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APOSTILLAS PARA UNA CRÍTICA AL CANON LITERARIO TRADICIONAL

DESDE LAS LITERATURAS EMERGENTES:


LAS “OTRAS LITERATURAS1” MARGINAL Y LOCAL

Mg. Pedro Nelson Montes


mpludwing@hotmail.com

Ningún autor puede tener mayor


o menor valor que otro
Ernesto Carrión

El canon literario tradicional, en especial el occidental de Harold Bloom,


fundamenta sus criterios de validez y legitimación en estéticas hegemónicas, en nociones
metafísicas y esencialistas, marginando o excluyendo estilos y lecturas críticas aisladas a la
teoría. Este canon dominante que pretende magnificar “el valor estético” en principios
universalistas, comienza a ser cuestionada por narrativas locales, que por sui generis, se
convierten en formas de resistencia literaria diferentes a la literatura canónica o la teoría
crítica oficial. Estas obras o escritores del canon occidental, reconocidas en una
perspectiva elitista, por el principio de la “extrañeza, [considerada como] una forma de
originalidad…” (Bloom, 1997:13) se sustentan unidimensionalmente en una concepción
formalista donde se suponía “que la ´rarefacción´ era la esencia de lo literario” (Eagleton,
2009: 16), es decir, la validez estética se fundamentaba en la sublimidad o belleza de la
extrañeza que causa en el lector, en otras palabras, por la razón que “se experimenta un
extraño y misterioso asombro, y casi nunca es lo que experimentamos” (Bloom, 1997:13).
Este criterio de la novedad o deslumbramiento con pretensión universalista (Pozuelo,
2007) para los estudios literarios, niega la posibilidad de nuevos principios estéticos que
valoren las nacientes expresiones literarias al margen de la alta literatura.

Por consiguiente, la concepción canónica de la literatura condena al ostracismo


estéticas o estudios literarios locales que obedecen a epistemologías de orden cultural,
histórico-social, político, etc. de los pueblos. Esto implica que el canon literario reviste una
condición social clasista. En este sentido, es ilegitimo, en el escenario de los estudios
culturales, afirmar que los criterios absolutos, ahistóricos y formalistas de la epistemología
oficial son los únicos válidos para aprobar el valor estético de una obra, sea narrativa,
lirica o dramática. Es necesario concebir las reglas valorativas de la obra artística en su
flexibilidad y temporalidad para resignificar el canon de la crítica literaria desde la mirada
de las culturas locales. La literatura no debe confinarse sólo a la forma puesto que ésta ha
cumplido funciones que superan la simple expresividad: desde Homero, la literatura

1
En el intento de Claudia Rodríguez de la Universidad de Chile en Las “otras literaturas” de Latinoamérica.
Criterios de inclusión y exclusión en el canon literario (2005) por reseñar sincrónicamente el surgimiento de
una perspectiva estética y una teoría desde el horizonte de las culturas marginadas o historia de los vencidos
introduce el concepto “otra literatura”, acuñada por Edmundo Bendezú (1980 y 1986) para definir ésta línea
de estudio y creación literaria como tendencia opuesta a la literatura oficial.
ejerce el papel sustancial de construir racionalidades, esquemas simbólicos o significados
que inciden en la cultura de una época o responden a las necesidades y condiciones
sociales de una nación, es decir, la literatura es ideológica. Por tal razón, puede afirmarse
que la nueva teoría crítica debe situarse

en el nuevo horizonte teórico, en la medida en que la política del multiculturalismo se basa en gran
parte en la revisión del canon [tradicional] desde la demanda ética de reconocimiento de la marginación
cultural de grupos étnicos, geopolíticos y sexuales” (Pozuelo, 2007:109)

Por lo tanto, el enfoque epistémico de los estudios literarios debe recepcionar una
concepción del canon desde la noción de alteridad (Dussel, 1972). Al mismo tiempo,
emplazar los actos interpretativos en el marco de la historicidad y delimitarla en el
horizonte de lo local. Luego entonces, los criterios de valor estético se revisten de una
condición ideológica2 que se definen en el escenario de la realidad local, los campos
culturales, los acontecimientos de la historia, los valores sociales o el mundo de la vida del
lector crítico pero además, la tendencia ideológica de la literatura y la teoría crítica
pretenden incidir en el espíritu de una época como comentó George Gordon “Inglaterra
está enferma, y… la literatura inglesa debe salvarla” (Eagleton, 2009:36). Esta experiencia
de la literatura inglesa en la cultura victoriana del siglo XIX que intentó influir en el ethos
social de la mujer y la clase trabajadora de la nación, tiene similitud al papel histórico de la
generación del ’98 en la literatura española en el esfuerzo de rescatar el espíritu cultural
en la postrimería finisecular de la España del siglo XIX.

