N lo S
S I E M B RA L1Mp1A D E H 1 E R 8 A S PRIMEROS
A eAMPos oE MA 1z
MAICES vERDES S1E G
zw i k o1 i RECOGIDA D E FRUTOS SILVESTRES
P A R 6__ _A R A R E_A R A O E S H E R B A R
PARA TRI! 1 AR y CONSTR!!!R CASAS
CANCIONES DE TRABAJO nyimbo dza davha
CA�� DE MOUE�� - - JU�U�- - - - - - - - - - - - - - - - - B��Q����- - - - �U�- - - -
who-makhul u -
� DE DONANTES DE ESPOSA
CANCIONES D E CERVEZA mal ende
A TOMADORES D E ESPOSA vhakwasha
2 _9N�QIQ!Js§ Qs !JlÑ_O_S_ _[lyi!)1pQ _d_?ª _V_)lªfl_a_ _Hj§1_0_Rj�S-'( Q6_"!_CjQt:i�S- fl_g_a_[lQ . A CASA TRAS LA PUESTA DE SOL
DANZAS DE JUEGO, dzombo, nzekenzeke, tshinzerere, tshifhase
AL AIRE LIBRE EN NOCHES DE LUNA

3 DANZAS DE CHICAS CON TAMBORES _ ts_tljg_o_l12�8jª _ _ _ _ _ _ _


4 DANZAS DE CHICOS CON FlAUTAS DE CAÑA (pentatónicas) Y TAMBORES >
ts h i kanganga , giv h a , v isa z
_ _ _ _ ___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

5 m a b e p h a EXPEDICIONES MUSICALES tshikona tshigombela tshigombela

ESCUELA D E C t R C U N C • S I O N D E C n . C O S
m u u n u
6 d
SESIONES DE UNOS TRES M_!'o;_E�'O_L_9 0!3�0_9é_L_!'f!_O_ _ _
7 ESCUELA DE CIRCUNCISIÓN DE_ QI:j_IQ6§ _S_!.J!J(l'-'!:i _q_ _m_U§8Vhetho
CON PERIODOS DE DESCANSO

[lit maraca pequeña] SE DANZA DENTRO DE LA CASA CUANDO LA ngoma dza midzimu, na dza malombo
8 DANZAS DE POSESIÓN tshele
_ _ _
Uli..lEWlbPtf!a..df: lo�SPWW.S..acu;:e.stwl.e� - - _ .
..ruFER!l.!��.f:�"llilfll.J.Wl.E &IlESE'.O !:llJ.QS �EÍFilllJS.DE..EWRAB f;!:.J.ELJ::LJE: 8PQ.QEUt::LfERMQ.. _ _ _ _ SE TOCA AL AIRE LIBRE DE 4 A 6 DÍAS

ESCUELA DE INICIACIÓN DE CHICAS tS h i ka nd a


DURA UN MES
10 DISTRITO
SÓLO ANTES DEL COMIENZO DE LA DOMBA EN UN

11 do m b a >
ESC!IEI A DE INICIACIÓN PREMARITAI DE CHICOS Y CHICAS DE UN NUEVO DIRIGENTE
DIRIGIDA POR DIRIGENTES Y JEFES EN INTERVALOS DE UNOS CINCO AÑOS EN CADA DISTRITO, Y TRAS EL ACCESO AL PODER

_ _
12 Dl\NZi\J'I� CI_.O_NAL COKF:JAllJAS_ O E .CAÑA Cb!WWPnir.�L'L I�MB.O_ffi;_� _ _t_s_ b j _k_Q D_a _ _ _ _
THEVHULA EN LA TUMBA
PARA LA INSTALACIÓN DE UN DIRIGENTE O LA CONMEMORACIÓN DE SU MUERTE. PARA LOS RITOS SACRIFICIALES
DE LOS ANCESTROS DE DIRIGENTES EN CUALQUIER OCASIÓN DE IMPORTANCIA
13 MÚSICA DE LAS IGLES IAS SEPARAT ISTAS nyimbo dza zion

14 MÚSICA DE LAS IGLESIAS DIRIGIDAS POR EUROPEOS nyimbo dza v hatendi

15 MÚSI.C.!L.P.J: ESCUElA nyimbo ,.,z


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MÚSICA LIGERA SECULAR MODERNA, JAZZ, etc. nyimbo dza tshikhuwa dza dzhaivi etc.
URBANOS QISCOS etc
16 PARA BOpAS CUMPl EAÑOS FIESTAS SOCIAl ES etc SE APRENDE MEQIANTE CONJACIOS
durante el período marcado.
Nota: Las líneas continuas indican ejecuciones diarias o, al menos, regulares
Las lineas discontinuas indican ejecuciones intermitentes.

FIGURA 5. Diagrama que muestra los diferentes tipos de música comunitaria reconocidos por los venda,
con indicación de las épocas del año en que pueden o no ser interpretados.
78 ¿HA Y MUS! CA EN EL HOMRI\E? 2. LA ¡\J lÍSICA EN LA SOCIEDAD Y LA CULTURA 79

esa misma canción. Estaba a punto de ponerse en pie malgastados en los campos de rugby y los rings de boxeo.
para bailarla cuando su hijo lo detuvo, diciendo: « ¡ No No fui criado para cooperar, sino para competir. Hasta la
bailes, anciano ! » . Puesto que su padre estaba cantando misma música se me ofreció como una experiencia más
una canción triste debía sentirse embargado de tristeza, y competitiva que compartida.
en consecuencia no tenía objeto intensificar la emoción Aunque la estructura de la mayor parte de la música
por medio del baile, especialmente ante el riesgo de que venda exige un alto grado de cooperación en la interpre­
se cayera y se hiciera daño. El hijo estaba profundamente tación, sería erróneo sugerir que todas las experiencias
conmovido, pero cuando le pregunté sobre la canción se musicales y sociales son igualmente compartidas. Por
limitó a responder que se trataba sencillamente de una ejemplo, en el último día de la iniciación femenina tshi­
canción para beber cerveza. Podría haberla descrito kanda, las maneras sombrías y reservadas de las novicias
como una «canción de lamento», pero prefirió dar su cla­ contrastan vivamente con el entusiasmo en el canto y la
sificación formal. danza por parte de las mujeres adultas que lo dirigen y de
El valor de la música en sociedad y sus efectos diferen­ los demás iniciados presentes. Aun aceptando que las
ciales sobre las personas pueden ser factores esenciales en chicas han de poner en escena una representación de de­
el crecimiento o la atrofia de las aptitudes musicales, y el sapego y humildad, es difícil creer que sencillamente es­
interés de los individuos puede radicar menos en la músi­ tén simulando resignación e indiferencia ante la música
ca en sí misma que en las actividades sociales que la que se les pide que interpreten. Cuando les pregunté so­
acompañan. Por otro lado, sin cierta motivación extra­ bre sus reacciones, detecté una diferencia significativa
musical la aptitud musical tal vez nunca se desarrolle. Por entre la respuesta de las chicas, «Es la costumbre», y la de
cada niño prodigio cuyo interés y aptitud acabaron ex­ los adultos, «Es la costumbre. ¡ Es bonito !».
tinguiéndose porque no le era posible relacionar su mú­ De modo similar, los excitantes ritmos de la danza de
sica con la vida junto a sus compañeros, debe de haber posesión venda (ngoma dza midzumi) no ponen en tran­
miles de personas que aman de adultos la música como ce a cualquier venda. Sólo caen en trance miembros del
parte de su experiencia vital y se arrepienten profun­ culto, y eso sólo cuando están bailando en su propio ho­
damente de haber abandonado la práctica de un instru­ gar, que resulta familiar a los ancestros que les poseen. La
mento, o de que nunca les enseñaran a tocarlo. Aunque eficacia de la música depende del contexto en que se eje­
algunos programas de educación musical han comenza­ cute y escuche. Pero en último término depende de la
do a subsanar considerablemente este conflicto, la com­ música, como descubrí en una ocasión en que yo mismo
binación de actividad social, física y musical aún no es en estaba tocando uno de los tambores. Los danzantes van
ellos tan total como en la sociedad venda. Cuando con­ ocupando por turnos el centro de «la escena», y al princi­
te�plé a los jóvenes venda desarrollar al mismo tiempo pio no hubo quejas sobre mis esfuerzos. Sin embargo,
sus cuerpos, su amistad y su sensibilidad en la danza co­ pronto comenzó a bailar una señora mayor de quien se
munitaria no pude dejar de lamentar los cientos de tardes esperaba que cayera en trance, dado que la música estaba
80 ¿1 J \Y :'1.11 ' � h .\ EN rL lH l¡\IBRE? 2. LA .Vt L '-. I C A F\: I :\ �OCJ E D \ D Y 1 A 1 l'l TL.JL\ 81

tocándose para su grupo de culto. Pasados unos minutos más que conducta aprendida me hacen confiar en que
se detuvo e insistió en que me sustituyeran. Se quejaba de sean las inhibiciones sociales las poderosas, y no la músi­
que yo estaba arruinando el efecto de la música al «acele­ ca la que es impotente.
rar» el tempo: lo justo, supongo, como para inhibir la lle­ Volvamos a la cuestión del parentesco en el desarrollo
gada del trance. de la aptitud musical. Los venda no consideran la posibi­
La forma en que la música de la danza de posesión se lidad de que existan seres humanos no musicales, aunque
vuelve eficaz sugiere que el parentesco es un factor tan reconocen el hecho de que ciertas personas interpreten
importante como el ritmo musical en los efectos sobre mejor que otras. El juicio se basa en la exhibición por
las personas. Pero los factores decisivos no son tanto el parte del ejecutante de brillantez técnica y originalidad,
vínculo de sangre como sus implicaciones sociales, y no así como en el vigor y confianza de su interpretación. Se
tanto la música como su entorno social y las actitudes de­ considera que cualquiera que se tome el trabajo de per­
sarrolladas hacia ella. Después de todo, si la música de la feccionar su técnica lo hace por un compromiso profun­
danza de posesión tiene el poder de hacer que una deter­ do con la música como medio para compartir experien­
minada mujer «caiga» en trance, ¿por qué no habría de cia con sus semejantes. Un deseo sincero de expresar
tener ese mismo efecto sobre otra? ¿Es la situación la que sentimiento, empero, no se acepta como excusa para la
inhibe los, por lo demás, poderosos efectos de la músi­ interpretación imprecisa o incompetente, como ocurre
ca? ¿O resulta la música impotente sin el refuerzo de un tan a menudo en el confuso mundo del pop moderno y
conjunto especial de circunstancias sociales? Son eviden­ de la así llamada música popular. Si alguien quiere hacer
cias de este t ipo las que me vuelven escéptico sobre los lo suyo, se espera que lo haga bien. La capacidad de maes­
tests de asociación musical que se plantean a los sujetos tro en la ejecución del tambor ( matsige) en una danza de
en contextos artificiales, asociales, que nunca imagina­ posesión es valorada por el sonido que produce, no por la
ron los creadores de la música. En tales condiciones, ésta intensidad con que agite el cuerpo o gire los ojos.
no puede dejar de carecer de sentido, o por lo menos re­ Los venda pueden sugerir que la aptitud musical ex­
vestirse de sentidos irreductiblemente dispares. Esto sus­ cepcional se hereda biológicamente, pero en la práctica
cita además otro problema: dado que la música no puede reconocen que ciertos factores sociales desempeñan el
expresar nada extramusical, a no ser que la experiencia a papel más importante a la hora de desplegarla o supri­
la cual se refiere ya exista en la mente del oyente, ¿puede mirla. Por ejemplo, un ch ico de noble cuna puede mos­
comunicar algo en absoluto a mentes no preparadas o no trar un gran talento, pero según vaya creciendo se espe­
receptivas? ¿Podría el ritmo más poderoso afectar a una rará que abandone la dedicación habitual a la música en
persona no preparada? ¿O se quedan las mujeres venda favor de los (para él) asuntos más serios del gobierno. Lo
indiferentes sencillamente porque no están disponibles cual no significa que tenga que dej ar de escuchar música
para el trance? No puedo contestar a esto, pero mi propio crítica e inteligentemente, pues de hecho a través de las
amor a la música y mi convicción de que se trata de algo canciones le llegarán consejos importantes sobre el buen
82 ¿HA) !\..t lJ\ICA 1:1\: FJ. HOMRRE? 2. l A ,\i\ US!CA t� LA SOOEDAf> Y LA UJLTLRA 83

gobierno. De manera inversa, a una chica de origen no­ una escuela de iniciación domba o una escuela de niñas
ble se la anima al máximo para que desarrolle sus ca­ sungwi se desintegrarían sin música. Sólo unos pocos de
p acidades musicales, de modo que cuando sea mujer entre aquellos nacidos en el grupo apropiado se revelan
pueda desempeñar un papel activo en las escuelas de ini­ realmente como músicos excepcionales. Lo que parece
ciación femenina que tienen lugar en las casas de los je­ distinguirlos es que tocan o cantan mejor por haber dedi­
fes y en las cuales la música es un acompañamiento in­ cado a ello más tiempo y energía. Al aplaudir la maestría
dispensable de todas las funciones didácticas y rituales. de músicos excepcionales, los venda aplauden el esfuerzo
A lo largo de los dos meses que duraron los ensayos dia­ humano. Y al ser capaces de reconocer los signos de la
rios de la tshigombela, una danza de iniciación de chicas, maestría en el medio musical, los oyentes manifiestan una
pude observar cómo las jóvenes parientes de un jefe iban competencia musical general no menor que la de aquellos
destacando como intérpretes sobresalientes, aunque en músicos a quienes aplauden. De la misma forma que los
un primer momento no hubieran parecido mejor dota­ ancestros venda no pueden retornar a sus hogares si no es
das que las de su misma edad. Estoy seguro de que la cla­ por los buenos oficios de sus descendientes, deberíamos
ve de su evolución como bailarinas estuvo en la alaban­ recordar que la existencia de Bach o Beethoven depende
za e interés mostrados por las mujeres del público, que tanto de intérpretes como de públicos educados.
procedían principalmente de la familia del jefe y que, de­ Aunque la música comunitaria domina la escena musi­
bido a estas relaciones de parentesco, las conocían por su cal venda y los factores sociales intluyen en el desarrollo
nombre. Más que unas capacidades especiales genética­ de la aptitud musical, existe también una actividad musi­
mente heredadas, probablemente fueron las consecuen­ cal individual, y pueden emerger buenos solistas sin nin­
cias sociales de las relaciones de sangre las que influye­ guno de los incentivos que acabo de describir. Las jóvenes
ron en el crecimiento de su musicalidad. Es más, no es adolescentes se confían a los sonidos apacibles e íntimos
sorprendente que los maestros de iniciación tiendan a de un arco musical lugube o su equivalente moderno, la
«heredan> el oficio de sus padres. Un maestro puede sa­ guimbarda. Los j óvenes cantan las dichas y penas del
ber muchas canciones y rituales, por lo que, al ayudar a amor acompañándose con una mbira u otro tipo de arco
su padre en su trabajo, su hijo se encuentra en una posi­ llamado tshihwana. Un tercer tipo de arco (dende) lo to­
ción privilegiada. can con más frecuencia músicos semiprofesionales de no­
En la sociedad venda, por tanto, la aptitud musical ex­ torio éxito entre las mujeres.
cepcional se espera de personas nacidas dentro de ciertas El nombre dado a tales trovadores - tshilombe- está re­
familias o grupos sociales en que la ejecución musical es lacionado con palabras que denotan la posesión espiri­
esencial para el mantenimiento de la solidaridad. Así tual, tales como tshilombo y malombo. Los venda recono­
como la actividad central que justifica la existencia conti­ cen que las manifestaciones de aptitud musical pueden
nuada de una orquesta como grupo social es la ejecución surgir en lugares inesperados y entre sujetos improba­
musical, también un grupo de culto de posesión venda, bles, aunque insisten en que sean normalizadas por me-
84 2. 1 /\ M l l :-. I C A f :.; LA �ncrr.DAD Y 1 A Cl'l ·¡ l " IU 85

dio de explicaciones lógicas. El término tshilombe debe dría aplicarse a otros contextos: no consideraría exagera­
considerarse no tanto una aclamación de genio o talento do decir que Beethoven obtenía su extraordinario poder
excepcional como una mera descripción ocupacional. musical siendo antimusical y escandalizando la compla­
Un músico sobresaliente es alguien que entra en contac­ cencia de la sociedad de su tiempo. Puede que sus con­
to con fuerzas espirituales, como un doctor o el iniciado temporáneos fueran más musicales, por ejemplo, en el
de un culto de posesión, y de ese modo es capaz de expre­ tratamiento de la melodía, pero ese tipo de convenciona­
sar un abanico más amplio de experiencias que la mayo­ lismo musical resultaba menos pertinente de cara a los
ría de la gente. Puede parecer paradójico que sea en la ori­ problemas contemporáneos, aunque fuera una conse­
ginalidad y cabalidad de las letras que compone, más que cuencia lógica de los procesos cognitivos de la época.
en su música, donde se espera que se manifiesten sus ca­ Analizar la composición y la apreciación musical en
pacidades creativas. Existe una razón para esto, y se halla términos de su función social y de procesos cognitivos
en el equilibrio entre dos principios básicos de la música que pueden aplicarse en otros campos de la actividad hu­
venda. mana, no rebaja de ninguna manera la importancia de la
Tal y como subrayé en el capítulo primero, la música música en sí misma, y está en línea con la costumbre co­
venda se distingue de lo que no es música por la creación mún de interrelacionar toda una serie de actividades hu­
de un mundo especial de tiempo. La principal función de manas al denominarlas Las Artes. Sea como sea, en este
la música consiste en implicar a la gente en experiencias estadio primerizo de la investigación deberíamos tener la
compartidas dentro del marco de su experiencia cultural. precaución de no asumir que la música se crea siempre
La forma que adopta la música debe servir a esa función mediante los mismos procesos, o que éstos se encuentran
y, así, en el curso normal de los acontecimientos, la músi­ especialmente relacionados con los empleados en otras
ca venda va tornándose cada vez más musical, en lo posi­ artes. Los procesos que en una cultura se aplican al len­
ble cada vez menos atada a la cultura, a medida que las guaje o la música pueden en otra aplicarse al parentesco
restricciones impuestas por la letra van abandonándose o la organización económica.
en favor de una expresión musical más libre de los indivi­ Será útil distinguir distintos tipos de comunicación
duos en comunidad. Para asegurarse de que la forma no musical que podrían, de forma genérica, ser descritos
pierda su función esencial, en las composiciones de cier­ como los usos utilitarios y artísticos de la música en la so­
tos individuos el proceso se invierte. La función de tales ciedad venda. A juzgar por el modo en que los venda ha­
composiciones es agitar y expandir la conciencia de las blan sobre el tema, resulta claro que no toda música po­
audiencias venda, reflejando y contradiciendo a un tiem­ see el mismo valor. Toda su música surge de experiencias
po el espíritu del momento. Reflejan el interés político de humanas y tiene una función directa en la vida social,
la mayor cantidad de gente por la vía de contradecir las pero sólo una parte es considerada lo que John Dewey de­
tendencias musicales a las cuales ésta se halla acostum­ nominó «un instrumento indispensable para la transfor­
brada. El mismo tipo de análisis de eficacia musical po- mación del hombre y su mundo».
86 ¿ t i A � 1\lL:-,lCA ! S El HU011BRE? 2. LA Ml'SICA !·.N LA SOCIEDAD Y I.A U:I.TL'IC\ 87

Como han mostrado mis ejemplos, buena parte de la


música venda es meramente una señal o un signo de
acontecimientos sociales, no menos utilitaria que los jin­
gles comerciales, las sintonías de radio, cierta música am­
biental o los himnos y canciones que sirven de «distinti­
vo» a diferentes grupos. Muchas canciones de iniciación
son más importantes como marcadores de las fases del ri­
tual o como refuerzos mnemónicos de lecciones que
como experiencias musicales en sí mismas; las canciones
de trabajo coordinan y facilitan las labores; y un grupo
especial de canciones de la cerveza puede utilizarse para
airear quejas y reclamaciones, cuando por ejemplo parti­
das de mujeres llevan regalos de cerveza a casa de sus pa­
rientes políticos. Como sucede en las canciones de mo­ Mbira kalímba de catorce notas de los nsenga de Zambia.
lienda de las mujeres, ciertas canciones infantiles y
canciones de protesta, un marco musical sirve para ritua­
lizar la comunicación de tal manera que resulte posible su creación. Existe una diferencia entre aquella música
enviar mensajes sin suscitar reacciones en contra. Si se que es ocasional y aquella otra que incrementa la con­
dice con música no se «va a la cárcel» y es posible que la ciencia humana, una música sencillamente para tener y
queja reciba la debida atención, pues advierte sobre un otra para ser. Admito que la primera puede ser resultado
sentimiento público creciente. del buen oficio; pero sólo la segunda es arte, no importa
Es tentador definir las funciones utilitarias de la músi­ cuán simple o complej a suene, ni bajo qué circunstancias
ca venda como aquellas en que los efectos de la música se haya producido.
son incidentales respecto al impacto de la situación so­ La música de la tshikona expresa el valor del grupo so­
cial, y como artísticas aquellas en las cuales la música en cial más amplio al cual puede sentir realmente que per­
sí misma es el factor crucial de la experiencia. El testimo­ tenece un venda. Su ejecución involucra al mayor núme­
nio del alto valor atribuido a la tshikona, su danza nacio­ ro de gente y su música incorpora el mayor número de
nal, y la interpretación aparentemente antimusical que de tonos en una misma pieza de música venda. A p artir
ella hacen expertos reconocidos, no contradicen este ar­ de lo que ya he dicho sobre experiencias compartidas en
gumento. Lo que sucede es que ellos valoran el proceso la música venda, está claro que la tshikona resulta valiosa
mismo de hacer música, tanto como -y a veces más que­ y hermosa a sus oj os no sólo debido a la cantidad de gen­
el producto acabado. Pienso que el valor de la música se te y de tonos involucrados, sino a la calidad de las rela­
encuentra en las experiencias humanas involucradas en ciones que pueden establecerse entre personas y sonidos
88 ¿ t i A Y 1\l l '\ll :\ EN t.!. HOMHRE? ) LA \n:·:-;¡( ',\ 1· :--..l l r\ S( )( ' [ f· D A. D 't I A ( ' l : l 'l l ' R.\ 89

Bebida de cerveza en la casa de un jefe.

