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Recordemos en esta materia, que en virtud del principio de legalidad, los órganos del
Estado sólo pueden actuar válidamente dentro de su competencia, bajo sanción de
nulidad de derecho público. Es decir, una Municipalidad no podrá entonces invadir la
competencia de otros servicios públicos, mediante una simple ordenanza municipal –de
aplicación local– pues con ello se encuentra vulnerando flagrantemente la Constitución.
En esta materia no se discute –claro está– la facultad que tienen estas corporaciones
para dictar resoluciones de carácter general dentro de la comuna, pero esta facultad está
limitada en dos aspectos: en cuanto a materias de su competencia y en cuanto estas
materias no estén reguladas por ley y no sean de competencia de otros órganos de la
Administración.
- Por una parte, resulta ser sin duda arbitrario, toda vez que no parece lógico ni fundado
en establecer cierto número de metros cuadrados que habiliten para poseer un perro.
¿Por qué no 100 o tal vez 1.000 metros cuadrados? No existe consideración alguna al
respecto. Un perro puede tener variedad de tamaños y pesos y no aparece justificada la
proporción. Es decir, tal limitación se debe al solo capricho del redactor de dicha
Ordenanza.
- Por otra parte, es discriminatorio, toda vez que –como en la antigüedad– depende de
la superficie del terreno de que se es propietario, favoreciendo sin lugar a dudas a
quienes poseen mayores extensiones de terrenos, contra quienes no poseen dicha
extensión mínima. Ninguna vivienda social de este país podría contar jamás con perros,
animales de gran compañía para quienes sufren necesidad económica o afectiva.
- Por último, vemos claramente con dicha limitación una vulneración al derecho de
propiedad.
En efecto, el Código Civil –recordemos– establece que los bienes consisten en cosas
corporales o incorporales. Las cosas corporales pueden ser muebles o inmuebles. El
artículo 567 del Código citado califica de "cosas muebles" a los animales. Por su parte,
se establece que las cosas incorporales son derechos reales o personales, señalándose
que sobre éstas existe una especie de propiedad.
Por su parte, se amenaza, perturba y priva del derecho que se tiene a poseer mascotas.
Sabido es que –en la opinión de muchas personas– los animales contribuyen al
enriquecimiento espiritual de la comunidad. Con ellos, los niños aprenden valores como
la amistad, la lealtad, el respeto, debiendo considerarse además que el perro, desde
tiempos inmemoriales, es considerado fiel compañero del hombre. El Estado, tal como
lo reconoce la Constitución Política de la República en su artículo 1º, tiene por fin el
bien común, debiendo así contribuir a crear las condiciones sociales y culturales que
permitan a la población su mayor realización espiritual y material posible, objetivos a
los que no contribuye la aplicación de esta Ordenanza.
La Corte de Temuco, en sentencia pronunciada con fecha 30 de enero del 2001, acogió
en parte nuestro planteamiento al señalar en su considerando tercero que "significa una
limitación a la facultad de adquirir el dominio de uno o más perros y sabido es que el Nº
24 de la Carta Fundamental expresa a la letra que sólo la ley puede establecer el modo
de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y
obligaciones que deriven de su función social".
En relación a la exigencia de una placa y pago de arancel, cabe señalar en esta parte que
los impuestos sólo pueden ser establecidos por ley (artículo 60 N° 14 de la Constitución
Política de la República). La Constitución señala que todos los tributos ingresarán al
patrimonio de la nación y excepcionalmente, y dentro de los marcos que establezca la
misma ley, podrá autorizar que los tributos que graven actividades o bienes que tengan
una clara identificación local puedan ser establecidos por autoridades comunales y
destinados a obras de desarrollo comunal. En materia municipal, la ley orgánica
respectiva N° 18.695 de 1988 autoriza a las Municipalidades a cobrar determinados
tributos que se relacionan con servicios y autorizaciones que se conceden dentro de la
comuna respectiva, como los derechos y las licencias.
Así, tal cobro de patente es considerado por la Corte de Apelaciones de Temuco como
una perturbación al derecho de propiedad, garantizado éste por la Constitución y
protegido por esta acción.
Diversos son los resguardos legales en materia de inviolabilidad del hogar cuya
oportunidad no es ésta de detallar, pero valga señalar que ni siquiera en la comisión de
un delito o en la investigación de un hecho los agentes de policía están autorizados para
ingresar libremente a recintos privados sin que medien previamente las autorizaciones
judiciales correspondientes, resultando sorprendente que se le confieran estas
atribuciones a funcionarios municipales.