Por otro lado, en la actualidad, las editoriales han modificado la función real de la
literatura, su papel dentro de la cultura; la causa del declive obedece a la fuerte influencia
de los “mass media” en la conciencia del sujeto. Por tal motivo, el objeto histórico de la
literatura es proscripto a simples intenciones, pero el peor caso, es que reducen el acto o
creación literaria a intereses de carácter monetario, puesto el sujeto que diseña las
racionalidades, no es en la actualidad la literatura, sino los medios de masificación, quién
persuade y convence al espectador que debe leer, incluso al escritor que debe escribir;
castrando toda posibilidad del gusto literario. La literatura no es autónoma frente al
lector, no cautiva hacia nuevas experiencias estéticas, la literatura es dominada por la
cultura del mercado, es el sistema de consumo y la publicidad editorial quien determina el
tipo de literatura, es otra forma canónica de dominación (domesticación) cultural de la
creación literaria que margina estéticas ideológicas y críticas al orden establecido o como
afirma Carrión “la literatura que incomoda jamás será canonizada” (2014: s/f) o
reconocida. Por tal motivo, experimentamos el poder de la razón instrumental y el
progreso sobre la cultura3. Esto implica que las dos formas de lo canónico anulan, por una

2
La categoría de ideología es comprendida por Eagleton como “las formas en que lo que decimos y creemos
se conecta con la estructura de poder o con las relaciones de poder en la sociedad en la cual vivimos”
(2009:27)

3
El concepto de cultura como conjunto de significados. Cfr. Geertz Clifford en el texto La Interpretación de
las culturasintenta desarrollar el concepto de cultura desde la perspectiva semiótica. El autor afirma que “el
hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido” (2003: p.16) por lo tanto, el
parte, el carácter histórico, social e ideológico y, por otra, la dimensión semiótica de la
cultura en la literatura.

Por lo anterior, es imprescindible o imperativo reivindicar la resistencia de las


estéticas locales y las teorías críticas anticanónicas, situadas en las nuevas ciencias
sociales, que relacionan la literatura con la historia, la literatura con la política, la
literatura con la cultura, etc. Autores de principio de siglo XX como Bertolt Brecht con la
teoría del distanciamiento o después de mayo del ’68, intelectuales como Jean-Paul Sartre
con sus obras: las moscas o manos sucias, con una literatura de la libertad, entre otros
más contemporáneos, intentan crear una literatura comprometida con su contexto, su
problemática socio-cultural. Por ello, es posible en la actualidad una revisión del papel
actual del crítico literario. Con este planteamiento no se propone un relativismo,
eclecticismo o anarquismo de la teoría literaria sino un reconocimiento de nuevos saberes
literarios en el marco de las culturas, una dignificación de las minorías excluidas como
expresión artística no-elitista.

En este contexto, comienza una teorización de la crítica literaria que se ubica en la


comprensión de la realidad del mundo de la vida y su aporte significativo en la edificación
de una cultura alternativa y subversiva opuesta a la racionalidad de la modernidad: la
massmediatización de la conciencia, la fuerte influencia de las relaciones de poder como
instrumento de dominación, el control de la vida (biopoder4) a través de sistemas de
simbolización del mercado, es decir, la nueva literatura y los aportes filosóficos de la
postmodernidad no sólo discuten sobre los criterios de valoración de las obras literarias
por sus nuevos estilos o formas estéticas sino redirecciona la función de la misma, hacia la
comprensión del ser social en su red de significaciones y el diseño de una racionalidad
humanística e incluyente.