Dos muchachas venda tocan tambores contralto ( mirwnba)


durante una iniciación dombu. Balancean el cuerpo de lado El pueblo de un jefe venda en Thengwe. Las casas están ocupadas por
a lado, manteniendo un ritmo constante de manera que los sus mujeres, sus parientes y los miembros del consejo. El árbol que apa­
golpes de tambor formen parte de un movimiento total del rece ligeramente a la izquierda de la parte central da sombra al khoro,
cuerpo. lugar de reunión del consejo y escenario de música y baile.
,\f(L'-,fCA F \J 1
90 '. LA A .'-,OC!FDAD Y L.·\ CLTJ.TURA 91

U na novicia venda cje­


nila un movimiento
ndayo especial durante
su iniciación tshikan­
da. Nótese el contraste
entre la respuesta de
sus dos compañeras y
la de las mujeres ca­
sadas que organizan la
Lerernonia.

Danzante enmascarado (muhwira) en la iniciación femenina sungwi.

Ngoma dza midzimu, danza venda de posesión de espíritus. La mucha­


cha inclinada en el círculo no será poseída, pues no pertenece a este
grupo de culto. Quienes han sido poseídos visten un uniforme especial
y agitan maracas de mano.
U. 2. LA !\1U�!CA A :-.oCJr.DAD Y LA Cl:l TURA
¿ H A Y :VllJ-"JC,\ 1 0.· HOMHRE? E:-.J 1 93
92

M uchachas venda practican la primera parte de la danza tshigombela.

Un trío con las grandes mbiras (mhila dza madcza).

Muchachas venda bai­


lan el «solo>> (u gaya)
durante la segunda par­
te de la danza tshigom­ Un niño toca la pequeña mbira (m bi­
bela. Za tshipai).
94 ¿HAY MUSILA 1·.� Fl HOMBRF? 2. LA MUSICA EN LA SUCILDAD Y LA CL'I.TURA 95

Arco musical dende.

Trío de flautas traveseras de tres agujeros (zwitiringo,


en singular tshjtirirzgo).

Flauta de niños ljilitili, hecha con un


tubo abierto o una caña de río con una
embocadura biselada que se tapa con el
dedo índice por el extremo distal.

Un dúo con dos arcos de boca El cuerno de llamada phala­


(zwihwana, en singular tshih­ pha/a, hecho con los cuernos
wana). de un antílope sable o kudu.
7 L-\ MUSH 'A Fl\i 1 A SO< :JELHD Y l .\ <TLTllR'\ 97

Un conjunto venda de danzantes de la tshikuna, de Johannesburgo, vi­


Dos hombres tocan el xilófono mbila m tondo; un tercero incorpora no­ sita una zona rural durante las vacaciones de Semana Santa.
tas adicionales.

Un trovador venda ( tshilombe) canta y entretiene al público con mario­


netas durante una reunión para beber cerveza organizada por una aso­
La danza de la escuela de iniciación domba. ciación de crédito rotatorio (tshitukojela) en una zona rural.
2. LA l\.IÚSICA E;-..¡ LA �OC!EDA!l Y 1 A t : l 1 1 ·¡ L:JZA 99
98

Danzante solista venda, dando un cada vez que se ejecuta. La música de la tshikona sólo
salto durante la interpretación de puede producirse cuando veinte o más hombres tocan
música de flautas de caña pentatóni­ flautas de caña de variadas afinaciones con una preci­
cas (tshikanganga o visa). Este estilo sión que depende tanto de saber llevar su p ropia parte
de baile se denomina u gaya, como
en la segunda parte de la tshigombe­ como de combinarla con la de los demás, mientras al
la, y se diferencia del baile comunita­ menos cuatro mujeres tocan diferentes tambores en ar­
rio (u tshina) en su primera parte. monía polirrítmica. Además, la tshikona no está comple­
ta a menos que los hombres realicen al unísono los dife­
rentes pasos que el maestro de danza dirige de cuando
en cuando.
La eficacia de la tshikona no es un caso de MÁS == MEJOR:
es un ejemplo de la producción del máximo de energía
humana disponible en una situación que genera el grado
más alto de individualidad dentro de la comunidad de in­
dividuos más amplia posible. La tshikona proporciona
una experiencia del mejor de los mundos posibles, y los
venda son plenamente conscientes de su valor. Tshikona,
dicen, es lwa-ha-masia-khali-i-tshi-vhila, «el momento
en que la gente se precipita al baile olvidando los cacha­
rros dejados al fuego». La tshikona «hace que los enfer­
mos mejoren y que los viejos arrojen a un lado sus mule­
tas para bailar». La tshikona «trae paz al campo». De
entre todas las experiencias compartidas en la sociedad
venda, una ejecución de la tshikona es la más valorada.
Conecta con el culto a los ancestros y las grandes ocasio­
nes ceremoniales, incorpora a los vivos y los muertos y es
la más universal de las músicas venda.
Es por esta capacidad de la música para crear un mun­
do de tiempo virtual por lo que Gustav Mahler dijo que
Novicias en una iniciación domba, con el pelo recién rapado, son dirigi­
puede llevar al «"otro mundo", un mundo en que las cosas
das en el canto por el maestro de iniciación mientras el asistente las con­ dejan de estar sujetas al tiempo y el espacio». Los baline­
duce hacia la viga de la cabaña del consejo, de la cual habrán de colgar ses hablan de «la otra mente», un estado del ser que se al­
cabeza abajo como murciélagos como parte de una lección sobre el alum­ canza a través de la música y el baile. Se refieren con ello a
bramiento. Nótese el bebé a espaldas de la madre que toca el bombo.
1 00 2. LA i\JUSICA E N LA SOCIEDAD Y L A CUJ ·¡l;RA
101

estados en que las personas se vuelven agudamente cons­ sico. Pero en ambos casos el disfrute dependerá de un en­
cientes de la verdadera naturaleza de su ser -del «otro yo» torno de experiencia humana.
que existe dentro de sí mismos y de los demás seres hu­ Incluso cuando alguien describe experiencias musica­
manos-, así como de su relación con el mundo circun­ les en el lenguaje técnico de la música, lo que de hecho
dante. Vejez, muerte, sufrimiento, sed, hambre y otras está describiendo son experiencias emocionales que ha
aflicciones de este mundo se ven como acontecimientos aprendido a asociar con patrones particulares de sonido.
transitorios. Hay libertad respecto a las restricciones del Si otra persona describe su experiencia dentro de la mis­
tiempo real y una absorción completa en el « Presente ma tradición musical, puede estar presentando una expe­
Eterno del Espíritu Divino», el abandono del yo en el ser. riencia emocional similar, si es que no idéntica. La termi­
A menudo experimentamos la vida en su mayor intensi­ nología musical proporciona entonces un lenguaje con
dad cuando nuestros valores normales de tiempo quedan el que describir la experiencia emocional humana, igual
en suspenso. Entonces apreciamos la cualidad del tiem­ que la pertenencia a un culto de posesión venda facilita
po dedicado a algo, más que su duración. El tiempo vir­ tanto un tipo de experiencia como un modo de hablar so­
tual de la música ayuda a generar dichas experiencias. bre ella. Así, en ciertas condiciones, el sonido de la músi­
Hay excitación en el ritmo y en la progresión del sonido ca permite recuperar un estado de conciencia adquirido
organizado, en la tensión y relajaciones de la armonía y la mediante procesos de experiencia social. Si el agente efi­
melodía, en la evolución acumulativa de una fuga o en las caz es la situación social apropiada, como en el culto de
infinitas variaciones sobre el tema del movimiento que se posesión venda, o la situación musical apropiada, como
aleja y retorna a un centro tonal. Por sí mismo, el movi­ en las respuestas de dos músicos con una formación si­
miento de la música parece despertar en nuestro cuerpo milar, es eficaz debido únicamente a las asociaciones en­
todo tipo de respuestas. Y, aun así, las respuestas de la gen­ tre determinadas experiencias individuales y culturales.
te a la música no pueden explicarse plenamente sin hacer Estoy seguro de que muchas de las funciones de la mú­
algún tipo de referencia a sus experiencias en la cultura de sica en la sociedad venda que he descrito les recordarán
la cual las notas son signos y símbolos. Si una pieza musi­ situaciones similares en otras sociedades. Mi argumento
cal emociona a una variedad de oyentes, probablemente general ha sido que, si hemos de apreciar el valor de la
no sea por su forma externa, sino a causa de lo que ésta música en la sociedad y la cultura, hemos de hacerlo en
significa para cada uno en términos de experiencia huma­ términos de las actitudes y procesos cognitivos implica­
na. La misma pieza musical puede emocionar de modo dos en su creación y de las funciones y efectos del produc­
distinto a diferentes personas, en la misma medida pero to musical en la sociedad. Se sigue que deberían existir
por diferentes razones. Te puede gustar el canto llano por­ estrechas relaciones estructurales entre función, conteni­
que eres católico o porque te gusta el sonido de la música. do y forma de la música. Robert Kauffman ha llamado mi
No necesitas tener «buen oído» para disfrutarlo como ca­ atención hacia un pasaje de Blues People ( Gentes del
tólico, ni precisas ser creyente para disfrutarlo como mú- blues) de LeRoi Johns ( 1 963: 1 53 ) en el cual dice que la hi-
¿HA Y ,r>.,.\LJSJCA EN EL llO,\lBRE?
1 02

pótesis básica de su libro pasa por comprender que «la


música puede considerarse el resultado de ciertas actitu­
3. La cultura y la sociedad en la música
des, ciertos modos específicos de pensar sobre el mundo,
y sólo en último término sobre las posibles "maneras" de
hacer música». Ya es un paso que esto se acepte y se diga.
Mas pienso que sería útil reforzar el argumento con de­
mostraciones de cómo funciona en la práctica. Eso es
algo que los etnomusicólogos podemos hacer, y la mayor
parte de mi trabajo en los últimos quince años se ha en­
caminado al descubrimiento de relaciones estructurales
entre la música y la vida social.

La música puede expresar actitudes sociales y procesos


cognitivos, pero es útil y eficaz sólo cuando es escuchada
por oídos preparados y receptivos de personas que han
compartido, o pueden compartir de alguna manera, las
experiencias culturales e individuales de sus creadores.
La música, pues, confirma lo que ya está presente en la
sociedad y la cultura, sin añadir nada nuevo excepto pa­
trones de sonido. Pero no es un lujo, una actividad de
tiempo libre para que la empareden entre las secciones
deportivas y artísticas del boletín escolar. Aunque yo cre­
yera que la música fuera, o debiera ser, meramente un
medio decorativo de los eventos sociales, aún tendría que
explicar cómo es posible que me impacte la obra de mu­
chos compositores cuando los aspavientos de sus patro­
cinadores me aburren tanto. Cuando E. M. Forster dijo
«La historia se desarrolla, el arte permanece», estaba re­
firiéndose a su objeto de estudio, al hecho de que la histo­
ria trata de acontecimientos mientras que el arte trata de
sentimientos. Es esa la razón por la que podemos decir
que, aunque el arte sea reflejo de la historia, la historia

1 03
M 0SICA
¿l L·\ Y M L 'l ! ( .\ E�
3. LA CULTURA Y LA SOCIEDAD EN LA 1 05
1 04 fL HO:\IBRF?

muere pero el arte vive. Comparto el punto de vista venda mas. Tiende a asumir la existencia de una historia univer­
de que la música es esencial para la supervivencia mis­ sal de la música en la cual el hombre comenzó por usar
ma de la humanidad del hombre y encuentro significa­ una o dos notas, descubriendo gradualmente cada vez
tivo que, en general, los venda conversaban sobre música más y más notas y patrones de sonido. Conduce a afirma­
con más entusiasmo y erudición que sobre historia (aun­ ciones del tipo: «En el nacimiento de las grandes civili­
que no más que sobre política actual ) . En parte, tal vez zaciones, la música es la primera de las artes en emerger
esto haya sido una respuesta a mi propia tendencia, pero y la última en desarrollarse». Tales afirmaciones ignoran
creo que también reflejaba la preocupación venda con la el hecho de que nuestro conocimiento de la música del
vida como un proceso de devenir, más que como un esta­ pasado suele limitarse a lo que las clases instruidas esco­
dio dentro de un progreso evolutivo. gieron registrar de tales actividades. Algunos misioneros
Haremos bien en contemplar la música de esa manera. blancos del distrito de Sibasa, por ejemplo, se asombra­
Y así, antes de que vuelva sobre los patrones superficiales ban de que pudiera llevar más de seis meses aprender
de la música desde los procesos sociales y culturales a los todo lo que hay que saber sobre la música venda, ya que
que los he reducido, antes de examinar los orígenes de la sus oídos estaban cerrados a la variedad y complejidad de
música en la cultura y la sociedad, quiero empezar dese­ estos sonidos.
chando dos tipos de enfoque evolucionista de la historia La ausencia de información sobre música en los regis­
de la música que resultan inútiles a la hora de buscar res­ tros de la élite no significa que no hubiera buena música
puesta a la pregunta «¿Cuán músico es el hombre?». Son en la vida de la gente ordinaria; ni la aparente simplicidad
inútiles principalmente porque no pueden ponerse a de algunos estilos contemporáneos implica que su músi­
prueba. La primera aproximación trata de comprender el ca sea una supervivencia de estadios anteriores en la his­
significado y formas de la música por la vía de especular toria de la música universal. En 1 885 Alexander John
sobre sus orígenes históricos, buscándolos en el canto de Ellis, considerado generalmente como el padre de la et­
los pájaros, las llamadas de apareamiento y toda una se­ nomusicología, demostró que las escalas musicales no
rie de otras reacciones de una suerte de mítico «hombre son naturales sino considerablemente artificiales y que
primitivo» respecto a su entorno. Puesto que las princi­ las leyes de la acústica pueden ser irrelevantes en la orga­
pales fuentes de información para este trabajo especula­ nización humana del sonido. A pesar de su oportuna ad­
tivo han sido -y sólo pueden ser- las prácticas musicales vertencia, aún hay etnomusicólogos que escriben como
de pueblos vivos; y puesto que un conocimiento de los si su tarea fuera rellenar los huecos de la historia musical
orígenes de la música solamente sería útil para compren­ con descripciones de los estilos musicales de culturas
der mejor dichas prácticas, de ello se sigue que el ejerci­ exóticas. Sin decirlo claramente, sus técnicas de análisis
cio es claramente fútil. delatan apego a una visión evolucionista de la música.
El segundo tipo de enfoque evolucionista considera el Los estilos musicales no pueden oírse como si se tratara
desarrollo de los estilos musicales como cosas en sí mis- de estadios evolutivos, j uzgándolos en términos de los
3. LA CULTURA Y LA SOCIEDAD E N 1 A l'vtÜSICA
1 06 ¿liA Y MllSJu\ !·.N El HOMHRE? 1 07

conceptos musicales de una civilización concreta. Cada Por ejemplo, ¿dónde colocaría nuestro historiador es­
estilo tiene su propia historia y su estado actual tan sólo peculativo a los venda en su historia universal de la músi­
representa un momento de su propio desarrollo. Éste ca? Existen mbiras con escalas de cinco, seis y siete notas,
puede haber seguido un curso único y distintivo, aunque y conjuntos de flautas de caña que hacen uso de escalas
sus p atrones superficiales sugieran contactos con otros tanto de cinco como de siete notas; la melodía de las can­
estilos. Es más, aun cuando las personas son a menudo ciones puede tener entre una y siete, seleccionadas de en­
más conservadoras en materia de música que en otros as­ tre varios modos heptatónicos. Las canciones de cinco
pectos, resulta difícil creer que en algunas partes del notas pueden estar basadas en una escala pentatónica o
mundo no haya existido ninguna innovación musical du­ en selecciones de cinco notas tomadas de un modo hep­
rante miles de años. tatónico (¡ como la «Oda a la alegría» de la Novena Sinfo­
Las historias especulativas de la música universal son nía de Beethoven! ) . Sí nuestro historiador de la música
un absoluto dispendio de energía. Incluso si supiéramos concede a los venda el mérito de h aber sido capaces de
cómo fueron cambiando los estilos en las culturas que se obtener la escala heptatónica por sí mismos y no asume
citan como evidencia de la existencia de estadios en el de­ que la hayan tomado prestada de alguna cultura «supe­
sarrollo de la música, dicho conocimiento tendría un in­ rior>>, sospecho que podría describir su música como una
terés meramente enciclopédico. Ayudaría poco o nada a especie de transición entre la música penta y heptatónica:
comprender la creatividad musical humana, a no ser que ¡ un ejemplo fascinante de evolución musical en acción! �1
además tuviéramos una evidencia correlativa sobre el único problema con una descripción así es que contradi­
medio cultural y social en el cual se produjeron tales de­ ce la evidencia social y cultural. Por ejemplo, los venda
sarrollos musicales. Por otro lado, cuando la historia so­ usaron nautas y un xilófono h eptatónicos mucho antes
cial y cultural se halla bien documentada, los estudios de adoptar las nautas pentatónicas de sus vecinos del sur,
sobre historia musical son posibles y útiles. Trabajos como los pedí, quienes a su vez dicen haber adoptado y adapta­
los de Paul Henry Lang ( 1 94 1 ) Musíe in Western Civiliza­ do la música heptatónica de nautas de caña de los venda.
tion (La música en la civilización o ccidental) , Hugo De acuerdo con las teorías evolucionistas de la historia de
Leichtentritt ( 1 946) Music, History and Ideas (Música, la música, los venda han de estar evolucionando hacia
historia e ideas), y Alee Harman y Wilfrid Mellers ( 1 957) atrás: como los chinos, que escogieron para su música
Man and His Music (El hombre y su música) buscan los una escala pentatónica ¡a pesar de que conocían y habían
orígenes de ciertos aspectos del estilo musical en los mo­ utilizado escalas «mayores y mejores»!
vimientos sociales y las convenciones filosóficas de la Podría argüirse que yo mismo vengo usando un tipo
época. Existe un abismo entre esta clase de estudios y los de h istoria especulativo con objeto de rechazar otro, y
que trazan el desarrollo musical en términos de añadir que los mencionados orígenes culturales de las mús icas
más tonos a la octava, más terceras al acorde y más ins­ .
venda y pedi, en tanto que racionalizaciones de un siste­
trumentos a la orquesta. ma, pueden ser no menos etnocéntricos e inexactos que
109
1 08 ¿HA Y MLJ�JL\ l::: N EL HOMBHE?