Este canon literario occidental, o en algunos casos, los cánones regionales


(Colombia, Perú, Argentina, etc.) universalizan los criterios del valor estético para
legitimar o deslegitimar una obra artística o literaria, desconociendo el aporte de los
nuevos escritores o teóricos en un verdadero compromiso literario con la cultura. Esta
responsabilidad hace que

en la literatura se muestre la intención del escritor, sus formas de concebir el mundo y la


mirada con la que juzga su sitio. La voluntad del escritor está allí, las palabras surgen a partir
de lo que pretende comunicar al otro; por ello la obra es suya, los contenidos allí plasmados le
pertenecen y, por lo tanto, le comprometen” (Vargas, 2007:33)

papel del análisis antropológico consiste en explicar las expresiones sociales (como la literatura) desde la
interpretación para identificar significados dentro de una cultura local o culturas.

4
El concepto Biopoder es un término originalmente acuñado por el filósofo Michel Foucault para referirse a
la práctica de los estados modernos de “explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y
controlar las poblaciones” pero es clasificado según el uso con:Michael Donelly en el textoSobre los diversos
usos de la noción de biopoder, en BALBIER, DELEUZE, DREYFUS, et. al. Michel Foucault, Filósofo, Barcelona:
Gedisa,1990.
Livia Vargas (2007), en una relectura de la libertad en la obra sartriana y del
compromiso literario, plantea que la literatura como acto interpretativo por un autor
inmerso en el mundo debe comprometerse para-sí. Todo compromiso implica la
intencionalidad de un sujeto que interpreta o interpela la realidad histórica y local para
expresar sus postulados o tesis desde un para-sí hacia un ser para-otro, otro que “se nos
hace presente no como un objeto sino como un sujeto, como una subjetividad, con su
libertad, sus valoraciones, sus proyectos5”. En este postulado se infiere que la literatura
no sólo compromete su autor y su obra, sino involucra a la otredad (el lector) desde una
mirada de alteridad, es decir, la creación literaria tiene un fin, para-sí misma y para su
otredad, el afuera de la mismidad del autor.

Desde esta perspectiva, es necesario aclarar que independiente de la muerte del


autor (Barthes, 1968) y la autonomía de la obra, esta última responde en diálogo con el
lector a una realidad externa para redefinir el significado de la existencialidad del mundo
de la vida y los sujetos mismos. De este modo, entonces, se hace inaplazable considerar
que el canon no debe reducirse al plano formal ni universal de los criterios estéticos, sino
desplegarse a la realidad contingente de la historia, respetando las recientes formas
expresivas o significados de las culturas locales. En consecuencia, el canon no puede
asumir modos de ser para la valoración de la obra artística o literaria, su papel consiste en
plantear prácticas contextuales que, desde su condición situada en el mundo local, realice
una apreciación crítica. Las prácticas serian criterios temporales que establecen para
emitir juicios críticos de las estéticas emergentes. Por lo anterior, Zavala plantea que “el
canon o lo canonizado no es un hecho ni biológico ni transhistórico sino una construcción
discursiva contingente, y el resultado de prácticas discursivas sobredeterminadas”
(1998:33).

En este sentido, el canon hegemónico pretende, en su inmanencia, expresar juicios


que encubren las determinaciones propias de la obra literaria, cuando el objetivo es
comprender e interpretar la obra en el micro-universo donde emergió hacia el afuera de la
otredad (la otra subjetividad), pues ésta, se encuentra determinada por factores socio-
culturales o significados originarios del territorio donde surgió el texto literario. Aunque
pensadores de la postmodernidad consideren la autonomía del texto, Nelly Richard
propone que ésta se limita en un marco contextual, pues “las prácticas latinoamericanas
deben ser analizadas tomando en cuenta las particularidades del contexto que las
mueven” (1996:19). Ahora bien, dicha tensión necesita diferenciar, en el debate actual, la
postura del canon para la escritura y un canon para la interpretación desde la
regionalización de las literaturas nacionales con el criterio del contexto que las crea (las
obras).
A partir de la tensión canon escritural y canon interpretativo, es necesario situar la
teoría crítica en el horizonte hermenéutico-semiótico, puesto que el interés consiste en la

5
Cfr. El Ser-para-otro. http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/
Sartre/Sartre-Ser-Para-Otro.htm
visión pragmática de las estéticas literarias hacia la comprensión del mundo de la vida, es
decir, la teoría crítica debe aproximarse, desde la literatura, al conocimiento, no de las
formas estéticas en el plano de la autoridad canónica, sino a la intencionalidad
comunicativa del autor o el texto en la producción de sentidos o significados culturales.
Esta concepción hermenéutico-semiótica puede enfocar su estudio de la realidad
fundamentada en los postulados de los estudios culturales que pretenden articular la
práctica teórica con las intervenciones sociales. En este sentido, supera el discurso
disciplinario y univoco de la antropología y lo eleva al estatus transdisciplinario de los
estudios culturales.