un concepto de evolución musical que explique esos pa­ mos sentimientos, y que el uso de este tipo de código es
trones de sonido de otra forma. A esa objeción contestaría un rasgo esencial de la comunicación mu:-ical. Su argu­
que, al estudiar sistemas musicales, me preocupa funda­ mento tiene que dar muchas vueltas para tender un
mentalmente la relevancia histórica. Aun cuando pudié­ puente entre los análisis formales y expresivos de la mú­
ramos llegar a conocer con exactitud cómo consiguieron sica, aspirando a mostrar con exactitud cómo puede des­
los venda la tshikona, la domba o la escala heptatónica (y cribirse la música en tanto que expresión de ciertas acti­
dudo que jamás lo sepamos), e incluso si fuera cierto que tudes. Por ejemplo, describe la progresión descendente
la música heptatónica se desarrolló a partir de la pentató­ V- ( IV ) - I I I - ( I I ) - 1 (MENOR) como una figura «que ha sido
nica, eso no contribuiría demasiado a nuestra compren­ muy utilizada para expresar la "llegada" de una emoción
sión del sistema musical venda o del desarrollo de la mu­ dolorosa en un contexto de inevitabilidad: aceptación del
sicalidad en la sociedad venda. Estoy interesado en la dolor o abandono ante él; desánimo y depresión; sufri­
música venda en tanto que producto de la mente humana miento pasivo; y la desesperación que acompaña a la
en esa cultura y sociedad, más que como un estadio en la muerte» (p. 1 33). Así, compara una frase del madrigal de
historia de la música del mundo. Gibbons Wha t Is Our Life? (¿Qué es nuestra vida?) con el
Al preguntar cuán músico es el hombre, me ocupo ob­ comienzo del finale de la Sinfonía patética de Tchai­
viamente de todos los aspectos de los orígenes de la músi­ kovsky:
ca, pero no de los especulativos ni de aquellos que un his­
toriador extranjero piensa que puede detectar pero que
no son reconocidos como tales por los propios creadores.
Los orígenes de la música que me preocupan son los que
residen en la propia psicología y el entorno sociocultural
de sus creadores, en el conjunto de procesos que generan
los patrones de sonido. Si la música expresa actitudes, de­
beríamos esperar encontrar correlaciones entre las dife­ En un principio me impresionó la tesis de Cooke, por­
rentes actitudes y los patrones de sonido en los cuales se que parecía tener sentido en términos de mi propia ex­
expresan. periencia. Por ejemplo, yo había percibido la similitud
¿En qué medida es la música un «lenguaje de emocio­ musical y expresiva entre la melodía suplicante del
nes, semejante a la palabra hablada», como Deryck Cooke « Recordare Jesu Pie» del War Requicm de Benjamin Brit­
( 1 959) ha sostenido en The language of music ( El lengua­ ten (véase el Ejemplo 1 0 ) y la figura con la que Mahler
je de la m úsica ) ? La tesis debe examinarse en el contex­ acompaña las palabras nostálgicas Ich selzne mích,
to en que se propuso: la música tonal europea entre 1 400 O Freund, a m deíner Seite die Schonheit dieses Abends zu
y 1 953. Cooke ha mostrado que ciertas figuras musica­ geniessen ( Anhelo, oh amigo, disfrutar a tu lado de la be­
les parecen usarse una y otra vez para transmitir los mis- lleza de este atardecer) en « Der Abscheid» (La despedi-
110 J. LA C U LTURA Y LA S< lClrJ)A[) E�· L\ ¡\Hhl< /\ 111

da), l a última canción de Das Líed van der Erde (La can­
ción de la tierra) ( Universal Edition, secciones 23, 30 v
1 &�:}=l�JE-1.=-F-t
=: f�ffif- :i-�-lJi)f�ff=H"-!4:�=�- ; ]
trou- ble 1 see, Lord, No -bod-y knows the trou-ble 1 see.

del 63 al final) (véase el Ejemplo 1 1 ) . La figura J- I I I -I V­


No-b<xl-y knowa thc

V (MENOR) abre también el espiritual «Nobody Knows EJEMPW 1 2

the Trouble I See» (véase el Ejemplo 1 2) . La misma figu­


ra, el mismo tipo de sentimiento. Deryck Cooke cita Por otra parte, aunque deliberadamente n o he leído
otros ejemplos de esta figura y la describe como «una análisis de la Novena y la Décima Sinfonías de Mahler
afi rmación de tristeza, una queja, una protesta contra el porque primero quiero descubrir lo que la música me
infortunio» (p. 1 22 ) . dice a mí, yo reacciono de manera muy concreta a dos se­
cuencias de intervalos de sus últimos movimientos (en el
caso de la Décima me remito a la versión interpretable de
Deryck Cooke). En primer lugar, en el compás veintitrés
del último movimiento de la Novena, los primeros violi­
re Je - BU pi e, nes tocan las notas de una escala descendente, pero en pa­
EJcMPUl l O rejas ascendentes de notas que caen.

Fhe6end. FL
p

EJEMPLO 1 3

Más tarde, e n l a Décima hay una escala ascendente que


se toca en grupos descendentes de notas que suben ( com­
pás 3 2 7 del último movimiento) .
No haré ningún intento de expresar con palabras lo
que siento al oír esta música, pues el propio Mahler decla­
Ufen.
ró explícitamente que tenía la necesidad de expresarse
EJe MPlO l l por medio de la música sólo cuando «se dej an sentir
1 12 J. lA CULTURA Y lA 'lOt:!FDAll Ll\: 1 A ¡\!CSICA 1 13

cífico? ¿Podría la música soul llegar a los norteamericanos


negros si sus formas no se hallaran asociadas a un conjun­
to de experiencias extramusicales que todos comparten? A
pesar del mensaje contrario a la guerra, tan hermosamente
presentado en el War Requiem de Britten, ¿pueden cuantos
comparten sus sentimientos compartir por igual el inten­
so mensaje de su música? Para los solistas rusos, ingleses y
alemanes que grabaron la obra por primera vez, ¿significa­
ba realmente lo mismo? Para quienes compartan aspectos
del bagaje musical, social y cultural de Britten, la música
tal vez intensifique la piedad de la poesía de Wilfred Owen,
suscitando un horror ante la guerra todavía mayor que el
que ésta crea por sí sola. Para otros, sin embargo, la poesía
EJEMPLO 1 4
puede resultar conmovedora y la música un aburrimiento.
No podemos decir que compartan más la experiencia de la
emociones indescriptibles». Y ¡si hubieran podido expre­ poesía que la de la música, porque ellos, como Britten y
sarse por medio del lenguaje, lo habría hecho ! Sólo diré la mayor parte de sus oyentes, no compartieron la expe­
que para mí expresan algo relacionado con la vida y la riencia de la guerra de trincheras, que resultaría fatal para
muerte, y con la lucha del ser humano por alcanzar pleni­ Owen. Lo único que podemos decir es que comparten la
tud y paz espiritual. Los acordes finales de la Décima experiencia de la convención de la poesía más fácilmente
- ¡hayan sido escritos por Mahler o por Deryck Cooke!­ que la convención de la música.
parecen expresar una resignación definitiva. Aunque «<a música puede revelar la naturaleza de los
Entonces, ¿habré captado de verdad las actitudes que sentimientos con un detalle y una veracidad de las que ca­
llevaron a Mahler a escribir estas notas o simplemente las rece el lenguaje» (por citar a Susanne Langer, 1 948: 1 4 1 ) , se
estoy reinterpretando a partir de mi propia experiencia? halla también atada a la cultura de una forma que no afecta
¿Las siente alguien más de la misma manera? ¿Estaré en un en la misma medida a las capacidades descriptivas del len­
limbo, como las novicias de la iniciación femenina tshi­ guaje. Consideremos los elementos de la cultura británica
kanda, escuchando a Mahler sin oírlo? ¿Puede alguien oír y europea presentes en la música del War Requ iem de Brit­
estas notas tal y como las oigo yo, o como lo hizo Mahler? ten. De nuevo, en esta descripción, hablaré de la obra tal y
¿El propósito de la experiencia musical es encontrarse solo como me impacta a mí: no he leído ningún comentario so­
pero en compañía? ¿No hay esperanza de establecer rela­ bre ella. Los dos primeros compases establecen un escena­
ciones comunes por medio de la música excepto allí donde rio de muerte, con el toque de campana y la entonación de
ya exista un programa extramusical suficientemente espe- las palabras iniciales de la misa de réquiem.
¿HA Y .\lÜSI< :A CN /:,L HOMKRE?
3.
1 14
L A CULTL1KA Y LA SOCILDAD EN LA !\lUSICA 115

Slow and solemn �= 42 46


Quick J 160
(Allegro)
=

r.--

Trbn.

::tt��-
��-r:s�--�t:�? - �
EJFMPL0 1 7

Gong -o--..-- � =-=-'-

EJEMPLO 1 5 E l texto d e Owen que cantan los soldados felices, Out


tlzere we've walked quitefriendly up to Death ( Ahí fuera
caminamos amablemente hacia la muerte), se acompa­
M ás tarde, los sonidos de un órgano y voces infantiles Il.a de i mitaciones musicales del sonido de la metralla.
evocan la esperanza e inocencia de la infancia, y los mo­ Es ésta la que ahora destaca, cuando poco antes, en el
tivos de los metales, entre ellos una corneta, evocan la aex tremenda e, majestatis, se estaba en el p araíso. Las
guerra: asociaciones militares de los tambores se ven reforza­
das cuando se utilizan p ara imitar el tiroteo de la arti­
llería.

d = ,2
BARITONE SOLO
- _cr_ - --=-.::-:-:_;¡f;;:�-::---'--.c.::==cc,==f:c:- ==¡
f
=::::-==_....-
• ...--....._

_ . -

Be slow ly__

EJEMPLO 1 6
116 1 1 r\ t ·ur.TlJRA Y LA ,)OC! EDAD EN 1 .\ i\1L1'-;Jt A 117

- ==�44=2l
=�_:___ �J
l - f-=::=:_ c_�;=�"-��-�-�� --�__:��
black
lu) �-
Quietly J = c. 1 4 4

BA�f�JNE TI& �ifi= -- ______ _

_::::: : -==-- �- - -=- ·- .:: :_::_ -e __


p-
arm,
� ___ __
---- - -- - - �- -�-�--------

Bu-gleB sang,

EJLM I'IO 18

Pero tambores y trompetas también nos pueden llevar


al cielo y el juicio divino en el Dies Ira e, y Britten establece
un poderoso contraste entre Tuba mirum spargens son u m
l h)
�-=-======-==4S=b�=��- - pp

au-gtes sang,
y Bugles sang, saddening the evening air ( Las cornetas
cantaron, entristeciendo el aire de la tarde) ¡ Las trompe­
tas gloriosas de Dios y, a continuación, las sangrientas
cornetas del hombre!
H)O

EJUVIPLO 20

Para alguien inmerso en la cultura del compositor, los


sonidos que utiliza Britten y los contrastes que establece
entre ellos pueden resultar conmovedores y angustiosos.
Para alguien cuyos amigos de infancia hayan muerto en
combate, habrán de tener el mismo efecto que las fotogra­
fías contrastantes de campos de cricket, niños coristas, co­
hetes y guerra con las que Peter Brook comenzó su pelícu­
la Lord of the Flies ( El señor de las moscas). En este caso,
E J f.M l'LO 19 mis reacciones ante la música pueden encontrarse más

1
1 1 \ \ ' LT l l 'KA Y LA :-,OC! l-.]) A [ ) EN J A J\.Jl.ISJLA 119
1 18

cercanas a los sentimientos que tenía Britten cuando la es­ u na marcha de l a Tercera y Sexta Sinfonías de Mahler y la
cribió que en el caso de la Novena y la Décima Sinfonías de marcha de la Escena 3 del Acto I de Wozzeck, de Berg,
Mahler. Pero, ¿utilizaron realmente Britten y Mahler un l'uando María está admirando al sargento mayor, no tie­
lenguaje semejante en algún aspecto a la palabra hablada? nen nada que ver con sentimientos relacionados con la
Los compositores adquieren rasgos de estilo escuchando g uerra. Sus contextos musicales y dramáticos sugieren
música del pasado y el presente. Britten reconoce su deuda significados enteramente distintos.
con Mahler, y tanto uno como otro pasaron una tempora­ Ninguno de estos significados musicales es absoluto, ni
da en los Estados Unidos. Pero ¿existe un factor común en s iquiera dentro de la tradición musical europea, en la que
su uso de la misma figura en el War Requiem y en Das Lied se han establecido reglas claras y cuyo sistema de apren­
von der Erde?Y, ¿existe alguna probabilidad de que los crea­ dizaje ha sido similar durante siglos. No sólo dependen
dores de «Nobody Knows» hubieran utilizado el mismo del contexto de la obra, sino también de las convenciones
lenguaje musical que Britten y Mahler, cuando está claro musicales de la época. Se ha escrito mucho sobre el uso de
(para mí, al menos) que los espirituales son un desarrollo figuras musicales para ilustrar ideas, especialmente en la
de formas africanas de hacer música, más que una imita­ música de ]. S. Bach. Pero la música de Bach y Haendel no
ción de las europeas? ( Por ejemplo, la métrica básica de puede entenderse cabalmente sin referencia a la visión
«Nobody Knows» es 3+ 3+ 2 y la melodía, de apariencia del mundo del siglo XVIII, en la que las teorías estéticas in­
poco africana, puede haberse iniciado como la voz más cluían <<Una compleja doctrina de la expresión emocional
grave de una melodía «descendente» característicamente que se remite a ciertas correlaciones entre, por un lado, el
africana que recibió el tratamiento armónico típicamen­ ritmo y la línea melódica y, por otro, diversas emociones»
te africano y no necesariamente tomado de Europa.) ( Leichtentritt, 1 946: 1 42 ) . Por ejemplo, Fa mayor era la
Igual que Britten asigna distintos significados al mis­ tonalidad del idilio pastoril, y Fa sostenido mayor una to­
mo timbre en el contexto de una sola obra, el mismo pa­ nalidad trascendental: «Todo el sistema armónico y el es­
trón de melodía puede poseer también una variedad de tilo de modulación de Haendel se basa en el significado
significados expresivos. De hecho, es esta variedad en el subyacente de las diversas tonalidades» (ibíd., p. 1 54). De
contexto de la unidad a la que pertenece la que contribu­ modo similar, si la música del norte de la India se consi­
ye al poder expresivo de la música. En Las cuatro estacio­ dera capaz de producir «un matiz de tristeza, o de amor
nes de Vivaldi (o p. 8), escalas y arpegios similares descri­ [ ... ] mediante un uso cuidadoso y pasajero de los interva­
ben temas tan diferentes como los campesinos borrachos los que se corresponden con estas emociones» (Danielou,
tambaleantes del «Otoño» y los vientos gélidos del «In­ 1 954: 9) es porque la música se escucha e interpreta en el
vierno». Aun sin conocer los sonetos que inspiraron esta contexto de la cultura hindú y el de un sistema musical
música, los significados de figuras musicales semejantes íntimamente relacionado con ella.
resultan claramente distintos cuando se escuchan en el Las convenciones musicales del siglo xvm se sitúan a
contexto de la obra. Asimismo, las melodías semejantes a medio camino entre el madrigal de Gibbons y la sinfonía
1 \ t \ 1 ¡ l l ' R A Y L A �OCIEDA ! l F :"J 1 A ,\H' � I C \
120 121

de T chaikovsky a los que me he referido anteriormente;


por eso encuentro difícil de aceptar que haya existido una
. � 'Liutg-_ B_l,FTT ����$431
2 . Ma - e - le - le1 Vhá ñ - tsé - mé - 18. - • n ( ?
tradición musical continua entre la I nglaterra de 1 6 1 2 y la , Mu 1' ltJ � le ! Vhó - né VhÓ MÚ-tshl-nye !

Rusia de 1 893, en la cual ciertas figuras musicales hayan


conservado las mismas connotaciones emocionales. La
única justificación para tal argumento sería que la rele­
�� u rs1_if4""2'lrm=-Lc�ciw=-u-cJ�-fj
le - le! Ndí tshí ti- mbli zwS.-ngá, 4. Ma - e - le - le! Ná mú- gá- vhü wii - ngá,

vancia emocional de ciertos intervalos surge de rasgos


fundamentales de la fisiología y la psicología humanas. Si 1� U .. -[¿yct§�!W!j=t-€-f �_::'&f���
Mr• l' - te - le! Ngé - í � - mbe- ló - ni, 6 . Ma- e - Je - le! Ngé - ( Lú - vU - vhú?
eso fuera así, algunas relaciones entre intervalos musica­
les y sentimientos humanos deberían ser universales. Un
ejemplo procedente de África bastará para cuestionar
esta teoría, aunque no para descartarla por completo, ya

c..J _:�-±=,:¡;5!'-=i=f:=s-�:t=c:t�E-=i'�-ªJ
que es posible que convenciones musicales venda hayan
suprimido un deseo innato en el pueblo venda de expre­ 1�
A nó gó - n;a mU- r( ng&. tshí -ti - ko 4 . Phá-n;já ú shá-vhá - '�í, MU - Ii - � -(nfl) ?
sar sus emociones de una manera universal y específica. •,

<i = entonación verbal aguda a = entonación medianamente alta


La Figura 6a presenta una canción infantil venda en
la que los cambios en el tono del habla generan peque­ •• = alta descendente a = baj a
t = puntos en los que alguien puede dar palmas al tiempo que la melodía
ñas variaciones en la melodía 5 • Cuando aprendí a can­
tarla por primera vez, los venda me dijeron que no lo ¡ : ¡ c L:RA 6. Voces de dos canciones infantiles venda que ilustran algu­
hacía mal, pero que cantaba como un tsonga (sus veci­ nm efectos de los cambios de entonación del habla sobre patrones me­
i<idicos.
nos del sur ) . Cantaba toda la letra repitiendo siempre la
melodía de la primera frase. Al principio pensé que el
fallo estaba en mi entonación de los intervalos, pero valos se considera más impor ta nte que su entonación
acabé por llegar a la conclusión de que lo que ocurría es precisa, porque en ciertas partes de una melodía se es­
que la melodía debía variar. Ahora sí aceptaban mi eje­ pera que se vean refl ejados los cambios en el tono del
cución como auténticamente venda, aun cuando desen­ habla. La Figura 6b muestra una canción infantil en la
tonara deliberadamente. Por tanto, el patrón de inter- que los patrones tonales del habla de la p rimera frase
generan la base melódica, mientras que ulteriores va­
5. La lengua venda, como otras del continente africano, y a diferencia
riaciones en la letra provocan variaciones tanto rítmi­
de la nuestra, es tonal: posee sonidos cuya variación fonética en altura o
perfil sonoro altera el significado de las palabras. En esta y otras obras cas como melódicas. En el análisis musical ortodoxo, a
suyas, Blacking analizó el impacto de dichas variaciones, contenidas veces se denomina a estos cambios rítmicos «acentos
en la letra de las canciones, sobre la forma de las melodías venda. agógicos» . Así, las variaciones de melodía y ritmo pue­
{N. de/ T. } den no ser indicativas de preferencias musicales, sino
¿ H AY i'vll: � ! C A E:-J EL HOMBRE?
1 1 ( l l l l l 'RA Y LA SOUEDA ! ) r.N LA MLTSICA 123
1 22

consecuencias incidentales de cambios en el tono del . . tecto sobre los individuos. En el desarrollo de una can­
' i(HJ tslzigombela, durante una ejecución que puede durar
h �bla, que son generados a su vez por el uso de p alabras
diferentes cuya secuencia se ve generada por la «h isto­ desde diez hasta más de treinta minutos, va pasándose
ria» de la canción. g radualmente de un patrón estricto de llamada y res­
p u esta a una secuencia casi contrapuntística en la que la
Factores generativos esenciales en la música de estas y
. kt ra se abandona. En el curso de esta expresión musical
otras cancwnes venda son, por tanto, de naturaleza ex­
1 1 1 ;Í s libre, una variedad de melodías alcanza su máxima
tramusical. Partes de las melodías son una representa­
ción formal de patrones lingüísticos, los cuales son tam­ lcsit ura, pues con la emoción de la danza las voces de las
bién puramente formales y no están necesariamente lllllchachas van elevándose hasta el punto de que, cuan­
relacionados con el significado o propósito expresivo de do ya no pueden alcanzar una nota, la transportan des­
la letra. No cabe descartar que se produzcan relaciones ' endentemente a la quinta o la octava. Así, los intervalos
entre el contenido emocional específico de una letra y la descendentes a veces expresan el sentimiento: « ¡No pue­
forma de su melodía asociada, pero serían casuales. do alcanzar la siguiente nota!».
Esto no significa que los venda no sientan emoción con Existen también relaciones entre las variaciones en el
la música o que la consideren una mera extensión del len­ L Oiltenido social y emocional de una danza tshigombela
guaje. El tratamiento de una canción de la danza femeni­ y la forma de la música, de modo que un análisis formal
d e distintas ejecuciones es también un análisis expresi­
na tshigombela lo ilustra claramente. Esta música tiende
vo. Pero a no ser que el análisis formal comience con un
a volverse más musical según avanza la interpretación.
Incluso en la música vocal a solo, como es el caso de las análisis de la situación social que genera la música, care­
canciones infantiles, la forma de las melodías es divisible cerá de sentido. Basta escuchar las ejecuciones de una
en secciones de llamada y respuesta, reflejando una situa­ tarde en que las chicas son pocas y están aburridas, com­
ción social en la cual alguien «siembra» (-sima) una can­ parándola con otra en la que haya una buena asistencia
ción -una metáfora derivada de la horticultura-, y otros de gente, con una audiencia apreciativa y un ambiente de
«truenan en respuesta» (-bvumela). Las melodías siguen expectación y entusiasmo, para darse cuenta de cómo
los patrones tonales del habla solamente en la sección de dos interpretaciones de la misma canción pueden resul­
llamada. Además, sólo en esa sección se cumple la regla tar diferentes por completo en cuanto a forma y poder
expresivo. La cantidad y calidad de las variaciones rítmi­
�eneral de que cada sílaba de una palabra vaya acampa­
nada por una única nota. Si los ejecutantes sustituyen las cas, por ejemplo, dependen de la habilidad de los bailari­
palabras de la letra por combinaciones de fonemas como nes y percusionistas, pero no se reducen al simple repaso
ee, ahee, huwelele wee, yowee, etcétera, se conceden una de un muestrario de estándares ya conocidos. Lo que
mayor libertad de expresión musical. Esto es importante, otorga su poder expresivo a la música es cuándo y cómo
pues es la parte de la experiencia compartida en la activi­ se introducen estas variaciones, lo cual depende de la
dad musical la que puede resultar trascendental en su implicación de los presentes y la calidad de la experien-
124 ¿HAY !I.WSICA EN EL HOMBRE? 1 \ 1 l ' 1 l l ' R A 'r 1 A S()( 'IFDAD EN LA l\ll:�ICA 125

cia compartida que surge entre ejecutantes, y entre éstos I I I L'ntc distintas antes y después de la Revolución fran-
y el público. c�a.
1
\

He aludido a la teoría del lenguaje musical de Deryck ksde la distancia, las formas, técnicas y materiales
Cooke porque, aunque no puedo aceptarla, resulta inne­ , ( mstructivos de la música parecen acumulativos, al esti-
gablemente sugerente. Y he concluido mis críticas con 1 ( ' de una tradición tecnológica. Pero la música no es una
ejemplos tomados de la música venda para mostrar por ra 1 1 1 a de la tecnología, aunque los desarrollos tecnológi­
qué es necesario un enfoque etnomusicológico incluso en ' ( 's la afecten. Se parece más a la filosofía, que puede
el estudio de la música europea entre 1 400 y 1 953. No 1 ra nsmitir también una impresión superficial de evolu­
puede reprochársele a Cooke haberse circunscrito a un ' i ú n . Cada idea aparentemente nueva en música, como
área cultural concreta; pero si su teoría no es suficiente­ , · n fi losofía, no surge realmente de las ideas expresadas

mente general como para aplicarla a cualquier cultura o I ' ITViamente, aunque muy bien pueda hallarse limitada
sociedad, entonces es automáticamente inadecuada tam­ l '( ' r ellas. Es un nuevo énfasis surgido de la experiencia de
bién para la música europea. No es suficientemente sen­ '- l l entorno por parte de un compositor, una concreción

sible al contexto. La música tonal entre 1 400 y 1 953 no de c iertos aspectos de las experiencias comunes a todos
puede aislarse como una entidad en sí misma, especial­ 1( 's seres humanos que a él le parecen particularmente re­
mente si el objetivo es relacionarla con las emociones hu­ levantes a la luz de sus experiencias personales y de los
manas. Las convenciones estéticas del siglo XVlll no pue­ acontecimientos contemporáneos.
den separarse de la experiencia de los grupos sociales Lo más importante acerca de una tradición cultural
involucrados o no en ellas. Si la música sirve como signo en cualquier época de su historia es el modo en que sus
o símbolo de diferentes tipos de experiencia humana, su componentes humanos se relacionan entre sí. Es en el
interpretación puede ayudar a canalizar los sentimientos contexto de esas relaciones donde se viven y comparten
de los oyentes en ciertas direcciones. Un compositor que experiencias emocionales. El disfrute artístico se «basa
aspire a comunicar algo más que hermosos sonidos ha de esencialmente en la reacción de nuestras mentes a la for­
ser consciente de las asociaciones que éstos suscitan en la ma» ( Boas, 1 955: 349 ) . Pero las formas son producidas
mente de los miembros de diferentes grupos sociales. No por mentes humanas cuyos hábitos de funcionamiento
se trata simplemente de expresar sentimiento relacionan­ son, pienso, una síntesis de sistemas de operación dados,
do sonidos entre sí en el contexto de una pieza musical universales, y patrones culturales, adquiridos, de expre­
determinada, como en el War Requiem de Britten. Los sión. Puesto que tales patrones se adquieren siempre a
principios de organización musical han de ponerse en re­ través de -y en el contexto de- relaciones sociales y las
lación con experiencias sociales, de las cuales escuchar emociones que se les asocian, el factor formador del esti­
e interpretar música no constituyen sino un aspecto. El lo decisivo en cualquier intento de expresar sentimientos
minueto no es sólo una forma musical tomada de la dan­ a través de la música ha de ser su contenido social. Si que­
za: posee asociaciones sociales y emocionales completa- remos descubrir los principios básicos de organización
1 \
126 ¿ I ! A Y I\1U\ICA E :J EL 1 10.\1BRE?
( \ 1 1 l l " IL\ Y 1 A SOCIEDAD E:--J l A ,\ ll"\ICA 127

que afectan la forma de los patrones musicales, debemos


d i st inguía de la monodia más por su ritmo que por sus
mirar más allá de las convenciones culturales de determi­
relaciones tonales.
nado siglo o determinada sociedad, para buscarlos en las
La polifonía de la música antigua europea no difiere
situaciones sociales en las cuales se aplican y a las cuales
nlllcho, en principio, de la polirritmia de bastantes mú­
se refieren.
\ i cas africanas; en ambos casos, la ejecución depende
La selección y uso de escalas puede ser el producto de
de que varios intérpretes ejecuten voces diferentes en
procesos sociales y culturales no necesariamente relacio­
d m arco de una unidad métrica, si bien en la polifonía el
nados con las propiedades acústicas del sonido. Entre los
l 'ri ncipio se aplica «verticalmente» a la melodía mientras
venda, el uso de escalas penta-, hexa- y heptatónicas re­
q u e en la polirritmia se aplica «horizontalmente» a las
fleja un proceso de cambio social, en el que diferentes
1 iguras rítmicas. La fuente de ambas técnicas se halla pro­
grupos, con diferentes estilos musicales, han venido in­
' '" hlemente en conceptos culturales y actividades sociales
corporándose a una sociedad más amplia. Es extraño que
, , ,m o la danza. El cambio en la técnica musical europea de
hasta un sociólogo pueda ignorar procesos sociales simi­ l a monodia del canto llano a la polifonía dependió de la
lares en el desarrollo del sistema tonal europeo. En su es­
1 11cnsuración, de la organización estricta del ritmo, de
tudio The Rational and Social Foundations ofMusic ( Los
modo que encajaran las diferentes voces que cantaban.
fundamentos racionales y sociales de la música), Max
Y la medida es también el rasgo principal de la música de
Weber ( 1958) sostuvo que el sistema musical europeo fue
d a nza, que era una actividad vital del campesinado. La
el resultado de una racionalización desde dentro del pro­
Iglesia medieval sólo había permitido el canto llano, que
pio sistema tonal: éste no se ocupaba de las distancias
pretendía expresar la unidad de la sociedad en el marco de
reales en los instrumentos, como la distancia entre tras­
u na Iglesia devota de Dios; su estilo se hallaba completa­
tes en un mástil o entre los agujeros de una flauta, sino de
mente divorciado de los ritmos regulares de la danza se­
distancias armónicas. «La aparición de teorías que tratan
cular, así como de las relaciones poco sofisticadas de «tó­
las disonancias marca el comienzo del desarrollo especial
nica-dominante» que se producen en piezas ligeras como
de Occidente» (p. 75 ), porque «la disonancia es el ele­
Sumer is icumen in. No es sorprendente que los primeros
mento básico en la música acórdica, que motiva la pro­
maestros de la polifonía procedieran de Holanda e Ingla­
gresión de un acorde a otro» ( p. 6 ) . Weber atribuye este
terra, donde los campesinos se habían emancipado du­
desarrollo a la actitud científica surgida en el Renaci­
rante los siglos Xlll y xrv, respectivamente. Según creció su
miento. Aunque reconoce que la teoría sigue a la prácti­
importancia política, su música de danza fue incorporán­
ca, y que «la armonía acórdica moderna perteneció a la
dose a la música escrita para la Iglesia por compositores
música práctica mucho antes de que Rameau y los enci­
profesionales.
clopedistas le proporcionaran una base teórica» ( p. 103),
Es posible que el predominio de las terceras y sextas en
no va más allá para mostrar cómo la música armónica
la música de John Dunstable, así como el de las cuartas
surgió de la polifonía, la cual fue inicialmente modal y se
en la música de los compositores flamencos, pueda expli-
¿IIA Y ,\-¡ (;�!CA H \ EL II00.1BRE?
128 , , 1 1 1 1 ¡¡ \ \ 1 \ '>( 11 " 1 1 · 1 l.\P 1 :.,· l . \ .\ll -'' l í .:\ 129

carse como un legado de la música popular de sus respec­ ' 1 t " n o y acento del lenguaje del propio compositor y es-
tivas sociedades. ( Hoy día en África, las sociedades que ,
1 '' . i a 1 mente las melodías de la música «popular» han de­
cantan en movimiento paralelo muestran preferencias . . , . 1 1 l pel1 ado un papel tan vital en el proceso de asimila­
' 1 < 1 1 1 y c reación como el de las convenciones del estilo
por determinados intervalos. ) En esta misma línea, el no­
table desarrollo de la música polifónica en Inglaterra du­ 1 1 1 1 1 -> i c a l . Ha llamado la atención acerca del predominio
· · ' ' ' c s i vo de formas vocales e instrumentales en el desa-
rante el siglo XVI puede haberse visto estimulado tanto
por la invención musical de compositores individuales en 1 " 1 1 io de las técnicas de la música «clásica» europea, vin­
' I J I .mdo tales desarrollos con cambios en el orden social
la primera mitad del siglo xv como por el advenimiento
de la monarquía galesa y sus seguidores. Cuando el rey 1 ,\ k l k rs , 1 950: 8 1 , 1 32 ) . De modo similar, Curt Sachs ha
Tudor Enrique VII llegó al trono en 1 485, restableció la 1 l 1 ' ' u t ido la influencia de los estilos de danza de distintas
· · " ' ied ades en la forma de sus melodías ( 1 937: 1 8 1 -203 ) .
influencia galesa en Inglaterra; y la música popular galesa
había destacado por su técnica polifónica desde al menos 1 . n general, los cambios d e estilo musical han sido re-
el siglo XII. 1 k jo d e cambios en la sociedad. Por ejemplo, en Europa
1 �c,pués de ca. 1 200, la nobleza y otros poderes seculares
El estilo de un compositor es «dictado por el tipo de se­
res humanos y emociones humanas» que él «trata de con­ ,., •!v ieron cada vez más su mirada hacia el pueblo, «cuyo
vocar en su arte, usando para ello los elementos de len­ , . , , i lo popular de canto adaptaron a su gusto más refina­
guaje de su tiempo», afirma Sidney Finkelstein ( 1 947: 29) ' ¡ , , ,, ( Leichtentritt, 1 946: 60). Al distanciarse del dominio
en Art and Society (Arte y sociedad) . La influencia de la " •cial de la Iglesia, rechazaron también su música. De
cultura popular es fuerte en la obra de muchos grandes l l l odo similar, los distintos estilos de música venda refle­
compositores que han tratado de expresarse, y en conse­ j a n la variedad de grupos sociales y su grado de asimila­
l iún en el cuerpo político. Las interpretaciones musicales
cuencia expresar su sociedad, en los términos más am­
plios posibles. Los corales de Lutero nacieron de manera son un signo audible y visible del agrupamiento social y
deliberada de «canciones populares» y Bach organizó político dentro de la sociedad venda, y la Figura 7 mues­
buena parte de su música en torno a ellos. En particular, t ra su patrón dentro de la estructura social. La música de
Haydn, Mozart y Schubert organizaron su música en tor­ estilo tradicional aparece en círculos concéntricos, en
no al lenguaje «popular» austríaco. Bartók, Kodály, Ja­ alusión tanto a la forma de las casas como a la de los pa­
nácek, Copland y muchos otros compositores de escue­ trones de danza venda. De modo similar, he representa­
las nacionalistas han encontrado su mayor estímulo en do la música no tradicional dentro de rectángulos, como
los sonidos de sus propias sociedades. En los volúmenes los de las casas de tipo europeo que ha adoptado mucha
tercero v cuarto de Man and His Music (El hombre y su gente educada. Las escuelas de i n iciación vhusha, tshi­
música ), especialmente en The Sonata Principie (from kanda y dmnba son directamente controladas por los
c. 1 750) ( El principio sonata desde ca. 1 75 0 ) , Wilfrid jefes, mientras que murundu y sungwi están en manos
Mellers ( 1 957) ha mostrado cómo las formas de la danza, privadas, pero orientadas tradicionalmente bajo los aus-
1 \ 1 1 1 1 1 1 1\ Y !JA[) J·\J 1 A .\ l l'�JC.\ 131
EN
\ 1 -\ \()C!J
130 ¿ ! ! A Y i\.lllSICA r l HO!viBRl:?

picios de los jefes. Junto con las danzas de posesión (ngo­


ma dza midzimu), sostenidas por grupos familiares de
14. !
1
IGLIIOSIAS
culto con el permiso de los jefes, cada una de estas insti­
� EU OPEAS

1 16
tuciones se toma muy en serio y se denomina ngoma (li­
1 5. MÚSIC4 ESCOLAR
u<kRA
teralmente, «tambor» ). Otros tipos de música pueden
MODERNA¡
considerarse entretenimientos ( mitambo ) lo cual no sig­ TSHi UBU j

.;11 /:::::-�>\
MÚSICA
,

nifica que no sean importantes en la vida social y política


r
venda. Las iglesias controladas por europeos llegaron y se
establecieron en oposición total a la vida social venda, : SEP ATISTAS -

�m:I�"
pero las escuelas e iglesias separatistas han desarrollado . . .

una música que refleja el sincretismo de su vida social. / B. ngoma dza 1

m�zimnHELF.
La variedad y vigor de los estilos musicales venda son / 6 m ru nd �''\ sungw1 \
el producto de una situación política semejante a la que 11 5 1 2. t hikona L_ 5
a e 1 .. n e - --- ---- 1 . ��-mafh
_

p�alaphala Omb a
m 1

l1
1
había en Austria a finales del siglo X V I I I , donde familias khwatha 11. NGOMA

y príncipes prominentes « rivalizaban por la excelencia M B I L A M U T N D. O 2

de sus orquestas privadas» (ibíd, p. 1 73 ) . La diversidad de


���z�z O tsh1kanda 3
TSHIZAMBI
'

4
DENDE 9 vhusha

4 . tshikanganga 3. tshtgombela
TSHIDZHOL
los estilos musicales reflej a una diversidad subyacente a
TSHIPAI �Janga dza lutanga
LUGUBE
MBILA

/
THUNGWA

la aparente homogeneidad de la cultura y sociedad ven­



MURU 1).

da; de ahí tanto el proceso histórico que los ha generado


como su significación en la vida contemporánea. Hay HOMBRE �'�y��fJ���b�=�
TSHIHWANA
MUJER

sólo dos tipos de música comunitaria regulada política­


t
mente que pueden agrupar realmente a los venda de \l 'LICACION DE LOS CARACTERES TIPOGRÁFICOS

música con tam bores mirumba, thungwa y ngoma


orientación tradicional. Se trata de la tshikona, la danza rnus1ca con mtrumba y thungwa
música sin tambores
CUERDA Y OTROS INSTRUM ENTOS
nacional, y la domba, la danza de iniciación premarital. I N STRUMENTOS D E
Ésta solían ejecutarla tanto los chicos como las chicas,
L (JS CIRCULOS CONTIENEN LOS ESTILOS TRADICIONALES Y LOS RECTANGULOS LOS N O TRADICIONALES
1 1 1'-.trumentos de v1ento

pero actualmente lo hacen casi exclusivamente ellas a 1. La mús1ca más importante, controlada por los dirigentes [ngoma khulwane].

causa de la migración de la mano de obra y el incremento 2. Mús1ca seria, patroci nada o perm1t1da por los dirigentes [ngoma].
3. Diversiones [mitamba] patroci nadas por los dirigentes.
de la escolarización, que han modificado el patrón de 4. Música Instrumental [zwil1dzo], divers1ones, etc., no sujetas a control

vida rural. 5-5. Marca la diVISIÓn entre grupos de m ú s rca completamente ortodoxos y los que no
lo son, en diversos grados. Los grupos dentro d e rectángulo participan oficial­
La música y la danza de la escuela de iniciación domba
círculos: de hecho. no hay muchos que penetren los circulas 1 y 2 .
mente en la mústca ortodoxa en la medida e n que los rectángulos penetran los

proporcionan una llamativa ilustración de cómo pueden


combinarse elementos formales y expresivos para retra­ I'Jc;uRA 7. Diagrama que muestra las relaciones entre la estructura mu­
tar en la música, de forma simbólica, los temas esenciales sical y la social en la sociedad venda. Compárese con la Figura 5 .
1 32 ¿I L\Y \H \lí e\ ¡_ :., U \ H l,\ \ \ \ 'r tl·? 133

de una cultura. Lo que las hace especialmente notables es haber transcrito las relaciones entre letra, baile y música,
que, aunque el proceso de creación es casi por completo y haber aprendido el simbolismo esotérico de la escuela.
inconsciente, sus formas se encuentran sistemáticamente Tuve que sumergirme en la cultura y la sociedad venda
relacionadas con su propósito expresivo. Los venda expli­ para llegar a entender este producto de sus mentes.
can que la domba tiene siglos de antigüedad, y tienen mu­ El análisis de la domba que aquí presento deriva de una
cho que decir sobre las funciones de esta escuela de ini­ combinación de distintos tipos de información etnográ­
ciación y sobre la belleza y valor de su principal danza l!ca. No pretendo que sea la última palabra en la materia,
ritual. No hacen comentarios sobre la forma de la danza y pero por lo menos resulta congruente y surge de la etno­
su música, salvo para decir que «domba es domba; es un grafía. Cuando comencé este análisis no tenía ni idea de
rito importante (¡¡goma) ». Y, sin embargo, la música y la dónde acabaría y nunca sospeché que los elementos for­
danza dibujan un rasgo esencial de la vida adulta, simbo­ males y expresivos se hallaran tan imbricados. Las con­
lizando periódicamente mediante su interpretación la clusiones me vinieron impuestas por las regularidades y
importancia del matrimonio, el nacimiento y la materni­ �-orrespondencias que emergían del material recogido
dad institucionalizada. sobre el terreno.
En apariencia, la domba suena como una pieza habi­ La domba es la última de una serie de escuelas de ini­
tual de música venda, con su forma de llamada y respues­ ciación que preparan a las muchachas para el matrimo­
ta, acompañamiento polirrítmico y desarrollo musical de nio. Aunque en ellas se pone mucho énfasis en el sexo y
la sección de respuesta. La forma circular de la danza es l a reproducción, las escuelas no tratan sólo de asuntos
característicamente venda y, dado que un gran número de fertilidad. Su propósito es preparar a las mujeres
de chicas baila en un recinto reducido, no es extraño que para una maternidad institucionalizada, junto con los
tengan que agarrarse unas a otras. En revistas ilustradas derechos y obl igaciones que comporta. H ay evidencia
y folletos turísticos, el movimiento ha sido erróneamente de que el contenido y la forma de este tipo de escuela
denominado «la danza de la pitón», y en ellos se presenta han cambiado con los años, especialmente tras su « na­
como una de las atracciones interesantes de los venda (es cionalizació n>> por parte de los clanes dirigentes. En el
de suponer que el motivo es que la ejecuta un grupo de pasado, cuando la domba era un ritual de los clanes más
vírgenes semidesnudas). Con todo, tanto el movimiento normales, el énfasis en el crecimiento físico ha debido
de danza como el tipo de desarrollo musical que se da a la ser mayor. Los clanes dirigentes han ampliado el signi­
sección de respuesta y la señalización del comienzo y fi ­ ficado político de las escuelas de iniciación, pero la mú­
nal de los movimientos de baile son generados por las sica y el baile aún conservan su orientación básicamente
funciones expresivas de la música. Es más, no podría ha­ física.
ber descubierto eso sin haber asistido a ejecuciones de Cada ejecución de la danza simboliza la relación se­
esta danza en diferentes zonas del territorio venda, ha­ xual, y ejecuciones sucesivas simbolizan el desarrollo del
ber grabado cientos de las letras que canta el solista, feto, para el cual se considera necesaria la relación
1 34 ¿ 1 ! AY 1\lt:'·,(CA E l\' H HOMBRE?
135

CORO

SOLO

�·· �2� -�==-�¡;�t-t�=�----?�-=-==� ·��.==:·


8 ya . ee hou !
--=_ ::_
Maa !