¿Por qué el papel de los estudios culturales en la teoría crítica y antípoda del canon
literario? Uno de los principales principios de los estudios culturales es la fuerte “denuncia
de los estragos de la «vida mecanizada» bajo los efectos de la «civilización moderna”
(Matterlart, 2004:19). El discurso moderno de los metarrelatos6, la filosofía positivista de
la ciencia demostró el fracaso de la modernización y la razón instrumental como
alternativa y solución a las demandas sociales, hecho registrado con magnanimidad en el
film “tiempos modernos” (1936) de Charlie Chaplin. Esta racionalidad que produjo y
prolifero imaginarios o significados de progreso, lo que genero fue una hecatombe del
sentido de la vida humana y la naturaleza, masificación de los sujetos, deshumanización
de los individuos, un nihilismo cultural que hoy es necesario resignificar desde los
estudios culturales.

Por ello, la importancia de una mirada de la teoría crítica desde lo hermenéutico-


semiótico, una lectura de las nuevas estéticas o literaturas emergentes no canónicas. Sí la
crítica literaria incide en la comprensión de la realidad social es fundamental el encuentro
de diversas disciplinas o enfoques epistemológicos para construir un sistema categorial
sincretista que no sea una simple suma sino un corpus interdisciplinario. La idea es
permitir el ingreso de estéticas subalternas o tendencias particulares de teoría crítica
literaria para dar estatus y legitimidad de los mismos. Por eso, los estudios culturales
contribuyen a reivindicar lo marginal en la alteridad y

abren como un campo flexiblemente transdisciplinario, que no sólo ha derivado en cierto


desmontaje del aparato académico y sus respectivos objetos de estudio, sino también el
préstamo y cruce de diferentes prácticas teóricas (marxismo, semiología, desconstrucción,
psicoanálisis, feminismo, etc.) y sus reconversiones en diversos géneros (González: 1996: p.
IV)

La crítica literaria contemporánea, en el horizonte de la teoría periférica, considera


la necesidad de la comunicabilidad entre las categorías de diversas teorías sin constituir
un corpus esencialista, sino una interrelación de categorías o teorías maleables al estudio
de diversas realidades, según las constantes apariciones estéticas, formas simbólicas o
expresiones culturales de la escritura o diversos géneros literarios. En otros términos, un
intérprete puede desmontar un texto desde la teoría desconstruccionista de Derrida, pero

6
Cfr. Lyotard, J. (1987). La condición postmoderna y la postmodernidad: explicada para niños (1987).
al mismo tiempo, identificar los imaginarios sociales de la mujer desde la teoría feminista
en la misma obra literaria, es decir, la lectura crítica no es univoca sino plurivalente. Con
esta postura, las teorías marginales asumen un carácter antidisciplinario y anticanónico de
la teoría crítica, quebrando la condición hegemónica y homogeneizante del ejercicio
escritural e interpretativo.

Por otra parte, retornado a la discusión del canon, es necesario retomar la


discusión del debate sobre el canon escritural. Frente a los cambios en los criterios de la
valoración estética de la obra por el canon occidental y el auge significativo de la literatura
latinoamericana, a nivel internacional, han reconocido en el estatus y la autoridad
canónica a autores como Borges, Cortázar, Gabriel García Márquez y otros que eran
marginales para el discurso crítico, pero aún desconocen el aporte literario de escritores
“menores”. Sin embargo, la discusión gravita, no en la inclusión al canon, sino la
resignificación de los criterios estéticos del canon para permitir el reconocimiento de una
literatura emergente y alternativa por los aportes a la construcción de significados
culturales pertinentes para una sociedad. En este contexto del debate puede afirmarse
que “todo ello ha conducido, además, al debate sobre las literaturas nacionales y a la
reivindicación y estudio de la cultura y la literatura de diversas comunidades, negras o
mestizas” (Pulido, 2009: p. 3). El canon no puede circunscribirse sólo en el marco de las
teorías interpretativas marginales, sino que es necesario, también, proponer las reglas de
valoración estéticas en otras formas de expresión de la cultura local.