1
11

1 11 CORO 12


V
percusión «Sorda>' en
el centro del parche
con la mano izquierda
,J percusión con baqueta en el borde
de madera del tambor c.-=;t.�
.ff.:c�i-.;�1=�4r�=.=�¡�1�� --C�:C.
Eee ! _________ __________ _ __

8 Lu a s o - ngo - lo-wa Ju - ta nga. ya,


l _____j indica notas cantadas - ya, ya,

i-J?� ¡,1;Jf�Pr�·J;ptf c:'p;_l�


percusión «clara» en
en yodel
el borde del parche
con la mano derecha

EJEMI'L0 2 1
E¡ h\!PLO 2 1 . Continuación
\ ' 1 1 '\ 1 ·\ ._,¡ li
¿HAY \·\ \ · ! tHll\lB!U-?
1 1 1 1 1 \ ·\ 1 1 · 1 1:\ ] ) 1 · !\J 1 .-\ ¡\J l " <.,]C,\ 137
136
!\Jl"'-,\L\


� t:� ��=�c��=rl==-t---Cw=cffi. �--=-----= Eee l
__..

',( ) [ { )

• u r _t __:c�-=t=t===:F J �=r!,__c_:_�=--====.-c-
yo rt tha vhu-Ia. Ya, ya, a heel
__ _

1 ' .1 1 . 1 1 1 1 ' \ t\ /. A DE LAS N O V I C I A S

¡· 1 1 1 , ,, , . d k t n.1tivo de la melodía básica:

' ,( l l ( ) CORO

You!
�� r

��-v=-=��=_;=:=;�:c=:-'- -t1.:-'-��c -:pf�"-¡c��,_�::-=- 1 • 1 ',< l\ 1 l 1- LOS M m A RE ( iniciados)

f •
- Aa ya ! Yee, oo
1-:e, yo - wee ! _ _ _ _ _ _ _ _
I·�����
Adelante ... Atrás ... Adelante ...

1· 1 1 ,,¡ 1'10 2 1 . Colltilluaciórz

sexual. La música y el baile no quieren ser sexy; simboli­


zan el acto místico de la unión sexual, la concepción, la
maduración del feto y el nacimiento. Tras varios avisos
de tambor, la voz del solista, el maestro de iniciación,
«penetra el aire como una flecha», como un falo, y las
chicas responden murmurando. La voz del hombre co­
mienza en lo que en la tonalidad venda equivaldría fun­
cionalmente a una dominante, mientras que las voces de
las chicas responden sobre la «tónica», el punto de rela­
jación. Entran de manera polirrítmica tres tambores afi­
nados en alturas diversas, dos frente a tres, y el canto
prosigue su curso.
EJHII'LU 2 1 . Contin uación
¿_HAY MlJ�ICA bl\ E L HOMBRE? 1 1 ' 1 1 1 1 ' 1\ , \ '\ 1 ,\ ',i li . l l l l.-\ l l 1 N l t\ 1\lll�JLA 139
138

En este punto las muchachas son excitadas simbólica­ '. t i h asta el patio del jefe, donde bailan la domba
1 n a d rc
mente. Tras algunas repeticiones de la melodía básica, el ' • 11 no nov icias por última vez. A partir de ahí estarán lis­
maestro canta «La caña del río se desenrolla», y las chicas, " ' ' p a r a el matrimonio y una participación plena en la
agarradas en fila india, comienzan a caminar alrededor · · • " 1cdad venda. Una función de la música y la danza ha

de los tambores. Tanto la caña como la fila de chicas son · o � • ¡ , , L ITar simbólicamente un bebé y, como para reforzar

símbolos fálicos y el movimiento de comienzo de la dan­ ' · ·.t o, p a ra los ritos finales el bombo se retira de la viga.

za simboliza la entrada del falo. Acto seguido las mucha­ l . x i stc una relación importante entre la música de la
chas emprenden una forma cuasiorgiástica de canto que ' '"llliht y la de la tshikona que refleja la función de los dos
denominan khulo. Como en la tshikona, se emplea una ' ' 1 , , ,s de música en la sociedad venda. Se denomina mutav­
técnica de hoquetus. Algunos minutos más tarde, al can­ / ¡ , ¡ .1 u n conjunto completo de flautas de caüa. El término
tar el maestro la frase «Gudu os h a removido las entra­ · · • · rdlcre al conjunto instrumental, no al número de notas

ñas», las muchachas dejan de moverse y se inclinan hacia , ¡ 1 1 1 1 a octava. La misma palabra se usa para referirse al te­
,
.

el centro del círculo de danza, simbolizando la detumes­ ' l.1do de una mbira o un xilófono. Sin embargo, se pone
cencia del falo. J H l l nhre a las notas de tal modo que su relación con la oc­
En el centro hay un fuego que debe mantenerse encen­ t . l va y sus funciones musicales sean reconocibles. Se deno­
dido mientras dure la escuela. Las cenizas «blancas» sim­ , , , ¡ , ¡ a phala a la nota principal de un conjunto de flautas de
bolizan el semen, considerado necesario para el creci­ ' . 1 1 1 a heptatónicas, yphalana o «pequeüo phalm> a la que se

miento del feto. Según el simbolismo esotérico de la ' i t t'1 a una octava por encima. La nota que sigue por encima
escuela, se llama «la cabeza del niño» a un bombo mante­ de phala se llama thakhula, «la transportadora>>, porque
nido en suspensión. Al comienzo de la domba, yace en el • < m duce la melodía de vuelta al tono principal. (Funciona,

suelo. Después de tres o cuatro meses ( aunque a veces pues, como una sensible en la música europea.) Cada nota
menos, según parece) tiene lugar una ceremonia en la t iene una acompaüante situada una quinta por debajo.
que dicho tambor se « cocina» y cuelga de la viga. Es Este no es un mecanismo limitado a la tshikona: se encuen­
como el movimiento del niño en el útero, simbolizado t ra i mplícito en toda melodía venda sobre modos heptató­
también por el círculo de baile. El simbolismo no es con­ n icos. En una escala pentatónica la nota acompaüante di­
clusivo en cuanto al significado de los tambores, pero pa­ tlere a causa del espaciamiento entre intervalos, pero sigue
rece que sus diferentes golpes expresan los latidos del pa­ aplicándose el principio básicamente social de que cada
dre, la madre y el feto. nota debe tener una acompaüante. Por ejemplo, se aplica
En la última noche de la escuela, las muchachas bailan de forma implícita en las armonías improvisadas por el
con las manos por encima de la cabeza, simbolizando con resto de los ejecutantes.
ello los dolores del nacimiento y de una noche de parto. A En la música instrumental, se permite el intervalo de
la mañana siguiente las desvisten, las asean y les ponen tri tono, pero en la vocal se evita dentro del acorde. Existe
ropas de iniciadas. Son llevadas como bebés a espaldas de un contraste interesante entre la tshikona y el khulo de la
1 \ 1 1 1 1 1 : 1u Y l 1\ :'-.(){ Jl I M ! J ! \.. l A :\ ! l ' � !( A 141
140

domba, en el cual las muchachas cantan casi el mismo pa­ 1 w r m i t ido no se halla en la misma posición ( D o" /Fa#"
trón tocado por los hombres en sus flautas de caña (véa­ ' · 1 1 Ka ) que la que tendría, si no se evitara, en la estructura
se la Figura S). En la estructura de la tshikona, el tritono . I d kl1111o (segundo acorde de 8b ). Esto evidencia que el
/, l! u lo n o es una simple transposición de la tshikona; si
. 1 '> 1 i"uera, el tritono evitado aparecería en el penúltimo
. 1 . ordc, como aparece en la tshikona, en lugar de en el se­
) ', t l l l do. Khulo es más bien una transformación generada
1 ' ' •r la distinta función de la música. Así, las notas acom-
1 •.1 1 1 a ntes en la tshikona de los hombres (B en Sa, Se y Se)
· , , \cleccionan como el modo principal del khulo canta­
' 1 . . 1 1 or las muchachas, para el cual se selecciona otro
' " 1 1 j unto de notas acompañantes (C en Sb, 8d y Se). Es
' • l l l l O si la tshikona incorporara en su mutavha un modo

1 1 1 asc ulino y otro femenino, y como si el primero hubiera


·. 1do escogido para la música de los hombres y el segun­
' ¡ , • p ara la de las muchachas. A mbos se hallan unidos por

k-e������-��
Progresión armónica
'u relación común con una misma progresión armónica

de base (8f). Nótese que en la progresión armónica hay


1 1 11 desplazamiento de fuerza tonal desde la nota phala
( Re" en Se, Se y Sf) a la thakhula (Mi" en Se, Se y Sf) , que
FtCURA 8. Ilustración del proceso de transformación por el que el khulo
de nuevo vuelve a la phala. La relación entre acordes vie­
se relaciona con la tshikona, y resumen de los modos y de la secuencia
básica de acordes. l l C determinada por el hecho de que en la estructura de
(a) Las notas más agudas de la tshikona, transportadas un semitono la tshikona cada nota posee dos notas acompañantes: la
descendente. primera situada a la quinta inferior, la segunda a la quin­
(b) Patrón básico del khulo para voces femeninas.
(e) Trasposición de la tshikona a la misma altura del khulo. Repárese ta superior. Así, Re" /Sol' y Mi" /La' son acordes funcio­
l
en el l'a natural y la posición del trítono. 1 n almente «más fuertes» que Re"/La' y Mi" /Si' (véase la
(d) Transformación de la tshikona, transcribiendo como phala el hgura 9).
A pesar de sus diferencias en timbre y tcmpi, la afini­
Re" en lugar de La". Repárese en cómo la posición del tritono difiere de
la tshikona en Se, pero coincide con la del khulo en 8b.
(e) Los tres modos utilizados en la tshikona y el khulo, transcritos sin dad musical entre la tshikona y el khulo debería resultar
alteraciones accidentales. manifiesta incluso a alguien que desconozca la cultura
(f) La base armónica del khulo. La secuencia de acordes también se venda. En cierta medida, la música habla por sí misma.
ajusta al patrón tshikona con independencia de los modos que se utilicen.
Nota: Las cifras indican el número de semitonos en los intervalos de Pero aunque la naturaleza general de esa relación musical
los modos. sea claramente audible, el mecanismo preciso mediante
1 42 ¿llAY Ml)SICA EN EL H0.\1BRE?

,-1 c=J 1-l � 1 . Humanidad sonoramente organizada


LJ _ _j LT L__]

L�J L���
�==f==��-'-�1$c��-_é='�
Progresión armónica

F I C U RA 9. Diagrama de las progresiones armónica y tonal de la tshiko­


n a y el khulo, mostrando cómo la fuerza tonal de piza/a ( Re") y thakhu­
la (Mi") se altera según cambian sus notas acompañantes. Los rectán­
gulos simbolizan cambios de tonalidad, y el grosor variable de las l . 1 1 el capítulo primero propuse que, si queremos saber
figuras ilustra el aumento o disminución de fuerza tonal de phala y ' u;ín músico es el hombre, debemos ser capaces de des­
tlzakhula, respectivamente. ' r i bir de modo preciso lo que sucede en cualquier pieza
' le música. En los capítulos segundo y tercero he tratado de
1 1 1 ostrar las razones por las que no podremos conseguir
el cual se ha obtenido posiblemente no puede descubrirse
('',( ) hasta que no comprendamos qué les pasa a los seres
a partir de un análisis de las notas por sí solas. El análisis
h u manos que crean la música. La música es una síntesis
ha de comenzar con el papel de la música en la sociedad y
' l e procesos cognitivos presentes en la cultura y el cuerpo
la cultura venda (véanse las Figuras 6 y 7 ) , de manera que
h u mano: las formas que adopta y los efectos que produce
podamos apreciar cómo los patrones de la cultura y la so­
L' ll la gente son generados por las experiencias sociales de
ciedad emergen en forma de sonido humanamente orga­
L l lerpos humanos en diferentes medios culturales. Dado
n izado.
que la música es sonido humanamente organizado, ex­
p resa aspectos de la experiencia de los individuos en so­
ciedad.
Se sigue de ello que cualquier valoración de la musica­
lidad humana habrá de tener en cuenta procesos extra­
musicales y que éstos deberían incluirse en los análisis de
la música. Las respuestas a muchas preguntas importan­
tes sobre la estructura musical pueden no ser estricta­
mente musicales. ¿Por qué se prefieren ciertas escalas,

1 43
� -�� - �--�� -------

1 44 ¿ H A Y 1\l OSJCA FN EL H00.1RRE? l. l l l ','v!Ar\ I U A U St)\JO RA.MFNTr. t l R t ; A : \ 1 /AL>A 1 45

modos e intervalos? La explicación puede ser histórica,


política, filosófica o racional en términos de leyes acústi­
cas. ¿Qué viene después de que se haya ejecutado cierto 2. Ha - nga - la, 3. Ha - nga - la.

patrón musical? ¿Viene la nota siguiente determinada


por la lógica del patrón melódico o por una regla más ge­
neral que relaciona esa melodía con patrones tonales del if-Íl�
-t#==F%==fF?f�=p== ��
4, Nda te - ma, 5 . Te - mi - s o ; 6. Tshi - �o - ni
habla, como ocurre en la música venda? ¿Por qué debe

���+=P!:JEt;=tt?W€fF=tfi-�
repetirse en cierto punto un patrón dado? ¿Por qué ha­
bría de repetirse en absoluto? La musicología debe ser ca­
7. Tsha ga - la 8 . Mu - l.a - nda. 9 . Ma-ndu - le. I O . G u-ni - wee !
paz de atender a preguntas similares si pretende explicar
lo que acontece en música; pero creo que no logrará res­ 1 1 1 ,\ 1 1 ' 1 ( ) 22

ponder las cuestiones generales sobre música hasta que


reconozca las peculiaridades de distintos sistemas musi­
cales. Es posible que hasta los descubrimientos de la mu­ por su contexto cultural. Es una canción de niños (luimbo
sicología sistemática sólo se apliquen a las tradiciones ¡ , ,.uvhana), en la subcategoría de canciones para contar
musicales de los musicólogos sistemáticos y a las faculta­ ( ll Fimbo dza u vhala): a cada compás de blanca, se levanta
des de percepción que se han desarrollado en sus propias \ ' se cuenta un dedo, comenzando por el meñique iz­

culturas. q u ierdo hasta el pulgar, y después desde el pulgar dere­


Reforzaré este punto haciendo referencia a cuatro de ' ho hasta el anular, terminando con una palmada al lle­
las canciones infantiles incluidas en mi libro Venda Chil­ ga r al décimo pulso de blanca.
dren's Songs (Canciones de los niños venda) ( Blacking, La segunda canción, Nde' ndi ngei thavhani, utiliza
1 967). Permitirán mostrar en qué medida un análisis del ' i neo notas y se basa en repeticiones de cuatro negras con
sonido sin más es inadecuado y erróneo. Primero exami­ pu ntillo. En este caso no consideraremos la métrica, sino
naremos las canciones ( Ejemplos 22-25) como «pura» los cambios en la melodía. De nuevo vemos que no pue­
música, y a continuación como sonido organizado en un de hacerse un análisis «puramente» musical, debido al
contexto sociocultural determinado. s istema venda de relaciones entre el tono de habla y la
PaJi/o parece estar basada en diez compases de blanca melodía. La secuencia tonal con que empieza cada frase
divididos por la melodía en 4+2+2, incorporando trein ­ varía de Sol-Mi-Re a Do-Mi-Re y Do-Re, y aún se dan dis­
ta sílabas agrupadas d e tres e n tres con duraciones de t i ntos patrones en ulteriores repeticiones de la melodía
1 + 1 + 2 corcheas. Pueden imaginarse diversas explicacio­ básica. Esto podría entenderse como una variación meló­
nes ingeniosas de la estructura métrica de la canción, que d ica equilibrada y grata al oído, pero en realidad no ha sido
podrán ser o no correctas; pero los venda que la cantan L'oncebida musicalmente. Aparece de resultas de cambios
son conscientes de una sola explicación, proporcionada en el tono del habla al pronunciar distintas palabras de la
1 46 ¿HAY l'vt l)SICA r_N FL HOMBRE? 147

J-100 ll2
. -�.P ,..Jb·!�=----==
l. Ndé' ndf nge - i tbi - vhá - ni,
�� �-�.�
.. + ��_:=f
l. Th3.-thll - thil !
+ : -+t- -:g-T��]
Thá- ngá dzí íl
+
swá. Nde' dZÍ
+ +
3. swá:
+

l'l-I2�=4LT=��n��ª
:�.
-t +
swá na Vhó -Má - di
+
mba ná
+ +
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.. -r

mú -- k�
+
-- si tshf 11 - ti, Dzí á - Vhó-NyÚ - ndb.

�� 1'M=-��=-1����x-=t-:IÉ=��
-� . Vhó-Nyú - ndó vhé1 Rí y?i 'flú ? Ri y3. shó-ndó - ni;

EJE�!PLO 23 1 11 ,\ 1 1 ' 1 ( ) 24

letra, que a su vez se generan por da historia» que narra h a bla. Los mismos principios se aplican a la cuarta can­
la canción (véase también la Figura 6). Por otra parte, la ' i<'l ll ,
que utiliza seis notas, también según el motivo de
sección de llamada varía, mientras que la respuesta se ·< l anfarria» Do-Mi-La-Do.
mantiene invariable. De ese modo, la forma de la canción Podría argumentarse que estas cuatro canciones repre­
deriva de un modelo social, reflejando una situación en la 'cn tan estadios de una evolución musical a partir de un
que el solista trabaja con un coro. Los cambios en el tono n ú cleo de cuatro notas Mi-Re-Do-La. Es posible anali­
del habla se reflejan, por tanto, en la primera sección de !. a rl as como meros patrones musicales, desde el punto de
cada frase, pero no en la segunda, de forma que en la eje-­ v i sta de la repetición de notas y su convergencia en cen-
cución a solo por parte del niño se produce una conden-­ 1 ros tonales, el refuerzo rítmico de las notas, la tonalidad
sación de una situación social que encontrarán los niños ! única-dominante, los modelos de tensión y relajación
cuando crezcan y participen en grupos sociales más am-­ melódica, etc. Tratando estas melodías como «objetos so­
plios. noros», es decir, como cosas en sí mismas -que es el tipo
La tercera canción utiliza también cinco notas, pero en de tratamiento que estoy criticando-, podemos obtener
un arreglo diferente. Repárese en el patrón Mi--Sol-D o-Mi, varios análisis diferentes. Éste es un procedimiento muy
semejante al de Potilo, Do-Mi-L a-Do. Esto podría lla­ habitual en el análisis de la música europea y tal vez sea
marse un motivo de fanfarria ; pero cornetas y fanfarria s esa una de las razones por las que las publicaciones musi­
resultan irrelevantes en el contexto de la cultura venda cales están plagadas de explicaciones contradictorias de
tradiciona l. De nuevo, la primera parte de la melodía es una misma música. Todos discrepan acaloradamente,
como una sección de llamada, donde variacion es me­ fundando su reputación académica en lo que Mozart qui­
nores de la melodía dependen de los cambios tonales del so realmente decir en tal o cual compás de sus sinfonías,

1
1 48 ¿HAY A.ll1�!C\ E:-.J EL ! Hl.\1BIU.? 149

Jl- 300 - l l 6 hva na thsidongo (Ejemplos 22 y 25) . Eran las canciones de


SOLO
CURO
ni ños más populares, pertenecían a tipos de canciones
r-t�t:����--�t::==-'��J�=-==��
1. Ndó bvá ná tshl - dó - ngo tsha �á - ma.
que cantan tanto las niñas como los niños y generalmente
se aprendían antes que otras de dos o tres notas que acom­
SOLO CORO
pañan a juegos infantiles de más edad. La edad a la que

�T�±t--=-��-c-
24
-��_J� _c�� t=gr�
NrliYo
= �� !á ná nñyí? Na s6 - sé.
los niños venda aprenden las canciones tiende a estar re­
g ulada por factores sociales; el hecho de que unas tengan
SOLO CORO cuatro y otras cinco, seis o siete notas tiene poco que ver

&-
� :i==- -:._._. :
-:__ -___:_:-��c�c:=�-·g
-=-�--:..:._ :__:_±:jC:-.��-::c:_Jl:c=:---�--ª
_-:::...:.__ _--::..:._____ --=::..:_ - __::_:_:__
___ == - - ---= - -- con el proceso de aprendizaje. Lo significativo no es el
3. Sé - sé á tshl hva -'fhT?
_

VhU - twá - ná -
-· ----

mba.
- n ú mero de notas de una canción sino el patrón global de
la música y las situaciones asociadas a ella. Los niños las
�· --·· cc:=.---':1:- -=J- . . �-· · - - -- - .
- � -ff:.- r -
·- ·-:: -- - _Jt ·-;a·--�=J
-
@i
a prenden como aprenden el lenguaje: como ideas com­
- �lf: �·:. �
-�-.:..: Y-----:- -- --�-=- . --=-·--- -=---
-
� �--::-
=-=-�
-=r:v �----�:v--- _:_:__ +--�=-:... _-: -- -- - --- -
4. l
Fha - la há Mú - kwá - vhó kwá yá vha vhu - ya. pletas, no gradualmente por progresión musical.
_
La primera música que aprenden los niños venda, en el

�--�--�--:J, -*
5.
--
-- - �-=-::::c �--_ -v=-=-�
-·--:=!1:-=-
--
- ·- -
Vha -vhu - ya . vh6
-- -
=c--::.=±
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- ____. ::-:::±
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!á -= �ni?
_ _-
-- - - -
. -- .
---

- vh6 -!á - mú �-���nzhc. --


- ...
-- -
-
-- --
-
·---
sentido de su interpretación activa, son las canciones in­
t;mtiles. Pero no es la primera que oyen, que es más pro­
hable que sea el sonido de la danza nacional (tshikona), el
EJH1PLO 2 5 de la danza de iniciación premarital (domba) o el de las
nu merosas canciones de cerveza que asaltarán sus oídos
mientras sus madres los lleven a marrados a la espalda.
conciertos o cuartetos. Si supiéramos con exactitud lo ( )tra música que los niños venda escuchan y tocan es la
que pasaba en la cabeza de Mozart cuando los escribió, música de la danza de niños (tshikanganga) y una serie de
habría una única explicación posible. bailes asociados para las flautas de caña pentatónicas
Si analizamos las cuatro canciones como música en el ( �umga dza lu t anga).
seno de la cultura, parece que podemos explicarlas sin re­ La tshikona, la danza nacional, se toca con diferentes
currir a argumentos sobre evolución musical o sobre los conjuntos de flautas heptatónicas. Como señalé en los ca­
méritos de análisis alternativos. Es más, no es necesario pítulos segundo y tercero, es la música venda más impor­
recurrir a la teoría de que las canciones son parte de un tante y existe una estrecha relación entre su forma musi­
gradus musical por el cual los niños se preparan para la cal y sus propósitos expresivos. La música de la tshikona
música adulta, como es el caso de Music for Children es tal que, si pides a un venda que la cante, dará una ver­
( Música para niños) de Carl OrH. Dos de las primeras sión de entre varias posibles (véase la Figura 1 0) . Puede
canciones que los niños pequeños cantaban en 1 956- 1 958 incluso que trate de proporcionar una representación
eran la canción de cuatro notas Patito y la de seis Ndo más vívida, acompañando fragmentos de frases con una
150 ¿ I I A Y ¡\Jll�JC-\ L N �.L H O M K IZr.? 1 1 I U ¡\ J A N J D A D SOi'IO RA;\JENTL O R C A N I Z A D A
151

B ,--------, l e ,�� - � --�1 �---���-------¡

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D E ,---'----'---.--, r--'----"--,

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c. -5
Patrón de N do bva na tshidongo (Ejemplo 25)
FJ(;LIRA 1 0. Diferentes modos que tienen los venda de cantar la tshiko­
na, su danza nacional para flautas de caña y tambores. Las cifras indi­ 1 ' ' . t : tzA 1 1 . Relación entre las melodías de tres canciones de niños ven­
can el número de semitonos de cada intervalo. D y E son los equivalen­ , l.t y la música de la tshikona, de la cual tan sólo se proporciona una par-
tes más cercanos de la escala que cantan los venda; los cantantes no 1 , 1 ranspuesta una tercera menor descendente.
.•

completan la octava, sino que se detienen en la séptima nota o repiten


de nuevo el patrón. Se proporcionan los nombres de una octava de
flautas de caña. La tshikona se halla aquí transportada una tercera me�
l >e modo similar, la canción Nde' ndi ngei thavhani
nor descendente.
( 1 :jemplo 23) se halla relacionada con el patrón de Muts­
fltlilli (véase la Figura l2a), una de las melodías para flau-
imitación vocal del sonido de las flautas. Todas estas va� 1 as de caña pentatónicas. La relación de la canción de cua-
riaciones, y muchas otras, se derivan de una misma es� 1 n > notas Nandi Munzhedzi (véase la Figura l 2c) con otra
tructura (véase la Figura l l a) . Todas son transformacio� 1 1 1dodía para flautas de caña, Mangovho (véase la Figura
nes aceptadas por los venda como tshikona. La Figura l l 1 2b ) , muestra cómo dicha canción no está relacionada con
muestra también cómo tres de las canciones de niños la tshikona, como sí lo está Potilo (véase la Figura l l b),
( Ejemplos 22, 24 y 25) pueden derivarse del mismo pa� aunque ambas utilicen las mismas notas. Lo que revela su
trón tshikona. La recurrencia del motivo de «fanfarria» relación es el patrón de las melodías respectivas. Así, una
sugiere con claridad que dicha relación no es una crea� canción de cuatro notas deriva de un modelo pentatónico,
ción imaginaria por parte del analista. Además, en cierta m ientras que otra deriva de un modelo heptatónico. Los
ocasión un grupo de niños venda convirtió de hecho la principios de transformación son los mismos y los resulta­
canción Thathatha ( Ejemplo 24) en la tshikona, sustitu� dos musicales pueden ser similares a un nivel superficial,
yendo la letra porfhe, fhe, fhe, sílabas con que suele re� pero sus modelos conceptuales básicos son distintos. Ésta
presentarse verbalmente el sonido de las flautas de caña.
l e� la razón por la que mantuve más arriba que el patrón to-

1
i !JL '
1 HliMANIDAD SO!\ORAMEN'l E OR(;ANIZADA / 'd
1 52

tal de una melodía puede ser más significativo que el nú­ Los procesos de creación fueron probablemente in­
mero de notas utilizado. Un producto de apariencia ele­ conscientes. Incluso es posible que las canciones fueran
mental puede esconder un proceso complejo, y viceversa. compuestas originalmente por niños. Pero si no fue así, y
si ahora las aprenden por imitación consciente más que
(u) Patrón Je Ñ1utshuini lb) Patrón de Mongovho por ósmosis, hubo un tiempo en que fueron compuestas,
� -álc:�
::�_fii!=t*=�i=-' y d proceso de transformación utilizado fue en principio
> i m i la r al que relaciona d p a t rón de la tshikona con el del
/, ludo de la do111/Ja, t a l y como se d iscut ió en el capítulo
l l" 1n· ro ( v1;llsc l a Figu ra H ) . El punto importante aquí es
< ¡ t ll' los principios del proceso creativo no siempre se ha­
l l . t l l en las estructuras superficiales de la música y mu­
' ¡ , , " • 11- 1, ' � t;tdores generativos no son, de hecho, musica­
F I C URA 12. Relación entre dos canciones de niños venda y dos melo­ l<-· l '1 '' ·· i e n t p l o , t a mbién he mostrado cómo una melodía
•.

días de flautas de caña pentatónicas de las que tocan los jóvenes y niños d .. l o,, . ,,. ¡ • t 1 n k .\ l'r ree st r u cturada para ajustarse a cam-
(núm. 4 en las Figuras 5 y 7). 1 " " ' · 1 · 1 1 lm pat mnes tonales del habla presentes en la letra
l t 'l ' l l ' l ' i . t hgma ll ) . H asta los niños venda son capaces de
¡ , , , , n \' I H a j a r nuevas cadenas de palabras en una melo­
Hay otras muchas canciones que están relacionadas con
la tshikona y con las danzas infantiles para flautas de caña, d 1.1 preex isll'nte de una forma que se reconoce como típi­

como he demostrado en mi libro. Mi argumento es que un ' ,, de los venda, aunque para ello no reciban instrucción
análisis musicológico formal puede resultar inadecuado, o l o r 1 1 1 a l alguna y las reglas del sistema sólo puedan ex­
t 1 .1nse a partir de un análisis comparativo de muchas
incluso irrelevante, tan pronto como las canciones se anali­
zan en relación con otros elementos de la música venda y en ' a m iones diferentes. En la música venda, la creatividad
términos de su sistema musical, así como en relación con depende del uso y transformación de los modelos con­
los «orígenes» sociales de dicho sistema. Las canciones de ' e p t uale s básicos que generan sus estructuras superficia­
niños son transformaciones de la música que los niños de­ les. Y, dado que tales modelos se adquieren inconsciente­

ben de haber oído y que, con toda seguridad, tendrán que mente como parte del proceso de maduración, no creo
ejecutar más adelante en su vida. Han sido condensadas que puedan utilizarse de una forma realmente creativa
mediante un proceso de elipsis no muy distinto del que por nadie que no se h alle profundamente inmerso en la
acontece en el habla temprana. En lugar de imitar un movi­ sociedad venda.
miento descendente siguiendo un patrón de melodía a me­ En otras palabras, las reglas de la música venda no son
nudo heptatónico, exhiben un nuevo tipo de patrón que arbitrarias como las reglas de un juego. Para crear música
parece ajustarse mejor al ámbito más limitado de las voces venda hay que ser un venda, h aber compartido la vida so­
infantiles. cial y cultural venda desde la primera infancia. Los recur-
E 9
1 54 ¿HAY MÚ�lCA }.N EL HOMBRE? ·1. Hl;.rvlANIDAD SONORAI'vtFNT}. OR.CANI/ADA 1 55

sos técnicos de la música venda pueden parecer poca organización de nuevas relaciones entre sonidos o bien en
cosa a alguien acostumbrado a la música clásica europea nuevas formas de producirlos. El interés por el sonido
y las reglas básicas de composición probablemente po­ como fin en sí mismo o por los medios sociales para la
drían aprenderse a partir del estudio de grabaciones y de consecución de dicho fin son dos aspectos inseparables, y
mis propios análisis. Pero estoy convencido de que un a mbos parecen estar presentes en muchas sociedades. Bien
músico formado no podría componer una música que se ponga el énfasis en el sonido humanamente organizado,
resultara absolutamente nueva y específicamente venda, bien en la humanidad organizada por medio del sonido
y por tanto aceptable como tal a audiencias venda, a me­ es decir, en una ex pe rien c i a tonal relacionada con perso­
nos que se hubiera criado en su sociedad. Puesto que la nas o en una experiencia compartida relacionada con no­
composición de música venda depende tanto de ser ven­ l a � , la l l l ll<ion de la lll i,Jsica es reforzar ciertas experien­
da y su estructura se halla tan íntimamente relacionada ' 1 . 1 � q 1 w h o � 1 1 r('s u l t ado significat ivas para la vida social,
con dicha condición, se sigue que un análisis del sonido Y I Jil l l i . I I H i o n 1 . 1 .� ('sl red1amente a las personas con ellas.
no puede concebirse al margen de su contexto social y 1 .1 , l l ' . II I\' I<LHI nu1sical puede describirse en términos
cultural. La música de las cuatro canciones podría haber­ . ¡ , . 1 ' 1 1 " nos s111 i a lcs, m u si ca les y cognitivos. En otros dos
se analizado sólo en términos de sus notas, pero estos . 1 1 1 . d I '. J ', l '1 1 hl i, a dos sobre un centenar largo de canciones
análisis no hubieran revelado las estructuras profundas ,., . 1 1 d . 1 , l11· esbm,ado seis conjuntos de reglas que dan
de la música, los procesos mediante los cuales fue creada , I H' l l l <l de sus patrones sonoros. El primero de ellos,

en el contexto de la sociedad venda. Un análisis sensible . . 1 :. 1 , l o res sociales y culturales», comienza con la regla

al contexto resulta ser más general, porque explica la mú­ 1 . 0 . 0 . : << La música se ejecuta como parte de una situación
sica de las canciones de niños de acuerdo con un sistema ··• H iah. Esto puede parecer una obviedad, pero es un pre­

que rige también para otros aspectos de la música venda ludio necesario a reglas más complejas que explican los
y lo hace en términos de sus respectivas funciones socia­ 1 ' ; 1 ! rones musicales como producto de sus antecedentes
les. Es decir, las relaciones sociales y expresivas entre la s• H ia les. Los siguientes cuatro conjuntos de reglas son
función de las canciones de niños y las distintas danzas 1 • ; i s i ca mente musicales: «Tempo, métrica y ritmo», «Tono
con flautas de caña se reflejan en sus relaciones formales y ,]el habla y melodía», «Armonía y tonalidad», «Desarrollo
musicales. mu sical». El último es cognitivo: «Procesos de transfor­
Los análisis de música son esencialmente descripciones mación». Estas reglas son vagas y provisionales, y resul­
de secuencias de distintos tipos de acto creativo: deberían t a n inadecuadas en la medida en que asumen un conoci­
explicar los acontecimientos sociales, culturales, psicoló­ miento aún en ciernes de la cultura y sociedad vendas. No
gicos y musicales en la vida de grupos e individuos que las discutiré en profundidad, pero quiero sugerir cómo y
conducen a la producción de sonido organizado. A un ni­ por qué dichas reglas podrían generalizarse y refinarse en
vel superficial, la creatividad se expresa en música princi­ el marco de una teoría unificada de la cognición, la cul­
palmente a través de la composición y la ejecución, en la tura, la sociedad y la creatividad.

1
156 ¡ H AY MGS!CA E N EL HOMBRE? 157

En primer lugar, permítanme explicar a grandes líneas musical puede reflejar grados variables de conciencia de
ciertos presupuestos teóricos. Emile Durkheim ( 1 968: 447) , l a s fuerzas sociales, y la estructura y función de la música
en The Elementary Forms of the Religious Life ( Las for­ p u eden estar relacionadas con impulsos humanos bási­
mas elementales de la vida religiosa) , argumenta que la cos, así como con la necesidad biológica de mantener un
sociedad no es «Un ser nominal creado por la razón, sino e qu i l ibr i o entre ellos. Si los venda ejecutan música comu­
un sistema de fuerzas activas» . Yo creo que el comporta­ n i t a r i a pr i n c i p a l mente cuando tienen el estómago lleno,
miento es parte integral de la constitución de un animal; 1 1 0 es s i m ple m e n t e por matar el tiempo. Cuando, en la
que los seres humanos no son infinitamente plásticos pnsn u L i , ·l l , d e l a a u t o p rescrvación, se dej an de lado los
y que aprenderemos más sobre la música y la musicalidad l l l l l l l d.�o.� , k ' o o pn a , i o n , r e p rod u c c i ó n y exploración, la
humanas si buscamos ciertas reglas básicas de comporta­ o l l l l l O I I I . I " " 1.1 l l o l l l l l. d l " J a �e ve a k c t a d a . Al hombre no le
miento musical que se hallan condicionadas tanto bioló­ 1 > . 1 ', 1 . 1 ' 1 1 1 1 1 t ' 1 1 n : d l"hl" L 1 1 1 1 h i L; n ser, y llegar a ser. Pero no
gica como culturalmente y que son específicas de nuestra 1 ' " ' ' ' "' .,, . 1 'o l l l l t ' l l l ' L < : u a n d o los venda sienten hambre, o
especie. Me parece que lo que en último término es más , . .. 1 . 1 1 1 , , , " 1 ' · 1 " " � ·· v i L1 1 1 d o l a , no encuentran tiempo ni

importante en música no puede aprenderse, al igual que < ' 1 1 1 ' 1 ) '. " 1 1 ' " 1 " h . 1 , n 1 1 1 t 1 s i c a . N i tampoco imaginan que la
otras aptitudes culturales. Está ahí, en el cuerpo, esperan­ l l l l l 'o l < " ¡ • 1 1 . ! w 1 . 1 , de u n a forma mágica, aliviar su hambre,
do a que lo despierten y desarrollen, igual que sucede con . ! . . ! 1 1 1 � ' l l l o n wdo que los magos que provocan la lluvia no
los principios básicos de la formación del lenguaje. A im­ < "• 1 '� ' � · 1 1 1 ' 1 " " la lluvia caiga si no han visto primero el mo­
provisar, realmente, no se aprende, lo cual no significa \' l l l l l l' l l l o de i n sectos que la anuncia. La música está en
que la improvisación sea fruto del azar. El hombre que la , · ! l o s, pero p a ra surgir requiere unas condiciones especia­
realiza no ha sido improvisado: todos los aspectos de su ' " � · \ u g i e ro q ue los venda hacen música cuando tienen el
conducta están sujetos a una serie de sistemas interrela­ ' . ., , ' H n ago lleno porque, conscientemente o no, sienten las

cionados, estructurados, y cuando improvisa está expre­ l 1 1 n1.as d e la separación inherentes a la satisfacción de la
sando tales sistemas en respuesta a las reacciones que reci­ . 1 1 1 t u p res ervaci ó n y se sienten impulsados a restaurar el

be de su audiencia. De modo similar, las mujeres casadas n ¡ u i 1 i brio mediante una conducta excepcionalmente co­

venda no tienen que reaprender la música de la domba ' >pcra t iva y exploratoria. Así, las fuerzas de la cultura y la
cada cuatro o cinco aiios al inaugurarse una nueva escue­ .�ociedad se expresan en sonido humanamente organiza­
la. Reviven una situación social y la música adecuada sur­ do porque la principal función de la música es promover
girá cada vez que esa experiencia sea compartida cuando una humanidad sonoramente organizada agudizando la
se den determinadas condiciones de individualidad en conciencia humana.
comunidad. En el tercer capítulo sugerí que muchos cambios forma­
Las reglas del comportamiento musical no son conven­ les en la música europea surgieron como resultado del in­
ciones culturales arbitrarias, y las técnicas de la música tento de los compositores de que las personas se hicieran
no son como los desarrollos tecnológicos. La conducta más conscientes de la disarmonía y desigualdad sociales.
-
1 58 ¿HAY MÚSICA EN l:L HOMBRE? 4. HU.'vtANIDAD SONORAJ\·J EN n: OR<;ANIZADA 159