La literatura en América Latina descubre nuevos imaginarios7 sociales y visibiliza en


el territorio una condición híbrida y multicultural de la sociedad. La riqueza de nuestros
pueblos es que existen diversas culturas que posibilitan un carácter de sincretismo
cultural que se introduce en la escritura bajo formas estéticas de resistencia frente a la
cultura o canon literario hegemónico y, sin embargo, el canon regional deslegitima las
nuevas creaciones literarias marginales y locales porque no cumplen los criterios estéticos
de valor universal. En síntesis, una teoría de crítica literaria marginal debe reconocer el
elemento ideológico que reviste un texto literario, sin desconocer los aportes formales;
además debe situar el acto interpretativo en dos horizontes: la lectura del lector y el
contexto local. Así mismo, es imperativa la relación del discurso literario con la cultura, es
decir, que las significaciones producidas en una interacción dialógica del texto y lector
pueda contribuir a la resignificación de los valores culturales locales; que los estudios
literarios anticanónicos representen un compromiso social. Estos parámetros pueden
garantizar una inclusión de la literatura y la crítica a sectores excluidos y marginados de la
sociedad y permite una concepción democrática del canon literario.

7
Cfr. Durand, G. (1994). El imaginario. Barcelona: ediciones del bronce.
REFERENCIAS

Bloom, H. (1997). El canon occidental: la escuela y los libros de todas las épocas.
Barcelona: Editorial Anagrama.

Donelly, M. (,1990). Sobre los diversos usos de la noción de biopoder, en BALBIER,


DELEUZE, DREYFUS, et. al. Michel Foucault, Filósofo, Barcelona: Gedisa.

Durand, G. (1994). El imaginario. Barcelona: ediciones del bronce.

Dussel, E. (1972). Para una ética de la liberación latinoamericana. Argentina: siglo XXI
editores.

Eagleton, T. (2009). Una introducción a la teoría literaria. México: Editorial fondo de


cultura Económica.

Geertz, C. (2003). La interpretación de las culturas. Barcelona: Editorial Gedisa.

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Lyotard, J. (1987). La condición postmoderna. Madrid: Ed. Cátedra.

________. (1987). La postmodernidad: explicada para niños. Barcelona: Gedisa editorial.

Matterlat, Armant y Neveu, E. (2004). Introducción a los estudios culturales. Barcelona:


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Pozuelo, J. (2007). Desafíos de la teoría: el canon en la teoría literaria hoy. Mérida,


Venezuela: Editorial el otro el mismo.

Pulido, G. (2009). El canon literario en América Latina.UNED. Revista signa 18. P.99-114.

Richard, N. (1996). Cultura y tercer mundo:1 Cambios en el saber académico: signos


culturales y mediaciones académicas.. Ed. Nueva sociedad.

Vargas, L. (2007). Entre la libertad e historicidad. Caracas, Venezuela: Fundación editorial


el perro y la rana.

Zavala, I. (1998). El canon y la escritura en Latinoamérica. Casa de las Américas (La


Habana) (212): 33-40, julio – septiembre de 1998.

Barthes, R. (1968). La muerte del autor. Traducción: C. Fernández Medrano. Disponible en:
http://www.cubaliteraria.cu/revista/laletradelescriba/n51/articulo-4.html
Carrión, E. (2014). Canon y dominación: otros modos de entender la poesía ecuatoriana en
un país sin lectores. Disponible en:http://www.matavilela.com/2014/10/canon-y-
dominacion-otros-modos-de.html

Filosofía contemporánea. Ser-para-otro: disposición del ser-para-sí que la relaciona con


los otros seres humanos. Disponible en: http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-
filosofia/Filosofiacontemporanea/Sartre/Sartre-Ser-Para-Otro.htm

Rodríguez, C. (2005). Las “otras literaturas” de Latinoamérica. Criterios de inclusión y


exclusión en el canon literario. Documentos Lingüísticos y LiterariosNo.28: 77-81
Disponible en: http://www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.ph
p?id=104

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