La creatividad musical fue así una función de las actitudes Resulta tentador contemplar la forma musical básica de
de los compositores ante la separación entre personas en tema y variación como una expresión de situaciones y
sociedades que deberían haber sido plenamente coopera­ fuerzas sociales, transformada de acuerdo con los patro­
tivas. De modo muy similar, podemos decir que las rela­ nes de cultura y el estado de la división social del trabajo
ciones temáticas de la tshikona y las canciones infantiles en una sociedad dada. Así, las diferencias esenciales entre
venda expresan las relaciones sociales correspondientes. la música de una sociedad y otra serían sociales, no musi­
La tshikona simboliza la sociedad más amplia conocida ca les . Si la m ú s i c a inglesa parece más compleja que la ven­
por los venda en el pasado; y como la opresión del apart­ da y es prad icada por u n porcentaje menor de personas,
heid los restringe en la sociedad más amplia de la que son d i o � n k l > v a la d i v i s i ú n social del trabajo, no a que los in­
dolorosamente conscientes, esta sociedad tradicional ¡•, lv�v� · · � l n l I I H" I Io.� d o t a d o.� para la música o a que su mú­
continúa siendo la esfera más amplia en que pueden mo­ ' " ' .1 �··o� • ")', I I I I I I· . I I I H' I I I l' 1 1 1 as compleja. Los individuos de

verse con relativa libertad. La tshikona es universal tanto d t l n l ' l l l n ' 1 d 1 1 1 1.1s 110 h <I I I de aprender ni más ni menos
en su contenido como en su forma: todo el mundo asiste o • ..
1 1 '. , 1 ·. 1 . 1 ' 1 1 1 ' l i i i i t' x l o de cada cult ura, éstas no son bási­
participa en ella; sintetiza el principio de individualidad ' . 1 1 1 1 < ' 1 1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1 . 1. � n i menos difíciles. Lo que sí existe son
en comunidad (como un coral de Bach, es interesante 1 1 1 . 1 · · 1 1 1 1 1 c 1 1 o � ' a mpos diferentes en los cuales aprender.

para todos los intérpretes, en contraste con el acompaña­ N " , . " 1 1 1 . 1. � l a , il n i más difícil ser bosquimano que ameri­
miento habitual de los himnos, que reduce a contraltos y ' . 1 1 1 1 >. 1 ·\ d i s t i n t o.
tenores a la condición de esclavos de sopranos y bajos) ; < :o 1 1 1 o
resu ltado de la división del trabajo en la socie­
y su estructura musical incorpora los rasgos más impor­ d.ld, unas personas han de hacer cosas para otras. Si yo
tantes de la música venda. Tanto social como musical­ l 1 1 na bosquimano, me habría hecho mi propia ropa y ca­
mente, es una experiencia compartida. / , 1 r ia m i propia comida: sería individuo hasta un punto
Las canciones de los niños venda son también univer­ < ¡ l ll' n i ngún americano podrá jamás llegar a ser. ( Los
sales, y no limitadas, en cuanto que se espera que todo . l l l lLTicanos que optan por vivir una vida utópica o sepa-
niño venda cante algunas de ellas y su ejecución no queda 1 ada del mundo, realmente no están escapando a la divi­
limitada a un grupo de culto o un sector social. Así, no -� i l l n social del trabajo. Debido a la protección de la socie­
es sorprendente encontrar relaciones musicales entre la dad más amplia, disfrutan de una vida fácil que no tiene
tshikona y las canciones infantiles, que discurren parale­ casi nada en común con la vida de los campesinos y los
las a sus relaciones sociales. En el contexto de la vida mu­ miembros de sociedades tribales, que no pueden permi­
sical y social venda, las canciones de niños pueden consi­ t i rse los lujos que aquéllos dan por sentado mientras tra­
derarse «contrastantes en la superficie, pero idénticas en tan de eludir los problemas de resposabilidad colectiva
sustancia», como Rudolph Reti ( 1 96 1 : 5) ha descrito algu­ que les presenta una división del trabajo más extensiva.)
nas de las grandes obras musicales en su libro The Thema­ En cualquier sociedad, el comportamiento cultural es
tic Process in Music (El proceso temático en la música). aprendido. Aunque la introducción de nuevas habilida-
<t ' '
1 60 1 1 J l i .\1 A N II>AI> SOI\O R A M F N r¡... OR< , A N I / A D A 161

des pueda representar un avance intelectual, el aprendi­ bussy. Dada una persona educada e n una cierta clase so­
zaje de las habilidades acumuladas no plantea tareas c i a l , con las oportunidades emocionales adecuadas, es­
esencialmente diferentes o de distinto grado de dificultad LT ihir música en el estilo de Tchaikovsky es algo que pue­
a los miembros de culturas diferentes. Si existe algún pa­ de a p re n de rse sin gran esfuerzo y que, como muchas
trón diferencial, consiste en que los americanos tienen ' 1 1 ras ha bil id a des culturales, puede transmitirse de una a
que aprender más sobre menos. Esto significa que tie­ ' 1 1 ra generación. A u n que un compositor pueda sentir el
nen que aprender menos de lo que sabe un bosquimano t n a y o r res pl'lo por l a música de Tchaikovsky, si fuera
acerca de algunos asuntos. Los problemas en las socieda­ , o J l \( i e n ll' y k preocupara la tarea contemporánea de ser
des humanas comienzan en el punto en que las personas l n n l l . l l l o ,. q � t i \ t l' l a dec i r algo sobre ello en su música, no
aprenden menos de lo necesario sobre el amor, pues el 1" " l t 1 . 1 " ' 1 '' ' > d t H l l l'.\l' 1 ipo de música en una sociedad cu­
amor es la base de nuestra existencia como seres huma­ \ . 1 '. 1 . 1 1 < ' . 1 \ " ' 1 1 d t s l i n l as de las de la sociedad de Tchai-
nos. Kierkegaard lo expresó en los siguientes términos: 1• < �1 ·.h. ( 1 ,. Hno'l ¡{,· fu h;c d e Strav i nsky puede haber co­
I I H' I l l . l d o l l l l l l o u n remedo de Tchaikovsky, pero acaba
1 , · v e l a n d o s c como p u ro Stravinsky, una obra esencial­
Una generación puede aprender m u cho d e otra, pero lo que es
propiamente humano, n i nguna generación puede aprenderlo
l l l l' I I IL ' n ueva . ) Así, si un compositor quiere producir una
de la precedente. En este aspecto, cada generación comienza de
nuevo desde el principio, no tiene otra tarea que la de las gene­ t l l tlsica re l evante para sus contemporáneos, su principal
raciones que l a precedieron, a no ser que la generación anterior problema no es realmente de naturaleza musical, aunque
se haya traicionado y engañado a sí misma [ . .. ] Ninguna gene­ pueda parecerle que es así: es un problema de actitud ha­
ración ha aprendido de otra cómo amar, ninguna comienza en L Ía la sociedad y la cultura contemporáneas en relación
otro punto que no sea el principio y n inguna tiene ante sí una con el problema humano básico de aprender a ser huma­
tarea menor que l a generación precedente ( 1 939: 1 83 - 1 84 ) . no. La música no es un lenguaje que describa cómo es en
apariencia la sociedad, sino una expresión metafórica de
Amar es la dura tarea, y la música una destreza que sentimientos asociados con el modo en que realmente es.
prepara al hombre para su tarea más difícil. Como en Es un reflejo de -y una respuesta a- fuerzas sociales, par­
este punto cada generación ha de comenzar de nuevo des­ ticularmente a las consecuencias de la división social del
de el principio, muchos compositores sienten que su tarea trabajo.
consiste en escribir nueva música; no como si estuvieran Algunas músicas expresan la solidaridad concreta de
diseñando un nuevo modelo de automóvil, sino como si grupos en situaciones en que la gente se reúne y produce
estuvieran evaluando la situación humana dentro de la patrones de sonido que funcionan como signos de sus
cual se hacen y usan nuevos automóviles. La tarea de di­ lealtades de grupo. Otras músicas expresan una solidari­
señar nuevos automóviles es un problema básicamente dad teórica, cuando el compositor agrupa patrones de
técnico y comercial, comparable con la escritura de mú­ sonido que expresan aspectos de la experiencia social.
sica incidental en el estilo de Tchaikovsky, Mahler o De- Del mismo modo que grupos sociales diversos -por ejem-
1 62 ¿ H A Y !\.JLJSICA F t\' EL HOt\H H\E? ·L HCMANIDAD SONORAME:-.JTE OR<;ANIZAIJA 1 63

plo, en la sociedad venda- pueden unirse por medio de de este logro básicamente humano sean apreciadas de
una ejecución de su danza nacional, en una sociedad in­ manera intuitiva por los oyentes legos, aunque sean tan
dustrial p atrones contrastantes de sonido pueden ser pobremente entendidas por las mentes cerradas de algu­
agrupados por un compositor mediante la idea indivi­ nos expertos musicales.
dual de una sinfonía, con su correspondiente unidad te­ Las teorías de Rudolph Reti y sus seguidores encajan
mática. Como me dijo un jefe venda: « Vas a oír la inter­ bien con investigaciones recientes que muestran que la
pretación más brillante imaginable de nuestra danza ' a pacidad de pensar creativamente y construir formas
nacional: llamaré a todos los músicos disponibles en el nuevas es una función de la personalidad. La creatividad
distrito para que acudan aquí». Mahler, de un modo muy requ iere amplitud de miras o lo que Milton Rokeach de­
parecido, afirmó: «Para mí, escribir una sinfonía signifi­ l l o l n i n a una «mente abierta». La capacidad de sintetizar

ca construir un universo con todas las herramientas de la co. t a 1 1 1 hién un factor de una importancia crítica. Perso-

técnica disponible». 1 1 . 1 '. de mente abierta, bajas en etnocentrismo, revelan

Pueden establecerse relaciones entre los análisis forma­ t i i L I , t H n pleta organización cognitiva, potencialmente

les y expresivos de la música incluso en materias como el I I L I '• , n·a t i va que la que caracteriza a personas de mente

carácter de la creatividad, un tema que ocupa constante­ 1 , 1 1 . u l . , , m á s estrecha. (Debería añadir que un etnocen-

mente a musicólogos y críticos. En años recientes se ha va­ 1 1 1 '. 1 1 1 0 superficial no siempre ha de ser tomado como

lorado la capacidad creativa en función de la capacidad ¡ • 1 1 1 < " 1 '·' de a u téntico etnocentrismo. Por ejemplo, el apa-
del compositor para producir unidad temática con con­ 1 1 ' 1 1 1 < ' 1 ' 1 I I O<Tntrismo de los negros que ven en una forma

traste expresivo, y los notables estudios de Heinrich , ¡ , l '• " I n Negro el único medio para recuperar su tierra y
·

Schenker, Rudolph Reti, Hans Keller, Alan Walker y otros . , � , 1 d ) ( ' 1 t .1 d es muy diferente del tipo de etnocentrismo de

1 . . . . h l . 1 1 1 < os que se les oponen.)


han tendido a subrayar el carácter inconsciente de ese
proceso. Por ejemplo, Alan Walker ha mostrado que los 1 1 .1 \' l ' l u , · h a s que sugieren que, aunque la creatividad
temas de la Cuarta Sinfonía de Tchaikovsky surgen del 1 1 1 1 1 1 1 . 1 1 1 . 1 . 1 1 ' · ' rczca como el resultado del esfuerzo indivi­
«tema del destino» que abre la obra, reconocido intuitiva­ " " · " . . . . . . ¡ , . 1 ! ,·, ho un resultado del esfuerzo colectivo que

mente por el propio compositor como germen de toda la ,. • ' 1 , , , .... 1 < ' 1 1 el nllnportamien to de los individuos. La
sinfonía ( 1 962: 1 1 6- 1 26). Muchos críticos la han descali­ " ' ' I ', I I L i l l , l . ! d l ' uc d e ser una expresión de conducta ex­

ficado como pobremente construida sobre la base de que ' " " ' . t l < l l l . l 1 1 1 1 1 . 1 L 1 nm los materiales acumulados de una

su material temático no fue tratado de acuerdo con las re­ 1 1 , , o l 1 1 1 1 1 1 1 1 t � I I I I L i i . Y la capacidad de sintetizar, que a me-
glas convencionales de la construcción sinfónica. En reali­ 1 1 1 1 . 1 . , ··• 1 ! . 1 1 • �t · l t ' n d ido que distingue el genio del talento,
·

dad, esta obra podría describirse como un salto intelec­ 1 ' 1 1 • · · ¡ . . n 1 ' 1 < "· . 1 1 la organización cognitiva global que es
tual hacia delante en el que Tchaikovsky fue conducido f', < ' l l < ' l , , , l , , 1 ' " 1 l . 1 c x p e r i c ncia de las relaciones existentes
hacia una manera innovadora de elaborar la forma sinfó­ < ' 1 1 1 1 • · 1 . . · . ¡ ', 1 1 1 1 ' " � .-; m· i a ks que usan y desarrollan las téc-
nica; y resulta interesante que las consecuencias musicales 1 1 1 • . 1 ·. . ¡ , . l . 1 1 1 .u 1 1 , i< 1 1 1 . Si e s o es así -y estoy convencido de
r

1 64 ¿HAY MÚSICA EN FL HOMBRE? 1 ! ll : .r>,..!ANIDAD SO�ORAMENTE ORC;ANIZADA 1 65

ello-, las diferencias entre culturas y el desarrollo de sus sultará cada vez más difícil adaptarse a los cambios que
tecnologías son el resultado de diferencias no de intelec­ derivan inevitablemente del nacimiento, vida y muerte
to, sino de organización humana. Si los blancos de Sudá­ de s us individuos. En ocasiones sucede que logros cul­
frica parecen rendir mej or que los negros, o los ricos y la l u rales extraordinarios pueden tener lugar en socieda­
élite de un país parecen rendir mej or que los pobres o las d es en las que la huma nidad del hombre ha sido progre­
masas, no es porque ellos o sus progenitores sean más sivamente ultraj ada, rest ringida e ignorada. Eso se debe
listos o posean una herencia cultural más rica. Es porque a q u e el desa rrollo cult ural puede alcanzar un estadio en
su sociedad está organizada de tal modo que tienen me­ d q u e se autogenera de forma práct icamente mecánica,
jores oportunidades para desarrollar su potencial huma­ 'i b i e n sólo en ciertos ámbitos de actividad y durante un
no, y en consecuencia su organización cognitiva. Si 1 i c 1 n p o lim i tado. La historia de muchas civilizaciones ha
los tests de inteligencia desarrollados por miembros de n�t ,,, LHio que una sociedad y su cultura pueden acabar
cierta clase social muestran el pobre rendimiento por , o l . q " · " H iose a causa de la alienación humana. La má­
parte de los miembros de otra clase en una sociedad teó­ ' 1 ' ' " ' · ' , k j a de funcionar cuando falta el único poder que
ricamente «abierta», lo que en primer lugar deberíamos l ' " ('( k 1 1 1 o v e r l a : la fuerza creativa que surge de la auto­
cuestionarnos es cuán «abierta» es realmente dicha so­ ' o 1 1 , , , . m ia humana. Ésa es la razón por la que los venda
ciedad, y en qué medida sus divisiones de clase inhiben 1 1 1 ." s l c n en que « El hombre es hombre debido a sus aso­
el desarrollo cognitivo de sus miembros menos afortu­ ' i a c iones con otros hombres», reforzando su creencia
nados. , 'm música. Cada vez que, tocando tambores, cantando y

Los cambios y desarrollos en la cultura y la sociedad locando sus flautas, comparten la experiencia de un di­
son una función del crecimiento de la población y de las redor invisible entre ellos, se hacen más conscientes del
relaciones y actitudes entre las personas dentro de pobla­ sistema de fuerzas activas que constituye su sociedad, y
ciones dadas. Los grupos más amplios de personas impli­ su propia conciencia se agudiza.
cadas en empresas conjuntas se ha traducido en una ma­ La música no puede cambiar las sociedades como pue­
yor productividad. En tales casos, un incremento en la den hacerlo los cambios en la tecnología o la organiza­
división del trabajo resulta productivamente dinámico, ción política. No puede l levar a la gente a actuar, a menos
pero sólo siempre y cuando a la larga no constituya una que esté social y culturalmente predispuesta a hacerlo.
división entre la gente. La interacción entre mentes que se No puede infundir hermandad, como esperaba Tolstoi,
han desarrollado en condiciones diversas es un estímulo ni ningún otro estado o valor social. Lo más que puede
para la invención en una situación nueva, compartida, en hacer en las personas es confirmar situaciones que ya
el supuesto de que la situación sea realmente compartida. existen. Por sí misma no puede generar pensamientos
Cuando una situación compartida pasa a ser estática o que beneficien o dañen a la humanidad, como algunos
formalizada, o se desintegra por completo, la creatividad escritores han querido. Pero puede hacer a las personas
tenderá a secarse y para los miembros de esa sociedad re- más conscientes de sentimientos que han experimenta-
1 66 ¿HA Y MÚSICA EN EL HOMBRE? 1 HUMANIDAD SONORAMEN TJ-, OR(;Ar-.;JZAD A
1 67

do, o que han experimentado en parte, al reforzar, estre­ la tocan (y ya he venido indicando que incluso los miem­
char o expandir su conciencia de distintas formas. Puesto bros de una misma cultura no reciben su música de igual
que la música se aprende en contextos diversos, también manera) , pero nuestra propia experiencia sugiere que
lleva a componer en el espíritu correspondiente. Alguien existen algunas posibilidades de comunicación transcul­
puede crear música para ganar dinero, para su placer pri­ t u ral. Estoy convencido de que la explicación ha de en­
vado, p ara entretenerse o para acompañar una amplia contrarse en el hecho de que, al nivel de la estructura pro­
gama de eventos sociales, y no precisa expresar una preo­ funda de la música, hay elementos que son comunes a la
cupación abierta por la condición humana. Pero su mú­ psiq ue humana, aunque puedan no aparecer en las es­
sica no escapa al sello de la sociedad que hizo humano a t ructuras superficiales.
su creador y el tipo de música que compone estará siem­ < :onsidérese la cuestión del «sentimiento en música»,
pre relacionado con su conciencia de -y su preocupación t a n a menudo invocado para distinguir dos interpreta­
por- el resto de sus semejantes. Su organización cogniti­ ' io nes t écnicamente correctas de una misma pieza. Esta

va será una función de su personalidad. , l , , ct r i n a del sentimiento se basa en realidad en el recono­


En este punto quienes se interesen por la musicología y ' i m ie n t o de la existencia e importancia de estructuras

la etnomusicología pueden sentirse desilusionados en la 1 1 n , f u ndas en la música. Afirma que la música funciona o
medida en que parece que estoy sugiriendo que no exis­ t raca sa en virtud de lo que se oye, y de cómo la gente res­
ten bases p ara comparar los diferentes sistemas musica­ ponde a lo que oye «en las notas», pero asume que las re­
les; no hay posibilidad de una teoría universal del com­ l a c i ones superfici ales entre notas que pueden percibirse
portamiento musical, ni esperanza de comunicación , o 1 1 1 o «objetos sonoros» son sólo una parte de otros sis­
transcultural. Pero si consideramos nuestras propias ex­ t t" l n a s de re l a c i o n e s . Dado que estas suposiciones no se
periencias debemos reconocer que, de hecho, no es así. , · , t a b k , l'll ron d a r i d a d , y sólo se entienden débilmente,
La música puede trascender el tiempo y la cultura. Músi­ , · , t a ' a l i m w ' i o n es resultan de lo más dogmático y a me­
ca que entusiasmaba a los contemporáneos de Mozart y t l l u l • , '�' p rese n t a n e n v u e l t a s en el lenguaje de una secta
Beethoven nos entusiasma todavía, aunque no compar­ c l i t i , t ,l . F l ekl l o de d icha confusión sobre personas mu­
tamos su cultura y su sociedad. Las primeras canciones s i c a l m e n l l' comprometidas puede ser traumático y el in­
de los Beatles son aún emocionantes, aunque desgracia­ d iv id u o co n una inclinación musical puede sentirse total­
damente los Beatles se separaran. De modo similar, algu­ mente desanimado.
nas canciones venda que debieron de componerse hace Cuando de niño llegaba a dominar una pieza de piano
siglos todavía entusiasman a los venda, y también a mí. técnicamente difícil, a veces me decían que la tocaba sin
Muchos de nosotros nos maravillamos con la música sentimiento. De resultas de ello tendía a tocar más fuerte
para koto de Japón, la música p ara sitar de la I ndia, l a o agresivamente, o sencillamente renunciaba. Parecía un
música chopi para xilófonos, etc. N o digo que recibamos asalto a mi integridad como persona, más que una crítica
la música exactamente de la misma manera que quienes a mi habilidad técnica. De hecho, mi interpretación «sin
'
16H ¿HAY MÚSICA EN H HOMBRE? 1 l l t :i\J¡\;-..¡ IDAD SONORAMENTE OIH;ANIZADA 169

sentimiento» era el resultado de técnicas de enseñanza a ser «sentida». Una vez que conocemos el paso de baile
inadecuadas, erráticas, en una sociedad cuya teoría edu­ .lsociado, podemos saber si JJ JJ n m debe entenderse
cativa se fundaba en una confusa doctrina que relaciona , o m o 1 -2-3- 1 23, 1 23 1 -2-3-, 1 -2-3-4, o lo que sea. Puede
el logro con una combinación de herencia superior, tra­ resultar necesario contener la respiración para «sentir»
bajo duro e integridad moral. Una aversión esnob al domi­ u n a pieza de música coreana, cuya elegancia y refina­
nio técnico, la tecnología y la «mera» destreza desaproba­ l l l iento únicos son difíciles de apreciar para un europeo.
ba la atención a problemas mecánicos básicos, a menos l l n control similar del cuerpo hace que resulte más fácil
que vinieran envueltos en un halo de moralidad, como , . 1 p t a r el ínnigster Empfindung (sentimiento muy íntimo)

sucedía con la práctica diligente de escalas y arpegios. La , Id últ imo movimiento de la Sonata para piano op. 1 09 de

actitud venda hacia tocar bien es esencialmente técnica y l kct lwven. Basta respirar despacio, relaj ar completa­
no desacreditadora del yo. Cuando el ritmo de un tambor l l l l'nle el cuerpo y tocar: la Empfindung llega por el cuer-
contralto en la domba no es correcto, pueden decir a la 1 " . , , k j a ndo de ser un elemento teutónico, esquivo y mis-
ejecutante que se mueva de tal forma que su percusión se 1 <" 1 1 1 1.� 1 1 .
vuelva parte de un movimiento corporal total: toca con 1 >hv i a mente, la interpretación más profundamente
sentimiento precisamente porque se le muestra cómo ex­ ·., · n i H h d e cualquier pieza de música será aquella que se
perimentar el sentimiento físico de estar moviéndose con · ' 1 • 1 1 1 x i 11 1e de forma más fiel a los sentimientos de su crea­
su instrumento y en armonía con el resto de los intérpre­ ' 1, •r en el momento en que éste comenzó a captar con la
tes y danzantes. Con ello no se sugiere que sea una perso­ l 1 1 r 111a musical la fuerza de su experiencia individual.
na insensible o inadecuada. Lo que es un lugar común en l ' u c � t o que a menudo esta experiencia puede comenzar
1 la instrucción musical venda parece una rareza en «mi» , , 1 1110 u n a agitación rítmica del cuerpo, es posible para

sociedad. ' " ' in k r prcte volver a captar el sentimiento adecuado por

Muchas veces, el propósito expresivo de una pieza mu­ 1 , , v 1 . 1 d e e n cont rar el movimiento adecuado. ¿ Hay que
sical ha de encontrarse mediante una identificación con �� � ' l ' l l' n d cr s e entonces de que tantas personas abando-
los movimientos corporales que la generaron, los cuales 1 1 1" 1 1 l.1 n H I S Í l <t porque no pueden tocar lo que sienten, o
a su vez pueden tener origen tanto en la cultura como en ¡ •orquc no pueden sentir lo que tocan? Al crear una falsa
las peculiaridades individuales. Existen tantos tempi di­ d i , o l o n t r ;t c n t re las estructuras superficiales y profundas
ferentes en el mundo de la naturaleza y del cuerpo huma­ de Lt 1 1 1 lr s i , a, m u chas sociedades industriales han p riva­
no que la música tiene posibilidades inagotables de coor­ do a la gl' n l c dl' b u e n a parte de la práctica y el placer de
dinación física con cualquiera de ellos, o con varios de hacer nHí s i ( a . ¿ 1 >e qué sirve enseñar a un pianista a tocar
ellos al mismo tiempo. Sin este tipo de coordinación, que escalas y a r pegios de acuerdo con determinado sistema
sólo puede aprenderse mediante una experimentación didáctico, para luego esperar de él que sienta la música de
constante, o más rápidamente por transmisión oral di­ piano de Mozart , Beethoven, Chopin, Debussy y R avel
recta, existen pocas posibilidades de que la música llegue por un esfuerzo autónomo de la voluntad, o mediante el
1 70 ¿HAY MÚSICA EN EL HOMHRF? 4. HUMANIDAD SONORAMENTE O]{( ,ANJ/.Al lA 1 /1

empleo de cierto misterioso atributo espiritual? Una cosa M e gustaría retomar e l ejemplo de la tshiko1111 y l a s can
es ejercitar los músculos del dedo y otra que las escalas y ciones infantiles venda. Ya no me satisface el an cí l isis que
arpegios de la música de un compositor quizá se sientan hiciera en Venda Children's Songs, donde intenté e xp l icar
más profundamente cuando se tocan de acuerdo con su los fenómenos musicales como expresión de situaciones
sistema. Es decir, si descubres por medio del sentimiento sociales. Ya no lo considero suficientemente general. Por
la manera en que Debussy debía de colocar las manos y el ejemplo, el uso de los términos «llamada y respuesta}} im­
cuerpo cuando tocaba el piano, tal vez puedas conseguir plicaba una forma musical derivada socialmente, en vez
un mejor sentimiento para su música. Puedes descubrir de buscar una estructura básica de la cual puedan derivar­
que tocas la música con sentimiento sin necesidad de te­ se tanto la forma responsorial como las situaciones socia­
ner que ser inmensamente «profundo». les de solo-coro/líder-seguidor. Supongamos que contem­
Serás, de hecho, hondamente profundo, porque esta­ plamos los subsistemas social, musical, económico, legal,
rás compartiendo lo más importante que hay en la músi­ e l e , de una cultura como transformaciones de estructuras
ca: lo que se halla en el cuerpo humano y es universal a to­ h<isicas que se hallan en el cuerpo, innatas en el hombre,
dos los hombres. Y será misterioso sólo en cuanto que no parte de su equipamiento biológico. Entonces tendríamos
entendemos lo que sucede en el extraordinario cuerpo di ferentes explicaciones para un montón de cosas que
que todos poseemos; pero no será misterioso en el senti­ h asta aquí hemos dado por supuestas y seríamos capaces
do de ser algo reservado para unos pocos. de encontrar correspondencias entre elementos aparente­
Después de todo, quizá haya esperanza de una com­ mente dispares de la vida social. Por ejemplo, es posible
prensión transcultural. No digo que podamos experi­ que las siguientes relaciones sean todas transformaciones
mentar exactamente los mismos pensamientos asociados de u na m isma estructura: llamada/respuesta, nota/nota
con la experiencia corporal; pero, probablemente, lo más acompañante, tónica/ contratónica, individuo/comuni­
cerca que podemos llegar a estar de lo que significa reso­ dad, jefe/súbditos, tema/variación, varón/hembra, y así
nar junto con otro, sea sintiendo a través del cuerpo. No �lll csiva mcntc.
intentaré discutir aquí la cuestión de la comunicación La L'l no musicología es, en algunos aspectos, una rama
musical como fenómeno fisiológico. Pero si la música co­ de la a nt ro pología cognitiva. Parecen existir principios
mienza, como he sugerido, como una agitación del cuer­ estructurales universales en música, tales como el uso de
po, podemos evocar el estado en el que fue concebida por formas en espejo (véase el Ejemplo 1 6 ) , tema y variación,
la vía de seguir el movimiento corporal de la música, y así repetición y forma binaria. Siempre será posible que és­
sentirla de manera muy cercana a como el compositor la tas surjan de la experiencia de relaciones sociales o del
sintió. Algunos pueden ser lo b astante afortunados para mundo natural: un interés inconsciente por las formas en
poder hacerlo de forma intuitiva; pero para la mayoría de espejo puede surgir de la experiencia ordinaria con for­
la gente será más fácil si las notas musicales se consideran mas especulares de la naturaleza, como, por ejemplo, la
el producto de procesos cognitivos, físicos y sociales. observación de las dos «mitades}} del cuerpo. Si diferen-
1 72 ¿HAY MÚSICA EN EL HOMBRE? 1 1 1 1 � I A N i l l i\ l l �� lNORAMFNTJ ·. t J !H ; A N I /. A l li\ 1 73

tes aspectos y dominios de la conducta humana se anali­ 1 1 1 ;Í s generalizada «conciencia soc i a l » como u n as pe cto
zaran de esta manera, obtendríamos una nueva visión de de la conciencia individual. Existe una diferencia i mpor­
las sociedades y el progreso humano y -lo que es más im­ l . l l l l l' entre la conciencia «natural» que un i ndividuo t iene
portante- un nuevo concepto del futuro del hombre. 1 t·spec t o a cualquier otro cercano, en tanto que su seme­
La evolución tecnológica y el incremento en el tamaño ¡ . l l l ll' h u m a no, y su conciencia «cultural» de los ve c in o s
de las sociedades no pueden tomarse como signos de la , • 1 1 1 1 o p e rson a s que hablan ciertas lenguas o pertenecen

evolución de la cultura en general, ni del potencial inte­ . 1 , i c r t a s razas, clases o credos. Puesto que los seres hu-
lectual humano. Una canción «popular» africana no es 1 1 1 a 1 w s son fisiológicamente parte del mundo natural,
necesariamente menos intelectual que una sinfonía: la d l l d o q u e puedan crear algo cuyos principios no sean ya
aparente simplicidad del sonido puede esconder comple­ 1 1 1 l w l r n tes a l sistema de complejidad automática al cual
jos procesos en su generación; puede haber sido estimu­ 1 ' ' ' 1 l t' l l l'l e rL Los ordenadores, las radios, los rayos X y la
lada por un salto intelectual hacia delante, en el cual l l ' l n i s i < i n no son en cierto modo más que extensiones
quien la compuso vio más allá de los límites de su cultura 1 · 1 ' 1 • ,¡ ,·.s is lle los poderes congénitos del hombre para el

y fue capaz de inventar una forma nueva y poderosa para , . r l . " l o, la telepatía, la diagnosis sensorial y la clarividen­

expresar en sonidos su visión de las posibilidades ilimita­ ' 1 . 1 . .'.e p u e d e n describir los inventos como descubri­
das de desarrollo humano. Como logro humano, sería I I I H' n tos i ntencionados de situaciones que ya eran posi­
más significativa que la complejidad superficial de una hks p< •r o tro s medios. Modificaría la hipótesis de que «el
sinfonía de escuela producida en el contexto de una so­ h o r n hre se hace a sí mismo», sugiriendo que, a lo largo de
ciedad tecnológicamente avanzada, y por tanto compara­ s i glos de logros culturales, el hombre se ha extendido a sí
ble a una obra maestra original. Y, como una obra maes­ r n i s n w e n el mundo y ha desarrollado la expresión de su
tra sinfónica, es capaz de sobrevivir por su calidad , < l l l l i e n c i a del mundo. Ha desplegado experimentos de

musical, pero también por lo que significa para oyentes v i d a q u e k ayuden a ser lo que de hecho ya es. No preten­
críticos. do q u e las culturas en sí mismas sean algo genéticamente
Mediante las operaciones del cerebro, en el cuerpo de h eredado, s i n o que son generadas mediante procesos que
una persona se dan en funcionamiento simultáneo tres se a d l¡ u iere n biológicamente y se desarrollan por medio

órdenes de conciencia: la complejidad universal y auto­ de la interacción social.


mática del mundo natural; la conciencia de grupo, que se Un análisis de los procesos más profundos del com­
ha aprendido a través de la experiencia compartida de la portamiento musical venda sugiere que algunas capaci­
vida cultural; y la conciencia individual, que puede tras­ dades innatas son tan necesarias como las experiencias
cender la conciencia de grupo cuando un individuo utili­ de aprendizaje p ara conseguir hasta la más elemental ap­
za o desarrolla áreas de complejidad básica automática titud musical, no digamos ya una aptitud musical excep­
no exploradas por su sociedad. Utilizo el término «con­ cional. La prueba más convincente de las capacidades
ciencia de grupo» deliberadamente, porque considero la creativas innatas puede encontrarse en el modo en que
25 ' r

1 74 ¿HA Y MÜSICA EN EL HOMBRE? ¡ 1 1 1 1 .\I A N i l >AD SONORAMENTE OJH;ANl/:\1 lt\ 1 · ·,

los venda se entregan a nuevas experiencias de orden so­ c�l ructuras de la interacción humana L'l l ge nna l pw 1 1 w
noro, así como en los procesos que han generado distin­ dio d e las estructuras implicadas en la cn:ar i o n d e 1 1 1 1 1 � 1
tos rasgos de su tradición musical y que constantemente 1 . 1 , y así aprender más sobre l a naturaleza í n t i m a d e 1.1

dan lugar a variaciones dentro de dicha tradición. La I I H' n l l' hu mana. Una de las ventajas de estudiar la m ú s ica
adopción y adaptación venda de la música europea dan fe 1 ' ' q u e se t r at a de un proceso relativamente espon t án e o L'
de la aplicación inconsciente y creativa de procesos mu­ 1 1 1 1 o l l s,· i c n t e . Puede representar la mente humana traba­
sicales. Los mal llamados «errores» al cantar música eu­ ¡ . 1 1 1 d o s i n i n t e r ferencia y, así, la observación de estruc-
ropea pueden deberse en ocasiones a un aprendizaje ina­ 1 1 1 1 . 1 � l l l u s i ,·aks puede revelar algunos de los principios
decuado, pero en muchas otras son intencionados. Los 1 " . 1 1 1 1 < l m.dcs e 1 1 los que se basa toda vida humana. Si pu­
venda son capaces de imitar intervalos cromáticos, notas l lu · 1 . 1 1 1 1 1 ,., 1 1 1 1 •si ra r ,-� m e x a c t itu d cómo el comportamiento

de atracción o encadenamientos de acordes a la europea; 1 1 1 1 1 '. 1 1 .d 1 1· q u u . 1 todos los de más aspectos del comporta-
pero generalmente prefieren crear más que imitar, por lo 1 1 1 1 1 ' 1 1 1 1 , 1 1 1 1 1 1 1 . 1 1 1 1 1 1 · 1 1 l . 1 , u l t u r a ) es gen e r ado por conjuntos
que escogen ignorar esos rasgos de la música europea o t 1 1 1 1 1 . , . , . ! 1 1 1 T. l . • ·· q 1 1 •· .,, . . 1 p l i, a 1 1 a u n nú mero infinito de va-
mejorarlos, no porque se encuentren atados a p atrones 1 1 . d • l 1 · . . 1 ' 1 " 1 1 1 . 1 1 1 1 1 1 '• . . d >n 1 1 0 �olo qué aspectos del com-
·

aprendidos de conducta, sino porque hay procesos más 1 " 1 1 1 .1 1 1 1 1 1 ' 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 '. 1 1 .d •, o 1 1 npn l l i ,·;u J J e n t L' musicales, sino
profundos en juego en su actividad musical que les inspi­ l . 1 1 1 1 h 1 1 ' 1 l 1 1 1 1 1 1 " 1· < 1 1 . 1 1 1 d 1 1 t .dc., rl'g l a s y var iables son apli-
ran una adaptación creativa de los sonidos nuevos. No 1 . 1 l > l 1 · � .1 1 1 l n •·· 1 q •o' d e , o 1 1 q >o r L u 1 1 iento.
estoy defendiendo que sistemas musicales concretos sean ; \ p 1 , · n d i1'11do 1 1 1 ao, ·" > 1 1 1 a u t o m á t ica del
(' l a , o 1 1 1 p k j idad
innatos, sino que algunos de los procesos que los generan 1 de proba r de forma
l l • · r po l u 1 1 1 1 a 1 1 o , stTl' l l l o s ra pa res
pueden ser innatos en todos los hombres y, por tanto, es­ 1 l l l l < l u ye n l l' que todos los hom bres nacen con intelectos
pecíficos de nuestra especie. Similar prueba de creativi­ 1 " • I L ' I l L i a l m e n t e b r i l l a ntes, o al menos con un nivel muy
dad se aprecia en las canciones infantiles venda, muchas . .!,·vado de competencia cognitiva, y que la fuente de la
de las cuales han sido compuestas por niños. Sus estruc­ 1 r. . at i v idad cultural es la conciencia que surge de la coo­
turas sugieren un uso creativo de rasgos del sistema mu­ p na c i ú n social y la interacción amorosa. Al descubrir
sical que van más allá de las técnicas aprendidas en su , on precisión cómo se crea y aprecia la música en dife­
sociedad. No veo cómo los procesos más profundos, apa­ re n t e scontextos sociales y culturales, y al establecer qui­
rentemente inconscientes, de generación podrían ense­ ;;í que la musicalidad es una característica universal, es­
ñarse o aprenderse en sociedad, excepto a través de un p e c ífica de la especie, podremos mostrar que los seres
proceso holista y complejo de relación entre las potencia­ humanos son más extraordinarios, incluso, de lo que ac­
lidades innatas y su realización cultural a través de la in­ tualmente creemos -y no sólo unos pocos, sino todos-, y
teracción social. que la mayoría de nosotros vive muy por debajo de su po­
Si estudiamos la música del modo que he venido sugi­ tencial debido a la naturaleza opresiva de buena parte de
riendo, deberíamos ser capaces de aprender algo sobre las las sociedades. Armados con esta información vital sobre
1 76 ¿HAY MÚSICA EN EL HOMBRE?

la mente, podremos comenzar a desacreditar de una vez


por todas los mitos sobre la «estupidez» de la mayoría y Referencias bibliográficas
sobre el egoísmo y agresividad supuestamente «innatos»
del ser humano, con los cuales nos bombardean sin cesar
quienes buscan justificar la coerción de sus semejantes en
sistemas sociales antidemocráticos.
En un mundo donde el poder autoritario se mantiene
por medio de una superior tecnología y donde se supone
que una tecnología superior indica un monopolio del
intelecto, es necesario mostrar que las fuentes reales de
la tecnología y de toda cultura se hallan en el cuerpo hu­
mano y en la interacción cooperativa entre cuerpos huma­
nos. Hasta el hecho de enamorarse puede resultar más
l \ 1 1• 1· l r J • . , j o h n ( 1 'Jil 7 ) , Ve uda L '/J ildrcu's Son gs. }ohannes-
significativo al contemplarlo como una actividad cogni­
1 > 1 1 1 ¡ •, o, \V 11 w a t n s r a n d U n i vns i t y Press. [ Tr ad . esp. de su
tiva en la que se realinean categorías aprendidas, que no
, · l l 'lt u l o ) <d -:1 a n <í l i s i s c u l t u r a l de la m úsica», en Fran­
' ,
como un ejercicio de los órganos sexuales o una reacción
' i " " < : r uccs y o t ros ( cds. ) !.as cult uras musicales. Lcctu ­
hormonal. En un mundo de crueldad y explotación como
' ' ' ' d,· ,·t ;¡omus icología . Madrid, Tro t t a , 2 00 1 , pp. 1 8 1-
el nuestro, en el que en aras del beneficio económico pro­
! l l .' . 1
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